Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

El nombrado se sirvió su filete con especias y se sentó a la mesa con su infusión. Era una combinación extraña, la verdad, pero bueno. Coincidía con Rua en querer salir, solo que su motivo principal era otro.
—Deberíamos encontrar en algún momento cualquier noción o pista sobre la energía superior. Quizá el otro grupo sepa algo, o quizá haya alguien en la ciudad que sepa algo. O incluso algún templo dedicado a la energía superior.

Aún no entendía qué había pasado con Kiki, y todos seguían igual o más pendientes de ella. Preguntaban por su salud y le recomendaban descansar, pero también Rua preguntó por lo que había visto Iemai. Lo que fuera que hubiera en el exterior o bien se había ido o había pasado de largo o a saber. Y otra cosa que no entendía era que tomaran frutas y vegetales en la comida matutina o en eso que ellos llamaban "desayuno". Él comía con las manos cuando estaba solo, pero se estaba acostumbrando a usar los cubiertos con ellos delante.
—Oye, he visto que coméis muy ligero por las mañanas, ¿no será por eso el desmayo? ¿Te hago otro filete?—ofreció a la humana y señaló el suyo con el tenedor.

Ulmara escuchó la explicación con curiosidad, pues esta no disminuía, y llegó a la conclusión de que, tal vez, el lenguaje de los frivy’s era tan recargado que la magia de la fuente no podía borrarlo del todo. Si se lo hubiera inventado él, la explicación no habría sido tan exhaustiva. Entre eso y que la cercana creía firmemente que Nery’s no era un buen mentiroso, no tenía motivos para dudar de él. Sin embargo, la facilidad con la que alternó dialectos al final volvió a darle ganas de rechinar los dientes.

La noche comenzaba a clarear y Ulmara se quedó junto a las almenas, oteando el horizonte en el momento en que mejor veía ella. La ciudad era hermosa vista desde arriba, incluso las ruinas que se entremezclaban con los edificios nuevos tenían su encanto. Tras unos segundos de reflexión, se giró para seguir hablando con él.

—No sé darte un motivo seguro, pero creo que es una mezcla entre el contraste y el contexto. —La desconfianza que generaba aquella alternancia en el habla era un sentimiento tan subjetivo para ella que la cercana no sabía si podía explicarlo enteramente, pero quería intentarlo. Su tono de voz era calmado, Ulmara incorporaba la nueva información para construír su opinión—. Nuestra habla “normal” suena en ti como si la forzaras, después de haberte escuchado hablando tan recargado. Así que se juntan el que ambos registros me resultan raros en ti, el historial de secretos que guardaste (aunque no fueran para tanto) y el paso de una a otra en determinados momentos clave. Creo que es eso, todo junto ha alimentado esa sensación de mal rollo, aunque no se corresponda con lo que en realidad eres.

>>Pero bueno, está bien saber por qué ocurre, espero no haber sido demasiado directa —reconoció. Volvió a otear la ciudad en busca de los dioses sabrían qué—. Gracias por explicármelo.

Ulmara no pretendía que aquello fuese una excusa para echarle nada en cara, simplemente quería explicar su enfoque. La cercana dudaba que escondiera más información sobre Rocavarancolia, visto lo visto, y el principal motivo de su desconfianza eran, en realidad, ciertas reacciones de Nery's, más esporádicas que los cambios de registro: como la que tuvo el día que les sacaron del torreón. De hecho, el capacitismo arraigado en la cultura cercana probablemente fuera el principal factor que alimentaba su desconfianza, pero Ulmara no era consciente de aquello.

Por suerte, quizás este breve intercambio fuera clave para que se limaran un poco más las asperezas. Poco a poco.

Le alegraba escuchar que al menos había gente dispuesta a salir, tenían como tareas pendientes el buscar al otro grupo, pero también con eso estaba tal lograr algo de información. No estaría de más desde luego, más tras el susto de hacia un rato con Iemai y lo que había visto, fuese lo que fuese. Seguían sin sentirse totalmente seguros tras aquellos muros.

Asi que no pudo más que hablar cuando Pefka menciono lo de buscar la “energía superior”.

- Con suerte el otro grupo podría saber algo sobre la magia, probablemente también habrán estado explorando y todo eso. Tal vez tuviese un poco más de suerte que nosotros en su búsqueda, es otro motivo para dar con ellos –comento Rua lo esperaba sinceramente un golpe de maldita suerte por una condenada vez desde que había pisado aquel lugar. Ya había pasado un tiempo desde que había sido pinchados y nada había ocurrido y no había cambio alguno, peor con la nueva visión de Iemai se había despertado un poco las alarmas de nuevo, de alguna forma.

Siguió comiendo escuchando la insistencia de Kiki en decir que estaba bien, Rua solo le lanzo una mirada suspicaz pero no insistió. Bueno ella era la que mejor conocería su propio cuerpo ¿no es así? Si decía sentirse bien, no iba a ser ella quien le llevase la contra. Aunque seguía pensando que no tenía necesidad alguna de ajetrearse. No opino demasiado sobre el desayuno de Pefka, no es como si ella no hubiera desayunado variado y más pesadamente en su casa, simplemente aquí se contenía bastante más en eso. Era una glotona en el fondo al fin de cuentas.

-¿Os parece que después de desayunar nos preparemos para salir los que podamos o queramos? Salir siempre es un riesgo, pero realmente nos vendría genial encontrar algo que no sirva ahí fuera - porque estaba segura que sería un poco como siempre, no saldrían todos, lo cual estaba bien porque no era conveniente dejar el torreón solo. Él quería salir desde luego, necesitaba moverse, además se sentía un poco más confiada llevando y apuntando con la ballesta y con la daga, que ciertamente no le servía una mierda contra un kelpie o un dragon, pero se sentía menos desprotegida al menos. - Hemos estado haciendo mapeos por días, ya tenemos una mínima idea de a qué zonas podríamos dirigirnos ¿no? Con suerte daremos de una maldita vez con ese grupo y se refugio- añadió frunciendo el ceño ligeramente, pensativa.

Iemai no fue la única en preocuparse por Kiki, pero cuando escuchó su respuesta ante la preocupación excesiva se sonrojó ligeramente. La humana era quien había cuidado siempre de la salud del resto, seguro que sabía mejor que nadie hasta donde podía llevar su cuerpo en aquel momento. No volvió a insistir, además sabía que no era ni raro ni grave marearse un poco durante un momento, a ella misma le había pasado poco antes, aunque de forma menos notable.

Se siguió hablando de la posibilidad de salir ese día a continuar su búsqueda. Ya habían descartado varias zonas en las que pensaban que podría haber un refugio, y debían de estar más cerca de nunca de dar con el del otro grupo, si es que se alojaban en un torreón como ellos. Iemai había estado en la azotea el día anterior señalando hacia donde creía que debían ir, por descarte, una vez llegasen al punto de abastecimiento donde les había atacado el dragón.

La cercana sentía que debería salir. Su brazo ya estaba muchísimo mejor y tenía bastante claro qué dirección debían tomar una vez en las calles, pero tras lo que había pasado esa mañana no se atrevía. Tampoco tenía ganas de quedarse en el torreón, y menos si salían la mayoría. Lo cierto era que no sabía qué hacer, y esperaría sin posicionarse hasta que el resto se decidiesen.
—Id con mucho cuidado —dijo después de Rua—. Aunque creamos que hay que ir hacia el sudoeste desde el sitio donde dejan la comida todavía podría haber muchos obstáculos de los que no sabemos nada. Algunas zonas además parecen un laberinto... Cerca de ese edificio alto al que queremos ir las casas parece que están muy pegadas entre sí.

Iemai se sirvió entonces un vaso de leche anaranjada, que era lo único con algo de consistencia que le entraba en ese momento en el estómago. La leche anaranjada era la única que no le resultaba indigesta, además. Poco a poco se iban calmando las cosas y hasta ella empezaba a plantearse si lo que había visto había sido una invención de su propio miedo. Al menos le gustaría que se hubiese tratado de eso.

Siguió la mirada de Ulmara hacia la ciudad, cubierta para él en sombras y rasgos difuminados. Y extrañamente, se encontró con que aquella vista sesgada le era mucho más apacible que el opresivo caos ruinoso de la ciudad a la luz del día. Sus hombros y brazos se habían ido destensando, relajando la posición del escudo y la lanza.

Puso mentalmente los ojos en blanco al escuchar que había guardado secretos pero prefirió no entrar en aquello y dejarlo pasar, de todas maneras estaba con algo que consideraba más importante y no quería desviar el tema.

-Oh, llevo para lo que vosotros es años aguantando insufribles rodeos y relleno en discursos que no llevan a ninguna parte o no aportan nada nuevo. Por favor sé todo lo directa que quieras. -Dijo en tono divertido. -Y no, gracias a ti por marcar el punto. -Marcó esta vez más serio.

-Hmmmm. -No se había planteado aquello en aquel mes, pero prefería atajar el problema y cortarlo de raíz. -La cuestión es que si que lo fuerzo, no es como si me agradara o me resultara sencillo, pero es más práctico para que me entendais... Supongo que tendré que acostumbrarme a usar siempre este.... dialecto neutro. ¿Tú qué opinas? -Se giró con mirada seria y curiosa, aunque esta se desvió a la entrada de la azotea. Aunque quería concentrarse en aquello no podía evitar sentir la necesidad de bajar a ver como estaba Kiki.

—Vaya mierda —le concedió, contra todo pronóstico por su parte. En ese instante, Ulmara no quería imaginarse lo que pudiera ser una reunión frivy si, además del dialecto, se mezclaba con demasiadas vueltas a un mismo tema o muchas desviaciones hasta abordar un asunto. No le costaba empatizar con él en ese sentido.

Cuando le pidió opinión, Ulmara esbozó una sonrisa leve.

—No te voy a engañar, yo agradecería el cambio al neutro, pero si fuera tú, probablemente me negaría a abandonar un rasgo tan propio de mi cultura —se encogió de hombros. Por otro lado, jamás una forma de hablar tan extraña había sido un sello cercano, así que, en el fondo, no le era tan sencillo ponerse en su piel—. La decisión te pertenece a ti —reconoció, echando el balón sin ningún miramiento sobre el tejado del frivy—, a mí me basta con saber lo que ocurre. Así, no creo que la próxima vez me choque tanto.

Amanecer y anochecer eran los momentos del día preferidos de la cercana, gracias a aquel sol ceniciento que les alumbraba a medio gas. Era el momento en el que mejor veía, sin forzar la vista bajo la luz, cegadora a veces, del día ni entornando los ojos como si se hubiese quedado ciega como durante la noche. En cierto modo le apetecía quedarse en la azotea un rato más, ya fuera charlando con Nery’s o a solas, pero entendía que había que bajar.

—¿Volvemos con ellos?

Las palabras de la cercana cruzaron sus pensamientos, haciendo que frunciera el ceño en concentración ante la imagen que describía esta. Habían estado los últimos días mapeando la zona, pero no es como si conociera todo al detalle, visualizarlo le costaba, asique cuando tuvo más o menos claro a lo que se refería la chica, por fin habló. Su té ya terminado al igual que las frutas tomadas.

-Casas pegadas entre si…imagino que habrá caminos sin salida por donde no se deuda pasar- añadió porque es posibilidad y siendo así iban a tener que dar bastante vueltas. Esperaba estar errando en su suposición. Quería salir si, pero no le tenía especial estima a ponerse a dar vuelta como locos allá afuera, sabiendo ahora de la existencia de posibles trampas solo por pisar un estúpido adoquín. Sin contar que caminos sin salida y casa apretujadas no eran tampoco muy tranquilizador si algo aprecia.

Pero bueno, no tenía muchas opciones si quería llegar a ese edificio que había terminado llamándoles la atención cuando revisaban la zona. Tendrían que jugársela un poco. Rua asintió para sí misma, mientras se levantaba y estiraba sus adoloridos músculos, viendo que el amanecer ya dejaba caer su luz desde las ventanas y patio.

-Tendremos que ver quienes salimos entonces y prepararnos para ello…sugeriría que fuéramos al menos unos cuatro o cinco. Menos que eso no lo veo muy seguro. Yo por mi parte, saldré. - comento Rua no señalando a nadie en particular, ella ya había decidido salir y por lo que sabía Pefka también, más del resto no sabía nada en primer lugar- Subiré a vestirme y coger mis cosas, podéis ir decidiendo quien sale y todo eso mientras- dijo Rua sonriendo mientras se disponía subir a su cuarto para poder cambiarse con algo más adecuado para salir, concentrada en lo que hacía, se vistió sin mucho pudor frente a su cama, con unos pantalones largos grisáceos, la botas bajas que había encontrado para poder correr y una  blusa que ajusto bajo su pecho. Tras vestirse, cogió el cinturón que guardaba bajo la cama, para ponérselo, donde tenía enganchada la bolsa de los virotes para la ballesta y la daga con funda que guardaba bajo la almohada. Finalmente saco, la ballesta y la cargo con una de los virotes, para tenerla ya lista. Aquello se había vuelto algo tan costumbre de hacer a diario, aunque fuese por practicar la puntería, que se había vuelto algo mecánico. Casi le parecía risible el cambio de costumbres.

<<He pasado de tener mis rutinas limpieza facial y largos baños de sales, siendo el móvil lo primero a revisar, a prepararme para salir en una jodida ciudad de monstruos y ponerme a cargar virotes en ballestas como una de mis primeras labores del día. Todo súper casual>> sacudió la cabeza, chasqueando la lengua sarcástica. Lo de la limpieza facial estaba difícil, pero esperaba al menos poder cumplir lo del baño, aunque no fuese de sales, eso era mucho pedir, de agua bien. Rua bufo, uno de sus largos mechón de su cabello, notando la decoloración que ya venía teniendo más y más desde hacía días.

A esas alturas su cabello ya no era morado como cuando llego a la ciudad, sino que había ido perdiendo el color, luciendo ahora como una especie lila claro grisáceo, así como al tenerlo algo mas largo las raíces empezaban a notarse su color original de pelo, que eran de un rubio tan extremadamente claro que casi parecía blanco. No le importaba, ya sabía que eso ocurrirá tarde o temprano, no le quedaba otra que la estúpida resignación. << Como sea, con suerte habrá algún puñetero hechizo allí afuera que no sirva solo para cabrones voyeur y secuestradores…, algo para partirles el culo a cualquier que intente atacarnos…¡O un baño de agua caliente!>> pensó refunfuñando mientras se sentaba en la cama y se aplicaba el protector solar en todas las zonas expuestas de su piel, como otra parte de su bendita rutina diario cada vez que iba a salir, nos e lo aplicaba si iba a quedarse dentro del torreón para que le durase Solo entonces cuando estuvo segura que no había anda de piel expuesta sin cubrir, se ponía pantalones largos por algo, cogió sus gafas de la mesita de noche, colocándoselas, ya lista.

Una vez lista y sin haberse dado cuenta si en algún momento alguien entro, concentrada en su labor, bajo de nuevo a la sala, viéndolo todo algo más oscuro que la luz exterior gracias a las gafas.

El grupo parecía dispuesto a salir, con uno o varios propósitos en mente, además, y eso alegró un poco al nombrado. Necesitaban salir, pero no hacerlo sin voluntad o sin objetivos. Si no encontraban nada útil ni el paradero del otro grupo podía bajar la moral o los ánimos, pero debían salir en el futuro otra vez. Si se hundían allí dentro, acabarían convirtiendo el refugio en su prisión.

Atendió a las chicas hablando y se dedicó a asentir porque estaba de acuerdo con lo que decían.
—Iemai tiene razón, hay que andarse con ojo por la zona que queremos ir. Y bueno —dijo serio pero después cambió el tono a uno más jocoso—, yo tengo solo uno así que si os agradecería si venís quienes tengáis más —bromeó cuando Rua recomendó un número aproximado de aventureros.

Después de terminar su comida, fue a prepararse. Machete, arco y carcaj, y el escudo por si acaso. En los días pasados había visto que un poco pesado y le dificultaba el tiro, y por eso en su lugar se había hecho con uno más pequeño, circular, que se podía enganchar a la altura del codo izquierdo. No era mucha cosa, pero le podría ayudar ligeramente contra unas garras o un mordisco. El carcaj a la espalda y el machete en su cinturón. La ropa la había cogido de uno de los baúles, ropa vieja, descolorida, pero sobre todo fina y de mangas cortas, pantalón igual. Pero no dejaba de ser un asco, la verdad. Lo único que le daba cierta familiaridad eran el arco y el machete ya que siempre eran los mismos desde que habían encontrado aquel refugio. Pero no eran suyos. Suyo, propio, solo eran el silbato al cuello, que lo llevaba ahí fuera por si era útil o para avisar de su llegada a la vuelta, y sus pieles que usaba para dormir.

Cuando estuvieran listos, se reuniría con los demás para salir. Rua también estaba lista, por ejemplo.

-Hmmmm. -Miró al suelo en silencio por unos momentos, meditando sobre las palabras de la cercana. Siempre había pensado en cómo llevar la cultura frivy a este otro tan misterioso mundo pero... -Nah, no me sirve de nada si no me entendeis. Me lo reservaré para chistes y para... bueno. Para cuando me salga solo.

-Agh... Estos van a ser unos laaaargos diez meses. -Dijo con cansancio. -Si... ultramejor bajamos ya. No quiero que se preocupen. -Aunque en realidad el era quien estaba preocupado.

-Ey, ¿quieres algo de fruta pelada? -Dijo dándole un golpe amistoso en el hombro. -No puedo hacer mucho más por ti aquí aunque me gustaría agradecerte que hayas sido así de sincera. También podría arreglarte las uñas o maquillarte... pero no tengo ni idea de cómo cuidar tu plumaje. Perdón. -Abrió la puerta de la azotea y esperó a que ella se adelantara con la vela pues no veía absolutamente nada ahí dentro. -Aunque tengo que ponerme algo primero, se me está congelando todo de cintura para abajo.

Una vez abajo ya vestido cómodo para salir se acercó a Kiki, y tras decirle que "Luces muy bien para alguien que se ha desmayado hace poco." e intercambiar un par de mimos con la humana se terminó de preparar y esperó en la puerta para salir. Equipado con sus guanteletes, escudo, lanza el carcaj y arco y una daga por si perdía la lanza.

Rua anunció que salía y se marchó para prepararse. Iemai no se sentía aún con confianza suficiente para sumarse a la salida y, para su sorpresa, Fleur anunció que también iría. Aquel era, probablemente, un gran paso para la humana, y le hacía sentirse un poco más cobarde, pero también tenía que quedarse gente en el torreón. No es que se sintiera segura allí dentro, pero aquel día no pensaba separarse de quien se quedase atrás. El susto tardaría en pasársele, si es que en algún momento dejaba de sentir miedo en aquella ciudad, algo que veía improbable.

El resto empezaron a prepararse. El sol ya había terminado de salir mientras desayunaban y no había tiempo que perder. Iemai, entre tanto, recogió los restos del desayuno y, cuando se hubieron marchado, se sentó al lado de Kiki en el sofá. No sabía qué era lo que estaba haciendo, pero la cercana necesitaba compañía. Antes de hablar, esperó a que el momento fuese oportuno.
—¿Sabes? Antes a mí también me dio un mareo un poco extraño. No sé si fue por el susto o por qué, nunca me había pasado eso por tener miedo. Estaba… dándole vueltas y pensando cosas paranoicas. Como… que haya pasado algo mágico ahí fuera que nos haya golpeado a las dos. Que a lo mejor lo que vi intentó dormirnos de nuevo y no pudo. Es una tontería, lo siento. —No sabía ni por qué se disculpaba. Tal vez porque nadie parecía ya preocupado por lo que ella había creído ver—. Ni siquiera pasó al mismo tiempo y no le afectó a nadie más. Supongo que fue el susto.

Ulmara sonrió con complicidad al frivy, algo que no esperaba hacer esa misma mañana. Se encogió de hombros y le dio la razón con un asentimiento: iban a ser meses largos, sí. Por suerte, sentía que podían encauzar el grupo para que los desencuentros que habían tenido hasta ahora no jugaran en contra de ellos mismos. O no demasiado. Tal vez se hubiera levantado optimista, pero tenía esperanzas de poder llevarse bien.

—Me conformo con la fruta pelada, no te preocupes —se rió mientras se adentraba en el edificio con la vela por delante—. O puede que las uñas —reconoció. Ella no era muy de maquillarse, porque su trabajo e ir arreglada no eran compatibles y porque tampoco era algo que le llamara la atención en exceso. Sin embargo, en el culo de todos los planos, atrapada y con su vida en juego día y noche, la cercana echaba de menos cosas como esas, que siempre le habían parecido nimias.

Una vez abajo, la cercana se tomó su tiempo para desayunar y se preparó para salir con el resto del grupo. Empezaba a manejarse fuera a pesar de las ingentes cantidades de luz y se sentía infinitamente más útil que dentro, aunque se tratara solo de un espejismo de utilidad. Abandonó el torreón cubierta con una cota de malla, con un escudo redondo a un brazo y una espada corta y un cuchillo en el cinturón.

Tenían una dirección y un objetivo. Solo les faltaba algo de suerte, algo que Ulmara no tardó en buscar: <<Aramara, pide de mi parte a los dioses una salida tranquila y un camino correcto>>, pidió antes de salir, <<si es que me escuchas desde tan lejos>>.

Sigue en el Torreón Maciel.

Toni observó cómo se marchaban.
- Yo prefiero quedarme si no os importa, no me encuentro del todo bien, estoy acelerado- había dicho cuando estaban todos abajo- Os espero aquí, y de paso recojo todo esto ¿vale?
La verdad que la sensación de peligro seguía instaurada, pero había pasado a formar parte de él, como si fuera algo tan natural como un pestañeo.
Subió a la azotea para ver cómo se perdían entre las ruinas de la ciudad. Permaneció un rato observando la ciudad, como si esperase ver algo que no había visto hasta entonces.
Al bajar, el palpitar del corazón iba en aumento con cada peldaño.
Kiki estaba en en la planta de abajo y Toni se acercó a ella- ¿Qué tal te encuentras? ¿Estás mejor?- observando la ciudad, sus peligros, había caído en que lo mismo hemos exagerado- Lo mismo le hemos dado demasiada importancia a tu desmayo, pero ha sido un poco raro, yo estaba viendo como te acercabas a Rua y al tocarla fue como si te desconectases. Ha sido algo raro, pero todo aquí lo es ¿no?

Iemai se sobresaltó cuando Kiki saltó hacia ella para agarrarla del brazo. No entendía lo que estaba haciendo, ni sabía muy bien cómo reaccionar para no resultar ruda. Le debía demasiado a Kiki, aunque cosas como aquella le resultasen incómodas. Mientras pensaba en ello, la humana terminó por soltarla sin que llegase a decirle nada.

La cercana había escuchado lo que intentaba decir antes de que Toni regresase y se les uniese. A diferencia de Kiki, a Iemai le reconfortaba estar rodeada del mayor número de compañeros posible, ahora que el grueso del grupo se había marchado y se habían quedado a merced de lo que pudiese haber al otro lado de los muros.

Tras responderle, Kiki prosiguió con su explicación. A ratos, Iemai encontraba enrevesada su teoría, pero no podía decirle que se equivocase, sencillamente no podía. Lo que sí le interesó fue la mención al contacto con Rua. Bien podría haber sido el catalizador en ambas ocasiones, y eso no se le había pasado desapercibido.
—Yo no creo… no creo que nos hayan inyectado nada para volvernos mágicos. ¿Por qué hacerlo ahora y no cuando nos trajeron aquí? ¿Crees que es porque tienen que seguir haciéndolo cada cierto tiempo? Si lo piensas… ya nos dijeron que teníamos potencial cuando nos secuestraron, que veníamos aquí para volvernos aún mejores. Yo que sé. —Agachó la cabeza. No sabía cómo explicar su versión de lo que estaba pasando en aquel lugar—. A lo mejor todos poseemos dones mágicos y los estamos usando de forma inconsciente. ¿A lo mejor tienes tú razón y nos inyectan cosas para que eso pase?

Toni observaba como kiki le contestaba, notaba algo en la chica q no sabía cómo interpretar. Cómo si se esforzase en ser amable, pero no le salía de forma natural. A él no le caía mal, todo lo contrario.
- No es nada raro lo que dices, vamos que tiene todo el sentido del mundo- se mantuvo en silencio unos segundos- Igual podríamos acercarnos a Rua cuando vuelva y le tocamos Iemai y yo, para comprobar vamos. Que no perdemos nada.

Cuando Iemai menciono que nos volveriam a inyectar algo a Toni se le herizaron los pelos de todo el cuerpo y un escalofrío evidente le tembló el cuerpo.
- Mira, yo solo espero que me inyecten cianuro la próxima vez. Esto es una locura y me da miedo porque parece que empiezo a acostumbrarme. Oye ¿y si lo del desmayo de Kiki tiene que ver con eso del potencial? - dijo mirando hacia Kiki pero hablándole a Iemai.