Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Como cabía esperar Iemai tenía tanta idea como ella de lo que aquellos cristales hacían allí pero coincidió en que debían poseer una utilidad hasta ahora desconocida. El por qué los arrojaban a una ciudad prometiendo milagros y luego casi los abandonaban a su suerte era una cuestión mucho más relevante, y que desde luego tampoco tenía respuesta. Puede que muchas de las preguntas que se hicieran continuaran la misma estela.

Cuando volvió a su lado escuchó con interés lo que la cercana le explicó sobre su mundo, uno más oscuro de lo que pensaba. No es que perteneciera a ese grupo de personas que estaban conectadas a los días radiantes de verano y que su estado de ánimo dependiera de ello... pero tampoco podía concebir un mundo con días oscuros, más que Rocavarancolia... teniendo en cuenta que en ésta no se había dado un día soleado y caluroso todavía.
-¿De veras?-preguntó con sorpresa en la voz con la mención a la magia, la confirmación de Iemai tras los comentarios de Ulmara con hechizos menores la agradó, aunque no el hecho de que pocas personas pudieran realizarla- No todos pueden practicarla... ¿tú si?-preguntó indiscretamente, aunque se arrepintió en el momento por su intromisión. La mente de la francesa navegó entre distintas explicaciones de por qué aquel don solo se mostraría en pocas personas pero se trataba de algo que sencillamente escapa a su comprensión, esperaba que su compañera esclareciera el tema sin tener que preguntarle directamente.

Tardó un poco en responder a si en su mundo la gente usaba magia por no saber si su respuesta sería la adecuada o la más objetiva. Pero no faltaría a la verdad general.
-No- dijo al tiempo que se hacía con los materiales que en mejor estado servirían para las posterior tarea- no como tal... aunque depende del lugar en el que preguntes... . Hay muchos impostores que dicen ser capaz de hacerla o que se aplica a remedios curativos. Aunque a parte de tener leyendas antiguas en las que se relata su uso de vez en cuando ocurren anomalías a las que algunos denominamos como... milagros o algo así- y calló de pronto, al percatarse de que se desviaba- pero no usamos magia- aclaró finalmente.

Fleur pareció sorprendida de su explicación, y cuando le preguntó si podía practicarla se le escapó una risotada amarga.
—Para nada —respondió—. Es algo de las élites, para unos pocos. En el sitio de donde viene Ulmara les hacen pruebas a todos para ver si pueden hacer magia, aunque donde vivía yo… no. Pero dudo muchísimo que sea el caso.

Luego, cuando le hubo preguntado por su mundo, tuvo que esperar un poco para obtener respuesta. Debía de ser algo complejo cuando la humana dudaba antes de explicarse, así que atendió con interés.
—Es decir, se dan fenómenos mágicos a vuestro alrededor pero no sabéis cómo… canalizarla, o cómo se diga, para poder usarla como queráis. ¿Es eso? Debe de ser así en el mundo de todos los que no conocen la magia, lo único que cambia es que la gente haya descubierto cómo usarla o no… —Calló de pronto, y se quedó pensativa—. Lo que quiero decir es que la magia tiene que fluir por todos los planos, si no sería imposible, por ejemplo, haberlos traído hasta aquí.

Una vez arriba tras recibir cierta libertad de elección, Rua se encontró a Kiki sentada seleccionando la ropa y se acerco, viendo el cuchillo junto a ella con atención, buscando en otro baúl saco mas ropa en otra de las camas amontonándolas con el ceño ligeramente fruncido mientras escuchaba la suave voz de Kiki. Alguna de toda esas prendas la conocía de su búsqueda d ellos días anteriores así que le fue mayormente fácil apartar lo útil que alguien podría usar de lo que estaba mas hecho polvo.

-No sabemos cuanto jodido tiempo estaremos aquí, o si aquí nieva algodones de azúcar o vete tu a saber, así que si, apartar algo que abrigue va a ser necesario- dijo Rua con un leve chasqueo de lengua acariciando con manos expertas las telas a su paso con ojo critico, buscando no solo encontrar material que fuese adecuado para vestirse y con un mínimo de estilo, sino también ver que podría serles útil para lo que necesitaba. Escudriño con ojo critico un jersey  de un horroroso beige descolorido de manga larga, que aunque estaba libre de manchas sorpresa, como descubrió otra ropa si tenía, no era lo mas adecuado para se vestido ya que la tela había dado bastante de si y hacia de todo menos abrigar. Así que se lo lanzo a Kiki a su montón.

-Creo que ese podría servirnos para las bolsas, la tela es bastante buena a pesar de estar dada de si para abrigar, si sirve para lo que queremos hacer- dijo Rua como sugerencia mientras apartaba mas ropa, camisa, un vestido, un chaqueta, ropa interior, calcetines a un lado porque era cosas que si eran útiles y aun podían ser usadas- Oh, esto aun esta en buen estado...solo necesita un buen lavado- añadió arrugando la nariz apartando un sudadera negra, que era bastante abrigada y que lo único que tenia de maltrecha eran las mangas y que bien podría haber sido de hombre, a juzgar por el tamaño.  A ella de ponérsela probablemente le cubría hasta medio muslo, dada su altura. La echo al montón de ropa que podría serles útiles

Miró hacia Kiki cuando le mostró la camiseta, mirándola con suma atención, era de un tono mas oscuro que el jersey que le había echado antes. Mas marrón que beige en realidad.

-Es fea de narices y yo no me la pondría, pero  esta en buen estado y dado que no podemos ponernos muy tiquismiquis porque tampoco es como que abunden, déjala en esa montaña de usables para vestir- dijo señalando aquella que tenia sobre la cama contigua. Mientras sacaba unos pantalones que había frente a Kiki y los analizaba, estaba los pobres tan hecho polvo que no sabia como se sostenían aun las perneras, pero la tela era gruesa, aunque no reconocía el tipo de tela usada- Mmm esto para vestir no sirve así tal cual...pero parece bastante resistente ¿podría ser usado para las bolsas? Si usamos las perneras del pantalón y cortamos hasta la parte de arriba aun podría servir como pantalón corto y lo otro usarlo para lo que queremos hacer, porque la tela es bastante resistente y elástica- dijo estirándola cuanto pudo para mostrársela, tomando bastante en serio la labor de búsqueda y selección. Incluso dentro de la abominación de ropa que podría encontrarse tal vez podía hacer algunos arreglos para darles mas de un uso.

-Mi madre es diseñadora, le he visto hacer maravillas con dos trozos de tela y unos alfileres. Me he criado toda la vida entre ropa, así de otra cosa no pero sobre esta se bastante- añadió Rua con tranquilidad sabiendo de lo que hablaba al menos, entre que había sido modelo y que se había criado en el taller de su madre y había sido también su maniquí personal reconocía buena parte de las telas usadas o cual útiles podía serles aunque claro algunas le eran un tanto extraña posiblemente por ser ropa de otros mundos.

Incluso se había encontrado prendas prácticamente semitransparente y de látex en sus besuqueadas anteriores, bastante modernas mezcladas con cosas que parecían hechas de la mas delicada seda. Era curiosos como esos baúles y sus contenidos contaba tanto en realidad. <<Aunque no es como si lo que cuenten sea bueno. Es evidente todo esto pertenecía a mas gente y no eran todos del mismo mundo tampoco, ni el latex ni la seda son precisamente fáciles de trabajar. Todo esto me hace pensar en que ha pasado con todos lo dueños de estas prendas...>> pensó viendo entre el monto de ropa una sencilla blusa rosada con un mancha evidente en la zona de uno de los hombros que había sido limpiada a conciencia pero que seguía teniendo un imborrable mancha de un colo rojizo oscuro, reseco. Rua miro a Kiki.

-Intenta evitar también coger prendas que anden manchadas, no sabemos que tan buen olfato pueden tener lo que haya ahí afuera como para que las bolsas que hagamos atraigan con su olor- dijo sonando tal vez impersonal, pero ya poco se podía hacer por los reales dueños de toda aquella ropa, mas que intento no acabar siendo olisqueados por lo que habían dejado tras de si de ellos.

Fleur se percató de la risa amarga de Iemai y tensó un poco la boca pero sin que llegara a verla, de su explicación sacó en claro dos cosas, que no pertenecía a la élite (lo cual sin saber por qué le agradó) y que en realidad no se descartaba que su compañera no pudiera practicar la magia. A punto estuvo la francesa de comentarlo en voz alta pero tras sospesarlo guardó silencio, no conocía cómo llevaría aquel tema internamente y sabía por experiencia personal lo que molestaba que el entorno metiera las narices en sus asuntos.

Iemai realizó una sínstesis de su respuesta probablemente para entender mejor lo que había querido expresar, y en su opinión lo hizo con bastante acierto.
-Sí, supongo que es algo así- >>Fenómenos mágicos...<< ¿Podía llamar de esaa forma a la multiplicación de los peces? ¿O la transformación del agua en vino?. Lo cierto es que fuera lo que fuese ella no lo había visto con sus propios ojos, y aquel detalle rugía imperiosamente en su estómago- pero depende de a qué humano le preguntes- quiso aclarar, no quería formar una idea equivocada a Iemai y que al comentar la Tierra alguno de sus compañeros negara la magia en cualquiera de sus formas, lo cual sería la respuesta general- tenemos muchas... tendencias- pensó- sí, tendencias diferentes- enrojeció un poco, no era el momento para contar que había estado a medio camino de convertirse en una especie de sacerdotisa de su mundo. A menudo todos la habían mirado raro en Hawaii sobre todo al ser tan joven, como por ejemplo los amigos de Maila.

-La chica que nos trajo a mí y... a Maila- confesó notanto un picor creciente en las mejillas, no le apetecía explicar nada por muy obvio que fuera- parecía humana, se llamaba Akeyo, supongo que confirma lo que dices- Fleur volvió a seguir buscando cosas tras haberse quedado de manos cruzadas durante unos segundos al hablar- ¿Te suena? ¿O se te presentó otra persona?

Fleur quiso recalcar los diferentes puntos de vista entre los humanos. Supuso que se refería a supersticiones, a lo que había mencionado antes de que existían magos fraudulentos y que había quien creía en ellos. Parecía incómoda explicándolo, por algún motivo, y eso la llevó a tener más curiosidad y, a la vez, sentir que no era buena idea presionarla con preguntas. De todos modos cambió de tema al mencionar a su cosechadora y preguntarle a Iemai por la suya.
—No, no la conozco. A mí me trajo otra persona, y no era cercana. Tampoco era humana, así que no creo que fuese la misma usando un nombre diferente. No me había parado a pensar en eso porque quien me trajo no era como yo, pero… ¿por qué crees que habría una humana secuestrándoos? ¿Estás segura de que lo era?
Iemai hacía un rato que se había quedado parada con la pieza de armadura en la mano, centrándose en la conversación. Al ver a Fleur ponerse en marcha de nuevo fue cuando se percató de que ella también se había detenido. Abrió otro arcón, pero en su interior solamente encontró flechas y virotes.

Iemai pareció entender su confusa exposición de las diferentes corrientes de pensamiento terrícolas, o al menos no hizo mayor hincapié en ello. Quedó algo confundida en cambio con la cosechadora de la cercana al no pertenecer a su especie, un detalle significativo pues en su interior quería pensar que parte de su disposición a marcharse fue que Akeyo parecía una de ellos.
-Yo... acepté venir- confesó, entre yelmos y virotes, pues la palabra secuestro se le antojaba extraña. >>¿Se trató de un secuestro?<<. No tenía motivos para desconfiar de la chica pero... no podía negar que olía a chamusquina. Les prometieron milagros y libertad ¿pero dónde estaban ellos? Los ciudadanos, los que tanto prometían. Fleur frunció el ceño, no debía sorprenderle que sus compañeros se consideraran raptados, especialmente con aquel humo verde de por medio- no-no estoy segura del todo- las dudas la asaltaron y el recelo, un sentimiento muy ajeno habitó en ella- pero en su momento me lo pareció... y a la vez se mostró muy cercana con nosotros, como si supiera... que necesitábamos ir- aquella revelación era una idea que se le acababa de ocurrir en el momento pero no por ello menos cierta- ¿te pasó lo mismo?- desconocía por completo las circunstancias que rodearon al resto del grupo pero la pregunta iba dirigida más por la sensación de que aquellas personas sabían lo que hacían.

-¿Crees que valdrán? -preguntó después también con el peso de uno de los cristales en el bolsillo y mostrando algunas piezas de armadura que consideró óptimas.

Por un momento no entendió por qué decía aquello antes de responder a su pregunta, luego se percató de que se refería a que había usado la palabra secuestro. Le dieron ganas de bufar, pero se contuvo. Tal vez la humana necesitaba pensar así para no hundirse en la miseria, pero la cercana estaba tremendamente molesta por la falta de honestidad con la que les habían arrastrado hasta allí. «Que te hagan aceptar con mentiras no quiere decir que hayas consentido realmente» pensó. Lo sabía bien, siendo ella misma alguien que también se había dedicado a engañar a la gente toda su vida.

Fleur había seguido hablando sobre la cosechadora, por lo que cuando la cercana respondió, ya se había percatado de las dudas de la humana acerca del secuestro.
—Sí, me pasó lo mismo. ¿Te lo puedes imaginar? No tenía aspecto de cercana y aun así le dije que iría con ella. No estaba pensando con claridad, recuerdo que no dudaba demasiado de ella en ese momento, y no tiene sentido. Usaron magia con nosotros, nos engañaron —sentenció—. Y me gustaría saber qué es lo que ganan con ello —agregó entre dientes.

Las piezas que había apartado Fleur también podían servir, y no necesitaban echarlas todas a perder. Bastaba con seleccionar una o dos, pero para eso tenían que saber si era posible acoplarlas a algo semejante a un saco.
—¿Se las llevamos arriba? Igual estas correas pueden servir para lo que quiera que estén haciendo con ese cuchillo y la ropa —le respondió.

Fleur asintió con mirada comprensiva y ojos muy abiertos, las palabras que salían de la boca de Iemai parecían sacadas de su propia mente aunque con muchas más indignación. Aún dudaba de si la Tierra con tía Célestine y el convento habría sido mejor decisión que la ciudad de Rocavarancolia, era inevitable pensar que había errado tras la masacre de la fuente pero una parte de sí misma que se escabullía se encontraba a gusto allí, con tantos compañeros de otros mundos y aún con un temor constante. A pesar de su timidez... en cuatro días había sido más ella misma que en dieciseís años terrestres.

El tono molesto de Iemai no pasó desapercibido, podía entender la frustración y la impotencia, en pequeña dosis la compartía. Porque era de ingenuos negar que parte de la información había sido omitida y Akeyo, por agradable que le hubiese parecido, no había jugado limpio. Quizás tuviera sus razones, pero la francesa lo desconocía, como casi todo en aquel mundo.
-Es verdad- admitió con mal sabor de boca, tenían el derecho de enfadarse y hasta entonces no lo había hecho.  Y ni siquiera lo estaba, no cómo debería. ¿Por qué?- no sé que ganan... pero no parecemos importarles mucho- refugios proporcionados, pero abastecimiento de comida en puntos lejanos plagados de cosas peligrosas. Era contradicctorio. Aquello le recordó a un pasaje del antiguo testamento que las monjas mencionaban a menudo, uno de aquel Dios más oscuro. El sacrificio de Isaac a manos de su padre Abraham para demostrar fe ciega o valía ante Él. Nunca le había gustado aquel relato pues tener que demostrar cosas no era buen plato para nadie. Si se trataba de una prueba... ¿quién no merecía pasarla?. >>Tú sabes que todos nosotros<<.

-Sí- contestó volviendo a su introspección habitual, cargó con varias piezas en buen estado pero se sintió míninamente satisfecha, era la conversación más larga en la que había participado sin contar a Maila. Y pensar en su amiga tras acabar la tarea le devolvió una inquietud que se esfumó mientras hablaba con Iemai.

Rua miro a Kiki alzando una ceja ante su observación. No, claramente no tenían lo necesario para hacer una mochila, pero podían improvisar algo mucho mas casual. Una bolsa, tal cual, una bolsa o saco de tela amarrado con cuerdas, correas, si encontraban abajo alguna o incluso con otras telas enrollas podían hacer el apaño. Eran sencillas de hacer en realidad, sin necesidad de agujas, solo con buenos nudos.

Y así se lo dijo.

-No tiene porque ser mochilas como las conocemos, sino simple saquillos de tela amarrados con cuerdas o o correas, hacen el apaño, no son tan difíciles de hacer si se atan bien- añadió Rua mientras la ropa seguían haciendo la selección, guardando a buen recaudo de nuevo la ropa que si acabaría siendo útil para ser vestida y dejando a Kiki  trabajar con aquello que usarían para los sacos de comida, una forma mas correcta de llamarles en realidad.

Estaba terminado de seleccionar alguna prendas cuando Kiki le esotro lo que haba estado haciendo con el resto de telas y el cuchillo, parpadeo lentamente observándolo con suma atención. Era horrorosa con ganas, con tanta mezcla de colores, apagados la mayoría por suerte, pero parecía resistente ya que Kiki había usado prendas gruesas para hacer el apaño. Soportaría bien el peso de la comida, en teoría.

-Creo que puede servir, pero tenemos que hacer esto mismo una vez mas, para que tengamos al menos un par de sacos. Queda bastante ropa utilizable para ello- dijo acercándose a la tela de Kiki y asintió sonriendo a medias- Es un apaño decente con lo que tenemos, si en algún momento conseguimos aguja de alguna forma o algo que se le parezca ya podemos reforzarlo mejor, pero por el momento, servirá. Venga, terminemos con estos y bajemos, seguramente Iemai y Fleur ya deben estar terminando con su parte también- indicó Rua muy concentrada en lo que estaban haciendo, echándole un mano esta vez para intentar repetir de nuevo toda su labor. Por suerte para ella se tomaba muchas cosas con sarcasmo, flojera e ironía, menos en lo referente a trabajar duro cuando se proponía algo, fuese lo que fuese. Aunque eso si, dejó a Kiki la parte de cortar con el cuchillo las tiras, ya que tenía mas claro que la sueca lo que quería hacer.

Una vez terminaron con aquello, lo que llevo un rato mas, bajaron de nuevo, cargando un par de mantas improvisadas con la unión de diferentes camisetas, jersey, polos y hasta un par de pantalones. El trabajo no estaba ni tan mal con lo que tenían y si Iemai y Fleur habían conseguida, cuerdas, correas o cualquier cosa parecida que le sirviera para atarlas y a su vez les facilitase el cargarlas. Por suerte lo habían hecho y parecían en buen estado. Incluso habían traído algunas piezas de armaduras con ellas.

Con lo que tenían improvisaron  con las telas, las correas y las piezas de armadura, que servían mas que nada para reforzar  del saco, ante el peso que llevaría.

Tenía una idea mas o menos en mente, Rua les explico sobre la idea de hacer dos sacos, amplios, con correar entrecruzándolo para permitir que pudieran cerra la boquilla de este y sin que se abriera desparramandolo todo. Las correas se entrecruzarían con la parte inferior de la tela, sujetando con nudos, hechos por las tiras que había ido recortado, las parte de las armaduras contra la bolsa. Con el saco hecho solo tendrían que coger un par de tiras largas de tela, o incluso una cuerda, y amarrarlas con otro nudo mas a las correas para poder echárselas sobre un hombro, como si fuera el asa de una mochila cualquiera. Con suerte si salia como mas o menos pensaba las manos quedarían libres.

Mientras intentaba explicarles, intento realizar el proceso con lo que tenían por delante, siendo mas fácil para ella intentar mostrarles el planing en su mente que explicarles, con ayuda de Kiki, que era quien había tenido originalmente la idea y tenia mucho mas clara que ella cual era el trabajo final que pretendían obtener.

Estuvieron trabajando con lo que tenían durante un rato mas trabando en ello, hasta que al fin consiguieron terminar ambos sacos. No era lo mas estético ni muchos menos el mejor trabajo de diseño de  accesorios del mundo, pero daba el, al menos el canteo. Rua suspiro, sentada en la mesa, una vez parecieron terminar, viendo atentamente el resultado.

-Pues ya esta, mucho mas que esto no se puede hacer con lo que tenemos.- dijo Rua pasando una mano por el cabello jugueteando con piercing del labio distraídamente,  miro hacia la puerta que daba al patio, que se encontraba abierta, entrecerrando los ojos ligeramente ante la luminosidad presente, peor intentando hacer mas o menos calculo de cuanto tiempo llevaban el grupo excursionista fuera. El tiempo se les había pasado lidiando con las bolsas, al menos a ella, así que no había calculado cuanto tiempo llevaban fuera. No debía ser poco, a juzgar por la luminosidad existente en el patio.

-Deberían estar al  llegar...no calcule el tiempo pero llevan bastante fuera. Voy a ver si los veo venir, por si corre prisa en abrirles. -dijo pensativa, levantándose de la mesa, subió a la primera planta y se acercó a una de las ventanas que daba ala entrada, usando su mano de visera ante la molesta luz del sol para ver si los veía llegar. La vez anterior, cuando ella salio había llegado casi corriendo prácticamente, así que esperaba que el nuevo grupo no viniera huyendo de nada, para variar, de ser así tendría que darse prisa  dándoles el paso.

Corrió. Corrieron, algunos a base de empujones de los demás y otros voluntariamente, pero corrieron. Y gritaron y lloraron unos y otros, de pura impotencia, terror. Cuando tomaron cierta distancia y ya no veían a la criatura, Pefka incluso se cubrió la cara con las manos y gritó porque habían tenido que dejar literalmente tirado a Veriel. Había imitado al otro grupo, pero no por ello se sentiría bien al respecto. Apenas acababan de conocer a un grupo en su misma situación y justo después la ciudad les había lanzado otra de sus bestias. Había sido como un sueño agradable pero que acabó en pesadillas.

También perdieron de vista al otro grupo, pero al menos los sendarios se veían unos a otros. Y por suerte, algunos también traían cestas. El nombrado se castigaría por haberse desentendido de las provisiones, pero es que por mucha caza en Krabelin nada podría haberle preparado para la colosal bestia que acababan de ver... y contra la que habrían tenido muchas menos posibilidades que contra el kelpie si la voladora les hubiera seguido (cosa que comprobó un par de veces en su carrera).

Cuando ya quedó claro que e cielo estaba despejado, se permitió un andar más calmado. Bueno, no más calmado sino menos agitado. Seguía con la adrenalina, el shock y el susto en el cuerpo, pero sabía que no se le pasaría hasta que llegaran al interior de los muros del refugio. No se paró a consolar a los demás pues no sabía qué decirles. No veía consuelo posible más allá de que no podían hacer nada excepto salvarse ellos.

Por fin vislumbraron el torreón, y Pefka se apresuró para llegar y que abrieran con rapidez. No quería estar ni un segundo más al descubierto.
—¡Abridnos! ¡Somos nosotros!

Quizá les habían visto llegar, pues apenas unos segundos después pudo ver cómo descendía la pasarela del foso. "Puente" le habían llamado. Se maravillaba siempre que lo veía funcionar, pero no ese día. Pero no fue el primero en entrar sino que se agarró a la cadena del puente y esperó a que lo hicieran los demás. No quería ser él quien les contara que habían abandonado a su suerte a alguien. Aunque hubieran sobrevivido y podido salvar un par de cestas, y fuera lo único que podían haber hecho, no compensaba.

Escupía cada vez que la sangre no le dejaba respirar. Toni corría todo lo rápido que podía intentando que no se le cayese la cesta ni su contenido. HAbía perdido mucha comida en el batacazo pero no podía permitirse perder más. Por un momento miró atrás , al cielo, a los laterales, al suelo para ver si todavía les seguía la criatura. De hecho no sabía si alguna vez les había seguido.

Paró dejando la cesta en el suelo y agarrándose las rodillas escupiendo los restos de sangre que aún tenía en la boca. A lo lejos vio como Pefka se agarraba al puente y les hacia señas. Ya habían llegado, Toni no fue consciente por donde caminaba, solo seguía el camino que trazaban sus compañeros. Cogió nuevamente la cesta y llegó corriendo hasta el puente, sin decirle nada a Pefka le miró y se metió en el torreón.
Había conseguido traer algo de comida. Dejó la cesta en el suelo y se tumbó en el suelo, boca arriba.

Cuando juntaron el material que habían conseguido comenzaron a intentar elaborar las mochilas. Iemai poco pudo hacer, más que sujetar cosas con una mano cuando fuese necesario. El tiempo pasó rápido mientras trabajaban, y entonces Rua hizo notar que el resto tenían que estar a punto de volver.

Había pasado mucho más tiempo que la última vez. Podía ser preocupante, pero tal vez las bañeras habían ido a dejar la comida más lejos ese día. Iemai prefería pensar eso, pero lo cierto era que se había empezado a poner más y más nerviosa a medida que avanzaba el tiempo.

Fue un alivio enorme escuchar a Rua decir que los veía volver, y se apresuraron a bajar a las mazmorras para bajar el puente incluso antes de que ellos mismos lo pidiesen. Iemai esperó a que se abriera la puerta con alivio e incertidumbre. Estaban todos, y no venían heridos, aunque sí visiblemente cansados. El problema era que no traían apenas comida: solo habían conseguido dos cestas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó llanamente, con preocupación. Era evidente que algo había pasado, y el resto de preguntas podrían resultar demasiado violentas, como “¿por qué habéis tardado tanto?” o “¿por qué hay tan poca comida?”. No pretendía culparlos, al menos habían traído algo y no se irían a dormir con el estómago vacío.

El aire parecía pesarle más ahora que estaba alerta. Poco a poco empezaba a escuchar el latido de su corazón empujando más fuerte en su pecho, tan temeroso como él de lo que pudieran albergar las casas a su alrededor.

Sin embargo aquella cosa no salió de ninguna de ellas, el estruendo que provocó le heló la sangre y su tamaño hizo que las manos le temblaran. Veía a aquel pequeño destrozado pero no muerto en las mandíbulas de aquella cosa pero no podía hacer nada, estaba petrificado.

Apenas notó como la mano de Pefka se clavó en él ni como de fuerte había tirado con esta, simplemente le siguió por puro instinto. Corrió y corrió, hasta que se dio cuenta de que los demás habían parado detrás suya de puro cansancio y más por miedo a quedarse solo que por compañerismo paró él también. Maila estaba llorando y se dio cuenta de que él también. Al ir a secarse las lágrimas vio como aún sostenía el arco con fuerza en una mano y la flecha partida por la presión del agarre en la otra, la cual se deslizó al suelo al ser soltada.

Miedo, frustración, tristeza e ira se arremolinaban en él como intuía que le sucedía a los demás presentes. No pudo contenerse más y un puñetazo suyo restalló contra el muro ruinoso más cercano haciéndolo temblar. El débil y desgastado cuero de guante no aguantó el impacto dejando al descubierto su fina piel, la cual se rasgó en el golpe.


El grito de Pefka fueron las primeras palabras que se oyeron tras un largo silencio por la ciudad, Nery´s había guardado su puño en el bolsillo para no dejar un rastro de sangre y una mancha negra se extendía por el lateral de su pantalón como resultado.

Ante la pregunta de de Iemai simplemente la miró por un momento y al alzar la vista contempló el torreón, aquella cosa no tenía ni para empezar con los muros de una construcción así. Ni siquiera se atrevió a volver a mirar a su emplumada compañera, agachó la cabeza frustrado y avergonzado de sus propios actos y dejó que su pelo cubriera sus ojos para que nadie viera la irritación de estos al haber estado llorando.

Simplemente entró, y si nadie lo paraba iría a su cuarto a taparse, tomarse su medicación y cubrirse con las mantas.

Con pasos lentos y pesados llegó hasta lo que ahora era su cuarto, una instancia casi vacía con varios conjuntos que él había escogido doblados encima de un simple mueble. Quitándose su equipo y dejando la caja de medicinas a ún lado de la cama escuchó como algiuien entraba en la habitación tras de sí, pero no se giró a comprobar quien era y simplemente empezó a mover las mantas para echarse. Algo se revolvía en su interior, algo que quería salir y que él apretando la mandíbula no dejaba salir.

Escuchó a Kiki y se detuvo de mover las sabanas, notando por la cama como se había sentado en ella, pero sin atreverse a mirarla. Dejó que ella tomara su mano y lo que pudo ver fue una costra negra rodeando los nudillos que similar a la obsidiana reflejaba los rayos de luz que entraban al cuarto. Nery´s no decía nada, no replicaba a sus palabras pero cada vez temblaba más y aquello que contenía en su pecho cada vez se retorcía más con las palabras de la humana, queriendo salir.

Cuando ella acabó y él habló con la voz rota, con el tono de alguien que está a punto de romper a llorar. -Si, megasoy idiota. -Tuvo que cortarse a si mismo cerrando con fuerza la mandíbula para no dejar escapar el llanto presionaba por salir en su pecho. Torció su cabeza hacia ella y si esta vez miraba vería como la rojez que debería verse por la irritación era sustituida por líneas completamente negras en su esclerótica que lo hacían parecer una pieza de marfil hecha pedazos rodeando esos ojos de un azul tan claro que parecían brillar. -Es mi culpa. -Alzó el tono y parecía decirlo con mucha firmeza.Su otra mano se agarró con fuerza a la ropa de ella mientras se acercaba cada vez temblando más. -¿Porque siempre hipertiene que ser así? -Poco a poco el llanto en su pecho comenzaba a ganar y Nery´s comenzó a sollozar entrecortadamente mientras le caían las lágrimas. Podía ver los cuadros de su madre, escuchar la última la risa de su hermana y el último grito de su padre y finalmente sentir el temor del pequeño Veriel bajo su mano. -Ya no puedo más. -Por fin reventó y se echó a llorar en el hombro de aquella humana.