Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

De algún modo todos andaba más o menos disgustado por el paquete y las notas que lo acompañaba, pero finalmente aceptaron que desperdiciar la comida no era la mejor de las ideas. Rua suspiro ante aquello inquieta y con el ceño algo fruncido, al menos todo aquel asunto le ayudaba a no pensar en su propia mierda lo cual en cierto punto agradecía.

¿Dónde estarían Ulmara y Qwara? ¿En que se habían transformado? Recordaba que a Qwara también parecía sangrarle la cabeza, como a ella. ¿Estarían bien? Esperaba que si…debería estarlo o Rua les metería tremenda pata, o coz, ya se vería… por salirse de esa forma en estampida en pleno cambio.

- Espero que esas dos locas que salieron a corretear bajo las lluvias estén bien. Y lo mismo con lo de Maciel.– dijo Rua mirando finalmente oponiéndose de acuerdo en que debía comer y reponer fuerzas y una rísa ligera salió cuando vio como la arena de Maila se tranquilizó en su baile sobre ellos queriendo rodearlos y casi ahogarlos- Eso, se firme y segura…imagina que tienes a millones de micro niños a los que debes educar.- después de decirlo arrugo la nariz- Que dolor de cabeza pensarlo – dijo con un bufido negando con la cabeza.

Al menos estaba bajo techo seguro por el comento y eso traía un poco de tranquilidad a su sistema, suficiente para intentar bromear. A lo largo de la noche mientras cenaban y charlaban sobre su situación y que haría Rua se iría tranquilizando, no abandonaría aquel lugar en toda la noche, no viendo oportuno intentonita dormir ni alejados del resto ni arriba vista su situación imprevisible y se acomodaría como pudiera en el sofá y el salón. No fue la mejor de sus ideas como comprobaria horas despues.

--------

Decir que Rua durmió esa noche será medio fantasioso, lo hizo sí, pero se sintió como si hubiera tenido un ojo abierto durante toda la noche, le pesaba el cuerpo, estaba seguro que las ojeras les llegarían a las tetas como mínimo. O bueno esa sería su apariencia de no ser un caballo inmenso acurrucado junto al pobre sofá que había sufrido las consecuencias lamentables de sus cambios repentinos.

Un fuerte bufido equino salió de la boca de Rua con frustración mientras sacudida la cabeza intentando apartar las largas crines de sus ojos. Poco quedaba de blanco inmaculado en su cuerpo debido a la a ver estado paseando con aquella forma en la ciudad bajo la lluvia.  Aquella era la peor situación posible, no solo porque ansiaba darse un baño, aunque no tenía muy claro como lo haría con ese cuerpo, sino porque no podría salir del refugio luciendo de aquella forma, imposible.

<< ¿Qué jodida hora es? ¿Cuánto tiempo tendré que estar asi antes de volver a mí?>> con molestia se intentó incorporar del suelo buscando no tocar demasiado a los que se había quedado allá también. Aunque fue difícil, porque termino dándole un coletazo a alguno de sus compañeros al hacerlo, cuando al fin se incorporó con intención estirar las piernas y encontrar una solución si es que había alguna.  Un bufido aún más fuerte, casi un relincho de frustración sonó en el salón mientras golpeaba el suelo con sus patas delanterasun pococ alejada de los demas, resonando ligeramente en la piedra, exasperada.

Su grandioso culo de unicornio no saldría de allí hasta que volviese a ser su grandioso culo de humana, eso lo tenía más que claro.

El techo del dormitorio seguía soportando la inquisitorial mirada de Toni. El paradero de Ulmara y Qwara no le dejó dormir. ¿Les había pasado algo?
Durante la noche deambuló por el torreón pensativo, habló con Fleur, observó como Rua fingía dormir en el sofá, hasta probó como era eso de controlar el viento. Al parecer solo era capaz de controlar el viento que le salía por la boca, el viento que él mismo producía.
En algún punto de la noche sus pies se cansaron y decidió tumbarse. No consiguió conciliar el sueño, pero ¿alguien podría hacerlo?
Se levantó con cuidado para no despertar a nadie, al menos para que no notasen que él se había levantado y encaminó su insomnio escaleras abajo.

–¡La leche! ¿Otra vez? – dijo al ver a Rua transformada en unicornio – Le estas cogiendo el gusto a estar a cuatro patas eeeh. Uy, perdona, eso en mi cabeza sonaba mejor. – El decirlo y arrepentirse fue uno. No terminaba de entender porqué no pensaba mejor las cosas antes de decirlas.
»¿Quieres algo? ¿Un cuenco con agua, un poco de lo que sea que coméis los unicornios? Yo voy a por una infusión – dijo mientras se perdía por la puerta de la cocina.

A Maila le costó conciliar el sueño y pudo ver que a algunos de sus compañeros le ocurrió lo mismo durante la noche. Estaba preocupada por Ulmara y Qwara y aunque una parte de ella deseaba salir en mitad de la noche a buscarlas sabía que no era buena idea. En aquellos instantes Fleur y Rua también necesitaban ayuda.

Otro de los motivos de su insomnio fue la creciente energía y magia que corría por sus venas, la luz roja de la Luna entraba en la habitación y la hawaiana se creía capaz de mover ciudades con la mente si quisiera. Tal era el júbilo que empezaba a aflorar en su interior. La arena por otra parte no se movió durante toda la noche, era como si hubiera captado el mensaje con la orden que dio y hubiera decidido obedecer unas cuantas horas. Al final Maila cerró los ojos debido al cansancio y se dejó envolver por el sueño.

A la mañana siguiente la chica se despertó con el ruido de unos cascos, y aún sin abrir los ojos y sabiendo de qué se trataba murmuró <<Rua...>>. Se había vuelto a transformar en unicornio y Maila miró rápidamente a la francesa, temiendo ver un cisne en su lugar. Pero por suerte aún era humana y dormía plácidamente. Por otro lado ella misma seguía siéndolo, quizás la ilustración de aquel libro fuera errónea y ya se había transformado del todo.

-No te preocupes, Rua...- Comentó entre bostezos, aún con el sueño dominándola un poco.- Estoy segura de que aprenderás a controlarlo con el tiempo, de veras... Mira yo, al final he aprendido a dominar la are...- Justo en ese instante toda la arena del lugar se levantó y empezó a girar a su alrededor y entre las patas de la unicornio.- Da igual, no he dicho nada-. Dijo cansada aunque con una ligera sonrisa, antes de levantarse y estirarse como buenamente pudo e ir a la cocina con la arena siguiéndola. Allí estaba Toni haciendo una infusión y Maila se acercó a él para saludarlo.-Buenos días, Sabrina- Bromeó haciendo referencia a la mítica serie.- Se ve que ninguno de los dos hemos cambiado así que a lo mejor estaba equivocado el libro, ¿no?

La sueca, ahora unicorniana, dirigió una fija mirada de un solo ojo a Toni cuando lo escucho hablar. Eso de tener tal rango de visión seguía confundiéndola y al mismo tiempo le fascinaba, se sentía como si casi tuviera ojos en la nuca, teniendo en cuenta lo poco que era capaz de ver a sus lados siendo humana. Igual la ganancia de semejante amplitud de visión periférica, no era suficiente para eliminar las incomodidades de tener ese cuerpo y ni siquiera a poder comunicarse.

Las palabras de Toni la distrajeron de sus pensamientos, haciendo que parpadease despacio.

<<Tus neuronas mañanera son lentas…¡Ven aquí que a cuatro patas te voy a dejar yo, pelo paja, de la coz que voy a darte en ese culo andaluz tuyo! >> relincho con un bufido, coceando el suelo y dirigiendo sus pasos hacia Toni en futil amenaza sin malicia real. Cuando la voz de Maila la distrajo, Rua alzo la cabeza la cual inconsciente había bajado cual toro queriendo embestir, viendo la arena volviendo arremolinarse alrededor de Maila y sus patas como si estuviera dándole los buenos días.

Rua soltó un bufido de buenos días. Frustrada. Ya sabia que podía cambiar de forma, lo cual era un alivio peer no saber cómo era el proceso era un incordio. Los poco que había entendido hasta ahora de aquellos cambios, era que una vez estaba cierta horas en un cuerpo, cambiaba al siguiente. No debería tardar mucho rato en vovler a ser humana siguiendo ese principio al menos, eso esperaba porque no iba a poder salir del torreón en pleno día de aquel modo.

Se alejó un poco de la cocina y de sus compañeros, siendo imposible para ella responderle a Toni  y quiso alejarse para ir a ver si Fleur ya estaría despierta, preocupada de que hubiera sufrido su mismo mal mañanero. Al hacerlo algo capto la atención de la sueca sin embargo y no sin cierta confusión dirigió sus pasos hacia allí, colocando ligeramente su cabeza de lado para poder ver aquel extraño papel con uno solo de sus ojos. La visión periférica era divina, pero eso de leer de aquella forma era un engorro, por no decir incómodo.

Allí en la pared, cosa que no había notado antes, había una papel con un mapa señalizado ciertas zonas de la ciudad y una especie de bienvenida recomendándoles salir del torreón ese día llevando únicamente sus pertenencias y dejando todo lo demás allí. << ¿Un comunicado? ¿Cuándo demonios lo han puesto aquí que no me di cuenta? Estuve toda la noche en la sala>> la confusión era patente en ella, peor no duro demasiado. Debía avisarles al resto de la presencia de aquel papel.

Rua se alejó un poco de este, con intenciones de ir a buscarles para que le hicieran caso, eso de no poder hablar sino era humana era un incordio. Pero por suerte no fue necesario ponerse a relinchar como idiota porque apenas había dado un paso alejándose de aquel papel, y e igual que veces anteriores, el cuerpo equino desaprecio como si jama subiera existido en la sala y de un momento a otro, la visión periferia se esfumo al igual que la altura en la cual veía y Rua volvía a estar nuevamente sobre sus dos preciosas y queridas piernas.

- ¿Ah? ¿Ya termino el tiempo? ¡Al fin!  Aunque no me termino de acostumbrar a esto - exclamo un poco mareado por el cambio visual Rua se pellizco el puente de la nariz volviendo sobre sus pasos hacia el papel ahora si pudiendo hablarles- Ey, vosotros dos…Sahara, Eolo, han dejado aquí un comunicado diciéndonos de mover el culo fuera de aquí y hasta dejaron un mapa. Ninguna visita en todo el tiempo de estancia y ya van dos visitas sin presentarse...la educación no brilla en la ciudad– añadió Rua con una suerte de ironía envuelta en incomodidad, mientras tomaba el papel del mapa para volver con ellos y enseñarles este. La idea de alguien entrando allí para dejar ese comunicado, mientras ella estaba en la sala no le era nada cómoda. ¿La habría visto en su otra forma? No podía evitar sentirse algo ansiosa de no poder controlar eso.

—¿Puedes dejar de aparecer por las esquinas? Quiero tener mi corazón intacto —le dijo a Maila con la mano en el corazón—. ¿Sabrina? JA, mas quisiera esa tener este pelazo. Y tía, me preocupa lo del libro, parece que no estamos cambiando, tienes razón. Ya me jodería perder esta belleza nuestra la verdad.
Cuando miró a su amiga vio que todavía tenia la arena a su alrededor.
—¿No te habías librado de la arena Scheherezade? Mira, esta noche he aprendido a hacer esto — dijo con sonrisa pícara. Sin tomar aire soplo con cuidado y de su boca salió el viento suficiente para alejar la arena que Maila tenia a su alrededor, pero también para alejar su pelo, dejándole cara de velocidad—. Perdona, tengo que controlarlo un poco — se le entendió entre carcajada y carcajada.
Seguía riendo cuando vio que Rua entraba por la puerta con forma humana.
—Hombreeeeee, mira quien ha vuelto — dijo dándose la vuelta abrazando la taza donde había vertido el agua para infusionar.
» Nos echan, sí, lo leí anoche. Creo que se refiere a nosotros dos Maila —. Le hizo gracia que lo llamase Eolo y a la hawaiana Sahara, originales eran al menos. —Tiene gracia, pero ha perdido la oportunidad de llamarte Desierta.
Parecían estar de buen humor, aquella luz rojiza, que Toni ignoraba deliberadamente, no parecía bañar todo lo que alcanzaba su vista, también llenaba cada parte de su cuerpo, de su alma.

Fleur se levantó algo torpe aquella mañana, sin saber que sería la última que pasaría en el Torreón Sendar, hogar de un grupo de cosechados que habían hecho lo imposible por sobrevivir. No todos lo habían conseguido, se intentaba recordar siempre, pero al final parecían haber llegado a la meta y la Luna Roja pendía sobre sus cabezas como un exitoso premio. Su naturaleza le era desconocida todavía, solo sabía que su cuerpo mutaba a uno de cisne de manera involuntaria, tal y como había hecho varias veces la noche anterior.

En aquellos instantes en los que se reunía con todos en la planta baja seguía siendo humana, por suerte, pero no le preocupaba demasiado ser un animal. De momento siempre era algo temporal y aunque extraño, no del todo incómodo.

La francesa seguía preocupada por Ulmara y Qwara pero pudo comprobar que el ánimo de sus amigos esa mañana era bueno, y no quiso entrar de nuevo en conversaciones amargas, como tampoco en expresar lo disgustada y decepcionada que estaba con Nery´s y Kiki tras abandonarlos aún sin saber si Sarah despertaría de su muerte.

—¿Debemos marcharnos sin más? ¿A dónde? —le preguntó súbitamente y con energía a Rúa tras saludar a todos, su mirada enmarcada por su nuevo plumón se detuvo en Maila unos segundos y esbozó una sonrisa. Seguían teniendo una conversación pendiente pero nunca encontraba el momento.

El lenguaraz durmió y durmió, vaya que si lo hizo. Había pillado la cama con ganas y enterrado la cara en la almohada con una sensación de plenitud. Y por supuesto, soñó con las lunas, su Luna Roja, su Luna Kepryna y la Luna Levyna (que no era tan suya pero sí de su mundo). Se vio a sí mismo ascendiendo por una montaña a duras penas, salvando escollos en una noche sin estrellas, hasta llegar a la cima donde le recibió la luz de las lunas. No acababa ahí, pues ante él se extendía otra cordillera con sus valles, ríos, bosques, todo iluminado ahora sí por la Luna Roja.

No lo recordaba todo cuando se despertó, pero sí lo importante. Lo analizó en el silencio de la habitación sin levantarse aún. Fue un sueño sencillo pero cargado de significado para él. Solo tenía que seguir adelante en esta nueva etapa para él. En su mundo lo había hecho bajo el ala de Kepryna, quien le había dado forma y su don propio, y ahora lo haría bajo la Luna Roja (a la que aún no sabía si referirse como "Luna Roja" o "Roja" como si fuera su nombre propio) con los dones y metamorfosis que esta misma le había otorgado. Debía seguir investigando, por supuesto, pero le daba mucha paz haber llegado a esta conclusión y estaba seguro de que ambas eran igual de divinas y su cometido era moldear a sus vástagos para que estos sacasen lo mejor de sí mismos. Y él estaba bien dispuesto a hacerlo.

Sin embargo, no tenía prisa. Escuchó cómo se despertaban y bajaban sus compañeros mientras seguía con los ojos cerrados. Descansaba como no lo había hecho en mucho tiempo ahora que sabía cuáles eran su propósito y el motivo de estar allí (por mucho que errara en algunos puntos ajenos para él). Le quedaban muchas montañas por subir pero ahora sabía por qué lo haría, no cegado por un rito divino que no comprendía del todo.

Más tarde, ya sí, por fin se levantó. Se vistió con tranquilidad y bajó con intenciones de llegar al patio e hidratarse, pero le detuvo la conversación en la planta baja. Hablaban de irse a alguna parte y tenían un nuevo mensaje entre manos, así que pidió leerlo en lugar de preguntar.
—Bueno, tiene sentido que tengamos que irnos si dentro de un tiempo tiene que venir alguien de su mundo como vinimos nosotros... Voy a hidratarme bien antes de nada.

Les dejó en el salón y se dirigió al pozo tanto a beber como a echarse agua por encima. Pensaba rápido, pero se movía con calma. No se había planteado nunca qué ocurriría después y ahí estaban, al borde de irse a otro refugio y empezar a vivir como ciudadanos de aquel extraño mundo. No se habría imaginado que les fueran a dar un techo donde quedarse justo después, pero lo agradecía con creces.

En cuanto estuvo listo, volvió al interior para hacerse algo de desayuno. Pan y carne con especias, como siempre.
—¿Qué os parece, a dónde nos vamos? —preguntó al resto mientras tanto.

Sus compañeros estaban viendo que desayunar antes de irse, Rua también se acercó para pillar un par de frutas que habían quedado de la noche anterior no queriendo complicarse demasiado con el desayuno, mientras saludaba a Fleur con una sonrisa y un gesto asintiendo a su pregunta.

- Pues sí, eso dice el comunicado que hay en la pared, de irnos con lo que traíamos…que no podemos llevarnos nuestras armas.– dijo Rua con el ceño un poco fruncido no dándole mucha confianza el pasearse sola sin más si su ballesta por ciudad, por más transformada que fuese ahora no es como si sus cambios le diesen mucha tranquilidad precisamente, más bien al contrario, aumentaba su preocupación por su propia seguridad aún más que antes.  Ella desde luego no parecía haber salido ganando con la llegada de esa condenada luna. Tenía más miedo por su seguridad ahora que antes.

Por lo demás, ella en inicio no tenía ni que cambiarse, pues la noche anterior ya se había vestido con la ropa que había venido a la ciudad, con excepción del abrigo y las botas de plataforma y las gafas de sol que había dejado sobre la mesa de noche.

Ante la pregunta de Pefka sobre sobre donde podría ir, Rua extendió el mapa sobre la mesa, sujetando una de las esquinas con una de sus frutas. Era un mapa que mostraba la ciudad y había lugares señalados que debía ser esos refugios mencionados en el comunicado, uno de ellos estaba relativamente cerca de donde se encontraba ahora.

-¿Qué os parece aquí? No tenemos idea de que mierda no espera ahora, y este sitio la Sede como-se-llame, parece estar más cerca, podriamos ver…no se, realmente me pone muy nerviosa pasar mucho tiempo paseándome por las calles en estos momentos. - dijo Rua señalándose a sí misma con énfasis en su cuerno en obviedad del porqué de aquello. Ocultar su cuerno en forma humana podría ser jodido, sobresalía demasiado el cabron en color y forma, pero era un poco más sencillo que ocultar su otro cuerpo. Y no quería encontrarse con la situación de sufrir un cambio en plena calle o en plena entrada al refugio a plena maldita luz del día. Bastante sentía que se había arriesgado la noche anterior saliendo con ese aspecto, cuando no sabía los detalles y prefería no pensar en la posibilidad que alguien la hubiera visto o sería peor para sus nervios. Rua pensaba que sus cambios ocurrían cada cierto tiempo, al menos había cambiado hasta ahora cada cierta cantidad de horas, así que prefería está bajo techo fuera de la vista de otros cuando eso ocurriera.

—Pues nada tendremos que marcharnos—dijo Toni con la taza en la mano. —Me parece muy buena idea ir a... ¿Cómo lo has llamado? ¿La sede? Pues vayamos a la sede, voy a ponerme algo decente y voy a preparar algo para llevarme, que vale que no podamos llevar armas, pero el pijama con el que empecé me lo llevo que es mio, eso y este libro, lo demás como si lo queman.

Dejó la taza sobre la mesa y se fue a recoger lo poco que tenía.

— Mientras termináis de prepararos os espero en la puerta, no me voy a mover de ahí solo necesito que me de el aire — les dijo cuando ya tenía sus pertenencias.

Mientras se preparaba su propio desayuno Fleur escuchaba a sus compañeros debatir, giró la cucharilla de su taza con nerviosismo sin querer plantearse lo que Pefka argumentaba por mucha razón que tuviera. Solo de pensar en que otros tuvieran que vivirlo mismo que ellos se le ponía el vello de punta. ¿De verdad todo había pasado? ¿O aún debían hacerle frente a más pruebas, solo que en otra parte?.

—Me parece buena idea —reflexionó, sintiéndose insegura por tener que dejar el arco, ahora estaría aún más desprotegida, sin contar que Rúa estaría en peligro—. Es decir, si es el más cercano y estamos todos juntos estará bien.

La francesa siguió la idea de Toni, recogería sus pocas pertenencias al mismo tiempo que limpiaba la mesa. En una de esas habló para todos, cayendo en la cuenta.
—¿Deberíamos dejar un mensaje para Jara y los demás? Aún no han vuelto... y lo mismo para Ulmara y Qwara —suspiró—. Si queréis lo escribo yo misma.

El grupo estaba decidido a abandonar el refugio y dirigirse a uno nuevo, así que Pefka puso de su parte también y les escuchó con atención y con calma. Después, les respondió a toda velocidad.
—Es "Sede de los Taumaturgos". En efecto es el más cercano así que me parece adecuado ir allí para empezar esta nueva etapa... Y Rua tiene razón, hay que intentar ayudarle como sea si se transforma de repente.

Le sorprendió lo rápido que se quedaron grabados los nombres de esos sitios en su cabeza, aunque fuera la primera vez que los veía de verdad y no de pasada en un mapa o libros de historia, pero lo achacó al cambio mental que había surtido efecto en su cabeza tras la metamorfosis «Los nombres de los refugios, Serpentaria y Taumaturgos, no me suenan de nada pero seguro que nos lo explican allí»

Dicho eso, después subió a por sus pocas cosas. Su ropa de la ciudad de los seguidores, sus pieles, sus abalorios, el silbato, y el diario que había estado escribiendo con Toni y los demás. Miró con preocupación las armas, pues no sabía si las necesitarían en el camino hacia la Sede de los Taumaturgos... pero pertenecían al torreón y no iba a romper las normas tan pronto. Además, tenían sus nuevos dones a favor así que se despidió del arco y la espada sin mucha ceremonia. Después, se reunió con el grupo, se despidieron del torreón, y dejaron el mensaje escrito para los demás por si volvían por allí. Finalmente, se pusieron en marcha hacia la Sede de los Taumaturgos, pero aún tardarían en llegar pues debían recorrer las Calles que les separaban de aquel sitio.