El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Toima

-Apuntame a esa cerveza.-le contestó Toima con una carcajada seca, tamborileando con los dedos sobre su petaca. Cualquier momento era el momento para beber algo. Aunque con el tema de donde meter al bicho no veia que podia aportar, estuvo deacuerdo con Giz.-Será mejor que no se cruce con ella, si. Y eso que procuro mantenerla bien alimentada, pero es que esta todo el día comiendo. No se de donde lo habrá aprendido. No se de donde lo habrá aprendido.-admitió, desconcertado mientras echaba otro trago a la petaca a la espera de la cerveza.

—Ah, ¿es que se puede llenar de otra manera? —Le replicó jocosamente al fuego fatuo cuando le pidió que le llenase la jarra hasta arriba—. Vale, pues que sean tres —dijo cuando Toima también se apuntó a la cerveza y Giz explicó que debía irse al laboratorio—. Qué poca tolerancia al alcohol tenéis algunos —comentó con jocosidad mientras su cabeza se perdía por la trampilla del sótano.

Volvió enseguida, llevando dos jarras de cerveza en las manos y una tercera levitando por delante de él. Le tendió una a Gael y la que levitaba la hizo flotar hacia Toima, dejándola frente a su cara mientras empezaba a darle un trago a la suya propia. Podría haber agarrado dos jarras con una mano, pero le pareció más divertido “servírsela” al ulterano de aquella manera.
—Dicen que las mascotas se parecen a sus dueños —comentó en tono socarrón ante la última apreciación de Toima mientras se mesaba la barba—. Aunque en el caso de Odin creo que… —Se detuvo, porque el felino mencionado se había subido a la mesa y de ahí había saltado hasta su hombro para después frotarse contra su cuello, en una de aquellas escasas muestras de afecto que le daba. Noel se quedó mirando a su gato con suspicacia—. Lo hace a propósito —anunció con tranquilidad sin mirar a nadie en concreto y señalando al felino mientras se llevaba una vez más la jarra a los labios.

>>No creo que haya problema alguno en que se quede aquí dentro, salvo que no se lleve bien con los gatos. ¿Te vas a portar bien con Tocino? —le preguntó a Odin girando la cabeza hacia él y dedicándole de nuevo una mirada suspicaz. El felino, por toda respuesta, volvió a frotarse contra su cuello y ronroneó—. Es un falso.

―Aún está la opción del otro patio… cuando crezca al menos… bueno, no sé si será buena idea compartir la casa con un cerdo… jabalí, lo que sea. Supongo que estos son más dóciles, pero les gusta demasiado romper cosas, prefiero no arriesgarme. ―Había pensado meterlo allí desde el principio, a fin de cuentas era lo más lógico y no molestaba tampoco a los demás por algo que no habían pedido.

Despidió a Giz y cogió su cerveza empezando a beber a cortos tragos. El lechón había dejado de patalear en el aire pero seguía pareciendo asustado, y quizá solo un poco curioso. Trató de prestarle atención, esta vez con un poco más de éxito.
―Buen tocino, eres un tocino bueno ―le dijo con una sonrisa mientras le raspaba la oreja. Parecía gustarle el calor que emitía el guante del fuego fatuo, ahora que veía que no se quemaba. «Si las mascotas se parecen a… una está muerta, la otra es comida. Muerto y comida. ¿Uh?». Salió de su empanamiento abriendo ligeramente más los ojos y miró a Noel y Odín, y luego a Toima. Se terminó la cerveza y la dejó sobre la barra para recorgerla más tarde.
―Nah, definitivamente voy a adecentar el patio de allá. Sí. De momento algo provisional, tengo muchísimas cosas que hacer, y se me ha ido la tarde con esto. ¡Hasta luego!

Salió por la puerta llevándose al cerdo detrás de sí. Lo dejaría suelto por la casa mientras apartaba escombros del patio con levitación. El patio era de tierra pisada, muy pequeño en comparación con el del cuchitril, y a un lado había una vieja caseta de madera con unas letrinas inutilizadas que, por el momento, serían el lugar para que el lechón durmiera. Lamentó no tener paja para hacerle una cama decente, pero a cambio le colocó una pieza de ropa vieja. Mientras estuvo en el taller, arreglando aquella quimera, dejó al cerdo investigar el interior del edificio. No rompió nada, pero sí dejó algún que otro regalo por el suelo. Ahí Gael agradecía enormemente que se pudiera limpiar con magia.

Toima y Tania

Con el torneo tan cerca, ninguno tenia pinta de querer entrenar. El ulterano por su parte habia hecho sus ejercicios matutinos y en esos momentos se hallaba descansando en la hamaca, fingiendo que leia un libro mientras dormitaba entre las páginas.
Tania por su parte estaba ocupada ordenando el armario compartido con el ulterano. Entre el caos de la zona del watahré y al tamaño de sus prendas y zapatos, dejaban a la nublina con muy poco espacio de acción. Mientras se encontraba empujando las sudaderas desordenadas del ulterano como una excavadora con el lodo en un sitio de construcción, se encontró con un monton de paquetes entre la ropa empantanada. Todos ellos envueltos torpemente en papel de cebolla. Cada uno de ellos tenia una etiqueta atada a una cutre cuerdecita de yesca y cada etiqueta tenia un nombre de un cuchitrilero, muchas veces con alguna que otra falta ortográfica, por no hablar de la caligrafia. La nublina se sintió enternecida por un momento, hasta que vio que habia uno con el nombre de "Tanhia". En ese momento no pudo evitar emocionarse. Y el ulterano la captó entonces, porque se habia parado y habia visto que andaba haciendo.

El ulterano se levantó de la hamaca algo torpemente y cayó contra el suelo. Pero se recuperó al instante sin inmutarse y se dirigió a la nublina, muy nervioso. Los ojos se dispararon en ese momento, fijandose en varias cosas a la vez.
-E-Esos son...-dijo, con la voz ahogada.
-¡Son regalos, Toima!-dijo la nublina girandose con un poco común gritito en su voz.-¿Cuánto tiempo llevas escondiendolos?-no le dió tiempo a contestar al titubeante ulterano pues enseguida le planteó otra pregunta.-¿Cuándo pensabas darnoslos?-

El ulterano se cruzó de brazos, haciendose el interesante, arqueando una ceja, pero su tono de voz, vacilante, dejaba que desear para creerse el acto.
-Oi que en muchos planetas se regalan cosas a la gente que cumple en ese dia... Oi que habia fiestas...-
-Pero... aqui hay regalos para todos... ¡Incluso tienes uno para Nia! Aunque ponga "la Vrujha".-comentó conteniendo una risilla.
El ulterano se sonrojó entonces.
-¿¡Qué quieres que ponga, sino!? ¡Todavia no se como se escribe su nombre! Si es con "i" de "iiiii" o de "i" de "ieeee".-dijo, algo enfurruñado.

La nublina contuvo entonces otra risa. Estaba claro que al ulterano le importaba bien poco como se escribian los nombres de sus amigos a juzgar por las demás etiquetas. La nublina le conocia y sabia que habia puesto ese nombre en la etiqueta ya que deseaba picar a la ulterana. Bromas aparte, habia sido un detalle por parte del ulterano. Podia leer en él un intento de mostrar su afecto, una muestra de cariño, una disculpa y un agradecimiento. Habia regalos para los cuchitrileros, para garras, para ella misma, para Nia y para Wen. Por último, encontró una etiqueta con el nombre de Vac. Su mirada se ensombreció unos instantes al recordar al chico pero decidió apartar aquel pensamiento de su mente y centrarse en el niño gigante que se estaba poniendo como un tomate a menos de un metro de ella.
-¿Piensas esperar a los cumpleaños de cada uno para darlos, entonces?-le preguntó

-Eso esperaba...-dijo con el gesto amargo.- Pero ahora que lo has descubierto, pierde todo el sentido de sorpresa... Además, son tonterias... No se si quiera si las van a querer... Aunque me he gastado pasta en ellas...-dijo cabizbajo.-¿Les gustará?-

-No lo sé, Toima.-dijo la nublina, trazando un circulo con los ojos.-Para eso solo hay una solución.-comentó con una sonrisa.
-¿Darselos ya?-preguntó el ulterano, esbozando lo que podria ser un mohin, sopesando lo que aquello significaba.
-Exacto.-

;-;

Toima

Encontró a Giz en el salón. Llevaba sus regalos, una caja mediana y ancha y otra más fina y pequeña. Ambas tenian etiquetas a su nombre que rezaban "Gis" y "Jiz". El ulterano tamborileó con los dedos en el rellano, cabilando como entrar al asreniano, sumido en una lectura de grimorio, concentrado. Le sudaban las manos. Miraba el envoltorio. Se sentia orgulloso de como habia envuelto los regalos, pues casi le lleva más tiempo el envolverlos que el encontrar lo que queria comprarles a sus amigos.
Practicó la manera de caminar hacia el chico dos veces hasta que un orden correcto de pasos hasta verse plantado enfrente del goliat, muy nervioso. Las pupilas empequeñecieron y actuaron casual cuando el asreniano notó la presencia del argos.
-E-Esto son... Regalos.-dijo con una voz carrasposa.-Pense que te gustarian... Eso...-dijo y finalmente dejó caer las dos cajas con cerca de poca delicadeza.-Ábrelos... y... si no te gustan... Eso...-dijo, igual de incongruente, metiendose las manos en los bolsillos.

Regalos de Giz:

Giz se encontraba tan absorbido en el grimorio que estudiaba que tardó en ver a Toima acercarse. Antes que en los paquetes que cargaba, se fijó en lo nervioso que estaba y las cosas raras que hacía con sus ojos. Le hacía gracia pensar en cómo habría reaccionado al ver a alguien como el argos hace tan solo unos años, antes de la cosecha, y cómo ahora convivía con él como con un amigo más de la tribu. Le gustaba aquella evolución. Hasta que no le dijo que lo que cargaba eran regalos, no entendió la escena del todo.

—¿Eh? ¿Qué... ¿Por qué? —preguntó confuso, aunque no esperó a cogerlos ni un segundo.

Abrió los envoltorios con cuidado de no romperlos mientras esperaba a una respuesta del ulterano y los ojos se le iluminaron al ver lo que había tras cada paquete. En uno había recambios para microscopio y otras herramientas útiles para cuidar las piezas; en el otro, un libro enorme que en un principio le había recordado a los que se vendían en el mercado para guardar fotografías (Miloslava la había informado casi bien sobre ello). La sorpresa vino cuando lo abrió y se encontró que en lugar de fotos, el libro estaba lleno de muestras de flora y fauna desconocidas para él. Giz se quedó confuso como pocas veces y tardó en articular palabra.

—Guau... —el goliat pasó las páginas del libro contemplando cada animalillo y cada hoja en orden y necesitó algo de tiempo para darse cuenta de que se había olvidado de hacer lo más importante. Volvió la mirada hacia el argos y añadió—. Muchas gracias. En serio.

>>¿Lo has preparado todo tú solo? —de ser así, el argos tenía una increíble puntería para hacer regalos.

Toima

El ulterano suspiró internamente de alivio cuando el asreniano le dijo que le habia gustado. Casi se sentia orgulloso. Pero no pudo evitar sentirse algo nervioso cuando el goliat le preguntó si lo habia organizado él solo.
-Bueno... Puede que haya necesitado algo de ayuda para reunirlo todo y asegurarme que te fuera a servir... Para algo... Y... Eso...-dijo, algo vacilante.-Lo del telekscopio fue lo más dificil de encontrar, a decir verdad. Mucha gente queria timarme y venderme algo para ver las estrellas.-bufó, incrédulo.-Tuve que explicarselo todo con pelos y señas. Que necesitaba un telekscopio para ver bichos y celululas-se rascó la cabeza, algo confuso.-Tengo... Tengo que ir a darles a los demás el suyo. Me alegro que te haya gustado, Giz.-acabó despidiendose con un gesto y salió a paso raudo del salón y entró de nuevo en su cuarto.

De ahí, salió con una caja pequeña, un paquete mediano y lo que parecia ser un gramófono. Con una sonrisa de oreja a oreja, pero algo nervioso, se dirigió al cuarto de Noel. Sujetando con una mano el gramófono y con la otra los otros dos paquetes llamó a la puerta y después la abrió, escondiendo al instante los otros dos paquetes detrás de su espalda, usando para ello su pelo.
La bienvenida al cuarto de Noel fue acompañada del sonido de la bateria que impactó en cierta medida al ulterano que por fin comprendia que diablos hacia el draco con aquellos objetos tan bizarros, golpeandolos los unos contra los otros como si estuviese poseido por algo.
-¡Noel!¡Tengo algo para tí, mira!-dijo, tras recomponerse. Entonces sacó el gramófono de detrás de su espalda con expectación, como si estuviese sujetando la octava maravilla del mundo.
-¡Es un reproductor de música! ¡Tu hermano me dijo que quizás te haria ilusión escuchar música con algo! Mira, funciona así...-dijo mientras ponia a punto el aparato, preparando el vinilo y enfocando el embudo hacia Noel. Activó el mecanismo y el vinilo se puso a girar, con cierta delicadeza, el ulterano colocó la aguja al principio y pronto una canción se pudo escuchar.
-¿Qué te parece? ¿Es... Espera... ¿Como se decia? ¿Rockera?-preguntó el ulterano, algo confuso, mientras gesticulaba con el dedo indice y meñique levantados en el gesto conocido del heavy metal.

Noel todavía seguía cansado. Había intentado ponerse a repasar algunos hechizos, ya que en pelea libre iba a seguir necesitándolos, pero su cabeza no parecía querer lo mismo que él y se negaba a retener correctamente la información, distrayéndose con pensamientos aleatorios y con cualquier sonido que captasen los finos oídos del draco.
Por eso cuando Toima llamó a la puerta se lo encontró practicando con la batería en el interior de un hechizo insonorizador. Dejó que el argos pasase sin parar de tocar hasta que finalizó la partitura que estaba siguiendo en ese momento, ya que le faltaba muy poco cuando el ulterano llamó a la puerta.

En cuanto el argos llamó su atención, se levantó y dejó las baquetas sobre el asiento, intentando ver qué era aquello que el albino guardaba tras su espalda y que decía que era para él. Le dirigió una mirada de incredulidad primero al gramófono y después al argos.
—Toima, ¿qué has…? —articuló dejando la frase sin finalizar, pues fue entonces cuando sonó la música.
El sueco tan solo pudo escuchar el principio de la canción, para después volver a mirar al argos con una expresión contenida. Lo vio haciendo el gesto de los cuernos con la mano, todavía sin reaccionar de ninguna manera y se mantuvo en silencio durante unos segundos más durante los que una mueca parecía querer abrirse paso en su cara.

Hasta que rompió a reír.
—¿Quién te ha vendido estas antiguallas y de qué excavación arqueológica las ha sacado? —Consiguió preguntar finalmente tras habérselo impedido la risa durante los primeros instantes—. Creo que Vac no ha debido de explicarse demasiado o… Bueno, lo cierto es que son piezas dignas de un museo, pero precisamente por eso también tiene su interés. Ese vinilo debe de ser incluso difícil de conseguir. —Volvió a verse interrumpido por otra súbita carcajada—. ¿A cuento de qué me estás regalando esto, por cierto? Faltan meses para mi cumpleaños, aunque no creo que casi nadie recuerde siquiera cuándo es.
Al fin y al cabo ninguno daba mucha importancia a sus fechas de cumpleaños. A pesar de que no entendía por qué el argos había querido hacerle un regalo tan repentinamente y lo absurdo de este, el draco sonreía ampliamente.

Toima

El ulterano acompañó al draco en su carcajada, añadiendo la suya propia, más seca y áspera que la de Noel, mientras detenia el gramófono para contestar al chico.
-¡Lo vi en el mercado! ¡Y, aun estando sobrio, me gustó!-le explicó, animado.-Me sobraba el dinero en el momento y lo compré sin pensar mucho.-admitió, rascandose la ceja con una sonrisa mientras se hundia de hombros.
Ante la mención del cumpleaños del sueco, el argos se puso algo tenso por unos instantes.
-¡P-Pues yo si que lo recuerdo!-mintió. No habia tomado especial atención a las fechas y ni si quiera sabia que día habia nacido, así que nunca le dió mucha importancia al de los demás. Finalmente, optó por cambiar de tema
-Pero esto en verdad no es para tí. Es para mi uso personal, para reventarme los timpanos.-le contestó jocoso, revelando los dos paquetes de detrás de su espalda y se los ofrecia al draco.-Tengo para todos los demás. Digamos que son regalos por todos los cumpleaños que no estuve. ¿Necesito acaso una excusa para gastarme dinero en vosotros? ¿Preferirias que me lo gastase en una litrona bien grande?-bromeó.-Ábrelos y... dime que te parecen...-dijo, mientras se rascaba la mandibula, intentando no parecer nervioso ante la opinion del draco.

Regalos de Noel:

Noel se permitió una leve risa incrédula cuando el argos afirmó que recordaba su cumpleaños, ya que ni siquiera lo había mencionado demasiado y Toima era un completo cabezahueca.
—No tienes que acordarte, no tiene importancia —le aseguró—. Pero todavía falta bastante tiempo, cumplo cuando la Luna lleva unas tres semanas en el cielo —dijo sin especificar la fecha ya que le parecía superfluo en aquel momento y de todos modos seguro que el argos se acordaría mejor con un detalle cómo aquel—. A propósito, tú nunca has mencionado cuándo es el tuyo…

Él sí pretendía memorizarlo sí se lo decía, especialmente porque después le dio los auténticos regalos. El draco le dirigió una mirada interrogante antes de lanzarse a abrir la primera caja, cuya etiqueta le hizo volverse a reír.
—Recuérdame que te enseñe al menos cómo se escriben nuestros nombres —le espetó sin alzar la mirada—. No necesitas excusas, pero tampoco tienes por qué —añadió a continuación en respuesta a su réplica.
El sueco no se sentía muy cómodo con que se gastasen dinero en él cuando no era absolutamente necesario, aunque le alivió saber que el ulterano había comprado regalos para todos.

—Voy a abrir la caja no infernal primero —bromeó mientras sacaba el contenido de la etiquetada como “No hel”.
Tenía la sensación de que avanzaba lentamente con sus estudios de idiomas, pero si lo veía en perspectiva había hecho bastantes progresos tanto con el sueco como con el inglés. Dejó de pensar en ello al comprobar que el aparato que estaba extrayendo de aquella caja era un reproductor mp3. En la expresión del sueco volvió a dibujarse una enorme sonrisa mientras analizaba el aparato, comprobando que no tenía batería al haber probado todas las posibles formas de encenderlo que podría tener ya que la marca evidenciaba que provenía de la Tierra. Más tarde le aplicaría el hechizo adecuado para poder cargarlo, aunque estaba claro que faltaría lo más importante.
—Vac te dijo que me lo regalases, ¿verdad? Debe estar harto de que le robe el suyo. —Se rió—. Tendré que buscar la manera de llenarlo de música si hacemos esa visita a la Tierra de la que se habla últimamente… ¡Muchas gracias, Toima! —Le sonrió antes de dejar el aparato en el escritorio y coger la segunda caja.

Sacó las camisetas de su interior y las extendió sobre la cama, comprobando que parecían efectivamente de su talla.
—Suplirán a la que tuve que quemar en el torneo —bromeó. A continuación observó atentamente el último regalo, una caja cuyo contenido parecía una especie de lápices táctiles de colores.
—¿Qué son…? Es decir, creo saber lo que son, pero no les veo utilidad alguna en esta ciudad… —preguntó dudoso.

Toima

-¿A-Ah no? Vaya...-dijo el ulterano, intentando poner una fachada inocente. La verdad, el argos no se acordaba de su cumpleaños. Podia acordarse de muchas cosas en la vida, pero el día en que primero recuerda "haber estado vivo", era para él el día que se transformó: El día que la Luna le hizo borrón y cuenta nueva a su cordura. A partir de ese día, el ulterano se habia considerado renacido, por eso nunca se habia preocupado por llevar la cuenta de aquel día.

No pudo evitar reir nerviosamente cuando Noel le dijo lo de los nombres. ¿Se lo estaban tomando como un insulto? Él no tenia mucha afición por la escritura o la lectura, de ahí que cuando tocase escribir, él lo hiciese como le dictaba su instinto más que otra cosa o recuerdo de la educación que recibió, que tampoco es que fuera muy extensa.
No entendió a que se referia Noel con "la caja no infernal", pero no sabia si el draco se referia a que estaba envuelto de una manera desastrosa. Entonces el orgullo del ulterano tomó un golpe crítico y, con lo paranoico que estaba, no pudo evitar escupir una disculpa.
-N-No se me da bien esto de envolverlo, ¿eh?-comentó con nerviosidad mientras el draco desenvolvia los regalos.

Cuando le agradeció el primer regalo: el cachivache enano con pequeñas serpentinas para escuchar, se le quitó un peso de encima al ulterano, que como un alfiletero, poco a poco iba quitandose preocupaciones como si fueran alfileres clavados.
No pareció entender la dinámica del segundo regalo, lo cual le extrañó al chico. A veces se le olvidaba que venian de diferentes culturas y, mundos.
-Deja que te explique.-dijo, cogiendo una de las camisetas y uno de los lápices, de color blanco.-Estas camisetas tienen... cosos entre las telas, cosos-imanticos que reconocen electricidad de estos lapiceros de plástico. Los leen como si fuesen un papel. Y al pasarlos por encima...-dijo el ulterano mientras deslizaba la punta del lápiz blanco por la camiseta negra.-Se queda marcado con el color que uses.-dijo, levantando el pincel. Entonces la tela que habia tocado la punta del lapiz se volvio blanca. El ulterano cogió entonces el lápiz negro y corrigió la linea blanca con la negra, volviendo a estar la camiseta completamente negra.-¿Entiendes? Como no se que tipo de ropa te gusta, salvo el color, pensé que podrias diseñarte tú mismo lo que quiseras llevar. Como ves se pueden borrar y tal... Pero como a ti se te da bien dibujar, no creo que tengas que borrar mucho.-dijo el ulterano, soltando una carcajada profunda.

El draco se había encogido de hombros con una sonrisa cuando Toima mencionó que se le daba mal envolver regalos, a él aquella clase de detalles le importaba más bien poco. Atendió con genuino interés a la explicación y demostración que le proporcionó el argos a continuación, ya que en ningún momento se le había ocurrido relacionar las camisetas con los lápices y enseguida comenzó a visualizar qué clase de dibujos podría diseñar para ellas.
—¿Por qué no se venderá algo así en la Tierra? ¡Es genial! —Afirmó con evidente entusiasmo en la voz—. Muchas gracias. Me ha gustado mucho todo, de verdad —le aseguró mientras se acercaba para darle un rápido abrazo—. Es el mejor no cumpleaños desde hace mucho tiempo —bromeó dejando escapar una carcajada.
De todas formas esperaba poder sonsacarle al argos qué podría gustarle a él que le regalasen y si conseguía su fecha de cumpleaños, mejor. A Noel no le gustaban los regalos si no eran recíprocos.

Pronto sería la fase final del torneo y, aunque ella no había pasado, la mayoría de los finalistas eran sus amigos, sin contar que Noel estaba en tres de las finales. Sabía que quizás el draco se encontraba un poco tenso y agobiado por ese hecho, por lo que había planeado proponerle una salida a algún mundo vinculado para que se despejara.

Con una sonrisa y esa idea en la cabeza entró en el Cuchitril. La cara con la que llegó a la puerta de la habitación de Noel era notablemente distinta. Miraba todo el rato a su espalda con una expresión entre confundida y sorprendida.

- ¿Sabéis que tenéis un cerdo en vuestra sala de estar?- le preguntó a Noel al entrar en su habitación, donde este tocaba la batería, sin dejar de mirar a su espalda, por lo que pudo ver a Toima aproximarse.

Toima

El ulterano entonces le devolvió el abrazo al sueco y le explicó que tenia que ir entregando otros regalos a los demás, que aunque Giz y él estuviesen cubiertos, aún le quedaba gente. Se paró unos instantes entonces, alzando una ceja, mientras varios de sus ojos se quedaron fijos mirando en una dirección.
-Y creo saber quien es el siguiente...-dijo, extrañamente siendo misterioso.

Volvió trotando a su cuarto y cogió el pequeño paquete envuelto que era para Wen. Rápida y torpemente tachó el nombre de la etiqueta que ponia "Weng" y escribió otro nuevo "Güen". Con una sonrisa satisfecha, contempló como la británica habia entrado y subido al cuarto del draco. Entró casi después que ella con una sonrisa un tanto infantil y procedió a contestarla.
-¡Hola Wen!-la saludó amablemente.-Se llama Tocino. Es de Gael. Lo ha comprado para que nos lo comamos.-vaciló un instante, pero luego profundizó con la explicación.-Primero le va a dar de comer para que se ponga grande y entonces es cuando nos lo comemos. Suena raro, si, pero al chico le hace ilusión hacerlo así, asi que ahi está, en el salón.-Entonces cambió de tema y le tendió su paquete con una sonrisa.-Toma, un regalo. Los estoy repartiendo a todos los que me caen bien.-dijo sincero.
Entonces se giró en seco y salió de la habitación, buscando a otra persona a la cual darle el siguiente regalo.

Regalo de Wen:

La respuesta para lo que había visto en la sala no tardó y enseguida Toima le explicó que se llamaba Tocino y que iban a engordarlo para comérselo. Wen rió por la ocurrencia, pero no pudo comentar nada, ya que Toima puso una cajita en sus manos. Miro confusa la tela ensangrentada y luego la retiró para abrir la cajita. Dentro, encontró un precioso colgante de un cuervo que, si esperabas el tiempo suficiente y mirabas con atención, podías ver cómo, durante unos segundos, se volvía una serpiente.

Wen todavía no comprendía que había llevado a Toima a regalarle aquello, cuando sabía a ciencia cierta que no tenía una relación con ella como él la tenía con el resto de cuchitrileros. Miró confusa a Noel, para luego mirar a Toima despidiéndose por la puerta, volver a mirar el regalo y de nuevo a Noel. Se dio cuenta al momento que no había dicho nada y asomó su cabeza por la puerta para gritar un “Gracias.” Y luego se dirigió a Noel.

- Voy a tener que hacerle un regalo de vuelta.- le dijo mientras dejaba la caja encima de su mesa.- ¿Me ayudas?- le pidió indicándole los extremos de su nuevo collar y su nuca.

Había retomado su práctica con la batería en cuanto Toima salió del cuarto siendo extrañamente enigmático. No obstante, entendió a qué se refería cuando Wen abrió su puerta, ya que no la había oído acercarse debido al estruendo de la batería, y al comprobar que el argos regresaba sobre sus pasos para acercarse a la británica. No le dio ni tiempo a saludarla ni a responder a su pregunta, de lo cual se encargó el propio albino resumiendo el asunto de Tocino a su particular manera.

Al draco le sorprendió gratamente que Toima también tuviese un regalo para Wen, ya que había interpretado que con “para todos” se refería a los habitantes del cuchitril y, especialmente, porque la vouivre había dicho en alguna ocasión que creía que no era del agrado del argos. Esperó sin decir nada a que Wen abriese la caja, aunque no pudo evitar componer una expresión de incredulidad cuando vio que la tela que envolvía su contenido presentaba una enorme mancha de sangre.
—Oye, que estén envueltos de cualquier manera no importa, pero al menos asegúrate de que lo haces con materiales limpios —le reprendió entre risas alzando ligeramente la voz tras deshacer el hechizo insonorizador que envolvía su cuarto para asegurarse de que le oía.

No le hacía falta esperar a la reacción de la vouivre para saber que el argos había hecho otro regalo acertado. Mientras la chica sacaba el colgante de la caja, Noel se levantó del asiento para acercarse a ella y observarlo de cerca. El diseño, que además cambiaba mágicamente, le gustó incluso a él a pesar de su nulo sentido de la estética para aquel tipo de cosas. Le abrochó el colgante cuando se lo pidió y a continuación se agachó para darle el beso de saludo que no había podido darle hasta ese momento.
—Yo pienso averiguar cuándo es su cumpleaños —afirmó a continuación—. Mira lo que me ha regalado a mí…
Casi actuando como un niño pequeño con juguetes nuevos, le mostró el mp3 además de hacerle una demostración como la que le había hecho el argos momentos antes a él, improvisando un gato esquemático sobre una de las camisetas, empleando el color blanco para dibujarlo de modo que recordaba a Odin.
—¿A qué mola? Puedes cambiar el diseño de la camiseta todas las veces que quieras —dijo mientras borraba el dibujo una vez la vouivre lo hubo visto—. Y bueno… ¿A qué debo el honor de tu presencia aquí hoy? —añadió sonriendo al cabo de unos segundos volviendo a acercarse a ella para rodearla con sus brazos.

Wen le devolvió el beso a Noel y le sonrió de vuelta cuando este le enseñó sus regalos entusiasmado.

- Parece mentira, pero Toima se ha desenmascarado como el Papa Nöel de Rocavarancolia.- comentó al ver que iba haciendo regalos a todos.- Pues verás, hace mucho que no visito un mundo vinculado y no los conozco todos, ni mucho menos. Quiero un poco de… ¿Cómo decirlo? Variedad de clima. Me apetece un sitio fresquito. Estoy segura de que conoces alguno.- le comentó.- Había pensado en ir con Ornlu, sacarlo a pasear a lo grande, pero entonces seriamos una damisela en apuros y su perrito y necesitamos un galante caballero que nos acompañe.- teatralizó.- Además, me la debes, me ganaste injustamente.- le dijo dándole un golpecito en la nariz con el dedo y añadió a forma de argumento.- sonreíste y moviste la cola.