La fabula del dragón y la princesa
2 participantes
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
La fabula del dragón y la princesa
17/07/24, 07:58 pm
Era una tarde aburrida, una de las muchas donde las horas se volvían densas y eternas ante el poco entretenimiento que un triste torreón de piedra podía darles. El sol empezaba a esconderse tras las montañas dando lugar a una invasión de tonos dorados que se filtraban por la ventana de la habitación. Connor descansaba tumbado boca arriba sobre una de las camas y Ethan usándolo de almohada reposaba de lado sobre su pecho, distraído mientras leía unos folios malamente doblados. Habían juntado dos de los muebles para hacer un intento de cama matrimonial lo suficientemente amplía como para que aguantara sus diversas posturas, cada vez más absurdas precisamente por la cantidad ingente de minutos muertos que tenían.
-La verdad, no sé qué cojones puse aquí. No se si es que tenías que juntar ambas manos, o una iba sobre la otra… o…
Entrecerró los ojos acercándose los apuntes para intentar descifrar el jeroglífico feo de manos simplificadas. En general, cuando sus compañeros practicaban magia solía unirse como espectador, ya fuera por curiosidad o por hastío al no tener nada mejor que hacer. Escribir le tenía entretenido y darle clases caóticas al pelirrosa siempre era un hobby interesante. Así ocupaba más tiempo a lo largo del día pero sobre todo, así se sentía un pelín más útil al verse negado de aquellas dotes.
-Pff ni idea, pero bueno, dudo que el hmmm nudo de ce-rá-ti-ca -Pronunció despacio pues seguía sin entender el significado de aquel hechizo- nos interese mucho, según la propia guía solo sirve para que no se te desmonten bocadillos…
Hasta ahora había estado también mirando hacía el techo, en diagonal sobre el conjunto de camas, con una pierna recogida y la otra, la mala, estirada para evitar presión de más. Tenía la melena suelta, esparcida sin ningún decoro sobre la camisa de tirantes de su compañero y quizá, si no se le hiciera el ataque de aquel oso un acontecimiento fantasioso al darse la vuelta habría tenido más cuidado a la hora de apoyarse. Hincó los codos en su pecho mientras dejaba ambas piernas levantadas, meciéndose distraídas mientras le colocaba los papeles a la altura de la clavícula. Pasó uno y luego otro hasta dar con el acertado, el hechizo que desde luego más le valía aprenderse.
-Vale, olvídalo, pasamos a uno mejor. Es más me parece estúpido de tu parte -Levantó la mirada para dedicarle un intercambio acusatorio, como un profesor que te reñía al no traerle hecha la tarea.- que a día de hoy no te hayas molestado ni en aprenderte el de cortar. ¿Sabes la potencia que tendríamos si todos supierais hacer esa cosa? Ni espadas, ni arcos, ni leches, un gesto y ale, uno menos.
Dejó descansando la palma de su mano sobre la camisa del canadiense para estar medio apoyado ahora que de vientre para arriba estaba incorporado para poder verle mejor. Con la otra mano, la que sostenía un papel doblado, le señaló como culpable por aquel acto de vagueza. Seguro que si hubiera atendido mejor en las clases habría podido defenderse con la magia en aquel horroroso encuentro. Una parte de él quería omitir, la otra, culpable, trataba de no buscar con la mirada la cicatriz que se le había quedado aún usando el collar.
-¿Que tienes que decir en tu defensa?
-La verdad, no sé qué cojones puse aquí. No se si es que tenías que juntar ambas manos, o una iba sobre la otra… o…
Entrecerró los ojos acercándose los apuntes para intentar descifrar el jeroglífico feo de manos simplificadas. En general, cuando sus compañeros practicaban magia solía unirse como espectador, ya fuera por curiosidad o por hastío al no tener nada mejor que hacer. Escribir le tenía entretenido y darle clases caóticas al pelirrosa siempre era un hobby interesante. Así ocupaba más tiempo a lo largo del día pero sobre todo, así se sentía un pelín más útil al verse negado de aquellas dotes.
-Pff ni idea, pero bueno, dudo que el hmmm nudo de ce-rá-ti-ca -Pronunció despacio pues seguía sin entender el significado de aquel hechizo- nos interese mucho, según la propia guía solo sirve para que no se te desmonten bocadillos…
Hasta ahora había estado también mirando hacía el techo, en diagonal sobre el conjunto de camas, con una pierna recogida y la otra, la mala, estirada para evitar presión de más. Tenía la melena suelta, esparcida sin ningún decoro sobre la camisa de tirantes de su compañero y quizá, si no se le hiciera el ataque de aquel oso un acontecimiento fantasioso al darse la vuelta habría tenido más cuidado a la hora de apoyarse. Hincó los codos en su pecho mientras dejaba ambas piernas levantadas, meciéndose distraídas mientras le colocaba los papeles a la altura de la clavícula. Pasó uno y luego otro hasta dar con el acertado, el hechizo que desde luego más le valía aprenderse.
-Vale, olvídalo, pasamos a uno mejor. Es más me parece estúpido de tu parte -Levantó la mirada para dedicarle un intercambio acusatorio, como un profesor que te reñía al no traerle hecha la tarea.- que a día de hoy no te hayas molestado ni en aprenderte el de cortar. ¿Sabes la potencia que tendríamos si todos supierais hacer esa cosa? Ni espadas, ni arcos, ni leches, un gesto y ale, uno menos.
Dejó descansando la palma de su mano sobre la camisa del canadiense para estar medio apoyado ahora que de vientre para arriba estaba incorporado para poder verle mejor. Con la otra mano, la que sostenía un papel doblado, le señaló como culpable por aquel acto de vagueza. Seguro que si hubiera atendido mejor en las clases habría podido defenderse con la magia en aquel horroroso encuentro. Una parte de él quería omitir, la otra, culpable, trataba de no buscar con la mirada la cicatriz que se le había quedado aún usando el collar.
-¿Que tienes que decir en tu defensa?
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: La fabula del dragón y la princesa
22/07/24, 09:40 am
Era un día más en aquel torreón rodeados de piedra y madera: los únicos testigos de la monotonía que sufrían sus inquilinos. Las semanas y horas se mezclaban entre ellas al estar repletas de las mismas actividades una y otra vez: Recoger cestas, entrenar, aprender magia... Recoger cestas, entrenar, aprender magia... Actividades más que necesarias desde luego, pero joder, cómo se aburría de la misma mierda repetitiva. Añoraba la pasión que sentía al cruzar una carretera solitaria con su motocicleta, sentir la fuerza del motor bajo sus piernas y el viento despeinando su pelo. Echaba de menos el olor a alcohol y tabaco del club y sus fiestas desenfrenadas... Le hacía falta divertirse otra vez como en el puñetero palacete. Desconectar. Y por si fuera poco, a toda esa desidia que tenía se le sumaba su problema para conciliar el puto sueño. Horas y horas muertas con la vista clavada en el techo de la habitación: cansado, agotado... Irritable, hasta los cojones.
¿Y dónde estaba ahora ese motero con un siempre alto grado de irritabilidad? Se encontraba en una de las habitaciones del refugio, revoleado sobre la cama de cualquier manera junto a Ethan, quien estaba usándolo como almohada justo en aquel momento. Por suerte, Ethan era una de esas personas con un don innato para reducir su puta mala hostia hasta niveles mínimos. Quizás era su forma de hablar tranquila, o quizás se debía a la confianza que habían ido cosechando desde que se encontraron en aquellas oscuras mazmorras. Uno de esos amigos donde los silencios largos nunca eran incómodos. En ese momento estaba tranquilo y relajado mientras le escuchaba murmurar sobre los papeles que tenía a mano.
-¿Por qué coño se inventaron gestos tan raros para el truco de teñir el pelo? Venga ya, no me jodas...- Dijo de repente con voz cansada, antes de que un bostezo se hiciera dueño de él. Estaban empleando aquel momento para estudiar más hechizos. Una tarea que al canadiense no le gustaba una mierda por muy necesario que fuera. Pensar en la capacidad de hacer magia podía ser interesante, pero... Perdía toda la puta gracia cuando debías pasar horas memorizando palabras y gestos. Por suerte, otra vez, Ethan estaba allí para echarle una gran ayuda con sus problemas de estudios. El londinense puede que no tuviera magia, pero estaba tan aplicado con los hechizos como si tuviera la misma capacidad que Aniol para ellos. Y desde luego Connor se lo agradecía.
Bufó divertido ante su comentario sobre los bocadillos.
-Menuda mierda, joder...- Bufó de nuevo. Se pasó una mano por los ojos y se los restregó con cansancio. Bostezó.- Descubrimos que podemos hacer magia y tiene que ser con un puñetero libro de cocina... Para hacer jodidos bocadillos y...- Otro bostezo le interrumpió con sonoridad, y antes de que se diera cuenta ni él mismo sus ojos se cerraron como persianas y se durmió. Profundamente. Era uno de los problemas que acarreaba el hecho de que dormía como mucho siete horas... A la semana. Pero el descanso duró poco, pues una presión algo dolorosa en su pecho le hizo salir de su ensoñación con rapidez y un quejido.-¡Cabrón!- Ethan había cambiado de postura para estar frente a él, pero aún inmerso en los papeles sin alzar la vista. Connor carraspeó para espabilarse un poco, sin pretender que su amigo de diera cuenta de que se había dormido un instante en su puta cara.
Al hincar los codos sobre su pecho, Ethan había estirado hacia abajo parte de la camiseta de tirantes de Connor. Dejando ver con mayor claridad los estragos que aquel monstruo había dejado sobre su piel. Tejido blanco y cicatrizado que cruzaba su torso y terminaba en su clavícula izquierda. Justo en ese lado, parte de su pectoral estaba descubierto y dejaba ver las primeras letras de un nombre tatuado bajo el montón de papeles: SE... Tanto la S como la E estaban destrozadas por los desgarros, así como la A y la N que continuaban al nombre y tapaba la camiseta.
-¿Estúpido por mi parte el qué, joder?- Murmuró con tono divertido y una ceja alzada. Se acomodó ambas manos tras la cabeza a modo de almohada, casi a la misma vez que Ethan apoyaba una mano en su pecho para mirarlo desde arriba. Bufó y se encogió de hombros cuando mencionó el ya famoso y terrible hechizo de corte. Durante un segundo recordó aquella mezcla de oso y jabalí siendo degollado por un simple niño de diez años. Por Aniol.- A ver, espera coño...- Soltó una breve risotada cuando le apuntó de manera acusatoria con el papel. Intentó apartarlo de su vista con un manotazo. - En mi puta defensa diré... Que ese truco del corte venía escrito en un libro de magia de cocina. ¿¡Cómo cojones iba a saber que sería tan útil!?- Alzó un poco más la voz con los ojos más abiertos. Al menos sentirse acusado amistosamente le despertaba un poco. Habló con un tono algo más bajo y apartó la mirada de Ethan y su melena suelta. -Creía que solo servía para cortar zanahorias... Qué cojones quieres que te diga...- Sonrió con cansancio antes de volver a mirarlo.- Además, es que me has visto cara de puto empollón o algo, ¿eh?- Le dio un suave tirón a uno de sus mechones sueltos.- Soy un tío chungo, ¿recuerdas? Tengo que mantener las apariencias, joder.- Otro suave tirón de pelo.
Con media sonrisa Connor empezó a señalar con la mirada los papeles que tenía sobre su pecho. En un claro gesto que quería demostrar que estaba dispuesto a seguir con la clase.
¿Y dónde estaba ahora ese motero con un siempre alto grado de irritabilidad? Se encontraba en una de las habitaciones del refugio, revoleado sobre la cama de cualquier manera junto a Ethan, quien estaba usándolo como almohada justo en aquel momento. Por suerte, Ethan era una de esas personas con un don innato para reducir su puta mala hostia hasta niveles mínimos. Quizás era su forma de hablar tranquila, o quizás se debía a la confianza que habían ido cosechando desde que se encontraron en aquellas oscuras mazmorras. Uno de esos amigos donde los silencios largos nunca eran incómodos. En ese momento estaba tranquilo y relajado mientras le escuchaba murmurar sobre los papeles que tenía a mano.
-¿Por qué coño se inventaron gestos tan raros para el truco de teñir el pelo? Venga ya, no me jodas...- Dijo de repente con voz cansada, antes de que un bostezo se hiciera dueño de él. Estaban empleando aquel momento para estudiar más hechizos. Una tarea que al canadiense no le gustaba una mierda por muy necesario que fuera. Pensar en la capacidad de hacer magia podía ser interesante, pero... Perdía toda la puta gracia cuando debías pasar horas memorizando palabras y gestos. Por suerte, otra vez, Ethan estaba allí para echarle una gran ayuda con sus problemas de estudios. El londinense puede que no tuviera magia, pero estaba tan aplicado con los hechizos como si tuviera la misma capacidad que Aniol para ellos. Y desde luego Connor se lo agradecía.
Bufó divertido ante su comentario sobre los bocadillos.
-Menuda mierda, joder...- Bufó de nuevo. Se pasó una mano por los ojos y se los restregó con cansancio. Bostezó.- Descubrimos que podemos hacer magia y tiene que ser con un puñetero libro de cocina... Para hacer jodidos bocadillos y...- Otro bostezo le interrumpió con sonoridad, y antes de que se diera cuenta ni él mismo sus ojos se cerraron como persianas y se durmió. Profundamente. Era uno de los problemas que acarreaba el hecho de que dormía como mucho siete horas... A la semana. Pero el descanso duró poco, pues una presión algo dolorosa en su pecho le hizo salir de su ensoñación con rapidez y un quejido.-¡Cabrón!- Ethan había cambiado de postura para estar frente a él, pero aún inmerso en los papeles sin alzar la vista. Connor carraspeó para espabilarse un poco, sin pretender que su amigo de diera cuenta de que se había dormido un instante en su puta cara.
Al hincar los codos sobre su pecho, Ethan había estirado hacia abajo parte de la camiseta de tirantes de Connor. Dejando ver con mayor claridad los estragos que aquel monstruo había dejado sobre su piel. Tejido blanco y cicatrizado que cruzaba su torso y terminaba en su clavícula izquierda. Justo en ese lado, parte de su pectoral estaba descubierto y dejaba ver las primeras letras de un nombre tatuado bajo el montón de papeles: SE... Tanto la S como la E estaban destrozadas por los desgarros, así como la A y la N que continuaban al nombre y tapaba la camiseta.
-¿Estúpido por mi parte el qué, joder?- Murmuró con tono divertido y una ceja alzada. Se acomodó ambas manos tras la cabeza a modo de almohada, casi a la misma vez que Ethan apoyaba una mano en su pecho para mirarlo desde arriba. Bufó y se encogió de hombros cuando mencionó el ya famoso y terrible hechizo de corte. Durante un segundo recordó aquella mezcla de oso y jabalí siendo degollado por un simple niño de diez años. Por Aniol.- A ver, espera coño...- Soltó una breve risotada cuando le apuntó de manera acusatoria con el papel. Intentó apartarlo de su vista con un manotazo. - En mi puta defensa diré... Que ese truco del corte venía escrito en un libro de magia de cocina. ¿¡Cómo cojones iba a saber que sería tan útil!?- Alzó un poco más la voz con los ojos más abiertos. Al menos sentirse acusado amistosamente le despertaba un poco. Habló con un tono algo más bajo y apartó la mirada de Ethan y su melena suelta. -Creía que solo servía para cortar zanahorias... Qué cojones quieres que te diga...- Sonrió con cansancio antes de volver a mirarlo.- Además, es que me has visto cara de puto empollón o algo, ¿eh?- Le dio un suave tirón a uno de sus mechones sueltos.- Soy un tío chungo, ¿recuerdas? Tengo que mantener las apariencias, joder.- Otro suave tirón de pelo.
Con media sonrisa Connor empezó a señalar con la mirada los papeles que tenía sobre su pecho. En un claro gesto que quería demostrar que estaba dispuesto a seguir con la clase.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: La fabula del dragón y la princesa
24/07/24, 08:04 pm
Por mucho que Connor no roncara, Ethan estaba medio ciego, no sordo. El bostezo de su compañero le puso en una alerta amistosa, una preocupación que llevaba latente desde hacía semanas. Sabía que su amigo no estaba descansando muy bien, ya fuera porque le veía con la mirada perdida al bajar a tomar agua en mitad de la noche o por todas las veces que trataba de taparle para que durmiera más cómodo en el sofá del salón. Lo que de un inicio había achacado al estrés y el miedo ahora parecía más bien una rutina tóxica de la que el canadiense no sabía escapar. Podía entenderlo, aquel lugar creaba en uno pesadillas horrorosas y si bien él había sido más notorio con ellas quizá el pelirrosa quisiera esconderlas por algún motivo privado.
-En serio te estás durmiendo en MI clase? -Hizo énfasis al final con una sonrisa de medio lado, pues aunque broma seguía siendo un tema delicado. -Eres un alumno horrible, digas lo que digas.
Ethan escuchó su justificación asintiendo con notable sarcasmo, levantando parte de su peso para permitirle acomodarse mejor y volviendo a reposar el mismo sobre sus brazos una vez Connor había encontrado una mejor postura. Era verdad que ese hechizo se había usado para poco más que cortar zanahorias y haber pasado de un vegetal a la carne de un animal suponía un abismo gigantesco de diferencia, pero, no pensaba darle la razón aunque pudiera tenerla.
-Oh vamos, se llama corte. ¿Para qué esperabas que sirviera? ¿Para servirte un vaso de leche?
Ahí en la intimidad del confort notó un ligero chispazo revolotear su pecho, un calambre cuyo origen había sido un gesto tan suave como era el pequeño tirón de pelo que le estaba haciendo. La cercanía estaba presente en la mayoría de momentos pero cuando podían compartirlos en privado se sentían más especiales, más suyos. Le gustaba tener esos instantes donde no tenía que guardar ni apariencias ni educación alguna. Connor no era solo un colchón agradable donde tumbarse si no que era un lugar seguro donde expresarse, donde no se veía juzgado aunque pudieran chocar en algunas opiniones.
-Lo del tío chungo te ha durado poquito. -Le comento con más dulzura de la que pensaba compartir. Había cierta nostalgia cargando la frase, recordando el encontronazo agresivo con el que se conocieron de primeras. Viéndolo ahora en perspectiva, había tenido mucha suerte. -Eres muy estupido y bastante cabezota pero ahora mismo de malo no te queda mucho.
Habría seguido aquella conversación si las yemas de sus dedos no se hubieran encontrado con un relieve desigual sobre la piel en la que estaban acomodados. Ethan desvío la mirada al momento, perdiéndose en el inicio de una de las cicatrices que adornaban el pecho del canadiense. No dijo nada cuando la sonrisa se esfumó de su rostro y lo que vino fue una tristeza tan cruda como la realidad tras aquellas marcas. Podía haber muerto, podía haberlos perdido a ambos contra el puñetero oso y él, siendo honesto, no habría podido hacer nada para evitarlo. La culpabilidad vivía en su interior casi tanto como lo hacía el miedo.
-¿Puedo?
Acabó susurrando como si la mera pegunta pudiera ser ofensiva. A pesar de haber ayudado con las curas nunca había llegado a palpar la herida ya recompuesta. El cristal había hecho efecto demasiado tarde y la mala cicatrización era una evidencia de ello. Su mano se deslizó tímida sobre la comisura del garrazo, sin querer atreverse a tocar más hasta que le dieran permiso para ello. Ethan sabía de primera mano que tras una cicatriz solía haber una horrible historia escondida y aunque conociera de sobra cual era esta, seguía resultando imponente observarla. Quería asegurarse de que si regresaban a ese capitulo, era porque de verdad Connor quería volver a leerlo.
-En serio te estás durmiendo en MI clase? -Hizo énfasis al final con una sonrisa de medio lado, pues aunque broma seguía siendo un tema delicado. -Eres un alumno horrible, digas lo que digas.
Ethan escuchó su justificación asintiendo con notable sarcasmo, levantando parte de su peso para permitirle acomodarse mejor y volviendo a reposar el mismo sobre sus brazos una vez Connor había encontrado una mejor postura. Era verdad que ese hechizo se había usado para poco más que cortar zanahorias y haber pasado de un vegetal a la carne de un animal suponía un abismo gigantesco de diferencia, pero, no pensaba darle la razón aunque pudiera tenerla.
-Oh vamos, se llama corte. ¿Para qué esperabas que sirviera? ¿Para servirte un vaso de leche?
Ahí en la intimidad del confort notó un ligero chispazo revolotear su pecho, un calambre cuyo origen había sido un gesto tan suave como era el pequeño tirón de pelo que le estaba haciendo. La cercanía estaba presente en la mayoría de momentos pero cuando podían compartirlos en privado se sentían más especiales, más suyos. Le gustaba tener esos instantes donde no tenía que guardar ni apariencias ni educación alguna. Connor no era solo un colchón agradable donde tumbarse si no que era un lugar seguro donde expresarse, donde no se veía juzgado aunque pudieran chocar en algunas opiniones.
-Lo del tío chungo te ha durado poquito. -Le comento con más dulzura de la que pensaba compartir. Había cierta nostalgia cargando la frase, recordando el encontronazo agresivo con el que se conocieron de primeras. Viéndolo ahora en perspectiva, había tenido mucha suerte. -Eres muy estupido y bastante cabezota pero ahora mismo de malo no te queda mucho.
Habría seguido aquella conversación si las yemas de sus dedos no se hubieran encontrado con un relieve desigual sobre la piel en la que estaban acomodados. Ethan desvío la mirada al momento, perdiéndose en el inicio de una de las cicatrices que adornaban el pecho del canadiense. No dijo nada cuando la sonrisa se esfumó de su rostro y lo que vino fue una tristeza tan cruda como la realidad tras aquellas marcas. Podía haber muerto, podía haberlos perdido a ambos contra el puñetero oso y él, siendo honesto, no habría podido hacer nada para evitarlo. La culpabilidad vivía en su interior casi tanto como lo hacía el miedo.
-¿Puedo?
Acabó susurrando como si la mera pegunta pudiera ser ofensiva. A pesar de haber ayudado con las curas nunca había llegado a palpar la herida ya recompuesta. El cristal había hecho efecto demasiado tarde y la mala cicatrización era una evidencia de ello. Su mano se deslizó tímida sobre la comisura del garrazo, sin querer atreverse a tocar más hasta que le dieran permiso para ello. Ethan sabía de primera mano que tras una cicatriz solía haber una horrible historia escondida y aunque conociera de sobra cual era esta, seguía resultando imponente observarla. Quería asegurarse de que si regresaban a ese capitulo, era porque de verdad Connor quería volver a leerlo.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: La fabula del dragón y la princesa
26/07/24, 10:37 am
-¿Eh? Qué va... Ni de coña me he dormido en tu puta cara. Ese has sido... ¿tú, no?- Respondió con una sonrisa de medio lado que mostraba culpabilidad. Lo cierto era que empezaba a sentir de nuevo como el sueño le reclamaba entre sus jodidos brazos poco a poco, pero tener a Ethan mirándole directamente y habiendo descubierto su "crimen" era suficiente motivo para estar espabilado. Sobre todo cuando no paraba de meterse con él entre miradas de sarcasmos y comentarios irónicos sobre lo evidente que había sido la función del hechizo de corte desde el principio. El motero soltó una carcajada con el comentario del vaso de leche y se volvió a acomodar en la cama, no demasiado bruto como para que Ethan creyera que debía apartarse de encima suya.- Vale, joder, vale... Reconozco que soy un alumno de mierda, cabronazo.- Se encogió de hombros y bufó. Le echó una mirada desafiante y divertida.- Pero entonces a lo mejor la culpa es del profe, ¿no?- Soltó con sorna para devolvérsela.
Sus siguientes palabras le hicieron fruncir el ceño por un momento, aunque una media sonrisa asomó entre sus labios al percibir la nostalgia en la voz de Ethan. ¿Era así? ¿Se le había acabado la imagen de tío chungo tan rápido? El motero no pudo evitar recordar aquel primer día en las mazmorras. La confusión tras despertar, los ruidos en la oscuridad y los idiomas extraños. El golpetazo atronador de una puerta impactando contra el suelo... Y finalmente una voz reconocible. Una voz inglesa, humana. Connor esbozó una sonrisa al recordar la primera interacción que habían tenido. Ethan había sido la primera persona con la que dio en aquella puta ciudad de horrores... Y se alegraba mucho de que hubiera sido así. Ahora parecía que hubiera pasado mucho más tiempo del verdadero. Habían pasado tantas cosas desde entonces... Durante un par de segundos la comodidad y diversión que tenía con Ethan le abandonó, adoptando un semblante más serio al repasar toda la mierda pasada. Pero un segundo después los insultos amistosos de Ethan al describirle le hicieron concentrarse en el presente y soltar una carcajada.
-¡Escúchame, gilipollas!- Empezó a decir con tono divertido.- Tengo un puto tatuaje en la espalda que dice lo contrario, ¿vale joder? Soy un tio chun...- No llegó a terminar la frase. El tacto de uno de los dedos de Ethan sobre su nueva cicatriz cambió por completo el ambiente distendido que tenían. No por el contacto, sino por la expresión que se adueñó del rostro de su amigo y que desterró cualquier intento de sonrisa. Ethan miraba su cicatriz con lástima, pena y tristeza. Llevaban conviviendo el tiempo suficiente como para que Connor pudiera intuir lo que podía estar pensando sobre aquello. El canadiense frunció el ceño y desvió la mirada un segundo hacia una de las paredes de la habitación. Antes de centrarla de nuevo en Ethan y en su propuesta de tocar. Aquello le traía recuerdos horribles sobre lo ocurrido, pero aún así Connor asintió con la cabeza.
-Hum.- Musitó como afirmación mientras se acomodaba un poco mejor con las manos tras la nuca y desviaba la mirada hacia el techo. No tardó mucho en sentir el roce de Ethan en su piel cicatrizada. Y aunque una parte de él empezaba a sentir el calor de una chispa familiar en el pecho, quizás recordando lo ocurrido entre ellos tras ese entrenamiento o la tensión en el palacete, lo cierto era que aquella extraña bestia mezcla de oso y jabalí ocupaba de momento casi toda su conciencia. Recordar era traumático y doloroso, pero a veces era experto en regodearse y martirizarse en su propia mierda y errores, así que... Garras y colmillos sedientos de sangre. El doloroso zarpazo que le había desfigurado el torso... Connor centró de nuevo su vista en Ethan antes de hablar, alzando su palma izquierda con aquella cicatriz que la cruzaba de lado a lado y observándola.- Estoy hecho una puta mierda por todos lados, ¿verdad?- Murmuró en voz baja y con una sonrisa cansada. Su mirada se desvió un segundo hacia los labios de Ethan y su marca de una herida pasada, antes de centrarse en sus ojos de nuevo.- Siempre me han atraído las cicatrices, pero...- Durante unos segundos pareció que no iba a decir nada más. Luego bufó con sorna y habló casi en susurros agotados.- ...odio las mías. Todas, joder. Supongo que le pasa a todo el mundo con las suyas, ¿verdad, cojones?-
Connor calló un momento. Dejando que su cuerpo sintiera el contacto de Ethan en su pecho cicatrizado y desfigurado. Un agradable calor que empezaba a recorrer su cuerpo poco a poco, a pesar de los recuerdos horribles que eran dueños de su mente. El motero frunció el ceño con la vista clavada en algún punto detrás de Ethan, perdido en sus pensamientos.
-No es culpa tuya, ¿vale?- Soltó de repente. Su tono de voz era firme y estaba a medio camino entre la preocupación y el enfado. Conocía a Ethan tras aquellos meses y estaba seguro de que era capaz de culparse por cualquier cosa. Connor negó con la cabeza con sus ojos clavados en los del londinense y posó su mano izquierda sobre la que estaba usando Ethan para inspeccionar su herida.- Por si lo has llegado a pensar... Que a veces eres un poco gilipollas.-
Sus siguientes palabras le hicieron fruncir el ceño por un momento, aunque una media sonrisa asomó entre sus labios al percibir la nostalgia en la voz de Ethan. ¿Era así? ¿Se le había acabado la imagen de tío chungo tan rápido? El motero no pudo evitar recordar aquel primer día en las mazmorras. La confusión tras despertar, los ruidos en la oscuridad y los idiomas extraños. El golpetazo atronador de una puerta impactando contra el suelo... Y finalmente una voz reconocible. Una voz inglesa, humana. Connor esbozó una sonrisa al recordar la primera interacción que habían tenido. Ethan había sido la primera persona con la que dio en aquella puta ciudad de horrores... Y se alegraba mucho de que hubiera sido así. Ahora parecía que hubiera pasado mucho más tiempo del verdadero. Habían pasado tantas cosas desde entonces... Durante un par de segundos la comodidad y diversión que tenía con Ethan le abandonó, adoptando un semblante más serio al repasar toda la mierda pasada. Pero un segundo después los insultos amistosos de Ethan al describirle le hicieron concentrarse en el presente y soltar una carcajada.
-¡Escúchame, gilipollas!- Empezó a decir con tono divertido.- Tengo un puto tatuaje en la espalda que dice lo contrario, ¿vale joder? Soy un tio chun...- No llegó a terminar la frase. El tacto de uno de los dedos de Ethan sobre su nueva cicatriz cambió por completo el ambiente distendido que tenían. No por el contacto, sino por la expresión que se adueñó del rostro de su amigo y que desterró cualquier intento de sonrisa. Ethan miraba su cicatriz con lástima, pena y tristeza. Llevaban conviviendo el tiempo suficiente como para que Connor pudiera intuir lo que podía estar pensando sobre aquello. El canadiense frunció el ceño y desvió la mirada un segundo hacia una de las paredes de la habitación. Antes de centrarla de nuevo en Ethan y en su propuesta de tocar. Aquello le traía recuerdos horribles sobre lo ocurrido, pero aún así Connor asintió con la cabeza.
-Hum.- Musitó como afirmación mientras se acomodaba un poco mejor con las manos tras la nuca y desviaba la mirada hacia el techo. No tardó mucho en sentir el roce de Ethan en su piel cicatrizada. Y aunque una parte de él empezaba a sentir el calor de una chispa familiar en el pecho, quizás recordando lo ocurrido entre ellos tras ese entrenamiento o la tensión en el palacete, lo cierto era que aquella extraña bestia mezcla de oso y jabalí ocupaba de momento casi toda su conciencia. Recordar era traumático y doloroso, pero a veces era experto en regodearse y martirizarse en su propia mierda y errores, así que... Garras y colmillos sedientos de sangre. El doloroso zarpazo que le había desfigurado el torso... Connor centró de nuevo su vista en Ethan antes de hablar, alzando su palma izquierda con aquella cicatriz que la cruzaba de lado a lado y observándola.- Estoy hecho una puta mierda por todos lados, ¿verdad?- Murmuró en voz baja y con una sonrisa cansada. Su mirada se desvió un segundo hacia los labios de Ethan y su marca de una herida pasada, antes de centrarse en sus ojos de nuevo.- Siempre me han atraído las cicatrices, pero...- Durante unos segundos pareció que no iba a decir nada más. Luego bufó con sorna y habló casi en susurros agotados.- ...odio las mías. Todas, joder. Supongo que le pasa a todo el mundo con las suyas, ¿verdad, cojones?-
Connor calló un momento. Dejando que su cuerpo sintiera el contacto de Ethan en su pecho cicatrizado y desfigurado. Un agradable calor que empezaba a recorrer su cuerpo poco a poco, a pesar de los recuerdos horribles que eran dueños de su mente. El motero frunció el ceño con la vista clavada en algún punto detrás de Ethan, perdido en sus pensamientos.
-No es culpa tuya, ¿vale?- Soltó de repente. Su tono de voz era firme y estaba a medio camino entre la preocupación y el enfado. Conocía a Ethan tras aquellos meses y estaba seguro de que era capaz de culparse por cualquier cosa. Connor negó con la cabeza con sus ojos clavados en los del londinense y posó su mano izquierda sobre la que estaba usando Ethan para inspeccionar su herida.- Por si lo has llegado a pensar... Que a veces eres un poco gilipollas.-
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: La fabula del dragón y la princesa
26/07/24, 10:54 pm
A Ethan le hubiera gustado poder indignarse más cuando Connor le echó la culpa por ser mal profe pues, aún entendiendo la broma tenía parte de razón. Dar clases de una materia de la que no solo no conocía nada si no de la que encima no podía practicar era como batallar a ciegas. No podía saber muchas veces en que estaba fallando su compañero, ni que gesto era el más correcto para el siguiente conjuro pues él mismo no tenía forma de comprobar que sus apuntes eran los correctos. Por suerte o por desgracia pronto la clase pasó a un plano tan lejano que se volvió anecdótico. Lo que tenía delante era una gema pulida a base de golpes, unas cicatrices que hablan de batallas más profundas que las marcas que dejaban sobre la piel.
En cuanto el canadiense le dio permiso empezó a explorar con suavidad aquella historia tan mal contada y tan mal sanada. Sus dedos recorrieron el relieve como si se tratase de una cordillera irregular y cuando se dieron de bruces contra la camiseta del motero siguieron el contorno sobre el textil, tratando de discernir bajo las arrugas que nuevas formas cobraban los tres garrazos. El tamaño asustaba, imponía en su magnitud el razonar que si curando eran tan amplios en el momento lo fueron aún peor. Sangre desbordando al pelirrosa, piel sobre carne levantada. Si cerraba los ojos podría volver a escena, por eso mismo, los mantuvo abiertos intentando centrarse en el presente.
-Lo estas. -murmuró como respuesta Ethan, con una hosca risa culpable por aquella confesión. -Lo estamos.
Matizó al final dedicando una sonrisa comprensiva. Ambos habían llegado cubiertos de marcas y mientras Connor se fijaba en la cicatriz de su labio, él miraba la del contrario como una extraña casualidad de tantas otras que los había juntado el primer día. Estaban repletos de historias sin contar, de secretos que habían decidido ignorar por el respeto mutuo que se tenían. Ya no eran los nombres difusos en aquellos tatuajes, ni el hecho de que su club tuviera demasiadas lagunas negras cada vez que hablaba sobre ellos, es que las cicatrices de Connor eran agresivas. No había en ellas limpieza, ni pulcritud, eran el resquicio de alguien que había tenido que batallar para poder avanzar por la vida. No podía discernir cuál era la pelea exacta pero tras conocerlo durante esos meses se podía imaginar que ninguna había sido sencilla. A veces se le olvidaba que Connor tenía tan solo 21 años y que por mucho que fuera el mayor de allí, seguía siendo un simple chaval.
-Supongo que si, no he conocido a nadie que tuviera tantas cicatrices como tú así que no sé qué decirte. -Se encogió de hombros, colocándose mejor en el sitio para poder sentarse a su lado, sin aplastarle tanto como estaba haciendo hasta ahora. -A mí tampoco me gustan las mías, nunca me gustaron. La gente intenta convencerte de que son bonitas, de que tienen significado, pero cuando me miro al espejo lo único que veo es a un chaval con la cara destrozada. Es normal sentirte así, solo tú mismo sabes cómo eras antes de tenerlas.
Se encogió de hombros, sentado en el costado de Connor decidió incorporarse hasta estar más cerca de su rostro que de su pecho, levantando ambas piernas para abrazarse a ellas distraído. Estando así no tenía porque cruzarse con su mirada así que se quedó con la misma perdida al frente, a la pared contraría del cuarto. Cuando Connor rompió el silencio lo primero que se escuchó de su parte fue como tragaba saliva incómodo por el tema. Escucharle decir eso fue tan liberador como verse suelto de parte de las cadenas que arrastraba desde entonces pero no quería echarse a llorar ahí mismo, no sentía que fuera justo hacerlo.
-Ya se que no fue culpa mía es … -Se mordió el labio frustrado, incapaz de poner sus pensamientos en orden, incapaz de expresarlos en voz alta. -Podías haber muerto y yo no habría podido hacer nada para evitarlo. Me quede... mirando.
Su vista esta vez regresó a donde el canadiense y de forma mecánica, movido por el querer guardar contacto para saber que seguía ahí, con él, que aquello era real dejó su mano reposando de nuevo sobre la herida. Ahí notó el abrazo cálido que le daba Connor con su propia mano, un gesto gratificante que le arrancó una sonrisilla cómplice.
-¿Pero sabes que? Entiendo que a ti no te guste pero, a mi me parece muy bonita. -Evitó rápidamente cualquier contacto visual rehuyendo de nuevo a la pared pero se mantuvo tal cual en el sitio agradecido por la compañía. -Me recuerda lo fuerte que eres, lo puto valiente que fuiste y lo jodido loco que estas. Me hace estar tranquilo porque joder, tío… ¿Si has acabado con un puto oso mutante, que mierdas te va a matar a estas alturas?
En cuanto el canadiense le dio permiso empezó a explorar con suavidad aquella historia tan mal contada y tan mal sanada. Sus dedos recorrieron el relieve como si se tratase de una cordillera irregular y cuando se dieron de bruces contra la camiseta del motero siguieron el contorno sobre el textil, tratando de discernir bajo las arrugas que nuevas formas cobraban los tres garrazos. El tamaño asustaba, imponía en su magnitud el razonar que si curando eran tan amplios en el momento lo fueron aún peor. Sangre desbordando al pelirrosa, piel sobre carne levantada. Si cerraba los ojos podría volver a escena, por eso mismo, los mantuvo abiertos intentando centrarse en el presente.
-Lo estas. -murmuró como respuesta Ethan, con una hosca risa culpable por aquella confesión. -Lo estamos.
Matizó al final dedicando una sonrisa comprensiva. Ambos habían llegado cubiertos de marcas y mientras Connor se fijaba en la cicatriz de su labio, él miraba la del contrario como una extraña casualidad de tantas otras que los había juntado el primer día. Estaban repletos de historias sin contar, de secretos que habían decidido ignorar por el respeto mutuo que se tenían. Ya no eran los nombres difusos en aquellos tatuajes, ni el hecho de que su club tuviera demasiadas lagunas negras cada vez que hablaba sobre ellos, es que las cicatrices de Connor eran agresivas. No había en ellas limpieza, ni pulcritud, eran el resquicio de alguien que había tenido que batallar para poder avanzar por la vida. No podía discernir cuál era la pelea exacta pero tras conocerlo durante esos meses se podía imaginar que ninguna había sido sencilla. A veces se le olvidaba que Connor tenía tan solo 21 años y que por mucho que fuera el mayor de allí, seguía siendo un simple chaval.
-Supongo que si, no he conocido a nadie que tuviera tantas cicatrices como tú así que no sé qué decirte. -Se encogió de hombros, colocándose mejor en el sitio para poder sentarse a su lado, sin aplastarle tanto como estaba haciendo hasta ahora. -A mí tampoco me gustan las mías, nunca me gustaron. La gente intenta convencerte de que son bonitas, de que tienen significado, pero cuando me miro al espejo lo único que veo es a un chaval con la cara destrozada. Es normal sentirte así, solo tú mismo sabes cómo eras antes de tenerlas.
Se encogió de hombros, sentado en el costado de Connor decidió incorporarse hasta estar más cerca de su rostro que de su pecho, levantando ambas piernas para abrazarse a ellas distraído. Estando así no tenía porque cruzarse con su mirada así que se quedó con la misma perdida al frente, a la pared contraría del cuarto. Cuando Connor rompió el silencio lo primero que se escuchó de su parte fue como tragaba saliva incómodo por el tema. Escucharle decir eso fue tan liberador como verse suelto de parte de las cadenas que arrastraba desde entonces pero no quería echarse a llorar ahí mismo, no sentía que fuera justo hacerlo.
-Ya se que no fue culpa mía es … -Se mordió el labio frustrado, incapaz de poner sus pensamientos en orden, incapaz de expresarlos en voz alta. -Podías haber muerto y yo no habría podido hacer nada para evitarlo. Me quede... mirando.
Su vista esta vez regresó a donde el canadiense y de forma mecánica, movido por el querer guardar contacto para saber que seguía ahí, con él, que aquello era real dejó su mano reposando de nuevo sobre la herida. Ahí notó el abrazo cálido que le daba Connor con su propia mano, un gesto gratificante que le arrancó una sonrisilla cómplice.
-¿Pero sabes que? Entiendo que a ti no te guste pero, a mi me parece muy bonita. -Evitó rápidamente cualquier contacto visual rehuyendo de nuevo a la pared pero se mantuvo tal cual en el sitio agradecido por la compañía. -Me recuerda lo fuerte que eres, lo puto valiente que fuiste y lo jodido loco que estas. Me hace estar tranquilo porque joder, tío… ¿Si has acabado con un puto oso mutante, que mierdas te va a matar a estas alturas?
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: La fabula del dragón y la princesa
28/07/24, 01:03 pm
Connor se quedó en silencio mientras notaba los dedos de Ethan recorriendo sus cicatrices. Un toque suave y sutil que cruzaba y atravesaba las montañas y cordilleras que eran esa piel herida. Un roce delicado y casi temeroso que transportaba al motero a aquel puñetero día con esa bestia, pero era un tacto agradable que le ayudó a no perderse demasiado entre los oscuros recuerdos. Cuatro marcas de garras que cruzaban su torso llegando a alcanzar parte de su estómago y terminando por coronarse en una de sus clavículas, recordándole lo cerca que había estado de morir y lo desfigurado que se había quedado por ello. El motero clavó sus ojos en los de Ethan, con un rostro serio y pensativo mientras se dejaba hacer por aquel tacto por encima de la camiseta. Un tacto lleno de calor que empezaba a desterrar las frías dudas y miedos al vacío.
Esbozó una sonrisa y bufó divertido ante el comentario de Ethan. Porque era jodidamente cierto. Estaba hecho una puta mierda. Lo estaban. Era otra de las cosas que agradecía del londinense. No le daba miedo decir lo que pensaba y no te mentía para hacerte sentir mejor. ¿Para qué cojones servía eso? Solo atrasaba una verdad dolorosa que llegaba tarde o temprano y que tú mismo ya sabías, aunque fingieras no hacerlo... Estaban hechos una puta mierda, si, pero también creía que no había otra forma de salir con vida de aquella ciudad. Para sobrevivir hacía falta tomar sacrificios e incluso perder partes de uno mismo. Connor tenía claro que lo más seguro era que ninguno de ellos saldría totalmente ileso de allí... Porque la ciudad era cruel, pero más parecían serlo sus putos rivales. <<Los verdaderos monstruos siempre son las personas...>>
-Sí que lo estamos, joder...- Le dio la razón mientras sus ojos se desviaban durante un segundo a esa cara llena de cicatrices e historias sin contar. Un reflejo el uno del otro. Pasados oscuros y cargados de dolor que no se atrevían a contar del todo. La leve sonrisa que mostraba Connor desapareció rápidamente con las siguientes palabras de Ethan y su confesión sobre lo que veía en el espejo al mirarse. "Solo un chaval con la cara destrozada". Connor asintió con seriedad y comprensión ante la verdad de sus palabras, porque tenía toda la puta razón. Solo ellos sabían como eran sus caras y cuerpos antes de sus respectivas tragedias, pero... ¿Qué veía él mismo cuando se miraba al espejo? Frunció el ceño con pesar. Era Markus disparándoles a traición. Era Roderick clavándole rastrillos y navajas en la piel. Era la cabeza de Rhona sacudiéndose violentamente en una explosión de sangre. Era Yasser agonizando entre espasmos y estertores. Si... Lo tenía claro. Cuando se miraba al espejo veía a un puto fracasado. Veía a un chaval que no había podido salvar a sus hermanos del club.- No somos amigos de los espejos, ¿eh?- Musitó con un poco de sorna y una sonrisa, en un intento de disimular aquellos pensamientos que se cruzaban en su mente y oscurecían su expresión.
Connor se limitó a mirar a Ethan con interés y preocupación, mientras éste se incorporaba y se abrazaba las piernas antes de hablar. Se fijó en su labio mordido por el estrés, sus palabras cargadas de pesar y su vista desviada hacia la pared del fondo. Una parte culpable de él se sintió bien ante lo que decía. Ver que era tan importante para Ethan como para que se sintiera mal por no haber podido hacer nada para ayudarle... Joder, sonaba fatal dicho así, pero era cierto. Quién le iba a decir que le iba a importar tanto la reacción de alguien desconocido al club cuando empezó aquel puto secuestro... No pudo evitar esbozar una leve sonrisa apenada ante lo gilipollas y masoquista que era Ethan. Su capacidad para culparse hasta de lo que no tenía sentido era increíble, joder. Connor apretó con fuerza la mano del londinense que reposaba en su herida. Antes de que pudiera contestarle y decirle que no tenía razón, Ethan le sorprendió con sus siguientes palabras. Una cadena de cumplidos que no se esperó y que hizo que abriera un poco de más los ojos, con una leve sonrisa y un bufido divertido. Le agradaba la idea de que Ethan se sintiera seguro con él a su lado, aunque negó con la cabeza con la parte de que él había matado al monstruo. De no ser por Aniol... Aún así, que el londinense rehuyera su mirada de esa forma solo hizo jodidamente mejor aquella escena. Sintió un leve calor invadiéndole y sus ojos se posaron fugazmente en la cicatriz que coronaba sus labios.
-¿Te gustan... éstas putas cicatrices?- Preguntó con tono serio debido al interés que le había generado aquello. Esbozó una sonrisilla antes de volver a hablar y soltó una corta risotada.- Pero... Sabes que me falta medio pezón derecho, ¿verdad cabronazo? A lo mejor quieres pensarte esas palabras de nuevo.- Espetó con un tono un poco divertido mientras empezaba a sentir un calor ya familiar. Ya lo sintió en el palacete, y fue éste quién terminó por actuar. Apretó de nuevo con fuerza la mano de Ethan posada en su pecho y su rostro adoptó una expresión más distraída, con el ceño fruncido.- No es culpa tuya, gilipollas.- Repitió otra vez, aunque entendía sus dudas e impotencia. Él las sentía respecto a Rhona y Yasser. Acercó los dedos de su mano libre hasta estar a escasos centímetros del rostro de Ethan.-Tenías el hombro en la puta mierda y estabas a cargo de Aniol y Damian... ¿Qué cojones más podías hacer?- Se incorporó un poco en la cama, sin ser consciente de que aún apretaba la mano de Ethan en su pecho, y terminó de posar su pulgar en las cicatrices del rostro de Ethan.- Dices que ves a un chaval con la cara destrozada, pero... A mí me parecen jodidamente bonitas.- Bufó divertido con media sonrisa. Sus ojos se desviaron de nuevo hacia sus labios, antes de volver a centrarlos en Ethan. Su tono de voz menos divertido y algo más serio.- A veces aún recuerdo el puñetero palacete... ¿sabes?-
Esbozó una sonrisa y bufó divertido ante el comentario de Ethan. Porque era jodidamente cierto. Estaba hecho una puta mierda. Lo estaban. Era otra de las cosas que agradecía del londinense. No le daba miedo decir lo que pensaba y no te mentía para hacerte sentir mejor. ¿Para qué cojones servía eso? Solo atrasaba una verdad dolorosa que llegaba tarde o temprano y que tú mismo ya sabías, aunque fingieras no hacerlo... Estaban hechos una puta mierda, si, pero también creía que no había otra forma de salir con vida de aquella ciudad. Para sobrevivir hacía falta tomar sacrificios e incluso perder partes de uno mismo. Connor tenía claro que lo más seguro era que ninguno de ellos saldría totalmente ileso de allí... Porque la ciudad era cruel, pero más parecían serlo sus putos rivales. <<Los verdaderos monstruos siempre son las personas...>>
-Sí que lo estamos, joder...- Le dio la razón mientras sus ojos se desviaban durante un segundo a esa cara llena de cicatrices e historias sin contar. Un reflejo el uno del otro. Pasados oscuros y cargados de dolor que no se atrevían a contar del todo. La leve sonrisa que mostraba Connor desapareció rápidamente con las siguientes palabras de Ethan y su confesión sobre lo que veía en el espejo al mirarse. "Solo un chaval con la cara destrozada". Connor asintió con seriedad y comprensión ante la verdad de sus palabras, porque tenía toda la puta razón. Solo ellos sabían como eran sus caras y cuerpos antes de sus respectivas tragedias, pero... ¿Qué veía él mismo cuando se miraba al espejo? Frunció el ceño con pesar. Era Markus disparándoles a traición. Era Roderick clavándole rastrillos y navajas en la piel. Era la cabeza de Rhona sacudiéndose violentamente en una explosión de sangre. Era Yasser agonizando entre espasmos y estertores. Si... Lo tenía claro. Cuando se miraba al espejo veía a un puto fracasado. Veía a un chaval que no había podido salvar a sus hermanos del club.- No somos amigos de los espejos, ¿eh?- Musitó con un poco de sorna y una sonrisa, en un intento de disimular aquellos pensamientos que se cruzaban en su mente y oscurecían su expresión.
Connor se limitó a mirar a Ethan con interés y preocupación, mientras éste se incorporaba y se abrazaba las piernas antes de hablar. Se fijó en su labio mordido por el estrés, sus palabras cargadas de pesar y su vista desviada hacia la pared del fondo. Una parte culpable de él se sintió bien ante lo que decía. Ver que era tan importante para Ethan como para que se sintiera mal por no haber podido hacer nada para ayudarle... Joder, sonaba fatal dicho así, pero era cierto. Quién le iba a decir que le iba a importar tanto la reacción de alguien desconocido al club cuando empezó aquel puto secuestro... No pudo evitar esbozar una leve sonrisa apenada ante lo gilipollas y masoquista que era Ethan. Su capacidad para culparse hasta de lo que no tenía sentido era increíble, joder. Connor apretó con fuerza la mano del londinense que reposaba en su herida. Antes de que pudiera contestarle y decirle que no tenía razón, Ethan le sorprendió con sus siguientes palabras. Una cadena de cumplidos que no se esperó y que hizo que abriera un poco de más los ojos, con una leve sonrisa y un bufido divertido. Le agradaba la idea de que Ethan se sintiera seguro con él a su lado, aunque negó con la cabeza con la parte de que él había matado al monstruo. De no ser por Aniol... Aún así, que el londinense rehuyera su mirada de esa forma solo hizo jodidamente mejor aquella escena. Sintió un leve calor invadiéndole y sus ojos se posaron fugazmente en la cicatriz que coronaba sus labios.
-¿Te gustan... éstas putas cicatrices?- Preguntó con tono serio debido al interés que le había generado aquello. Esbozó una sonrisilla antes de volver a hablar y soltó una corta risotada.- Pero... Sabes que me falta medio pezón derecho, ¿verdad cabronazo? A lo mejor quieres pensarte esas palabras de nuevo.- Espetó con un tono un poco divertido mientras empezaba a sentir un calor ya familiar. Ya lo sintió en el palacete, y fue éste quién terminó por actuar. Apretó de nuevo con fuerza la mano de Ethan posada en su pecho y su rostro adoptó una expresión más distraída, con el ceño fruncido.- No es culpa tuya, gilipollas.- Repitió otra vez, aunque entendía sus dudas e impotencia. Él las sentía respecto a Rhona y Yasser. Acercó los dedos de su mano libre hasta estar a escasos centímetros del rostro de Ethan.-Tenías el hombro en la puta mierda y estabas a cargo de Aniol y Damian... ¿Qué cojones más podías hacer?- Se incorporó un poco en la cama, sin ser consciente de que aún apretaba la mano de Ethan en su pecho, y terminó de posar su pulgar en las cicatrices del rostro de Ethan.- Dices que ves a un chaval con la cara destrozada, pero... A mí me parecen jodidamente bonitas.- Bufó divertido con media sonrisa. Sus ojos se desviaron de nuevo hacia sus labios, antes de volver a centrarlos en Ethan. Su tono de voz menos divertido y algo más serio.- A veces aún recuerdo el puñetero palacete... ¿sabes?-
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: La fabula del dragón y la princesa
02/08/24, 10:45 pm
Ethan asentía en silencio a las bromas de su compañero. El ambiente distendido dotaba de un hogareño calor a la estancia y allí, aún con la mirada perdida en la pared empedrada del torreón se sentía tan cerca como a gusto del canadiense. No necesitaba verlo para dibujar en su mente sus medias sonrisas y sus risas socarronas tras un chiste tan crudo como que había perdido medio pezón tras el horrible accidente, ese pelirrosa tan bruto pero tan caluroso como una hoguera era exactamente el mismo que llevaba conociendo aquellos meses. Era fuego, a veces podía asustar su presencia o incluso llegar a quemar pero si algo estaba claro es que siempre aportaba cierta calidez, como una fogata que bajo control amainaba las frías y solitarias noches. Una sonrisa más amplia se dibujó en su rostro antes de girarse a verlo.
La culpabilidad seguía ahí, flotando como un recordatorio amargo de todo lo que no había podido hacer pero aunque fuera solo una pizca de alivio, escuchar la preocupación de Connor al repetirle que no había sido culpa suya le daba un salvavidas al que intentar sustentarse para no acabar ahogado. No supo bien qué responder a eso así que simplemente negó con suavidad al no estar del todo convencido como para aceptar aquellas palabras. Rick había querido entretener al oso y quizá si la piedra hubiera llegado a ser lanzada esos garrazos no estarían hoy en día decorando su piel. No es que se hubiera arrepentido de haber escogido a los niños sobre su amigo, pues sabía que el motero estaría de acuerdo con aquella decisión, más bien tenía el regusto amargo de verse en la necesidad de escoger. Si tan solo hubiera podido socorrer a todo el mundo…
-Ya… -Torció el gesto como única respuesta, su mano se asentó sobre su pecho ante el apretón. -No lo sé, no lo sé...
Por suerte, tampoco tendría que preocuparse mucho más tiempo por aquella dualidad extraña pues todos sus pensamientos quedaron licuados bajo el tacto ardiente de Connor. Ethan abrió los ojos, primero en duda, luego en estupor y se quedó ahí, prendido, hipnotizado ante una escena que estaba cobrando más matices de los que debería. Pestañeo lento, tratando de procesar cada palabra dirigida hacía él como si de un examen de final de carrera se tratase. No era solo el halago, era el roce tan cuidado sobre sus heridas, era su sonrisa, él como los ojos castaños del motero se desviaban trazando un arco sobre su rostro, era… el palacete. Sus mejillas se encendieron al instante de un rosado tan chillón que era estupido negarlo y sintió sus orejas arder con el mismo sofocante calor. ¿Era una ficha? ¿De verdad estaba coqueteando o solo era su inepta y desesperada imaginación? Qué más daba….
Quizá era amor, quizá era mera atracción física o quizá era una completa y desesperada necesidad por sentirse querido, fuera cual fuera la causa Ethan no estaba en esos instantes para razonar el abanico de posibilidades intrincadas que estaban golpeando su corazón. El palacete le había brindado no solo un principe si no tambien un guerrero y oh el tonto que ante las puertas de una muerte inminente quisiera rechazar una posibilidad tan dulce como aquella. Ya caería después en los insignificantes detalles, ahora solo necesitaba escuchar su acelerado latido para saber qué es lo que quería.
Ethan se agacho con suficiente lentitud como para que Connor tuviera tiempo de reaccionar si así quería y con su mano tratando de entrelazarse con la del canadiense buscó en sus labios una unión fugaz y tímida. Fue un beso delicado, una caricia dudosa antes de que tomara una distancia minúscula en la que poder asegurarse que no estaba malentendiendo la situación. Apenas había sido una brisa en la que sentir el minúsculo relieve que provocaban dos cicatrices al juntarse pero el joven irradiaba un rojo absoluto manchando su piel y el nervio de que podía estar hundiéndose en el fango por no haber sabido leer bien las señales.
-Perdón, siento que, esto es lo que quería haber hecho en el palacete.
Susurró dejando que aquellas palabras quedaran sofocadas en los pocos centímetros que separaban sus labios y si no tragó saliva de inmediato, fue porque la tensión que tenía encima le dejó parcialmente inmovilizado, expectante.
La culpabilidad seguía ahí, flotando como un recordatorio amargo de todo lo que no había podido hacer pero aunque fuera solo una pizca de alivio, escuchar la preocupación de Connor al repetirle que no había sido culpa suya le daba un salvavidas al que intentar sustentarse para no acabar ahogado. No supo bien qué responder a eso así que simplemente negó con suavidad al no estar del todo convencido como para aceptar aquellas palabras. Rick había querido entretener al oso y quizá si la piedra hubiera llegado a ser lanzada esos garrazos no estarían hoy en día decorando su piel. No es que se hubiera arrepentido de haber escogido a los niños sobre su amigo, pues sabía que el motero estaría de acuerdo con aquella decisión, más bien tenía el regusto amargo de verse en la necesidad de escoger. Si tan solo hubiera podido socorrer a todo el mundo…
-Ya… -Torció el gesto como única respuesta, su mano se asentó sobre su pecho ante el apretón. -No lo sé, no lo sé...
Por suerte, tampoco tendría que preocuparse mucho más tiempo por aquella dualidad extraña pues todos sus pensamientos quedaron licuados bajo el tacto ardiente de Connor. Ethan abrió los ojos, primero en duda, luego en estupor y se quedó ahí, prendido, hipnotizado ante una escena que estaba cobrando más matices de los que debería. Pestañeo lento, tratando de procesar cada palabra dirigida hacía él como si de un examen de final de carrera se tratase. No era solo el halago, era el roce tan cuidado sobre sus heridas, era su sonrisa, él como los ojos castaños del motero se desviaban trazando un arco sobre su rostro, era… el palacete. Sus mejillas se encendieron al instante de un rosado tan chillón que era estupido negarlo y sintió sus orejas arder con el mismo sofocante calor. ¿Era una ficha? ¿De verdad estaba coqueteando o solo era su inepta y desesperada imaginación? Qué más daba….
Quizá era amor, quizá era mera atracción física o quizá era una completa y desesperada necesidad por sentirse querido, fuera cual fuera la causa Ethan no estaba en esos instantes para razonar el abanico de posibilidades intrincadas que estaban golpeando su corazón. El palacete le había brindado no solo un principe si no tambien un guerrero y oh el tonto que ante las puertas de una muerte inminente quisiera rechazar una posibilidad tan dulce como aquella. Ya caería después en los insignificantes detalles, ahora solo necesitaba escuchar su acelerado latido para saber qué es lo que quería.
Ethan se agacho con suficiente lentitud como para que Connor tuviera tiempo de reaccionar si así quería y con su mano tratando de entrelazarse con la del canadiense buscó en sus labios una unión fugaz y tímida. Fue un beso delicado, una caricia dudosa antes de que tomara una distancia minúscula en la que poder asegurarse que no estaba malentendiendo la situación. Apenas había sido una brisa en la que sentir el minúsculo relieve que provocaban dos cicatrices al juntarse pero el joven irradiaba un rojo absoluto manchando su piel y el nervio de que podía estar hundiéndose en el fango por no haber sabido leer bien las señales.
-Perdón, siento que, esto es lo que quería haber hecho en el palacete.
Susurró dejando que aquellas palabras quedaran sofocadas en los pocos centímetros que separaban sus labios y si no tragó saliva de inmediato, fue porque la tensión que tenía encima le dejó parcialmente inmovilizado, expectante.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: La fabula del dragón y la princesa
06/09/24, 05:13 pm
Connor fue un espectador divertido ante las reacciones de Ethan mostrando una ligera sonrisa socarrona, aunque en el fondo su corazón latía con fuerza como si de un tambor de guerra se tratase. Preso de la incertidumbre y la expectación mientras se perdía en la mirada de su amigo. Aquella confusión y estupor en sus ojos, visiblemente confundido por lo que el motero estaba diciendo y haciendo... Mientras tanto, sus mejillas y orejas adquiriendo aquel tierno color rosado le confirmaban que no había sido un error acercarse de aquella manera al británico. Y aunque hubiera sido un puto error... A Connor le importaba tres cojones en ese momento, porque vivir en el club le había enseñado a actuar y ya luego arrepentirse de las consecuencias si era necesario. Y él ya se había contenido lo suficiente. Solo quería terminar lo que una vez habían empezado en el palacete sin distracciones o niños que cuidar.
Ethan era su amigo, sí, pero desde aquel entrenamiento en el patio se había encendido una mecha en el canadiense que solo se había apagado tras sufrir varias y continuas tragedias. El palacete avivó de nuevo aquel incendio, pero había terminado enfriándose bajo el peso de las circunstancias otra vez. Putada tras putada y matanza tras matanza habían logrado distraer la mente de Connor hacia temas más importantes como seguir respirando, sobrevivir y lamentarse, joder. Pero en ese instante, ambos en la cama y sin ningún cabrón o monstruo a la vista... Casi podía fingir que eran dos putos chavales en su cuarto, allá en el club de Texas a mundos de distancia. Con la única preocupación de dejarse llevar, pero primero asegurarse de que estaba bien cerrada la puerta de su habitación, no fuera que uno de sus hermanos moteros decidiera que era un buen día para creerse un puto gilipollas gracioso...
El movimiento lento de Ethan auguraba un desenlace que Connor esperó con ansias. Su mano derecha seguía posada en la mejilla del británico, allá donde la cicatriz coronaba sus labios y era incapaz de despegar la maldita vista. Por otro lado, su mano izquierda dejó que los dedos de Ethan se entrelazaran con los suyos en un agarre suave pero firme que el motero se negaría en soltar ni aunque le pagaran por ello. Su pecho latía con fuerza bajo la piel y las pálidas cicatrices. Porque había estado a punto de morir, joder... Pero había sobrevivido. Estaba vivo. Y eso era lo único que importaba en ese puñetero instante. Ethan, una distancia entre sus labios que ya se antojaba ridícula, y él mismo.
El beso fue ínfimo y tímido. Más una caricia que un propio beso en sí. Notó el relieve de su cicatriz así como Ethan debió notar la suya. Cicatrices gemelas que se juntaron brevemente. Como si se hubiera tratado de un puzle por fin montado que su dueño volvía a desperdigar para empezar de nuevo. El calor ascendió por su cuerpo, sacándole a Connor un breve suspiro mientras se separaban. ¿El puto alivio que sentía era porque Ethan le había dado lo que deseaba? ¿O quizás era porque no había rechazado su propuesta y no se había creado un incómodo momento? Ni siquiera sabía que putos nombres ponerles a todas las sensaciones que le invadían en ese instante, pero la tónica general de aquellas emociones era clara y Connor actuó en consecuencia: Sonrió con franqueza. Una media sonrisa a medio camino entre la diversión por verlo rojo como un jodido tomate y una serie de pensamientos mucho más adultos. No quería parar. Ahora no. Un beso breve no era suficiente, joder. El susurro de Ethan pidiendo disculpas a pocos centímetros de sus labios solo sirvió para encenderle más debido a la ternura de su frase y lo que implicaba, y a que no pudiera evitar soltar una corta risotada ante lo tonto que podía ser a veces el británico. Incluso en una situación así parecía sentirse culpable por alguna puta razón. Connor meneó la cabeza un par de segundos con una sonrisa de medio lado.
-Oye, te lo digo en serio, cabronazo...- Murmuró dejando de un lado la risotada y poniéndose algo más serio y centrado. Volvió a negar con la cabeza, aunque sin hostilidad alguna. Sólo amabilidad y comprensión. Y mucha impaciencia. - Deja de pedir disculpas de una puta vez...- Y antes de que pudiera hablarle o interrumpirle ésta vez fue Connor quién se lanzó hacia él. Juntó los labios con los suyos en un beso menos suave y un poco más fiero, repleto (ahora sí) de una pasión que no había tenido ocasión de desatar hasta ahora. Sus manos descendieron hacia la delgada cintura de Ethan, donde las cerró con firmeza pero no la suficiente para hacer daño. Sus labios buscaron con más anhelo aún los del británico, en un intento por buscar de nuevo el relieve de su cicatriz como si fuera su único sustento. Su brazo intentó a base de pequeños empujones juguetones tirar a Ethan hacia un lado de la cama, buscando una posición más cómoda para ambos. Lo consiguiera o no, Connor volvería a hablar con la mirada casi enturbiada por el deseo.- Aún no he olvidado el puto insulto que me has hecho... Eso de que ya no soy un tío chungo y esas mierdas...- Susurró sin poder evitar que sus ojos se desviaran de nuevo hacia la boca del británico un par de veces. Desvió la vista hacia la pared, fingiendo con tanta fuerza que meditaba sobre algo que Ethan casi podría ver engranajes girando dentro de su cabeza, luego se volvió de nuevo hacia él con una sonrisa sincera.- Pero ésto ayuda a que te perdone un poco, cabrón sin corazón...-
Incapaz de pensar en cualquier otra cosa o en consecuencias y apoyado en la cama con uno de los codos, Connor intentaría besarlo de nuevo.
Ethan era su amigo, sí, pero desde aquel entrenamiento en el patio se había encendido una mecha en el canadiense que solo se había apagado tras sufrir varias y continuas tragedias. El palacete avivó de nuevo aquel incendio, pero había terminado enfriándose bajo el peso de las circunstancias otra vez. Putada tras putada y matanza tras matanza habían logrado distraer la mente de Connor hacia temas más importantes como seguir respirando, sobrevivir y lamentarse, joder. Pero en ese instante, ambos en la cama y sin ningún cabrón o monstruo a la vista... Casi podía fingir que eran dos putos chavales en su cuarto, allá en el club de Texas a mundos de distancia. Con la única preocupación de dejarse llevar, pero primero asegurarse de que estaba bien cerrada la puerta de su habitación, no fuera que uno de sus hermanos moteros decidiera que era un buen día para creerse un puto gilipollas gracioso...
El movimiento lento de Ethan auguraba un desenlace que Connor esperó con ansias. Su mano derecha seguía posada en la mejilla del británico, allá donde la cicatriz coronaba sus labios y era incapaz de despegar la maldita vista. Por otro lado, su mano izquierda dejó que los dedos de Ethan se entrelazaran con los suyos en un agarre suave pero firme que el motero se negaría en soltar ni aunque le pagaran por ello. Su pecho latía con fuerza bajo la piel y las pálidas cicatrices. Porque había estado a punto de morir, joder... Pero había sobrevivido. Estaba vivo. Y eso era lo único que importaba en ese puñetero instante. Ethan, una distancia entre sus labios que ya se antojaba ridícula, y él mismo.
El beso fue ínfimo y tímido. Más una caricia que un propio beso en sí. Notó el relieve de su cicatriz así como Ethan debió notar la suya. Cicatrices gemelas que se juntaron brevemente. Como si se hubiera tratado de un puzle por fin montado que su dueño volvía a desperdigar para empezar de nuevo. El calor ascendió por su cuerpo, sacándole a Connor un breve suspiro mientras se separaban. ¿El puto alivio que sentía era porque Ethan le había dado lo que deseaba? ¿O quizás era porque no había rechazado su propuesta y no se había creado un incómodo momento? Ni siquiera sabía que putos nombres ponerles a todas las sensaciones que le invadían en ese instante, pero la tónica general de aquellas emociones era clara y Connor actuó en consecuencia: Sonrió con franqueza. Una media sonrisa a medio camino entre la diversión por verlo rojo como un jodido tomate y una serie de pensamientos mucho más adultos. No quería parar. Ahora no. Un beso breve no era suficiente, joder. El susurro de Ethan pidiendo disculpas a pocos centímetros de sus labios solo sirvió para encenderle más debido a la ternura de su frase y lo que implicaba, y a que no pudiera evitar soltar una corta risotada ante lo tonto que podía ser a veces el británico. Incluso en una situación así parecía sentirse culpable por alguna puta razón. Connor meneó la cabeza un par de segundos con una sonrisa de medio lado.
-Oye, te lo digo en serio, cabronazo...- Murmuró dejando de un lado la risotada y poniéndose algo más serio y centrado. Volvió a negar con la cabeza, aunque sin hostilidad alguna. Sólo amabilidad y comprensión. Y mucha impaciencia. - Deja de pedir disculpas de una puta vez...- Y antes de que pudiera hablarle o interrumpirle ésta vez fue Connor quién se lanzó hacia él. Juntó los labios con los suyos en un beso menos suave y un poco más fiero, repleto (ahora sí) de una pasión que no había tenido ocasión de desatar hasta ahora. Sus manos descendieron hacia la delgada cintura de Ethan, donde las cerró con firmeza pero no la suficiente para hacer daño. Sus labios buscaron con más anhelo aún los del británico, en un intento por buscar de nuevo el relieve de su cicatriz como si fuera su único sustento. Su brazo intentó a base de pequeños empujones juguetones tirar a Ethan hacia un lado de la cama, buscando una posición más cómoda para ambos. Lo consiguiera o no, Connor volvería a hablar con la mirada casi enturbiada por el deseo.- Aún no he olvidado el puto insulto que me has hecho... Eso de que ya no soy un tío chungo y esas mierdas...- Susurró sin poder evitar que sus ojos se desviaran de nuevo hacia la boca del británico un par de veces. Desvió la vista hacia la pared, fingiendo con tanta fuerza que meditaba sobre algo que Ethan casi podría ver engranajes girando dentro de su cabeza, luego se volvió de nuevo hacia él con una sonrisa sincera.- Pero ésto ayuda a que te perdone un poco, cabrón sin corazón...-
Incapaz de pensar en cualquier otra cosa o en consecuencias y apoyado en la cama con uno de los codos, Connor intentaría besarlo de nuevo.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: La fabula del dragón y la princesa
18/09/24, 12:25 am
Aquel beso se sintió como la primera calada de tabaco que das en tu vida, esa donde te ves de golpe abrumado y las dudas solapan parte de tu raciocinio. Solo que tras las primeras toses, con la intriga recién formada y la nueva sensación mojando tus labios nace una interrogante mayor. Querías comprobar una última vez, para saber si aquello era tan bueno como decían o si al contrario, te estaba condenando.
Ethan conocía muy bien esa emoción porque de arrepentimientos iba su vida por eso, que parte del humo quedará disipado por una respuesta contundente le sacó una ligera risa sincera e inesperada. Acababan de besarse, de volver cenizas lo que podría haber sido simplemente una amistad pero ahí estaba Connor para impedirle volverle a pedir perdón en un bucle que a veces le resultaba infinito. Si bien abrió la boca para decir algo, no llegó a vocalizar ninguna palabra, es más tampoco llegó a pensar en nada recurrente.
Cuando sus labios se volvieron a juntar fue como tomar una calada, y después otra y otra, llenándose cada vez más los pulmones de una toxina tan tóxica como podía ser en ese momento la necesidad por afecto. Sentía el calor empezar a formarse en su pecho mientras las manos del canadiense le tumbaban sobre la cama y él, rendido ante esa nueva droga simplemente se dejaba hacer. Era extraño pues habían llegado a ese punto porque él había prendido el mechero, pero ahora que la llama consumía el resto del tabaco en cada nuevo beso, cada caricia y cada agarre dejaba su mente difuminarse en el vapor que parecían estar emanando solo por la cercanía de sus cuerpos. Ethan se acomodó dejando parte de su modestia atrás, como si aquel encuentro no fuera más que un entrenamiento que se había ido de control rodeo los hombros del pelirrosa con sus brazos y le pegó aún más para que no se pensara el querer separarse. A veces morir asfixiado en el humo era mejor opción que tratar de razonar si el placer que te daba aquello era un efecto placebo o al contrario, una emoción real. No quería pillarse, le daba absoluto terror hacerlo.
Pero no le daba tanto miedo deleitarse entre los brazos de alguien que le sacaba prácticamente un cuerpo y medio. Vaya, que quizá y solo quizá esa iba a ser la primera pelea en la que estaba más que dispuesto a perder.
-Uhum. -¿Qué le estaba diciendo? Ethan asintió al comentario de Connor como si aún tuviera engranajes funcionando en su cabeza tras aquel beso tan pasional. Lo unico que le quedaba era el eco de los chasquidos que se hacían al juntar ambas bocas y joder, no podía evitar que se le fuera la mirada a donde no debía. -Perdón, si eh… lo que tu digas grandullón.
Le respondió con cierta sorna pues a pesar del rubor que manchaba sus mejillas había costumbres que no podían perderse. Tampoco quisó mediar más palabras pues aunque la idea de Connor fuera volver a besarlo, el londinense, ansioso, se adelantaría. No por que se hizara de la cama, al contrario, una de sus manos iría a acariciar su nuca hasta anclarse en su pelo y tirar de él hacía abajo. Allí donde pudiera volver a deleitarse con el calor que emanaba. Claro que volvió a besarlo y claro que aún a sabiendas de que jugar con fuego acaba quemando subió la intensidad. Lo que al principio era suavidad, ahora eran mordiscos que tiraban de su labio y lo que de un comienzo era un suave abrazo sobre sus hombros ahora era un agarre tenso en su espalda, dejando marca en las arrugas de su camiseta a medida que sus manos recorrían el contorno.
Claro que, entre tanto movimiento sus hojas de apuntes quedaron desperdigadas por el suelo y mientras Ethan alzaba una rodilla para acomodarse también se separaba momentáneamente del canadiense para escuchar, tenso. Porque no estaban solos, en lo absoluto y sabía (Aún no del todo consciente) de que no quería ser visto por otros del torreón.
-Connor, mierda, tus clases. -Farfulló bajo como si hubiera algo de verdad en tan absurda queja. -Mierda…
Repitió en apenas un murmullo de lo poco convencido que estaba por parar aquello. ¿Acaso se le podía culpar? Tras esas semanas de mierda, tras el hambre y el miedo… Él solo era un joven necesitado, quizá de más, quizá algo egoísta, quizá el sentirse anhelado por dos de los chicos más guapos que había conocido en su vida en parte le llenaba un ego inexistente. Quizá y solo quizá necesitaba sentirse querido como una mera validación. Quizá nada de aquello estaba bien, pero quizá ya poco le importaba. No quiso darle más vueltas y simplemente, volvió a besarlo. Con suerte el fuego actuaría antes que el arrepentimiento.
Ethan conocía muy bien esa emoción porque de arrepentimientos iba su vida por eso, que parte del humo quedará disipado por una respuesta contundente le sacó una ligera risa sincera e inesperada. Acababan de besarse, de volver cenizas lo que podría haber sido simplemente una amistad pero ahí estaba Connor para impedirle volverle a pedir perdón en un bucle que a veces le resultaba infinito. Si bien abrió la boca para decir algo, no llegó a vocalizar ninguna palabra, es más tampoco llegó a pensar en nada recurrente.
Cuando sus labios se volvieron a juntar fue como tomar una calada, y después otra y otra, llenándose cada vez más los pulmones de una toxina tan tóxica como podía ser en ese momento la necesidad por afecto. Sentía el calor empezar a formarse en su pecho mientras las manos del canadiense le tumbaban sobre la cama y él, rendido ante esa nueva droga simplemente se dejaba hacer. Era extraño pues habían llegado a ese punto porque él había prendido el mechero, pero ahora que la llama consumía el resto del tabaco en cada nuevo beso, cada caricia y cada agarre dejaba su mente difuminarse en el vapor que parecían estar emanando solo por la cercanía de sus cuerpos. Ethan se acomodó dejando parte de su modestia atrás, como si aquel encuentro no fuera más que un entrenamiento que se había ido de control rodeo los hombros del pelirrosa con sus brazos y le pegó aún más para que no se pensara el querer separarse. A veces morir asfixiado en el humo era mejor opción que tratar de razonar si el placer que te daba aquello era un efecto placebo o al contrario, una emoción real. No quería pillarse, le daba absoluto terror hacerlo.
Pero no le daba tanto miedo deleitarse entre los brazos de alguien que le sacaba prácticamente un cuerpo y medio. Vaya, que quizá y solo quizá esa iba a ser la primera pelea en la que estaba más que dispuesto a perder.
-Uhum. -¿Qué le estaba diciendo? Ethan asintió al comentario de Connor como si aún tuviera engranajes funcionando en su cabeza tras aquel beso tan pasional. Lo unico que le quedaba era el eco de los chasquidos que se hacían al juntar ambas bocas y joder, no podía evitar que se le fuera la mirada a donde no debía. -Perdón, si eh… lo que tu digas grandullón.
Le respondió con cierta sorna pues a pesar del rubor que manchaba sus mejillas había costumbres que no podían perderse. Tampoco quisó mediar más palabras pues aunque la idea de Connor fuera volver a besarlo, el londinense, ansioso, se adelantaría. No por que se hizara de la cama, al contrario, una de sus manos iría a acariciar su nuca hasta anclarse en su pelo y tirar de él hacía abajo. Allí donde pudiera volver a deleitarse con el calor que emanaba. Claro que volvió a besarlo y claro que aún a sabiendas de que jugar con fuego acaba quemando subió la intensidad. Lo que al principio era suavidad, ahora eran mordiscos que tiraban de su labio y lo que de un comienzo era un suave abrazo sobre sus hombros ahora era un agarre tenso en su espalda, dejando marca en las arrugas de su camiseta a medida que sus manos recorrían el contorno.
Claro que, entre tanto movimiento sus hojas de apuntes quedaron desperdigadas por el suelo y mientras Ethan alzaba una rodilla para acomodarse también se separaba momentáneamente del canadiense para escuchar, tenso. Porque no estaban solos, en lo absoluto y sabía (Aún no del todo consciente) de que no quería ser visto por otros del torreón.
-Connor, mierda, tus clases. -Farfulló bajo como si hubiera algo de verdad en tan absurda queja. -Mierda…
Repitió en apenas un murmullo de lo poco convencido que estaba por parar aquello. ¿Acaso se le podía culpar? Tras esas semanas de mierda, tras el hambre y el miedo… Él solo era un joven necesitado, quizá de más, quizá algo egoísta, quizá el sentirse anhelado por dos de los chicos más guapos que había conocido en su vida en parte le llenaba un ego inexistente. Quizá y solo quizá necesitaba sentirse querido como una mera validación. Quizá nada de aquello estaba bien, pero quizá ya poco le importaba. No quiso darle más vueltas y simplemente, volvió a besarlo. Con suerte el fuego actuaría antes que el arrepentimiento.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: La fabula del dragón y la princesa
23/10/24, 06:19 pm
Connor había jugado con fuego muchísimas veces. Situaciones peliagudas en las que corría el riesgo de perder algo importante o alguien que le importaba, aunque no siempre fuera consciente. La primera situación que recordaba fue cuando se escapó de aquel orfanato y malvivió en la calle durante meses: Podía perder su libertad si las autoridades lo encontraban. La segunda prueba fue más larga y constante, porque vivir con los Wyverns no era tan fácil como quería hacer parecer. Una vida acogedora donde la muerte y la violencia esperaba a cada esquina, pero también la familia y el hogar: Podía perder a sus hermanos en cualquier momento y eso era lo que siempre le había aterrado.
Ahora, desbaratado y vulnerable ante aquellos besos de Ethan... Sentía que volvía a jugar con fuego. Uno cálido y agradable, pero también voraz y egoísta. Una parte de su mente le decía "Cuidado", porque quizás ardiera hasta los cimientos toda la amistad que había construido con el británico. Pero al contrario que en las otras ocasiones... Nunca había deseado tanto dejarse quemar, joder. Dejarse llevar por ese vapor que casi parecía poder tocar y que les rodeaba a ambos. No sabía que pasaría después de aquello, pero pensar en el futuro era pedirle mucho a la mente nublada de un motero impulsivo. Eso era un problema para otro Connor en otro tiempo. El de ahora solo quería más y más. Hasta ser una puta mancha negra en la cama y ser ceniza.
Disfrutó de ver cómo Ethan se acomodaba en la cama debajo suya y rodeaba sus hombros para empujarlo hacia él. Dejando con bastante claridad que aquello no iba de un par de besos. Aquello prometía más. Connor sonrió levemente mientras volvía a dejarse llevar por el sabor de sus labios y el dulce sonido de los mismos al separarse. Aquel roce tan sutil y a la vez fiero de sus cicatrices. Su mano izquierda sujetaba con firmeza la cadera de Ethan y amenazaba con la promesa de explorar más en el futuro, mientras la otra se deslizaba por su cuello hasta acabar en su nuca y aferrar con delicadeza parte de su cabellera. Dejando que sus dedos jugaran con aquel mar de oscuridad que era el pelo del medio japonés. Connor dejó escapar parte del aire retenido en sus pulmones, como si se ahogara en una nube de deseo. Sólo para volver a sumergirse en ella.
-¿Grandullón... eh?- Murmuró con sorna y una leve sonrisa al verlo tan desubicado. Los ojos perdidos en el contorno de sus labios separados y en la rojez tan jodidamente atractiva de sus mejillas. Ni siquiera había escuchado del todo el mecánico "perdón" de Ethan. Nublado como estaba por volver a acercarse de nuevo, porque aunque había sido él mismo quien se separara para volver a hablar... Había sido un error, joder. Quería más. Quería seguir. Por eso abrazó con jodidas ganas que fuera Ethan quien se lanzara ahora a por él. Se sentía como un puto náufrago ante la visión de un banquete real.
Dejó que el fuego le invadiera de nuevo cuando sus labios volvieron a juntarse en un beso al que le faltaba expulsar electricidad y rayos. Soltó un leve gruñido placentero ante la fiereza con la que ahora actuaba Ethan. Y lejos de quedarse atrás, Connor respondió con la misma intensidad elevada. Si iban a caer en la puta desgracia y el arrepentimiento... Lo iban a hacer juntos. Respondió los mordiscos en los labios con más mordiscos. Su corazón bombeando con tanto anhelo que podía sentir las pulsaciones en su cabeza. Suspiró de gusto ante el agarre fuerte que sentía en su espalda y el recorrido que empezaban a hacer sus dedos. Connor hizo lo propio y agarró con fuerza las caderas del británico, como si quisiera impedir que desapareciera porque todo aquello era un puto sueño. Su otra mano apretó con algo más de presión su nuca, incapaz de controlar el calor que le recorría el cuerpo y circulaba hacia abajo y más abajo. Sus cuerpos aplastando las hojas de apuntes y dando por olvidado lo que se suponía que debía haber sido una tarde de lecciones mágicas...
-Que le den a las clases, joder...- Murmuró con un bufido divertido e impaciente, cuando Ethan se separó temporalmente creándole unos segundos de confusión. Se dio cuenta de cómo intentaba escuchar si había alguien cerca, pero a Connor le daba igual. Sólo quería que su preocupación desapareciera para volver a acercarse a él. En aquel momento, a su mente imprudente tanto le daba si les pillaban.- Además... soy una mierda de alumno... Me encantaba saltármelas...-
El reencuentro de sus labios fue como volver a estallar en una puñetera supernova. Mientras lo besaba, Connor agarró las piernas de Ethan y le dio un tirón juguetón hacia él, para que el británico perdiera esa postura medio incorporada que había adoptado antes para escuchar algún sonido. Luego se acomodó él mismo a su lado, aunque parte de su pesado cuerpo recaía sobre el suyo. El motero volvió a besarlo mientras su mano izquierda, la que tenía la gran cicatriz en la palma, se empezaba a meter lentamente por debajo de la camiseta con el objetivo de acariciar su torso.
-No lo haces mal, joder...- Susurró con cortos besos en un lateral del cuello. Su tono medio burlón dejaba entrever el principio de una broma. Y es que Connor no había olvidado cómo Ethan le había dicho que no era un tío chungo.- Para ser un puto inglesito, quiero decir...- Dejó caer con retintín y sorna. Luego lo volvió a besar con una sonrisa como si así pudiera acallar su respuesta.
Ahora, desbaratado y vulnerable ante aquellos besos de Ethan... Sentía que volvía a jugar con fuego. Uno cálido y agradable, pero también voraz y egoísta. Una parte de su mente le decía "Cuidado", porque quizás ardiera hasta los cimientos toda la amistad que había construido con el británico. Pero al contrario que en las otras ocasiones... Nunca había deseado tanto dejarse quemar, joder. Dejarse llevar por ese vapor que casi parecía poder tocar y que les rodeaba a ambos. No sabía que pasaría después de aquello, pero pensar en el futuro era pedirle mucho a la mente nublada de un motero impulsivo. Eso era un problema para otro Connor en otro tiempo. El de ahora solo quería más y más. Hasta ser una puta mancha negra en la cama y ser ceniza.
Disfrutó de ver cómo Ethan se acomodaba en la cama debajo suya y rodeaba sus hombros para empujarlo hacia él. Dejando con bastante claridad que aquello no iba de un par de besos. Aquello prometía más. Connor sonrió levemente mientras volvía a dejarse llevar por el sabor de sus labios y el dulce sonido de los mismos al separarse. Aquel roce tan sutil y a la vez fiero de sus cicatrices. Su mano izquierda sujetaba con firmeza la cadera de Ethan y amenazaba con la promesa de explorar más en el futuro, mientras la otra se deslizaba por su cuello hasta acabar en su nuca y aferrar con delicadeza parte de su cabellera. Dejando que sus dedos jugaran con aquel mar de oscuridad que era el pelo del medio japonés. Connor dejó escapar parte del aire retenido en sus pulmones, como si se ahogara en una nube de deseo. Sólo para volver a sumergirse en ella.
-¿Grandullón... eh?- Murmuró con sorna y una leve sonrisa al verlo tan desubicado. Los ojos perdidos en el contorno de sus labios separados y en la rojez tan jodidamente atractiva de sus mejillas. Ni siquiera había escuchado del todo el mecánico "perdón" de Ethan. Nublado como estaba por volver a acercarse de nuevo, porque aunque había sido él mismo quien se separara para volver a hablar... Había sido un error, joder. Quería más. Quería seguir. Por eso abrazó con jodidas ganas que fuera Ethan quien se lanzara ahora a por él. Se sentía como un puto náufrago ante la visión de un banquete real.
Dejó que el fuego le invadiera de nuevo cuando sus labios volvieron a juntarse en un beso al que le faltaba expulsar electricidad y rayos. Soltó un leve gruñido placentero ante la fiereza con la que ahora actuaba Ethan. Y lejos de quedarse atrás, Connor respondió con la misma intensidad elevada. Si iban a caer en la puta desgracia y el arrepentimiento... Lo iban a hacer juntos. Respondió los mordiscos en los labios con más mordiscos. Su corazón bombeando con tanto anhelo que podía sentir las pulsaciones en su cabeza. Suspiró de gusto ante el agarre fuerte que sentía en su espalda y el recorrido que empezaban a hacer sus dedos. Connor hizo lo propio y agarró con fuerza las caderas del británico, como si quisiera impedir que desapareciera porque todo aquello era un puto sueño. Su otra mano apretó con algo más de presión su nuca, incapaz de controlar el calor que le recorría el cuerpo y circulaba hacia abajo y más abajo. Sus cuerpos aplastando las hojas de apuntes y dando por olvidado lo que se suponía que debía haber sido una tarde de lecciones mágicas...
-Que le den a las clases, joder...- Murmuró con un bufido divertido e impaciente, cuando Ethan se separó temporalmente creándole unos segundos de confusión. Se dio cuenta de cómo intentaba escuchar si había alguien cerca, pero a Connor le daba igual. Sólo quería que su preocupación desapareciera para volver a acercarse a él. En aquel momento, a su mente imprudente tanto le daba si les pillaban.- Además... soy una mierda de alumno... Me encantaba saltármelas...-
El reencuentro de sus labios fue como volver a estallar en una puñetera supernova. Mientras lo besaba, Connor agarró las piernas de Ethan y le dio un tirón juguetón hacia él, para que el británico perdiera esa postura medio incorporada que había adoptado antes para escuchar algún sonido. Luego se acomodó él mismo a su lado, aunque parte de su pesado cuerpo recaía sobre el suyo. El motero volvió a besarlo mientras su mano izquierda, la que tenía la gran cicatriz en la palma, se empezaba a meter lentamente por debajo de la camiseta con el objetivo de acariciar su torso.
-No lo haces mal, joder...- Susurró con cortos besos en un lateral del cuello. Su tono medio burlón dejaba entrever el principio de una broma. Y es que Connor no había olvidado cómo Ethan le había dicho que no era un tío chungo.- Para ser un puto inglesito, quiero decir...- Dejó caer con retintín y sorna. Luego lo volvió a besar con una sonrisa como si así pudiera acallar su respuesta.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: La fabula del dragón y la princesa
18/11/24, 01:19 pm
Pronto el suelo se llenó de hojas, como una lluvía otoñal que acompañaba a la tormenta provocada por ambos jóvenes. La cama sonaba con más fuerza de la debida, a causa de su antigüedad y la fuerza del cariño que estaban haciendo, porque si el britaníco en su momento tenía alguna objeción, esta había quedado disuelta en el aliento ajeno. La aspereza en la voz de Connor le había erizado la piel, en un cosquilleo eléctrico que culmina con cada chasquido formado entre sus labios. Joder que si era mal alumno, pero es que él era peor profesor. No podía ofrecerle magia, ni siquiera práctica, sólo el intercambio ardiente de un pacto no firmado y cuyas cláusulas se mantenían en el aire, dispersas, sin quedar concretas de ninguna de las formas.
Era demasiado débil, tanto que cuando el frío tacto de Connor chocó contra su torso una risa entrecortada se escapó de entre sus labios. ¿Cómo podía ser que la misma aspereza que otras veces le conseguía arrancar quejidos de dolor ante los golpes, ahora le robará suspiros entrecortados, expectantes por ver hasta donde subían?. Ethan cerró momentáneamente los ojos, mordiéndose el labio con cada nuevo beso depositado en su cuello, adoraba esa trayectoría, tanto que cuando los labios de Connor regresaron a los propios su dulzor supo aún mejor.
-¿Perdón? -Fue lo único que logró desentrañar de la espesura de su mente. El intentó de queja no sonó muy convincente. -Este inglesito te ha pateado el culo más de una y dos veces allí fuera.. eh?
Que le callará con otro beso no pudo sentarle mejor. Sus manos se movieron hacía el rostro del canadiense, acariciando sus mejillas para afianzarse en torno a su nuca tirando ligeramente hacía abajo. Poder acariciar el inicio de una cresta ya caída era suave, pero también indicaba todo el tiempo que habían compartido juntos. Había detalles antiguos, como la cicatriz que compartían en la boca y que ahora se fundía en una sola, pero también otras nuevas, más pequeñas y recientes. Ethan le mordió el labio, tirando con cierta burla del mismo cuando se alejó mínimamente de él.
-Tu cicatriz, es más grande. Me gusta.
No mentía, ver sus heridas reflejadas en alguien ajeno era un espejo más agradecido que ver las propias. Así le dedicó un corto pico en esa zona, sobre los labios que tenía partidos y mal curados. Un pico que pronto se convirtió en dos, tres, cuatro, hasta que volvió a pegarse para convertir el beso en uno más largo y lento. Le costaba mantener el ritmo despacio cuando toda la adrenalina de su cuerpo le rogaba subir la intensidad, descubrir donde tenía el resto de cicatrices el motero, y ver si de verdad podía morir bajo el peso contrarió. En vez de ello profundizó el beso, que para ironía, se le daba mejor gracias a la práctica con el felino. Su lengua no pidió permiso para adentrarse en territorio enemigo, dejando que fueran sus propios suspiros quienes le cegaran del resto de sonidos ajenos. Estaba bien allí, jugueteando con su piercing y perfilando el final de los dientes de Connor, deseoso por conocer una pizquita más allá.
O así fue, al menos, hasta que el murmulló se volvió más claro y las voces, lejos de ser un ruido hueco se convirtieron en pisadas cercanas. Ethan soltó un quejido roto, como el de un animal que acababa de ser descubierto, y tras unas palmadas sobre los hombros de Connor, trató de apartarle asustado. Cubriendo con una de sus palmas la boca del mismo, mientras la otra terminaba de empujarlo por la altura del pecho. Su mirada se centró entonces en la puerta, inmóvil, como si el solo hecho de respirar pudiera alertar de que estaban allí dentro. Solo su corazón seguía bombeando a un ritmo frenético, ensordeciendo parte de su escucha y a la par, afinando su paranoia.
-Shhhhhhh -Le rogó sin desviar su foco de la entrada. Estaba susurrando todo lo bajito que podía. -Creo que está subiendo alguien.
Era demasiado débil, tanto que cuando el frío tacto de Connor chocó contra su torso una risa entrecortada se escapó de entre sus labios. ¿Cómo podía ser que la misma aspereza que otras veces le conseguía arrancar quejidos de dolor ante los golpes, ahora le robará suspiros entrecortados, expectantes por ver hasta donde subían?. Ethan cerró momentáneamente los ojos, mordiéndose el labio con cada nuevo beso depositado en su cuello, adoraba esa trayectoría, tanto que cuando los labios de Connor regresaron a los propios su dulzor supo aún mejor.
-¿Perdón? -Fue lo único que logró desentrañar de la espesura de su mente. El intentó de queja no sonó muy convincente. -Este inglesito te ha pateado el culo más de una y dos veces allí fuera.. eh?
Que le callará con otro beso no pudo sentarle mejor. Sus manos se movieron hacía el rostro del canadiense, acariciando sus mejillas para afianzarse en torno a su nuca tirando ligeramente hacía abajo. Poder acariciar el inicio de una cresta ya caída era suave, pero también indicaba todo el tiempo que habían compartido juntos. Había detalles antiguos, como la cicatriz que compartían en la boca y que ahora se fundía en una sola, pero también otras nuevas, más pequeñas y recientes. Ethan le mordió el labio, tirando con cierta burla del mismo cuando se alejó mínimamente de él.
-Tu cicatriz, es más grande. Me gusta.
No mentía, ver sus heridas reflejadas en alguien ajeno era un espejo más agradecido que ver las propias. Así le dedicó un corto pico en esa zona, sobre los labios que tenía partidos y mal curados. Un pico que pronto se convirtió en dos, tres, cuatro, hasta que volvió a pegarse para convertir el beso en uno más largo y lento. Le costaba mantener el ritmo despacio cuando toda la adrenalina de su cuerpo le rogaba subir la intensidad, descubrir donde tenía el resto de cicatrices el motero, y ver si de verdad podía morir bajo el peso contrarió. En vez de ello profundizó el beso, que para ironía, se le daba mejor gracias a la práctica con el felino. Su lengua no pidió permiso para adentrarse en territorio enemigo, dejando que fueran sus propios suspiros quienes le cegaran del resto de sonidos ajenos. Estaba bien allí, jugueteando con su piercing y perfilando el final de los dientes de Connor, deseoso por conocer una pizquita más allá.
O así fue, al menos, hasta que el murmulló se volvió más claro y las voces, lejos de ser un ruido hueco se convirtieron en pisadas cercanas. Ethan soltó un quejido roto, como el de un animal que acababa de ser descubierto, y tras unas palmadas sobre los hombros de Connor, trató de apartarle asustado. Cubriendo con una de sus palmas la boca del mismo, mientras la otra terminaba de empujarlo por la altura del pecho. Su mirada se centró entonces en la puerta, inmóvil, como si el solo hecho de respirar pudiera alertar de que estaban allí dentro. Solo su corazón seguía bombeando a un ritmo frenético, ensordeciendo parte de su escucha y a la par, afinando su paranoia.
-Shhhhhhh -Le rogó sin desviar su foco de la entrada. Estaba susurrando todo lo bajito que podía. -Creo que está subiendo alguien.
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