Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
2 participantes
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
25/10/24, 05:03 pm
—Que fuerte… —susurró la varmana tras su copa de vino antes de dar un brevísimo sorbo—. No me creo que te dejara plantada así. Bueno —arqueó las cejas, bajó la bebida hasta la barra y resopló una risa—, que digo, sí, claro que me lo creo.
Los ojos perfectamente maquillados de la aparición se encontraron con los de su amiga. Tan arreglada y bien vestida no se notaba que había pasado las tres últimas noches llorando hasta caer dormida. Su mano mecánica no soltaba la copa de cristal, la cual removía vagamente para airear el vino. Había ido al casino con Fleur con la idea de compartir tiempo de calidad con su amiga y ponerse al día, pues entre el negocio y… otros problemas, había estado más ocupada que de costumbre. La compañía, el chisme mundano y el vino era lo que necesitaba para distraerse, algo urgente dados los tiempos que corrían, y poco a poco su cabeza sintonizaba con el sentimiento alegre que fingía. Los males de otro eran más fáciles de tratar que los propios. Sentadas en el bar, rodeadas de licores finos, cartas, el brillo del lago y el sonido de las apuestas, Kahlo podía apreciar el atractivo de esa clase de establecimientos y porqué su hermano acudía a ellos cuando su cómoda vida le superaba. Había algo mágico en el ambiente, y no tenía que ver con las runas o el aspecto alienígena del barista que las atendía. Quizás con un poco de suerte el efecto también calaría en ella… aunque no había sido la más lista eligiendo un sitio que le recordaba tanto a Nohlem.
—Encima de que le ayudas, cuando te toca hablar a ti coge y se marcha… —chasqueó la lengua, dando tiempo a sus ideas—. Pensé que había mejorado tras la Luna, pero ya veo que en el fondo sigue teniendo los mismos problemas. ¿Sabes que hizo durante la criba? —se volteó en la silla para estar más de cara a la siwani—. Nos dejó de hablar a todos, se encerró durante días en su cuarto y ni nos miraba si coincidíamos. Conmigo fue peor, porque para colmo habíamos tenido una discusión. Se supone que se aisló porque estaba mal… A todo esto que yo estaba con el brazo engangrenado, luego amputada y al borde de la muerte —arqueó las cejas con ironía—. En fin. Pero es que en el momento en el que a él le dio la gana, casualmente cuando la Luna estaba por salir y nosotros nerviosos reunidos, se acordó de que existíamos y “se dignó” —hizo las comillas con la mano libre, que gesticulaba en todo momento con extravagancia—, a hacernos compañía. Vamos, que volvió por interés.
Dio otro sorbo al vino, recostándose sobre el respaldo de la silla.
—¿Y sabes que es lo peor? Que a los demás les faltó hacerle una fiesta. “¡Aaay Adam que bien que estés de vuelta, que alegría! ¡Cuánto tiempo!” —bailoteó de un lado a otro y de golpe se encogió de hombros, palma arriba con incredulidad—. ¿Perdona? ¿Estamos tontos? —bajó el tono, como si lo siguiente fuera secreto de estado—. Pero lo peor es que incluso Chromsa, Fleur. A mi un amante me ignora así de feo, muerta yo de la preocupación durante semanas y, no sé, lo volatilizo.
Suspiró con bochorno, negando con la cabeza como diciendo “así está, malcriado”. Los cotilleos subían más rápido que el alcohol y le funcionaban igual de bien, ya no estaba tan nerviosa como al inicio de la noche, pero por si acaso también tenía una cajetilla de tabaco de donde ya había fumado un par en la última media hora. Su madre la había educado con maestría para tragarse las penas por el bien social, claro que sus penas nunca habían sido así de críticas y profundas para necesitar tanto estupefaciente.
—¿Y qué más te dijo? O sea está… ¿sigue mal con Chromsa?
Los ojos perfectamente maquillados de la aparición se encontraron con los de su amiga. Tan arreglada y bien vestida no se notaba que había pasado las tres últimas noches llorando hasta caer dormida. Su mano mecánica no soltaba la copa de cristal, la cual removía vagamente para airear el vino. Había ido al casino con Fleur con la idea de compartir tiempo de calidad con su amiga y ponerse al día, pues entre el negocio y… otros problemas, había estado más ocupada que de costumbre. La compañía, el chisme mundano y el vino era lo que necesitaba para distraerse, algo urgente dados los tiempos que corrían, y poco a poco su cabeza sintonizaba con el sentimiento alegre que fingía. Los males de otro eran más fáciles de tratar que los propios. Sentadas en el bar, rodeadas de licores finos, cartas, el brillo del lago y el sonido de las apuestas, Kahlo podía apreciar el atractivo de esa clase de establecimientos y porqué su hermano acudía a ellos cuando su cómoda vida le superaba. Había algo mágico en el ambiente, y no tenía que ver con las runas o el aspecto alienígena del barista que las atendía. Quizás con un poco de suerte el efecto también calaría en ella… aunque no había sido la más lista eligiendo un sitio que le recordaba tanto a Nohlem.
—Encima de que le ayudas, cuando te toca hablar a ti coge y se marcha… —chasqueó la lengua, dando tiempo a sus ideas—. Pensé que había mejorado tras la Luna, pero ya veo que en el fondo sigue teniendo los mismos problemas. ¿Sabes que hizo durante la criba? —se volteó en la silla para estar más de cara a la siwani—. Nos dejó de hablar a todos, se encerró durante días en su cuarto y ni nos miraba si coincidíamos. Conmigo fue peor, porque para colmo habíamos tenido una discusión. Se supone que se aisló porque estaba mal… A todo esto que yo estaba con el brazo engangrenado, luego amputada y al borde de la muerte —arqueó las cejas con ironía—. En fin. Pero es que en el momento en el que a él le dio la gana, casualmente cuando la Luna estaba por salir y nosotros nerviosos reunidos, se acordó de que existíamos y “se dignó” —hizo las comillas con la mano libre, que gesticulaba en todo momento con extravagancia—, a hacernos compañía. Vamos, que volvió por interés.
Dio otro sorbo al vino, recostándose sobre el respaldo de la silla.
—¿Y sabes que es lo peor? Que a los demás les faltó hacerle una fiesta. “¡Aaay Adam que bien que estés de vuelta, que alegría! ¡Cuánto tiempo!” —bailoteó de un lado a otro y de golpe se encogió de hombros, palma arriba con incredulidad—. ¿Perdona? ¿Estamos tontos? —bajó el tono, como si lo siguiente fuera secreto de estado—. Pero lo peor es que incluso Chromsa, Fleur. A mi un amante me ignora así de feo, muerta yo de la preocupación durante semanas y, no sé, lo volatilizo.
Suspiró con bochorno, negando con la cabeza como diciendo “así está, malcriado”. Los cotilleos subían más rápido que el alcohol y le funcionaban igual de bien, ya no estaba tan nerviosa como al inicio de la noche, pero por si acaso también tenía una cajetilla de tabaco de donde ya había fumado un par en la última media hora. Su madre la había educado con maestría para tragarse las penas por el bien social, claro que sus penas nunca habían sido así de críticas y profundas para necesitar tanto estupefaciente.
—¿Y qué más te dijo? O sea está… ¿sigue mal con Chromsa?
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
26/10/24, 11:55 am
—Tal como lo oyes... —Fleur desvió la mirada hacia una de las lámparas que de manera estratégica iluminaban el local. Resultaba sencillo dejarse embelesar por el juego de luces, apuestas y el murmullo del gentío que tan bien resguardaba la conversación de ambas. Su voz se proyectaba con el matiz de los susurros propios de los cotilleos, uno que en particular había ocurrido hacía ya un tiempo, pero del que a veces no podía evitar cierta inquina. Que Kahlo la comprendiera, no obstante, hizo que sus hombros se relajaran con alivio y pudiera deleitarse con la presencia siempre inspiradora de su amiga. Últimamente no la veía mucho así que tenía pensado aprovechar para ponerse al día como dos chicas que poco o demasiado -según se viera- encajaban con el ambiente de su alrededor.
La siwani aprovechó el gesto de la aparición para airear su propia copa de vino, la cual por cierto se encontraba mucho más vacía que la otra por mucho que no hubiera dejado de parlotear desde que se había internado en el casino.
—No... ¿Qué hizo durante la criba? —sus grandes pestañas de plumón parpadearon repetidas veces con un interés genuino por no esperarse que la varmana también tuviera que contar cosas al respecto. La verdad es que apreciaba mucho a Adam, pero si convertirlo en la comidilla en una noche que rezumaba magia y distensión por todas partes la ayudaba a distraerse que así fuera—. ¿Y solo salió al final de todo? ¿Después de lo que pasasteis con aquel tipo? —la francesa esbozó una mueca de contrariedad cuando escuchó la anécdota, probablemente consumida por algunos sorbos de más y una indignación que no le pertenecía tanto pero que escalaba muy bien cuando dos personas descubrían que podían criticar a alguien sin sentirse juzgadas. En aquel momento toda su postura denotaba entrega al chisme, sus ojos celestes danzaron incrédulos de un lugar a otro, y hasta logró soltar el vaso en la barra durante unos segundos, toda una hazaña.
Su talante tan solo se vio perturbado cuando observó el bailecillo de Kahlo para ejemplificar la actitud pomposa del grupo ante las muestras de conveniencia del ruso. No pudo evitar llevarse la mano a la boca con risas contenidas, recordando que se habían citado para divertirse y no solo para dejarse llevar por el rencor.
Lo único que la devolvió un poco a la realidad fue cuando llegaron a la parte del amante. Se permitió asentir con brevedad muda, pues sabía de buena mano lo descarado de ignorar a Maila durante tanto tiempo y le parecería hipócrita de su parte echar más leña al fuego. Por suerte el cambio de tema suavizó sus punzadas de culpabilidad y Fleur volvió a navegar sin demasiados remordimientos por los asuntos de otros. En este caso se aseguró de no sonar cruel porque lo que iba a contar le parecía demasiado delicado.
—Creo que están mal... muy mal... de hecho... —se permitió una pausa para dar un pequeño sorbito y contemplar desde la seguridad de su asiento una pequeña trifulca que parecía darse a lo lejos con el juego de la ruleta. Cuando prosiguió lo hizo con un tono mucho más afectuoso sobre Adam, pero que si Kahlo sabía descifrar entre líneas, podría averiguar lo mucho que le asqueaba la situación bajo la superficie—. Pero es que no sé mucho sobre él, se ha encerrado en sí mismo, bueno se ha encerrado en su habitación para ser exactos, su cuarto huele a establo depresivo... literalmente —concretó con una exhalación que pretendía ser ocurrente y divertida, pero que no fue más que un suspiro de compasión—. ¿Sabes qué me contó? Que quede entre nosotras... pero... antes de llegar a la ciudad mantenía sentimientos por un amigo suyo del pasado —los dedos de la joven caminaron con pesadumbre sobre la madera de la barra para finalmente posarse de manera fugaz sobre el brazo mecánico de la joven—. Bien... pues me confesó que ve a esta persona cada vez que mira a Chromsa a los ojos... cree que es parte de la razón por la que se enamoró de él... cielos, Kahlo... ¿Te imaginas algo más horrible que quedar reducido a eso?.
La siwani aprovechó el gesto de la aparición para airear su propia copa de vino, la cual por cierto se encontraba mucho más vacía que la otra por mucho que no hubiera dejado de parlotear desde que se había internado en el casino.
—No... ¿Qué hizo durante la criba? —sus grandes pestañas de plumón parpadearon repetidas veces con un interés genuino por no esperarse que la varmana también tuviera que contar cosas al respecto. La verdad es que apreciaba mucho a Adam, pero si convertirlo en la comidilla en una noche que rezumaba magia y distensión por todas partes la ayudaba a distraerse que así fuera—. ¿Y solo salió al final de todo? ¿Después de lo que pasasteis con aquel tipo? —la francesa esbozó una mueca de contrariedad cuando escuchó la anécdota, probablemente consumida por algunos sorbos de más y una indignación que no le pertenecía tanto pero que escalaba muy bien cuando dos personas descubrían que podían criticar a alguien sin sentirse juzgadas. En aquel momento toda su postura denotaba entrega al chisme, sus ojos celestes danzaron incrédulos de un lugar a otro, y hasta logró soltar el vaso en la barra durante unos segundos, toda una hazaña.
Su talante tan solo se vio perturbado cuando observó el bailecillo de Kahlo para ejemplificar la actitud pomposa del grupo ante las muestras de conveniencia del ruso. No pudo evitar llevarse la mano a la boca con risas contenidas, recordando que se habían citado para divertirse y no solo para dejarse llevar por el rencor.
Lo único que la devolvió un poco a la realidad fue cuando llegaron a la parte del amante. Se permitió asentir con brevedad muda, pues sabía de buena mano lo descarado de ignorar a Maila durante tanto tiempo y le parecería hipócrita de su parte echar más leña al fuego. Por suerte el cambio de tema suavizó sus punzadas de culpabilidad y Fleur volvió a navegar sin demasiados remordimientos por los asuntos de otros. En este caso se aseguró de no sonar cruel porque lo que iba a contar le parecía demasiado delicado.
—Creo que están mal... muy mal... de hecho... —se permitió una pausa para dar un pequeño sorbito y contemplar desde la seguridad de su asiento una pequeña trifulca que parecía darse a lo lejos con el juego de la ruleta. Cuando prosiguió lo hizo con un tono mucho más afectuoso sobre Adam, pero que si Kahlo sabía descifrar entre líneas, podría averiguar lo mucho que le asqueaba la situación bajo la superficie—. Pero es que no sé mucho sobre él, se ha encerrado en sí mismo, bueno se ha encerrado en su habitación para ser exactos, su cuarto huele a establo depresivo... literalmente —concretó con una exhalación que pretendía ser ocurrente y divertida, pero que no fue más que un suspiro de compasión—. ¿Sabes qué me contó? Que quede entre nosotras... pero... antes de llegar a la ciudad mantenía sentimientos por un amigo suyo del pasado —los dedos de la joven caminaron con pesadumbre sobre la madera de la barra para finalmente posarse de manera fugaz sobre el brazo mecánico de la joven—. Bien... pues me confesó que ve a esta persona cada vez que mira a Chromsa a los ojos... cree que es parte de la razón por la que se enamoró de él... cielos, Kahlo... ¿Te imaginas algo más horrible que quedar reducido a eso?.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
26/10/24, 02:53 pm
Asintió con pequeños movimientos llenos de solemnidad a cada mirada sorprendida, a cada pregunta, con el gusto de estar generando una reacción. Kahlo ya estaba bien con el ruso, pero encontraba una suerte de camadería en el poder sincerarse de cosas que no había llegado a hablar con nadie. No era un tema lúgubre, solo sentimientos y cotilleos propios de la edad firmados por las leves risas y sorpresas de Fleur; una distracción, que era todo lo que necesitaba.
Al pasarle el micrófono invisible a Fleur su lenguaje corporal cambió por uno receptivo, más formal ya que el tema lo requería. Codo en barra, sus orejas bajaron ligeramente con lástima por la negativa, lo justo para que sus largos pendientes toparan con el plumón de su cuello. Cuando la francesa comentó el olor del cuarto del chico, sin embargo, estas tiraron para atrás con un asco que se le antojó cómico hasta a ella. No pudo evitar exhalar una pequeña risa y ladear la cabeza ligeramente a modo de asentimiento, pues por desgracia conocía el aroma. Había un exceso de hormonas, pezuñas y cuartos traseros en su generación.
—Y sigue teniendo las mismas costumbres por lo que veo —comentó fugazmente, mordaz.
Algo le pinchó en el diafragma, algo difícil de expresar. La debilidad de Adam le generaba una cadente apatía. No podía evitar compararse, como ella no se dejaba morir así a pesar de que, sin conocer el estado del ruso, consideraba tener más motivos para hacerlo. Los había tenido en la criba, no sería difícil que los tuviera ahora. Le había tocado al pobre Adam (no sin cierta manía) pagar el pato, pero para ser justos tal como estaba la varmana bien podría haber sido cualquiera que tuviese la osadía de estar peor que ella. Resopló por la nariz, y tan rápido la amenazó el enfado lo ahogó con un trago. Necesitaba evadirse, no reafirmarse.
—Por supuesto —cerró una cremallera invisible sobre sus labios al pedirle su amiga confidencialidad, orejas ahora rectas, atenta. La parte de mantener sentimientos por alguien era totalmente normal, todos tenían un pasado extenso fuera de Rocavarancolia y ninguno había tenido tiempo de despedirse, pero nada la habría preparado para una correlación así. Sus ojos se abrieron como lunas llenas a la vez que se echaba para atrás, tiesa en su taburete por la noticia—. ¿Qué?
Dejó la copa en la barra. El chisme saciaba más.
—O sea que… Santos —masculló, llevándose una mano al pecho, pensativa—. Chromsa es ¿un reemplazo? —preguntó por si no había entendido bien—. Madre mía Fleur… Y esto… ¿lo sabe Chromsa? —imaginaba que no, pero… Puso una mueca difícil, de preocupación y desagrado. No era algo en lo que pudieran meterse ellas, pero casi tenía ganas de sentar al fauno y hablar con él en petit comité. Se imaginaba a Edward confesando que le gustaba Bella por recordarle a su mejor amiga y se le agriaba la lengua—. Hmm, pero, ¿se le parece en cuerpo, en personalidad o…? —continuó en un intento de justificar a Adam, porque si era algo más inocente para cubrir la añoranza todavía podía entenderlo: “echo de menos a mi amante así que me busco otro”. Vale. Si era un sustituto de copipega, por otro lado… Ish—. ¿Qué sabes de Chromsa? ¿Has hablado con él?
Al pasarle el micrófono invisible a Fleur su lenguaje corporal cambió por uno receptivo, más formal ya que el tema lo requería. Codo en barra, sus orejas bajaron ligeramente con lástima por la negativa, lo justo para que sus largos pendientes toparan con el plumón de su cuello. Cuando la francesa comentó el olor del cuarto del chico, sin embargo, estas tiraron para atrás con un asco que se le antojó cómico hasta a ella. No pudo evitar exhalar una pequeña risa y ladear la cabeza ligeramente a modo de asentimiento, pues por desgracia conocía el aroma. Había un exceso de hormonas, pezuñas y cuartos traseros en su generación.
—Y sigue teniendo las mismas costumbres por lo que veo —comentó fugazmente, mordaz.
Algo le pinchó en el diafragma, algo difícil de expresar. La debilidad de Adam le generaba una cadente apatía. No podía evitar compararse, como ella no se dejaba morir así a pesar de que, sin conocer el estado del ruso, consideraba tener más motivos para hacerlo. Los había tenido en la criba, no sería difícil que los tuviera ahora. Le había tocado al pobre Adam (no sin cierta manía) pagar el pato, pero para ser justos tal como estaba la varmana bien podría haber sido cualquiera que tuviese la osadía de estar peor que ella. Resopló por la nariz, y tan rápido la amenazó el enfado lo ahogó con un trago. Necesitaba evadirse, no reafirmarse.
—Por supuesto —cerró una cremallera invisible sobre sus labios al pedirle su amiga confidencialidad, orejas ahora rectas, atenta. La parte de mantener sentimientos por alguien era totalmente normal, todos tenían un pasado extenso fuera de Rocavarancolia y ninguno había tenido tiempo de despedirse, pero nada la habría preparado para una correlación así. Sus ojos se abrieron como lunas llenas a la vez que se echaba para atrás, tiesa en su taburete por la noticia—. ¿Qué?
Dejó la copa en la barra. El chisme saciaba más.
—O sea que… Santos —masculló, llevándose una mano al pecho, pensativa—. Chromsa es ¿un reemplazo? —preguntó por si no había entendido bien—. Madre mía Fleur… Y esto… ¿lo sabe Chromsa? —imaginaba que no, pero… Puso una mueca difícil, de preocupación y desagrado. No era algo en lo que pudieran meterse ellas, pero casi tenía ganas de sentar al fauno y hablar con él en petit comité. Se imaginaba a Edward confesando que le gustaba Bella por recordarle a su mejor amiga y se le agriaba la lengua—. Hmm, pero, ¿se le parece en cuerpo, en personalidad o…? —continuó en un intento de justificar a Adam, porque si era algo más inocente para cubrir la añoranza todavía podía entenderlo: “echo de menos a mi amante así que me busco otro”. Vale. Si era un sustituto de copipega, por otro lado… Ish—. ¿Qué sabes de Chromsa? ¿Has hablado con él?
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
30/10/24, 06:15 pm
Fleur adoraba poder cotillear con Kahlo de vez en cuando. Una de las razones para hacerlo era su expresividad, que aunque elegante, no dejaba de resultarle cómica. La manera en que sus orejas tiraron hacia atrás al mencionar el cuarto de Adam, le arrancó una risa breve y seca poco parecida a la exhalación de su amiga. Luego se llevó las manos a la frente, sobrepasada y entretenida con sus comentarios mordaces. Le había quedado claro que ambas se estaban imaginando a la perfección aquel aroma.
El intercambio de información se sentía ameno y placentero, además de distendido. No solo le recordaba que podía encontrar a alguien más afín a su manera de ser que a las propias personas de su antiguo torreón, sino que podía contar con que nada de lo dicho saliera de allí. Una burbuja personal que no rompería ni siquiera por Maila. Así que al verla sellar sus labios con una cremallera invisible sonrió de corazón, entrando en el nuevo ánimo que acontecía.
La siwani dejó que asimilara toda la información de golpe, aprovechando que la granta se olvidaba su copa en la mesa debido al chisme para coger la suya propia y dar algunos sorbos que la alejaran de tal fatídica historia.
—Como un reemplazo... sí —confirmó de medio lado, los ojos celestes de la francesa revolotearon por todo el local antes de volver a los cremosos de Kahlo, visiblemente incómoda por las decisiones del pegaso. Su reacción no fue muy diferente a la que había imaginado una docena de veces cada vez que se proyectaba contándoselo. Aunque con el cuerpo enrarecido los hombros escuetos de la joven parecían más ligeros, no era su asunto personal pero se sentía mucho mejor compartiendo la carga—. Cuando me lo contó a mí... Chromsa no sabía nada... —una pausa para suspirar, se estaba contagiando muy rápido del tono pensativo de Kahlo— Yo le aconsejé que lo hiciera, merece saber la verdad pero... ya sabes... —sus cejas rubias eran muy suaves y a penas conformaban una línea, pero se contrariaron lo suficiente para no tener que expresar con palabras un:
"Ya sabes como es Adam. Cuando se encierra no tengo ni idea de lo que hace". Además a ella qué le iba a contar, había vivido toda una criba con el ruso.
—Ehm... —las dudas de la chica eran lógicas, pero eso no evitó que su propia bebida le supiera amarga. Decidió ser sincera del todo y no justificar a Adam en nada. Eso sí, tuvo que controlar una risa nerviosa y de pura histeria antes—. No no, en cuerpo, es mucho más turbio de lo que pensaba... —le daba igual tener que hacer memoria para ser todo lo veraz posible, la conversación lo requería—. Su cara, sus expresiones... no podía parar de pensar en él cada vez que le miraba... —arrugó la nariz, en un gesto que le pegaba muy poco—. Cielos, es peor cuando suena en voz alta.
Antes de volver a hablar la imagen del fauno ocupó toda su mente, notando pinchazos de tristeza al pensar en él.
—Creo que no sé mucho más que tú, seguro que está inmerso en sus hojas y sus creencias —esbozó una mueca triste, ojalá tenerle allí para que las dos pudieran decirle "Amigo date cuenta"—. No sé mucho de casi nadie... en realidad... estoy un poco desconectada. Todo está siendo tan extraño... —desde la resolución de los desaparecidos Fleur se había centrado en sí misma; en sus habilidades y en su magia. Lo acababa de expresar en voz alta como un grito a quizá poder sentirse identificada. Los meses después de la Luna Roja habían sido irónicamente más extraños que su etapa previa. Ahora se cruzaba con gente con la que mantenía una conexión pasada de supervivencia, pero con la que no tenía nada en común—. Pero espero que esté bien y que lo hablen... —las manos de la francesa se escurrieron por su cuello con suavidad, puede que para relajar sus cervicales, o como un gesto sutil que trataba de abrigarse ante la dificultad que desprendían las relaciones amorosas. Cuando volvió en sí habló desde otro ángulo, uno que comprendía como Siwani—. Al fin y al cabo las emociones que no expresas nunca mueren.
El intercambio de información se sentía ameno y placentero, además de distendido. No solo le recordaba que podía encontrar a alguien más afín a su manera de ser que a las propias personas de su antiguo torreón, sino que podía contar con que nada de lo dicho saliera de allí. Una burbuja personal que no rompería ni siquiera por Maila. Así que al verla sellar sus labios con una cremallera invisible sonrió de corazón, entrando en el nuevo ánimo que acontecía.
La siwani dejó que asimilara toda la información de golpe, aprovechando que la granta se olvidaba su copa en la mesa debido al chisme para coger la suya propia y dar algunos sorbos que la alejaran de tal fatídica historia.
—Como un reemplazo... sí —confirmó de medio lado, los ojos celestes de la francesa revolotearon por todo el local antes de volver a los cremosos de Kahlo, visiblemente incómoda por las decisiones del pegaso. Su reacción no fue muy diferente a la que había imaginado una docena de veces cada vez que se proyectaba contándoselo. Aunque con el cuerpo enrarecido los hombros escuetos de la joven parecían más ligeros, no era su asunto personal pero se sentía mucho mejor compartiendo la carga—. Cuando me lo contó a mí... Chromsa no sabía nada... —una pausa para suspirar, se estaba contagiando muy rápido del tono pensativo de Kahlo— Yo le aconsejé que lo hiciera, merece saber la verdad pero... ya sabes... —sus cejas rubias eran muy suaves y a penas conformaban una línea, pero se contrariaron lo suficiente para no tener que expresar con palabras un:
"Ya sabes como es Adam. Cuando se encierra no tengo ni idea de lo que hace". Además a ella qué le iba a contar, había vivido toda una criba con el ruso.
—Ehm... —las dudas de la chica eran lógicas, pero eso no evitó que su propia bebida le supiera amarga. Decidió ser sincera del todo y no justificar a Adam en nada. Eso sí, tuvo que controlar una risa nerviosa y de pura histeria antes—. No no, en cuerpo, es mucho más turbio de lo que pensaba... —le daba igual tener que hacer memoria para ser todo lo veraz posible, la conversación lo requería—. Su cara, sus expresiones... no podía parar de pensar en él cada vez que le miraba... —arrugó la nariz, en un gesto que le pegaba muy poco—. Cielos, es peor cuando suena en voz alta.
Antes de volver a hablar la imagen del fauno ocupó toda su mente, notando pinchazos de tristeza al pensar en él.
—Creo que no sé mucho más que tú, seguro que está inmerso en sus hojas y sus creencias —esbozó una mueca triste, ojalá tenerle allí para que las dos pudieran decirle "Amigo date cuenta"—. No sé mucho de casi nadie... en realidad... estoy un poco desconectada. Todo está siendo tan extraño... —desde la resolución de los desaparecidos Fleur se había centrado en sí misma; en sus habilidades y en su magia. Lo acababa de expresar en voz alta como un grito a quizá poder sentirse identificada. Los meses después de la Luna Roja habían sido irónicamente más extraños que su etapa previa. Ahora se cruzaba con gente con la que mantenía una conexión pasada de supervivencia, pero con la que no tenía nada en común—. Pero espero que esté bien y que lo hablen... —las manos de la francesa se escurrieron por su cuello con suavidad, puede que para relajar sus cervicales, o como un gesto sutil que trataba de abrigarse ante la dificultad que desprendían las relaciones amorosas. Cuando volvió en sí habló desde otro ángulo, uno que comprendía como Siwani—. Al fin y al cabo las emociones que no expresas nunca mueren.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
06/11/24, 07:13 pm
Los labios de Kahlo hicieron una fina línea disconforme, como si acabara de saborear algo que no llega a saber mal pero dista de estar bueno. Un toque rancio en un plato insulso con el que le daba la razón a Fleur: ya sabía como era Adam. Para ser justos, no era un tema fácil. Poniéndose en el rol del culpable ella no sabría como confesarle algo así a su pareja, y lo más probable es que prefiriera cortar sin dar explicaciones antes que enfrentarse a eso. No sabía que era peor. Claro que no era ella quien estaba contra espada y pared, y pronto el plato demostró estar mucho peor de lo que había pensado. Su ceño se frunció y sus labios se abrieron hasta enseñar dientes con visible disgusto, a la vez que su cuerpo se apartaba levemente de Fleur como si así pudiera escapar de la información.
—Santos del Necrolimbo.
Con la noticia tan fresca no le salía la bondad de creer que Adam hubiera desarrollado sentimientos genuinos por Chromsa en algún momento. Por supuesto entendía que todo aquello Fleur se lo contaba en un carácter privado, entre el humano y la varmana las cosas estaban bien y posiblemente no cambiaría como se dirigiese a él (tampoco iba a poner a su amiga en un aprieto), pero sí que marcaba un tope de cuánto quería inmiscuirse en los asuntos del pegaso, al menos hasta que él mismo se arreglase.
—Hm, suena mal hasta pensándolo —movió el brazo robótico hacia su copa, dando un sorbo breve solo para aclararse la garganta—. No lo entiendo.
“A lo mejor han hablado ya”. Había pasado un tiempo desde las cosas que la francesa le contaba, y en algo tendría que haberse notado, ¿no? Aunque bueno, lo mismo tendría que haberse notado durante la criba y ahí estaban. Quizás ellas podrían preguntarle en privado a Chromsa si…
Iba a decir algo, pero sus labios se quedaron a medias en la intención. La desconexión de Fleur trajo de vuelta la propia, así como un tema mucho más pesado del que no lograría escapar ni con todos los chismes de un año. Cerró la boca y la dejó continuar, volviendo al vino por nervio y no por sed, y aunque sus oídos la oían, su corazón ya estaba viajando a otra parte. El cuerpo no tardó en pedirle algo más que aire para llenar los pulmones, pero se abstuvo a alcanzar la cajetilla de tabaco tan pronto a riesgo de que el gesto le saliera desesperado.
—Sí, ojalá… —dijo vagamente, dejando la copa con suavidad estudiada, ahora mirando al frente.
Por las últimas palabras de su amiga le dio la impresión de que sabía algo y, paranoia o no, su ambiente cambió de chismorreo ligero a pesado interrogatorio. La había usado como tirita y había hecho bien su trabajo, pero lo cierto es que en ese instante la relación de Adam y Chromsa no podía importarle menos. Puso la mano sobre la cajita que yacía en la barra, tomó aire muy lenta, profunda y silenciosamente, el tipo de suspiro insuficiente que no quiere ser visto, y sacó un cigarro.
—Yo también he estado muy desconectada, no te preocupes —comentó mientras montaba la boquilla, el fino palito negro con el que fumaba—. He estado yendo y viniendo y… en fin ya sabes, preparándome para la tienda —encendió el cigarro con la runa de fuego simple que había tallado en uno de sus anillos (una de sus primeras virguerías) y luego dio la primera calada, permitiendo que el humo quemase parte del malestar antes de exhalar una risa no del todo sincera—. Cuanto más nerviosa me pongo más necesito ponerme a hacer cosas. Supongo que para distraerme, pero… —examinó la boquilla sin examinar nada. La minúscula sonrisa que había en su cara se borró—. No sé, estos días… han sido extraños, sí —silencio. Otra calada. Volteó la cara para mandar el humo en dirección contraria a Fleur—. Hmm. ¿Sabes algo de la nueva cosecha?
Hacía un buen rato no buscaba la mirada de su amiga; fuese vergüenza, miedo a que le leyera la mente con sus poderes o a saber, pero ahí, en última instancia, la miró.
“Tienes razón” pensó, “esta mierda de emociones no se mueren solas.”
—Santos del Necrolimbo.
Con la noticia tan fresca no le salía la bondad de creer que Adam hubiera desarrollado sentimientos genuinos por Chromsa en algún momento. Por supuesto entendía que todo aquello Fleur se lo contaba en un carácter privado, entre el humano y la varmana las cosas estaban bien y posiblemente no cambiaría como se dirigiese a él (tampoco iba a poner a su amiga en un aprieto), pero sí que marcaba un tope de cuánto quería inmiscuirse en los asuntos del pegaso, al menos hasta que él mismo se arreglase.
—Hm, suena mal hasta pensándolo —movió el brazo robótico hacia su copa, dando un sorbo breve solo para aclararse la garganta—. No lo entiendo.
“A lo mejor han hablado ya”. Había pasado un tiempo desde las cosas que la francesa le contaba, y en algo tendría que haberse notado, ¿no? Aunque bueno, lo mismo tendría que haberse notado durante la criba y ahí estaban. Quizás ellas podrían preguntarle en privado a Chromsa si…
Iba a decir algo, pero sus labios se quedaron a medias en la intención. La desconexión de Fleur trajo de vuelta la propia, así como un tema mucho más pesado del que no lograría escapar ni con todos los chismes de un año. Cerró la boca y la dejó continuar, volviendo al vino por nervio y no por sed, y aunque sus oídos la oían, su corazón ya estaba viajando a otra parte. El cuerpo no tardó en pedirle algo más que aire para llenar los pulmones, pero se abstuvo a alcanzar la cajetilla de tabaco tan pronto a riesgo de que el gesto le saliera desesperado.
—Sí, ojalá… —dijo vagamente, dejando la copa con suavidad estudiada, ahora mirando al frente.
Por las últimas palabras de su amiga le dio la impresión de que sabía algo y, paranoia o no, su ambiente cambió de chismorreo ligero a pesado interrogatorio. La había usado como tirita y había hecho bien su trabajo, pero lo cierto es que en ese instante la relación de Adam y Chromsa no podía importarle menos. Puso la mano sobre la cajita que yacía en la barra, tomó aire muy lenta, profunda y silenciosamente, el tipo de suspiro insuficiente que no quiere ser visto, y sacó un cigarro.
—Yo también he estado muy desconectada, no te preocupes —comentó mientras montaba la boquilla, el fino palito negro con el que fumaba—. He estado yendo y viniendo y… en fin ya sabes, preparándome para la tienda —encendió el cigarro con la runa de fuego simple que había tallado en uno de sus anillos (una de sus primeras virguerías) y luego dio la primera calada, permitiendo que el humo quemase parte del malestar antes de exhalar una risa no del todo sincera—. Cuanto más nerviosa me pongo más necesito ponerme a hacer cosas. Supongo que para distraerme, pero… —examinó la boquilla sin examinar nada. La minúscula sonrisa que había en su cara se borró—. No sé, estos días… han sido extraños, sí —silencio. Otra calada. Volteó la cara para mandar el humo en dirección contraria a Fleur—. Hmm. ¿Sabes algo de la nueva cosecha?
Hacía un buen rato no buscaba la mirada de su amiga; fuese vergüenza, miedo a que le leyera la mente con sus poderes o a saber, pero ahí, en última instancia, la miró.
“Tienes razón” pensó, “esta mierda de emociones no se mueren solas.”
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
10/11/24, 01:15 pm
El ceño fruncido de la joven y la manera en que enseñaba los dientes reavivó su animadversión por un tema que ya había procesado. Atisbar con tanta claridad aquella incomodidad en Kahlo resultaba contagioso, como el ambiente lúdico y ebrio que parecía extenderse de mesa en mesa por todo el casino, pero que no rozaba el ánimo de ninguna de las dos. Fleur se encontraba a gusto con una copa y una charla para ponerse al día, pues por mucho que Adam y sus amoríos fueran una comidilla amarga era mucho mejor que correr por su vida en cada esquina.
Aún así no comentó nada más al respecto. La granta tenía razón y se la cedió con un asentimiento de cabeza mudo. Sonaba mal hasta pensándolo y no había por dónde cogerlo. Sin embargo... ¿Qué es lo que pensarían sus compañeros de ella si supiera todo el daño egoísta que le había hecho a Maila? De todos sus amigos puede que Kahlo fuera precisamente la que se encontraba más al corriente, pero incluso a ella le había ahorrado los detalles más escabrosos. Fallar y jugar con los sentimientos de las personas era un error, estaba segura de eso, pero al menos en Rocavarancolia significaba que te mantenías viva.
Pronto el tema de conversación varió a uno mucho mas espeso y parecido a las volutas de humo que su amiga exhalaba en dirección contraria. La siwani recibió un tema que ella misma había propuesto sin pretensiones con esmerada neutralidad, sin esperar que de repente la pelota estuviera en su propio tejado. Al principio se tomó su tiempo para responder, admirando con un tinte hipnótico cómo preparaba la cajetilla y encendía el cigarro con lo que parecía una runa de fuego. Una sonrisa sincera advertía que se alegraba por su preparación para la tienda, pero se vio interrumpida de manera muy clara por la mención a algo que llevaba ignorando demasiado tiempo.
—Cielos, no —Kahlo llevaba un buen rato esquivando su mirada, por eso la francesa sintió que algo se le escurría entre las manos como si fuera agua cuando sus ojos cremosos se toparon con su tímido celeste. Desvió su atención a la humareda que flotaba con parsimonia tras las alas de la chica, ni siquiera deleitarse en esa visión la salvó de sentirse tan extraña—. La verdad... estoy tratando de evitarles por completo... —sus labios se sentían culpables al pronunciar esas palabras, pero le escocería la lengua si esgrimiera una mentira al expresar otra cosa—. Ni cómo son, ni de dónde vienen... ni siquiera sus nombres —suspiró, sus pestañas oscuras y pesadas parpadearon mucho más allá de las inmediaciones del local, cada vez que cerraba los ojos podía recordar el rostro de Iemai. Era irónico que, delante de alguien que podía hacerle olvidar, fuera la única persona con la que se esforzaría para que no se esfumara de su mente. Esa sería la única piedra que iba a cargar de su etapa como cosechada. Ninguna más—. En otra época estarían entre mis plegarias pero... —los dedos de la siwani se aferraron con suavidad alrededor de su copa, que sí que parecía olvidada sin acercarse a su boca durante varios minutos—. Me he dado cuenta que rezar por sus almas no va a salvarles, tampoco me salvó a mí —que estúpida se sentía implorando por un Dios que se quedó impasible cuando aquel lagarto le rompió las costillas contra una pared. No fue su divinidad la que intervino para ayudarla, sino la intrepidez de Toni, la urgencia comedida de Ulmara, Maila y su pasión por no despedirse para siempre...
Se aclaró la garganta, no le gustaba sentirse tan ajena y distante de sí misma.
—Quiero decir... ¿No es horrible? ¿Qué pasaría si intercedo por error? O todavía peor... ¿Y si se topan con un negocio por accidente? ¿Y si... lograran colarse sin querer en la "Serpiente de Seda", por ejemplo? —después de hacerse tantas preguntas para conciliar el sueño por las noches le sobrevino un silencio gélido, uno que transformó en pregunta ignorante pero al que tampoco le añadió florituras—. ¿Y tú, sabes algo?
Aún así no comentó nada más al respecto. La granta tenía razón y se la cedió con un asentimiento de cabeza mudo. Sonaba mal hasta pensándolo y no había por dónde cogerlo. Sin embargo... ¿Qué es lo que pensarían sus compañeros de ella si supiera todo el daño egoísta que le había hecho a Maila? De todos sus amigos puede que Kahlo fuera precisamente la que se encontraba más al corriente, pero incluso a ella le había ahorrado los detalles más escabrosos. Fallar y jugar con los sentimientos de las personas era un error, estaba segura de eso, pero al menos en Rocavarancolia significaba que te mantenías viva.
Pronto el tema de conversación varió a uno mucho mas espeso y parecido a las volutas de humo que su amiga exhalaba en dirección contraria. La siwani recibió un tema que ella misma había propuesto sin pretensiones con esmerada neutralidad, sin esperar que de repente la pelota estuviera en su propio tejado. Al principio se tomó su tiempo para responder, admirando con un tinte hipnótico cómo preparaba la cajetilla y encendía el cigarro con lo que parecía una runa de fuego. Una sonrisa sincera advertía que se alegraba por su preparación para la tienda, pero se vio interrumpida de manera muy clara por la mención a algo que llevaba ignorando demasiado tiempo.
—Cielos, no —Kahlo llevaba un buen rato esquivando su mirada, por eso la francesa sintió que algo se le escurría entre las manos como si fuera agua cuando sus ojos cremosos se toparon con su tímido celeste. Desvió su atención a la humareda que flotaba con parsimonia tras las alas de la chica, ni siquiera deleitarse en esa visión la salvó de sentirse tan extraña—. La verdad... estoy tratando de evitarles por completo... —sus labios se sentían culpables al pronunciar esas palabras, pero le escocería la lengua si esgrimiera una mentira al expresar otra cosa—. Ni cómo son, ni de dónde vienen... ni siquiera sus nombres —suspiró, sus pestañas oscuras y pesadas parpadearon mucho más allá de las inmediaciones del local, cada vez que cerraba los ojos podía recordar el rostro de Iemai. Era irónico que, delante de alguien que podía hacerle olvidar, fuera la única persona con la que se esforzaría para que no se esfumara de su mente. Esa sería la única piedra que iba a cargar de su etapa como cosechada. Ninguna más—. En otra época estarían entre mis plegarias pero... —los dedos de la siwani se aferraron con suavidad alrededor de su copa, que sí que parecía olvidada sin acercarse a su boca durante varios minutos—. Me he dado cuenta que rezar por sus almas no va a salvarles, tampoco me salvó a mí —que estúpida se sentía implorando por un Dios que se quedó impasible cuando aquel lagarto le rompió las costillas contra una pared. No fue su divinidad la que intervino para ayudarla, sino la intrepidez de Toni, la urgencia comedida de Ulmara, Maila y su pasión por no despedirse para siempre...
Se aclaró la garganta, no le gustaba sentirse tan ajena y distante de sí misma.
—Quiero decir... ¿No es horrible? ¿Qué pasaría si intercedo por error? O todavía peor... ¿Y si se topan con un negocio por accidente? ¿Y si... lograran colarse sin querer en la "Serpiente de Seda", por ejemplo? —después de hacerse tantas preguntas para conciliar el sueño por las noches le sobrevino un silencio gélido, uno que transformó en pregunta ignorante pero al que tampoco le añadió florituras—. ¿Y tú, sabes algo?
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
10/11/24, 10:33 pm
Escuchó, volviendo la mirada lentamente a las vetas de madera pulida en la barra, encontrando tanta calma como angustia en el hecho de que Fleur negase saber algo. No habría un “ay sí Kahlo, que mal, me he enterado de…”, no sería “la pobrecita”, no habría ánimos hirientes ni intentos de empatía para un dolor que solo era suyo. Sería ella y solo ella quien marcase las pautas de su propia noticia, pero-
Justamente era esa la peor parte. Que dependía por completo de ella contárselo.
—Haces bien —se coló a responder por lo bajo, rápido.
Dio otra calada, más fugaz y brusca que la anterior, pero intentó disimular su ansia exhalando lentamente. No añadiría más para no interrumpirla, no hasta que el humo consumiese sus peores energías, cuando al incendio no le quedase oxígeno y no tuviera otra que apagarse. Se acercó el cenicero y limpió ahí la punta del tabaco dando toques suaves desde la boquilla, viendo la ceniza caer mientras disfrutaba de la voz de Fleur como un programa de radio con el que compartía ideología. Cuando la chica le pasó la batuta, partiendo de pequeñas cosas que no le costaba responder, la aparición asintió. Compartía sus inseguridades a puntos insospechables.
—Dama Isis instaló unos hechizos- —hizo pequeños circulitos con la misma mano con la que sujetaba el tabaco mientras buscaba el término. Aunque hubiese sido la más bruja del torreón aún tenía términos con los que familiarizarse—, “disuasorios”, de modo que cuando gente indebida pase por allí podemos hacer que simplemente no vean la puerta. ¿No te has preguntado por qué nunca encontramos sitios tan grandes como el mercado cuando éramos… en fin, unos pobres desgraciados? —exhaló algo parecido a una risa queda—. Asi que por eso no te preocupes, cielo.
Tomó aire, esta vez sin nicotina en él.
—Nosotros nos encontramos con otro ciudadano antes de la Luna roja. Era granta, como yo —una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, genuina—. Y a su modo nos ayudó bastante, más o menos. Yo me alegré mucho de ver a otro varmano, pero… la verdad es que al principio no parecía muy contento de cruzarse con nosotros. Y entiendo porqué —suspiró una risa de nuevo—. La gente no quería vernos. Supongo que es algo que vas normalizando con los años: salir a la calle sabiendo que puedes encontrarte con chiquillos como fuiste tú, que lo mismo mueren mañana… —“y no puedes hacer nada”. Su voz se fue perdiendo, y antes de que se notase demasiado se humedeció los labios—. En fin.
Dio otra calada, profunda, consumiendo ya la mitad del cigarrillo. Kahlo no era ninguna Santa, ese tema no le inquietaría tanto de no ser por el caso concreto que vivía, después de todo ¿qué diferencia había tras una vida siendo rica, metida en una burbuja dorada donde ignoraba los problemas del 90% de la población? Antes de Rocavarancolia ella jamás había pasado hambre, ni había tenido que preocuparse por poder ir al colegio, ni de tener que empezar a trabajar a los 8 años, de morir en una fábrica… por decir solo unos cuantos ejemplos. Pero es verdad que había un trecho entre ser un mínimo consciente de tu alrededor y abusar de la realidad.
—A mi también me habría gustado no saber nada de ellos. Creo que es lo más sano —respondió finalmente—. Necesitaba hablar contigo sobre algo relacionado a esto, Fleur… Hace… Hace cuatro días vino Zarpa a buscarme. La chica que me secuestró a mi hace un año —habría dicho “quien me trajo”, pero el odio estaba implícito en las formas—. Balera, (blanca, pelo azul), muda, con cara de… da igual —sacudió la cabeza; los nervios le hacían dar vueltas—. Esa.
El malestar comenzaba a apoderarse de ella. Su voz era mustia, y cuando el tabaco no estaba cerca de sus labios su muñeca daba toques rítmicos involuntarios sobre cenicero. El anillo en el dedo índice de su mano izquierda, en reposo sobre su falda, giraba de forma casi constante empujado por el pulgar. A poco era solo eso y no estaba liberando toxinas aún.
Justamente era esa la peor parte. Que dependía por completo de ella contárselo.
—Haces bien —se coló a responder por lo bajo, rápido.
Dio otra calada, más fugaz y brusca que la anterior, pero intentó disimular su ansia exhalando lentamente. No añadiría más para no interrumpirla, no hasta que el humo consumiese sus peores energías, cuando al incendio no le quedase oxígeno y no tuviera otra que apagarse. Se acercó el cenicero y limpió ahí la punta del tabaco dando toques suaves desde la boquilla, viendo la ceniza caer mientras disfrutaba de la voz de Fleur como un programa de radio con el que compartía ideología. Cuando la chica le pasó la batuta, partiendo de pequeñas cosas que no le costaba responder, la aparición asintió. Compartía sus inseguridades a puntos insospechables.
—Dama Isis instaló unos hechizos- —hizo pequeños circulitos con la misma mano con la que sujetaba el tabaco mientras buscaba el término. Aunque hubiese sido la más bruja del torreón aún tenía términos con los que familiarizarse—, “disuasorios”, de modo que cuando gente indebida pase por allí podemos hacer que simplemente no vean la puerta. ¿No te has preguntado por qué nunca encontramos sitios tan grandes como el mercado cuando éramos… en fin, unos pobres desgraciados? —exhaló algo parecido a una risa queda—. Asi que por eso no te preocupes, cielo.
Tomó aire, esta vez sin nicotina en él.
—Nosotros nos encontramos con otro ciudadano antes de la Luna roja. Era granta, como yo —una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, genuina—. Y a su modo nos ayudó bastante, más o menos. Yo me alegré mucho de ver a otro varmano, pero… la verdad es que al principio no parecía muy contento de cruzarse con nosotros. Y entiendo porqué —suspiró una risa de nuevo—. La gente no quería vernos. Supongo que es algo que vas normalizando con los años: salir a la calle sabiendo que puedes encontrarte con chiquillos como fuiste tú, que lo mismo mueren mañana… —“y no puedes hacer nada”. Su voz se fue perdiendo, y antes de que se notase demasiado se humedeció los labios—. En fin.
Dio otra calada, profunda, consumiendo ya la mitad del cigarrillo. Kahlo no era ninguna Santa, ese tema no le inquietaría tanto de no ser por el caso concreto que vivía, después de todo ¿qué diferencia había tras una vida siendo rica, metida en una burbuja dorada donde ignoraba los problemas del 90% de la población? Antes de Rocavarancolia ella jamás había pasado hambre, ni había tenido que preocuparse por poder ir al colegio, ni de tener que empezar a trabajar a los 8 años, de morir en una fábrica… por decir solo unos cuantos ejemplos. Pero es verdad que había un trecho entre ser un mínimo consciente de tu alrededor y abusar de la realidad.
—A mi también me habría gustado no saber nada de ellos. Creo que es lo más sano —respondió finalmente—. Necesitaba hablar contigo sobre algo relacionado a esto, Fleur… Hace… Hace cuatro días vino Zarpa a buscarme. La chica que me secuestró a mi hace un año —habría dicho “quien me trajo”, pero el odio estaba implícito en las formas—. Balera, (blanca, pelo azul), muda, con cara de… da igual —sacudió la cabeza; los nervios le hacían dar vueltas—. Esa.
El malestar comenzaba a apoderarse de ella. Su voz era mustia, y cuando el tabaco no estaba cerca de sus labios su muñeca daba toques rítmicos involuntarios sobre cenicero. El anillo en el dedo índice de su mano izquierda, en reposo sobre su falda, giraba de forma casi constante empujado por el pulgar. A poco era solo eso y no estaba liberando toxinas aún.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
12/11/24, 11:18 am
A Fleur le habría gustado recibir algo más que le indicara que no estaba cometiendo un error al mantenerse tan al margen de la cosecha. Pero se conformó con los asentimientos de la aparición nocturna y con el pequeño "haces bien" que le dedicó. Contuvo un suspiro de alivio al oírlo, apenas dos palabras que le sentaban como un bálsamo ante unas quemaduras provocadas por el fuego de su propia indiferencia. Tampoco podía culparla por no obtener exactamente lo que deseaba oír. Además, entre calada y calada, la varmana se le antojaba más taciturna de lo normal.
—Oh, ehm, desde luego —el rubor se le subió a las mejillas como un parásito avergonzado. No podía evitar sentirse un poco tonta con la explicación de los hechizos disuasorios que había instalado Dama Isis. Para más inri, debía ser algo general que la mayoría de negocios aplicaba. La risa queda de la otra joven, no obstante, le permitió coger aire a la vez que la otra chica como si estuviera dándole una calada al vacío, para finalmente exhalar una risa confusa y estropeada—. Tiene todo el sentido del mundo.
Con una mano sosteniendo su cabeza y su corona de plumas y la otra tamborileando sobre la madera, escuchó atentamente el relato que se le ofrecía. Su boca esbozó una pequeña sonrisa por pura empatía cuando su amiga dibujó primero la suya al detenerse en el origen del ciudadano del que hablaba: Otro granta.
—Sí, entiendo bien lo que dices... —la mente de la Siwani navegaba por ríos de resignación, entendiendo que la persona que tenía justo en frente había saltado directamente a la parte de los rápidos y las cascadas turbulentas. Aún expresando reflexiones a las que ella misma había llegado, escucharlas de su aliento con la naturalidad con la que lo hacía despertaba en Fleur pequeñas punzadas de admiración—. Nosotros... también tuvimos un encuentro parecido —comenzó a decir, la voz de la francesa continuaba aquel tono nostálgico pero de desprendimiento a la vez, un recuerdo casi igual de consumido que ese cigarrillo—. Una chica con trenza, bajita, portaba un arco a la espalda —las comisuras se alzaron para corroborar lo absurdo que le parecía lo siguiente—. Al principio la confundimos con uno de los nuestros —otra risa aflorada y contenida, que ahogó en un sorbo de su copa—. No tenía plumas, ni alas de mariposa, ni se transformó en un caballo —ese era el punto exacto que tanto conflicto le generaba. Se había pasado meses y meses deseando sobrevivir a la Luna Roja para darse cuenta de que en el fondo, no era muy diferente de los chiquillos que ahora mismo estarían correteando por ahí. Sencillamente, era un hecho aterrador—. Tampoco parecía muy contenta de vernos.
Y lo entendía.
Lo que no comprendió fue el rumbo que tomó la conversación. Fleur se reclinó en su asiento, acercando el pompis más al borde de la silla para focalizar su atención en esa primera frase tan delatadora: "A mi también me habría gustado no saber nada de ellos."
—Claro, puedes contarme lo que sea —añadió en voz baja, lo suficiente rápido como para no interrumpirla. Sus ojos celestes se movieron con lentitud, sin entender por qué una cosechadora la buscaría tanto tiempo después. Negó con suavidad ante la descripción y su cabello rubio se agitó un poco—. No... me suena, lo siento —ni siquiera con ese odio implícito le ponía cara, aunque estaba segura de que en algún momento debían haberse cruzado, solo que tanto tiempo recluida en sus estudios y su habitación le dificultaba retener rostros con los que no había convivido—. Pero... —la voz de la aparición nocturna se tornaba mustia, apresada quizás por un malestar todavía desconocido.
Deslizó su mano hasta la muñeca libre con la que no anduviera fumando, tratando de aportar consuelo con una leve caricia de sus dedos sin importar si lo que encontraba en ese gesto tenía tacto metálico o no. De ser un gato, su pelaje se encontraría completamente erizado. Más lo único que pudo hacer fue graznar sin sentido más perdida que un cisne en un garaje.
—Kahlo... ¿Qué ocurre?.
—Oh, ehm, desde luego —el rubor se le subió a las mejillas como un parásito avergonzado. No podía evitar sentirse un poco tonta con la explicación de los hechizos disuasorios que había instalado Dama Isis. Para más inri, debía ser algo general que la mayoría de negocios aplicaba. La risa queda de la otra joven, no obstante, le permitió coger aire a la vez que la otra chica como si estuviera dándole una calada al vacío, para finalmente exhalar una risa confusa y estropeada—. Tiene todo el sentido del mundo.
Con una mano sosteniendo su cabeza y su corona de plumas y la otra tamborileando sobre la madera, escuchó atentamente el relato que se le ofrecía. Su boca esbozó una pequeña sonrisa por pura empatía cuando su amiga dibujó primero la suya al detenerse en el origen del ciudadano del que hablaba: Otro granta.
—Sí, entiendo bien lo que dices... —la mente de la Siwani navegaba por ríos de resignación, entendiendo que la persona que tenía justo en frente había saltado directamente a la parte de los rápidos y las cascadas turbulentas. Aún expresando reflexiones a las que ella misma había llegado, escucharlas de su aliento con la naturalidad con la que lo hacía despertaba en Fleur pequeñas punzadas de admiración—. Nosotros... también tuvimos un encuentro parecido —comenzó a decir, la voz de la francesa continuaba aquel tono nostálgico pero de desprendimiento a la vez, un recuerdo casi igual de consumido que ese cigarrillo—. Una chica con trenza, bajita, portaba un arco a la espalda —las comisuras se alzaron para corroborar lo absurdo que le parecía lo siguiente—. Al principio la confundimos con uno de los nuestros —otra risa aflorada y contenida, que ahogó en un sorbo de su copa—. No tenía plumas, ni alas de mariposa, ni se transformó en un caballo —ese era el punto exacto que tanto conflicto le generaba. Se había pasado meses y meses deseando sobrevivir a la Luna Roja para darse cuenta de que en el fondo, no era muy diferente de los chiquillos que ahora mismo estarían correteando por ahí. Sencillamente, era un hecho aterrador—. Tampoco parecía muy contenta de vernos.
Y lo entendía.
Lo que no comprendió fue el rumbo que tomó la conversación. Fleur se reclinó en su asiento, acercando el pompis más al borde de la silla para focalizar su atención en esa primera frase tan delatadora: "A mi también me habría gustado no saber nada de ellos."
—Claro, puedes contarme lo que sea —añadió en voz baja, lo suficiente rápido como para no interrumpirla. Sus ojos celestes se movieron con lentitud, sin entender por qué una cosechadora la buscaría tanto tiempo después. Negó con suavidad ante la descripción y su cabello rubio se agitó un poco—. No... me suena, lo siento —ni siquiera con ese odio implícito le ponía cara, aunque estaba segura de que en algún momento debían haberse cruzado, solo que tanto tiempo recluida en sus estudios y su habitación le dificultaba retener rostros con los que no había convivido—. Pero... —la voz de la aparición nocturna se tornaba mustia, apresada quizás por un malestar todavía desconocido.
Deslizó su mano hasta la muñeca libre con la que no anduviera fumando, tratando de aportar consuelo con una leve caricia de sus dedos sin importar si lo que encontraba en ese gesto tenía tacto metálico o no. De ser un gato, su pelaje se encontraría completamente erizado. Más lo único que pudo hacer fue graznar sin sentido más perdida que un cisne en un garaje.
—Kahlo... ¿Qué ocurre?.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
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Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
12/11/24, 07:27 pm
Kahlo se tensó por un momento, maldiciendo el tema que había ido a sacar al darse cuenta tarde de su error. Sabía lo que había pasado con Iemai, había conocido personalmente a la joven y por supuesto sabía del encuentro que habían tenido por ella con otro ciudadano, por eso entre que Fleur hablaba o no temió haber metido la pata. Fue cuestión de meros segundos, ya que por suerte no era el protagonista del incidente a quien la francesa mencionaba, pero no ser tan lógica y prudente como de costumbre resultaba frustrante.
—No les culpo —le concedió con media sonrisa.
Ya había hecho la introducción, no podía quedarse a medias tintas. Había a quien le funcionaba soltarlo de una sin anestesia, como saltar de golpe a la piscina para no sufrir el frío, pero ella no era de esas. Kahlo necesitaba atemplarse poco a poco, incluso si eso implicaba tiritar desde el principio. Y lo peor es que, incluso con el agua por las clavículas, la granta todavía se preguntaba si no estaría a tiempo de sacar otro tema para no hundir aún la cabeza. El tacto de Fleur era indicativo a que no tenía otra.
—Da igual —dio una calada lenta, profunda, mientras hallaba algo de alegría en la nicotina y en la vívida cara de estúpida que se le había quedado a la balera tras el primer bofetón. En vista de que no recordaba lo ocurrido la aparición se había tomado las libertades de abofetearla una segunda. El dolor no lo olvidaría tan fácilmente. Con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, tan fugaz como una estrella de los deseos, exhaló una nube densa como la bocanada de un dragón—. Lo importante es que es quien se encarga de traer varmanos a Rocavarancolia.
No apartó la mano por voluntad fundida en acero, mas lo primero que le nacía era alejarla de la de su amiga. Kahlo no era una persona muy física, pero tampoco podría hacerle el feo a Fleur ni queriendo. A pesar de la buena fe, la caricia de la humana pesaba y apretaba para que las palabras salieran de su boca.
—Me dijo que había estado en mi casa, en Bermellón, y… —hubo un pequeño delay entre sus palabras y sus pensamientos—. Se ha traido a mi hermano, Fleur. Han cosechado a mi hermano.
La fría zambullida. Sin soltar el cigarro ni mirar a su amiga, apartó la mano suavemente con la excusa de coger la copa y dar un trago. De alguna forma los nervios se disiparon, como el último rayo de una tormenta. Le dolían los oídos e incluso los pulmones, pero tras decir aquello no la embargó la tristeza, ni la rabia o el miedo. Solo se sintió hueca.
—Fui a verlos hace tres días, cuando salieron de las mazmorras —pestañeó varias veces. No iba a llorar, no—. Un grupito muy variopinto, lleno de niños y chicos lindos. Ni siquiera sé que tanto te he hablado de él… —suspiró por la nariz, imperceptible, perdiendo la vista en la nada de sus piernas con una sonrisa vacía. Fuera de la difícil herencia soltaba tan poca prenda de su familia que casi se sentía estúpida por darle “tanta” importancia—. No sé. Perdona —sacudió la cabeza para centrarse—. Necesitaba contárselo a alguien.
Solo que ese alguien solo podía ser ella, ya que a la vez no quería que nadie más lo supiera.
—No les culpo —le concedió con media sonrisa.
Ya había hecho la introducción, no podía quedarse a medias tintas. Había a quien le funcionaba soltarlo de una sin anestesia, como saltar de golpe a la piscina para no sufrir el frío, pero ella no era de esas. Kahlo necesitaba atemplarse poco a poco, incluso si eso implicaba tiritar desde el principio. Y lo peor es que, incluso con el agua por las clavículas, la granta todavía se preguntaba si no estaría a tiempo de sacar otro tema para no hundir aún la cabeza. El tacto de Fleur era indicativo a que no tenía otra.
—Da igual —dio una calada lenta, profunda, mientras hallaba algo de alegría en la nicotina y en la vívida cara de estúpida que se le había quedado a la balera tras el primer bofetón. En vista de que no recordaba lo ocurrido la aparición se había tomado las libertades de abofetearla una segunda. El dolor no lo olvidaría tan fácilmente. Con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, tan fugaz como una estrella de los deseos, exhaló una nube densa como la bocanada de un dragón—. Lo importante es que es quien se encarga de traer varmanos a Rocavarancolia.
No apartó la mano por voluntad fundida en acero, mas lo primero que le nacía era alejarla de la de su amiga. Kahlo no era una persona muy física, pero tampoco podría hacerle el feo a Fleur ni queriendo. A pesar de la buena fe, la caricia de la humana pesaba y apretaba para que las palabras salieran de su boca.
—Me dijo que había estado en mi casa, en Bermellón, y… —hubo un pequeño delay entre sus palabras y sus pensamientos—. Se ha traido a mi hermano, Fleur. Han cosechado a mi hermano.
La fría zambullida. Sin soltar el cigarro ni mirar a su amiga, apartó la mano suavemente con la excusa de coger la copa y dar un trago. De alguna forma los nervios se disiparon, como el último rayo de una tormenta. Le dolían los oídos e incluso los pulmones, pero tras decir aquello no la embargó la tristeza, ni la rabia o el miedo. Solo se sintió hueca.
—Fui a verlos hace tres días, cuando salieron de las mazmorras —pestañeó varias veces. No iba a llorar, no—. Un grupito muy variopinto, lleno de niños y chicos lindos. Ni siquiera sé que tanto te he hablado de él… —suspiró por la nariz, imperceptible, perdiendo la vista en la nada de sus piernas con una sonrisa vacía. Fuera de la difícil herencia soltaba tan poca prenda de su familia que casi se sentía estúpida por darle “tanta” importancia—. No sé. Perdona —sacudió la cabeza para centrarse—. Necesitaba contárselo a alguien.
Solo que ese alguien solo podía ser ella, ya que a la vez no quería que nadie más lo supiera.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
14/11/24, 12:48 pm
La tensión comenzaba a acumularse en su cuerpo mientras la última calada de Kahlo se le hacía eterna. Aquella nube exhalada fue tan densa y críptica como sus siguientes palabras. Si la granta identificaba la bocanada de un dragón, por su parte solo se trataba de un manto de niebla tan espeso que impedía que viera las copas de los árboles. Solo le daban ganas de cortar todos esos troncos con una motosierra gigante y zarandear a su amiga para que no se demorara tanto en abrir esa puerta. Pero como era una persona decorosa permaneció paciente y serena a pesar de no entender absolutamente nada.
Los ojos de la siwani, fríos y paralizados, demostraron su confusión. Zarpa era la encargada de traer varmanos a Rocavarancolia, de acuerdo. ¿Es que le estaba dando problemas? ¿No tenía suficiente con haberla secuestrado?
Demonios.
La noticia llegó de golpe. Lejos de sentirse todo lo ajena que le gustaría la siwani sintió como si alguien le colara una bola de aguanieve entre los pliegues de su ropa y el cuello, cual novatada de universidad. Casi agradeció que la aparición apartara su mano para tomar su copa porque no habría sabido que hacer con la suya en los próximos segundos. Lo más probable es que su extremidad se hubiera quedado tan muerta como su aliento inexistente.
Lo peor de todo fue que Kahlo sostuvo su mirada con la misma quietud con la que agarraba el cigarro. ¿Su hermano? ¿Su hermano mellizo? ¿En la ciudad?.
Guardó silencio, uno visiblemente incómodo. Al final asumió una clara derrota parpadeando repetidamente y desviando su atención a cualquier otra cosa que no fuera ese océano cremoso que no expresaba tristeza ni rabia. Solo vacío.
La información rulaba por su mente como un virus. Como hija única que era ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que años más tarde uno de sus familiares pudiera correr el mismo destino que unos desgraciados como ellos. De manera egoísta la primera punzada de horror no vino por Lonhelm —así creía que se llamaba el chico— sino por los hermanos de Maila. Pensar en Mana asustada y completamente indefensa en la ciudad era una losa demasiado pesada. No quería imaginarse cómo debía ser esa sensación en la piel de Kahlo.
—No, no, gracias por contármelo —solo cuando escuchó su pequeña disculpa fue capaz de reaccionar, más de manera mecánica que porque se le ocurriera algo que decir. Suspiró, intuía por la clase de persona que tenía en frente que no deseaba escuchar palabras vacías, tampoco le parecía adecuado empatizar demasiado y hacer que las emociones, tanto si su amiga las tenía controladas como si no, salieran a flote—. Creo que vamos a necesitar más copas —bromeó, con una sonrisa mustia y descolorida. Fue capaz de cruzar una pierna sobre la otra para terminar de recomponerse—. O una calada.
¿Qué podía hacer? Su naturaleza le instaba a usar su don como un bálsamo reparador. Sería tan fácil que escoger cualquier otra alternativa era tomar un camino sinuoso y lleno de subidas y bajadas. Pero era lo humano, y lo correcto. Además, se había prometido así misma no usar sus habilidades en sus amigos de no ser estrictamente necesario. Y era bastante probable que la varmana sintiera algo extraño en su interior, más si cabe si al llegar a su habitación regresaban sus emociones originales.
—Cielos, Kahlo... —tampoco podía disimular la gravedad de los hechos. Fleur deslizó sus dedos por algunas de las plumas de su cabeza, buscando quizá una respuesta a medida—. ¿Está... bien? ¿Sabes si han encontrado refugio? —había pasado de no querer vincularse de ninguna manera a querer saberlo todo de los nuevos cosechados. Aunque fuera por determinar cuáles eran las probabilidades que tenía.
—¿Qué... vas a hacer? —dejó caer los hombros y dio un último sorbo a su bebida ya vacía. El alcohol le supo tan amargo en sus labios como la certeza de que no podía hacer nada. Solo ser una mera espectadora.
Los ojos de la siwani, fríos y paralizados, demostraron su confusión. Zarpa era la encargada de traer varmanos a Rocavarancolia, de acuerdo. ¿Es que le estaba dando problemas? ¿No tenía suficiente con haberla secuestrado?
Demonios.
La noticia llegó de golpe. Lejos de sentirse todo lo ajena que le gustaría la siwani sintió como si alguien le colara una bola de aguanieve entre los pliegues de su ropa y el cuello, cual novatada de universidad. Casi agradeció que la aparición apartara su mano para tomar su copa porque no habría sabido que hacer con la suya en los próximos segundos. Lo más probable es que su extremidad se hubiera quedado tan muerta como su aliento inexistente.
Lo peor de todo fue que Kahlo sostuvo su mirada con la misma quietud con la que agarraba el cigarro. ¿Su hermano? ¿Su hermano mellizo? ¿En la ciudad?.
Guardó silencio, uno visiblemente incómodo. Al final asumió una clara derrota parpadeando repetidamente y desviando su atención a cualquier otra cosa que no fuera ese océano cremoso que no expresaba tristeza ni rabia. Solo vacío.
La información rulaba por su mente como un virus. Como hija única que era ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que años más tarde uno de sus familiares pudiera correr el mismo destino que unos desgraciados como ellos. De manera egoísta la primera punzada de horror no vino por Lonhelm —así creía que se llamaba el chico— sino por los hermanos de Maila. Pensar en Mana asustada y completamente indefensa en la ciudad era una losa demasiado pesada. No quería imaginarse cómo debía ser esa sensación en la piel de Kahlo.
—No, no, gracias por contármelo —solo cuando escuchó su pequeña disculpa fue capaz de reaccionar, más de manera mecánica que porque se le ocurriera algo que decir. Suspiró, intuía por la clase de persona que tenía en frente que no deseaba escuchar palabras vacías, tampoco le parecía adecuado empatizar demasiado y hacer que las emociones, tanto si su amiga las tenía controladas como si no, salieran a flote—. Creo que vamos a necesitar más copas —bromeó, con una sonrisa mustia y descolorida. Fue capaz de cruzar una pierna sobre la otra para terminar de recomponerse—. O una calada.
¿Qué podía hacer? Su naturaleza le instaba a usar su don como un bálsamo reparador. Sería tan fácil que escoger cualquier otra alternativa era tomar un camino sinuoso y lleno de subidas y bajadas. Pero era lo humano, y lo correcto. Además, se había prometido así misma no usar sus habilidades en sus amigos de no ser estrictamente necesario. Y era bastante probable que la varmana sintiera algo extraño en su interior, más si cabe si al llegar a su habitación regresaban sus emociones originales.
—Cielos, Kahlo... —tampoco podía disimular la gravedad de los hechos. Fleur deslizó sus dedos por algunas de las plumas de su cabeza, buscando quizá una respuesta a medida—. ¿Está... bien? ¿Sabes si han encontrado refugio? —había pasado de no querer vincularse de ninguna manera a querer saberlo todo de los nuevos cosechados. Aunque fuera por determinar cuáles eran las probabilidades que tenía.
—¿Qué... vas a hacer? —dejó caer los hombros y dio un último sorbo a su bebida ya vacía. El alcohol le supo tan amargo en sus labios como la certeza de que no podía hacer nada. Solo ser una mera espectadora.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Lo que se dice en el casino, se queda en el casino
19/11/24, 05:28 pm
A la broma de Fleur la acompañó una exhalación suya, una vaguísima risa de aprobación. Haciendo honores a la propuesta de su amiga, Kahlo dio una calada honda y pausada en una calma llena de agujas. Del cigarro apenas quedaba una uña, asi que habiendo aprovechado al máximo lo que daba, la granta puso fin a su vida aplastándolo contra el cenicero. Quitó los restos de la boquilla y la dejó sobre la mesa, haciendo protagonista ahora a su copa de vino.
—Hm –fue todo lo que en un principio le concedió. Todavía no la miraba, ni lo haría en un buen rato. Sus ojos seguían vagando en las vetas de la madera o el vaivén del vino tinto en su copa, porque no estaba mentalizada para ninguna muestra de empatía. Sentirse desgraciada le era común, pero de ahí a que le agradase dar lástima había un viaje—. Se han asentado en vuestro torreón. En Sendar.
Sin prisa, regodeándose en la paz del proceso, Kahlo empezó a preparar otro cigarro para colocar en la boquilla mientras pensaba en la pregunta de Fleur. No estaba bien, eso era estúpido responderlo, pero... ¿Qué iba a hacer?
—Mirar. ¿Qué otra cosa tengo? No puedo ayudar, no puedo salvarle, solo puedo vigilar que no se haya muerto —los nervios volvían poco a poco, como espuma de mar en oleaje suave, por lo que no tardó en prevenirlos encendiendo el cigarro. La calada que le dio fue casi desesperada—. Lo odio —confesó, expulsando el humo a un lado sin apenas mover la cabeza—. Odio que esté aquí, odio tener que seguirlos, odio verlos, pero... odiaría más no saber que le pasa y encontrarme un día que simplemente está- muerto.
Pero había más que bondad por el bienestar de su mellizo. No era lo único que odiaba de su presencia en Rocavarancolia, aunque Kahlo no se atrevía a demostrar esa faceta suya tan pronto. Chasqueó la lengua y suspiró extensamente, alternando el tabaco con un trago. Levantada la liebre, que mas daba que Fleur la viera acudiendo a tantos psicoactivos.
—Es enfermizo —continuó por lo bajo, secretiva—. Lo que estoy haciendo es de masoquistas. Si hago algo me matan. Si no hago nada lo mismo se muere él —rio sin gracia alguna—. Ni siquiera sé si me recuerda y no quiero ni acercarme a hablar con ellos.
Se mordió el labio, suspirando una vez más. Lo sentía por su amiga: de estar en su lugar no sabría bajo que piedra esconderse. Al ver la copa de la francesa y encontrarla vacía le hizo un gesto al barista para pedir otra. Si ella no la quería ya le daría buen uso.
—¿Fumas? —le preguntó después, haciendo por fin contacto visual y ofreciéndole con un vago movimiento de muñeca su tabaco. Sus ojos crema apenas brillaban.
—Hm –fue todo lo que en un principio le concedió. Todavía no la miraba, ni lo haría en un buen rato. Sus ojos seguían vagando en las vetas de la madera o el vaivén del vino tinto en su copa, porque no estaba mentalizada para ninguna muestra de empatía. Sentirse desgraciada le era común, pero de ahí a que le agradase dar lástima había un viaje—. Se han asentado en vuestro torreón. En Sendar.
Sin prisa, regodeándose en la paz del proceso, Kahlo empezó a preparar otro cigarro para colocar en la boquilla mientras pensaba en la pregunta de Fleur. No estaba bien, eso era estúpido responderlo, pero... ¿Qué iba a hacer?
—Mirar. ¿Qué otra cosa tengo? No puedo ayudar, no puedo salvarle, solo puedo vigilar que no se haya muerto —los nervios volvían poco a poco, como espuma de mar en oleaje suave, por lo que no tardó en prevenirlos encendiendo el cigarro. La calada que le dio fue casi desesperada—. Lo odio —confesó, expulsando el humo a un lado sin apenas mover la cabeza—. Odio que esté aquí, odio tener que seguirlos, odio verlos, pero... odiaría más no saber que le pasa y encontrarme un día que simplemente está- muerto.
Pero había más que bondad por el bienestar de su mellizo. No era lo único que odiaba de su presencia en Rocavarancolia, aunque Kahlo no se atrevía a demostrar esa faceta suya tan pronto. Chasqueó la lengua y suspiró extensamente, alternando el tabaco con un trago. Levantada la liebre, que mas daba que Fleur la viera acudiendo a tantos psicoactivos.
—Es enfermizo —continuó por lo bajo, secretiva—. Lo que estoy haciendo es de masoquistas. Si hago algo me matan. Si no hago nada lo mismo se muere él —rio sin gracia alguna—. Ni siquiera sé si me recuerda y no quiero ni acercarme a hablar con ellos.
Se mordió el labio, suspirando una vez más. Lo sentía por su amiga: de estar en su lugar no sabría bajo que piedra esconderse. Al ver la copa de la francesa y encontrarla vacía le hizo un gesto al barista para pedir otra. Si ella no la quería ya le daría buen uso.
—¿Fumas? —le preguntó después, haciendo por fin contacto visual y ofreciéndole con un vago movimiento de muñeca su tabaco. Sus ojos crema apenas brillaban.
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