El Cuchitril

No le fue muy difícil dar con el nigromante, a pesar de que parecía que ese tipo de hechiceros no abundaban en la ciudad. El primero del que oyó hablar era un miembro del consejo, por lo que quedó automáticamente descartado. Este otro, un tal Koval, parecía más accesible, un miembro de un conocido grupo de mercenarios de la ciudad. En el tiempo que tuvo hasta encontrarlo también pudo conseguir un hechizo de conservación un poco más decente, para no hacer el ridículo delante del nigromante. Era consciente de que por ahora sólo era una novata, y quería dar buena impresión (por eso ese día se presentó con una elaborada trenza de espiga y el pelo azul índigo)

El edificio era... feo, en términos frivys. En términos de Rocavarancolia era más o menos aceptable. Parecía haber pasado por más de una reforma, y su diseño era más práctico que otra cosa. Twixy's hizo una mueca con la boca antes de llamar a la puerta. Abrazó el bulto envuelto en toallas que era Surimy's.

Gael estaba con Noel en la barra en el momento en que llamaron a la puerta. Traía un café recién hecho para sí mismo, y lo dejó sobre el mesado para encaminarse directamente hacia la puerta.
—¡Ya va! —Decía mientras se acercaba a la puerta. Se preguntaba si sería para algún trabajo.

Cuando abrió, vio a la mujer y se quedó unos instantes sin decir nada, y sin poder apartar la mirada de su cara. Enseguida recordó que ni siquiera la había saludado y se sintió tremendamente avergonzado por aquel descaro.
—Buenas tardes. Es la primera vez que nos cruzamos, ¿verdad? ¿En qué podemos ayudarte? —De no ser la persona más guapa que había visto nunca el fuego fatuo, probablemente se habría extrañado por el bulto de toallas que sujetaba, pero lo cierto era que todavía no había reparado realmente en él. Se imaginaba que debía ser una novata, y decidió esperar a ver qué era lo que quería de ellos antes de ofrecerle pasar al interior para poder hablar tranquilamente.

Twixy's tuvo cuidado en disimular su curiosidad al ver al transformado. Estaba envuelto en preciosas llamitas azules.

-Hola, busco a Koval el nigromante- dijo. Solo había conseguido su nombre y dirección, no sabía qué aspecto tendría.- Necesito que resucite algo para mí.

Alzó un poco el bulto. Estaba nerviosa, incluso al ver el efecto que su transformación causaba en el chico no daba la sensación de pringado que el mono, Kud. Estaba en casa de verdaderos veteranos de la ciudad, no sabía cuanto control podía tener sobre la situación.

-Puedo pagarle.- Añadió de pronto, por si ese detalle era importante a la hora de oir o no su petición.

Noel, por su parte, se había preparado un té para acompañar a Gael en aquella sobremesa en la que tan solo tenían la compañía mutua, pues ese día no había nadie más en el cuchitril. La ausencia de Giz llevaba siendo frecuente desde hacía tiempo, pero en las últimas semanas todo el mundo excepto el fuego fatuo y el draco parecía que tan solo paraban en casa para dormir y a veces ni siquiera. Era irónico que la casa estuviese más vacía ahora que Wen también vivía con ellos, pero el trabajo que había conseguido la vouivre le hacía estar ausente durante períodos indeterminados de tiempo. No tenía muy claro de cómo debía sentirse al respecto de que la echase tanto de menos cuando hacía menos de una semana que la había visto por última vez, pero así era.

Estaba distraído con sus pensamientos cuando llamaron a la puerta y el español reaccionó mucho más rápido que él en levantarse a abrirla. Se llevó la taza a los labios mientras el fuego fatuo recibía a la visitante y por un breve instante, al mirar hacia la chica, casi se olvida de tragar el té. Lo hizo, ahogando una breve tos que le sobrevino en consecuencia y a continuación dejó la taza sobre la mesa. Al cabo de unos segundos comenzó a preguntarse por qué estaba mirando a la desconocida como un imbécil y se obligó a apartar la mirada mientras se levantaba, preguntándose si querría contratarlos para algo. A medio camino escuchó que al parecer buscaba los servicios de Gael como nigromante en particular y no supo si volver a su sitio o acercarse. Finalmente optó por lo segundo, movido por la curiosidad, aunque bastante incómodo por el efecto que la desconocida estaba teniendo sobre él.

«¿A mí?» se preguntó el fuego fatuo al oír que era a él a quien buscaba. Le parecía extraño, y se preguntó si venía a dar un recado de parte de alguien, pero en seguida supo qué era lo que necesitaba. Miró el bulto y, por el tamaño, estaba claro que debía ser algo bastante pequeño. Con animales de esa envergadura no solía tener problemas. «Salvo que sea un repoblador o algo así. Los muertos no ganan mucho en personalidad cuando los traes de vuelta a la vida». Sonrió de medio lado cuando la mujer añadió que podía pagar. El fuego fatuo ya lo suponía, de lo contrario sería un poco raro que hubiese llamado a aquella puerta.
—Soy yo, Koval soy yo. Puedes pasar si quieres y negociamos. ¿De qué se trata? —preguntó señalando el bulto con la cabeza. Había escuchado los pasos de Noel acercarse y se giró hacia él un momento, recordando que estaban a punto de beber unas infusiones y decidió ofrecerle algo a la novata—. ¿Quieres tomar algo? Nosotros ya estábamos a punto de hacerlo.
«Ya que ha dicho que puede pagar, habrá que ser buenos anfitriones» pensó. Se preguntaba también si a Noel le fascinaba de la misma manera el aspecto de la mujer. Llegó a la conclusión de que tenía que haber algo sobrenatural en su forma de atraer la mirada.

Twixy's se disculpó con el fuego fatuo por no haberle reconocido. Fue a descubrir el bulto cuando Koval le invitó a pasar.

-Ah, sí, muchísimas gracias- dijo con una sonrisa.

Al interior podía aplicarse la misma descripción que al exterior a grandes rasgos, aunque sí que resultaba más acogedor. Vio a otro inquilino que debía formar parte de los mercenarios, de aspecto imponente. La veela le dio un buen repaso con disimulo. Tenía un estilo hortera cercano al de Lemus, y eso le provocó un pinchazo en el pecho que no dejó salir a la superficie.

Tomó asiento donde le indicaron y aceptó una infusión. Mantuvo el bulto en su regazo, no quería ponerlo encima del sitio donde esa gente comía.

-Esta es... bueno, era, mi mascota.- dijo descubriendo el cadáver de la langosta- Visité mi mundo natal hace poco y me la encontré así. Me gustaría recuperarla, le tengo mucho cariño.

En ningún momento se sintió estúpida por expresar su amor a una langosta, era una mascota normal y había llegado a tener novios con menos personalidad.

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Una vez pasaron al interior se le dio a escoger a la novata entre la cafetera y la tetera. Gael, en vez de volver a su sitio, se quedó en la parte interior de la barra para poder conversar más cómodamente. Acababa de beber un trago de café cuando quedó al descubierto el bulto de las toallas. El olor le quitó las ganas de seguir bebiendo, aunque técnicamente estaba más que acostumbrado a la podredumbre.
—No tiene muy buen aspecto —fue lo primero que soltó, casi como si estuviese disculpándose. Su cara que parecía decir «casi me haría más falta un hechizo para animar lo inerte con este animal». Lo cierto era que el fuego fatuo se habría esperado cualquier cosa menos una langosta. Pensó que la mujer era una excéntrica, pero no se iba a reír de ella. Su gata también habría sido reemplazable y aún así él lo había pasado muy mal cuando se murió por su culpa, por eso la había traído de vuelta a la vida—. No te voy a engañar, la verdad es que está complicado. Si fuese un cadáver fresco te iba a salir bastante más barato. ¿Puedo examinarla? —preguntó tendiéndole una mano. Con la otra se sacaba del bolsillo los guantes de cuero.

Cuando la tuvo entre los brazos la observó de cerca y le dio varios toquecitos en el cefalotórax. «Está más hueco que la cabeza de Toima. Aquí hay tanta reconstrucción que hacer que lo que voy a necesitar es más bien una langosta nueva». Sin embargo no tenía corazón para decirle a la novata que su animal ya estaba más que perdido. Tampoco iba a notar la diferencia. En las langostas dudaba que se notase siquiera la diferencia entre viva y zombie, mucho menos se iba a notar si era otra diferente.
—Creo que podría hacer algo, ¿cuánto estarías dispuesta a pagar? —El presupuesto esta vez iba a depender de más cosas que su magia. Para conseguir carne de langosta para sustituir aquella cosa debía perder un día entero yendo al lugar de origen de la chica. Apostaba por Frivowaldanny debido a su aspecto, pero parecía haber perdido completamente el acento. «O como pueda llamársele a esa forma de hablar que tienen»—. También necesito saber qué especie es esta, para buscar libros que describan la anatomía del animal.

A Twix se le fue el alma a los pies cuando vio la cara que puso el nigromante. Parecía que no iba a tener mucho arreglo, y que acabaría teniendo que desprenderse de Surimy's.

-No... he podido encontrar hechizos de conservación buenos aún, pero es verdad que ya cuando lo recogí estaba mal que te rompes...- Se mordió el labio inferior- Si es muy complicado no importa.

Al preguntarle cuánto podía gastarse hizo un cálculo mental de cuánto podía sacarle a las trenzas de pelo que tenía guardadas si las vendía a precio de mercado. Tampoco podía vender muchas de pronto porque la gente sospecharía, así que se limitó a decirle el equivalente en oro a dos trenzas de medio metro de pelo de veela.

-Esta es una langosty'x ultramar 021 doméstica. No es de las más comunes pero tampoco es que sea muy exclusiva.

En realidad podía conseguirse otra en una tienda de animales, pero Twix sentía que se lo debía al animal por haberlo abandonado, hacer al menos ese esfuerzo.

El draco siguió la conversación en silencio hasta que la chica sacó al animal del que había estado hablando. Arrugó la expresión cuando la peste inundó los alrededores pero aún con eso, acostumbrado también a olores por vivir con un nigromante, le prestó más atención al hecho de que se trataba de una langosta. Era una mascota extraña, pero las elecciones de los frivy’s no solían coincidir con el resto del universo. Porque estaba convencido de que se trataba de una frivy después de haberla observado. De hecho la había observado demasiado.

Esperó a que Gael terminase de examinar el cadáver antes de enviarle un mensaje telepático, no queriendo distraerle. <<Oye… Ya sé que los frivy’s normalmente parecen todos salidos de un quirófano de cirugía plástica de las que salen bien pero… ¿No es como un poco difícil de dejar de mirar esta chica?>>. No encontraba mejores palabras para expresarlo: que era guapa era innegable, pero no estaba acostumbrado a tener que forzarse a apartar la vista de cualquier chica mona que veía, por lo que quiso asegurarse de que no era el único al que le pasaba. Lo cierto era que además había tenido más tiempo para pensar en aquello que otra cosa, porque la nigromancia no iba con él.

Aun así, lo poco que conocía que era por las conversaciones que mantenía habitualmente con el fuego fatuo cuando se hacían compañía cada uno trabajando en lo suyo, le bastaba para haberse dado cuenta de que aquello no tenía arreglo. Sintió incluso algo de lástima por la dueña, porque parecía verdaderamente consternada por la pérdida del crustáceo. Cuando le respondió a Gael su pregunta sobre la especie de langosta que era tuvo que contener la risa ante el nombre ridículo que le había dado como referencia: muy frivy, sin lugar a dudas. Pero ello también le hizo recordar que no había abierto la boca en todo aquel tiempo.
—Eh… ¿Quieres azúcar para el té? —Le ofreció mientras hablaban sobre el precio.

Reprimió el instinto de asentir al pensamiento de Noel, no queriendo resultar extraño a ojos de la potencial cliente. Le mandó un escueto «sí, a mí también me estaba escamando» porque no quería distraerse al hablar.
—Pues… podría ser suficiente, creo —respondió el fuego fatuo. Era cierto que molestias podía causar unas cuantas por tener que viajar a un mundo vinculado, pero el resto del trabajo era realmente sencillo. Y la frivy podría tener de vuelta su langosta. Para ser exactos, el caparazón de su langosta, que venía a ser lo importante para el caso.

Al escuchar el nombre de la especie de la langosta no pudo evitar que se le escapase un comentario.
—Suena como si se tratase de un robot. —Aunque la sonrisa se le borró pronto porque sabía que para la frivy no iba a tener ninguna gracia. Carraspeó—. Podría dártela en tres o cuatro días. No tienes prisa, ¿verdad? Porque entonces te recomendaría volver a pasar por aquí… eso, a partir de unos cuatro días, para ir sobre seguro. A veces nos salen asuntos urgentes y no me gustaría que tuvieses que venir para encontrarte el trabajo sin hacer. También tendría que explicarte entonces qué cuidados especiales puede necesitar. Las mascotas muertas son más duras que las vivas, pero tienen alguna que otra particularidad —explicó con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora—. ¿Hay trato, entonces?

-Si no es suficiente con algo de tiempo puedo conseguir más.- aseguró la frivy.

Aceptó el ofrecimiento del chico más alto y le dio las gracias por el azúcar. El té estaba lo bastante frío para tomarlo, así que le dió un sorbo largo.

-Para los animales domésticos se usa la misma terminología que para colores concretos de tinte o de estampados en diseño industrial- explicó.

Parecía que iba a ser posible, y eso le ilusionó muchísimo. Juntó las yemas de los dedos y luego se los llevó a los labios en un gesto de alivio.

-Sí, muchísimas gracias, estaré aquí en cuatro días- le dijo a Koval estrechándole la mano, que era un gesto bastante común en muchos mundos y aceptable para negocios, según le habían dicho sus compañeros humanos.- Y no os entretengo más.

El trato había concluido y no quería ser un estorbo para los veteranos, se despidió de ambos e insistió en irse en cuanto se acabó la infusión. Dió muchas veces las gracias, con una sonrisa bien ensayada e intensificada por los efectos de su transformación.

Volvió al torreón casi bailando por el camino. Aún tenía que conseguir el dinero, y no iba a ser tan sencillo, pero pensar que pronto tendría a Surimy's de vuelta le daba ánimos.