El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Gael estaba histérico, aunque no quería admitir que eso afectaba a su capacidad para trabajar. Tenía “manos de mantequilla”, como solían decir en su casa, porque aunque estaba intentando cocinar no paraban de caérsele los utensilios o desparramarse parte de la comida. Arriba hacía rato que estaban reunidos los dos hermanos. El fuego fatuo no quería ser pesado orbitando constantemente alrededor del draco, a fin de cuentas tenía suficiente con toda la información nueva y confusa que estaba recibiendo, aunque ya fuera consciente de la agobiante espera por la que habían pasado todos ellos.

Quería sorprenderlo con una tarta de bienvenida, pero cuando estuvo terminada los adornos distaban de ser simétricos o bonitos. «Tanto perfeccionismo cuando trabajo, pero sigo siendo un chapuzas» pensaba mientras se frotaba las manos con nerviosismo.

La cena también estaba terminaba cuando Noel bajó con Vac. Gael rio aun sin entender la referencia de su amigo y le dio una palmada en la espalda mientras hablaba.
―Seas Noel, Fulano, o Big Boss, ve poniéndote a la mesa, que hace una semana que no tomas una comida como esta.
En la cocina le pasó los platos y los cubiertos al primero que lo hubiese seguido hasta allí y después llevaría la comida, levitando si no le llegaban las manos. Se trataba de un salpicón de mariscos y linac asado con unas patatas enteras en la salsa. Esperaba que a pesar de su torpeza fuese una cena digna de la ocasión.

—Cuando te golpeaste la cabeza contra la pared sufriste un traumatismo craneoencefálico. Tuviste un tipo de hemorragia intracraneal, vaya, y como la sangre presionaba el encéfalo tuvieron que agujerearte la cabeza para extraerla. Una trepanación en toda regla, hermanito —aclaró, palmeandole la espalda con afecto—. Deberías preguntar a los médicos, de todos modos, ellos podrán explicártelo mejor que yo.

Su propuesta de ir de caza pareció interesarle, pero sus palabras le hicieron reír.
—Decir que van a estar en inferioridad de condiciones es quedarse corto, ¿no crees? —comentó el griego, ayudando a su hermano a bajar las escaleras. Vac sonrió antes los bufidos del draco, pero no dejo de prestarle atención en ningun momento y evitó que los tropiezos de Noel terminaran en caída durante el breve trayecto.

En cuanto llegaron al salón, los cuchitrileros empezaron a reunirse en la estancia y, haciendo gala de su humor particular, el sueco trató de suavizar el ambiente con sus bromas. Vac rió las referencias a la saga Metal Gear, pues las había entendido perfectamente, pero dudaba que el resto de los presentes entendiera los chistes.
—Cuando vayamos a la Tierra deberíamos hacernos con algunas consolas y unos cuantos juegos, es frustrante que la gente te mire como si hablaras otro idioma —le comentó al draco con una sonrisa burlona.

El olor de la cena que había preparado Gael llegaba desde la cocina y, muy a su pesar, el estómago del hado gruñó delatando a su dueño. Hacía días que no comía en condiciones, pero ahora que sus preocupaciones se habían esfumado, su apetito reclamaba atención.
—Yo pongo la mesa, ¿alguien me ayuda? —preguntó, siguiendo al fuego fatuo hasta la cocina y cogiendo los platos y cubiertos que le tendía.

Todo estuvo listo en unos minutos. La comida tenía buena pinta, la bebida era excelente y la compañía insuperable. Con Noel despierto y los de Gar en una fosa todo podía volver a la normalidad.
—Que aproveche —deseo en voz alta, dando un trago a su jarra antes de empezar a comer—. Hmm... alguien debería avisar a Saren de que has despertado. Estaba muy preocupado, pero no se ha pasado por aquí por no molestar —le comentó al draco—. Por cierto Gael, esto esta de muerte —añadió, felicitando al cocinero con una gran sonrisa.

—A sus órdenes, Gael Campbell —continuó empleando el mismo tono mientras se sentaba—. Aunque en realidad creo que he hecho un cruce algo extraño ahí… —musitó mientras se mesaba distraídamente la barba sin hablar para nadie en concreto—. Estoy de acuerdo con lo de las consolas, a estas alturas ya me olvidado de cómo se juega incluso al Pong —respondió al comentario de su hermano.

El draco no pudo evitar sentirse inútil sentado a la mesa sin hacer nada mientras el resto trabajaba, especialmente porque él mismo solía ayudar a preparar la cena diariamente y mientras veía ir y venir a los que ponían la mesa, suspiró por lo bajo y se recolocó distraídamente el parche para después llevar las manos a la zona donde le habían faltado las plumas hasta momentos antes por pura inercia. Si no fuera por las capacidades regenerativas de su transformación el sueco conservaría una buena cicatriz de recuerdo de aquello.

—¿Saren también estaba al tanto? —Inquirió cuando su hermano mencionó al selkie—. Espero que solamente él…
No le hacía mucha gracia que media ciudad estuviese al tanto de que se había quedado en coma, pero en realidad sabía que el idrino no era de los que contaban aquel tipo de cosas a cualquiera. En ello pensaba mientras se llevaba el primer bocado a la boca… O lo intentaba porque el tenedor clavándosele en la comisura de la boca fue lo que lo sacó de sus pensamientos. Noel bufó dejando el tenedor sobre el plato con más fuerza de la necesaria y cogió la servilleta para limpiarse antes de volver a intentarlo, esta vez prestando atención a lo que hacía y llevándose el cubierto a la boca con lo que a Noel le resultaba lentitud desquiciante.
—Sí, bien, ahora que he podido comérmelo, corroboro lo dicho por Vac.
Aunque pretendía ser un elogio hacia el trabajo del fuego fatuo, la exasperación en el tono eclipsaba este hecho.

El draco no tuvo mucho espacio para olvidarse de la irritante torpeza que había adquirido, según su propia noción del tiempo, de un día para otro pues no estando acostumbrado a tener que poner extremo cuidado en cualquier tontería, derramó una cantidad considerablemente de agua intentando servirse un vaso.
—Tranquilos, es que la mesa estaba sedienta y por eso he echado más por fuera que por dentro —comentó sarcásticamente pero sin rastro alguno de jocosidad en su expresión para a continuación beber el menos de medio vaso que se había servido.
O intentarlo, porque parte del agua se le cayó por fuera al llevárselo a la boca con excesivo ímpetu. Por suerte la mayoría de vasos eran de madera y no de cristal o se habría roto cuando el sueco lo posó de un golpetazo, conteniendo las ganas de lanzarlo por los aires. Decidió que ya no tenía tanta sed y se limitó a continuar comiendo con aquella exasperante lentitud.

—Nia —Se decidió a llamar atención de la náyade al cabo de unos segundos sin dejar de mirar su tenedor para preguntarle aquello. Temía la respuesta pero al mismo tiempo necesitaba saberlo—. ¿Cuánto tiempo voy a pasar así?

Nia, Toima y Tania

Una vez la ulterana habia salido del cuarto, se dirigió escaleras abajo. Lejos de querer hacerle preguntas, la nublina se le acercó para hacer una consulta veterinaria sobre la lagarta. Juntas salieron al patio y ahi permanecieron un largo rato hasta la cena. El argos por su parte, se pasó a recibir la versión resumida. Al parecer, la lagarta habia cogido un apetito excesivo y muchas veces vomitaba para seguir comiendo. Además, sus heces eran practicamente líquidas y con sangre. Nia le hizo una extracción de sangre y heces y entonces prometió traerles los resultados cuanto antes.

Cuando entraron de vuelta ninguno de los tres mencionó el tema. No era que no deseasen contarlo a los demás, sino que con Noel recien despierto, ninguno queria quitarle alegria a aquel evento ya que, como aseguraba la ulterana, probablemente deberia ser algo de fácil solución.
El parche en el rostro de Noel provocó una reacción muy clara en ambos ulteranos. A Nia aquella medida le hizo fruncir los labios. Aquella decoración, de llevarse a menudo, enlentenceria por no decir, detendria la recuperación de la vista en el ojo que malfuncionaba. Suspiró internamente y lo dejó pasar por el momento. Si veia al draco llevarlo muy a menudo se lo explicaria.
Por otra parte, a Toima le hizo fruncir el ceño, desagradado abiertamente.
-No me gustan los parches. Son feos. Me recuerdan a la pelandrusca de la lob- ¡A-Aaah!-se quejó al final mientras se giraba a la nublina que le habia pellizcado el brazo y, actualmente negaba con la cabeza.
-Hay un momento y un lugar para todo, Toima.-le reprendió en un susurro. El ulterano tan solo chasqueó con la lengua y se sentó a la mesa directamente.

La conversación transicionó a referncias terricolas que ninguno de los tres captaron. Sin embargo, Nia fue la única en tomar nota, todavia recopilando datos sobre la cultura terricola, todavia iba atascada aprendiendose la marsellesa por algún motivo que solo la náyade entendia.

Aunque la cena tenia un propósito de celebración, la debilidad de Noel en su estado recien levantado del coma era obvia y algo amarga. Aunque Toima no dijo nada, se sintió soberanamente preocupado y la mayoria de sus ojos enfocaban al draco como temiendo que se fuera a colapsar en cualquier momento, apenas tocando su plato. Por su parte, Tania era más de lo mismo, pero con una mayor discrección y positivismo que el paranoico argos.
Nia, por su parte, habia preparado un pequeño potingue en un vaso antes de comer, vertiendo unos polvillos en un vaso con algo parecido a la limonada. Bebiendoselo de un trago, se sentó a la mesa junto a los demás y comió con cierto apetito, aunque no parecia mucha intención de hablar en aquella ocasión. Sin embargo, cuando Noel le pregunto, exhasperado, por su estado, no pudo evitar suspirar y dedicarle una sonrisa que seria más típica del draco.
-Noel, te acabas de levantar hoy. Deberias sentirte afortunado porque tu cuerpo tenga fuerzas para levantarse. Muchos pacientes en coma tardan dias en recuperar la movilidad de sus miembros. Y en tu caso tienes la suerte de que haya sido tan poco tiempo.-pausó un instante.-Pero no te preocupes. Con una buena rehabilitación y con las medicinas que he dejado en tu cuarto, deberias poder seguir con tu vida cotidiana en unos cuantos dias pero, hasta entonces, deja que se te cuide. No hay nada más frustrante que un enfermo que no coopera.-dijo, lanzando una mirada asesina al argos que le posó una mueca en respuesta.
Nada más oir eso de la náyade, el ulterano parecio recuperar el apetito. No sabia mucho, pero se fiaba del criterio de la niña, aunque nunca lo admitiria en público.
-Es un alivio.-dijo Tania con una sonrisa a la ulterana.

Quizás porque Tania hablase en aquel momento y la mención de que, por segunda vez, habia recetado un producto suyo al draco, la ulterana se vió impelida por un estigma autoimpuesto a explicar cuales eran los componentes de las pastillas.
-Y no te preocupes por lo que te estoy dando.-añadió hacia el draco.-Es tan solo una medida preventiva para que tu cuerpo, ahora débil, no tenga una recaida y cojas un resfriado o algo peor. En esta ciudad nunca se sabe.-

El plan de Wen no salió como ella esperaba, ya que al llegar a la cocina se encontró con Gael terminando la comida, por lo que se hizo con algo de comida para el lobezno y salió de la habitación. Dado que durante la última semana su trabajo había sido vigilar y velar por Noel, en aquel momento Wen se encontraba perdida. Cargaba con la sensación de encontrarse fuera de lugar sentada en la sala del cuchitril con Ornlu en su regazo comiendo de su mano. No tenía cometido ni sabía cómo llenar su tiempo mientras los hermanos hablaban. Wen resopló frustrada y se quedó sentada jugando con el lobo distraídamente y algo molesta por no saber qué hacer.

Cuando Vac se ofreció a poner la mesa, Wen lo siguió queriendo verse útil e inmediatamente después cogió asiento junto al draco. No podía evitar sentirse atraída y rondar a su alrededor. Comió tranquilamente y en silencio, atenta en todo momento a lo que el draco pudiera necesitar y limpiando todo lo que ensuciaba con hechizos rápidos y disimulados, aunque esto último fuera absurdo. También atendió a las explicaciones de Nia por si ella tenía que jugar algún tipo de papel en su recuperación, además del de estar ahí en todo momento para él cuidándole, papel que no pretendía ceder a nadie.

- Tranquila, Nia, no permitiré que se sobre esfuerce ni que se salte la medicación- le prometió. Luego miró a Noel- No vas a salir de la habitación, pero a cambio serás un niño muy mimado y consentido- bromeó la vouivre intentando que el draco relajara su frustración.

La mención a Saren hizo que el fuego fatuo se llevase la mano a la boca un momento, enfadado consigo mismo al darse cuenta que la voz del selkie no había sonado entre las que le respondieron al comunicador. Había esperado las visitas de todos a lo largo de la tarde y se había enfrascado en su tarea sin más. Probablemente no había escuchado el mensaje, y su ausencia acusaba la negligencia del fuego fatuo, que sugirió llamarlo de nuevo en ese momento o cuando terminasen de cenar a más tardar.

―Ni tanto, Vac ―respondió al halago del hado―. Lo de hoy es una chapuza, se me caían las cosas de las manos de estupidismo. ¿Ves ese pedazo de carne? ―señaló al de su plato―. Estoy casi seguro de que lo recogí del suelo. ―Sonrió con nerviosismo y añadió―: Broma.

Se hizo evidente enseguida que si había alguien torpe de manos era Noel. Al fuego fatuo eso lo comenzó a poner más nervioso si cabía, pero estaba al tanto de que podía ser algo pasajero, y Nia aseguraba que con su medicación lo sería, así que trató de no aguar el buen humor.
―Tómatelo como un simulador de parkinsonismo. Ni siquiera estaba inventado, y eso te convierte en un testeador-algo. ―«Testeador de dejarse abrir la cabeza por un puñado de inexpertos» añadió para sí con cierta amargura―. Bromas aparte, cuenta con nosotros para cualquier cosa. Mañana podrías empezar a hacer ejercicios de rehabilitación.

Un sonrisa y un bocado al pedazo de carne que le señalo el español fueron la única reacción del hado a sus palabras. Por muy nervioso que hubiera estado el chico, la comida le había quedado bien, y eso era innegable. El griego cenó en silencio, sin participar demasiado en la conversación. Notaba la torpeza de su hermano y la frustración que esto le causaba, pero mantuvo la boca cerrada al respecto y actuó como si nada pasara. Darle importancia solo pondría mas nervioso al draco.

Wen, sentada a su lado, limpiaba lo que el sueco derramaba con hechizos disimulados. Se le notaba que quería estar a su lado, y el griego se arrepintió de haberle robado unos preciados minutos para poder hablar a solas con Noel. Apartó esos pensamientos de su cabeza cuando Nia habló para responder a la pregunta del draco.
—Seguro que en un par de semanas estas como nuevo —secundó las palabras de los demás, apurando su bebida en cuanto terminó de comer.

El momento de servir la tarta se acercaba, pero mientras terminaba de llegar, el hado se fue a servir otra jarra de cerveza, preguntando a los demás si también querían. Aprovechó el momento para avisar a Saren, y en cuanto logró comunicarse con el idrino le dio las buenas noticias, riendo ante la alegría del chico. El norteño, no queriendo molestar, le dijo que se pasaría al día siguiente y le dejó un mensaje para Noel.
—Saren te desea los buenos días también —le comunicó a su hermano con una sonrisa—, y dice que ya se pasara a ver que tal estas. No quiere molestar —comentó, negando ligeramente con la cabeza.

Atendió a lo que Nia le explicaba sin dejar de comer guardándose casi todos los comentarios que cruzaban por su cabeza para sí mismo. Puede que para ellos fuese una suerte, pero el draco solo se veía más inútil que de costumbre y el encontrarse de repente en aquellas condiciones lo frustraba sobremanera. Sin embargo, se limitó a exhalar con cansancio una vez la náyade terminó de hablar y Gael y Vac aportaron sus comentarios.
—Mañana empezaré con la rehabilitación —le aseguró al fuego fatuo poniendo énfasis en el tiempo verbal—. Y puedes acompañarme si a ti también se te caen las cosas de las manos —añadió tratando de bromear para restarle importancia al asunto.

No pudo evitar, no obstante, dedicarle una mirada que denotaba una expresión entre resignación e incredulidad a Wen tras su intervención.
—Genial, siempre quise ser un niño mimado, con eso de que antes era hijo único… —ironizó sin demasiadas ganas—. Pero no sé por quién me tomáis suponiendo que no voy a cooperar o a saltarme la medicación. Toima está sentado un par de sitios más allá —añadió señalando al argos con la cabeza esta vez dejando traslucir más claramente el sarcasmo en la leve sonrisa que se pintó en su cara.

Al sueco no se le habían escapado, no obstante, las acciones de la vouivre y, aunque no le gustaba nada que tuviera que estar detrás de él “arreglando” todos sus estropicios, agradecía su dedicación. Sabía que lo había pasado muy mal, que seguramente lo siguiese pasando mal al igual que también el resto lo habría pasado mal y probablemente mostrarse tan abiertamente desanimado fuese un poco egoísta por su parte. Suspiró con resignación y, dejando el tenedor sobre la mesa porque ya no quería seguir comiendo, pasó torpemente su brazo izquierdo por los hombros de Wen, acercando su silla más a la de su pareja.

—Una molestia le sería a él salir de la Sede a estas horas para venir a ver a un draco de estínfalo defectuoso —replicó a Vac cuando este le explicó lo que había dicho Saren—. Además, seguro que los refugios se han llenado con gargantas frescas y tendrá mucha gente a la que demostrar sus habilidades en la cocina —continuó bromeando—. A propósito. ¿Sabéis algo de los nuevos o… hay alguna otra novedad que me haya perdido?

Adara no sabía mucho sobre los nuevos, aunque Giz contó algo un poco más interesante. Al parecer uno de los irrenses se había transformado en demonio raigaurum y eso había freído su marcapasos, provocándole serios problemas y había acudido al genemago gracias a una recomendación de Saren.
—Ya es mala suerte lo de ese chaval… —comentó mientras el asreniano explicaba la historia—. Pero veo que has conseguido un buen chollo de sus problemas —añadió sonriendo con un tinte malicioso.
Se interesó además por la visita a Irarria que haría el goliat con el otro irrense que había tenido mejor suerte que su compañero y podía regresar sin camuflaje. Camuflaje que él mismo necesitaría si quería visitar aquel planeta en algún momento, ya se pensaría si acompañar a Giz en aquella ocasión aunque se separasen al llegar, pero por suerte solo necesitaba mantener una apariencia humana y para eso sí contaba con qué hacerlo. Claro que dependía de cuándo se produjese dicha incursión, pues el sueco se quedó mirando sus, en aquel momento, torpes manos y si el viaje se llevaba a cabo mientras todavía estuviese rehabilitándose no podría. Suspiró y apartó el pensamiento de su mente para seguir atendiendo a las noticias que le refería la ángel negro.

Frunció el ceño al escuchar sobre el cierre del portal a F.O.N.E.R.A. ya que en el tiempo que llevaban en la ciudad, Rocavarancolia nunca había decidido tomar una medida tan drástica con ninguno de los mundos vinculados.
—¿Qué habrá pasado? ¿Alguien se habrá ido de la lengua o la habrá liado muy gorda allí? —Teorizó mientras se mesaba la barba—. Claro que también puede que hayan descubierto el portal o hecho algún movimiento peligroso, era un mundo bastante avanzado tecnológicamente si no recuerdo mal. Y altamente radiactivo. Supongo que no nos perdemos nada. —Se encogió de hombros. Nunca había estado precisamente entre los planetas que quería visitar sí o sí—. Hey, pero en cambio DL y aquel otro foner pelirrojo no podrán volver nunca más a su mundo de origen —recordó de pronto—. Me pregunto cómo habrán reaccionado a la noticia, tan solo son ciudadanos desde hace un año.

La vouivre se dejó abrazar por el draco con una amplia sonrisa. De nuevo, se sentía como si fuera la primera vez en siglos que tocada al sueco y no podía sentirse más feliz por el reencuentro. Adara habló de los nuevos cosechados y del cierre del portal de F.O.N.E.R.A, hechos que la británica había ignorado por completo en pos de centrarse en Noel, pero una vez fuera de esa vida de zombie, pudo pararse a pensar en aquello. Ciertamente, tenía curiosidad por las transformaciones de los nuevos habitantes de la ciudad, pero el cierre del portal llamaba más su atención. “¿Alguna incursión que salió mal? Debería haberse podido borrar el rastro. ¿Qué puede ser tan grave como para cerrar un portal?” A pesar de que la curiosidad de Wen quería saber la razón del cierre, en aquel momento toda ella veía más importante centrarse en ayudar con la recuperación de Noel y ponerle las cosas más fáciles. La vouivre se deshizo del abrazo con delicadeza y rodeó el cuello del draco por detrás acercando su boca a su oreja.

- Me voy arriba a prepararte un baño calentito, ¿vale?- prometió la británica-. ¿Dejarás que te mime?

Wen besó la mejilla de su pareja y limpió el plato en el que había comido antes de despedirse de sus amigos y subir al baño para hacer lo prometido. Luego Wen podría por fin ocupar la cama acompañando al draco, aunque iría en todo momento con precaución para no incomodarlo.

Los siguientes dos días Wen no haría otra cosa que cumplir los caprichos del draco, si es que este los tenía, ayudar en lo que pudiera en su recuperación y mimarlo siempre que podía. De esta manera, la vouivre se sentía útil y era capaz de olvidar de vez en cuando que su presencia había sido la culpable del estado de Noel.

Nia

La ulterana no mencionó nada sobre los novatos, aunque lo cierto es que se arrepentia en algo de no haber podido estar aquella noche. Quizás habian muerto algunos que ella podria haber salvado fácilmente. No le dio tantas vueltas como le habria dado en el pasado. Ahora algo en ella le decia que intentar salvar cosechados aleatoriamente no la iba a llevar a ningún lugar y mucho menos a donde queria ir. Con la Botica en reconstrucción y sin señales de Grummanehell en la ciudad, la ulterana queria ponerse ya a tramar su venganza cuanto antes.

Terminaron de comer y el tiempo siguió. Al par de días, cuando la reconstrucción de la botica habia tomado un punto importante, la ulterana decidió que ya era hora de mudarse de vuelta. A la salida del cuarto, estaban Muerte y el niño, vestido con una de las prendas viejas de Nia. La terra sujetaba al niño con su único brazo mientras este intentaba abalanzarse hacia Nia con los brazos abiertos.
-Tengo que terminar un asunto antes. En cuanto lo haga, saldremos de vuelta.-les informó, mientras dejaba su maleta al cargo de la terra y cargaba con un cofre de tamaño medio entre sus manos.
-Ka-tûm, mi ama.-fue la respuesta de la terra.

El niño intentó ir tras Nia mientras se internaba en el pasillo, pero la terra le retuvo, cambiando rapidamente la maleta al pelo y sujetandole con el brazo. Con sus lamentos hacia la ulterana, esta llegó hasta la puerta del cuarto de Gael y llamó delicadamente dos veces.
-¿Gael, estás ahí? ¿Puedo pasar?-preguntó.

Hablando de varias novedades la cena transcurrió en un suspiro. Había, sin embargo, una novedad que no era su competencia contar. El ambiente era relajado y por eso suponía que no era el mejor momento. Aun así miró a Nia en varias ocasiones para tratar de leer sus intenciones, sin éxito. Era, en parte, un mensaje para ella. A fin de cuentas no podían ocultar lo evidente.

En los dos días siguientes en el cuchitril se respiraba un ambiente relajado como hacía tiempo que no podía disfrutarse. Lo que sucedió con Nia no salió a colación, pero para Noel era un misterio que siguiera habitando el viejo cuarto de Yloh, y no sola. Gael le dijo que no se preocupase por eso y que se centrase en su rehabilitación. Nia se iría pronto, y prefería dar las explicaciones sin oídos en los cuartos contiguos. Hasta entonces lo oficial seguiría siendo que se quedaba cerca para supervisar a Noel.

Fueron precisamente dos días los que tardó Nia en poder mudarse de nuevo. Gael la sabía recogiendo sus bártulos en la habitación de al lado, porque había escuchado ruidos todo el rato mientras leía en su cuarto. Estaba atento para despedirla en el momento en que se fuera, por eso cuando llamó a su puerta pensó que lo hacía para decir adiós.
―¡Claro! Adelante. ―Respondió mientras se estiraba en el aire para abrir la puerta, casi consiguiendo que se le cayese el libro del regazo―. ¿Necesitas ayuda para llevar algunas cosas?

Nia

La ulterana se adentró en el cuarto de Gael con lentitud. No queria molestarle, pero era importante que recibiera el baúl y sus contenidos cuanto antes.

-No, ya tengo todo en orden y en breve ya saldré hacia la botica.-le informó.-Vengo a darte algo de suma importancia que quiero que tengais aquí en el cuchitril. Creo que eres la mejor persona para ser responsable de ello.-le dijo, palmeando el cofre.

Entonces, con delicadeza, le ofreció el cofre. Era de una madera buena, con una cerradura de acero refinada. La llave estaba colocada en el sitio y la cerradura no estaba echada. Con un movimiento de cabeza le instó a abrirlo y observar su contenido.
Un total de dieciocho frasquitos encorchados descansaban en su interior, cuidadosamente colocado con un armazón elegante de hierro que los sujetaba por el cuello de cada botellín. Los contenidos de estos parecian alquímicos por la textura y colores que presentaban.
En un lado del cofre, una pequeña libreta cuya rellena de descripciones y términos médicos y alquímicos que hablaban sobre diferentes venenos muy específicos que, de tener noción sobre ellos, podia saber que eran completamente originales, sintetizados por la ulterana. En ocasiones habia grabados dibujados por la misma ulterana, donde mostraba los sintomas de cada uno de los venenos. Al final de cada explicación sobre el veneno venia un número que correspondia al corcho de uno de los botellines. Al principio del libro habia un índice y al final un glosario para los terminos más complicados.

Cuando lo hubo examinado, la ulterana volvió a hablar.
-Quiero que lo tengais, por si surge una emergencia. Como bien puedes leer, la mayoria de los venenos que salen recopilados en la libreta son de acción inmediata y, aunque algunos no son letales, la mayoria dejan efectos secundarios permanentes. Y el tiempo que se pase entre el envenenamiento y la consumición del antídoto es vital para minimizarlos.-dijo, con cierto tono de culpabilidad en una pausa.- Quiero pensar que esos venenos nunca caeran en las manos equivocadas, pero en esta ciudad nunca se sabe. Prefiero prevenir un desastre futuro, de darse que no hacer nada al respecto.-

La náyade entró con un baúl que, al parecer, era un regalo para los cuchitrileros. Al principio Gael no entendió a qué venía, pensando que tal vez era algún tipo de compensación por haber ocupado el cuarto y que no era necesaria.
―¿Eh? ¿Qué…? ―Al aceptarlo, la náyade lo instó a mirar el contenido. Tenía frascos, llenos de líquidos de diferentes colores, y una pequeña libreta. Gael lo dejó sobre la mesa y cogió la libreta para hojearla, comenzando a comprender tanto qué era el regalo como por qué se lo entregaba―. Vaya… esto es… muy útil ―murmuró para sí.

Nia comenzó a explicarse cuando el fuego fatuo cerró la libreta, dispuesto a hacer preguntas. Ya no le hacía falta plantearlas, pero se quedó pensativo de todas formas. «Manos equivocadas… eso es muy relativo».
―Nos vendrán muy bien… Gracias, de verdad. Nos viene muy bien saber todo esto, todos nosotros deberíamos estudiar este manual. ―«Si se produce una emergencia podríamos tratar a alguien instantáneamente con la hoja de teletransporte». Y aún había más. Saber de aquellos venenos podía resultarles útil en alguna ocasión, convirtiéndose ellos mismos en aquellas “manos equivocadas”―. Bueno, Toima sabemos que no aprenderá nada que venga en papel, pero para eso estamos los demás ―añadió con una sonrisa. Para él era sencillo quitarle hierro a aquel asunto, hacía mucho que sabía dónde se había metido. Había entendido el remordimiento de Nia detrás de aquel regalo, y sabía que no sería nada fácil cuando se tratase de amigos pensar en el verdadero culpable del envenenamiento como tal―. Pero bueno, estaremos bien. Con esto y tu ayuda, seguro. De no ser por ti, Noel… no sé cómo habría terminado todo esto, pero siempre se puede contar contigo cuando estamos en líos. Gracias ―como despedida después de todos aquellos días era justo, pero todavía había algo que escamaba al fuego fatuo―. Espero que algún día aprendas a pedir ayuda también ―añadió, bajando inconscientemente la voz. No quería que se fuera molesta, pero era algo que debía repetirse las veces que fuera necesario.

Nia

La ulterana tenia la mirada pegada al suelo, no atreviendose a mirar al español. Incluso cuando Gael intentó quitarle importancia y bromeó con aquello, la náyade no se sentia cómoda con la situación y de ahí que la habia postergado bastante tiempo. Todo lo que habia podido. Pero en aquella situación, necesitaba el dinero.
-No... No digas eso.-dijo cuando mencionó lo de Noel.-Si no fuera tan egoista yo... Noel no tendria que haber sido herido tan gravemente como para quedarse en coma... Os podria haber ayudado más... Podria haber luchado con vosotros como hicieron Vac y Jack. Podria...-

<<Podria haber usado mis venenos contra un enemigo de mis amigos en vez de exponer a mis mismos amigos a sufrir de mis propios venenos.>>

La ulterana sabia, aun a pesar de que tenia sus propios planes, de no haber surgido la pelea durante el alce de la luna, que no habria participado en aquel combate. Quizás por miedo. Quizás por una especie de superioridad moral que le impedia a la ulterana atacar a alguien. Lo único que sabia la niña era que, de haber tenido la posibilidad, no la habria aprovechado.

Lo que dijo Gael sin embargo, le descolocó aún más. Como aprovechando aquello. Ya no sabia como decirselo. Se mordió el labio. La niña optó por la única salida para dejar aquel asunto en paz de una vez por todas. Optó por mentir.

-He... He decidido que, cuando la situación lo tercie, lo haré. Pero no ahora. Aun estoy reparando el daño que se me ha hecho. Y no es como que haya recibido noticias de los responsables en estos dias...-se limitó a contestar.

―¡No! ¿Por qué ibas a tener que pelear? Implicarse en el asunto no era buena idea y lo sabes. Para ayudar lo que haces es más que suficiente… Las cosas han terminado bien, ¿verdad? Pues no hay nada que lamentar ya. ―Quiso dar por terminado el asunto, esperando que aquello calase. Ya tenía Nia sus propios problemas, fueran los que fuesen estos.
―Está bien, está bien ―dijo cuando la náyade respondió a sus preocupaciones―. Sé que puedes arreglártelas sola, pero espero que no vayas recurriendo a la competencia por no meternos en líos. Eso estaría bastante feo ―rio. Esperaba que así al menos la conversación no terminase en tensión―. Si necesitas ayuda para cargar algo o en la botica dilo. Os acompaño hasta allá si queréis.

Como la náyade aceptó, la despedida se pospuso. El fuego fatuo insistió en ayudar a cargar lo que fuera y se despidió de los ulteranos en la puerta de la botica. «Debí preguntarle al menos quién era el niño…». Se metió las manos en los bolsillos y regresó al cuchitril pensando en sus cosas. Allí encontró a Noel y Wen en el salón y, al entrar, les hizo una seña con la mano.
―Nia nos ha hecho un regalo tremendamente útil. ¿Queréis verlo?
En lo que tardó el fuego fatuo en subir a por el cofre, ambos estuvieron toqueteando frascos y hojeando las instrucciones.