El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Toima y Tania

En mitad de los entrenamientos, algunos se detuvieron. Parecia ser que algo malo estuviese pasando en el cuchitril. Y ese algo, debia ser claramente aquel grupo de mercenarios rival. Toima chasqueó con la lengua y recogió sus armas, listo para volver al cuchitril y darles una buena paliza.
Tania se acercó con la lagarta a su lado. Habian dejado de entrenar y estaban tomandose un descanso. Preguntó que habia pasado y Toima le contestó a donde iban.

-Esperad, voy con vosotros.-dijo entonces la nublina, dándose la vuelta para recoger su arco y carcaj.
Toima se detuvo, paralizado de pronto. Un gorgoteo corto surgió en su garganta.
-No.-soltó secamente.
-¿Qué?-preguntó la nublina extrañada, alzando una ceja.

-No vas a venir con nosotros.-respondió el ulterano.

La boca de Tania se despegó unos centímetros, incredula y el ulterano se dió media vuelta y echó a andar. La nublina, todavia sin creerselo, echó a correr detrás de él, seguida por la lagarta y se volvió a dirigir al albino, notablemente molesta.
-¿¡Se puede saber porque!?-dijo abiertamente indignada. El ulterano no hizo ademán de contestarla, ignorandola abiertamente.-¡Son los tipos que atacaron a Wen! ¡Los que casi os matan el otro día! ¡Puedo ayudar! ¡Eh! ¿Me estás escuchando?-terminó preguntandole, zarandeandole de un hombro. El ulterano se zafó y entonces acortó la distancia entre los dos y la miró cara a cara.

-¡Exacto! Por eso mismo no vas a venir.-empezó diciendo casi en un siseo, notablemente nervioso.-Cogerás a la lagarta y os ireis con la bruja.-dijo refiriendose a Nia.-Te iré a buscar cuando acabemos con ellos.-añadió, con tono de autoridad.

La nublina no podia contener su incredulidad y viendo como la habia tratado el ulterano y como se habia expresado, supo que no tendria ni voz ni voto en aquella decisión. La nublina se escurrió entre Toima y se despidió de él, con una exagerada reverencia.
-Como usted quiera, ¡oh, amo!-dijo para molestarle y le lanzó una mirada hiriente. Girando sobre sus talones, emprendió la marcha hacia la botica, escoltada por la lagarta.

Toima

-Tsk.-el ulterano escupió un lardo contra la cristalina arena y comenzó a andar con el grupo, con las hirientes palabras de Tania resonando en su cabeza.

Todos parecian bastante realizados en la idea de lo que iban a hacer al llegar. Toima habia estado practicando con su nuevo armamento y estaba listo para cortarle el gaznate a todos y cada uno de los mercenarios, en especial a la asreniana, por todas las veces que habia tenido que enfrentarse a ella y a su molesta espada.

A mitad de camino, el ulterano se detuvo en unos instantes. Habia visto algo dentro. No dijo nada. Tan solo se puso aún más tenso y avanzó con más presteza hacia la vieja posada que era el cuchitril. Para cuando hubo llegado, ya habian llegado los que estaban en el burdel. La escena, lejos de provocar algún tipo de reacción en él, interiorizó más su pequeña persona y su rostro acarreó una planeza de emociones como muchas veces habian visto. Giz habia descolgado el cadaver como bien habia podido. Aquello molestó a Toima de sobremanera, ya que su cadaver sin vida colgaba con la ayuda de la magia, como una estúpida marioneta.

Aquella vez, el resultado del desafio le habia molestado más que el desafio en si. Cuando las magas escindidas murieron por el veneno del mercante, se sintio soberanamente preocupado de que hubiera atentado contra alguien "de su grupo" aunque por suerte no hubiera compartido nada en especial con las escindidas, le quitaba importancia a la muerte.
Sin embargo, la muerte del nublino habia sido diferente. No habian hablado apenas, pero sabia que Tania y él tenian una buena relación, hablaban entre ellos de su Nubla y, probablemente, deberia ser algo parecido a lo que tenian la bruja y él. Parpadeó lentamente cuando el sonido silencioso del cadaver del chico tocó el suelo. No pudo aguantarlo más, aquella frialdad y su rostro se vió demacrado, por primera vez en su vida, por genuina pena.
Se acercó al cadaver de Yloh y lo recogió con los brazos. Era ligero como una pluma para él. Le sostuvo del cuello y de la cintura, examinó lo que fue el gesto de su rostro en sus últimos momentos. Nunca habia considerado la importancia de una vida, y sobretodo, que cada uno la atesoraba personalmente. Habiendo vivido una vida autodestructiva, el watahré tan solo habia empezado a vivir al conocer a los cuchitrileros y no queria ni imaginarse lo que seria perder a cualquiera de ellos.

Yloh habia sido, en esencia, una buena persona con ellos.

-¿Qué vamos a hacer?-soltó, con la voz entrecortada, pero no tardó en añadir más a su pregunta.-No hablo de los desgraciados estos. Esos se que están muertos, lo pagarán.-tragó saliva y parpadeó lentamente, meditando sus palabras. Sacudió suavemente el cadaver que sostenia entre sus brazos para señalar que se referia al nublino.-¿Qué vamos a hacer con Yloh? Se merece algo mucho mejor que esperar a que se pudra en el suelo.-su voz estaba aún más seca que de costumbre y casi parecia tomada de no ser por su frialdad habitual ante aquellas cosas.

Nia y Tania

Al poco tiempo, menos de un cuarto de hora, la nublina, acompañada por la lagarta y por Nia irrumpieron en el cuchitril, esperándose encontrar una batalla campal habiendo dado de lleno con el ambiente de un velatorio.
Fue Tania la primera en hablar.
-¿Que ha...-

El cadaver de Yloh entre los brazos de Toima no era cosa facil de obviar, pero la nublina habia estado muy ocupada examinandolos uno a uno, como grupo, antes de fijarse en lo inerte que se encontraba el nublino y, sobretodo, ensangrentado, como la pared.

Lágrimas afloraron en los ojos marrones de la chica.
-No... No puede ser...-
Su postura se debilitó. Se fue abriendo de rodillas hasta finalmente caer contra el suelo, sumida en un llanto silencioso, tan solo interrumpido por inconstantes gimoteos.
Nia fue a reconfortarla, severamente preocupada, pero la nublina la evadió y, echandose a un lado, andó a trompicones mientras su rostro se llenaba de lágrimas, acercándose al gigante albino.
-Yloh... Yloh ha muerto...-sorbió de sus lágrimas, que como si fuesen sus penas concentradas, tan solo la sumieron en la más absoluta miseria.-No...-soltó a continuación, con un deje, casi imperceptible de ira.-¡Lo han matado! ¡Esos cobardes!-
Alcanzó al nublino y vaciló en tocarle, como si aquella fuera la prueba definitva, ignorando la herida de su garganta y del estómago. El tocarle y descubrir su frialdad tenia que ser la última prueba, el último testimonio verídico del fallecimiento del que habia considerado uno de sus amigos.

Aunque se lo esperaba, la frialdad de su mejilla la sobresaltó por unos instantes previos a colapsarse del todo, encontrando el suelo por última vez. Toima quien, por su parte habia experienciado de primera mano el colapso total de la nublina en su dolor, no supo, no hizo nada. Se quedó quieto como una estatua. No habia planeado sostener el cadaver del nublino tanto tiempo. Su propia frialdad era contagiosa. Odiaba los cadaveres. Ahora y entonces. Era un ser que antes gozaba de vida, de sueños, de ideas, de memorias, y de pronto se convertia en una copia barata de la que antes habia sido su dueño, como una parodia, un traje sin dueño. Tania seguia llorando sendas lágrimas y estaba hecha un verdadero desastre.

Una pregunta de Nia sacó al ulterano de su ensimismamiento.
-¿Estais el resto bien?-aunque podia sonar cruel, la voz de la ulterana tenia un regusto de preocupación y sobretodo, consternación. Consternación por saber que cualquier dia, el cadáver de uno de sus amigos puede aparecer colgando sin vida de los brazos de otro de sus amigos. Toima asintió secamente y la náyade no dió cuartel, con otra pregunta.
-¿Qué pensais hacer?-soltó con los sollozos de Tania de fondo, como si no fuera lo suficiente obvio. Parecia que esperase otra respuesta que no fuera relacionada con la violencia, pero de bien seguro sabia que no la tendria.

Noel siguió abrazado a Wen durante un buen rato más. No solo la había abrazado por ella, sino porque él lo necesitaba tanto como la propia vouivre. Necesitaba serenarse, evitar que la ira fuese a más y volverse completamente irracional como solía sucederle entonces. Pero para cuando llegaron los demás, la británica ya se había deshecho de su contacto y el draco observó, en silencio y con el rostro completamente serio como pasaban por delante de él. Toima, Gael, Giz, Adara... ¿Dónde estaba Tania? Por suerte llegó poco después con Nia, eliminando el miedo irracional que había sentido al no contarla entre los presentes.

El sueco fue testigo sin apartar la mirada del mismo punto fijo como Gael subía, después Adara, como Giz descolgaba el cadáver y como Toima lo cogía en brazos. El agujero en la ensangrentada pared que ahora sustituía al nublino empalado en su campo de visión era como un blanco en la mente del draco. Era una advertencia, una amenaza que reclamaba su atención. Se imaginó a sí mismo colgando a cada uno de los mercenarios en aquel mismo punto de formas cada cual más grotescas. Pero también vio a Wen, desangrándose por la frente y muerta, justo allí, como si la sangre de Yloh fuese en realidad la suya. Su expresión se contrajo, temblaba otra vez y casi se podía intuir el inicio de las desquiciantes carcajadas que pugnaban por salir de lo más profundo de sus cuerdas vocales.

Los gritos de Tania lo devolvieron a la realidad y, tras dedicar unos instantes a observar a la nublina, su vista se posó inmediatamente de nuevo en Wen. No, no podía dejarse llevar de aquella forma por los rincones más sombríos de su mente, tenía que centrarse en los vivos y en la situación presente. Escuchó los murmullos balbuceantes que la, aún impactada, vouivre profería y se puso en movimiento de nuevo. De forma un tanto brusca, dada la situación, la agarró de los hombros para clavar sus ojos en los suyos. Le dirigió una mirada muda pero no carente de significado y volvió a abrazarla. Ella enterró la cara en su pecho y Noel no se movió del sitio, pero sí giró su rostro para mirar a los demás, al desasosiego que inundaba el irreconocible salón, y se fijó por primera vez en detalles como los acuosos regueros en las mejillas del goliat o la ángel negro.

<<Devolverles el daño multiplicado por mil>>, <<arrancarles los miembros uno a uno>>. La respuesta en voz alta a la pregunta de Nia, sin embargo, fue diferente.
—Por ahora, averiguar cómo entraron exactamente y, sobre todo, darle un final digno a Yloh —habló sin alterarse, ocultando el torrente de emociones que se habían sucedido desde que el aviso mágico había invadido su mente—. Sugiero que lo llevemos al mar, como hicimos con Azura. Estoy convencido de que es lo que él habría querido. Dadme... un momento —pidió mientras ya empezaba a caminar, llevándose a la vouivre consigo.
Subieron las escaleras en silencio y el draco condujo a Wen hasta su habitación. El sueco se permitió un breve suspiro interior de alivio al ver a Odin agazapado bajo la cama. No había tenido demasiado tiempo de pensar en él, pero su gato sí se había cruzado en sus pensamientos en algún momento.

En el estado en el que estaban, primero debían tranquilizarse ambos y el mejor sitio para eso no era en presencia de la dantesca escena que adornaba la planta baja, no cuando la británica no había vuelto a alzar la cabeza desde que la había abrazado.
—Tú no tienes la culpa —le dijo con firmeza—. No quiero que sigas torturándote de ese modo, no puedes culparte por existir o ser quién eres. No cuando tienes a tanta gente a tu alrededor que te quiere y te aprecia.

En un principio, Wen no se percató de que unos brazos la estrechaban. Estaba tan sumida en la escena que se presentaba ante ella y las mil representaciones de lo que había pasado que su mente imaginaba que no notaba el contacto del cuerpo de Noel. Ni siquiera se percató de la gente que había entrado. En cuanto se dio cuenta, empujó al draco con todas sus fuerzas, aunque estas estaban mermadas.

- ¡No! Ellos… Yloh… yo… no puedo… Ha sido… No… - balbuceó incomprensiblemente.

EL sueco la agarró bruscamente y le lanzó una mirada que hablaba por sí sola. Cuando volvió a abrazarla, ella no pudo hacer otra cosa que enterrarse en su pecho y sollozar. No acababa de creerse lo que había pasado. De alguna manera, los mercenarios habían entrado y habían matado a Yloh por el simple hecho de conocer a la vouivre. “¿Qué pensáis hacer?” oyó a lo lejos, en un lugar de su cabeza distante que prestaba atención a la conversación. “Irme.” Contestó la británica en su mente. “Irme y evitar que os maten a todos.”

Wen se obligó a caminar cuando Noel la arrastró. No quería mirar a nadie y que vieran la culpabilidad reflejada en su cara. Por mucho que ellos lo negaran, estaba segura de que en el fondo sabrían la verdad: si ella no hubiera llegado a sus vidas nada de esto hubiera pasado.

La británica se dejó caer más que se sentó en la cama. No quería levantar la cabeza y enfrentarse a Noel.

- No tengo la culpa por existir ni por ser quien soy. - habló por fin, aunque aun sin alzar la mirada.- Tengo la culpa por formar parte de vuestras vidas. Si no hubierais venido ese día al rio todo esto no habría pasado, no tendríais que ir todo el día mirando por la problemática de la serpiente y su… gema de los huevos de oro. - dijo desde el enfado y la impotencia.- Quizás ellos tuvieran razón. Como un aviso, desde el principio, “no os acerquéis a ella”.

Noel escuchó hablar a Wen con la incredulidad pintada en el rostro. Incluso aunque ya conocía de sobra a la vouivre, incluso si había adivinado como debía estar sintiéndose, sus palabras fueron un golpe muy difícil de encajar. Que la chica llegase a una conclusión como aquella le producía una mezcla entre miedo y rabia que amenazaba con desbordarle por completo. Cuando empezó a hablar, lo hizo con la voz medio quebrada, apretando los puños sobre su regazo con los brazos extendidos, en completa tensión, intentando no alterarse más de la cuenta.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes sugerir que hubiera sido mejor que no entrases en nuestras vidas? Y tal vez tenga que recordate que fuimos nosotros quienes quisimos incluírte a pesar de que lo sabíamos. Te acogieron en el burdel por su propia cuenta porque no querían dejarte a tu suerte —antes de continuar hablando, volvió a colocar las manos en sus hombros y le hizo girarse hacia él ya que había estado evitando su mirada todo el tiempo—. Si no hubiéramos ido en aquel momento al río nada de esto hubiera pasado, tienes razón. No te habría conocido y no estarías cuando te necesito, que tú tal vez no te des cuenta pero son muchas ocasiones en las que no me he derrumbado por completo gracias a ti. A lo mejor ni siquiera estaba aquí ahora, porque fuiste tú quien me alejó del abismo aquel día, ¿lo recuerdas? —dejó escapar un tenue pero largo suspiro a modo de pausa para seguir—. ¿Un aviso, dices? Ningún aviso me iba a convencer de querer separarme de ti, como si viene del propio rey. Y respecto a lo que está sucediendo, te aseguro que no tengo intención permitir que un hatajo de cobardes nos mortifiquen la existencia de esta manera. Acabaremos con esto sea como sea, como si tardamos años, pero las cosas no van a seguir el mismo rumbo. Pero para eso necesito que estés conmigo y que no te derrumbes, para así no derrumbarme yo.
Cuando terminó de hablar no quiso pensar en nada en el momento en el que volvió a abrazarla por tercera vez en aquella fatídica mañana.

Le molestó saberse descubierto por el goliat, pero no se giró en ningún momento mientras notó la presión de su mano. Lo único que quería era que le dejasen solo hasta que pudiese mostrarles una actitud bien distinta. De aquella vez… precisamente cuando habían tenido que hacerse cargo del nublino, había aprendido una lección importante. No podía dejarse llevar por la ira. Por supuesto, eso no quería decir que eso lo disuadiese de buscar venganza. Una de las cosas que más le dolía era que, precisamente, no podían hacer nada por el momento. Por eso tardó en bajar, porque esperó a que su visión dejase de estar empañada, a que el torrente de ideas deslavazadas se calmase. Que Yloh no estaba no era tan difícil de asimilar como el porqué de que fuese así. La muerte, para él, era algo que estaba dispuesto a aceptar, la otra cara de la vida. Lo que le ponía los pelos de punta, siempre, eran el cómo y el porqué. El nublino no tenía culpa de nada. De absolutamente nada.

Regresó a la planta baja con Pirita en el regazo, a paso lento y con expresión indescifrable. No se podía decir que fuese capaz de analizar con más frialdad la escena, pero al menos sí pudo detenerse en los detalles, sin evitar la mancha de sangre ni el cadáver del muchacho, ahora en brazos de Toima. Había escuchado desde arriba la llegada de Tania, que había traído a Nia consigo, pero no tenía palabras de ánimo para ella. Se acercó en silencio al cadáver de Yloh y lo miró a la cara una última vez, cerrándole los ojos. No le gustaba que los cadáveres humanos tuvieran los ojos abiertos en su taller, se sentía observado, juzgado. Y ahora Yloh no era más que otro pedazo de carne muerta. A Gael aquel cuerpo ya no le decía nada. Escuchó los planes para él y, con voz ronca, les dio el visto bueno.
—El mar está bien. Le habría gustado así.

Apartando los ojos del cuerpo y la sangre, por fin le prestó atención a la planta baja de la casa. Se agachó a coger las astillas de las sillas y la mesa que había tallado Vac, para después dejarlas caer de nuevo al suelo. Todavía sentía arder sus entrañas. El discurso de la ángel negro solo avivaba ese fuego. Quizá le hubiese venido bien exteriorizar su enfado como había hecho ella minutos antes, pero si cediese a sus impulsos terminaría por destrozar lo poco que quedaba del salón. Probablemente si alguien le tocase en ese momento se habría quemado la mano al instante.

Cuando Vac volvió a la realidad después de aquel estado de duermevela, habían pasado varias horas. Ya era casi noche cerrada, y cuando bajo a por algo de comer, se encontró al sustituto de Wen en plena faena, echando a un brujo bastante extravagante por querer retrasar el pago. Noel parecía desenvolverse bien, aunque el hado estaba seguro de que a su hermano no le gustaba el uniforme, y le entendía. Le dedicó un gesto de saludo cuando el draco le vio y se perdió en la cocina, donde se preparó un aperitivo abundante antes de volver a su cuarto y prepararse para salir. Tenía cosas que hacer y ya había descansado suficiente.

El hado continuó con su trabajo con normalidad, obteniendo mercancías de interés para el burdel a precios reducidos, tratando con la competencia desleal y ocupándose de todos aquellos negocios que inflaban los beneficios del burdel. No obstante no se quedó ahí, Vac aprovechó los círculos en los que se movía en su jornada laboral para indagar sobre el grupo de individuos que había atacado a Wen sin llamar demasiado la atención. Las preguntas de griego no eran directas y estaban disfrazadas de conversación anodina, chistes y anécdotas de mercenarios que decían mas de lo que aparentaban, por lo que poco a poco fue cerrando el círculo. Aun así el número de guerreros a sueldo en Rocavarancolia no era precisamente escaso, por lo que tendría que estrechar aun mas el cerco.

Por otra parte el griego no veía demasiado a sus amigos, invertía mucho tiempo en buscar información, lo que sumado a su trabajo le dejaba pocas horas libres, horas que invertía en descansar lo mejor que podía. En esos momentos no dormía realmente, se sumía en un estado de semiinconsciencia en el que evitaba los sueños y reducía al mínimo la actividad de su mente, logrando así paliar su agotamiento. Se ausentó de los entrenamientos en la bahía y tampoco compartió los que su hermano y la vouivre llevaban acabo en el burdel, y apenas si se enteró de que la británica tenía una nueva mascota. Sabía que era un lobo cortesía de Giz, pero aun no lo había visto.

Unos días después del ataque, Vac salió pronto del burdel sin decir nada a nadie, apenas había amanecido y iba cubierto con una capa. Iba a reunirse con uno de sus contactos, un mercader que ofrecía sus peculiares servicios a varias de las bandas mercenarias de la ciudad. El griego hacía negocios con aquel individuo de vez en cuando, y estaba al tanto de la información que manejaba; era posible que le sacarle algo. Estaba esperándole en el lugar acordado, un sótano mohoso cuyo único mobiliario constaba de una mesa y dos sillas, cuando el chico sintió que el cordel de alarma del Cuchitril se quebraba. El hado se tensó, levantándose con la intención de salir hacia allí cuanto antes, pero el asunto que se traía entre manos era importante, ¿y si perdía aquella oportunidad de averiguar algo? Los puños del griego se cerraron con fuerza, mientras el chico se debatía sobre que hacer. Se obligó a sentarse de nuevo cuando su contacto apareció en la puerta, dejando a sus guardaespaldas fuera. <<Tal vez sea un desconocido sin mas, tal vez no sea nada -trató de autconvencerse mientras saludaba al mercader y ocultaba su nerviosismo-, esta cita es demasiado importante como para desaprovecharla.>>

Vac dedicó los siguientes minutos a la ardua tarea de obtener información, negociando con el mercader el precio de lo que buscaba y tanteando para saber si los datos que le iba a aportar eran fiables. El hado había aprendido a tratar con aquella clase de individuos, por lo que no le costo demasiado llegar a un acuerdo que el mercader creía beneficioso para si. El precio estipulado, sin embargo, era una nimiedad para el griego. El mercader no sabía las intenciones que el chico tenía hacia aquellos mercenarios, se había asegurado de contarle otra historia. Su contacto pensaba que el hado estaba tanteando el terreno para robarles un contrato, por lo que el precio por la información, aunque elevado, era bastante mas bajo que si supiera que sus motivaciones eran bastante mas sangrientas. Una parte de la mente del hado ardía de preocupación por lo que podría haber pasado en el Cuchitril, pero estaba seguro de que sus compañeros estaban a salvo: a esas horas estarían en la bahía, y Wen y su hermano estaban en el burdel con Jack, no podía pasar nada malo.

Aquel razonamiento actuó como un tranquilizante temporal, lo que le permitió concluir la conversación. Había un grupo de nueve mercenarios que parecía cumplir los requisitos que había mencionado el griego. Los miembros con los que se solía contactar para ofrecerles un contrato eran un goliat idrino llamado Rodar y un ángel negro llamado Verkan.
-Gracias mercader, aquí tienes lo acordado -concluyó el chico poniéndose en pie y lanzandole una bolsa llena de monedas de oro-, y esto para que no te vayas de la lengua -añadió, dejando otra bolsa sobre la mesa y saliendo por la puerta.

En cuanto estuvo fuera de la vista de los guardaespaldas, el griego echó a correr, alzando el vuelo en cuanto alcanzó la calle. El encuentro con su contacto había concluido y ahora no había nada que contuviera la preocupación sobre la alarma del Cuchitril, por lo que su mente se pobló de imágenes nefastas. Vac forzó sus alas al límite para llegar cuanto antes a su objetivo, y cuando aterrizó frente a la puerta destrozada del edificio, su aliento se congeló durante un instante. Atravesó apresuradamente la entrada y la escena que se encontró lo dejo sin habla. Todo el salón estaba destrozado, y sus amigos estaban en diferentes estados de frustración, abatimiento y furia. El cadáver de Yloh dominaba el panorama, y los ojos del griego se clavaron incrédulos en él mientras su mente repasaba a toda velocidad los momentos que había compartido con el muchacho, las veces que había cuidado de él y de Tania cuando sus amigos se ausentaban por trabajo. Ahora estaba muerto y no había podido evitarlo. Los puños del hado estaban ferreamente apretados, reflejo de la ira que también sentían sus compañeros. Noel y Wen bajaron en ese momento, y una parte de sí mismo suspiro aliviada al verlos sanos y salvos, pero el joven nublino no había tenido esa suerte.
-El goliat se llama Rodar, y el ángel negro Verkan -dijo en un susurro que resonó en la estancia con mas fuerza de lo normal-, forman parte de un grupo de mercenarios que consta de nueve miembros, dos mas de los que vimos el otro día. Van a pagar con creces por esto -añadió cuando terminó de compartir lo que había averiguado, mirando con ojos sombríos el salón destrozado-, y van a desear no haberse cruzado en nuestro camino cuando eso pase -las palabras del hado eran sombrías, cargadas de una amenaza que nada tenía de farol.

Notaba como la locura que envenenaba su mente arañaba los límites de su conciencia, tentándole a dejarse a arrastrar por ella, a perseguir a aquellos mercenarios, a encontrarlos y a reducirlos a nada costase lo que costase. Pero tenía que pensar con frialdad, aun no era el momento. Aun no.

Nia

La ulterana suspiró por lo bajo ante la respuesta de Noel. Pudo apreciar como Wen se culpaba personalmente de la muerte del nublino y, por otra parte, Tania seguia llorando, esta vez en silencio, moderandose poco a poco. La ulterana extrajó una de sus finas pipas de su manga y se la llevó a los labios, tras encender el contenido con magia. Tomó una profunda calada de la pipa y despidió el humo a través de su nariz. Escuchó y meditó las palabras de los presentes. Todos estaban tan llenos de odio, de ira, de dolor, de deseos de venganza, que la propia intara se vio ligeramente contagiada. Inspirando el sabor a hierbabuena, eliminando toda impureza de su mente, la náyade entonces habló.

-No creo que este asunto sea ya algo profesional, de competencia entre mercenarios.-comenzó diciendo.-Al matar a Yloh, lo comprensible es que, vosotros, busqueis venganza sobre su muerte y los lleveis al terreno personal. No voy a decir nada al respecto de esto, ya que yo ni era cercana al nublino, ni pienso de igual manera que...-vaciló en que decir.-...que todo el mundo. Y nada de lo que yo os diga os convencerá para hacerme caso.-terminó diciendo, pero no terminó su monólogo.-Pero si tengo claro una cosa es que no quiero que os maten.-tomó una calada más, meditando de nuevo sus palabras mientras se masajeaba el entrecejo, con la pipa humeando entre sus dedos.- Seria la peor situación posible, pero imaginadlo por un momento: Vais, atacais a este grupo, que, hasta ahora, no habeis podido derrotar, y los derrotais, los matais a todos y vete a saber que cosas peores les hareis, pero a costa de la vida de uno o más de vosotros. ¿Y entonces que? ¿Qué habeis logrado con la venganza? Absolutamente nada bueno, tan solo lo contrario.-calló entonces, creando un silencio incómodo que segundos más tarde rompió chasqueando la lengua y rodó los ojos.
-Lo que quiero decir es...-soltó un gruñido incomprensible por lo bajo.-... Que no podria perdonarme a mi misma, si vais a hacer algo tan peligroso y no doy todo de mi misma para poder ayudaros en lo que este en mi medida.-tomó otra calada corta.-Y con esto, me refiero, a que os ayudaré.-dijo con los ojos vidriosos.-Os ayudaré a atrapar y a reducir a los culpables de esto, pero hasta ahí colaboraré con vosotros. No deseo verme involucrada en más violencia innecesaria.-admitió, dirigiendo la mirada al suelo.

Toima

El ulterano tan solo abrió los ojos ligeramente ante las palabras de la niña. Parecia seria, más seria de lo que nunca antes habia visto el albino. Instintivamente, se fijó en Adara y sobretodo en Gael, que la conocian mejor. ¿Estaria hablando la bruja con total sinceridad, o se estaria guardando parte de sus pensamientos al decir que les iba a ayudar?

Wen se sintió más culpable ante las palabras del draco, esa vez por hacerle sentir mal. La vouivre lo miró cuando este la giró. No pudo evitar estremecerse ante la mención del abismo. “De solo pensar lo que hubiera pasado si llega a caer.” Pensó. Cuando Noel terminó de hablar, Wen no pudo hacer otra cosa que abrazarle con todas sus fuerzas.

- Tengo miedo, Noel. - le confesó.- Desde que tengo 5 años he ido por la vida haciéndome la dura y la fuerte, pero la realidad es que tengo miedo, mucho. Tengo miedo de lo que os pueda pasar si estáis conmigo, de lo que esos cabronazos puedan haceros por el simple hecho de querer protegerme, pero sobre todo tengo miedo de tener miedo. Me hace débil y vulnerable. Sinceramente solo tendrían que poneros en peligro para que les diera mi gema.

Noel sintió la tensión con la que Wen lo abrazaba y comenzó a acariciar su cabeza con suavidad, con intención de intentar que se calmase. Sus movimientos, aún así, seguían condicionados por algún que otro leve temblor incontrolable ya que él mismo no estaba precisamente todo lo tranquilo que le gustaría.
—Yo también tengo miedo —aseguró. <<Sobre todo si estás tan convencida de que cederías con tanta facilidad>>, pensó evitando realizar aquella acotación en voz alta—. Pero no creo que sea más débil por eso. Si no tuviéramos miedo, intentaríamos cualquier locura que solo acabaría en desastre, por lo que no tener miedo en esta situación sería una estupidez. Tenemos que ser meticulosos y analizarlo todo en detalle, pero te aseguro que si nos ayudamos entre todos jamás conseguirán lo que quieren. Por eso teniéndonos los unos a los otros no somos débiles ni vulnerables. Lo de hoy no se volverá a repetir —sentenció aparentando más seguridad de la que de verdad sentía.

Realmente no tenía muy claro si estaba convencido de lo que decía o tan solo quería creerlo. No importaba, ambos necesitaban escuchar algo como aquello, de eso sí estaba seguro. No podía permitir que el pesimismo fuese la única opción a tener en cuenta, incluso si él mismo se sentía abrumado por las dudas.

No mucho después abandonaron la habitación, aprovechando la llegada de Vac que el draco había podido oír como el momento para decidir volver ahora que ambos se habían serenado un poco. Las palabras del hado llamaron enseguida su atención, por fin obtenían un pedazo de información. No era mucho, pero era un comienzo. No llegó a emitir ninguna opinión al respecto porque la náyade tomó entonces la palabra.

—Venganza —repetir aquella palabra extraída del propio discurso de la ulterana le dejó un amargo sabor en la boca, evocaba recuerdos poco halagüeños—. Sin duda preferiría que este asunto fuese tan simple como tener que decidir si vengarse o no. Pero no se trata de eso. Se trata de que nuestra pasividad es tan arriesgada como actuar. La muerte de Yloh no era el fin, solo era una advertencia. Esto no se ha acabado aquí, hagamos lo que hagamos. No hay que precipitarse —hizo una pausa entonces, porque una vez más los recuerdos le asaltaban—. Pero yo no pienso descartar ninguna opción. Tal vez lo mejor sea centrarse en protegerse, o tal vez no. Si existe alguna oportunidad de mejorar nuestra situación por la fuerza, se hará. Eso es todo.

O por lo menos el sueco esperaba no equivocarse al menos en eso. Pero sí tenía claro que la impulsividad no les llevaría a nada. No podían cometer el mismo error de la última vez.

Mientras el resto de sus amigos subían y bajaban, Giz se limpió las lágrimas de la cara y se sentó en el suelo, recostado contra una columna. Se sentía impotente, como el resto de ellos, intuía, y no tenía fuerzas para absolutamente nada más; desclavar la lanza le había consumido. Los que se habían quedado abajo hablaban de cuando en cuando, salpicando un silencio incómodo con palabras, y sentencias, duras. Giz los escuchó a todos sin responder a nadie. Con la mirada perdida en uno de los puntos menos dañados de la habitación, el goliat había entrado en un bucle de pensamientos funestos, a veces para bien y a veces para mal, pero lo suficientemente gratificantes todos como para distraerle y evitar que le taladrara las narices el olor a sangre, a muerto y a alarma.

Para cuando bajó Noel y habló, Giz ya había barajado todas las opciones que se le ocurrían y tenía bastante claras las cosas. Estaba de acuerdo con todo lo que se decía: el rito funerario de Yloh en el mar, la actitud de Nia, la opinión de unos y otros... Había tenido tiempo de sobra para valorar  mentalmente todo aquello y lo que se dijo cuando atacaron a Wen, pero también acababan de darle muertos de sobra para justificar lo que diría ahora:

-Yo me encargo de Rodar-sentenció en un tono monocorde. Sentía que era algo que se debía a sí mismo por haber dejado que el goliat se le riera en la cara en tantas ocasiones, cada una peor que la anterior. No pensaba dejar que ocurriera de nuevo y para ello estaba dispuesto a ponerse serio genemágicamente hablando. Giz iba a sacar a los perros, esta vez bien domados.

Vac no tardó en irrumpir en la vieja posada, justo cuando los del piso superior volvían a bajar. No tenía ganas de mirarle a la cara. No quería que siguiera llegando gente. Le costó sobreponerse a todos los sentimientos contradictorios y pensar más fríamente, pero escuchó sin interrumpir a sus compañeros, solo hablando cuando ellos hubieran acabado de hacerlo. La información de Vac, extrañamente, lo dejó como estaba. Solo le interesó saber que su grupo todavía tenía a dos más, lo que aún les ponía más en desventaja. En aquel momento era incapaz de apreciar el valor que tenían los nombres de aquellos individuos. Por eso a Vac no le respondió, pero a Nia sí.
—Todo eso ya lo sé… ya lo sabemos. Se habla de venganza, es evidente… es… si a cada instante no me estuviera imaginando cómo los matamos no podría ni respirar ahora mismo. Pero sabemos nuestras limitaciones.
Su voz estaba ligeramente enronquecida, crispada. Sin pretender ser desagradable, incluso había olvidado dar las gracias por el ofrecimiento a la náyade. Su mente, entre recreaciones de posibles venganzas, trataba de buscar un plan agitadamente, algo a lo que aferrarse, una forma de no acabar mal eligiesen lo que eligiesen. Cuando acabó de hablar Noel, también aportó su punto de vista.
—No solo es centrarse en protegernos, también tenemos que hacernos más fuertes, y más rápido que hasta ahora. Cuando estemos a su altura sabremos qué hacer. Y tendremos la cabeza fría.
«No se puede hacer nada más. Proteger a Wen y esperar… y esperar… y pensar cuidadosamente en ello». Era consciente de que el miedo a las consecuencias era el que más le hacía recular ante la idea de buscar venganza, pero al igual que los demás se moría de ganas de retorcerle el gaznate a aquellos desgraciados sin importar cómo, y sabía que aquella necesidad acuciante tardaría aún un poco en atenuarse. Hasta que eso pasase, creía que no podría sopesar apropiadamente los pros y los contras de buscar vendetta.
—Deberíamos empezar a organizar... —señaló vagamente a Yloh con la cabeza— la ceremonia. —«Agradecería salir de entre estas paredes durante un buen rato».

Tras volver de la biblioteca decidí irme a practicar con mi nuevo libro algún que otro truco que encontré interesante. El mejor sitio para hacerlo es, como ya es habitual, el desierto. El trabajar mi parte de espectro me es mucho mas costosa tanto física como mentalmente.

El control del tiempo se me sigue haciendo extraño y el intentar controlar su flujo ahora no lo hace mucho mas sencillo. No se muy bien cuanto tiempo ha pasado exactamente desde que comencé con las prácticas. La mañana me ha pasado demasiado lenta a mi parecer dado que al acelerar mi propio cuerpo los segundo parecen pasar como minutos. "Aun no puedo regular la intensidad de la influencia del paso del tiempo en mi propio cuerpo, mucho menos la de cuerpos externos, pero con tesón y practica todo puede conseguirse. A fin de cuentas....Tengo todo el tiempo del mundo ¿No?" Pienso mientras voy caminando por los caminos de las montañas.

Al llegar a Serpentaria Tsusu me cuenta una noticia sobre los chicos. Algo habia ocuriido, no ha sabido muy bien qué pero parecía algo preocupado. Tras preguntarle un poco mas por el contenido del mensaje saco de mi bolsa un enorme búho y tras montarme en él salgo volando hacia el cuchitril.

A los pocos minutos vislumbro la calle del cuchitril por lo que desciendo al nivel del suelo. Tras llegar a la puerta salto de mi montura haciendo que esta sobrevuele la zona y se pose en el tejado de enfrente haciendo crujir las tejas del tejado al dejar caer su peso.

Sin esperar invitación abro la puerta como es habitual y mi nerviosismo se enciende exponencialmente al ver tanto al nutrido grupo como el estado del cuchitril por lo que hablando algo acelerado comienzo a hablar a los presentes. -Dios...¿Que ha ocurrido aquí? ¿Estáis todos bi..?- Mis preguntas se interrumpen al ver el cuerpo de Yloh por lo que poniéndome una mano tapándome la boca miro a los presentes con aire nervioso. -No puede ser...-

Mi mirada se posa en todas los presentes esperando que alguien me lo explique pero al ver a Noel abrazando a la voivre respiro profundamente y me acerco a ellos sintiéndome culpable por no haber estado tampoco hoy para poder ayudar a mis amigos.

Mirando al suelo me acerco a Wedn y con un hilo de voz solemne le hablo a la pareja. -Siento muchísimo la perdida de Yloh. ¿Quien ha sido? Tsusu me ha dicho que queríais hablar conmigo pero jamas me hubiese imaginado esto- Hago una pausa y le coloco la mano en el hombro a la británica. -Siento muchísimo no haber estado a vuestro lado... Podéis créeme que no pasara mucho mas.-

Fueron llegando más y más cuchitrileros mientras me subía al tejado para, por un lado, "vigilar; por otro, alejarme de la situación un poco más. Era su casa, después de todo, la que había sido mancillada de tal brutal manera...

Y ahí estuve hasta que llegó Vac, quien llegaba con información. Le di la razón mentalmente a sus palabras pero entonces habló Nia <<¿Que qué? ¿Atraparlos? Oh, no, cazarlos. Y dale con lo de protegernos... Mirad de qué sirvieron las protecciones que pusisteis, de nada. Han respetado los dormitorios y matado a Yloh, ¿protegeros? Pfff>> Adara fue la que dijo lo que yo habría dicho, aunque a Noel no le faltaba razón en lo de no precipitarse.

¿Diría yo algo? No creo, ya está todo dicho. Y tampoco es buen momento para bromear con cortarle las alitas a Verkan y regalárselas a Gael... <<Para colmo, otro entierro... Lo de Elliot no estaba lo suficientemente reciente, no...>>  Pero... no pude callarme.

-Adara tiene razón, todos tenéis algo de razón. Si fuésemos cuatro gatos, entendería lo de protegerse y defenderse. Pero somos bastantes, podemos dividirnos y ser más eficientes. Y a la hora de defenderse o atacar, hacerlo juntos. Si logramos comunicarnos con vuestras runas, podemos buscar información mientras otros se encargan de la parte mágica de protección. Pero si seguís insistiendo en atrincheraros en casa, aparentemente bien protegidos, contrataré un nigromante para que Yloh os quite la idea de la cabeza. Acción y movimiento no implican luchar, sino ponerse las pilas en vez de esperarles.-dije, sabedor de que lo último traería consecuencias, pero me crucé de brazos y, tras salir de nuevo, me apoyé en la fachada.

<<Pero manda narices, después de la discusión tras el ataque, se ve que tanta protección es en vano y siguen insistiendo... Faltó decir que como sigan adelante de forma tan pasiva, yo pasaré>> Quizá al hablar y pensar así estaba olvidando que no me había enfrentado a los causantes de todo esto... ¿Quizá? Sin duda.

—Eso ya lo sé... —respondió sin alzar mucho la voz a la intervención de Gael tras él.
Hacerse más fuerte más rápido. No era un pensamiento precisamente desconocido para el draco. Era algo que llevaba intentando conseguir desde hacía mucho tiempo y nunca le parecía suficiente. Siempre sentía que iba por detrás, que nunca era suficiente y siempre temía resultar una carga para el resto al no sentir que aportase nada realmente al grupo. Evitaba pensar demasiado en ello últimamente y la mejor forma era mantenerse ocupado en algo como había hecho los últimos días, dedicando casi todo su tiempo libre a diseñar con Adara o por su cuenta los aparatos con runas comunicadoras.

Noel atendió a la declaración de intenciones implícita en las palabras del asreniano, en lo que había dicho el fuego fatuo, en el planteamiento sin rodeos de Adara... En realidad no le decían nada nuevo. Lo comedido de sus palabras, dentro de lo que cabe, no había sido más que una forma de limitarse a sí mismo en aquel momento en el que sabía que si se dejaba arrastrar volvería a repetirse la misma historia. La misma historia que cuando mataron a Valenz. La misma historia que cuando discutió con Giz. Sabía que se descontrolaba, que se dejaba llevar por la rabia que era capaz de sacar lo peor de sí mismo y ello le llevaba a acciones de las que más tarde se arrepentía. Y no se podía permitir cometer errores en aquel asunto, no cuando la vida de Wen estaba constantemente en la línea, no cuando todas las personas a las que quería peligraban.

Y por ello, paradójicamente, no se pudo contener tras la intervención del vampiro, harto de mantenerse en silencio mientras malinterpretaban las intenciones tras sus propias palabras. Habló tajante, con una expresión que denotaba el hastío que sentía en aquel instante, pero con bastante más serenidad con la que lo habría hecho minutos antes.
—¿Quién diablos ha dicho que vayamos a atrincherarnos en casa? ¿Podemos dejar de meternos de cabeza en otra discursión absurda por hablar más de la cuenta cuando no toca? Centrémonos ahora en despedir a Yloh, tal como ya dijo Gael, y en enfriar las ideas antes de continuar considerando opciones cuando es evidente que ninguno va a razonar adecuadamente. Creía que Giz y yo habíamos sido un buen ejemplo de lo que no se debe hacer —finalizó con un mudo suspiro.

La llegada de Matt interrumpió durante un tiempo las posibles réplicas y el sueco observó en silencio la reacción del brujo, el cual sabía que aún no estaba al tanto de nada.
—Ha sido una banda de cazarrecompensas a los que ya nos hemos enfrentado en dos ocasiones. La primera durante un trabajo y la segunda vez... —lanzó una rápida mirada a la vouivre y apretó ligeramente el brazo con el que la estaba agarrando antes de continuar—. Consiguieron enterarse de cuál es la transformación de Wen, posiblemente porque cuentan con un goliat, y hace unos días la atacaron. En ambas ocasiones se retiraron sin completar su objetivo. Pero no ha sido el caso de esta mañana —finalizó su escueta explicación de forma aún menos detallada y dirigiendo una significativa mirada al cadáver del nublino. No hacía falta decir más.