El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Las palabras de Jack, que no distaron demasiado de lo que ya se había dicho, pasaron bastante desapercibidas para el draco, que seguía sin prestar demasiada atención a lo que ocurría a su alrededor, todavía inmerso en sus propios pensamientos. Apenas fue consciente de que Yloh se había acercado, pero escuchó como Wen le pedía una infusión al nublino y volvió en parte a la realidad al darse cuenta de que la vouivre todavía no había intervenido en la conversación. Le dirigió una mirada escrutadora un instante, preguntándose qué se le estaría pasando por la cabeza en aquel momento. Ninguna de sus suposiciones eran precisamente tranquilizadoras, por lo que suavizó su expresión dispuesto a hablar con ella, aunque todavía seguía apretando los puños con rabia contenida.
—Wen, ¿qué...?

No llegó a terminar la frase, porque en ese momento Giz había comenzado a replicarle nuevamente. La expresión de Noel volvió a crisparse al escuchar lo que decía el asreniano. Las palabras de Giz, aunque inintencionadamente, para el draco tuvieron el efecto de un puñal clavándose en el estómago. El sueco miró a su amigo con cierta incredulidad, le costaba digerir algo así viniendo del goliat, y cuando empezó a hablar su tono iba acorde con la expresión de su cara.
—¿De verdad me estás diciendo que crees que pienso que yo solo soy suficiente? ¡No se trata de eso! —volvió a elevar el tono de voz y a levantarse bruscamente del sofá automáticamente— Pero al contrario que tú yo estoy teniendo en cuenta que tal vez a Wen no le apetezca que la recluyan como si hubiera cometido algún delito —aún a pesar de su tono alterado se pudo notar cierto sarcasmo en su expresión, evidenciando que no era una simple suposición—. ¿De qué cojones nos va a servir vivir con el miedo condicionando cada mierda qué hagamos? —suspiró sonoramente con cansancio, antes de concluír su réplica al goliat—. Y no es necesario que nadie me recuerde que soy un inútil.

Se volvió a sentar, sin ganas de continuar replicando. Su última afirmación había minado en gran parte sus fuerzas. Seguía convencido de su propia postura, pero no se sentía en condiciones de continuar discutiendo. No se le pasó por la cabeza en aquel momento que era la primera vez que se encaraba tan violentamente a su amigo desde que le conocía hacía ya tres años, pero el intercambio le había dejado una sensación amarga y desasosegante.

Las palabras de Vac las recibió sin hacer comentario alguno, pero se sintió aliviado al comprobar que los demás no parecían opinar como Giz y que su hermano le apoyaba. Estaba a punto de aceptar lo que había sugerido el hado acerca de irse a dormir, pues no tenía ganas de cenar y tan solo se había acordado de que se suponía que a aquellas horas deberían estar sentados a la mesa cenando gracias al olor a comida que le llegó de la cocina, pero el goliat parecía seguir teniendo algo que decir al respecto. Tal vez si hubiese sido otra persona quien hubiera hablado, Noel lo habría ignorado y habría dejado que algún otro se encargara de replicarle, pero lo cierto era que de un modo u otro Giz había conseguido crisparle los nervios entre unas cosas y otras y es por eso que no pudo evitar ser él mismo quien volviese a intervenir.
—¿Crees que a estas alturas no saben de sobra dónde vivimos? Tú mismo has recalcado varias veces lo muy superiores a nosotros que son —una vez más el deje sarcástico volvió a dejarse entrever en sus palabras—. Y no sé si piensas que para averiguar algo sobre esos gilipollas tenemos que pregonar los motivos exactos por los que necesitamos esa información, pero si es así desde luego es mejor que se encargue otro de esa tarea.
Bufó levemente, cansado y harto de aquella situación. Ya llevaba dos discusiones con dos de sus mejores amigos en lo que iba de aquel maldito día, el cual parecía no querer tener fin.

Escuché luego a Vac, quien tenía razón sobre todo en lo de calmarse. En cuanto a lo que difería con él se lo rebatió Giz a continuación por lo que no añadí nada más. Pero yo no había dicho nada de venganzas. Me refería a movernos y hacer como ellos, emboscarles. Darles su propia medicina. Lo de que Wen se quedase oculta hasta que acabase... Dependía de ella; aunque estaba de acuerdo con Giz en parte. Parte que se esfumó hasta que me di cuenta de un detalle: ¿sabrían los mercenarios de la relación entre Noel y Wen? Si la situación fuese al revés, yo me aseguraría de dañar a una de las partes de la pareja, incluso de secuestrarla y usarla de cebo. Y dado el caso de ir al rescate, enfurecer lo máximo posible a la parte que venía en auxilio, para asegurarme de que cometiera errores. <<Espero que no sepan tampoco que son hermanos... Eso ya complicaría mucho las cosas>>

-No he dicho nada de venganzas. Me refiero a que hay que prepararse, en cuanto a protecciones, comunicación y en cuanto a encontrarles. Si algo aprendí en la Tierra es que hay que saber lo máximo sobre el enemigo. Si antes no lo sabían, ahora sabrán el vínculo que os une, y eso lo pueden explotar. En cuanto a lo de vigilar desde el tejado... sería arriesgado, pero ¿vigilar desde dentro no es un suicidio? ¿Esperar a que ataquen? La mejor defensa es un buen ataque. No podemos atrincherarnos aquí sin más mientras nos preparamos. Hay que moverse; todos tenemos contactos por ahí, no será difícil averiguar algo.-y luego mirando a Noel.-Y lo que dijo Vac... Hacedle caso. Es comprensible que esteis tensos, pero ¿os suena "divide y vencerás"? ¿O que un enemigo cabreado es un enemigo que comete errores? Un poco de calma estaría bien para pensar y planificar en frío. Y, eh, nadie es un inútil aquí, era una maldita emboscada, no es como luchar con un plan en el que apoyarte. Además, ya os habéis enfrentado dos veces, ya sabéis algo sobre ellos: cómo se coordinan. Usémoslo.

Wen ni siquiera se dio cuenta de que habían llegado al cuchitril hasta que Noel no la llevó hasta el sofá. La vouivre no dejaba de pensar en el peligro en el que había puesto a sus amigos, en todo lo que tendrían que pasar hasta que eso se acabara y en las únicas dos posibilidades de fin: o ganaban o perdían. La conversación que se sucedía, así como la aparición de dos de sus amigos que no había participado en la pelea, era un murmullo para la británica, que no dejaba de pensar en las posibilidades. Su mochila descansaba a su lado con las telas y la piedra preciosa que había comprado aquel día en el mercado. Aquella tranquilidad y despreocupación le parecía tan lejana que no podía creer que aquella misma mañana hubiera desayunado tranquilamente en el burdel.

Yloh se acercó a ella preguntando sobre su estado, lo que la vouivre agradeció con una sonrisa. El nublino le ofreció algo para beber y ella le pidió un té para calmar los nervios. Le estaba empezando a molestar las palabras de Giz, sobre todo cuando interrumpió al Noel, que iba a decirle algo. Le daba la sensación de que todos hablaban como si ella fuera una niña incapaz de defenderse y que ellos tuvieran que hacer de niñera le molestaba y le recordaba a su infancia cuando todos la trataban de inútil. Se terminó el té de un sorbo y se pasó la mano por la cabeza desenredándose el pelo entre los dedos. La vouivre se levantó despacio del sofá y comenzó a hablar un tanto exasperada interrumpiendo a quien estuviera hablando en aquel momento.

- ¿Podéis, por favor, dejar de decir “proteger a Wen” como si no fuera capaz de cuidarme a mi misma? No soy una niña y no soy estúpida. Si quieren mi gema no se lo voy a poner fácil, ni me voy a poner en mitad de la Plaza de la Fuente con la frente al descubierto, pero tampoco me voy a encerrar en mi habitación. Sé que son superiores, no los voy a subestimar, pero no les tengo miedo. Vosotros os preocupáis de mantenerme encerrada, pero yo me preocupo más de lo que os pueda pasar a vosotros. ¿Sois conscientes de en lo que os estáis metiendo por mi culpa, verdad? Si tengo que irme a un mundo vinculado, lo haré. No pienso ser la culpable de lo que os pase.- dijo, con toda la seriedad de la que fue capaz de disponer.

Tras las intervenciones de Noel y la propia Wen, Giz acabó con ganas de golpear la cabeza contra la pared, repetidas veces, hasta que la brecha que se hiciera le doliera más que lo difícil que le estaba resultando dialogar.

-Voy por partes-avisó. Su tono estaba rayando ya la frustración y probablemente fuera a peor conforme continuara hablando-. Lo primero es que si huyes por un portal solo te estarías suicidando, Wen. Lo segundo es que me empieza a molestar que pongáis palabras que no son en mi boca: NO he dicho que tú seas un inútil-dijo en referencia a Noel- ni pienso que tú seas estúpida-señaló a la vouivre-. Y ahora, ser valientes está muy bien, pero ser unos temerarios sobra a estas alturas y os lo digo precisamente porque sé que tampoco sois unos inmaduros. No estoy hablando de recoger el rabo entre las piernas asustados y escondernos de por vida, pero creo que es coherente que les tengamos miedo-cogió aire, no tenía ni idea de si estaba consiguiendo ser lo suficientemente claro-. No sé hasta qué punto sois conscientes de que Rocavarancolia no es un emplazamiento idílico y que, dentro de lo que cabe, los que más, no llevamos ni tres o cuatro años transformados-<<Wen apenas lleva uno>>-y en ese sentido sí que somos unos críos, los recién paridos por la luna.

>>Así que no veo la cobardía en ser conscientes de que de momento lo que toca es protegerse-esto iba también por lo de la mejor defensa de Jack- y evitar regalarles a Wen en bandeja. O nuestra localización, que sí, ya sé que dije que estábamos en desventaja y que eran mejores que nosotros, pero no veo la necesidad de regalarles información que puede que se les haya pasado… Pero bueno, como parece ser que soy el único en esta sala al que no le importa ser meticuloso para que no le separen la cabeza del cuello, me marcho a hacer cosas de provecho y os dejo que decidáis lo que os de la gana-acabó casi bufando.

Si nadie le dijera nada, Giz decidiría si acabar yendose a su habitación, al laboratorio o a la biblioteca, según su propio ánimo.

Noel notó la mirada de Jack cuando este la clavó en él en mitad de su discurso, pero ni siquiera se giró para devolvérsela. La calma que pedían constantemente varios de sus amigos, le resultaba difícil de alcanzar en aquellos momentos. La intervención de Wen, al fin, le confirmó lo que ya sabía. A la vouivre no le hacían ninguna gracia sugerencias como las del asreniano y uno de sus motivos para haberle rebatido al goliat al respecto era esa seguridad. Suspiró sonoramente cuando la británica terminó de hablar, pero no le dijo nada. Quería hablar con ella sin lugar a dudas, pero no allí, no en medio de toda aquella tensión que se podría cortar como un cuchillo y en donde estaba seguro de que alguien intervendría. Por lo que decidió que era el momento de hacerle caso a Vac de una vez, así que se levantó e hizo amago de colocar un brazo sobre los hombros de Wen.

Pero Giz habló de nuevo y no fue capaz de ignorarlo tal y como creía que debería hacer. Aunque le dio la impresión de que había descendido el tono de su discurso respecto a las anteriores ocasiones e incluso compartía algunos de sus pensamientos al respecto, no contribuyó demasiado a aplacar la rabia del draco el hecho de que aún continuase replicándoles de aquella manera.

—¿Tú te has oído a ti mismo, Giz? —comenzó a hablar, con falsa tranquilidad—. Propusiste que Wen se encierre en su cuarto sin más y has hablado como si existiera la absoluta certeza de que si ponemos un pie fuera de casa nos matarán, por mucho que ahora estés tratando de suavizar las cosas. Tampoco aceptas que no tienes la verdad absoluta, ni siquiera te molestas en contemplar que pueden existir soluciones menos drásticas. Hablas como si estuvieses tratando con una panda de gilipollas a los que hubiera que dárselo todo masticado —poco a poco había ido elevando ligeramente la voz y perdiendo por completo la calma con la que aparentó empezar a hablar—. No pongo palabras en tu boca, es lo que me obligas a sobreentender de tu forma de decir las cosas. O de tus propias contradicciones. Porque eso es, lárgate tú solo, es lo mejor que puedes hacer después de lo que tú mismo estás defendiendo. Supongo que tú sí puedes defenderte sin problemas, ya que eres mágicamente superior a prácticamente todos nosotros. El que los demás dediquemos horas de nuestro tiempo a entrenarnos es completamente irrelevante. O tal vez lo que quieras es ir a encerrate a ese laboratorio tuyo en el que ya casi pasas más tiempo que aquí. Poca diferencia iba a haber de todas formas porque incluso estando en casa sigues con la cabeza en tu mundo, lo cual al parecer te da más derecho que a nadie a decidir por los demás cómo se deben hacer las cosas.


Cuando terminó de hablar el sueco soltó un bufido, comenzando a hartarse de verdad de tanta discursión. Estaba muy alterado y sabía que probablemente se arrepentiría más tarde de cómo había reaccionado en general, aunque su opinión al respecto seguía siendo bastante firme.

-¿Qué?-Giz no vio venir en absoluto el comentario que Noel acabó haciendo-. Ahora sí que estás siendo un gilipollas-le concedió-. Y salgo solo no porque me crea superior a nadie, sino porque yo no tengo la gema de los huevos de oro incrustada en la frente ni soy el objetivo de la banda de mercenarios. Y alguien tendrá que salir a buscar el hechizo de teletransporte, que por ciencia infusa no se aprende.

>>Si vuelvo es que me ha salido bien, si no, no os preocupeis; estaré en la cárcel dialogando civilizadamente con los fetos-trazó un hechizo rápido de intangibilidad y salió por la puerta, sin abrirla.

—Haz lo que te dé la puta gana —dijo como única respuesta a la última intervención de Giz.
No recordaba haber acabado tan harto de una discursión como en aquella ocasión. Su alteración era visible, incluso había comenzado a sudar en cierto momento. Si de él hubiera dependido, ya se había ido hacia largo rato, pero alterado como estaba, la insistencia del asreniano le había sacado por completo de sus casillas. Se abstuvo de opinar nada al respecto de lo último que dijo, incluso se abstuvo de descifrar las palabras por separado, completamente hastiado de la situación.

Captó una mirada de reprobación por parte de Vac, pero se limitó a mirar hacia otro lado para no prestar atención a ninguna otra posible mirada que contuviese los mismos reproches. Simplemente se limitó a caminar hacia las escaleras y, al ver que Wen le seguía, no se detuvo en ningún momento ni se dio la vuelta. De este modo entraron en el cuarto del draco y dejó que la vouivre se acomodase como quisiera en su cama mientras él se aplicaba un hechizo de limpieza y se cambiaba la ropa al pantalón que utilizaba para dormir.

Suspirando, se tumbó en la cama y se pasó una mano por los ojos denotando cansancio. Quería hablar y no sabía muy bien cómo empezar, por lo que unos segundos de agobiante silencio le hicieron revolverse, incómodo.
—Siento mi comportamiento ahí abajo, pero creo que era eso o empezar a golpear algo... o a alguien— comenzó a hablar por fin, enarbolando una expresión sombría—. Escucha... no quiero que te sientas culpable. Ya nos las vimos con esos desgraciados ayer, por motivos de trabajo. Tenemos que averiguar todo lo posible sobre ellos, pero dadas las circunstancias lo raro sería que no hubiéramos acabado en su punto de mira de cualquier forma. Sabíamos en dónde nos estábamos metiendo cuando decidimos dedicarnos a esto y aún así no nos hemos echado para atrás. La casualidad quiso que además contasen con un goliat entre ellos pero no es como si tú tuvieses la culpa de que amenacen tu vida y mucho menos de implicarnos a nosotros. Además, no puedes siquiera sugerir que no me implique, ¿eres consciente de ello, verdad? —la miró con seriedad, intentando transmitirle exactamente lo que quería decir ya que por muy obvio que a él le resultase, sabía qué clase de cosas podrían estar pasando por su cabeza, especialmente después de lo que había dicho durante la discursión—. Sobre todo te ruego que no cometas ninguna locura —en su tono iba implícito que temía que efectivamente se le hubiese ocurrido cometerla—. Exiliarse a un mundo vinculado tampoco es buena idea, allí nadie te puede ayudar. No hay más que ver cómo acabó nuestro amigo el mercader, por mucho que tratase de ocultarse en el Macetero. No se trata de protegerte como si fueras una cría, es que nos preocupamos por ti. No sé por qué eso debería ser difícil de entender. Es evidente que ninguno de nosotros puede él solo contra esos tipos y por eso tenemos que ayudarnos—<<y no discutir>>, suspiró para sus adentros. Ahora que se había relajado de verdad, lamentaba haber sido víctima de la rabia de aquella manera—. Así que, por favor, deja que te ayudemos. Deja que yo te ayude. Y ayúdame tú a mí.

Wen estaba cansada, muy cansada. El día había sido agotador y la discusión no lo mejoraba. Ignoró la discusión y decidió recordarla con pelos y señales para el día siguiente en el que, con la mente más clara, podrían verlo todo desde otro punto de vista. “O desde el mismo, pero sin terminar matándonos los unos a los otros.” Pensó con un suspiro.

Aunque la vouivre se sintió levemente ofendida por el comentario de Giz sobre su gema, lo ignoró y siguió a Noel hasta su habitación. Respiraba hondo mientras se decía a si misma que al día siguiente todo se arreglaría entre ellos y que lo que se estaba diciendo en ese momento no había que tomarlo en cuenta. Cuando llegó a la habitación del sueco, se cambió su ropa por una camiseta de Noel que, dado su tamaño y el de la vouivre, le quedaba bastante grande. Wen se recostó al lado del draco y le miró en silencio apoyando la cabeza en su pecho, escuchando lo que este le decía.

- Está claro que no me voy a deshacer de ti tan fácilmente. - bromeó la vouivre para quitar la tensión.- De todas maneras, no puedo dejar de sentirme culpable y lo sabes. Y no, no voy a hacer ninguna locura, pero no sería una locura irme a la Tierra. Piénsalo por un momento, el portal solo se abre una vez al año, solo tendría que asegurarme de que nadie pase el portal para quedarse a ese lado excepto yo. No me resultaría difícil sobrevivir en la Tierra, al fin y al cabo, fui una niña superviviente antes de la transformación, ahora estaría chupado.- le explicó en un vago intento de que la idea le gustara, aunque sabía que era inútil, pero cuando le pidió su ayuda al mismo tiempo que el ofrecía la suya Wen no pudo hacer otra cosa más que abrazarle más fuerte, sonreir y decir lo único que se le pasaba en esos momentos por la cabeza.- Te quiero.

Noel se sintió aún más tranquilo al escuchar a Wen, aliviado en gran medida de que sus palabras no hubiesen sido desacertadas. No pudo evitar, sin embargo, sobresaltarse interiormente cuando ella sugirió lo de irse a la Tierra.
—No... no me parece buena idea. Siempre tendría la duda de si alguien traspasó el portal de todas formas —vaciló mientras su cola se movía ligeramente por sí sola con nerviosismo—. Y, para qué mentir, también tengo mis motivos egoístas para no querer que hagas eso. Un año entero es mucho tiempo —acabó añadiendo con sinceridad y esbozando una sonrisa cansada—. Acabaremos siendo mejores que esos desgraciados —dijo tras una pausa, de forma un tanto distraída y como si estuviera jurándoselo a sí mismo.

Sintió a la vouivre abrazarlo con más fuerza y le devolvió la sonrisa. La cercanía de la chica siempre le resultaba tranquilizadora y agradable, era como un remedio que contrarrestaba su vena más agresiva, su parte más draco de estínfalo, por la que en ocasiones se dejaba llevar. Al día siguiente debería preocuparse de las consecuencias de todo lo que había ido ocurriendo a lo largo del día, pero no en aquel instante.
—Yo también te quiero.

Estaba claro que la conversación no llevaba a nada. Noel estaba tenso, Giz no salía de sus trece y la mitad de lo que decían era resultado del cabreo y tensión del ambiente. Sí, vale, tenía que haber esperado a que se calmasen y entonces dar mi opinión, quizá. Lo que dijo Wen, sin embargo... <<¿Qué se cree, que no sabe en qué nos estamos metiendo? Claro que lo sabemos. Yo podría estar en casa tan tranquilo en vez de aquí intentando ayudar, tiene guasa. Podría mandar esto a paseo y que os apañaseis solos>> Decidí callarme eso, por supuesto. Aunque de haber dicho algo similar alguien, lo habría dicho.

Y cómo no, la conversación acabó mal: Giz se largó y Wen y Noel se fueron al dormitorio.
-Bueno, volveré mañana, a ver si los ánimos están mejores para planificar algo. Descansad, anda, que os hace falta.-me despedí de los que quedaban en el salón.

Para colmo, cosa que Wen seguramente no sabría al decir su famosa frase, esto echaba por tierra posibles planes para la Bodega así como los entrenamientos nocturnos con Pablo. <<¿Y por qué? No hay nada planificado, ahora mismo bien podrían ir los mercenarios a rematar la faena que ellos seguirían peleándose entre ellos. Agh, a ver si ese vampiro novato no se ha achicharrado>>

Entrenaría vuelo un rato con el chaval y luego me iría a casa. Lo que estaba claro es que esto no salpicaría al Burdel si podía evitarse <<¿Que no sabemos dónde nos metemos? Demasiado bien, bonita... Ni de coña>>

«Es absurdo, estúpidamente surrealista».
Estaban metidos en un problema como nunca antes y lo único que podían hacer era pelearse por tonterías. «Primero lo de Toima, y ahora esto». Estaba absorto viendo la discusión, los reproches, sorprendido de vez a Giz enfadado de verdad por primera vez. Cada uno sacaba las cosas de madre para un lado u otro. Él no tenía claro ni qué pensar, por eso no abría siquiera la boca. Estaba tan confuso y fastidiado como los demás, y no quería echar más leña al fuego. De hecho, sabía que era mejor mantenerse callado, pero la ansiedad empezaba a amenazar con hacerle perder los estribos. Si por él fuera intervendría, ¿pero después qué? A veces daba impresión de que no se escuchaban ni a sí mismos. Por eso solo abrió la boca cuando Giz empezó a marcharse, aunque en vano.
—¡Giz, espera! No… —«te vayas».
En el fondo sabía que esa era la única manera de parar la discusión.

Noel y Wen se fueron escaleras arriba, Jack regresó al burdel, y Vac cogió un poco de comida y bebida y salió por la puerta. Supuso que no habría ido muy lejos. Pronto se quedó el salón en silencio, y Gael se sentía mal. Todo lo que se había callado le carcomía ahora por dentro, como la incapacidad de haber parado la discusión, o como su inutilidad en la plaza. Suspirando cogió unos trozos de las costilla, demasiado fríos por la espera, y una jarra de cerveza, para después subir a su habitación. A pesar de la presencia de Pirita, se sentía extrañamente solo, lo que no contribuía favorablemente a su estado de ánimo. Se imaginó que Vac podría estar en el tejado del cuchitril tomando la cena que había cogido, así que se decidió a salir. Como en los viejos tiempos, cuando al tener un problema recurría a buscar el consuelo de Vac. A veces todavía echaba de menos poder refugiarse de aquel modo en los demás, pero lo consideraba parte del niño que había dejado atrás. Sin embargo aquel empezaba a convertirse en uno de esos días en que su entereza flaqueaba.

Cuando hubo comido solamente la mitad del plato poseyó el cadáver del chico humano y se cubrió con una capa larga para salir al exterior sin llamar la atención en la distancia. Con un hechizo de levitación llegó hasta el techo y, efectivamente, encontró allí al hado. Se acercó con pasos vacilantes y se sentó con las piernas cruzadas a su lado.
—Hola… —murmuró sin apartar la mirada del horizonte—. Menudo día, ¿eh? —Repasaba los bordes de las placas de pizarra con la yema del dedo, un tanto abstraído—. Me siento como una mierda. Ojalá te hubieran dado la razón antes allí abajo.

Tania

La nublina asistió a la discusión de los cuchitrileros. Aunque en un momento pensó que todo iba a salir bien, que habian sobrevivido otro día, pronto vió que no era así. El simple hecho de que tuvieran la mira sobre Wen no ayudaba y hacia que por ejemplo, Noel estuviese bastante enfadado y nervioso, como era obvio. Tras ver algo que creia imposible, que dos de los cuchitrileros discutieran, Tania no supo que hacer o decir. Este fue un sentimiento que se quedó dentro de ella y fue creciendo a medida que discutian más y más. No se queria ni imaginar que era lo que deberia estar sintiendo Wen, ya que, aunque lo hacian con la mejor de sus intenciones, estaban planeando controlar su vida sin ni siquiera consultarla. Una vida en una prisión no es vida.
La intervención de Vac, que, por una parte dijo lo que era más sensato, no consiguió calmar mucho los ánimos y la discusión entre el goliat y el draco prosiguió un rato más hasta que el genemago decidió tomar la puerta y salir. Tania suspiró, mientras observaba como uno a uno dejaban la sala. Y todavia quedaba Toima por lidiar. Vac habia decidido quedarse de vigia en el tejado y se habia subido comida, sin embargo, ahí le estaria dando bastante frió y la nublina decidió que le haria una visita más tarde, justo antes de acostarse.

Pero primero estaba Toima. Llamó a la puerta del cuarto. No hubo respuesta. Entró para encontrarse al ulterano abrazada a la lagarta que ya tenia un tamaño bastante considerable y ambos durmiendo sobre su camastro correspondiente. O no. Toima se hacia el dormido. El ulterano fingia pobremente un ronquido y Tania supo captar su acto casi al instante. La nublina no dijo nada y cogió unas mantas calientes de un armario y finalmente bajó. Si el albino no querria hablar con ella en ese momento, siempre podia esperar a mañana.

Por su parte Toima dejó el acto cuando vió que bajaba por las escaleras. Habiendo creido engañarla, procedió a seguir con su guardia. Sus ojos viajaban de un lugar a otro. Atento a cualquier movimiento o presencia en el cuchitril y sus proximidades, el ulterano decidió montar guardia sin pegar ojo en toda la noche.

Tania habia preparado algo de té de hierbas caliente. Cogió una escalera y comenzó a subirla, con las mantas al hombro y un par de tacitas junto al té en una jarra encantada. De alguna manera, se las arregló para subir por estas hasta que finalmente llegó al final de la escalera.
-Pensé que tendrias frío y te he traido-se cortó de pronto al ver que el fuego fatuo hablando junto al hado. Pronto se recompuso y le saludó.-Vaya Gael... No sabia que estarias montando guardia tú tambien.-dijo con una sonrisa amable.

-He traido un par de mantas por si teneis frío y un té calentito para que no os congeleis para nuestros vigilantes del tejado.-les dejó los objetos justo al lado y se despidió con la mano, tomando la escalera de vuelta.-No os quedeis hasta muy tarde, que Toima está ojo avizor tambien. Y si os cansais no dudeis en iros a la cama ¿entendido?-les dijo en un tono que fingia severidad pero que acabó coronando con otra sonrisa.-¡Hasta mañana!-se acabó despidiendo.

De vuelta en el cuarto, el ulterano volvió a fingir que estaba durmiendo, pero la nublina no le hizo caso alguno y se arrojó en la cama, enterrando su cabeza en la almohada. No podia maldecir más su mala suerte.
<< En otra ocasión será entonces...>> pensó, intentando ser positiva.

La discusión continuó a pesar de las palabras de Vac, y el hado solo se pudo limitar observar con el ceño fruncido, harto de aquella actitud entre compañeros. El cabreo del griego por lo que había ocurrido en la plaza empezó a aumentar, y tuvo que refrenar las ganas de terminar con aquel intercambio de palabras hirientes a golpes. Cuando Giz se largó, Vac le dirigió una mirada reprobatoria a su hermano, mirada que este ignoró. El draco y la vouivre se perdieron por las escaleras, y el hado, sin decir nada, cogió algo de comida y de bebida y salió por la puerta, bufando incoherencias. La noche estaba despejada, iluminada levemente por la luz del astro rojo, pero el chico no se paró a observar el paisaje, alzó el vuelo y aterrizó en el tejado cuidándose de no resbalar.

Giz había decidido largarse por su cuenta desoyendo los consejos de los demás, así que él no tenía porque hacerle caso con respecto a donde montar vigilancia. Si al lagarto sabelotodo le iban ignorar por no tener una gema en la frente, la misma regla se le aplicaba a él. Vac comió en silencio, refunfuñando de vez en cuando sobre los humos que se traía la gente, cubierto enteramente por una capa oscura que había invocado con una runa y fundido con la oscuridad de la noche. Estaba cansado, cansado y de mal humor, y no era una buena combinación. Llevaba varios días durmiendo mal, a trompicones y ayudándose de algún hechizo de vez en cuando, pero aun así no había sido capaz de prolongar varias horas su descanso; desde la muerte de Elliot, arrastraba demasiados problemas en su cabeza. Su piel oscura ocultaba sus ojeras, y su sonrisa habitual disfrazaba su malestar general a ojos de sus compañeros, Vac no quería entrometerlos; era una mala racha que tendría que superar el mismo con el tiempo, pero la situación actual no le ayudaba en nada. Aquel ataque a traición a Wen, la aparente inutilidad de la que había hecho gala al no haber conseguido arañar siquiera a esos desgraciados, y la discusión entre sus amigos que había provocado todo aquello, solo empeoraba su estado de ánimo.

El hado enterró la cabeza entre sus manos, masajeandose las sienes para paliar el incipiente dolor de cabeza que volvía a atormentarle, tratando de apartar de su mente aquellos problemas para centrarse en su tarea de vigilancia. No era fácil, llevaba mucho tiempo dejándolos a un lado, tratando de olvidarlos, pero cuanto mas tiempo pasaba, mas costaba desapegarse de ellos y mas cuesta arriba se le hacía todo. Con un gruñido, se aplicó un hechizo de vela, condensando todo su cansancio con esfuerzo en una bola de considerable tamaño que retiro de su cabeza con un hechizo de intangibilidad. Vac contempló con los ojos entornados aquella masa gomosa, sabedor de que era demasiado grande para ser sano, pero obvió este detalle y la lanzó lejos con un movimiento brusco de su brazo, a tiempo para ver aparecer al fuego fatuo.
-Buenas noches -le contestó con una leve sonrisa, dando un trago a su jarra de cerveza-. Ya ves, compañero, y si, habría estado bien, pero se ve que mi carisma a alcanzado unas cuotas anormalmente bajas -trató de animarle con una pequeña broma, se le notaba muy desanimado.

Antes de que Gael le pudiera contestar, unas escaleras se apoyaron en el borde de tejado, y la cabeza de Tania apareció unos instantes después, seguida de un par de mantas y una infusión caliente. Saludó enseguida, pero se cortó a media frase al ver a Gael, aunque se repuso rápido y continuó, diciéndoles que les había subido una par de cosas para que se les hiciera mas confortable la noche. El hado agradeció el gesto con una sonrisa y aseguró la carga de la nublina a su lado, asegurándose después de que llegaba bien al suelo y despidiéndola con un leve gesto de su mano. Le había resultado un poco raro la pequeña pausa de la muchacha al ver a Gael, pero no pensó demasiado en ello, parte de su mente aun se debatía contra los problemas que le atormentaban.
-¿Te apetece una taza de la infusión? -le preguntó al fuego fatuo tendiéndole una taza-, esta claro que te hace falta y no pasara nada si sales un segundo del cuerpo.

Wen se acurrucó contra Noel y se dejó llevar por los brazos de Morfeo. Para su propia impresión, se durmió bastante rápido aunque tardó lo suficiente como para poder darle un último repaso mental a lo sucedido aquel día. “Va a pasar mucho tiempo hasta que podamos volver a estar tranquilos.”

A la mañana siguiente se despertó temprano. No había dormido exactamente mal, ya que el calor de Noel a su lado ayudaba para que eso no ocurriera, pero no la catalogaría como una de sus mejores noches. La británica se sentó en la cama y se agarró la frente cuando, de golpe, le vinieron a la cabeza todas las imágenes del día anterior. Sintió movimiento tras su espalda y unos brazos que rodeaban su cintura.

- No quería despertarte.- susurró la británica dándose la vuelta para darle un beso en la frente. Luego se volvió de nuevo a su posición original y miró al vacio.- Deberíamos ir a hablar con Giz. Y con los demás, pero primero con Giz. Ayer no era el mejor momento para hablar, todos estábamos nerviosos.

No fue capaz de sonreír ante el intento de broma del hado, pero le agradó encontrarse un ambiente algo más relajado que dentro del cuchitril. La aparición posterior de Tania le extrañó, pero porque no creía que se fuese a molestar en subir al tejado a aquellas horas, teniendo en cuenta que solo podía hacerlo utilizando escaleras.  No se le escapó el apuro con el que volvía a bajar, por no hablar de la evidente sorpresa que resultó para ella encontrarle allí.
—¿No te quedas, Tania? —preguntó, aunque tarde. La nublina ya parecía dispuesta a irse sin más—. Pues… buenas noches.
No le dio tiempo a explicarse, pero él no podía beber aquello ni le hacía falta una manta, así que no veía motivos para que Tania no se quedase.
—Este Toima… —murmuró meneando la cabeza, aunque se alegraba de haber oído que estaba ayudando, a fin de cuentas. «A lo mejor ha tenido suerte y todo de perderse esa discusión». Ante el ofrecimiento de Vac negó con la cabeza—. No... mejor no. Prefiero no dar el cante aquí arriba. Aunque lo de Giz sea paranoia, tampoco quiero ser una fogata en mitad de la noche… Tengo miedo. Es que no puedo negarlo, tengo miedo. Por mucho que le dé vueltas, estamos en pañales comparados con ellos. —Se abrazó a las rodillas y exhaló lentamente, esperando ver las volutas de vapor que nunca aparecieron.

El hado le preguntó si conocía los hechizos de opacidad y cordel de alarma. Gael se lo pensó durante unos segundos, agotado como estaba.
—El de alarma sí… es muy fácil. El otro lo conozco, lo he probado… pero no recuerdo cómo se hacía —explicó arrastrando un poco las palabras—. Va a haber que ponerse las pilas en todos esos campos.

La respuesta del fuego fatuo no le sorprendió demasiado, pero le recordó que no había salido allí a pasar el rato.
-Oye Gael, ¿tu conoces el hechizo del cordel de alarma o el de opacidad?. Estaría bien trazar un perímetro entorno al edificio por si se acerca algo -se interesó mirando al chico, y cuando obtuvo su respuesta empezó a dibujar un plano de los alrededores en su cabeza, incorporándose ligeramente para ver mejor. Estaba de acuerdo en que debían entrenar mas duro si querían enfrentar a aquellos tipos, pero no continuó la conversación por ese camino, ya habría tiempo de enfocar aquel tema mas en grupo. Mientras su mente trabajaba, dio buena cuenta de la infusión que había subido Tania, intercambiando impresiones con Gael sobre los mercenarios a los que se habían enfrentado. Enfocaron la conversación desde un punto de vista muy analítico, haciendo hincapié en algunos de las brechas que habían visto en sus contrincantes, que en realidad no eran muchas. El ochrorio pantera era excesivamente impulsivo, y al goliat parecía molestarle la presencia de otro trasformado como él en la ciudad. Esos pequeños detalles, entre otros aun mas insignificantes, eran lo que habían podido sacar en claro, basándose sobre todo en su opinión personal, pero por muy pobre que fuera la información, tenían que aprovecharla de alguna manera.

Cuando el griego tuvo claro la distribución de los edificios de los alrededores, descendió a la calle con el fuego fatuo y juntos prepararon un potente hechizo de alarma, añadiendo varios hechizos de guardia entorno al Cuchitril y fijando las clausulas pertinentes para que solo pudieran ser sorteados por un grupo selecto de personas, los propios cuchitrileros y sus mas allegados. Les llevó un rato, pero era necesario, y cuando terminaron, decidieron que era hora de entrar al edificio para alejarse de miradas indiscretas. El hado se aseguró de recoger los platos de su cena y las tazas de la infusión, fregándolo todo y guardándolo en su sitio, para después ir a sentarse en una silla junto al fuego, dispuesto aún a pasar la noche en vela. Gael siguió su ejemplo y continuaron su conversación sobre aquellos tipejos, elaborando teorías sobre el tiempo que llevaban tras la pista de Wen.
-¿Tal vez en aquella fiesta de la alianza con Libo? -sugirió pensativo-, a fin de cuentas la ciudad al completo estuvo allí.

Lo que siguió fue una conversación sobre los tipejos de aquella tarde. Había dos que Gael no había llegado a ver y le hubiera gustado ficharlos como a los demás, así que también le pidió una descripción detallada a Vac para poder reconocerlos. Aunque dudaba que hubiese muchos transformados con una gola, y menos idrinos. A pesar de que la conversación versaba sobre aquello que le daba miedo consiguió relajarse mientras comentaban detalles acerca de los otros cazarrecompensas que habían entrevisto en la pelea, e incluso se atrevió a hacer alguna pequeña broma puntual. El hado, mientras, había estado buscando los puntos adecuados para anclar el hechizo del que habían hablado, y cuando le pidió que lo acompañara simplemente lo siguió y le ayudó, cubriendo además las protecciones con más de una capa del hechizo de camuflaje según las elaboraban. Cuando hubieron acabado se había hecho bastante tarde, así que se quedaron dentro del edificio. Gael dejó el cadáver y bajó con la parte de su cena que no le había entrado antes, dispuesto a terminarla sentándose al lado del hado frente a la chimenea.
—No sé, Vac… pudo ser en cualquier momento. El burdel es un lugar bastante concurrido. ¿Crees que alguien de allí podría recordar a alguno de estos por su descripción? Quizá sean clientes. O quizá estaban contratados por alguien, a fin de cuentas ya sabemos de qué trabajan y ya sabemos que no tienen reparos en huir si la cosa no sale como les conviene, aunque hayan sido contratados. Pero… sería raro que alguien contratase a tantos para atacarla estando sola, no le saldrían muy a cuento los beneficios, supongo. —Recogió su plato y regresó con un par de leños para avivar el fuego. Mientras revolvía las brasas con con un atizador bostezó ruidosamente—. No tienes por qué quedarte toda la noche despierto, deberías intentar echar una cabezada. Yo creo que es lo que voy a hacer, porque no creo que consiga dormir muchas horas de tirón si no voy ahora mismo. —Estaba a punto de despedirse, pero vaciló por no saber cómo dar las gracias. No había hecho nada en particular, pero se sentía considerablemente mejor y necesitaba dárselas—. Hmm... Me alegra haber hablado contigo, ya tengo las ideas en orden, creo. Buenas noches. Y descansa —insistió una última vez.
Se quedó dormido acariciando a la gata, que se había subido a su tripa y acomodado allí. «Hay que ver lo grande que estás».

No durmió particularmente bien después de las dos primeras horas de sueño. Se despertó y adormiló a ratos, sin volver a conciliar el sueño, y perdiéndose en ensoñaciones con tintes de pesadilla donde salían sobre todo los mercenarios. Cuando se levantó era demasiado temprano, pero se quitó el cansancio como acostumbraba a hacer las noches que pasaba en vela cosiendo: con magia. No le sorprendió encontrarse a Vac aún en el salón, y al pasar meneó la cabeza y le reprendió, ofreciéndole desayuno y yendo a preparar algo rico para cuando se levantasen los demás. Un bizcocho, concretamente, ya que era lo único que se podía hacer con lo que tenían. Sacó ingredientes que fue poniendo en la repisa y tamizó la harina mientras tarareaba una canción de ritmo lento.