El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Toima

Alguna risilla se escuchó de fondo y el tono con el que le respondieron hizo que una vena saltara en su mente y frunciera el entrecejo, su orgullo ofendido.
-¡No nací sabiendolo todo, lo siento!-comentó secamente y se podria haber jurado que habia inflado sus carrillos un poco. Eso aparte, Gael le cargó el muerto de la explicación a Adara quien sin duda, lo hizo lo mejor que pudo a la hora de explicar un tema tan complicado como el que entraba en el campo de sentimientos. Paladeo el aire antes de contestar a la explicación, rellenando huecos de su conocimiento.
-Entiendo... O creo entenderlo...-murmuró con el rostro extrañado y pensativo.
Pero sin embargo no pudo evitar sentir celos de Wen. Ella apenas habia llegado y no habia compartido cosecha con Noel. ¿Qué le habia dado derecho a ser su pareja antes que cualquier otro cuchitrilero o compañero de cosecha? Si los terminos de ser pareja eran esos, ¿significaba que los amigos no durarian para siempre? Y más importante aún ¿cómo es que era la primera vez que veia algo así de "parejas" en rocavarancolia? ¿Como era que no habia visto a dos amigos tan amigos que habian decidido ser pareja antes? Sin duda estaba seguro de haber visto pura amistad entre soldados en su ulterania, pero estaba seguro de que nunca lo habian llamado pareja ni nada parecido. ¿Seria un concepto humano? Probablemente. Quizas. Lo más seguro.
<<Están locos estos humanos.>>pensó, negando con la cabeza y apartó el tema de esta, ya que empezaba a arderle de tanto pensar en poco tiempo.

El draco sonrió levemente al ver a Giz dudar. Sabía que para los asrenianos las relaciones entre personas no eran igual que para ellos, pero sabía que se había esforzado por comprender su cultura y agradeció sus palabras. Sin embargo, el que sí le cogió por sorpresa fue Toima. No podía ser. ¿De verdad el ulterano desconocía el concepto? Estaba bastante claro por lo que había leído sobre Ulterania y por el comportamiento de Nia, que para ellos sí que era muy similar. El draco soltó una risa contenida no pudiendo evitarlo. La ignorancia del argos ante ciertas cosas le soprendía sobremanera, sobre todo teniendo en cuenta la edad que tenía.

Gael cargó a Adara con el peso de la explicación, a lo que el draco asistió con diversión. Era como si la chica fuese una madre haciendo frente a un niño demasiado preguntón. Un niño de más de dos metros de alto.
-Y da gracias que no ha usado su "poesía" para explicártelo -dijo en tono jocoso cuando la ángel negro finalizó, mirando hacia los que habían estado en la bahía aquella mañana.

Después de aquel breve momento de diversión, el sueco pasó el resto del día entre algún libro y continuando con Tania para que le enseñase a coser. Había hecho algunos progresos, pero seguía frustrándole sobremanera lo mucho que le costaba. Tampoco pudo dejar de darle vueltas a la conversación que había mantenido en el burdel con Wen. Tal vez debería empezar a intentar no ser tan inseguro... Suspiró cuando el simple planteamiento lo hizo sentirse indeciso sobre lo que hacer. Era un caso perdido.

El día siguiente amaneció incluso más temprano de lo habitual, pero no quedaba más remedio: tenían trabajo. Noel se despertó bastante animado por la prespectiva de poder volver a tener algo de dinero, que buena falta les hacía, y bajó a desayunar tras vestirse. En cuanto llegase Matt saldrían hacia el lugar indicado a reunirse con dama Aroma.

Sigue en Luna Alta.

[EDIT PRÓXIMO]

Mientras Vac caminaba hacia el Cuchitril iba dando vueltas al encuentro del día anterior con Dama Aroma en la bahía. No había podido hablar con ella directamente, cosa que le disgustaba, pues al griego le había llamado la atención su peculiar forma de ser. Había perdido aquella oportunidad, pero también había decidió que la buscaría en cuanto tuviera ocasión.

En la comida del día anterior, su hermano le había comentado que hoy saldrían para llevar acabo la misión que la bruja les había solicitado, por lo que en el Cuchitril solo quedarían Tania e Yloh, así que el hado se había ofrecido a hacerles compañía mientras tanto. No es que el Cuchitril estuviera completamente desprotegido, pero Vac se quedaba mas tranquilo sabiendo que ambos nublinos estaban al alcance de su vista si algo llegaba a pasar. Llevaba una cesta con algunos ingredientes para preparar una un tarta y pasar el rato con los nublinos mientras los cuchitrileros estaban de misión, esperaba que al menos la espera se hiciera amena; no dudaba de las capacidades de su hermano y sus amigos, pero no podía evitar estar algo preocupado.

Apresuro el paso al avistar la posada, y cuando llegó a la puerta llamó con su habitual e inconsciente ritmo, anunciándose antes incluso de que le abrieran.

Tania

La nublina reposaba sobre uno de los sillones del salón. Sentada de lado sobre este y con ropa cómoda, leia plácidamente un libro. Hoy le tocaba un día tranquilo, ya que los cuchitrileros que se habian alistado a la misión no estarian montando escándalo y aquel tiempo de paz iba a emplearlo en avanzar en su pila de libros personal, ya que este crecia cada vez que volvia a la biblioteca. Por otra parte estaba demasiado tranquilo. Toima se hallaba en el piso de arriba, en el cuarto y por el repiqueteo de garras que oia sobre la madera este le indicaba que estaba jugando con la lagarta. El simple pensamiento de Toima le hizo arrugar la nariz y volver a enfadarse. Ya no podia retomar su pacífica lectura de nuevo.
De pronto, sonó la puerta. Una manera tan peculiar, que le era familiar a la nublina.
-¿Podría ser...-murmuró mientras se asomó por encima del respaldo del sillón mirando la puerta.
El gólem no tardo mucho en abrir la puerta y dejar pasar al hado con lo que provocó una reacción nerviosa en la nublina quien, deprisa y corriendo, se quitó la diadema de la cabeza e intentó peinarse el flequillo de manera decente para no parecer tan "cómoda". Un pasador fortuito consiguio el truco mientras la nublina se levantaba y andaba lentamente hacia la puerta. Con una sonrisa recibió a Vac.
-¡Vaya sorpresa! ¿Q-qué te trae por aquí, Vac? Los demás estan de misión...-dijo.
En el momento que tartamudeó mantuvo la sonrisa pero no pudo evitar sentirse avergonzada. Aún habia personas con las que le costaba hilar una frase entera sin vacilar y aquello la fastidiaba enormemente.

Terro abrió la puerta y Vac entró en la posada, dedicándole un asentimiento de cabeza al gólem. El edificio estaba relativamente en silencio, señal de que casi todos los cuchitrileros estaban fuera, aunque el hado podía escuchar el rascar de unas uñas en el piso de arriba, así que supuso que Toima estaría jugando con su mascota. Tania se le acercó desde el salón con una sonrisa, saludándole y diciéndole lo que ya había supuesto sobre los demás cuchitrileros.

-Buenos días -correspondió a su saludo con una media sonrisa, acercándose a la cocina y dejando la cesta en la encimera-. Lo cierto es que ya me había dicho Noel algo de la misión, y había pensado en pasarme para que no estuvierais solos Yloh y tu -se explico-, no quiero decir que esteis en peligro o que no os sepáis defender vosotros solos ni nada -se apresuro a añadir, esperando no haber metido la pata-, pero me quedo mas tranquilo por si acaso ocurre algo... -concluyó, llevándose una mano a la nuca y desviando un poco la mirada.

El sonido que producían las uñas al rascar la madera, aun persistía, así que Vac se interesó por ello.

-¿Toima no va a ir a la misión? -se extraño el hado volviendo a fijar la vista en Tania-, se me hace muy raro que no se apunte a algo así -comento mas para si que para la nublina.

Tania

La nublina contempló como el hado andó hacia la cocina y depositó ahí la cesta que llevaba consigo. El chico explicó su visita al cuchitril, siendo el motivo Yloh y ella principalmente. Tania no se sentia en ningun momento en peligro. Sabia manejarse bien con su entrenamiento y dudaba de que alguien se atreveria a atacarles sabiendo quienes eran y donde estaban, pero, la ciudad siempre era un misterio, y nunca se sabia cuando podria ocurrir otra desgracia. Fuera por lo que fuera, Tania se alegró por la visita del griego, aunque no mostraba el mejor de sus aspectos. Jugueteaba con la punta de su flequillo, nerviosa, cuando se dispuso a preguntarle sobre el contenido de la cesta, pero un repiqueteo de garras la interrumpieron en sus pensamientos y entonces el chico preguntó por Toima. Tania rodó los ojos ligeramente antes de darle una respuesta escueta.
-Él dijo que solo seria una molestia para ellos en esta... Siendo la fuerza bruta su especialidad.-No ocultó su enfado hacia el albino en ningun momento. Decidió cambiar de tema, para evitar preguntas.-¿Y bien? ¿Qué hay dentro de la cesta que traes?-preguntó con curiosidad.

Toima

Bajó las escaleras lentamente. Su cara y brazos estaban llenos de arañazos no muy graves, pero más serios que los de un gato. A sus brazos, portaba a la lagarta, como quien llevaba a un bebe. Aun a pesar del tamaño del ulterano, el animal sobresalia de su abrazo y sus patas y cabeza sobresalian, mientras su mirada curiosa observaba todo el nuevo panorama que se expandia ante su mirada, gracias a su nueva altura. Cuando Toima llegó a la planta baja, dejó al animal libre en el suelo, quién no dudó en corretear hacia la cocina y hacerle carantoñas a la nublina quien le acarició el morro. A continuación, se apoyó sobre sus patas traseras y estiró sue cuello, observando con curiosidad al hado, pero sin acercarse mucho.
El ulterano entró después, no pasando más allá del umbral de la puerta. Brazos cruzados y una sonrisa modesta en su rostro que no dudó en un instante en saludar al hado con un tono bromista.
-¿Qué? ¿Ya vienes a robarnos la comida de nuevo?-comentó jocosamente. Aquello le ganó una mirada de reprobación de la nublina que no escapó de la de Toima. Era obvio que el ulterano se arrepentia, pero no sabia ponerlo en palabras, o no queria.

La reacción de Tania a su pregunta sobre Toima extrañó al griego, y mientras la muchacha cambiaba de tema no pudo evitar mirarla con curiosidad, dudando entre insistir o dejarlo pasar. Decidió no presionar a la nublina, e iba a responder a su pregunta sobre el contenido de la cesta cuando la lagarta de Toima apareció en la puerta de la cocina. Vac sonrió al ver al animal, y observó con curiosidad el avance de la criatura por la cocina, haciéndole carantoñas a la nublina, a las que esta respondió con una caricia, y apoyándose sobre las patas traseras con el cuello estirado para observarle con curiosidad, acercarse demasiado. El griego aun no sabía el nombre de la criatura, si es que tenía, pero antes de poder preguntarlo, el argos apareció en el umbral de la puerta, donde se apoyó sin avanzar mas.

El ulterano se cruzó de brazos y le dedicó una modesta sonrisa y un saludo jocoso, que arrancó una risa al griego. La piel de sus brazos y su cara estaba llena de arañazos, no demasiado graves, pero profundos a pesar de todo, sin duda obra de la lagarta, cuyas uñas eran bastante largas. El griego sonrió mentalmente al imaginarse al enorme ulterano jugando con el reptil como si este fuera un gato y él fuera un niño.

-Pues esta vez no, compañero -respondió al argos riendo-, como le iba a decir a Tania antes de que interrumpieras, en la cesta traigo ingredientes para preparar una tarta -aclaró, señalando la encimera y mirando a la nublina con una sonrisa-, esperaba que me ayudaras a prepararla -concluyó.

Se calló que también había traído algo de bebida para compartirla con Toima, pero no se le habían pasado por alto las miradas de la chica, y aunque el griego no estaba al tanto de la riña, no quería empeorar la situación sacando a pasear el poco aguante de su amigo multiojos.

Toima y Tania

El ulterano arqueó una ceja mientras volcaba más profunda su mirada y su curiosidad por la cesta. La respuesta del griego habia encendido la mecha de la curiosidad en él, pero por otra parte dedujo que el destino de la cesta no le pertenecia, lo que queria decir que no intentaria más tarde arañar algo del licor que esta contenia. Le dedicó una última mirada al hado antes de girarse y recogerse el pelo en una coleta humilde.
-Lo que sea... No tengo interés alguno por la tarta asi que no os molesto...-soltó en respuesta a la aclaración del chico. Salio del umbral de la cocina rascandose la nuca, preguntandose que diablos seria una tarta. Su mirada se dirigia a la cocina, observando cada rincón de esta y la interacción de los tres seres ahí aposentados.
La nublina suspiró antes de girarse ante el hado con una sonrisa renovada.
-Suena bastante bien. Estaré encantada de ayudar en lo que pueda-dijo, comentando sobre la tarta. Cruzó los brazos por detrás, entrelazando los dedos.-¿Nos ponemos a ello, entonces?-preguntó.

Al hado no se le paso por alto que los ojos del argos habían chequeado el interior de la cesta, por lo que Toima sabía lo del licor. Sonrió al ulterano mientras salía por la puerta y presto atención a la nublina cuando le dijo de ir empezando. El griego le agradeció la ayuda con un guiño y se acomodó en la cocina, quitándose la chaqueta y arremangándose la camisa hasta los codos. Se lavó las manos y sacó los ingredientes de la cesta, dejando el licor guardado y alejando la cesta de la puerta y del ulterano. Mirando los ingredientes repartidos por la encimera, al hado le vinieron recuerdos de su infancia, cuando su madre y él preparaban tarta para su tía. Los ojos de Vac se desenfocaron, rememorando aquellos momentos que casi tenía olvidados. Desde que había llegado a la ciudad, poco a poco había ido olvidando su pasado, se había dado cuenta hablando con Noel y pequeños detalles como el de ese momento lo hacían mas patente, y aquello le frustraba.

Por otra parte, ser consciente de ello, e ir recordando cosas poco a poco, le reconfortaban, y lo hacían mas llevadero. Suspiro ligeramente y centro su atención en Tania, regresando los pies al suelo. No sabía si la muchacha se había dado cuenta de su lapsus mental, pero no trato de sacar el tema.

-Bueno, primero vamos a poner en común artes culinarias -le dijo sonriendo-. ¿Me cuentas como hacéis tartas los nublinos? -se intereso Vac-, ¿o prefieres que te cuente yo primero la forma terráquea? -añadió-. De todos modos, si lo pienso bien, no es que haya muchas formas de hacer una tarta, ¿no crees? -concluyó riendo.

Tania

Ayudó al chico a extraer los ingredientes que dentro de poco formarian la tarta. Todos expuestos sobre la encimera, Tania se giró hacia el chico para saber cual seria el siguiente paso. Sin embargo, le notó sumergido en una especie de trance temporal del cual salio tan pronto como entró. No le dio tiempo a preocuparse por él, pero la nublina se preguntó que habia pasado por su mente en aquel momento como para sumirse en ese estado. Saltó directamente a lo siguiente, sin ni si quiera explicar lo que habia pasado a la nublina. Esta se limitó a hundirse de hombros y no hacer preguntas al respecto, puesto que parecia que no tenia intención de hablar de ello.
El siguiente paso consistia en poner en común alguno de los conocimientos culinarios que podrian compartir. Aunque Tania ayudaba a su familia en la cocina y en el cuchitril no era una excepción, no tenia los conocimientos practicos suficientes como para poder cocinar una comida completa por si sola.
Preguntó sobre la manera en la que los nublinos preparaban tartas. Aquello le dejó un poco perpleja a la chica. Recordaba bien la teoria en si, pero aquello no era un problema. Una tarta era una tarta porque se preparaba de una manera común ¿O no era así? La simple pregunta del griego le abrio un dilema enorme a la nublina que, para cuando se dispuso a contar el método, el griego se realizó casi al instante de su error, riendo. La nublina soltó una risilla por lo bajo y le contestó.
-Bueno, hagamoslo de la manera que estés más acostumbrado... Q-quiero decir... La manera "de la Tierra". Yo no tengo mucha experiencia por mi parte en la cocina...-se explicó.

Vac le explico a la chica la receta que recordaba de cuando era pequeño y ambos se pusieron a la tarea. Mientras el hado preparaba la masa del bizcocho, Tania empezó a calentar el relleno y la cubierta de chocolate. El griego mezclo la harina, los huevos, el azúcar y el jugo de limón en un bol grande, mezclandolo primero con las manos y utilizando después unas varillas de metal. Mientras trabajaba, el hado tarareaba por lo bajo, hablando con la muchacha de temas banales, y contandole de vez en cuando algún chiste. Cuando la masa estuvo bien mezclada, la dejo respirar unos minutos, apoyándose en la encimera y mirando a la nublina.

-Oye -empezó, pasando un dedo embadurnado de harina por la nariz de la chica mientras se le escapaba una leve risa-, creo que no te lo he preguntado nunca, ¿pero que te parece esta ciudad? -se interesó, preguntándose cuanto le había costado integrarse-. No fue hace mucho, pero aun recuerdo cuando te ruborizabas por cualquier cosa -comentó con una media sonrisa mientras comprobaba la consistencia del chocolate-, ahora se te ve mucho mas... ¿curtida? -añadió, sin saber si era esa la palabra.

Mientras esperaba la respuesta de la muchacha, el hado se agachó frente al horno, apartando la vista de la nublina unos instantes mientras lo encendía. Las llamas lamieron sus dedos, pero el griego las ignoró, repartiendo las brasas uniformemente y cerrando el tiro para que la piedra terminara de calentarse. Se puso en pie, quitándose el hollín de los dedos con un trapo y un poco de agua, y preparó un molde en el que vertió la masa, asegurándose de que no se dejaba nada. Tras esto metió el bizcocho en el horno y se apoyó de nuevo en la encimera, atento a la respuesta de Tania. Solo les quedaba esperar a que se hiciera la base del pastel.

Tania

No tardaron mucho en ponerse manos a la obra. Tania se encargó de vigilar como se desarrollaba el relleno al calentarse y la cubierta de chocolate. No pudo evitar golosear un poco de eso último. Mientras cada uno hacia su parte, Vac charlaba alegremente y Tania se vio sorprendida por la facilidad que estaba desarrollando para tener una conversación normal con él. Incluso podia reir normalmente cuando ni se atreveria a soltarse con otras personas. No se esperaba el gesto del chico cuando su índice se acercó a su nariz y dejó una mota de harina en ella. Instintivamente, retrocedio y arrugó la nariz. Frotandosela y lanzandole una mirada de enfado falsa, exclamó.
-¡Eh!-
Pero no tardó el griego en sorprenderla de nuevo, como si se tratara de otra broma, le hizo una pregunta que no se esparaba. Despues de estos años que habian pasado, nunca se habia preguntado, ¿cuándo la ciudad la habia cambiado tanto?
-No me ruborizaba tanto...-dijo con un mohín, actuando ofendida.
Meditó una respuesta adecuada. Se llevó un dedo al labio inferior y fruncio el cejo, de forma pensativa. Cuando finalmente encontró su respuesta, a los pocos segundos.
-¿Tú crees?-la idea de que se hubiera curtido con la ciudad no la horrorizaba del todo. Sin duda era más fuerte de lo que nunca habia sido en Nubla. Ya no se sentia tan... débil. Quizás gracias a eso habia empezado a apreciarse a si misma un poco más.-No se...-continuó.-¿Y crees que estoy mejor así?-preguntó espontaneamente.-Q-quiero decir... Que a los chicos os gustan mas las chicas inocentes ¿no?-dijo, mientras un ligero color aparecia en sus mejillas y sus orejas se encendieron. Apartó la mirada y clavó la mirada en el suelo, casi lamentando al instante lo que habia dicho.

Vac observó a la pensativa muchacha mientras esta evaluaba la respuesta a su pregunta. El chico sonreía expectante, conteniendo la risa ante la actuación ofendida de la nublina. Tania no tardó en hablar, y parecía que la idea de que si se había curtido en la ciudad le gustaba bastante. El griego la entendía, en cierta manera comprendía lo frustrante que era sentirse indefenso, saber que no eras lo suficiente fuerte para sobrevivir podía ser una tortura mental. Sin embargo Tania se había sobrepuesto a la ciudad, había aprendido a defenderse, y Vac estaba seguro de que la muchacha ya no estaba tan indefensa como llegó. Sin embargo aun seguía sonrojándose.

-Parece que las viejas costumbres nunca mueren -rió con ganas al escuchar la pregunta de la chica y ver su reacción-. Pues no puedo hablar por los demás, pero personalmente me gustan las chicas que saben defenderse -sonrió-, aunque el sonrojo ocasional resulta encantador -añadió, guiñándole un ojo y riendo con suavidad.

El hado presto entonces atención al bizcocho, que sacó con cuidado del horno y dispuso sobre la encimera. Con ayuda de un cuchillo largo, Vac sacó el bizcocho del molde y lo cortó en rodajas. Después de disponer las diferentes capas sobre la cocina, el chico empezó a apilarlas, alternando entre cada una de ellas, una capa de chocolate fundido y otra de caramelo. Cuando todas las capas estuvieron colocadas Vac cogió una cuchara de madera y cubrió el pastel de chocolate, decorándolo después con unas frambuesas que sacó de la cesta. Por último, el griego se sirvió de un pequeño hechizo de frío para enfriar el pastel y endurecer la capa de chocolate, dando por finalizada la obra.

-¡Tachán! -exclamo, dándole un giro al plato sobre la encimera-, he aquí la maravillosa tarta de Tania y Vac -anuncio a un público imaginario con una gran sonrisa-. Siento comunicarles que no la van a probar, porque aqui mi compañera sera la primera en catar este manjar -concluyó, ofreciéndole una porción a la nublina.

Tania

Funcio el ceño y el rojor fue disminuyendo a medida que el griego le contestaba. Iba a contestarle algo refiriendose a "sus viejas costumbres" pero le dejó seguir hablando y alzó una ceja, algo susceptible a cualquier palabra que volviera a encender la mecha de otro enfado. Sin embargo, permaneció callada al escuchar su respuesta, con los ojos muy abiertos, sin parpadear. Sin embargo, la atención del hado pasó al bizcocho, quien ya habia terminado de hacerse.
Ensimismada en observar al griego trabajar, la nublina no se movió ni un ápice hasta que este volvio a hablar. Una sonrisa nerviosa se anticipó a ella cuando el griego le ofreció el pastel después de todo el espectáculo que puso para ella. Sin dilación, la nublina probó la tarta. Era dulce. Era tan raro probar algo dulce alli, como no fuera fruta. Nunca habia echado en falta algo como la comida, e ir a rocavarancolia le habia hecho replantearse muchas cosas.
-Deliciosa.-terminó diciendo.

-Me alegro -dijo el griego con una sonrisa mientras se servía un trozo para él.

Comió con ganas, disfrutando de la dulzura del pastel, pero el hado se canso pronto. Cuando preparaba algun tipo de postre, el chico perdía el hambre enseguida, como si se llenara con los ojos mientras cocinaba. Cuando acabo su trozo, limpió el plato y colocó la cocina, recogiendo las cosas mientras tarareaba suavemente. Dejo el resto de la tarta en un plato, para cuando los cuchitrileros volvieran, y se apoyó en la encimera mientras su vista paseaba por el exterior, al otro lado de la ventana. La luz de atardecer se estaba extinguiendo, dejando paso a la noche. Se les había ido la tarde en preparar la tarta, y el hado apenas se había percatado, entretenido como estaba, pero ya era hora de irse.

-Bueno, señorita -dijo mientras se bajaba las mangas y se ponía la cazadora-, sera mejor que me vaya yendo, ya es algo tarde, y tengo algunas cosas que hacer -se empezó a despedir, dedicándole una sonrisa a la nublina-. Ya nos veremos, Tania -le dijo-, y a ti también, Toima, aunque juegas con ventaja -rió en voz alta, seguro de que el argos tenía al menos un ojo puesto en la cocina.

El chico cogió la cesta, en la que aun estaba el licor intacto, y salió por la puerta despidiéndose con la mano, perdiéndose en la creciente oscuridad de la noche.

Continúa en el Burdel de Dama Espasmo.

Cuando regresaron al cuchitril Gael tenía ganas de desplomarse en cualquier lugar y descansar, se sentía exausto. Se tuvo que obligar a organizar todo en el sótano para albergar los dos nuevos cadáveres, aparte de prepararlos para su conservación. No tenía ni idea de qué hacer con ellos todavía, tal vez quimeras, tal vez guardarlos como estaban, quizá experimentar alguna mejora interna. Se frotó las sienes, agobiado en aquel bajo. Al principio había sido lo suficientemente amplio para no importarle trabajar allí, pero a medida que se iba quedando pequeño se hacía evidente que era tiempo de donarlo a la curación de jamones o almacén de barriles. «Ya pensaré en eso mañana» se prometió a sí mismo. Lo que quedaba de día prefería dedicarlo a tareas mundanas y relajadas como atender a la gata o hacer la cena.

Dicho y hecho, al día siguiente salió a explorar las casas cercanas al cuchitril, la fila de viejos edificios de techo hundido que había justo enfrente. Eran tan pequeños que cuando habían revisado el barrio en busca de casa ni siquiera se habían dignado a comprobarlas, por lo que no tenía ni idea de su estado general, a excepción de aquella en la que Adara se había encargado de los frivy’s. Había algunas con bastante mal aspecto, y como muchas de ellas estaban adosadas no le hacía gracia cogerse la contigua a una ruina. Al final, y después de dar muchas vueltas por la calle, la que más segura le parecía era la contigua a la que había usado Adara. Eso sí, iba a ser necesario reforzar ambos edificios. Lo que no sabía era cómo iba a hacerlo. No quería pedir ayuda de nuevo a los demás, aunque sabía que la iba a necesitar. «Ahora que por fin habíamos salido de lo de albañiles por una temporada...». No se sentía con valor para pedir algo que sabía que no iban a negar incluso si no les apetecía, así que regresó al cuchitril y no dijo nada al respecto. Pero utilizar el sótano reforzaba la necesidad de adecentar una nueva guarida para sus cuerpos, y no pudo ignorarlo por más tiempo.

Poco a poco iba sacando momentos libres, entre entrenamientos, huerto, y cuidar de la gata, y los usaba para escabullirse al edificio y empezar a apartar escombro y porquería de las plantas de la casa. Después de haber ganado un poco más de dinero con la misión de Jack pudo hacer algunas compras. Tuvo que abstenerse de comprar cosas para él en pos de materiales como barniz para adecentar la madera, pero sí consiguió algo que hubiera querido tener tiempo atrás, una piedra de alumbre para curtir pieles.

Sin embargo llegado el momento los demás preguntaron qué hacía en el edificio de enfrente y tuvo que confesar. Necesitaba conseguir en nubla algunas tablas de madera que no estuviera podrida y ayuda de más gente, le gustase pedirlo o no.
-He estado despejando un poco un edificio de enfrente para poder adecentarlo y mudar allí mis bártulos nigrománticos. Lo que pasa es que… se cae a pedazos, como todo –terminó con un suspiro. No le hizo falta ni pedirlo, tanto Noel como Giz saltaron los primeros para ofrecerse a ayudar. Tras hablar de cómo llevarían a cabo la reforma y a qué horas del día se pusieron manos a la obra. Aunque iban a avanzar despacio, la práctica adquirida en trabajos de aquel tipo empezaba incluso a notarse. Tras el primer día de trabajo, a modo de pago, Gael compró con las pocas monedas que le quedaban algunos ingredientes extra y preparó antes de que todos se levantaran una buena tanda de magdalenas, que no quedaron con el mejor aspecto pero sí con buen sabor.

La otra alegría que tuvo fue que al cabo de una semana la gata por fin abrió los ojos. Miraba de forma extraña todavía con sus ojos azul lechoso, pero a Gael le divertía comprobar cómo se sorprendía al ver cosas o movimientos. A aquel paso se iba a hacer mayor y todavía seguiría sin ningún nombre por el que llamarla. «Piensa, piensa. Ya que es ignífuga podría ser algo relacionado con fuego. O con su color… ¿Gris? No, muy simple. ¿Chispa? ¿Llama, Yesca? No, suenan fatal». Le daba muchas vueltas, e incluso pidió sugerencias, pero nada le convencía. Solo sabía dar vueltas una y otra vez a los mismos conceptos hasta que aparcaba el tema con frustración, confiando en que ya saldría solo. Si no pensando en ello, cuando la desesperación le facilitase escoger un nombre sin poner peros.

Después de lo de Varmania, Giz había pasado unos días bastante ajetreados entre unas cosas y otras. Obviamente era culpa suya, que prefería llenar cada espacio de tiempo libre con cosas de provecho, pero funcionaba a gusto de esa manera. No sabía que hacer con su tiempo libre, así que simplemente lo ocupaba.

En cuanto a sus avances con la genemagia, dentro del laboratorio estaba intentando reproducir su cabra y criaba a las hienas con percepción mágica. También había seguido estudiando al nublino que se había traído para arreglar el desastre de su deformación por rocavaranublia, pero había decidido que era mejor no tocarle los genes. La mejor solución para recuperarlo era cirugía plástica, según Miloslava. De cara al exterior, había hecho un tour por varias zonas de la ciudad soltando a los grifos, alguna que otra variedad de gatos y las hienas que no le habían salido bien. Gracias a la localización genemágica y un mapa viejo, seguía el avance de las especies que soltaba, ayudándose a veces del hechizo de niebla mágica.

En el cuchitril se había dedicado a repasar hechizos y leer con más atención los grimorios, en los que había encontrado ya varios hechizos interesantes. Una tarde en concreto, la aprovechó para esterilizar a los gatos, después de que Noel se lo aconsejara. Un par de días más tarde, Gael les comentó lo de su almacén para los cadáveres al draco y a él. Ambos se ofrecieron a ayudarle con el acondicionamiento de este.

Ahora estaba sentado en la mesa de la cocina, comiéndose unas galletas cuya procedencia desconocía y con toda la atención puesta en el anfiteatro gracias a la niebla mágica. Estaba siguiendo en directo la incursión de un puñado de letarguinos en el edificio y el ataque obvio que sufrían por las hienas. Comentando con Gael y Noel, que estaban por allí, lo que ocurría.

-Son raros...-les dijo mientras les describía lo que ocurría. El que más le llamó la atención, por lo espabilado que era en cuanto a la magia, era el niño de pelo morado. El resto no le hicieron demasiado tilín al asreniano. Sobretodo cuando vio como uno de ellos mataba a la hiena con cuernos-. Vaya, ya podrían haberse ido a otro sitio de la ciudad a meter las narices...-comentó con el gesto ligeramente torcido. Sin embargo, aunque le daba cierta pena, tampoco quería culpar a los cosechados de que su creación hubiese decidido atacarles con lo clara que era la desventaja del animalillo-. En fin, una hiena menos-ofreció galletas a sus amigos y se echó otra a la boca antes de disipar la niebla.