El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Tania

-¿Domarme?-repitió, con una mirada cargada de escepticismo-Y me obligará a comer ¿Y después que? ¿Me hará enseñaros a todos las bragas como hizo la última vez cuando estaba borracho? Nada de lo que podais oblgarme a hacer será más humillante que esto mismo, descuidad.-se cruzó de brazos.

-Y quizás si tengas razón, Noel. Quizás se me halla pegado algo de Toima, quizás porque soy como su canguro no oficial, por sus putos problemas y los vuestros que a mi ni me incumben porque no teneis ni puta idea de hablar ninguna de las dos partes y yo me veo en medio de todas esas gilipolleces. ¡Ya no las aguanto más!-se revolvió el pelo, histérica.-Pero bueno, paranoica de la magia o no, no quita que no me engrilletaseis o, más tipico de la ciudad me cortaseis las piernas para evitar que me escapase. Con eso ya teneis experiencia, ¿Verdad?-

Ante la última amenaza del sueco, la nublina soltó un bufido.
-No me hagais repetirme. No voy a comer nada que me deis. No después de que la rubia dijera que debia. Sea lo que sea, estoy seguro que tiene que ver con el objetivo de como estoy ahora que, por si no os habeis dado cuenta, estoy siendo jodidamente sincera ahora mismo. Asi que os jodeis y me escuchais, porque si me haceis volver a como estaba antes, os aseguro que pensaré lo mismo, tan solo no tendré los ovarios de deciroslo a la cara por que me causais pavor.-les recriminó.-Vivo con puto miedo de que alguno de vosotros algún dia pierda el control y decida pagarlo conmigo. Me poneis enferma. Oi lo que hicisteis en Nubla y lo de Varmania...-les dedicó una mirada de desprecio.- Ojala los de Gar y vosotros os mateis los unos a los otros. Le hareis un favor al universo. Sobretodo si os llevais a la otra mitad de la ciudad con vosotros.-

Vac volaba con expresión taciturna, murmurando para si de vez en cuando algo sobre mares estercoleros y que "aquello" no ocurría en Grecia. Iba vestido con unos pantalones vaqueros cortos ligeramente desgastados que le llegaban hasta las rodillas, una camiseta negra de manga corta con una Jolly Roger estampada y unas Converse bajas del mismo color: en esencia ropa cómoda. Llevaba una caña plegada sujeta en su mano izquierda, y la cesta de mimbre que colgaba de la misma estaba vacía, la razón principal de su mosqueo. Había salido a pescar después de comer, pues se le había antojado pescado para cenar, y como no tenía nada mejor que hacer había escogido el camino difícil en lugar de ir al mercado a comprarlo.

No había sido buena idea, pero no se había dado cuenta de ello hasta después de estarse unas cuantas horas levitando de piernas cruzadas sobre el agua sin conseguir nada. De camino al burdel le iba echando la culpa a la contaminación y a la ruinosa ciudad, pero en realidad había estado perdiendo el tiempo y su cabezonería le impedía reconocerlo.

Estaba sobrevolando el Cuchitril cuando el olor de la tortilla de patata le devolvió a la realidad de forma brusca, y suponiendo que tal vez sus amigos tendrían de mas pensó en dejarse caer, olvidando casualmente que hasta hacía unos instantes le apetecía pescado. Aterrizó ante la puerta justo a tiempo para oír la última parte del discurso de Tania, pues los gritos de la nublina se oían con claridad a pesar de venir del interior.
—¿Pero qué... ? —dijo para sí con expresión confusa.

El griego no entendía que estaba pasando, pero intuyendo que llegaba en el momento se planteo seriamente el dar media vuelta.

Si la intervención de Adara ya no le había hecho gracia debido a que el cariz que estaba tomando la situación ya había provocado que dejase de resultarle divertida hacía rato, las siguientes palabras de Tania le sentaron como un tiro. Especialmente porque el draco había tenido una conversación con ella no hacía demasiado tiempo acerca de su situación en la ciudad y, sobre todo, en el cuchitril.

En el rostro de Noel se compuso una expresión sombría mientras trataba de encajar el golpe que Tania les había asestado en forma de discurso. El sueco se levantó de golpe arrastrando la silla y apoyando las garras sobre la mesa sin dejar de observar a la nublina pero sin decidirse a hablar.

Cuando iba a pronunciar la primera palabra, algo lo detuvo. Una voz conocida fuera. Sin dar explicaciones ni decir nada se dirigió hacia la puerta y la abrió. Vac se encontraba allí, por supuesto. Al sueco no le había costado reconocer la voz de su hermano. Cerró la puerta tras de sí y a continuación se encaró con el hado y se anticipó a la pregunta que sin duda le iba a hacer. Su expresión delataba que sucedía algo, a fin de cuentas y por lo que había oído era probable que el griego hubiese escuchado algo.

—Tenemos un problema. Hasta ahora pensaba que no pasaría de anécdota sórdida, pero ya no tiene nada de gracioso.
Acto seguido procedió a resumirle la historia de Nia y después lo que había ido sucediendo en el salón desde que la náyade se había ido.
>>Poco antes de que llegases ha dicho algo muy preocupante. Si de verdad está siendo sincera como ha dicho, al parecer nos considera despreciables y nos tiene miedo —finalizó sin perder la expresión seria—. Ya no estoy tan seguro de que debamos borrarle la memoria. Pero de todas formas comer sí que tiene que hacerlo y no nos hace ni puto caso. No quiero amenazarla con obligarla a comer por la fuerza, mucho menos después de lo que ha dicho.
El draco resopló fuertemente una vez terminó de hablar. Algunas de las cosas que había dicho la nublina escarbaban en viejas heridas y abrían otras nuevas.

Su hermano le salió al paso antes de decidirse, y por la expresión que traía prefirió esperar a que le contara que estaba pasando antes de decir nada. Noel le resumió la historia de Nia y lo que había sucedido con Tania después de que la nayáde se marchara, y cuando llegó a la última parte del relato, lo que el griego había llegado a escuchar, la cara de Vac denotaba preocupación. Sin duda era preocupante si lo que les había dicho la chica resultaba ser cierto, pero el hado no estaba del todo seguro de que fuera así.
—¿Dices que tiene algo que ver con la falta de inhibiciones? —le preguntó a su hermano—, si es así no tiene porque estar diciendo la verdad... los borrachos también están desinhibidos y no siempre son sinceros, por mucho que lo diga el refrán. Suelen decir cosas bastante hirientes que no tienen que ver con lo que realmente piensan, tal vez Tania este haciendo algo parecido —comentó dubitativo, cambiando el peso de su cuerpo de un pie a otro.

A pesar de que ninguno de los dos había compartido sus preocupaciones en voz alta, los pensamientos del hado eran muy similares a los del draco, los comentarios de la chica una vez puestos en contexto también le dolían. Esperaba que su teoría tuviera algo de verdad, pero no estaba seguro de ellos, a fin de cuentas solo hablaba por hablar.
—A mi no se me ocurre otra forma de hacerla comer si esta tan emperrada en no hacerlo —opinó—, pero esta claro que con lo que ha dicho no sería recomendable —añadió con el ceño fruncido—. ¿Debería irme? —le preguntó al sueco—, no es plan de hacerla enfadar mas, pero a lo mejor puedo echar un cable... convencerla de alguna forma, no se. Poco puedo hacer yo, de todos modos, si vosotros aun no habéis conseguido nada.

—Lo sé —respondió a las elucubraciones de su hermano—. Sé que es posible que esté diciendo cosas que no piensa. Pero la duda sigue estando ahí. Sobre todo tras cierta conversación que tuve con ella no hace mucho... Pero no es momento ahora para esto. —Suspiró mientras se pasaba una mano por las plumas de la cabeza—. No te vayas, quizás tú consigas algo. Aunque creo que evitaré que se tome las pastillas.

No es que fuese una certeza, pero el interés de la nublina hacia el hado, aunque condicionado por la timidez de la que hacía gala, hacía tiempo que se podía presuponer. No obstante, nunca había hablado de aquel tema con Vac y no sabía qué pensaba el propio hado al respecto y por eso no hizo referencia a ello directamente.

—Esta bien —le respondió al draco, y ambos entraron en el Cuchitril.
Vac dejó su caña y la cesta vacía junto a la puerta y siguió a su hermano al salón, saludando a los presentes con un gesto vago de la mano. Tania estaba sentada, como los demás, pero los hechizos del sueco la impedían levantarse, aunque se veía a la legua que quería hacerlo.
—Buenas noches —dijo, no muy convencido, y se sentó también a la mesa.

Noel aprovechó aquel lapso de tiempo para retirar el plato de la nublina sin mediar palabra, y el hado vio una oportunidad para meter baza, porque realmente no sabía que decir.
—Si Tania no quiere comer, ¿podrías darme algo de cenar a mi? No como nada desde hace horas —aclaró, observando a la nublina durante unos instantes.
Los dedos del griego trazaban círculos sobre la mesa que el mismo había tallado, reflejando su intranquilidad, pues seguía sin saber como afrontar aquello. Las palabras que había escuchado desde la calle de boca de la muchacha le seguían quemando, le habían recordado cosas que normalmente mantenía bien guardadas en el rincón mas oscuro de su mente y no estaba siendo agradable.

Tania

La nublina no escuchó ni hizo caso a ninguna voz que la hablase cuando el draco salió por la puerta. Pensó que se trataria de Toima, pero pronto se dió cuenta de que era Vac. Resopló ligeramente por la nariz cuando le vio cruzando el umbral, tras intercambiar un par de palabras con su hermano.
La nublina entonces alzó una ceja sugerente y puso su mejor sonrisa de niña buena para afrontar al griego.
-Hola Vac.-empezó sin más.-Perdona que no me levante, pero me encuentro un poco atada en estos momentos con la situación.-bromeó.-A todo esto, podrias decirle a tu hermano que se cortase un poco, ¿no?-Pareció agradecer, sin embargo, que se le apartase el plato de la cara.

Sin embargo no le dió tiempo a contestar y siguió hablando.
-O es que acaso hasta tú tambien crees que soy una nublinita virgencita gilipollas que se come los mocos, ¿eh, guapete?-La acidez de la broma habia desaparecido paulatinamente de su cara y habia sido sustituida por una seriedad tosca, como dolida.

Ambos entraron de nuevo al salón y lo primero que hizo el sueco fue acercarse a la nublina con intención de retirar su plato. Lo hizo mientras Vac preguntaba si podía comer, por lo que el draco detuvo sus pasos y cogió su propio plato, todavía con una buena ración de tortilla en él.
—Puedes quedarte mi parte, yo ya no tengo hambre —le dijo al hado acercándoselo.
A continuación le dirigió a Gael una mirada significativa, alternativa entre él y el plato que tenía entre las manos para después dirigir sus pasos a la cocina sabiendo que comprendería que quería hablar con él allí. No obstante, una de las cosas que dijo Tania lo hicieron detenerse y girarse hacia ella para fulminarla con la mirada una vez más.
—No soy un jodido crío. Me parece que se te han pegado más cosas de Toima de las que creía —le espetó para después continuar su camino.

Abrió las puertas de la cocina simplemente pasando a través de ellas, con expresión hosca, y dejó el plato con las pastillas en la encimera mientras esperaba a que entrase el fuego fatuo.
—No sé qué pensarás tú, o el resto. Pero tal vez no deberíamos hacer que se olvide de lo que pasó hoy y hablar con ella cuando se le pase el efecto de la droga —le dijo en cuanto entró.

Pocos bocados de comida le bajaron mientras todavía tenía lugar la discusión. Aquello que progresivamente se había convertido en una. Puede que al principio no se lo tomara más que como una broma y que realmente pensase hacerle olvidar todo por su bien. Eso también borraría el cómo se lo habían tomado y las cosas que le habían dicho y hecho. Había sido un error desde el principio. Cuando el discurso de la nublina comenzó a tomar el peor de los carices posibles, se quedó sin habla. Porque aunque sabía que así era como tendría que sentirse, no se daba cuenta. Tania era demasiado amable y, ahora por fin lo sabía, también tenía miedo. Podía estar pasada de rosca por muchas vueltas, pero estaba seguro de que sus palabras reflejaban la verdad.

La llegaba de Vac fue en el peor momento posible. Deseaba que no se hubiera pasado por allí, que no escuchase nada. Ni ellos sabían qué hacer, como para involucrar a alguien más. La respuesta de Adara entonces fue buena. Él también había sido un corderillo asustado, aunque no le gustase recordarlo, aunque quisiera borrarlo del pasado. Sin embargo, por primera vez ella no contestó. No sabía si porque no quería responder o simplemente había pasado de Adara. No le habría venido mal entenderlo.

Cuando volvieron los de fuera ya no sabía dónde meterse. Tenía la impresión de que cada amenaza y cada respuesta la ponían aún más alerta. Bajo esa fachada de macarra probablemente lo que estaría era asustada. Por eso intentó hacerle gestos a Noel para que no le contestase una vez más, pero no llegaron a tiempo. Había entendido su mirada, aun así, y lo siguió hasta la cocina. Junto al plato de tortilla dejó el dispensador de pastillas que llevaba en el bolsillo y se cruzó de brazos.
―No lo sé ―empezó―. Bueno, sí, me imagino lo que pasará. Estará demasiado avergonzada como para hablar. O intentará negarlo culpando a la droga. Si lo olvida todo tampoco va a ser honesta, y a lo mejor es más honesta sabiendo que lo peor ya está dicho. ―Suspiró―. Sí… dejémosla tranquila por ahora. Me gustaría preguntarle a la Tania de siempre si quiere olvidar esto. No sé qué pensará. Nosotros no vamos a olvidar lo que nos ha dicho, así que a mí en su lugar no me gustaría no saberlo. A lo mejor eso ayuda a que sea sincera… pero me temo que va a estar bastante intimidada. Ya lo está ahora, creo que deberíamos dejarnos de tonterías y tratarla bien aunque ella no lo esté haciendo. Está nerviosa, y ha dicho tonterías más grandes cuanto más nerviosa la poníamos.

Vac escuchó las palabras despreocupadas de la nublina en silencio, ignorando su ceja alzada y su sonrisa de niña buena. El cambio que la droga de Nia había efectuado en ella era notable, pues de entrada no solía emplear aquel lenguaje, y tampoco acostumbraba a hablarle tan directamente. Aquel último cambio era de agradecer, pero todo lo demás no debía ser bueno si el cambio había sido tan brusco.
—Ya le has oído, no es un crío —le respondió a la muchacha con una sonrisa cansada, echando un vistazo a su hermano mientras se perdía en la cocina seguido por Gael—, no necesita que yo le diga nada.

Pinchó con el tenedor un trozo de tortilla y se la llevo a la boca, saboreandola con cuidado. Hacía mucho tiempo que no comía aquel plato español, y tendría que felicitar después a los cocineros por haberlo hecho tan bien. Lo importante ahora era la nublina, y lo último que había dicho era inesperado.
—No creo que seas gilipollas —aclaró—, y que seas o no virgen no es relevante —masculló con el ceño fruncido, no entendía a que venía aquello.

Noel atendió a lo que dijo el español con creciente incomodidad. Tenía la impresión de que la había cagado, como siempre, pero no había podido actuar de forma diferente. Al principio tan solo bromeaba, como de costumbre, pero las reacciones de la nublina habían terminado por hacerle actuar de formas bastante menos blandas. Ya no sabía qué había hecho bien y que no. Si es que había hecho algo bien. Cuando Gael terminó de hablar, asintió sin mirarlo.
—Hemos hablado. No hace mucho —dijo de pronto tras unos segundos de silencio—. Me dijo que siempre vivía asustada, de la gente en general. Y que tenía miedo de molestarnos. No sé si eso último era un eufemismo. Tal vez —convino para depsués resoplar cerrando los ojos un instante—. Antes de tener esa conversación con ella siempre tuve la sensación de que no le gustaba tratar conmigo. Me aseguró que no, que solamente no quería molestarme. Ahora vuelvo a no estar seguro de que en realidad no me odia. Precisamente por eso nunca trataba demasiado con ella, porque creía que no me soportaba o que la intimidaba.

El sueco permaneció pensativo unos breves instantes, de brazos cruzados mientras su cola se balanceaba nerviosamente de un lado a otro.
—Vac está aquí y seguro que manejará la situación mucho mejor que yo —volvió a hablar mientras ya le daba la espalda a su interlocutor y se dirigía hacia la puerta—. Lo siento —añadió sin explicar por qué se disculpaba y sin esperar respuesta.

Y en cuanto salió de la cocina, sin mediar palabra salvo las necesarias para deshacer el hechizo de parálisis, devolvió la movilidad a Tania. A continuación, entró en el rango cubierto por el campo de fuerza y lo tiró abajo de un fuerte puñetazo. Lo siguiente que hizo fue salir por la puerta de entrada.

Tania

Cuando los dos hermanos la saltaron a la vez se reclinó hacia atrás en su asiento, alzando ambas manos en señal de inocencia.
-Está bien, está bien. Dioses, habia oido de la fragilidad del ego masculino...-
Chasqueó con la lengua y se acomodó en su asiento, contemplando al griego comer despreocupadamente, como ignorando todo aquel que no fuera el hado. Una pequeña sonrisa se asomó en sus comisuras.

La respuesta del griego, sin embargo, la dejó destemplada, casi decepcionada. Parecia esperar ser honestamente despreciada por el Hado. La añadición de lo último, sin embargo si que le hizo explicarle.
-Eso viene por cuenta de Nuestra Veterana Adara, a mi no me mires, como soy tonta.-acabó soltando un bufido mientras gesticulaba con la cabeza en la dirección de Adara.

No le dedicó una segunda mirada a Noel cuando salió por la puerta. Si acaso se sintió aliviada de poder moverse con libertad de nuevo.

Finalmente, se apoyo en la mesa, acercandose a Vac y le habló con un susurro.
-¿Qué, te apetece darte un paseo conmigo?-la sonrisa se acentuó a medida que soltaba su sugerencia.-Prometo no morderte... Si no quieres, claro...-se permitió una pequeña risilla mientras esperaba su respuesta.

El griego era consciente de que la nublina no le quitaba el ojo de encima, y curiosamente eso le incomodaba ligeramente. Asistió al intercambio de palabras entre Tania y Adara en silencio, tratando aun de adivinar a raíz de que se había iniciado aquella conversación, pero no sacó nada en claro, y cuando su hermano volvió de la cocina para salir del Cuchitril tras soltar a la muchacha, el hado estuvo a punto de seguirlo. Se contuvo, no obstante, y mantuvo su atención en la chica drogada, que en ese momento se inclinó sobre la mesa y le susurro unas palabras.
—De acuerdo, vamos a salir para que te de un poco el aire —aceptó, tras unos segundos de indecisión—. Estaremos ahí fuera —avisó a los demás, y se levantó de la silla dejando sus cubiertos sobre el plato.

Cedió el paso a la nublina con un gesto y la siguió hasta la puerta, cogiendo de su cesta antes de salir una bolsa de frutos secos que se había llevado a la playa por si le entraba el hambre. No vio a Noel en las inmediaciones, pero supuso que andaría cerca.
—Prefiero que muerdas esto —le dijo a Tania una vez se alejaron de la puerta, tendiéndole el aperitivo—, necesitas comer algo.

La noche era fresca, apenas se oía nada y todo estaba bastante tranquilo, el momento perfecto para pasear, pero el griego no quería alejarse demasiado del Cuchitril y por eso condujo a la nublina hasta la base de un muro derruido, una especie de banco improvisado. Se sentó y le hizo hueco a la chica a su lado, pero guardó silencio y observó las evoluciones de dos murciélagos flamígeros con gesto ausente durante unos instantes.
—¿Ya te encuentras mejor? —preguntó dubitativo.

Giz había mandado a los dragones de vuelta al huerto en cuanto vio que el percal con Tania era mucho más serio de lo que había parecido en un principio. No dijo nada, pero aquellas últimas palabras de Tania lo habían desorientado y le preocupaban. Él no la retendría en el cuchitril si de verdad pensaba así de todos ellos, pero ahora quería una explicación. Lo de Gar no había sido agradable para nadie y una de las cosas en las que se habían desvivido tras eso fue en hacer del cuchitril un lugar más seguro, para que Tania no sufriera un final igual de desagradable que Yloh.

La llegada de Vac hizo aún más extraña la situación. Giz se había vuelto a sentar, pensativo, y tras varias idas y venidas de la gente, Noel acabó soltando a Tania y esta acabó dando un paseo con el hado. En otra ocasión tal vez habría teorizado sobre los gustos de la nublina.

—Me niego a que le demos las pastillas—comentó a quienes estuvieran allí, en cuanto salió la nublina por la puerta. El goliat se cruzó de brazos bajo el poncho—. Quiero que recuerde y nos dé las explicaciones pertinentes—soltó con sequedad. Mentalmente, maldijo a Nia repetidas veces; esto no era un fallo cualquiera.

Tania

El griego accedió al paseo pero prefirió no alejarse mucho del cuchitril. Aquello se ganó un severo puchero de la nublina que aprendió a conformarse con aquello. De un saltito se puso de pie y sin dedicarle una segunda mirada a los de dentro, cruzó con Vac la puerta, hecha una rosa. Se sentia agarrotada de no haberse podido mover antes.
El griego entonces le ofreció unos frutos secos para comer y la nublina no vio el porque rechazar la oferta. A fin de cuentas, algo de hambre tenia. Picoteando de la bolsa, guardó silencio durante el paseo, por breve que fuera, hasta que Vac dijo de sentarse sobre un muro derruido que bien podria servirles de banco. Ahí es cuando se dio cuenta de que aquella iba a ser su oportunidad. La nublina asintió y se sentó en el "banco" cerca de Vac. Muy cerca. Se habia arrimado todo lo posible.
El griego parecia distraido con unos murcielagos flamígeros en la distancia, pero la nublina solo tenia ojos para él: Unos ojos encendidos, cargados de picardia e ilusión y, por supuesto, nervios.
Cuando Vac le preguntó sobre si encontraba bien, la nublina tardó bien poco en endosarse al brazo del chico, cual koala. Lo tenia agarrado con ambos brazos y tiraba de este hacia su pecho.
-Puede ser~-dijo con una voz cantarina mientras apoyaba su cabeza en el hombro del hado y suspiraba plácidamente.
Segundos despues, volvia a hablar.
-Di Vac. ¿Te gusta mi cambio de apariencias? ¿A que ya no soy tan sosa?-le preguntó con fingida inocencia, mirandole de reojo, sin soltar su brazo. Al instante, la nublina comenzó a calentarse y un rubor se asomó a sus mejillas mientras su cara se encendia. Quizás fiebre, quizás no.