Bajos Fondos

El nombre lo conocía, claro, pero... <<Pero mira que he cosechado sinhadres... De Ariv precisamente no puedo decirte mucho, chico>> No habían tenido trato más allá de reencontrarse después de la Luna Roja. Y aun así, la noticia de que hubiera muerto recientemente, y para colmo, sin enterarse, le dolió.

—Lamento decirte que sobre Ariv hace tiempo que no sé nada. No mantuvimos el contacto después de vuestra Luna hasta el punto de que no tenía constancia de que hubiera muerto. Siento no poder ayudarte.

También le había picado lo que Bastel había dicho sobre los cosechadores y sus cosechados supervivientes, para qué negarlo, aunque no fueran responsabilidad suya una vez cosechados, pero principalmente le fastidiaba su muerte. Se interesó por el suceso.

—¿Puedo preguntar qué pasó? No creí que pudiera tener enemigos en la ciudad.

Claro que se podía morir de causas naturales en la ciudad, pero le parecía remoto. Y menuda casualidad que venían a investigar una muerte y se topaban con otra. Y reciente.

Como era de esperar el vampiro no tenía más datos que él mismo. Bastel suspiró, a medias frustrado y a medias irritado. No solo era por su torpe intento de investigación, también por toda aquella situación. Al fin y al cabo, ¿cómo descubrir nada si literalmente parecía que la lémur se había desvanecido en el aire?

—Eso es lo más raro: no tenemos ni idea —fue una admisión a regañadientes. El trasgo sabía cómo sonaría aquello en circunstancias normales, pero estaba claro que aquella no era una circunstancia normal—.Un día de repente nos visitaron fantasmas a todos sus antiguos amigos: había muerto durante un encargo. Su casa estaba intacta, todos sus fantasmas estaban liberados y había ido sola, así que lo único que sabían es que eran libres —conforme fue desgranando aquello, cais en gruñidos, su ceño se fue acentuando. En Rocavarancolia no era extrañas las muertes ni las desapariciones, pero la desmaterialización más absoluta era otra cosa—. Por lo que sé ni en su casa hay huellas de violencia o algo que indique que no está allí. Salvo que no está, claro. Es como si se hubiera desmaterializado por completo.

Aun así Bastel estaba seguro de que ni el mejor criminal era perfecto. Algo, alguien, en algún lado, debía saber algo.

Giz había decidido acompañarles. La intriga le revoloteaba desde la última conversación y quería ayudar a esclarecer aquello. Entró a los bajos fondos con la gola cerrada, pues la fama precedía al lugar y el goliat no quería correr el riesgo de ser dañado por un rescoldo maligno de magia. Cuando se encontraron con Bastel, saludó escuetamente y calló para escuchar hasta que sintió que era útil intervenir.

—Con la dullahan ocurrió igual: aunque en ese caso el cuerpo no desapareció, no había indicios de refriega, ni rastro alguno de magia —explicó.

Empezaba a convencerse de que tal brote de violencia y muertes estaba unido.

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Tap vivía ajeno a cualquier mal que acechara la ciudad. Si hubiera que investigar algo, ya se lo harían saber desde el cuerpo de espías. Mientras tanto, el poltergeist era feliz con sus trapicheos. Lejos de la lupa moral de nadie, los bajos fondos eran el lugar perfecto para vender droga a camellos y veneno a paranoicos y matones. Así, encontrar ahí a los mercenarios le sorpendió, como poco.

Su cuerpo demiúrgico flotó hacia ellos mientras guardaba sus ganancias dentro de un bolsillo sin fondo. El poltergeist lo había incorporado recientemente para no exponer su mercancía.

—¡Ey, altudos! —los saludó con su voz artificial a un volúmen alto y en un tono alegre—. ¿Qué hacéis por aquí? —flotó hasta la espalda de Bastel y le dio un golpe suave con una de sus cuatro manos metálicas—. ¿Estás preparando alguna pelea importante? —le preguntó al trasgo.

Noel había hecho amago de saludar al trasgo mientras trataba de buscar en su cabeza cuál era su nombre porque no lograba acordarse. Habían coincidido en muy pocas ocasiones con él, especialmente por ser uno de los elegidos de Ewa, culto con el que querían tener que ver lo menos posible. De todos modos no le dio tiempo ni a responder a su pregunta, porque el propio Jack se dejó ver para responder a su pregunta. <<Bastel, eso era>> se dijo cuándo el propio trasgo se presentó al vampiro.

No le pilló precisamente de sorpresa que lo que buscaba allí Bastel era lo mismo que ellos: pistas acerca de la muerte de un conocido. No tenían constancia, no obstante, de aquel incidente en particular, aunque lo cierto era que el draco tuvo que esforzarse también por recordar quién era la sinhadre de la que hablaban. Al escuchar más detalles del trasgo y Jack le vino a la memoria la noche de Luna en la que habían ido por última vez a ayudar a los neófitos, entre los que se encontraba el propio Bastel, Saren… y aquella chica. A pesar de que no había mantenido más trato con ella, recordaba que le había caído en gracia y el tener al idrino en mente le hizo preguntarse si estaría al tanto de aquello también, porque se trataba de una compañera suya al fin y al cabo. Probablemente sí, pero hablaría con él al respecto la próxima vez que lo viera.
—Lo cierto es que nosotros también estamos tratando de investigar la muerte de alguien, aunque las circunstancias no son las mismas en este caso… —comenzó a explicar tras Giz.

Fue interrumpido por una voz que, al igual que había sucedido con Bastel, también le resultaba familiar pero hacía tiempo que no escuchaba. Del repoblador si recordaba su nombre, no obstante.
—Hombre, Tap, cuánto tiempo —saludó con el entusiasmo muy comedido debido al tono de la conversación que se estaba manteniendo—. Tal vez —respondió a su pregunta—. Justamente iba a explicarle a Bastel que hemos venido para buscar a alguien. A un sospechoso de asesinato concretamente. ¿A alguno os suena el nombre de Lasca?

Vaya, otra fiambre más para la lista. O bueno, a juzgar por lo que dice Bastel, esta vez no hay ni cadáver ni nada. Sí que se está muriendo peña, joder que sí. Y además… Es como si buscaran que murieran todos de forma rara. O igual es solo una paranoia que tengo ahora. Aquí hay cientos de formas de morir distintas, pero es como si las víctimas… Es como si buscaran que murieran de formas poco… ¿ortodoxas? Si es que se puede decir eso en esta ciudad. Poca resistencia en general, formas de morir particulares y encima ningún rastro de que haya nadie más implicado, quitando el hecho de que las muertes necesitan claramente algún asesino. O al menos algunas. Igual es solo que a mí que se me va la flepa ahora, pero es que es muy chungo todo ―y también bastante estimulante, oye―.

Eh, a este pequeñajo lo conozco yo. Aunque… Mierda, ni idea de su nom- ¡TAP! ¡Eso era!

―Buenas. Sí, cuánto tiempo ―saludo aún con la cabeza en otra parte. Agh, ni que fuera a sacar nada en claro ahora, voy a centrarme un poco―. Ay, una pelea, ojalá pudiéramos tener un poco de juerga. No me iría mal estirar un poco y esas cosas ―que a este paso me voy a atrofiar.

»Por lo que parece es un quebrantahuesos ―completo la información de Noel. No me suena de mucho una criatura con un nombre así, pero sé que había oído o leído algo sobre esta en alguna parte. Debe hacer tiempo ya, eso sí.

El trasgó masticó la información de Giz, aparentemente distinta y también aparentemente similar. El ceño se frunció mientras intentaba recordar alguna dullahan de la que hubiera oído hablar, a la vez que se preguntó si aquellos dos asesinatos podían estar relacionados. En Rocavarancolia no sería extraño ni que sí ni que no, tampoco era extraño el propio hecho de matar... Pero muertes así eran otras cosas. Los benedecidos por la Luna Roja podían estar a años luz por delante de cualquier sin esencia, pero no eran perfectos. O, al menos, no más que los monstruos con los que cohabitaban.

Y ahora resultaba que no había uno, sino dos asesinatos donde todo indicaba que la muerta no debería estarlo.

La interrupción de Tap lo sorprendió. Ni en la cosecha ni tras esta había tenido especial contacto con el poltergeist, pero siempre había cierto agrado en encontrarse con uno de su misma cosecha.

—Hola, Tap —hizo un ademán negativo con las manos. Generalmente Leip, de eventos y peleas especiales, preparaba solo para los más importantes, que siempre eran en fechas señaladas: la Emisaria, la cosecha y, por supuesto, la Luna Roja. Y en aquellos momentos en particular Bastel no podía prepararse para ellos—. Cada vez tengo más... trabajo —si es que la Secta podía llamarse así— y menos tiempo libre. Y el poco que tengo últimamente lo dedico a investigar una muerte bastante extraña: ¿te acuerdas de Ariv, de mi Maciel? Pues la han matado sin dejar rastro. No queda ni el cadáver.

Siguió atento a la explicación de Noel, interrumpida antes, y tras la cual habló la ángel negro. El sacerdote negó con la cabeza, lamentando de veras que ninguno tuviera más información sobre lo que quería saber del otro.

—La única quebrantahuesos de la que he oído hablar se llama Tuétano, no Lasca —algo hizo click en su cabeza: un recuerdo de casi dos años antes. Se giró hacia el goliat con una expresión de seria curiosidad, preguntándose si su intuición podía ser correcta—. La dullahan a la que te has referido... ¿Pasó la cosecha en el torreón Letargo, se transformó en la Luna Roja siguiente a la mía?

No había hablado con esa chica más que una vez, y su mente se fue a la tercera muerte que había habido, y que de aquel grupo solo él conocía. Una muerte de la cual desconocía si había pistas... No había visto a aquel adepto más que una o dos veces, y aquello le incomodaba.

Una muerte de alguien que nunca había sido muy cercana a él y que hacía mucho que no veía. Dos muertes de personas a las que había visto solo una o dos veces... Pensar no solo que podían estar conectadas, sino que podían estar conectadas con él podía ser el principio de una cuesta resbaladiza estúpida sin absolutamente ninguna prueba, pero no podía dejar de sentir que allí había algo raro allí.

El muñeco de Tap se encogió de hombros.

—Vaya, qué mal —su voz artificial carecía de emoción. El repoblador apenas había coincidido con Ariv, salvo durante la cosecha, y recordaba pocas cosas de esa época que no estuvieran manchadas por un odio feroz—. Se os está muriendo mucha gente, ¿no? —comentó conforme la conversación avanzó.

—Esa misma —le confirmó el lagarto del paraguas en el cuello.

Él no notaría las bajas si no eran de Quemaduras o sus compañeros del cuerpo de espías. Sus clientes tendían a desaparecer y aparecer cada cierto tiempo y Tap no se esforzaba en retenerlos en la memoria. Si algun gigante desaparecía, él simplemente lo olvidaría. Y en cuanto a sus compañeros de cosecha, había distancia suficiente como para que tardara en enterarse.

El poltergeist estaba pensando en el desapego que sentía hacia gran parte de su generación cuando mencionaron a alguien conocido.

—Tuétano ya no viene por aquí —les explicó—. La muerte de Dana le jodió el negocio —e intuía que algo más. Tap había hecho un par de tratos con ella tras el incidente—. Pero Lasca es otra historia. Lo podréis encontrar en una galería algo alejada de aquí, es un vendedor de esclavos y un altudo de cuidado. No sé qué manía tenéis los gigantes con seguir creciendo... —se rió—. Si queréis os acerco, pero luego me esfumo, que no quiero perder clientes por meterme donde no me llaman.

Los bajos fondos no eran un sitio desconocido para ellos, pero tampoco habitual. Les haría falta guía, y en eso estaban cuando un conocido se puso en bandeja. Recordaba bien al trasgo de encontronazos previos y sabía que era un tipo razonable a pesar de los ambientes por los que se movía. Al parecer, tenía entre manos su propio misterio, y atendió con interés a la conversación tras haberle saludado. La muerte de aquella sinhadre se había unido a la lista, ya larga, de cosas extrañas que estaban sucediendo. Pero la muerte de Tsusu no era tan misteriosa. Tal vez ni siquiera tenía nada que ver, pero no podían descartar nada todavía.

Una segunda casualidad, es decir, Tap, se presentó allí mientras hablaban.
—Ojalá fuese algo así de simple —respondió al poltergeist, incluso antes de saludarle.

Entre las respuestas a sus preguntas salió a colación una segunda quebrantahuesos, probablemente de transformación más reciente, porque nadie les había hablado de ella en el mercado.
—No deberíamos descartarla a ella tampoco, por la misma regla de tres que nos ha llevado al tal Lasca.
Lamentablemente cualquiera podía destrozar un cadáver de formas determinadas para echarle el muerto a otro, pero por algún lado había que empezar.

Aceptaron el ofrecimiento de Tap y gracias a él llegaron sin desviarse a la zona donde aparentemente solía trabajar Lasca, aunque allí se separaron sus caminos. No fue difícil distinguir al quebrantahuesos aun si nunca habían visto uno delante. La armadura de hueso que cubría su cuerpo ochrorio y su envergadura eran muy distintivas.

—…de joyas libenses —se podría escuchar al acercarse—. Podemos encontrar detractores que quieran llevar las joyas de esas duquesas pomposas ahora que pueden. Nos ha funcionado antes. Libo es un sitio difícil por el pacto, pero si unimos fuerzas…
El quebrantahuesos estaba hablando con otro tipo, pero se interrumpió en cuanto se percató de que un grupo grande se dirigía a ellos. Los examinó desde detrás de su máscara ósea. No era raro que los que se moviesen en grupo por allí abajo buscasen problemas.

—¿Eres Lasca? —preguntó un varmano brillante con no muy buena cara.
—Diría que depende de lo que andéis buscando por aquí, pero tengo asumido que soy un poco inconfundible. Si venís por la subasta, ya no queda nada. Ese de ahí es mío.
Tras decir eso señaló a su espalda, donde un joven nublino permanecía de pie, tenso y mudo. Iba tan bien vestido como su dueño, y solo su mal disimulado nerviosismo denotaba que no pertenecía a aquel lugar.

Al trasgo no le sonaba de nada el nombre de Lasca, pero por suerte al poltergeist sí. Ambos iniciaro una conversación acerca de otra quebrantahuesos de la que no habían oído hablar, pero coincidió con Gael en que probablemente deberían tener en cuenta aquella nueva información.
—Se llamaba Marsi; vivía en la sede de los Taumaturgos —añadió tras Giz en respuesta a la pregunta del nublino.
Bastel había terminado de informar a Tap de la situación y Noel no pasó por alto el hecho de que el repoblador no parecía afectado en absoluto por las noticias. Si pensaba en ello, siempre que veía al poltergeist era en solitario o, en su defecto, insultando a su interlocutor. Recordaba vagamente la última conversación que habían mantenido, hacía ya bastante tiempo durante el torneo, y por ello decidió añadir algo al agradecimiento por conducirles hasta el lugar donde podrían encontrar a la persona que buscaban.
>>Y si alguna vez te metes en líos con algún cliente, o te aburres, tan solo tienes que preguntar por La Brecha.

Sin duda el tal Lasca resultaba inconfundible y pronto se encontraban encarándose con él. El draco observó los alrededores mientras el fuego fatuo confirmaba la identidad del quebrantahuesos, tratando de hacerse una idea de cuánto les convendría arriesgarse en caso de que aquella conversación fuese por el peor camino posible. No tenían ni idea de cuántos de los presentes podrían ser aliados de aquel tal Lasca, ya que el nublino que lo acompañaba era claramente un esclavo y  apenas le dirigió una mirada fugaz cuando el propio quebrantahuesos confirmó lo que malamente podía calificarse de suposición.
—Descuida, no hemos venido por eso —le respondió en tono neutro dirigiendo entonces su mirada hacia él—. Estábamos buscando pistas sobre cierto incidente y tu nombre ha salido a colación —comenzó a explicar tratando de evitar cualquier tono acusatorio: a fin de cuentas habían llegado hasta allí siguiendo poco más que rumores—. Seré claro: ha aparecido el cadáver de un repoblador en el mercado, completamente machacado… Varios describían su asesinato como “obra de un quebrantahuesos”. ¿Te suena de algo?
Si el tipo no era un completo idiota a aquellas alturas tendría bastante claro por qué habían ido a buscarle, pero el sueco esperaba haber sido lo suficientemente diplomático como para poder sacar algo de aquella conversación, fuese lo que fuese. Si resultaba que habían hallado al asesino con tanta facilidad este obviamente lo negaría de todos modos, pero pretendía sonsacarle al menos si guardaba alguna relación con Tsusu.

Tap condujo a los mercenarios de la Brecha hasta la zona habitual de Lasca y, tal y como había prometido, se despidió antes de que llegaran para evitar problemas. Tenía confianza plena en que no fueran a buscar problemas, pero aun así quiso prevenir. El grupo de los mercenarios tenía caché y en los bajos fondos no solían ser muy fans del renombre de arriba.

—¡Eso está hecho, Noel! Os buscaré si intentan matarme —el muñeco soltó una carcajada, pero hablaba completamente en serio.

Agitó un par de brazos y se alejó levitando.

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Giz siguió al grupo hasta Lasca y no necesitó aportar nada más, Noel dijo todo lo necesario en un principio. Se cruzó de brazos bajo el poncho y esperó una respuesta por parte del quebrantahuesos.

Lasca esperaba que el grupo mostrase más modales de los que había mostrado hasta el momento. ¿Presentarse? No iba con ellos. Directos, sin modales. Estaba claro que asumían su culpabilidad desde el primer momento. Especialmente no le gustó la forma de expresarse de la ángel negro. Nada raro en los de su clase, pero eso no quería decir que no fuese a ofenderle. No le quitó los ojos de encima mientras hablaba, con una ceja levemente enarcada.
—Enarbolando un nombre medianamente conocido no me vais a convertir en menos inocente. —Había perdido interés en los nombres individuales. No sería difícil sacarlos con las descripciones, de ser necesario, ahora que sabía quiénes eran. Y les conocía de oídas lo suficiente como para saber que no mentían—. Para empezar, ¿podríais decirme de quién se trataba?

Gael había escuchado con un poco de temor la forma en que Adara había reaccionado a las palabras de aquel tipo. No era ofenderle lo que le preocupaba, sino causar un conflicto antes de llegar a obtener algo de información que fuese mínimamente reveladora. Fuese teatro o no, era evidente que el quebrantahuesos se había ofendido por la acusación repentina.
—Tsusu. Transformado en drake. Solía comerciar en el mercado, ¿le conocías? —preguntó tratando de sonar apaciguador, aunque probablemente en vano.

—No me suena —respondió Lasca—. Ya os he dicho que no conozco a muchos. —Suspiró, sin ocultar demasiado que empezaba a desquiciarse, y añadió entre dientes—: Alguien debe de querer incriminarme.

El sacerdote dudó un momento cuando el grupo decidió dirigirse hacia el quebrantahuesos. Recordaba con cierto agrado a aquellos mercenarios, al menos porque habían intentado ayudarles sin pedir nada en su primera Luna Roja. El altruismo, ciertamente, era una forma extraña de actuar en Rocavarancolia, aunque fuera meramente para entretenerse. Sin embargo no dejaban de ser desconocidos: podían haber perdido a alguien, pero ese asunto no le incumbía. Lo que les pasara si investigaban donde no debían le traía sin cuidado.

Luego recordó a la dullahan, y al sectario asesinado, además de a Ariv. La duda dudó un momento: si ellos encontraban alguna pista acerca no de su asesinato sino del que Bastel investigaba quería estar allí para tenerla él también.

Al fin y al cabo habían sido altruistas una vez con él. Quizás no lo fueran una segunda, y prefería no pagar por información si era posible.

Atendió sin hablar a los primeros intercambios entre el grupo de mercenarios y aquel quebrantahuesos. Las palabras de la ángel negro le obligaron a ocultar una sonrisa, pero también provocaron un ceño fruncido. El trasgo sabía qué clase de gente había por allí, y la forma de actuar de los ángeles negros no era la mejor si quería obtener información. Tampoco la que él mismo solía tener, pero con suerte aplacaría a aquel mastodonte.

—Si me disculpáis un momento —«y si no también»— le haré mi propia pregunta a Lasca, ya luego seguís si queréis —imaginaba que los mercenarios agradecerían aquel aviso, aunque fuera para no encontrarse de repente fuera de la investigación sobre su muerto—. Aunque les estaba acompañando yo no vengo realmente por la misma muerte que ellos —se había girado hacia Lasca, manteniendo un tono cordial, como el que preguntaba una dirección en un mundo civilizado—. Tampoco he oído nada que me haga sospechar de ti, lo que me... interesa realmente es el lugar por el que te mueves —hizo un gesto parco señalando a su alrededor: los Bajos Fondos, quizás el lugar de Rocavarancolia donde, simultáneamente, había más y menos secretos—. Es fácil escuchar muchas cosas aquí, así que me pregunto si habrás oído tú algo. O si conoces a alguien que pueda haber oído algo que... responda mis dudas.

Adara tomó la palabra y, aunque no le preocupaba la falta de sutileza por razón de posibles conflictos, sí lo hacía el que pudiera ofenderse lo suficiente como para dar por terminada la conversación empleándolo como excusa. Por suerte el tipo parecía más interesado en conocer quién había estado difamándolo que otra cosa y, aunque no era precisamente la alegría de la huerta, al menos estaba cooperando si es que decía la verdad.
—No pretendemos eso, créeme —intervino cuando Lasca hizo alusión a su acusación indirecta—. Tan solo estábamos buscando un hilo del que empezar a tirar y tu nombre surgió durante nuestra investigación. —El draco no veía motivos para ocultar nada de aquello y en caso de que al quebrantahuesos se le diese por preguntar en el mercado sobre ellos no encontraría ninguna contradicción—. Lo más probable es que se tratase de un simple rumor debido al estado en el que al parecer se encontraba el cadáver. Aunque si tienes razón y alguien trataba de incriminarte… —<<Si tiene motivos para afirmar eso es que por narices hay alguien a quien no le cae precisamente bien. A lo mejor esa otra persona guardaba rencor a Tsusu además de a este tipo>> añadió telepáticamente para aclarar sus intenciones al resto—. ¿Quién crees que podría haber sido? No tenemos muchas pistas, así que nos contentamos con cualquier información que puedas ofrecernos al respecto.

Iba a añadir algo más, pero Bastel quiso hacer una pregunta a Lasca antes de que continuasen. Suponía que sus asuntos no interesaban demasiado el trasgo y estaría deseando irse a atender los suyos propios, por lo que podía entender la interrupción.

—El asesinato de una lémur con la liberación de sus fantasmas como única pista —una vez más comenzaba a explicar aquella historia. Una vez más a Bastel se le erizaba el pelo con que un asesinato cercano a él pudiera ser tan perfecto—. Sin cuerpo, sin sangre, sin rastros de ningún tipo, imposible de rastrear mediante cualquier método mágico que hayamos probado, sin ninguna huella de la más mínima violencia en la casa de la susodicha o cerca de donde vivía. Se llamaba dama Espíritu, y antes de su primera Luna Roja se llamaba Ariv. Cualquier información o nombre de alguien que pueda tener información sería muy de agradecer.

El sacerdote dejaría a Lasca elegir si el agradecimiento en cuestión sería no mezclarse nunca con él, dinero o algún favor personal. Bastel tenía claro cuál prefería, desde luego.