Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

La indignación fingida de la humana le hizo un poco de gracia pero no tuvo tiempo de responderle. El ruido de abajo les alerto y preocupados bajaron rápidamente las escaleras encontrándose con un estropicio en el comedor. Restos de tarta por el suelo a Lara llorando...llorando. Dhelian se sintió idiota y temeroso, busco con la mirada a alguien mas de Maciel ¿donde estaban sus hijos? Era cierto que los pequeños rara vez se veían fueran del marsupio de su madre, pero cuando estaban allí Lara se encargaba de mostrar su afecto con suaves caricias.

Pero desde la sede la había visto decaída con un rostro que parecía estar sumido en el dolor...al principio lo atribuyo a algo de su tranformacion, pero...¿Podía ser algo mas? ¿Habia pasado algo con sus tres pequeños? Aquellos llantos de la ordesa eran cargados de un dolor que posiblemente ninguno allí había sentido antes y Dhelian no sabiendo que hacer intento acercarse.

Y a pesar de saber que el suelo estaba enterrado de los restos de la comida y ver que la propia Alice caía de pronto al suelo se resbalo al intentar acercarse al Lara, aferrándose a la mesa para intentar no darse de bruces contra el suelo. La estirge de su hombro soltó un graznido alarmado ante el bamboleo e intento alzar el vuelo, con tan mala suerte de que una de su garras se quedo enganchadas en la ropa de Dhelian. En un intento de recuperar el equilibrio el pobre ave se aferro a lo que tenia mas cerca, el brazo del daeliciano que acabo recibiendo un profundo arañazo de la estirge antes de que esta se cayese a plomo al suelo en una bola de plumas enfurruñada.

Todo el tropezón ocurrió en pocos segundos, dejando confundido a Dhelian, que apenas se dio cuenta de que había recibido una buena cortada hasta que no vio la manga de su sudadera cubriéndose lentamente de sangre.

Aun así no dijo nada e incorporando vio a la ordesa, mucho mas pequeña y frágil de como la recordaba. Se acerco a ella sin dejar de agarrarse a la mesa, que parecía que sus pies se deslizaran sobre huelo y acabo arrodillándose frente a ella. Al escuchar sus gritos no pudo evitar por fin hablar. ¿Cuanto había sufrido aquella madre como para decirse aquello?

-No estas maldita...lo siento mucho Lara, por todo-susurro mirándola sintiendo un tirón en la herida al tomar la mano de la ordesa, a la que agarro con fuerza apoyando su frente sobre ella no importándole estar cubriéndose aun mas de tarta. No lloro, pero su voz expresaba cuanto lo sentía mas allá de cualquier llanto y aunque ella se decía maldita el no lo creía así- Te sacare de aquí...-añadió mirándola hablando con un tono suave en un mudo pedido antes de con cuidado de no resbalarse, alzarla del suelo con suavidad y sin aparente esfuerzo (aunque poniendo el mayor peso de la ordesa en su brazo no herido). Con un cuidado que hasta a el mismo le sorprendió, la llevo en brazos apoyándose en la mesa para avanzar y en el ultimo tramo para salir del comedor pego una pequeña zancada apara evitar un buen trozo de tarta en el suelo, apoyándose en la pared para no caerse pero no salvándose de un buen golpe contra la misma. Fue seguido por la estirge que parecía haberse convertido en un ave hecha de dulce y que parecía estar de muy mala leche por no poder moverse con libertad por lo pegajosa que estaba.

-Auch...mi cabeza...mi pobre craneo- pequeñas lagrimillas asomaron en sus ojos ante el golpazo en su cabeza, primero su brazo, ahora su frente, de verdad que no daba una- Lo siento Lara ¿estas bien?- dijo preocupado pues siendo que la cargaba no había podido frenar el tonto tropezón con el aire ¿Como se podía ser tan torpe? Por suerte, y sin saberlo, acababa de salir por fin del rango de mala suerte de la ordesa, por el momento.

Lara no llegó a decirle que no a Dhelian a tiempo, y se arrepintió. <<¿Es que no ve que se están pegando hostias todos? ¿No le ha parecido una buena prueba?>>. Necesitó comerse la pared junto a Dhelian para saber que el miedo que había surgido con la vuelta del mal de ojo se disipara y dejara paso de nuevo al cabreo, su estado de ánimo se había vuelto voluble.

—¡Dhelian, sueltame! ¡Por toda la suerte que no tenemos! —Si bien habían logrado salir del mal fario que se había instaurado en la cocina, no quitaba que Lara se hubiera gafado también así misma. Ese pequeño reducto de mala fortuna fue suficiente para que Lara forcejeara de tal manera que cayó de boca al suelo. Un fuerte calambrazo de dolor le recorrió la dentadura comenzando por las paletas—. ¡JODER! —gritó con cierto sabor a sangre molestándole. Logró ponerse en pie y llevarse las manos a la boca para comprobar que tenía todos los dientes. Sin ningún tipo de reparo, escupió en el suelo y se sacudió para quitarse la crema que se le había pegado de encima.

No tardó en rendirse, pues no había manos que limpiaran aquel desastre, y clavarle una mirada de odio pasajero a Dhelian, por el dolor que sufría en boca y cabeza.

—Si os digo que no os acerquéis y que no me toquéis es por algo, joder, que parece que...—la comparación que casi le sale inconscientemente devolvió a primera plana detalles de la noche anterior. Respiró hondo varias veces, tratando de calmarse—. Voy a buscar una habitación y me voy a encerrar en ella hasta que se me pase esta mierda. Haced el favor de guardar las distancias—<<que bastante me pesa ya la conciencia>>.

Observé al ghoul llevarse a la ordesa y sin levantarme del suelo me limpié las lágrimas, era hora de poner un poco de orden. Tuve que empezar el hechizo cinco veces por que inexplicablemente fallé las cuatro anteriores, algo que no me había pasado desde el día que aprendí a hacerlo. Por fin el salón estuvo completamente limpio y ordenado.

-Lo siento por lo de la comida, otro día os prepararé algo - dije mientras salía de cocina tropezando cada dos por tres, aquello no era normal, yo no era un patoso, tenía que haber algo por en medio.- Si aún tenéis hambre la despensa está allí, servíos vosotros mismos.

Dicho eso tenía un misterio que solventar. Subí a la biblioteca y tras rebuscar en unos cuantos libros encontré la transformación de la chica, se empeñaba en que estaba maldita, y aunque no era eso sí que era un cúmulo de mala suerte. <<Esto no le va a hacer ni pizca de gracia>>. Encontré su habitación con un hechizo de búsqueda y golpeé la puerta.

-Lara, te traigo información. No estás maldita - dije a través de ella.- No hace falta que pase pero en este libro se te explicará todo, por favor abre. En cuanto te lo de me iré y no te molestaré más.

Esperaba que el abrazo de Enredo le hiciera bien, pero Lara empezó a actuar de forma muy extraña y dejé de limpiar, preocupada. Oía a la onyce diciendo que saliera de allí cuanto antes y veía a dos más asomadas a la cocina, urgiéndome a lo mismo, pero las ignoré. Si hubiera sido uno de los "veteranos" el que reaccionara de esa forma, me habría ido del comedor. Pero era Lara la que estaba gritando que estaba maldita y cosas que... asustaban. ¿En qué se había transformado? Estaba cambiada físicamente, sí, pero ¿por qué suponía un peligro para nosotros? ¿Qué le había pasado a sus hijos?

Casi me acerqué a ella cuando se cayó, pero me quedé en el sitio recordando sus palabras. Ni siquiera me atrevía a pensar en curarla, vista su reacción hacia Dhelian y el acercarnos.

—Lara... —empecé cuando dijo de marcharse, pero no seguí.

¿A qué se refería con lo último? ¿Acaso su transformación tenía algo más que meros cambios físicos y ese algo era peligroso? Esa era la impresión que daba... y no me gustaba ni un pelo. A las onyces tampoco, por lo visto, pues a las dos del techo se les habían sumado varios pares más.

Te lo dijimos, mira que lo hicimos... No deberías acercarte a ella. Nunca más.
Eso mismo, niña tonta. ¿Acaso no sabes lo que es? Os matará a todos.
—Siempre decís lo mismo...
¡Pero es verdad! Y lo peor es que cuando lo haga no será a propósito ni disfrutará con ello como tus otros amigos.
A no ser que aprenda a manejar su transformación...
—¿Y me vais a decir qué es o no?—inquirí, mosqueada y cruzada de brazos. Temía que no me dijeran todo lo que sabían.
Si me das a elegir, prefiero irme a cazar algo—murmuró una y tras decirlo salió de la cocina mientras la fulminaba con la mirada. Otras se rieron.

Es el peligro andante. Todo lo que hagas cuando ella esté cerca te saldrá mal.
Por eso todos tropezábais, ¡no porque seais torpes, que lo sois, sino por ella!
—Qué demonios... ¿Está realmente maldita, entonces? ¿Cómo se llama su transformación?

Las onyces se miraron y algunas hicieron gestos de aburrimiento.
No lo...
—¡Decídmelo!—exclamé, descruzando los brazos con fuerza, cabreada.
¡Tranquila, fiera!—exclamó la de mi hombro, que había vuelto a sentarse ahí—. Es una Mala Sombra.
—Hm... Seguramente... Seguramente pueda aprender a controlar sus poderes...—dije a la par que asimilaba toda la información—. Sí, lo contrario no tendría sentido. Aprenderá. Como todos, ¿no?
Si tú lo dices...

Suspiré. Por un lado estaba convencida, quería estarlo, pero las onyces sabían mucho más de lo que decían y no me fiaba de mi convencimiento... De lo que sí estaba segura era de que no podía dejar que las ocupas del techo camparan a sus anchas.

—Salid del torreón. Ya sabéis que podéis turnaros y entrar en mi dormitorio, pero el resto del torreón os está vetado.

Entretanto, Skarog y Enredo habían terminado de limpiar y el primero me miraba con el ceño fruncido.

—Espero que obedezcan esa orden a rajatabla. No he salido de un torreón de locos para tener que lidiar con otros—y, dicho eso, se marchó escaleras arriba. La onyce del hombro le hizo burlas pero el otro no reaccionó, así que le ignoró.
Qué gallito. ¡Nos ha llamado locas! ¡Seguro que no lo hace si vamos todas a por él!
—¿Y? No es malo. Esta ciudad es de locos. Aquí lo raro sería estar tan cuerdo como en el mundo del que vengo—bromeé.

Luego me acerqué a Dhelian
—¿Estás bien? ¿Tienes algo pensado para hacer por la tarde? Podemos explorar la biblioteca de arriba, si quieres... Hay muchas cosas que podemos hacer.

<<Necesito hacerme con otra libreta. Necesito un diario, una especie de agenda de lo que tengo pendiente y lo que ya he conseguido... ¡Quiero hacer demasiadas cosas!>> Estaba aprender hechizos nuevos, leer todo el libro que Biblios me había prestado sobre mi transformación y experimentar con las onyces, dedicar tiempo al aprendizaje de mis amigos, ayudar a Marsi con la telepatía, adecentar mi dormitorio, conocer a los demás inquilinos y llevarme bien con ellos, explorar toda la ciudad y... algo importante cuando conociera más hechizos y me manejara mejor con las onyces: valerme de forma independiente en las calles de la ciudad, lidiar yo sola con los peligros que había. Estaba claro que no era como subir niveles en los juegos, los monstruos y peligros con que nos topamos de cosechados no iban a ser más fáciles por haber "subido al nivel de transformados", así que había que dedicarle tiempo a eso también. <<Y, no menos importante, ropa. No puedo ir por ahí con vaqueritos o falditas siendo una bruja con un ejército de onyces a mis pies...>> Y el nombre, también. Pero para el nombre necesitaba calma y una cama, así que lo pensaría a la noche.

La reacción de Lara no tardo es  hacerse esperar y Dhelian le preocupado y un poco arrepentido por el golpe, su intención era ayudar no empeorar el estado animo de Lara. Fuese lo que fuese que le ocurriera o los cambios que la luna le hubiese entregado estaba claro que no estaba nada de acuerdo. Dhelian suspiro incomodo diciéndose que debía pedirle disculpas por el golpe más tarde cuando se sintiera menos peligrosa para el resto del mundo.

El monologo repentino de Alice atrajo su atención, pronto entendió que debía estar hablando con sus onyces e intento prestar cierta atención alas palabras de su amiga a ver si sacaba algo en claro. Preguntaba sobre Lara y sintió real curiosead de saber si aquellas criaturas tenían el conocimiento de la transformación de  Lara. Por  lo que cuando Alice se acerco a hablarle no pudo reprimir el preguntarle.

-¿Te ha dicho algo la onyce sobre Lara?- pregunto un poco preocupado por la madre, su reacción al contacto a que le hablase o se acercasen había sido algo tan explosivo que le había sorprendido- He escuchado parte de la conversación, bueno lo que tu decías, ¿Cómo es eso de que esta maldita?- pregunto rápidamente  mirando hacia las escaleras por donde Lara se había ido y por donde en algún momento Enredo también había desaparecido junto con Skarog.

>-No tenía pensado hacer nada realmente, salvo leer el libro que traje de la biblioteca sobre estas cosillas…aunque eso lo hare en la noche supongo- dijo señalando a la estirges que seguía en el suelo limpiándose los rastros de tarta, Dhelian sintió lastima y le ayudo a limpiarse ante la mirada orgullosa del  ave que volvió a subirse en su hombre tras eso Dhelian se hizo un hechizo de curación para la herida del brazo. “Necesitare organizarme a partir de ahora, a mi cuaderno apenas le quedan hojas. ¿Habrá cuadernos por aquí?"- Podríamos subir a la biblioteca, o ver si encontramos algo donde escribir, necesito un cuaderno nuevo, el mío esta casi gastado y a ti te paso algo similar ¿no? Digo el tuyo lo tiene Marsi- añadió sin saber la línea de pensamiento de la humana pero siendo consciente que a ella le gustaba dibujar y tenerlo todo organizado como a el mismo- No estaría mal averiguar si podemos hacer hechizos nuevos también- añadió un poco emocionado por eso.

—Algo me han dicho... pero te contaré en privado en otro momento. O por escrito si encontramos algo.

Tras eso, asentí a lo de la biblioteca y enfilé las escaleras. Llegamos a donde se suponía que estaba... pero solo había un techo de madera. <<Eh...>>
—Busca a Tsusu y pregúntale—ordené a la onyce del hombro.

Esta rodó los ojos, saltó de mi hombro y levitó escaleras abajo.
—¡Rapidito!

Mientras, me disculpé con Dhelian un minuto, bajé y entré a mi dormitorio. Había visto material de escritura en el escritorio, así que escribí ahí lo que las onyces me habían dicho y volví con Dhelian con el papel en la mano.
—Ten.

Poco después la onyce volvió riéndose a carcajadas. La oí reír desde abajo y no paró ni siquiera cuando nos alcanzó.
—¿Se puede saber qué ha pasado?
Solo podéis subir si sois intangibles—dijo, haciéndose entender por Dhelian, y siguió riendo.
—No fastidies... No hemos practicado el hechizo, yo no sé hacerlo...
¡Pues os fastidiáis!
—¡Deja de reírte! Ya podían abrirla para los que no teníamos ese nivel... ¿Y ahora?—inquirí, estupefacta, mirando al brujo.

Vale, tenía sentido tener que hacer magia para acceder a una biblioteca de magos, pero... Pero diablos, que no teníamos acceso a ese hechizo en la cosecha y ahora no teníamos libro alguno que nos dijera cómo...
—Tendremos que preguntar a Oz...

Encontrarse con que no había puerta para entrar a la biblioteca dejo un poco confundido a Dhelian. Alice fue mas rápida mandado a su onyce a preguntarle a Tsusu y mientras tanto se fue y le trajo un nota con todo lo que le habían dicho las estirges junto con el añadido de que mejor guardaban silencio sobre lo que sabia para no incomodarla y Dhelian estuvo de acuerdo.

La onyce volvió riéndose para sorpresa de Dhelian que se le hacia extraño escucharla hablar y reír. Lo que dijo le hizo mirada la pared que les impedía entrar en la biblioteca y puso un puchero frustrado.

-¿Podremos realizar el hechizo aunque lo aprendamos? Durante la cosecha no podíamos y no tengo idea aun de si nuestro nivel de magia ha cambiado o permanece igual ¿Puedes preguntarle a la onyce si ella lo sabe?- dijo mirando a la humana cuando menciono de que nos les quedaba otra que preguntarle a Ozzchreanos- De todos modos habría que aprenderlo antes igual, vayamos a preguntarle aunque creo que lo tendrá u poco difícil no pudiendo hablar...- añadió pensativo bajando para ir a la habitación que Ozzchreanos había tomado como propia.

Resoplé ante su pregunta:
—Digo yo que podremos, si no menuda pifia de magos seríamos. No tendría mucho sentido, digo yo... Y... ya, ya, tienes razón... No sé, quizá haya aprendido algo sobre su transformación... Podemos ir a hablar con él a ver cómo está, si averiguó algo y si puede hacer magia con esas voces tan raras. Y si no... siempre podemos pedir ayuda a los demás, creo...
Menos al de las uñas largas. Ese está loco—gruñó la onyce en el idioma común, recordando el incidente de antes, lo cual me sacó una risita.

Así pues, llegamos hasta su habitación. Nos recibió y nos habló por escrito, ya que aún —obvio— no dominaba las voces. Había repasado el libro donde podría aparecer su transformación pero no dio con esta, así que suspiré y le aseguré que encontraríamos algo. Le hablamos sobre la cuestión del hechizo y accedió a ayudarnos, para lo cual escribiría las instrucciones. <<¡Clase magistral con Ozz, el mago de Oz!>> pensaba divertida. Dejé que la onyce me acompañara en la "clase", pero con órdenes muy estrictas de comportamiento.

Lara se había metido en la primera habitación libre que se había encontrado y se había tirado sobre la cama. No se dió cuenta de que los muebles se movían hasta que... bueno, se movieron. La cama se arrastró sola por el suelo provocando un fuerte chirrido y pasó de estar pegada a una pared frente a la puerta a otra que no lo estaba. <<Lo que me faltaba>> recordó por fin que Sepalian les había advertido.

—Tocadme el marsupio y os quemo —les regañó con malas pulgas y poco cuidado. Tenía ganas de morirse y no podía. Lo más parecido que le quedaba era dormir y no estaba dispuesta a que cuatro muebes mal paridos le vinieran a dar por saco y arrebatarle ese placer menor.

La cama, al menos, pareció entenderla y se quedó quieta en el sitio en el que se había aparcado a sí misma. Lara se abrazó a la almohada con fuerza, cerró los ojos y dejó que el sueño la secuestrara, aún cuando el armario se había puesto a dar golpes al ritmo de vete a saber qué. Despertaría un rato más tarde, traída de vuelta por el sonido de alguien llamando a su puerta. Tardó varios segundos en recordar que se había mudado y en reconocer la voz que le hablaba al otro lado. Se sintió mal inmediatamente por el arrebato de rabia que había tenido abajo. Se levantó del colchón con desgana y arrastró los pies hasta la puerta, que abrió para recibir a Enredo con gesto alicaído y las orejas gachas.

—Creo... Creo que puedes pasar —afirmó tras echar un vistazo hacia atrás—. Los números están estables. No se mueven —la ordesa se rascó la nuca y agachó la cabeza. Tenía curiosidad por saber qué ponía en aquel libro, aunque no esperanza; pero sobre todo se le revolvía la conciencia por lo que había hecho antes, ahora que podía echar la vista atrás en frío—. Oye, mira... siento mucho lo de antes con la comida. No estoy... No estoy muy bien.

Pasé respetuoso y haciendo un asentimiento con la cabeza.

-No te preocupes por la comida, ya haré más otro día. Me preocupas tú, a pesar de la visión que puede que tengas de mi no soy mala persona. Quiero que entiendas que si no pude ayudarte a ti o a tus hijos fue por las estrictas reglas de esta ciudad. Si os hubiera ayudado u os hubiera hecho algo malo nos habrían matado, a todos. Es la ley, no pude intervenir por ella, por eso quería daros la bienvenida, no porque celebre la muerte o que ya sois ciudadanos, sino por que se me permite ayudaros si está en mi mano - dije con voz solemne.- Ten, este libro explica lo que eres y el por qué de esos números que ves. Pero no estás maldita, lo que te pasa se puede controlar, sólo tienes que aprender. Yo mismo también tuve que aprender y a mi me ayudaron, por eso te ofrezco mi ayuda, sea para lo que sea puedes pedírmela e intentaré echarte una mano si puedo.

No se me ocurría que más decir así que esperé a que la ordesa dijese algo, aunque si os digo la verdad... estaba esperando que me echase con cajas destempladas diciendo que era un entrometido y que ella sola se encargaría o qué se yo.

El biomecánico pasó toda la noche buscando información en el libro. Archime amaneció, tras haberse quedado dormido con el libro en las manos, con nuevos conocimientos acerca de numerosos cambios de sus compañeros de cosecha, aunque especialmente se centró en buscar sobre los macieleros. Todavía faltaban muchos datos por conocer, incluso de ciertas transformaciones no había averiguado nada en absoluto en aquel único libro, sumado a que por causa de su dificultad para concentrarse trabajaba más despacio, pero al menos ya conocía más en profundidad el problema de Cío. El ingeniero no sabía que algunos de sus compañeros habían acudido a la biblioteca la tarde anterior y es por ello que decidió que, tras comer, acudiría a la Sede de los Taumaturgos.

No obstante, en cuanto el biomecánico puso un pie en la cocina de la Torre Serpentaria se dio cuenta de un detalle en el que todavía no había pensado: no sabía cocinar. Archime no se sentía cómodo en absoluto pidiendo a unos completos desconocidos algo como aquello, por lo que solo veía una solución: iría a la Sede ya mismo. Con un bollo irrense que cogió de una de las alacenas para desayunar por el camino, el ingeniero abandonó la Torre de hechicería.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Ahora que escuchaba a Enredo, Lara recordó algunas cosas que les habían dicho los exletarguinos y que ahora cobraban más sentido. Lentamente, sus ideas se iban aclarando y la madre iba focalizando su odio en la dirección correcta. <<Entonces los que merecen morir son los que han creado estas leyes>>. Supo enseguida. Lara trató de aparcar aquel deseo de venganza para otro momento y acabó de escuchar a Enredo. Veía que era buena persona y quizás por eso le molestaba aún más haberle destrozado la comida. Pensar en ello provocó que el estómago le rugiera, apoyando aquel pensamiento.

—Gracias, Enredo —le dijo con sinceridad.

La ordesa cogió el libro y lo hojeó en busca de lo que necesitaba saber. Permaneció en silencio su buen tiempo, primero mientras leía y después, mientras asimilaba lo que había leído. <<Soy una mala sombra>>. Aquel nombre ya le venía que ni pintado, para su desgracia. <<Una mala sombra... ¿Ya no soy una ordesa o esto se acumula?>>. Lo primero que descubrió fue lo que podía hacer con la mala suerte y Lara se quedó con la boca a medio abrir y la expresión ausente.

—Entonces... ¿Es verdad que no estoy maldita? —preguntó en voz alta. Necesitaba que se lo volviera a confirmar para acabar de creérselo, aunque aquello no le restaría culpa con respecto al final trágico que había sufrido su camada de quintillizos. A cambio, si de verdad era cierto que podía aprender a controlarlo, tendría en sus manos el arma que necesitaba para remendar parte de sus errores.

Todavía le quedaba por leer, pero aquel mal fario mágico empezaba a labrar un nuevo camino para la madre, que había dejado de ser madre para convertirse en monstruo.

La imagen del torreón con aquellas sombras de la bruja pululando y las estirges posadas en algunos huecos dela torre era una imagen singular. Definitivamente aquel refugio se volvía imperdible a la vista con los nuevos inquilinos. DL observó sobretodo a las estirges con clara curiosidad, ya las había visto en letargo, así que loa tribuyo que era dominio de alguien pero no sabia aun de quien. Lo averiguar pronto igual.

-Casi que no hacia falta guiaros, con los dominios de vuestros compañeros pululando por aquí se vuelve evidente donde viven- comento acercándose a la torre y mirando a las chicas diciendo la contraseña lo bastante claro para que ambas la oyeran. No le dio tiempo a hacer mucho mas el aleteo sobre su cabeza se incremento y vio con sorpresa como las estirges alzaban el vuelo desde donde estaba posadas graznando amenazantes y lanzándose en picados hacia ellos...o mas concretamente sobre la naga[/color]- ¿Se puede saber que les hiciste? He vivido con ellas y no suelen atacar porque si- pregunto a la naga empujándola hacia dentro en cuanto Tsusu abrió y haciendo que Marsi también entrara antes de cerrar la puerta, alejándolas del graznido y aleteo ensordecedor de las aves, cuyo ruido atrajo al atención de las personas de las plantas de arriba.

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Al final habían terminado en el cuarto de Ozzchreanos el cual les contó que no había podido encontrar sobre su transformación en el libro por lo que Alice le comento de ayudarle y Dhelian también se ofreció. Entre mas ojos buscando mas rápido seria, solo habría que hacer otra pronta visita a la biblioteca,a tal vez el fantasma de allí supiera algo.

Los graznidos de las estirges que sonaban molestas y sus aleteo furiosos desde fuera atrajeron la atención de Dhelian que rápidamente se asomo a la ventana del cuarto de Ozzchreanos, parándose  el entrenamiento del hechizo ala mitad. "¿Que les pasa? Yo no ordene nada" pensó sorprendido al ver a las estirges volando furiosas en dirección a la entrada del torreón.

- Parecen furiosas y volaban hacía la entrad de Serpentaria, bajare a ver que pasa y a calmarlas. Lo siento Ozzchreanos, sigamos luego- pidió mirando a Alice, por si quería bajar con el, saliendo del cuarto del ochorio para bajar a la sala encontrándose allí a Surasara y Mari acompañadas del chico de cabellos blancos del la luna. La presencia de Surasara allí y el graznido molesto de orgullosa sobre su hombro al verla, le confirmo un poco mejor a Dhelian porque habían reaccionado así las aves, parecían guardarle rencor o algo así a la naga por asesinarlas. ¿Acaso eso podía ser posible? No lo sabia, solo estaba claro que nada mas verla, querían atacarla. Las miro preocupado- ¿Estáis bien? No os llegaron atacar, cierto? Lo siento, aun no consigo que me obedezcan totalmente. Parecen haberte cogido manía Surasara.- Dijo haciendo que la estirge se quedase quieta sobre su hombro y sintiéndose observado por el chico de blanco, que en realidad mas que observarlo a el observaba al estirge con expresión pensativa.

-Así que por eso tenías magia...curiosa transformación- murmuro DL para si, alejándose de las chicas con intención de ir a buscar a Enredo y dejarles ponerse al día o lo que fuera, que ahí sobraba-Supongo ya sabéis todos lo que sois y todo eso, ¿no?- pregunto con curiosidad real.

Marsi había cogido un puñal de la armería de la Sede y un escudo, parecido al que usaba en Letargo. La bolsa con su cabeza seguía colgada de su cinturón, y botaba suavemente contra su muslo a cada paso. A pesar de ser de día, la Luna Roja seguía brillando en el cielo, asomando de tanto en tanto entre los nubarrones oscuros. No había llovido desde el día en que llegaron, ni una vez, pero las nubes no se habían alejado desde que se empezaron a transformar.

Llegaron a Serpentaria sin incidentes, pasando por la plaza en la que empezó todo, la de la fuente de las serpientes. Marsi observó el edificio, inspeccionando desde la base hasta la cúpula del final sin necesidad de ningún movimiento, tan solo una variación en su concentración. Escribió a Sura, pues tendría que se la naga la que llamase a los demás. La mano que no sujetaba la libreta tamborileaba sobre el cuero de su escudo, como forma de transmitir su impaciencia. Estaban siendo egoístas, apenas habían hablado con nadie fuera del grupo, ni con los de Maciel siquiera, pero había tantas cosas que hacer, tanto que atender, que a Marsi le habría estallado la cabeza si la tuviera. Las repetía cuando podía: telepatía, montura, armas, ejército, mágia o no magia, familia, compañeros.... << Alice>>

Pronto les abrieron.

Stefan

-Por supuesto que no estás maldita. No es una maldición, sólo es tu habilidad fuera de completo control - expliqué sonriendo.- Aprenderás a controlarlo, como todos.

Tuve una idea que quizá la animaría un poco. Busqué en mi cinturón y saqué una esfera de pequeño tamaño.

-Hace un año yo estaba tan perdido como tú - apreté la esfera hasta oír el chasquido de cristal roto.- Mira lo que se puede hacer con un poco de entrenamiento. No apartes la vista - la enredadera comenzó a crecer a mi alrededor, cuando era suficiente ordené flores y unas flores de color morado oscuro surgieron por toda la liana.- Y esto no es todo - con otra orden de una flor comenzó a crecer algo, una fruta, cuando estuvo madura la arranqué y se la tendí a la mala sombra. Era de color violeta claro, tenía una textura exterior parecida a la del melocotón y una forma parecida a la de una pera.- Puedes comértela, no es venenosa ni nada por el estilo e imagino que tendrás hambre, no puedes dejar de comer - le dije a la madre de forma seria.- Y ahora me voy a ir, tienes cosas que leer y más cosas en qué pensar. Te veo en la cena si quieres.

Dicho eso salí de la habitación y oí un revuelo en los pisos inferiores, poniendo los ojos en blanco bajo con cierta parsimonia para ver qué pasa.

Sura

Por fin llegamos a la torre.

-Pues me gusta esa cúpula de ahí arriba, pero no tiene nada que hacer contra la sede - digo riendo y guiñándole un ojo a Marsi.

De pronto oigo un ruido de alas y graznidos y me pongo en tensión. Antes de saber qué pasa recibo un par de arañazo y cuando me quiero dar cuenta ya estoy dentro de la torre. Los arañazos escuecen un poco, nada que no pueda soportar.

-Dhelian, mantén a esos bichos lejos de mi o te quedas sin dominio - gruño mientras examino los cortes.- ¿Por qué han ido a por mí si nunca les he hecho nad...? Vale, sí, maté a un par de ellas, ¿acaso me guardan rencor? Sólo son pájaros.

Stefan y Sura

-Esos pájaros son más inteligente de lo que puedas suponer - dije bajando el último tramo de escaleras.- Me alegra ver que tu transformación se llevó a buen término.

-No me digas, tú eres el otro que nos visitó ayer - tampoco parece mala gente, pero a este par los voy a tener vigilados por si acaso.

-Sí, fui yo - me volví hacia DL.- Hoy te quedas sin comida, hemos tenido un pequeño percance que ya está solucionado. Por una vez vienes sin que haya comida, una pena que no tenga pirotecnia a mi alcance - me reí.

Lara atendió a Enredo y los ojos no tardaron en brillarle en cuanto la enredadera creció. <<¿Cómo?>>. No sabía qué más transformaciones existían, pero aquello que hacía se parecía demasiado a una de las pocas cosas que había querido ser desde antes de venir a esta ciudad de locos. Lara cogió la fruta y se la quedó mirando. <<Tiene buena pinta>> concedió mientras sus divagaciones seguían la senda de afinidades y brujería.

—Enredo, ¿qué te ha hecho la luna a ti? —preguntó con curiosidad, al tiempo que algo de envidia amenazaba con surgir.

La respuesta del brujo le llegó y Lara la intercambió por una despedida con un nuevo agradecimiento. <<Así que es la luna la que hace a los brujos…>> se dijo, con parte de la ilusión que había recuperado al leer lo que era perdida. <<No es justo…>>. Lo suyo había sido doble o triplemente desafortunado. Había sido como un castigo, aunque ahora supiera que podía tomar las riendas. <<Entonces… ¿Dhelian y Alice también son brujos?>>. Apenas había les había visto durante la mañana, pero recordaba los cuervos de uno y las sombras de otra. <<Normal que estén tan contentos…>>. Pensó, con cierto sabor agridulce en el paladar.

Enfadada y desganada a ratos alternos, la ordesa pasó el resto del día en solitario. Enfocando la vista en puntos de la habitación y apretando los ojos con la esperanza de aprender a exprimir la mala suerte que disparaban. Tras leer su apartado, supo lo que eran los números: porcentajes. Y ahora podía evitar que la mala suerte le cayera a ella alejándose de los más altos. A ratos, igual que su ánimo cambiaba, lo hacía su opinión sobre su nuevo ser. Se había visto la nueva cola y las orejas por fin y le parecía que le quedaban bien, sin más, pero lo que hacían (o habían hecho) sus ojos todavía le dolía. <<He matado a mis hijos>> se repetía cada pocos minutos. Los había matado por activa y por pasiva varias veces desde hacía siete meses, empezando por su decisión de traerlos y acabando por probablemente la última mirada que les había dedicado a los tres que sobrevivieron hasta la luna. A ratos, Lara también lloró y se sintió rota, tal y como estaba.

<<¿Por qué?>> fue su pregunta de aquella noche para absolutamente todo. La repetiría incluso en sueños y se despertaría saboreándola al día siguiente. <<¿Por qué?>>. Y por más que aquella pregunta pasara por su cabeza, la ordesa no tenía forma de responderla. Pero un nuevo día empezaba y la mala sombra había vuelto a tener un propósito, aunque fuera uno mediocre y a corto plazo. Lara no saldría de la habitación salvo para comer, y lo haría tan a ciegas como pudiera sin matarse. No pensaba cruzarse con nadie y, si no se gafaba a sí misma (o el infortunio coincidía con ella por las vías naturales), nadie vería a la mala sombra el segundo día después de la luna.