Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Shizel contempló las maniobras de Naeleth, meditabundo.
-Me alegro de haber sido de ayuda- el agradecimiento de la nublina le sacó de sus pensamientos, y dijo lo que había estado pensando minutos antes, sonriendo de nuevo. Era estimulante ver cómo los esfuerzos de toda una criba tenían su recompensa. No había seguido de cerca la nueva cosecha, pero no le cabía duda de que habían sufrido.
-Los brujos que conozco hacen el equivalente de que tú llevases agua encima- comentó, pero añadió algo preocupado:-. Pero el agua no es muy portátil de por sí, al menos no en grandes cantidades. De todas formas investigar sobre la transformación de uno en la biblioteca es muy útil, porque ejemplos de lo que han hecho otros pueden servirte como ideas.
Lo siguiente que sucedió le pilló por sorpresa. Deseó que Enredo estuviera allí en su lugar, pues sin lugar a dudas sería más útil que él.
-Puede que lo hayas absorbido- propuso, aunque no muy seguro-. Se lo he oído mencionar a Enredo alguna vez, pero creo que no es algo que los brujos usen a menudo, al menos los de seres vivos. Los mata- tamborileó con los dedos sobre la mesa, y de ello se desprendió un poco de escarcha-. Ahora que lo dices, puede ser una buena manera de llevar tu dominio contigo. ¿Lo puedes "devolver"?

—Sí, voy a buscar en los libros, quiero saber todo lo posible sobre mis poderes —le aseguró a Shizel. A continuación escuchó su hipótesis acerca de lo que había pasado—. La congelación sigue ahí, la noto —le informó—. Pero claro que no es algo que pueda morir... A lo mejor funciona diferente si no son seres vivos. Seguro que en los libros viene algo al respecto. Devolverlo... Lo voy a intentar.

La nublina se concentró, tratando de pensar en la congelación abandonando su cuerpo. Al principio no sucedía nada, pero terminó por formar un pensamiento más concreto en su mente que instaba a su dominio a "salir" y fue entonces cuando lo consiguió. Al cabo de unos segundos, la nublina tenía a su alrededor un halo de congelación, que observó primero con expresión ensimismada hasta que sonrió.
—Ahora me parezco a ti —le dijo al albino—. Hum... Quiero volver a absorberlo... —dijo al cabo de unos instantes, dubitativa sobre si funcionaría ya que no tenía claro como lo había hecho la primera vez.

Pero funcionó, y la congelación regresó a su interior, invadiéndola de nuevo con aquel frescor al que sin duda estaba segura que podría acostumbrarse con facilidad.
—Gracias por todo... de nuevo. Si alguna vez necesitas mi ayuda... Aunque no creo... pero... Hasta otra —se despidió de forma un tanto atropellada mientras abandonaba la cocina, emocionada ante el descubrimiento.

La nublina, poco tiempo después, no tardaría en descubrir que sí era una bruja del hielo, pero solo cuando estaba segura de cómo funcionaba había podido empezar a moldear dicho estado del agua, pues este había estado mostrándose bastante tozudo debido a sus propias dudas. Todavía tenía mucho camino por delante si quería ser una gran bruja como dama Liviana.

Shizel sonrió con cierta dosis de afecto cuando Naeleth correteó fuera de la cocina, limitándose a despedirse con un gesto de la mano. Escenas como aquella eran las que redirigían con delicadeza su atención lejos de la brutalidad de las cribas. Le daban fe a la hora de creer que secuestrar a niños de sus casas bajo la influencia de magia y medias verdades era lo correcto.

Recordó entonces su propósito original y se levantó de la mesa. Ascendió intangible un piso tras otro para llegar a la biblioteca de Serpentaria, donde pretendía recoger sus cosas antes de que los recién llegados lo revolviesen todo. Por suerte seguían ahí, pero las acompañaba alguien a quien no esperaba ver. Shizel no había reflexionado sobre cómo abordar el tema del cierre del portal, de modo que ver a DL allí le cogió por sorpresa. No podía marcharse sin más teniendo una oportunidad tan buena, así que tendría que improvisar. Eso no le gustaba; era un tema delicado, o al menos lo habría sido para él en su lugar.
-Oh- se le escapó, rompiendo el acogedor silencio que había imperado allí antes de que él llegara. Sintiéndose incómodo por alguna razón, se removió en el sitio-. Te estaba buscando.

Tras que Enredo se marchara a preparar la comida DL se pensó si seguirle pero realmente con toda la conversación sobre Shizel y el palo por el cierre del portal de su mundo, había perdido parte del apetito. Algo de lo que se dio cuenta cuando ya Enredo se había marchado.

Tenia muchas cosas en la cabeza pues a pesar de no haberle dado mayor importancia externa a lo de F.ON.E.R.A aun era bastante choqueante saber que jamas podría volver, aunque fuese para una tonta visita. No queriendo volver a pensar en ello solo que estaba en la biblioteca, pues eso le llevaría darle mas vueltas a todo y paranoiarse como tan bien sabia hacer, decidió que su atención fuese al libro de logomancia algo que ahora veía un poco estúpido. Uno de los idiomas que había deseado recuperar....era el suyo propio...ahora de nada valdría, como tampoco valdría intentar no pensar en ello. "Se ve que nada bueno pasa a mi alrededor últimamente, como tampoco hago nada a derechas..." murmuro recordando que Enredo también lo había dejado allí y no con buena cara, tras sus palabras algo secas sobre los sentimientos. No podía evitarlo estaba desganado por todo, perder su mundo había sido un golpe mas duro de lo pensado por mucho que hubiese dicho a Enredo y a si mismo que tenia su parte buena, era como si todo se le juntara amargandolo.

Shizel escogió precisamente ese momento para aparecer desde el suelo del torreón sorprendiéndolo pues de nuevo se había metido en sus pensamientos, parpadeando al verlo inquieto en el lugar.

-¿Buscándome?- pregunto no comprendiendo. Su estado mental en esos momentos estaba tan caótico que ni era capaz de captar las señales evidentes de este. Estaba siendo realmente torpe y lo sabía, pero no se le podía pedir milagros a su cerebro desde hacía un rato.

El tono de DL le hizo vacilar. No se acercó aún, inseguro.
-Sí, para... ya sabes, hace un tiempo que no nos vemos mucho- contestó, dubitativo-. Quería hablar contigo y... En fin, he oído el pregón- se rindió finalmente, dejando caer un poco los hombros al suspirar. Lo único que se le venía a la cabeza eran frases igual de directas, así que había acabado dejándolo caer tal cual. Alzó la mirada con cautela, escudriñando el rostro del foner-. ¿Estás... bien?

Alzo una ceja lentamente ante las primeras palabras de Shiz y tuvo que contenerse para no responder algo que solo lograría que Shizel se alejara aun mas, y que ademas seria influenciado por su pésimo estado de animo. La pregunta '¿de quien era la culpa de que eso ocurriera?' se quedo bailando en sus labios pero no llego a pronunciarla. Al final respondió otra cosa diferente, no le convenía empezar atacarle nada mas hablar tras días sin hacerlo.

-Un poco si, supongo has estado liado con lo del mentalismo, se que buscabas clientes que necesitaran de tu habilidad ¿tuviste suerte? -comento sin decir nada de lo que pensaba, mirándolo detenidamente al notar un poco mas claramente ahora como parecía aun dudar sobre como hablarle. Al final Shizel lo dijo a bocajarro como a veces parecía ocurrirle cuando no tenia idea de como mas decirlo y DL suspiro.

-He tenido hace un rato una conversación similar con Enredo...y te diré lo mismo que a el, o mas bien lo que pensaba decirle y no hice...es una mierda y así me siento ahora-respondió con un tono pausado levantándose, no era bueno siendo sutil y tampoco era bueno escondiéndose de la percepción idrina por lo que tampoco lo intento, seria un malgasto de energías- ¿Damos una vuelta? Llevo aquí desde hace un rato y no estoy consiguiendo mucho avance...así podemos charla con mas tranquilidad- dijo cerrando el libro de logomancia y dejándolo en la estantería ya le echaría un vistazo cuando estuviese de mejor humor, mirando al idrino esperando su respuesta mientras se realizaba el hechizo de intangibilidad. Quería salir de allí antes de que se encontrase a alguno de los novatos rondando y si al final terminaba siendo mas especifico sobre como se sentía, prefería que fuese en un sitio donde un novatillo no pudiera interrumpir.

Las primeras palabras de DL le hicieron sentir una punzada de culpabilidad. Se esforzó por no reflejarla pero volvió a cambiar de postura, inquieto. Era cierto que había estado dándose a conocer, pero ni de lejos había estado ocupado por encargos. Habían sido palabras introductorias muy mal elegidas, porque realmente Shizel había hecho hincapié a propósito en no ver al cambiante muy a menudo.
-Más o menos, pero ya sabes, la Luna... ahora mismo la gente está muy revolucionada como para pensar en estas cosas- contestó evasivamente-. Ya empezarán a surgir encargos como setas en cuanto haya que ocultar los destrozos de los primeros días.
Su intuición se vio confirmada. El foner necesitaba hablar y era su deber estar ahí para prestarle oídos, precisamente porque de haberle sucedido a él el golpe le habría resultado devastador.
-Sí, claro- dijo, recogiendo sus apuntes y poniéndolos a buen recaudo-. Todo el mundo está ocupado peleándose por las calles o abarrotando las tabernas, así que creo que los Jardines de la Memoria estarán bastante despejados ahora mismo.

Sigue en los Jardines de la Memoria.

La visita a la taberna se había alargado mas de lo esperado, por lo que al volver Dhelian decidió posponer la practica con Ozz. Ya en su cuarto y con las tres estirges habituales pululando por su habitación y el resto acurrucadas en los huecos del torreón, Dhelian se puso a ojear uno de los libros que trajo de la biblioteca.

Este trataba sobre aves de la Tierra, con menciones de estas en la cultura y mitología. Lo había  en un intento de descubrir como criar a las estirges, pues como había podido ver en la biblioteca no habría gran información de estas a pesar de que todo el mundo las conocía. Solo había encontrado aquel compendio de un hechicero cuyo dominio habían sido cuervos negros. Era lo mas cercano que había encontrado de las estirges y siendo que Alice menciono que dichos cuervos pertenecían a su mundo, algo era algo.

Con el cuaderno y las escasas hojas que le quedaba, sentado en la cama buscando ignorar el jugueteo de las estirges a su alrededor, se intento concentrar en la lectura. Algo difícil cuando Divertida intentaba robarle el cuaderno en el que escribía jalando del borde de las hojas y Pasota le robaba el lápiz cada cinco minutos, todo ante la atenta mirada de Orgullosa que los ignoraba y frescamente se encontraba echa una bola plumosa sobre el espaldar de la cama.

Tras casi media hora sin poder leer mas que una pocas hojas del compendio, Dhelian se harto y ordeno a las estirges que no moviera ni una misera pluma hasta que el lo dijera. Estas buscaron igualmente la forma de ignorar parte de su orden, graznando sin cesar durante un buen rato.

Apenas llego a leer y enterarse de lo que había leído cuando el sueño termino venciendolo, maldiciendo a las cochinas estirges, frustrado pues en algún momento el coro de estirges de fuera se unió al de dentro y leer se volvió un acto imposible.

"Tengo que aprender el hechizo de burbuja de silencio como sea" fue su ultimo pensamiento antes de dormirse no sin antes asegurarse todo lo posible de que las dichosas aves no dejaran su cuarto como habían dejado el de letargo.

Al día siguiente al despertar descubrió que su cuarto no era un estercolero cosa que le alivio, aunque eso no hizo que el suelo de su habitación se librara de los regalitos de las aves, con las que intento ser paciente mientras limpiaba. Gran parte de ese día lo uso en intentar leer los libros que tenía, consiguiendo avanzar en la lectura esta vez, pues mando a las estirges fuera del torreón y estas aprovecharon aquello para ir a cazar, a juzgar por la rata muerta que Dhelian se encontró en su habitación cuando volvió de cenar (donde el realmente no comió nada, solo acompaño a Alice). Aquello extrañamente no le asqueo demasiado, pues el cadáver de la dichosa rata olía apetecible y eso era lo que mas le inquietaba, por lo que Dhelian intento ignorar aquello concentrándose en su lectura mientras las aves llenaban el buche.

Al igual que la noche anterior, y tras limpiar lo restos de la rata, ordeno a las estirges comportarse mientras dormía algo que esperaba en el futuro no tener que estar repitiendo a diario. Al día siguiente Alice y el seguiría estudiando con Ozzchreanos sobre el hechizo de intangibilidad. Necesitaba subir a la biblioteca, sentía real interés por la magia que entre las paginas de sus libros se escondía.

El día siguiente a la visita a la Taberna lo pasé prácticamente con Ozz y Dhelian, y a la vez lo pasé entre apuntes y onyces. Como el ochrorio aún no dominaba sus nuevas voces, nos escribió lo que necesitábamos y nos supervisó. Al tener un día entero dedicado al hechizo sin problemas de ir a por cestas, cuidar de los demás, cuidar de mí, atender mil cosas... sin los problemas y quehaceres de la cosecha, en resumen, también tuve un cierto tiempo para tener otro acercamiento al aprendizaje del hechizo. Tenía tiempo de sobra para explayarme, no necesitaba efectos inmediatos como antes, aunque la parte de los riesgos seguía vigente. <<Te estás liando... Es simplemente hacer las cosas con relajación vs el estrés de la cosecha, chica>>

A lo que iba. El hechizo permitía atravesar cosas. Así dicho parecía demasiado sencillo. Pero luego llegaron los "peros": riesgo de mutilación al volver a la normalidad dentro o en contacto de algo sólido; y riesgo de asfixia al estar dentro de algo sólido. Tenía sentido. Pero que tuviera sentido no le quitaba ese "miedo" a usarlo mal. Por suerte, de momento solo era para atravesar una porción de techo que, vista la torre desde fuera, no debía ser muy ancha. Además, aparte de los riesgos surgieron preguntas... Como qué pasaba con la ropa. Pero fue resuelta: también se hacía intangible. ¿O si en el momento de hechizarnos teníamos algo cogido? También se veía afectado. ¿Y bajo el agua? Y de cara a un "duelo" mágico, ¿nos protegería? ¿Y de qué? <<¿Y si el efecto se pasa mientras... Ah, no, que "avisa", lo pone ahí, en esa línea...>>

Tras la "clase", ya en mi cuarto y con las pocas onyces que dejaba entrar a la vez, seguí practicando. Quería poder subir cuanto antes a la biblioteca y quería poder subir por mis propios medios. No obstante, algunas onyces sugirieron que obligase a los demás a que trabajasen para nosotras, que me hicieran intangible y... ¡sí, claro, hasta una estatua! Pero no, estuve pensando en magia, en el futuro y, la suma de ambos, mi nombre. Era una bruja y tenía bien claro que quería dedicarme a la magia. Aún no sabía qué rama de la magia me atraía más o me sería más útil, pero eso lo iría decidiendo con el tiempo. Y con el tiempo me iría haciendo mi futuro. ¿No decía Lennon eso de que la vida es lo que hacemos mientras intentamos cumplir nuestros planes? <<No era así exactamente pero algo así era...>> Lo que sí tenía que decidir ya mismo era el nombre: si lo cambiaría o no y cuál sería el nuevo en caso afirmativo. Seguía siendo Alice, pero, de verdad, por estética, ese nombre no pegaba en absoluto con Rocavarancolia y mi transformación. <<¡Aunque Mike era nombre terrícola!>> No, yo sentía que tenía que cambiarlo. Quizá siguiera siendo Alice, pero por dentro estaba cambiada: no era ni de lejos la misma que salió de Australia, aunque lo principal se mantenía. Además, notaba que había habido cambios en mi forma de pensar y ver las cosas que creía sucedieron por la transformación. Y las onyces... si yo fuera ellas, no me inclinaría ante nadie que se llamase Alice. No es un nombre ni rocavarancolés ni que inspire obediencia —aunque me la deban por dominio. Entonces... tiene que ser oscuro pero sin pasarse, con algún toque que me recuerde que sigo siendo humana —aunque mi pelo parezca del color de un agujero negro—, que a las onyces les suene "agradable" <<Muerte. Terror. Seguramente quieran esos...>> Y que sea breve. Me gustaban los nombres cortos, de pocas sílabas, y siempre me había gustado el mío, sobre todo cómo acababa...

Así que así pasé el final del día y parte de la noche, dándole vueltas y vueltas al asunto. Al principio, idiota, recurrí a nombres ya hechos o que recordase de libros o películas, entremezclándolos; pero luego empecé a juntar letras, a intentar hacerlos de la nada. Hasta que di con la combinación más o menos perfecta: Onyx. Y que perfecta. Se adaptaba a todos los "requisitos" que había pensado y a las onyces les gustaba por su semejanza y a mí por la pronunciación, final incluido. Además, no sólo me recordaba que seguía siendo humana, sino que me recordaba a mi viejo hogar y, en última instancia aunque no menos importante, a mis tiempos de cría. ¡Onix (ónice) era un pokemon (recuerdo de casa) serpiente (¿dónde hay más serpientes que en Australia?)! Y, además, era de piedra, es decir, fuerte y resistente. Era perfecto. Eso sí, cambié la -i- por una -y-, para que ningún terrícola me llamara plagiadora... No, realmente por darle un minúsculo toque personal. Lo que no me acababa de convencer era que algunas chicas —¿o debería decir ya mujeres— se ponían "Dama" delante del nombre. No me convencía ni gustaba, sinceramente... No. Onyx a secas. Bueno, las onyces sugirieron Reina Onyx, Emperatriz Onyx , e incluso (mi) Señora Onyx. Ni caso. Aunque eso sí, al pronunciarlo... ¿Cómo quedaría mejor? Ónyx, mejor.

Pero no toda la noche fue agradable. Al pensar en que los terrícolas me acusarían de plagiadora pensé en Álvaro, aunque entonces cambié mentalmente de tema casi inconscientemente. Una vez resuelto el asunto, el pensamiento volvió. <<Álvaro... ¿lo reconocería?>> Realmente era una tontería preguntarse algo así, pero no era eso lo que me "amargó" la noche... Nos habíamos transformado y prácticamente nos habíamos olvidado de los que no lo consiguieron. Yo la primera y, en ocasiones, de forma consciente. Lo peor era cuando pensaba cosas como <<solo los mejores sobreviven, incluso los que más suerte tienen>> o <<no van a volver por recordarles, no merece la pena dedicarles más tiempo del que ellos per...>> <<Basta, basta. Yo no soy así, ¡eran mis amigos! Nuestros amigos... ¿Qué pensarían los demás si supieran que a veces pienso así? No y no>>  

Al día siguiente, me levanté con las pilas bien cargadas. Me gustara o no, aunque hubiera acabado recordando todos los momentos con Álvaro y Akasha, eso no me había hecho dormir peor de lo esperado; todo lo contrario. Esa parte nueva de mí tenía razón: no iban a volver. <<Bueno, quizá en esta ciudad haya zombis, pero no serían ellos>> Pero no por ello tenían que ser olvidados. De ningún modo.

Un baño veloz y un desayuno copioso precedieron al momento de buscar a Dhelian y Ozz, tanto para seguir practicando como para contarles la buena nueva. El daeliciano "vivía" casi puerta con puerta conmigo, así que fue el primero al que vi.
—¡Buenos días! ¿Camino del colegio? Tengo que contaros una cosa a los dos... Bueno, a todos los letargunis, pero empiezo con vosotros. ¿Vamos?—rematé a la vez que señalaba la puerta de Ozz con la cabeza.
¿Más clases aburridas? ¡Aprended ya, lentos!—exclamó la onyce de mi hombro, haciéndose entender por Dhelian.
—¿Crees que las estirges las entienden?

No le había prestado toda la atención debida el día anterior al hechizo de intangibilidad, más que pared aprendérselo tanto las palabras a usar como los gestos. Le resultaba un hechizo un poco inquietante de practicar solo por lo que prefería hacerlo delante de Ozzchreanos por si algo salía mal. El hecho de que pudiera quedarse encerrado en un muro y tangibilizarse dentro de él, era algo que prefería evitar a toda costa.

Lo que si le dio tiempo a poder leer en parte, fue el libro que trajo sobre cuervos de la tierra, entre otras aves, en este venia datos de cómo era visto dichas aves negras en su mundo de origen. En algunas sociedades aprecian ser señal de infortunio o mensajeros de la muerte, algo que no era comprensible para Dhelian pues para el, para que fueran mensajeros de la muerte deberían ser blancos como aquellos pájaros de su pesadilla allá en sus tiempos de cosecha. “Estoy muerto y tengo aves que en su mundo de origen hay gente que las clasifican como mensajeros de la muerte. Si mi transformación no es una ironía, no sé lo que es” pensaba Dhelian mirando los apuntes que había tomado el día anterior sobre el libro o lo que había alcanzado a leer sobre él. Dichas aves también parecían tener presencia en historias, cuentos, libros de la tierra y al aparecer incluso entre las leyendas y mitología de varias sociedades terrestres que a Dhelian no le sonaba de nada pero que se prometió preguntarle a Alice en cuanto pudiera.

Algo que no sería dentro de mucho. Pues tras haberse dado una buena ducha temprano en la mañana, con cierto temor a interrumpir a alguien o encontrarse con alguien que no conociera, volvió a su cuarto encontrándose a un pequeño contingente de estirges protegiéndose de la ventolera de fuera acurrucadas sobre su cama. Orgullosa acaparaba para ella sola la almohada, Divertida y otra estirges mas de menor tamaño peleándose por la sabana. EL resto pululaban por la habitación o rodaba por la cama.

Dhelian tan solo suspiro ordenándoles estarse quieta y comportarse, no muy seguro de que fueran a hacerle caso. Se acerco a Divertida haciéndola subirse en su hombro donde esta no tardo a empezar a picotearle el pelo. Por lo que había leído en el libro sobre los cuervos negros, esas aves eran inteligentes, sociales, vengativas y no olvidaba no nunca una cara, cosa que hasta ahora encajaba bastante bien con lo poco que sabía de las estirges.

“Ante la falta de información de vosotras, me guiare por esos cuervos. Así que iré controlándoos una a una primero antes de hacerlo en colectivo, ya que se ve que en grupo me ignoráis…” pensó mirando a las estirges ordenándole por segunda vez comportarse antes de tomar sus apuntes del hechizo y de las estirges y salir al pasillo, con Divertida sobre su hombro aun jugando con su pelo, encontrándose con Alice acompañada de una onyce.

-Yo también tengo algo que decirte, preguntarte mas bien, es sobre los cuervos esos que aparecen en el libro que me recomendaste.-dijo Dhelian sonriendo con cierto animo- He encontrado que parecen un poco similares a ellas en comportamiento, al menos de lo poco que se hasta ahora…y que aparecen en muchas historias de tu mundo, ¿sabes alguna?- añadió interesado y asintiendo mientras iban al cuarto de Ozzchreanos para la clase matutina. Ya ni recordaba lo de la escuela.

Las palabras de la onyce resonaron de algún modo en sus oídos e hizo que mirara detenidamente a la sombra, aun sobresaltándolo un poco el poder entender las palabras de un amasijo negro. La estirge sobre su hombro movió la cabeza, mirando a la onyce con aparente interés. O tal ve con simples ganas de darle un picotazo, ahora que parecía haberse aburrido de su pelo.

-Creo que sí. Las onyce se hacen entender por mí, las estirges me entienden a mí, así que  las entenderán a ellas también- dijo indicando gestos mientras hablaba- Son bastante listas, aunque…tal vez sea porque apena iniciamos, pero me cuesta controlarlas  en grupos grandes. ¿No te ocurre con las onyces?- pregunto interesado de si era algo que solo le pasaba el, llamando a la puerta de Ozzchreanos para poder pasar y poder iniciar la clase. Habia muchas cosas que hacer y tal vez estaba siendo impaciente, pero no podía evitarlo. Se sentía bastante activo.

Dhelian también quería hablar conmigo, pero como era sobre sus estirges dejé para más tarde lo mío. Realmente, quizá podríamos practicar con nuestros dominios juntos, para compartir lo aprendido, por ejemplo. Luego se lo sugeriría. <<Más historias... Hmm...>>

—Si aparecen en muchas es porque se les usa como símbolos de muerte o de desgracias. Aunque no en todas, porque en algunas se les usa como simples mensajeros cuando lo más normal en la Tierra es usar palomas mensajeras.
¿Envían mensajes? ¡Ja! No sirven para nada, dudo mucho que sirvan como símbolos de muerte, también.
—Pues sirven. Muchísima gente los usa de símbolos de ese tipo, la verdad. Hay un poema famosísimo de la Tierra sobre un cuervo. También salen en mitología... Creo que Odín tenía dos cuervos pero no recuerdo mucho del tema.
¡Bah! Seguro que también eran mensajeros. ¿Pues sabes qué? ¡Esas estirges no valen nada, hasta los espantapájaros de las bañeras las asustan!
—Cállate, deja de buscar pelea o te exilio de la torre—pero al ver la "mirada" que una estirge y ella habían intercambiado, añadí—. Corrijo. Tu turno se acabó, que entre otra. Rapidito.

No dije nada más hasta que la onyce hubo salido por una ventana y otra hubiera entrado, se hubiera burlado de la otra por "castigada" y hubiera tomado "asiento" en mi hombro. Pero cuando iba a seguir hablando, me paré. Skarog subía por las escaleras y tras darnos los buenos días, atravesó como si nada el techo hacia la biblioteca. Lo fulminé con la mirada mientras desaparecía, frustrada, pero de broma. Y en broma también dije lo primero.

—Será cabrón... Bueno, sobre lo que decías antes de controlarlas... Depende. Si les ordeno que hagan algo que les guste, obedecen al instante. En caso contrario pues... les cuesta a veces pero creo que nos llevamos bien. ¿Verdad?
Depende—respondió la onyce esbozando una sonrisa en sus dos pares de bocas verticales. O se suponía que era una sonrisa.

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