Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Para su satisfacción y alivio interno por dentro la torre estaba desprovista de seres dominados. Buena señal, dado que la primera norma implícita entre los habitantes de Serpentaria era que o mantenías a tu dominio bajo control o podías quedarte sin él.
Shizel fue directamente a la cocina en busca de Enredo, aunque en cuanto accedió a ella constató que había llegado tarde. Sin embargo había cena preparada, lo que indicaba con toda probabilidad que el brujo había estado presente hacía escaso tiempo. Quizá hubiese subido a hacer algo.
El skrýmir iba a subir las escaleras en dirección a la biblioteca, resignándose a dejar las preguntas sobre los nuevos transformados para más tarde, cuando alguien más entró a la estancia. Ante su timidez lo primero que pensó Shizel, algo preocupado, fue que como fuese una de las brujas de los seres que había allí fuera iban a tener un problema de disciplina.
-Buenas tardes- la saludó con la misma brevedad de la que había hecho gala ella. La notaba incómoda, y no pretendía alargar el intercambio mucho más tiempo. Sin embargo la nublina le sorprendió tomando ella misma la iniciativa.
-Encantado, Naeleth. Apenas superé la criba anterior a la tuya, de modo que recuerdo bastante bien la sensación de ser un recién llegado- el término "novato" le parecía algo ofensivo-. Me llamo Shizel. Siéntete libre de preguntarme lo que quieras si tienes alguna duda.
Ya que iba a tener ocasión de conocer a una de las nuevas un poco más a fondo, aprovechó para prepararse una infusión a golpe de levitación pura. Quizá, ahora que lo pensaba, le conviniera echarse una siesta cuando subiese y recuperar las horas de sueño robadas.
-¿Estás teniendo algún problema de adaptación a la torre o a tus poderes?- se interesó-. Si tienes suerte, es posible que algún otro habitante de la torre coincida en transformación contigo y pueda orientarte.

—Encantada, Shizel —le devolvió el saludo con una leve inclinación de cabeza.
El trato con sus compañeros, tanto de Sendar como de Letargo, sumado a que el chico, además de haber sido amable con ella, se había reconocido como relativamente nuevo en la ciudad, le hacían sentirse un poco menos insegura para hablar. Además continuaba notando aquella sensación...

Su pregunta la hizo titubear unos instantes. Seguía sentada y jugueteaba con sus pulgares sobre su falda. ¿Debería preguntarle algo sobre lo que notaba?
—Pues... la verdad... —empezó sin mucho convencimiento. Un nuevo cosquilleo de aquella sensación que le llegó con mayor intensidad durante un instante la decidió—. No sé qué poderes me ha dado la Luna, si me ha dado algunos —confesó—. Y... uhm... Perdona si te molesta que te lo pregunte, pero, ¿tienes activado alguna clase de hechizo? Desde que llegaste noto... algo. Es como... como cuando hago magia —trató de explicarse lo mejor que pudo en su atropellada timidez habitual.
No estaba muy segura de por qué le había preguntado aquello, pero sentía que si no lo hacía se iba a arrepentir, de algún modo.

Shizel escudriñó a la muchacha con atención, en busca de pistas.
-Es posible que se dé en más transformaciones, pero en mi cosecha quienes no sufrieron cambios físicos terminaron por ser brujos- le informó-. Quizá acabes de encontrar tu dominio, aunque normalmente acude a ti cuando te transformas. ¿Eras capaz de hacer magia durante la cosecha?
La pregunta le pilló por sorpresa y le hizo reconsiderar su teoría. ¿Sería Naeleth algo diferente que se alimentase de magia, como él mismo o según había oído en el torneo, como Giz?
-Para nada. Suelo llevar una batería básica de protecciones cuando salgo a la calle, y muy especialmente en noches de Luna- le contó-. Una costumbre de cosecha que os recomiendo no abandonar cuando pasáis a ser ciudadanos, dicho sea de paso. Voy a deshacerlas un segundo, y dime si notas algún cambio. Si es así, es posible que la tuya sea una transformación que recargue con la presencia de magia, como la mía.
El que aquella sensación que describía la nublina estuviese asociada a él, por suerte, descartaba un amplio número de posibilidades. El skrýmir se estaba divirtiendo con aquel acertijo lunar y disfrutaba dándole vueltas en su cabeza en busca de la solución.

Naeleth escuchó al chico con expresión concentrada. ¿Podría ser que fuese como él decía y simplemente todavía no había descubierto lo que era? La nublina se aferró a aquella esperanza como a un clavo ardiendo.
—Sí, aunque no era tan buena como Gres —le respondió mientras observaba distraida las volutas de vapor que emitía Shizel.
<<Bruja...>> se hizo eco en su mente. Era cierto que Alice no había cambiado aparentemente, pero aquellas sombras de aspecto siniestro habían aparecido ante ella. Aunque, si ella también fuese una bruja, ¿no tendría que haber recibido la visita de sus criaturas como la humana y el daeliciano?

A continuación permaneció expectante mientras el albino desactivaba los objetos mágicos que había mencionado y la nublina se preguntaba si no se estaría tomando demasiadas molestias por su causa. Ello pasó a un segundo plano cuando Shizel le informó de que había terminado.
—Todavía lo sigo notando... Sigue igual, no ha cambiado —le informó—. Estoy... estoy casi segura de que viene de ti mismo. ¿Soy yo la única que te lo ha dicho? —aventuró finalmente.
¿Estaría más cerca de encontrar lo que buscaba? Naeleth permaneció expectante, impaciente por saber si Shizel podría tener alguna idea acerca del fenómeno.

-No debes ser del tipo de transformaciones afines a la magia en sí, entonces- comentó el skrýmir tras el experimento-. Podrías ser una infinidad de cosas, pero a priori la opción sin cambios físicos más probable me parece bruja. No todos los dominios son seres vivos, así que puede deberse a eso el que no viniese nada a ti cuando te transformaste.

Shizel negó con la cabeza, algo perplejo, ante la pregunta posterior de la nublina. Si era una bruja y su dominio tenía que ver con él, aquello acortaba considerablemente la baraja de opciones con la que trabajar, pero también hacía que la parte desidiosa del cerebro del idrino, siempre en busca de entretenimiento, que se estaba deleitando con aquel reto intelectual, se tomase como una cuestión todavía más personal el resolverlo.
Había oído que en alguna parte de Rocavarancolia existía un brujo de los humanos. ¿Podría tratarse Naeleth de una bruja de los idrinos? La idea no le hizo la más mínima gracia, pero para su alivio tuvo motivos para descartarla enseguida. La muchacha había hecho magia durante su cosecha, pero era imposible que hubiera entrado en contacto con alguno de sus congéneres mientras vivía al otro lado del portal, y tampoco después: Miseria había regresado aquel Samhein con las manos vacías. El secreto debía residir en otra cosa.

El skrýmir no sabía si eran posibles brujos de conceptos tan ambiguos como personas de un determinado sexo, franja de edad o características físicas, y por tanto no contempló la posibilidad a la hora de aislar los posibles objetos de dominio que pudieran tener que ver con él. Tuvo, en su lugar, una intuición más sencilla. Describió en el aire un par de pases mágicos y la capa de escarcha que le cubría se sublimó, intensificando las volutas de vapor que se desprendían de su piel. Si el dominio de Naeleth tenía que ver bien con la primera o bien con las segundas, aquella acción debería haber influido en algo y les permitiría, con algo de suerte, delimitar la solución a aquel misterio. Si se trataba de lo primero, la recarga debería desaparecer temporalmente. Si se trataba de lo segundo, debería intensificarse.
-¿Y ahora? ¿Notas algún cambio?- la interrogó, ansioso.

—Oh... ¿entonces es posible que sea una bruja como... como dama Liviana? —Cierto entusiasmo se había abierto paso en su tono y durante la conversación se había levantado de la silla casi sin darse cuenta, absorta por aquella especie de investigación en la que se había sumido con la ayuda de Shizel—. Ella puede concentrar ráfagas de aire a su alrededor y hacer que sople una brisa en la dirección que ella quiera...
La cosechadora de Nubla se trataba de una ex-habitante del mundo y había alcanzado un puesto de importancia como Alquimista suprema de la ciudad, por lo que Naeleth casi no podía creer que existiese la posibilidad de que ella también poseyese algún dominio sobre las fuerzas de la naturaleza como la poderosa bruja.

Permaneció atenta al hechizo que llevó a cabo el albino a continuación y observó como la capa de escarcha que lo recubría se evaporaba por completo, siguiendo con la mirada las ahora más intensas fumarolas de vapor que subían hacia el techo de la cocina. Y, según la escarcha se esfumaba, también lo hacía la sensación.
—¡Sí! —dijo con un cierto ímpetu que la sobresalto ligeramente a ella misma, aunque pasó por alto enseguida el pequeño bote en el sitio que había dado—. Ya no noto nada... Tiene que ser tu hielo. ¿Eso quiere decir que soy una bruja del hielo?

Había oído hablar de dama Liviana; no en vano era miembro del Consejo. Era un buen ejemplo.
-Si no me equivoco ella es bruja del viento o algún derivado- le informó a la nublina para corroborarlo. Ver que la posibilidad le entusiasmaba a la vez le tranquilizó y le hizo contener una media sonrisa irónica.
"Ya me gustaría a mí seguir teniendo tan idolatrado a mi cosechador."
Le brillaron los ojos cuando Naeleth confirmó que el segundo experimento había dado resultado.
-Es lo más probable- le confirmó, animado-. Bien eso, o la escarcha, o el agua fría... En cualquier caso, estamos cerca.
Se hizo con un vaso de agua y se lo puso delante a la nublina.
-Imagino que conocerás algún hechizo térmico, si hacías uso de la magia en la cosecha- Shizel había agradecido enormemente su existencia a la hora de procurarse agua caliente-. Si la congelas y estás en lo cierto, tendrás algo sobre lo que practicar órdenes para comprobarlo.

Naeleth, con el rostro iluminado por la ilusión, le confirmó a Shizel que sabía usar el hechizo térmico y realizó los pasos para llevarlo a cabo. Debido a lo nerviosa que se sentía se trabó en su conjuración y, con cierto rubor en las mejillas debido a la vergüenza, tuvo que repetirlo.

Según iba descendiendo la temperatura del agua, la nublina comenzó a sentir algo. Era la misma sensación que antes provenía del chico, pero eso no fue lo único. Naeleth se quedó ensimismada observando los efectos del hechizo térmico sobre el contenido del vaso hasta que, sin previo aviso, el agua en plena congelación se movió.

La nublina dejó escapar un breve grito de asombro cuando parte del líquido salió despedida hacia arriba, formando una  espiral muy tosca en cuanto se congeló por completo.
—¿Qué... qué ha sido eso? —preguntó con expresión perpleja—. No estoy segura, pero creo que he notado algo mientras se congelaba y también después...
Estaba un poco confusa porque no comprendía del todo bien cómo funcionaban los dominios.

Shizel esperó pacientemente a que la nublina se desembarazase de las prisas y los nervios. Conocía bien el pequeño subidón de adrenalina que constituía el estar cerca de aprender algo nuevo en magia, y no había nada más lejos de su intención que estropeárselo.
Frunció el ceño ante el resultado, sin embargo. Al parecer no era algo tan simple como dominio sobre el agua o el hielo.
-Si solo notaste la recarga mientras tenía lugar el hechizo, y no antes ni después... es que la clave está en el proceso- aventuró. Mientras hablaba se dio cuenta de que poco a poco su piel había vuelto a generar escarcha, y aquello dio el empujoncito que faltaba a su teoría-. Podría tratarse del mismo proceso de congelación, o el de fundirse. ¿Podrías intentar darle una orden al vaso para que se derrita? ¿O coger otro y ordenarle que se congele?

Naeleth asintió distraídamente a la conjetura de Shizel sin dejar de clavar la vista del agua congelada en aquella extraña figura. Se le hacía complicado discernir cuál podía ser exactamente su campo de dominio, pero sin duda ya estaba muy cerca de encontrarlo. Asintió ante las propuestas del chico y se giró hacia el vaso.
—A ver, uhm... Derrítete poco a poco —ordenó mientras apretaba los puños frente a ella, tensa y expectante por lo que sucedería.

Las primeras gotas comenzaron a derramarse sobre la mesa, procedentes de la punta de la figura helada y a la nublina se le iluminaron los ojos. No obstante...
—Va muy lento... a lo mejor solo se está descongelando por la temperatura ambiental. Derrítete más rápido.
Ante la nueva orden, el hielo se fundió a considerable velocidad, como si la temperatura de la habitación hubiese ascendido varios grados de golpe y Naeleth sonrió contenta mientras el procedente del vaso empapaba los alrededores de la mesa bajo él. Naeleth observó el charco que se había formado y, pensativa, volvió a probar una nueva orden.
—Congela el agua de la mesa.

Y sucedió, aunque para ello el agua sin descongelar que todavía quedaba dentro del vaso se fundió por completo al instante a medida que, de alguna manera, la congelación que esta tenía se desplazaba hacia el agua derramada. Pronto quedó un vaso con un culín de agua en su fondo y una capa de hielo sobre la mesa. La nublina, que había vuelto a sentir la recarga mágica durante el proceso, se dio cuenta de súbito de que en realidad esa sensación no desaparecía una vez el agua estaba congelada. Pero no estaba siendo capaz de hacer nada con el propio hielo, por lo que le resultaba un poco confuso.
—Creo que tenías razón en algo. Es... el proceso lo es seguro. Pero también noto algo en el propio hielo  —le dijo a Shizel con entusiasmo, aunque cierta duda se había colado en su tono. Desconocía todavía los detalles, pero ya sabía por dónde empezar a buscar información.

Shizel sonrió.
-Parece que ya lo tenemos, sí- confirmó, satisfecho. Se alegraba de haber sido de ayuda.
"Bruja de un proceso..." Si ya de por sí sólo tenía un entendimiento somero de cómo funcionaban los dominios, aquello le imposibilitaba todavía más para ofrecer cualquier consejo útil.
-Tienes suerte, hay varios brujos viviendo aquí que pueden echarte una mano- le comentó a la nublina-. Creo que el que se asemeja más a ti en términos de dominio es Hyter, un piromante, pero se le ve poco el pelo fuera de su habitación. Pero personalmente te recomiendo hablar con Matt que es más accesible, aunque su dominio es la arena en lugar de algo más abstracto.
Se preguntó si habría sido el semiespectro el primero en darles la bienvenida a los recién llegados aquel año, o si otro habría tomado el relevo.
-Lo único que sé que funciona igual para todos los brujos es que les conviene llevar su dominio siempre encima- dijo a continuación-. Los he visto que usan bolsas sin fondo, otros usan recipientes de cristal... Te vendrá bien agenciarte algo del tipo.

Naeleth asintió contenta ante la confirmación de Shizel. Todavía tenía mucho de lo que preocuparse, sobre todo porque no era capaz de imaginarse qué clase de cosas podía llegar a hacer si su dominio era tan abstracto como parecía, pero no le importaba. Ordenó al trozo de hielo que se retirase del charco sobre la mesa para poder secarlo a continuación y mientras el proceso se sucedía atendió a los consejos del chico.

—Va... vale, les pediré ayuda algún día. Muchas gracias, Shizel. No sé que hubiera hecho sin tu ayuda. Pero transportarlo... ¿Tengo que llevar agua congelada conmigo? O solo agua para usar un hechizo sobre ella...
La nublina permaneció pensativa, ensimisma observando como el hielo se fundía y dándole vueltas en su mente a aquello. Fue entonces cuando su dominio reaccionó a uno de sus pensamientos al respecto, reconociéndolo como una orden, y las particulas de congelación de agua que abandonaban el charco sobre la mesa se dirigieron hacia la nublina, quien soltó una exclamación de la sorpresa. En escasos segundos, toda la congelación había desaparecido... dentro de su cuerpo.
>>Esto... ¿Esto es normal? —preguntó observando sus propias manos. Notaba la congelación en su interior, pero, por algún motivo, aquello no la importunaba en absoluto. Era una sensación refrescante que, de alguna forma, la relajaba.

Shizel contempló las maniobras de Naeleth, meditabundo.
-Me alegro de haber sido de ayuda- el agradecimiento de la nublina le sacó de sus pensamientos, y dijo lo que había estado pensando minutos antes, sonriendo de nuevo. Era estimulante ver cómo los esfuerzos de toda una criba tenían su recompensa. No había seguido de cerca la nueva cosecha, pero no le cabía duda de que habían sufrido.
-Los brujos que conozco hacen el equivalente de que tú llevases agua encima- comentó, pero añadió algo preocupado:-. Pero el agua no es muy portátil de por sí, al menos no en grandes cantidades. De todas formas investigar sobre la transformación de uno en la biblioteca es muy útil, porque ejemplos de lo que han hecho otros pueden servirte como ideas.
Lo siguiente que sucedió le pilló por sorpresa. Deseó que Enredo estuviera allí en su lugar, pues sin lugar a dudas sería más útil que él.
-Puede que lo hayas absorbido- propuso, aunque no muy seguro-. Se lo he oído mencionar a Enredo alguna vez, pero creo que no es algo que los brujos usen a menudo, al menos los de seres vivos. Los mata- tamborileó con los dedos sobre la mesa, y de ello se desprendió un poco de escarcha-. Ahora que lo dices, puede ser una buena manera de llevar tu dominio contigo. ¿Lo puedes "devolver"?

—Sí, voy a buscar en los libros, quiero saber todo lo posible sobre mis poderes —le aseguró a Shizel. A continuación escuchó su hipótesis acerca de lo que había pasado—. La congelación sigue ahí, la noto —le informó—. Pero claro que no es algo que pueda morir... A lo mejor funciona diferente si no son seres vivos. Seguro que en los libros viene algo al respecto. Devolverlo... Lo voy a intentar.

La nublina se concentró, tratando de pensar en la congelación abandonando su cuerpo. Al principio no sucedía nada, pero terminó por formar un pensamiento más concreto en su mente que instaba a su dominio a "salir" y fue entonces cuando lo consiguió. Al cabo de unos segundos, la nublina tenía a su alrededor un halo de congelación, que observó primero con expresión ensimismada hasta que sonrió.
—Ahora me parezco a ti —le dijo al albino—. Hum... Quiero volver a absorberlo... —dijo al cabo de unos instantes, dubitativa sobre si funcionaría ya que no tenía claro como lo había hecho la primera vez.

Pero funcionó, y la congelación regresó a su interior, invadiéndola de nuevo con aquel frescor al que sin duda estaba segura que podría acostumbrarse con facilidad.
—Gracias por todo... de nuevo. Si alguna vez necesitas mi ayuda... Aunque no creo... pero... Hasta otra —se despidió de forma un tanto atropellada mientras abandonaba la cocina, emocionada ante el descubrimiento.

La nublina, poco tiempo después, no tardaría en descubrir que sí era una bruja del hielo, pero solo cuando estaba segura de cómo funcionaba había podido empezar a moldear dicho estado del agua, pues este había estado mostrándose bastante tozudo debido a sus propias dudas. Todavía tenía mucho camino por delante si quería ser una gran bruja como dama Liviana.

Shizel sonrió con cierta dosis de afecto cuando Naeleth correteó fuera de la cocina, limitándose a despedirse con un gesto de la mano. Escenas como aquella eran las que redirigían con delicadeza su atención lejos de la brutalidad de las cribas. Le daban fe a la hora de creer que secuestrar a niños de sus casas bajo la influencia de magia y medias verdades era lo correcto.

Recordó entonces su propósito original y se levantó de la mesa. Ascendió intangible un piso tras otro para llegar a la biblioteca de Serpentaria, donde pretendía recoger sus cosas antes de que los recién llegados lo revolviesen todo. Por suerte seguían ahí, pero las acompañaba alguien a quien no esperaba ver. Shizel no había reflexionado sobre cómo abordar el tema del cierre del portal, de modo que ver a DL allí le cogió por sorpresa. No podía marcharse sin más teniendo una oportunidad tan buena, así que tendría que improvisar. Eso no le gustaba; era un tema delicado, o al menos lo habría sido para él en su lugar.
-Oh- se le escapó, rompiendo el acogedor silencio que había imperado allí antes de que él llegara. Sintiéndose incómodo por alguna razón, se removió en el sitio-. Te estaba buscando.

Tras que Enredo se marchara a preparar la comida DL se pensó si seguirle pero realmente con toda la conversación sobre Shizel y el palo por el cierre del portal de su mundo, había perdido parte del apetito. Algo de lo que se dio cuenta cuando ya Enredo se había marchado.

Tenia muchas cosas en la cabeza pues a pesar de no haberle dado mayor importancia externa a lo de F.ON.E.R.A aun era bastante choqueante saber que jamas podría volver, aunque fuese para una tonta visita. No queriendo volver a pensar en ello solo que estaba en la biblioteca, pues eso le llevaría darle mas vueltas a todo y paranoiarse como tan bien sabia hacer, decidió que su atención fuese al libro de logomancia algo que ahora veía un poco estúpido. Uno de los idiomas que había deseado recuperar....era el suyo propio...ahora de nada valdría, como tampoco valdría intentar no pensar en ello. "Se ve que nada bueno pasa a mi alrededor últimamente, como tampoco hago nada a derechas..." murmuro recordando que Enredo también lo había dejado allí y no con buena cara, tras sus palabras algo secas sobre los sentimientos. No podía evitarlo estaba desganado por todo, perder su mundo había sido un golpe mas duro de lo pensado por mucho que hubiese dicho a Enredo y a si mismo que tenia su parte buena, era como si todo se le juntara amargandolo.

Shizel escogió precisamente ese momento para aparecer desde el suelo del torreón sorprendiéndolo pues de nuevo se había metido en sus pensamientos, parpadeando al verlo inquieto en el lugar.

-¿Buscándome?- pregunto no comprendiendo. Su estado mental en esos momentos estaba tan caótico que ni era capaz de captar las señales evidentes de este. Estaba siendo realmente torpe y lo sabía, pero no se le podía pedir milagros a su cerebro desde hacía un rato.

El tono de DL le hizo vacilar. No se acercó aún, inseguro.
-Sí, para... ya sabes, hace un tiempo que no nos vemos mucho- contestó, dubitativo-. Quería hablar contigo y... En fin, he oído el pregón- se rindió finalmente, dejando caer un poco los hombros al suspirar. Lo único que se le venía a la cabeza eran frases igual de directas, así que había acabado dejándolo caer tal cual. Alzó la mirada con cautela, escudriñando el rostro del foner-. ¿Estás... bien?