Torre Serpentaria

Lo primero de lo que le hablo Alice ya lo había leído en el libro pero no estaba de mas confirmarlo. De nuevo el pensamiento de que su transformación era irónica surcó su mente, estaba graciosa la luna al transformarlo.

Lo de los mensajes le resulto algo curioso pues no había pensado en ello existiendo la magia y seguramente otros métodos mas rápidos para hacer lo mismo que la estirge podría realizar, pero no estaba de mas guardarse el dato. El desprecio de la onyce fue entendible para el ghoul y también para la estirge que había estado entretenida jalando del cordoncillo de su sudadera y ahora miraba con ojillos fijos a la onyce.

-¿Mitología, cierto? Tal vez veré si encuentro algo en la biblioteca,aunque lo dudo bastante -se recordó escribiendo lo dicho por la humana en su cuaderno para no olvidarse. Tal vez encontrara allí algo interesante pues estaba decidido a cambiar su nombre de cara ala ciudad ¿y por que no? tal vez nombrar a alguna de las estirges. EL insulto de las onyce sobre el miedo de las estirges a los espantapájaros, hizo que Divertida, ofendida dejara todo el juego anterior y erizara las plumas de su lomo, clavando sus ojillos negros en la onyce y abriendo el pico, mostrando los dientes serrados en un signo  de advertencia. "Nuevo dato, son orgullosas  y no les gustan lo mas mínimo ser insultadas..." pensó viendo como Alice se daba cuenta del intercambio y cambiaba de onyce de compañía. A pesar de aquello, algo de lo dicho por la onyce se quedo vagando por su mente, por el simbolismo que tenía y por que de algún modo le recordaba su tranformacion, al momento del cambio.

-¿Espantapájaros, eh? - murmuro mirando a la estirge y lo irónico que seria llamarse así. Brujo de las estirges con el nombre de un objeto que las espanta. "Desde luego seria como una especie de broma interna, si a eso se le une lo de mensajeros de la muerte como simbolismo y que soy un ghoul, tengo una mezcla curiosa para crear" pensó Dhelian un poco pensativo y entretenido a pesar de todo. No había podido pensar aun cual seria el nombre que poseería pero lo de espantapájaros le había dado una idea "Aunque creo que que me gustaría que fuese algo de mi mundo, "espantapájaros" suena muy largo...lastima que no me acuerde como se decía mucha de las cosas. ¿Habra un diccionario daeliciano en la biblioteca?" se pregunto mientras maquinaba un poco.

-Creo que tu onyce me dio la idea para conseguir mi nombre para la ciudad. Aunque tendré que buscar un par de cosillas antes -anunció Dhelian sonriendo alegre, aunque le quedaba buscarlo y ver si le gustaba pero si salia bien, ya tenia su nombre para la ciudad cerca de el.

Abrí mucho los ojos con lo último que dijo a la vez que alzaba un puño en gesto victorioso. O como sea que se diga. Y luego añadí:

—¡Genial! ¿Sabes? Precisamente tenía que hablaros de eso, que ya pensé en uno y creo que lo tengo decidido. A las onyces les estuve preguntando y al final les gustó, además, así que quizás tus estirges tengan que opinar con el tuyo—le sugerí.
¿Opinar? ¿Con esos graznidos...?—dijo la onyce riendo, pero esta vez solo la entendí yo.
—Entonces... ¿Te lo digo o me espero a que estemos con Ozz?—seguí hablando, entusiasmada.

Dhelian miro sorprendido a Alice al escuchar de esta que ya tenía su nombre y sonrió un poco animado. No es como si fueran a olvidarse de sus nombres y a dejar de llamarse por estos en la privacidad de una conversación. pero saber como deberían de llamar a los demás de cara ala gente de la ciudad siempre era lo mejor.

-¿En serio? ¿Como es eso de que las onyce te ayudaron?- pregunto con total curiosidad pues cuando el hablaba con las estirges lo único que recibía en respuestas eran estados de emociones que interpretaba como podía y muchos "kaw, kaw" como el intentaba nombrar a la onomatopeya de los graznidos- Las estirges cuando me 'hablan' solo me dicen kaw y nuestras conversaciones dignamos que no son tan claras como las tuyas con las onyce - añadió riéndose mirando a Divertida que no dudo en corroborar sus palabras con un graznido- ¿Te pondrás lo de 'Dama'? - pregunto curioso pues por lo que tenia entendido era algo muy usado entre las mujeres transformadas aunque no tuviera claro el significado de la palabra no pensaba que le pegara a Alice, realmente.

Ozzchreanos al fin respondió con un grito que le sorprendió. Vale, estaba despierto.

-Cuéntame lo del nombre mientras vamos a prepararle algo de comer a Ozzchreanos. Que estamos despertandolo temprano y encima haciendo que nos enseñe un hechizo sin nada a cambio- añadió Dhelian con buen humor agarran la mano de Alice para jalar de ella hacía la cocina. El nuevamente no comería, no tenia hambre realmente, no sabia cuanto podía durar los efectos de su alimentación pero su propio organismo le avisaría del hambre y luego solo le quedaba buscar la comida, lo que resultaba un poco inquietante aun de imaginar por lo que suponía. No pensaba arriesgarse con el alimento habitual de sus compañeros y que hasta hacia unos días, era el suyo también. "Esperemos que las ganas de comer no sea tan habituales como cuando estaba vivo...seria...un poco..." dejo sus pensamientos inconclusos con incomodidad, sacudiendo la cabeza y sus cabellos que parecían una maraña impeinable. Prefería no ahondar mucho en el tema  por ahora que estaba animado, ya se enfrentaría a ello cuando su instinto ghoul volviera.

 
 
 
 
 
 

Shizel durmió profundamente, pero de forma inquieta. Quiso echarle la culpa a los susurros maliciosos de las onyces en el exterior de las ventanas y a los graznidos incesantes de las estirges (los cuales ciertamente contribuían a su mal humor), pero una vez delimitó un hechizo de insonorización en torno a su cama se quedó a solas con sus pensamientos, y con su mala conciencia. Esquivó una vez más lo que le ponía incómodo y a los diez minutos de dar vueltas en la cama pensando se aplicó un embrujo soporífero y cayó dormido al instante.

Aún se sentía soñoliento cuando se levantó de la cama al día siguiente. Frotándose los ojos, prefiriendo no sufrir el shock de un hechizo despejante y volver lentamente a la actividad por su cuenta, optó por buscar a Enredo para que le pusiese al día de lo que se había perdido el día anterior: preferentemente desperezándose poco a poco con ayuda de una infusión caliente y un buen desayuno.
Nada más salir de la habitación le atronó en los oídos un sonido que sólo podía describirse como Miseria sufriendo un espantoso dolor de muelas. Shizel se paró en mitad del pasillo, primero dolorido y después perplejo, tratando de localizar el origen del barullo. No volvió a darse, de modo que aún algo desconfiado prosiguió su camino, tratando de decidir si el sonido le resultaba satisfactorio por las implicaciones que traía, increíblemente irritante, o ambas cosas a la vez.
Mientras caminaba por el pasillo invocó a un lacayo grotesco, que se le adelantaría para preguntar al brujo en su cuarto si estaba ya despierto. El skrýmir imaginaba que sí, dado que Shizel nunca había sido persona de madrugar.

—Pues me ayudaron sugiriendo ideas como... Mi Señora Emperatriz de la Muerte o Su Señoría Destrucción Oscura—bromeé—. Pero sobre todo dieron su opinión sobre la decisión final y como es algo que tiene que gustarnos a todas, pues decidido...

Y entonces Ozz nos abrió y nos dio un papel.
—Buenos días

Estaba liado así que bajaríamos a desayunar... No, yo ya había desayunado... Mejor. Decidimos bajar a hacerle el desayuno dado que ambos habíamos...

—Hm... ¿Dhelian? ¿Cómo harás ahora para... comer?—le pregunté una vez llegamos a la cocina. Iba a decir "alimentarte", pero me sonó mal y cambié a tiempo—. Podríamos... ir a cazar alguna vez, tú con tus estirges y yo con mis onyces, si te hiciera falta. Y así practicamos magia y demás.

Mientras tanto, busqué el caviar que tanto gustaba al ochrorio y fui haciendo parte de su desayuno, picando de vez en cuando.

Oye, ¿por qué no aprovechas para envenenarlo? Luego puedes decir que fueron los de la ciudad o el ghoul... ¡Mejor! Di que fue el ghoul porque tenía hambre de ochrorio y nadie creerá que fuiste tú. ¡Da igual, digas lo que digas nadie creerá que fuiste tú, Dama Amable y Azucarada!
—Y sobre el nombre, será Onyx, con acento en la "o". He visto que las mujeres se ponen "Dama" antes del nombre... Que cada uno haga lo que quiera, no será obligatorio. ¿Qué te parece?

-Que imaginación- susurro ante lo que le dijo que las estirges le habían recomendado.

La nota del ochrorio le confundió un poco pero al menos les daba vía libre para ir a prepararle el desayuno con un poco de tiempo  que le ahorrarían a Ozzchreanos. La pregunta de Alice mientras iban a prepararle el desayuno le incomodo un poco, tensándose momentáneamente algo que hizo que la estirge sobre su hombro le pellizcara en la oreja clavandole un poco sus puntiagudos dientes y asiendo que se quejara por lo bajo relajándose sin mas remedio.

-No lo se,...lo único que parece se obvio es que no tengo hambre tan a menudo. Comparado con antes que debía comer a diario- añadió viendo a Alice manejarse en la cocina. El había aprendido a cocinar un poco durante su tiempo de criba pero ahora no le veía mucho funcionamiento teniendo en cuenta su base de alimentación. Las ultimas palabras de la bruja le hicieron mirarla con un nudo en la garganta ¿no se daba cuenta de lo que implicaban sus palabras o le daba igual? Según el libro donde venia su transformación, cualquier cuerpo muerto le ayudaría con el hambre pero solo aquel que fuese humanoide como el mismo pararía la putrefacción-¿Cazar? ¿Donde? Alimañas y animales me ayudaran con el hambre como a ti te sacia un trozo de pan o un desayuno...pero cuando mi cuerpo empiece con los primeros estados de descomposición, el cuerpo de un animal no me servirá de nada. Necesitare algo...humanoide. Como Drael, y eso...creo que no es tan fácil de conseguir- añadió jalando del cordón de su sudadera, que la estirge sobre su hombro intento robarle para juguetear con ella. No se lamentaba , pues desde que había tomado parte de Drael se había dicho que era eso o morir, esta vez definitivamente, pero igual pensar en como seria la próxima vez y lo que tendría que hacer ahora que no iba a tener un cuerpo, le ponía el vello de punta.

>>-Te queda bien, suena elegante, tiene una bonita entonación. Y pega con tu dominio- dijo mirando a las onyces y luego a ella riéndose un poco se sin mucho animo por lo hablaba minutos antes-Cuando sepa el mio os lo diré y espero que os guste, Ónyx- dijo tentativo,solo por probar como sonaba el nombre para la ciudad de Alice- Resulta raro llamarte así, supongo que es cosa de acostumbrarse de cara a la gente. Pero no voy a dejarte de llamar Alice cuando estemos en el grupo- añadió viendo como Alice terminaba el desayuno y el tan solo se tomaba un vaso con agua, pues los líquidos no aprecian afectarle de ningún modo. De la comida no se fiaba por eso ni lo había intentado, ni lo haría futuramente, a no ser que fuese un plato preparado con algo que su cuerpo necesitara.

Cuando Dhelian respondió al asunto de su nueva dieta, los rasgos de la transformación y los míos que intentaba mantener entraron en conflicto. Por un lado, "entendía y "aceptaba", más o menos, que tuviera que cazar no meras alimañas sino humanoides, humanos, habitantes de otros mundos vinculados, para poder sobrevivir. Ese mismo "lado" también sentía cierto ánimo de ayudarle a ello y, por descontado, podía oír el coro de onyces tentándome a ir de caza con el daeliciano. Pero por otro lado... La idea de matar a otro ciudadano, a otro habitante de otro mundo... no me terminaba de... agradar. De nuevo,  mi lado llamémoslo Onyx, sugirió engañar a las presas para que se vieran obligadas a atacarnos y así poder... Pero no, sería una maldita mentira. Pero en lo que ambas partes coincidíamos, Onyx y Alice, era en que era o cazar, matar, o perder a Dhelian porque... En fin, lo necesitaba como yo necesitaba agua y comida. Pero matar...

—Me... me estoy mareando—musité y acto seguido me senté en la silla más cercana—. Ya te entiendo, ya... Pero son ellos o tú, ¿no? Cuando... Cuando fui a la taberna con Marsi la primera vez... Nos encontramos un vampiro y un trasgo... El primero necesita sangre ajena para sobrevivir y el segundo directamente dijo que comía gente. Tal cual. Quizá... ¿Quizá podrías hablar con ellos? Creo que vivían en la Sede...

Dicho eso, me levanté a por agua y terminé el desayuno de Ozz.
—Y mi oferta de ayuda sigue en pie, más o menos... No me veo matando gente indiscriminadamente pero no voy a permitir que te pudras del todo...—terminé, no muy segura.

Rematé con un gesto de cabeza señalando la salida a la par que cogía la bandeja. Luego subimos.
—Espero que los demás opinen como tú sobre el nombre, la verdad. Si no les gusta... no sé. Y a vosotros os seguiré llamando como siempre.

Segundos después, llegamos a la puerta de Ozz y llamamos. ¿Cómo demonios me iba a concentrar en la clase con todo el bullir de pensamientos sobre Dhelian y su transformación? Las onyces lo ponían demasiado fácil: en Rocavarancolia eso era ¡normal! Jodidamente normal, en vez de ir a comprar el pan te compras un cualquiera de cualquier mundo y te lo comes. ¡Normalísimo! <<Pero esto es Rocavarancolia... O tú o ellos. O comes o te comen. O tienes amistades y alianzas muy fuertes, pero eso a Dhelian no le salva... >> Ni después de haber entrado se calló la onyce de mi hombro, colando susurros en mi cabeza cada medio segundo. El mensaje, pese a la forma tan oscura de expresarlo, era bien claro: o adaptarse o dejarse comer tarde o temprano. Y, aunque no ayudara a Dhelian, tarde o temprano tendría que matar para mí misma. Bien en defensa propia, bien en defensa de algún objetivo propio. Matar. Sonaba demasiado... temible.

En un movimiento rápido le pasé la bandeja a Dhelian y le dije:
—Entra tú primero, yo tengo que... Despejarme. Sigo algo mareada.

Y dicho eso, volví a la carrera prácticamente a mi dormitorio. Mala idea. En cuanto cerré la puerta tras de mí, las onyces de fuera y dentro se abalanzaron sobre mí, perfectamente enteradas de lo que su compañera me había estado diciendo. Entre órdenes a gritos me abrí paso hasta el armario, me cambié, cogí mis armas y me encaramé a la ventana. Pensaba salir levitando, pero no me dejaron.
No puedes huir de lo que eres. No somos peluches amorosos, somos onyces.
Todo sería mucho más fácil si te dejaras llevar. En cuanto lo hagas, te reirás de tu pasado.
—¡Sí, claro, de ser una niña normal a ser una asesina que encima no mata para sí sino para su amigo!
No eres una niña normal. Una niña normal no habría sobrevivido ni se habría transformado.
—¡No necesito matar! Mi transformación al menos no lo necesita.
¿Acaso necesitas llevar esa ropa? ¿O vivir en este cuartucho? Nosotras somos libres, solo respondemos ante ti y otras brujas con nuestro dominio. Pero hasta ahí, libres. ¡Tú en cambio sigues siendo una presa, esclava de tu pasado!
—¡Ser libre no implica matar a diestro y siniestro!
No tienes ni idea.
—¡Apartad de mi camino!

Todas, lo juro, todas me miraban durante la conversación. Todas me hablaron con una voz única con distintos tonos. Y todas se echaron a un lado cuando di la orden. También hicieron la ya familiar escalera de sombras hasta el suelo como les mandé. Y después, todas en tropel me siguieron hasta los Acantilados. Apenas dediqué unos segundos a pensar en el destino de esta salida precipitada. Pero tenía que pensar, sola, y en un sitio bastante amplio donde las onyces no me asfixiaran. El ruido del mar ayudaría. O eso esperaba. Pero tenía que lidiar con esto cuanto antes. No era un tema que pudiera dejar para el último momento y que entonces me temblara la mano. Luego me disculparía con Dhelian y Ozz... Pero primero lo primero.

Sigue en los Acantilados

El día de la llegada de los nuevos me fui temprano a la cama. Fuera había un ruido infernal que me despertó a media noche y en vez de lanzar un hechizo de insonorización las enredaderas tapiaron la ventana y me cubrieron por completo amortiguando el sonido.

A la mañana siguiente estaba envuelto en un capullo hecho de plantas que se apartaron con tan sólo musitar una palabra. Bajé a comer algo y volví a subir pensando en hacerme una neverita o algo en la habitación para evitar desplazamientos innecesarios. Ya me lo pensaría más tarde, ese día me tocaba hacer un estudio comparativo de la anatomía idrina-humana. Tomaba la humana como referencia ya que era mi mundo de origen y así podía ver como funcionaban otros organismos.

Llevaba ya unas horas estudiando cuando un lacayo se coló en mi habitación y habló con la voz de Shiz. Que bien me venía aquello oye, no es lo mismo estudiar algo que verlo con tus propios ojos, y hablando de ojos, eso era lo que tenía ganas de saber como funcionaba de los idrinos. Bueno, iba a tener que ver qué quería.

Me levanté y me dejé guiar por el lacayo hasta la cocina, me senté en una silla y pregunté:

-Buenos días, ¿qué puedo hacer por su eminencia? - una sonrisa me cruzaba el rostro, dejando claro que le estaba tomando un poco el pelo.

El genemago confirmó que las muestras que habían recogido Saren y él eran suficientes y Archime tan solo esperó a que Giz se pusiese en contacto con ellos para operar a Cío. Al cabo de poco más de una semana el demonio raigaurum ya no padecía el problema cardíaco y tenía los implantes completamente reparados, mantenimiento del que se había encargado el propio biomecánico, quien además pidió ayuda a su congénere para realizar el primer mantenimiento a fondo que experimentaba también su propio brazo. Keiria también se les unió a aquellos procesos rutinarios y el biomecánico respondió a cualquier duda que la kitsune pudiese albergar, probablemente con más información de la que hubiese sido estrictamente necesaria.

Además de ello, en ese tiempo el ingeniero dedicó su tiempo a practicar nuevos hechizos que ahora estaban a su alcance. Uno de los primeros que decidió aprender fue el sortilegio despejante, que funcionaba de forma parecida al vigorizante pero con efectos sobre la mente. Así mismo, capturando pequeñas alimañas como ratas también practicó un conjuro aturdidor que podría resultar útil en caso de encontrarse ante alguna de las numerosas criaturas peligrosas de la ciudad. Aquellos fueron los que consiguió dominar durante ese tiempo, aunque también había comenzado a estudiar algún otro de similar dificultad.

No obstante, la magia no era lo único en lo que necesitaba invertir su tiempo ahora que la Luna le había concedido aquellos dones especiales y precisamente el tiempo en sí mismo se había convertido en algo muy a tener en cuenta por Archime. Comenzó a fijarse más en el tempo que marcaban los distintos lugares por los que pasaba, ya que con el paso de los días su problema de incapacidad para concentrarse disminuía cada vez más. Todavía no se trataba de algo completamente natural para él, pero ya casi nunca percibía la presencia del tic-tac como un elemento alienígena y cada día que transcurría se acostumbraba más al constante fluir del tiempo que se manifestaba físicamente en su mente.

El primer intento lo llevó a cabo poco después de la visita a Irraria. Una mañana, tras haber dedicado un tiempo a familiarizarse con sus nuevas capacidades, Archime se teletransportó desde el interior de su cuarto al pasillo de la torre. Previamente se había aplicado el conjuro de intangibilidad, ya que ni siquiera le hubiera hecho falta leerlo en el libro para saber que un error de cálculo, y sin duda se sucederían a menudo al principio, podría resultar mortal. Y en esa ocasión, en una distancia tan corta, no sucedió nada inesperado, pero en sucesivas pruebas se encontró con partes de su cuerpo dentro de paredes o techos, como aquella ocasión en la que quiso traslocarse a la biblioteca de la torre pero tan solo la mitad superior de su torso alcanzó el objetivo y la gravedad tiró de él hacia abajo, deteniéndose sin daño alguno sobre el suelo del piso inmediatamente inferior gracias a la intangibilidad. Así pues, en el transcurso de aquellos días se pudo ver al biomecánico aparecer y desaparecer de pronto en algunos lugares de la Torre, aunque los más habituales eran el pasillo frente a su cuarto o la biblioteca.

Aquel mediodía, cuando se disponía a salir hacia la Sede de los Taumaturgos para comer como todos los días, el ingeniero decidió probar suerte por primera vez con una distancia mayor. Tras volverse intangible, el ingeniero trató de concentrarse en el tempo del otro edificio. Había pasado bastante tiempo allí y lo recordaba con bastante precisión, aunque durante aquellos días de pruebas había comprendido que iba a necesitar hallar alguna manera de grabar los tempos de otros lugares si quería poder teleportarse a sitios que no frecuentaba. Empleó varios minutos en escuchar en su cabeza el fantasma del tempo que marcaba su tic-tac cuando se encontraba en la Sede y lo comparó una y otra vez con el de su habitación, donde se encontraba en ese momento. Una vez creyó que no se equivocaba, el kairós desapareció de su cuarto en menos de lo que dura un parpadeo.

Sigue en Sede de los Taumaturgos.