Torre Serpentaria

Parecía que el irrense era uan especie de ingeniero o médico o ambas, a Amira no le quedaba del todo claro, pero hacía implantes, y le habó a Kahlo de ponerle uno, Amira se alegró mucho por su compañera, ya que parecía que le iba a ser posible tener un brazo nuevo relativamente pronto. Krono no tardó en irse, despareciendo de golpe. ¿Es que en la ciudad todo el mundo viajaba teletransportándose? «Bueno, tiene pinta de ser cómodo».

Kirés no tardó en contestarle que podía entrar con el caballo, lo cual la tranquilizó. El pegaso no tenía mucho interés en separarse de ella, al menos por el momento, y tenía más interés por el interior del edificio que por quedarse fuera acompañando al animal.
—No la líes, ¿eh? —le dijo por lo bajo, dándole unas palmaditas suaves en el cuello. Agradecía que pudiera entenderla, o al menos algo similar a eso, porque comunicarse con él era mucho más fácil.

Entraron dentro, y la valkyria no pudo sino sonreír un poco al ver el interior. No era una maravilla al nivel del palacete, pero era acogedor y cómodo, y mucho mejor que el torreón cochambroso del que salían. Tenía ganas de tirarse sobre uno de los sillones y descansar, pero no era el momento. Luci preguntó por las habitaciones, aunque ella no tenía prisa por verlas: podría quedarse un rato más junto a la chimenea, sin quejarse por ello. Puede que los nuevos refugios no fueran su casa en la Tierra, pero después de meses viviendo en Silente, se le antojaba todo maravilloso, un lugar agradable donde vivir.

Una voz la sacó de sus pensamientos. Una voz, de hecho, que se la hizo extraño no oír en sus pensamientos, sino a su espalda. Se giró, para ver a un Adam humano, aunque con plumas en las extremidades. El pegaso, a su lado, también se quedó mirando al ruso.
—¡Adam! ¡Vuelves a ser tú! Bueno, tu tú humano, quiero decir. ¿Has hecho algo para dejar de ser un caballo? —estaba confusa. Kirés había dicho que lo más probable es que fuera permanente, por lo que no se esperaba eso para nada. Al menos era una buena noticia, saber que su amigo no sería permanentemente un pegaso era agradable, y más cuando ella tenía otro y la gente no dejaba de confundirlos.

Lethe

Por lo menos parecía que el amigo de Kirés estaba muy seguro acerca de la profesionalidad del tal Krono y se alegraba enormemente por Kahlo, aunque únicamente asintió ante su respuesta sin exteriorizar sus sentimientos al respecto. Notaba algo rara a la varmana y no estaba muy segura de cómo lidiar con ella, pero creía que tal vez pudiese sentirse abrumada y ya había gente hablándole.
Entró junto al resto, notando esencialmente las mismas cosas. Aparte de ser más acogedor, de alguna forma aquel edificio inspiraba más seguridad que el fuerte en el que habían estado viviendo hasta aquel momento. Tal vez porque intuía que al igual que necesitaban una contraseña mágica para entrar, podía haber otro tipo de hechizos protegiendo el edificio. Era difícil de explicar, pero creía que le gustaba aquel sitio.

Para cuando notó que había algo raro en la voz de Adam. O mejor dicho, algo normal, se encontró de bruces con el aspecto del ruso que siempre había tenido. Distraída examinando la estancia en la que estaban (además le había parecido ver que un sillón se movía disimuladamente) no se había percatado de que el anteriormente caballo alado había empezado a cambiar.

Sus amigos ya se estaban encargando de mostrar a Adam su alegría, por lo que ella en su lugar decidió acercarse a Kirés, apoyar uno de sus brazos en su hombro descaradamente y decir, con cierta sorna
—Permanente, ya veo.


Krono Rádem

El kairós entró en la torre al cabo de poco tiempo (caminando, porque había aprendido sobradamente que no era buena idea aparecer en el interior de un edificio).
—Vuestros compañeros del torreón Sendar parecen encontrarse bien, o al menos he visto a varias personas. Creo que están preparándose para salir. Reira no parecía estar entre ellos, no obstante.

Tras decir eso se acercó un poco a Kahlo, lo justo para que fuese evidente que quería dirigirse a ella.
—¿Has leído el folleto? ¿Tienes alguna pregunta?

Alec no respondió a Kahlo pero no pudo evitar fijarse en el ligero temblor de voz o en la humedad que empezaba a acumularse en sus ojos. Si hubiera sido otra persona quizá el escocés le habría dado un abrazo, con Kahlo quizá la respuesta fuese una bofetada o un comentario ácido por eso decidió dejarle su espacio con Luci. Aún así estaba preocupado por ella y contento a partes iguales. Ni siquiera sabía que respondería él si alguien le ofreciese a transplantarle un ojo nuevo y funcional. ¿Podría aceptarlo sin más?

No, no podía. La ceguera de su ojo derecho era un castigo por haber acabado con una vida, por muy mala que fuera la persona. No podía reprocharle a Kahlo la decisión, ella solo había sido una víctima y no una ejecutora. Ella tenía todo el derecho a reemplazar su miembro perdido.

-Tenéis razón, quizá primero deba averiguar qué me ha hecho la Luna antes de buscar algo de trabajo - respondió.- Supongo que es cosa de hacer algo familiar ahora que todo se ha puesto patas arriba...

Dijo la contraseña y entró dentro de la torre, que desde luego era más bonita que el torreón Silente pero aún así Alec seguía pensando que no pertenecía allí. Algo le llamó la atención cuando oyó la voz de Adam, no en su mente si no en sus oídos. Se dio la vuelta y vio a su amigo de vuelta a su forma humana aunque con algunos cambios.

-Bueno, parece que no era para siempre - observó con una sonrisa de alivio.- ¿Entonces en tu caso ahora hay que buscar un caballo con alas que vuelve a su otra forma?

Mientras el grupo se adentraba en la Torre serpentaria, Xalkoth se paró en seco, como si acabara de recordar algo, y luego se giró hacia Kirés.
–Oye yo me voy ¿vale?
Acto seguido se metió en el interior del grupo hasta dar con Metro, que seguía pegado a Alyssa. Hubo que tirar del ave un poco, porque no quería separarse de la dríade pero, para sorpresa del insecto, el ave rasa no puso demasiada resistencia o, para ser exactos, no empezó a picotear al clinger con desdén ni extendió sus “alas-ojo-asustadoras” como le gustaba llamarlas. Era increíble lo manso que estaba hoy.
>>Bueno, ya nos veremos. ¡Pasadlo bien!
Tras aquella despedida repentina, la plaga agarró a Metro por el lomo y echó a volar, cargando con una “nada dispuesta a querer volar” ave la cual ya se había resignado a aquel medio de transporte hacía tiempo, hasta que se perdieron tras un edificio.
Kirés se despidió alzando una garra en su dirección, acostumbrado ya a los repentinos cambios de planes del clinger. Tal vez tenía algo pendiente que hacer, o tal vez se había aburrido.

Alyssa, ahora que ya no tenía que estar prestando atención constante a un ave gigante, empezó a centrarse más en lo que la rodeaba. Una vez dentro del torreón notó un poco las mismas cosas que también veían los demás, como el aumento general en la calidad de vida.
Y hablando de vida, no tardó en escuchar un sonido de algo arrastrándose tras ella, algo que no era ninguno de sus compañeros. Se volvió con cierto susto solo para encontrarse con una… ¿escoba? Eso no sería tan sorprendente... si no fuera porque se movía por su cuenta y se encontraba barriendo el rastro de pétalos que la Dríade no paraba de dejar allá a donde iba, además de alguna de las hojas de Chromsa, que intentaban escapar en cuanto veían la oportunidad.
–¿C-chicos?– Pronunció la griega… no, no solo ella. Otra voz se unió a la suya, al mismo tiempo y con la misma palabra. Una que no había escuchado desde…
>>¿Adam?
Se olvidó de la escoba. El ruso volvía a ser humano, o casi. Seguía teniendo plumas en los antebrazos.
Se acercó al ruso.
–¿Cuándo?... ¿c-cómo has…

Kirés, por su lado, estaba indicando al daeliciano con alas dónde podía encontrar las habitaciones cuando el pegaso revirtió a su forma humana. Al parecer sus suposiciones acerca de la permanencia de sus cambios habían sido incorrectas… y Lethe estaba decidida a recordárselo. Que se apoyara sobre él lo pilló un poco por sorpresa, pero en seguida entendió el motivo. Se encogió de hombros.
–Supongo que me equivocaba.

No pudo expresar tanto como le hubiera gustado ante las felicidades de sus compañeros. Agradecía sus palabras y gestos, de verdad, pero le estaba costando demasiado mantenerse firme como para recibir empujoncitos en su ya inestable estado. Después de haberla ayudado a sobrevivir tanto tiempo (y no solo por lo del brazo) uno diría que la varmana sería menos cerrada con ellos, pero mostrarse vulnerable seguía siendo difícil por su forma de ser, incluso si era de absoluta felicidad. Ya se había mostrado vulnerable al quedar minusválida pero aquella había sido una situación extrema. Además, quizás fuera por no estar hecha a su nuevo aspecto o la presencia de desconocidos, pero se sentía especialmente reacia a que la vieran llorar. Ya bastante raro era que de repente tuviera alas o el pelo cano como para encima ir con los ojos hinchados en público.

Les sonrió brevemente, pero con total sinceridad y sentimiento. Después se despició de Xalkoth, estrujó el brazo de Luci para apoyarse en él moralmente y bajó por fin el panfleto. Seguía sin creérselo.

—Gracias —le respondió a Kolja, girándose a él con otra pequeña sonrisa. Con un simple asentimiento aceptó su oferta; una cara conocida se apreciaba, y posiblemente para cuando fuera estaría hecha un flan. Ya lo estaba. Si además tenía un interés externo no iba a negarle la posibilidad de acompañarla.

Revisaba la decoración del lugar, pendiente igual que Luci de saber donde estaban las habitaciones (y si la maceta se había movido sola o tenía la vista cansada) cuando escuchó la voz de Adam fuera de su cabeza. La familiaridad de esta no le supuso ninguna sorpresa, no cayendo hasta las reacciones de otros en que, bueno, se suponía que el chico ya no tenía cuerdas vocales. Al verle de vuelta la granta sintió una pizca de alegría por él -sin beneficios propios como “así ya no sufro su peste”, legítima alegría- pues estaba más blanda de lo normal por la situación, pero no se sumó al resto en su asombro. Krono acababa de volver.

—¿No está? —preguntó con un atisbo de incertidumbre en la voz. No podía dejarlo estar, por mucho que recuperar su brazo fuera algo tan importante para ella. Quizás el irrense hubiera sido demasiado rápido y se le hubiera pasado, que con lo que había tardado podía haber sido el caso perfectamente, y si decía que estaban bien… —. ¿A lo mejor se han dividido y están yendo ya al otro refugio? —preguntó más para sus compañeros que para el biomecánico.

>>Sí, perdona. Pues… —empezó con una tímidez impropia, mirando de nuevo el folleto para ver por donde empezar. La más importante: deuda—. ¿Cómo puedo pagarte? Tengo joyas —le enseñó las prendas en su mano, y no sacaba todas las demás para no ser cutre—. Son de oro, rutenio y piedras preciosas. Artesanales. Si paso por casa pronto- o sea, por Varmania…  Puedo conseguir más. Son de mi familia —se apresuró en añadir, para dejar claro que no iba a robarlas. No tanto al menos. No sabía si eso tenía valor en Rocavarancolia o si lo aceptaría a palo seco—. Sino puedo intentar venderlas, si sabes dónde…

Hasta ese momento no había conseguido imaginarse como sería la Torre Serpentaria por dentro. La imagen que se abrió ante el grupo cuando entraron al edificio acabó con aquellas dudas. El ochrorio no pudo evitar soltar un: -¡Vaya!- con la decoración del lugar. Por supuesto era imposible compararla con el palacete, pero aún así era mucho más acogedor que el antiguo torreón. Desde luego no era un mal lugar al que llamar hogar durante un tiempo.

Una vez se encontraron todos en el salón, un giro de Alyssa, que se encontraba cerca de él, le hizo caer en la cuenta de un sonido que había obviado aunque había escuchado desde que entraron. Alguien parecía estar barriendo y Chromsa en un principio no le dio demasiada importancia. Le sorprendió por un instante cuando al mirar hacia donde la terrestre había mirado, una escoba sin nadie que la llevara era el origen del sonido. Se fijó que estaba barriendo los pétalos interminables de la griega... y algunas de las hojas que seguían al ochrorio. Ligeramente ofendido con aquella parte del mobiliario, se quejó sin tener en cuenta que, aunque movida por mágica, seguramente no le entendería por eso de tratarse de una escoba: -¡Oye, mis hojas no son basura!- Tras ello se aseguró que todas las hojas flotaran sin tocar el suelo y que procuraran no alejarse demasiado de él (llegando incluso al punto de absorber algunas inconscientemente). Solo cuando comprobó que su dominio estaba a salvo se relajó.

No había procesado por ello que todo el mundo estaba mirando hacia la misma persona, el ruso. Fue al escuchar al resto (entre aquellas voces había una que no debería haber estado, pero no se dio cuenta) que Chromsa miró hacia Adam. Nadie sabía el motivo, pero había vuelto a su forma humana, la misma que había tenido la noche anterior con las plumas en los brazos. Tardó unos instantes en asimilarlo y después corrió sin pensárselo y abrazó a su pareja con decisión. -¡Adam! Alabada sea la Acromía, ¡has... has...! ¡Cuánto me alegro!. Aflojó el abrazo poco después y lo miró. Las lágrimas del terrestre lo enternecieron aún más y a punto estuvo también de soltar alguna por la alegría. Con delicadeza, el ochrorio le limpió las lágrimas diciendo con una sonrisa: -Al final, aunque las cosas sean difíciles, parece que de algún modo siempre hay esperanza.-

Después de un momento bastante íntimo, y teniendo en cuenta que no quería agobiarlo después de aquel shock que podría haber supuesto el cambio de cuerpo, le dejó espacio para que pudiera hablar.
No pasó demasiado tiempo cuando Krono volvió con ellos. -Es un alivio que estén bien, aunque me preocupa dónde puede estar Reira. Espero que sea lo que dices, tal vez los veamos después.- dijo, siendo lo último en sobre todo a la teoría de Kahlo.

La varmana después empezó a hablar con el irrense sobre el implante. Siendo algo personal no le parecía bien que se quedaran allí, así que se dirigió al grupo siguiendo la pregunta que había hecho Luci: -¿Os parece bien que vayamos viendo el torreón mientras hablan? Tengo curiosidad por el resto de estancias.- Teniendo en cuenta que aquel refugio se especializaba en la magia, una idea se le pasó por la cabeza. Se dirigió a Kirés y le preguntó: -¿Por casualidad tenéis libros por aquí? O incluso una pequeña biblioteca o algo así.- Si había suerte, tal vez pudieran avanzar en la investigación de los cambios de todos.

Luci había retrocedido para asomarse al hueco de las escaleras de caracol cerca de la entrada. Kirés le había dicho que arriba estaban las habitaciones y que había de sobra para elegir. El daeliciano pensó que ojalá hubiera suficientes libres para todos que estuviesen cerca. Apenas prestó atención a la marcha de Xalk o a la escoba impertinente, los ojos se le iban hacia la curva ascendente de las escaleras, pensando si sus amigos más grandes podrían subir por ella.

De pronto oyó una voz que se había acostumbrado a tener en su cabeza, seguido de gritos y expresiones de asombro. Donde había estado el voluminoso caballo alado volvía a estar Adam, el Adam de siempre, con algunos cambios que Luci no apreció porque estaba demasiado feliz de que su compañero no estuviese condenado a ser un animal para el resto de su vida.

-¡Adam, vuelves a ser tú! -exclamó.

Corrió a darle un abrazo pero se paró a medio camino para no interrumpir el momento con Chromsa. Aun así daba saltitos en el sitio de alegría. La mañana acababa de empezar y ya llevaban dos muy buenas noticias.

Le pareció buena idea lo de explorar mientras Kahlo continuaba su conversación con Krono. Así le dejaban espacio y ellos podían adelantar trabajo. El ánimo de Luci estaba mejorando un poco, pero también se iba haciendo consciente de su cansancio. Era posible que necesitase, tantas nuevas emociones y la caminata con tanto peso extra… era probable que necesitase una pequeña siesta antes de ir a visitar la Sede. Informó a Kahlo de lo que iban a hacer y luego se reunió en torno a Kirés, esperando expectante que les hiciera de guía.

A partir de ese momento de revelación sus compañeros o, mas bien, sus amigos no hicieron sino expresar alegría por su regreso y Adam no hizo sino corresponderlos con una aliviada sonrisa acompañada de algunas tontas lágrimas de alegría. La cuestión de su cambio siguió abierta.

—Yo… no tengo ni idea. No sé si me salió solo o es algo de la torre —respondió tomando en serio lo que Kolja dijo, una conclusión lógica pero tampoco parecía el caso, era un cambio natural y que apenas notó, tal y como el día anterior—. De hecho, ayer me sentí igual cuando- ¡ouf!

Chromsa no pudo contenerse en abrazar al ruso, quien no se esperó la velocidad del ochrorio. Ese gesto que pensaba que nunca jamás iba a poder otorgar o recibir de su pareja hizo que la cara de Adam brillase de felicidad. Estaba más agradecido que nunca de tener cuerpo de humano. Las palabras de su amado fueron un verdadero flechazo para su ablandado corazón, el ochrorio no podía irradiar más luz de lo bueno que era.

—Si… Además de todos vosotros quien siempre me dio esperanza fuiste tú —le correspondió el abrazo anterior con una suave caricia en la mejilla. Estaba algo ruborizado y decidió parar lo que estaba haciendo al mirar a los demás. No era tan apropiado y sumaba que le daba cosa ser tan… cercano con el ochrorio delante de ellos y de Kirés. Se rio un poco olvidando el asunto al ver a Luci tan contento pegando saltitos y también, en parte, por como Lethe interactuó con el hombre pájaro acerca de su error.

—¡Sí! ¡Vayamos a verlo todo, buena idea! —apoyó la decisión de Chromsa. Se sentía eufórico, a reventar de alegría con solo caminar para estar cerca de Kirés, ¡con su par de piernas humanas! Estaba demasiado feliz—. Y por cierto, perdona Chromsa. ¿Hay… baño caliente en este refugio? —formuló la pregunta a Kirés después del ochrorio disculpándose al irrumpir tan de golpe pero sintiendo que si no preguntaba reventaría, era lo que más necesitaba ahora mismo.

La bicha dejó un poco de espacio para los enamorados. En su lugar, se marchó casualmente para ponerse a explorar un poco más las salas de la planta baja. Aquello le hizo cambiar su primera impresión. Por lo que podía ver, contaba con una cocina, comedor y salas comunes mucho más grandes, mejor equipadas e infinitamente más acogedoras que las que dejaron atrás en Silente. Lo cierto es que, a pesar de lo que les había explicado Dama Aroma sobre cada uno de los refugios, ya le apetecía mucho quedarse en aquella torre.

Le interesó especialmente explorar la cocina. Lo cierto es que sentía un poco de hambre, así que buscó algo que se pudiera llevar a la boca. No tardó en encontrar con la vista una cesta con fruta. Estaba un poco alta, pero eso nunca fue problema para ella. Haciendo uso su maestría en enfilarse por cualquier superficie y quedarse colgada en las más extrañas posiciones, consiguió y agarrar la bandeja de fruta como si nada. Dejó esta sobre una superficie que pudiera alcanzar desde el suelo. Por desgracia, al volver sobre este de un salto olvidó tener en cuenta sus nuevos apéndices.

—¡AY! —El pisotón sobre sus propias alas fue bien doloroso—. Ay, au, auuu… —Se sentó para lamentarse un rato. Si alguien se acercaba a comprobar su estado, le contaría que se había pisado de nuevo.

La verdad, hasta ahora habían sido más un engorro que una utilidad. Tenía aún problemas para moverlas a voluntad, le costó dormir con ellas y el ir arrastrándolas era incómodo y dependiendo del terreno hasta doloroso. Tenía bastante claro que con el tiempo se acostumbraría a moverlas con más naturalidad, pero… ¿Tendría que estar arrastrándolas toda la vida? ¿Igual tendría que vivir toda su vida colgada de paredes y techos? ¿Tendría que andar a cuatro patas? «¡Jo, menudo engorro!», pensó mientras le daba un mordisco a lo que fuera aquella fruta. Estaba muy dulce y ligeramente ácida. Muy rica.

Negó con la cabeza ante la inquisitiva de Kahlo.
—Lo desconozco, pero es una posibilidad —respondió a su conjetura.

El kairós examinó las joyas que le mostró la varmana. Tal y como ella misma dijo, había oro y rutenio entre ellas, por lo que no dudó en responder a sus preguntas.
—Tanto el oro como el rutenio son valiosos en la ciudad. Si tienes más acceso a ambos metales, lo mejor que puedes hacer es intercambiarlos por monedas aquí. Yo también puedo aceptar una parte del pago con esos materiales sin necesidad de intercambiarlos, pero no todo el total del importe. Por las piedras preciosas imagino que también puedes sacar una ganancia factible, aunque desconozco su valor exacto y a mí no me sirven.

Amira dejó espacio a la pareja, que por fin estaba reunida. Si ella se sentía aliviada de que Adam no fuese a ser un caballo para siempre, no podía imaginar cómo se sentiría Chromsa. Aprovechó para apartarse un poco y explorar la planta baja, seguida de su pegaso. «No vas a dejarme en paz, ¿eh?». Si iba a quedarse con ella permanentemente iba a tener que empezar a pensar en algún nombre para él, porque no iba a estar refiriéndose a aquella especie de mascota como “caballo” o “pegaso” de manera continua.

No tardó en oír unos gritos que reconoció como los de Kradko, y se acercó a ellos, preocupada
—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —preguntó. Por suerte solo parecía que se había pisado. Debía ser raro para la clinger tener aquellas alas nuevas, y entendía perfectamente que se sintiera rara y no supiera andar sin pisárselas tan pronto. Tras asegurarse de que la pequeña estaba bien, miró a la habitación. Era una cocina y parecía estar bien abastecida. No tenía pinta de que los habitantes de la torre tuvieran que ir a por las cestas para tener comida, lo cual era también una mejora en las condiciones de vida.

Apretó ligeramente los puños. ¿Por qué les habían tratado tan mal si tenían medios para tener edificios así y comida de sobra? Aunque claro, qué esperar de una ciudad cuya gobernante se llamaba La Sanguinaria. Ya que estaba allí, aprovecharía para imitar a Kradko y coger algo de fruta, que se iría comiendo mientras esperaba a que Kirés empezara la visita. Su pegaso rebuznó, como esperando que le diera algo de comer a él también.
—¿Qué? Ah, ya. Mira, lo siento, pero no tengo ni idea de qué comen los caballos. Tendré que preguntar a Alec.

—Supongo —remarcó a Kirés sin perder el tono sarcástico.
El clinger se había ido y el irrense regresó, con relativas buenas noticias. Con lo poco que había tardado sin duda no se había puesto a buscar a fondo, así que no había motivo para ponerse en lo peor. Quizás se encontrasen en otra parte del torreón, o el grupo de Keskit y Reira se había adelantado, como sugería la varmana. Seguro que acabarían coincidiendo. Así pues, dejó también de prestarle atención, ya que de todos modos la conversación que mantenía con Kahlo era privada y su forma de hablar era tremendamente monótona. Tampoco siguió prestando atención a Adam pese a alegrarse de su cambio, porque Chromsa lo estaba acaparando de todos modos y la cosa entre ellos se estaba poniendo demasiado cariñosa para su gusto.

Así pues se acercó a Luci y Kirés, para unirse al tour por el refugio, mientras se preguntaba donde se había metido Kradko. Un grito le desveló que no andaba lejos y reaccionó dirigiéndose en su dirección de inmediato. Amira ya se encontraba allí y por suerte no había sido nada serio. Desde la puerta miró a ambas y les indicó con un gesto que la siguiesen.
—Kirés va a enseñarnos este sitio. ¿Y si te hacemos levitar esas colas para que no las pises? —le sugeriría a la insecto cuando se acercase a ella.
Desde luego no quería sufrir cuatro infartos cada poco tiempo mientras la niña no se acostumbrase a sus nuevas alas.

Alec exploró un poco la planta baja mientras los demás decían de buscar información sobre las cosas en las que se habían convertido. Se acercó al oír los quejidos de Kradko en lo que parecía una cocina lo suficientemente grande para que él no se sintiese enorme.

No fue el único en acercarse ya que tanto Lethe como Amira y su pegaso también habían ido. Consideraba el pegaso de Amira y si tenía que explicar por qué diría que ese caballo había llegado al torreón con ella y que el pegaso tenía plumas y ella las tenía en las orejas. Adam se convertía en pegaso y tenía plumas por el cuerpo, el escocés dudaba que fuera una coincidencia.

Lo que sí fue una coincidencia fue el escuchar a la chica diciendo que tendría que preguntarle al tremor por la alimentación del caballo.

-En verdad comen casi cualquier vegetal y muchas frutas - respondió examinando al pegaso con ojo crítico. Se trataba de un buen espécimen desde el punto de vista de los caballos, Alec nunca había tratado con uno que tuviera alas pero no creía que fueran a diferir mucho.- Suelen pastar pero no creo que encontremos mucho pasto por aquí cerca, hasta entonces creo que lo mejor puede ser una dieta vegetal...

Se adentró en la cocina y buscó la despensa, cuando la encontró miró dentro hasta dar con algo conocido para él. Sacó unas zanahorias, una manzana y un melocotón.

-Veamos - dijo haciéndole una seña a la chica para que se acercase,- tienes que lavar lo que vayas a darle de comer y, en principio, si no te hace daño a ti tampoco debería hacerle daño a él, pero prefiero no arriesgarme con cosas que no conozco aún. Es posible que encontremos algún libro que explique la dieta de este tipo de caballos por si fuese distinta - lavó las zanahorias, cortó la fruta y extrajo la pepita del melocotón y el corazón de la manzana.- Seguro que has visto en películas que les daban manzanas a los caballos y es cierto que les gustan, pero si vas a darle muchas lo mejor es que le quites el corazón por la concentración de arsénico. Ahora bien, te voy a desvelar una cosa que les gusta más que las manzanas - señaló los trozos de melocotón.- A día de hoy y después de todos los caballos que he tenido en la granja no he encontrado ninguno que no le chifle el melocotón, aunque tampoco es bueno darle muchos por la cantidad de azúcar que tiene, pero puedes usarlo como un premio si quieres entrenarlo.

Dejó en manos de la francesa las hortalizas y fruta, explicándole como debía poner la palma de la mano para que el pegaso lo comiese. Se acercó a su vez para comprobar que no lo hiciera mal y poder observar el caballo más de cerca.

Antes de que pudiera preguntarle a Kirés, un grito que reconoció al instante que era de Kradko llamó la atención del ochrorio. Se asomó a la cocina para ver si necesitaba ayuda, aunque Amira y Lethe se le habían adelantado. Para el alivio de todos, no le había pasado nada grave a la clinger, aunque desde luego entendía que acostumbrarse a sus nuevas alas sin pisárselas iba a llevar bastante tiempo. Cuando vio que sus compañeras tenían todo bajo control, volvió con el grupo y habló con el enderth veterano. En cuanto mencionó que sí había una allí, la emoción por explorar aquel lugar aumentó aun más.

No tardaron demasiado en comenzar la visita de todo el torreón. La planta baja ya la habían visto casi en su totalidad el rato que habían pasado allí, así que subieron por la escalera de caracol a los siguientes pisos. En las tres plantas siguientes se encontraban las habitaciones. Al contrario que en Silente, aquí ya no tendrían que compartir el mismo dormitorio todos y tendrían más intimidad. -(Después de tanto tiempo se va a hacer raro no dormir con el resto)- pensó mientras miraba con curiosidad las puertas y pasillos. Le pareció curioso que algunas habitaciones, además de tener el pomo de un color distinto, tenían puesto en una placa un nombre (ninguno le sonaba) de lo que supuso sería el inquilino de la misma. ¿Tendría una igual cuando escogiera una habitación? Lo más probable es que sí.

Si ya tenía cierta fascinación por ver cómo sería su posible futuro hogar, cuando el grupo llegó a la última planta Chromsa no pudo evitar exclamar: -¡Hala!- ante lo que veía. Era una habitación extensa, con varias mesas (incluso juraría que una de ellas se paró de mover en cuanto entraron) y estanterías repletas de libros. También había algunos artefactos que no sabía para qué servían, pero si estaban allí debían ser mágicos. Aquella debía ser la sala de entrenamiento mágico de la que les habían hablado.

Guiado por la curiosidad, avanzó por la sala dejando a sus hojas más libertad de movimiento. Instintivamente se acercó a las estanterías, en busca con la mirada de algún libro sobre transformaciones que les pudiera ayudar. Algunos no tenían nada escrito en el lomo y otros parecían estar en idiomas que no conocía. Parecía que no iba a encontrar nada cuando se fijó en un tomo de las baldas más bajas. No se leía muy bien el título en el lomo, pero juraría que una de las palabras era "brujos". Lo sacó de su sitio y pudo leer su título completo en la portada, cosa que lo llenó de mayor alegría por lo que ponía. Breve enciclopedia sobre los brujos conocidos y sus dominios, por Meradis Infortunio. Lleno de emoción, se giró hacia sus compañeros mostrándoles el libro y diciendo: -Mirad, he encontrado un libro sobre brujos. Seguro que hay más por aquí que hablen de otros cambios.- Le tentaba empezar a buscar entre sus páginas algo sobre él, pero al ochrorio no le pareció bien hacerlo mientras sus compañeros buscaban. Así, dejó el libro en la mesa más cercana y se dispuso a ayudar a buscar a quien lo necesitara.

Kirés fue consciente de lo que estaba pensando el ochrorio cuando le preguntó por la biblioteca de la torre, y fue entonces cuando se dio cuenta de que no necesitaban ir a la biblioteca mágica para investigar sus cambios. Hacía poco que habían cambiado la de serpentaria, así que no lo había pensado, pero la información sobre las transformaciones debería estar en este refugio también.
–Sí que los hay. Arriba del todo. –respondió a chromsa, para acto seguido confirmar sus sospechas. –Lo había olvidado. Pero hubo reformas hace poco, así que la información que buscáis podría estar aquí.
Iban a subir cuando escuchó los gritos de kradko, así que esperó mientras varios del grupo acudían en su auxilio.

Una vez arriba, kirés accionó la runa que abría el camino a la cúpula de cristal y dejó al grupo unos momentos para observar el lugar antes de dar explicaciones.
–Este lugar se utiliza como lugar de estudio y entrenamiento, principalmente mágico. Está protegido mágicamente, así que no vais a poder causar daños aunque lo intentéis, pero aun así preferiría no ponerlas a prueba si no es necesario.

Lamentablemente, el paladín nunca se había parado a informarse de transformaciones en aquella torre, así que no podía hacer mucho por ayudarles más allá de sugerir algún que otro libro de vez en cuando. En dicho proceso acabó gravitando hacia Lethe.
–Tú podías hacer magia, ¿Verdad? ¿Alguna vez la perdiste? Si la respuesta es no... quizás eso facilite la búsqueda. No debería haber tantas criaturas con magia sin precio.

El pequeño susto que les provocó Kradko les permitió descubrir la cocina. En un rápido vistazo Luci pudo apreciar que estaba bastante bien equipada, aunque no le dio tiempo a explorarla a conciencia y mirar en todos sus armarios. Pensar en poder cocinar por fin en condiciones le dio hambre, así que robó un par de frutas del mismo cesto que había cogido la clinger para ir comiéndoselas mientras exploraban.

Como ya le había dicho Kirés, los dormitorios estaban arriba. Luci fue abriendo todas las puertas de las habitaciones desocupadas. Eran sosas y pequeñas, pero estaban muy limpias y las camas tenían mejor pinta que los duros camastros del torreón. También tenían baños comunitarios con agua corriente y letrinas autolimpiables, algo que casi le hizo llorar de alegría. Hasta el momento las mejoras habían sido cosas bastante básicas, de esas que en Daelicia había dado por hecho que todo el mundo tenía, pero por el Demiurgo, cuánto las había echado de menos. Dejó sus trastos en una de las habitaciones libres porque ya estaba harto de cargar con ellas, y al salir el nombre que había escrito en el registro de la entrada apareció con su misma letra en un cartelito sobre la puerta. Esperaba poder cambiar de cuarto luego si no le gustaba ese, pero estaba harto de cargar cosas.

La última parada fue la sala de entrenamiento mágico que al parecer había en la última planta, a la que se accedía por una trampilla secreta. Luci subió dando saltitos, más ligero aunque todavía un poco inestable por sus alas, y se maravilló por todos los libros y artilugios mágicos a su alrededor. La luz roja de la luna se colaba por las decenas de ventanucos de la cúpula. Seguro que se podía volar en esa habitación.

Se había olvidado momentáneamente de que Kirés les había dicho que allí tendrían información sobre sus transformaciones, hasta que las palabras de Chromsa lo trajeron de vuelta a la realidad.

-¿A ver? ¡Quiero ver eso! -dijo corriendo hacia él. No tenía ni idea de lo que era un brujo ni de lo que era un dominio, y esperaba no tardar en averiguarlo. Sin embargo un simple vistazo le bastó para ver que no tenía que ver con él, así que su atención se desvió rápidamente hacia el resto de volúmenes de la estantería. Sacó, no sin cierto esfuerzo, un volumen gigantesco titulado ‘’Compendio de bestias e hijos de la Luna Roja’’ pero era demasiado grande y no acertaba a averiguas cómo adefesios estaba clasificado, por lo que lo dejó en el suelo y en su lugar cogió una ‘’Enciclopedia de seres alados de los cielos rocavarancoleses’’ Había muchas criaturas humanoides con alas emplumadas. Tuvo que inspeccionar sus propias alas para asegurarse de que había encontrado el capítulo correcto. ‘’Ángel caído’’. No parecía un nombre muy halagüeño, y el texto que lo acompañaba lo era todavía menos. A Luci no le quedaban lágrimas ni energías para llorar, pero unas horas antes lo habría hecho; según el libro los ángeles caídos eran seres mentirosos y traicioneros que ganaban su magia engañando a la gente. Además,por la ilustración junto al texto, parecía que los bultos de su frente iban a convertirse en cuernos. Se le quitaron las ganas de seguir leyendo.

Adam, en medio de sus terribles ganas de explorar su nuevo hogar, o al menos así quería dirigirse al tremendo lujo presente a su alrededor, escuchó la fatídica caída de Kradko contra el suelo. La pobre no parecía del todo cómoda o acostumbrada a sus nuevas alas por su tropiezo continuo pero recordó que la chica bicho tampoco tuvo en buenas condiciones su anterior par por lo que se alegró por ella.

A decir verdad, la cocina también superó con creces lo que tenían en el torreón exhibiendo muchos ingredientes, utensilios y mayor espacio. Incluso animó a Adam a intentar hacer uso de todo aquello para, quizás, preparar algo para todos y aprender más en cocina.

El ruso se sorprendió al subir las escaleras y ver las plantas de los dormitorios. Se fijó en los pomos y diversos nombres que adornaban las consecutivas puertas. Quiso deducir que los pomos rojos indicaban “ocupado” o algo así, pues solo estaban junto a los letreros. Acompañó a Luci a ver los interiores con una curiosidad propia de un niño y escogió una de las que Luci descartó, algo alejada de las escaleras y ubicada en la segunda planta.

No quería tardar mucho por no hacer esperar la visita a lo más alto de la torre. Estuvo echando un breve vistazo a lo que sería su habitación privada. Solo con la cama estaría satisfecho pero lo demás era un regalo del cielo en comparación a su último año: muebles, ropa, baño. Lo último no lo podía creer. ¡Agua caliente! Tenía ganas de ver todo pero Adam deseó que la visita a los dos refugios fuese breve para ducharse de una buena vez. También echó un ojo encima a algunas tijeras en el acomodador y a su largo cabello, quizás hable con alguien que le haga el favor de cortárselo.

Al salir de la habitación no sin antes llevarse un susto muy gratuito de parte de un cajón que se abrió solo de golpe, se percató de su nombre recién inscrito en la puerta. Se alegró de que fuese rápido el proceso, así no habrían confusiones a futuro.

Siguió al hombre pájaro arriba del todo. Subieron las últimas escaleras y el cambio al entrar a la sala de estudio. Parecía sacado de un libro, de hecho la torre en sí lo era en su totalidad: una fantasía hecha prácticamente realidad. Tantos libros a elegir le abrumaron y Chromsa y Luci se adelantaron a mirar. Adam también se tomó la libertad de explorar tan vasta documentación. Encontró uno que llamó su atención: “Enciclopedia básica de remedios curativos para magos novicios”. Le hizo gracia encontrarlo, pues le recordó a la sugerencia de Kolja sobre dedicarse a ser médico. Lo dejó en su sitio y memorizó su ubicación, quería saber más sobre el tema.

Por otro lado, Luci sacó un libro interesante y pasó su mirada curiosa detrás del niño rosa sobre las páginas del libro. Seres alados… Quizás su caso apareciese. El daeliciano leyó lo que era y no pareció demasiado contento.

—Luci, ¿todo bien? Si necesitas hablar aquí estoy—. Intentó hablar al daeliciano cuando vio su expresión de desagrado.

Viendo el libro cerrado aprovechó para ojearlo rápidamente e intentó encontrar su caso, en qué diantres se convirtió. Por un momento paró a observas sus blancas plumas, las tocó para sentir el tacto en sus dedos, la respuesta de ellas en el sentido de tacto.

En medio de la búsqueda los vio: caballos alados. “Pegasos”, por supuesto ese era el nombre de un equino alado en la mitología y Adam quiso enfrascarse un poco en la lectura. Leyó su capacidad de comunicarse por telepatía y la habilidad de cambiar de cuerpo, además de un supuesto orgullo que los caracteriza. Con sus dedos acariciando su barbilla y en expresión de duda continuó resolviendo dudas. No sabía cual era el desencadenante del cambio de cuerpo, pues el libro no especificaba demasiado. Por ende y en teoría, Adam podría volver a su forma de caballo pero él mismo deberá averiguarlo.

Hubo un apartado que lo perturbó un poco, “advertencias para pegasos”. Hablaba de la utilidad de las plumas en la alquimia y la propiedad de la piel equina para ocasionar éxtasis en quien los toque, conllevando en posibles secuestros y persecuciones. Eso le hizo tragar saliva. Que amarga ironía, en sus quince traficó con drogas y él mismo podría considerarse ahora como un producto traficable con patas… o pezuñas. Quizás fuese un castigo impuesto por su propio destino o por la misma luna.

Suspiró para olvidar esas advertencias y centrarse en lo importante, terminar de ver lo que quedaba. Cerró el libro y lo dejó en una mesa para disposición del que quiera leerlo, colocándose cerca de Chormsa para saber lo que estaba leyendo.

—Ya… sé lo que soy y puedo… cambiar de cuerpos entre yo y un caballo—. Dijo al ochrorio y a los de su alrededor con un tono algo preocupado. Le hacía ilusión ser lo que es pero no sabía que conllevaría un riesgo. No lo reflejaba demasiado pero Adam tenía miedo.