Torre Serpentaria

La pequeña charla motivacional del ochrorio parecía haber funcionado hasta cierto punto, o al menos eso pensaba hasta la salida de Luci del salón. Entendía al daeliciano, había sido un día muy ajetreado, así que no le pareció demasiado extraño que se fuera. -Claro, descansa.- le respondió con una sonrisa y justo unos momentos después escuchaba como Alec se echaba la culpa de ello. A esas alturas entendió que seguir intentando mejorar su ánimo no iba a servir y, aunque le encantaría poder ayudarlo más, sabía que lo que necesitaba el escocés era tiempo para pensar en todo aquello.

Siguieron hablando de los hallazgos del tremor en la biblioteca y Chromsa escuchó con interés las capacidades de su amigo. Agradeció las explicaciones, principalmente porque no le sonaba de nada esa "máquina Richter" fuera lo que fuera. -Vaya, son bastantes cosas. Seguro que puedes encontrarle un uso a todo- dijo mientras pensaba cómo sería ver las vibraciones. Sobre los golpes con peso añadido no comentó nada, aunque podía hacerse una idea de lo que le ocurriría al suelo o a una pared si lo hiciera.

Se acercó entonces al resto de libros y puso su atención en dos tomos. Uno de ellos, a juzgar por el título, parecía tratar sobre todo lo relacionado con faunos. El otro, un tomo más pequeño y con un diseño de hojas secas en la cubierta, rezaba ser una autobiografía de Dama Equinoccio. -(Sin duda, aquí tiene que haber algo que me ayude)- pensó mientras los cogía para hojear alguna página rápidamente.

Captó la conversación sobre medicina justo a tiempo para ver la tarjeta que le enseñaba Alec a Adam y se acercó un poco por el interés. -Bueno, siendo un brujo no me importaría conocerlo, tal vez pueda darme algún consejo.- comentó observando el diseño y mensaje de la tarjeta. -Aunque creo que por hoy ya he tenido mucho movimiento. Voy a estar estudiando un poco con los libros que has encontrado, Alec. Gracias de nuevo.- añadió con ánimo.

Adam al oír que Luci quería descansar asintió en señal de aprobación, sonriendo para que no se sintiese mal ni se fuese tan desanimado, que era lo que el pegaso llegó a percibir del daeliciano por sus gestos. Cuando se fue, alzó una ceja por lo que Alec dijo, otorgando una expresión de duda y un silencio para no agravar más el asunto. Hizo un gesto con su mano indicando que le restase importancia a eso.

De hecho, se quedó con la mano en el aire en la misma pose cuando ya supo de que estuvo hablando Alec con Chromsa y se sonrojó no poco, quedando algo pillado de la vergüenza. Aunque no quisiese, el asunto le resultaba algo tabú por sus compañeros y lo que podrían pensar de él o de Chromsa. Tampoco pensaba que fuese malo ni mucho menos es que solo le daba mucha vergüenza. Carraspeó un poco, recuperando la postura de antes.

En su lugar, atendió a los interesantes atributos y habilidades de lo que es su compañero. Sabía que su poder físico era alto pero a esos niveles no, desde luego.

—Wow. Ya deben ser fuertes tus golpes al suelo como para hacer temblar el suelo, es impresionante—. Confesó halagando con emoción las capacidades de Alec.

Cuando el tremor extendió al pegaso la tarjeta, él la inspeccionó mas a fondo—. Pues… sí. Si, ¿por qué no? Si dices que es buena gente no pierdo nada por intentarlo —Adam estaba muy ilusionado con la idea de saber más acerca de la medicina, se le veía en su rostro tontamente feliz—. Me encantaría tener compañía, no os niego que me da algo de cosa presentarme ahí solo —sentándose recto en el sillón se desperezó, estirando sus brazos—. Y bueno, por lo pronto voy a descansar un poco y ojear luego un libro interesante que vi sobre medicina arriba. Y muchas gracias por este libro sobre monturas, me vendrá bien saber más de los míos —se llenó la boca diciendo “los míos”, dejando claro que abrazaba lo que es con un pelín de orgullo.

Alec se relajaba por momentos en el sillón mientras sus amigos hablaban, de hecho no había vuelto a abrir los ojos desde que los había cerrado. Esbozó una sonrisa cuando Adam mencionó su enorme fuerza y no su enorme peso que era lo que al final provocaba los temblores.

-Me ha salvado la vida, no puedo decir que sea malo - mencionó en voz cansada mientras se cruzaba de brazos. Se le notaba aletargado en los movimientos y las palabras.- No ha sido nada, era lo mínimo que podía hacer por vosotros...

Tras esas palabras el agotamiento terminó por hacer caer al tremor en el sueño, no tardó en comenzar unos suaves ronquidos más graves ahora que era más grande. A través de la puerta del sueño el escocés podría empezar a sanar sus heridas no visibles aunque le iba a llevar tiempo, esperaba que sus amigos no se hartasen antes de él.

Se encogió de hombros ante lo de si la resistencia afectaba a las curaciones. No lo sabía, pero suponía que sí, porque no imaginaba que algo así solo fuese a beneficiarla. Aún así, era algo que tendría que probar, y explorar. Y acostumbrarse a ello. Ni siquiera tenía muchos cambios si se comparaba con alguno de sus compañeros, y aún así eran muchas cosas nuevas.

—Podría ser. Al fin y al cabo tenemos un pegaso, y un fauno, y todas esas cosas bien podrían haber inspirado leyendas en la Tierra… —comentó ante la teoría de Kolja — Buf, esperemos. Si la mitad de cosas que dicen las leyendas son verdad, creo que no me gustaría encontrarme a una serie muy amplia de seres.

Asintió ante las últimas palabras de sutr, y siguió leyendo con tranquilidad. Agradecía la compañía de Kolja, aunque fuese sin hablar, estando cada uno a su lectura. Casi le recordaba a los días de estudio en la biblioteca, pero mucho más agradable, sin presión ni agobios.

Chromsa había notado el cansancio de Alec, aunque no esperaba la velocidad a la que se durmió en el sillón. Un poco más y se habría dormido a media contestación. Con más tranquilidad y una sonrisa, de dirigió sin alzar demasiado la voz al pegaso: -Bueno, creo que se merece un descanso después de todo. Voy a estar arriba si necesitas algo.- Tras ello, el ochrorio subió a su habitación y pasó lo que quedaba de día investigando sobre sus nuevos poderes. De momento lo que le quedaba claro es que su sentido del peligro era tan útil como problemático hasta que consiguiera controlarlo.

Los días siguientes fueron bastante ajetreados. De primeras, al día siguiente habían quedado ambos torreones para poner en común qué sabían sobre el grupo de Maciel. Por desgracia, nadie había encontrado nada, ni siquiera Erknest que, según él, "había buscado incansablemente en cada rincón de la ciudad y hablado con todos sus conocidos". Era una mala noticia, pero todavía podían seguir buscando; no debían perder la esperanza. Aparte de aquello, la reunión fue bastante animada y estuvo hablando con todos tanto por saber cómo se encontraban como por curiosidad sobre sus transformaciones. Sobre todo, pasó mucho tiempo charlando con Maila, Toni y Ulmara. Le alegró saber que había más brujos entre los nuevos y tenía curiosidad por cómo controlaban sus dominios. Al final del día, algunos decidieron cambiar de torreón. Muchos eligieron ir a Serpentaria (lo cual le alegraba ligeramente. No habían convivido con los de Séndar, pero se llevaban lo suficientemente bien para que quisiera conocerlos más), aunque otros como Alec decidieron marchar a la Sede. Sabía que iban a seguir viéndose a pesar de que vivieran en sitios distintos, pero eso no quitó que se despidiera del escocés con un buen abrazo y un -Cuídate. Estaremos aquí para lo que necesites.-

El resto de días el brujo estuvo bastante ocupado. Por una parte, antes de marcharse de la reunión, Erknest los citó a Adam y él para encontrarse al día siguiente. No tenía muy claro que quería, pero no se opuso a ello. Ya en aquel momento, y con la característica extravagancia del caballero, éste les propuso ser sus escuderos. Chromsa tenía claro que no era mal tipo en absoluto, y siendo una ayuda mutua, aceptó el cargo sin mucha dificultad. No era la forma más normal de hacer un trato, pero no se lo tuvo muy en cuenta.
Por la otra parte, se dedicó a sacar partido de su faceta de brujo. El ochrorio practicaba algunos hechizos nuevos junto a su pareja, intentando elegir aquellos que pudieran realizar ambos aunque de vez en cuando elegía alguno más avanzado. También estuvo practicando a dar formas a sus hojas. El libro autobibliográfico daba algunos consejos sobre cómo hacer figuras con ellas y estuvo siguiendo sus pasos todo lo que podía. No tenía mucha experiencia, y dar las órdenes mentalmente complicaba un poco el proceso, pero con práctica comenzó a hacer algunos avances. Todavía le quedaba mucho camino, pero ya era un inicio.

Sin embargo no todo fue perfecto. A los pocos días de la salida de la Luna, Chromsa comenzó a tener una sensación de angustia e incertidumbre. Lo extraño es que no encontraba el motivo de ello. Por supuesto le seguía dando vueltas al tema de cómo se reencontraría con su familia y, después de lo ocurrido con Alec, quería hablar con Lethe sobre algunas cosas (aunque no sabía muy bien cuando y cómo encontrar el momento), pero nada de ello era la causa principal. Ni siquiera era que Reina también parecía haber desaparecido y no sabían nada de ella excepto por una nota que había dejado, aunque si aumentaba su preocupación por todos los que faltaban. Había otra cosa, algo que no conseguía recordar y que tal vez tuviera relación con un sueño que había empezado a tener cada noche, pero del que no recordaba nada al despertarse excepto la sensación de que era el mismo que la noche anterior. Además, después de la revelación que le había dado la Acromía no le mandó ninguna señal más, lo cual aumentaba sus nervios aun más.

A pesar de todo lo que hacía, esos sentimientos lo carcomían todo el tiempo y cualquiera podría notar que le pasaba algo. Hubo algunas excepciones que aliviaron aquello. Uno de los días visitó con Adam y Luci la clínica de Enredo, la persona que había salvado a Alec. Su charla con él y su experiencia con su dominio animaron al ochrorio. Más tarde, Adam intentando animarle un poco decidió traerle más hojas y en el mismo instante en que las vio notó un subidón de energía. Se lo agradeció enormemente. También llegó un momento en que Kolja decidió cambiar su nombre y realizó un ritual que, según el libro que había leído el terrestre, solía hacerse cuando se cambiaba. La idea de quemar sus cosas no le gustaba, pero aquello del nombre...

Fue finalmente un tiempo después que, después de tantas noches con imágenes y sonidos difusos, consiguió captar una frase.


El ochrorio se despertó al instante antes de que pudiera escuchar el final de aquel sueño. Era Chrille la que hablaba, recordaba aquel día. Y lo mejor, por fin entendía todo. Ya recordaba lo que su mente había estado intentando sacar a flote todas aquellas noches y tenía la señal que le había estado pidiendo a la Acromía. Con una alegría inmensa, salió sin pensarlo de su habitación escaleras abajo en busca de sus amigos. Las hojas volaban tan rápido como él corría mientras vociferaba con una gran sonrisa: -¡Alabada sea la Acromía! ¡Por fin lo entiendo todo! ¡Tenía las respuestas frente a mí y no me había dado cuenta! ¡Pero por fin, dichosa sea la Acromía!- No había caído que, si bien no era tan temprano, todavía podía haber alguien durmiendo. Pero en ese momento no le importaba. En ese momento, había nacido su nuevo propósito y un nuevo nombre sobre el que lo llevaría a cabo.

—Oh vaya… —soltó Adam convencido de que Alec estaba especialmente cansado, tanto como para quedarse dormido en el sofá. Ante lo que Chormsa le dijo asintió comprensivo— Cierto. En un rato te veré arriba, de mientras voy a mi cuarto a descansar los ojos un poco —después de un rato se fue a su habitación, recostándose en la cama. Todavía había mucho que procesar y el mercado lo abrumó mucho. Mientras miraba el techo, una tenue brisa de sueño fue suficiente para que cerrase sus ojos y descansase la mente de todo. Por unos segundos, la comodidad lo llevó a ese cuarto, el suyo. Un escritorio, una alfombra familiar, todo estaba en su mente. Debía olvidar su vida pero la nostalgia lo ataba. La morriña le escocía y un par de gotas humedecieron sus párpados antes de nadar en el sueño profundo.

La reunión con los sendarios se concretó y tuvo tanto buenas como malas noticias. Por un lado pudo reunirse con todos los que una vez vio en el torreón silente mas otros que no llegó a conocer. Pudo conocer Rua, aquella persona de la que Neariel hizo mención y para sorpresa del pegaso, no estaba solo pues ella compartía un destino similar al suyo. Le hizo una buena compañía e hicieron buenas migas. Por otro lado, no se sabía nada acerca de los habitantes de Maciel y eso lo preocupó. Mas ese sentimiento fue a peor con la desaparición de Reina. Los cambios en ella no pudo verlos, quizás no tuvo tanta suerte y decidiera esconderse. Adam se aferró a aquella posibilidad, rezando a Dios, la Acromía, la Luna Roja, todo lo que fuese necesario para tener fe en su seguridad.

En esos siguientes días tuvo su esperado encuentro con Enredo, un brujo de las enredaderas el cual su dominio vio similar al de su pareja, teniendo una conexión mágica con materia vegetal en cierto modo también. Fue una charla agradable sobre un tema de interés: la medicina. Al final de todo, la platica salió muy bien ya que Adam junto con Luci fueron aceptados como sus aprendices. Adam contuvo sus lágrimas de alegría sabiendo que tendría al fin un propósito, algo que estuvo buscando desesperadamente.

Hablando de propósitos, tanto el pegaso como el fauno recibieron una curiosa oferta de Erknest. Adam no estaba del todo convencido de ser un escudero de alguien que acaba de conocer pero lo consideró, viéndolo como una forma de conocer más mundo. Aparte el kaimatachi se le hacía algo, ¿vulnerable a la mayoría de cosas? Eran sensaciones suyas que le llevaron a aceptar junto a Chromsa.

No dejó de practicar magia. Intentaba entrenar su cuerpo pero el tiempo es limitado y Adam no hacia mas que redescubrir sus poderes y sacar más rendimiento de su magia en pos de curar y hacer más cosas útiles. En ocasiones ayudaba a Chromsa y su pareja lo ayudaba a él, aunque el ochrorio fuese más capacitado con su magia. También se enfocó en sus estudios de medicina, tanto autodidacta como por guía de Enredo. Su transformación a pegaso la tenía más controlada, pudiendo convocar su otro cuerpo a voluntad, mas o menos. En cuanto a sus alas aun no se ha atrevido a volar con ellas, temía ceder a una mala caída y lastimarse o algo mucho peor.

En uno de esos días, su pareja daba algunos signos de sentirse angustiado por algo. Adam habló con él, en busca de la causa que la hacía sentir mal. El mismo ochrorio no sabia exactamente que le pasaba y lo relacionó con la necesidad de tener más hojas secas. El pegaso ofreció hacer búsquedas frecuentes para que no le faltasen y en ocasiones tomaba algo de su tiempo libre para salir con un saco al exterior y recolectar las hojas más secas que veía por tal de que Chromsa fuese feliz con su dominio natural. Para él se guardó unas pocas que consideraba bonitas, quería hacer uso de ellas como un decorativo futuro.

Era de madrugada y Adam despertó de golpe al escuchar los cascos de las paras de Chromsa chocar contra la madera, resonando en unos rápidos golpes acompañado de su animada voz. Adam asomó la cabeza por la puerta aun en pijama, siguiéndolo rápidamente abajo.

—¿Qué pasó Chromsa? ¿A qué te refieres? —se acercó a Chromsa y preguntó algo exaltado y asustado por los intensos estímulos provocados por el exagerado ánimo de su pareja nada más empezar el día.

Estaba a medio camino de su habitación al salón cuando escuchó la voz de Adam. Instantáneamente frenó y se giró para encontrar a su pareja en pijama, al igual que había salido él. Se le iluminó la cara al verlo y con el mismo entusiasmo con el que había bajado se le acercó. -¡Adam, cuanto me alegro de verte! ¡Que bien que estés aquí en un día tan importante, hay tanto que contar!- decía mientras abrazaba a su pareja con mucha más energía que de costumbre, tanta que hasta las hojas lo abrazaban como si fueran más brazos.

Aun con todo el entusiasmo, no tardó en caer que aquello de buena mañana no era la mejor forma de hablar, así que dejó espacio al ruso y comenzó de nuevo la conversación sin perder la efusividad: -Perdón si te ha molestado, es solo que no quepo en mí de la alegría. ¿Recuerdas que estos días he estado un poco mal y tenía un sueño que no recordaba? ¡Pues resulta que la Acromía estaba intentando mandarme otra señal, como con la salida de la Luna! ¡Me-Me ha dado una misión y me ha encomendado cómo realizarla!- Tenía mucho que contar, pero se fijó primero a su alrededor antes de preguntarle: -¿Sabes si el resto está abajo o siguen durmiendo? Me gustaría deciros algo importante a todos.-

Siguiendo la carrera de su pareja, el cual era bastante rápido, se alivió cuando respondió a sus preguntas. Con el rostro de plena alegría le abrazó junto a varias hojas secas que transmitieron el mismo gesto, para explicar que es un día importante para el ochrorio. Adam, con algo de sueño retenido, lo rodeó con sus brazos inmediatamente. Chromsa se separó, cosa que entendió.

—N-no te preocupes no me molestó —se sinceró algo ruborizado por el abrazo—. No sé si estarán despiertos aun. ¡Pero me alegro por ti, Chromsa! ¿Bajamos al salón para esperar al resto y así nos cuentas la señal que te ha dado la Acromía? —ofreció otorgando su mano, contagiado del buen humor de quien tuvo enfrente.

-Menos mal- respondió a lo primero que dijo Adam compartiendo parte del rubor que tenía el ruso. En cuanto le tendió la mano no dudó en tomarla y contestar: -¡Claro, por supuesto! ¡Esperaremos allí, seguro que tienen que estar al bajar!- Se pusieron en marcha hacia el salón, no tan rápido como en cuanto salió de la habitación pero sí lo suficiente para que su pareja tuviera que poner un poco de empeño en seguir el ritmo. Si notaba que iba más lento o se lo pedía, Chromsa reduciría la velocidad y se disculparía.

Ya en el salón, vio que eran los primeros en llegar. No se había fijado en la hora, tal vez se había despertado algo más temprano que de costumbre. Independientemente de si Adam se sentaba o no, el ochrorio se quedaría de pie dando vueltas por la habitación, casi como si flotara de un lado a otro como una de sus hojas. Los nervios de contarle aquello a todos y la alegría de la revelación le inundaban a partes iguales y hacía que no pudiera quedarse quieto. Comenzó a decir durante sus vaivenes: -Gracias por estar y perdona si te he despertado. Ha sido todo tan repentino, pero tenía que hacerlo. Te puedo asegurar que no es nada malo ni peligroso, pero es muy importante. Al fin y al cabo, son designios de la Acromía. Ojalá no tarden en venir, tengo ganas de contaros todo y...- Si nadie le paraba, el brujo seguiría hablando y repitiendo sin querer los mismos puntos. Desde luego, no iba a tranquilizarse hasta que llegara el momento de hablar de ello con todo el grupo.

El pegaso, en cuanto Chromsa tomó su mano y prácticamente lo llevó corriendo, intentó seguir su ritmo frenando en un par de ocasiones donde de verdad sus piernas no eran tan rápidas como las de su pareja.

Una vez en el salón no se extrañó que no hubiese nadie pues era bastante temprano. La soledad y la leve iluminación de la mañana lo hicieron bostezar y humedecer un poco sus ojos los cuales frotó con sus nudillos.

—Voy a sentarme, si no te importa —tomó asiento en uno de los sillones adyacentes a la chimenea. Esperaba que Chromsa se sentase también pero su pareja estaba lo suficientemente nerviosa como para dar vueltas sin cesar junto a sus hojas. Adam estaba adormilado y apoyó su cabeza en su mano, recostado en el reposabrazos. No sabía exactamente que le ilusionaba tanto a su pareja pero ver tan feliz a quien consideraba su ser más cercano lo hizo sonreír con los ojos entrecerrados, escuchándolo en bucle. Se le escapó una risa—. ¡Jaja! Tranquilo hombre. Nunca te he visto tan nervioso por algo, tengo ganas de escuchar tus buenas noticias—. Dijo conservando lo dormido que estaba, sonriente.

La risa de Adam consiguió que el ochrorio parase y prestase atención en él. Ahora acababa de fijarse que su pareja seguía un poco dormida, confirmando que había despertado al ruso con el alboroto con el que había salido de la habitación. Además, por las ventanas entraba la claridad suficiente para saber que amaneciendo ahora mismo. Se sintió un poco culpable por haberse dejado llevar por su emoción y haberlo despertado tan temprano, aunque las palabras de Adam lo reconfortaban.

Devolviendo una sonrisa, le contestó más tranquilo: -Cierto, perdón. Es que... Bueno, no todos los días ocurren cosas así, y mucho menos dos revelaciones en unas semanas. En Ochroria solo he escuchado de casos así que ocurrieron hace muchísimo tiempo y solo a gente importante de las Iglesias. Y que ahora me haya pasado a mí... Cuando vi la Luna sabía que me deparaba un destino importante, pero ahora he entendido el qué exactamente y...- Por supuesto, que estuviera tranquilo al empezar a hablar no quiere decir que se mantuviera así. De hecho, mientras iba contándole eso y pensaba en ello, la emoción volvía con más y más fuerzas y acabo por volver a moverse por toda la habitación. Al menos esta vez se dio cuenta a tiempo y se obligó a parar. -Perdón, he vuelto a hacerlo otra vez- se disculpó dejando caer una risilla.

Adam asintió paciente y tranquilo ante las disculpas del ochrorio, quien seguía hablando sobre su revelación. El pegaso no había vivido la vida de su pareja ni tampoco se crió en su entorno pero tomando base de todo lo que escuchó de él entendía por lo que estaba pasando. Adam nunca ha sido demasiado creyente de cosas místicas, sin embargo recientemente ha sido rodeado de eventos y criaturas que siguen otra lógica. No era quién para cuestionar la Acromía de la que tanto habla Chromsa, sin ir tan lejos ha estado delante de un ángel, un ser divino procedente de las creencias de su lugar natal.

El pegaso restó importancia a las acciones de Chromsa, negando con la mano cuando se disculpó de vuelta. Se incorporó y anduvo lento a la cocina para volver con un vaso de agua, frotándose los ojos por el camino.

—No voy a negar que es algo difícil para mí entender la Acromía. Pero creo en ti, entiendo que por tener esas visiones te convierte en alguien especial. Bueno, todos somos especiales en cierta medida y el haber venido aquí es una prueba de ello. Quién diría que podrías controlar las hojas, ¿verdad? —agarró una de las hojas al vuelo con suavidad. Parecía tener vida por como se movía y la manipuló con mucho cuidado consciente del estrecho lazo de su pareja con estas.

La pequeña clinger no dudó en corresponder el abrazo, tanto por Lethe como por ella misma. Aunque se sintiera torpe con sus palabras, también sentía que había ayudado a la enderth. Se lo notó en la cara —aunque fuera bastante ajena a la que ella conocía— y el tono de su voz cuando se apartaron.

—¡Por supuesto Lethe! Ya se te nota en la cara que necesitas descansar, jo. —Todos lo necesitaban.

Se levantó de la cama de un salto y se marchó de la habitación, aunque no sin antes soltar un “descansa bien”. En cuanto al resto del día, lo pasó los que se quedaron en la planta baja.


El tiempo parecía transcurrir de forma atropellada durante los días siguientes, o al menos aquella era la impresión que le daba a Kradko. Con toda seguridad aquello era el fruto del ajetreo que experimentó ya solo con habituarse al nuevo lugar y a interactuar con nueva gente, algo para lo que ya había perdido la costumbre. Sin duda la torre estaba mucho más habitada de lo que vio durante su primer día.

Aunque no tardarían en despedir a uno de los suyos. Alec decidió marcharse al otro torreón. Aquello la entristeció un poco, aunque entendía que aquello no significaba para nada que se fueran a dejar de ver. No estaban ni siquiera lejos.

Algo en lo que pasó bastante de su tiempo fue en explorar sus nuevas posibilidades. En especial el hecho de que fuera capaz de volar. Supuestamente. En primer lugar, mover aquellas alas no era para nada como las anteriores. La memoria muscular que había desarrollado con los años no hacía más que entorpecerle ahora. Pero sospechaba que no todo el secreto se encontraba en mover las alas y ya.

Lo que sí logró en algunas ocasiones, en especial cuando alguien la ayudaba haciéndola levitar, es hacer algo de ese ruido que se describía los libros. Se ve que aquel ruido era peligroso, pero no sabía muy bien cómo iba a evitar emitirlo en el futuro. Aunque primero debía aprender a hacerlo.

Uno de eventos principales de aquellos días fue la reunión con los otros cosechados. O al menos con los de uno de los torreones. Lo cierto es que Kradko esperaba ese encuentro y tenía mucha curiosidad por preguntarles sobre sus propias transformaciones. Tenía el suficiente tacto para no insistir en la información que no le quisieran darle, aunque aquello supusiera en ocasiones un esfuerzo extra por su parte.

Por desgracia en aquel encuentro también supieron que sus compañeros de cosecha tampoco sabían nada sobre los del Torreón Maciel. Aquello la inquietó y no dudó en unirse a la búsqueda. Aunque lo de volar aún no se le diera muy bien y no podía hacerse levitar a ella misma, su capacidad para trepar por casi cualquier superficie resultaba muy práctica en ese entorno. Sin embargo, la búsqueda no dio ningún resultado. Era como si la proximidad de la Luna Roja los hubiera evaporado.


Como era habitual, Kradko fue de las primeras en despertar. Como aún no tenía hambre, decidió salir y tomar un poco el aire en las inmediaciones de la torre. Para su sorpresa, no tardó mucho en oír las voces de Chromsa y Adam viniendo del salón. Curiosa, asomó su cabeza por unas de las ventanas.

—¡Ey pescaditos! Qué raro veros despiertos tan pronto.

Su investigación durante aquellos días le dejó dos cosas claras: que sí corría peligro incluso si no tanto como Adam o Rua, y que le iba a costar poder elaborar un plan con el que intentar proteger a sus amigos. Sus capacidades mágicas no eran de las más altas precisamente y, aunque tenía acceso igualmente a varios hechizos útiles que ya tenía en su punto de mira (juego de palabras inintencionado) no iba a ser ella quien pudiera llevar el mayor peso en aquel frente. Tenía claro que necesitaban aquel hechizo de traslocación, que suponía que era lo que había usado el tal Krono Rádem cuando los recibió en la Torre el primer día y les pidió a Kahlo y quien la acompañase si podían preguntarle al respecto. Al parecer el irrense no usaba magia si no que su transformación le permitía hacer una movida muy rara de comparar tempos en su cabeza para desplazarse de aquella manera, pero les dijo que estaba familiarizado con el hechizo y que podía enseñarles las bases. También les explicó que se podía anclar a “circuitos rúnicos” y utilizarlo incluso si no poseías la capacidad para lanzarlo, lo cual le pareció muy útil pero complejo a la enderth. Empezaban a ser demasiados conceptos nuevos y se sentía bastante abrumada.

Otra cosa que creía que debían solucionar pronto era el empezar a aprender a volar. Eran varios los que habían adquirido aquella capacidad y la horus preguntó a Kirés por el tema. Él le dirigió a la torre Doce, donde al parecer había otros veteranos que se ofrecían a ayudar a novatos como ellos e, irónicamente, parecía ser que su cosechador se contaba entre los maestros de vuelo. Cuando se enteró no supo si reír o suspirar profundamente. Optó por las dos al final. Iba a ser un encuentro… interesante ese, cuando se llevase a cabo.

Por lo de pronto estaban más ocupados intentando buscar al grupo de Maciel… y encima Reina también había desaparecido. La humana había dejado una nota, pero no era precisamente tranquilizador que no diese señales de vida por varios días. ¿Por qué se había marchado? No había dado razones ni especificado cuánto pensaba estar fuera. Tampoco le hizo especial gracia que Alec se mudase al otro refugio, pero entendía que el edificio complementario cubría mejor sus necesidades y respetaba su decisión. De todas formas, algunos de los del otro grupo se mudaron a Serpentaria y entre ellos varios le caían bastante bien, por lo que eso era algo positivo al menos.

Cuando no estaba intentando buscar a los chicos de Maciel o a Reina (el hechizo de localización que se apresuró en aprender no le ayudó en nada) se había dedicado sobre todo a entrenar físicamente, ya que parecía que ser una horus la había vuelto considerablemente más fuerte, veloz y otras cosas. No tanto como Alec ni de lejos, ni siquiera como Kirés, pero si tenía mayores capacidades pensaba aprovecharlas. Y durante su tiempo a solas practicaba magia. Empezó por aquellos hechizos que ya conocía pero que nunca había podido realizar antes de transformarse: tenía claro que debía armarse de paciencia con el aprendizaje mágico, por mucho que le hubiera gustado un atajo fácil para poder proteger más eficientemente a sus amigos.

Aquella mañana se despertó como de costumbre y se sorprendió de encontrarse ya a Chromsa y Adam en el salón. No tanto a Kradko, a quien sabía tan madrugadora como ella.
—Buenos días —les dijo.
Pensaba continuar hacia la cocina para desayunar algo rápido antes de volver junto a ellos y preguntarles si tenían algún plan para ese día, ya que habían madrugado tanto.

Kolja se quedó un tiempo estudiando con Amira, hasta que su propia naturaleza le impidió seguir centrado en el libro, lo de estudiar de verdad que no era lo suyo, necesitaba movimiento y ejemplos prácticos para aprender las cosas. Se llevó los libros consigo a su cuarto para echarles otro vistazo otro día y se acostó temprano, cansado por todos los sucesos de la pasada noche.

Al día siguiente de camino a visitar a los sendarios en la sede le pusieron al día con los sucesos del día anterior. Se mostró muy interesado con lo que habían visto en el mercado y alegre de que al parecer hubiese transformados amables, aunque aquel chaval italiano le parecía algo excéntrico. En cuanto a lo de Alec Kolja empezó a menear la cabeza incrédulo de lo descuidado que había sido el escocés, hasta que se dio cuenta de que él, hace unos meses y en la misma situación, tampoco hubiese dudado en ir solo. Hoy en día no lo hubiese hecho, pero decidió que no era la persona adecuada para decirle nada al granjero y con un encogimiento de hombros dio por aparcado el tema.

Durante la reunión con sus compañeros cosechados se mostró alegre de que todos pareciesen estar bien, dentro de lo que era estar bien al haber vivido tal cambio. A los que le preguntaron les contó en lo que se había transformado, por supuesto haciendo primero el chiste de que la luna le había transformado en la encarnación de su oficio. No se mostró demasiado preocupado por los macieleros, si habían dejado Sendar en grupo lo más seguro es que siguieran juntos en algún sitio y que necesitasen tiempo para procesar sus cambios y mostrarlos al mundo. También se dijo que no le preocupaba que había sido de Reina y que había sido su propia decisión alejarse del grupo e ir por su cuenta, aunque él mismo sabia que si que sentía algo de preocupación.
Al principio de la reunión se mantuvo alejado de Nea por la impresión que le causó, una sensación que al parecer formaba parte de la transformación de ángel, pero cuando se acostumbró se acercó a él, bromeando sobre el hecho del estirón que había pegado el frivy y que si antes le parecía que no chocaba suficientes veces con los marcos de las puertas.


Durante las siguientes semanas Kolja se dedicó a estudiar los libros que había sacado del estudio, un día mientras estudiaba frente a la chimenea tuvo un encuentro descabellado con un transformado y la que, descubrió, era su novia. Sintió que era un tío con el que podría hacer buenas migas, pero decidió centrarse en sus estudios antes de ir haciendo contactos. Sus progresos con la ceniza ferrea no avanzaban tan rápido como pensaba que irían en un principio y eso le frustraba.

Fue también aquel entonces cuando Alec les comunicó que se iba a mudar a la Sede de los Taumaturgos. Le apenaba que no fuesen a vivir todos juntos en Serpentaria, pero entendía que aquel no fuese el lugar adecuado para que el tremor perfeccionase sus habilidades. Despidió al granjerito (ahora era más alto que él, podía seguir usando el diminutivo?) con una palmada en el hombro y palabras de ánimo y hermandad.

Durante aquellas semanas también decidió cual sería su nuevo nombre de cara a la ciudad. Como en un principio solo lo iba a utilizar con otros transformados que conociese a partir de entonces no se molestó en comentárselo a sus compañeros, si no que fue solo a aquella catedral espeluznante para seguir los pasos de la tradición que venía descrita en el libro que había leído.

Pocos días antes Alec le había dicho que buscando alguien con su transformación había descubierto de una pareja de veteranos del ejercito, él era un tremor y ella una minotaura que trabajaba de herrera. Cuando el escocés le había preguntado si quería ir con el a conocerlos el alemán se había apuntado al segundo.

Aquella mañana se despertó temprano por los nervios, pero estando descansado decidió levantarse e irse preparando, quizás estudiar un poco más si le daba tiempo antes de la hora a la que había quedado con el tremor.

Al día siguiente fueron a visitar el otro refugio, como habían planeado. Allí parecían haber acabado el resto de cosechados, pero no los de Maciel, ni Reina, de la que no sabían nada desde antes de la Luna. Aunque fue un verdadero alivio ver a salvo a los habitantes de Sendar, Luci pasó el reencuentro pegado a Lethe y manteniéndose al margen. Evitó especialmente a Neariel (antes Nerys) justo porque parecía el más interesado en su transformación debido a las similitudes que compartían, y también porque su presencia le causaba pavor. Esquivó todas las preguntas respecto a los dones que le había dado la Luna y por cortesía no preguntó a nadie sobre ello. Eso sí, puso la oreja como el que más. Al final del día Alec les comunicó que prefería quedarse en ese refugio y a Luci no le hizo ni pizca de gracia, pero no dijo nada al respecto.

Los días siguientes los dedicaron a una infructuosa búsqueda de sus compañeros perdidos a la que también se apuntó el nuevo amigo raro de Adam y Chromsa. No parecía mala persona, pero a Luci le atacaba los nervios.

Estaba claro que la Luna Roja traía más cambios de los que había imaginado, y estos se sucedían sin importar si al ángel recién nacido le daba tiempo a asimilarlos o no. Los bultos de su frente se transformaron en dos cuernos negros que odiaba con toda su alma. Permitió que sus compañeros supieran de ellos pero los mantenía casi siempre ocultos bajo el gorro. Permanecer encerrado en su habitación ocultando su fealdad no era una opción: no podía dejar de servir de apoyo a sus amigos. Acompañó a Kahlo a la clínica y estaría con ella para lo que necesitase. Intentaba pasar tiempo con sus amigos mientras estudiaban y trató de no perderse ninguna comida en grupo o salida. Adam, Chromsa y él fueron a ver a ese brujo médico que había salvado a Alec y este aceptó a Adam y a él como aprendices, aliviando una espinita que tenía clavada desde hace mucho. Avanzaba por pura cabezonería, pues en realidad se sentía como una auténtica mierda. Nada de lo que encontraba sobre su transformación hacía que le gustase, ni siquiera comparándola con otras mucho menos afortunadas, y saber de su precio le hizo hiperconsciente de todas las pequeñas mentiras que contaba en su día a día. En una de esas búsquedas de información se encontró con Neariel en la biblioteca y se armó de valor para hablar con él y excusarse por su comportamiento en la Sede.

Kolja se cambió el nombre. Parecía realmente orgulloso de su nueva naturaleza. Luci se planteó si cambiar el suyo, no por las razones de su amigo si no más bien por lo diferente que se veía a como era en Daelicia. Diferente para mal. No sabía si merecía el hermoso nombre que habían elegido para él sus padres. Y hablando de padres, los echaba terriblemente de menos.

Tener tanta comida a su disposición se había vuelto más una maldición que una bendición. Todavía no se había atrevido a cocinarse nada, agarraba cualquier cosa dulce que tuviera a mano y la devoraba con ansia, solo para vomitarla poco después. Era algo absurdo, como un miedo primario a volver a tener que racionar el azúcar de su dieta, a pesar de que las despensas de la torre nunca estaban vacías. No consideró pertinente molestar a sus amigos con nada de esto.

Esa mañana despertó en el estudio de la torre sin recordar en qué momento se había quedado dormido. Le gustaba estar allí, por alguna razón la visión del cielo bestial de Rocavarancolia y la luz de la luna le tranquilizaban cuando antes le habían dado miedo. Cerró su libro, recogió sus apuntes y fue a darse una ducha (le había cogido el gusto a eso de las duchas). Bajó ya limpio y refrescado en busca de su desayuno y oyó la voz excitada de Chromsa en el salón, por lo que se devió a ver qué ocurría.

-Buenos días -dijo asomando por la puerta. Alzó las cejas desconcertado al ver a Kradko encaramada a una ventana -¿Pasa algo?

Las semanas se sucedieron a un ritmo vertiginoso, tras el encuentro entre los dos grupos la joven decidió internarse en la Torre Serpentaria, refugio escogido por ser el que albergaba mayor número de sus amigos y por contar con salas de entrenamiento mágico. Desde que llegó a la ciudad había sido dotada de magia, y Fleur no tuvo motivos para pensar que la Luna Roja la había privado de ella. No tardó en darse cuenta de que su elección  fue la correcta, podía seguir lanzando hechizos y ahora con mucho más aguante y soltura, aunque intuía que había diferencias al entender el concepto del precio. En algunos de sus amigos se traducía al tiempo, otros como Maila o Toni debían estar en presencia de su dominio. Pero ella no conocía el suyo, como tampoco su verdadera naturaleza. No parecía ser una licántropa o animorfa como pensaron en la biblioteca en un principio, ya que estos seres eran incapaces de conjurar nada. Pero entonces... ¿De qué se trataba?.

Sufría transformaciones repentinas, y daba igual en qué lugar se encontrara que de un plumazo acababa convertida en un mero cisne, en ocasiones incluso se veía obligada a dormir como ave, y a las luces del alba volvía a poseer brazos y piernas en lugar de alas y pico. Quitando aquello, no parecía tener otro don especial y no tardaron en llegar las dudas de si estaba a la altura de sus amigos no porque tuviera complejos de inferioridad si no por no ser capaz de defenderlos. No se atrevió a volar tampoco, pues algunos de los veteranos se ofrecieron a enseñarles y la muchacha esperaba con ansias el encuentro.

Su estado emocional fue variado, los primeros días los pasó sumida en una tranquilidad pasajera, producto de tener la habitación contigua a la hawaiana y del éxito de continuar con vida. Pero una vez se acostumbró los temores acudieron a la llamada y su preocupación por los macieleros y la relación con su amiga aumentó. Dejó de temer en exceso por los primeros, eran poco probable que les hubiera pasado algo horrible a todos y quizás quisieran mantenerse ocultos. Pero Maila en cambio... debía hacer algo, y pronto. Se habían unido con la llegada del astro rojo pero Fleur sabía que debía agradecerle a la urgencia del peligro. Ahora que la tormenta había pasado la bruja seguía mereciendo una disculpa. Y sencillamente... no podía vivir sin ella.


Esa mañana Fleur bajaba con un par de tomos en las manos, había tomado una buena ducha refrescante (tras tantos meses de podredumbre casi lo hacía dos veces al día) y le había servido para deshacerse del sueño matutino. Creía haber encontrado algo, ciertas leyendas de Europa que hablaban de mujeres que se transformaban en cisnes con la magia de los lagos. Eso se parecía mucho más a ella que las imágenes de hombres lobo sedientos de sangre.
—Buenos días a todos —murmuró en voz queda con su fina voz, quedándose a medio camino entre prepararse algo para desayunar y continuar con su lectura, ya que parecía ocurrir algo. Esperaba que nada malo. Tomó asiento mientras pasaba los dedos por una de las plumas de su cabeza distraída y miró de reojo a Lethe, siempre se preguntaba si a la enderth le resultaría tan raro como a ella que pudiera tomar la forma de un ave, siendo ella uno de otro mundo.