Torre Serpentaria

Fue un alivio que firmasen por él, tampoco quería que su consentimiento para quedarse fuese la huella de su pezuña. La puerta del refugio se abrió de pronto y una nueva persona otorgó su presencia al grupo, no parecía humano por sus rasgos pero no quiso pensar en apariencias, solo había que ver su propio grupo.

—<<Buenas, me llamo Adam>> —saludó cordialmente con las fuerzas anímicas que le quedában asintiendo con la cabeza y cerrando sus ojos.

Krono mencionó algo acerca de un implante y también referenció a Reira. Chromsa fue quien se encargó de refrescar al pegaso quién era, pues tampoco retuvo demasiado a quienes eran ajenos al Torreón Silente. Se alegró de que Kahlo albergase visibles esperanzas de recuperar su miembro perdido aun con todas las tensiones entre ellos dos, tensiones que Adam deseaba disipar en un futuro intentando hablar y hacer las paces.

—<<Me… me gustaría entrar también, tengo curiosidad por ver el interior>> —el ruso otorgó su opinión. Desde que se transformó estuvo en tensión y ver por dentro el refugio quizás lo relaje un poco.

—¡Oh Dios mío, lo siento muchísimo! ¿Estás bien? —preguntó a Xalkoth cuando su caballo le dio una coz. Le había hecho gracia, y tal vez el clinger se lo merecía un poco por molestarle, pero solo faltaba que se enfadase con ella, por lo que reprimió su risa y se acercó al clinger. Por suerte parecía estar bien, y entre respuestas a sus diversas preguntas llegaron a Serpentaria. Amira había desconectado de la conversación en cuanto Kirés mencionó que la Tierra tenía restricciones a la hora de volver. Las llaves de su casa se le hicieron extremadamente pesadas de golpe. Eso significaba que sería complicado conseguir que la dejaran volver, ya no hablar de no volver a pisar aquella ciudad. A pesar de sus nuevas orejas emplumadas, y de tener un caballo alado que la seguía, había mantenido la esperanza de volver a casa y ver a sus padres y a sus amigas.

En la entrada les esperaba una mujer de ojos vendados, a la que escuchó con todo el interés del que era capaz. Si era un refugio para magos, igual era mejor ir al otro sitio, pero todos parecían interesados en quedarse allí, y no tenía ganas de ir sola a la Sede. La demostración mágica de Kolja la hizo sonreír, contenta porque el alemán fuera capaz de hacerla, pero no la daría energías para intentarlo ella. Si no podía se sentiría igual de inútil como hace meses, cuando la magia había dejado de funcionar. Probaría más adelante, sin público, por si había tenido la misma suerte que Kolja.

Algunos comenzaron a firmar para vivir allí, aunque ella no lo haría aun: esperaría ver los dos refugios, y luego decidiría, aunque tendría en cuenta también lo que decidieran sus compañeros. Dudaba sobre qué haría, porque no quería quedarse sola. El pegaso se acercó a ella, notando su nerviosismo, como intentando tranquilizarla, y la valkyria apoyó la mano sobre su morro, agradeciéndoselo. Fuera al refugio que fuera, al menos estaría acompañada, y eso la hacía sentir algo mejor.  Iban a entrar cuando salió un chico con hocico, parecido a aquella chica de Maciel, Reira. De hecho, preguntaba por ella, aunque sus compañeros ya le habían respondido lo que sabían. Se mordió el labio al pensar en el otro torreón. ¿Estarían bien? ¿Por qué no habían llegado allí? A lo mejor estaban en la Sede, o… Solo esperaba que no les hubiera pasado nada.

—Seguro que están de camino, o en la Sede —dijo, aunque no sabía si era para tranquilizar a Luci o a ella misma —. No creo que se perdieran el mensaje de la reina. Creo que será mejor entrar, sí… —Miró al pegaso. No sabía si le dejarían entrar, teniendo en cuenta que no era un transformado como Adam, pero no la apetecía especialmente dejarlo fuera, se sentía cómoda a su lado. —Hm, respecto a eso… ¿el pegaso este puede entrar o hay alguna clase de establos o algo…?

Kradko no estaba muy convencida. Pero, como supuestamente se podía mudar en cualquier momento, decidió seguirle el juego a Lethe y firmar el pergamino. Aunque, sospechaba, igual decidía cambiarse en cuanto viera el otro.

Pocos segundos después de dejar la burocracia a un lado, alguien más apareció por la puerta. Su aspecto y sobre todo su brazo mecánico le recordaban a alguien, pero la clinger por sí misma no lograba discernir a quien. Por suerte para ella, el tal Krono le facilitó encontrar la respuesta enseguida. Y le hubiera respondido a su pregunta de no ser por eso…

—¡Ualaaa ese brazo mola mucho! —Y claramente sin haber entendido o prestado mucha atención a la insinuación de Kahlo, dijo mucho más directa—: ¡Mira Kahlo él te puede ayudar con tu… tu brazo!

Por favor que alguien la calle.

Krono Rádem

—Sí, es por su implante —le respondió al clinger.
Al parecer los chicos nuevos la conocían, y se llamaba Reira, pero no sabían dónde estaba. Parecían preocupados por sus compañeros y estaba a punto de proponer algo cuando se le acercó la varmana con aspecto de polilla. Dirigió su mirada hacia el muñón que le mostraba y asintió con comprensión.
>>Soy cirujano y biomecánico de implantes y regento una clínica y taller —comenzó a buscar en uno de los bolsillos interiores de su bata gris y sacó un trozo de pergamino que le tendió a Kahlo—. Te puedo ofrecer un implante básico con posibilidad de pago a plazos y un veinticinco por ciento de descuento que realizo en el primer encargo mientras se trate de este implante en particular. Si conocías a la irrense que busco presupongo que ya lo habrás visto en funcionamiento, pero se trataría de un implante muy parecido al que yo mismo tengo —se remangó para que lo viese mejor y realizó varios movimientos con él—. La tecnología es algo diferente ya que el resto de especies no poseéis el órgano bioeléctrico que permite que sean completamente autónomos, pero el resultado final es prácticamente el mismo.

Al escuchar al niño daeliciano se dio cuenta de que tal vez estaba hablando demasiado para los estándares de otros y se rascó la cabeza con algo de nerviosismo.
—De acuerdo, hagamos esto: entrad en la torre y yo voy a ver si averiguo qué ocurre con Reira y el resto de vuestros compañeros. Volveré enseguida y podremos seguir hablando —añadió lo último particularmente para Kahlo.

Sin dejar espacio apenas para respuestas o comentarios, el kairós comenzó a concentrarse en los tempos hasta buscar uno adecuado, cercano al torreón Sendar, y desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

El pergamino que le había dejado a Kahlo explicaba lo que ya le había dicho, especificaba el precio y la posibilidad de realizar un pago a plazos, así como detallaba algunas características del tipo de implante que le había ofrecido.


Lethe

Estaba satisfecha con la firma de Kradko aunque siguiese habiendo gente que no quería firmar por el momento. En ese instante la puerta se abrió como si su adivinase su intención de entrar, pero en realidad se trataba de alguien que salía. Ese alguien era un desconocido, pero le recordó a alguien que sí conocía enseguida. Y de hecho, estaba buscándola.
<<Qué tipo tan raro…>> pensó al ver su lenguaje corporal y forma de expresarse. No obstante, no parecía peligroso en absoluto, conocía a Kirés y Xalkoth, y también parecía querer ser de ayuda. Le valía.

Intercambió alguna mirada con quien tuviese cerca, tratando de abstenerse de comentar nada cuando el tal Krono Rádem pasó de cero a cien, apenas entendiendo lo que le estaba explicando a Kahlo. Se quedó señalando el lugar en el que había estado hacía apenas un instante antes.
—¿Qué lucios? ¿Era ese tipo una alucinación colectiva? —preguntó con ironía—. Pero, a ver si lo he entendido bien… ¿Vas a tener un brazo como el de Reira? —se dirigió entonces a la varmana.

Alec se disponía a entrar como había sugerido cuando la puerta se abrió y salió una persona que se parecía a... Se llamaba algo parecido a Reina pero Alec no terminaba de acertar el nombre. Reira, eso era. Al parecer la estaba buscando y todo.

El chico no parecía peligroso y al escocés le resultó hasta soporífero, hablaba de forma rara y su lenguaje corporal también lo era, le recordaba a un diapasón con forma de persona. De todas formas conocía a Kirés y Xalk y eso sumaba algunos puntos. Se quedó estupefacto cuando arrancó a hablar, parpadeando asombrado de tanta palabrería rara. Por último el chico desapareció de forma parecida a la bruja que antes había estado allí.

-¿Todo el mundo en esta ciudad puede hacer eso o qué? Ya es la tercera persona que veo que lo hace. Bueno, si a Ataulfo se le puede llamar persona - esbozó una sonrisa. Se acercó a Kahlo para mirar el papel con los precios y demás.- Podemos ayudarte a pagar el implante si lo quieres - ofreció a la chica antes de dirigir su ojo sano hacia el enderth y el clinger.- Por casualidad no conoceréis algún lugar para ganar algo de dinero, ¿no?

Ni Xalkoth ni Kirés se habían dado cuenta que a la varmana con aspecto de polilla le faltaba un miembro, pero ahora que la propia chica lo había dejado ver, aunque fuera con discreción, y a Xalk se le iluminaron los ojos cuando escuchó la sugerencia de Kradko.
–¡Por supuesto! –dijo, señalando a Krono y luego poniendo sus brazos en jarras completamente orgulloso de su amigo. –¡No hay nadie mejor que Krono manejando brazos! Si alguien puede arreglar el de tu amiga, es él.
El kairós, como era de esperar, seguía mostrando una mirada completamente neutra, pero no pasaba nada. Ya se encargaría la plaga de expresar en su lugar las emociones que no mostrara.
Mejor aún. Krono se animó con el tema y empezó a hablar, y xalk se animó también. No entendía ni la mitad de lo que su amigo decía, pero eso no le iba a impedir ayudar y, de ese modo, se pasó toda la conversación a su lado: asintiendo a cada frase y levantando el pulgar de su garra hacia el grupo mientras usaba la tenaza para apoyarse en el hombro del kairós.
Y por supuesto que se cayó al suelo de bruces en cuanto el irrense se traslocó a su siguiente destino.

Kirés, por su parte, había dedicado el tiempo a seguir aclarando dudas, empezando por la de meter al pegaso en el torreón.
–No creo que haya problema siempre que no rompa nada. –Respondió. –Metro vive con Xalkoth en el otro refugio y de momento nadie se ha quejado.
Y era cierto, pero aprovechó la oportunidad para entrecerrar los ojos y mirar al clinger, aún tirado en el suelo, con algo de desaprobación. –Pero si queréis mi opinión, y tú ya la conoces Xalk, la sede no es el lugar ideal para un ave rasa. Ellos acaban de llegar, pero tú… ¿No deberías haberte buscado un hogar y un trabajo a estas alturas? ¿Cuántos años han pasado ya?
–¡Sí, ya lo sé! –respondió Xalk mientras terminaba de levantarse. –Pero… ¿y si te digo que ya tengo algo pensado y ese tema está casi resuelto? –le respondió con un aire de seguridad que más que tranquilizar al enderth le transmitió cierta… cautela.
–¿Debería preocuparme? –preguntó Kirés con cierta desconfianza.
–¡No! –Respondió Xalkoth con una calma absoluta.
–¿Seguro? –insistió Kirés.
–¡Estoy seguro! –insistió ahora Xalkoth.

Hubo una pequeña pausa de uno o dos segundos.

–¿Seguro que estás segur-
–¡QUE SI! –Interrumpió Xalk haciendo un mohín.
>>Yo también he estado pensando lo de Metro, incluso antes que tú. Lo de la casa aún no está listo, pero lo del trabajo ya está en trámites. Confía en mí.

Kirés suspiró, pero decidió confiar y volvió a centrarse en el grupo.
–Disculpadnos por eso. Podemos entrar en el refugio cuando queráis. –les dijo mientras se giraba hacia el chico lleno de pinchos.
>>Y yo no me preocuparía tan pronto sobre el asunto del dinero. Dedicad  primero el tiempo a vuestros propios cambios. Es posible que una vez los sepáis se os ocurran formas de aprovecharlos para precisamente eso.
–¡Y tampoco os preocupéis por vuestros amigos! –añadió Xalk. –Estoy seguro que Krono los encontrará. ¡Incluso puede que  ya lo haya hecho!

Ahora que veía todo aquel asunto en retrospectiva, a kirés le avergonzaba un poco haber sacado el tema delante del grupo. Lo que le pasaba con Xalk era que apenas había llegado a la edad adulta hace nada, y siendo el único de su mundo, a veces...
A veces no podía evitar sentirse responsable

Kahlo estaba tan nerviosa respecto a su brazo -o más bien la falta de este- que, aunque el bienestar del otro grupo le preocupase, el paradero de estos ocupó un segundo plano para ella. Deseó que sus compañeros pasasen dentro y la dejasen sola con Krono Rádem, aunque su presencia dejó de incomodarla cuando el irrense le insufló esperanzas. Sus ojos se abrieron como platos ante cada trocito de información que recibía, atenta a todos los gestos demostrativos que el mecánico hacía con su propio brazo y al pergamino que le había dado. Las preguntas se le acumulaban a una velocidad pasmosa, pero se limitó a asentir cuando recibieron las órdenes de entrar.

La posibilidad de recuperar la extremidad junto a la efusividad con la que Xalkoth apoyaba su trabajo la dejaron mentalmente agotada y hecha un flan, todo en un sentido positivo. Se tapó la boca al notar que la había tenido abierta todo el rato y aprovechó el contacto para intentar calmarse según Krono desaparecía. Tenía los ojos húmedos y cargados.

—Creo… que sí —respondió a Lethe con un hilo de voz, alejando su tiritante mano para ver mejor el papel. Según leía los brazos no solo eran funcionales, sino que también tenían un “ordenador” dentro (algo sabía de ellos gracias a los humanos y Crepúsculo) y lo que más le alegró: sensibilidad. Se habría conformado con algo con lo que poder coger un lápiz, algo que ya estaba muy por encima de sus espectativas, pero con ese implante recuperaría hasta el tacto. Se mordió el labio para no llorar.

Negó con la cabeza y la vista gacha al ofrecimiento de Alec, incapaz en el momento de hacer constancia de su negativa verbalmente. Ninguno de los allí presentes iba a pagarle eso. Aunque Kirés dijese que no se preocupasen por el dinero, Kahlo ya tenía claro de donde iba a sacar el suyo. El cómo y el cuándo lo solucionaría después.

Entró a Serpentaria sin decir nada, demasiado enfrascada en el pergamino y abrumada por su futuro como para dedicarle la atención que el refugio merecía. Hasta que no se calmase no diría nada, sobre todo cuando la ilusión de tener un techo que no daba asco sumaba puntos a sus enormes ganas de llorar. Llorar en público seguía siendo algo odioso para ella, y si tenía que elegir una sola persona con la que hacerlo era Luci, del cual tampoco se separó.

En efecto, la respuesta de Krono no tardó. Teniendo en cuenta el tono del irrense, no habría sido difícil de seguir sus palabras (quitando que Xalk distraía un poco), sin embargo el ochrorio no entendió la mitad de los términos que usó. Aun así, logró quedarse con lo más importantes: en efecto, podía crearle un nuevo brazo que podría pagar a plazos. Chromsa se alegró ante esta noticia, aunque a su vez le preocupó cómo podría pagarle Kahlo teniendo en cuenta que en ningún momento habían visto nada parecido a una moneda en la ciudad.

Iba a preguntarle a Krono sobre cómo podrían ganar dinero cuando les propuso que fueran entrando mientras el buscaba al otro grupo. El ochrorio empezó a decir: -Está bien. Mu...- pero al igual que Dama Aroma desapareció al instante, dejándole con cierta cara de circunstancia ante la sorpresa. Se sumó a los comentarios al respecto, verbalizando lo que estaba pensando ligerísimamente molesto: -No se si será algo que puede hacer todo el mundo, pero al menos podrían esperarse a que nos despidiéramos también.-

En cuanto el irrense desapareció, Kirés y Xalkoth empezaron a hablar entre ellos sobre cómo el clinger debería buscar casa y trabajo. La pequeña discusión, que por el tono le recordaba a su madre cuando Chrille hacía alguna trastada, le sacó algunas muecas que no llevó a risa por respeto.

En cuanto terminaron, el ochrorio volvió a la respuesta de Krono y le dijo a Kahlo con una amplia sonrisa: -¡Cuánto me alegro de que vayas a poder tener un brazo nuevo! Seguro que te quedará precioso.- La vio un tanto extraña, pero Chromsa lo atribuyó al instante a la felicidad que habría sido la noticia para ella. Después, siguiendo tanto las palabras de Krono como de Kirés, entró junto a sus compañeros a la torre con ilusión de ver cómo sería su posible nuevo hogar.

Las respuestas tanto de sus compañeros como de los veteranos consiguieron calmar al daeliciano. Tenía mucho sentido que estuvieran en el otro refugio, o que no hubiesen salido todavía, al fin y al cabo había sido una noche movida y era temprano. Se terminó de tranquilizar cuando Krono salió en su busca. Había tratado de seguir la perorata del irrense pero había sido difícil. Al menos, gracias en parte a las efusivas intervenciones del clinger, había sacado lo importante: podía crearle un brazo nuevo a Kahlo, y el pago no iba a ser un problema. Se acercó a su amiga para leer por encima el pergamino que Krono le había dado y dejó un lado la aprehensión a sus alas insectiles para engancharse a su brazo y presionar con suavidad para darle apoyo. Sabía que no iba a ponerse emotiva delante de todo el grupo y dos extraños, pero solo había que ver sus ojos para ver que no la había dejado precisamente impasible. La mantuvo sujeta para asegurarse de que no tropezaba, absorta como estaba en el pergamino.

Entraron en el refugio, incluidos los dos equinos; el falso y el verdadero. Les recibió una pequeña sala de estar con una chimenea encendida, una escalera de caracol que subía y la entrada a lo que parecía ser un comedor, por lo que vio Luci al asomarse. Los muebles eran viejos pero de mucha mejor calidad que los de Silente, y había decoracion: tapices, jarrones, una armadura con cabeza de lobo justo junto a la puerta que casi le provoca un infarto… Avanzaron hacia lo que parecía ser una sala común, con una chimenea idéntica a la de la salita del recibidor y varios conjuntos de sillones y mesas. Había varias alfombras en el suelo y la temperatura era agradable. Incluso aunque la decoración distase mucho de los estándares daelicianos lo cierto es que el lugar resultaba… acogedor. Luci estiró las alas de manera inconsciente para desprenderse del frío de la mañana y pasó los dedos por el respaldo de un sillón de orejas.

-¿Dónde están las habitaciones? -preguntó a sus anfitriones. Les habían dicho que tendrían habitaciones individuales y estaba deseando dejar sus cosas en algún sitio. Un tour por el edificio también les vendría bien.

Agradeció a Amira que preguntase por establos ya que tampoco se veía ocupando una habitación hecha seguramente para personas en la que seguramente no quepa ni duerma en condiciones. Al menos le acompañaría el otro pegaso aunque no tenga el cerebro de un ser humano.

Después de la inmediata desaparición de Krono, Adam le dio vueltas al tema de que en aquella ruinosa ciudad circula dinero y tanto Alec como Kirés mencionaron trabajos siendo el último quien confirmó su existencia. ¿Hay trabajos en los que el pegaso pueda ganarse la vida? Por lo menos será util como habitante en la ciudad donde decidió vivir.

Sin embargo todo pensamiento se le fue de la cabeza cuando vio el interior. Todo parecía… reconfortante y cómodo a primera vista, acogedor a más no poder. Le recordó a un hotel rústico, salido de otra época como casi todo en la ciudad pero, desde el palacete, no había visto otro sitio que fuese hogareño e irradiase seguridad. El pegaso entró el ultimo y miró a sus compañeros pasar pero hubo una ligera diferencia en cuanto a percepción visual, una ligerísima disparidad que apenas notó. Apoyó su cuerpo en la pared con suavidad, suspirando un poco. El toque de su hombro no despertaron sus primeras dudas, fue el sonido de sus cuerdas vocales al exhalar aire. De hecho, todo su cuerpo se tornó demasiado ligero. El ambiente del interior logró aflojar ese músculo imaginario y su cuerpo regresó a la normalidad, humano de nuevo.

Su pelo largo no le dejaba ver e inconscientemente, producto de repetir esa acción mecánicamente durante meses, se apartó el pelo con su mano. Adam reflexiono. ¿Esa era su mano? Extrañado se miro los brazos, algo poblados de esas plumas blancas. No quiso creerlo, no quiso creerlo, era demasiado bueno para ser verdad.

—¿C-chicos? —preguntó muy confundido con una voz perfectamente audible, percibible a través del sonido y no la telepatía.

Escuchar su voz. Tener de nuevo esa sensación familiar en su garganta. Ha regresado de vuelta. No pudo evitar emocionarse solo, brotando pequeñas lágrimas de sus ojos. Estaba bloqueado, en la esquina sin dejar de mirar su torso y a sus compañeros. Demasiadas puertas se abrieron y lejos de solucionar dudas la situación solo las multiplicó. ¿Qué estaba pasando con su cuerpo? ¿En qué momento cambió?

Kolja esperó al lado de la puerta mientras el resto pensaba si firmar o visitar el siguiente refugio primero. Le dio las gracias a Chromsa cuando este le felicitó por hacer magia y vio como los otros lo miraban sorprendidos, casi tanto como él mismo lo había estado.

La puerta de la torre se abrió de repente, sobresaltando al alemán. Era un tal Krono Ramen que buscaba a la chica del otro torreón, la de su misma especie. Kolja se encogió de hombros señalizando que no tenía ni la menor idea de donde estaban sus compañeros de los otros dos torreones ni por qué tardaban tanto. Luci propuso entrar, dejar las cosas y salir a buscarlos pero le calmaron diciéndole que seguramente estarían de camino al otro refugio.

En un primer momento a Kolja no se le ocurrió el interés que podía tener Kahlo en los brazos mecánicos, lo que le hizo sentirse muy mal cuando la chica gato mostró su muñón. Intentaba reprimir ese recuerdo tanto como fuese posible y no había hecho la conexión directamente. De hecho había estado pensando en si alguien le haría las aleaciones de metal a Krono o si lo haría todo el mismo, o sea la posibilidad de que trabajase con un herrero al que le viniese bien un ayudante o aprendiz. Y eso antes de pensar en que su amiga podría tener un brazo funcional de nuevo, se sentía muy egoísta y mal amigo.
Estaba claro que al irrense le gustaba su trabajo, su saludo había sido muy seco y formal, pero en cuanto Kahlo sacó el tema de su trabajo el chico pareció emocionarse, aún sin mostrarla en cuanto a gestos faciales, y le dio a la chica bastante información, a parte de un panfleto.

Nada más decir aquello Krono desapareció para ir a buscar a su congénere, parecía que el teletransporte era el método más popular de ir a todas partes. Kolja levantó una ceja, ante las palabras de Chromsa, extrañado de que el ochrorio se quejase de algo.  

-Si quieres voy contigo cuando vayas a visitar al Krono ese- le dijo a Kahlo entrando detrás suyo.- Si quieres compañía, claro- continuó, intentando ayudarla y no sentirse tan mal por no haber pensado en ella antes.- Además me gustaría hablar con el sobre el trabajo del metal, que aleaciones usa y si sabe de algún herrero por aquí- añadió, pensando en que la chica gato era bastante orgullosa y que el hecho de que alguien la acompañase, como si fuese una niña pequeña ,podía no gustarle.

Hablando con Kahlo no se dio cuenta del cambio que el rusky estaba experimentando. Cuando oyó su voz se giró, extrañado por alguna razón que no conseguía especificar, por lo menos no hasta que vio a Adam de nuevo en forma humana. Los ojos se le abrieron como platos al verle ahí, de nuevo humano, aunque con aquellas plumas en brazos y tobillos.

-¿Cómo has hecho eso?- preguntó.- ¿O es que este lugar tiene un hechizo que te devuelve tu forma humana para que puedas entrar a las habitaciones y dormir en una cama normal?- especuló mientras miraba al techo y el marco de la puerta desconfiado.

Con el clinger haciendo el canelo al lado del irrense, Kradko no pudo prestar atención a la explicación. El hecho de que estuviera gesticulando de aquella forma mientras el otro exponía su producto con total seriedad le pareció tan divertido que, aunque no fue muy ruidosa, no pudo evitar reírse. Aunque, sinceramente, aun prestando atención tampoco hubiera entendido nada.

La caída de Xalkoth tras la desaparición repentina del tal Krono fue la gota que colmó el vaso. Ahí sí que no pudo más que ponerse a reír abiertamente. Empezó a acercarse a él para intentar ayudarlo, pero este se levantó antes de que pudiera ofrecerse.

Tras el ataque de risa, se preguntó exactamente qué le habría ofrecido. Por lo que oía del resto, parecía que le había hecho una oferta favorable y que Kahlo podría tener un brazo tan guay de esos en el futuro.

—¡Ayyy qué bien Kahlo! —exclamó sinceramente emocionada mientras entraba en la Torre— ¡Me alegro un montóoon por ti!

El interior del edificio no le pareció que contuviera nada espectacular. Pero, al mismo tiempo, era una grandísima mejoría con respecto al torreón que dejaron atrás. Era un lugar bonito, organizado y cuidado en comparación. Solo aquello ya la emocionó bastante.

Como si no fuera suficiente con todo lo que estaba ocurriendo en los últimos minutos, Adam empezó a cambiar de nuevo. Al principio se asustó bastante por la incertidumbre de que estaba sufriendo otro cambio tras el primero que tuvo. Sin embargo, para sorpresa de todos, este tan solo volvió a su forma original.

—Uaaa… ¿Co-cómo has hecho eso Adam? —preguntó casi al mismo tiempo que Kolja.

Parecía que el irrense era uan especie de ingeniero o médico o ambas, a Amira no le quedaba del todo claro, pero hacía implantes, y le habó a Kahlo de ponerle uno, Amira se alegró mucho por su compañera, ya que parecía que le iba a ser posible tener un brazo nuevo relativamente pronto. Krono no tardó en irse, despareciendo de golpe. ¿Es que en la ciudad todo el mundo viajaba teletransportándose? «Bueno, tiene pinta de ser cómodo».

Kirés no tardó en contestarle que podía entrar con el caballo, lo cual la tranquilizó. El pegaso no tenía mucho interés en separarse de ella, al menos por el momento, y tenía más interés por el interior del edificio que por quedarse fuera acompañando al animal.
—No la líes, ¿eh? —le dijo por lo bajo, dándole unas palmaditas suaves en el cuello. Agradecía que pudiera entenderla, o al menos algo similar a eso, porque comunicarse con él era mucho más fácil.

Entraron dentro, y la valkyria no pudo sino sonreír un poco al ver el interior. No era una maravilla al nivel del palacete, pero era acogedor y cómodo, y mucho mejor que el torreón cochambroso del que salían. Tenía ganas de tirarse sobre uno de los sillones y descansar, pero no era el momento. Luci preguntó por las habitaciones, aunque ella no tenía prisa por verlas: podría quedarse un rato más junto a la chimenea, sin quejarse por ello. Puede que los nuevos refugios no fueran su casa en la Tierra, pero después de meses viviendo en Silente, se le antojaba todo maravilloso, un lugar agradable donde vivir.

Una voz la sacó de sus pensamientos. Una voz, de hecho, que se la hizo extraño no oír en sus pensamientos, sino a su espalda. Se giró, para ver a un Adam humano, aunque con plumas en las extremidades. El pegaso, a su lado, también se quedó mirando al ruso.
—¡Adam! ¡Vuelves a ser tú! Bueno, tu tú humano, quiero decir. ¿Has hecho algo para dejar de ser un caballo? —estaba confusa. Kirés había dicho que lo más probable es que fuera permanente, por lo que no se esperaba eso para nada. Al menos era una buena noticia, saber que su amigo no sería permanentemente un pegaso era agradable, y más cuando ella tenía otro y la gente no dejaba de confundirlos.

Lethe

Por lo menos parecía que el amigo de Kirés estaba muy seguro acerca de la profesionalidad del tal Krono y se alegraba enormemente por Kahlo, aunque únicamente asintió ante su respuesta sin exteriorizar sus sentimientos al respecto. Notaba algo rara a la varmana y no estaba muy segura de cómo lidiar con ella, pero creía que tal vez pudiese sentirse abrumada y ya había gente hablándole.
Entró junto al resto, notando esencialmente las mismas cosas. Aparte de ser más acogedor, de alguna forma aquel edificio inspiraba más seguridad que el fuerte en el que habían estado viviendo hasta aquel momento. Tal vez porque intuía que al igual que necesitaban una contraseña mágica para entrar, podía haber otro tipo de hechizos protegiendo el edificio. Era difícil de explicar, pero creía que le gustaba aquel sitio.

Para cuando notó que había algo raro en la voz de Adam. O mejor dicho, algo normal, se encontró de bruces con el aspecto del ruso que siempre había tenido. Distraída examinando la estancia en la que estaban (además le había parecido ver que un sillón se movía disimuladamente) no se había percatado de que el anteriormente caballo alado había empezado a cambiar.

Sus amigos ya se estaban encargando de mostrar a Adam su alegría, por lo que ella en su lugar decidió acercarse a Kirés, apoyar uno de sus brazos en su hombro descaradamente y decir, con cierta sorna
—Permanente, ya veo.


Krono Rádem

El kairós entró en la torre al cabo de poco tiempo (caminando, porque había aprendido sobradamente que no era buena idea aparecer en el interior de un edificio).
—Vuestros compañeros del torreón Sendar parecen encontrarse bien, o al menos he visto a varias personas. Creo que están preparándose para salir. Reira no parecía estar entre ellos, no obstante.

Tras decir eso se acercó un poco a Kahlo, lo justo para que fuese evidente que quería dirigirse a ella.
—¿Has leído el folleto? ¿Tienes alguna pregunta?

Alec no respondió a Kahlo pero no pudo evitar fijarse en el ligero temblor de voz o en la humedad que empezaba a acumularse en sus ojos. Si hubiera sido otra persona quizá el escocés le habría dado un abrazo, con Kahlo quizá la respuesta fuese una bofetada o un comentario ácido por eso decidió dejarle su espacio con Luci. Aún así estaba preocupado por ella y contento a partes iguales. Ni siquiera sabía que respondería él si alguien le ofreciese a transplantarle un ojo nuevo y funcional. ¿Podría aceptarlo sin más?

No, no podía. La ceguera de su ojo derecho era un castigo por haber acabado con una vida, por muy mala que fuera la persona. No podía reprocharle a Kahlo la decisión, ella solo había sido una víctima y no una ejecutora. Ella tenía todo el derecho a reemplazar su miembro perdido.

-Tenéis razón, quizá primero deba averiguar qué me ha hecho la Luna antes de buscar algo de trabajo - respondió.- Supongo que es cosa de hacer algo familiar ahora que todo se ha puesto patas arriba...

Dijo la contraseña y entró dentro de la torre, que desde luego era más bonita que el torreón Silente pero aún así Alec seguía pensando que no pertenecía allí. Algo le llamó la atención cuando oyó la voz de Adam, no en su mente si no en sus oídos. Se dio la vuelta y vio a su amigo de vuelta a su forma humana aunque con algunos cambios.

-Bueno, parece que no era para siempre - observó con una sonrisa de alivio.- ¿Entonces en tu caso ahora hay que buscar un caballo con alas que vuelve a su otra forma?

Mientras el grupo se adentraba en la Torre serpentaria, Xalkoth se paró en seco, como si acabara de recordar algo, y luego se giró hacia Kirés.
–Oye yo me voy ¿vale?
Acto seguido se metió en el interior del grupo hasta dar con Metro, que seguía pegado a Alyssa. Hubo que tirar del ave un poco, porque no quería separarse de la dríade pero, para sorpresa del insecto, el ave rasa no puso demasiada resistencia o, para ser exactos, no empezó a picotear al clinger con desdén ni extendió sus “alas-ojo-asustadoras” como le gustaba llamarlas. Era increíble lo manso que estaba hoy.
>>Bueno, ya nos veremos. ¡Pasadlo bien!
Tras aquella despedida repentina, la plaga agarró a Metro por el lomo y echó a volar, cargando con una “nada dispuesta a querer volar” ave la cual ya se había resignado a aquel medio de transporte hacía tiempo, hasta que se perdieron tras un edificio.
Kirés se despidió alzando una garra en su dirección, acostumbrado ya a los repentinos cambios de planes del clinger. Tal vez tenía algo pendiente que hacer, o tal vez se había aburrido.

Alyssa, ahora que ya no tenía que estar prestando atención constante a un ave gigante, empezó a centrarse más en lo que la rodeaba. Una vez dentro del torreón notó un poco las mismas cosas que también veían los demás, como el aumento general en la calidad de vida.
Y hablando de vida, no tardó en escuchar un sonido de algo arrastrándose tras ella, algo que no era ninguno de sus compañeros. Se volvió con cierto susto solo para encontrarse con una… ¿escoba? Eso no sería tan sorprendente... si no fuera porque se movía por su cuenta y se encontraba barriendo el rastro de pétalos que la Dríade no paraba de dejar allá a donde iba, además de alguna de las hojas de Chromsa, que intentaban escapar en cuanto veían la oportunidad.
–¿C-chicos?– Pronunció la griega… no, no solo ella. Otra voz se unió a la suya, al mismo tiempo y con la misma palabra. Una que no había escuchado desde…
>>¿Adam?
Se olvidó de la escoba. El ruso volvía a ser humano, o casi. Seguía teniendo plumas en los antebrazos.
Se acercó al ruso.
–¿Cuándo?... ¿c-cómo has…

Kirés, por su lado, estaba indicando al daeliciano con alas dónde podía encontrar las habitaciones cuando el pegaso revirtió a su forma humana. Al parecer sus suposiciones acerca de la permanencia de sus cambios habían sido incorrectas… y Lethe estaba decidida a recordárselo. Que se apoyara sobre él lo pilló un poco por sorpresa, pero en seguida entendió el motivo. Se encogió de hombros.
–Supongo que me equivocaba.

No pudo expresar tanto como le hubiera gustado ante las felicidades de sus compañeros. Agradecía sus palabras y gestos, de verdad, pero le estaba costando demasiado mantenerse firme como para recibir empujoncitos en su ya inestable estado. Después de haberla ayudado a sobrevivir tanto tiempo (y no solo por lo del brazo) uno diría que la varmana sería menos cerrada con ellos, pero mostrarse vulnerable seguía siendo difícil por su forma de ser, incluso si era de absoluta felicidad. Ya se había mostrado vulnerable al quedar minusválida pero aquella había sido una situación extrema. Además, quizás fuera por no estar hecha a su nuevo aspecto o la presencia de desconocidos, pero se sentía especialmente reacia a que la vieran llorar. Ya bastante raro era que de repente tuviera alas o el pelo cano como para encima ir con los ojos hinchados en público.

Les sonrió brevemente, pero con total sinceridad y sentimiento. Después se despició de Xalkoth, estrujó el brazo de Luci para apoyarse en él moralmente y bajó por fin el panfleto. Seguía sin creérselo.

—Gracias —le respondió a Kolja, girándose a él con otra pequeña sonrisa. Con un simple asentimiento aceptó su oferta; una cara conocida se apreciaba, y posiblemente para cuando fuera estaría hecha un flan. Ya lo estaba. Si además tenía un interés externo no iba a negarle la posibilidad de acompañarla.

Revisaba la decoración del lugar, pendiente igual que Luci de saber donde estaban las habitaciones (y si la maceta se había movido sola o tenía la vista cansada) cuando escuchó la voz de Adam fuera de su cabeza. La familiaridad de esta no le supuso ninguna sorpresa, no cayendo hasta las reacciones de otros en que, bueno, se suponía que el chico ya no tenía cuerdas vocales. Al verle de vuelta la granta sintió una pizca de alegría por él -sin beneficios propios como “así ya no sufro su peste”, legítima alegría- pues estaba más blanda de lo normal por la situación, pero no se sumó al resto en su asombro. Krono acababa de volver.

—¿No está? —preguntó con un atisbo de incertidumbre en la voz. No podía dejarlo estar, por mucho que recuperar su brazo fuera algo tan importante para ella. Quizás el irrense hubiera sido demasiado rápido y se le hubiera pasado, que con lo que había tardado podía haber sido el caso perfectamente, y si decía que estaban bien… —. ¿A lo mejor se han dividido y están yendo ya al otro refugio? —preguntó más para sus compañeros que para el biomecánico.

>>Sí, perdona. Pues… —empezó con una tímidez impropia, mirando de nuevo el folleto para ver por donde empezar. La más importante: deuda—. ¿Cómo puedo pagarte? Tengo joyas —le enseñó las prendas en su mano, y no sacaba todas las demás para no ser cutre—. Son de oro, rutenio y piedras preciosas. Artesanales. Si paso por casa pronto- o sea, por Varmania…  Puedo conseguir más. Son de mi familia —se apresuró en añadir, para dejar claro que no iba a robarlas. No tanto al menos. No sabía si eso tenía valor en Rocavarancolia o si lo aceptaría a palo seco—. Sino puedo intentar venderlas, si sabes dónde…