Torre Serpentaria

Alec exploró un poco la planta baja mientras los demás decían de buscar información sobre las cosas en las que se habían convertido. Se acercó al oír los quejidos de Kradko en lo que parecía una cocina lo suficientemente grande para que él no se sintiese enorme.

No fue el único en acercarse ya que tanto Lethe como Amira y su pegaso también habían ido. Consideraba el pegaso de Amira y si tenía que explicar por qué diría que ese caballo había llegado al torreón con ella y que el pegaso tenía plumas y ella las tenía en las orejas. Adam se convertía en pegaso y tenía plumas por el cuerpo, el escocés dudaba que fuera una coincidencia.

Lo que sí fue una coincidencia fue el escuchar a la chica diciendo que tendría que preguntarle al tremor por la alimentación del caballo.

-En verdad comen casi cualquier vegetal y muchas frutas - respondió examinando al pegaso con ojo crítico. Se trataba de un buen espécimen desde el punto de vista de los caballos, Alec nunca había tratado con uno que tuviera alas pero no creía que fueran a diferir mucho.- Suelen pastar pero no creo que encontremos mucho pasto por aquí cerca, hasta entonces creo que lo mejor puede ser una dieta vegetal...

Se adentró en la cocina y buscó la despensa, cuando la encontró miró dentro hasta dar con algo conocido para él. Sacó unas zanahorias, una manzana y un melocotón.

-Veamos - dijo haciéndole una seña a la chica para que se acercase,- tienes que lavar lo que vayas a darle de comer y, en principio, si no te hace daño a ti tampoco debería hacerle daño a él, pero prefiero no arriesgarme con cosas que no conozco aún. Es posible que encontremos algún libro que explique la dieta de este tipo de caballos por si fuese distinta - lavó las zanahorias, cortó la fruta y extrajo la pepita del melocotón y el corazón de la manzana.- Seguro que has visto en películas que les daban manzanas a los caballos y es cierto que les gustan, pero si vas a darle muchas lo mejor es que le quites el corazón por la concentración de arsénico. Ahora bien, te voy a desvelar una cosa que les gusta más que las manzanas - señaló los trozos de melocotón.- A día de hoy y después de todos los caballos que he tenido en la granja no he encontrado ninguno que no le chifle el melocotón, aunque tampoco es bueno darle muchos por la cantidad de azúcar que tiene, pero puedes usarlo como un premio si quieres entrenarlo.

Dejó en manos de la francesa las hortalizas y fruta, explicándole como debía poner la palma de la mano para que el pegaso lo comiese. Se acercó a su vez para comprobar que no lo hiciera mal y poder observar el caballo más de cerca.

Antes de que pudiera preguntarle a Kirés, un grito que reconoció al instante que era de Kradko llamó la atención del ochrorio. Se asomó a la cocina para ver si necesitaba ayuda, aunque Amira y Lethe se le habían adelantado. Para el alivio de todos, no le había pasado nada grave a la clinger, aunque desde luego entendía que acostumbrarse a sus nuevas alas sin pisárselas iba a llevar bastante tiempo. Cuando vio que sus compañeras tenían todo bajo control, volvió con el grupo y habló con el enderth veterano. En cuanto mencionó que sí había una allí, la emoción por explorar aquel lugar aumentó aun más.

No tardaron demasiado en comenzar la visita de todo el torreón. La planta baja ya la habían visto casi en su totalidad el rato que habían pasado allí, así que subieron por la escalera de caracol a los siguientes pisos. En las tres plantas siguientes se encontraban las habitaciones. Al contrario que en Silente, aquí ya no tendrían que compartir el mismo dormitorio todos y tendrían más intimidad. -(Después de tanto tiempo se va a hacer raro no dormir con el resto)- pensó mientras miraba con curiosidad las puertas y pasillos. Le pareció curioso que algunas habitaciones, además de tener el pomo de un color distinto, tenían puesto en una placa un nombre (ninguno le sonaba) de lo que supuso sería el inquilino de la misma. ¿Tendría una igual cuando escogiera una habitación? Lo más probable es que sí.

Si ya tenía cierta fascinación por ver cómo sería su posible futuro hogar, cuando el grupo llegó a la última planta Chromsa no pudo evitar exclamar: -¡Hala!- ante lo que veía. Era una habitación extensa, con varias mesas (incluso juraría que una de ellas se paró de mover en cuanto entraron) y estanterías repletas de libros. También había algunos artefactos que no sabía para qué servían, pero si estaban allí debían ser mágicos. Aquella debía ser la sala de entrenamiento mágico de la que les habían hablado.

Guiado por la curiosidad, avanzó por la sala dejando a sus hojas más libertad de movimiento. Instintivamente se acercó a las estanterías, en busca con la mirada de algún libro sobre transformaciones que les pudiera ayudar. Algunos no tenían nada escrito en el lomo y otros parecían estar en idiomas que no conocía. Parecía que no iba a encontrar nada cuando se fijó en un tomo de las baldas más bajas. No se leía muy bien el título en el lomo, pero juraría que una de las palabras era "brujos". Lo sacó de su sitio y pudo leer su título completo en la portada, cosa que lo llenó de mayor alegría por lo que ponía. Breve enciclopedia sobre los brujos conocidos y sus dominios, por Meradis Infortunio. Lleno de emoción, se giró hacia sus compañeros mostrándoles el libro y diciendo: -Mirad, he encontrado un libro sobre brujos. Seguro que hay más por aquí que hablen de otros cambios.- Le tentaba empezar a buscar entre sus páginas algo sobre él, pero al ochrorio no le pareció bien hacerlo mientras sus compañeros buscaban. Así, dejó el libro en la mesa más cercana y se dispuso a ayudar a buscar a quien lo necesitara.

Kirés fue consciente de lo que estaba pensando el ochrorio cuando le preguntó por la biblioteca de la torre, y fue entonces cuando se dio cuenta de que no necesitaban ir a la biblioteca mágica para investigar sus cambios. Hacía poco que habían cambiado la de serpentaria, así que no lo había pensado, pero la información sobre las transformaciones debería estar en este refugio también.
–Sí que los hay. Arriba del todo. –respondió a chromsa, para acto seguido confirmar sus sospechas. –Lo había olvidado. Pero hubo reformas hace poco, así que la información que buscáis podría estar aquí.
Iban a subir cuando escuchó los gritos de kradko, así que esperó mientras varios del grupo acudían en su auxilio.

Una vez arriba, kirés accionó la runa que abría el camino a la cúpula de cristal y dejó al grupo unos momentos para observar el lugar antes de dar explicaciones.
–Este lugar se utiliza como lugar de estudio y entrenamiento, principalmente mágico. Está protegido mágicamente, así que no vais a poder causar daños aunque lo intentéis, pero aun así preferiría no ponerlas a prueba si no es necesario.

Lamentablemente, el paladín nunca se había parado a informarse de transformaciones en aquella torre, así que no podía hacer mucho por ayudarles más allá de sugerir algún que otro libro de vez en cuando. En dicho proceso acabó gravitando hacia Lethe.
–Tú podías hacer magia, ¿Verdad? ¿Alguna vez la perdiste? Si la respuesta es no... quizás eso facilite la búsqueda. No debería haber tantas criaturas con magia sin precio.

El pequeño susto que les provocó Kradko les permitió descubrir la cocina. En un rápido vistazo Luci pudo apreciar que estaba bastante bien equipada, aunque no le dio tiempo a explorarla a conciencia y mirar en todos sus armarios. Pensar en poder cocinar por fin en condiciones le dio hambre, así que robó un par de frutas del mismo cesto que había cogido la clinger para ir comiéndoselas mientras exploraban.

Como ya le había dicho Kirés, los dormitorios estaban arriba. Luci fue abriendo todas las puertas de las habitaciones desocupadas. Eran sosas y pequeñas, pero estaban muy limpias y las camas tenían mejor pinta que los duros camastros del torreón. También tenían baños comunitarios con agua corriente y letrinas autolimpiables, algo que casi le hizo llorar de alegría. Hasta el momento las mejoras habían sido cosas bastante básicas, de esas que en Daelicia había dado por hecho que todo el mundo tenía, pero por el Demiurgo, cuánto las había echado de menos. Dejó sus trastos en una de las habitaciones libres porque ya estaba harto de cargar con ellas, y al salir el nombre que había escrito en el registro de la entrada apareció con su misma letra en un cartelito sobre la puerta. Esperaba poder cambiar de cuarto luego si no le gustaba ese, pero estaba harto de cargar cosas.

La última parada fue la sala de entrenamiento mágico que al parecer había en la última planta, a la que se accedía por una trampilla secreta. Luci subió dando saltitos, más ligero aunque todavía un poco inestable por sus alas, y se maravilló por todos los libros y artilugios mágicos a su alrededor. La luz roja de la luna se colaba por las decenas de ventanucos de la cúpula. Seguro que se podía volar en esa habitación.

Se había olvidado momentáneamente de que Kirés les había dicho que allí tendrían información sobre sus transformaciones, hasta que las palabras de Chromsa lo trajeron de vuelta a la realidad.

-¿A ver? ¡Quiero ver eso! -dijo corriendo hacia él. No tenía ni idea de lo que era un brujo ni de lo que era un dominio, y esperaba no tardar en averiguarlo. Sin embargo un simple vistazo le bastó para ver que no tenía que ver con él, así que su atención se desvió rápidamente hacia el resto de volúmenes de la estantería. Sacó, no sin cierto esfuerzo, un volumen gigantesco titulado ‘’Compendio de bestias e hijos de la Luna Roja’’ pero era demasiado grande y no acertaba a averiguas cómo adefesios estaba clasificado, por lo que lo dejó en el suelo y en su lugar cogió una ‘’Enciclopedia de seres alados de los cielos rocavarancoleses’’ Había muchas criaturas humanoides con alas emplumadas. Tuvo que inspeccionar sus propias alas para asegurarse de que había encontrado el capítulo correcto. ‘’Ángel caído’’. No parecía un nombre muy halagüeño, y el texto que lo acompañaba lo era todavía menos. A Luci no le quedaban lágrimas ni energías para llorar, pero unas horas antes lo habría hecho; según el libro los ángeles caídos eran seres mentirosos y traicioneros que ganaban su magia engañando a la gente. Además,por la ilustración junto al texto, parecía que los bultos de su frente iban a convertirse en cuernos. Se le quitaron las ganas de seguir leyendo.

Adam, en medio de sus terribles ganas de explorar su nuevo hogar, o al menos así quería dirigirse al tremendo lujo presente a su alrededor, escuchó la fatídica caída de Kradko contra el suelo. La pobre no parecía del todo cómoda o acostumbrada a sus nuevas alas por su tropiezo continuo pero recordó que la chica bicho tampoco tuvo en buenas condiciones su anterior par por lo que se alegró por ella.

A decir verdad, la cocina también superó con creces lo que tenían en el torreón exhibiendo muchos ingredientes, utensilios y mayor espacio. Incluso animó a Adam a intentar hacer uso de todo aquello para, quizás, preparar algo para todos y aprender más en cocina.

El ruso se sorprendió al subir las escaleras y ver las plantas de los dormitorios. Se fijó en los pomos y diversos nombres que adornaban las consecutivas puertas. Quiso deducir que los pomos rojos indicaban “ocupado” o algo así, pues solo estaban junto a los letreros. Acompañó a Luci a ver los interiores con una curiosidad propia de un niño y escogió una de las que Luci descartó, algo alejada de las escaleras y ubicada en la segunda planta.

No quería tardar mucho por no hacer esperar la visita a lo más alto de la torre. Estuvo echando un breve vistazo a lo que sería su habitación privada. Solo con la cama estaría satisfecho pero lo demás era un regalo del cielo en comparación a su último año: muebles, ropa, baño. Lo último no lo podía creer. ¡Agua caliente! Tenía ganas de ver todo pero Adam deseó que la visita a los dos refugios fuese breve para ducharse de una buena vez. También echó un ojo encima a algunas tijeras en el acomodador y a su largo cabello, quizás hable con alguien que le haga el favor de cortárselo.

Al salir de la habitación no sin antes llevarse un susto muy gratuito de parte de un cajón que se abrió solo de golpe, se percató de su nombre recién inscrito en la puerta. Se alegró de que fuese rápido el proceso, así no habrían confusiones a futuro.

Siguió al hombre pájaro arriba del todo. Subieron las últimas escaleras y el cambio al entrar a la sala de estudio. Parecía sacado de un libro, de hecho la torre en sí lo era en su totalidad: una fantasía hecha prácticamente realidad. Tantos libros a elegir le abrumaron y Chromsa y Luci se adelantaron a mirar. Adam también se tomó la libertad de explorar tan vasta documentación. Encontró uno que llamó su atención: “Enciclopedia básica de remedios curativos para magos novicios”. Le hizo gracia encontrarlo, pues le recordó a la sugerencia de Kolja sobre dedicarse a ser médico. Lo dejó en su sitio y memorizó su ubicación, quería saber más sobre el tema.

Por otro lado, Luci sacó un libro interesante y pasó su mirada curiosa detrás del niño rosa sobre las páginas del libro. Seres alados… Quizás su caso apareciese. El daeliciano leyó lo que era y no pareció demasiado contento.

—Luci, ¿todo bien? Si necesitas hablar aquí estoy—. Intentó hablar al daeliciano cuando vio su expresión de desagrado.

Viendo el libro cerrado aprovechó para ojearlo rápidamente e intentó encontrar su caso, en qué diantres se convirtió. Por un momento paró a observas sus blancas plumas, las tocó para sentir el tacto en sus dedos, la respuesta de ellas en el sentido de tacto.

En medio de la búsqueda los vio: caballos alados. “Pegasos”, por supuesto ese era el nombre de un equino alado en la mitología y Adam quiso enfrascarse un poco en la lectura. Leyó su capacidad de comunicarse por telepatía y la habilidad de cambiar de cuerpo, además de un supuesto orgullo que los caracteriza. Con sus dedos acariciando su barbilla y en expresión de duda continuó resolviendo dudas. No sabía cual era el desencadenante del cambio de cuerpo, pues el libro no especificaba demasiado. Por ende y en teoría, Adam podría volver a su forma de caballo pero él mismo deberá averiguarlo.

Hubo un apartado que lo perturbó un poco, “advertencias para pegasos”. Hablaba de la utilidad de las plumas en la alquimia y la propiedad de la piel equina para ocasionar éxtasis en quien los toque, conllevando en posibles secuestros y persecuciones. Eso le hizo tragar saliva. Que amarga ironía, en sus quince traficó con drogas y él mismo podría considerarse ahora como un producto traficable con patas… o pezuñas. Quizás fuese un castigo impuesto por su propio destino o por la misma luna.

Suspiró para olvidar esas advertencias y centrarse en lo importante, terminar de ver lo que quedaba. Cerró el libro y lo dejó en una mesa para disposición del que quiera leerlo, colocándose cerca de Chormsa para saber lo que estaba leyendo.

—Ya… sé lo que soy y puedo… cambiar de cuerpos entre yo y un caballo—. Dijo al ochrorio y a los de su alrededor con un tono algo preocupado. Le hacía ilusión ser lo que es pero no sabía que conllevaría un riesgo. No lo reflejaba demasiado pero Adam tenía miedo.

Que sus alas estuvieran parcialmente levitando le resultaba una sensación muy curiosa. Era un alivio no tenerlas arrastrando sin lugar a dudas, pero al mismo tiempo le resultaba muy extraño que no estuvieran en contacto con nada. Aún así, decidió quedarse así por ahora. Aunque se preguntó qué pasaría si se ponía a escalar por ahí. «¿Se alejarán de la pared o seguirán flotando hacia arriba? ¿Y si me cuelgo del techo?». Estaba claro que nuestra pequeña clinger no estaba teniendo en cuenta ciertas fuerzas en juego.

A Kradko le sorprendió mucho la forma en que la Torre estaba organizada. A su lado Silente le parecía sin duda una pocilga. Uno de los detalles que más le llamó la atención es que estaba dividida en dormitorios individuales, lo cual no se esperaba para nada. Pero todo lo que había visto en las otras plantas se le hizo nada en cuanto entró en la planta superior. Parecía como una biblioteca, pero era sin duda más que eso. Estaba claro que se trataba de la susodicha sala de entrenamiento mágico.

Distraída por los artefactos tan variopintos, no se percató de la búsqueda de libros del resto hasta que empezaron a mencionar algunos. «¡Claro!», consultar sobre lo que fuera que le había pasado era lo que debía estar haciendo. En especial, le pareció muy interesante el volumen encontrado por Luci. «¡Yo soy un ser alado! Aunque igual no vuelo…». Pero primero era el turno del daeliciano, así que se puso a su lado a ver lo que encontraba. Parece que no tuvo muchos problemas para encontrarse a algo que se parecía a él. “Ángel caído” rezaba el título. «¿Qué se supone que es un ángel?». Parecía que Luci lo sabía. «¿Es algún animal daeliciano? ¿Y por qué caído? Pero si Luci se cae poco…». Aun así, lo que podían leer no era muy halagüeño precisamente.

—¡Menuda tontería! —se indignó ligeramente. Puso la mano sobre el hombro de su amigo mientras comentaba—. Tú no eres así Luci, no hagas caso. El que escribió esto es tonto…

Procuró que el pulso no le temblase mientras Krono observaba las joyas. Poder usarlas de trueque sería una ventaja tremenda, por mucho que le doliera deshacerse de ellas. Más le había dolido deshacerse de su brazo. Su positiva le hizo sonreír.

—¡Ah, menos mal! —cerró y bajó la mano—. ¿Necesitarías un primer pago antes de poder… —no supo como decirlo—. ¿Antes de poder pasar a la operación? Si conoces algún sitio donde pueda venderlas lo haré cuanto antes.

Quería tener terreno ganado antes de ir a Varmania; no solo por cuestiones materiales, también por personales. Necesitaba estar bien en muchos sentidos antes de pisar su mundo otra vez, aunque fuera algo que tuviera en mente para mañana mismo si se daba el caso. Con la mano libre de joyas volvió al pergamino para confirmar su siguiente cuestión. Era muchísimo más superficial, pero no quería dejarse nada en el tintero.

—Y por curiosidad… ¿Tenéis más modelos? —preguntó. Ninguna máquina en su mundo se le parecía, y aunque era fascinante de por sí lo cierto es que era un tanto chocante para ella. Si ponía modelo básico quizás hubiera alguno más de su estilo, y puestos a pagar un precio alto, ¿porqué no apuntar a la diana? Aquello era pedir el 120% de algo que ya era fantástico, asi que si la respuesta era negativa la aceptaría con alegría igualmente.

Amira agradeció a Alec toda su ayuda respecto a la alimentación de su pegaso. Era obvio que iba a tener que investigar si había alguna diferencia con los caballos terrestres, pero de momento tener a un compañero que supiera tanto era una bendición. El caballo miró a Alec de manera reticente cuando se acercó a él, aunque no tardó en dejar de hacerlo: Amira estaba cómoda con él, y lo notaba. El melocotón pareció gustarle, lo cual le arrancó una sonrisa a la valkyria.
—Tenías razón. Bueno saber todo esto.

Kirés no tardó demasiado en llevarles por el resto de la torre. Las habitaciones individuales se le antojaron casi un lujo después de haber estado tantos meses viviendo en una común. Por fin iba a tener un cuarto propio. «Quién diría que iba a pensar algo así después de haber tenido uno en casa toda mi vida…». No es que fueran tan ostentosas como las del Palacete, pero tenían pinta de ser mucho más cómodas. Algunos de los que ya habían firmado empezaron a instalarse, lo que hacía que apareciese su nombre en los cartelitos de las puertas.
El último piso parecía ser una biblioteca. Amira pidió al pegaso que esperase abajo, más que nada por estar más cómodos arriba, aunque fuera a haber espacio de sobra. El caballo pareció aceptar, aunque un poco a regañadientes. Algunos de sus compañeros no tardaron en encontrar libros en los que podrían encontrar cosas relacionadas con lo que eran, pero ella estaba un poco perdida.

«Yo tengo…un pegaso que me sigue y… plumas en las orejas. Y ya». Ningún cambio tan grande como para saber en qué libro podía encontrarse. Rebuscó entre las estanterías hasta que por fin un compendio llamó su atención: “Monturas predestinadas: una guía introductoria”. El libro contenía bastantes capítulos generales sobre estos seres, que Amira se saltó rápidamente para buscar si tenía una lista con los distintos tipos de monturas posibles. Cuando la encontró pasó las páginas rápidamente, buscando aquellas destinadas a los pegasos. Aunque no venía nada especialmente relativo a su transformación, si encontró el nombre:
—¿Valkyria?

Kolja asintió ante la respuesta de Kahlo y cuando el tal Krono Ramen volvió se apartó un poco para darles privacidad. Las cosas entre Adam y él seguían bastante raras, por lo que, aunque se alegraba mucho de que el rusky volviese a ser humano, o mínimo tener forma humanoide, no se acercó a expresarle su felicidad, mucho menos al ver lo efusivo que fue Chromsa, no iba a meterse mientras esos dos celebraban el hecho de poder continuar su relación de una manera más normal, un romance interespecie más sencillo.

El alemán se fue a la cocina, disfrutando al ver que las nuevas instalaciones y despensa superaban en mucho a las de su previo hogar. Aprovechó para coger una pieza de fruta que se comió mientras observaba a sus compañeros, el percance de Kradko, la explicación de Alec, a Amira y su pegaso. Se preguntó por el hecho de que su grupo fuese el único allí abajo. Por lo que les había dicho Kirés en aquella torre vivían bastantes personas, era raro que el único al que hubiesen visto fuese a Krono. Quizás el resto de inquilinos les estaba dando algo de espacio para que se acostumbrasen a su nuevo hogar sin la tensión que da conocer a nuevos "compañeros de piso".

Cuando el pájaro propuso subir para ver las habitaciones Kolja se unió al grupo de nuevo. Las habitaciones eran sencillas pero acogedoras y Kolja se encontró preguntándose si podría montar una estufa o alguna clase de pequeña chimenea. Al darse cuenta de aquel pensamiento se le antojó bastante extraño, siempre había disfrutado más del frío que del calor, y ahora estaba considerando montarse una fuente de calor en su cuarto, extraño. Dejó sus cosas en una habitación de la segunda planta, cerca de las escaleras y los baños. Observó con satisfacción como en la puerta aparecía su nombre y se fue a inspeccionar los baños.
Eran bastante sencillos también, pero el poder disfrutar de una ducha caliente con agua corriente de nuevo se le antojó como un lujo. Se preguntó si aparte de la estancia y la comida la torre también suministraba con productos de cuidado de cabello, estaba deseando poder utilizar acondicionador de nuevo y quitarse los nudos de los últimos 8 meses, y también poder aceitarse la barba y devolverle la apariencia que había tenido, algo más gris de lo que fue nunca, pero bien cuidada por lo menos.

Una vez terminó de inspeccionar los baños acompañó al resto a la planta superior. Aquella planta era básicamente una enorme sala de estudio. Estanterías cubrían las paredes y mesas se repartían por la sala. La magnifica cúpula les ofrecía una vista de la tormenta que se había desatado en la ciudad con la salida de la Luna Roja. Sus amigos y compañeros pronto empezaron a saquear las estanterías en busca de información de aquello en lo que les había transformado el astro rojizo. Kolja, también con las mismas ansias de conocimiento, empezó a leer los lomos de los volúmenes, pero andaba más perdido que el resto. La mayoría tenía cambios que les situaba en tomos concretos, como Luci, Kradko y Lethe con sus alas, o Adam con su forma equina, o Amira con su nueva montura, incluso Alec con aquellos pinchos y su nueva complexión. El alemán dudaba que hubiese un tomo como "Criaturas Grises de Rocavarancolia".
Buscando un tomo en cuyo titulo pudiese identificarse se encontró con otro que también pintaba muy interesante. El titulo rezaba "Ritos y Costumbres de los Nuevos Hijos de la Luna" y parecía ser un compendium que recogía, bueno, eso, los ritos y costumbres que los nuevos ciudadanos habían ido adquiriendo a lo largo de la historia de la ciudad.

Kolja dejó el libro en una de las mesas de estudio para echarle un vistazo más tarde y continuó su búsqueda. Después de varias estanterías encontró uno prometedor, "Enciclopedia de las Habilidades de Creación". Lo sacó de la estantería con el corazón un poco acelerado, el subtitulo, "Bendecidos de la Luna con habilidades de creación innatas", no hizo más que aumentar su esperanza.
Después de pasar varias páginas, había cosas realmente macabras en aquella ciudad, encontró aquel con el que podía identificarse, Sutr. Tras leer la descripción de su nuevo ser se reclinó en la silla y soltó una risilla. Al parecer aquella Luna Roja le había convertido en una forja humana, su pasión por su oficio se había marcado en sus propias carnes.

Alec asintió a Amira en respuesta a su agradecimiento. Pensó en darle pautas para el cuidado del caballo, sobre cómo cepillarlo y ocuparse de él en general pero decidió que ya lo haría más tarde para no saturarla.

Siguió al resto por los pasillos en su ascensión por la torre, unos pasillos que por suerte eran lo suficientemente anchos como para dejarlo pasar sin problemas. Echó un ojo a las instalaciones que no parecían estar nada mal. Baños, habitaciones y camas que, sin probarlas, ya sabía que eran más cómodas que las del torreón.

Cuando subió a la última planta el resto ya estaban asaltando las estanterías. Con una sonrisa se acercó a los libros y empezó a mirar, algunos ya habían encontrado referencias a sus transformaciones y el escocés estaba esperanzado al respecto. Un libro le llamó la atención sin embargo, "Niños de la Luna sin magia. Héroes de Rocavarancolia Volumen I". Había más volúmenes de eso.

Le echó un ojo y al parecer hablaba de gente que había dado sus vidas en defensa de la ciudad o gente tan célebre que aún se recordaba en los libros. Pasó las páginas mirando las ilustraciones, algunas realmente bonitas, otras atroces. Una le llamó la atención por varias razones, una mujer alzándose en armas frente a una brecha de luz que brillaba levemente, un ejército cargaba contra ella dispuesto a destrozarla. La cara de la mujer expresaba resolución, calma, como que aceptaba su destino y lo hacía encantada. Esa mujer tenía cuernos y pinchos saliendo por todo su cuerpo y por eso Alec no pudo evitar la sensación de reconocimiento.

"Dama Magna, heroína de la ciudad que la salvó de la invasión, dando tiempo suficiente a recomponerse para ganar la batalla. Esta tremor se sacrificó para la supervivencia de la ciudad, que los dioses oscuros guarden su alma" rezaba la imagen.

-Tremor... - Alec paladeó la palabra sintiendo que se le hacía conocida pero no lograba ubicarla.

Sus compañeros no tardaron en buscar libros al igual que había hecho el ochrorio. Solo cuando la mayoría tuvo uno entre manos, Chromsa comenzó a investigar el tomo que había encontrado.

A pesar de que fuera una "breve enciclopedia", seguía siendo un libro bastante voluminoso. Mientras pasaba las páginas con rapidez aunque con cierto cuidado para no dañarlas, le quedó bastante claro que podía haber un brujo de casi cualquier cosa imaginable. Miraba los dibujos y los nombres sin demasiado éxito mientras oía como algunos de sus compañeros decían lo que seguramente era el nombre de sus propios cambios. Poco después, dio con lo que andaba buscando. "Brujo de las hojas marchitas". Chromsa sonrió al encontrar ese nombre y empezó a leer lo que aparecía en aquella página. Al parecer cualquier hoja caída estaba bajo su dominio, pero su poder no se quedaba en eso. También podía absorberlas y expulsarlas, lo que explicaría lo que ocurrió la noche anterior. Para probar aquello, tomó una de las hojas más cercanas a él y, mirándola, se concentró en absorberla. La hoja empezó a descomponerse en su mano hasta que no quedó rastro de ella. -(Vale, y ahora...)- pensó mientras se concentraba en hacerla aparecer. Y en efecto, la hoja volvió a materializarse igual que se marchó. -Curioso.- dijo para sí mismo mientras seguía leyendo. Se fijó después en el dibujo y la descripción de lo que parecía haber sido alguien importante. La tal Dama Equinoccio había sido famosa por su control de las hojas, dándoles formas muy creativas dignas de un buen espectáculo como el que aparecía representado en la imagen. El ochrorio no había hecho figuras de papel nunca y, de momento, lo único que había hecho había sido amontonar las hojas para parar la lluvia, pero pensar que algún día podría llegar a hacer las figuras que aparecían allí lo llenó con ganas de aprender. Se fijó también por un momento en segundo nombre, o mejor dicho en dos ya que según el autor ese otro brujo "había renunciado a su nombre rocavarancolés para volver al que tenía antes de llegar a la ciudad". ¿Entonces ahora debían adoptar un nuevo nombre? ¿Acaso ni Xalk ni Kirés ni Krono se llamaban realmente así antes de ser ciudadanos? Era algo extraño y que en otro momento le preguntaría al enderth, había un problema más importante antes.

Escuchó a Adam acercarse y lo miró para escucharle. -Interesante. Imagino que tendrás que acostumbrarte a tu otra forma. ¿Pegaso lo habíais llamado, no?- le contestó, lanzando la pregunta a los terrestres. El tono con que el ruso había dicho aquello no le inspiraba demasiada confianza. Chromsa le habría preguntado al instante si le ocurría algo, pero estando el resto del grupo presente prefería no agobiarlo, ya lo haría cuando estuvieran en un lugar menos concurrido. Para intentar distraerle un poco de sus preocupaciones, comentó lo que había encontrado: -Según el libro soy un brujo de las hojas marchitas. Puedo controlarlas y darles muchas formas distintas. Pero...- Observó a Dama Equinoccio una última vez para asegurarse. -Sí, aquí no viene nada de que a estos brujos le salgan cuernos y le cambien las patas.- dijo y empezó a buscar alguna respuesta en el resto de páginas. -Es algo extraño. Si fuera algo común de ese tipo de brujos tendría que venir aquí. ¿Acaso me he equivocado? ¿Tal vez sea...?- Por casualidad o designios de la Acromía, acabó en la página de otro tipo de brujo y el dibujo que lo acompañaba lo llenó de esperanza. Era una persona con cuerpo de caballo y que se movía como si nada entre un cielo tormentoso, con un porte recio. Según la descripción "Fárladann, el Caminatormentas, insigne sargento de los ejércitos y mecenas de esta enciclopedia, fue vendecido con una transformación doble en tempestomante y centauro.- El ochrorio se quedó mirando esas dos palabras y las dijo en voz alta para asimilarlas: -Transformación doble.- ¿Entonces no solo era un brujo, sino que era algo más? No terminaba de creerse aquello, pero era un buena teoría. -¿Puede ser que me haya pasado eso, que sea algo más que un brujo? Pero, ¿qué soy aparte de eso? ¿Alguien tiene alguna idea o ha encontrado algo?-

Lethe

Kradko aceptó su sugerencia, por lo que dejó los libros en la mesa de la sala de estar, incapaz de mantener la concentración levitando tantas cosas a la vez. Tenía intención de ir a devolverlos en cuanto pudiera.

El enderth les enseñó donde se encontraban los aseos y  las habitaciones. Muchos de sus compañeros entraron en algunas de ellas para reclamarlas como suyas, o al menos eso parecían pensar las puertas de dichos cuartos, que enseguida cambiaron su pomo al color rojo y el nombre de sus compañeros fue apareciendo en una placa, al igual que las que ya estaban ocupadas anteriormente. La enderth ya escogería un cuarto cerca del de los demás cuando hubiesen concluido la visita.

La última parada fue mucho más de su interés por el momento. Tomó nota de las acciones de Kirés para poder acceder a la planta superior y subió junto al resto. La vista de la cúpula tenía bastante encanto, pero seguro que ya tendría ocasiones suficientes para quedársela mirando. La información era lo más importante.

—No, nunca perdí la capacidad ni noté ningún cambio significativo en el lanzamiento de magia hasta ayer por la noche —respondió a su compatriota—. ¿Qué es eso del precio? —quiso saber.

Mientras hablaba con él, muchos de sus compañeros ya habían encontrado algunos libros interesantes. Debido a la preocupación de Adam y el comentario de Kradko, se acercó a Luci también con cierta curiosidad, preguntándose qué podría haberle disgustado tanto. No quería agobiarle ya que otros habían mostrado preocupación, por lo que espero su turno para consultar aquel mismo libro, pues ella también encajaba en la descripción del título… Bueno, si es que sus nuevas alas eran aptas para volar, que tampoco lo tenía del todo claro.

Durante su búsqueda, creyó dar con la página de Luci: ángel caído. A ella el nombre no le decía nada y tampoco quería demorarse mucho en dicha página, pero leyó por encima y comprendió por qué podía haberse mostrado disgustado el daeliciano. <<Esto debe ser el precio al que se refería Kirés>> pensó mientras seguía pasando páginas. Vio también al “pegaso” que era en lo que se había convertido Adam, pero en esa ocasión no se detuvo a leer nada: quería encontrar la suya cuanto antes.

Una ilustración grande de las líneas aquellas que ahora tenía en los ojos le hizo detenerse. La persona representada en el dibujo no tenía el mismo patrón de plumaje que ella, pero eso podría deberse a diferencias individuales, a fin de cuentas eran tan solo plumas. Las alas encajaban, la cola también y por supuesto lo más llamativo eran esos patrones tan específicos alrededor de sus ojos.
—Horus —dijo sin alzar mucho la voz—. ¿Eso soy?

Alzó una ceja según leía: al parecer su cambio en los ojos no era puramente estético, ahora podía… ¿lanzar maldiciones? Y algo de regeneración, que no entendió del todo bien. ¿Podría curar sus heridas más rápido o algo así? Bueno, ninguna de esas cosas le parecía nada malo. Tomó nota mental de la página y dejó el libro a disposición del resto. Por lo menos era posible que la transformación de Kradko también pudiese encontrarse en ese compendio.

Le llamaron la atención las pruebas que estaba realizando Chromsa con sus hojas y, especialmente, la pregunta que hizo. ¿Doble? ¿Podía ser eso posible? Miró a Kirés, que era el único que podría saber la respuesta.


Krono Rádem

—Solicito una parte del total a modo de señal antes de empezar a trabajar en el implante —explicó a Kahlo—. Y sí, en el Antiguo Mercado que se encuentra cerca de mi negocio hay compradores de joyas y metales. Puedo referirte a uno de los puestos donde yo vendí rádem para poder construir mi clínica y taller. Soy flexible respecto a la cantidad de la señal, no te preocupes. Soy consciente de que no es fácil conseguir mucho dinero tan pronto.

Lo que el irrense no iba a decir, por supuesto, era que tenía sus métodos contra morosos. No era desconfiado por naturaleza ni quería prejuzgar tan rápido a los recién llegados, aunque tenía muy presente de que algún día podía ocurrir. De todos modos siempre les daba mucho más margen a los neo transformados por motivos obvios.

>>Sí, por supuesto, aunque el precio es considerablemente mayor cuanto más personalizado se encargue —respondió a su siguiente pregunta—. A mi ayudante le gusta diseñar implantes más elaborados estéticamente, si es lo que quieres —añadió, pues la varmana le daba la impresión por como vestía y por las joyas que portaba que tal vez fuese una de aquellas personas con tanto interés por lo estético como por lo práctico.

Kirés

La idea de que Chromsa pudiera tener una transformación doble, como él mismo dijo, sorprendió a Kirés tanto como al resto. Hasta ahora el enderth no se había parado a pensar en las razas de cada uno y había asumido, erróneamente, que el ochrorio no presentaba cambios físicos.
–Podría ser –respondió a su pregunta tras pensarlo un poco. –Creo que hay brujos con cambios físicos, pero no al nivel que describes.
El paladín tampoco podía ofrecer mucho más consejo en aquel tema, aparte de buscar la transformación original fijándose en los cambios físicos.


Alyssa

Mientras todo esto pasaba, la dríadehabía empezado a vagar por las estanterías por su cuenta, aunque las escobas la seguían persiguiendo allá a donde iba.
Tampoco sabía muy bien qué era lo que tenía que buscar. Había libros y títulos bastante extravagantes, pero aun con eso la dríade dudaba mucho que hubiera una sección o libro dedicado a algo como “personas con ramas por cuernos y un crecimiento excesivo de flores”. En cualquier caso, la sección de plantas era un lugar tan bueno como cualquier otro para empezar, por lo que allí fue.


Kirés

El enderth, por su parte, se disponía a explicar en qué consistía lo de los precios, pero cuando fue a hacerlo el daeliciano encontró lo que parecía ser su transformación y la conversación empezó a girar a su alrededor.
–Hmmm… Yo no os conozco demasiado, pero si tuviera que teorizar me atrevería a decir que es justo al revés– comentó, antes de responder con más detalle.
>>Para algunos la magia tiene un precio, una condición que deben cumplir para poder utilizarla. El hecho de que se trate de algo que no se desee realizar forma parte de la condición, de lo contrario no sería un precio. Al menos así es como lo veo yo.
El paladín era una persona más lógica que emocional. Consolar no era su punto fuerte, pero si la explicación ayudaba a que el grupo entendiera que sus cambios no los definían más de lo que se definían ellos mismos a diario, pues mejor.
–Durante estos años he conocido a varios individuos con precios muy desagradables y muchos han demostrado ser personas mucho más decentes de lo que esos precios sugerían en primer lugar.
Mientras decía eso, sin embargo, un individuo en particular hizo que se le erizaran las plumas.
"Aunque no todos"

No había vuelto a ver al Jack-o'-Lantern desde su cosecha, pero el mero acto de pensar en aquel día le trajo al enderth miedo y furia a partes iguales mientras apartaba aquel recuerdo de su mente casi tan rápido como había venido.

Luci se apresuró a quitarle importancia y decirle a Adam que estaba bien. No tenía ganas de que le compadecieran y muchas menos de explicar por qué se había disgustado, pero Kradko había leído lo mismo que él. Su comentario le arrancó una sonrisa.

-Gracias Kradko -dijo, poniendo su mano sobre la que la niña le había puesto en el hombro.

El libro fue rotando de manos. Al fin y al cabo había bastantes ‘’seres alados’’ en su grupo. Debido a que Adam puso cara de disgusto no cotilleó, aunque lo cierto es que tenía bastante curiosidad ¿Cómo es que cambiaba tan drásticamente de aspecto? ¿Qué lo hacía pasar de una forma a otra? Con Lethe no pudo resistirse, se acercó para ver mejor, manteniendo la distancia justa para no entorpecer a la enderth en su lectura. Lo que vio le dio un poquito de envidia, no se iba a engañar; parecía una criatura fuerte y majestuosa. Cuando acabó llamó a Kradko a la mesa.

-Vamos a buscar la tuya y la de Kahlo -le dijo abriendo de nuevo el libro. Posiblemente cotillearía la de Adam de camino.

Las palabras de Kirés no fueron bien recibidas al principio. Le daba bastante vergüenza en qué se había convertido, y que lo supieran sus amigos era una cosa, pero un desconocido era otra, por mucho que les estuviera ayudando, pero al final tuvo que agradecerle su intervención. En realidad, no era tanto la naturaleza de su precio, (que habiendo visto de refilón el de otras transformaciones no era para tanto) si no la imagen que pudiesen tener de él debido a ello. No quería que de pronto nadie confiase en él por culpa de la estúpida Luna Roja y sus cambios. Y sobre todo le daba pavor que no fuesen solo cambios externos lo que les hubiese dado. ¿Podía la Luna cambiarles por dentro?

Negó con la cabeza a la pregunta de Chromsa. Sólo había mirado un libro y aún no había acabado con él.

-A lo mejor Alyssa ha encontrado algo. Los dos tenéis cuernos y… ¿plantas? -ladeó la cabeza.

Adam se acercó a ver las páginas del libro que Chromsa consiguió. Tanteó un poco con la vista antes de que el ochrorio le hablase.

—Si, soy un Pegaso. Según lo que leí puedo cambiar entre dos cuerpos, es un poco raro pero no me sorprende— logró sacar algunas risas. No quiso preocupar a nadie y aun le quedaba por asumir algunas cosas pero era todo tan absurdo que no pudo evitar reír. Paró y miró de nuevo sus plumas, recordando de nuevo lo que leyó—. Un Pegaso…— susurró para sí. Quizás el libro exageraba con ese supuesto riesgo, no quiso pensar en lo malo y se aferró a todo lo bueno que tenía ser un Pegaso, los mismos caballos gráciles y hermosos que alguna vez vio representados en televisión, videojuegos, libros… Adam sonrió un poco por lo bajo, se sintió afortunado. Quizás hablaría con el hombre pájaro acerca de exponer su identidad, por lo pronto tratará de no exhibir su plumaje en un futuro tan a la ligera ya que, por todo lo demás, sigue siendo un humano por fuera.

Dejando de admirar su transformación por un segundo atendió a Chromsa, atento a lo que su pareja leyó. Levantó sus cejas impresionado por lo que el ochrorio era capaz de hacer. Le pareció muy interesante y místico su control de las hojas marchitas.

—Ostras, que guay. Mola que puedas mover muchas sin cansarte— añadió referenciando al hechizo de levitación. Imitar el preciso control de su pareja con magia le costaría demasiados años como para considerarlo divertido intentarlo.

Sin embargo, no tuvo una respuesta clara a la duda de Chromsa. Se pegó a él para ver de cerca el contenido del libro y nada aparecía sobre cuernos, más pelo facial o patas de animal. ¿Qué podría ser? Pasando páginas terminaron en la del Tempestomante, los brujos que controlan las tormentas. Adam tragó saliva ante lo poderoso que sonaba eso, solo esperaba no encontrarse con ninguno de momento vaya a ser que lo frían con un rayo de tormentas.

Adam estuvo dando vueltas a algo. Para asegurarse se alejó de Chromsa y lo miró algo analítico.

—En realidad… me suena tu apariencia. Me suena, me suena… —Adam siseó con los dientes, chasqueando los dedos de frustración porque lo tenía en la punta de la lengua—. ¡Es verdad! ¿Habéis visto Narnia? Es que aparecen seres mitad cabra y no caigo en cómo se llaman. Si aparecen Pegasos y Ángeles ellos quizá estén en estos libros— preguntó a todos los terrestres en voz alta. Chromsa y esos híbridos caprinos que vio en su día en Narnia se le hacían idénticos, quitando lo de las hojas.

La reacción de Luci a sus palabras la dejó muy satisfecha. «Si es que está claro, el tontolava que escribió esto no tenía ni perca idea de cómo es Luci. ¡Ja!». Consideraba seriamente todas sus palabras las cuales, encima, le resultaron confirmadas por la intervención de Kirés.

Estuvo cotilleando otras transformaciones y lo cierto es que «¡algunas hasta molan!». Por su cabeza empezó a rondar la idea de que… igual hasta había merecido la pena el viaje. De que igual la Luna Roja sí que había sacado su verdadero potencial, tal como se les había sido prometido.

Finalmente, Luci propuso ir a buscar la suya. La verdad: no sabía si le apetecía. Por un lado, ¡por supuesto qué se supone que era ahora! Por otro… Aquello mismo le daba miedo. No sería la primera que se llevaría algún disgusto.

Para su propia tranquilidad, aquel no resultó ser su caso.

Aparte de las nuevas alas, aquella transformación suya no comportaba grandes cambios físicos. Y no solo aquello, sino que encima tenían algunas propiedades bastante interesantes… ¡Además, podía volar! Y no como lo había hecho hasta entonces, sino simplemente alzarse en el aire y aletear con total libertad. «Volar… ¿yo?». Y si aquello no fuera poco, encima había ciertas cosas que, por decirlo de algún modo, encajaban con ella. Es decir, el tomo mencionaba sobre una cierta tendencia de los lepäni por manifestarse como criaturas interesadas por el sonido y la música. Era evidente por qué Kradko sentía un interés especial por aquellas declaraciones.

—Woa… —fue todo lo que pudo musitar.

—El Antiguo Mercado —repitió solo para cercionarse que la información se le quedaba—. De acuerdo. ¡Muchas gracias, Krono! —dijo llevándose el puño cerrado al corazón, sonriendo con ojos brillantes—. Intentaré pagarte lo máximo posible lo más rápido posible.

No solo porque no le gustase sentirse en deuda con nadie, su familia siempre había llevado los ingresos de forma metódica y puntual, el compromiso era también un gesto de agradecimiento. Le iba a devolver el brazo, no podía llevarse una mala imagen de ella y recibir bien el pago era lo mínimo.

—No importa. Puesta a pagarte prefiero pagarte bien y recibir algo más… algo más mío —rió ligeramente. Se sentía tan radiante que muy posiblemente necesitase llorar de alegría después—. ¡Me encantaría hablar con tu ayudante! Santos, estoy deseando ir a tu taller… ¿Cuándo podría visitarlo? —su mano gesticulaba con pequeños gestos inquietos que denotaban su entusiamo. Se llevaba el pelo tras la oreja, lo volvía a recolocar, se tapaba la boca o daba pequeños golpecitos al suelo con el tacón del botín. Entre la luna, todos los cambios para bien y aquello Kahlo podía comerse el mundo.
>>Y sobre su funcionamiento… La verdad es que son fascinantes. En mi mundo no hay nada remotamente parecido. Imagino que tendrán un mantenimiento, ¿no? Será necesaria una revisión cada cierto tiempo.