Primer sueño de Lara

Lara se debatió de nuevo entre respetar la situación original o tratar de propiciar ayuda. Tras tomarse su tiempo de reflexión, decidió que esta vez se mantendría tan fiel como pudiera al guión. Se olvidó de lo de curiosear por la casa y se fue directamente a donde estaba la vez que sugirieron salir: la habitación.

Verla sin los dibujos del renacuajo irrense hacía que le pareciera sosa ahora, en el pasado, pero era cuestión de esperar. Sacó los calcetines y los empezó a hacer tiras. Cuando la conversación de salir tuvo lugar, gritó como había gritado la primera vez:

—¡Los más rápidos deberían ir a por ella!—y siguió con los calcetines mientras le daba vueltas al peso que le acababa de caer sobre los hombros. <<Entonces... ¿Y si les enseño la magia que sé? Aunque solo conozco el hechizo de limpieza, el de la luz y el de protección... más o menos. Tal vez eso nos ayudaría mañana contra los serpelinos. O tal vez por enseñárselos ocurra algo no previsto y la palmemos. Además me preguntarán y no sabré decirles de dónde aprendí la magia. O puedo mentirles y decirles que en mi mundo.... Por toda la suerte, qué puto difícil. ¿Voy a tener que limpiar las cacas manualmente?>>. Resopló.

Lara acababa de dar el susto de bienvenida a Baurus, como la primera vez, cuando unos golpes en la puerta hicieron que se sobresaltara ella. Sabía de sobra que eran nuevos, tanto en la actual línea temporal como en el resto de las que había vivido la ordesa hasta ahora. <<He vuelto a fallar...>> y no podria significar nada bueno. Se asomó a la ventana tan rápido como pudo, para ver a Xalkoth desesperado, acorralado por serpelinos. Lara trató de poner orden a su cabeza entre tanto nervio y decidió que no podían bajar el puente ahora. <<Entrarían los serpelinos y podrían poner en peligro a los niños, a Ippon...>>. Lara no quiso ni preguntarse dónde se encontraban Cio, Archi o Shaco; simplemente no quiso.

—¡Xalk, trepa la fachada, por todo el amor a tu suerte! ¡Acércate aquí!—la ordesa apretaba su moneda dentro de su puño. No tenía tiempo de tirarla para tomar decisiones. <<Yo soy la moneda ahora>> se dijo y decidió que, en cuanto Xalkoth estuviera cerca, le lanzaría un hechizo de protección básica <<Correré con las consecuencias>>—¡Los de dentro, bajad a por armas! ¡Rápido!—tenían que prepararse para lo peor.

Instintivamente se llevó una mano al marsupio. <<No vas a quitarme a nadie más, dama Mezquina>> y pensó de dama Aroma tan mal como pudo, con la intención de causarle mal de ojo o algo peor.

—¡No, no, no!—Baurus acababa de abrir las puertas a una muerte segura justo cuando Lara acababa de hechizar al clinger y la situación arrolló a la ordesa por completo. En su cabeza recitaba una y otra vez el sortilegio de protección, pero de su boca no salían nada más que negaciones: por Baurus abriendo la puerta, por Xalkoth huyendo cobardemente y, tras un horroroso chillido, por Ippon sufriendo espasmos en el suelo. Lara apenas tuvo tiempo para preocuparse por sus niños en ese momento. Le sobrevino un instante de dolor por una dentellada y luego nada. De nuevo.

Dama Aroma volvió a recortarse en la negrura y Lara se encontraba inmóvil de nuevo.

—¡Deja a mis niños en paz, arpía mezquína!—la ordesa sollozaba—¡No les pongas un dedo encima! ¡No! ¡Suéltala, vieja guarra!—Acabó perdiendo las fuerzas que le habían permitio gritar y ya tan solo suplicaba—Devuélvemelos, por favor...—. La mujer no le hizo caso y se llevó a Rica consigo. Y tiró los dados.

...

<<Otra vez...>>. Fue lo único que pasó por la cabeza de Lara. Se llevó las manos al marsupio y solo contó hasta tres. Rompió a llorar, de nuevo lo más silenciosamente que pudo para no alarmar a nadie, y alzó la cara para mirar al grupo. Verlos vivos la hacía sentir bien, suavizaba los sentimientos de la escena que había vivido en otro futuro, pero al mismo tiempo Lara se veía embargada de cierto histericismo creado por la falta de cooperación. Les había dicho veinte veces en veinte tiempos diferentes lo importante que era para el grupo trabajar unidos y no había manera de que aprendieran, no. Tenían que seguirla cuando ella pedía que no lo hicieran, tenían que dudar de su palabra, tenían que abrir la puerta...

Lara respiró hondo para no dejarse llevar por todo aquello. <<Todavía tengo tres niños por los que luchar y dos a los que recuperar>> se recordó. Realmente no sabía en qué estado se encontraban los últimos, pero el peso de su marsupio inclinaba la balanza hacia su serenidad. <<Tengo que hacerlo por ellos. No puedo perder otra vez. No quiero ver a dama Hijadesuputísimamadre de nuevo>>. Resopló y sacó fuerza de donde no la habían. Lara pensaba volver a hacerlo todo igual, pero en esta ocasión enmendaría sus errores. <<Sé cómo evitar al gigante y yo misma me encargaré de que ocurra igual con los serpelinos>>.

Se chupó el dedo y alzó la mano en el aire.

Lara había decidido dejar a los niños con Keiria en esa cuarta vez de su primer día. Por alguna razón, los serpelinos sí que les atacaban ahora y había decidido extremar precauciones. Pidió a todos los que salieran que se llevaran armas y, aún así, acabó necesitando recurrir a la magia en un par de ocasiones. A la vuelta les explicó que había estado estudiando en una escuela de hechicería, pero que cateó todo y solamente recordaba cuatro hechizos. Era triste para la opinión que pudieran tener de ella, pero se estaban salvando todos y eso la reconfortaba.

Antes de cenar había decidido dejar la ventana por la que entró Taro abierta, para que eso sucediera igual que la primera vez. Sin embargo, había pasado el tiempo y ni el carabés, ni Ri ni su novio-marido aparecieron. Lara acabó subiendo a la habitación y oteó el horizonte desde el marco de la misma ventana. <<¿Dónde estáis?>>. Mentiría si dijera que no le preocupaban, pero no pensaba salir a buscarlos ahora. Sería arriesgarse a perder a otro bebé y para bien o para mal, el valor de los sinhadres y el carabés juntos no superaba al de ninguno de sus niños por separado. <<Ojalá estéis vivos>>. Desearles buena suerte y permanecer vigilante en la ventana era lo máximo que podía hacer por ellos. Sentía no hacer nada más, pero la situación era de mucha más envergadura de lo que ellos jamás entenderían.

La moneda había vuelto a su mano, Lara se la llevó a la boca y le dio un beso. <<Vamos, vamos, vamos. Apareced. Vosotros podéis...>>. La ordesa se estremeció fruto del cargo de conciencia. <<No los estoy dejando morir. Nisiquiera debería saber que existen a estas alturas>> trató de convencerse. El movimiento bajo su marsupio fue lo que puso fin a sus remordimientos.

Lara se levantó rezando porque fuera un sueño, pero faltaban sus niños y faltaban sus compañeros. Sus preocupaciones y remordimientos le amargaron el desayuno, pero para Lara parecía inevitable. Acababan de sobrevivir al primer día por primera vez en dos o tres tiempos repetidos y la ordesa quería afianzar su situación y hacerla lo más segura posible, sin contar con los tres que había perdido quién sabe por qué.

Cuando acabaron de almorzar, hizo sonar su silbato y se aseguró de que se reunían todos.

-Quiero que escuchéis esto que os voy a decir con la mente abierta y libre de escepticismos-comenzó-. Ayer algunos me vistéis usar magia y ya os expliqué que la aprendí en mi mundo. Es un lugar pacífico, por lo que no le veía la gracia a toda la parafernalia de los hechizos y solía saltarme las clases de la escuela de hechicería. Solo conozco cuatro hechizos-<<Ahora mismo tengo más hechizos a mano que hijos...>> suspiró-. Pero no es lo único que tengo. En mi mundo nacemos con características inusuales y yo puedo ver y he visto diferentes versiones de nuestro futuro. Por si no me creeis os lo demostraré:

>>Archi y Cío os sentís mal porque ayer cenasteis miel, que es venenosa para todos excepto para una especie de seres morados que todavía no conocemos. Xalkoth estaría dispuesto a atacar a cualquiera que robara dicha miel, incluso si no nos vale a ninguno de nosotros; viene de un mundo con reptiles gigantes y por eso ayer huyó de los serpelinos. Shaco tiene porno dentro de uno de sus cacharros y si le pregunto por su mundo me dirá que se llama Humania, aunque en realidad sea la Tierra. Ippon se dedica a pintarnos en nuestra ausencia, pero le preocupa que se le vaya la batería y en el futuro acabará dibujando en las paredes. Si en el futuro os pregunto por nombres para mis hijos, Cio no tendría problemas en sugerir nombres de mascotas irrenses, como Rica, y Nero..-Lara se dio cuenta de que había metido la pata y decidió ser todo lo sincera que pudo-. Nero es alguien que todavía está por llegar...

>>Os estoy diciendo todo esto porque os valoro y ya os he visto morir en otros futuros. Uno en el que nos persiguio un gigante, otro en el que los serpelinos os pillaron desprevenidos junto a las cestas. Solo sobrevivió Xalk, que para variar, en lugar de ayudarnos, huyó para poner su pellejo a salvo, Ippon se electrocutó vivo con lo que sea que utilizais para darles marcha a vuestros brazos mecánicos-los ojos se le llenaron de lágrimas-. Mirad, sé que esto es difícil de asimilar, pero no quiero que muera nadie más de nuevo-. Cogió aire varias veces hasta que se recompuso. Había evitado hablar de sus bebés para que no hiciera mella en su discurso. Lara necesitaba que calara en todos ellos con urgencia-. Salid todos al patio que os voy a enseñar a hacer magia. Estas lecciones serán obligatorias para Archi, Shaco, Ippon y Ta.. Tantos del resto como queráis participar, pero ellos sobretodo. Y si alguno de vosotros cree que un hechizo de protección no es lo suficientemente util, le sugiero que valore la posibilidad de volver solo a por las cestas. Después lo recibiré con los brazos abiertos en el patio.

Lara dudó ante la pregunta de Shaco. Ese día ocurría la salida al río sin incidentes, pero no sabía si era buena idea con la ausencia de Taro y la pareja sinhadre. Al final decidió que si no les había pasado nada esa vez, no les pasaría nada ahora.

—Sí, Shaco, hoy salimos al río—. Lara utilizó el silbato para reunirlos a todos y les avisó de antemano de lo que los pájaros le harían a Xalkoth si se andaba sin cuidado—. Te juegas el pellejo duro, bicho. Así que ya sabes. El resto coged armas y tened los hechizos a mano de vuestra lengua por si las moscas. Por cierto...—se vio tentada a hablarles sobre Nero, Ri y Taro, pero al final abortó la idea—. Nada, nada. Solo pensaba en voz alta.... ¡Vamonos!

Con un poco de suerte, el par de tres continuaría vivo.

Lara empezaba a sentirse orgullosa por lo mucho que había conseguido con esta oportunidad. Llevaba tres días y había conseguido organizar a todo el grupo, la ordesa empezaba a pensar que le sonreiría la suerte y que conseguiría llegar más allá de sus visiones. Pero se equivocaba, porque sus pequeños cambios aquí y allá en la línea del tiempo habían desbaratado de nuevo cualquier plan que la madre tuviera. En esta ocasión, Lara no tuvo estómago para sobrellevar la imagen de la araña gigante masticando a Shaco. Tampoco tuvo tiempo de vomitar, sin embargo, pues una de la patas del aráncido la atravesó de lado a lado.

Como si se hubiera vaciado por el agujero que le habían dejado de vientre a espalda, Lara había perdido todo el ánimo para afrontar la escena que sabía que vendría. De nuevo no pudo moverse en la negrura y, esta vez, tampoco quiso hablar. Seguía enfadada con dama Aroma, con sus compañeros, con la ciudad y, sobretodo, consigo misma; pero ya sabía que no servía de nada expresarlo con insultos, ni gritando. <<Me quedan dos oportunidades. Dos hijos...>> era todo lo que la ordesa pensaba en ese momento, mientras veía irse a Taz con la ogra ciega.

Y volvía a estar de pie en mitad del barrio laberíntico. Las palabras de Xalkoth le resultaron inquietantemente irritante y Lara descubrió que tenía más ganas de partirle la cara de lo que podría haber pensado en un principio. Estaba cansada de vivir siempre lo mismo y de morir independientemente de como evolucionaran las cosas. No le parecía que les estuvieran dando unas oportunidades justas. <<O avanzas y mueres, o avanzas y te matan. Puta mierda...>>.

La ordesa dejó de nuevo las circunstancias en su sitio inicial. No trastocó nada, no contó nada que no fuera contable y se guardó todo el pesimismo que giraba entorno a su marsupio ahí mismo, en su marsupio. El tiempo pasó irremediablemente y Lara sufrió en silencio. Se dejó morder por los serpelinos, dejó que a Xalkoth le jodieran la carcasa y su carácter se fue agriando con cada día que pasaba, a pesar de que considerara un logro sobrevivir tanto.

Pasaron las semanas y, por segunda vez en cuatro vidas, los letarguinos visitaron Maciel. Lara no había olvidado en absoluto la repercusión que tendría aquella visita y mantenía una fijación casi enfermiza por Kora. Solo le quitaba el ojo de encima para parpadear.

—Yo no diría que sea tan peligroso, parecía que solo jugaba. Como si nos llevara tantos niveles de ventaja que no le mereciera la pena molestarse con nosotros. Está claro que es un jefe de zona(...)—Lara estaba hablando sobre Astra. El bicho se encontraba solo por la ciudad con el brazo roto, estaba a punto de llegar.

Sin Nero, Lara no podía saber qué había ocurrido realmente el día de la visita, pero fuera como fuere, en ese presente los botes de miel habían quedado intactos. La mirada de Kora antes de irse no le hizo ninguna gracia, pero decidió que era un matiz intercultural que no entendía.

Al final llegó el día en el que supuestamente visitaría Letargo. Lara cogería por fin su libro y disfrutaría de una visita normal, sin puñaladas. Seguía irritada por todo lo que estaba pasando internamente, pero en todo ese tiempo había aprendido a pensar en otras cosas para paliar su humor de cara al público. Se aferraba a cualquier idea positiva aunque fueran clavos ardiendo y así, embargada por ese falso positivismo, la ordesa decidió vestirse de gala para la visita. En lugar de llevar el cosplay de renacida entre la mugre, se puso el vestido que había confeccionado a partir de su antiguo disfraz de afín al aire.

Se enganchó su tocado en la cabeza con ayuda de la pinza y se preparó para salir. Fingió estar con el mismo humor que ese día real y golpeó varias veces su escudo con la daga (que ahora se llamaba TresTres) para llamar la atención de todos. Sin embargo, su nerviosismo seguía latente en pequeños gestos: pies inquietos, orejas agitadas y un tic nervioso que la obligaba a girar su molinillo de vez en cuando. Lara no estaba contenta, estaba asustada. De lo que pudiera ocurrirles y las decisiones que podría verse obligada a tomar. A estas alturas ya no sentía ningún cargo de conciencia por Shaco y la pareja sinhadre y le daba miedo ser capaz de abandonar a más compañeros por salvar a sus hijos.

—¡Vámonos!

Lara sopesó lo que ocurría ese día. Era el último del que tenía conciencia y eso le agobiaba y aliviaba a partes iguales. Se acabaría tener que seguir guiones, pero también cualquier ayuda que la información que conocía pudiera darle. De momento tenía que salvar a los excursionistas. La ausencia de Taro era un herido menos, pero sin Ri y Nero contaban con dos de los que colaboraron en el rescate también.

—Yo os acompaño—decidió—. Pero creo que lo primero es prepararse para la salida. Estaría bien que los que no saben hacer magia o saben pero se quedan en el torreón nos traspasaran magia a Shaco, Archi y a mí. No me gustaría que nos vieramos indefensos ante... yo que sé... ¿Un ataque de halcones playeros?—Lara no sabía si reír o llorar en esos momentos—La ciudad no es segura...