Primer sueño de Lara

Lara arrugó la frente. Esto no era nuevo, había ocurrido de verdad. O al menos la ordesa tenía la sensación palpitante de que sabía lo que se estaba cociendo entre esas calles. Lo había vivido en... ¿El futuro? Quizá era eso lo que menos claro tenía, pero en su búsqueda por una explicación lógica, acabó concluyendo que era la manifestación de su herencia materna.

Se chupó el dedo como hizo en su momento y alzó la mano de la misma manera, cerró los ojos y, esta vez, cuando los abrió supo exactamente qué decir:

—Escuchadme todos—pero miraba en concreto a Xalk. En ese momento todavía no parecía el bicho violento que atacó, o atacaría, a Kora; pero sí que era el mismo bicho que la habría desacreditado cinco segundos después de intentar realizar su primera adivinación—. El aire que viene de ahí sabe a pájaros negros—gracias a lo que sabía ahora, señaló hacia Maciel—. Puedo saborearlo, esa es la dirección corecta—Lara cayó entonces en la cuenta de que tal vez eso no sonara fiable, como ocurrió la vez anterior. Decidió asegurar sus palabras recurriendo a terceros—¿O me equivoco, Xalk?—y le enseñó todos los dientes en una sonrisa amplia.

—No...—Fue todo lo que dijo Lara en cuanto el titán se les apareció en un cruce y los niños empezaron a llorar. Se llevó la mano al marsupio, para sujetarselo durante lo que preveía como una gran huída, y llamó la atención de todos con un silbido—. ¡Corred!

Lara hizo lo suyo y no esperó a nadie. Es más, aprovechó que ya se sabía las direcciones para salirse del grueso del grupo y colarse por otra calle. Ellos tenían a Xalk, podían llegar sin problemas, y ella tenía sus conocimientos sobre el futuro; todavía no se había parado a horrorizarse por el pedazo que estaba reescribiéndose por su culpa. Al tiempo que corría, la ordesa trató de calmar a los pequeños.

—Shhhhh, como no dejéis de llorar el gigante nos va a comer a los seis—susurró. La ordesa se estaba poniendo nerviosa y la carrera la tenía con el corazón atorado en la garganta, a mil por hora—. Vamos, vamos, vamos... Zaende, Yara, Rica, Randa, Taz... Haced caso a vuestra madre, por favor—pronunciar sus nombres antes de que tuvieran nombre la sorprendió y no la sorprendió a la vez. Lara estaba empezando a liarse temporalmente mientras corría.

<<Si se los he puesto en el futuro, ¿los tienen ya? Pero si estoy cambiando el futuro, ¿no cambiarían los nombres? ¿Y si nos comen?>>. Y ahí dejó de cuestionarse nada. Si sus bebés no dejaban de llorar, sabía en qué dirección seguir corriendo: hacia el barrio de Astra.

Lara se giró horrorizada al ver que sus compañeros la habían seguido.

—¡No, no, no!—Lara estaba intentando salvarlos, <<¿Por qué monos me han seguido? ¡Joder!>>.

El cántico desafinado de Astra le recorrió la nuca y Lara tuvo un mal presentimiento. Sin embargo, no le dio tiempo a decidir por qué. En unas milésimas de segundo eternas que necesitó la gravedad para  hacer caer los escombros, Lara vio como Xalkoth era atrapado por el titán. Acto seguido, el cuerpo menudo de la ordesa se rompió bajo el desprendimiento.

Todo se volvió negro y Lara ya ni sentía sus huesos quebrados. Sus bebés seguían vivos, por algún tipo de suerte inexplicable, pero cuando la madre trató de moverse, no pudo. <<¿Me estoy muriendo?>>. La ordesa probó a hablar y, contra todo pronóstico, su voz salió.

—Mamá está aquí, renacuajos...—susurró con la voz entrecortada. Tenía ganas de llorar. De hecho era probable que en aquellos momentos estuviera llorando, pero no quiso gastar su aliento en quejarse o maldecir a nadie. <<Voy a morir antes que ellos>> Era todo lo que se le pasaba por la cabeza. Sabía que sin ella, los pequeños estaban solos, abandonados a su suerte, seguramente en mitad de los mismos escombros que la acababan de matar.

Sin embargo, lo que ocurrió violó cualquier idea de Lara y la sorprendió. Escuchó la voz de dama Aroma y pronto su contorno se hizo visible entre tanto negro. Había estado apunto de pedirle ayuda, pero la mujer hablo y sus palabras le dolieron, <<¿ha venido solo para restregarme el fracaso?>>. Algo todavía peor. Cuando la mujer se llevó a Yara de su marsupio Lara trató de gritar y de patalear, pero en su lugar, todo lo que hizo fue desmayarse.

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Y de repente volvía a estar viva y entera. Se palpó el cuerpo con las manos y respiró aliviada. <<¿Era una... visión? ¿Una pesadilla despierta?>>. Cuando las manos llegaron al marsupio, el corazón le dio un vuelco. <<Se la ha llevado de verdad. Está divirtiéndose a mi costa>>. Lara lloraba en silencio. <<La muy zorra me había tenido engañada todo este tiempo... Y se ha llevado a mi niña como prenda...>> no se acababa de creer que en su primera vida en la ciudad se hubiera tragado las mentiras de esa pelandrusca.

Los cuatro niños restantes se sacudían todavía en el marsupio y la ordesa, con todo su pesar, supo que no podía dejar que su ánimo se ensombreciera, por mucho que le dolieran su muerte, la pérdida de Yara y las mentiras de dama Aroma. <<Tengo cuatro bebés a los que salvar todavía. Ya me encargaré de partirle la cara a la ciega y recuperar al que me falta>>.

Todavía no estaba segura de qué acabaría haciendo cuando se chupó el dedo y lo alzó en el aire. Tenía el rostro contraído y no había ni rastro del júbilo inicial que había mostrado la primera vez que había hecho esto, hace tres... tiempos o como quiera que fuera la medida para los saltos temporales. Visto lo mal que le había salido su improvisación, Lara acabó decantándose por hacerse la tonta. <<Lo hago por todos>>.

—El sabor del aire me indica que lo más seguro es seguir andando, lo más apiñados posible y con pies de (...)—se frotó los ojos con la muñeca, para secárselos, y dicho esto señaló a la misma dirección equivocada de la primera vez—. La suerte nos conduce en esa dirección.

PS: Siento si me ha quedado cutre o algo, que me atacó mi primo mientras escribía x_x

Lara se debatió de nuevo entre respetar la situación original o tratar de propiciar ayuda. Tras tomarse su tiempo de reflexión, decidió que esta vez se mantendría tan fiel como pudiera al guión. Se olvidó de lo de curiosear por la casa y se fue directamente a donde estaba la vez que sugirieron salir: la habitación.

Verla sin los dibujos del renacuajo irrense hacía que le pareciera sosa ahora, en el pasado, pero era cuestión de esperar. Sacó los calcetines y los empezó a hacer tiras. Cuando la conversación de salir tuvo lugar, gritó como había gritado la primera vez:

—¡Los más rápidos deberían ir a por ella!—y siguió con los calcetines mientras le daba vueltas al peso que le acababa de caer sobre los hombros. <<Entonces... ¿Y si les enseño la magia que sé? Aunque solo conozco el hechizo de limpieza, el de la luz y el de protección... más o menos. Tal vez eso nos ayudaría mañana contra los serpelinos. O tal vez por enseñárselos ocurra algo no previsto y la palmemos. Además me preguntarán y no sabré decirles de dónde aprendí la magia. O puedo mentirles y decirles que en mi mundo.... Por toda la suerte, qué puto difícil. ¿Voy a tener que limpiar las cacas manualmente?>>. Resopló.

Lara acababa de dar el susto de bienvenida a Baurus, como la primera vez, cuando unos golpes en la puerta hicieron que se sobresaltara ella. Sabía de sobra que eran nuevos, tanto en la actual línea temporal como en el resto de las que había vivido la ordesa hasta ahora. <<He vuelto a fallar...>> y no podria significar nada bueno. Se asomó a la ventana tan rápido como pudo, para ver a Xalkoth desesperado, acorralado por serpelinos. Lara trató de poner orden a su cabeza entre tanto nervio y decidió que no podían bajar el puente ahora. <<Entrarían los serpelinos y podrían poner en peligro a los niños, a Ippon...>>. Lara no quiso ni preguntarse dónde se encontraban Cio, Archi o Shaco; simplemente no quiso.

—¡Xalk, trepa la fachada, por todo el amor a tu suerte! ¡Acércate aquí!—la ordesa apretaba su moneda dentro de su puño. No tenía tiempo de tirarla para tomar decisiones. <<Yo soy la moneda ahora>> se dijo y decidió que, en cuanto Xalkoth estuviera cerca, le lanzaría un hechizo de protección básica <<Correré con las consecuencias>>—¡Los de dentro, bajad a por armas! ¡Rápido!—tenían que prepararse para lo peor.

Instintivamente se llevó una mano al marsupio. <<No vas a quitarme a nadie más, dama Mezquina>> y pensó de dama Aroma tan mal como pudo, con la intención de causarle mal de ojo o algo peor.

—¡No, no, no!—Baurus acababa de abrir las puertas a una muerte segura justo cuando Lara acababa de hechizar al clinger y la situación arrolló a la ordesa por completo. En su cabeza recitaba una y otra vez el sortilegio de protección, pero de su boca no salían nada más que negaciones: por Baurus abriendo la puerta, por Xalkoth huyendo cobardemente y, tras un horroroso chillido, por Ippon sufriendo espasmos en el suelo. Lara apenas tuvo tiempo para preocuparse por sus niños en ese momento. Le sobrevino un instante de dolor por una dentellada y luego nada. De nuevo.

Dama Aroma volvió a recortarse en la negrura y Lara se encontraba inmóvil de nuevo.

—¡Deja a mis niños en paz, arpía mezquína!—la ordesa sollozaba—¡No les pongas un dedo encima! ¡No! ¡Suéltala, vieja guarra!—Acabó perdiendo las fuerzas que le habían permitio gritar y ya tan solo suplicaba—Devuélvemelos, por favor...—. La mujer no le hizo caso y se llevó a Rica consigo. Y tiró los dados.

...

<<Otra vez...>>. Fue lo único que pasó por la cabeza de Lara. Se llevó las manos al marsupio y solo contó hasta tres. Rompió a llorar, de nuevo lo más silenciosamente que pudo para no alarmar a nadie, y alzó la cara para mirar al grupo. Verlos vivos la hacía sentir bien, suavizaba los sentimientos de la escena que había vivido en otro futuro, pero al mismo tiempo Lara se veía embargada de cierto histericismo creado por la falta de cooperación. Les había dicho veinte veces en veinte tiempos diferentes lo importante que era para el grupo trabajar unidos y no había manera de que aprendieran, no. Tenían que seguirla cuando ella pedía que no lo hicieran, tenían que dudar de su palabra, tenían que abrir la puerta...

Lara respiró hondo para no dejarse llevar por todo aquello. <<Todavía tengo tres niños por los que luchar y dos a los que recuperar>> se recordó. Realmente no sabía en qué estado se encontraban los últimos, pero el peso de su marsupio inclinaba la balanza hacia su serenidad. <<Tengo que hacerlo por ellos. No puedo perder otra vez. No quiero ver a dama Hijadesuputísimamadre de nuevo>>. Resopló y sacó fuerza de donde no la habían. Lara pensaba volver a hacerlo todo igual, pero en esta ocasión enmendaría sus errores. <<Sé cómo evitar al gigante y yo misma me encargaré de que ocurra igual con los serpelinos>>.

Se chupó el dedo y alzó la mano en el aire.