Torreón Maciel (Archivo II)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije

Mi espalda. Me llevo disimuladamente la mano a ella y después a la cola. Puede que no lo muestre pero aún dolían las malditas heridas. Debería vendarmelo o algo por el estilo.

Intentando olvidar en dolor, haciendole oidos sordos, presté atención de lo que la gente opinaba sobre lo que debíamos hacer. Ninguno quería matarlo, a lo sumo encerrarlo. Esa solución no me agradaba completamente. ¿Y si lograba escaparse? ¿O conseguía engañar a alguno de los humanos para que lo sacasen de allí? ¿Qué haría yo entonces? No podía mantenerme siempre despierta, eso aparte de ser antinatural era malo para la supervivencia. Sin sueño tu mente no funciona de la misma manera y si no funciona bien mueres en las garras de algún horrible ser, como lo es un Ranta.

Por todas esas razones no me pensaba quedar aqui y, para mi fortuna, había quienes me secundaban, quienes pensaban irse conmigo. Noel y Giz. El humano que había llegado a agradarme y todo y el Mirie Kitade que hasta hace poco no confiaba en mi. Parecía que después de mucho tiempo no estaría sola. Eso era una idea muy bonita, un sueño que siempre había tenido. Ser aceptada. Algo que comenzaba a sentir, algo que hacía alejar mi malestar por no poder pertenecer nunca más a mi antigua tribu.

Vi como la pequeña humana llevaba a Sezk hacia el sótano y como Alicia tenía una crisis. Eso último me sorprendió más que la fuerza de la niña, nunca hubiese imaginado. Entonces vino Giz, pidiendome perdón, preguntandome como me encontraba y asegurándome que él estaría a mi lado.

- Tranquilo, se necesita algo más que un Ranta para vencerme - me encogí de hombros quitandole hierro al asunto, lo que me causó dolor en la espalda, algo que solo se dejó de entrever por apenas un segundo antes de poder esconderlo -. Además, no es culpa de nadie la locura de Sezk. Tu no podías saber que fuese tan impredecible o peligroso como lo es en realidad, porque eres bueno, Giz, como todos los Mirie Kitade, y algunas veces os cuesta ver la maldad por ello - sonreí - Pero... gracias por el apoyo.

Dicho todo lo que debía decir entré en la casa, cogí un mantel, me quité la capa y me levanté la camiseta, y envolví el mantel alrededor de la herida de mi cola, para que dejase de sangrar, y alrededor de donde había recibido el golpe con la lanza, para que con la presión disminuyera el dolor. Luego volví a poner en su sitio todo mi atuendo, tapándome las heridas.

Estaba cansada, ahora que la adrenalita si había ido, necesitaba un poco de descanso. Entré en una de las habitaciones y, colocándome en la esquina más alejada con las armas en las manos, me dispuse a hechar una cabezadita apoyada a la pared, de forma distinta a los humanos quienes se tumbaban en el suelo algo mollido. Ahora debía descansar, mañana sería un día muy largo.

Cerré los ojos a la espera de los sueños...

Estaba tranquilo observando maravillado el cristal de Alicia. Cuando de repente dos de los lagartos empezaron a enfrentarse, como es natural yo apoyaba a Cai, pero no me hacia ninguna gracia que se enfrentaran, luego de un rato el enfrentamiento se volvio mas peligroso, el otro lagarto ataco a Caillech, casi comienzo a gritar cuando Vlad se acerco a ellos y acabo la disputa de una forma bstante admirable, incluso Noel lo aplaudio por ello.

Una vez acabado el enfrentamiento yo me dirigi a mi habitacion, algunos se quedaron arreglando el desastre, yo me subi a dormir, tenia mucho sueño y mucho de lo que pensar, despues de acostarme comence a pensar sobre la situacion, Cai y Noel se iban al otro torreon, eso significa que yo me tendria que quedar aqui con hannah, que pesadilla,bueno, bueno, ya cambiaria

Suspire y me puse a dormir:

«Me desperte, estaba en mi pupitre, me habia dormido en el cambio de clase, todos estaban hablando los unos con los otros, yo comence los deberes que habian puesto en la clase anterior, sin previo aviso oi una voz que ultimamente se me habia hecho familiar

-Que haces haciendo los deberes ahora?Estamos en el cambio de clase, relajate un poco

Me gire para comprobar quien era, sorprendentemente habia acertado, era Noel, pero que hacia alli?el no debia estar alli, tenia que estar en su pais o en Rocavarancolia, pero yo tambien deberia estar en Rocavarancolia asi que tampoco era tan extraño, pero....extraño era su uniforme, no era el que llevabamos todos, era rojo. Completamente, en contraste con el uniforme azul que llevabamos todos los demas
- Tienes razon-susurre- Pero una cosan Por que llevas ese uniforme??si t ven llevando un uniforme de otra escuela te diran algo
-Pero, que dices? Todos llevamos este uniforme, no gastes esas bromas
Me calle, no era asi, pero si no lo veia supongo que la profesora ya le diria algo. La campana sono avisandonos de que la clase iba a empexar

-Buenos dias, Mi nombre es Alicia y soy vuestra nueva profesora, encantada de conoceros

Una version mas adulta de Alicia entro por la puerta con un maletin y vestida de forma bastante extraña, unas gafas adornaban sus ojos que nos miraban fijamente, decia ser nuestra nueva profesora, esto si que era extraño, bueno.... Ahora habria que esperar a que pasara algo....

-Bueno hoy os voy a enseñar el ciclo vital de los reptiles-dijo

Mientras ella como por arte de magia saco del maletin una jaula con un pequeño reptil hembra, en la jaula. Habia un pequeño cartel en el que ponia Caillech,debajo habia un cartelito que ponia: Especie en peligro de extincion
Llamaron a la puerta

-Oh, ya estan aqui -dijo Alicia abriendo la puerta

Entrando por la puerta aparecieron una figura altiva que vestia ropa elegante, era Vlad, junto a el se encontraba un perro que ladraba estruendosamente, estaba amarrado a una correa que cogia Vlad

-Shh, Hannah no ladres eso es de mala educacion-le dijo Vlad a Hannah
Poco despues me fijo que un petirrojo revoloteaba alrededor de estos, que era esto... Un zoo?

- Alphonse ven aqui-dijo Vlad llamando al petirrojo y susurrandole algo al oido, hablar con animales, eso si que era nuevo

De repente me di cuenta de que tos los alumnos estaban levantados, todos excepto Noel y yo.

-Saludad al director -nos dijo Alicia mientras miraba a Vlad


Y asi lo hicimos
Despues de eso Vlad saco una nueva jaula de su abirgo, como cabe una jaula en un abrigo? Dentro habia otro lagarto, en la etiqueta de la jaula ponia: Giz, especie en peligro de extincion. No esta en epoca reproductiva

-Hoy vais a estudirar el ciclo reproductivo de los reptiles, para ello nuestro querido director nos a traido un reptil de la misma especie-dijo Alicia

Todos empezaron a aplaudir de repente, es que estaban tontos o que? No veian que ese lagarto no estaba en epoca reproductiva, entonces esos dos reptiles se pelearian.
De repente detras del director Vlad aparecio un reptil de diferente color y tamaño, y de repente una luz roja rodeo la habitacion, un cartel sustituyo a la pizarra: Sucesion ecologica en proceso, nueva especie introducida en el ecosistema. PELIGRO
Que estaba pasando? Esto era muy raro....de repente senti un vacio bajo mis pies, mire abajo, no habia suelo, todos caimos hacia el vacio»
Me desperte sudoroso, Que habia sido ese sueño tan raro????????
Me comence a cambiar

(Siento las faltas escribo desde la bb)

El sol matinal me golpea la cara y me hace abrir los ojos para apartarlos acto seguido. Me levanto medio atontado por el frío de la noche y me coloco en la zona donde más da el sol de todo el patio. Noto como mi cuerpo va entrando en calor y voy recuperando las energías poco a poco. Estiro los brazos sobre mi cabeza y flexiono las piernas varias veces. << Parece que hoy va a hacer buen día, lástima que lo que sucedió a ayer lo empañe >> Cuando noto que mi cuerpo está totalmente caldeado entro al interior del Torreón. No habíamos estado nada más que dos días, pero habían sido suficientes para que lo tuviéramos que abandonar por discusiones internas. Tomo las escaleras y las sigo hasta el último piso, donde están los pájaros. Por el camino había cojido dos insectos cuyo nombre no sabría afirmar. Uno de ellos me lo echo a la boca y al segundo le arranco una pata antes de lanzarlo hacia el nido. No me quería ir sin echarles algo de comer << A saber si los que se queden les alimentarán... >> Pienso mientras utilizo la pata que le había arrancado al segundo para limpiarme los restos de los dientes y tirarla también al nido.

Tras eso bajo hasta el sótano y entro a la armería en primer lugar. Echo un vistazo, pero no encuentro nada que nos pueda servir. Total, ya llevo la espada curva y tampoco servirá de mucho si la empuño yo. El problema radica en mi inexperiencia. Sigo mi camino y me adentro en las mazmorras, donde se encuetra encerrado Sezk. Está dormido y con el fresco que hace aquí abajo, dudo que pueda mantener su cuerpo a una temperatura que le permita estar ni al 75% de sus facultades. Sonrío << Se lo merece >> ¿O no? Doy un golpazo a uno de los barrotes con la cola.

Finalmente regreso a la entrada y me siento a esperar fuera, al sol. No sé quienes vendrán aparte de Noel y Cail, pero lo que sí sé es que sin ellos no sabríamos llegar hasta ese otro torreón. Además, que tampoco sería prudente por mi parte dirigirme solo antes que el grupo. Entonces recuerdo el cristal que había cogido Alicia y que tanta curiosidad me había producido, pero no considero un buen gesto llevarme uno de esos. << Son para los de este Torreón... >> me convenzo a mí mismo.

Vlad miró a la muchacha que se le había subido a la chepa mientras se alejaba con el cuerpo del lagarto a rastras. Arqueó una ceja cuando cambió su tono infantil para hablarle de forma seria. Que se le subiera encima y le intentara pegar lo entendía en una niña, pero aquello le resultaba de lo más sospechoso, aunque, a decir verdad, era de la que más recelaba desde que llegó. Era más que evidente que ocultaba algo. Y Vladimir tenía claro que iba a averiguar qué era. No le gustaba que conspiraran a sus espaldas. Aunque tenía la sensación de que siempre lo estaban haciendo.

Cail habló de irse y muchos la apoyaron y le prometieron acompañarla.

-Yo opino…-comenzó a decir mientras se limpiaba los nudillos con un pañuelo con tono algo cansado. Cosa comprensible. Dar una paliza de tamaña magnitud debe de desgastar.- que lo matemos. Le cortamos la cabeza y listos. No podemos permitirnos tener a un psicópata por ahí suelto. Ya se ha demostrado holgadamente que no puede contenerse.

Usaba un tono muy sereno. Hablaba de decapitar a un semejante cómo quien habla del tiempo que hace. Era un muchacho práctico. Hay quién hubiera dicho que pragmático. Aunque él no lo veía de forma tan horrible. Simplemente se concentraba en sobrevivir. Y no era una buena idea vivir junto con un homicida descontrolado.

-Y yo no me voy de aquí.- sentenció además. No dio más razones para su decisión. No lo consideró necesario. Simplemente aquel sitio no le producía demasiada tranquilidad, pero tenía muy claro que el otro lugar, cubierto de aquellas extrañas plantas, no le gustaba ni un pelo. Se había perdido alguna vez en el bosque. No se fiaba de lo que pudiera haber tras la maleza. Y menos en Rocavarancolia.

Alicia parecía haber sufrido un ataque de nervios. No le dijo nada, simplemente le permitió pasar con delicadeza. No pretendía ponerla más nerviosa. Habría sido poco caballeroso. Pero perfectamente podría haberle dicho que no se preocupara. No solía olvidarse de sus citas y había aprendido a base de palos, cómo casi todo lo que sabía, a ser mortalmente puntual.

Se fue a la armería, pues no tenía ya nada que decir. La noche estaba cerrada sobre los cielos de la ciudad en ruinas. Pronto tendría que irse a dormir. Pero antes quería darle una vuelta al material que tenían a su disposición.

Mientras paseaba por la habitación, pensativo, comprobó si había algún tipo de arma exótica que le llamara la atención. Vlad era un aficionado a las armas, al fuego y a todo lo que pudiera hacerle daño a otro, a grandes rasgos. Veía su estancia en Rocavarancolia cómo una posibilidad de poner todo lo que sabía en la teoría en práctica.

Al fin encontró algunas de su agrado. Una curiosa guadaña de metal negro forjada en una sola pieza para evitar desprendimientos en el combate y con un filo preparado para segar miembros. Se imaginó portando aquel chisme, ataviado con una capa negra. Le resultó de lo más teatral.

Otros dos objetos llamaron la atención del rumano. Eran dos grandes hoces de hojas que debían de tener un diámetro semejante al brazo de Vlad. Tenían empuñaduras pequeñas y eran ligeras, para su tamaño, con lo que supuso que aquellas armas gemelas se empuñaban al unísono. Estaban brutalmente afiladas. Se le ocurrieron unos usos prácticos muy interesantes y divertidos con aquellas armas. Ese tipo de cosas divertidas que suelen darle miedo al común de los mortales.

Una espada larga también llamó su atención. Se le ocurrió que blandir una de aquellas cosas quedaba muy chapado a la antigua por su parte. De nuevo reconoció que la idea del caballero con armadura espada y escudo, tan teatral, le volvió a engatusar. Su mente parecía ser un cliché literario o cinematográfico.

Por último, desvió su atención a una cimitarra. La tomó con curiosidad. Casi todos se habían armado con una. Se preguntó por qué. Había leído en algún sitio que eran muy usadas por los verdugos orientales para decapitar a los reos de muerte. Pensó en su amigo el de las escamas y otra sonrisa macabra se dibujó en su rostro.

Tomó aquellas armas, junto con las que ya llevaba encima y las dejó a parte. Cail había tomado medio arsenal con ella, y ahora él hacía lo mismo, amontonando todas sus armas en una manta y enrollándolas. Miró al resto de herramientas de muerte. Se asombró. Debían de haber cogido ya innumerables, pero aquel arsenal seguía abarrotado de ellas. Aquello le hacía sospechar. ¿Cuántas cosas nos esperan ahí fuera para que sea necesaria tanta protección? Prefirió no planteárselo.

Cansado, subió las escaleras con el morral a la espalda, pasando primero por el salón para luego llegar a las habitaciones. Antes de ello, asomó al estudio, donde estaba Alphonse, y le saludó con un ligero ademán con la cabeza y la mano, muy cortés, cómo no.

-Me retiro a dormir.- dijo sin fijarse mucho en su interlocutor. Estaba bastante cansado.- Le recomiendo que haga lo mismo en breves. Mañana será un día duro.- cómo todos los que siguen, se le ocurrió añadir. Pero su sentido del sarcasmo fatalista estaba también bastante tocado por el sueño.- Por la mañana intentaré echarle una ojeada a esos libros. Espero que pueda decirme algo útil que haya descubierto al respecto.

Y, cómo de costumbre, sin esperar contestación, Vladimir cerró con cuidado la puerta y entró sigilosamente en las habitaciones, tomando una cama cercana a la puerta. Dejó el morral con cuidado en el suelo, procurando no hacer ruido. Se quitó los zapatos y la chaqueta. Los primeros los dejó en el suelo y la segunda colgada de la cabecera de su cama. Por último, extrajo el puñal de parada y lo metió bajo su almohada.

Se tumbó boca arriba, con una mano bajo la cabeza, sujetando el cuchillo. Era una posición óptima para dormir si querías que no te pillaran desprevenido mientras duermes. Pero Vladimir no dormía. Simplemente entró en una leve vigilia.

Él descansaba cómo toda persona que no se fía de despertarse de una pieza, o que confía en que le despierte una sorpresa poco agradable durante la noche. El conde ya tenía bastante práctica. Sus padres eran unos expertos en castigos, tanto físicos cómo mentales. Y aquella era una táctica de guerra psicológica de manual: No dejes al enemigo dormir. Cuando no pueda hacerlo, simplemente siéntate y espera a que pierda la cabeza.

Pero se había resistido a aquello con todas sus fuerzas de voluntad durante toda su vida. Se la llegó a plantear cómo un pulso mental entre sus progenitores y él. Una carrera de resistencia. Si sobrevivía a todo lo que le hicieran, llegaría el momento en el que podría huir. Y, por qué no soñar, que llegara el día en que pudiera devolvérsela a sus padres. Había planeado toda su vida cómo hacerlo. Y curiosamente, de la noche a la mañana, ya no era su hijo. Había conseguido huir. Ahora otras preocupaciones ocupaban su mente. Muy probablemente aquella noche tendría pesadillas.

Pero, para bien o para mal, el conde Vladimir Ibrahimovich hacía tiempo que no soñaba.




Se despertó un poco antes de que amaneciera. No le costó mucho levantarse y ponerse en pié, aunque seguía cansado por la ligera falta de sueño. Pero estaba acostumbrado.

Se dirigió hacia la cama dónde Alicia yacía dormida. No la tocó ni se acercó. Se mantuvo de pié al pie de la cama, cruzado de brazos y con su típica mirada de estoica frialdad.

-Señorita. Es la hora.- susurró, lo suficientemente bajo cómo para no despertar a los otros, lo suficientemente fuerte cómo para despertarla. Además, la voz de Vladimir podía adquirir un matiz perforante que se te clavaba en los oídos. No era tanto que lo dijera fuerte, si no que su tono adquiría las cualidades de un clavo de nueve pulgadas que penetraba frío en el cerebro del que lo oía. Algo bastante escalofriante de escuchar. Pero el conde era un maestro de lo escalofriante.

Tuvo la certeza de que la había despertado. Dio media vuelta, tomó su morral y bajó las escaleras hacia el patio, frío y solitario, iluminado por las estrellas que jamás había visto, que parecían brillar con más intensidad antes del alba, y esperó a que su alumna bajara.

Preparó su estoque y su daga, y fue a buscar otra para Alicia. Es probable que estuviera deseoso de aprender a usar sus nuevos juguetes, pero ahora tenía la responsabilidad de transmitirle a otro lo que sabía. Y, sin lugar a dudas, lo que mejor sabía enseñar, tanto práctica cómo técnicamente, era la esgrima tradicional.

Cuando todo estuvo dispuesto, simplemente esperó.

Alicia despertó con la voz de Vlad diciéndole que era la hora. No se le ocurría una forma más desagradable de despertar, la voz del conde era igual que un hielo cayendo por la espalda cuando estas agradablemente abrigado. Como un escalofrío.
La noche no había sido buena. Y todavía estaban sus recientes perdidas de papeles frente a los demás. Se incorporó decidida a aprovechar aquella clase.
Y bajó los escalones sigilosa como un gato, para no despertar a nadie, pero todo lo rápido que pudo. En el patio corría algo de viento frío, y el sol no había terminado de salir.
Recuperó de un rincón los tablones que había usado el día anterior contra Giz y se lo tendió al conde.
- como ya le dije a Giz, por ahora, prefiero los moratones. Y agradecería, que en vez de darme una paliza y contarme en que fallo, me dijeses los fallos mientras los cometo, para poder corregirlos. O intentarlo.- Alicia habló con tanta frialdad como podría haberlo hecho el conde. De pie uno frente a otro, eran estatuas de hielo. Pero la frialdad de Alicia solo era tensión contenida y la firme intención de sacar algo de provecho de aquello.

Mierda. Mierda. ¡Mierda! Puñetera locura. Asquerosa locura. Me arrastran como si nada a las mazmorras. Yo no digo nada. Hace tiempo que me convencí de que el dolor era sólo una sensación de desagrado físico. Nada de lo que me tenga que preocupar.

Maldito Vladimir. Nadie le pidió que se metiera en la pelea. Es más, la que me pidió que pelease con ella fue Caillech, y ella sabía desde le principio que eso iba en serio. Sólo le he roto una lanza en la columna. Que no se queje la muy... Aunque hay que reconocer que si no hubiese llegado el chico ése, la locura habría salido. Me habría zafado de ella como si nada y le habría clavado la punta en la garganta.

¿Te habría gustado, eh, idiota?

Otra vez la locura. No va a salir. Ésta vez no. La próxima vez que salga será para cortarle el cuello a Vladimir, pero ahora no. Me siento en una esquina y me lamo la palma de la mano, justo dónde Caillech me ha herido. Contengo un grito de rabia. Asquerosa Mirie Kitade. Primero me llama y luego tienen que ir a socorrerla. Y luego habla sobre Nassandra. Suelto una risita. No puedo creer que sigan creyendo que cuando mueran, si han sido buenos, irán a un bello lugar, lleno de maripositas y... No pienso dormir. Puede que vengan en mitad de la noche y me corten el cuello. Entonces sí que saldrás, amiga mía.

¿En serio?

Claro. Te dejaré rebanarles el cuello y luego te podrás comer sus vísceras. Aunque, claro, eso si sobrevivimos a Vladimir y a Caillech.


La luz me da en los ojos y me hace daño. No he dormido en toda la noche, pero aún así, he cerrado los ojos. Puede que no sea muy eficaz, pero, al menos se parece lo más posible a estar durmiendo. De repente, oigo como se abren las puertas de la mazmorra. Es Giz. Me hago el dormido mientras siento cómo me observa y cómo se va.

Creo que llegó la hora de intentarlo. Lo he estado pensando toda la noche y a lo mejor funciona. Eeeeh... No te voy a dejar salir a menos que sea estrictamente necesario.

No vale. Yo te habría dado poder, te habría hecho el más fuerte...

Si, pero a costa de perder la cordura. Y no, eso no me agrada. Así que te vuelves a esconder dentro de mi cerebro y te quedarás calladita. O si no puede que sea yo el que decida poner fin a mi vida, y tampoco creo que te gustase desparecer. ¿A que no?

Siento como la locura vuelve a introducirse en mi interior. Uff, por fin se ha ido. Era necesario para que no interfiriera cuando hablase con los demás. Voy a proponer que me maten. La verdad es que las ganas de matar a Vladimir se han esfumado. Un capricho pasajero. Aunque lo de rebanarle el cuello a Caillech puede que aún me lo plantee.

-¡¡¡¡Holaaa!!! ¡Vladimir, sé que estás despierto, te oí ayer decirle a Alicia no se qué de despertarle antes! ¡Si eres tan amable, por favor baja!

Caillech y Sezk comienzan a pelear. Un par de personas hacen amago de acercarse y, sin embargo, Vlad se lo impide.
A una velocidad vertiginosa para mí, veo como ambos seres pelean, con furia. Finalmente, Sezk asesta un fuerte golpe en la espalda de Caillech (¡me ha dolido hasta a mí"), y termina clavando la lanza en su cola con sorna. Una parte de mí sonríe por dentro, aunque la seriedad del ambiente impide que esa sonrisa llegue a mis labios.
Sí, admito que me encanta que alguien le haya bajado un poco los humos a la reptil, aunque sea otro ser al que, por puro instinto, también odie.
Sin embargo, esa pequeña satisfacción dura poco. Vlad golpea a Sezk con fuerza, para luego darle un puñetazo, y otro, y otro, hasta dejarle inconsciente. Parece bastante orgulloso de sí mismo.
- ¡Joder! Basta ya, ¿no? -pregunto, con lentitud. Si no se han matado entre ellos, no debería llegar él a rematar la faena.
Finalmente, ordena que lo lleven a las mazmorras.
Me quedo quieta. No voy a ser yo misma quien lo lleve, pero tampoco pienso impedirlo. Al fin y al cabo, es un desconocido como otra cualquiera, un desconocido que...
Caillech vuelve a hablar. Ahora se ha convertido en un desconocido que ha logrado que los seres reptilescos, así como Noel, hayan tomado la resolución de marcharse. Debo admitir que la idea me gusta...
Aparto esos pensamientos de mi mente. Supuestamente, cuantos más seamos, mejor, ¿no? ¿O no? Cierto, quizás sea mejor separar los grupos antes de acabar matándonos entre nosotros.
- Yo no pienso moverme de aquí -declaro con firmeza.
Ya me he instalado y estoy bastante bien. ¿Para qué moverme ahora?
Y, tras decir eso, les doy la espalda y, bastante cansada, busco un sitio en el que dormir.

***

... Humo. ¿Qué pasa? ¿De dónde sale? ¿Por qué viene hacia aquí?
No, no viene hacia aquí. El lugar donde estoy es de donde nace. Me revuelvo y miro alrededor, parpadeando con fuerza. Los ojos me pican y me escuecen a partes iguales, y no puedo hacer más que frotármelos con fuerza.
Entonces, comienzo a toser hasta que no puedo más. Apenas puedo moverme. Noto como a cada calada de aire que respiro mis fosas nasales se llenan de humo. Me ahogo, me asfixio. Cuando entrecierro los ojos, veo una luz.
Apenas puedo moverme y, sin embargo, logro arrastrarme hacia allí con lentitud. Estoy a punto de alcanzarla, pero algo me inmoviliza la pierna. La muevo con fuerza, en vano.
Voy a morir, lo sé. No puedo hacer nada por evitarlo.
Entonces, en el lugar donde estaba la luz, algo estalla en mil pedazos. Noto como un afilado trozo de cristal me rasga toda la mejilla, y después el movimiento de la sangre sobre mi rostro sudoroso. Alguien me sujeta y tira de mí.
Noto un inmenso dolor en la pierna y, sin embargo, finalmente siento un intenso alivio al comprobar que puedo volver a respirar. Miro hacia atrás.
El coche ha volcado, todo está en llamas. Un desconocido me mira fijamente, mientras llama a más gente. Todos se agrupan a mi alrededor. Alguien les dice que se aparten, y la multitud se abre.
¿Y papá y mamá? ¿Dónde están? Las luces continúan brillando, mientras toso nuevamente.
Entonces me doy cuenta. Quizás sea solamente el humo, pero el caso es que mis ojos...


***

...estan llenos de lágrimas.
Los abro rápidamente, para luego secármelos, al igual que la cara. Sigo viva. Y todo ha pasado.
Todo eso, a decir verdad, forma parte de mi antigua vida.
Oigo a Vlad llamar a Alicia, y la chica se levanta con desgana.
Yo, mientras tanto, intento serenarme. Noto aún la respiración agitada. Todo ha pasado. Todo ha pasado.
Vuelvo a cerrar los ojos, secándome toda la cara nuevamente. Y, poco a poco, mi respiración vuelve a la normalidad, aunque continúo con los ojos cerrados.

Me desperté conteniendo un grito de horror. Había vuelto a soñar la misma pesadilla de siempre, solo que en esta ocasión algo cambió, el final cambió. Como siempre encontraba la mochila y era expulsada de la tribu para a continuación recibir la petición, por parte de Sezk, para unirme a los Ranta, a lo que me negaba. Hasta ahí todo como siempre. La diferencia radicaba en que derrepente aparecía Giz de la nada, acompañado de todos los humanos con los que empezaba a acostumbrarme a estar (Noel, Mark, Alicia...). Estaban sonriéndome de oreja a oreja. Giz me ofrecía su mano para a continuación decirme.

- Se la verdad de lo que ocurrió. Hemos venido a decirte que estas perdonada y que si deseeas podrías unirte a nuestro grupo. ¿Qué me dices? - su sonrisa se amblió aún más si caba al terminar de hablar.

Mi yo de los sueños iba a responderle, no se exactamente que, pero de la misma forma que aparecieron ellos surgió detras de mis compañeros una figura demasiado familiar para mi gusto, con unos ojos que denotaban su locura. Ante mis horrorizada mirada y mi inmovilizado cuerpo a causa del horror, vi como morían de uno en uno de las formas más espantosas posibles. Veía como caían como moscas y no era algo que le agradase ver a mi yo de ensueño. Entonces Sezk, cuando terminó su pequeño masacre, se volvió hacia mi cuchillo en mano y me abrió en canal.

El sueño puede que fuera ligeramente horrible, pero era igual de, o más, espantoso que el anterior.

Pero solo era un sueño. Esto era la realidad, estaba despierta y hoy debía partir con los demás hacia la otra torre, seguramente para cierto tiempo. Así pues, empecé a prepararme para aquel día. Cogí mi mochila, llené hasta arriba mi cantimplora y meti un par de rebanadas de carne cruda. A continuación me armé y me puse al hombro mi arsenal de armas, por si en el otro torreón no había ninguno. Y, finalmente, me puse al cuello el trapo que me ayudaría con mi demasiado fino olfato a veces por si nos volvíamos a encontrarnos con el engendro apestoso. También preparé otro para Giz, no sea que nos retrasase o se matase por el hedor.

Una vez preparada salí a la entrada y al instante sentí la luz del sol en mis escamas. Era una sensación deliciosa, una que me calentaba y alejaba mis pesadillas lejos. Levanté la cabeza con los ojos cerrados para sentirlo mejor. Nosotros, los Asrenianos, eramos seres que estábamos acostumbrados al calor, a sentir la luz del sol sobre nosotros. El frío nos adormecía. Gracias a dios que llevaba una manta por las noches, así como mi capa, que si no...

Vi que Giz se encontraba ya allí. Solo esperaba esperar a Noel y a quienes sean que viniesen con nosotros. Cerré los ojos para disfrutar del momento. El principio de un día el mejor momento del día para mí, no me pregunteis porque pero así era.

- Sienta bien las primeras luces del día, ¿no crees? - me apoyé con los ojos aún cerrados. - ¿Ya estas preparado para dejar atras esto?

Vladimir se encogió de hombros ante la petición de Alicia, conforme.

Blandió la tabla unos segundos, calibrando cómo debía usarla. Tras esto, comenzó con la lección.

-Póngase en una posición cómoda, que le permita moverse rápido, parar los golpes e intentar asestarlos.- comenzó diciendo mientras se preparaba en la posición de guardia habitual en la esgrima, mientras esperaba que ella hiciera lo mismo- Ahora, si me lo permite, comencemos.

Lanzó unos primeros golpes “cortantes” (lo habrían sido si usara una espada y no una tabla) rápidos y fuertes, para comprobar cómo se defendía. A duras penas consiguió parar los golpes. Pero estaba satisfecho, algo era algo.

-Aferre bien el arma, señorita. No la vaya a perder en el combate.- lanzó más golpes mientras hablaba, veloz. Intentando que mantuviera la aptitud defensiva más que pretendiendo golpearla.- No se desconcentre ni un segundo y asegúrese de no dejarme ni un solo hueco libre en su defensa.

Asestó un ligero golpe en su muslo, demasiado leve cómo para hacerle ninguna marca. Al fin y al cabo, sería poco cortés por su parte dañarla.

Iba parando sus continuas estocadas, así que decidió aumentar el ritmo. Comenzó a lanzar sus estocadas más rápido y con más fuerza, mientras avanzaba hacia ella, intentando que retrocediera, comiéndole terreno.

-No permita que tome la iniciativa en el combate, señorita. Intente atacar. Con fuerza; rompa mi defensa.

Ella, siguiendo sus instrucciones, le lanzó un tajo vertical que esquivó saltando a un lado. Desde esa posición, le dio otro toque con la tabla en la espalda.

-Cuando ataque, señorita, no se olvide de que descuida su defensa. Evite que eso ocurra. Ahora, hagamos cómo que no está muerta y continuemos. Siga atacándome, no me de tiempo a devolver los golpes.

Había observado combatir a Alicia en el anterior entrenamiento. Sabía que era perfectamente capaz de hacerlo. Supliendo su falta de técnica con impulso, comenzó a atacarle. Manteniendo la posición, paraba los rápidos y fuertes ataques.

-Intente avanzar señorita, cómame terreno. No me permita que me haga fuerte en una posición. Si lo hace, este combate llegará a un punto muerto y se convertirá en una carrera de resistencia para comprobar si me canso yo antes de parar golpes o usted de asestarlos. Y cuando se canse y baje la guardia, estará perdida.

La mitad de su explicación la estaba llevando acabo mientras retrocedía de los golpes que iba dando Alicia, siguiendo sus indicaciones con la normal torpeza atribuida a aquellos que acaban de comenzar a aprender, pero supliéndola con empuje e iniciativa.

-Muy bien señorita…

Mientras retrocedía, parando los golpes, la fuerza de las agresiones se incrementó. Se confiaba. Cuando al fin le lanzó una estocada al estómago, hizo de nuevo una finta saltando a un lado. Sin detenerse, le tomó la mano muñeca con la que sostenía el arma y se situó a su espalda, agarrándola fuertemente, pero con buen cuidado de no hacerle daño, y colocó su “arma” en su cuello.

-Me temo que ha vuelto a morir, señorita.- susurró en su oído. Tras esto, la soltó y volvió a colocarse a su frente.

-No lo olvide, señorita. Nunca baje la guardia. Ni con la espada ni con la mente. En un combate de vida o muerte un mínimo despiste puede ser fatal. Debe dejar la mente en blanco. Debe mecanizar cada movimiento y cada defensa, hasta que su arma sea una extensión de su mano y golpear sea tan natural cómo respirar. Continuemos.


Continuaron entrenando durante un buen rato, hasta que finalmente el sol comenzó a ascender en el lejano horizonte, tiñendo los negros cielos de naranja y haciendo batirse en retirada a las estrellas.

Iba a dar por concluida la clase cuando de repente, escuchó la voz de aquel reptil en las profundidades de las mazmorras. Llamándole. Bien, sería poco caballeroso no acudir a la llamada.

-Hemos terminado por hoy, señorita. Lo ha hecho bastante bien. Si me disculpa…- dijo con tono irrelevante y sin mirarla, mientras tomaba su “mochila” y su chaqueta para dirigirse al interior de la torre.

Descendió las escaleras y llegó a los calabozos. En uno de ellos le esperaba el Ranta. Se plantó ante la celda y le miró fijamente a los ojos. Incluso siendo de un tipo muy diferente al humano, Vladimir era perfectamente capaz de distinguir que rezumaban locura. Su mirada, por su parte, era fría y penetrante cómo una daga de hielo. Le miró con cierto desprecio. No con odio, si no con desprecio. El odio denota una animadversión apasionada hacia algo o alguien. Esa pasión convertía lo odiado en un igual. Él simplemente le despreciaba, cómo quien desprecia a las cucarachas. Un odio vago y desganado hacia él, incluso con algo de pena. Pena porque exista algo tan patético existiendo en un mundo cercano a él. Vlad tenía especial práctica con aquella mirada. No retiró la mirada de la del reptil ni un segundo. No la desvió ni un ápice. Cómo una terrible estatua guardiana.

-No se qué quiere usted. Si le soy sincero, tampoco me interesa.- dijo con voz fría cómo el hielo y distante. Era un tono duro cómo una roca a pesar de la sublime educación que ponía en cada palabra. Era el tono que usa la persona que no quiere demostrarle al interlocutor que es superior a él, porque se da por sentado que lo es.- Ha dado usted muestras de poca capacidad para convivir en grupo, caballero. Le pedí que entrenara, no que se matara. Me es indiferente cual sea su problema, o su excusa. Ha agredido innecesariamente a una señorita de forma injustificada y se ha excedido en con creces en su conducta poco educada. No me fío de usted. Ni yo, ni nadie. Se perfectamente que dejarle en libertad pone en peligro a todos. Mi opinión es que debemos ejecutarle cuanto antes.- sentenció, tajante, dándole especial peso a aquella frase. Dio un instante de silencio al Ranta para que sus palabras calaran en él. Tras esta mínima pausa, continuó.- Debatiré el tema con los otros, pero tenga en cuenta que, sea cómo sea, no va a salir bien parado de esta. Quizás, cuando nos volvamos a ver, a usted le hayan quitado un peso de encima… concretamente de los hombros. Procuraré encargarme personalmente de ello. Hasta pronto, caballero.

Se dio media vuelta, retirando al fin la vista de la de Sezk y comenzó a andar de nuevo hacia las escaleras con tranquilidad y sin prisa.

Cuando de nuevo se encontró en el salón, tomó asiento en la cabecera de la mesa, dejando sus armas a su lado. Pensativo.

Una vez me cambie baje al piso de abajo, se encontraban alli tanto Vlad como Alicia, parecia que se habian levantado pronto para entrenar...pensaba pedirle a Vlad que me ayudara a entrenar tambien pero le veia cansado asi que mejor no decirle nada...

-Buenos dias-les salude sonriente

Cuando les mire no pude evitar pensar en el extraño sueño que habia tenido... Esto era Rocaarancolia y podia pasar cualquier cosa, y si me ocurrian esas coincidencias el sueño podia significar algo...aunque no creo...nunca habia visto el "fututo" a traves de los sueños...aun asi lo iba a contar...Me preocupaba que el grupo que se fuera al otro torreon le pasara algo...admas tenia ganas de contarlo, asi que asi lo hice...dando todos los detalles....y sabiando que se iban a partir de risa cuando lo oyeran.....
Luego d eso pregunte:

-al final...¿Quienes os vais? Yo...quiero quedarme aqui...-dije

La luz del sol entraba por la ventana y me estaba dando en la cara. Me desperté y me incorporé en la cama mientras me frotaba los ojos y trataba de acostumbrarme a la claridad. No tenía ni idea de cuántas horas había dormido ni de qué hora podría ser y eso me hizo sentirme desorientado. Tras unos segundos sentado en la cama, somnoliento, me levanto despacio y me calzo los zapatos que había encontrado ayer en el torreón. Oigo voces abajo, parece que al menos algunos de mis compañeros ya están despiertos. Me estiro y bostezo sonoramente y me dispongo a bajar mientras vuelvo a pensar en lo acontecido el día anterior. Hoy nos íbamos, al torreón donde había pasado ayer la noche. No sabía si me iba a ir solo con los Mirie Kitade o algún humano más nos acompañaría... Pero no me importaba demasiado.

Creo que debería hacerle una breve visita a Sezk antes de irnos... Pienso mientras bajo las escaleras. Allí ya se encontraban varios de mis compañeros. Saludo a Mark que parece de bastante buen humor pese a lo ocurrido el día anterior. Comienza a contarnos un hilarante sueño que ha tenido esta noche. Yo era un alumno de su colegio, Alicia era una profesora, Vladimir era un amante de los animales y Hannah... Hannah era un perro que no paraba de ladrar. Había estado atendiendo a su relato divertido pero cuando llegó a esa parte empecé a reírme a carcajadas. Además Cai y Giz eran especímenes a estudiar y Sezk hace su aparición triunfal al final del sueño. No podía parar de reír.
-Dios, Mark, me vas a matar de risa... Ojalá hubiese soñado algo como eso, pero no recuerdo nada -digo llevándome las manos al estómago.

Comentamos el sueño jocosamente durante un rato más hasta que el tono y el tema cambian. Mark manifiesta su interés por qudearse. Vaya, por un momento había pensado que quizás viniera con nosotros por miedo a Sezk o algo parecido.
-¿Te quedarás? Yo estoy decidido a irme. Te echaré de menos, Mark, aunque vendremos a visitaros alguna vez, seguro. Mucho ojo con Hannah. Aunque ahora que lo pienso ya sabes lo que dicen sobre los perros ladradores -palmeo la espalda del chico con una gran sonrisa-. Y si vuelves a tener un sueño como ese escríbemelo por carta aunque sea -bromeo.

Después de charlar un poco más con Mark salgo al patio, donde había quedado Giz la noche anterior. Veo que Cai también se había unido a él en algún momento. Los lagartos parecían disfrutar de la calidez del sol. Claro, son de sangre fría, pienso. Me acerco despacio a ellos.
-Buenos días, mis reptilianos amigos. ¿Listos para la mudanza? -les sonrío ampliamente. Mi expresión cambia de pronto a una mucho más seria-. Eh, Cai... ¿Cómo te encuentras?
Mientras hablo con ellos, echo un vistazo a la ropa que había dejado tendida en la estatua la noche anterior. La toco y compruebo que aún está bastante húmeda. Tendré que llevarla en algún sitio y seguir de momento con la ropa que me había puesto anoche. Sin embargo lo que si hago es cambiar los zapatos por mis botas, ya que sólo las había limpiado con un cepillo por fuera.

Olí como la genté comenzaba a despertarse. ¿Y cómo se puede oler el despertar de los que te rodean? De una forma bastante sencilla, la verdad sea dicha, hasta un niño Mirie Kitade lo sabe. Si el foco del olor, el cual había estado quieto todo el rato, empieza a moverse solo podía significar dos cosas: o que se habían despertado o que caminaban estando dormidos. Era una opción viable, aunque yo me decantaba por la primera simplemente por la hora que era. Una hora más que aceptable para despertarse y comenzar un nuevo día que parecía prometer una pequeña aventura para aquellos de nosotros que habíamos decidido dejar atras este torreón para trasladarnos al otro. Puede que hubiesen pasado pocos días desde que me desperté aquí, pero ya me había dado cuenta que las aventuras y extrañezas estaban a la orden del día.

No tendríamos ni tiempo para aburrirnos. Sonreí.

Vlad, Alicia, Mark y Noel, sin contarnos a Giz y a mí, ya nos encontrábamos despiertos. Solo quedaba esperar a ver si alguien más se nos unía en nuestra pequeña travesía.

Oí las risas de Noel, parecía que hablaba con Mark, sobre el sueño que este había tenido. No pude captar mucho del relatos, solo fragmentos. Como que Hannah aparecía como perrita (¿que sería eso?) y que querían que Giz y yo procreásemos. Miré al susodicho. Era guapo, eso no podía negarlo, pero... No, me dije, esos no son pensamientos que debes tener ahora. No es ni el tiempo ni el lugar. Esta ciudad quiere matarte y tu estas pensando en esas cosas, me reñi mentalmente, céntrate.

Entonces apareció Noel sonriente. Parecía haberselo pasado muy bien comentando el sueño de Mark. Si yo pudiese tener sueños alegres... No sigas por ahí. Me centré en su pregunta en vez de pensar en otra cosa deprimente.

- Nací preparada, mi amigo blandito - le contesté mientras palmeaba mi mochilla - Y tranquilo, te puedo asegurar que estado peor. Esto no es nada en comparación - no me encogí de hombros, aún seguía doliendome la espalda, pese a ser menos doloroso, y no quería agrabar más la cosa. - Ahora solo nos queda esperar a ver si alguien más se nos une y si no, partiremos cuanto antes para coger algo de alimentos. Tu sigues teniendo una cueva de estomago que alimentar, no queramos que nos ponga a nosotros en la lista - le piqué, no se porque, pero se me empezaba a hacer muy fácil bromear con aquel humano. ¿Por qué sería?

La débil luz del sol incide sobre el escritorio a través de la estrecha ventana del estudio. Apoyo el brazo en algo punzante, lo cual me sirve para terminar de levantarme de la silla y contemplar la mesa con extrañeza. Vaya, me he clavado el pico de la tapa de uno de los libros... que molesta sensación para empezar el día. Y sin contar el dolor lumbar que me traigo con esto de dormir en cualquier parte. Según mi memoria, he dormido en una tabla de madera muy grande con mantas viejas, que no se puede considerar cama, en un montón de engranajes no muy cómodos, y ni siquiera estaba durmiendo, y entre libros encima de un escritorio. Que siestas tan extravagantes que me llevo echando últimamente.

Con el pensamiento de que posiblemente hoy tenga la suerte de dormir en una cama normal al fin, estiro brazos y piernas y dejo salir un bostezo. ¿Cuándo me dormí? Creo que fue después de que Vladimir se pasase a ver como iba el tema de los libros. Sí, justo después del incidente del patio, que pude observar desde una posición privilegiada en esta misma sala, por esa misma ventana que miro fijamente en este instante. No fue algo difícil de pasar por alto, teniendo en cuenta el jaleo que se montó abajo. Quién habría dicho que tendría lugar esa secuencia de acciones violentas en tan poco tiempo... Bueno, Caillech tenía cara de esperarse algo así.

Cierro los libros y los apilo en un pequeño montón en la esquina del escritorio en el que estaba trabajando, tomo mi lanza, que en algún momento de la noche ha debido caer al suelo, y me dirijo a paso ligero hacia el colectivo de gente que se escucha en el piso de abajo. No tuve oportunidad de comentar mi postura acerca del traslado. Alcanzo el último escalón cuando Noel ya ha terminado de hablar con Mark y ambos se dirigen al exterior. Cartas. Ha dicho de escribir cartas. Soy consciente de que intentaba ser sarcástico, pero aun así ha tocado un tema de interés para mí. Tras la marcha de los que decidan irse, trataré el tema con los que queden.

-Buenos días.-comento al salir al patio.-Cuanto tiempo, no nos vemos desde ayer por la tarde.

Si exceptuamos a Hannah, que tuvo el detalle de ir a ver qué hacía mientras todo el mundo estaba blandiendo palos y filos en el patio.

-Estuve observando el incidente desde el estudio. Me resulta una lástima vuestro deseo por marcharos, pero quizás sea lo mejor. Por mi parte, he decidido permanecer aquí. Ahora que me he familiarizado con las instalaciones y las zonas circundantes, mi sentido de la orientación no está para cambios en estos momentos.

Me quedo junto al grupo de gente del patio, esperando a quien pueda faltar. No estoy lo suficientemente despierto como para contar quienes estamos abajo y quien no.
Me llega cierta idea fugaz a la mente. Algo relacionado con Alicia y un resplandor. ¡Ah, claro! Tenía que preguntarle a Alicia por lo que llevaba en la mano. Me acerco a ella y dejo caer la cuestión.

-Alicia, ¿recuerdas lo que pasó ayer? ¿Qué fue lo que encontraste, esa cosa brillante? Al final no tuvimos la oportunidad de hablar sobre el tema, como tenía pensado.

Sonrío. El chico tiene sentido del humor. Un poco negro, pero sentido del humor al fin y al cabo.

-De dónde yo vengo cuando aceptas luchar, no te puedes echar atrás. Y encima, si el que te ha retado, se acobarda, mucho peor. Da igual que sea una "señorita" o no -susurro cuando desaparece tras la puerta.

Me echo en una pared. Qué asco de vida. La culpa fue suya, y sólo suya. Nadie le mandó a que me eligiese como pareja para practicar. Y luego encima se hace la pobre niña desgraciada. Escupo en el suelo de la mazmorra.

¿En serio la habrías matado si hubiese salido?

A lo mejor. Pero, ¿eso que más te da a ti?

Nada, nada. Tú a lo tuyo. Ya saldré yo un día de éstos y te cagarás encima de lo que soy capaz de hacer. Vete preparando.

¿Tú? Ni en broma vas a salir. Vuelve dentro.

De repente, me doy cuenta de lo que acaba de hacer. Hace unas horas la hice desparecer. Y ahora está aquí. Yo no la he dejado salir. Así que cada vez que la dejo salir se hace más fuerte. Gruño y sonrío. Una guerra acaba de empezar. Una guerra que la locura no ganará.

Alicia terminó con el entrenamiento poco después del amanecer, cuando la voz del lagarto sin cola llamó a Vlad. Se marchó después de despedirse educadamente, dejándola plantada en el patio. Sudaba, pero estaba satisfecha. Vlad no le había dejado mucha tregua, pero sus golpes siempre estaban contenidos, y no le había hecho daño de verdad. Y a pesar de haber empezado con cierta torpeza, luego había podido remontar.

Aquel era el día en el que se separaba el grupo. ¿que iba a hacer ella? Sabía que Hannah y Vlad se quedarían, y que Cail, Giz y Noel se irían. Aun no sabía nada más, pero en cualquier caso se encontraba dividida. Cail y Giz ya habían resultado útiles, y Giz le caía realmente bien. Por otro lado a Noel,... a Noel no lo quería ver en un largo tiempo. Solo de pensar en que le había llorado encima... a Alicia se le encendían las mejillas. Pero con Vlad podría continuar sus entrenamientos, y Hannah no le caía mal. Pero, pero... solo le salían peros. tenía tantas razones para irse como para quedarse. Se pasó la mano por el pelo. Se estaba frustrando. Enseguida pensó en la moneda, y solo entonces recordó que seguía vestida de blanco, ahora con la tela pegada a la piel por el sudor. A pesar de estar bastante cansada, corrió escaleras arriba. Las cosas que había sacado de su pantalón mojado estaban junto al lugar donde habia dormido aquella noche. Fue al baño en busca de su ropa, pero alguien la había tendido. ¿Quien habría sido? Cuando bajó, cambiada, resultó que ya todos estaban despiertos.
Sin perder más tiempo, lanzó la moneda. Cruz.
- Iré al otro torreón- anunció. Evitó mirar a Noel. Los demás terminaron de dar sus opiniones. Y Alphonse le preguntó por el cristal.- Cierto. Ya se lo dije a Giz ayer, es uno de los cristales que estaban en el suelo del sótano. Lo olvidé dentro del bolsillo de mi pantalón, cuando lo lavé, y cuando lo saqué me corté con él. No sé por qué se encendió, si por alguna reacción química con el agua o con la sangre, o... yo que sé, por magia. Eso me recuerda, que si me voy a marchar, quiero llevarme algunos. Yo también tengo interés en ellos.
Se quedó callada, y decidió añadir:
en cualquier caso, no os librareis de mi. Pienso regresar a menudo. Y así podemos poner en común lo que descubramos, Alphonse.-dijo amablemente. Intentaba actuar como si su llantera del día anterior nunca hubiese sucedido, y lo conseguía, al menos en aquel instante. Estaba tranquila y su voz volvía a ser suave. Sin embargo, estaba siendo más abierta que antes como si quisiera compensar su comportamiento, y resultaba raro. Agradable, pero raro.

[Sigue en Letargo]

En medio relatar el sueño Noel empezo a reir a carcajadas, no me extraña, sueño mas raro no podia haber tenido, ademas eso ee que Hannah fuera una chucha debia de haberle hecho mucha gracia.
Una vez acabe de relatar el sueño, me despedi de Noel, habia sido un buen amigo para mi en todo este tiempo, me daba pena separarme de el

-Tambien te echare de menos, llevad mucho cuidado-dije-espero que sea como el refran si-dije en parte con miedo en la voz-Espero poder visitaros algun dia, por favor id con cuidado

Tanto Caillech como Alicia y él se iban, yo no podia irme, no sabia porque pero no podia, quizas era Hannah lo que me ataba, ese pensamiento de que era buena persona y que al ser tan inprudente debia cuidarla, quizas era simplemente que sentia que debia quedarme aqui, aun y asi les echaria de menos...habian aguantado mis tartamudeos y mis tonterias..., solo queria que no les pasara nada, y con suerte, volver a verlos, no podiamos olvidar que esto era Rocavarancolia

Me gire a un lado, ahi estaba Cail, la reptil mas responsable e inteligente(por no decir uno de los unicos reptiles que hablan que he conocido) que habia conocido, tambien queria despedirme de ella

-Ya se que lo haras, pero me quedo mas tranquilo diciendotelo,por favor cuida mucho de todos-dije mirando al grupo que se iba-eres la persona mas responsable de aqui, sin añadir que tienes esa habilidad innata para sobrevivir asi que....-no dejes que nadie muera, oba a añadir-...por favor cuidales, aun y asi, acuerdate de cuidarte a ti misma, y no se que cosas hay entre esos dos lagartos y tu, pero vigila, espero que os arregleis pronto

Despues de decirle eso pensaba dirigirme a Alcia,que habia estado llorando dias ayer, poco habia hablado con ella, pero le queria desear la mejor suerte posible

-Alicia, espero que os vaya bien de verdad, pero hay algo que me preocupa, he visto que llevas una moneda en el bolsillo, sinceramente no se muy bien para que la utilizas...pero, si es para tomar decisiones, piensa tambien tu y no lo dejes todo al azar...-dije armandome de valor-...antes de que os vayais queria preguntarte una cosa...ese cristal que encontraste ayer...-antes de terminar la frase dijo que se lo habia dado a Giz, asi que la despedi mientras se iba...

Al poco rato llegan Caillech y Noel. Alicia tarda más en llegar, y por el olor, deduzco que ha estado entrenando o haciendo algún tipo de ejercicio. Mark viene tras ella y se despide de los tres. << Parece que al final seremos solo cuatro >>. Y justo cuando viene este pensamiento a mi cabeza, un chico con gafas, alto y moreno aparece por la puerta. Apenas lo recuerdo, si es que lo he visto antes, aunque realmente me cuesta diferenciar a los humanos con los que he tenido menos trato. << Uno más. Cinco >>. Pienso corrigiéndome.

-Bueno... Creo que ya va siendo hora de que marchemos-inquiero. No me gusta meter prisa, pero me asusta que se haga de noche y nos encontremos a saber qué por las calles. Está claro que este no es un sitio para entretenerse. Echo un último vistazo al edificio y me llevo las manos al cinturón, bajo el poncho. Una de ellas se aferra a la empuñadura de la espada-. Abriría yo mismo la marcha, pero desconozco el camino-me excuso y me echo a un lado dejando encabezar el paso a los que saben.

Sigue en el Torreón Letargo.