Barrio Quemado
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Rocavarancolia Rol
21 participantes
- Rocavarancolia Rol
Barrio Quemado
02/08/11, 06:46 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Antes en llamas, ahora solo es un barrio de escombros y cenizas azotado eternamente por una molesta brisa que arrastra los gritos lastimeros de los que una vez sufrieron allí.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Barrio Quemado
25/01/16, 09:14 pm
Rasqa asintió y siguió al draco en su vuelo, aterrizando sobre aquel tejado ruinoso. El parqio alzó la cabeza y llenó sus pulmones de aire puro para después suspirar con cierto deje de amargura. Habría pagado por conocer el lugar mientras aún ardía, por respirar el humo de un fuego eterno. Se preguntaba si no podría él devolverle la vida a las llamas, traerlas de vuelta al lugar al que pertenecían. Volvió a suspirar y se giró hacia Noel para escuchar sus respuestas con verdadero interés.
—Vaya —resopló ligeramente mosqueado—. Son peores que los ancianos de mis islas —Rasqa odiaba tener siempre a alguien con más autoridad que él tocandole las fosas nasales desde más arriba. Lo único que le parecía bien era el tema de la guerra. Víctimas para sus llamas y energía para él ofrecida en bandeja—. Es la primera vez que oigo mercenario, ¿con trabajo sucio te refieres a matar gente? — <<¿De verdad le pagan por recargarse?>>. Al moloch le parecía increíble. Aquel trabajo le llamaba la atención.
—Vaya —resopló ligeramente mosqueado—. Son peores que los ancianos de mis islas —Rasqa odiaba tener siempre a alguien con más autoridad que él tocandole las fosas nasales desde más arriba. Lo único que le parecía bien era el tema de la guerra. Víctimas para sus llamas y energía para él ofrecida en bandeja—. Es la primera vez que oigo mercenario, ¿con trabajo sucio te refieres a matar gente? — <<¿De verdad le pagan por recargarse?>>. Al moloch le parecía increíble. Aquel trabajo le llamaba la atención.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Barrio Quemado
25/01/16, 10:31 pm
Asintió en silencio cuando Rasqa afirmó que el Consejo era peor que los ancianos de su tribu. No pensaba añadir nada más al respecto, ya que prefería simplemente ignorar la existencia del Consejo cuando era posible, pero le gustaba cuando alguien opinaba de forma parecida a él en aquel asunto.
La siguiente pregunta del moloch no le cogió demasiado por sorpresa ya que sabía de qué clase de sociedad provenía el parqio y no era extraño que nunca hubiese escuchado la palabra “mercenario”.
—Entre otras cosas, sí —respondió enseguida—. A veces también se nos encarga robar, deshacernos de alimañas o posibles trampas mágicas… Cuando empezamos teníamos encargos más modestos, de hecho. Pero matar, torturar o simplemente acojonar a alguien son el grueso de los contratos hoy en día —finalizó con una amplia sonrisa.
La siguiente pregunta del moloch no le cogió demasiado por sorpresa ya que sabía de qué clase de sociedad provenía el parqio y no era extraño que nunca hubiese escuchado la palabra “mercenario”.
—Entre otras cosas, sí —respondió enseguida—. A veces también se nos encarga robar, deshacernos de alimañas o posibles trampas mágicas… Cuando empezamos teníamos encargos más modestos, de hecho. Pero matar, torturar o simplemente acojonar a alguien son el grueso de los contratos hoy en día —finalizó con una amplia sonrisa.
- YberGM
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Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Barrio Quemado
28/01/16, 01:43 am
El parqio se mostró ojiplático a la descripción de aquel trabajo. Sabía muy poco de economía y de trabajos y de contratos, pero la violencia le atraía como la luz a los bichos.
—Guau... —Rasqa no cabía en sí de gozo. El moloch meneaba la cola inconscientemente, deseaba lograr algo así para sí mismo—. ¿Y qué tal es el ejército? —el parqio lo tenía en el punto de mira—. Mucha gente de la sede está ahí, ¿hacen cosas parecidas a ser mercenario?
—Guau... —Rasqa no cabía en sí de gozo. El moloch meneaba la cola inconscientemente, deseaba lograr algo así para sí mismo—. ¿Y qué tal es el ejército? —el parqio lo tenía en el punto de mira—. Mucha gente de la sede está ahí, ¿hacen cosas parecidas a ser mercenario?
- GiniroryuGM
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Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Barrio Quemado
29/01/16, 03:24 am
El interés del moloch por lo que le estaba contando era evidente, y el draco casi se alegró cuando le preguntó por el ejército. Realmente le daba igual la elección de trabajo del parqio pero, ahora que habían logrado eliminar a su mayor competidor, preferiría que no les saliese competencia nueva tan pronto.
—Formar parte del ejército realmente sí se parece bastante. Tiene la ventaja de un sueldo fijo y muchas más comodidades en general, como instrucción gratuita mientras trabajes para ellos. Nosotros hemos tenido que ser muy autodidactas en ese sentido, ayudándonos unos a otros —le explicó guardándose para sí cuáles eran las desventajas en su opinión—. De cualquier forma, si estás interesado seguro que puedes preguntar a alguno de tus compañeros de la Sede para que te expliquen más a fondo acerca de sus tareas en el ejército.
—Formar parte del ejército realmente sí se parece bastante. Tiene la ventaja de un sueldo fijo y muchas más comodidades en general, como instrucción gratuita mientras trabajes para ellos. Nosotros hemos tenido que ser muy autodidactas en ese sentido, ayudándonos unos a otros —le explicó guardándose para sí cuáles eran las desventajas en su opinión—. De cualquier forma, si estás interesado seguro que puedes preguntar a alguno de tus compañeros de la Sede para que te expliquen más a fondo acerca de sus tareas en el ejército.
- YberGM
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Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Barrio Quemado
31/01/16, 12:14 am
La faz del parqio acogió el entusiasmo sin pizca de disimulo. Una vez hizo sitio a toda la información que estaba asimilando en su cabeza, sonrió y volvió a fijarse en el aspecto del draco de estínfalo. Lo que ofrecía el ejército se le antojaba perfecto para él.
—Está bien —estaba claro que iría directo a informarse y probablemente saliera volando en cero coma—. ¿Y dónde dices que vives? —el parqio no tenía ningún interés en ampliar su red de influencia o hacerse con un contacto jugoso dentro de la ciudad, aquello no entraba en sus planes. El parqio lo que quería era saber donde vivía una de las bestias que compartía... Cierto gusto por la violencia bien llevada, cómo él.
—Está bien —estaba claro que iría directo a informarse y probablemente saliera volando en cero coma—. ¿Y dónde dices que vives? —el parqio no tenía ningún interés en ampliar su red de influencia o hacerse con un contacto jugoso dentro de la ciudad, aquello no entraba en sus planes. El parqio lo que quería era saber donde vivía una de las bestias que compartía... Cierto gusto por la violencia bien llevada, cómo él.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Barrio Quemado
02/02/16, 02:58 am
La pregunta de Rasqa le cogió por sorpresa y dejó escapar una leve risa. Con otro tipo de persona habría sido mucho más receloso, pero el parqio le había caído bien y a fin de cuentas solo era un novato. Por no hablar de que la ubicación del cuchitril no se trataba alguna clase de secreto… ni tampoco de las defensas que tenía. Probablemente el que correría más peligro al responderle a aquella pregunta sería el propio moloch, si tenía la misma suerte que cierto simio descerebrado y se topaba con únicamente Toima en casa cuando fuese de visita.
—En la zona noreste de la ciudad, por los alrededores de la Plaza de los Colaespina. Si preguntas por los mercenarios de la Brecha tal vez te sepan indicar, o si no puedes orientarte llegando hasta el Burdel de dama Espasmo, que eso seguro que lo conoce todo el mundo, y preguntando allí. De todas formas, tengo amigos en la Sede, así que es probable que me nos veamos por allí en alguna ocasión. —A medida que hablaba había comenzado a levantarse con cuidado de las inestables tejas—. Espero que la próxima vez que nos veamos ya hayas descubierto lo que se siente por ti mismo —concluyó para después despedirse con un gesto de la mano y alzar el vuelo: la visita a aquel barrio ya había cumplido su papel, aunque en aquella ocasión no hubiese prestado tanta atención a los relajantes gritos que arrastraba el viento.
—En la zona noreste de la ciudad, por los alrededores de la Plaza de los Colaespina. Si preguntas por los mercenarios de la Brecha tal vez te sepan indicar, o si no puedes orientarte llegando hasta el Burdel de dama Espasmo, que eso seguro que lo conoce todo el mundo, y preguntando allí. De todas formas, tengo amigos en la Sede, así que es probable que me nos veamos por allí en alguna ocasión. —A medida que hablaba había comenzado a levantarse con cuidado de las inestables tejas—. Espero que la próxima vez que nos veamos ya hayas descubierto lo que se siente por ti mismo —concluyó para después despedirse con un gesto de la mano y alzar el vuelo: la visita a aquel barrio ya había cumplido su papel, aunque en aquella ocasión no hubiese prestado tanta atención a los relajantes gritos que arrastraba el viento.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Barrio Quemado
03/02/16, 12:02 am
Rasqa tomó nota mental y se quedó con lo más importante: como probablemente se le olvidaría la dirección, podía preguntar en la sede para que se la recordasen. Tras dedicarle una sonrisa aviesa a la mención de recargar magia, el moloch se despidió del draco alzando una pata delantera, tal y como le habían enseñado el resto de su manda, y le observó volar. Le fascinaba ver las múltiples creaciones de la luna en movimiento.
Una vez Noel desapareció de su campo de visión, el parqio se acomodó en el tejado y se dejó llevar por el sin fin de gritos atrapados en el murmullo del viento. El moloch soñaba con descubrir pronto cuánto se parecían estos ecos a los alaridos producidos en directo.
Una vez Noel desapareció de su campo de visión, el parqio se acomodó en el tejado y se dejó llevar por el sin fin de gritos atrapados en el murmullo del viento. El moloch soñaba con descubrir pronto cuánto se parecían estos ecos a los alaridos producidos en directo.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Barrio Quemado
09/03/19, 07:14 pm
Rasqa alzó el vuelo hasta el tejado del edificio más alto del barrio. Se hizo un ovillo y sus puas ardieron levemente, convirtiendo al moloch en un pequeño incendio controlado. La brisa de aquel lugar siempre le relajaba, los gritos angustiosos que viajaban por la atmósfera le recordaban a los que él mismo había robado de sus víctimas días, semanas y meses atrás. El calor se extendía a su alrededor y con la temperatura le volvía el ánimo.
Había soñado con la soledad y el abandono, con el aburrimiento y la falta de propósito en la vida. Había sentido el hastío y la monotonía devorarlo de dentro a fuera, rompiendo su mente y deteriorando su cuerpo. La torre de los soñadores le había permitido volver al día en el que cambió su futuro, pero le había obligado a quedarse en las Islas, a vivir como pastor. Rasqa todavía quería morirse cuando despertó en el salón del trono, la desesperanza que sentía había logrado volver con él a la Rocavarancolia viva, real. Por eso no aguantó mucho tiempo encerrado en el castillo. Buscó a sus amigos, a su manada, y una vez supo que estaban todos bien, se había alejado de allí.
El ambiente cálido le ayudaba a tranquilizarse, a convencerse a sí mismo de que había vuelto al lugar donde pertenecía. El fuego estaba allí, con él, y en ese momento era la única compañía que quería y necesitaba (o al menos la única junto a la que no se sentiría expuesto y vulnerable). Respiró hondo varias veces, se convenció a sí mismo de que nadie lo echaría de menos en las labores de rescate y apretó el ovillo en el que se había convertido para ponerse cómodo.
Guardó silencio durante horas; honró los restos del incendio muerto y dio las gracias por el suyo propio, que aún vivía para extenderse.
Había soñado con la soledad y el abandono, con el aburrimiento y la falta de propósito en la vida. Había sentido el hastío y la monotonía devorarlo de dentro a fuera, rompiendo su mente y deteriorando su cuerpo. La torre de los soñadores le había permitido volver al día en el que cambió su futuro, pero le había obligado a quedarse en las Islas, a vivir como pastor. Rasqa todavía quería morirse cuando despertó en el salón del trono, la desesperanza que sentía había logrado volver con él a la Rocavarancolia viva, real. Por eso no aguantó mucho tiempo encerrado en el castillo. Buscó a sus amigos, a su manada, y una vez supo que estaban todos bien, se había alejado de allí.
El ambiente cálido le ayudaba a tranquilizarse, a convencerse a sí mismo de que había vuelto al lugar donde pertenecía. El fuego estaba allí, con él, y en ese momento era la única compañía que quería y necesitaba (o al menos la única junto a la que no se sentiría expuesto y vulnerable). Respiró hondo varias veces, se convenció a sí mismo de que nadie lo echaría de menos en las labores de rescate y apretó el ovillo en el que se había convertido para ponerse cómodo.
Guardó silencio durante horas; honró los restos del incendio muerto y dio las gracias por el suyo propio, que aún vivía para extenderse.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Barrio Quemado
09/10/23, 04:22 pm
Poco tiempo le tomó al polaco buscar una ropa más adecuada para lo que sería su primera salida en varios días. Los nervios danzaban en su barriga con el compás de unas maracas, pero no se engañaba. El miedo al exterior no era lo único que lo mantenía en ese estado. Y al bajar las escaleras de dos en dos Nohlem se lo recordó como quien no quería la cosa.
El niño, quien pasó por su lado ataviado con pantalones cómodos y una camiseta de color azul oscuro que había visto tiempos mejores, se quedó paralizado a unos pocos metros del granta como si le hubieran lanzado el hechizo de “Petrificus Totalus” de las pelis de Harry Potter. Sus ojos se clavaron en los del elfo con tanto esmero que casi parecían pretender sorber su alma. Y sus labios se movieron en un único acto, congelados en una sonrisa forzada al no poder subir más las comisuras de lo que resultaba correcto anatómicamente para un ser humano.
Suspiró. La naturalidad del elfito solo quería decir una cosa, que era cómplice. Pero más allá de eso… ¿No le estaba regañando… verdad?
—Bueno… —musitó, dando golpecitos con el talón en el suelo y batiendo con la mirada toda la habitación para comprobar que ni Ethan ni Kalna se encontraban demasiado cerca. Tragó saliva, y emitió una risita pobre que ya no sonaba tan divertida—. ¿No si terminan casándose? ¿Supongo?... —aventuró. Puede que fuera bonito. Tendrían hijitos con los ojos rasgados y del color dorado de la libense. En algún futuro lejano se lo agradecerían—. ¡Listo! —apremió, deseando librarse de aquella situación de tensión aunque solo fuera para enfrentarse a otro escenario mucho peor.
Y es que el hecho de cruzar aquella puerta enorme y percibir las caricias de una brisa casi inexistente en su pelo no fueron mayor consuelo para él. Casi había olvidado el aspecto desolador que presentaba la ciudad. Ni árboles, ni animalitos de ensueño. Ni vida. Y mejor no toparse con vida, visto lo visto.
Aniol se despidió de Räg y el resto con un gesto de la mano para pasar el resto del recorrido con aire taciturno y envuelto en una penumbra de inquietud constante. A diferencia de Damian no portaba ningún arma. Si les salía al paso una criatura como la que describieron sus compañeros dudaba que pudiera hacer algo de utilidad con una de ellas en sus manos. Por el contrario se dedicó a deslizarse entre sus compañeros, escurriéndose entre Rick, Nohlem y Connor sobre todo, y evitando en especial a Ethan y Kalna. Lamentó no ser lo suficiente valiente como para pedirle al medio japonés si podía darle la mano (ya que no tenía la confianza para hacerlo con nadie más) pero tras ver a los dos chicos charlando al fregar platos le daba miedo que pudiera tener represalias. Si había hecho algo mal esperaba que no lo vieran con los mismos ojos con los que veían a Damian.
Por suerte el trayecto fue tranquilo, al menos hasta que llegaron a un barrio ennegrecido. Aniol tosió varias veces por el fuerte olor a cenizas que impregnaba sus fosas nasales y su boca. Más lo peor fue el rumor lejano que se colaba en sus oídos. Al principio no se percató de ello, se parecía al ruido constante y cotidiano de la nevera de su casa. Tenías que concentrarte para oírla bien. Una vez le pareció que lo que la ciudad deseaba susurrarle eran gritos decidió silbar en voz baja, para volver a tirarlo todo por su retrete mental.
—Es un villancico… —diría para todos y para nadie, disimulando que un sudor frío le recorría toda la línea de la médula espinal—. ¿No deberíamos tardar mucho, verdad? —urgió una vez se hicieron con las cestas—. En casa deben de tener hambre —sus prisas casi le hicieron tropezar con la enorme espalda de Connor.
¿Él también tendría tantas ganas de salir de allí?
El niño, quien pasó por su lado ataviado con pantalones cómodos y una camiseta de color azul oscuro que había visto tiempos mejores, se quedó paralizado a unos pocos metros del granta como si le hubieran lanzado el hechizo de “Petrificus Totalus” de las pelis de Harry Potter. Sus ojos se clavaron en los del elfo con tanto esmero que casi parecían pretender sorber su alma. Y sus labios se movieron en un único acto, congelados en una sonrisa forzada al no poder subir más las comisuras de lo que resultaba correcto anatómicamente para un ser humano.
Suspiró. La naturalidad del elfito solo quería decir una cosa, que era cómplice. Pero más allá de eso… ¿No le estaba regañando… verdad?
—Bueno… —musitó, dando golpecitos con el talón en el suelo y batiendo con la mirada toda la habitación para comprobar que ni Ethan ni Kalna se encontraban demasiado cerca. Tragó saliva, y emitió una risita pobre que ya no sonaba tan divertida—. ¿No si terminan casándose? ¿Supongo?... —aventuró. Puede que fuera bonito. Tendrían hijitos con los ojos rasgados y del color dorado de la libense. En algún futuro lejano se lo agradecerían—. ¡Listo! —apremió, deseando librarse de aquella situación de tensión aunque solo fuera para enfrentarse a otro escenario mucho peor.
Y es que el hecho de cruzar aquella puerta enorme y percibir las caricias de una brisa casi inexistente en su pelo no fueron mayor consuelo para él. Casi había olvidado el aspecto desolador que presentaba la ciudad. Ni árboles, ni animalitos de ensueño. Ni vida. Y mejor no toparse con vida, visto lo visto.
Aniol se despidió de Räg y el resto con un gesto de la mano para pasar el resto del recorrido con aire taciturno y envuelto en una penumbra de inquietud constante. A diferencia de Damian no portaba ningún arma. Si les salía al paso una criatura como la que describieron sus compañeros dudaba que pudiera hacer algo de utilidad con una de ellas en sus manos. Por el contrario se dedicó a deslizarse entre sus compañeros, escurriéndose entre Rick, Nohlem y Connor sobre todo, y evitando en especial a Ethan y Kalna. Lamentó no ser lo suficiente valiente como para pedirle al medio japonés si podía darle la mano (ya que no tenía la confianza para hacerlo con nadie más) pero tras ver a los dos chicos charlando al fregar platos le daba miedo que pudiera tener represalias. Si había hecho algo mal esperaba que no lo vieran con los mismos ojos con los que veían a Damian.
Por suerte el trayecto fue tranquilo, al menos hasta que llegaron a un barrio ennegrecido. Aniol tosió varias veces por el fuerte olor a cenizas que impregnaba sus fosas nasales y su boca. Más lo peor fue el rumor lejano que se colaba en sus oídos. Al principio no se percató de ello, se parecía al ruido constante y cotidiano de la nevera de su casa. Tenías que concentrarte para oírla bien. Una vez le pareció que lo que la ciudad deseaba susurrarle eran gritos decidió silbar en voz baja, para volver a tirarlo todo por su retrete mental.
—Es un villancico… —diría para todos y para nadie, disimulando que un sudor frío le recorría toda la línea de la médula espinal—. ¿No deberíamos tardar mucho, verdad? —urgió una vez se hicieron con las cestas—. En casa deben de tener hambre —sus prisas casi le hicieron tropezar con la enorme espalda de Connor.
¿Él también tendría tantas ganas de salir de allí?
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Barrio Quemado
09/10/23, 07:45 pm
El circense fue uno de los primeros, sino el primero realmente en estar más que listo para la expedición a las cestas páramo a través. Estuvo esperando al resto, viendo como se impacientaba Connor que también se preparó rápido con esa maza tan tocha.
—Melocotoooooneeeeees —dijo al aire en un tono melódico que le salió bien horrible tras la referencia de Connor a esa fruta tan deliciosa—. Meloco- Meloco- Melocotooooneeeeeeees.
Lo que le sacó una sonrisa fue el visible nerviosismo de Ethan, observando como se iba a por las armas así de nerviosete. La gran mujer había sido capaz de conquistar el corazoncito de su amigo y éste desde luego lo correspondía con una romaaantica timidez. La que si que le hizo asentir con emoción fue la propia Kalna, ella si que estaba muy dispuesta a tomar lo que era suyo y eso le hizo sumar puntos en la libense.
Nohlem y Rick también estaban listos, con arco y sable respectivamente. Le daba seguridad ver que ya iban más armados que antes a por la comida, así se asegurarían de que nada fuese un peligro y atacarían a lo que sea que se atreviese a robarles la comida. Con un ojo curioso no pudo evitar ojear la hoja que levantó el de ojos distintos, ¿parecía un mapa? Damian se encogió de hombros ante la propuesta, no sabría que rellenar ahí.
No irían ni Serena, menos mal; ni Tawar, ni Aria y ni Rag. Éste último, al decirlo, puso a Damian realmente triste al no poder pasear con su amigo morado. Asintió levemente, haciendo pucheros por lo bajo.
—Oooookayyy —arrastró las palabras un poco decepcionado al ser un día tan importante porque vendría Aniol. Igualmente respetaría su decisión, alguien debía vigilar el castillo para que no se colase nadie.
Y hablando del Rey de Roma, ver a Aniol ya listo le animó bastante tras la anterior mala noticia. No tendría a Rag al lado pero tener a su mejor amigo para ir de aventuras le alegró mucho, meneándose un poco en el sitio. Se cambió de ropa y no iba armado, eso no le importaba ya que tenían muchos medios para defenderse ahora.
Se aseguraría de ir junto a él en el momento que pisaran el páramo derruido, mirando los alrededores con la misma curiosidad que el primer día. De vez en cuando se animaría a sacar alguna que otra charla a Aniol y al resto si se animaban, por no hacer tan aburrido el viaje. Lo que notó es que el cielo no cambiaba, estando siempre grisaceo. ¿Acaso estaba muy mal el clima? Que país más raro, ya podrían construir alguna casita para darle un poco de color al barrio, que soso era todo con tanto escombro.
Aniol empezó a silvar y Damian prestó atención a la canción que no le sonaba mucho. Había ciertas cosas que le sonaban pero a través de unos silbidos le costaba hilar bien las notas.
—Villancico… ¿De qué me suena? —pensó mirando al aire en respuesta, cruzado de brazos y levantando más los pies de lo normal del suelo. Ya teniendo las cestas, el polaco se preguntó si tardarían mucho—. Nahhh, deberíamos de tardar poquito. En nada estamos en el castillo —aseguró a su mejor amigo bien convencido de lo que estaba diciendo, para él los viajes se hacían cortos ya que disfrutaba el paseo sin ratas gigantes de por medio.
—Melocotoooooneeeeees —dijo al aire en un tono melódico que le salió bien horrible tras la referencia de Connor a esa fruta tan deliciosa—. Meloco- Meloco- Melocotooooneeeeeeees.
Lo que le sacó una sonrisa fue el visible nerviosismo de Ethan, observando como se iba a por las armas así de nerviosete. La gran mujer había sido capaz de conquistar el corazoncito de su amigo y éste desde luego lo correspondía con una romaaantica timidez. La que si que le hizo asentir con emoción fue la propia Kalna, ella si que estaba muy dispuesta a tomar lo que era suyo y eso le hizo sumar puntos en la libense.
Nohlem y Rick también estaban listos, con arco y sable respectivamente. Le daba seguridad ver que ya iban más armados que antes a por la comida, así se asegurarían de que nada fuese un peligro y atacarían a lo que sea que se atreviese a robarles la comida. Con un ojo curioso no pudo evitar ojear la hoja que levantó el de ojos distintos, ¿parecía un mapa? Damian se encogió de hombros ante la propuesta, no sabría que rellenar ahí.
No irían ni Serena, menos mal; ni Tawar, ni Aria y ni Rag. Éste último, al decirlo, puso a Damian realmente triste al no poder pasear con su amigo morado. Asintió levemente, haciendo pucheros por lo bajo.
—Oooookayyy —arrastró las palabras un poco decepcionado al ser un día tan importante porque vendría Aniol. Igualmente respetaría su decisión, alguien debía vigilar el castillo para que no se colase nadie.
Y hablando del Rey de Roma, ver a Aniol ya listo le animó bastante tras la anterior mala noticia. No tendría a Rag al lado pero tener a su mejor amigo para ir de aventuras le alegró mucho, meneándose un poco en el sitio. Se cambió de ropa y no iba armado, eso no le importaba ya que tenían muchos medios para defenderse ahora.
Se aseguraría de ir junto a él en el momento que pisaran el páramo derruido, mirando los alrededores con la misma curiosidad que el primer día. De vez en cuando se animaría a sacar alguna que otra charla a Aniol y al resto si se animaban, por no hacer tan aburrido el viaje. Lo que notó es que el cielo no cambiaba, estando siempre grisaceo. ¿Acaso estaba muy mal el clima? Que país más raro, ya podrían construir alguna casita para darle un poco de color al barrio, que soso era todo con tanto escombro.
Aniol empezó a silvar y Damian prestó atención a la canción que no le sonaba mucho. Había ciertas cosas que le sonaban pero a través de unos silbidos le costaba hilar bien las notas.
—Villancico… ¿De qué me suena? —pensó mirando al aire en respuesta, cruzado de brazos y levantando más los pies de lo normal del suelo. Ya teniendo las cestas, el polaco se preguntó si tardarían mucho—. Nahhh, deberíamos de tardar poquito. En nada estamos en el castillo —aseguró a su mejor amigo bien convencido de lo que estaba diciendo, para él los viajes se hacían cortos ya que disfrutaba el paseo sin ratas gigantes de por medio.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Barrio Quemado
10/10/23, 09:28 pm
Finalmente el grupo acabaría saliendo del torreón, aunque algunos se quedaron dentro por razones lógicas. Como en las anteriores salidas, Connor se mostraba cauto y vigilante. Desde que habían cambiado de localización no habían tenido más problemas, pero el miedo seguía ahí dentro, oculto entre las sombras de su alma a la espera de aparecer en la forma de cualquier bicho con ganas de joderle el día. Para ser jodidamente exactos, el motero tenía miedo de encontrarse con aquel monstruo de sombras y huesos, como cada vez que ponía el pie fuera. Y aunque simulaba bien sus nervios bajo una mirada atenta y ceño fruncido, no podía evitar apretar más de la cuenta la maza de acero que portaba.
-Te lo dejo a ti, que seguro que dibujas el puto mapa mejor que yo.- Declinaría con una leve sonrisa la oferta de Rick de ir rellenado el mapa, porque él y dibujar cualquier cosa por muy esbozo que fuera no se llevaban bien. De vez en cuando iba echándole rápidos vistazos a los dos críos, para asegurarse de que estaban bien y no se habían alejado del grupo. Especialmente a Aniol, quien no había vuelto a ver el exterior desde aquella primera vez en las mazmorras.
En un momento del trayecto Ethan acabaría acercándosele para contarle por encima, una vez algo más alejados del resto, lo ocurrido con Kalna y la jodida trampa que acababan de meterle los dos críos. Al principio una sonrisa adornaba su rostro, mientras seguían caminando, pero poco a poco quedó claro que eso no era suficiente. Y para cuando Ethan terminó su relato, Connor no pudo evitar soltar varias carcajadas, que si bien eran en un tono bajo y habrían sido tres veces más sonoras en un entorno seguro, no dejaba de estar descojonándose de la situación y de él. Entendía la incomodidad de su compañero sobre lo que le había contado, joder que sí, pero era demasiado divertido como para no aprovechar la oportunidad y reírse.
-¡Cómo te la han liado esos cabrones!- Diría entre susurros algo más alzados, a la vez que le daba varias palmadas en la espalda a su compañero.- ¿Y dices que luego Kalna ha ido con el melocotón de mierda a preguntarte?- Nada más decir aquello las risas veladas se redoblaron por lo absurdo de la situación, mientras le daba nuevamente manotazos en el hombro. Al final se tuvo que obligar a calmarse, o temía que Ethan pudiera molestarse. Entre varios bufidos para contener la risa volvió a hablar.- Kalna quiere saber de qué mierda va todo esto, ¿no? Pues le dices la puta verdad de que a ti te gustan los tíos y esto ha sido cosa de Damian y Aniol o... te voy preparando la jodida despedida de soltero...- Dijo con sorna y claras intenciones de picarlo un poquito más.- Tú decides, cabronazo.- Una sonrisa divertida adornaba su rostro, y era evidente que luchaba por no reírse de nuevo.- Piensa que si se enfada, querrá partirle las puñeteras piernas a los críos y no a ti.- Exageró el motero como último comentario, para intentar quitarle hierro al asunto. Al fin y al cabo, no había sido idea de Ethan crear toda aquella situación y estaba claro que había sido un malentendido.
Por fin llegaron a las la bañera y sus cestas de comida, con aquel olor a quemado y cenizas en el aire. Tras rebuscar en todas Connor bufó molesto, ésta vez ya menos animado y más con cara gruñona y de mala hostia.
-Menos melocotones y más paquetes de cigarrillos, putos cabrones...- Murmuró casi para sí mismo, mientras sentía como empezaba a inquietarse de nuevo y ansioso por la adicción.
-Te lo dejo a ti, que seguro que dibujas el puto mapa mejor que yo.- Declinaría con una leve sonrisa la oferta de Rick de ir rellenado el mapa, porque él y dibujar cualquier cosa por muy esbozo que fuera no se llevaban bien. De vez en cuando iba echándole rápidos vistazos a los dos críos, para asegurarse de que estaban bien y no se habían alejado del grupo. Especialmente a Aniol, quien no había vuelto a ver el exterior desde aquella primera vez en las mazmorras.
En un momento del trayecto Ethan acabaría acercándosele para contarle por encima, una vez algo más alejados del resto, lo ocurrido con Kalna y la jodida trampa que acababan de meterle los dos críos. Al principio una sonrisa adornaba su rostro, mientras seguían caminando, pero poco a poco quedó claro que eso no era suficiente. Y para cuando Ethan terminó su relato, Connor no pudo evitar soltar varias carcajadas, que si bien eran en un tono bajo y habrían sido tres veces más sonoras en un entorno seguro, no dejaba de estar descojonándose de la situación y de él. Entendía la incomodidad de su compañero sobre lo que le había contado, joder que sí, pero era demasiado divertido como para no aprovechar la oportunidad y reírse.
-¡Cómo te la han liado esos cabrones!- Diría entre susurros algo más alzados, a la vez que le daba varias palmadas en la espalda a su compañero.- ¿Y dices que luego Kalna ha ido con el melocotón de mierda a preguntarte?- Nada más decir aquello las risas veladas se redoblaron por lo absurdo de la situación, mientras le daba nuevamente manotazos en el hombro. Al final se tuvo que obligar a calmarse, o temía que Ethan pudiera molestarse. Entre varios bufidos para contener la risa volvió a hablar.- Kalna quiere saber de qué mierda va todo esto, ¿no? Pues le dices la puta verdad de que a ti te gustan los tíos y esto ha sido cosa de Damian y Aniol o... te voy preparando la jodida despedida de soltero...- Dijo con sorna y claras intenciones de picarlo un poquito más.- Tú decides, cabronazo.- Una sonrisa divertida adornaba su rostro, y era evidente que luchaba por no reírse de nuevo.- Piensa que si se enfada, querrá partirle las puñeteras piernas a los críos y no a ti.- Exageró el motero como último comentario, para intentar quitarle hierro al asunto. Al fin y al cabo, no había sido idea de Ethan crear toda aquella situación y estaba claro que había sido un malentendido.
Por fin llegaron a las la bañera y sus cestas de comida, con aquel olor a quemado y cenizas en el aire. Tras rebuscar en todas Connor bufó molesto, ésta vez ya menos animado y más con cara gruñona y de mala hostia.
-Menos melocotones y más paquetes de cigarrillos, putos cabrones...- Murmuró casi para sí mismo, mientras sentía como empezaba a inquietarse de nuevo y ansioso por la adicción.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Barrio Quemado
11/10/23, 02:06 pm
Dejar atrás el torreón suponía someterse a un ambiente cargado lleno de pesadumbre, donde el silencio no traía calma si no el miedo constante a lo inesperado. La paranoia crecía con un avance regular donde las pisadas de sus compañeros se juntaban con sonidos cuya procedencia era inexacta, donde la tensión le hacía vislumbrar sombras y figuras que, cuando se giraba a ver simplemente no existían. Callejones que recordaba de la anterior salida que parecían sutilmente cambiados, destrozos movidos, tejados más caídos, zonas más limpias y otras en cambio más devastadas, como si la ciudad cobrará vida en todos aquellos momentos donde no la estaban mirando.
Era esa interrogante la que le carcomía por dentro, el sentirse solos y a la vez observados, la devastadora realidad de encontrarse naufragados en un páramo en el que no eran los únicos supervivientes, sin saber si al cruzar la esquina se podrían topar con algún habitante al que no le agradaban las visitas. Una semana llevaban de calma y tras el segundo día lejos de sentirse seguro veía como se tensaba el hilo, como cada día superado lo iban estirando más, a la espera de que se volviera a romper y entonces, entonces solo les quedaría aguardar al siguiente horror que aquel lugar les tuviera preparado. No eran guerreros aunque llevaran armas, no eran magos aunque tuvieran un libro de hechizos y por supuesto no eran exploradores aunque tuvieran que adentrarse entre callejuelas malditas. Eran el intento burdo de aparentar ser más fuertes que ese lugar, de fingir que había seguridad en cada uno de sus pasos y de apretar las armas con la nula certeza de que sabrían cómo usarlas.
Eran el reflejo vivo de las ruinas que dejaban atrás. Historias en su día vivas que ahora quedaban derruidas y abandonadas, olvidadas en los restos de lo que una vez fueron. Sin hogar, sin familia, sin un futuro claro, polvo que levantaban tras su camino y que al tiempo volvía a colocarse en su lugar como si su presencia fuera tan poco relevante como los cadáveres marchitos de lo que antaño fueron hogares. ¿Dónde estaban sus habitantes? ¿Dónde quedaba la civilización de esas ruinas? Quizá habían sucumbido a las bestias, quizá eran las bestias la tragedia viva de lo que ahí había ocurrido, quizá no eran más que carroñeros aprovechando el último aliento de ese lugar. Daba igual cuánto quisiera imaginar pues solo obtenía preguntas de las que no encontraría respuesta alguna.
Tragó saliva sosteniendo su lanza con fuerzas renovadas, había negado ante la petición de Rick pues no se veía en la tranquilidad de entretenerse haciendo un mapa inexacto de la zona. Su mente estaba ocupada en las callejuelas y los niños a quienes no quería perder de vista. Andaba cerca de Connor, forzado a seguir el ritmo de su compañero en el silencio inescrutable del lugar. No fue hasta que cruzó la vista con Kalna que no se permitió sonreír con la culpabilidad de una inocencia cotidiana, un problema que en el torreón le sabía agridulce pero que allí fuera le recordaba una humanidad que no habían perdido, una juventud estupida a la que se agarraba con desesperación.
-Hey Connor -Le susurró lo suficiente bajo como para que su voz quedara perdida en los murmullos del lugar, dándole un toque sobre su brazo para que ambos pudieran apartarse del grupo. La explicación fue tan breve como concisa, confiaba en su amigo y aunque supiera que no iba a darle una solución al conflicto el solo poder hablar de un tema tan normal en lo anómala que eran actualmente sus vidas ya le otorgaba cierta lucidez.
-Pero idiota, yo no quiero que se las parta a nadie, eh ahí el problema.
Lejos de ofenderle, las risas del canadiense le robaron a él mismo una silenciosa, incapaz de atreverse a romper el espejismo del ambiente. Al menos, durante unos instantes tan efímeros como la suave brisa que les envolvía pudo sentirse como un simple chaval cuyos mayores pesares no era más que un mal de amores, un tonto malentendido.
-No se que hacer, no quiero que se pueda sentir ofendida por una broma así, pero tampoco quiero que parezca que me gusta, sinceramente, creo que la he liado aún más. -Soltó un suspiro divertido, donde se mezclaban los nervios respecto a ese tema con los que acumulaba por el exterior. -No, si al final me veo casándome con ella solo por no tener que decir que no.
Continuaron avanzando y pronto el abandono dio lugar a un olvido diferente, uno que aún seguía latente en las cenizas y el espesor del aire. Que hubiera estado una vez no lograba quitarle la intranquilidad de encima, como si la negrura que quedaba tras el incendio pudiera revivirse en cualquier momento. El recuerdo de aquel lugar era escalofriante porque a diferencia de lo desconocido del resto de la ciudad, ese era tan vivido como los susurros que llegaban a sus oídos. Fuego, hasta donde alcanzaba la vista había existido el fuego, uno tan indomable y fuerte que había reducido ese barrio a la nada y que aún así no había perdonado. Condenando a una muerte permanente e irrecuperable las memorias de quienes habían habitado aquellas casas calcinadas, o al menos eso es lo que él creía cuando captaba un gritó más fuerte que el anterior y en la agonía de su voz se encontraba hipnotizado, perdido en unos llantos que no habían encontrado descanso.
No cogió ninguna cesta pues sabía que a la vuelta iba a quedarse rezagado, notaba los primeros pinchazos de una pierna que empezaba a dormirse, conocedor de que pronto su cojera iniciaría de nuevo. Así que en vez de eso se giró hacía los pequeños cuando un silbido logró irrumpir una mente absorbida en voces ajenas, un silbido que al menos si tenía lugar y pertenencia.
-No te preocupes ahora regresamos -Respondió a Aniol mientras se acercaba a su lado, le apoyó una mano sobre el hombro como un gesto de afecto mientras su voz quedaba perdida entre dos mundos, con el temor de hablar demasiado alto como para llamar la atención pero de hacerlo demasiado bajo como para no tapar los susurros. -Yo estaba pensando en la canción de Frozen, la que cantaba la princesa al llegar al castillo. ¿Sabes cual te digo?
Forzó una sonrisa suave, gestos delicados en un ambiente pobre donde mostrarse alegre parecía irrespetuoso. Su mano libre fue a parar al hombro de Damian, un ligero apretón que regaló a ambos para indicar que podían ir partiendo mientras los demás terminaban de tomar la comida.
-Si quieres, cuando lleguemos a casa podemos enseñarte cómo es -Le ofreció al rubio como un entretenimiento que pudieran mantenerlos distraídos del alrededor.- Y así luego si quieres se la cantas a Rag, que seguro que le va a hacer muy feliz que le enseñéis nueva música.
Él mismo empezaría a silbar en su regreso mientras se mantuvieran entre el polvo y las cenizas. Tan bajo y respetuoso como el polaco mientras recordaba vagamente como era la melodía de la película. Un acto que si bien dedicaba a los peques también hizo como supervivencia, pues prefería enmudecer el ambiente, despejar sus oídos de la devastadora realidad de su alrededor.
Dejar que su conciencia se perdiera en los ánimos inocentes de los más pequeños del grupo.
Era esa interrogante la que le carcomía por dentro, el sentirse solos y a la vez observados, la devastadora realidad de encontrarse naufragados en un páramo en el que no eran los únicos supervivientes, sin saber si al cruzar la esquina se podrían topar con algún habitante al que no le agradaban las visitas. Una semana llevaban de calma y tras el segundo día lejos de sentirse seguro veía como se tensaba el hilo, como cada día superado lo iban estirando más, a la espera de que se volviera a romper y entonces, entonces solo les quedaría aguardar al siguiente horror que aquel lugar les tuviera preparado. No eran guerreros aunque llevaran armas, no eran magos aunque tuvieran un libro de hechizos y por supuesto no eran exploradores aunque tuvieran que adentrarse entre callejuelas malditas. Eran el intento burdo de aparentar ser más fuertes que ese lugar, de fingir que había seguridad en cada uno de sus pasos y de apretar las armas con la nula certeza de que sabrían cómo usarlas.
Eran el reflejo vivo de las ruinas que dejaban atrás. Historias en su día vivas que ahora quedaban derruidas y abandonadas, olvidadas en los restos de lo que una vez fueron. Sin hogar, sin familia, sin un futuro claro, polvo que levantaban tras su camino y que al tiempo volvía a colocarse en su lugar como si su presencia fuera tan poco relevante como los cadáveres marchitos de lo que antaño fueron hogares. ¿Dónde estaban sus habitantes? ¿Dónde quedaba la civilización de esas ruinas? Quizá habían sucumbido a las bestias, quizá eran las bestias la tragedia viva de lo que ahí había ocurrido, quizá no eran más que carroñeros aprovechando el último aliento de ese lugar. Daba igual cuánto quisiera imaginar pues solo obtenía preguntas de las que no encontraría respuesta alguna.
Tragó saliva sosteniendo su lanza con fuerzas renovadas, había negado ante la petición de Rick pues no se veía en la tranquilidad de entretenerse haciendo un mapa inexacto de la zona. Su mente estaba ocupada en las callejuelas y los niños a quienes no quería perder de vista. Andaba cerca de Connor, forzado a seguir el ritmo de su compañero en el silencio inescrutable del lugar. No fue hasta que cruzó la vista con Kalna que no se permitió sonreír con la culpabilidad de una inocencia cotidiana, un problema que en el torreón le sabía agridulce pero que allí fuera le recordaba una humanidad que no habían perdido, una juventud estupida a la que se agarraba con desesperación.
-Hey Connor -Le susurró lo suficiente bajo como para que su voz quedara perdida en los murmullos del lugar, dándole un toque sobre su brazo para que ambos pudieran apartarse del grupo. La explicación fue tan breve como concisa, confiaba en su amigo y aunque supiera que no iba a darle una solución al conflicto el solo poder hablar de un tema tan normal en lo anómala que eran actualmente sus vidas ya le otorgaba cierta lucidez.
-Pero idiota, yo no quiero que se las parta a nadie, eh ahí el problema.
Lejos de ofenderle, las risas del canadiense le robaron a él mismo una silenciosa, incapaz de atreverse a romper el espejismo del ambiente. Al menos, durante unos instantes tan efímeros como la suave brisa que les envolvía pudo sentirse como un simple chaval cuyos mayores pesares no era más que un mal de amores, un tonto malentendido.
-No se que hacer, no quiero que se pueda sentir ofendida por una broma así, pero tampoco quiero que parezca que me gusta, sinceramente, creo que la he liado aún más. -Soltó un suspiro divertido, donde se mezclaban los nervios respecto a ese tema con los que acumulaba por el exterior. -No, si al final me veo casándome con ella solo por no tener que decir que no.
Continuaron avanzando y pronto el abandono dio lugar a un olvido diferente, uno que aún seguía latente en las cenizas y el espesor del aire. Que hubiera estado una vez no lograba quitarle la intranquilidad de encima, como si la negrura que quedaba tras el incendio pudiera revivirse en cualquier momento. El recuerdo de aquel lugar era escalofriante porque a diferencia de lo desconocido del resto de la ciudad, ese era tan vivido como los susurros que llegaban a sus oídos. Fuego, hasta donde alcanzaba la vista había existido el fuego, uno tan indomable y fuerte que había reducido ese barrio a la nada y que aún así no había perdonado. Condenando a una muerte permanente e irrecuperable las memorias de quienes habían habitado aquellas casas calcinadas, o al menos eso es lo que él creía cuando captaba un gritó más fuerte que el anterior y en la agonía de su voz se encontraba hipnotizado, perdido en unos llantos que no habían encontrado descanso.
No cogió ninguna cesta pues sabía que a la vuelta iba a quedarse rezagado, notaba los primeros pinchazos de una pierna que empezaba a dormirse, conocedor de que pronto su cojera iniciaría de nuevo. Así que en vez de eso se giró hacía los pequeños cuando un silbido logró irrumpir una mente absorbida en voces ajenas, un silbido que al menos si tenía lugar y pertenencia.
-No te preocupes ahora regresamos -Respondió a Aniol mientras se acercaba a su lado, le apoyó una mano sobre el hombro como un gesto de afecto mientras su voz quedaba perdida entre dos mundos, con el temor de hablar demasiado alto como para llamar la atención pero de hacerlo demasiado bajo como para no tapar los susurros. -Yo estaba pensando en la canción de Frozen, la que cantaba la princesa al llegar al castillo. ¿Sabes cual te digo?
Forzó una sonrisa suave, gestos delicados en un ambiente pobre donde mostrarse alegre parecía irrespetuoso. Su mano libre fue a parar al hombro de Damian, un ligero apretón que regaló a ambos para indicar que podían ir partiendo mientras los demás terminaban de tomar la comida.
-Si quieres, cuando lleguemos a casa podemos enseñarte cómo es -Le ofreció al rubio como un entretenimiento que pudieran mantenerlos distraídos del alrededor.- Y así luego si quieres se la cantas a Rag, que seguro que le va a hacer muy feliz que le enseñéis nueva música.
Él mismo empezaría a silbar en su regreso mientras se mantuvieran entre el polvo y las cenizas. Tan bajo y respetuoso como el polaco mientras recordaba vagamente como era la melodía de la película. Un acto que si bien dedicaba a los peques también hizo como supervivencia, pues prefería enmudecer el ambiente, despejar sus oídos de la devastadora realidad de su alrededor.
Dejar que su conciencia se perdiera en los ánimos inocentes de los más pequeños del grupo.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Barrio Quemado
11/10/23, 05:12 pm
El desayuno no duró mucho más. Colmillo estuvo lo suficientemente espabilado, entre el sueño y la melancolía, para escuchar las palabras de Rick y sonreírle de vuelta, aunque no prestó atención al resto de conversaciones. Podía parecer poca cosa que el humano dijera que aunque no eran familia podía contar con él, pero hacía tiempo que el vittya había comenzado a aferrarse con uñas y dientes a cualquier muestra de amabilidad. Ninguno de ellos sustituiría nunca a su familia, pero esos gestos al menos podían permitirle no sentirse tan solo.
Aunque Szczenyak había tenido la intención de ofrecerse para limpiar los platos, parecía que la tarea estaba totalmente cubierta, así que decidió salir a refrescarse un poco con el agua del pozo para terminar de despertarse por completo, ya que pronto saldrían a una excursión a por más comida y esta vez había decidido unirse. Hasta el momento, Colmillo no se había unido a ninguna de las salidas, ya fuera por el miedo que todavía le quedaba en el cuerpo por culpa del monstruo o porque su nocturno horario le había hecho despertarse siempre cuando ya el grupo había salido. Pero hoy estaba despierto y listo al momento y, por mucho que no le gustara la idea, no podía dejar tampoco que otros se ocuparan de la parte más peligrosa del trabajo mientras él se quedaba tranquilamente durmiendo en el torreón.
Desconfiando de su habilidad con el arco y por lo inseguro que todavía se sentía con una ballesta en las manos, Colmillo se terminó decantando por una lanza para que le acompañara en la salida, sabiendo por la experiencia previa de sus compañeros, que incluso si no era el mejor usándola, era mejor que nada.
Aunque no hubo amenazas ni accidentes en el tiempo que les llevó llegar al punto donde estaban las cestas, Colmillo no pudo evitar mantenerse en tensión, con todo el pelo erizado, sin dejar de pensar que podrían encontrarse con monstruos a cada esquina. E incluso a pesar de eso y de las advertencias de sus compañeros, los gritos susurrados por el viento consiguieron que un escalofrío de terror le recorriera el cuerpo.
“Villancicos…” repitió en su mente al escuchar a Aniol, estremeciéndose al pensar que aquello podía ser algo tan habitual en la Tierra que hasta le habían dado nombre.
-Joder, démonos prisa. No quiero estar aquí ni un puto segundo más -dijo mientras cogía una de las cestas, sin querer perder el tiempo si quiera en echar un ojo a su interior.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Barrio Quemado
11/10/23, 06:31 pm
Nohlem le sostuvo la mirada a Aniol cuando le respondió con una expresión entre lo ligero y lo tirante. Sus labios se convirtieron en una línea, una sonrisa de lo más suave antes de mirar arriba como si necesitase un momento para pensar. Y eso hizo en realidad. De alguna forma esa tontería de damas y bodas sin voluntad le hizo pensar en Kahlo, y por una fracción de segundo el tema se le antojó serio, demasiado serio. En su mundo unos pocos afortunados se casaban por amor. Todos, por deber. Claro que eso un niño de otra especie no tenía porqué saberlo.
—Hmm... ¿Y sabes si ellos quieren? —le dijo, rompiendo el contacto visual al ponerse las gafas—. No siempre es bonito casarse.
Nohlem no cogió el mapa, o tal como lo veía él, el papel con un revoltijo de líneas al tuntún sobre blanco. Como para que la responsabilidad de darle sentido cayera sobre él. Ah no, ni de broma. Él necesitaba ambas manos para el arco, por si surgía algo a lo que disparar. Claro.
Nohlem era curioso, siempre lo había sido. Se había metido en diversos problemas por ello, y en parte era el motivo por el que se estaba uniendo a las salidas. Una voz dentro suya, desenterrada pero no pública, quería saber que nuevos horrores aguardaban para ellos. Criaturas imposibles, fantasmas, cosas en las que hasta hace poco más de una semana solo creía cuando la oscuridad en su casa se volvía demasiado intensa. Quizás por vergüenza el varmano miraba poco hacia atrás. De vez en cuando giraba el rostro, apenas unos centímetros, esperando así captar cualquier sonido o imagen con el rabillo del ojo. La sensación de estar siendo observado era mayor a más se alejaban del torreón y estaba seguro de que había ojos clavados en su nuca, pero bien podrían ser de quienes marchaban detrás suya. Era lo lógico.
En Varmania la ausencia era vida. Las plantas tomaban lo que era suyo por naturaleza y nadie se lo impedía, el agua se abría paso con el abandono y el bosque se llenaba de sonidos. Murmullos leves, el clamor bajo pero constante de los animales. Rocavarancolia era otro tipo de ausencia. Hueca. Falsa. Espeluznante no por su vacío, sino por lo que caía entremedias. No estaba viva, no estaba muerta, era la carcasa de un cadáver que contra todo orden natural amenazaba con levantarse. Viviendas completamente vacías, estructuras calcinadas, la suela de un zapato abandonado y no más restos de su dueño. Resquicios que hablaban de lo que hubo, de lo que aún había. La ciudad estaba suficientemente rota para saberla antigua, tan rota que parecía reciente.
Las voces de sus compañeros entorpecían que encontrase algo bajo ese silencio, algo que con certeza no quería encontrar. Entonces llegaron los gritos. Era la segunda vez que hacían ese recorrido y el susto palidecía en comparación a la primera experiencia, pero no por eso estaba curado de espanto. Con la repetida excusa de ser el arma a distancia no se molestó en coger cesta. El instinto de supervivencia (también llamado morbo) le pedía buscar entre las ruinas a quienes gritaban, pero antes de que las esquinas y las sombras tomasen formas inexistentes sus ojos se desviaron a Connor como si este fuera un salvavidas.
—Mira lo que le pasó a esta gente por fumar demasiado —respondió entre dientes, sintiéndose horrible por bromear delante de la desgracia. No obstante, igual que quien canta su mal espanta (o en este caso, quien silba) Nohlem se sintió un poco mejor por exhalar una risa—. Vas a tener que aprender a fumarte otra cosa. ¿Has probado con los melocotones? ¿Y si te fumas la cesta en sí? La desmenuzamos en hebras y… No sé, no parece mal material, puestos a…
Un aullido arrastrado por el viento le hizo callar. “Lo pillo. Me callo.”
—Vámonos, sí —continúo tras Colmillo en voz baja, temiendo de repente que incluso los silbidos más suaves fuesen cebo suficiente. Un pequeño remolino levantó una montaña de cenizas sobre un tejado, y a Nohlem le costó demasiados segundos apartar la mirada y poner un pie tras otro—. Vámonos.
Las canciones habían desaparecido de su cabeza. Recordaba las melodías, el contexto de lo que iban, pero las rimas ya no tenían sentido. Incentivado por Aniol e Ethan, en un ambiente que fundía lo alegre de la música con los espeluznante del escenario, como si quisiera boicotearse un poco más, una voz, la suya, empezó a cantar en su cabeza.
“Cómo sabrás que viene el moloch...”
—Hmm... ¿Y sabes si ellos quieren? —le dijo, rompiendo el contacto visual al ponerse las gafas—. No siempre es bonito casarse.
Nohlem no cogió el mapa, o tal como lo veía él, el papel con un revoltijo de líneas al tuntún sobre blanco. Como para que la responsabilidad de darle sentido cayera sobre él. Ah no, ni de broma. Él necesitaba ambas manos para el arco, por si surgía algo a lo que disparar. Claro.
Nohlem era curioso, siempre lo había sido. Se había metido en diversos problemas por ello, y en parte era el motivo por el que se estaba uniendo a las salidas. Una voz dentro suya, desenterrada pero no pública, quería saber que nuevos horrores aguardaban para ellos. Criaturas imposibles, fantasmas, cosas en las que hasta hace poco más de una semana solo creía cuando la oscuridad en su casa se volvía demasiado intensa. Quizás por vergüenza el varmano miraba poco hacia atrás. De vez en cuando giraba el rostro, apenas unos centímetros, esperando así captar cualquier sonido o imagen con el rabillo del ojo. La sensación de estar siendo observado era mayor a más se alejaban del torreón y estaba seguro de que había ojos clavados en su nuca, pero bien podrían ser de quienes marchaban detrás suya. Era lo lógico.
En Varmania la ausencia era vida. Las plantas tomaban lo que era suyo por naturaleza y nadie se lo impedía, el agua se abría paso con el abandono y el bosque se llenaba de sonidos. Murmullos leves, el clamor bajo pero constante de los animales. Rocavarancolia era otro tipo de ausencia. Hueca. Falsa. Espeluznante no por su vacío, sino por lo que caía entremedias. No estaba viva, no estaba muerta, era la carcasa de un cadáver que contra todo orden natural amenazaba con levantarse. Viviendas completamente vacías, estructuras calcinadas, la suela de un zapato abandonado y no más restos de su dueño. Resquicios que hablaban de lo que hubo, de lo que aún había. La ciudad estaba suficientemente rota para saberla antigua, tan rota que parecía reciente.
Las voces de sus compañeros entorpecían que encontrase algo bajo ese silencio, algo que con certeza no quería encontrar. Entonces llegaron los gritos. Era la segunda vez que hacían ese recorrido y el susto palidecía en comparación a la primera experiencia, pero no por eso estaba curado de espanto. Con la repetida excusa de ser el arma a distancia no se molestó en coger cesta. El instinto de supervivencia (también llamado morbo) le pedía buscar entre las ruinas a quienes gritaban, pero antes de que las esquinas y las sombras tomasen formas inexistentes sus ojos se desviaron a Connor como si este fuera un salvavidas.
—Mira lo que le pasó a esta gente por fumar demasiado —respondió entre dientes, sintiéndose horrible por bromear delante de la desgracia. No obstante, igual que quien canta su mal espanta (o en este caso, quien silba) Nohlem se sintió un poco mejor por exhalar una risa—. Vas a tener que aprender a fumarte otra cosa. ¿Has probado con los melocotones? ¿Y si te fumas la cesta en sí? La desmenuzamos en hebras y… No sé, no parece mal material, puestos a…
Un aullido arrastrado por el viento le hizo callar. “Lo pillo. Me callo.”
—Vámonos, sí —continúo tras Colmillo en voz baja, temiendo de repente que incluso los silbidos más suaves fuesen cebo suficiente. Un pequeño remolino levantó una montaña de cenizas sobre un tejado, y a Nohlem le costó demasiados segundos apartar la mirada y poner un pie tras otro—. Vámonos.
Las canciones habían desaparecido de su cabeza. Recordaba las melodías, el contexto de lo que iban, pero las rimas ya no tenían sentido. Incentivado por Aniol e Ethan, en un ambiente que fundía lo alegre de la música con los espeluznante del escenario, como si quisiera boicotearse un poco más, una voz, la suya, empezó a cantar en su cabeza.
“Cómo sabrás que viene el moloch...”
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Barrio Quemado
14/10/23, 01:12 am
El mapa llamó la atención del algunos del grupo, aunque nadie se veía capaz de seguir rellenándolo. Rick lo entendía, por ello tampoco le dio demasiada importancia e incluso bromeó siguiendo la respuesta del motero devolviéndole una leve sonrisa: -Dibujar no es que sea mi fuerte, pero se intenta. Gracias por la confianza.- Estaba abierto a que el resto colaborara en él y no tendría problema si lo hacían más adelante, aunque entendía que por ahora recaería sobre todo en Kalna y él. De momento el mapa servía lo justo para llegar hasta las cestas y algún que otro sitio cercano por un camino o dos como mucho, pero poco a poco ocuparía mucho más espacio. Siempre había pensado que la planificación y la información ayudaba mucho a conseguir la victoria, entendiendo esto sobre todo para resolver un caso y en una ciudad como aquella cualquier ventaja por pequeña que fuese podía ser crucial a sus ojos.
La libense se ofreció a encargarse durante la salida. Agradecido, el neoyorquino le tendió el folio y su lápiz propio que sacó del bolsillo del pantalón, no pensaba que fuera a apuntar algo en su libreta durante la salida. -Muchas gracias- le dijo para luego añadir -Si quieres a la vuelta puedo hacerte el relevo, tampoco quiero cargarte con todo el trabajo.- Confiaba en ella y había sido toda una suerte que el dedo roto no le hubiera afectado para dibujar, pero la multitud de calles tan parecidas que había por el camino ya le habían dado algún que otro quebradero de cabeza al pasarlas al papel. Si a la libense le pasaba igual, veía justo que pudieran ir descansando por si la suerte decidía joderles el día.
Con la puerta abierta, se despidieron del resto y salieron en dirección al punto de las bañeras. Durante el camino, Rick fue rotando por el grupo, quedando cerca de la delantera a veces y otras cerca de Kalna por si le surgía alguna duda con algún apunte. Entró en las conversaciones que se iban haciendo para amenizar la caminata, aunque sin quitar del todo la atención a sus alrededores por si acaso debía actuar. -(Mejor ser precavido)- No negaba que sentía algo de curiosidad por saber como había acabado el asunto entre la chica y Ethan, pero ni se sentía con la confianza para preguntar ni era el mejor momento. Se quedaría como un misterio sin resolver por el momento.
Un tiempo después las ruinas a su alrededor empezaron a cubrirse con una capa de cenizas, indicando que estaban llegando a su destino. Era la segunda vez que estaba allí, pero el ambiente seguía dándole escalofríos. El problema no era pensar qué había podido causar un incendio tan grande, sino por qué los gritos y quejidos que traían el viento seguían allí, esperando en vano a que alguien ponga fin a un dolor eterno. No parecía haber ningún peligro en la zona, pero no hacía falta para que el chico quisiera irse pronto de allí.
Acabaron frente a las cestas al fin, y Rick no tardó en coger una de ellas mientras una tonadilla que se le hacía conocida salía de Aniol. Se giró para ver al grupo, acomodándose la cesta en el brazo. Sí, el sentimiento de incomodidad allí parecía que era compartido por la mayoría. Buscando alguna forma de destensar el ambiente, estuvo a punto de seguir con ánimo los comentarios de Nohlem, pero el intento se esfumó en cuanto el varmano paró de repente. -Sí. En cuanto carguemos con todo esto nos vamos.- añadió simplemente, serio.
Necesitaba algo para calmar los nervios que se estaba abriendo pasó por él y, la verdad, la idea de la música no sonaba nada mal. Mientras se preparaban para marcharse de allí, la mente del neoyorquino intentaba rescatar unas letras que ahora habían perdido su significado. Podía probar a pronunciarlas, pero era como recitar algo que había memorizado sin entender. Al menos podía seguir el ritmo, eso seguía intacto. El chico iría tarareando mentalmente la primera canción que se apareció por su cabeza. Justamente una de las favoritas de Bob.
In the desert you can remember your name, 'cause there ain't no one for to give you no pain...
La libense se ofreció a encargarse durante la salida. Agradecido, el neoyorquino le tendió el folio y su lápiz propio que sacó del bolsillo del pantalón, no pensaba que fuera a apuntar algo en su libreta durante la salida. -Muchas gracias- le dijo para luego añadir -Si quieres a la vuelta puedo hacerte el relevo, tampoco quiero cargarte con todo el trabajo.- Confiaba en ella y había sido toda una suerte que el dedo roto no le hubiera afectado para dibujar, pero la multitud de calles tan parecidas que había por el camino ya le habían dado algún que otro quebradero de cabeza al pasarlas al papel. Si a la libense le pasaba igual, veía justo que pudieran ir descansando por si la suerte decidía joderles el día.
Con la puerta abierta, se despidieron del resto y salieron en dirección al punto de las bañeras. Durante el camino, Rick fue rotando por el grupo, quedando cerca de la delantera a veces y otras cerca de Kalna por si le surgía alguna duda con algún apunte. Entró en las conversaciones que se iban haciendo para amenizar la caminata, aunque sin quitar del todo la atención a sus alrededores por si acaso debía actuar. -(Mejor ser precavido)- No negaba que sentía algo de curiosidad por saber como había acabado el asunto entre la chica y Ethan, pero ni se sentía con la confianza para preguntar ni era el mejor momento. Se quedaría como un misterio sin resolver por el momento.
Un tiempo después las ruinas a su alrededor empezaron a cubrirse con una capa de cenizas, indicando que estaban llegando a su destino. Era la segunda vez que estaba allí, pero el ambiente seguía dándole escalofríos. El problema no era pensar qué había podido causar un incendio tan grande, sino por qué los gritos y quejidos que traían el viento seguían allí, esperando en vano a que alguien ponga fin a un dolor eterno. No parecía haber ningún peligro en la zona, pero no hacía falta para que el chico quisiera irse pronto de allí.
Acabaron frente a las cestas al fin, y Rick no tardó en coger una de ellas mientras una tonadilla que se le hacía conocida salía de Aniol. Se giró para ver al grupo, acomodándose la cesta en el brazo. Sí, el sentimiento de incomodidad allí parecía que era compartido por la mayoría. Buscando alguna forma de destensar el ambiente, estuvo a punto de seguir con ánimo los comentarios de Nohlem, pero el intento se esfumó en cuanto el varmano paró de repente. -Sí. En cuanto carguemos con todo esto nos vamos.- añadió simplemente, serio.
Necesitaba algo para calmar los nervios que se estaba abriendo pasó por él y, la verdad, la idea de la música no sonaba nada mal. Mientras se preparaban para marcharse de allí, la mente del neoyorquino intentaba rescatar unas letras que ahora habían perdido su significado. Podía probar a pronunciarlas, pero era como recitar algo que había memorizado sin entender. Al menos podía seguir el ritmo, eso seguía intacto. El chico iría tarareando mentalmente la primera canción que se apareció por su cabeza. Justamente una de las favoritas de Bob.
In the desert you can remember your name, 'cause there ain't no one for to give you no pain...
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Barrio Quemado
14/10/23, 06:37 pm
No le tenía miedo a la ciudad ni a lo que pudiera encontrar en ella, pero no por eso deseaba encontrarse problemas en aquel momento. Había ido para probarse a sí misma, y aunque ardía en deseos de hacerlo sabía que no estaba en las mejores condiciones para ello. En un par de semanas más, cuando el dedo estuviera curado del todo, sería otra cosa. No pensaba limitarse a salir a por comida en una ida y vuelta rápida, y es que Kalna sentía la necesidad de explorar las ruinas, de encontrar cosas útiles como aquel libro. Y si nadie más iba a querer hacerlo, no iba a tener problemas en hacerlo sola.
De hecho, la exploración les vendría bien para seguir completando poco a poco el mapa que Rick y ella habían empezado. Estaba demasiado incompleto como para ser de mucha utilidad por el momento, y es que a más supieran de la ciudad más podrían completar trazados de calle y determinar que zonas podían resultar más seguras, o en cuales había sitios relevantes. De momento, y dado que nadie pareció querer colaborar en seguir con aquello, se ofreció a ayudar a Rick con él.
No participó en conversaciones, exceptuando algún comentario sobre el mapa con el neoyorkino, y es que si no era necesario preferí ir centrada dibujando y fijándose en los callejones, por si acaso algo decidía atacarles. Incluso el tema del melocotón había pasado a un segundo plano, aunque no lo había olvidado, y alguna vez lanzó una mirada a Ethan y Connor y las risitas que se traían. «Hombres», pensó, aunque podía haber sustituido esa palabra por “humanos” y para ella hubiera tenido el mismo sentido.
Aquel barrio no parecía peligroso, pero no por ello a Kalna le gustaba. Las ruinas llenas de una ceniza que debería haberse llevado ya el viento nocturno, o tal vez alguna lluvia (si es que en aquel sitio llovía), o que las autoridades deberían haber limpiado. Los gritos y lamentos venían de todas partes y de ninguna, y solo hacían que se mantuviera en alerta continua. La última vez nada les había atacado, pero ya conocía un monstruo al menos que había llorado, y no tenía ganas de comprobar si esos lamentos pertenecían a otro tan pronto.
Cogió un par de las cestas, mientras le pasaba el mapa a Rick de vuelta para que siguiera completándolo. Había algunas calles nuevas dibujadas, y el inicio de callejones que no seguían al no saber con exactitud hacia donde continuaban. Al menos les podría servir por el momento para saber en qué cruces tenían que girar si se perdían y no podían seguir a la bañera.
Aniol no tardó en mostrar ganas de volver, y no podía culpar al niño de querer volver a la seguridad del torreón. No sabía qué era un villancico, ni esa canción de lo que fuera Frozen que decía Ethan, pero se sintió más cerca de ellos viendo que no era la única que echaba de menos la música. Hubiera dado un dedo (o el brazo entero) por volver a tener su radio y por volver a bailar pasodobles en su salón. En su cabeza empezaron a sonar los primeros compases de una de sus marchas militares favoritas, y tuvo que resistir el impulso de tararear.
Sigue en el Torreón Sendar
De hecho, la exploración les vendría bien para seguir completando poco a poco el mapa que Rick y ella habían empezado. Estaba demasiado incompleto como para ser de mucha utilidad por el momento, y es que a más supieran de la ciudad más podrían completar trazados de calle y determinar que zonas podían resultar más seguras, o en cuales había sitios relevantes. De momento, y dado que nadie pareció querer colaborar en seguir con aquello, se ofreció a ayudar a Rick con él.
No participó en conversaciones, exceptuando algún comentario sobre el mapa con el neoyorkino, y es que si no era necesario preferí ir centrada dibujando y fijándose en los callejones, por si acaso algo decidía atacarles. Incluso el tema del melocotón había pasado a un segundo plano, aunque no lo había olvidado, y alguna vez lanzó una mirada a Ethan y Connor y las risitas que se traían. «Hombres», pensó, aunque podía haber sustituido esa palabra por “humanos” y para ella hubiera tenido el mismo sentido.
Aquel barrio no parecía peligroso, pero no por ello a Kalna le gustaba. Las ruinas llenas de una ceniza que debería haberse llevado ya el viento nocturno, o tal vez alguna lluvia (si es que en aquel sitio llovía), o que las autoridades deberían haber limpiado. Los gritos y lamentos venían de todas partes y de ninguna, y solo hacían que se mantuviera en alerta continua. La última vez nada les había atacado, pero ya conocía un monstruo al menos que había llorado, y no tenía ganas de comprobar si esos lamentos pertenecían a otro tan pronto.
Cogió un par de las cestas, mientras le pasaba el mapa a Rick de vuelta para que siguiera completándolo. Había algunas calles nuevas dibujadas, y el inicio de callejones que no seguían al no saber con exactitud hacia donde continuaban. Al menos les podría servir por el momento para saber en qué cruces tenían que girar si se perdían y no podían seguir a la bañera.
Aniol no tardó en mostrar ganas de volver, y no podía culpar al niño de querer volver a la seguridad del torreón. No sabía qué era un villancico, ni esa canción de lo que fuera Frozen que decía Ethan, pero se sintió más cerca de ellos viendo que no era la única que echaba de menos la música. Hubiera dado un dedo (o el brazo entero) por volver a tener su radio y por volver a bailar pasodobles en su salón. En su cabeza empezaron a sonar los primeros compases de una de sus marchas militares favoritas, y tuvo que resistir el impulso de tararear.
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Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Barrio Quemado
16/10/23, 01:57 am
Airi no pudo ayudar con la limpieza después del desayuno debido a la insistencia de Kalna, pero al menos pasó el tiempo aireando las sábanas y haciendo las camas hasta que aparecieron los navíos en el horizonte. No necesitaba prepararse de ninguna forma particular para su primera salida en una semana. Normalmente se bastaría con lo puesto, pero dado que iban bastante lejos tomó una vara de madera que pudiera servirle, más que nada, de apoyo. Llevar el arco le parecía una pérdida de tiempo: no sabía usarlo ni rápido ni de forma apropiada, así que sería inútil ante cualquier imprevisto. Al menos la vara podía ganarle algún segundo para salir corriendo, con suerte.
Resultaba sorprendente cómo iba normalizando la inseguridad que sentía en aquella ciudad, pero al acercarse el momento de salir sus manos temblaban. Trató de ocultarlo aferrándose con fuerza a la vara y se despidió de los que se quedaban. Atravesar la puerta principal y verse al descubierto en la calle era muy diferente de salir al patio, donde le acunaban los muros. Todavía recordaba algunos de los lugares por los que habían pasado el primer día, pero se tomó una ruta diferente, alejándole de lo que conocía y avivando la llama del miedo.
Aunque estuviesen en tensión y vigilantes, se formaron grupos que hablaban de vez en cuando para que el tiempo no pareciese pasar tan despacio. Airi se quedó en la retaguardia la mayor parte del viaje, no sabiendo dónde incluirse, y batallando el pánico por su cuenta. Buscar la presencia de depredadores en las llanuras de su hogar era diferente a estar pendiente de los recovecos de las ruinas, de donde sabía que podía salir de todo, y no solo animales. Era imposible no pensar en los horrores que habían conocido mientras sus sentidos buscaban indicios de vida entre los escombros.
Alcanzaron a su destino sin incidentes, probando un día más que la ruta era segura. Ni las alimañas se peleaban por las cestas en aquel lugar, pero Airi podía ver por qué. No importó que le hubiesen preparado mentalmente para lo que iba a encontrarse, no era comparable a vivirlo en persona. Cuando los primeros ecos de lamentos llegaron a sus oídos todo su cuerpo se tensó, cerrando sus canales auditivos por instinto. La ceniza se arremolinaba a su alrededor con cada ráfaga de viento, y este parecía más el último aliento de decenas de torturados que simple brisa. De los edificios no quedaban más que cimientos tiznados, lo que hacía evidente que los sonidos no procedían de nada vivo. Nada podía vivir allí.
Airi trató de mantener la calma, razonando que aquello solo podía ser un efecto mágico, un engaño, aunque uno sin una razón de ser lógica. Podría no haberlo creído hasta hacía una semana, pero ahora tenía claro que la magia era capaz de muchas más cosas de las que elle, su tribu, o cualquier nómada sabía.
Deseaba dejar atrás aquel lugar siniestro, por lo que no perdió el tiempo con palabras ni lamentos. Aferró una cesta sin revisar siquiera su contenido y volvió sobre sus pasos, echando de menos la falsa seguridad del torreón y no sentirse expueste. Durante el camino de regreso se quedaría cerca de Szczenyak, y usaría por momentos la vara para cargar la cesta al hombro y no terminar con los brazos entumecidos. Con sus pensamientos plagados de voces de agonía, la vuelta se le haría aún más larga.
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Resultaba sorprendente cómo iba normalizando la inseguridad que sentía en aquella ciudad, pero al acercarse el momento de salir sus manos temblaban. Trató de ocultarlo aferrándose con fuerza a la vara y se despidió de los que se quedaban. Atravesar la puerta principal y verse al descubierto en la calle era muy diferente de salir al patio, donde le acunaban los muros. Todavía recordaba algunos de los lugares por los que habían pasado el primer día, pero se tomó una ruta diferente, alejándole de lo que conocía y avivando la llama del miedo.
Aunque estuviesen en tensión y vigilantes, se formaron grupos que hablaban de vez en cuando para que el tiempo no pareciese pasar tan despacio. Airi se quedó en la retaguardia la mayor parte del viaje, no sabiendo dónde incluirse, y batallando el pánico por su cuenta. Buscar la presencia de depredadores en las llanuras de su hogar era diferente a estar pendiente de los recovecos de las ruinas, de donde sabía que podía salir de todo, y no solo animales. Era imposible no pensar en los horrores que habían conocido mientras sus sentidos buscaban indicios de vida entre los escombros.
Alcanzaron a su destino sin incidentes, probando un día más que la ruta era segura. Ni las alimañas se peleaban por las cestas en aquel lugar, pero Airi podía ver por qué. No importó que le hubiesen preparado mentalmente para lo que iba a encontrarse, no era comparable a vivirlo en persona. Cuando los primeros ecos de lamentos llegaron a sus oídos todo su cuerpo se tensó, cerrando sus canales auditivos por instinto. La ceniza se arremolinaba a su alrededor con cada ráfaga de viento, y este parecía más el último aliento de decenas de torturados que simple brisa. De los edificios no quedaban más que cimientos tiznados, lo que hacía evidente que los sonidos no procedían de nada vivo. Nada podía vivir allí.
Airi trató de mantener la calma, razonando que aquello solo podía ser un efecto mágico, un engaño, aunque uno sin una razón de ser lógica. Podría no haberlo creído hasta hacía una semana, pero ahora tenía claro que la magia era capaz de muchas más cosas de las que elle, su tribu, o cualquier nómada sabía.
Deseaba dejar atrás aquel lugar siniestro, por lo que no perdió el tiempo con palabras ni lamentos. Aferró una cesta sin revisar siquiera su contenido y volvió sobre sus pasos, echando de menos la falsa seguridad del torreón y no sentirse expueste. Durante el camino de regreso se quedaría cerca de Szczenyak, y usaría por momentos la vara para cargar la cesta al hombro y no terminar con los brazos entumecidos. Con sus pensamientos plagados de voces de agonía, la vuelta se le haría aún más larga.
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