- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
07/06/23, 01:48 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La noche estaba siendo cuanto menos, caótica. Desde el inicio aceptando viajar en moto, hasta esos instantes donde se habían convertido en un centro de atención no deseado. Si al Ethan de hace unos meses le dijeran que iba a tener no sólo la libertad, si no la esperanza de conseguir algo más que amistad con Nohlem no se lo habría creído.
Pero ahí le tenía, sacando de la manga una excusa que nadie se creía solo para arrastrarlo lejos de aquel foco. El Londinense le siguió sin rechistar, procesando aún la vergüenza tan grande del momento. Su rostro congelado en la más absoluta timidez se fue tornando en una sonrisa cuando habían cruzado la esquina y esa sonrisa se convirtió en una risa que acompañó a la del gato cuando le escuchó desfogarse.
Si quiera llego a responder bien, asintiendo entre resoplidos para que volviera a besarle. Tan torpe como tierno se juntaron otra vez, pero lejos de tener la misma intensidad que el inicio, aquella cercanía se había vuelto comedia. Y es que las risas continuaron a intervalos irregulares, interrumpiendo el contacto y volviéndose aún más sonoras con las cosquillas que el felino le estaba haciendo en el cuello. Sólo cesaron cuando entraron al despacho. Donde la sorpresa ocupó la primera plana y un Ethan curioso empezó a investigar el lugar.
-Vaya, no sabía que tenías este tipo de gustos... -Le respondió burlón, dedicándole una mirada de medio lado mientras recorría con un dedo una de las estanterías. El lugar era extremadamente elegante y en parte le recordaba al escritorio de su madre. Solo que este rezumaba dinero y contaba con suficiente decoración como para volverlo acogedor. Pronto algo captó su atención, un objeto mucho mejor que los libros o plantas del lugar. Una foto que le arrancó una risa suave, cargada de ternura.
-Oh nooo! Eras aún más adorable de pequeñín! -Tomo el marco en sus manos para observar mejor la imagen, huyendo a carcajada limpia en cuanto Nohlem intentó quitársela. Acabo dando la vuelta en torno al escritorio, hasta que vio a su perseguidor rendirse y confiado decidió apoyarse en el, sin llegar a sentarse. La espalda baja descansaba sobre el costado de la mesa, evitando así pisar o tirar ninguno de los objetos que descansaban sobre la misma. Por respeto al valor y orden que el lugar parecía guardar.
-¿¿Cómo es que nunca había visto yo ninguna de estas?? -Su tono era una mezcla entre sorpresa e indignación, disfrutando de las vistas adorables que le daba. Nohlem se veía tan pequeñito y tierno… Le volvió a enseñar el marco, colocándolo a la altura de su mejilla para acentuar lo adorable de la imagen. -Pero mirateee, no se porque no llevas más a menudo gafas. ¡Con lo bonitas que te quedan, si es que te comía toda la carita!
Esto último lo pronunció en un tono más bajo, con una sonrisa inocente que escondía cierta picaresca. Al fin y al cabo no mentía, ya que no podía achuchar a su versión pequeñita, se conformaba con llenar de besos a la joven.
La noche estaba siendo cuanto menos, caótica. Desde el inicio aceptando viajar en moto, hasta esos instantes donde se habían convertido en un centro de atención no deseado. Si al Ethan de hace unos meses le dijeran que iba a tener no sólo la libertad, si no la esperanza de conseguir algo más que amistad con Nohlem no se lo habría creído.
Pero ahí le tenía, sacando de la manga una excusa que nadie se creía solo para arrastrarlo lejos de aquel foco. El Londinense le siguió sin rechistar, procesando aún la vergüenza tan grande del momento. Su rostro congelado en la más absoluta timidez se fue tornando en una sonrisa cuando habían cruzado la esquina y esa sonrisa se convirtió en una risa que acompañó a la del gato cuando le escuchó desfogarse.
Si quiera llego a responder bien, asintiendo entre resoplidos para que volviera a besarle. Tan torpe como tierno se juntaron otra vez, pero lejos de tener la misma intensidad que el inicio, aquella cercanía se había vuelto comedia. Y es que las risas continuaron a intervalos irregulares, interrumpiendo el contacto y volviéndose aún más sonoras con las cosquillas que el felino le estaba haciendo en el cuello. Sólo cesaron cuando entraron al despacho. Donde la sorpresa ocupó la primera plana y un Ethan curioso empezó a investigar el lugar.
-Vaya, no sabía que tenías este tipo de gustos... -Le respondió burlón, dedicándole una mirada de medio lado mientras recorría con un dedo una de las estanterías. El lugar era extremadamente elegante y en parte le recordaba al escritorio de su madre. Solo que este rezumaba dinero y contaba con suficiente decoración como para volverlo acogedor. Pronto algo captó su atención, un objeto mucho mejor que los libros o plantas del lugar. Una foto que le arrancó una risa suave, cargada de ternura.
-Oh nooo! Eras aún más adorable de pequeñín! -Tomo el marco en sus manos para observar mejor la imagen, huyendo a carcajada limpia en cuanto Nohlem intentó quitársela. Acabo dando la vuelta en torno al escritorio, hasta que vio a su perseguidor rendirse y confiado decidió apoyarse en el, sin llegar a sentarse. La espalda baja descansaba sobre el costado de la mesa, evitando así pisar o tirar ninguno de los objetos que descansaban sobre la misma. Por respeto al valor y orden que el lugar parecía guardar.
-¿¿Cómo es que nunca había visto yo ninguna de estas?? -Su tono era una mezcla entre sorpresa e indignación, disfrutando de las vistas adorables que le daba. Nohlem se veía tan pequeñito y tierno… Le volvió a enseñar el marco, colocándolo a la altura de su mejilla para acentuar lo adorable de la imagen. -Pero mirateee, no se porque no llevas más a menudo gafas. ¡Con lo bonitas que te quedan, si es que te comía toda la carita!
Esto último lo pronunció en un tono más bajo, con una sonrisa inocente que escondía cierta picaresca. Al fin y al cabo no mentía, ya que no podía achuchar a su versión pequeñita, se conformaba con llenar de besos a la joven.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
16/09/23, 12:58 pm
O los gritos de Connor se habían convertido en murmullos o el propio ruido que ellos hacían lograba ensordecer los del lobo. La respuesta daba igual, pues fuera cual fuera el caso Ethan se encontraba muy alejado de volver a recuperar el miedo en su cuerpo, lo tenía ocupado con otras cosas. La seguridad que le aportaba la almohada era en parte contraproducente, con la visión condenada a un oceano negro de sensaciones, cada nuevo gesto, caricia o empuje cobraba tanta vida que se volvía un relampagueo de colores en aquella espesura oscura. La sonrisa de Nohlem perduraba en su memoría como un recuerdo constante de quien estaba fuera moviendo el oleaje, y a cada ruptura chocando se veía obligado a contener el aliento o encontrarse con su voz devuelta por la cercanía de la tela.
La separación de la mano del felino le hizo suspirar en voz baja, convirtiendo un quejido en una respuesta que no iba a escucharse. No hubo tiempo a más pues se vio presionado cuando el cojín se hundió ante una nueva invasión. Su nombre dicho en apenas un susurro le hizo guardar aire, pero el apodo de ¨amor¨ dedicado tan suave como un mar en calma le logró sacar un dulce murmullo, una nota que se derretía al escapar de sus labios y que le obligaba a retener el cojín ante la alarma que le daba quedarse así de indefenso. Nohlem lograba romper cualquier barrera que intentara poner y no es que quisiera tenerlas en alza contra su persona, más bien que no estaba acostumbrado a sentirse tan bien como cuando estaba entre sus brazos, donde el calor resultaba a la par embriagador y reconfortante.
La vergüenza no tardó en volverse un lujo que no podía permitirse, con una pierna en alza y la otra abrazada el vaivén de su pecho acompañaba un tanto irregular a cada unión paulatina de sus cuerpos, notas aplacadas bajo la presión de la almohada que de vez en cuando se escapaban ante la confianza de poder expresarse en alto. El recorrido por su abdomen le regaló unos cosquilleos que centellearon como fuegos artificiales cuando aquella mano terminó su travesía en un mejor puesto y si aquello no bastaba, el romper de las olas se agitó tanto que sus propios gemidos se encontraron rápidamente superpuestos. Una sonata pisada y entrecortada en el que una nota no terminaba y ya estaba comenzando la siguiente. Falto de aliento ante el ritmo vertiginoso convirtió el suave agarre del cojín en uno desesperado, unas uñas que se agarraban con violencia pero que perdían fuelle en un incontrolable océano turbulento. No había sílaba alguna, solo la repetición constante de un ¨ah¨ que adquirió mil matices diferentes según el placer que cargaba consigo. Algunos venían rápidos y escuetos, cortados por una nueva embestida, otros eran altos cuando una nueva oleada de placer doble le asaltaba y otros en cambio, eran un simple susurro asfixiado por su propio recurso y unos pulmones carentes de oxígeno.
La luz se hizo de golpe y durante los escasos segundos que le duró la ceguera Ethan pensó fielmente que podría haber viajado al cielo, uno tan luminoso como el éxtasis que andaba acumulando en su interior, muerto por placer en vida o por felicidad, quizá ambas, pero si algo diferenciaba a un ángel de un demonio él ya lo desconocía. Los ojos esmeralda en los que se encontró atónito dieron paso a un beso torpe y a diferencia de lo que el gato pudiera prever lo que se encontró oculto bajo el cojín no fue un zorro astuto si no una dócil oveja. Ethan quería ese beso, dejó que en la irregularidad del mismo se perdieran todos los sonidos que le dedicaba, saboreando los labios del felino y compartiendo una respiración desacompasada cada vez que no llegaban a poder juntar las bocas.
-Ah, Nohleeem -Sus vocales se alargaban en sincronía con su respiración, dejando que su nombre saliera como un suspiro roto. No fue hasta que quiso desplazar sus manos que se percató del agarre firme sobre una de ellas, la captura le hizo dibujar una sonrisa tan efímera que se perdió en la siguiente unión que compartieron sus cuerpos pues la misma había olvidado tener más formas que la de una sutil o. -La mano.. dame la mano, porfa…
Había añadido un último ruego a una conversación desigual pues llegados a ese punto Connor no era más que una anécdota mal contada, un chiste aburrido que al lado del pelirrojo se volvía nulo en su atención. Toda la tenía su amante, su pareja, su novio. Cada vez que sus caderas chocaban se encontraba inmerso en un placer donde era difícil concentrarse, con unos besos sinuosos que perdían fuelle a cada ida pero que la recuperaban en los suspiros que acompañaban la venida. Si le quedaba algo de aire en su cuerpo se lo regalaba a Nohlem pues había encontrado en sus labios la mejor forma de callar. Quería más, pero sobre todo le quería a él. El cojín había tenido su uso temporal, una ayuda en un momento de crisis pero ya no era necesario, no quería que lo fuese, ahí les escuchase la fiesta entera. Ethan quería disfrutar de la cercanía de sus cuerpos sin tapujos, quería compartir su voz y escuchar los gruñidos que él provocaba, quería revolverse entre sus labios y encontrar agarre entre sus rizos. Si antes había timidez, ahora estaba devorada por el capricho, uno tan romántico como pasional que le hacía perder la cordura a la vez que le asentaba en una realidad que era tan perfecta como un sueño.
Su mano libre hizo un recorrido tambaleante, aguardo en la mejilla de Nohlem para sumirse mejor en sus besos pero pronto escaló hacía su pelo, tirando del mismo hacía abajo con el egoísmo de quien no quería que existiera separación entre ambos. Acabó asentada entre sus omoplatos, en un abrazo firme que se volvió tirante a cada nueva embestida, yemas que se clavaban en su espalda un poco más por cada ola de placer que recorría sus cuerpos, tirando y arrugando la tela de su camisa. Piernas acomodadas en torno a su cintura, caderas que se movían en sintonía buscando desesperada sensaciones electrizantes y un Ethan que a falta de poder incorporarse mantenía gacho a Nohlem, atrayendo hacía así con ruegos más que con ordenes.
-Abrazame… -Decía entre susurros compartidos, sumiéndose en otro beso como si aquellos deseos no fueran más que pensamientos soltados en cada respiración. -te quiero, te quiero, abrázame más, más. -Pedidos que perdían coherencia con los anteriores y que solo se centraban en las sensaciones que le embriagaban en esos momentos. Besos que no podía devolver cuando se encontraba falto de aire pero que buscaba al poco para poder enmudecer ante el riesgo de que su voz fuera cada vez más alta. -Nohlem… -Palabras soltadas tan suaves que acompañan la brisa de su respiración, aprovechando la complicidad que le daba la cercanía.
Y es que su voz apenas era un susurro contenido que encontraba refugio en labios ajenos. Gemidos ahogados en la boca de Nohlem y palabras enmudecidas a cada beso que le regalaba, ahí fueran todos desiguales. El placer era continuo y le obligaba a intentar centrarse en las sensaciones de arriba para no verse avasallado en las de su bajo vientre, tan electrizante que soltaba chispas de advertencia a cada nuevo encuentro. Mierda, quería que Nohlem le volviera loco de placer, pero que lo hiciera entre sus brazos, que si ardían fuera juntos.
-Nohlem… te adoro.
La separación de la mano del felino le hizo suspirar en voz baja, convirtiendo un quejido en una respuesta que no iba a escucharse. No hubo tiempo a más pues se vio presionado cuando el cojín se hundió ante una nueva invasión. Su nombre dicho en apenas un susurro le hizo guardar aire, pero el apodo de ¨amor¨ dedicado tan suave como un mar en calma le logró sacar un dulce murmullo, una nota que se derretía al escapar de sus labios y que le obligaba a retener el cojín ante la alarma que le daba quedarse así de indefenso. Nohlem lograba romper cualquier barrera que intentara poner y no es que quisiera tenerlas en alza contra su persona, más bien que no estaba acostumbrado a sentirse tan bien como cuando estaba entre sus brazos, donde el calor resultaba a la par embriagador y reconfortante.
La vergüenza no tardó en volverse un lujo que no podía permitirse, con una pierna en alza y la otra abrazada el vaivén de su pecho acompañaba un tanto irregular a cada unión paulatina de sus cuerpos, notas aplacadas bajo la presión de la almohada que de vez en cuando se escapaban ante la confianza de poder expresarse en alto. El recorrido por su abdomen le regaló unos cosquilleos que centellearon como fuegos artificiales cuando aquella mano terminó su travesía en un mejor puesto y si aquello no bastaba, el romper de las olas se agitó tanto que sus propios gemidos se encontraron rápidamente superpuestos. Una sonata pisada y entrecortada en el que una nota no terminaba y ya estaba comenzando la siguiente. Falto de aliento ante el ritmo vertiginoso convirtió el suave agarre del cojín en uno desesperado, unas uñas que se agarraban con violencia pero que perdían fuelle en un incontrolable océano turbulento. No había sílaba alguna, solo la repetición constante de un ¨ah¨ que adquirió mil matices diferentes según el placer que cargaba consigo. Algunos venían rápidos y escuetos, cortados por una nueva embestida, otros eran altos cuando una nueva oleada de placer doble le asaltaba y otros en cambio, eran un simple susurro asfixiado por su propio recurso y unos pulmones carentes de oxígeno.
La luz se hizo de golpe y durante los escasos segundos que le duró la ceguera Ethan pensó fielmente que podría haber viajado al cielo, uno tan luminoso como el éxtasis que andaba acumulando en su interior, muerto por placer en vida o por felicidad, quizá ambas, pero si algo diferenciaba a un ángel de un demonio él ya lo desconocía. Los ojos esmeralda en los que se encontró atónito dieron paso a un beso torpe y a diferencia de lo que el gato pudiera prever lo que se encontró oculto bajo el cojín no fue un zorro astuto si no una dócil oveja. Ethan quería ese beso, dejó que en la irregularidad del mismo se perdieran todos los sonidos que le dedicaba, saboreando los labios del felino y compartiendo una respiración desacompasada cada vez que no llegaban a poder juntar las bocas.
-Ah, Nohleeem -Sus vocales se alargaban en sincronía con su respiración, dejando que su nombre saliera como un suspiro roto. No fue hasta que quiso desplazar sus manos que se percató del agarre firme sobre una de ellas, la captura le hizo dibujar una sonrisa tan efímera que se perdió en la siguiente unión que compartieron sus cuerpos pues la misma había olvidado tener más formas que la de una sutil o. -La mano.. dame la mano, porfa…
Había añadido un último ruego a una conversación desigual pues llegados a ese punto Connor no era más que una anécdota mal contada, un chiste aburrido que al lado del pelirrojo se volvía nulo en su atención. Toda la tenía su amante, su pareja, su novio. Cada vez que sus caderas chocaban se encontraba inmerso en un placer donde era difícil concentrarse, con unos besos sinuosos que perdían fuelle a cada ida pero que la recuperaban en los suspiros que acompañaban la venida. Si le quedaba algo de aire en su cuerpo se lo regalaba a Nohlem pues había encontrado en sus labios la mejor forma de callar. Quería más, pero sobre todo le quería a él. El cojín había tenido su uso temporal, una ayuda en un momento de crisis pero ya no era necesario, no quería que lo fuese, ahí les escuchase la fiesta entera. Ethan quería disfrutar de la cercanía de sus cuerpos sin tapujos, quería compartir su voz y escuchar los gruñidos que él provocaba, quería revolverse entre sus labios y encontrar agarre entre sus rizos. Si antes había timidez, ahora estaba devorada por el capricho, uno tan romántico como pasional que le hacía perder la cordura a la vez que le asentaba en una realidad que era tan perfecta como un sueño.
Su mano libre hizo un recorrido tambaleante, aguardo en la mejilla de Nohlem para sumirse mejor en sus besos pero pronto escaló hacía su pelo, tirando del mismo hacía abajo con el egoísmo de quien no quería que existiera separación entre ambos. Acabó asentada entre sus omoplatos, en un abrazo firme que se volvió tirante a cada nueva embestida, yemas que se clavaban en su espalda un poco más por cada ola de placer que recorría sus cuerpos, tirando y arrugando la tela de su camisa. Piernas acomodadas en torno a su cintura, caderas que se movían en sintonía buscando desesperada sensaciones electrizantes y un Ethan que a falta de poder incorporarse mantenía gacho a Nohlem, atrayendo hacía así con ruegos más que con ordenes.
-Abrazame… -Decía entre susurros compartidos, sumiéndose en otro beso como si aquellos deseos no fueran más que pensamientos soltados en cada respiración. -te quiero, te quiero, abrázame más, más. -Pedidos que perdían coherencia con los anteriores y que solo se centraban en las sensaciones que le embriagaban en esos momentos. Besos que no podía devolver cuando se encontraba falto de aire pero que buscaba al poco para poder enmudecer ante el riesgo de que su voz fuera cada vez más alta. -Nohlem… -Palabras soltadas tan suaves que acompañan la brisa de su respiración, aprovechando la complicidad que le daba la cercanía.
Y es que su voz apenas era un susurro contenido que encontraba refugio en labios ajenos. Gemidos ahogados en la boca de Nohlem y palabras enmudecidas a cada beso que le regalaba, ahí fueran todos desiguales. El placer era continuo y le obligaba a intentar centrarse en las sensaciones de arriba para no verse avasallado en las de su bajo vientre, tan electrizante que soltaba chispas de advertencia a cada nuevo encuentro. Mierda, quería que Nohlem le volviera loco de placer, pero que lo hiciera entre sus brazos, que si ardían fuera juntos.
-Nohlem… te adoro.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
17/09/23, 01:18 am
La lógica se había ido tan lejos como sus padres de viaje, lo suficiente para que entre ella y Nohlem hubiera diferencia horaria. Y es que cada pequeña tontería que hacía Ethan, por error, instinto o no, marcaba una diferencia. La música que él mismo había pedido escuchar y asegurado callar era la misma que ahora imploraba de nuevo, y empezaba a creer que aunque Connor se estampase con todo su peso contra la puerta el sonido se volvería sordo al lado de la aún tímida pero mucho más poderosa sinfonía de Ethan, un canto de sirena del que no era sino una presa. Era un descuido, en el fondo lo sabía, pero su decisión fue firmada el mismo momento en el que le arrebató la almohada al chico y no le importaban las consecuencias. Incluso si no hubo un pensamiento definido como tal, confiaba en sus propias palabras, que la llave actuaría como un talismán y mantendría lejos los malos espíritus.
Le besó una y otra vez, como si de esa forma pudiera saborear algo tan intangible como su voz. Sus quejidos se sumaban al aire cuando con pesar, además de por placer, se daba cuenta de que besándole apenas podía oírle. Así pues sus labios se separaban y volvía a empezar, títere de unas acciones que ni él controlaba, adicto a aquella ambrosía. Un ronroneo particularmente fuerte nació y murió en su garganta cuando el chico pronunció su nombre, alimentando no el ego, sino el descomunal deseo y el cariño que le dedicaba a cada nuevo envite. No dijo nada a su petición, la cumplió con una obediencia ciega, soltando el firme agarre con el que apresaba su muñeca para entrelazar con gentileza sus dedos con los de su novio. Nohlem ignoraba lo que sucediera fuera, ni los gritos en español de su hermana ni el sonido metálico de su prótesis al golpear a los pobres diablos que les buscaban iban a romper aquel hechizo, y es que si Ethan le guiaba a ahogarse él estaba dispuesto a hundir el barco entero. No solo su voz, la manera en la que su mano recorría su cuerpo con desespero era un amarre que le arrastraba al fondo del mar. Como un espejo, cuando el británico tiraba, arañaba o apretaba, Nohlem devolvía bruscamente de cualquier manera que le fuera posible, ya fuera tan simple como aferrándose más a su mano, hundiéndose o mordiendo, sin importar que en esa serpiente que se muerde la cola él mismo pudiera salir magullado.
Su siguiente orden tardó un poco más en ser acatada pues el varmano quería cumplirla sin dejar nada atrás, y a tanto no daba: la sed por sus labios no estaba saciada, ni ganas tenía de soltar su mano o dejar de moverse. Entre sus jadeos a veces irrumpía un ronroneo, pero estos eran más una rareza que una norma.
—Te quiero. Te quiero… —repitió tras él -"yo también” era insultántemente insuficiente-, sus orejas agachadas por el gusto de que esos susurros llevasen su nombre. Por fin la mano con la que evitaba que su peso cayera sobre el moreno se deslizó bajo la espalda de este para pegarle contra sí en ese abrazo que tanto quería, haciendo uso de fuerza para erguirlo consigo hasta quedar sentado sobre sus rodillas, Ethan arriba—. Dilo. Otra vez. Mi nombre —susurró—. Dilo alto… por favor…
No quería que se contuviera, y jadeando cada vez más alto, ajeno a su miedo al volumen, se aplicaba el cuento él. Hacía rato no oía a Connor, fruto de casualidad, fortuna o ensimismamiento, un dato que le hacía sentir lo suficientemente a salvo para que la tensión previa se volviera cautivante. Aprovechando que uno de sus brazos seguía rodeándole le instó en seguida a moverse encima suya, impaciente, notando la electricidad mandar señales cada vez más agresivas y apremientes de abajo a arriba, de esas que si continuaba a esa intensidad -o más, tal como le pedía el cuerpo- le harían ver el fin pronto.
Y si se hundía el barco no solo se iba el capitán, también su tripulación. Y por mucho que costase el capitán siempre era el último.
—Más alto —se alzó para llegar a su boca y besarle brevemente, tirando del labio inferior como provocación antes de mover lo que podía la cintura de ambos. Un solo brazo se volvió insuficiente así que soltó su mano para sumarla en torno a su cintura—. Ethan… —e igual que el londinense convertía la m de su nombre en un gemido, él convirtió el suave final del suyo en un jadeo—. No te contengas…
La expresión abrumada del chico, un reflejo de la que sería la suya (algo que quería cambiar) le hizo suavizar el gesto con una minúscula sonrisa. Poca picardía villana quedaba en ella, pues el granta solo contaba con la más básica necesidad de recuperar la cordura perdiendo la cabeza primero tan enamorado como estaba. Sus pupilas grandes y temblorosas rebosaban fascinación por el objeto de adoración que era su novio de mejillas ardientes y pelo asalvajado hasta que el fuego, letal, le nublaba la vista e impedía mirar, forzándole a morder sus hombros o frotar la mejilla contra estos según sus dedos se clavaban en su piel, como si buscaran atravesarle. Su diestra se desvió adelante, apretando con las yemas en su trayecto allí por donde pasaba hasta hacerse dueño del placer de Ethan. Avaricioso, complaciente, egoísta, poco importaba el adjetivo.
Le besó una y otra vez, como si de esa forma pudiera saborear algo tan intangible como su voz. Sus quejidos se sumaban al aire cuando con pesar, además de por placer, se daba cuenta de que besándole apenas podía oírle. Así pues sus labios se separaban y volvía a empezar, títere de unas acciones que ni él controlaba, adicto a aquella ambrosía. Un ronroneo particularmente fuerte nació y murió en su garganta cuando el chico pronunció su nombre, alimentando no el ego, sino el descomunal deseo y el cariño que le dedicaba a cada nuevo envite. No dijo nada a su petición, la cumplió con una obediencia ciega, soltando el firme agarre con el que apresaba su muñeca para entrelazar con gentileza sus dedos con los de su novio. Nohlem ignoraba lo que sucediera fuera, ni los gritos en español de su hermana ni el sonido metálico de su prótesis al golpear a los pobres diablos que les buscaban iban a romper aquel hechizo, y es que si Ethan le guiaba a ahogarse él estaba dispuesto a hundir el barco entero. No solo su voz, la manera en la que su mano recorría su cuerpo con desespero era un amarre que le arrastraba al fondo del mar. Como un espejo, cuando el británico tiraba, arañaba o apretaba, Nohlem devolvía bruscamente de cualquier manera que le fuera posible, ya fuera tan simple como aferrándose más a su mano, hundiéndose o mordiendo, sin importar que en esa serpiente que se muerde la cola él mismo pudiera salir magullado.
Su siguiente orden tardó un poco más en ser acatada pues el varmano quería cumplirla sin dejar nada atrás, y a tanto no daba: la sed por sus labios no estaba saciada, ni ganas tenía de soltar su mano o dejar de moverse. Entre sus jadeos a veces irrumpía un ronroneo, pero estos eran más una rareza que una norma.
—Te quiero. Te quiero… —repitió tras él -"yo también” era insultántemente insuficiente-, sus orejas agachadas por el gusto de que esos susurros llevasen su nombre. Por fin la mano con la que evitaba que su peso cayera sobre el moreno se deslizó bajo la espalda de este para pegarle contra sí en ese abrazo que tanto quería, haciendo uso de fuerza para erguirlo consigo hasta quedar sentado sobre sus rodillas, Ethan arriba—. Dilo. Otra vez. Mi nombre —susurró—. Dilo alto… por favor…
No quería que se contuviera, y jadeando cada vez más alto, ajeno a su miedo al volumen, se aplicaba el cuento él. Hacía rato no oía a Connor, fruto de casualidad, fortuna o ensimismamiento, un dato que le hacía sentir lo suficientemente a salvo para que la tensión previa se volviera cautivante. Aprovechando que uno de sus brazos seguía rodeándole le instó en seguida a moverse encima suya, impaciente, notando la electricidad mandar señales cada vez más agresivas y apremientes de abajo a arriba, de esas que si continuaba a esa intensidad -o más, tal como le pedía el cuerpo- le harían ver el fin pronto.
Y si se hundía el barco no solo se iba el capitán, también su tripulación. Y por mucho que costase el capitán siempre era el último.
—Más alto —se alzó para llegar a su boca y besarle brevemente, tirando del labio inferior como provocación antes de mover lo que podía la cintura de ambos. Un solo brazo se volvió insuficiente así que soltó su mano para sumarla en torno a su cintura—. Ethan… —e igual que el londinense convertía la m de su nombre en un gemido, él convirtió el suave final del suyo en un jadeo—. No te contengas…
La expresión abrumada del chico, un reflejo de la que sería la suya (algo que quería cambiar) le hizo suavizar el gesto con una minúscula sonrisa. Poca picardía villana quedaba en ella, pues el granta solo contaba con la más básica necesidad de recuperar la cordura perdiendo la cabeza primero tan enamorado como estaba. Sus pupilas grandes y temblorosas rebosaban fascinación por el objeto de adoración que era su novio de mejillas ardientes y pelo asalvajado hasta que el fuego, letal, le nublaba la vista e impedía mirar, forzándole a morder sus hombros o frotar la mejilla contra estos según sus dedos se clavaban en su piel, como si buscaran atravesarle. Su diestra se desvió adelante, apretando con las yemas en su trayecto allí por donde pasaba hasta hacerse dueño del placer de Ethan. Avaricioso, complaciente, egoísta, poco importaba el adjetivo.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
26/09/23, 01:00 pm
En otro momento, en otro tiempo y contexto sentir los anillos presionar sobre su mano habría bastado para sacarle un suspiro de enamorado, pero en esos instantes aquel roce convertido en agarre no era más que una sensación secundaría, una brisa sutil en un mar embravecido donde los suspiros no eran más que gritos ahogados antes de hacerse reales. El enlace se volvió tan necesario como la tirantez que hacía su mano libre sobre una camisa blanca que ya estaba comenzando a estirar, pues cuando no lograba a alcanzar los labios del felino por un movimiento turbulento, una mala coordinación o la simple necesidad de tomar aire ese contacto se volvía su sustituto, la necesidad continúa de sentir a Nohlem tan cerca como fuera posible.
Por suerte tras ver su primer deseo cumplido llegó el segundo y tan pronto sintió la presión de la palma del gato sobre su espalda se reajusto para envolverle los omoplatos, abrazados a él para que levantarlo fuera más sencillo o porque simplemente quería ese apego, la necesidad constante de piel con piel solo interrumpida por una tela que cada vez le perdía más gracia. A su pedido acompañó una pequeña y entrecortada risa del londinense, tan corta como su respiración le permitía, saboreando el dulzor egoísta y orgulloso de que pidiera más su nombre y de que quisiera reclamar para sí su voz. Por supuesto que se la regalaría, el miedo una vez existente había desaparecido pues su cuerpo estaba tan saturado de emociones como para tener dos contrarias en ese momento. Acomodado encima empezó a moverse, aceptando la demanda de su impaciente pareja al compás de unos suspiros que dejaron de ser algo íntimo para volverse poco a poco públicos. Una voz que se proyectaba con la calma sosegada con la que se movían sus caderas, una melodía trazada de forma lenta en unas subidas y bajadas profundas y delicadas, quería retener la electricidad constante que recorría su abdomen, guardar las chispas un poco más a sabiendas de que subir el ritmo sería un riesgo en el que acabaría electrocutado más pronto que tarde.
-Nohlem… -La frase quedó a medias, perdida en un mar de pensamientos que se diluían cuando sus cuerpos volvían a juntarse y que intentaban cobrar forma en un ascenso que le sacaba de igual manera el aire. Encontrar las palabras era difícil pero formular su nombre no, lo sabía de memoría, cada sílaba, cada letra. Un nombre al que solo había deseado pronunciar así en sus sueños y del que ahora abusaba hasta desgastar la propia lógica de su palabra. -Nohlemmm… -Y a cada bajada lo convertía en un gemido, acabado en un decorado que se deshacía en su boca carente de respiración. -Nohlem… -Repetía como si la orden del mismo sirviera de control para el volumen de su voz, pues si él era quien se lo pedía le daría todo: cuerpo, voz y vida le daba igual el requisito siempre que su premio fuera arrebatarle una nota más de entre sus labios.
Los movimientos que iniciaron despacio, con una falsa calma no tardaron en acelerarse. Ethan dejó que las manos de Nohlem guiarán sus caderas y con solo notar su presión consiguió que aumentara la velocidad como un fuego que se extendía voraz por todo su cuerpo. El calor le hizo agarrarse con más fuerza y ante la incomodez constante de la camisa del varmano la empujó hacía sus hombros tirando sin ningún tipo de decoro de la prenda, no quería parar la maquinaría para quitarla del todo así que se conformaba con dejarla caída sobre los brazos del pelirrojo. Piel al descubierto y tras un beso que lo dejó más aturdido que consciente volvió a abrazarse a un felino que ahora si estaba bien expuesto para el contacto. Un ardor que quería compartir cuando sus uñas no encontraron barreras a la hora de agarrarse al joven, le abrazó desesperado con una voz que había perdido el hilo y en la incoherencia de repetir su nombre ahora solo gimoteaba de placer.
-Nohlem, Nohlem, Nohleem -Gritaba su nombre entre suspiros entremezclados, dejando que un toque de alarma recorriera las sílabas en una danza que estaba empezando a sacarle del escenario. -Nohlem voy a… a…
El ritmo vertiginoso cubría su piel de una estática sensible, una sensación eléctrica abrumadora que iniciaba de entre sus piernas y escalaba sin ningún pudor invadiendo cada recoveco de su cuerpo. Quería más, pues las ganas ya eran incontenibles y había perdido en el placer toda lógica, por eso aún sabiendo que cuanto más rapìdo iba más se acercaba a la meta no frenó, al contrario, aceleró guiado por unos instintos tan simples como el querer seguir electrocutados en la fiereza de cada unión.
-Ah, joder -No le dio margen a decir nada más cuando la tensión de su cuerpo se hizó participe y uno de sus gemidos quedo alargado en el tiempo, engullido en la oleada de emociones que le estaba invadiendo. Tragó saliva antes de intentar recuperar el aliento con una respiración forzada que prácticamente era manual, sus caderas no cesaron el movimiento de golpe pero sí empezaron a bajar paulatinamente el ritmo, quedándose sentado sobre el felino en un agotamiento que tras el subidón se le volvía a hacer real.
-Perdón -Susurró con una voz que no daba más de sí, bajando la vista a la mano del felino que había manchado como si aquello fuera la única parte perjudicada. Ni siquiera sabía el porqué de las disculpas, su mente estaba tan desconectada de todo procesamiento lógico que solo las había soltado como un método preventivo, una respuesta automatizada que había salido como bien podría haber sido cualquier otra.
Sus brazos desenvolvieron los omóplatos del pelirrojo para apoyarse en sus hombros dándole un beso que si bien fue fugaz y torpe, reflejaba el intento pobre de ser una pizca de romántico, apenas la suavidad de sus labios rozándose.
-Te quiero -Volvió a repetir por si acaso alguno de los dos había olvidado la parte más importante de ese encuentro. Dedicando una sonrisa suave cubierta de un pelo tan revuelto que apenas quedaban sus ojos visibles entre la cortina negra y enmarañada que le cubría el rostro.
Por suerte tras ver su primer deseo cumplido llegó el segundo y tan pronto sintió la presión de la palma del gato sobre su espalda se reajusto para envolverle los omoplatos, abrazados a él para que levantarlo fuera más sencillo o porque simplemente quería ese apego, la necesidad constante de piel con piel solo interrumpida por una tela que cada vez le perdía más gracia. A su pedido acompañó una pequeña y entrecortada risa del londinense, tan corta como su respiración le permitía, saboreando el dulzor egoísta y orgulloso de que pidiera más su nombre y de que quisiera reclamar para sí su voz. Por supuesto que se la regalaría, el miedo una vez existente había desaparecido pues su cuerpo estaba tan saturado de emociones como para tener dos contrarias en ese momento. Acomodado encima empezó a moverse, aceptando la demanda de su impaciente pareja al compás de unos suspiros que dejaron de ser algo íntimo para volverse poco a poco públicos. Una voz que se proyectaba con la calma sosegada con la que se movían sus caderas, una melodía trazada de forma lenta en unas subidas y bajadas profundas y delicadas, quería retener la electricidad constante que recorría su abdomen, guardar las chispas un poco más a sabiendas de que subir el ritmo sería un riesgo en el que acabaría electrocutado más pronto que tarde.
-Nohlem… -La frase quedó a medias, perdida en un mar de pensamientos que se diluían cuando sus cuerpos volvían a juntarse y que intentaban cobrar forma en un ascenso que le sacaba de igual manera el aire. Encontrar las palabras era difícil pero formular su nombre no, lo sabía de memoría, cada sílaba, cada letra. Un nombre al que solo había deseado pronunciar así en sus sueños y del que ahora abusaba hasta desgastar la propia lógica de su palabra. -Nohlemmm… -Y a cada bajada lo convertía en un gemido, acabado en un decorado que se deshacía en su boca carente de respiración. -Nohlem… -Repetía como si la orden del mismo sirviera de control para el volumen de su voz, pues si él era quien se lo pedía le daría todo: cuerpo, voz y vida le daba igual el requisito siempre que su premio fuera arrebatarle una nota más de entre sus labios.
Los movimientos que iniciaron despacio, con una falsa calma no tardaron en acelerarse. Ethan dejó que las manos de Nohlem guiarán sus caderas y con solo notar su presión consiguió que aumentara la velocidad como un fuego que se extendía voraz por todo su cuerpo. El calor le hizo agarrarse con más fuerza y ante la incomodez constante de la camisa del varmano la empujó hacía sus hombros tirando sin ningún tipo de decoro de la prenda, no quería parar la maquinaría para quitarla del todo así que se conformaba con dejarla caída sobre los brazos del pelirrojo. Piel al descubierto y tras un beso que lo dejó más aturdido que consciente volvió a abrazarse a un felino que ahora si estaba bien expuesto para el contacto. Un ardor que quería compartir cuando sus uñas no encontraron barreras a la hora de agarrarse al joven, le abrazó desesperado con una voz que había perdido el hilo y en la incoherencia de repetir su nombre ahora solo gimoteaba de placer.
-Nohlem, Nohlem, Nohleem -Gritaba su nombre entre suspiros entremezclados, dejando que un toque de alarma recorriera las sílabas en una danza que estaba empezando a sacarle del escenario. -Nohlem voy a… a…
El ritmo vertiginoso cubría su piel de una estática sensible, una sensación eléctrica abrumadora que iniciaba de entre sus piernas y escalaba sin ningún pudor invadiendo cada recoveco de su cuerpo. Quería más, pues las ganas ya eran incontenibles y había perdido en el placer toda lógica, por eso aún sabiendo que cuanto más rapìdo iba más se acercaba a la meta no frenó, al contrario, aceleró guiado por unos instintos tan simples como el querer seguir electrocutados en la fiereza de cada unión.
-Ah, joder -No le dio margen a decir nada más cuando la tensión de su cuerpo se hizó participe y uno de sus gemidos quedo alargado en el tiempo, engullido en la oleada de emociones que le estaba invadiendo. Tragó saliva antes de intentar recuperar el aliento con una respiración forzada que prácticamente era manual, sus caderas no cesaron el movimiento de golpe pero sí empezaron a bajar paulatinamente el ritmo, quedándose sentado sobre el felino en un agotamiento que tras el subidón se le volvía a hacer real.
-Perdón -Susurró con una voz que no daba más de sí, bajando la vista a la mano del felino que había manchado como si aquello fuera la única parte perjudicada. Ni siquiera sabía el porqué de las disculpas, su mente estaba tan desconectada de todo procesamiento lógico que solo las había soltado como un método preventivo, una respuesta automatizada que había salido como bien podría haber sido cualquier otra.
Sus brazos desenvolvieron los omóplatos del pelirrojo para apoyarse en sus hombros dándole un beso que si bien fue fugaz y torpe, reflejaba el intento pobre de ser una pizca de romántico, apenas la suavidad de sus labios rozándose.
-Te quiero -Volvió a repetir por si acaso alguno de los dos había olvidado la parte más importante de ese encuentro. Dedicando una sonrisa suave cubierta de un pelo tan revuelto que apenas quedaban sus ojos visibles entre la cortina negra y enmarañada que le cubría el rostro.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
27/09/23, 11:38 pm
Y ahí estaba su premio, su nombre en boca de Ethan. Le observó con adoración, una imagen que… no, aquello no podía guardarse como un fotograma estático, igual que el vaivén que traza el arco de un violín es lo que da lugar a las más bellas sinfonías o un concierto no se puede congelar en un segundo. Una experiencia que para un creyente sería parecida a encontrarse con un Santo. Y era suyo. “Más”, pensaba a cada sonido, “más”.
Sin lugar a duda eso es lo que tenían que sentir los marineros que quedaban cautivados por una sirena. Nohlem se aisló de los gritos que habían inundado antes -y después- el pasillo, olvidó su apellido y su lugar en el mundo. Su nombre se convirtió en un hechizo que revivía y ahogaba sus sentidos en miel dulce y pegajosa, hermosamente decorado con el melódico placer del otro y su propia respiración agitada, siendo lo único que captaban sus oídos ensordecidos por unos latidos que retumbaban como la marcha de un ejército en guerra. Estaba perfectamente despierto, y a la vez, bajo los efectos del más profundo letargo donde lo único que oía eran sus ensoñaciones.
La camisa cayó hasta sus codos, donde quedó como una capa abierta. La ausencia de tela sobre sus hombros no le refrescó, de hecho el calor se volvió carnal cuando la piel de Ethan se juntó a la suya y ardió con los primeros arañazos. Un fuego que el varmano no dudaría en devolver con mordiscos, sin besos suficientes que aliviasen el surco que dejarían sus dientes sobre las clavículas y el pobre cuello del otro.
—Joder —gruñó entremedias, liberando un bocado para que ningún dolor eclipsase lo bueno que el chico sintiera. Disonante a la firmeza con la que su mano y cintura se movían, besó con mimo el mismo sitio que había mordido —. Ethan…
El pequeño coro de advertencia le hizo emitir un ronroneo que duró lo que duraban los intentos de risa del moreno. No abandonó su constancia para no interrumpir lo que ya funcionaba bien, dejando primero que fuera su novio quien marcase el cómo con su propio cuerpo para amoldarse a él. Sus pupilas menguaron y crecieron como una cámara que trata de enfocar su objetivo. No quería acabar aún. Suspiró por la nariz de manera tendida e irregular cuando el esfuerzo le hizo cerrar los ojos, morderse el labio y aferrarse a él. En la curva de su espalda, la rigidez de sus piernas, ese “ah” tan eterno como efímero y, sobre todo, la forma en la que su interior le atrapaba y reclamaba para sí, Nohlem aguantó la respiración con la boca entreabierta interrumpido por el éxtasis del otro. No como algo voluntario, sino como quien necesita guardar aliento para sobrevivir un segundo más. El aire salía y entraba tímidamente en sus pulmones sin llenarlos, y solo recuperó cierta “normalidad”, aún mecánica, cuando Ethan disminuyó el ritmo. Joder, se sentía tan bien que debía ser un completo idiota por no dejarse ir con él, pero…
La mano que le sujetaba suavizó su agarre, conforme con el tacto, y más lo hizo aquella que le había ayudado. Lentamente su cabeza se llenaba de cumplidos no expresados en lo que tenía que ser el tratado de paz más bonito que había firmado en años, y una risa hizo temblar su pecho cuando lo primero que hizo el otro fue pedir perdón. Apenas acertó a llamarle “tonto” por lo bajo.
Su mano no era la única manchada, pero sinceramente poco le importaba donde hubiera caído. De hecho, mirar abajo y ver su propio abdomen pintado fue un fantástico recordatorio de que su fuego estaba lejos de apagarse. Todo lo contrario: alimentado ahora amenazaba con quemar hasta las cenizas. Aún sentía calor, y no solo en la punta de las orejas. Se limpió la mano vagamente en el vientre y parte con un pequeño lametón. Después se dejó abrazar con una sonrisa comedida y atolondrada, pensando con sorna que las disculpas las tendría que estar dando él.
—Y yo a ti. Santos. Yo a ti… —la mano limpia, esa que no había usado, se posó sobre la mejilla de Ethan con cariño. Abajo no obstante, algo seguía respondiendo a cualquier espasmo, haciendo temblar su sonrisa—. Eres hermoso… —le apartó el pelo de los ojos y pronto ese velo de cariño fue abriendo paso a algo distinto. Impaciencia. El deseo de hacer trizas la paz. El negro de sus ojos creció como dos pozos profundos, los ojos de un gato que a media noche ha decidido que es hora de acabar con el ratón que está cazando—. Perooo… —frotó la cabeza brevemente, despeinando lo que no tenía arreglo—. Lo siento papi, a mi aún me queda un poco.
Le besó la comisura de los labios, la barbilla, mejillas, boca y cuello sin orden ninguno, yendo in crescendo de la suavidad y la prisa contenida a lo errático y ansioso. Nohlem se levantó sobre sus rodillas, con Ethan firmemente sujeto de cintura y media espalda para volver a tumbarlo en la cama en un movimiento brusco sin tiempo a quejas. Por mucho que le hubiera estado llenando de besos y ronroneos nada maquillaba sus intenciones. "Despacio" y con buena letra le dio la vuelta por completo, de vistas a su espalda, y una sonrisa de muchos dientes adornó su rostro al recuperar un lienzo en blanco. Un ronroneo particularmente fuerte le hizo cosquillas en los oídos cuando, a modo de advertencia juguetona, marcó un punto en sus hombros por encima de su camisa transparente. Que agarrase las sábanas y reventara la almohada que quedaba si quería.
—Solo un poco más —suspiró antes de arrancar a recuperar ritmo, apoyado en ambos brazos. Se rió sin fuerza alguna, dejando caer los párpados a media altura. El calor era embriagante.
Y con nuevos jadeos y orejas gachas por la renovada concentración, Nohlem volvería a la rapidez donde se había quedado antes, esa que su cuerpo le exigía como mínimo. El lejano murmullo de un ronroneo empezaría a vibrar con empeño en su garganta, así como las ganas de ser una mala bestia. Sin embargo por mucha lujuria que le quedara y lo egoista que quería ser, primero aguardaría atento por las reacciones de su novio. Un no y estaría fuera, literalmente.
Sin lugar a duda eso es lo que tenían que sentir los marineros que quedaban cautivados por una sirena. Nohlem se aisló de los gritos que habían inundado antes -y después- el pasillo, olvidó su apellido y su lugar en el mundo. Su nombre se convirtió en un hechizo que revivía y ahogaba sus sentidos en miel dulce y pegajosa, hermosamente decorado con el melódico placer del otro y su propia respiración agitada, siendo lo único que captaban sus oídos ensordecidos por unos latidos que retumbaban como la marcha de un ejército en guerra. Estaba perfectamente despierto, y a la vez, bajo los efectos del más profundo letargo donde lo único que oía eran sus ensoñaciones.
La camisa cayó hasta sus codos, donde quedó como una capa abierta. La ausencia de tela sobre sus hombros no le refrescó, de hecho el calor se volvió carnal cuando la piel de Ethan se juntó a la suya y ardió con los primeros arañazos. Un fuego que el varmano no dudaría en devolver con mordiscos, sin besos suficientes que aliviasen el surco que dejarían sus dientes sobre las clavículas y el pobre cuello del otro.
—Joder —gruñó entremedias, liberando un bocado para que ningún dolor eclipsase lo bueno que el chico sintiera. Disonante a la firmeza con la que su mano y cintura se movían, besó con mimo el mismo sitio que había mordido —. Ethan…
El pequeño coro de advertencia le hizo emitir un ronroneo que duró lo que duraban los intentos de risa del moreno. No abandonó su constancia para no interrumpir lo que ya funcionaba bien, dejando primero que fuera su novio quien marcase el cómo con su propio cuerpo para amoldarse a él. Sus pupilas menguaron y crecieron como una cámara que trata de enfocar su objetivo. No quería acabar aún. Suspiró por la nariz de manera tendida e irregular cuando el esfuerzo le hizo cerrar los ojos, morderse el labio y aferrarse a él. En la curva de su espalda, la rigidez de sus piernas, ese “ah” tan eterno como efímero y, sobre todo, la forma en la que su interior le atrapaba y reclamaba para sí, Nohlem aguantó la respiración con la boca entreabierta interrumpido por el éxtasis del otro. No como algo voluntario, sino como quien necesita guardar aliento para sobrevivir un segundo más. El aire salía y entraba tímidamente en sus pulmones sin llenarlos, y solo recuperó cierta “normalidad”, aún mecánica, cuando Ethan disminuyó el ritmo. Joder, se sentía tan bien que debía ser un completo idiota por no dejarse ir con él, pero…
La mano que le sujetaba suavizó su agarre, conforme con el tacto, y más lo hizo aquella que le había ayudado. Lentamente su cabeza se llenaba de cumplidos no expresados en lo que tenía que ser el tratado de paz más bonito que había firmado en años, y una risa hizo temblar su pecho cuando lo primero que hizo el otro fue pedir perdón. Apenas acertó a llamarle “tonto” por lo bajo.
Su mano no era la única manchada, pero sinceramente poco le importaba donde hubiera caído. De hecho, mirar abajo y ver su propio abdomen pintado fue un fantástico recordatorio de que su fuego estaba lejos de apagarse. Todo lo contrario: alimentado ahora amenazaba con quemar hasta las cenizas. Aún sentía calor, y no solo en la punta de las orejas. Se limpió la mano vagamente en el vientre y parte con un pequeño lametón. Después se dejó abrazar con una sonrisa comedida y atolondrada, pensando con sorna que las disculpas las tendría que estar dando él.
—Y yo a ti. Santos. Yo a ti… —la mano limpia, esa que no había usado, se posó sobre la mejilla de Ethan con cariño. Abajo no obstante, algo seguía respondiendo a cualquier espasmo, haciendo temblar su sonrisa—. Eres hermoso… —le apartó el pelo de los ojos y pronto ese velo de cariño fue abriendo paso a algo distinto. Impaciencia. El deseo de hacer trizas la paz. El negro de sus ojos creció como dos pozos profundos, los ojos de un gato que a media noche ha decidido que es hora de acabar con el ratón que está cazando—. Perooo… —frotó la cabeza brevemente, despeinando lo que no tenía arreglo—. Lo siento papi, a mi aún me queda un poco.
Le besó la comisura de los labios, la barbilla, mejillas, boca y cuello sin orden ninguno, yendo in crescendo de la suavidad y la prisa contenida a lo errático y ansioso. Nohlem se levantó sobre sus rodillas, con Ethan firmemente sujeto de cintura y media espalda para volver a tumbarlo en la cama en un movimiento brusco sin tiempo a quejas. Por mucho que le hubiera estado llenando de besos y ronroneos nada maquillaba sus intenciones. "Despacio" y con buena letra le dio la vuelta por completo, de vistas a su espalda, y una sonrisa de muchos dientes adornó su rostro al recuperar un lienzo en blanco. Un ronroneo particularmente fuerte le hizo cosquillas en los oídos cuando, a modo de advertencia juguetona, marcó un punto en sus hombros por encima de su camisa transparente. Que agarrase las sábanas y reventara la almohada que quedaba si quería.
—Solo un poco más —suspiró antes de arrancar a recuperar ritmo, apoyado en ambos brazos. Se rió sin fuerza alguna, dejando caer los párpados a media altura. El calor era embriagante.
Y con nuevos jadeos y orejas gachas por la renovada concentración, Nohlem volvería a la rapidez donde se había quedado antes, esa que su cuerpo le exigía como mínimo. El lejano murmullo de un ronroneo empezaría a vibrar con empeño en su garganta, así como las ganas de ser una mala bestia. Sin embargo por mucha lujuria que le quedara y lo egoista que quería ser, primero aguardaría atento por las reacciones de su novio. Un no y estaría fuera, literalmente.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
29/09/23, 07:06 pm
Si le hubieran dicho al empezar la noche que la estaría terminando así habría dudado con extrema ingenuidad. Su propia broma cobraba intensidad a cada nuevo mordisco regalado pues si bien había dicho en su momento que estaba más que dispuesto a comerse a sus amigos en esos instantes se sentía como la presa, una más que dispuesta a ser devorada y es que los colmillos sobre su piel dejaban un cuadro que si pudiera expondría en su casa. Un lienzo que tenía al autor firmando en cada pequeño trozo de su cuerpo, como un gato que juega con su presa y tras hincar el diente compensa con suaves besos, tan dulces que bien podrían engañar hasta al más espabilado.
Ethan se sentía querido, abrazado y recompensado, en un éxtasis tembloroso donde cualquier sensación se veía incrementada. Él mismo presionó su rostro contra la palma del felino al sentirla contra su mejilla, envolviendose del calor más íntimo en esa tregua parcial. Era como una Caperucita roja que sin saberlo alimentaba el hambre del lobo, solo que no era tan estupido como para no razonar en qué cueva se estaba metiendo. Vio en las pupilas el avisó que le confirmó en palabras y ante el mismo respondió con una sonrisa tonta, una donde la expectación se creaba entre el amor que le profesaba y la picaresca más carnal, donde el romance dejaba convivir a la pasión en un mismo sitio para que ambos fuegos se pudieran retroalimentar. Ah no, esta historia era muy diferente al cuento clásico y definitivamente, no era para niños.
Nohlem era irremediablemente sexy, ahí con sus rizos revueltos y el calor perlando un rostro que luchaba por quedar compuesto. Hasta sus pecas siempre lindas lucían ahora en lo que parecía ser un caos desordenado y precioso. Ethan correspondió a los besos aún sintiendo los pequeños chispazos que seguían recorriendo sus piernas, afianzándose a él para soltar ligeras risas cuando los labios del varmano se desviaban lejos de su boca.
-No tienes remedio… -Le susurró en apenas un hilo de voz cansado cuando vio como lo elevaba. Una frase que fue a morir en un ¨Oh¨ cuando sintió de nuevo la suavidad de las sábanas sobre su cuerpo. Ni siquiera intentó reacomodarse, la cadera aún latía con ritmo propio y si seguía bajando notaba las consecuencias en unas piernas débiles, pena que su cuerpo y mente no estuvieran sincronizadas, Ya podía estar cansado que ver a Nohlem alzarse sobre él le seguía quitando todo el aire de la misma forma caprichosa que sus pensamientos olvidaban hasta su nombre para recrearse en su figura. -Aunque yo tampoco…
Murmuró para sí mientras se mordía los labios perdido en la lujuria de la escena. Si tenía que morir que menos que hacerlo a manos de semejante pelirrojo. La condena más bien se convertía en el premio y si bien seguía un tanto perdido por el espesor de su mente cuando le dio la vuelta prácticamente actuó de forma instintiva. Sus rodillas encontraron rápidamente cama en el que asentarse y refugio en el que apoyarse, toda la energía de la que carecía la compensaba las manos férreas del gato sobre sus caderas, ahora bien igual que su cuerpo recordaba de forma natural como acomodarse, él seguía perdido en una densa neblina que se vio inicialmente despejada cuando sintió arder su hombro bajo la presión de los colmillos del joven.
Disipar se disipó del todo a la primera arremetida donde como un cortocircuito donde todavía había electricidad estática una nueva corriente recorrió su espalda. Una nota de apertura en escala alta que volvió de las siguientes un atropello musical. Ethan no tuvo más margen que encontrar consuelo en el agarre fortuito de la manta, Sus manos apretaron y tiraron ante una carrera sin fondo para la que ya no le quedaba voz. Murmullos ahogados y suspiros mudos en un abecedario donde todas las letras se habían convertido en diferentes tipos de A.
Agarró la tela con toda la fuerza dudosa que le quedaba, hundiendo una de sus mejillas contra el suave dulzor de una mullida cama. El vaivén había vuelto de su pelo una maraña sin sentido, una negrura que contrastaba con una piel constantemente enrojecida por el placer y el esfuerzo físico. Boca abierta en un intentó de toma de aire y ojos cerrados concentrados en un placer sofocante del que no se había terminado de recuperar antes de que el asalto continuará. La mezcla explosiva recorría su columna sacando nuevos temblores en una piel que estaba aún más sensibilizada, erizada hasta el mínimo contacto y con el ardor dividiéndose entre las marcas aún recientes de su cuello y el tamborileo constante de su baja espalda.
En ese maremoto constante donde se veía arrastrado de forma continua una de sus torpes manos dio con la almohada que aún quedaba disponible. Un tirón irregular en la que se la acercó para envolverla desde abajo con ambos brazos y como en su día había hecho volvió a ocultar parcialmente su rostro en ella. Unos sonidos que ahora ahogaba por placer y no por miedo y una voz que se había convertido en gemidos irregulares completamente rotos por la velocidad. Un gimoteo de placer culposo que apenas lograba ocultar, pues en esos momentos no había firmeza en ninguna parte de su cuerpo, solo la rendición más básica ante la lujuria más carnal.
Ethan se sentía querido, abrazado y recompensado, en un éxtasis tembloroso donde cualquier sensación se veía incrementada. Él mismo presionó su rostro contra la palma del felino al sentirla contra su mejilla, envolviendose del calor más íntimo en esa tregua parcial. Era como una Caperucita roja que sin saberlo alimentaba el hambre del lobo, solo que no era tan estupido como para no razonar en qué cueva se estaba metiendo. Vio en las pupilas el avisó que le confirmó en palabras y ante el mismo respondió con una sonrisa tonta, una donde la expectación se creaba entre el amor que le profesaba y la picaresca más carnal, donde el romance dejaba convivir a la pasión en un mismo sitio para que ambos fuegos se pudieran retroalimentar. Ah no, esta historia era muy diferente al cuento clásico y definitivamente, no era para niños.
Nohlem era irremediablemente sexy, ahí con sus rizos revueltos y el calor perlando un rostro que luchaba por quedar compuesto. Hasta sus pecas siempre lindas lucían ahora en lo que parecía ser un caos desordenado y precioso. Ethan correspondió a los besos aún sintiendo los pequeños chispazos que seguían recorriendo sus piernas, afianzándose a él para soltar ligeras risas cuando los labios del varmano se desviaban lejos de su boca.
-No tienes remedio… -Le susurró en apenas un hilo de voz cansado cuando vio como lo elevaba. Una frase que fue a morir en un ¨Oh¨ cuando sintió de nuevo la suavidad de las sábanas sobre su cuerpo. Ni siquiera intentó reacomodarse, la cadera aún latía con ritmo propio y si seguía bajando notaba las consecuencias en unas piernas débiles, pena que su cuerpo y mente no estuvieran sincronizadas, Ya podía estar cansado que ver a Nohlem alzarse sobre él le seguía quitando todo el aire de la misma forma caprichosa que sus pensamientos olvidaban hasta su nombre para recrearse en su figura. -Aunque yo tampoco…
Murmuró para sí mientras se mordía los labios perdido en la lujuria de la escena. Si tenía que morir que menos que hacerlo a manos de semejante pelirrojo. La condena más bien se convertía en el premio y si bien seguía un tanto perdido por el espesor de su mente cuando le dio la vuelta prácticamente actuó de forma instintiva. Sus rodillas encontraron rápidamente cama en el que asentarse y refugio en el que apoyarse, toda la energía de la que carecía la compensaba las manos férreas del gato sobre sus caderas, ahora bien igual que su cuerpo recordaba de forma natural como acomodarse, él seguía perdido en una densa neblina que se vio inicialmente despejada cuando sintió arder su hombro bajo la presión de los colmillos del joven.
Disipar se disipó del todo a la primera arremetida donde como un cortocircuito donde todavía había electricidad estática una nueva corriente recorrió su espalda. Una nota de apertura en escala alta que volvió de las siguientes un atropello musical. Ethan no tuvo más margen que encontrar consuelo en el agarre fortuito de la manta, Sus manos apretaron y tiraron ante una carrera sin fondo para la que ya no le quedaba voz. Murmullos ahogados y suspiros mudos en un abecedario donde todas las letras se habían convertido en diferentes tipos de A.
Agarró la tela con toda la fuerza dudosa que le quedaba, hundiendo una de sus mejillas contra el suave dulzor de una mullida cama. El vaivén había vuelto de su pelo una maraña sin sentido, una negrura que contrastaba con una piel constantemente enrojecida por el placer y el esfuerzo físico. Boca abierta en un intentó de toma de aire y ojos cerrados concentrados en un placer sofocante del que no se había terminado de recuperar antes de que el asalto continuará. La mezcla explosiva recorría su columna sacando nuevos temblores en una piel que estaba aún más sensibilizada, erizada hasta el mínimo contacto y con el ardor dividiéndose entre las marcas aún recientes de su cuello y el tamborileo constante de su baja espalda.
En ese maremoto constante donde se veía arrastrado de forma continua una de sus torpes manos dio con la almohada que aún quedaba disponible. Un tirón irregular en la que se la acercó para envolverla desde abajo con ambos brazos y como en su día había hecho volvió a ocultar parcialmente su rostro en ella. Unos sonidos que ahora ahogaba por placer y no por miedo y una voz que se había convertido en gemidos irregulares completamente rotos por la velocidad. Un gimoteo de placer culposo que apenas lograba ocultar, pues en esos momentos no había firmeza en ninguna parte de su cuerpo, solo la rendición más básica ante la lujuria más carnal.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
02/10/23, 03:14 pm
El resoplido sonoro de una risa fue su única respuesta a Ethan. “Es por ti”, pensó, culpabilizando al moreno por tenerle así, por su brusquedad, aunque fue más una sensación abstracta que palabras literales.
Había visto la sonrisa, la forma indolora en la que se mordía el labio de puro gusto, escuchado sus comentarios y, si Ethan fuera un poco varmano, estaba seguro de que también le habría oído ronronear. Nohlem no necesitaba más permisos que el que sabía tener gracias a los pequeños (y no tan pequeños) gestos que su novio le regalaba, y en una plegaria de sentimiento, sin forma, inicio o fin, oró a todos los Santos anónimos porque Ethan no se rompiera aunque ese fuera exactamente su objetivo.
No le quitaría la vista de encima. Necesitaba las manos para apoyarse, pero cada rastro de ser le pedía hacer cosas por encima de sus capacidades: clavar sus dedos y anillos en la piel blanca del otro, sujetarle de manera posesiva y arrancarle más gemidos mientras marcaba con dientes lo que era suyo. Quería que gritase, quería dejarlo tan exhausto como se dejaría a sí mismo, ser lo único que exisitiese en su mundo aunque fuera por un par de minutos. Realísticamente hablando Nohlem solo era capaz de respirar y empujar con la cadera hasta hundir al chico en el colchón, arrebatado de acciones y raciocinios más complejos como para llevarlos a cabo.
Sus ronroneos y jadeos pasaron a segundo plano cuando el crujir del somier se sumó a aquella orquesta hecha de fuego y “A”s rotas, y cuando sus manos se clavaron como garras en las sábanas entre gruñidos que, pura avaricia, exigían más, Nohlem se inclinó sobre los hombros de Ethan para morder el lado que seguía intacto sin demasiado cuidado. Algo lógico aún dormitaba en él, pues besó la punta de su oreja con cariño latente antes de apartarse, erguido de una forma en la que sus brazos ya no necesitaban soportarle. En el vaivén atinó a apresar su colgante contra sus dientes, mordiendo la moneda de oro sin dejar de respirar entre el hueco plano que creaba. Pudo y cumplió su deseo de recorrer la silueta de Ethan con las manos, con tanta brusquedad que uno diría que su cometido era limar sus huellas dactilares contra su piel o prender fuego al contacto, un empeño que cesó cuando se cerraron herméticamente contra su cintura.
El ruido ya no era el crujido torpe de un barco en alta mar, sino un choque provocado contra una pared que muy posiblemente estuvieran marcando por el constante roce del hierro de la estructura. Había viejos surcos que delataban la actividad del varmano, aunque seguro ahora los estarían haciendo más profundos. Nohlem estaba cerca, y en la violencia de sus jadeos y quejidos, esos que ni siquiera el firme mordisco a su colgante podía ahogar, resultaría evidente. Sus orejas tiraban atrás absolutamente abstraído en sentirse lo mejor posible, y aunque que Ethan agarrase la almohada no le había importado lo más mínimo (en la deseperación de su compañero encontraba gozo) su voz interior, la más capulla, habló por él. Prescindió de una mano para agarrar la base del pelo del moreno y tiró de él con un gruñido que se perdió en la sinfonía caótica que juntos estaban creando, forzándole a separarse de ella y liberar boca y sonido.
Era incapaz de formar su nombre, mas era lo único en lo que pensaba, “Ethan, Ethan, Ethan”, y cuando este perdió significado y sentido así mismo lo hizo su mundo. Clavó sus uñas en la cintura del chico, atrayéndole contra sí con descaro. La mano con la que sujetaba su cuero cabelludo quedó rígida segundos antes de temblar por la propia tensión que lo fue liberando, y con una velocidad impropia de quien no es consciente de lo que siente más allá del deseo pasó el brazo por debajo del suyo, a la altura del pecho, para alzarle consigo en un abrazo. Nohlem entero se hundió en él, buscando ser uno, llegar más adentro de lo que era físicamente posible mientras su aliento se convertía en un único jadeo alargado en el tiempo. Su colgante se deslizó de sus labios abiertos sin pugna alguna. Aún con los ojos cerrados las formas y colores se convirtieron en luz, todo juicio desapareció para dar paso a un éxtasis tan transparente como denso y abrumador, y cuando cesó la curva la presión se transformó en suavidez, la energía en cansancio y la lujuria en el más delicado querer. El abrazo antes fuerte ahora apenas era un recuerdo de lo que fue. Con el rostro totalmente enterrado en el cuello y hombro del británico, Nohlem no supo distinguir los ronroneos como suyos, creyéndolos obra de Ethan al estar sumido en las corrientes de placer que aún llegaban tímidas a todo su ser. Su respiración poco a poco se volvió apacible.
—Ethan… —la palabra se posó en su lengua, un eco de todas las veces que la había repetido mentalmente, y se derritió tan fina como una oblea de azúcar.
Con el vigor que le quedaba, ese que una vez gastado le dejaría en números rojos, se tumbó junto Ethan en el caos de telas y tirones que era el colchón, descansando en horizontal sin prescindir del abrazo. Abandonó su interior, pero no su contacto. Quería que los primeros rayos de sol los recibieran así, y haría lo que fuera por deshacerse del sueño para poder disfrutarle un rato más. La devoción que sentía por él era demasiado fuerte para dormirse.
—Te amo —dijo en un susurro que apenas alcanzaba serlo, alto por su voz ronca.
Había visto la sonrisa, la forma indolora en la que se mordía el labio de puro gusto, escuchado sus comentarios y, si Ethan fuera un poco varmano, estaba seguro de que también le habría oído ronronear. Nohlem no necesitaba más permisos que el que sabía tener gracias a los pequeños (y no tan pequeños) gestos que su novio le regalaba, y en una plegaria de sentimiento, sin forma, inicio o fin, oró a todos los Santos anónimos porque Ethan no se rompiera aunque ese fuera exactamente su objetivo.
No le quitaría la vista de encima. Necesitaba las manos para apoyarse, pero cada rastro de ser le pedía hacer cosas por encima de sus capacidades: clavar sus dedos y anillos en la piel blanca del otro, sujetarle de manera posesiva y arrancarle más gemidos mientras marcaba con dientes lo que era suyo. Quería que gritase, quería dejarlo tan exhausto como se dejaría a sí mismo, ser lo único que exisitiese en su mundo aunque fuera por un par de minutos. Realísticamente hablando Nohlem solo era capaz de respirar y empujar con la cadera hasta hundir al chico en el colchón, arrebatado de acciones y raciocinios más complejos como para llevarlos a cabo.
Sus ronroneos y jadeos pasaron a segundo plano cuando el crujir del somier se sumó a aquella orquesta hecha de fuego y “A”s rotas, y cuando sus manos se clavaron como garras en las sábanas entre gruñidos que, pura avaricia, exigían más, Nohlem se inclinó sobre los hombros de Ethan para morder el lado que seguía intacto sin demasiado cuidado. Algo lógico aún dormitaba en él, pues besó la punta de su oreja con cariño latente antes de apartarse, erguido de una forma en la que sus brazos ya no necesitaban soportarle. En el vaivén atinó a apresar su colgante contra sus dientes, mordiendo la moneda de oro sin dejar de respirar entre el hueco plano que creaba. Pudo y cumplió su deseo de recorrer la silueta de Ethan con las manos, con tanta brusquedad que uno diría que su cometido era limar sus huellas dactilares contra su piel o prender fuego al contacto, un empeño que cesó cuando se cerraron herméticamente contra su cintura.
El ruido ya no era el crujido torpe de un barco en alta mar, sino un choque provocado contra una pared que muy posiblemente estuvieran marcando por el constante roce del hierro de la estructura. Había viejos surcos que delataban la actividad del varmano, aunque seguro ahora los estarían haciendo más profundos. Nohlem estaba cerca, y en la violencia de sus jadeos y quejidos, esos que ni siquiera el firme mordisco a su colgante podía ahogar, resultaría evidente. Sus orejas tiraban atrás absolutamente abstraído en sentirse lo mejor posible, y aunque que Ethan agarrase la almohada no le había importado lo más mínimo (en la deseperación de su compañero encontraba gozo) su voz interior, la más capulla, habló por él. Prescindió de una mano para agarrar la base del pelo del moreno y tiró de él con un gruñido que se perdió en la sinfonía caótica que juntos estaban creando, forzándole a separarse de ella y liberar boca y sonido.
Era incapaz de formar su nombre, mas era lo único en lo que pensaba, “Ethan, Ethan, Ethan”, y cuando este perdió significado y sentido así mismo lo hizo su mundo. Clavó sus uñas en la cintura del chico, atrayéndole contra sí con descaro. La mano con la que sujetaba su cuero cabelludo quedó rígida segundos antes de temblar por la propia tensión que lo fue liberando, y con una velocidad impropia de quien no es consciente de lo que siente más allá del deseo pasó el brazo por debajo del suyo, a la altura del pecho, para alzarle consigo en un abrazo. Nohlem entero se hundió en él, buscando ser uno, llegar más adentro de lo que era físicamente posible mientras su aliento se convertía en un único jadeo alargado en el tiempo. Su colgante se deslizó de sus labios abiertos sin pugna alguna. Aún con los ojos cerrados las formas y colores se convirtieron en luz, todo juicio desapareció para dar paso a un éxtasis tan transparente como denso y abrumador, y cuando cesó la curva la presión se transformó en suavidez, la energía en cansancio y la lujuria en el más delicado querer. El abrazo antes fuerte ahora apenas era un recuerdo de lo que fue. Con el rostro totalmente enterrado en el cuello y hombro del británico, Nohlem no supo distinguir los ronroneos como suyos, creyéndolos obra de Ethan al estar sumido en las corrientes de placer que aún llegaban tímidas a todo su ser. Su respiración poco a poco se volvió apacible.
—Ethan… —la palabra se posó en su lengua, un eco de todas las veces que la había repetido mentalmente, y se derritió tan fina como una oblea de azúcar.
Con el vigor que le quedaba, ese que una vez gastado le dejaría en números rojos, se tumbó junto Ethan en el caos de telas y tirones que era el colchón, descansando en horizontal sin prescindir del abrazo. Abandonó su interior, pero no su contacto. Quería que los primeros rayos de sol los recibieran así, y haría lo que fuera por deshacerse del sueño para poder disfrutarle un rato más. La devoción que sentía por él era demasiado fuerte para dormirse.
—Te amo —dijo en un susurro que apenas alcanzaba serlo, alto por su voz ronca.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
07/10/23, 02:07 am
Ethan no recordaba ni su nombre, ni siquiera cómo es que había llegado a ese momento. Toda la cadena de acontecimientos se había disipado de su mente para dejar espacio a un embriagador sentimiento que le invadía entero en cuerpo y alma. Los sonidos se mezclaban en la difusa espesura del ambiente y solo los gruñidos más vividos alcanzaban el pequeño hilo de su cordura para terminar de romperlo. Se sentía a la par que el somier, sin saber si el que estaba crujiendo fruto de las continuas embestidas era el mueble o su propio cuerpo en una alarma silenciosa que ignoraba fruto del placer que recibía a cambio, cómo Eva evadiendo su deber para caer en el placer culposo de una serpiente que en vez de escamas tenía una forma humana demasiado tentativa.
El agarre de la almohada iba y venía en una debilidad constante donde su cuerpo había desistido toda lucha para dejarse llevar por el ritmo del pelirrojo, unas fuerzas insípidas que se acumulaban en sus caderas como último muro de resistencia y que le dejaba completamente exhausto de pecho para arriba, apoyado por completo en la nube y consuelo que suponía el colchón. Sus gemidos habían perdido toda forma, convirtiéndose en la misma amalgama emocional que eran sus pensamientos y es que hasta el calor de un nuevo mordisco se veía condenado a un segundo plano cuando era su cintura la que ardía con todo el pecado de los siete infiernos juntos en uno.
Aceptaba su castigo como el mayor de los cumplidos, dispuesto a morir entre las llamas y convertirse en cenizas solo para seguir experimentando el deseo carnal que tan irracional le volvía. Sintio la presion de los anillos sobre su piel, la marca que sellaba sobre la misma en un descenso por sus curvas y deseo que como autor que firma su obra Nohlem dejara el registro de sus uñas como anteriormente había hecho con sus colmillos, que allá donde quisieras mirar tuviera el recuerdo constante del que era su dueño, en un deseo posesivo tan egoísta como era el sentirse suyo.
Al fin y al cabo era a él a quien le dedicaba sus suspiros rotos y al que le regalaba sus últimas gotas de energía, le daba cada nota rota que salía de entre sus labios en un gimoteo constante donde la almohada apenas servía de tope. Cada calambre, cada nueva explosión sensorial y gritó interrumpido por el siguiente choque, cada pequeño gesto y cada intento de recuperar cierto aire, todo era por él, todo era por su culpa, como sol que da la vida para arrebatartela con el calor de su contacto. El tirón en su pelo le hizo alzarse levemente, apenas unos brazos apoyados malamente sobre las sábanas, obedeciendo de forma ciega un mandato que le había arrancado la respiración durante un segundo que se le hizo eterno.Tenía la mirada perdida en algún punto poco concreto de la habitación y la boca completamente abierta, una puerta que dejaba que su cuerpo se expresara todo lo alto que quisiera.
Si aquella noche había sido una montaña rusa ahora estaban en una caída libre, un descenso directo al infierno por la puerta grande. Si Nohlem le levantó no fue precisamente algo de lo que fuera consciente como si lo fue de la tensión repentina y la explosíon contenida que vino después de esta. Lento como estaba en pensamientos guío tarde una de sus manos al rostro de felino, apenas una sutil caricia en su mejilla que buscaba cierto apoyo antes de que una nueva ola recorriera su cuerpo haciéndolo estremecer. No había nada que soltar pero eso no hacía que se sintiera más aliviado pues los sentimientos se habían convertido en chispazos sobrecargados que no encontraban ya lugar donde quedarse. Un torrente lujurioso que hacía de su tez una tan sensible como cansado estaba su cuerpo. Una parada abrupta que le hizo colocar todo su peso sobre su pareja, apoyado por completo en él cual muñeco de trapo que habían deshilachado de tanto uso. No quedaba ningún ánimo de apartarse, aunque si lo tuviera tampoco querría, por eso cuando Nohlem les hizo tumbarse le pareció perfecto.
Ni el calor que aún sentía, ni la necesidad de recuperar una respiración estable, ni el hecho de estar a medio vestir o con el pelo pegado al rostro superó el cansancio repentino que le invadió. Acabada la atracción lo que quedaba era el peso ferreo de un sueño repentino y tras saciar su lujuria era el amor tranquilo y hogareño el que volvía a aparecer, encontrando confort en los brazos del varmano. Un pensamiento fugaz apareció en forma de nombre, un capricho mucho más pequeño y tímido que se abrió paso para animarle a moverse un poco de la nueva posición. Ethan se giró despacio arrastrando consigo todo el agotamiento compartido, buscando el rostro del granta para darle un pico que debido a su torpeza fue a dar con su labio inferior, arrastrando el gesto hacía su barbilla hasta que se reacomodo en el hueco entre su cara y hombro. Un espacio donde enterrar el rostro y donde le dio un besito en el lateral de su cuello como pago por hacer de almohada, apenas una caricia superficial, sin siquiera fuerzas para hacerlo más notable.
-Hmm hmmm… -Expresó a modo de respuesta insulsa mientras pasaba sus brazos por debajo de los de Nohlem para poder quedarse abrazado a él. -Yo también.. te amo…
Una voz que apenas llegaba a murmullo agotado tal como estaba y que convertía en pequeños besos irregulares y dispersos como forma de expresión alternativa. Besos que acabaron muriendo cuando se encontró tan agusto en sus brazos que prefirió quedarse escondido entre ellos, con un calor que había pasado de ser abrasador a uno tan gentil como el confort de una estufa en las noches frías del invierno. Ethan se quedó pegado a él en un estado en el que sin estar dormido tampoco estaba del todo lúcido, la calma perfecta que encontraba uno cuando se sentía tan seguro y agusto.
-Aunque… -Dijo con su voz amortiguada contra la piel del moreno. -creo que no voy a caminar en… meses… -De tener energías se habría reído, en vez de eso Nohlem solo notaría el ligero movimiento de sus comisuras contra su piel al dedicarle una sonrisa cubierta.
-Tampoco me importa… por mí podemos estar así toda la vida… Si. -En esos momentos no había filtro y sus pensamientos eran expresados igual de vividos que como se creaban, sin forma de procesarlos, solo de compartirlos en alto. -Uhmm, ¿Seguro que no estoy soñando, no? Todo parece demasiado perfecto como para ser real, tu pareces demasiado perfecto como para serlo…
Volvió a bajar la voz como si esta vez, una parte de él acabara de razonar que debía guardarse algún secreto para sí mismo, ignorando claro estaba que con la cercanía era imposible que no le escuchara igualmente.
-Es taan injusto… a este paso me voy a enamorar aún más… y yo ya no se como se supone que pueda quererte todavía más… es como mucho ya…
El agarre de la almohada iba y venía en una debilidad constante donde su cuerpo había desistido toda lucha para dejarse llevar por el ritmo del pelirrojo, unas fuerzas insípidas que se acumulaban en sus caderas como último muro de resistencia y que le dejaba completamente exhausto de pecho para arriba, apoyado por completo en la nube y consuelo que suponía el colchón. Sus gemidos habían perdido toda forma, convirtiéndose en la misma amalgama emocional que eran sus pensamientos y es que hasta el calor de un nuevo mordisco se veía condenado a un segundo plano cuando era su cintura la que ardía con todo el pecado de los siete infiernos juntos en uno.
Aceptaba su castigo como el mayor de los cumplidos, dispuesto a morir entre las llamas y convertirse en cenizas solo para seguir experimentando el deseo carnal que tan irracional le volvía. Sintio la presion de los anillos sobre su piel, la marca que sellaba sobre la misma en un descenso por sus curvas y deseo que como autor que firma su obra Nohlem dejara el registro de sus uñas como anteriormente había hecho con sus colmillos, que allá donde quisieras mirar tuviera el recuerdo constante del que era su dueño, en un deseo posesivo tan egoísta como era el sentirse suyo.
Al fin y al cabo era a él a quien le dedicaba sus suspiros rotos y al que le regalaba sus últimas gotas de energía, le daba cada nota rota que salía de entre sus labios en un gimoteo constante donde la almohada apenas servía de tope. Cada calambre, cada nueva explosión sensorial y gritó interrumpido por el siguiente choque, cada pequeño gesto y cada intento de recuperar cierto aire, todo era por él, todo era por su culpa, como sol que da la vida para arrebatartela con el calor de su contacto. El tirón en su pelo le hizo alzarse levemente, apenas unos brazos apoyados malamente sobre las sábanas, obedeciendo de forma ciega un mandato que le había arrancado la respiración durante un segundo que se le hizo eterno.Tenía la mirada perdida en algún punto poco concreto de la habitación y la boca completamente abierta, una puerta que dejaba que su cuerpo se expresara todo lo alto que quisiera.
Si aquella noche había sido una montaña rusa ahora estaban en una caída libre, un descenso directo al infierno por la puerta grande. Si Nohlem le levantó no fue precisamente algo de lo que fuera consciente como si lo fue de la tensión repentina y la explosíon contenida que vino después de esta. Lento como estaba en pensamientos guío tarde una de sus manos al rostro de felino, apenas una sutil caricia en su mejilla que buscaba cierto apoyo antes de que una nueva ola recorriera su cuerpo haciéndolo estremecer. No había nada que soltar pero eso no hacía que se sintiera más aliviado pues los sentimientos se habían convertido en chispazos sobrecargados que no encontraban ya lugar donde quedarse. Un torrente lujurioso que hacía de su tez una tan sensible como cansado estaba su cuerpo. Una parada abrupta que le hizo colocar todo su peso sobre su pareja, apoyado por completo en él cual muñeco de trapo que habían deshilachado de tanto uso. No quedaba ningún ánimo de apartarse, aunque si lo tuviera tampoco querría, por eso cuando Nohlem les hizo tumbarse le pareció perfecto.
Ni el calor que aún sentía, ni la necesidad de recuperar una respiración estable, ni el hecho de estar a medio vestir o con el pelo pegado al rostro superó el cansancio repentino que le invadió. Acabada la atracción lo que quedaba era el peso ferreo de un sueño repentino y tras saciar su lujuria era el amor tranquilo y hogareño el que volvía a aparecer, encontrando confort en los brazos del varmano. Un pensamiento fugaz apareció en forma de nombre, un capricho mucho más pequeño y tímido que se abrió paso para animarle a moverse un poco de la nueva posición. Ethan se giró despacio arrastrando consigo todo el agotamiento compartido, buscando el rostro del granta para darle un pico que debido a su torpeza fue a dar con su labio inferior, arrastrando el gesto hacía su barbilla hasta que se reacomodo en el hueco entre su cara y hombro. Un espacio donde enterrar el rostro y donde le dio un besito en el lateral de su cuello como pago por hacer de almohada, apenas una caricia superficial, sin siquiera fuerzas para hacerlo más notable.
-Hmm hmmm… -Expresó a modo de respuesta insulsa mientras pasaba sus brazos por debajo de los de Nohlem para poder quedarse abrazado a él. -Yo también.. te amo…
Una voz que apenas llegaba a murmullo agotado tal como estaba y que convertía en pequeños besos irregulares y dispersos como forma de expresión alternativa. Besos que acabaron muriendo cuando se encontró tan agusto en sus brazos que prefirió quedarse escondido entre ellos, con un calor que había pasado de ser abrasador a uno tan gentil como el confort de una estufa en las noches frías del invierno. Ethan se quedó pegado a él en un estado en el que sin estar dormido tampoco estaba del todo lúcido, la calma perfecta que encontraba uno cuando se sentía tan seguro y agusto.
-Aunque… -Dijo con su voz amortiguada contra la piel del moreno. -creo que no voy a caminar en… meses… -De tener energías se habría reído, en vez de eso Nohlem solo notaría el ligero movimiento de sus comisuras contra su piel al dedicarle una sonrisa cubierta.
-Tampoco me importa… por mí podemos estar así toda la vida… Si. -En esos momentos no había filtro y sus pensamientos eran expresados igual de vividos que como se creaban, sin forma de procesarlos, solo de compartirlos en alto. -Uhmm, ¿Seguro que no estoy soñando, no? Todo parece demasiado perfecto como para ser real, tu pareces demasiado perfecto como para serlo…
Volvió a bajar la voz como si esta vez, una parte de él acabara de razonar que debía guardarse algún secreto para sí mismo, ignorando claro estaba que con la cercanía era imposible que no le escuchara igualmente.
-Es taan injusto… a este paso me voy a enamorar aún más… y yo ya no se como se supone que pueda quererte todavía más… es como mucho ya…
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
07/10/23, 03:37 pm
Si estuviera sonando una canción Nohlem la habría escuchado como a x1.5 de velocidad. El tiempo se deslizaba entre ellos igual que arena movida por el viento, esquivando y enterrándolos como si pertenecieran a otro plano donde la vida transcurría muchísimo más despacio. Su consciencia se desvanecería si cerraba los ojos, y justamente por eso no lo hizo. Se aferró a la realidad con el movimiento de Ethan en sus brazos, con el beso torpe que acompañó con un parpadeo y esas cuatro palabras -yo también te amo- que sabían a moras silvestres: dulces y fuertes, una chispa ácida que pinchaba sus mejillas hasta hacerle sonreír. Se reacomodó para que más que de lado su espalda pegase contra el colchón, deslizando un hombro por debajo de la cabeza del otro: si Nohlem era su almohada Ethan sería su manta.
—Exagerado… —susurró, sin ánimo de picarle. Sus dedos trazaron círculos perezosos sobre su espalda, y un ronroneo del mismo calibre sonó como si las caricias las estuviera recibiendo él—. Estoy seguro de que... —se lamió los labios y tragó la poca saliva que le quedaba en la boca, seco en todos los sentidos posibles de la palabra— te recuperarás pronto. Además todavía nos queda hacerlo contra el escritorio...
“Toda la vida - Toda una vida”. Mentiría si dijera que no se había imaginado una con Ethan. Había sido uno de sus pensamientos de medianoche más recurrentes, cuando el aguijón tierno y doloroso de estar tan enamorado apretaba su pecho, intoxicaba su mente y llenaba de suspiros sus pulmones. Siempre era breve pues nunca se permitía volar tan alto, mezcla de vergüenza y sobre todo miedo a quemarse con el sol. Eran ensoñaciones demasiado idílicas y traicioneras para soportarlas sin tenerle. Ahora que le tenía, sin embargo, se conformaba con el momento. El que será, sería. Sin prisa. El cumplido (y no uno cualquiera, sino uno tan completo como lo era ser llamado “perfecto”) hizo que le ardieran las orejas, o así habría sido de no ser porque ya más calientes no las podía tener. El londinense retrasaba una bajada de temperatura que empezaba a notar allí donde su piel expuesta y perlada no estaba en contacto con él.
—A lo mejor… estamos soñando los dos —le apartó el pelo con el dorso de la mano en un gesto tan ligero como lo estaba siendo todo en él, agotado—. Espero que no. No querría despertarme —y le besó la frente, donde sus labios llegaban sin esfuerzo.
Con la impresión de estar flotando en miel sus ojos se perdieron en la enrredadera que colgaba del techo. Le dedicó un último ronroneo debilitado por los límites a los que había llevado a su pobre garganta en busca de palabras adecuadas para responder.
—Flaquito... —suspiró—. Bueno, yo ya... he dejado de luchar contra eso —a saber hacía cuanto estaba sonriendo—. Porque cuando creo que no puedo más resulta que no me lleno... A lo mejor tengo un segundo corazón, como el de los postres.
>>Yo a lo que no me acostumbro es a que tú me quieras a mi. No sé... cuantas veces me he mentalizado a que no iba a pasar.
Lo amargo se volvía delicioso, como un vino bien envejecido. Antes de que el contraste frío-calor se volviera desagradable atinó a subirse la ropa interior alzando el tobillo donde la tenía enganchada, e igual ayudó a Ethan a hacerlo. El preservativo usado fue arrojado -bien cerrado, claro- por el borde de la cama, problema para el Nohlem del futuro. Tenía sed y se sentía pegajoso, pero no quería desenrredar el lindo nudo que formaban sus cuerpos.
—Tendríamos que asearnos —dijo como quien habla de una verdad universal. Por supuesto no se movió.
—Exagerado… —susurró, sin ánimo de picarle. Sus dedos trazaron círculos perezosos sobre su espalda, y un ronroneo del mismo calibre sonó como si las caricias las estuviera recibiendo él—. Estoy seguro de que... —se lamió los labios y tragó la poca saliva que le quedaba en la boca, seco en todos los sentidos posibles de la palabra— te recuperarás pronto. Además todavía nos queda hacerlo contra el escritorio...
“Toda la vida - Toda una vida”. Mentiría si dijera que no se había imaginado una con Ethan. Había sido uno de sus pensamientos de medianoche más recurrentes, cuando el aguijón tierno y doloroso de estar tan enamorado apretaba su pecho, intoxicaba su mente y llenaba de suspiros sus pulmones. Siempre era breve pues nunca se permitía volar tan alto, mezcla de vergüenza y sobre todo miedo a quemarse con el sol. Eran ensoñaciones demasiado idílicas y traicioneras para soportarlas sin tenerle. Ahora que le tenía, sin embargo, se conformaba con el momento. El que será, sería. Sin prisa. El cumplido (y no uno cualquiera, sino uno tan completo como lo era ser llamado “perfecto”) hizo que le ardieran las orejas, o así habría sido de no ser porque ya más calientes no las podía tener. El londinense retrasaba una bajada de temperatura que empezaba a notar allí donde su piel expuesta y perlada no estaba en contacto con él.
—A lo mejor… estamos soñando los dos —le apartó el pelo con el dorso de la mano en un gesto tan ligero como lo estaba siendo todo en él, agotado—. Espero que no. No querría despertarme —y le besó la frente, donde sus labios llegaban sin esfuerzo.
Con la impresión de estar flotando en miel sus ojos se perdieron en la enrredadera que colgaba del techo. Le dedicó un último ronroneo debilitado por los límites a los que había llevado a su pobre garganta en busca de palabras adecuadas para responder.
—Flaquito... —suspiró—. Bueno, yo ya... he dejado de luchar contra eso —a saber hacía cuanto estaba sonriendo—. Porque cuando creo que no puedo más resulta que no me lleno... A lo mejor tengo un segundo corazón, como el de los postres.
>>Yo a lo que no me acostumbro es a que tú me quieras a mi. No sé... cuantas veces me he mentalizado a que no iba a pasar.
Lo amargo se volvía delicioso, como un vino bien envejecido. Antes de que el contraste frío-calor se volviera desagradable atinó a subirse la ropa interior alzando el tobillo donde la tenía enganchada, e igual ayudó a Ethan a hacerlo. El preservativo usado fue arrojado -bien cerrado, claro- por el borde de la cama, problema para el Nohlem del futuro. Tenía sed y se sentía pegajoso, pero no quería desenrredar el lindo nudo que formaban sus cuerpos.
—Tendríamos que asearnos —dijo como quien habla de una verdad universal. Por supuesto no se movió.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
09/10/23, 12:27 pm
Nohlem sonaba como los acordes suaves de un violín tocado junto a la orilla del lago, como la bajada rítmica de un piano tras el momento más álgido de la canción, sonaba a calma y al sosiego que venían como el rocío de la mañana tras una furiosa tormenta. Latidos que poco a poco se iban reduciendo, volviéndose melodiosos bajo el oído del joven. Escuchar el corazón de su pareja le otorgaba un confort tan nuevo como deseado, acomodándose él mismo sobre el pecho del varmano en cuanto este se movió. Una trampa tan bien trenzada como los hilos de una telaraña pues estar tan relajado le hacía mantener los ojos cerrados a pesar de la incomodidad que pudiera tener, solapando el malestar de un calor latente con el bienestar de una compañía tan agradecida.
-Hmmm -Fue su primera respuesta, tan insulsa como el espesor convertido ahora en sueño que invadía su cabeza. Se reajustó levemente para entreabrir un ojo a pesar de que eso solo le daba margen a ver el resto de su pecho y parte del cuello. -Mañana ya… -Dijo en apenas un murmullo, echando balones fuera más que comprometiéndose a que así fuera, quizá si no estuviera tan agotado la idea del escritorio le sabría a miel dulce, pero estando como estaba le resultaba una tarea de las que uno solo quería postergar.
Las caricias hicieron que en su rostro se dibujara una tímida sonrisa, una propia de un enamorado que se regocijaba en los brazos de su amante, caprichoso de obtener toda su atención aún a sabiendas de que no podría devolvérsela en esos instantes. Le gustaba estar así, sentirse querido al haber obtenido una victoria tan dulce tras un historial un tanto amargo. Malos recuerdos que no tardarían en convertirse en anécdotas divertidas pues, al final, ambos se querían y lo llevaban haciendo tanto tiempo que aún sintiéndose estúpido también se sentía especial.
¨Nohlem me quiere a mí¨
Palabras tan delicadas como sabrosas con las que jugaba en su boca, una sonrisa que crecía con cada nuevo gesto y unos ojos que desprovistos del impedimento del alborotado pelo buscaban en su torpeza un encuentro que sabían que no podían tener. Pestañeó lento, confuso cuando recibió el beso, asimilando despacio el nuevo afecto. No encontraba palabras que expresaran cuanto podía llegar a quererle, ni suficientes suspiros que pudieran servir de prueba para un ablandado corazón que a veces parecía querer dedicar sus latidos al pelirrojo en vez de mantener con vida su propio cuerpo.
-Nohlem… -Le llamó por su nombre como si quisiera reivindicar que era solo a él a quien se refería, como si acaso no se encontrasen solos en esa habitación. Su mano se desplazó con la lentitud propia de quien estaba luchando contra el sueño, pero el cariño de quien solo le guardaba afecto, apoyando la palma sobre su mejilla para hacerle bajar el rostro, buscando que pudieran mirarse de nuevo. -No te preocupes por que vas a tener todo el tiempo del mundo para acostumbrarte -Le dedicó un beso tan tierno como la sonrisa con la que volvió a acomodarse sobre su hombro, ambos igual de fugaces y amorosos. -Por qué no pienso dejar de quererte nunca.
La frase fue bastante más contundente que el resto de sus intentos de habla, pues en ella no había sílabas alargadas si no la firmeza de quien estaba seguro de lo que decía. Ahora bien, seguía siendo un muñequito deshecho, tan cansado que tampoco ayudó mucho en el intentó del granta por vestirlo, se dejó hacer obedientemente y para cuando este volvió a hablar no hubo oyente que respondiera.
Ethan resopló, apenas un balbuceo en bajo mientras se abrazaba más a él. Un pequeño ovillo sobre el lateral del gato donde pelo, brazos y piernas se convertían en un enredo mutuo, cerrándose cual candado a ese contacto íntimo y seguro que Nohlem le brindaba. Había caído rendido en la comodidad ofrecida, acunado en los brazos de quien más quería en esos instantes.
Y esa noche no soñó, porque por primera vez en mucho tiempo estar despierto era el mayor sueño que podía desear.
-Hmmm -Fue su primera respuesta, tan insulsa como el espesor convertido ahora en sueño que invadía su cabeza. Se reajustó levemente para entreabrir un ojo a pesar de que eso solo le daba margen a ver el resto de su pecho y parte del cuello. -Mañana ya… -Dijo en apenas un murmullo, echando balones fuera más que comprometiéndose a que así fuera, quizá si no estuviera tan agotado la idea del escritorio le sabría a miel dulce, pero estando como estaba le resultaba una tarea de las que uno solo quería postergar.
Las caricias hicieron que en su rostro se dibujara una tímida sonrisa, una propia de un enamorado que se regocijaba en los brazos de su amante, caprichoso de obtener toda su atención aún a sabiendas de que no podría devolvérsela en esos instantes. Le gustaba estar así, sentirse querido al haber obtenido una victoria tan dulce tras un historial un tanto amargo. Malos recuerdos que no tardarían en convertirse en anécdotas divertidas pues, al final, ambos se querían y lo llevaban haciendo tanto tiempo que aún sintiéndose estúpido también se sentía especial.
¨Nohlem me quiere a mí¨
Palabras tan delicadas como sabrosas con las que jugaba en su boca, una sonrisa que crecía con cada nuevo gesto y unos ojos que desprovistos del impedimento del alborotado pelo buscaban en su torpeza un encuentro que sabían que no podían tener. Pestañeó lento, confuso cuando recibió el beso, asimilando despacio el nuevo afecto. No encontraba palabras que expresaran cuanto podía llegar a quererle, ni suficientes suspiros que pudieran servir de prueba para un ablandado corazón que a veces parecía querer dedicar sus latidos al pelirrojo en vez de mantener con vida su propio cuerpo.
-Nohlem… -Le llamó por su nombre como si quisiera reivindicar que era solo a él a quien se refería, como si acaso no se encontrasen solos en esa habitación. Su mano se desplazó con la lentitud propia de quien estaba luchando contra el sueño, pero el cariño de quien solo le guardaba afecto, apoyando la palma sobre su mejilla para hacerle bajar el rostro, buscando que pudieran mirarse de nuevo. -No te preocupes por que vas a tener todo el tiempo del mundo para acostumbrarte -Le dedicó un beso tan tierno como la sonrisa con la que volvió a acomodarse sobre su hombro, ambos igual de fugaces y amorosos. -Por qué no pienso dejar de quererte nunca.
La frase fue bastante más contundente que el resto de sus intentos de habla, pues en ella no había sílabas alargadas si no la firmeza de quien estaba seguro de lo que decía. Ahora bien, seguía siendo un muñequito deshecho, tan cansado que tampoco ayudó mucho en el intentó del granta por vestirlo, se dejó hacer obedientemente y para cuando este volvió a hablar no hubo oyente que respondiera.
Ethan resopló, apenas un balbuceo en bajo mientras se abrazaba más a él. Un pequeño ovillo sobre el lateral del gato donde pelo, brazos y piernas se convertían en un enredo mutuo, cerrándose cual candado a ese contacto íntimo y seguro que Nohlem le brindaba. Había caído rendido en la comodidad ofrecida, acunado en los brazos de quien más quería en esos instantes.
Y esa noche no soñó, porque por primera vez en mucho tiempo estar despierto era el mayor sueño que podía desear.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
10/10/23, 11:18 pm
El nulo poder que tenía la voz de Ethan le hizo sonreír de medio lado.
—Va a ser verdad que estás medio muerto, ¿eh?
En realidad él no le sacaba mucha ventaja, por no decir ninguna. Solo se estaba esforzando, disimulando. Se supone que tenía una reputación que mantener y tampoco solía quedarse demasiado tiempo muerto en cama con nadie, siempre sacaba fuerzas de reserva para marcharse, pero… No era el caso. Para nada era el caso.
Ser respondido con monosílabos o caer en saco roto no le quitaba el sueño (estaba difícil que nada lo hiciera ahora mismo) pues nada le importaba menos que repetirse más adelante. Volver a ser ñoño con lucidez para devorar con los ojos el rojo que inundase las mejillas del británico merecería la pena. Lo que no imaginaba es que el fino hilo que sujetaba a Ethan al mundo de la vigilia, el único que debía quedarle, fuese suficiente para dejarle a él en jaque mate. Que una caricia, una mirada y una respuesta bastase para hacer bailar algo dentro de su pecho con una violencia contundente. Sus pupilas, que poco a poco habían recuperado una nueva normalidad dentro de lo redondeadas que se veían, volvieron a expandirse como tinta líquida por el turquesa de su iris. Un parpadeo tan lento como todos sus procesos mentales en ese mismo instante cubrió esa oscuridad bienintencionada, y para cuando Ethan recuperó el hueco que se había hecho en su pecho Nohlem se había quedado sin habla.
Entonces las sintió. Ese picor en la parte inferior de sus ojos, ese nudo suave en la garganta ascendiendo con una rapidez imposible. Su corazón se aceleró, tocado y hundido, un golpe letal que de alguna manera le hizo sentir vivo. La primera lágrima cayó silenciosa, indolora, así como la segunda y la tercera, las cuales se apresuró en limpiar con el puño. Apretó la mandíbula para que lo que sentía no se desbocase, para que el subibaja de su pecho no se volviera irregular ni alertase a Ethan de que algo pasaba, que ningún sollozo delatase su estado. Tragó saliva, frenó sus lágrimas y miró arriba, al techo, esperando en silencio que aquella repentina tormenta amainase. Él, quien podía conquistar a casi cualquiera si se lo proponía, llorando por la correspondencia.
No era desagradable, en absoluto. Era el tipo de lágrimas que surgían de una buena noticia, del alivio, mucho más breves y humildes que las provocadas por el dolor.
“Vas a tener todo el tiempo del mundo”.
“No pienso dejar de quererte nunca”.
Su voz arañó las paredes de su mente de la misma manera que las cosquillas buscan sacar una reacción. Cuanto más las repetía más difícil era aguantar, pero… Sarna con gusto no pica y Nohlem estaba deseando rascarse. Porque aquella felicidad hecha agua era como el florecer tras la primera lluvia en primavera, explosiva, bonita, radiante.
—Te quiero mucho —musitó, casi infantil, con la sonrisa hecha una mueca paupérrima, tan desigual como sus suspiros, a tanto destiempo que ya no quedaba alma que le escuchase.
Pasó más de media hora. No había cruzado el umbral del sueño aún, el agotamiento volvía a caer sobre él como un muerto y su sed luchaba sin ímpetu, pero por encima de todas esas cosas le ardían los ojos. Tenía que quitarse las lentillas, tenía que ir al baño, tenía los pies helados. Tenía, tenía, tenía… Pero no se atrevía a moverse a riesgos de despertar a su recién proclamado novio. Hasta que este no estuviera en el más profundo sueño, hasta que su respiración no fuera pesada ningún movimiento lo interrumpiría. Así pues… pasó más de media hora.
Centímetro a centímetro, con la paciencia de un Santo y la discreción de un felino, salió de debajo de Ethan y le dejó acurrucado con la almohada. Se apresuró en el baño, se llenó el buche con agua directa del grifo, se peinó con los dedos (porque Santos, ¡¿que era esa mata naranja?!) y se quitó las condenadas lentillas, secas por el tiempo y la sal de las lágrimas. Cuando volvió se pegó a Ethan como los gatitos que llenaban sus reels de Instagram con un ronroneo, menos cauteloso con su sueño, y les cubrió a ambos con una manta de verano. Con un último beso en la frente, Nohlem por fin se dejó llevar por Morfeo.
Había rastros de la fiesta en las escaleras. Vasos abandonados, confeti, una alfombra mal doblada, más vasos abandonados, un plato de canapés sin canapés que alguien se había llevado al pasillo, vasos, huellas de animal no identificado, más vasos… No casaba con la calma, ni con la luz de la mañana ni las voces suaves del servicio de limpieza.
A sabiendas que podía encontrarse al personal (así como a cualquiera que hubiera decidido dormir bajo su techo) Nohlem tuvo la decencia de ponerse un pantalón de pijama antes de bajar, mas por la mirada que le dedicó su hermana cuando entró en la cocina supo que con eso no bastaba. No era para menos. Su pelo era un nido encrespado de pájaros y las incontables marcas que Ethan había dejado en su piel tenían ahora el color maduro de los golpes fuertes. Al contrario que él Kahlo se veía… fresca. Llevaba un moño, su pijama más bonito, las gafas demasiado bajas y una taza que olía a café. No parecía haber dormido tan pocas horas como eran ciertas.
—¡Hm! —dió un sorbo rápido, tragó y abrió los brazos en su dirección—. ¡Ñoo’! ¡Pero si es el anfitrión! ¡Dichosos los ojos! ¡Buenos días!
—Buenos días —Nohlem fue a darle un abrazo perezoso pero ella se apartó en el último momento grácilmente.
—Verga chamo. ¿Y esa voz de guagüero?
—Hmm —sonrió, bobalicón, frotándose un ojo—. Mucho purr -purr anoche.
Y si su hermana estaba lista para recriminarle quinientas cosas diferentes, el orden de sus reproches cambió como viento mediterráneo. Que la hubiera abandonado con la carga de la fiesta, que hubiera tenido que echar ella a sus invitados y encima levantarse para recibir al servicio de limpieza… Bueno, Kahlo sabía ordenar sus prioridades. Le golpeó un hombro con la palma abierta, haciendo más ruido que daño.
—Ya, sí, ¡no se cortaron! No joda’, fui a ponerme el traje de baño y se les oía en el pasillo, pájaros. Y no hay más que verte, mano, estás despingao’ —el rostro de Nohlem empezó a ganar color mientras sacaba distintas sartenes, pero la vergüenza no amedrentaba su sonrisa de idiota—. Pinguero —ladró por lo bajo—. ¿Y el chino? ¿Se fue?
—Está arriba. Dormido.
Kahlo emitió un breve sonido agudo. Le tocaba sonreír a ella.
—¡Ya, por fin! Ay- ¡¿le vas a hacer el desayuno?! —su ilusión y expresión tierna viró a una mueca preocupada tan pronto acabó la frase—. Ay no. ¿Tan pronto lo vas a matar?
Al final Kahlo tuvo que ayudarle. Si por él fuera seguiría en la cocina buscando especias que echarle a los huevos, mermeladas que echarle al pan y formas horribles de pelar un aguacate y quemar un plátano. El servicio de limpieza llegaría a la cocina para encontrarse una guerra sobre otra. Puede que entre dos niños ricos si acaso formasen las habilidades culinarias de una persona mediocre, pero eh, mediocre era mejor que horrible.
Kahlo le había echado el chisme de lo sucedido anoche: porqué los gritos de Connor habían cesado y cómo les había salvado el pellejo a guantazos mientras maullaban como gatos en celo, como había tenido que sacar a Matías de casa con la navaja y la cantidad de taxis que había pagado (así como los bizums que debía) pero en lugar de cabrearse o darle vueltas a las acciones del pelirrosa y Colmillo, Nohlem se había reído. Ahora solo le preocupaba que nada en la bandeja volcase.
Empujó la puerta de su cuarto con el hombro, con cuidado y en silencio. Había huevos revueltos con tomate y cebolla cortados en daditos, tostontes con queso, tostadas con aguacate y otras con mermelada de melocotón. No tenía ni idea de si Ethan prefería té o café, así que había una taza de cada que le daría a elegir primero, quedándose él con lo que sobrase. A todo le faltaba sal o sobraba azúcar, y seguramente también un poco de cocción, pero el granta igual estaba orgulloso de lo bonito que se veía todo. Para ser una persona a la que si no le hacían el desayuno solo se hincaba un tazón de cereales con suficiente azúcar para matar a un niño europeo… Carajo, era un logro.
Cerró con un pie y se acercó a la cama, sonriente.
—Flaquiiitooo…
Joder. Es verdad que su voz sonaba dos octavas más grave.
pájaros: MARICONES despingao’: hecho peazos novea pinguero: puto
—Va a ser verdad que estás medio muerto, ¿eh?
En realidad él no le sacaba mucha ventaja, por no decir ninguna. Solo se estaba esforzando, disimulando. Se supone que tenía una reputación que mantener y tampoco solía quedarse demasiado tiempo muerto en cama con nadie, siempre sacaba fuerzas de reserva para marcharse, pero… No era el caso. Para nada era el caso.
Ser respondido con monosílabos o caer en saco roto no le quitaba el sueño (estaba difícil que nada lo hiciera ahora mismo) pues nada le importaba menos que repetirse más adelante. Volver a ser ñoño con lucidez para devorar con los ojos el rojo que inundase las mejillas del británico merecería la pena. Lo que no imaginaba es que el fino hilo que sujetaba a Ethan al mundo de la vigilia, el único que debía quedarle, fuese suficiente para dejarle a él en jaque mate. Que una caricia, una mirada y una respuesta bastase para hacer bailar algo dentro de su pecho con una violencia contundente. Sus pupilas, que poco a poco habían recuperado una nueva normalidad dentro de lo redondeadas que se veían, volvieron a expandirse como tinta líquida por el turquesa de su iris. Un parpadeo tan lento como todos sus procesos mentales en ese mismo instante cubrió esa oscuridad bienintencionada, y para cuando Ethan recuperó el hueco que se había hecho en su pecho Nohlem se había quedado sin habla.
Entonces las sintió. Ese picor en la parte inferior de sus ojos, ese nudo suave en la garganta ascendiendo con una rapidez imposible. Su corazón se aceleró, tocado y hundido, un golpe letal que de alguna manera le hizo sentir vivo. La primera lágrima cayó silenciosa, indolora, así como la segunda y la tercera, las cuales se apresuró en limpiar con el puño. Apretó la mandíbula para que lo que sentía no se desbocase, para que el subibaja de su pecho no se volviera irregular ni alertase a Ethan de que algo pasaba, que ningún sollozo delatase su estado. Tragó saliva, frenó sus lágrimas y miró arriba, al techo, esperando en silencio que aquella repentina tormenta amainase. Él, quien podía conquistar a casi cualquiera si se lo proponía, llorando por la correspondencia.
No era desagradable, en absoluto. Era el tipo de lágrimas que surgían de una buena noticia, del alivio, mucho más breves y humildes que las provocadas por el dolor.
“Vas a tener todo el tiempo del mundo”.
“No pienso dejar de quererte nunca”.
Su voz arañó las paredes de su mente de la misma manera que las cosquillas buscan sacar una reacción. Cuanto más las repetía más difícil era aguantar, pero… Sarna con gusto no pica y Nohlem estaba deseando rascarse. Porque aquella felicidad hecha agua era como el florecer tras la primera lluvia en primavera, explosiva, bonita, radiante.
—Te quiero mucho —musitó, casi infantil, con la sonrisa hecha una mueca paupérrima, tan desigual como sus suspiros, a tanto destiempo que ya no quedaba alma que le escuchase.
—
Pasó más de media hora. No había cruzado el umbral del sueño aún, el agotamiento volvía a caer sobre él como un muerto y su sed luchaba sin ímpetu, pero por encima de todas esas cosas le ardían los ojos. Tenía que quitarse las lentillas, tenía que ir al baño, tenía los pies helados. Tenía, tenía, tenía… Pero no se atrevía a moverse a riesgos de despertar a su recién proclamado novio. Hasta que este no estuviera en el más profundo sueño, hasta que su respiración no fuera pesada ningún movimiento lo interrumpiría. Así pues… pasó más de media hora.
Centímetro a centímetro, con la paciencia de un Santo y la discreción de un felino, salió de debajo de Ethan y le dejó acurrucado con la almohada. Se apresuró en el baño, se llenó el buche con agua directa del grifo, se peinó con los dedos (porque Santos, ¡¿que era esa mata naranja?!) y se quitó las condenadas lentillas, secas por el tiempo y la sal de las lágrimas. Cuando volvió se pegó a Ethan como los gatitos que llenaban sus reels de Instagram con un ronroneo, menos cauteloso con su sueño, y les cubrió a ambos con una manta de verano. Con un último beso en la frente, Nohlem por fin se dejó llevar por Morfeo.
—
Había rastros de la fiesta en las escaleras. Vasos abandonados, confeti, una alfombra mal doblada, más vasos abandonados, un plato de canapés sin canapés que alguien se había llevado al pasillo, vasos, huellas de animal no identificado, más vasos… No casaba con la calma, ni con la luz de la mañana ni las voces suaves del servicio de limpieza.
A sabiendas que podía encontrarse al personal (así como a cualquiera que hubiera decidido dormir bajo su techo) Nohlem tuvo la decencia de ponerse un pantalón de pijama antes de bajar, mas por la mirada que le dedicó su hermana cuando entró en la cocina supo que con eso no bastaba. No era para menos. Su pelo era un nido encrespado de pájaros y las incontables marcas que Ethan había dejado en su piel tenían ahora el color maduro de los golpes fuertes. Al contrario que él Kahlo se veía… fresca. Llevaba un moño, su pijama más bonito, las gafas demasiado bajas y una taza que olía a café. No parecía haber dormido tan pocas horas como eran ciertas.
—¡Hm! —dió un sorbo rápido, tragó y abrió los brazos en su dirección—. ¡Ñoo’! ¡Pero si es el anfitrión! ¡Dichosos los ojos! ¡Buenos días!
—Buenos días —Nohlem fue a darle un abrazo perezoso pero ella se apartó en el último momento grácilmente.
—Verga chamo. ¿Y esa voz de guagüero?
—Hmm —sonrió, bobalicón, frotándose un ojo—. Mucho purr -purr anoche.
Y si su hermana estaba lista para recriminarle quinientas cosas diferentes, el orden de sus reproches cambió como viento mediterráneo. Que la hubiera abandonado con la carga de la fiesta, que hubiera tenido que echar ella a sus invitados y encima levantarse para recibir al servicio de limpieza… Bueno, Kahlo sabía ordenar sus prioridades. Le golpeó un hombro con la palma abierta, haciendo más ruido que daño.
—Ya, sí, ¡no se cortaron! No joda’, fui a ponerme el traje de baño y se les oía en el pasillo, pájaros. Y no hay más que verte, mano, estás despingao’ —el rostro de Nohlem empezó a ganar color mientras sacaba distintas sartenes, pero la vergüenza no amedrentaba su sonrisa de idiota—. Pinguero —ladró por lo bajo—. ¿Y el chino? ¿Se fue?
—Está arriba. Dormido.
Kahlo emitió un breve sonido agudo. Le tocaba sonreír a ella.
—¡Ya, por fin! Ay- ¡¿le vas a hacer el desayuno?! —su ilusión y expresión tierna viró a una mueca preocupada tan pronto acabó la frase—. Ay no. ¿Tan pronto lo vas a matar?
—
Al final Kahlo tuvo que ayudarle. Si por él fuera seguiría en la cocina buscando especias que echarle a los huevos, mermeladas que echarle al pan y formas horribles de pelar un aguacate y quemar un plátano. El servicio de limpieza llegaría a la cocina para encontrarse una guerra sobre otra. Puede que entre dos niños ricos si acaso formasen las habilidades culinarias de una persona mediocre, pero eh, mediocre era mejor que horrible.
Kahlo le había echado el chisme de lo sucedido anoche: porqué los gritos de Connor habían cesado y cómo les había salvado el pellejo a guantazos mientras maullaban como gatos en celo, como había tenido que sacar a Matías de casa con la navaja y la cantidad de taxis que había pagado (así como los bizums que debía) pero en lugar de cabrearse o darle vueltas a las acciones del pelirrosa y Colmillo, Nohlem se había reído. Ahora solo le preocupaba que nada en la bandeja volcase.
Empujó la puerta de su cuarto con el hombro, con cuidado y en silencio. Había huevos revueltos con tomate y cebolla cortados en daditos, tostontes con queso, tostadas con aguacate y otras con mermelada de melocotón. No tenía ni idea de si Ethan prefería té o café, así que había una taza de cada que le daría a elegir primero, quedándose él con lo que sobrase. A todo le faltaba sal o sobraba azúcar, y seguramente también un poco de cocción, pero el granta igual estaba orgulloso de lo bonito que se veía todo. Para ser una persona a la que si no le hacían el desayuno solo se hincaba un tazón de cereales con suficiente azúcar para matar a un niño europeo… Carajo, era un logro.
Cerró con un pie y se acercó a la cama, sonriente.
—Flaquiiitooo…
Joder. Es verdad que su voz sonaba dos octavas más grave.
pájaros: MARICONES despingao’: hecho peazos novea pinguero: puto
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
11/10/23, 10:35 pm
Su sueño iba y venía. La mayor parte del tiempo era nada, la oscuridad de la completa inconsciencia, pero a veces ganaba sutiles matices, colores en los que recuperaba cierta fantasía y en donde la imaginación florecía. Tonos rojizos cuya calidez embriagaba sus sentidos más allá de la lógica. No había un hilo conductor, ni el raciocinio suficiente para poder moldearlos, así que en vez de cobrar forma ante sus ojos, los pensamientos quedaban diluidos en emociones más sencillas de plasmar, sentimientos abstractos que se convertían en risas perdidas, roces ingenuos y el tacto reconfortante de una compañía que traspasaba lo físico para plasmarse en lo onírico.
Ethan estaba sumido en el quinto sueño, tan profundo que ni las alteraciones constantes de Nohlem yendo y viniendo hacían mella en su despertar. Cuando no estaba él abrazaba a la almohada refugiándose en su ignorancia en el consuelo que le daba el agarre, suerte que su nula conciencia le permitía seguir impasible. Aún recordaba los brazos del felino, un calor propio que se había quedado marcado como un nuevo tatuaje sobre su piel. Recordaba su irregular respiración, su voz rasgada por el esfuerzo y la fuerza con la que sus manos apretaban, recordaba el hormigueo cuando recorría su piel y el tacto ardiente que transmitía. Recuerdos tan recientes que se adentraban invasivos en su subconsciente.
Ethan soñaba, vago y real, chispas obtusas de un fuego que solo se dibujaba en memorias físicas, un anhelo convertido en realidad que se procesaba como una fantasía imaginaria. Soñaba, soñaba en una intranquilidad acalorada que en vida real no dejaba ni pruebas, ni síntomas. Entonces llegó la palabra, sílabas que formaban un apodo conocido y que, sin aún reconocer empezó a hacer que su cuerpo se pusiera en marcha para intentar levantarse.
¨Flaquito¨
Primero abrió los ojos lentamente, atrapados en el abrazo firme de la cama. Parpadeo confundido en unos primeros segundos donde la extrañeza inundó su cabeza poco despejada. ¿Enredaderas? ¿Porque tenía enredaderas en el techo? No, ese no era su cuarto. Memorias vinieron entonces, tan rápidas como fugaces y completamente desorganizadas: Luces deslumbrantes anunciando la fiesta, el motor agresivo de una moto, la calidez de labios ajenos, una pelota de ping pong rebotando sobre la mesa, él chocando contra una en la vagueza de una luz tenue, los gritos lejanos de Connor, gritos que más bien eran suyos, sin cabreos, sin vergüenza alguna, la bebida altamente tóxica de Colmillo mojando sus labios…
Que. Cojones. Había. Hecho.
Se incorporó levemente, apenas logró quedarse sentado en la cama y entonces, mientras su mente seguía procesando todo lo ocurrido su cuerpo empezó también a despertar: Las migrañas leves por culpa del alcohol y la música tan alta, la garganta reseca de… bueno, la pierna dormida en un cosquilleo perpetuo por el sobreesfuerzo, las agujetas torpes que se veían incrementadas como pinchazos a lo largo de sus caderas… Estaba machacado y a la vez se sentía más ligero que nunca.
Sonrió con cierto pesar, un quejido expresado en bajo antes de dirigir su mirada a Nohlem y la enorme bandeja que le traía. No pudo evitar ensanchar su sonrisa aún más, salpicando de rojo unos mofletes que apenas estaban disfrutando de su blancura impoluta. Era real, esta vez lo era. Ah mierda, le quería mucho, estaba precioso.
-Buenos días… -Respondió en apenas un hilo de voz, riendo al escuchar lo destruido que sonaba tan temprano. Se pasó una mano por el flequillo, tratando de apartar de forma inútil el amasijo de cabellos negros que se colocaban en todas direcciones como la melena de un león enfermo y luego procedió a frotarse los ojos en un intento de despejarse. -Perdón, eh, es .. ¿Es muy raro si digo que te quiero tan temprano? No se si…
Se le notaba aún la somnolencia en su mirada caída y en la sonrisa convertida en una ladeada sin tanta energía como para mantenerla en su tope. El rubor a medida que hablaba se iba incrementando vergonzoso y puramente consciente de lo atropellada que había sido la noche, al menos él no se arrepentía por lo ocurrido pero asimilarlo era otro cantar. Esperó a que Nohlem se sentara a su lado con el desayuno listo para regalarle un suave beso en la mejilla, sin el valor de la noche para que este fuera en otro lugar pero con el amor rebosante como para querer expresar todo el afecto que le tenía guardado.
-Gracias por el desayuno Darling, te quiero. -Dejó ir esa vez en apenas un susurro mezcla de la recién adquirida timidez y de estar poco a poco ganando conciencia. Observó halagado todo lo que tenía preparado sin razonar que había sido el propio varmano el creador del mismo, tomando despacio y pausado la tacita de té para darle un sorbo. Sus acciones tenían cierto lag propio del despertar, le costaba razonar hasta los pequeños gestos y se veía que tendía a reaccionar con unos segundos de retraso.
-Ah, que rico, ¿Quieres? -Tampoco se planteó mucho que hacía o dejaba de hacer, simplemente acercó ambas manos con una lentitud pasmosa a donde Nohlem, ofreciéndole la taza como tributo. Una parte de él no quería entregarle la bebida, si no entrelazar los dedos con los suyos, llenarle el rostro de picos cortos y darle un abrazó tan fuerte que ambos acabaran tirados en la cama ensuciando el alrededor de todo lo que habían tirado, pero tenía sueño y en esas circunstancias donde el sol anunciaba un día despejado la vergüenza afloraba más viva que nunca.
Ni que decir tenía, que bajo la sabana que lo cubría escondía una alegría traicionera de buenos días que poco le apetencia compartir.
Ethan estaba sumido en el quinto sueño, tan profundo que ni las alteraciones constantes de Nohlem yendo y viniendo hacían mella en su despertar. Cuando no estaba él abrazaba a la almohada refugiándose en su ignorancia en el consuelo que le daba el agarre, suerte que su nula conciencia le permitía seguir impasible. Aún recordaba los brazos del felino, un calor propio que se había quedado marcado como un nuevo tatuaje sobre su piel. Recordaba su irregular respiración, su voz rasgada por el esfuerzo y la fuerza con la que sus manos apretaban, recordaba el hormigueo cuando recorría su piel y el tacto ardiente que transmitía. Recuerdos tan recientes que se adentraban invasivos en su subconsciente.
Ethan soñaba, vago y real, chispas obtusas de un fuego que solo se dibujaba en memorias físicas, un anhelo convertido en realidad que se procesaba como una fantasía imaginaria. Soñaba, soñaba en una intranquilidad acalorada que en vida real no dejaba ni pruebas, ni síntomas. Entonces llegó la palabra, sílabas que formaban un apodo conocido y que, sin aún reconocer empezó a hacer que su cuerpo se pusiera en marcha para intentar levantarse.
¨Flaquito¨
Primero abrió los ojos lentamente, atrapados en el abrazo firme de la cama. Parpadeo confundido en unos primeros segundos donde la extrañeza inundó su cabeza poco despejada. ¿Enredaderas? ¿Porque tenía enredaderas en el techo? No, ese no era su cuarto. Memorias vinieron entonces, tan rápidas como fugaces y completamente desorganizadas: Luces deslumbrantes anunciando la fiesta, el motor agresivo de una moto, la calidez de labios ajenos, una pelota de ping pong rebotando sobre la mesa, él chocando contra una en la vagueza de una luz tenue, los gritos lejanos de Connor, gritos que más bien eran suyos, sin cabreos, sin vergüenza alguna, la bebida altamente tóxica de Colmillo mojando sus labios…
Que. Cojones. Había. Hecho.
Se incorporó levemente, apenas logró quedarse sentado en la cama y entonces, mientras su mente seguía procesando todo lo ocurrido su cuerpo empezó también a despertar: Las migrañas leves por culpa del alcohol y la música tan alta, la garganta reseca de… bueno, la pierna dormida en un cosquilleo perpetuo por el sobreesfuerzo, las agujetas torpes que se veían incrementadas como pinchazos a lo largo de sus caderas… Estaba machacado y a la vez se sentía más ligero que nunca.
Sonrió con cierto pesar, un quejido expresado en bajo antes de dirigir su mirada a Nohlem y la enorme bandeja que le traía. No pudo evitar ensanchar su sonrisa aún más, salpicando de rojo unos mofletes que apenas estaban disfrutando de su blancura impoluta. Era real, esta vez lo era. Ah mierda, le quería mucho, estaba precioso.
-Buenos días… -Respondió en apenas un hilo de voz, riendo al escuchar lo destruido que sonaba tan temprano. Se pasó una mano por el flequillo, tratando de apartar de forma inútil el amasijo de cabellos negros que se colocaban en todas direcciones como la melena de un león enfermo y luego procedió a frotarse los ojos en un intento de despejarse. -Perdón, eh, es .. ¿Es muy raro si digo que te quiero tan temprano? No se si…
Se le notaba aún la somnolencia en su mirada caída y en la sonrisa convertida en una ladeada sin tanta energía como para mantenerla en su tope. El rubor a medida que hablaba se iba incrementando vergonzoso y puramente consciente de lo atropellada que había sido la noche, al menos él no se arrepentía por lo ocurrido pero asimilarlo era otro cantar. Esperó a que Nohlem se sentara a su lado con el desayuno listo para regalarle un suave beso en la mejilla, sin el valor de la noche para que este fuera en otro lugar pero con el amor rebosante como para querer expresar todo el afecto que le tenía guardado.
-Gracias por el desayuno Darling, te quiero. -Dejó ir esa vez en apenas un susurro mezcla de la recién adquirida timidez y de estar poco a poco ganando conciencia. Observó halagado todo lo que tenía preparado sin razonar que había sido el propio varmano el creador del mismo, tomando despacio y pausado la tacita de té para darle un sorbo. Sus acciones tenían cierto lag propio del despertar, le costaba razonar hasta los pequeños gestos y se veía que tendía a reaccionar con unos segundos de retraso.
-Ah, que rico, ¿Quieres? -Tampoco se planteó mucho que hacía o dejaba de hacer, simplemente acercó ambas manos con una lentitud pasmosa a donde Nohlem, ofreciéndole la taza como tributo. Una parte de él no quería entregarle la bebida, si no entrelazar los dedos con los suyos, llenarle el rostro de picos cortos y darle un abrazó tan fuerte que ambos acabaran tirados en la cama ensuciando el alrededor de todo lo que habían tirado, pero tenía sueño y en esas circunstancias donde el sol anunciaba un día despejado la vergüenza afloraba más viva que nunca.
Ni que decir tenía, que bajo la sabana que lo cubría escondía una alegría traicionera de buenos días que poco le apetencia compartir.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
16/10/23, 01:58 am
Sus ojos se hicieron pequeños por una sonrisa de muchos dientes, de esas tan abruptas que duelen en poco tiempo. Verle despertar, tan lento y torpe como un cachorro, con el pelo como si un huracán hubiera pasado casi exclusivamente por su cabeza y la pequeña sonrisa que le dedicó...
Suyo. Era suyo. Todo eso era suyo. No Ethan en el sentido más carnal: suyos eran esos pequeños momentos, la privacidad compartida de las primeras horas de la mañana o la forma en la que desdibujaba sus sábanas. Suyo era su aspecto somnoliento, su presencia. Un ronroneo mudo inundó su lastimada garganta cuando la felicidad le colmó. Si su corazón se conformaba con verle, oírle era un segundo flechazo.
—Buenos dias, mi flaquito —igual que le pasaba al británico, la luz del día se llevaba consigo la picardía de la noche, haciendo hueco a un nuevo tipo de timidez, una que no mordía ni saturaba su alegría—. No, bueno... No me importa. Podría acostumbrarme.
"Vas a tener todo el tiempo del mundo". Un suspiro denso vació sus pulmones, exhalación no de resignación sino de comfort, como quien por fin puede tumbarse después de un día de trabajo. Deslizó la bandeja dentro de la cama, allí donde estuviera más estable, y tomó asiento en el borde. Sus mejillas se oscurecieron tras el beso de Ethan, y con la rapidez de una reacción alérgica el color se hizo dolorosamente notable tras su agradecimiento.
Gracias.
Darling.
Te quiero.
Si creía que Ethan iba denso es porque no se estaba viendo a sí mismo. Nohlem parecía un pajarillo de película Disney, de esos que al ser besados por la princesa se encogían sobre sus plumas con el rubor de un niño. El varmano tenia unos cuantos contactos con los que acostarse, pero ninguno al que poder tomar de la mano o sobre el que recostarse sin más, ninguno por el que su corazón sonara con la suavidad de una nana y la fuerza de cien tambores de guerra simultáneamente. Y sobre todo, ninguno era Ethan. Por eso aquellas muestras de amor, sencillas y bonitas como un botón, se le antojaban incluso mas apasionantes.
—¿Te gusta? ¡Lo he hecho yo! —su pecho se llenó de orgullo y se desinfló tan pronto pensó en su hermana—. Y Kahlo también.
Aceptó el té para probarlo, más por no rechazar el gesto que por sed. En cuanto acabó su trago, aprovechando la cercanía y tener los labios recién humedecidos, buscó la mejilla de Ethan para besarle él esta vez. No fue suficiente con uno, así que en seguida le acompañaron un segundo y un tercero, una sucesión rápida de picos, un cuarto en los labios igual de breve y un quinto un poco mas elaborado. Lento, si por lento se entendían unos 3 segundos. Su sonrisa era una S amorfa que entorpeció todos y cada uno de ellos. Sus brazos, un cinturón torpe con el que le abrazaba a medias por el ángulo, tapando la taza con la palma para no derramar su contenido.
—Te quiero mucho —susurró en español, radiante. Aunque fueran palabras universales, decirlas tras la barrera del idioma le daba falsa sensación de refugio y menos vergüenza. Devolvió la taza, dio una palmada en sus rodillas y se levantó a tiempo de que la oscuridad se asentase en sus pobres mofletes. Se estaba empezando a fijar demasiado en el collar de mordiscos y chupetones de Ethan y eso le estaba poniendo nervioso—. ¿Sabes que ayer fue ella quien nos salvó de Connor? —"y de Colmillo". Lo omitió—. Kahlo, digo. Se ve que... no le hizo gracia lo nuestro. Menuda risa le va a dar —no parecía preocuparle. No lo hacía. No mucho. No ahora.
Nohlem bordeó la cama hasta el otro lado, colándose entre las mantas junto a Ethan. Al levantarla para meter ambos pies dentro, no obstante, no pudo evitar fijarse en la reacción que el moreno había estado ocultando. No es que fuera algo exagerado, tampoco nada que mirase por demasiado tiempo pues simplemente dejó la sábana caer, pero en el estampado de patitos de sus calzoncillos había un pobre pato agónico justo en el centro de la tela, lo suficientemente estirado para captar su ojo.
—Yo también me alegro de verte, mamá pato —dijo claramente divertido, cerca de su oído—. ¿Tantas ganas tiene mi novio del desayuno? —la risa le traicionó al final, pues hasta él se encontraba demasiado blandito para llevar la coña a más. Claro que si Ethan tiraba del anzuelo no iba a ser él quien soltase la caña…
De momento se estiró para coger la bandeja. Sus labios antes serpenteantes ahora formaban un 3 casi inocente. Casi.
Suyo. Era suyo. Todo eso era suyo. No Ethan en el sentido más carnal: suyos eran esos pequeños momentos, la privacidad compartida de las primeras horas de la mañana o la forma en la que desdibujaba sus sábanas. Suyo era su aspecto somnoliento, su presencia. Un ronroneo mudo inundó su lastimada garganta cuando la felicidad le colmó. Si su corazón se conformaba con verle, oírle era un segundo flechazo.
—Buenos dias, mi flaquito —igual que le pasaba al británico, la luz del día se llevaba consigo la picardía de la noche, haciendo hueco a un nuevo tipo de timidez, una que no mordía ni saturaba su alegría—. No, bueno... No me importa. Podría acostumbrarme.
"Vas a tener todo el tiempo del mundo". Un suspiro denso vació sus pulmones, exhalación no de resignación sino de comfort, como quien por fin puede tumbarse después de un día de trabajo. Deslizó la bandeja dentro de la cama, allí donde estuviera más estable, y tomó asiento en el borde. Sus mejillas se oscurecieron tras el beso de Ethan, y con la rapidez de una reacción alérgica el color se hizo dolorosamente notable tras su agradecimiento.
Gracias.
Darling.
Te quiero.
Si creía que Ethan iba denso es porque no se estaba viendo a sí mismo. Nohlem parecía un pajarillo de película Disney, de esos que al ser besados por la princesa se encogían sobre sus plumas con el rubor de un niño. El varmano tenia unos cuantos contactos con los que acostarse, pero ninguno al que poder tomar de la mano o sobre el que recostarse sin más, ninguno por el que su corazón sonara con la suavidad de una nana y la fuerza de cien tambores de guerra simultáneamente. Y sobre todo, ninguno era Ethan. Por eso aquellas muestras de amor, sencillas y bonitas como un botón, se le antojaban incluso mas apasionantes.
—¿Te gusta? ¡Lo he hecho yo! —su pecho se llenó de orgullo y se desinfló tan pronto pensó en su hermana—. Y Kahlo también.
Aceptó el té para probarlo, más por no rechazar el gesto que por sed. En cuanto acabó su trago, aprovechando la cercanía y tener los labios recién humedecidos, buscó la mejilla de Ethan para besarle él esta vez. No fue suficiente con uno, así que en seguida le acompañaron un segundo y un tercero, una sucesión rápida de picos, un cuarto en los labios igual de breve y un quinto un poco mas elaborado. Lento, si por lento se entendían unos 3 segundos. Su sonrisa era una S amorfa que entorpeció todos y cada uno de ellos. Sus brazos, un cinturón torpe con el que le abrazaba a medias por el ángulo, tapando la taza con la palma para no derramar su contenido.
—Te quiero mucho —susurró en español, radiante. Aunque fueran palabras universales, decirlas tras la barrera del idioma le daba falsa sensación de refugio y menos vergüenza. Devolvió la taza, dio una palmada en sus rodillas y se levantó a tiempo de que la oscuridad se asentase en sus pobres mofletes. Se estaba empezando a fijar demasiado en el collar de mordiscos y chupetones de Ethan y eso le estaba poniendo nervioso—. ¿Sabes que ayer fue ella quien nos salvó de Connor? —"y de Colmillo". Lo omitió—. Kahlo, digo. Se ve que... no le hizo gracia lo nuestro. Menuda risa le va a dar —no parecía preocuparle. No lo hacía. No mucho. No ahora.
Nohlem bordeó la cama hasta el otro lado, colándose entre las mantas junto a Ethan. Al levantarla para meter ambos pies dentro, no obstante, no pudo evitar fijarse en la reacción que el moreno había estado ocultando. No es que fuera algo exagerado, tampoco nada que mirase por demasiado tiempo pues simplemente dejó la sábana caer, pero en el estampado de patitos de sus calzoncillos había un pobre pato agónico justo en el centro de la tela, lo suficientemente estirado para captar su ojo.
—Yo también me alegro de verte, mamá pato —dijo claramente divertido, cerca de su oído—. ¿Tantas ganas tiene mi novio del desayuno? —la risa le traicionó al final, pues hasta él se encontraba demasiado blandito para llevar la coña a más. Claro que si Ethan tiraba del anzuelo no iba a ser él quien soltase la caña…
De momento se estiró para coger la bandeja. Sus labios antes serpenteantes ahora formaban un 3 casi inocente. Casi.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
20/10/23, 09:02 pm
Ethan era alguien que se enamoraba lento, pero que se enamoraba bien. A lo largo de su vida ese sentimiento se había formado para gente que no le correspondía, amores funestos o tan fugaces que apenas tenía tiempo para disfrutar antes de que se convirtiera en algo doloroso. Ethan quería y guardaba ese cariño con el miedo de que al compartirlo pudiera ser tirado por tierra, pero en esos instantes no podía más que agradecer haberlo enseñado, aunque hubiese sido de la manera más torpe, apresurada e inconsciente posible. Daba libertad a que los apodos que tanto le gustaban de Nohlem se volvieran aún mejores, que ganaran un posesivo delante que más que restringirlo se sentía como una medalla de la que ambos podían presumir. Le permitía verlo en una intimidad privada, disfrutar de pequeños detalles que le regalaba, de su cotidiana presencia sin más avaricia que el querer compartir tiempo a su lado.
-Oh, no sabía, ahora me gusta aún más. -Respondió con la alegría contagiada, ablandado al darse cuenta que el gesto iba más allá de haberle traído el desayuno a la cama, es que encima se lo había hecho.
¿Dónde quedaba el niño pijo ligón? Ya no sabía, le encantaba esa parte suya pero verle romper el esquema para poder regalarle esos detalles le hacía del corazón uno chiquito, ablandado y agradecido. Ya podría ser el peor desayuno del mundo que le iba a saber tan dulce como los pequeños besos que el felino le regaló a continuación. Apenas logró reaccionar derretido en cada gesto y suave caricia provocada por el roce de sus labios, una ensoñación que cobraba vida al darse cuenta de lo real que era. Claro, ahora eran pareja, podían dedicarse cuanto amor quisieran. No supo devolverlos al tener la sonrisa demasiado radiante, ni tampoco responder cuando el rubor hizo presencia en su rostro, con los ojos achicados de tanta alegría solo pudo devolverle una mirada que rebosaba de amor, una que solo perdió contacto cuando le tocó volver a sostener la taza.
Ya no le hacía tanta gracia el desayuno, no es que no quisiera comer, se moría de hambre, más bien es que la tontería propia de un enamorado nublaba su juicio y volvía de su foco uno con rasgos de gatito. No quería seguir saboreando el té cuando bien podría ocupar su boca sobre otra superficie, ni que sus manos tuvieran que entretenerse sosteniendo cubiertos o platos cuando lo que querían eran enredarse en las del otro. Sí quiera había lujuria alguna, solo la necesidad continua de quererlo todo lo próximo posible.
-Bueno… creo que, me da igual, ahora mismo quiero decir. -Se encogió de hombros humedeciendo de nuevo sus labios con el té, su garganta agradecía cada pequeño sorbo que curara lo reseca que la tenía. -Solo espero que llegara a casa sano y salvo, lo quiero entero para cuando vaya yo a matarlo. Aunque dale las gracias a tu hermana de mi parte, le debemos una muy grande.
Y si bien su comentario era humorístico, también ocultaba una verdad afilada. El canadiense tenía suerte de que Ethan estuviera disperso porque si no, en vez de amor tendría cabreo y en vez de felicidad resentimiento. Menos mal que en esos instantes aquel problema fuera tan secundario, pues nadie iba a impedirle quedarse con una relación que tanto les había costado sacar a flote y menos iba a ser su mejor amigo quien intentara hacerles naufragar, antes se lo cargaba.
El problema de esa distracción mental es que se quedó sin margen cuando la sábana se levantó y Nohlem le alcanzó por el lado contrario. No hubo tensión pues en su inocencia no se le ocurrió que pudiera haberle pillado así que, cuando recibió una súbita brisa en su oído todo su cuerpo se revolvió en un cosquilleo juguetón.
-¡Ah, no no! No es- Trastabilló con su propia lengua incapaz de encontrar ninguna excusa con la que salir del paso, su rostro era la viva expresión de la vergüenza con ambos ojos luciendo más blanco de lo normal solo de la sorpresa repentina. -¡Es una reacción muy común! Solo… -Chasqueo la lengua un tanto indignado, dirigiendo una mano hacía la del varmano antes de que pudiera alcanzar la bandeja.
>>Ayer me divertí mucho, fue increíble, no, tú fuiste increíble.
Le ardían las orejas, tenía los mofletes quemados como si se hubiera expuesto todo un día al sol y de alguna manera le parecía adecuado el símil. Nohlem brillaba demasiado como para no notar el calor que desprendía con su sola presencia. Cuando no era fogoso era reconfortante, una fogata hogareña o un incendio forestal, daba igual, siempre tenía la cualidad de teñir su rostro de rojo, de hacerle sentir tantas mariposas que afloraba su timidez a la vez que le inundaba con confianza, con amor al sentirse tan querido, con… Ethan dejó de pensar si es que en algún momento lo estaba haciendo, dejó la taza junto al resto de la bandeja y sin moverse de la cama la apartó cuanto pudo, hacía los pies de la misma.
-Cinco minutos, cinco minutos y prometo probar tus ricas tostadas.
No estaba pidiendo permiso, estaba avisando. Una promesa que cumpliría a futuro pues sus manos ya estaban desplazándose por los hombros del pelirrojo tan codiciosas como su dueño. Le envolvió en un abrazo gentil, acompañado de una amplía sonrisa y mientras sus dedos tamborileaban distraídos en la ancha espalda de su pareja, él se inclinó con suavidad en búsqueda de un reencuentro deseado. El gentil roce de sus labios envolvió como una dedicatoria la suavidad del nuevo beso, uno lento y modesto, de los que se permitía disfrutar en una calma sosegada. Ethan no esperaba llevarlo a más, solo alargarlo cuanto pudiera. Dejaba que las pausas se convirtieran en suaves risas y que con cada nueva unión se pudiera acomodar un poco mejor sobre la cama, acercándose al gato para poder recortar cualquier distancia posible.
Sus labios saboreaban con la tranquilidad de saber que no iban a irse a ningún lado, explorando el contorno de su pareja y preguntándose en silencio si estaban tan ricos por ser suyos o por el té que ambos habían bebido, un recorrido suave que a veces llegaba a interrumpir para sellar promesas silenciosas con pequeños picos.
-Yo tamben, te quero. -Se atrevió a responder en un español que si bien dejaba que desear, se hacía entender. Rompiendo el enlace de sus manos para apoyarlas con cariño sobre las mejillas pecosas del pelirrojo, estrujando ambas ligeramente para sacarle un morrito al que poder seguir dedicando besos cortitos y fugaces.
Quizá el café se iba a quedar frío, pero ellos desde luego que no.
-Oh, no sabía, ahora me gusta aún más. -Respondió con la alegría contagiada, ablandado al darse cuenta que el gesto iba más allá de haberle traído el desayuno a la cama, es que encima se lo había hecho.
¿Dónde quedaba el niño pijo ligón? Ya no sabía, le encantaba esa parte suya pero verle romper el esquema para poder regalarle esos detalles le hacía del corazón uno chiquito, ablandado y agradecido. Ya podría ser el peor desayuno del mundo que le iba a saber tan dulce como los pequeños besos que el felino le regaló a continuación. Apenas logró reaccionar derretido en cada gesto y suave caricia provocada por el roce de sus labios, una ensoñación que cobraba vida al darse cuenta de lo real que era. Claro, ahora eran pareja, podían dedicarse cuanto amor quisieran. No supo devolverlos al tener la sonrisa demasiado radiante, ni tampoco responder cuando el rubor hizo presencia en su rostro, con los ojos achicados de tanta alegría solo pudo devolverle una mirada que rebosaba de amor, una que solo perdió contacto cuando le tocó volver a sostener la taza.
Ya no le hacía tanta gracia el desayuno, no es que no quisiera comer, se moría de hambre, más bien es que la tontería propia de un enamorado nublaba su juicio y volvía de su foco uno con rasgos de gatito. No quería seguir saboreando el té cuando bien podría ocupar su boca sobre otra superficie, ni que sus manos tuvieran que entretenerse sosteniendo cubiertos o platos cuando lo que querían eran enredarse en las del otro. Sí quiera había lujuria alguna, solo la necesidad continua de quererlo todo lo próximo posible.
-Bueno… creo que, me da igual, ahora mismo quiero decir. -Se encogió de hombros humedeciendo de nuevo sus labios con el té, su garganta agradecía cada pequeño sorbo que curara lo reseca que la tenía. -Solo espero que llegara a casa sano y salvo, lo quiero entero para cuando vaya yo a matarlo. Aunque dale las gracias a tu hermana de mi parte, le debemos una muy grande.
Y si bien su comentario era humorístico, también ocultaba una verdad afilada. El canadiense tenía suerte de que Ethan estuviera disperso porque si no, en vez de amor tendría cabreo y en vez de felicidad resentimiento. Menos mal que en esos instantes aquel problema fuera tan secundario, pues nadie iba a impedirle quedarse con una relación que tanto les había costado sacar a flote y menos iba a ser su mejor amigo quien intentara hacerles naufragar, antes se lo cargaba.
El problema de esa distracción mental es que se quedó sin margen cuando la sábana se levantó y Nohlem le alcanzó por el lado contrario. No hubo tensión pues en su inocencia no se le ocurrió que pudiera haberle pillado así que, cuando recibió una súbita brisa en su oído todo su cuerpo se revolvió en un cosquilleo juguetón.
-¡Ah, no no! No es- Trastabilló con su propia lengua incapaz de encontrar ninguna excusa con la que salir del paso, su rostro era la viva expresión de la vergüenza con ambos ojos luciendo más blanco de lo normal solo de la sorpresa repentina. -¡Es una reacción muy común! Solo… -Chasqueo la lengua un tanto indignado, dirigiendo una mano hacía la del varmano antes de que pudiera alcanzar la bandeja.
>>Ayer me divertí mucho, fue increíble, no, tú fuiste increíble.
Le ardían las orejas, tenía los mofletes quemados como si se hubiera expuesto todo un día al sol y de alguna manera le parecía adecuado el símil. Nohlem brillaba demasiado como para no notar el calor que desprendía con su sola presencia. Cuando no era fogoso era reconfortante, una fogata hogareña o un incendio forestal, daba igual, siempre tenía la cualidad de teñir su rostro de rojo, de hacerle sentir tantas mariposas que afloraba su timidez a la vez que le inundaba con confianza, con amor al sentirse tan querido, con… Ethan dejó de pensar si es que en algún momento lo estaba haciendo, dejó la taza junto al resto de la bandeja y sin moverse de la cama la apartó cuanto pudo, hacía los pies de la misma.
-Cinco minutos, cinco minutos y prometo probar tus ricas tostadas.
No estaba pidiendo permiso, estaba avisando. Una promesa que cumpliría a futuro pues sus manos ya estaban desplazándose por los hombros del pelirrojo tan codiciosas como su dueño. Le envolvió en un abrazo gentil, acompañado de una amplía sonrisa y mientras sus dedos tamborileaban distraídos en la ancha espalda de su pareja, él se inclinó con suavidad en búsqueda de un reencuentro deseado. El gentil roce de sus labios envolvió como una dedicatoria la suavidad del nuevo beso, uno lento y modesto, de los que se permitía disfrutar en una calma sosegada. Ethan no esperaba llevarlo a más, solo alargarlo cuanto pudiera. Dejaba que las pausas se convirtieran en suaves risas y que con cada nueva unión se pudiera acomodar un poco mejor sobre la cama, acercándose al gato para poder recortar cualquier distancia posible.
Sus labios saboreaban con la tranquilidad de saber que no iban a irse a ningún lado, explorando el contorno de su pareja y preguntándose en silencio si estaban tan ricos por ser suyos o por el té que ambos habían bebido, un recorrido suave que a veces llegaba a interrumpir para sellar promesas silenciosas con pequeños picos.
-Yo tamben, te quero. -Se atrevió a responder en un español que si bien dejaba que desear, se hacía entender. Rompiendo el enlace de sus manos para apoyarlas con cariño sobre las mejillas pecosas del pelirrojo, estrujando ambas ligeramente para sacarle un morrito al que poder seguir dedicando besos cortitos y fugaces.
Quizá el café se iba a quedar frío, pero ellos desde luego que no.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
23/10/23, 10:25 pm
—Bueno, detrás de las canciones que me cantaste anoche yo no oí ninguna ambulancia, asíiii queee… —iba a hacer un chiste sobre que si Connor se había matado en la carretera había sido más allá de su urbanización, pero recogió cable antes de que el error fuera irreparable. En su lugar, continuó—: Seguro que está bien. Con una resaca colosal pero bien.
E igual que le pasaba a Ethan, sumándole si acaso una pizca de preocupación por las posibilidades (Kahlo le había asegurado que no estaba en casa, ni él ni su moto, y eso hacía un accidente menos coña) Nohlem no tenía espacio para el cabreo que debería tener. Si Connor se materializase ahora mismo en su habitación primero besaría a Ethan, una, dos, tres veces, cuatro si eso hacía rabiar al pelirrosa, y entonces, solo entonces, le encararía. Que pocas ganas tenía de guerra.
El favor que le debían a su hermana le hizo pensar, formar una propuesta que hacerle a Ethan mientras se acomodaba en la cama. Sin embargo su defensa sobre porque su ropa interior tenía a un pobre pato estirado en una tortura medieval le distrajo, sonsacándole una risita burlona mientras negaba levemente con la cabeza.
—Si tienes que ir al baño ve, eh —dijo con una sonrisa de medio lado, a punto de añadir algo más cuando el otro le cogió la mano. El cumplido y el contacto visual hicieron que su sonrisa se volviera una completa, que sus pupilas pasaran de rombo a círculo y su expresión cayera de malicia a algo más plácido. Sus mejillas no podían prenderse como las de Ethan ni la punta de sus orejas adoptar el color de los flamencos, pero igual sintió el mordisco del rubor en ambas. De repente el bardo con +18 puntos en carisma que era se quedó sin respuestas ingeniosas—. Hmm…
Pestañeó una vez, miró a la bandeja y su sonrisa se volvió ligeramente tímida. Vale, ahí estaba su chance.
—¿Vas a dejar que se ponga blando el pan? —masculló con las orejas gachas y un tono triste.
Por supuesto, al pan le iban a dar por saco, especialmente en cuanto Ethan comenzó un abrazo. Su sonrisa serpenteó, un ronroneo chiquitito zumbó en su garganta y él mismo se inclinó para acelerar el encuentro con sus labios según un suspirito escapaba por su nariz. Sus manos lentas y perezosas, pues no había intención de acortar tan lindo viaje, se deslizaron torpemente por sus costados hasta cruzar sus omoplatos, una de ellas cambiando rumbo para ir al pelo salvaje del otro y juguetear con los mechones más bajos. A cada risa de su novio su boca se ensanchaba, sus ojos se entreabrían para verle y suaves carcajadas propias le acompañaban, sin motivo ni razón. Lo que terminó de colmar el vaso fue su intento de español, y Nohlem no pudo detener un bufido más burdo y divertido, solo interrumpido por la forma en la que luego le apresó el morro, los piquitos y sus consecuentes ronroneos. El chico había omitido las íes suficientes para sonar como un niño pequeño, concretamente como ese del que se había hecho tan amigo que casi siempre olía a churros.
—Hmmm, ¿me queres? —rió un poco más, empujando sin fuerza hacia arriba no para liberarse sino erguirse. No salió de la manta, se deslizó dentro de esta, con los brazos aún afianzados a Ethan para, poco a poco, con cuidado de no mandar la bandeja fuera de la cama -o peor, volcarla sobre esta- sentarse encima de su chico. Encima de su natural felicidad y el pobre pato cuya tortura no había acabado—. ¿Tú tambén me queres, my sweetpea? ¿Ai chiteru?
Le dio un pico, luego otro, copiándole la táctica de apretujar sus mofletes para besar su cara de pez entre risas. Hacía años no se sentía tan ñoño y las mejillas le quemaban por ello, pero en la privacidad que tenían ¿qué mas daba? Cuando se hubo sentado mejor sobre él le soltó el rostro para mirarle, e Ethan podría ver que estaba recuperando esa peligrosa picardía de la que tanto hacía gala.
—¿Está cómodo el patito? —se inclinó sobre su cuello, besándolo con la misma brevedad que sus besitos de antes—. No me importa hacer que esté más cómodo… —susurró cerca de su oído antes de apartar el rostro con una inocencia que casaba tan mal como un zapato tres tallas más grande—. Oye, eeh, pregunta seria, ¿eres switch, bottom…? ¿Versátil? Porqueee nunca lo he tenido muy claro. Confieso que en mi imaginación eres de todo.
E igual que le pasaba a Ethan, sumándole si acaso una pizca de preocupación por las posibilidades (Kahlo le había asegurado que no estaba en casa, ni él ni su moto, y eso hacía un accidente menos coña) Nohlem no tenía espacio para el cabreo que debería tener. Si Connor se materializase ahora mismo en su habitación primero besaría a Ethan, una, dos, tres veces, cuatro si eso hacía rabiar al pelirrosa, y entonces, solo entonces, le encararía. Que pocas ganas tenía de guerra.
El favor que le debían a su hermana le hizo pensar, formar una propuesta que hacerle a Ethan mientras se acomodaba en la cama. Sin embargo su defensa sobre porque su ropa interior tenía a un pobre pato estirado en una tortura medieval le distrajo, sonsacándole una risita burlona mientras negaba levemente con la cabeza.
—Si tienes que ir al baño ve, eh —dijo con una sonrisa de medio lado, a punto de añadir algo más cuando el otro le cogió la mano. El cumplido y el contacto visual hicieron que su sonrisa se volviera una completa, que sus pupilas pasaran de rombo a círculo y su expresión cayera de malicia a algo más plácido. Sus mejillas no podían prenderse como las de Ethan ni la punta de sus orejas adoptar el color de los flamencos, pero igual sintió el mordisco del rubor en ambas. De repente el bardo con +18 puntos en carisma que era se quedó sin respuestas ingeniosas—. Hmm…
Pestañeó una vez, miró a la bandeja y su sonrisa se volvió ligeramente tímida. Vale, ahí estaba su chance.
—¿Vas a dejar que se ponga blando el pan? —masculló con las orejas gachas y un tono triste.
Por supuesto, al pan le iban a dar por saco, especialmente en cuanto Ethan comenzó un abrazo. Su sonrisa serpenteó, un ronroneo chiquitito zumbó en su garganta y él mismo se inclinó para acelerar el encuentro con sus labios según un suspirito escapaba por su nariz. Sus manos lentas y perezosas, pues no había intención de acortar tan lindo viaje, se deslizaron torpemente por sus costados hasta cruzar sus omoplatos, una de ellas cambiando rumbo para ir al pelo salvaje del otro y juguetear con los mechones más bajos. A cada risa de su novio su boca se ensanchaba, sus ojos se entreabrían para verle y suaves carcajadas propias le acompañaban, sin motivo ni razón. Lo que terminó de colmar el vaso fue su intento de español, y Nohlem no pudo detener un bufido más burdo y divertido, solo interrumpido por la forma en la que luego le apresó el morro, los piquitos y sus consecuentes ronroneos. El chico había omitido las íes suficientes para sonar como un niño pequeño, concretamente como ese del que se había hecho tan amigo que casi siempre olía a churros.
—Hmmm, ¿me queres? —rió un poco más, empujando sin fuerza hacia arriba no para liberarse sino erguirse. No salió de la manta, se deslizó dentro de esta, con los brazos aún afianzados a Ethan para, poco a poco, con cuidado de no mandar la bandeja fuera de la cama -o peor, volcarla sobre esta- sentarse encima de su chico. Encima de su natural felicidad y el pobre pato cuya tortura no había acabado—. ¿Tú tambén me queres, my sweetpea? ¿Ai chiteru?
Le dio un pico, luego otro, copiándole la táctica de apretujar sus mofletes para besar su cara de pez entre risas. Hacía años no se sentía tan ñoño y las mejillas le quemaban por ello, pero en la privacidad que tenían ¿qué mas daba? Cuando se hubo sentado mejor sobre él le soltó el rostro para mirarle, e Ethan podría ver que estaba recuperando esa peligrosa picardía de la que tanto hacía gala.
—¿Está cómodo el patito? —se inclinó sobre su cuello, besándolo con la misma brevedad que sus besitos de antes—. No me importa hacer que esté más cómodo… —susurró cerca de su oído antes de apartar el rostro con una inocencia que casaba tan mal como un zapato tres tallas más grande—. Oye, eeh, pregunta seria, ¿eres switch, bottom…? ¿Versátil? Porqueee nunca lo he tenido muy claro. Confieso que en mi imaginación eres de todo.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
31/10/23, 11:39 pm
Ethan no pudo evitar reírse ante la imagen idílica que tenía en frente suyo. No era por que su novio le hiciera burla, ni por el acento horrible que tenía en japonés. Se reía por una alegría mucho más suave y modesta, se reía por la felicidad que le daba tener a Nohlem, por lo adorable que estaba con los morritos espachurrados y el pelo revuelto. Cuando las tornas cambiaron y le tuvo encima el rubor se tambaleo tanto como su sonrisa queda, una pequeña onda nerviosa al pedirle su pato deforme una clemencia silenciosa. Ah, mierda, estaba muy enamorado.
Se quedó perdido en su mirada, sus manos bajaron a las caderas del pelirrojo para pegarle a él mientras la negrura de sus ojos reflejaba todo el amor que le dedicaba. Una sonrisa que perdía forma derretida a cada nuevo pico pero que se volvía a reconstruir aún más enérgica cuando se separaban y podía volver a contemplarlo. Amor, amor era lo que sentía, en la forma más pura y reconfortante posible, un amor que le hacía ignorar la posible trampa en la que estaba cayendo, un amor por el que su pequeño pato sufría de otras maneras en un roce sutil que le hacía arder en deseos más románticos que eróticos.
-愛 し て る
Le respondió con cierta burla cargando su voz de un tono un tanto más grave y directo pues, irónicamente, en japonés pronunciaba mejor que con su acento perdido britanico. Una sonrisa que se ensanchó cuando se acercó a él para robarle un beso rápido antes de que siguiera hablando.
-Oye Nohleeem… -Se quejó soltando un ligero suspiro y cerrando los ojos al notar la ligera presión de sus labios contra el lateral de su cuello. Una risa entrecortada se le escapó presa de los nervios repentinos acomodándose en la cama como buenamente podía mientras seguía teniéndole sujeto por las caderas. La vergüenza solapaba al calor que pudiera sentir y si bien el gato lograba encenderlo como gasolina prendida, el sopor y su propia timidez servían de freno para no pisar del todo la trampa de osos que tan bien le había colocado. Una parte de él deseaba hacerlo, caer de lleno de forma voluntaria y besarle hasta que tuvieran ambos los labios secos, pero la otra, como un angelito sobre su hombro le decía de esperar. Ahora tenían todo el tiempo del mundo, podían tomarse cada segundo para simplemente estar juntos.
-No es… no… no fuerces la maquinaría que ahora mismo está muy cansada. -Sonrió con modestia mirándole un tanto encogido de hombros. No lo decía del todo en serio, aunque una parte de él aún seguía despertando, solo había que darle cierto margen.
Por desgracia la pregunta que le hizo a continuación consiguió que Ethan espabilara, como una hostia de realidad que le hizo poner los ojos en blanco en un tono humorístico que denotaba que no le molestaba hablar de ese asunto.
-¡Oh vamos, ya no se que más hacer! -Replicó al aire tirando del varmano para que prácticamente cayera sobre él en un abrazo de oso donde empezó a dedicarle besitos ahí donde pillase: Hombros, cuello, mejillas. -Me pase todo el año pasado siendo top para todo el mundo, era una pesadilla y ahora que llevo rejilla e intentó ser la más zorra de la fiesta aún se me considera versátil.
Río ante su absurda desgracia. Estaba exagerando una molestia que obviamente le daba igual, más allá de haber tenido algún conflicto al liarse con otro bottom era un tema que simplemente le entretenía demasiado.
>>Para las chicas soy alguna clase de hetero deportista con el que poder ligar y para los chicos no se, parezco querer tener muchas ganas de empotrar a alguien porque no me lo explico. -Siguió la broma dándole un último besito en la comisura antes de mirarle un tanto complacido y más calmado. -Prefiero ser bottom, pero no sería la primera vez que cambio de posición, si tú lo quieres.
Que iba a hacerle, le llamaba muy poco ser top, pero todo lo que fuera con Nohlem recuperaba un interés nuevo ante sus ojos. Ahora bien, al margen de sus preferencias no era tonto y tener al felino encima era una clara amenaza constante, sabía que no podría resistirse a sus encantos como empezara a moverse.
-Ahora bien ¿Puedes bajarte ya? -Preguntó un tanto apurado. -Me gustaría probar tus lindas tostadas, cielo.
Se quedó perdido en su mirada, sus manos bajaron a las caderas del pelirrojo para pegarle a él mientras la negrura de sus ojos reflejaba todo el amor que le dedicaba. Una sonrisa que perdía forma derretida a cada nuevo pico pero que se volvía a reconstruir aún más enérgica cuando se separaban y podía volver a contemplarlo. Amor, amor era lo que sentía, en la forma más pura y reconfortante posible, un amor que le hacía ignorar la posible trampa en la que estaba cayendo, un amor por el que su pequeño pato sufría de otras maneras en un roce sutil que le hacía arder en deseos más románticos que eróticos.
-愛 し て る
Le respondió con cierta burla cargando su voz de un tono un tanto más grave y directo pues, irónicamente, en japonés pronunciaba mejor que con su acento perdido britanico. Una sonrisa que se ensanchó cuando se acercó a él para robarle un beso rápido antes de que siguiera hablando.
-Oye Nohleeem… -Se quejó soltando un ligero suspiro y cerrando los ojos al notar la ligera presión de sus labios contra el lateral de su cuello. Una risa entrecortada se le escapó presa de los nervios repentinos acomodándose en la cama como buenamente podía mientras seguía teniéndole sujeto por las caderas. La vergüenza solapaba al calor que pudiera sentir y si bien el gato lograba encenderlo como gasolina prendida, el sopor y su propia timidez servían de freno para no pisar del todo la trampa de osos que tan bien le había colocado. Una parte de él deseaba hacerlo, caer de lleno de forma voluntaria y besarle hasta que tuvieran ambos los labios secos, pero la otra, como un angelito sobre su hombro le decía de esperar. Ahora tenían todo el tiempo del mundo, podían tomarse cada segundo para simplemente estar juntos.
-No es… no… no fuerces la maquinaría que ahora mismo está muy cansada. -Sonrió con modestia mirándole un tanto encogido de hombros. No lo decía del todo en serio, aunque una parte de él aún seguía despertando, solo había que darle cierto margen.
Por desgracia la pregunta que le hizo a continuación consiguió que Ethan espabilara, como una hostia de realidad que le hizo poner los ojos en blanco en un tono humorístico que denotaba que no le molestaba hablar de ese asunto.
-¡Oh vamos, ya no se que más hacer! -Replicó al aire tirando del varmano para que prácticamente cayera sobre él en un abrazo de oso donde empezó a dedicarle besitos ahí donde pillase: Hombros, cuello, mejillas. -Me pase todo el año pasado siendo top para todo el mundo, era una pesadilla y ahora que llevo rejilla e intentó ser la más zorra de la fiesta aún se me considera versátil.
Río ante su absurda desgracia. Estaba exagerando una molestia que obviamente le daba igual, más allá de haber tenido algún conflicto al liarse con otro bottom era un tema que simplemente le entretenía demasiado.
>>Para las chicas soy alguna clase de hetero deportista con el que poder ligar y para los chicos no se, parezco querer tener muchas ganas de empotrar a alguien porque no me lo explico. -Siguió la broma dándole un último besito en la comisura antes de mirarle un tanto complacido y más calmado. -Prefiero ser bottom, pero no sería la primera vez que cambio de posición, si tú lo quieres.
Que iba a hacerle, le llamaba muy poco ser top, pero todo lo que fuera con Nohlem recuperaba un interés nuevo ante sus ojos. Ahora bien, al margen de sus preferencias no era tonto y tener al felino encima era una clara amenaza constante, sabía que no podría resistirse a sus encantos como empezara a moverse.
-Ahora bien ¿Puedes bajarte ya? -Preguntó un tanto apurado. -Me gustaría probar tus lindas tostadas, cielo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
01/11/23, 02:04 pm
No mandar a volar la bandeja del desayuno a su espalda estaba resultando un trabajo difícil. Con las manos de Ethan en su cintura se sentía con energía suficiente para rodar por la cama numerosas veces antes de que le diera vergüenza, deseoso de arrastrar al chico consigo como una croqueta en harina sin otra causa que un exceso de sentimientos positivos. Pero por supuesto se contuvo. En su lugar se lo comió con los ojos, se derritió ante el sonido de su idílica voz al hablar en japonés, con la ilusión de un niño que tras mucho insistir por fin ha sido espectador de un ansiado truco, sonrió con el beso, se recreó en el "sufrimiento" que demostraba en sus provocaciones y ronroneó por un pensamiento que sonaba tanto como sus latidos: "Es mío, es mío."
—Oh, vengaaa... Pero si has dormido más que yo... —se quejó de vuelta.
Iba a proceder en su actuación de gato meloso, en concreto uno que no para quieto en el regazo de su dueño, cuando Ethan tiró de él hacia delante y perdió su centro de gravedad. No era un mal que por bien no viniera, conste: ahora estaba obligado a abrazar a su novio, víctima de un montón de besos sin otra que reírse por el castigo y su indignación.
—¡Pero! ¡Qué le hago! ¿¡Tú te has visto!? —una carcajada más y frotó una mejilla contra su pelo negro, acción que repetiría en distintos ángulos, una suerte de beso esquimal a lo varmano—. Te vistes como un malote, te juntas con Connor, tienes cicatrices —ronroneó—, un montón de tatuajes y piercings... y bueno, eso de la más zorra... —masculló. Claramente su competencia a ese puesto era él.
Continuó riendo, pues no sabía que era más divertido, si Ethan hetero como concepto o lo basto de su lenguaje, risas que no cesaron ni durante ni después del beso. El varmano podía darse por satisfecho con su respuesta, y para nada estaba decepcionado. Quizás en un futuro lloriquease porque su londinense con pintas de (mínimo) switch fuera un bottom redomado, pero ahora mismo casi cualquier cosa que no fuera completamente asexual le parecía bien. Peores habían sido las noticias de que Rick era hetero y Connor gilipollas.
—Oh —sonrió—. ¿Harías eso por mi? ¿Me empotrarías? —le picó hablando con la boca chica, y a punto estuvo de reforzar sus palabras con el cuerpo, haciendo justo eso que Ethan temía, pero Nohlem era una criatura sencilla: un recordatorio y un cumplido a su esmero era todo lo que bastaba para que, obediente, el peso de su trasero cediera—. ¡Ah! ¡Sí!
Y con un último beso Ethan estaba a salvo. Por ahora. Nohlem se apartó de buen grado y se volteó para acercar de nuevo el desayuno, recuperó su sitio al lado de Ethan, volteado en su dirección, y pusó la bandeja en el sitio que había ocupado antes. Quería hacer tantas cosas con él, tantas a la vez, que se sentía abrumado por no saber ponerlas en orden. Por lo pronto cogió el café y le dio un sorbo, observando espectante a que el chico cogiera la tostada que quisiera. Santos, le había echado demasiado azúcar. A ver quien lo aguantaba luego. Al bajar la taza quedó manchado con un bigote de espuma que relamió al momento.
—Hm, oye —dijo al recordar una proposición que no había llegado a verbalizar antes—. Mis padres están de viaje esta semana y no vuelven hasta el jueves. No sé si... Si te quieres quedar hoy en casa podemos echar el día juntos. ¡Hoy y- hm —dio otro sorbo, ocultando una felicidad que por poco era desbordante a riesgos de que dijera que no—, los días que quieras, claro! Si no tienes planes. Y quieres. Eso ya lo he dicho —frunció el ceño y rió por lo bajini.
—Oh, vengaaa... Pero si has dormido más que yo... —se quejó de vuelta.
Iba a proceder en su actuación de gato meloso, en concreto uno que no para quieto en el regazo de su dueño, cuando Ethan tiró de él hacia delante y perdió su centro de gravedad. No era un mal que por bien no viniera, conste: ahora estaba obligado a abrazar a su novio, víctima de un montón de besos sin otra que reírse por el castigo y su indignación.
—¡Pero! ¡Qué le hago! ¿¡Tú te has visto!? —una carcajada más y frotó una mejilla contra su pelo negro, acción que repetiría en distintos ángulos, una suerte de beso esquimal a lo varmano—. Te vistes como un malote, te juntas con Connor, tienes cicatrices —ronroneó—, un montón de tatuajes y piercings... y bueno, eso de la más zorra... —masculló. Claramente su competencia a ese puesto era él.
Continuó riendo, pues no sabía que era más divertido, si Ethan hetero como concepto o lo basto de su lenguaje, risas que no cesaron ni durante ni después del beso. El varmano podía darse por satisfecho con su respuesta, y para nada estaba decepcionado. Quizás en un futuro lloriquease porque su londinense con pintas de (mínimo) switch fuera un bottom redomado, pero ahora mismo casi cualquier cosa que no fuera completamente asexual le parecía bien. Peores habían sido las noticias de que Rick era hetero y Connor gilipollas.
—Oh —sonrió—. ¿Harías eso por mi? ¿Me empotrarías? —le picó hablando con la boca chica, y a punto estuvo de reforzar sus palabras con el cuerpo, haciendo justo eso que Ethan temía, pero Nohlem era una criatura sencilla: un recordatorio y un cumplido a su esmero era todo lo que bastaba para que, obediente, el peso de su trasero cediera—. ¡Ah! ¡Sí!
Y con un último beso Ethan estaba a salvo. Por ahora. Nohlem se apartó de buen grado y se volteó para acercar de nuevo el desayuno, recuperó su sitio al lado de Ethan, volteado en su dirección, y pusó la bandeja en el sitio que había ocupado antes. Quería hacer tantas cosas con él, tantas a la vez, que se sentía abrumado por no saber ponerlas en orden. Por lo pronto cogió el café y le dio un sorbo, observando espectante a que el chico cogiera la tostada que quisiera. Santos, le había echado demasiado azúcar. A ver quien lo aguantaba luego. Al bajar la taza quedó manchado con un bigote de espuma que relamió al momento.
—Hm, oye —dijo al recordar una proposición que no había llegado a verbalizar antes—. Mis padres están de viaje esta semana y no vuelven hasta el jueves. No sé si... Si te quieres quedar hoy en casa podemos echar el día juntos. ¡Hoy y- hm —dio otro sorbo, ocultando una felicidad que por poco era desbordante a riesgos de que dijera que no—, los días que quieras, claro! Si no tienes planes. Y quieres. Eso ya lo he dicho —frunció el ceño y rió por lo bajini.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: De oca en oca y tiro porque Ethan me toca - RV Gakuen (+18)
14/11/23, 05:20 pm
Era tonto como nunca se había planteado tener una mascota, pero el azar del destino no solo le había regalado una, si no que encima venía cargada de amor. Nohlem le recordaba a todos esos videos compartidos por instagram donde salían gatos adorables con una cantidad innecesaria de corazones y mensajes en español que nunca acababa de entender. Un adorable felino al que ahora tenía regalando besitos en forma de caricias restregadas por la cara. Ethan no pudo contener su risa ante el gesto, si su pelo ya tenía que ser una maraña mal puesta, ahora lo tenía que haber dejado aún peor así que, aún adormecido imitó el gesto con bastante más suavidad y menos ahínco.
-Hmmm yaa se, ya se. ¿Te parezco a ti un malote? -Respondió con cierto humor en su tono pero una ceja levantada ante la curiosidad. Quería darle más besos pero todo intento acaba perdido en la maraña de rizos pelirrojos que no dejaban de frotarse contra su persona. -Si tu supieras, conocí a Connor por decirle que no podía aparcar en una zona de profesorado, no veas la mala cara.
Incluso en su mal humor solo tenía buenas palabras para el que era su mejor amigo. Ese cabeza hueca a pesar de sus numerosas tonterías y enormes banderas rojas les trataba bien. Casi siempre. Tampoco tuvo más margen de pensar en todo aquel tema pues Nohlem cortó con un comentario que le hizo atragantarse con el propio aire. Toses mal calculadas ante la repentina proposición que provocó en sus mejillas un fuego ardiente. No se esperaba una frase tan directa y la vergüenza al imaginarse la misma cumplida hizo estremecer su cuerpo y temblar su sonrisa ahora derretida.
-No, eh… a ver se puede hablar pero…
Su arrogancia ganada con la experiencia siendo un buen bottom se veía en contraposición con lo virgen que se veía siendo top. Un regalo tan poco estrenado que aún tenía reparos en usar y más aún en enseñar a nadie. Por suerte su titubeo fue a morir ahogado en un último beso dedicado. Nervios muertos ante el encanto natural del que ahora podía presumir que era su novio. Era increíble como la misma persona capaz de sacar a la luz todos sus tonos rosados también era la misma que lograba calmar todas sus inquietudes.
Le quería mucho por ello, desde antes de la noche tan torpe, desde antes de sentir una emoción que iba más allá de la simple amistad. La seguridad que le había dado con tan solo su compañía, los buenos momentos sin querer flirtear, el quererlo ayudar en sus momentos más bajos, las risas compartidas y el sarcasmo intercambiado. Nohlem siempre había sido un buen amigo y siempre lo sería, el que ahora pudieran intimar era como expandir todos esos momentos tan únicos compartidos. Una alegría indescriptible que se perdía en detalles tan pequeños y cuidados como las tostadas que tenía delante.
-No sabía que cocinabas -Pensó en alto con una sorpresa marcada con orgullo, cuando dio un bocado la sonrisa se le ensanchó y es que más allá del gesto encima estaba rica (Cosa que para nada esperaba siendo sinceros). -¡Me encanta! -Exclamó emocionado ofreciéndole a él otro platillo para que no desayunaste solo.
Estaba todo muy bueno. Los ingredientes de calidad y las múltiples manos en cocina habían dado un buen resultado aunque, Ethan no estaba siendo del todo objetivo. Ya podría haber tenido el pan quemado y la mermelada agria que le habría encantado igual, pues en su enamoramiento inocente la vida ganaba otros matices. Rosas y turquesas del mismo tono que los iris del varmano hacían de filtro para la realidad alterada de un completo enamorado, cuya boca se hacía miel ante cualquier regalo que su pareja quisiera hacerle.
Y a la siguiente vez que Nohlem habló, no le respondió directamente. Sonrío de lado enternecido ante un bigotillo de espuma que volvía a hacer presencia bajo su naricilla. Apartó el plato con cuidado y se volvió a arrimar para dedicarle un beso como afirmación, uno con el que le robó parte de la espuma y con el que se relamió haciendo burla a su antiguo gesto.
-Si te soy sincero, tengo un montón de solicitudes que atender y un exel lleno de precios de bebidas alcohólicas que rellenar para las fiestas de bienvenida… -Dejó el hastío de lado al poner brevemente los ojos en blanco. -¿A quién le importa eso ahora? Por que a mi, definitivamente no.
Una risa moldeaba por la ternura ante la idea de convivir por un poco más de tiempo embriago su rostro y alegró unos ojos achicados de tanta felicidad. Cuando se quiso dar cuenta había apartado el desayuno de mala manera para poderle abrazar agusto, una mini embestida con la que acabar esta vez encima de él. ¿Qué más daba? No había tarea, ni amistad, ni universidad, ni deber, ni problemas que en ese momento pudieran ensombrecer los fuertes latidos que su corazón le dedicaba a Nohlem.
-Quiero quedarme hoy y mañana y todos los días contigo. -Tomó una pausa para llenarle la boca de pequeños picos, besos tan sonoros como su felicidad. -Y si no es en tu casa que sea en la mía, me da igual tonto.
-Solo quiero estar a tu lado para siempre.
-Hmmm yaa se, ya se. ¿Te parezco a ti un malote? -Respondió con cierto humor en su tono pero una ceja levantada ante la curiosidad. Quería darle más besos pero todo intento acaba perdido en la maraña de rizos pelirrojos que no dejaban de frotarse contra su persona. -Si tu supieras, conocí a Connor por decirle que no podía aparcar en una zona de profesorado, no veas la mala cara.
Incluso en su mal humor solo tenía buenas palabras para el que era su mejor amigo. Ese cabeza hueca a pesar de sus numerosas tonterías y enormes banderas rojas les trataba bien. Casi siempre. Tampoco tuvo más margen de pensar en todo aquel tema pues Nohlem cortó con un comentario que le hizo atragantarse con el propio aire. Toses mal calculadas ante la repentina proposición que provocó en sus mejillas un fuego ardiente. No se esperaba una frase tan directa y la vergüenza al imaginarse la misma cumplida hizo estremecer su cuerpo y temblar su sonrisa ahora derretida.
-No, eh… a ver se puede hablar pero…
Su arrogancia ganada con la experiencia siendo un buen bottom se veía en contraposición con lo virgen que se veía siendo top. Un regalo tan poco estrenado que aún tenía reparos en usar y más aún en enseñar a nadie. Por suerte su titubeo fue a morir ahogado en un último beso dedicado. Nervios muertos ante el encanto natural del que ahora podía presumir que era su novio. Era increíble como la misma persona capaz de sacar a la luz todos sus tonos rosados también era la misma que lograba calmar todas sus inquietudes.
Le quería mucho por ello, desde antes de la noche tan torpe, desde antes de sentir una emoción que iba más allá de la simple amistad. La seguridad que le había dado con tan solo su compañía, los buenos momentos sin querer flirtear, el quererlo ayudar en sus momentos más bajos, las risas compartidas y el sarcasmo intercambiado. Nohlem siempre había sido un buen amigo y siempre lo sería, el que ahora pudieran intimar era como expandir todos esos momentos tan únicos compartidos. Una alegría indescriptible que se perdía en detalles tan pequeños y cuidados como las tostadas que tenía delante.
-No sabía que cocinabas -Pensó en alto con una sorpresa marcada con orgullo, cuando dio un bocado la sonrisa se le ensanchó y es que más allá del gesto encima estaba rica (Cosa que para nada esperaba siendo sinceros). -¡Me encanta! -Exclamó emocionado ofreciéndole a él otro platillo para que no desayunaste solo.
Estaba todo muy bueno. Los ingredientes de calidad y las múltiples manos en cocina habían dado un buen resultado aunque, Ethan no estaba siendo del todo objetivo. Ya podría haber tenido el pan quemado y la mermelada agria que le habría encantado igual, pues en su enamoramiento inocente la vida ganaba otros matices. Rosas y turquesas del mismo tono que los iris del varmano hacían de filtro para la realidad alterada de un completo enamorado, cuya boca se hacía miel ante cualquier regalo que su pareja quisiera hacerle.
Y a la siguiente vez que Nohlem habló, no le respondió directamente. Sonrío de lado enternecido ante un bigotillo de espuma que volvía a hacer presencia bajo su naricilla. Apartó el plato con cuidado y se volvió a arrimar para dedicarle un beso como afirmación, uno con el que le robó parte de la espuma y con el que se relamió haciendo burla a su antiguo gesto.
-Si te soy sincero, tengo un montón de solicitudes que atender y un exel lleno de precios de bebidas alcohólicas que rellenar para las fiestas de bienvenida… -Dejó el hastío de lado al poner brevemente los ojos en blanco. -¿A quién le importa eso ahora? Por que a mi, definitivamente no.
Una risa moldeaba por la ternura ante la idea de convivir por un poco más de tiempo embriago su rostro y alegró unos ojos achicados de tanta felicidad. Cuando se quiso dar cuenta había apartado el desayuno de mala manera para poderle abrazar agusto, una mini embestida con la que acabar esta vez encima de él. ¿Qué más daba? No había tarea, ni amistad, ni universidad, ni deber, ni problemas que en ese momento pudieran ensombrecer los fuertes latidos que su corazón le dedicaba a Nohlem.
-Quiero quedarme hoy y mañana y todos los días contigo. -Tomó una pausa para llenarle la boca de pequeños picos, besos tan sonoros como su felicidad. -Y si no es en tu casa que sea en la mía, me da igual tonto.
-Solo quiero estar a tu lado para siempre.
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