- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Maneki Neko - RV Gakuen
20/04/23, 12:52 pm
Era el último viernes del mes. Estaba amaneciendo y los primeros rayos del alba empezaban a filtrarse a través de las rendijas de la ventana. Tímidos pero decididos a indicar la llegada de un nuevo día.
Ethan no tardó mucho en incorporarse. Apago la alarma antes de que llegara a sonar y aún perezoso, fue a abrir las persianas. El fogonazo de luz repentino baño toda la habitación, lo que le hizo entrecerrar los ojos con cierta molestia. El buen tiempo no acompañaba su estado de ánimo, que lejos de estar alegre se notaba cansado.
Al poco ya estaba bajando a desayunar. Con una coleta maltrecha y unas ojeras que solo indicaba lo poco que había descansado se sentó en una de las mesas más alejadas. Aunque el joven nunca había sido un icono de la moda, hoy se notaba cierto esfuerzo en pasar desapercibido. Vestido con un chándal gris dos tallas mayor y una gorra del mismo tono que le ocultaba parte del rostro, ni siquiera sus zapatillas de normal coloridas acompañaban, siendo hoy de un impoluto y simple blanco. Era un conjunto idóneo para correr o para atracar a alguien, todo dependiendo del contexto.
Y aun así no podía evitar sentirse rodeado de miradas indiscretas. Los veteranos de la residencia ya conocían ese tipo de ritual, mientras que a los novatos se les avisaba de improvisto para que no molestaran.
Todos respetaban su espacio de tranquilidad, pero era inevitable que surgieran rumores ante semejante aura de misterio. Ethan aún conociendo de su existencia, simplemente optaba por ignorarlos. No quería saber nada acerca de ellos.
Recogió las cosas, se cargó la mochila al hombro y sin dirigirse a nadie se encaminó hacia la salida. Móvil en mano volvió a consultar el tiempo de la última semana. Unos días atrás había llovido. No en el campus, si no en el lugar al que se dirigía y eso significaba, que si de por si iba a ser una jornada larga, ahora resultaría extenuante.
Y mientras el joven se perdía entre sinuosas calles, el campus empezaba a llenarse de vida. Alumnos que iban y venían entre los jardines, facultades que abrían sus puertas y timbres que anunciaban el inicio de las primeras clases.
Era viernes y eso se notaba en el ánimo colectivo de quienes deseaban disfrutar del fin de semana.
Solo un par de horas después con las aulas abarrotadas y los profesores dando unas clases letárgicas, un silencioso móvil se encendía con la entrada de una curiosa llamada. Era, cuanto menos, infrecuente. Nohlem conocía el intento de respeto que el Londinense tenía por las clases. Si de por sí era extraño que llamase fuera de una quedada, más lo era que lo hiciera en horas lectivas.
Se sumó a la situación cuando aceptó la llamada y la primera respuesta que obtuvo fue un lastimoso balbuceo incomprensible. El intento resultó breve, acompañado de un silencio que solo se veía interrumpido por lo que parecía sonar como un ligero lloro. Le costó un segundo más el empezar a formular un inicio de conversación.
-Perdón yo… -Tras haberse calmado lo suficiente, otro silencio repentino volvió a golpear la llamada. Tratando con un éxito dudoso de contener la amalgama de emociones que recorría su garganta. Ethan apenas hablaba en un susurro, con una voz continuamente rota ante una situación que parecía superarlo-. No quiero molestar es solo… solo qué… Mierda, perdón.
No llegó a acabar. Se vio abruptamente interrumpido cuando perdió por completo la batalla y un llanto esta vez más notorio se hizo eco en la llamada. Siquiera había logrado terminar una sola frase, y la frustración que sentía le dio el último empujón que necesitaba para lograr finalizar una entre suspiros entrecortados. Que lejos de dirigirse al felino, lanzó al aire como una queja lamentable.
-Joder… ¿Dónde se silencia esta mierda?
Ethan no tardó mucho en incorporarse. Apago la alarma antes de que llegara a sonar y aún perezoso, fue a abrir las persianas. El fogonazo de luz repentino baño toda la habitación, lo que le hizo entrecerrar los ojos con cierta molestia. El buen tiempo no acompañaba su estado de ánimo, que lejos de estar alegre se notaba cansado.
Al poco ya estaba bajando a desayunar. Con una coleta maltrecha y unas ojeras que solo indicaba lo poco que había descansado se sentó en una de las mesas más alejadas. Aunque el joven nunca había sido un icono de la moda, hoy se notaba cierto esfuerzo en pasar desapercibido. Vestido con un chándal gris dos tallas mayor y una gorra del mismo tono que le ocultaba parte del rostro, ni siquiera sus zapatillas de normal coloridas acompañaban, siendo hoy de un impoluto y simple blanco. Era un conjunto idóneo para correr o para atracar a alguien, todo dependiendo del contexto.
Y aun así no podía evitar sentirse rodeado de miradas indiscretas. Los veteranos de la residencia ya conocían ese tipo de ritual, mientras que a los novatos se les avisaba de improvisto para que no molestaran.
Todos respetaban su espacio de tranquilidad, pero era inevitable que surgieran rumores ante semejante aura de misterio. Ethan aún conociendo de su existencia, simplemente optaba por ignorarlos. No quería saber nada acerca de ellos.
Recogió las cosas, se cargó la mochila al hombro y sin dirigirse a nadie se encaminó hacia la salida. Móvil en mano volvió a consultar el tiempo de la última semana. Unos días atrás había llovido. No en el campus, si no en el lugar al que se dirigía y eso significaba, que si de por si iba a ser una jornada larga, ahora resultaría extenuante.
Y mientras el joven se perdía entre sinuosas calles, el campus empezaba a llenarse de vida. Alumnos que iban y venían entre los jardines, facultades que abrían sus puertas y timbres que anunciaban el inicio de las primeras clases.
Era viernes y eso se notaba en el ánimo colectivo de quienes deseaban disfrutar del fin de semana.
Solo un par de horas después con las aulas abarrotadas y los profesores dando unas clases letárgicas, un silencioso móvil se encendía con la entrada de una curiosa llamada. Era, cuanto menos, infrecuente. Nohlem conocía el intento de respeto que el Londinense tenía por las clases. Si de por sí era extraño que llamase fuera de una quedada, más lo era que lo hiciera en horas lectivas.
Se sumó a la situación cuando aceptó la llamada y la primera respuesta que obtuvo fue un lastimoso balbuceo incomprensible. El intento resultó breve, acompañado de un silencio que solo se veía interrumpido por lo que parecía sonar como un ligero lloro. Le costó un segundo más el empezar a formular un inicio de conversación.
-Perdón yo… -Tras haberse calmado lo suficiente, otro silencio repentino volvió a golpear la llamada. Tratando con un éxito dudoso de contener la amalgama de emociones que recorría su garganta. Ethan apenas hablaba en un susurro, con una voz continuamente rota ante una situación que parecía superarlo-. No quiero molestar es solo… solo qué… Mierda, perdón.
No llegó a acabar. Se vio abruptamente interrumpido cuando perdió por completo la batalla y un llanto esta vez más notorio se hizo eco en la llamada. Siquiera había logrado terminar una sola frase, y la frustración que sentía le dio el último empujón que necesitaba para lograr finalizar una entre suspiros entrecortados. Que lejos de dirigirse al felino, lanzó al aire como una queja lamentable.
-Joder… ¿Dónde se silencia esta mierda?
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
20/04/23, 09:48 pm
Era viernes y un verdadero milagro que hubiera decidido ir a clases. Los viernes eran su puente al fin de semana cuando no lo eran también los jueves, pero hoy se había levantado con ganas de aparentar no ser un desastre. De momento le salvaba tener el ipad abierto con un 70% de pantalla ocupada por un reddit de memes de mierda y el café ya frío que le mantenía despierto, pero se estaba arrepintiendo de cada minuto que pasaba oyendo la soporífera voz del profesor de economía política, una asignatura tan horrible como su nombre. Ni siquiera sus amigos parecían tener la energía que precede al fin de semana y uno hasta estaba cabezeando a su lado. Había empezado a dibujar un tres en raya en la mesa para espabilarlo cuando la vibración de su reloj le avisó de que le estaban llamando. Giró la muñeca con desinterés, creyendo que el número aleatorio de publicidad telefónica iba a ser lo más apasionante que sucediera durante esa clase, hasta que vio escrito en la pantalla el nombre de Ethan. Eso si que eran maneras de espabilarle.
Aún sin saber a que se debía no fue una sorpresa positiva. Ethan nunca le llamaría en horario de clases, ni siquiera cuando las posibilidades de que se las estuviera saltando eran altas. Nohlem, visiblemente desconcertado, removió las cosas que tenía delante hasta dar con su móvil bajo la sudadera de su colega y contestó en voz baja.
—¿Eth- —no fue capaz ni de terminar su nombre. El sollozo que le llegó le hizo tensarse, tanto así que el chico a su lado se le quedó mirando con cada vez más curiosidad—. ¿Ethan? Ethan, ¿qué pasa?
Por mucho que estuviese conteniendo la voz, el sopor generalizado era tal que cualquier cosa ajena al ASMR que se estaba marcando el profesor dirigía miradas vagas en su dirección, y más si sonaba apurado. Entonces lo oyó, la confirmación de que el sollozo de antes no había sido obra de su imaginación: un llanto. Ethan estaba llorando. Tras dos segundos de mutis total Nohlem cerró la tablet y empezó a recoger, levantando, ahora del todo, la atención de aquellos que trataban de no dormirse a su alrededor. Uno de sus amigos le miraba con el ceño fruncido y el labio levantado.
—No no, no molestas —seguía hablando en susurros que cada vez se le iban más. No tenía manos para tanta mierda así que pilló el teléfono entre su oreja y su hombro, se enrredó la mochila a un brazo, echó el ipad dentro de la misma a toda prisa y cogió el café—. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás? —se fue abriendo paso entre los asientos con pequeñas disculpas que el chico podría oír, y hasta el profesor perdió el hilo durante un instante—. ¿Qué ha pasado?
Abrió la puerta y la cerró detrás suya, alejándose a paso rápido del aula por prudencia a que le oyeran.
—¿Estás bien? No te silencies por favor. Dime dónde estás.
Aún sin saber a que se debía no fue una sorpresa positiva. Ethan nunca le llamaría en horario de clases, ni siquiera cuando las posibilidades de que se las estuviera saltando eran altas. Nohlem, visiblemente desconcertado, removió las cosas que tenía delante hasta dar con su móvil bajo la sudadera de su colega y contestó en voz baja.
—¿Eth- —no fue capaz ni de terminar su nombre. El sollozo que le llegó le hizo tensarse, tanto así que el chico a su lado se le quedó mirando con cada vez más curiosidad—. ¿Ethan? Ethan, ¿qué pasa?
Por mucho que estuviese conteniendo la voz, el sopor generalizado era tal que cualquier cosa ajena al ASMR que se estaba marcando el profesor dirigía miradas vagas en su dirección, y más si sonaba apurado. Entonces lo oyó, la confirmación de que el sollozo de antes no había sido obra de su imaginación: un llanto. Ethan estaba llorando. Tras dos segundos de mutis total Nohlem cerró la tablet y empezó a recoger, levantando, ahora del todo, la atención de aquellos que trataban de no dormirse a su alrededor. Uno de sus amigos le miraba con el ceño fruncido y el labio levantado.
—No no, no molestas —seguía hablando en susurros que cada vez se le iban más. No tenía manos para tanta mierda así que pilló el teléfono entre su oreja y su hombro, se enrredó la mochila a un brazo, echó el ipad dentro de la misma a toda prisa y cogió el café—. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás? —se fue abriendo paso entre los asientos con pequeñas disculpas que el chico podría oír, y hasta el profesor perdió el hilo durante un instante—. ¿Qué ha pasado?
Abrió la puerta y la cerró detrás suya, alejándose a paso rápido del aula por prudencia a que le oyeran.
—¿Estás bien? No te silencies por favor. Dime dónde estás.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
21/04/23, 12:32 am
Ethan dejó de observar la borrosa pantalla para volverse a llevar el móvil a la oreja, obediente. No quería silenciarse por culpable que pudiera sentirse. En parte porque sólo conseguiría alarmar más a su amigo, y en parte, porque escuchar su voz le reconfortaba.
El arrepentimiento de sacar a Nohlem de su clase se veía disipado cuando lo que recibía en respuesta era un tono de voz preocupado. ¿Era muy egoísta sentirse querido así?
No dudaba que lo fuera, lo había llamado en un acto desesperado. Cerca de media hora llevaba tratando de organizar el cementerio de papeles que tenía a su alrededor. Media hora cargado de frustración y pena mientras observaba como todas sus criaturas se quedaban inutilizadas. No era la primera vez que la lluvia acababa con la decoración a la que tanto mimo había dedicado, pero si era la primera en la que parecía que nada era salvable.
Ante él, se alzaba una tumba mojada. Impregnada de restos de colores fusionados entre sí y desperdigados por el suelo. Trozos, figuras arrugadas y otras tantas que se convertían en amalgamas irreconocibles. Era una imagen devastadora. 536 figuritas, siempre llevaba la cuenta. 536 figuritas de origami que en su día formaban un precioso santuario y ahora dejaban el lugar con una apariencia horrible.
Y él solo podía llorar. Aún teniendo los nuevos folios preparados para crear otras obras. Tenía que recoger tanto, tirar tantos recuerdos y crear unos sustitutos tan rápido... Que la frustración del momento le llevó a hundirse más en el sitio.
Esperaba aguantar el dolor como siempre hacía. Quedarse el suficiente rato tirado como para que se le secaran los ojos, pero en vez de eso una imagen fugaz recorrió su mente. Desbloqueo el móvil casi al momento, solo para observar el fondo tan absurdo que tenía. Apenas cambian los 5 en la pantalla, apelotonados para que en la selfie entrarán todos. Colmillo dedicaba un corte de mangas a la cámara, mientras Nohlem colaba un achante por debajo de la cintura y Connor luchaba por salir en la foto a base de empujar a los que tenia más cercanos. Solo Rick posaba con cierta tranquilidad acompañando a un Ethan que si no fuera por estar presumiendo de piercing también entraba dentro de la normalidad.
Fue un momento de bajón donde siquiera se replanteó sus acciones, la foto le había arrebatado una suave sonrisa que solo quería recuperar. Deseaba tener a alguno de sus amigos cerca, para recordarle que no estaba solo. Y por eso llamó, a escasos milímetros se quedó de que el desafortunado hubiera sido Connor. Pero no.
La voz que le rogaba pasarle ubicación era Nohlem y entre sollozos trato de calmarse, para poder decir algo que no fueran monosílabos insulsos. Era extraño porque entre todo ese malestar, tener al gato presente en su mente volvía un poquito soportable la espera. -Ah perdón -. Por dios, tenía que dejar de disculparse. A punto estuvo, de pedir perdón por el perdón. Se sentía estúpido-. Es es... Es una tontería de verdad, es solo que... -Hizo mal en levantar la mirada, pues notó cómo el mundo volvía a caérsele encima. La voz no tardo en quebrársele reflejando de nuevo la inseguridad del inicio -. Me siento un poco solo.
Ya está, lo había dicho. En un acto de sinceridad tan doloroso que le costó seguir sosteniendo el teléfono para no hundir el rostro entre sus manos. En vez de eso lo separó un poco, frotando la manga repetidamente contra el cristal para tratar de limpiarlo. Tenía el altavoz puesto desde el inicio, así que podía seguir escuchando a Nohlem. Su único problema era la cantidad insana de gotas que luchaban por inutilizar el cristal.
-La... La ubicación -. Se repitió así mismo mientras trataba de darle a los botones. Entre el pulso tembloroso, los ojos llorosos y un dispositivo medio mojado que sólo reaccionaba a veces, le estaba costando horrores salir siquiera de la llamada. -Estoy tratando de.
Colgó. Fue por error, pero el agobio del momento le llevó a centrarse en la conversación de whatsapp. Tras varios intentos fallidos tratando de escribir unas disculpas que acabaron convertidas en: insjjy logró abrir el menú de opciones y mandar la ubicación a tiempo real. Con esa pequeña victoria se permitió tomar unos segundos para recomponerse, hundiendo parte del rostro en las mangas de su chaqueta. Frotó con fuerza, tratando de llevarse el lagrimeo con ella aun a sabiendas que cada vez que la apartaba su rostro volvía a convertirse en una catarata de lagrimas.
Al menos Nohlem ya tenía un destino. Aunque no era precisamente uno agradable.
El arrepentimiento de sacar a Nohlem de su clase se veía disipado cuando lo que recibía en respuesta era un tono de voz preocupado. ¿Era muy egoísta sentirse querido así?
No dudaba que lo fuera, lo había llamado en un acto desesperado. Cerca de media hora llevaba tratando de organizar el cementerio de papeles que tenía a su alrededor. Media hora cargado de frustración y pena mientras observaba como todas sus criaturas se quedaban inutilizadas. No era la primera vez que la lluvia acababa con la decoración a la que tanto mimo había dedicado, pero si era la primera en la que parecía que nada era salvable.
Ante él, se alzaba una tumba mojada. Impregnada de restos de colores fusionados entre sí y desperdigados por el suelo. Trozos, figuras arrugadas y otras tantas que se convertían en amalgamas irreconocibles. Era una imagen devastadora. 536 figuritas, siempre llevaba la cuenta. 536 figuritas de origami que en su día formaban un precioso santuario y ahora dejaban el lugar con una apariencia horrible.
Y él solo podía llorar. Aún teniendo los nuevos folios preparados para crear otras obras. Tenía que recoger tanto, tirar tantos recuerdos y crear unos sustitutos tan rápido... Que la frustración del momento le llevó a hundirse más en el sitio.
Esperaba aguantar el dolor como siempre hacía. Quedarse el suficiente rato tirado como para que se le secaran los ojos, pero en vez de eso una imagen fugaz recorrió su mente. Desbloqueo el móvil casi al momento, solo para observar el fondo tan absurdo que tenía. Apenas cambian los 5 en la pantalla, apelotonados para que en la selfie entrarán todos. Colmillo dedicaba un corte de mangas a la cámara, mientras Nohlem colaba un achante por debajo de la cintura y Connor luchaba por salir en la foto a base de empujar a los que tenia más cercanos. Solo Rick posaba con cierta tranquilidad acompañando a un Ethan que si no fuera por estar presumiendo de piercing también entraba dentro de la normalidad.
Fue un momento de bajón donde siquiera se replanteó sus acciones, la foto le había arrebatado una suave sonrisa que solo quería recuperar. Deseaba tener a alguno de sus amigos cerca, para recordarle que no estaba solo. Y por eso llamó, a escasos milímetros se quedó de que el desafortunado hubiera sido Connor. Pero no.
La voz que le rogaba pasarle ubicación era Nohlem y entre sollozos trato de calmarse, para poder decir algo que no fueran monosílabos insulsos. Era extraño porque entre todo ese malestar, tener al gato presente en su mente volvía un poquito soportable la espera. -Ah perdón -. Por dios, tenía que dejar de disculparse. A punto estuvo, de pedir perdón por el perdón. Se sentía estúpido-. Es es... Es una tontería de verdad, es solo que... -Hizo mal en levantar la mirada, pues notó cómo el mundo volvía a caérsele encima. La voz no tardo en quebrársele reflejando de nuevo la inseguridad del inicio -. Me siento un poco solo.
Ya está, lo había dicho. En un acto de sinceridad tan doloroso que le costó seguir sosteniendo el teléfono para no hundir el rostro entre sus manos. En vez de eso lo separó un poco, frotando la manga repetidamente contra el cristal para tratar de limpiarlo. Tenía el altavoz puesto desde el inicio, así que podía seguir escuchando a Nohlem. Su único problema era la cantidad insana de gotas que luchaban por inutilizar el cristal.
-La... La ubicación -. Se repitió así mismo mientras trataba de darle a los botones. Entre el pulso tembloroso, los ojos llorosos y un dispositivo medio mojado que sólo reaccionaba a veces, le estaba costando horrores salir siquiera de la llamada. -Estoy tratando de.
Colgó. Fue por error, pero el agobio del momento le llevó a centrarse en la conversación de whatsapp. Tras varios intentos fallidos tratando de escribir unas disculpas que acabaron convertidas en: insjjy logró abrir el menú de opciones y mandar la ubicación a tiempo real. Con esa pequeña victoria se permitió tomar unos segundos para recomponerse, hundiendo parte del rostro en las mangas de su chaqueta. Frotó con fuerza, tratando de llevarse el lagrimeo con ella aun a sabiendas que cada vez que la apartaba su rostro volvía a convertirse en una catarata de lagrimas.
Al menos Nohlem ya tenía un destino. Aunque no era precisamente uno agradable.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
21/04/23, 02:23 am
El nudo en su garganta se cerraba a cada exhalación e hipo que escuchaba. Había comenzado a andar sin rumbo de los nervios que llevaba encima, volviendo sobre sus pasos antes de avanzar otros tres como un tigre enjaulado. Nohlem no podía evitar ponerse en los peores escenarios puesto que no había oído jamás a su amigo llorar de esa manera. En su cabeza ya danzaban los números de emergencia por mucho que supiera que no tenía sentido que se tratase de un accidente, después de todo Ethan no sería tan tonto como para llamarle a él y no a una ambulancia, ¿no? Joder, ¿y si le habían secuestrado? No le metió prisa en responder, pero por todos los árboles dorados, que lo hiciera pronto.
Se apoyó en la repisa de una ventana para intentar calmarse, donde también dejó el vaso de café. Se llevó una mano al pelo y lo apartó hacia atrás con un pequeño tirón frustrado, incapaz de responderle que no hacía falta que pidiera perdón. Irónicamente saber que Ethan no había sido metido en una furgoneta blanca camino a Pakistán no le alivió lo más mínimo, ya que el motivo lejos de ser una tontería le hizo pensar en otras cosas. ¿Estaba acaso pensando en…?
—No… No pasa nada, ¿vale? —intentaba guardar la calma pero en su timbre de voz se notaba lo muy de los nervios que estaba. Se mordió el labio para reprimir un suspiro, o al menos hacerlo más suave y que no lo oyese. Respiraba de forma manual—. Voy para allá, ¿vale? Donde sea que estés.
“No hagas ninguna tontería, no hagas ninguna tontería…” No tenía motivos para hacerlo, ¿no? No, claro que no. ¿Verdad?
Echó la espalda atrás hasta chocar con el cristal frío.
—Mándamela. O dime donde estás y voy en… ¿Ethan? —el sutil ruido del micrófono abierto había desaparecido. Se apartó el teléfono de la oreja para comprobar que, tal como sospechaba, la llamada había finalizado. Le subieron todos los males al cuerpo. Su pulso era un desastre pero la fría calma de la adrenalina le ayudaba a manejarlo; ya estaba dándole al registro para devolverle la llamada cuando le llegó un mensaje que no supo interpretar (¿eran siglas o un error? ¿Se le había caído el móvil?) y antes de que pudiera teclearle nada, apareció la ubicación. La abrió y retomó camino pasillo abajo, esta vez con objetivo, abandonando su triste café frío en el marco de la ventana.
“Voy. No te muevas de ahi vale?
No tardo
Qwres qe te lleve algo??
*que
*qieores
**qeries”
A la mierda. Le daba igual que dijera que no, ya le llevaría algo igualmente. Si Nohlem hubiera hecho zoom en la explanada donde estaba marcado el puntito que era Ethan habría visto algo más que el símbolo de un pino con lo que parecía otro talado al lado. “Un parque”, pensó. Se centró demasiado en no reconocer ningún puente o río cerca.
Bajó las escaleras saltándose algún escalón para ir más rápido sin soltarse de la barandilla, fuera a matarse en el proceso y empeorar las cosas (demasiadas escaleras había comido ya), dirección al parking del campus. Después de maldecir a media línea familiar y los antepasados del que diseñó su mochila -aunque el culpable del desorden dentro fuera él y solo él- consiguió las llaves de su siempre humilde deportivo descapotable rojo y se metió dentro.
El camino fue: una cosa.
Estaba tan preocupado en llegar pronto que no puso ni música, ni se molestó porque el techo se abriese solo y luego no se cerrase del todo a la primera. Se le seguía olvidando llevarlo al puñetero taller. Se quedó a solas con el ruido del viento colándose por el techo y sus ideas.
Estaba pecando de agorero y de malfario, pero por mucho que para contrarrestar sus peores pensamientos se repitiera que Ethan no haría ninguna estupidez, lo cierto es que… sentía que no le conocía lo suficiente para juzgar. Es decir, sí, eran amigos y a parte a él le gustaba más allá de eso, posiblemente con su grupito de 5 idiotas es con quienes más abierto era, pero…
Nohlem sabía que había tenido un accidente de coche, sí, no era el único con esa información. Sabía que se llevaba mal con sus padres -y joder si tenía motivos-, comprensible y compartido el sentimiento. Hace menos, muchísimo menos, se había atrevido a preguntarle sobre su hermano, el mismo del que siempre hablaba en pasado, y solo entonces y como un tonto se había enterado de que murió en ese mismo accidente. Por supuesto el tema había acabado ahí. Joder, a lo mejor Ethan era mucho más miserable de lo que pensaba. Aquello no le tranquilizaba.
Tenía toda la prisa del mundo pero la parada fue casi un impulso por su propia salud mental. Si había dicho que le llevaría algo, cumpliría. Como el destino estaba algo apartado del centro de la ciudad pisó bien al acelerador por las calles más vacías y compensó llegando antes de lo que el móvil estimaba. No pensó en lo irónico que sería matarse en un accidente de tráfico por exceso de velocidad yendo a por quien iba.
El sitio estaba bordeado por murallas de piedra y árboles, y no fue hasta que aparcó que no se fijó en lo que había delante suya. No era un parque, no: era un cementerio. El “pino talado” que había visto en el mapa era una tumba. Se sintió idiota portando una caja de mochis finos consigo, así que volvió a abrir el coche y los lanzó sobre el asiento. “Luego”. Con un resoplido que indicaba lo poco que le agradaba meterse en un sitio así abrió whatsapp para indicarle que estaba ya allí, hizo zoom a la ubicación (“cementerio, ya gracias, no jodas”) y sorteó un camino de tumbas de diversas formas y tamaños hasta ver a Ethan de espaldas, delante de una muy normalita. Resopló con cierto alivio, sensación que se fugó tan pronto cayó en que muy posiblemente le tocaría gestionar algo demasiado difícil para él.
—Ey. Hola mamá pato… —le llamó con su mejor sonrisa -que era bastante patética dado el momento- y se acercó por un lado. La tumba estaba llena de papeles de colorines. Se inclinó lo justo para ponerle una mano en el hombro antes de arrodillarse junto a él.
Se apoyó en la repisa de una ventana para intentar calmarse, donde también dejó el vaso de café. Se llevó una mano al pelo y lo apartó hacia atrás con un pequeño tirón frustrado, incapaz de responderle que no hacía falta que pidiera perdón. Irónicamente saber que Ethan no había sido metido en una furgoneta blanca camino a Pakistán no le alivió lo más mínimo, ya que el motivo lejos de ser una tontería le hizo pensar en otras cosas. ¿Estaba acaso pensando en…?
—No… No pasa nada, ¿vale? —intentaba guardar la calma pero en su timbre de voz se notaba lo muy de los nervios que estaba. Se mordió el labio para reprimir un suspiro, o al menos hacerlo más suave y que no lo oyese. Respiraba de forma manual—. Voy para allá, ¿vale? Donde sea que estés.
“No hagas ninguna tontería, no hagas ninguna tontería…” No tenía motivos para hacerlo, ¿no? No, claro que no. ¿Verdad?
Echó la espalda atrás hasta chocar con el cristal frío.
—Mándamela. O dime donde estás y voy en… ¿Ethan? —el sutil ruido del micrófono abierto había desaparecido. Se apartó el teléfono de la oreja para comprobar que, tal como sospechaba, la llamada había finalizado. Le subieron todos los males al cuerpo. Su pulso era un desastre pero la fría calma de la adrenalina le ayudaba a manejarlo; ya estaba dándole al registro para devolverle la llamada cuando le llegó un mensaje que no supo interpretar (¿eran siglas o un error? ¿Se le había caído el móvil?) y antes de que pudiera teclearle nada, apareció la ubicación. La abrió y retomó camino pasillo abajo, esta vez con objetivo, abandonando su triste café frío en el marco de la ventana.
“Voy. No te muevas de ahi vale?
No tardo
Qwres qe te lleve algo??
*que
*qieores
**qeries”
A la mierda. Le daba igual que dijera que no, ya le llevaría algo igualmente. Si Nohlem hubiera hecho zoom en la explanada donde estaba marcado el puntito que era Ethan habría visto algo más que el símbolo de un pino con lo que parecía otro talado al lado. “Un parque”, pensó. Se centró demasiado en no reconocer ningún puente o río cerca.
Bajó las escaleras saltándose algún escalón para ir más rápido sin soltarse de la barandilla, fuera a matarse en el proceso y empeorar las cosas (demasiadas escaleras había comido ya), dirección al parking del campus. Después de maldecir a media línea familiar y los antepasados del que diseñó su mochila -aunque el culpable del desorden dentro fuera él y solo él- consiguió las llaves de su siempre humilde deportivo descapotable rojo y se metió dentro.
El camino fue: una cosa.
Estaba tan preocupado en llegar pronto que no puso ni música, ni se molestó porque el techo se abriese solo y luego no se cerrase del todo a la primera. Se le seguía olvidando llevarlo al puñetero taller. Se quedó a solas con el ruido del viento colándose por el techo y sus ideas.
Estaba pecando de agorero y de malfario, pero por mucho que para contrarrestar sus peores pensamientos se repitiera que Ethan no haría ninguna estupidez, lo cierto es que… sentía que no le conocía lo suficiente para juzgar. Es decir, sí, eran amigos y a parte a él le gustaba más allá de eso, posiblemente con su grupito de 5 idiotas es con quienes más abierto era, pero…
Nohlem sabía que había tenido un accidente de coche, sí, no era el único con esa información. Sabía que se llevaba mal con sus padres -y joder si tenía motivos-, comprensible y compartido el sentimiento. Hace menos, muchísimo menos, se había atrevido a preguntarle sobre su hermano, el mismo del que siempre hablaba en pasado, y solo entonces y como un tonto se había enterado de que murió en ese mismo accidente. Por supuesto el tema había acabado ahí. Joder, a lo mejor Ethan era mucho más miserable de lo que pensaba. Aquello no le tranquilizaba.
Tenía toda la prisa del mundo pero la parada fue casi un impulso por su propia salud mental. Si había dicho que le llevaría algo, cumpliría. Como el destino estaba algo apartado del centro de la ciudad pisó bien al acelerador por las calles más vacías y compensó llegando antes de lo que el móvil estimaba. No pensó en lo irónico que sería matarse en un accidente de tráfico por exceso de velocidad yendo a por quien iba.
El sitio estaba bordeado por murallas de piedra y árboles, y no fue hasta que aparcó que no se fijó en lo que había delante suya. No era un parque, no: era un cementerio. El “pino talado” que había visto en el mapa era una tumba. Se sintió idiota portando una caja de mochis finos consigo, así que volvió a abrir el coche y los lanzó sobre el asiento. “Luego”. Con un resoplido que indicaba lo poco que le agradaba meterse en un sitio así abrió whatsapp para indicarle que estaba ya allí, hizo zoom a la ubicación (“cementerio, ya gracias, no jodas”) y sorteó un camino de tumbas de diversas formas y tamaños hasta ver a Ethan de espaldas, delante de una muy normalita. Resopló con cierto alivio, sensación que se fugó tan pronto cayó en que muy posiblemente le tocaría gestionar algo demasiado difícil para él.
—Ey. Hola mamá pato… —le llamó con su mejor sonrisa -que era bastante patética dado el momento- y se acercó por un lado. La tumba estaba llena de papeles de colorines. Se inclinó lo justo para ponerle una mano en el hombro antes de arrodillarse junto a él.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
21/04/23, 11:18 am
Una vez que la llamada terminó, el embotellamiento de cabeza le impidió razonar cuánto tiempo estaba tardando en retomar el móvil. Estaba cansado de tener las rodillas entumecidas, así que optó por acabar sentado en el suelo. Con ambas piernas pegadas al pecho para poder desentenderse de la situación. La capucha aguardaba sobre la gorra, lo que le protegía del sol mientras seguía ocultando el rostro entre ambos brazos.
Cuando los primeros mensajes llegaron, sutiles pitidos lejanos le advirtieron de que estaba recibiendo respuestas. Sabía que lo correcto era tomar el móvil, pero la postura era tan agradable que le aterraba romperla y encontrarse de nuevo de bruces ante la realidad. Así que los dejó ahí y se permitió descansar un rato.
Por suerte estaba empezando a calmarse de forma lenta y arrítmica. Tratando de recuperar una respiración profunda mientras el caudal de lágrimas se iba poco a poco achicando. No es que fuera capaz de remitir, pero la mera idea de tener a Nohlem cerca había aplacado muchas de sus inquietudes. Las suficientes, para que empezará a poder pensar de una manera más racional.
El paso del tiempo se volvió apenas una metáfora cuando noto una leve presión sobre su hombro. Por un momento, la idea de que otro visitante hubiera decidido acercarse le alarmó, pero al apartar el rostro de su escondite se encontró una mirada que conocía de sobra. Sus mejillas se encendieron levemente por la sorpresa tan grata, aunque con un rostro ya de por sí enrojecido era difícil notar la diferencia. Desconocía cuánto había tardado en llegar. En su cabeza acababa de dejar el móvil tan solo unos minutos atrás.
-Hola... Gatito, perdóname. -Le devolvió el apodo de forma suave y apagada. Sólo tenía visible la parte superior del rostro. Así que la voz que salía de él se veía mitigada por la barrera que formaba su chaqueta. No acababa de romper su postura encogido en una mezcla de vergüenza y comodidad.
El rostro del joven era deplorable. Nohlem apenas podía vislumbrar una sonrisa melancólica escondida tras las mangas de su ropa. Con la gorra generando una sombra proyectada, el flequillo revuelto pegado a sus mejillas empapadas y unos ojos aún más entrecerrados que de costumbre. La imagen de la que siempre presumía Ethan estaba por tierra. Lejos quedaba aquel guía tranquilo y animado, que siempre guardaba alguna mueca alegre ante cualquier imprevisto. El chico que tenía delante estaba agotado más allá del concepto físico y si mantenía la sonrisa, era por una costumbre enfermiza de no borrarla siempre que tuviera a alguien delante.
-Siento haberte sacado de clase. -El tono monótono permanecía igual. Al menos, a pesar de las gotas que aún caían de forma irregular, se le notaba calmado. Quería decirle tantas cosas, y aún así lo primero que le salía era volver a disculparse por actuar tan de imprevisto. No sé acostumbraba a pedir ayuda, y las palabras de sus padres seguían haciendo mella en él aunque no se diera cuenta. -No quería preocuparte yo... Perdón. -Trato de dirigirle la mirada, pero cuanto más tiempo trataba de sostenerla más culpable empezaba a sentirse. Así que la desvío hacia los trocitos de colores con diferentes estampados que decoraban la zona.
A medida que recuperaba la conciencia de sus acciones, no podía evitar pensar que su problema era increíblemente estúpido. Él no lo sentía así, pero joder, había molestado a su amigo por unos papeles mojados. El peso de sus propias palabras tuvo impacto inmediato cuando vio su vista empañada por otra invasión de lágrimas. Le gustara o no, el aprecio que tenía por esas figuritas era bastante mayor del que quería admitir.
-Joder, perdón. Es que, se ha ido todo a la mierda y ahora su tumba se ve horrible. Él no... no se merece esto.
Acabó ladeando el rostro de forma inconsciente. Buscando el contacto directo de aquella mano que aún reposaba en su hombro. Quería buscar un mínimo de confort, aunque fuera a cambio de clavarse sutilmente parte de los anillos en la mejilla.
De esa forma podía distanciarse de la tumba de papel que tenían en frente. Aún se salvaban algunas flores y la multitud de imágenes enmarcadas de ambos hermanos, pero la falta de origami era notablemente visible para quienes la habían visto decorada. Antaño sobrecargada de animalitos de papel, aquel extraño santuario japones era un icono que se reconocía desde la entrada. Rebosante de vida y colores al sufrir la pequeña invasión de aquellas criaturas que se desparramaban por todos lados. Ahora, solo quedaban los recuerdos fragmentados en diferentes trocitos. Esparcidos o pegados a la roca que hacía de altar. Algunas figuras lograban sostenerse en pie a pesar de ser irreconocibles, pero muchas otras formaban parte del suelo. Aplastadas o disueltas por el paseo. Uno no tenía que haber sido testigo para entender la masacre que había tenido lugar allí.
Imagen de referencia de la tumba.
Cuando los primeros mensajes llegaron, sutiles pitidos lejanos le advirtieron de que estaba recibiendo respuestas. Sabía que lo correcto era tomar el móvil, pero la postura era tan agradable que le aterraba romperla y encontrarse de nuevo de bruces ante la realidad. Así que los dejó ahí y se permitió descansar un rato.
Por suerte estaba empezando a calmarse de forma lenta y arrítmica. Tratando de recuperar una respiración profunda mientras el caudal de lágrimas se iba poco a poco achicando. No es que fuera capaz de remitir, pero la mera idea de tener a Nohlem cerca había aplacado muchas de sus inquietudes. Las suficientes, para que empezará a poder pensar de una manera más racional.
El paso del tiempo se volvió apenas una metáfora cuando noto una leve presión sobre su hombro. Por un momento, la idea de que otro visitante hubiera decidido acercarse le alarmó, pero al apartar el rostro de su escondite se encontró una mirada que conocía de sobra. Sus mejillas se encendieron levemente por la sorpresa tan grata, aunque con un rostro ya de por sí enrojecido era difícil notar la diferencia. Desconocía cuánto había tardado en llegar. En su cabeza acababa de dejar el móvil tan solo unos minutos atrás.
-Hola... Gatito, perdóname. -Le devolvió el apodo de forma suave y apagada. Sólo tenía visible la parte superior del rostro. Así que la voz que salía de él se veía mitigada por la barrera que formaba su chaqueta. No acababa de romper su postura encogido en una mezcla de vergüenza y comodidad.
El rostro del joven era deplorable. Nohlem apenas podía vislumbrar una sonrisa melancólica escondida tras las mangas de su ropa. Con la gorra generando una sombra proyectada, el flequillo revuelto pegado a sus mejillas empapadas y unos ojos aún más entrecerrados que de costumbre. La imagen de la que siempre presumía Ethan estaba por tierra. Lejos quedaba aquel guía tranquilo y animado, que siempre guardaba alguna mueca alegre ante cualquier imprevisto. El chico que tenía delante estaba agotado más allá del concepto físico y si mantenía la sonrisa, era por una costumbre enfermiza de no borrarla siempre que tuviera a alguien delante.
-Siento haberte sacado de clase. -El tono monótono permanecía igual. Al menos, a pesar de las gotas que aún caían de forma irregular, se le notaba calmado. Quería decirle tantas cosas, y aún así lo primero que le salía era volver a disculparse por actuar tan de imprevisto. No sé acostumbraba a pedir ayuda, y las palabras de sus padres seguían haciendo mella en él aunque no se diera cuenta. -No quería preocuparte yo... Perdón. -Trato de dirigirle la mirada, pero cuanto más tiempo trataba de sostenerla más culpable empezaba a sentirse. Así que la desvío hacia los trocitos de colores con diferentes estampados que decoraban la zona.
A medida que recuperaba la conciencia de sus acciones, no podía evitar pensar que su problema era increíblemente estúpido. Él no lo sentía así, pero joder, había molestado a su amigo por unos papeles mojados. El peso de sus propias palabras tuvo impacto inmediato cuando vio su vista empañada por otra invasión de lágrimas. Le gustara o no, el aprecio que tenía por esas figuritas era bastante mayor del que quería admitir.
-Joder, perdón. Es que, se ha ido todo a la mierda y ahora su tumba se ve horrible. Él no... no se merece esto.
Acabó ladeando el rostro de forma inconsciente. Buscando el contacto directo de aquella mano que aún reposaba en su hombro. Quería buscar un mínimo de confort, aunque fuera a cambio de clavarse sutilmente parte de los anillos en la mejilla.
De esa forma podía distanciarse de la tumba de papel que tenían en frente. Aún se salvaban algunas flores y la multitud de imágenes enmarcadas de ambos hermanos, pero la falta de origami era notablemente visible para quienes la habían visto decorada. Antaño sobrecargada de animalitos de papel, aquel extraño santuario japones era un icono que se reconocía desde la entrada. Rebosante de vida y colores al sufrir la pequeña invasión de aquellas criaturas que se desparramaban por todos lados. Ahora, solo quedaban los recuerdos fragmentados en diferentes trocitos. Esparcidos o pegados a la roca que hacía de altar. Algunas figuras lograban sostenerse en pie a pesar de ser irreconocibles, pero muchas otras formaban parte del suelo. Aplastadas o disueltas por el paseo. Uno no tenía que haber sido testigo para entender la masacre que había tenido lugar allí.
Imagen de referencia de la tumba.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
21/04/23, 04:03 pm
Su sonrisa se volvió un poco menos incómoda y más blanda con el apodo que usó Ethan en respuesta. No bromeó sobre lo ofensivo que era ser llamado gato (todos sabían que se había adueñado del mote hace años), sobre todo cuando él llamaba orangután a sus amigos humanos o "chino" al medio-asiático al referirse a él con Kahlo. Intentó ver su rostro, algo difícil desde ese ángulo a menos que fuera insistente, algo que no iba a pasar. Tampoco es que le hiciera falta mucha imaginación para saber como lucía.
—¿Qué? ¿Bromeas? Me has salvado de clase —con un pequeño resoplido Nohlem terminó de sentarse a su lado, con todo el cuidado de no mover nada en la tumba, ya fuera un guijarro o las plantas salvajes que se abrían paso entre la roca. Cada disculpas que recibía era un pinchazo en el pecho—. No te preocupes por eso.
Por fortuna el varmano no conocía el dolor de perder a un ser querido. Su familia era minúscula, solo su padre tenía un hermano y este les había dado a su único primo, con una diferencia de edad demasiado grande como para haber compartido infancia con ellos. Cuando su abuelo había fallecido su hermana y él apenas tenían unos 2 o 3 años, muy poca cosa como para asistir siquiera al funeral. Y si habían ido ni se acordaba de ser el caso. Podía intentarlo, pero le costaba ponerse en situación: el accidente en moto de Kahlo había sido lo más cercano y terrorífico que había experimentado, pero... bueno, ella seguía viva.
Echó un mejor vistazo a la tumba. No la habían vandalizado con trozos gigantes de confetti, eran los propios animalitos de Ethan atrofiados por los fenómenos naturales los que yacían sobre la piedra como campo de batalla. ¿Cuánto de importante era ese hobby suyo?
—Bueno, al menos se ¿ve muy... colorido? —la entonación de pregunta llegó luego, según calaba el arrepentimiento por el comentario—. Te puedo ayudar a recoger si quieres —se corrigió.
El gesto del británico hizo brincar su corazón. Le había atrapado la mano contra la mejilla como un gatito falto de mimos, y eso que el felino era él. Nohlem la movió con cuidado para no perturbarle, rozándole con los dedos hasta darle la vuelta para abarcar más de su rostro con la palma. Las lágrimas no tardaron en humedecerle la mano y eso le achicó aún más el pecho, no ya por la incomodidad de verle llorando o todos los nervios arrastrados, sino por lo que ese contacto físico le hacía sentir. Llenándose de valor deslizó la mano por su mejilla para limpiar el camino de lágrimas antes de que llegaran a su barbilla. Solo la apartó para rodear sus hombros con el brazo, entonces le atrajo contra sí y le estrujó de manera tan torpe como bien intencionada, colocando la mejilla contra su cabeza.
—Ya está, ya está... —mas que un beso Nohlem hizo presión con los labios sobre la capucha y la gorra de Ethan en un punto indefinido de su cabeza—. Estoy aquí. No estás solo... Ay flaco, por mi pura y la de Kalna, que susto me has dado...
Por supuesto que aquello no lo traduciría. Lo último que le faltaba a Ethan era sentirse más culpable.
—¿Qué? ¿Bromeas? Me has salvado de clase —con un pequeño resoplido Nohlem terminó de sentarse a su lado, con todo el cuidado de no mover nada en la tumba, ya fuera un guijarro o las plantas salvajes que se abrían paso entre la roca. Cada disculpas que recibía era un pinchazo en el pecho—. No te preocupes por eso.
Por fortuna el varmano no conocía el dolor de perder a un ser querido. Su familia era minúscula, solo su padre tenía un hermano y este les había dado a su único primo, con una diferencia de edad demasiado grande como para haber compartido infancia con ellos. Cuando su abuelo había fallecido su hermana y él apenas tenían unos 2 o 3 años, muy poca cosa como para asistir siquiera al funeral. Y si habían ido ni se acordaba de ser el caso. Podía intentarlo, pero le costaba ponerse en situación: el accidente en moto de Kahlo había sido lo más cercano y terrorífico que había experimentado, pero... bueno, ella seguía viva.
Echó un mejor vistazo a la tumba. No la habían vandalizado con trozos gigantes de confetti, eran los propios animalitos de Ethan atrofiados por los fenómenos naturales los que yacían sobre la piedra como campo de batalla. ¿Cuánto de importante era ese hobby suyo?
—Bueno, al menos se ¿ve muy... colorido? —la entonación de pregunta llegó luego, según calaba el arrepentimiento por el comentario—. Te puedo ayudar a recoger si quieres —se corrigió.
El gesto del británico hizo brincar su corazón. Le había atrapado la mano contra la mejilla como un gatito falto de mimos, y eso que el felino era él. Nohlem la movió con cuidado para no perturbarle, rozándole con los dedos hasta darle la vuelta para abarcar más de su rostro con la palma. Las lágrimas no tardaron en humedecerle la mano y eso le achicó aún más el pecho, no ya por la incomodidad de verle llorando o todos los nervios arrastrados, sino por lo que ese contacto físico le hacía sentir. Llenándose de valor deslizó la mano por su mejilla para limpiar el camino de lágrimas antes de que llegaran a su barbilla. Solo la apartó para rodear sus hombros con el brazo, entonces le atrajo contra sí y le estrujó de manera tan torpe como bien intencionada, colocando la mejilla contra su cabeza.
—Ya está, ya está... —mas que un beso Nohlem hizo presión con los labios sobre la capucha y la gorra de Ethan en un punto indefinido de su cabeza—. Estoy aquí. No estás solo... Ay flaco, por mi pura y la de Kalna, que susto me has dado...
Por supuesto que aquello no lo traduciría. Lo último que le faltaba a Ethan era sentirse más culpable.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
21/04/23, 09:23 pm
El contacto se notó refrescante. Quizá tenía que ver que tras tanto llorar le hubiera subido la temperatura o que con las capas de ropa extra se estuviera muriendo de calor... O bien el causante era algo tan sencillo como la cercanía de Nohlem.
De cualquier manera, la explicación no importaba. Ethan no tardó en acomodarse en la palma de su amigo, levantando el rostro para facilitar el que pudiera limpiarle las lágrimas. El mismo forzó la presión, agradeciendo en silencio cada segundo de contacto.
Cuando la unión se rompió para convertirse en un abrazo imitó lo que venía haciendo hasta ahora. Se permitió recostarse con suavidad sobre él, sin romper su postura inicial. Dejándose embriagar por el gesto a medida que cerraba los ojos y maldecía para sus adentros la separación que generaba la capucha. El trabajo que habían hecho de esconderle era algo que ahora no le era gratificante. Aguardo un buen rato así. Mecido por las palabras de su amigo aún sin entender la mitad de lo que le decía. Ya estaba acostumbrado a su bilingüismo, no solía darle mayor importancia cuando, entre otras cosas, podía prestarle más atención a la nula distancia que había entre ambos.
Minutos después le costó volver en sí. Abriendo los ojos con una lentitud propia de quien estaba luchando consigo mismo para no permanecer todo el día en aquella calma. Siendo justos, habría querido permanecer más tiempo así… Las culpables eran sus ojeras, delatando que no tuvo descanso alguno por la noche. Ethan quería evitar a toda costa quedarse dormido sobre su amigo. No era la primera vez que le ocurría algo así y aún recordaba el primer incidente con vergüenza. Así que, tratando de desperezarse empezó a hablar.
-No tendría que ser... Simplemente colorido. -Movió lentamente la cabeza para que captará que quería poder mirarle mientras conversaban, aunque siguieran pegados. Se dirigió a él de forma suave, sin recriminación alguna, más bien había razonado el poco contexto que tenía el pobre. -Él fue el que empezó todo esto. Lo del papel vaya.
Tras morderse el labio con cierta duda dejó que las palabras se perdieran en el aire, tanteando el mismo como se encontraba para hablar de ello. La verdad es que, sintió puro alivio, como quien se desprendía de un extraño lastre. Nadie solía preguntarle porque de todos los hobbys había escogido uno tan curioso, y la verdad es que él tampoco se había encontrado en la posición de querer confesarlo.
-Era como una competición absurda por ver quien se regalaba más figuras, quien se las curraba más o quien les daba historias más interesantes… -A medida que seguía contándole la historia, se le empezó a dibujar cierta sonrisa nostálgica, soltando una corta risa cargada de resoplidos amargos. Liberó el agarre de sus piernas para limpiarse el rostro en cuanto la zona que Nohlem le había secado con tanto mimo se volvió a empapar. La chaqueta le quedaba lo suficientemente grande como para que no tuviera que asomar las manos si no quería, así que servía de bayeta improvisada. Al menos estas últimas lágrimas acompañaban sentimientos más optimistas. -Cuando él, bueno... Yo solo quería seguir jugando supongo. Se que es un hobby de mierda pero es…
Rompió el contacto visual tras terminar de secarse. Volviendo toda su atención a la tumba, no tardó mucho en recuperar la tensión que Nohlem le estaba logrando quitar.
-Es lo que me queda de él. -Mencionó en apenas un susurro.
Lo que tenía delante era la dura y devastadora realidad. Agradecía infinitamente la colaboración del felino, porque sabía que la parte que siempre le resultaba un infierno era despedirse de todos los recuerdos que decoraban el lugar. Tener que coger todo y echarlo a una basura como si nunca hubiera existido. Que ironía, aborrecía el juicio por reducir la vida de su hermano en papeles, pero él acababa siempre haciendo lo mismo. Parecía que Jasper simplemente no podía librarse de esa condena. Dejó que se le escapara un largo suspiro, tratando de no perder de nuevo el hilo de voz que tan bien había recuperado y tras ello, se permitió ese momento de debilidad para pedir un favor. Con la voz siendo, de nuevo, apenas un susurro y la mirada apartada para tratar de esconder la repentina timidez. Desplazó una de sus mangas, ya liberadas hacía Nohlem, parando a escasos centímetros de alcanzar el brazo desocupado del muchacho.
-¿Podría… Darte la mano?
De cualquier manera, la explicación no importaba. Ethan no tardó en acomodarse en la palma de su amigo, levantando el rostro para facilitar el que pudiera limpiarle las lágrimas. El mismo forzó la presión, agradeciendo en silencio cada segundo de contacto.
Cuando la unión se rompió para convertirse en un abrazo imitó lo que venía haciendo hasta ahora. Se permitió recostarse con suavidad sobre él, sin romper su postura inicial. Dejándose embriagar por el gesto a medida que cerraba los ojos y maldecía para sus adentros la separación que generaba la capucha. El trabajo que habían hecho de esconderle era algo que ahora no le era gratificante. Aguardo un buen rato así. Mecido por las palabras de su amigo aún sin entender la mitad de lo que le decía. Ya estaba acostumbrado a su bilingüismo, no solía darle mayor importancia cuando, entre otras cosas, podía prestarle más atención a la nula distancia que había entre ambos.
Minutos después le costó volver en sí. Abriendo los ojos con una lentitud propia de quien estaba luchando consigo mismo para no permanecer todo el día en aquella calma. Siendo justos, habría querido permanecer más tiempo así… Las culpables eran sus ojeras, delatando que no tuvo descanso alguno por la noche. Ethan quería evitar a toda costa quedarse dormido sobre su amigo. No era la primera vez que le ocurría algo así y aún recordaba el primer incidente con vergüenza. Así que, tratando de desperezarse empezó a hablar.
-No tendría que ser... Simplemente colorido. -Movió lentamente la cabeza para que captará que quería poder mirarle mientras conversaban, aunque siguieran pegados. Se dirigió a él de forma suave, sin recriminación alguna, más bien había razonado el poco contexto que tenía el pobre. -Él fue el que empezó todo esto. Lo del papel vaya.
Tras morderse el labio con cierta duda dejó que las palabras se perdieran en el aire, tanteando el mismo como se encontraba para hablar de ello. La verdad es que, sintió puro alivio, como quien se desprendía de un extraño lastre. Nadie solía preguntarle porque de todos los hobbys había escogido uno tan curioso, y la verdad es que él tampoco se había encontrado en la posición de querer confesarlo.
-Era como una competición absurda por ver quien se regalaba más figuras, quien se las curraba más o quien les daba historias más interesantes… -A medida que seguía contándole la historia, se le empezó a dibujar cierta sonrisa nostálgica, soltando una corta risa cargada de resoplidos amargos. Liberó el agarre de sus piernas para limpiarse el rostro en cuanto la zona que Nohlem le había secado con tanto mimo se volvió a empapar. La chaqueta le quedaba lo suficientemente grande como para que no tuviera que asomar las manos si no quería, así que servía de bayeta improvisada. Al menos estas últimas lágrimas acompañaban sentimientos más optimistas. -Cuando él, bueno... Yo solo quería seguir jugando supongo. Se que es un hobby de mierda pero es…
Rompió el contacto visual tras terminar de secarse. Volviendo toda su atención a la tumba, no tardó mucho en recuperar la tensión que Nohlem le estaba logrando quitar.
-Es lo que me queda de él. -Mencionó en apenas un susurro.
Lo que tenía delante era la dura y devastadora realidad. Agradecía infinitamente la colaboración del felino, porque sabía que la parte que siempre le resultaba un infierno era despedirse de todos los recuerdos que decoraban el lugar. Tener que coger todo y echarlo a una basura como si nunca hubiera existido. Que ironía, aborrecía el juicio por reducir la vida de su hermano en papeles, pero él acababa siempre haciendo lo mismo. Parecía que Jasper simplemente no podía librarse de esa condena. Dejó que se le escapara un largo suspiro, tratando de no perder de nuevo el hilo de voz que tan bien había recuperado y tras ello, se permitió ese momento de debilidad para pedir un favor. Con la voz siendo, de nuevo, apenas un susurro y la mirada apartada para tratar de esconder la repentina timidez. Desplazó una de sus mangas, ya liberadas hacía Nohlem, parando a escasos centímetros de alcanzar el brazo desocupado del muchacho.
-¿Podría… Darte la mano?
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
22/04/23, 12:38 am
La mano que ahora descansaba en su otro hombro no dejó de trazar círculos en ningún momento. No solo era un gesto de cariño sino también un reflejo de sus inquietudes, que poco a poco se fueron calmando en círculos más pequeños y conscientes hechos con la yema de los dedos. Su respiración se acompasó a la de Ethan y una chispa nueva le prendió en el pecho y aceleró sus latidos. Después de la peor parte de la tormenta llegaba el momento en el que caía en ciertas cosas: Ethan le había llamado a él. Quizás fuera fruto de la casualidad, pero aquello significaba un mundo y sus lunas para el varmano. Luego, lo muy pegados que estaban ambos y la paz que le traía el silencio, muy lejos de ser tenso. Cierto es que no era la postura más cómoda, ni el escenario ni la situación más romántica (ni tenía que serlo) simplemente la suma le hizo feliz. Por supuesto que si Ethan se dormía esta vez no le haría fotos.
Le dio otro beso insonoro en la cabeza justo cuando recuperó el habla, lo cual le hizo inspirar rápidamente por el susto a que le pillase. Era obvio lo que era y en el fondo sabía que no tenía porqué avergonzarse, pero igual…
—Oh —le liberó un poco del estrujón sin deshacerlo para poder verle mejor. Tenía los ojos rojos, el pelo por la cara a pesar de llevar gorra y una carita de pena máxima que pedía a gritos un agua. Nohlem esperó paciente a que terminase, con la preocupación tiñendo de nuevo su expresión al ver como lloraba otra vez, mas sin interrumpir, ni siquiera cuando se insultó. Con el útimo susurro relajó el ceño—. No es un hobby de mierda. Es… es muy bonito —le abrazó brevemente un poco más—. Un hobby de mierda es escribir fanfics de Crepúsculo o coleccionar dientes de bichos muertos como hace Colmillo.
En realidad no tenía ni idea de si lo hacía, pero le pegaba un montón.
—Lo que haces es muy bonito. Y el motivo todavía más.
Le miró directamente a los ojos, con las pupilas debatiéndose entre lo fino y lo grueso, estragos de lo pequeño que tenía el corazón y lo blando y torpe que se sentía. Su padre decía que siempre sabía que decir, pero lo cierto es que ahora mismo no tenía ni idea. La petición no se la vio venir. Su corazón se saltó un latido y se sintió estúpido por ello: por todas las flores la meseta dorada, hacía cosas muchísimo más fuertes en un fin de semana medio. Solo era darle la mano. Con tan poca distancia Ethan podría oír el tamborileo lento pero fuerte de su pecho.
—Claro —dijo, más para sí mismo que para el otro.
Cuando sus músculos reaccionaron y cerró la mano en torno a la suya su vergüenza se hizo más llevadera: no es que hubiera desaparecido, solo no le estaba concediendo tiempo de echar raíces. Suspiró suavemente -lo de suave solo porque lo estaba aguantando-, y se movió con la mente en blanco. Llevó la mano de Ethan contra sus labios y besó el dorso, dejándola pegada contra estos un par de segundos antes de separarla. No la llevó muy lejos, puesto que la presionó un instante contra su mejilla y terminó con otro beso más corto antes de bajarla. No le soltaría a menos que tirase, claro. Actuar sin pensar era una buena estrategia, aunque ahora le tocaba lidiar con el trote de los cien caballos de guerra que había en su caja torácica. Le sobraba la gabardina desde hacía rato, y eso que la llevaba abierta.
—Tu hermano… —se tragó el extraño nudo en su garganta y se forzó en soplar por la nariz, algo parecido a una risa—. ¿Cómo se llamaba? Tengo que darle las gracias, porque algo me dice que si no llega a ser por él darías tanto miedo como tus padres.
Vale, se estaba arrepintiendo de no pensar. Sus pupilas estaban enormes y ahora evitaba mirarle a los ojos más de 3 segundos.
Le dio otro beso insonoro en la cabeza justo cuando recuperó el habla, lo cual le hizo inspirar rápidamente por el susto a que le pillase. Era obvio lo que era y en el fondo sabía que no tenía porqué avergonzarse, pero igual…
—Oh —le liberó un poco del estrujón sin deshacerlo para poder verle mejor. Tenía los ojos rojos, el pelo por la cara a pesar de llevar gorra y una carita de pena máxima que pedía a gritos un agua. Nohlem esperó paciente a que terminase, con la preocupación tiñendo de nuevo su expresión al ver como lloraba otra vez, mas sin interrumpir, ni siquiera cuando se insultó. Con el útimo susurro relajó el ceño—. No es un hobby de mierda. Es… es muy bonito —le abrazó brevemente un poco más—. Un hobby de mierda es escribir fanfics de Crepúsculo o coleccionar dientes de bichos muertos como hace Colmillo.
En realidad no tenía ni idea de si lo hacía, pero le pegaba un montón.
—Lo que haces es muy bonito. Y el motivo todavía más.
Le miró directamente a los ojos, con las pupilas debatiéndose entre lo fino y lo grueso, estragos de lo pequeño que tenía el corazón y lo blando y torpe que se sentía. Su padre decía que siempre sabía que decir, pero lo cierto es que ahora mismo no tenía ni idea. La petición no se la vio venir. Su corazón se saltó un latido y se sintió estúpido por ello: por todas las flores la meseta dorada, hacía cosas muchísimo más fuertes en un fin de semana medio. Solo era darle la mano. Con tan poca distancia Ethan podría oír el tamborileo lento pero fuerte de su pecho.
—Claro —dijo, más para sí mismo que para el otro.
Cuando sus músculos reaccionaron y cerró la mano en torno a la suya su vergüenza se hizo más llevadera: no es que hubiera desaparecido, solo no le estaba concediendo tiempo de echar raíces. Suspiró suavemente -lo de suave solo porque lo estaba aguantando-, y se movió con la mente en blanco. Llevó la mano de Ethan contra sus labios y besó el dorso, dejándola pegada contra estos un par de segundos antes de separarla. No la llevó muy lejos, puesto que la presionó un instante contra su mejilla y terminó con otro beso más corto antes de bajarla. No le soltaría a menos que tirase, claro. Actuar sin pensar era una buena estrategia, aunque ahora le tocaba lidiar con el trote de los cien caballos de guerra que había en su caja torácica. Le sobraba la gabardina desde hacía rato, y eso que la llevaba abierta.
—Tu hermano… —se tragó el extraño nudo en su garganta y se forzó en soplar por la nariz, algo parecido a una risa—. ¿Cómo se llamaba? Tengo que darle las gracias, porque algo me dice que si no llega a ser por él darías tanto miedo como tus padres.
Vale, se estaba arrepintiendo de no pensar. Sus pupilas estaban enormes y ahora evitaba mirarle a los ojos más de 3 segundos.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
22/04/23, 03:22 am
-Pues había algunos muy buenos... AO3 tenía calidad cuando sabías.. Ehem...
Ethan acabó soltando una especie de suspiro interrumpido, similar a una risa muda. Fue tan breve, como volátiles eran las emociones en esos instantes. Al menos agradeció ese sutil momento de calma. Las palabras de Nohlem eran bonitas, reforzadas con cada abrazo que recibía junto a las mismas. Se perdió en aquella charla, tratando de recordar alguna situación donde Colmillo hubiera recolectado dientes. Su comentario sonaba creíble cuánto menos, pero tan pronto estaba pensando en molares e incisivos como se encontraba perdido en la mirada felina de su compañero.
Siempre le habían fascinado ese tipo de ojos. No era un halago que en general le gustará compartir en voz alta, pues se sentía horrendamente estúpido admitiendo lo mucho que le gustaba observarlos. Quizás, y siendo más concretos, debía de afirmar que eran en específico los de Nohlem los que tendían a dejarlo embobado. Más de una vez se había encontrado con la mente distraída, viendo cómo el verde quedaba ahogado en una negrura cargada de matices. No había sensación en este mundo más agradable que la sinceridad que aportan aquellas pupilas rasgadas.
Y daba igual si quería apartar la mirada para evitar ser tan descarado. Pues como si fuera un cuadro enmarcado las pecas decoraban el resto de su cara, volviéndola un lienzo precioso lleno de pequeñas manchas y guiándolo hacia una naricita adorable que, por dios, nunca podía evitar querer tocar y luego... Ay, el hocico siempre conectaba con los labios, en un recorrido sutil pero perfecto. Claro que podía comprender a todos los jóvenes que acababan estrellados en esa sonrisa.
Tan concentrado como estaba en aprenderse de memoria aquel mapa, no noto el movimiento de la mano hasta que sintió la sutil caricia sobre su dorso. Devolviéndole a la tierra tan rápido, como procedía a sacarle de ella, cortando su respiración de golpe. La mirada de Ethan se perdió por completo en aquellos besos regalados y si en algún momento tuvo la suerte de haber regresado a su tono de piel, ya daba igual. Se sentía a morir del ardor que le recorrió todo el cuerpo, iniciando en su mano victima hasta asentarse en sus mejillas y recorrerle las orejas con todo el descaro del mundo.
Él se movío, joder que si se movio. Perdido en el estupor del momento, recortó de forma exageradamente peligrosa la distancia entre ambos. Aguantando la respiración y sintiendo aún todo el calor que emanaba del enlace que compartían. En su mente se había quedado perfectamente grabada la presión de aquellos labios culpables sobre su piel. Todo su ser le estaba rogando que recuperara esa sensación, que volviera a buscarla. Y su mirada danzaba entre los ojos y la boca de Nohlem, igual de indecisa que su nulo pulso. Notaba su corazón desbocado, chocando de forma continua contra su cabeza mientras él se veía atormentado reviviendo el mismo gesto una y otra vez.
<<Dios me perdone por estar así frente a tu tumba, hermano>>
Sin ser creyente fue escuchado y las palabras del felino lograron sacarle de aquel condenado trance. Lo primero que hizo fue carraspear, recuperando una distancia prudencial mientras desviaba la mirada profundamente avergonzado. -Jasper. Le llamaron así porque fue la primera gema que le regaló mi padre a mi madre. -Su respuesta fue completamente automática, a medida que buscaba todas sus fuerzas internas para reconectar con el tema. Solo él sabía lo muchísimo que quería a Jasper, pero era jodidamente extraño hablar sobre él cuando no podía sacar de su mente los labios tan perfilados y finos de Nohlem.
Lo segundo le... Le hizo regresar de una forma abrupta y efectiva a la tierra. Tan rápido como se sentía flotando, acababa de hundir ambos pies de vuelta al cementerio. ¿Quizá había escuchado mal? ¿O no entendía bien la oración?
-No lo sé... Le debo mucho, es verdad, pero quiero pensar que no me habría vuelto un gilipollas igualmente? No sé, creo al menos que no…
La verdad, es que no veía otra salida para responder de mejor forma a esa frase. No podía evitar sentirse un poco dolido ante la suposición de la misma. Descolocado por el giro tan brusco que había tomado la conversación.
Aun con el rubor encima separó la mano con la mayor delicadeza posible y terminó por colocar cierto espacio entre ambos. En parte para calmarse, y en parte, porque después de observar tanto tiempo a su compañero estaba empezando a recordar lo horrible que se veía él. Se bajó la capucha y permitió quitarse la gorra para ajustarse una coleta que llevaba tiempo luchando por su vida. No quería ni saber qué aspecto tenía, solo con el enfrentamiento absurdo que estaba teniendo con su flequillo se podía hacer a la idea.
-Aunque siendo completamente sinceros yo nunca tuve el valor que Jasper si tenía, o su infinita positividad... -Volvió a retomar el tema en un intento de suavizar su anterior respuesta. Quizá había sonado más seco de lo que era su intención y después de todo Nohlem había venido hasta ahí, específicamente por él. Ni mucho menos quería sonar desagradecido. -Él me enseñó mucho. Aunque supongo que de la misma manera que os ocurre a Kahlo y a ti... Al final entre hermanos siempre se heredan cosas, ¿no?
Sintió la necesidad de alejar el foco cuanto pudo de sus padres. Por si acaso al felino se le ocurría volver a mencionarlos de una forma tan poco acertada. Tampoco es que se sintiera incomodo, pero se notaba un tanto confuso por toda la situación y sin saber muy bien como lidiar con ella opto por la vía que le resultaba menos complicada. Tomo los papeles nuevos y empezó a juguetear con uno de ellos. Ocupando ambas manos con el mismo mientras trataba de hacer distraído alguna figurita sencilla, e ignorando por completo que el temblor lejos de haber desaparecido solo se veía incrementado por los recientes nervios. Al menos era una buena forma de esquivarle la mirada a Nohlem sin ser muy obvio, o al menos eso es lo que él pensaba.
Ethan acabó soltando una especie de suspiro interrumpido, similar a una risa muda. Fue tan breve, como volátiles eran las emociones en esos instantes. Al menos agradeció ese sutil momento de calma. Las palabras de Nohlem eran bonitas, reforzadas con cada abrazo que recibía junto a las mismas. Se perdió en aquella charla, tratando de recordar alguna situación donde Colmillo hubiera recolectado dientes. Su comentario sonaba creíble cuánto menos, pero tan pronto estaba pensando en molares e incisivos como se encontraba perdido en la mirada felina de su compañero.
Siempre le habían fascinado ese tipo de ojos. No era un halago que en general le gustará compartir en voz alta, pues se sentía horrendamente estúpido admitiendo lo mucho que le gustaba observarlos. Quizás, y siendo más concretos, debía de afirmar que eran en específico los de Nohlem los que tendían a dejarlo embobado. Más de una vez se había encontrado con la mente distraída, viendo cómo el verde quedaba ahogado en una negrura cargada de matices. No había sensación en este mundo más agradable que la sinceridad que aportan aquellas pupilas rasgadas.
Y daba igual si quería apartar la mirada para evitar ser tan descarado. Pues como si fuera un cuadro enmarcado las pecas decoraban el resto de su cara, volviéndola un lienzo precioso lleno de pequeñas manchas y guiándolo hacia una naricita adorable que, por dios, nunca podía evitar querer tocar y luego... Ay, el hocico siempre conectaba con los labios, en un recorrido sutil pero perfecto. Claro que podía comprender a todos los jóvenes que acababan estrellados en esa sonrisa.
Tan concentrado como estaba en aprenderse de memoria aquel mapa, no noto el movimiento de la mano hasta que sintió la sutil caricia sobre su dorso. Devolviéndole a la tierra tan rápido, como procedía a sacarle de ella, cortando su respiración de golpe. La mirada de Ethan se perdió por completo en aquellos besos regalados y si en algún momento tuvo la suerte de haber regresado a su tono de piel, ya daba igual. Se sentía a morir del ardor que le recorrió todo el cuerpo, iniciando en su mano victima hasta asentarse en sus mejillas y recorrerle las orejas con todo el descaro del mundo.
Él se movío, joder que si se movio. Perdido en el estupor del momento, recortó de forma exageradamente peligrosa la distancia entre ambos. Aguantando la respiración y sintiendo aún todo el calor que emanaba del enlace que compartían. En su mente se había quedado perfectamente grabada la presión de aquellos labios culpables sobre su piel. Todo su ser le estaba rogando que recuperara esa sensación, que volviera a buscarla. Y su mirada danzaba entre los ojos y la boca de Nohlem, igual de indecisa que su nulo pulso. Notaba su corazón desbocado, chocando de forma continua contra su cabeza mientras él se veía atormentado reviviendo el mismo gesto una y otra vez.
<<Dios me perdone por estar así frente a tu tumba, hermano>>
Sin ser creyente fue escuchado y las palabras del felino lograron sacarle de aquel condenado trance. Lo primero que hizo fue carraspear, recuperando una distancia prudencial mientras desviaba la mirada profundamente avergonzado. -Jasper. Le llamaron así porque fue la primera gema que le regaló mi padre a mi madre. -Su respuesta fue completamente automática, a medida que buscaba todas sus fuerzas internas para reconectar con el tema. Solo él sabía lo muchísimo que quería a Jasper, pero era jodidamente extraño hablar sobre él cuando no podía sacar de su mente los labios tan perfilados y finos de Nohlem.
Lo segundo le... Le hizo regresar de una forma abrupta y efectiva a la tierra. Tan rápido como se sentía flotando, acababa de hundir ambos pies de vuelta al cementerio. ¿Quizá había escuchado mal? ¿O no entendía bien la oración?
-No lo sé... Le debo mucho, es verdad, pero quiero pensar que no me habría vuelto un gilipollas igualmente? No sé, creo al menos que no…
La verdad, es que no veía otra salida para responder de mejor forma a esa frase. No podía evitar sentirse un poco dolido ante la suposición de la misma. Descolocado por el giro tan brusco que había tomado la conversación.
Aun con el rubor encima separó la mano con la mayor delicadeza posible y terminó por colocar cierto espacio entre ambos. En parte para calmarse, y en parte, porque después de observar tanto tiempo a su compañero estaba empezando a recordar lo horrible que se veía él. Se bajó la capucha y permitió quitarse la gorra para ajustarse una coleta que llevaba tiempo luchando por su vida. No quería ni saber qué aspecto tenía, solo con el enfrentamiento absurdo que estaba teniendo con su flequillo se podía hacer a la idea.
-Aunque siendo completamente sinceros yo nunca tuve el valor que Jasper si tenía, o su infinita positividad... -Volvió a retomar el tema en un intento de suavizar su anterior respuesta. Quizá había sonado más seco de lo que era su intención y después de todo Nohlem había venido hasta ahí, específicamente por él. Ni mucho menos quería sonar desagradecido. -Él me enseñó mucho. Aunque supongo que de la misma manera que os ocurre a Kahlo y a ti... Al final entre hermanos siempre se heredan cosas, ¿no?
Sintió la necesidad de alejar el foco cuanto pudo de sus padres. Por si acaso al felino se le ocurría volver a mencionarlos de una forma tan poco acertada. Tampoco es que se sintiera incomodo, pero se notaba un tanto confuso por toda la situación y sin saber muy bien como lidiar con ella opto por la vía que le resultaba menos complicada. Tomo los papeles nuevos y empezó a juguetear con uno de ellos. Ocupando ambas manos con el mismo mientras trataba de hacer distraído alguna figurita sencilla, e ignorando por completo que el temblor lejos de haber desaparecido solo se veía incrementado por los recientes nervios. Al menos era una buena forma de esquivarle la mirada a Nohlem sin ser muy obvio, o al menos eso es lo que él pensaba.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
22/04/23, 01:49 pm
Nohlem no esperaba esa nueva falta de espacio entre ambos. Las ideas escaparon de su mente y solo se quedó con la manera en la que los ojos oscuros y ligeramente enrrojecidos de Ethan iban de los suyos a más abajo, posiblemente a su boca. Apenas eran unos centímetros los que delataban el movimiento, pero se le estaba grabando a fuego. Incluso después de haber llorado, con mechones de pelo pegados al rostro por la humedad de las lágrimas y ese chandal gigante, el medio-japonés era precioso. El rubor le quedaba demasiado bien, a juego con el lindo color de su boca, y joder como amaba pensar que lo estaba provocando él. El varmano copió el movimiento de sus ojos por inercia y se detuvo en sus labios, los mismos que con tantas ganas besaría en cualquier momento. La mano que tenía sobre su hombro se deslizó por su espalda despacio, abarcando tanta superficie como podía con la palma... Pero por supuesto tenía que hablar. Recuperaron espacio y la incomodidad se hizo palpable en seguida. Genial, imbécil.
—Jasper. Es un nombre muy bonito —respondió en seguida. Se le iba a salir el corazón del pecho, aunque ahora se notaba hueco.
Nohlem dejó ir su mano, lleno de incertidumbre, siendo entonces plenamente consciente de lo que había dicho y cómo había sonado. Era como si hubiera estado acertando todas las teclas para morir en el último toque.
—Ah no, no no, ¡no me refería a eso sino que-! —mierda. "Siempre sabes que decir" decía su padre "vaya piquito de oro". JA. Estaba más guapo callado. Sus pupilas se redujeron, mas seguían enormes por el miedo a haberla liado—. Es que con tus padres, yo- o sea yo me habría... es decir, si no tuviera a Kahlo no sé si... —suspiró profundamente y se pinzó el morro con fuerza—. Se cree el ladrón que todos son de su condición. Perdón. Lo siento.
Presionó el suelo con un pie hasta hacer un pequeño surco en la tierra, un gesto propio de un niño pequeño avergonzado. Con la nueva distancia creada entre los dos aprovechó para quitarse la chaqueta, dejarla hecha una tira detrás suya y bajar un poco el cuello alto de su jersey para refrescarse. Nohlem no le miraría a los ojos por un rato, si acaso sacaba valor para verle las manos y como sus dedos trazaban formas en el papel. Notaba la tirantez de sus orejas, señal de que seguramente estuvieran gachas, así que llevó una mano a las mismas para reubicarlas manualmente y que al menos eso no se le notase tanto.
—No, sí... Claro que se pegan muchas cosas. Aunque yo no tengo ni la mitad de cerebro que ella. Ni la motivación... —la parte de insultarse le salía natural—. Y seguro que ella no le diría tremenda gilipollez a su- —vaciló un segundo. Había estado a punto de decir "crush"— amigo triste. Aunque... —no podía quedarse en derroteros, era patético. Ya bastante mal había hecho. Forzó una sonrisa y un vistazo en su dirección—. Bueno, he oído que sus bofetadas son terroríficas. Creo que la parte más siniestra de la familia solo la ha heredado ella.
Tragó saliva y carraspeó, estirando el brazo para recoger las figuritas más pochas a su alcance y acercárselas a Ethan. Las fue dejando en fila delante suya. Tenía ganas de pedirle la mano de nuevo, pero... no. No podía. No caería esa breva.
—Hm, ¿te ayudo...?
—Jasper. Es un nombre muy bonito —respondió en seguida. Se le iba a salir el corazón del pecho, aunque ahora se notaba hueco.
Nohlem dejó ir su mano, lleno de incertidumbre, siendo entonces plenamente consciente de lo que había dicho y cómo había sonado. Era como si hubiera estado acertando todas las teclas para morir en el último toque.
—Ah no, no no, ¡no me refería a eso sino que-! —mierda. "Siempre sabes que decir" decía su padre "vaya piquito de oro". JA. Estaba más guapo callado. Sus pupilas se redujeron, mas seguían enormes por el miedo a haberla liado—. Es que con tus padres, yo- o sea yo me habría... es decir, si no tuviera a Kahlo no sé si... —suspiró profundamente y se pinzó el morro con fuerza—. Se cree el ladrón que todos son de su condición. Perdón. Lo siento.
Presionó el suelo con un pie hasta hacer un pequeño surco en la tierra, un gesto propio de un niño pequeño avergonzado. Con la nueva distancia creada entre los dos aprovechó para quitarse la chaqueta, dejarla hecha una tira detrás suya y bajar un poco el cuello alto de su jersey para refrescarse. Nohlem no le miraría a los ojos por un rato, si acaso sacaba valor para verle las manos y como sus dedos trazaban formas en el papel. Notaba la tirantez de sus orejas, señal de que seguramente estuvieran gachas, así que llevó una mano a las mismas para reubicarlas manualmente y que al menos eso no se le notase tanto.
—No, sí... Claro que se pegan muchas cosas. Aunque yo no tengo ni la mitad de cerebro que ella. Ni la motivación... —la parte de insultarse le salía natural—. Y seguro que ella no le diría tremenda gilipollez a su- —vaciló un segundo. Había estado a punto de decir "crush"— amigo triste. Aunque... —no podía quedarse en derroteros, era patético. Ya bastante mal había hecho. Forzó una sonrisa y un vistazo en su dirección—. Bueno, he oído que sus bofetadas son terroríficas. Creo que la parte más siniestra de la familia solo la ha heredado ella.
Tragó saliva y carraspeó, estirando el brazo para recoger las figuritas más pochas a su alcance y acercárselas a Ethan. Las fue dejando en fila delante suya. Tenía ganas de pedirle la mano de nuevo, pero... no. No podía. No caería esa breva.
—Hm, ¿te ayudo...?
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
23/04/23, 01:39 am
Aún notaba cierto calor en su espalda, allí donde había trazado su recorrido la mano del felino. Ethan se sentía, estúpido. Tratando de entender que acababa de ocurrir, mientras seguía concentrado en su nueva tarea. Conservaba el rubor en ambas mejillas, encendidas como si nunca hubieran tomado distancias con Nohlem, como si en parte, siguiera abrigado entre sus brazos...
Con un gruñido de exasperación abandonó el folio a medio camino y lo dejó apartado, en uno de sus lados. Por el amor de toda su familia muerta, si Jasper pudiera verle se estaría descojonando ante semejante escena. ¿En serio había estado apunto de besarse en un cementerio? ¿¿Concretamente delante de la tumba de su hermano?? Definitivamente, sólo él podría ganarse unas anécdotas amorosas tan de mierda.
Su tren de pensamientos se vio interrumpido cuando Nohlem empezó a explicarse. Ganándose toda la atención del muchacho de inmediato. El asiatico volvió a tomar el papel entre sus manos, tratando de fingir que estaba sacando algo de ahí mientras le escuchaba balbucear. Daba igual la pequeña molestia que le hubiera podido generar, el tan solo tenerlo enfrente, nervioso por intentar corregir un error tan escueto conseguía que su corazón volviera a bombear como un loco. Sinceramente, le encantaban todas las facetas del felino pero si tenía que escoger una, esa era su favorita. No el hijo rebelde de padres ricachones, ni el casanovas confiado que conseguía a quien quisiera, ni tampoco el juerguero que hacía las mejores fiestas de todo el campus. Ese, el Nohlem que resultaba ser imperfecto, el que se dejaba ver vulnerable detrás de toda la fachada de chico perfecto.
Le dejó perderse entre sus propias palabras, tratando de ocultar una sonrisa que se le empezaba a escapar por las comisuras de sus labios. El joven seguía hablando y él apenas avanzaba con su figura. Tenía la cabeza en otro sitio y por cada doblez bien dada cometía un error estúpido en las siguientes, al ritmo que llevaba no iba a terminarla nunca. Por suerte, la procesión de figuritas que tenía a su lado era una mejor distracción. No quiso mencionar el detalle de lo tierno que le resultaba aquel intento de orden. Ethan ya contaba con tirarlas todas, hacerlas una bola y dejarlas enterradas en la papelera más próxima al lugar, pero el gesto de Nohlem consiguió que quisiera prestar atención.
Le despertó ciertos recuerdos, pues sabía que Jasper no querría descartar ninguna por feas que se pudieran ver. Ese detalle siempre les había diferenciado. Daba igual cuanto de perfectos y variados hiciera sus animalitos Ethan, ninguno rebosaba de tanta vida como los seres amorfos de su hermano. Él les ponía apodos estúpidos y les regalaba historias para que fueran aún más únicas. Los volvía memorables.
Y mientras su amigo se hundía en sus propias comparativas, él se dedicaba a apreciar aquel gesto tan tonto, que tanta ilusión le estaba devolviendo. -Se llama Lola. -Interrumpió sin ofrecer ninguna explicación al respecto. Señalando una de las figuras afectadas. -Antes tenía una familia, pero creo que es la única que ha sobrevivido a este tsunami.
Levantó la mirada solo para comprobar sí había logrado captar la atención de Nohlem antes de proseguir. Fue en línea recta, regalándoles nombres recién inventados a cada una de ellas, hasta que se encontró con lo que en su día tuvo que ser un pequeño gato. Con la cabecita doblada hacía un lado y una de las orejas pérdida en combate.
-Este se llama Nohlem. No es perfecto, pero a mi me parece lindísimo así. -Válido su punto recogiendo a la figurita entre ambas manos, en forma de cuenco para que no sufriera ningún otro desperfecto. Todo para que el felino pudiera tenerla más cerca para comprobarlo. -A veces es un poco tonto y solo se queda con lo malo… Pero tiene un montón de cualidades increíbles. -Tan pronto como la hubiera visto, volvería a atraer la figurita a su persona. Colocándola a la altura de su pecho para dejarse una mano libre y simular que estaba acariciándola. (Broma que indirectamente era herencia pura de Jasper) Cuando hablaba, aunque su voz aún se notaba congestionada, iba cargada de matices alegres. -Dicen las malas lenguas que no tiene motivación, ignorancia pura. Eso es porque no han visto el mimo que le dedica a sus partituras. Y, y aunque a veces es un poco bocazas, no puedes pedir mejor amigo. Quiero decir, no se que harían otros animalitos, pero no todo el mundo vendría corriendo al recibir una llamada tan aleatoria.
Le dedico un guiño muy cortito, como si acabara de confesarle un secreto que no debía ser compartido. La verdad es que, había presenciado como sus orejas estaban gachas y ni de lejos quería que se sintiera mal. Así que cuando terminó esa pequeña clase introductoria se incorporó del sitio. Le costó unos segundos adaptarse ante el mareo repentino, pero apenas lo hizo, se acercó a la tumba y empezó a apartar los restos insulsos de papel. Lo suficiente para hacer hueco para las nuevas figuritas.
-Idiota, ya me estas ayudando un montón. Levanta esos ánimos o vas a conseguir que vuelva a llorar. -Obviamente el comentario era una broma, aunque no podía descartar que sucediera lo segundo con los nervios tan a flor que tenía. Y no, no se dirigió directamente a Nohlem. Aquella frase se la estaba contando al gato de papel que aún tenía entre sus manos. Al que le dedicó un corto beso en el hociquito antes de apoyarlo sobre la piedra lisa.
Con un gruñido de exasperación abandonó el folio a medio camino y lo dejó apartado, en uno de sus lados. Por el amor de toda su familia muerta, si Jasper pudiera verle se estaría descojonando ante semejante escena. ¿En serio había estado apunto de besarse en un cementerio? ¿¿Concretamente delante de la tumba de su hermano?? Definitivamente, sólo él podría ganarse unas anécdotas amorosas tan de mierda.
Su tren de pensamientos se vio interrumpido cuando Nohlem empezó a explicarse. Ganándose toda la atención del muchacho de inmediato. El asiatico volvió a tomar el papel entre sus manos, tratando de fingir que estaba sacando algo de ahí mientras le escuchaba balbucear. Daba igual la pequeña molestia que le hubiera podido generar, el tan solo tenerlo enfrente, nervioso por intentar corregir un error tan escueto conseguía que su corazón volviera a bombear como un loco. Sinceramente, le encantaban todas las facetas del felino pero si tenía que escoger una, esa era su favorita. No el hijo rebelde de padres ricachones, ni el casanovas confiado que conseguía a quien quisiera, ni tampoco el juerguero que hacía las mejores fiestas de todo el campus. Ese, el Nohlem que resultaba ser imperfecto, el que se dejaba ver vulnerable detrás de toda la fachada de chico perfecto.
Le dejó perderse entre sus propias palabras, tratando de ocultar una sonrisa que se le empezaba a escapar por las comisuras de sus labios. El joven seguía hablando y él apenas avanzaba con su figura. Tenía la cabeza en otro sitio y por cada doblez bien dada cometía un error estúpido en las siguientes, al ritmo que llevaba no iba a terminarla nunca. Por suerte, la procesión de figuritas que tenía a su lado era una mejor distracción. No quiso mencionar el detalle de lo tierno que le resultaba aquel intento de orden. Ethan ya contaba con tirarlas todas, hacerlas una bola y dejarlas enterradas en la papelera más próxima al lugar, pero el gesto de Nohlem consiguió que quisiera prestar atención.
Le despertó ciertos recuerdos, pues sabía que Jasper no querría descartar ninguna por feas que se pudieran ver. Ese detalle siempre les había diferenciado. Daba igual cuanto de perfectos y variados hiciera sus animalitos Ethan, ninguno rebosaba de tanta vida como los seres amorfos de su hermano. Él les ponía apodos estúpidos y les regalaba historias para que fueran aún más únicas. Los volvía memorables.
Y mientras su amigo se hundía en sus propias comparativas, él se dedicaba a apreciar aquel gesto tan tonto, que tanta ilusión le estaba devolviendo. -Se llama Lola. -Interrumpió sin ofrecer ninguna explicación al respecto. Señalando una de las figuras afectadas. -Antes tenía una familia, pero creo que es la única que ha sobrevivido a este tsunami.
Levantó la mirada solo para comprobar sí había logrado captar la atención de Nohlem antes de proseguir. Fue en línea recta, regalándoles nombres recién inventados a cada una de ellas, hasta que se encontró con lo que en su día tuvo que ser un pequeño gato. Con la cabecita doblada hacía un lado y una de las orejas pérdida en combate.
-Este se llama Nohlem. No es perfecto, pero a mi me parece lindísimo así. -Válido su punto recogiendo a la figurita entre ambas manos, en forma de cuenco para que no sufriera ningún otro desperfecto. Todo para que el felino pudiera tenerla más cerca para comprobarlo. -A veces es un poco tonto y solo se queda con lo malo… Pero tiene un montón de cualidades increíbles. -Tan pronto como la hubiera visto, volvería a atraer la figurita a su persona. Colocándola a la altura de su pecho para dejarse una mano libre y simular que estaba acariciándola. (Broma que indirectamente era herencia pura de Jasper) Cuando hablaba, aunque su voz aún se notaba congestionada, iba cargada de matices alegres. -Dicen las malas lenguas que no tiene motivación, ignorancia pura. Eso es porque no han visto el mimo que le dedica a sus partituras. Y, y aunque a veces es un poco bocazas, no puedes pedir mejor amigo. Quiero decir, no se que harían otros animalitos, pero no todo el mundo vendría corriendo al recibir una llamada tan aleatoria.
Le dedico un guiño muy cortito, como si acabara de confesarle un secreto que no debía ser compartido. La verdad es que, había presenciado como sus orejas estaban gachas y ni de lejos quería que se sintiera mal. Así que cuando terminó esa pequeña clase introductoria se incorporó del sitio. Le costó unos segundos adaptarse ante el mareo repentino, pero apenas lo hizo, se acercó a la tumba y empezó a apartar los restos insulsos de papel. Lo suficiente para hacer hueco para las nuevas figuritas.
-Idiota, ya me estas ayudando un montón. Levanta esos ánimos o vas a conseguir que vuelva a llorar. -Obviamente el comentario era una broma, aunque no podía descartar que sucediera lo segundo con los nervios tan a flor que tenía. Y no, no se dirigió directamente a Nohlem. Aquella frase se la estaba contando al gato de papel que aún tenía entre sus manos. Al que le dedicó un corto beso en el hociquito antes de apoyarlo sobre la piedra lisa.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
23/04/23, 04:21 pm
Nohlem se quedó en el sitio con cara de póker tras un par de pestañeos, viendo la primera figurita que señalaba para después mirarle a él sin entender a qué venía eso.
Pero no dijo nada. Dejó que siguiera, inventando nombres e historias para cada animalito pocho sin tener claro si le había hecho caso hasta que dijo su nombre. No. No el suyo. El de un gato de papel.
Sus mejillas se colorearon sutilmente tras el cumplido, ingenuo él por pensar que ahí acabaría la cosa. Error. Para su estupefacción Ethan no paró, y a su pobre corazón le iba a dar algo. Afincó el pie en el suelo hasta notar la molestia del dolor, no porque quisiera que se lo tragase la tierra, mas por comprobar que de verdad estaba allí, que lo irreal era real: el chico más lindo de su mundo (metafórico) le estaba dedicando palabras como no le había dedicado nadie nunca. Era demasiado. De clases, a creer que habían secuestrado a Ethan, a estar del color de un tomate por su culpa delante de la tumba de su hermano. Wow.
En su cara se notaba ya no solo el calor y la vergüenza, también que no sabía como recibir aquellas palabras. Tenía dibujada una sonrisa incómoda, no porque lo estuviera, sino porque la estaba conteniendo con mucha dificultad. Se aclaró la garganta brevemente al preveer, por los niveles de serotonina mezclados con el enamoramiento que tenía, lo inevitable. Soltar la laringe no consiguió que no pasase; por muy sutil que fuera ya estaba ronroneando. Generalmente pasaba en cosas positivas, pero santos si lo odiaba a veces por lo muy en evidencia que le dejaba. Solo lo dejaba salir cuando sentía confianza suficiente con algo o alguien, aunque tampoco es que tuviera mucha elección. Si quería frenarlo tendría que carraspear más fuerte, algo que ni muerto haría por si interrumpía a Ethan. Menos mal que había aceptado que lo llamaran gato, porque a ver como luchaba contra el mote con las movidas de su especie.
El guiño terminó de rematarlo. Nohlem se permitió ronronear con fuerza por unos segundos cuando Ethan le hizo el favor de levantarse. Carraspeó y con eso murió el sonido.
—Eres tontísimo.
Se levantó después que él aunque no sabía que diantres hacer ahora. No había día que no encajase algún cumplido como un campeón y los devolviese con la soltura de un jugador profesional de tenis. La enorme diferencia es que esos eran piropos fáciles de responder, no ataques directos a sus sentimientos de mano de su crush. Rápidamente buscó a sus pies algo de ayuda y sonrió al dar con su salvador. Se agachó para recoger una gallina de papel que en un gasto desmedido de suerte resultó ser un pato perjudicado, el cual sostuvo de la misma manera en la que Ethan había sujetado al gato.
—Puesss... Este se llama Ethan. Es madre soltera de unos... chorrocientos patitos cada inicio de cuatrimestre, y está hartísimo de serlo aunque finja muy bien. Uy, espera... —y sin piedad alguna atrapó con dos dedos la pata izquierda del pobre pato y la arrugó. No fue un daño devastador para el papel, pero lo más probable es que ahora le costase mantener el equilibrio—. Ahora. Ethan es... —guardó silencio. Soltó una pequeña risa—. ¿Tontísimo? Puf. Mucho. Pero Nohlem... —miró al gatito, calló otro par de segundos y se tragó un suspiro—. Para Nohlem es la mejor persona que existe. Él y su hermana, eh... esa misma —señaló un (¿qué coño era eso?) en el suelo—. Pero su hermana menos. Una vez me dijo que Ethan era una de sus personas, digo ¡patos! favoritos. Es amable hasta cuando está hasta el pico de serlo y bueno, ¿has visto que carita más bonita tiene? —sonrió, alzándolo un poco para que lo viera—. Pero vamos, que todo eso lo compensa siendo un tonto. Ojalá me- ojalá le contase más cosas a sus amigos. Y como Nohlem se entere de que se siente solo otra vez y no le llame le mete un zarpazo.
Dejó al pato al lado del gato y este efectivamente se inclinó a un lado, de forma que terminó con la cabeza apoyada en la del otro. Al Nohlem de verdad se le escapó un bufido de risa, y tras darse un toquecito en el morro con el único objetivo de cubrir su rubor volvió a pasar el brazo sobre los hombros del británico. Le dio un beso fugaz en la mejilla, todo lo casual que pudo.
—Hm —se lamió los labios—. Estás salado.
Pero no dijo nada. Dejó que siguiera, inventando nombres e historias para cada animalito pocho sin tener claro si le había hecho caso hasta que dijo su nombre. No. No el suyo. El de un gato de papel.
Sus mejillas se colorearon sutilmente tras el cumplido, ingenuo él por pensar que ahí acabaría la cosa. Error. Para su estupefacción Ethan no paró, y a su pobre corazón le iba a dar algo. Afincó el pie en el suelo hasta notar la molestia del dolor, no porque quisiera que se lo tragase la tierra, mas por comprobar que de verdad estaba allí, que lo irreal era real: el chico más lindo de su mundo (metafórico) le estaba dedicando palabras como no le había dedicado nadie nunca. Era demasiado. De clases, a creer que habían secuestrado a Ethan, a estar del color de un tomate por su culpa delante de la tumba de su hermano. Wow.
En su cara se notaba ya no solo el calor y la vergüenza, también que no sabía como recibir aquellas palabras. Tenía dibujada una sonrisa incómoda, no porque lo estuviera, sino porque la estaba conteniendo con mucha dificultad. Se aclaró la garganta brevemente al preveer, por los niveles de serotonina mezclados con el enamoramiento que tenía, lo inevitable. Soltar la laringe no consiguió que no pasase; por muy sutil que fuera ya estaba ronroneando. Generalmente pasaba en cosas positivas, pero santos si lo odiaba a veces por lo muy en evidencia que le dejaba. Solo lo dejaba salir cuando sentía confianza suficiente con algo o alguien, aunque tampoco es que tuviera mucha elección. Si quería frenarlo tendría que carraspear más fuerte, algo que ni muerto haría por si interrumpía a Ethan. Menos mal que había aceptado que lo llamaran gato, porque a ver como luchaba contra el mote con las movidas de su especie.
El guiño terminó de rematarlo. Nohlem se permitió ronronear con fuerza por unos segundos cuando Ethan le hizo el favor de levantarse. Carraspeó y con eso murió el sonido.
—Eres tontísimo.
Se levantó después que él aunque no sabía que diantres hacer ahora. No había día que no encajase algún cumplido como un campeón y los devolviese con la soltura de un jugador profesional de tenis. La enorme diferencia es que esos eran piropos fáciles de responder, no ataques directos a sus sentimientos de mano de su crush. Rápidamente buscó a sus pies algo de ayuda y sonrió al dar con su salvador. Se agachó para recoger una gallina de papel que en un gasto desmedido de suerte resultó ser un pato perjudicado, el cual sostuvo de la misma manera en la que Ethan había sujetado al gato.
—Puesss... Este se llama Ethan. Es madre soltera de unos... chorrocientos patitos cada inicio de cuatrimestre, y está hartísimo de serlo aunque finja muy bien. Uy, espera... —y sin piedad alguna atrapó con dos dedos la pata izquierda del pobre pato y la arrugó. No fue un daño devastador para el papel, pero lo más probable es que ahora le costase mantener el equilibrio—. Ahora. Ethan es... —guardó silencio. Soltó una pequeña risa—. ¿Tontísimo? Puf. Mucho. Pero Nohlem... —miró al gatito, calló otro par de segundos y se tragó un suspiro—. Para Nohlem es la mejor persona que existe. Él y su hermana, eh... esa misma —señaló un (¿qué coño era eso?) en el suelo—. Pero su hermana menos. Una vez me dijo que Ethan era una de sus personas, digo ¡patos! favoritos. Es amable hasta cuando está hasta el pico de serlo y bueno, ¿has visto que carita más bonita tiene? —sonrió, alzándolo un poco para que lo viera—. Pero vamos, que todo eso lo compensa siendo un tonto. Ojalá me- ojalá le contase más cosas a sus amigos. Y como Nohlem se entere de que se siente solo otra vez y no le llame le mete un zarpazo.
Dejó al pato al lado del gato y este efectivamente se inclinó a un lado, de forma que terminó con la cabeza apoyada en la del otro. Al Nohlem de verdad se le escapó un bufido de risa, y tras darse un toquecito en el morro con el único objetivo de cubrir su rubor volvió a pasar el brazo sobre los hombros del británico. Le dio un beso fugaz en la mejilla, todo lo casual que pudo.
—Hm —se lamió los labios—. Estás salado.
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