Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Observaba la escena sin estar seguro de que hacer. No le parecía buena idea coger uno de los machetes de Pefka y atacarle. El plan de Rua de guiarlo afuera tampoco funcionaba bien por la lengua de aquella cosa y las opciones parecían acabarseles. Cuando Ulmara se lanzó aunque con miedo deseó desde todo su corazón que funcionase, pero no fue así. Solo se quedó atónito cuando el camaleon empezó a saltar de nuevo y con sus reflejos mermados cayó al suelo sin dificultad en cuanto se le abalanzo encima.

El mundo le dio vueltas mientras escuchaba los gritos de sustos y quejidos de dolor de sus compañeros. Su estomago se revolvió de nuevo y se giró con la agobiante sensación de mareo enturbeciéndole todos sus sentidos solo para ver el desastre.

Rua parecía estar mal a lo lejos, había más gente en el suelo y Kiki parecía tener algo mal en el brazo.

Tambaleante se levantó de nuevo y se forzó a ir hasta la finlandesa tan solo para estar a su lado e intentar tranquilizarla. Con el ojo por el que podía ver se centró más en lo que haría aquella cosa. Intentando estar listo para apartar a Kiki y a él de otra de aquellas ráfagas.

Sarah habia escuchado los gritos y los golpes, algo pasaba y no parecia pacifico, siguió a Pefka a la armería, cogió su lanza y una daga, que guardo. Ahí paro un segundo para ponerse dos veces el hechizo de protección que habían prácticado, si alguien queria guerra no iba a irse de ahí sin pelear.

Subió la escaleras, con sigilo solo tendría una oportunidad para utilizar el factor sorpresa, respiró y contacto con la Sarah fria de emociones, la necesitaba para este momento. No sabía que iba a encontrarse debía estar preparada para cualquier escena.

Entró en la cocina con la lanza cargada no le costó ver al enemigo, habia un enorme camaleón colgado del techo, y nada mas entrar  que se mostraba de espalda mirando hacía los grillos. Muchos se encontraban por el suelo y gran parte de la cocina parecia destruida, no tenia tiempo para mirar a sus compañeros y menos para dudar.

Apunto y dirigió con todas sus fuerzas el lanza al cuerpo del camaleón.

Pocas cosas a su alrededor tenían sentido para la francesa que en aquellos instantes se retorcía de dolor. El caos se desataba y volaba por toda la habitación, hubo otro gran estruendo y nuevos gemidos pero no lograba diferenciar bien a ninguno de sus compañeros pues cuando no tenía los ojos cerrados en una mueca lastimera su visión se encontraba borrosa por las lágrimas.  ¿Aquella era Sarah con una lanza? ¿Era Maila quién se había arrodillado a su lado? Sí, parecía ella.

Las palabras de la hawaiana no le ofrecieron consuelo, sentía que le faltaba el aire y que se asfixiaba. Cuando le dijo que apretara la mano si le dolía mucho Fleur pegó otro grito por una nueva ola de dolor y le retorció la mano con demasiada fuerza. No fue hasta que cambió mínimamente de postura que encontró algo de alivio basado únicamente en la ausencia de una tortura estridente a un dolor constante pero no tan abrasivo. Aprovechó para dar una bocanada de aire con la cara descompuesta y la garganta irritada.
-¡Maila.... ahhg... por favor! -pero la mirada de Fleur no establecía contacto con la de su amiga, se clavaba en el techo. No, mucho más arriba de la azotea del torreón, en las nubes y estrellas.

>>Te lo ruego<<

Su cuerpo no resistió la posición y se deslizó unos centímetros de nuevo. Volvió a gritar.

Lejos de estar controlada la situación era cada vez más caótica, pues aunque el reptil parecía interesado en los grillos no reaccionó bien cuando sintió la cercanía de Ulmara y Pefka. Ambos querían atacarle aprovechando que estaba distraído y que el hijo de las lunas había traído armas de la armería, pero el camaleón se impulsó hacia arriba antes de que pudieran alcanzarle y la explosión de aire que provocó derribó a la cercana y al krabelinse contra el suelo.
—Joder… —masculló con los dientes apretados, manteniéndose agachada junto al español mientras observaba el comportamiento de aquella cosa.

Por estar medianamente a cubierto se libró de lo que ocurrió a continuación y pudo deducir que aquella cosa era más lista que un animal corriente. Al saltar hacia el techo había anulado el hechizo de levitación con el que Rua mantenía a flote el tarro de grillos, por lo que su premio estaba al alcance de su lengua, pero antes de volver a comer se lanzó contra los presentes de forma organizada, hiriendo a algunos y tumbando a otros.
—No puede ser… —susurró con los ojos muy abiertos, presenciando como dislocaba el brazo de Kiki con un movimiento casi fluido antes de volver por fin con los insectos.

En ese momento Sarah apareció lanza en ristre dispuesta a ensartar al animal, como si lo que acababa de ocurrir no fuera bastante disuasión, pero la sudafricana no iba a quedarse quieta a ver lo que ocurría. Aprovechando el momento y tras asegurarse de que Toni quedaba resguardado bajo la mesa para que con suerte no le ocurriera nada más Qwara avanzó rápidamente y con la cabeza gacha hacia la alacena en la que guardaban más tarros con grillos. Mantuvo la distancia con el camaleón en todo momento, esquivando a sus compañeros con cuidado hasta alcanzar su objetivo, y en cuanto tuvo un par de frascos a mano se lanzó hacia la puerta del patio con ellos dispuesta a abrirla del todo y lanzarlos al exterior.

La morena no pensaba a futuro, pues estaba muy claro que lo imperativo ahora era librarse de esa cosa si no querían acabar muy mal parados, y si más tarde el camaleón decidía volver ya lidiarían con él estando mejor preparados.

Pefka volvió a escuchar la explosión que provocaba aquella criatura cada vez que hacía magia, solo que esta vez le pilló escaleras arriba. Se detuvo un momento por lo que pudiera pasar y entonces le adelantó Sarah con una lanza. La terrícola se lanzó hacia la cocina y él le siguió con el corazón en un puño, pues no dejaban de escuchar jaleo y gritos.

En efecto, lo que les recibió arriba era desolador. Sus compañeros estaban por los suelos y mucho peor que antes. Mientras intentaban ayudarse, la bestia estaba pegada al techo bocabajo y cazando a los insectos con su lengua. «Ahí no llegamos con esto...» pensó mientras miraba los machetes que cargaba armas y a la criatura allí arriba, aunque no se fijó a mirar si Sarah tenía mejor suerte.

Se deshizo de todo menos su machete y el escudo. Un poco más allá pudo ver a Qwara con más tarros, así que se fue para ella y sacó el silbato... y empezó a soplar con fuerza. Quería llamar la atención de la criatura tanto con el silbido como haciendo aspavientos con el escudo, para que siguiera los tarros al patio. Se dejaría los pulmones si hiciera falta. Y en cuanto estuviera fuera... ya decidirían qué hacer entonces, pues lo principal era alejarle de los heridos cuanto antes.

Ulmara entendió a las malas que aquel ser era más listo de lo que le había dado crédito. Cayó de culo, con muy poca dignidad, y observó con horror lo cerca que pasó su arma de Kiki y Fleur. Ya en el suelo, tomó perspectiva de lo grave que era la situación: Kiki y Rua estaban muy heridas, Toni seguía inconsciente y Fleur... Los dioses sabían si no estaban destinados a perderla. De repente sintió toda la angustia que había evitado desde que amaneció y el día les trajo tantas pesadillas. Los ojos se le inundaron de lágrimas y... ¡No!

Se enjuagó los ojos, volvió a embotellar las emociones de malas maneras y caminó a gatas hasta su machete. Mientras, Sarah llegaba lanza en mano y Qwara proponía, de alguna manera, una tregua. Hacía escasos segundos, Ulmara pensaba que lo mejor era acabar con aquel ser, ahora lo único que tenía claro era que se había equivocado al atacarle. Eso y el miedo, claro, del miedo que sentía tampoco tenía dudas.

Maila resistió el apretón de Fleur, y por la fuerza que había usado estaba claro que tenía daños muy graves. Antes de que a nadie le diera tiempo a hacer nada volvió a desatarse el caos. Maila vio cómo aquel camaleón derribaba a sus amigos, al igual que vio pasar el machete cerca de sus cabezas. Aunque la más cerca de no contarlo había sido Kiki. La chica pegó un grito del susto cuando aquella cosa se acercó y atacó a la finlandesa. Aquel maldito monstruo estaba atacando a sus amigos y en aquellos instantes ella se sentía inútil e impotente. No quería dejar sola a Fleur, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados. Por suerte Nery´s apareció para socorrer a Kiki, la cual tenía el brazo herido al igual que Rua.

Sin embargo toda la atención de Maila se centró en Fleur cuando ésta le habló. La hawaiana la miró con lágrimas en los ojos, al ver el dolor en la cara de su amiga. ¿Por qué les hacían esto? ¿Cómo se podía ser tan cruel y malvado como para secuestrar a gente y soltarlas después en ese infierno de ciudad? Aquellos pensamientos, unidos a la visión de Fleur tirada en el suelo y sangrando inundaron su cuerpo de una rabia desbordante. En aquellos instantes se moría de ganas de levantarse, coger el machete y cargar contra ese camaleón. Pero nunca se perdonaría dejar sola a Fleur en una situación así y el grito de la chica no hizo más que afianzar su decisión.

-Tranquila, Fleur... Ya te tengo.- Le dijo mientras la ayudaba a ponerse en la posición anterior y hacía fuerza con los brazos para que su amiga no se deslizara a una posición más dolorosa. -Tú no te muevas, ¿vale? Yo te sujeto-. La intentó consolar, mientras miraba de reojo al frivy. Si la treta de Pefka y Qwara no funcionaba tendría que obligarse a dejar a Fleur sola con su dolor, antes de que otra persona saliera herida de gravedad. Segundos después una lanza cruzó la habitación hacia el reptil y la hawaiana deseó con todas sus fuerzas que impactara en el blanco.

Toni se despertó con el ruido de la lanza de Sarah al caer. Sobresaltado, se pegó con la mesa en la cabeza.
—Aaah, no soy como vosotros, nunca seré como vosotros— dijo poniéndose las manos sobre el golpe.
— ¿Que hago debajo de la mesa?— Toni observó la habitación y su desorden. Heridos por todas partes que daban la sensación de una guerra.
El muchacho salió de debajo de la mesa con dificultad y se quedó de pie, con las manos apolladas en la rodillas, con la espalda encorvada.

Iemai perdió por completo el hilo de sus pensamientos cuando una fuerza invisible le hizo perder el contacto con el suelo, hasta que todo su cuerpo impactó contra la piedra fría del torreón. No se pudo mover tras eso, pero sus ojos siguieron las acciones de sus compañeros sin registrar por completo lo que estaba sucediendo. Poco a poco empezó a hacerse preguntas: si tenía algo roto, si la criatura volvería a atacar, si iban a conseguir matarla… Hasta que consiguieron hacerla salir al patio.

Entonces Iemai comenzó a reincorporarse con dificultad, temblando. No sabía si enfadarse porque no se habían podido hacer cargo de la criatura o aliviarse porque se hubiese marchado, aunque no pudiesen saber si regresaría, o cuándo. Iemai no se podía permitir vivir con otra incertidumbre más, pero encontró fuerzas en algún rincón de su cabeza para no deshacerse en reproches. Habría tenido que disculparse más tarde y la gestión de sus miedos era solo cosa suya. Además, había sido la primera en no mover un dedo al paralizarla el terror.

Cuando volvió a ponerse de pie notó dolor en varias partes del cuerpo, pero no parecía nada grave, solo algo que persistiría durante algunos días sin afectar demasiado a su vida diaria. Entre el caos pudo ver que había gente que estaba mucho peor, y ahora podía detenerse a observar el estado de sus compañeros con atención. Eso le urgió a ponerse en marcha, pero no sabía muy bien qué hacer. La más grave parecía Fleur, pero no era la única que había salido mal parada.

La cercana se acercó a la puerta del patio, dispuesta a cerrarla de un portazo si Qwara no lo hacía antes.
—¿Quiénes estáis heridos? —preguntó, alzando la voz. Había heridas que no sangraban, lo sabía de sobra, e iban a necesitar ayuda de la magia para curarse. Se acercó lentamente a Fleur para comprobar si se había roto algo; aunque sabía que debía dejarle el examen a Kiki no podía evitarlo.

Fleur no podía saber con exactitud cuanto tiempo pasó hasta que de pronto percibió el silencio. Sus sentidos estaban embotados y el dolor intermitente la sacaba de toda relación lógica que deseara establecer. Sin embargo notó como el clima de la situación descendía y que alguien más se había acercado a ella.

—¿Se... se fue? —su mano entrelazada a la de Maila era el único consuelo que poseía y dependiendo del momento no era suficiente, aun así la creía. No se marcharía de allí.— hay algo... por favor kiki... hay algo mal... está roto —un pequeño grito de nuevo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Cerró los ojos, no podía ver toda esa sangre —¡ah! es... ¿toda... es... toda es mía? —musitaría en dirección a Iemai. Fleur quería mantener la calma, de verdad, pero le dolía todo el cuerpo y no sabía si estaba herida de gravedad. Pero no se sentía desfallecer o que perdía la consciencia, así que al menos no se estaba desangrando.

Nunca había experimentado algo parecido. ¿Y si no eran capaz de curarla?
>>No puedes hacerme esto<<

Ver a Sarah lanzarse de nuevo a por aquella cosa solo lo puso en más tensión. ¿Cuantos heridos más habría? Era lo único que cruzaba por su cabeza.

Qwara por otro lado sacó a aquella cosa con los tarros y Nery´s no pumo más que agradecérselo para sus adentros mientras se centraba como podía en Kiki.

-Ya paso todo, ya se ha ido. -Intentaba tranquilizar a la finlandesa. -Vamos a por Fleur, ¿vale? -La ayudó a levantarse y se acercó con ella a donde estaban la francesa y la hawaiana.

-Ey ey, aqui estamos. Ya paso todo. Te vas a curar en nada ya lo veras. -Lo intentaba decir con firmeza pero había desesperación en su voz y nerviosismo. Agarró una de las manos de la francesa con ambas suyas mientras sus propias lágrimas se mezclaban con la sangre negra en su cara. Y la única posible solución inmediata le sobrevino mientras en su cabeza Freur perdía la luz de sus ojos al igual que su hermana.

-Voy a Maciel. -Dijo primero casi como un susurro. -Iré a por los Macieleros, ellos podrán curarnos. Simplemente hacedle caso a Kiki hasta que vuelva con ellos, ¿vale? Estaré aquí antes de que te des cuenta de que me he ido. -Hizo un pobre intento de sonrisa antes de levantarse.

-Voy a Maciel. -Anunció esta vez más en alto para todo el grupo, sorbiéndose los mocos y restregándose la manga por la cara para quitarse la sangre y las lágrimas y poder ver por los dos ojos.

¡Funcionó! La bestia se lanzó hacia el exterior y pudieron ver cómo trepaba por el muro y se perdía al otro lado. Cerraron la puerta y después el nombrado pegó la espalda a la pared para descansar un momento. Los días en la ciudad le estaban ablandando, la verdad... y desde allí pudo ver a sus compañeros, y no le vino nada bien. Habían confiado en él para entrenarse para la ciudad, pero no les había servido de nada en aquella situación. Y además, las acciones que habían salvado la mañana habían sido idea de otras personas. Incluso Sara había tenido mucha más iniciativa con esa lanza que él con el silbato, y eso no era lo peor.

Su grupo estaba descompuesto. Mucha gente estaba herida, y sobre todo quienes tenían más capacidad para la magia. Nery's parecía aún afectado por lo que le habían dado, por lo visto, y el nombrado se acercó a él para cogerle del brazo.
—Oye, mejor siéntate un momento y descansa, anda. No es mala idea, de hecho yo iría, pero vamos a ayudarnos aquí primero y ver qué hacer, ¿vale?

Era buena idea, la verdad, pero tendrían más éxito si iban quienes estuvieran en mejores condiciones y no a trompicones. De momento, ayudaría en lo que pudiera a los demás, y como estaban todos en el salón... Se le ocurrió algo mientras se fijaba en los heridos, y lo comentó. La idea fue bien recibida, así que fue a uno de los dormitorios a por un colchón para Fleur. Si iban a curarles y quedarse allí abajo, la chica necesitaría mucha más comodidad que un sofá o una silla rígida. Subió pensando que volvía a alejarse de ellos, como antes cuando fue a por armas, pero intentaba convencerse de que ambas ocasiones la intención había sido ayudar, y no entendía ese ir y venir de acusaciones cargadas de cobardía o miedo contra sí mismo.

Bajarlo por las escaleras fue más complicado de lo esperado, pues era más largo que él, y tuvo que maniobrar mucho. Pero al final lo consiguió. Después, dejó el colchón junto a la chica, que estaba boca arriba en el suelo. No sabía si podría cargar él con ella, pero sin duda no quería intentarlo después de los golpes que la chica había recibido, pues no se fiaba de empeorar su estado. Se agachó a su lado e intentó sonreír a ambas chicas.
—Todo va a ir bien, ¿vale? ¿Me ayudáis a subirla? No sé cómo hacerlo para no hacerle más daño.

Ulmara había resultado practicamente ilesa y, aun así, sentía una fuerte presión en el pecho. Nada comparado con lo que sufría Fleur, pero suficiente para que la vulnerabilidad se apoderase de ella. La cocina estaba destrozada y le costaba mirar a los heridos sin sentir una mezcla de vergüenza, miedo y los dioses sabrían qué más; era un batiburrillo quimérico de emociones, todas ellas malas. Se suponía que en el ejército los preparaban para una guerra cuyos resultados eran siempre mucho más atroces que lo que les había ocurrido y, en ese instante, Ulmara no entendía por qué tanto interés en guerrear. Si un campo de batalla era mil veces esto, ¿por qué seguían erre que erre Iritria y Alaia?

Se esforzó como siempre porque todo su caos mental no se filtrara en su superficie y volvió a la realidad cuando un Nery’s fuera de sus cabales se encabezonó en salir.

—Haz caso a Pefka y siéntate, Nery’s —le dijo tajantemente.

Aprovechó ese instante para re-evaluar la situación. Para contemplar el destrozo de nuevo, esta vez recogiendo información. Toni se había despertado de su desmayo y parecía bien, Kiki tenía el hombro ¿desencajado?, Rua el brazo obviamente roto y Fleur… Fleur estaba jodida. El resto solo tenían arañazos o contusiones leves, gracias a los dioses. Ayudó a Sarah y al resto a acondicionar el lugar para los heridos, acercándose a Pefka para mover a la francesa.

—Con cuidado —le pidió al krabelinense, aunque fuera redundante. Una vez tumbada sobre el colchón, se quedó mirando a Fleur durante varios segundos en los que el miedo se reflejó en su cara—. Todo va a salir bien —logró decirle con cierta convicción, más de la que realmente tenía—. Rezaré a tu Dios y a los míos porque así sea.

Se agachó brevemente, se quitó el colgante de resina y se lo tendió a la humana. A estas alturas todos sabían lo importante que era para la cercana, que apenas se lo quitaba. Si, ningún Dios quisiera, Fleur se moría mientras ella no estaba, Ulmara deseaba que se fuera con algo que le recordara a su casa, a un momento feliz, aunque no fuera más que un olor evocado por magia barata.

Hecho esto y una vez recobraron cierto orden dentro de aquel caos de mañana, tomaron prestada la idea del frivy y varios de ellos salieron con premura hacia el torreón Maciel. Allí no encontrarían a nadie, sin embargo, y una decisión rápida les acabó llevando hasta la biblioteca.

Sigue en la Biblioteca Mágica.

Todo paso demasiado rápido antes de que todo se volviera un caos absoluto, aun más de lo que ya lo era. Su intento distraer al animal para intentar atraerlo hacia la entrada medio aprecia funcionar, medio, porque la larga lengua del reptil hacia que tuviera que poner algo más de distancia para intentar hacerlo moverse. Pero como fuera, si de verdad su plan iba a funcionar en algún momento o no, se quedó en olvido. Rua vio por el rabillo del ojo como Ulmara y Pefka intentaba acercarse para atacarle. La alarma vibro en sus entrañas, porque no había anda peor que intentar acorralar aún más a un animal que estaba tan alterado, por mas distraído que pareciera con la comida.

Y entone ocurrió, el reptil se movió con los mimos movimientos bruscos que usaba, haciéndolos caer y lo siguiente que sintió Rua, fue algo cliente envolviendo su brazo, un crujido que resonó en sus oídos como si fuera un estallido y su brazo cayo inerte, sin dolor, entumecido. Rua, soltó una exclamación ahogada cuando el brazo perdió toda su fuerza el hechizo de levitación, provocándole un dolor punzante por el tirón que pareció recorrerle hasta el hombro. Rua se mordió el labio inferior para no gritar de espanto y dolor, la angustia creciente, sosteniendo su brazo con el brazo bueno, con los ojos llenos de lágrimas.

<<Mierda, mierda, ¿está roto? ¡No, no puede estar roto!>> el dolor aun no inundaba sus nervios en el calor del momento pero estaba segura que cuando eso pasara aquello iba a ser infernal. Ella se había quebrado un dedo en una ocasión y aunque solo hubiera sido un maldito dedo había sido realmente molesto, no se imaginaba un hueso aún más grande. Y aún más en las circunstancias en las que estaban.

Rua solo atino a agacharse e intentar alejarse de la presión del alterado animal. SI solo con su lengua aprecia haberle roto el brazo como si fuera una ramita, no se imaginaba si aquella lengua se aferraba a su cuello. Un sudor frio le recorrió ante la idea. Con su brazo jodido, su magia no tenía efecto alguno, estaba inútil, sin ninguna otra arma a mano que pudiera serle de ayuda. Se sintió adolorida a impotente. La visión de Fleur algo mas allá, cual muñeca de trapo sangrante y rota, solo alteraba aún más sus nervios.

El reptil logro ser sacado, pero con el precio de un montón de sangre, huesos rotos y dolor y malestar general. Lo que una sola criatura había provocado en apenas minutos en aquel lugar no tenía nombre.  Estaban totalmente desprotegidos cuando ni la magia había surtido efecto alguno y ahora, aquellos que podían realizarla estaban mayormente heridos. Un colchón fue bajado para intentar colocar a la francesa en él.

- Mi brazo…creo que el bastardo, rompió el brazo- trago Rua cuando Iemai pregunto por el estado del que estaba, se levantó con esfuerzo sintiendo como conforme el calor del momento se desvanecía el dolor iba a llegando gradualmente, imparable, recorriendo sus nervios y músculos. Sostuvo firmemente su brazo contra su cuerpo, como si lo usara de cabestrillo, acercándose hacia donde Fleur aprecia estar en un horrible estado intentando ser ayudada por Kiki cuyo brazo para haber sido dislocado y tampoco estaba para hacer demasiado. Maila se mantenía allí seriamente preocupada. Estaban jodidísimos, Kiki, Fleur y ella eran las que más capacidad y las tres estaban en esos momentos totalmente incapacitadas en diferentes grados.

Los demás por suerte había salido bastante bien parados, que ya era algo positivo dentro del tremendo caos. Sarah había salido prácticamente indemne, Toni estaba bien, aunque algo desorientado, Nery’s, andaba diciendo de querer buscar a los macieleros, pero fue sentado por Pefka porque seguía aturdido. Algunos de los que seguía bien decidieron salir a buscarlos, ninguno ahí tenia mágica suficiente para que los hechizos curativos que poseían pudieran ser usados por ellos. Y sino a la antigua, como Sarah proponía

- Mierda…Toni, o quien sea que sepa ahcer esto, ayúdadme a poner este brazo en cabestrillo con algo, hasta que lleguen…no pudo quedarme aquí sin intentar hacer algo - pidió Rua con los labios apretados, dándole igual si era Toni o quien sea quien atendiera su pedido- Voy a ayudarte, Sarah, aunque sea con un puto brazo…intentare no moverlo demasiado, pero hay que darse prisa – dijo segura, mirando preocupada hacia la rubia convaleciente. Se sentía en parte responsable, era la que más capacidad mágica poseía y no podía hacer nada para aliviar su dolor, por curarla…absolutamente nada, se sentía sumamente impotente. Toda la práctica que había tenido no había servido de nada, ni siquiera para sacar a un maldito lagarto de allí sin que prácticamente la mitad del grupo acabara con alguna herida. Los esfuerzos de todos ellos habían sido un fracaso.

Dolía, obvio que empezaba a doler, pero aún lo suficientemente soportable para hacer algo por ayudar.