Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Al igual que el resto Maila acabó por apartarse de la mesa y pegarse a la pared. Estaba asustada,  no solo por aquella cosa, sino también por el lugar dónde sucedían los hechos. El torreón era un lugar seguro, un refugio donde descansar del miedo y la tensión que producía el exterior. Pero a juzgar por lo que estaba ocurriendo era simplemente una ilusión, otra mentira más que les habían contado.

Aquel par de ojos empezó a saltar de un lado a otro y la hawaiana ahogó un grito cuando Toni fue derribado. El ser se dejó ver por unos momentos delatando que se trataba  de un camaleón mucho más grande de lo normal. Por suerte Toni no parecía herido y Qwara logró acercarse a él cuando el camaleón se alejó. Estaba bastante confusa: No había visto ninguna luz tal y como preguntaba el frivy, no sabía si unos grillos serían suficientes para ese reptil y sobretodo no tenía ni la más mínima idea de qué hacer en aquella situación. Si había un hechizo que fuera útil y ella pudiera utilizar no podía recordarlo en aquellas circunstancias.

Le aterraba la idea de coger un cuchillo y acercarse junto a Rua y Ulmara al camaleón gigante. Por otro lado no sabía si aquel bicho se sentiría  amenazado por ver a tres personas acercándose o si empezaría imprevisiblemente a atacarlos si empezaba a moverse. No sabiendo qué hacer la hawaiana intentó recordar algun hechizo que pudiera serle útil en ese momento mientras miraba intermitentemente a sus compañeros.

-No os acerqués mucho, y tened cuidado...- Les susurró a la cercana y a la sueca. Quería hacer más, pero no estaba segura de si eso mejoraría las cosas o provocaría una reacción violenta.

Iemai apenas registró las partes menos importantes de lo que sucedía. Su vista se centró en los movimientos sobre la mesa, ignorando las palabras asustadas de sus compañeros. Lo único que le importaba era cómo iban a reaccionar a aquello, y eso la llevó a mirar directamente a aquellos que podían hacer más hechizos, y por tanto especialmente a Rua. Entre tanto, sin embargo, lo que quiera que estuviese sobre la mesa atacó a Toni y siguió paseándose por la cocina a su antojo.

Si Iemai pudo sacar alguna buena noticia de todo aquello, era que probablemente se trataba de una bestia sin inteligencia, y por tanto la posibilidad de deshacerse de ella no estaba fuera de su alcance. Sus compañeros, de hecho, ya estaban planeando tranquilizarla con comida.

—Si se distrae con la comida… atacad sin más. Con hechizos, con lo que sea. Hay que matarlo antes de que nos mate a nosotros —dijo la cercana entre dientes, todavía pegada a la pared, y temiendo alzar demasiado la voz. Sabía que ella no dudaría en atacar si estuviese en su mano, pero no disponía de magia ni armas.

El camaleón estaba hambriento, muy hambriento. Se había colado en el torreón el día anterior sin que nadie se diese cuenta y después no había sido capaz de salir. Los insectos de pequeño tamaño que había encontrado no bastaban para saciar su hambre voraz, pues aquel no era un camaleón cualquiera de mayor tamaño. La visión de la comida le hizo olvidarse de su camuflaje e impulsarse con todas sus fuerzas en dirección a los grillos: ello implicaba el uso de magia de la que esta criatura genemágica era capaz.

Un fortísimo hechizo de impacto que salió de su cola durante su impulso hizo que varios muebles y utensilios de la cocina se estrellasen con violencia contra una pared, rompiendo una silla y algún que otro objeto pequeño en el proceso. Por desgracia, aquellas no habían sido las peores consecuencias del hechizo de impacto.

Fleur había sido alcanzada completamente de lleno por el hechizo, siendo lanzada violentamente contra una pared. La fuerza era tal que durante la sacudida inicial ya había podido notar como se resentía algo dentro de su tórax. El golpe terminó de romperle algunas costillas y su brazo derecho sangraba por un corte que se había hecho contra una rugosidad de la pared.

Otros de los sendarios* habían recibido de refilón el impacto y habían sido derribados, pero con mucha más suerte que su compañera. El camaleón mientras tanto estaba devorando los grillos a toda velocidad.


*Quiénes queráis, no tiene importancia. Rua y Ulmara se libran porque no apuntó en esa dirección.

Con profundo desagrado la francesa contemplaba como Rúa llamaba la atención del lagarto poco a poco y algunas de sus compañeras mantenían la posición con cuchillos en mano. Por un momento pensó que todo iría bien, independientemente del resultado final con respecto a la vida del reptil. Pero no tardó en comprender que estaba equivocada y que sus plegarias no sirvieron para nada.

A Fleur no le dio tiempo a dar uno de sus pequeños gritos cuando lo vio a abalanzarse hacia la comida que le tendían, pues en cuestión de décimas de segundos un impacto la estrelló contra la pared que tenía detrás. Supo que algo andaba mal cuando aquella fuerza invisible la alcanzó pero el choque contra la piedra dura fue desencadenante y sintió como algo dentro de ella se resquebrajaba, y esta vez no de manera emocional.

El dolor fue inmediato y lacerante como si algo estuviera quemándole las costillas. Cayó desplomada de lado con los sentidos embotadas y fue cuando volvió a golpearse con el suelo que aulló de agonía, su grito se quedó clavado en el aire unos segundos antes de comenzar a llorar y sollozar llevándose las manos sangrantes a la zona lastimada, debía haberse herido en otra zona.

Se retorció y lloró sin poder articular palabras con sentido, pero hasta eso le dolía. Respirar la hacía resentirse así que ser un mar de lágrimas no la ayudó mucho. Se quedó allí inmóvil y tan rendida en su agonía que ni siquiera era capaz de pensar en otra cosa.

Todo iba demasiado rápido para él en ese estado. Antes de que pudiera abrir los ojos Toni había gritado y escuchaba los golpes de aquella cosa saltando por la sala mezclándose con las palabras de sus compañeros sin poder entender muy bien que le decían entre todo aquel caos.

Para cuando abrió los ojos aun doliéndole estos pudo ver como Rua traía un tarro de algo y lo exclamaba para todos. Empezó a procesar que nadie parecía haber sido cegado como él cuando una fuerza invisible salió despedida de aquella cosa hacia donde estaba. Se dio la vuelta intentando abrazar a las dos y llevarse la peor parte pero se quedó congelado al ver que la francesa no estaba allí mirando a uno de sus lados solo para ver por un momento como la fuerza le alcanzaba de pleno a ella. Y como si una ola lo hubiese arrastrado se despegó del suelo junto a Kiki y salió despedido con ella sin llegar hasta la pared. Consigió abrazar a la finlandesa y proteger la cabeza de esta cuando chocáron contra el suelo pero en consecuencia la del frivy rebotó contra este aturdiéndole aun más y abriéndole una brecha. La ropa en su hombro se había desgarrado y la zona empezó a sangrarle por arrastrarse contra el suelo.

Sentía el miedo recorrerle, Kiki tenía alguna rozadura en el brazo pero estaba bien y levantándose de nuevo hablando nerviosa sin embargo solo escuchaba el grito de dolor de Fleur y sus llantos mientras su propia cara se empapaba en sangre negra. Notó como miraba Kiki a la francesa y con un simple "ve" por su parte la finlandesa se levantó y corriendo fue a atender a Fleur.

Se sentía pesado. Cuando sus manos se apoyaron en el frio suelo e intentó levantarse le costó horrores y notó como su costado empezaba a quejarse de dolor por la caída. Tanto la medicina como el golpe le invitaban a simplemente volver a tumbarse y dormir, olvidarse de todo aquello y entregarse a los brazos del sueño.

Se levantó como pudo, mareado y sin podé abrir un ojo por el riego de sangre que lo tapaba mirando la escena ante él.

En mitad del cabreo por no conseguir esquivarlo, Toni vio como una mano aparecía de la nada. Se extrañó que el porrazo solo se lo habían llevado sus cuartos traseros y no su rostro como solía ser habitual.
- Sisi, estoy bien , gracias Qwara- vio cómo cogía un cuchillo y rápidamente el imitó su gesto- pues si tiene hambre habrá que darle algo de comer. ¿Qué comerá esta criaturita de Dios? A nosotros ya se ve que no porque a mí me podría haber pegado un bocado y no lo hizo.

Mientras hablaba con Qwara escucho como Pefka preguntaba algo sobre menguar a la criatura.
- Mientras lo entretenemos con la comida podríais intentarlo ¿no?- le dijo al resto cuando vió que Rua iba camino a por grillos. - Rua por dios santo ten cuidado por favor. ¿Alguien puede lanzarle un hechizo o algo?- Gritó mientras observaba como Ulmara se armaba por lo que pudiera pasar.
Lo siguiente que vio fue como aquella cosa se volvía completamente visible y se dirigía hacia Rua y los grillos.  Sin entender que pasaba dio con la cara en el suelo y un fundido en negro lo inundó todo.

Que Toni confirmara que estaba bien era un alivio, pues era una cosa menos de la que preocuparse, y mientras Rua y Ulmara iban hacia la cocina la sudafricana procedió a parapetarse tras una silla. Aquella cosa estaba frenética y no paraba de saltar de un lado a otro, derribando un montón de cosas en el proceso, pero tal vez la idea de darle algo que comer funcionara y era la única opción a la que aferrarse.
—Vamos, vamos… —murmuró para sí, aferrándose con fuerza al cuchillo sin muchas ganas de utilizarlo.

La sueca no tardó en aparecer con un tarro de grillos en la mano, lo que atrajo la atención del camaleón por completo, y cuando este se lanzó hacia su premio la morena estuvo a punto de dar las gracias por ello. Lo que sucedió a continuación, sin embargo, le quitó las ganas de agradecerle nada a nadie.
—¡Cuidado! —intentó advertir a los demás cuando notó la presión del aire en los oídos, pero el hechizo de impacto ahogó su voz por completo y a Qwara solo le dio tiempo a cubrirse la cara con los antebrazos.

A la humana le pitaban los oídos y sentía los brazos entumecidos tras los golpes, pero en comparación con algunos de sus compañeros estaba perfectamente, y cuando Fleur grito de agonía a la morena se le saltó el pulso. La muchacha había salido despedida contra la pared, pues se había llevado la peor parte de la explosión, y por cómo se llevaba la mano al costado debía de haberse roto algo importante.
—No, no, no… —murmuró preocupada, acercándose al andaluz al percatarse de que volvía a estar en el suelo mientras Kiki se ocupaba de la francesa—. Hay que sacar a esa cosa de aquí. —añadió angustiada, no muy segura de a quién se dirigía tras comprobar que el chico estaba inconsciente.

Después de ver lo que hacía aquella criatura para desplazarse no quería averiguar cómo reaccionaba ante un ataque, así que lanzarse a por ella no era una opción lógica.

Rua encontró los tarros de insectos y también descartaron la sospecha de si podía ser o no Setenta y Siete. Daba igual, realmente. Tenían una criatura en el refugio y tenían que librarse de ella. Por lo pronto, el camaleón se fijó en lo que llevaba la chica, así que podían atacar o hacer cualquier cosa mientras estaba distraído... O no.

El animal saltó hacia su objetivo, pero salió disparado como una exhalación. Pefka se agachó detrás de una silla cuando escuchó el grito de Qwara, pero sintió la onda expansiva del aire en su cuerpo y poco después pudo escuchar los golpes y gritos. ¿Qué había sido eso? ¿Hacía magia? Tenía toda la pinta. «¿Me habría hecho trizas la coraza si me hubiera dado?»

No podía distraerse con las posibilidades, sino que tenía que centrarse. Llevaban tiempo preparándose para algo así, y les había pillado de lleno en su refugio. De un rápido vistazo, vio a Fleur y Toni en el suelo, y Nery's parecía desorientado. Kiki corrió con la primera y el nombrado pensó en la mala suerte que había tenido el chico por caer por segunda vez. Y no se lo pensó dos veces, echó a correr hacia la armería. Iemai tenía razón en que debían defenderse.
—¡Voy a por armas!

Por las escaleras llegó a pensar que si era Sesenta y Siete podía entenderlo y perseguirle, punto para él, y también que si era una criatura sin más podrían echarla fuera de allí si él mismo abría la puerta, pero estaba solo y no podía, así que fue a lo más directo y más rápido. Una vez abajo, cogió un escudo y varios machetes con ambas manos, y se enganchó el suyo en el brazo. Si se caía con todo eso corriendo escaleras arriba, iba a acabar mal, así que fue con mucho tiento. No sabía qué se encontraría arriba, pero su intención era repartirlo entre quienes pudieran.

Rua ahogo un grito de susto cuando sintió a la criatura lanzarse contra ellos y dejo caer el bote abierto de insectos al suelo del susto donde se desparramaron y comenzaron a ser comidos vorazmente el animal. Un quejido le hizo volver a la realidad.

Un especie de ráfaga invisible había empujado con fuerza a sus compañeros cuando el animal se lanzó hacia ella en busca de la comida. Ni ella ni Ulmara aparecieron sentirlo, pero él grito agónico de Fleur resonó en sus oídos, haciendo que sus ojos e posaron en ella con horror. Verla desmadejada contra a la pared, mientras intentaba sostenerse y respirar, como Kiki corría hacia ella intentando hacer algo, el cuerpo de Toni caer nuevamente y golpearse de bruces contra el suelo. ¿¡Qué demonios pasaba!? ¿Había sido aquella cosa!? ¿¡Tenia magia acaso!?

- Date prisa Pefka- dijo Rua nerviosa al medio escuchar a Pefka decir que iría a intentar coger algún arma. Ella miro de reojo a Ulmara, sin saber muy bien que hacer, antes de volver sus ojos rápidamente hacia la criatura, ahora perfectamente visible, un enorme lagarto con pinta de camaleón que devoraba con ganas los insectos que había caído fuera del bote.

Rua dudaba tenía miedo de lanzarle un hecho que el animal se alteras y una nueva ráfaga de esa extraña magia volviera a sacudirse y hacerles algo a los demás, por eso y con duda hablo

- Voy a intentar sacarlo de aquí o distraerlo…creo que solo esta atraído por la comida…cubriros por si acaso- dijo en voz baja Rua pero de forma audible antes de tragar saliva y concentrarse, uso le hechizo de levitación haciendo log estos pertinentes, sobre el tarro de insecto a medio vaciar para hacerlo flotar. Buscando atraer la atención del animal hacia el levitante bote y los insectos de dentro…no sabría si funcionaria, pero con suerte el animal solo se centraría en la comida y podría guiarlo gracias al objeto flotante, aunque fuera, lejos del salón principal, hacia fuera, donde no causara más daño a nadie más de volver a tener algún explosión mágica, expansiva o de lo que fuera que hubiera hecho.

Para Ulmara fue una brisa. Una ráfaga de aire que revolvió la sala y sus plumas. La silla rota la dejó conmocionada y el tintineo de la vajilla destrozada sonó como el eco desordenado de un móvil colgante tras la puerta de un establecimiento. El lagarto dañó también a varios de sus compañeros y Ulmara simplemente se quedó ahí, de pie, con el cuchillo en alto. Recordando al nublino que murió ante ellos en el fumadero. Absorta, miró uno a uno a todos sus compañeros, hasta que escuchó a Pefka y su cuerpo la llamó de nuevo a la acción.

Le preocupaba Fleur, mucho, pero sentía que no podía hacer nada por ella. En su lugar, gastó magia sobre sí misma, conjurando una protección básica reforzada (**) y corrió hacia la puerta con el cuchillo en alto. En el mismo instante en que el krabelinense subiera con las armas, cambiaría el cubierto por un machete y se lanzaría, arma en alto y con todas sus fuerzas, hacia el cuello de la bestia, que se daba un festín con los grillos flotantes.

Echar al reptil era arriesgarse a un segundo encuentro, para Ulmara solo existía una opción buena en ese instante. Esperaba no tener que arrepentirse.

Antes de que se diera cuenta aquel reptil se lanzó hacia delante. Y todo se salió de control. Maila ni siquiera vio con exactitud cómo Fleur salía despedida contra la pared, pues ella misma había quedado aturdida y derribada por lo que sea que les hubiera hecho el monstruo. Sin embargo el llanto de agonía de su amiga la devolvió a la realidad, una dura y cruel realidad en la que su amiga se encontraba tendida en el suelo. Aquella visión se le metió en la cabeza y más tarde sería consciente de que nunca la olvidaría. A pesar de toda esa amalgama de sentimientos Maila no se quedó quieta y corrió hacia ella.

-¡FLEUR!- Gritó con el alma en el pecho mientras prácticamente se dejaba caer cerca suya. Sintió el agresivo impacto de sus rodillas contra el suelo, pero en aquellos instantes le daba igual. No sabía qué hacer, y tal era su nivel de estrés que no recordaba ningún hechizo viable. No podía concentrarse viendo a su amiga destrozada en el suelo. Así que le cogió la mano derecha con ambas suyas y empezó a hablarle sollozando. -Tran-tranquila Fleur, no mires a esa cosa... Tú solo m-mírame a mí y apriétame la mano s-si te duele mucho.- Le dijo intentando consolarla, aunque en parte también se lo decía así misma. No sabía con exactitud el nivel de gravedad de sus heridas, pero sabía que era grave. Y cuando Maila se percató de sus manos manchadas por la sangre de Fleur la chica abrió los ojos como platos y como un resorte la abrazó. Sin moverla del sitio, sin apretarla siquiera. Se dedicó simplemente a cubrirla con su cuerpo mientras repetía una y otra vez la misma frase: -Estoy aquí, Fleur, estoy contigo...-

Iemai no comprendió enseguida lo que acababa de pasar. Sus pensamientos parecían fluir de manera lenta y tardar en coordinarse con la realidad. Solo sabía que Fleur y quienes estaban a su lado habían recibido un impacto que no había tenido lugar, y que la francesa parecía haber salido peor parada que el resto. La cercana no podía salir de su bloqueo, arrimada a la pared. Ni siquiera importaba si se movía o no, si aquella criatura podía alcanzarlos incluso sin tener que ponerse a su lado.

Escuchó los planes de sus compañeros, pero no se le ocurrió nada que ella pudiese hacer para colaborar o ser de ayuda. Incluso aunque Pefka lograse subir algunas armas y repartirlas, la cercana no se veía haciendo nada útil con cualquier cosa cortante que le pusiesen en las manos. Lo que sí tenía claro era que no podían dejar ir al intruso sin más.
—Aunque salga deberíamos… si dejamos que viva podría volver a por más comida la próxima vez —murmuró al escuchar el plan de Rua. No podían arriesgarse a que una criatura camuflada y peligrosa se colase en el torreón cada vez que sintiese hambre. La mayoría de ventanas del torreón no se podían sellar, y aunque no fuesen muy grandes claramente la criatura había entrado por una de ellas durante la noche. Para su alivio, Ulmara ya se había puesto en marcha antes de que ella hubiese dicho nada, y sus intenciones estaban bastante claras.

Observaba la escena sin estar seguro de que hacer. No le parecía buena idea coger uno de los machetes de Pefka y atacarle. El plan de Rua de guiarlo afuera tampoco funcionaba bien por la lengua de aquella cosa y las opciones parecían acabarseles. Cuando Ulmara se lanzó aunque con miedo deseó desde todo su corazón que funcionase, pero no fue así. Solo se quedó atónito cuando el camaleon empezó a saltar de nuevo y con sus reflejos mermados cayó al suelo sin dificultad en cuanto se le abalanzo encima.

El mundo le dio vueltas mientras escuchaba los gritos de sustos y quejidos de dolor de sus compañeros. Su estomago se revolvió de nuevo y se giró con la agobiante sensación de mareo enturbeciéndole todos sus sentidos solo para ver el desastre.

Rua parecía estar mal a lo lejos, había más gente en el suelo y Kiki parecía tener algo mal en el brazo.

Tambaleante se levantó de nuevo y se forzó a ir hasta la finlandesa tan solo para estar a su lado e intentar tranquilizarla. Con el ojo por el que podía ver se centró más en lo que haría aquella cosa. Intentando estar listo para apartar a Kiki y a él de otra de aquellas ráfagas.

Sarah habia escuchado los gritos y los golpes, algo pasaba y no parecia pacifico, siguió a Pefka a la armería, cogió su lanza y una daga, que guardo. Ahí paro un segundo para ponerse dos veces el hechizo de protección que habían prácticado, si alguien queria guerra no iba a irse de ahí sin pelear.

Subió la escaleras, con sigilo solo tendría una oportunidad para utilizar el factor sorpresa, respiró y contacto con la Sarah fria de emociones, la necesitaba para este momento. No sabía que iba a encontrarse debía estar preparada para cualquier escena.

Entró en la cocina con la lanza cargada no le costó ver al enemigo, habia un enorme camaleón colgado del techo, y nada mas entrar  que se mostraba de espalda mirando hacía los grillos. Muchos se encontraban por el suelo y gran parte de la cocina parecia destruida, no tenia tiempo para mirar a sus compañeros y menos para dudar.

Apunto y dirigió con todas sus fuerzas el lanza al cuerpo del camaleón.

Pocas cosas a su alrededor tenían sentido para la francesa que en aquellos instantes se retorcía de dolor. El caos se desataba y volaba por toda la habitación, hubo otro gran estruendo y nuevos gemidos pero no lograba diferenciar bien a ninguno de sus compañeros pues cuando no tenía los ojos cerrados en una mueca lastimera su visión se encontraba borrosa por las lágrimas.  ¿Aquella era Sarah con una lanza? ¿Era Maila quién se había arrodillado a su lado? Sí, parecía ella.

Las palabras de la hawaiana no le ofrecieron consuelo, sentía que le faltaba el aire y que se asfixiaba. Cuando le dijo que apretara la mano si le dolía mucho Fleur pegó otro grito por una nueva ola de dolor y le retorció la mano con demasiada fuerza. No fue hasta que cambió mínimamente de postura que encontró algo de alivio basado únicamente en la ausencia de una tortura estridente a un dolor constante pero no tan abrasivo. Aprovechó para dar una bocanada de aire con la cara descompuesta y la garganta irritada.
-¡Maila.... ahhg... por favor! -pero la mirada de Fleur no establecía contacto con la de su amiga, se clavaba en el techo. No, mucho más arriba de la azotea del torreón, en las nubes y estrellas.

>>Te lo ruego<<

Su cuerpo no resistió la posición y se deslizó unos centímetros de nuevo. Volvió a gritar.

Lejos de estar controlada la situación era cada vez más caótica, pues aunque el reptil parecía interesado en los grillos no reaccionó bien cuando sintió la cercanía de Ulmara y Pefka. Ambos querían atacarle aprovechando que estaba distraído y que el hijo de las lunas había traído armas de la armería, pero el camaleón se impulsó hacia arriba antes de que pudieran alcanzarle y la explosión de aire que provocó derribó a la cercana y al krabelinse contra el suelo.
—Joder… —masculló con los dientes apretados, manteniéndose agachada junto al español mientras observaba el comportamiento de aquella cosa.

Por estar medianamente a cubierto se libró de lo que ocurrió a continuación y pudo deducir que aquella cosa era más lista que un animal corriente. Al saltar hacia el techo había anulado el hechizo de levitación con el que Rua mantenía a flote el tarro de grillos, por lo que su premio estaba al alcance de su lengua, pero antes de volver a comer se lanzó contra los presentes de forma organizada, hiriendo a algunos y tumbando a otros.
—No puede ser… —susurró con los ojos muy abiertos, presenciando como dislocaba el brazo de Kiki con un movimiento casi fluido antes de volver por fin con los insectos.

En ese momento Sarah apareció lanza en ristre dispuesta a ensartar al animal, como si lo que acababa de ocurrir no fuera bastante disuasión, pero la sudafricana no iba a quedarse quieta a ver lo que ocurría. Aprovechando el momento y tras asegurarse de que Toni quedaba resguardado bajo la mesa para que con suerte no le ocurriera nada más Qwara avanzó rápidamente y con la cabeza gacha hacia la alacena en la que guardaban más tarros con grillos. Mantuvo la distancia con el camaleón en todo momento, esquivando a sus compañeros con cuidado hasta alcanzar su objetivo, y en cuanto tuvo un par de frascos a mano se lanzó hacia la puerta del patio con ellos dispuesta a abrirla del todo y lanzarlos al exterior.

La morena no pensaba a futuro, pues estaba muy claro que lo imperativo ahora era librarse de esa cosa si no querían acabar muy mal parados, y si más tarde el camaleón decidía volver ya lidiarían con él estando mejor preparados.