Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Fleur se encontraba irritable, un adjetivo que no sabía que podía atribuírse a ella tal y como se sentía en esos momentos. Desconocía si estaba más frustrada consigo misma que con el resto, pero tenía claro que había varias cosas que no soportaba. En primer lugar el relato preciso de Rúa al que no quiso prestarle mucha atención, y en segundo las frases difusas de Nery´s por quién aún se sentía mal pero tampoco estaba preparada para sumergirse en ningún problema ajeno. Pero lo que más le sacó de sus casillas fue la frase y el tono de Ulmara, tanto que Fleur se permitió poner los ojos en blanco un segundo mientras percibía que su cuerpo estaba indispuesto y no llegaría a desayunar nada. Recién salida de una situación límite estuvo a punto de corregirla delante de todos. ¿Cómo podía pensar que solo eran pesadillas?. En definitiva, sí, únicamente se trataron de eso pero si Rúa y Nery´s habían vivido lo mismo que ella a la vez... aquello había estado demasiado cerca de la realidad. Aún le costaba quitarse el rojo fulminante de la luna que había soñado y la mirada gélida de su madre.

Seguía sorprendiéndose así misma ya que meses atrás jamás habría sido capaz de transmitir lo que diría a continuación, pero no tuvo la oportunidad. Agradeció los segundos de silencio por la confusión antes de levantar la mirada del suelo con curiosidad y reparar en lo que de verdad estaba ocurriendo. El siseo de Qwara traspasó todo su cuerpo y cuando vio aquellos ojos volcando las cosas de la mesa y flotando sobre ella se sobresaltó. Totalmente muda se pegó cerca de la pared y de Nery´s con el corazón acelerado. No pudo evitarlo, y buscó la mirada de Maila una décima de segundo, conteniéndose por no hacer mucho ruido con su propio miedo.

Esa mañana no estaban teniendo el desayuno más amistoso del mundo. Ulmara tenía la sensación de que estaban a escasos milímetros de que empezasen a volar cuchillos, la tensión era palpable. Sin embargo, cuando Qwara saltó fue por un motivo diferente. Sus palabras le helaron el cuerpo y el plumaje de Ulmara se erizó desde la nuca hasta la frente, provocando que las plumas aplastadas se alzaran formando una cresta. Apenas levantó la cabeza de la taza, se cruzó con esos orbes flotantes y se levantó de un salto, arrastrando hacia atrás la silla, y alargó la mano para coger un tenedor, además de la taza de té, que aún conservaba en la mano.

—Por los huevos de los dioses —dijo a la vez que aquellos ojos flotaban sobre la mesa, desparramando cosas.

Dio una zancada hacia atrás, golpeándose con su propia silla, y en un movimiento automático, arrojó su té templado sobre lo que quiera que fuese aquella cosa. No era que el té quemase, pero si servía para revelar mejor al invasor se daba con un canto en los dientes. Tampoco es que hubiese premeditado mucho su acción. Se aferraba al tenedor como si fuese el arma más mortífera del mundo.

Su mente se había vuelto espesa y aunque se encontraba tranquilo no estaba bien para nada. No notó el tono a la defensiva de Ulmara y prácticamente nada de lo demás. Mientras le respondían consiguió hilar que Rua había tenido una pesadilla también y que dos pesadillas de ese calibre el mismo día era raro. Tambien asintió a las palabras de que solo era una pesadilla, pero en su mirada se podía ver que no estaba convencido de aquello.

Entonces para él Qwara dijo algo y vio como todo el mundo a su alrededor y varios cubiertos de la mesa se volcaban. No necesariamente en ese orden pero le costaba demasiado procesar bien la información en ese momento y se quedó ahí pasmado hasta que finalmente dio con los ojos en el centro de la mesa.

Se levantó de la silla asustado y retrocedería con cuidado cubriendo con su cuerpo a Fleur  a Kiki pero los recuerdos de la pesadilla le asaltaron. ¿Iba a pasar otra vez? ¿Iban todos sus compañeros a explotar en frente suya sin poder hacer nada?

Agarró la silla en la que había estado sentado y la colocó como protección delante de ellos. Sin embargo un fogonazo de luz parpadeó encima suya cegándole en aquellos instantes y haciéndole cerrar los ojos.

-¿Que es esa luz? ¿Qué está pasando? -Preguntaría a nadie en particular.

Iemai había sacado el tema de qué hacer ese día para distraer y activar a sus compañeros, pero no pudieron continuar hablando de ello porque Rua les pidió contarles su sueño. Por la cara que tenía, necesitaba sacárselo de su sistema, tal vez ordenarlo con palabras para dejar de darle vueltas. Al menos a Iemai a veces le sucedía aquello, necesitaba sentir la realidad y verbalizar sus sentimientos, aunque solo fuese dentro de su propia cabeza, para regresar a la realidad.

La sueca terminó su relato con frustración, pero Iemai no veía ninguna razón para tratarla de loca. Los sueños nunca tenían sentido, y generaban sentimientos que no se podían expresar con palabras. Incluso si a Iemai no le parecía una pesadilla de la que no se pudiese recuperar rápidamente, sabía que lo que Rua había sentido al soñarlo le pertenecía solo a ella.

Después le tocó el turno a Nery’s. Su explicación fue más abstracta, más breve, pero le aplicaba la misma lógica que a la sueca. Lo que le costaba creer a Iemai, y la última pregunta del frivy lo reafirmó, es que se tomasen tan en serio aquellas pesadillas, como si fuesen profecías o algo similar.

Cuando Iemai iba a preguntar al respecto escuchó las palabras de Ulmara, seguidas de las justificaciones de Qwara. Su intención era intervenir cuando hubiese terminado de hablar esta última, pero sus palabras se cortaron antes de terminar la frase que estaba diciendo. Iemai siguió la mirada de Qwara, clavada en algún punto frente a ella, hasta que su siguiente afirmación la hizo levantarse de la mesa sobresaltada.

La cercana aún no había visto nada, pero no sabía dónde meterse. Lo siguiente que supo es que lo que quiera que estuviese en la pared ahora estaba sobre la mesa, y la cercana reculó tan rápido como pudo. No tuvo tiempo ni de hacerse con un utensilio de la mesa como algunos de sus compañeros, llanamente se pegó a la primera pared con la que dio su espalda y comenzó a hiperventilar, anticipando los peores horrores que su cabeza pudiese idear.

Faltaba Fleur por contar su pesadilla, y parecía dispuesta a ello... Pero no pudo hacerlo. Qwara fue la primera en dar la voz de alarma. El nombrado siguió su mirada y consiguió ver aquello-lo-que-fuera de reojo mientras una de las cercanas le tiraba el té encima. Todos se alejaron como pudieron de la pared, más o menos asustados, pero aquella cosa desapareció y luego se movió a la mesa. Y para colmo, habían sido testigos de cómo su marcha había volcado cosas en la superficie de madera, por lo que debía haber más cuerpo invisible bajo aquellos ojos y sus armas no servirían de mucho si no podían ver nada.

Él había reaccionado como muchos de ellos. Había echado su silla hacia atrás lejos de la pared que había elegido la "criatura" y después se había ido en dirección opuesta sin dejar de mirarla. Había pensado "no le miréis a los ojos" por si el animal lo entendía como un desafío, pero eran muchos allí y ya daría igual. Después, por supuesto, le invadieron las dudas. ¿Cómo habría entrado? ¿Cómo se movía? ¿Qué forma ocultaba? ¿Era una bestia o una criatura confundida, hambrienta o curiosa? ¿Qué intenciones tendría?
—¿Alguien más ha visto la luz que dice Nery's? —preguntó en voz baja sin dejar de mirar hacia la mesa.

Esperaba que le respondieran en el mismo tono de voz, pues no quería agitar a aquella cosa. También se había fijado en Iemai, pero le quedaba muy lejos y no sabría cómo tranquilizar a alguien en esa situación. No tenía ni idea de qué hacer, ya era la segunda vez que algo o alguien invadía su maldito refugio.

En mitad de la angustia Toni escuchó como Ulmara decía algo de los huevos de los dioses y en otra circunstancia se hubiera reído.
- Ostia puta que son ojos, son putos ojos, solo los ojos- Toni le tiró la primera taza que puedo coger cuando los ojos sobrevolaban la mesa.- ¿Eso son escamas?- dijo gritando a pleno pulmón cuando el té le cayó encima- Es invisibleeeeeeeeee.

Durante unos segundos Toni no se movió del sitio, aun tenia la manta sobre los hombros pero estaba alerta, sus rodillas arqueadas y sus brazos como si fuera a dar un abrazo. Veía como unas leves ondulaciones iban en su dirección y cuando notó el porrazo solo consiguió gritar- Hijo de la gran puta, cuidado que es invisible- cuando estaba ya en el suelo, esta vez consiguió dar con las manos, librando a su cara del enésimo porrazo.

Qwara estaba tan tensa que apenas si escuchó las palabras de sus compañeros, ajena completamente a la luz que veía Nery’s, pero sí que dio un ligero respingo cuando Ulmara le lanzó su té a la criatura invisible y este dejó entrever las dimensiones de la misma.
—Este día mejora por momentos. —masculló en voz baja, más para sí misma que para el resto por miedo a llamar su atención.

Aquella cosa parecía estar buscando algo, pues no dejaba de tumbar cosas mientras se movía por la mesa, y en cierto momento se lanzó sobre Toni derribándole en el suelo. Por suerte para el español el intruso no parecía interesado en hacerle daño, pues los orbes negros que delataban su posición continuaron su vaivén hacia otra parte, y en cuanto se alejó del chico la sudafricana le tendió una mano para ayudarle a ponerse en pie.
—¿Estás bien? —preguntó por inercia, tragando saliva al atisbar por fin al dueño de aquellos ojos.

Se trataba de un camaleón de algo más de un metro y medio de envergadura, algo descomunal si se le comparaba con sus primos de la Tierra, y aunque no se mostraba agresivo con ellos parecía decidido a destrozar la habitación a base de brincos.
—¿Quizás solo quiere comida? —sugirió a la desesperada, acuclillándose para evitar el destino de Toni mientras asía su cuchillo de untar con fuerza. Aquellos reptiles se alimentaban de insectos y en la alacena había tarros llenos de grillos.

El nombrado se agachó por reflejo cuando la criatura saltó, pero fue a parar encima de Toni. Qwara le ayudó a levantarse una vez que el camaleón se fue brincando de nuevo, y entonces Pefka llegó a una conclusión similar a la de la chica. Podría estar buscando hambre, sí, pero además... ¿Podrían domarlo, adoptarlo? Una bestia invisible podría ser una buena baza... Y con su tamaño a lo mejor podía ayudarles a cazar criaturas del tamaño de ellos mismos. O incluso hacerles compañía y él podría tomar nota de sus características y su capacidad para hacerse invisible...

Pero aun así..., le recordaba a Setenta y siete y una sospecha le paralizaba un poco. Si las hubiera tenido todas consigo, se habría escurrido él mismo hacia la alacena a buscar los insectos que guardaban allí. Pero no, no se movió del salón más que para asir una silla y agacharse detrás, por si acaso.
—Es como Setenta y siete... pero en pequeño... ¿Sabéis... Sabéis si hay magia para reducir el tamaño de uno mismo? —dijo en voz baja y con visible preocupación. Agarraba su silbato del cuello con fuerza para intentar tranquilizarse.

Ojalá no tuviera esas malditas dudas que para colmo seguramente no podrían saber. Por supuesto que quería acercarse a la criatura. Quería intentar darle de comer y probar suerte. Quizás no podrían amaestrarlo pero sí tenerlo cerca. Vaya, podía ser la primera bestia que tenían tan cerca y que no quería atacarles, y no quería alejarse de ella tan pronto.

El gesto desafortunado de Ulmara al lanzarle el té encima, aunque peligrosos , les permitió al menos saber a qué demonios estaban enfrentándose, Aquel parche de escamas inquieto sobremanera a Rua cuyo primer pensamiento cuando noto las ondulaciones en el aire, fueron que se les había colado el maldito setenta y siete y estaba jugando con ellos de la pero forma posible. La chica retrocedió aún mas, ahogando un grito alarmado cuando vio a Toni caer bruscamente de espalda con los ojos bien abiertos de la criatura sobre él, que poco después desaprecio de nuevo de la vista, invisible como claramente era. Rua intento seguir los movimientos ondulantes imposibles de ver con dificultad, siguiendo el movimiento de los propios tiestos cayéndose de un lado a otro de la habitación. ¿¡Que mierda le pasaba esa cosa!?

-Dudo que el empequeñecer te quite el instinto asesino loco, debe ser algun bicho de este lugar- murmuro una nerviosa Rua respondió al asustado Pefka una vez el animal, se dejó ver. Un camaleón muchas veces más grande que uno de la tierra estaba destrozando la sala del torreón moviéndose con una agilidad que en su vida había visto en semejantes reptiles.

Vio por el rabillo del ojo a Qwara buscando ayudar a levantarse Toni y sus palabras hicieron que mirase inquieta hacia las alacenas de la cocina. ¿podría funcionar? No quería lanzarle un hechizo, ni siquiera sabía si alguna funcionaria para empezar y si es que el efecto era peor remedio. El animal estaba siendo más bien inquieto, revoltosos y destructivo, pero podría haber mordido a Toni o atacarle de forma grave y tan solo lo había empujado. No quería provocarlo y que se volviera agresivo.

-La idea de Qwara podria funcionar…voy intentar ir a por comida, intentad que os mire a ustedes. - murmuro Rua entre dientes intentando no dejar de mirar al animal, mientras retrocedía más y más, moviéndose hacia las alacenas. Ese bicho era un reptil, y que ella supiera los camaleones de su mundo solo comían bichos. <<Espero que le gusten los grillos y no a la carne humana>> nadie había tocado prácticamente aquella comida que venía en las cestas, así que tenían varios botes prácticamente llenos en la alacena. En el último tramo que le quedaba corrió los metros faltantes, abriéndola de golpe una de las puertecillas y sacando un bote, que puso frente a ella cual escudo protector, mientras se asomaba fuera de la cocina- ¡Tengo los grillos! - exclamo no alzando mucho el tono, pero igual haciéndose oír por sus compañeros que se refugiaban como podían entre la mesa las sillas o alejados del animal. Un hechizo de proteccion vibraba en su lengua esperando por salir si veia al animal lanzandose contra ella.

Fleur estaba terriblemente asustada y con el cuerpo revuelto, el despertar no la tenía centrada y la sorpresiva entrada de aquella cosa en un momento de relativa calma casi le daban náuseas. Tenía miedo sí, pero no consintió que Nery´s se pusiera delante suya, primero porque no veía nada de lo que ocurría con su cuerpo y Maila y los demás desaparecieron de su campo de visión por unos instantes, segundo porque no estaba en condiciones de proteger a nadie y menos viendo luces que ella al menos no era capaz de ver. Se dijo que el frivi continuaba alucinando y estaba muy impactada como para responder la pregunta de Pefka al respecto.

Con el derribo hacia el español Fleur dejó escapar un pequeño grito debido a que temió por la vida de Toni, pero el ataque no derivó en nada serio. Asintió a las palabras de Qwara y miró a Rúa apremiándola con la mirada. Tragó saliva cuando regresó con el tarro de grillos.
—Por Dios... ten cuidado —le susurró expectante, probablemente debería estar preparando un hechizo de levitación sobre el reptil si se mostraba agresivo pero Fleur no estaba preparada para eso. Solo esperó refugiándose en sus oraciones.

Ulmara contempló a la criatura con miedo más o menos camuflado tras una fachada de seguridad. Por dentro no dejaba de pensar en sus entrenamientos y cómo no llegó a participar en ellos el tiempo suficiente como para aprender a combatir Otros, lo que seguro le habría ayudado en ese instante. Cuando la criatura derribó a Toni se quedó de piedra. Qwara por suerte se acercó a por él y sembró en ellos una idea que la ayudó a recobrar la compostura.

—Yo tampoco vi ninguna luz —dijo— y ni idea —le respondió a Pefka antes de seguir a Rua con celeridad.

Mientras la sueca se armaba con un bote de grillos, Ulmara se apoderó de uno de los cuchillos de la cocina, el más grande que encontró en los cajones. La cercana se quedó de pie a su lado, con el cuchillo en alto, pidiéndole a Aramara destreza o suerte. Lo que fuera necesario para salir de allí vivos todos. El animal se había revelado brevemente y no se sentía muy segura, ni siquiera tras pedir ayuda a sus dioses, pero tampoco era como el caballo gigante que salió del mar, ni como el gigante alado que se mató a un macielero ante ellos.

Al igual que el resto Maila acabó por apartarse de la mesa y pegarse a la pared. Estaba asustada,  no solo por aquella cosa, sino también por el lugar dónde sucedían los hechos. El torreón era un lugar seguro, un refugio donde descansar del miedo y la tensión que producía el exterior. Pero a juzgar por lo que estaba ocurriendo era simplemente una ilusión, otra mentira más que les habían contado.

Aquel par de ojos empezó a saltar de un lado a otro y la hawaiana ahogó un grito cuando Toni fue derribado. El ser se dejó ver por unos momentos delatando que se trataba  de un camaleón mucho más grande de lo normal. Por suerte Toni no parecía herido y Qwara logró acercarse a él cuando el camaleón se alejó. Estaba bastante confusa: No había visto ninguna luz tal y como preguntaba el frivy, no sabía si unos grillos serían suficientes para ese reptil y sobretodo no tenía ni la más mínima idea de qué hacer en aquella situación. Si había un hechizo que fuera útil y ella pudiera utilizar no podía recordarlo en aquellas circunstancias.

Le aterraba la idea de coger un cuchillo y acercarse junto a Rua y Ulmara al camaleón gigante. Por otro lado no sabía si aquel bicho se sentiría  amenazado por ver a tres personas acercándose o si empezaría imprevisiblemente a atacarlos si empezaba a moverse. No sabiendo qué hacer la hawaiana intentó recordar algun hechizo que pudiera serle útil en ese momento mientras miraba intermitentemente a sus compañeros.

-No os acerqués mucho, y tened cuidado...- Les susurró a la cercana y a la sueca. Quería hacer más, pero no estaba segura de si eso mejoraría las cosas o provocaría una reacción violenta.

Iemai apenas registró las partes menos importantes de lo que sucedía. Su vista se centró en los movimientos sobre la mesa, ignorando las palabras asustadas de sus compañeros. Lo único que le importaba era cómo iban a reaccionar a aquello, y eso la llevó a mirar directamente a aquellos que podían hacer más hechizos, y por tanto especialmente a Rua. Entre tanto, sin embargo, lo que quiera que estuviese sobre la mesa atacó a Toni y siguió paseándose por la cocina a su antojo.

Si Iemai pudo sacar alguna buena noticia de todo aquello, era que probablemente se trataba de una bestia sin inteligencia, y por tanto la posibilidad de deshacerse de ella no estaba fuera de su alcance. Sus compañeros, de hecho, ya estaban planeando tranquilizarla con comida.

—Si se distrae con la comida… atacad sin más. Con hechizos, con lo que sea. Hay que matarlo antes de que nos mate a nosotros —dijo la cercana entre dientes, todavía pegada a la pared, y temiendo alzar demasiado la voz. Sabía que ella no dudaría en atacar si estuviese en su mano, pero no disponía de magia ni armas.

El camaleón estaba hambriento, muy hambriento. Se había colado en el torreón el día anterior sin que nadie se diese cuenta y después no había sido capaz de salir. Los insectos de pequeño tamaño que había encontrado no bastaban para saciar su hambre voraz, pues aquel no era un camaleón cualquiera de mayor tamaño. La visión de la comida le hizo olvidarse de su camuflaje e impulsarse con todas sus fuerzas en dirección a los grillos: ello implicaba el uso de magia de la que esta criatura genemágica era capaz.

Un fortísimo hechizo de impacto que salió de su cola durante su impulso hizo que varios muebles y utensilios de la cocina se estrellasen con violencia contra una pared, rompiendo una silla y algún que otro objeto pequeño en el proceso. Por desgracia, aquellas no habían sido las peores consecuencias del hechizo de impacto.

Fleur había sido alcanzada completamente de lleno por el hechizo, siendo lanzada violentamente contra una pared. La fuerza era tal que durante la sacudida inicial ya había podido notar como se resentía algo dentro de su tórax. El golpe terminó de romperle algunas costillas y su brazo derecho sangraba por un corte que se había hecho contra una rugosidad de la pared.

Otros de los sendarios* habían recibido de refilón el impacto y habían sido derribados, pero con mucha más suerte que su compañera. El camaleón mientras tanto estaba devorando los grillos a toda velocidad.


*Quiénes queráis, no tiene importancia. Rua y Ulmara se libran porque no apuntó en esa dirección.

Con profundo desagrado la francesa contemplaba como Rúa llamaba la atención del lagarto poco a poco y algunas de sus compañeras mantenían la posición con cuchillos en mano. Por un momento pensó que todo iría bien, independientemente del resultado final con respecto a la vida del reptil. Pero no tardó en comprender que estaba equivocada y que sus plegarias no sirvieron para nada.

A Fleur no le dio tiempo a dar uno de sus pequeños gritos cuando lo vio a abalanzarse hacia la comida que le tendían, pues en cuestión de décimas de segundos un impacto la estrelló contra la pared que tenía detrás. Supo que algo andaba mal cuando aquella fuerza invisible la alcanzó pero el choque contra la piedra dura fue desencadenante y sintió como algo dentro de ella se resquebrajaba, y esta vez no de manera emocional.

El dolor fue inmediato y lacerante como si algo estuviera quemándole las costillas. Cayó desplomada de lado con los sentidos embotadas y fue cuando volvió a golpearse con el suelo que aulló de agonía, su grito se quedó clavado en el aire unos segundos antes de comenzar a llorar y sollozar llevándose las manos sangrantes a la zona lastimada, debía haberse herido en otra zona.

Se retorció y lloró sin poder articular palabras con sentido, pero hasta eso le dolía. Respirar la hacía resentirse así que ser un mar de lágrimas no la ayudó mucho. Se quedó allí inmóvil y tan rendida en su agonía que ni siquiera era capaz de pensar en otra cosa.

Todo iba demasiado rápido para él en ese estado. Antes de que pudiera abrir los ojos Toni había gritado y escuchaba los golpes de aquella cosa saltando por la sala mezclándose con las palabras de sus compañeros sin poder entender muy bien que le decían entre todo aquel caos.

Para cuando abrió los ojos aun doliéndole estos pudo ver como Rua traía un tarro de algo y lo exclamaba para todos. Empezó a procesar que nadie parecía haber sido cegado como él cuando una fuerza invisible salió despedida de aquella cosa hacia donde estaba. Se dio la vuelta intentando abrazar a las dos y llevarse la peor parte pero se quedó congelado al ver que la francesa no estaba allí mirando a uno de sus lados solo para ver por un momento como la fuerza le alcanzaba de pleno a ella. Y como si una ola lo hubiese arrastrado se despegó del suelo junto a Kiki y salió despedido con ella sin llegar hasta la pared. Consigió abrazar a la finlandesa y proteger la cabeza de esta cuando chocáron contra el suelo pero en consecuencia la del frivy rebotó contra este aturdiéndole aun más y abriéndole una brecha. La ropa en su hombro se había desgarrado y la zona empezó a sangrarle por arrastrarse contra el suelo.

Sentía el miedo recorrerle, Kiki tenía alguna rozadura en el brazo pero estaba bien y levantándose de nuevo hablando nerviosa sin embargo solo escuchaba el grito de dolor de Fleur y sus llantos mientras su propia cara se empapaba en sangre negra. Notó como miraba Kiki a la francesa y con un simple "ve" por su parte la finlandesa se levantó y corriendo fue a atender a Fleur.

Se sentía pesado. Cuando sus manos se apoyaron en el frio suelo e intentó levantarse le costó horrores y notó como su costado empezaba a quejarse de dolor por la caída. Tanto la medicina como el golpe le invitaban a simplemente volver a tumbarse y dormir, olvidarse de todo aquello y entregarse a los brazos del sueño.

Se levantó como pudo, mareado y sin podé abrir un ojo por el riego de sangre que lo tapaba mirando la escena ante él.