Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Nery’s respondió a su pregunta, pero Iemai no sabía muy bien qué decir al respecto. Le gustaría saber si aquello le había pasado también al otro grupo de cosechados, sería información valiosa, pero seguía siendo un riesgo buscarles dando palos de ciego. El lugar de abastecimiento era su único punto posible de contacto, y quién sabía si ellos tampoco habían vuelto a pisarlo después de lo que sucedió allí.

Por su parte, Pefka había accedido a prestar el silbato, pero parecía muy poco convencido por alguna razón.
—Solo sería por las noches, no creo que nadie lo pierda —le respondió.
En ese momento muchos se desbandaron para asearse o cambiarse de ropa y ella hizo lo mismo, ya que estaba empezando a tener frío en los pies. Cuando bajó se encontraba un poco más despejada, lo que le ayudaba a ver las cosas con un poco más de perspectiva. No tenían respuestas, pero como mínimo parecía que no les había sucedido nada malo. A algo había que aferrarse.

Mientras se preparaba algo para desayunar Iemai solo podía pensar en lo cerrado que tenía el estómago, a pesar de sentir hambre. Se sentó en la mesa, dispuesta al menos a participar en la conversación sobre qué hacer. Iemai no lo había expresado de forma clara, pero no veía ninguna razón para refugiarse en otro torreón en lugar de aquel, al menos no de momento. Las cosas serían diferentes si hubiesen sido expulsados del refugio, pero lo único que parecía era una gamberrada. No sabía qué otra cosa pensar.

Iemai querría saber si al otro grupo le había pasado cosas similares en algún momento, o si habían entrado en contacto con ciudadanos, pero no sabía si valía la pena el riesgo que conllevaba buscarles. La conversación se tensó un poco cuando el cambio de actitud de Fleur se hizo evidente, pero lo que decía era cierto. Iemai era consciente de que ella estaba pensando en su propia supervivencia por encima de todo lo demás, pero aquella mentalidad era natural para la cercana, era la que había tenido toda su vida. No se sintió exactamente mal por la recriminación, pero tampoco iba a admitir en voz alta su egoísmo.

Le extrañó el gesto cariñoso de Rua con Fleur, haciendo que esta pareciese una niña, pero trató de retomar el hilo de la conversación tras su intervención y la de Toni. Lo que había dicho la sueca era básicamente lo mismo que pensaba ella.
—No creo que hoy debamos ir a ningún lado —dijo, dirigiéndose tanto a Toni como a Rua, y luego prosiguió—. Pero si nos hubiesen hecho algo ya tendríamos que estar notándolo, ¿no? En cualquier caso… no me hace gracia salir a la ciudad sin un plan, pero está claro que tendremos que hacerlo antes o después. Al final ni siquiera el torreón es tan seguro como creíamos, así que da igual que decidamos encerrarnos para que no nos pase nada. Creo que vale la pena arriesgarnos un poco para conseguir información, o recursos, pero teniendo muchísimo cuidado. —Y entre aquellos recursos contaba la magia. Pero, de nuevo, veía improbable encontrar un grimorio convenientemente olvidado en alguna casa en ruinas.

"Aún en la cocina"

-Oh, sí por favor. -Le respondió a Qwara casi desesperado. -Ultrano se que haría sin ti y los que sabéis cocinar. Gracias. -Le dio un pequeño toque en el hombro de compañerismo. Se planteó unirse al tarareo pero no quería interrumpirla y él no tenía ni idea de que canción podría ser esa así que sonrió con Maila y escucho con mucha curiosidad todo lo que le enseñaba la hawaiana.


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Sopesaba las palabras de cada uno. Había dado la opción porque tampoco es que hubiera mucho más que pudieran hacer y entendía que sonaba demasiado arriesgado. Fleur lo sacó completamente de sus pensamientos, ni se la esperaba ni mucho menos que fuera tan mordaz. En parte se alegraba de tenerla por fin en la conversación y por otra parte no porque sabía que ella tiraba completamente por lo emocional, como hacía ahora mismo.

Quería replicarla y convencerla. Y además notó un pinchazo de envidia con el gesto de Rua, el también quería felicitarla así. Acabó por sonreír hacia ella y con gracia decir un simple.

-Bienvenida.

Y empezó a hablar más para ella aunque también para el resto.

-No, no tendrían porque ayudarnos pero ya lo hicieron una vez cuando no tenían porque con las cestas. Y no es que no les hayamos buscado solo por miedo. No nos necesitaban Fleur. Tienen a alguien capaz de ir el solo hasta otro punto de abastecimiento y simplemente pueden ignorar en el que apareció el dragón. Quizás incluso partiendo de lo que dice Kiki cada punto de cestas tenga ciertos tipos de bestias medio acechando. Por suerte eso,  no lo necesitan, tienen otro.

-Ahora -Recalcó mucho la palabra. -sabemos que pueden pasar más cosas.

-Si tan solo hubiéramos seguido con trampas mágicas y bestias podríamos simplemente haber pasado los siguientes nueve meses yendo a por las cestas tranquilamente. Pero ahora uno o varios seres han entrado y os han sacado sin que nadie -Volvió a recalcar. -se diese cuenta y os han pinchado con una aguja en lo que espero con toda mi jodidísima alma que solo haya sido sacar sangre. La situación ha cambiado completamente. ¿Y si pasa más veces? ¿Y si según pase el tiempo pasarán más cosas como parte de probar que somos dignos como dijo la viejy´s problemática? -La recordaba debido a la actitud de los otros en torno a ella.

-Ya lo hemos hablado. -Dijo para que recordara su pequeña charla aquel día. -Entiendo de sobra como te sientes y sabes cómo me siento yo. Y la frustración solo sube y sube y... ¡joder! Podrías ni siquiera estar.... -Se calló un momento, sus manos temblaban y su acento volvió debido a los nervios. -Hiperestoy oficialmente acojonadi´x que te rompes y ultrano tengo ni la más mínima idea de cuál es la respuestis correcta. Y superno lo voy a negar. Todo esto megaes egoísta. ¿Pero que más opciones megatenemos?

-La cosa superes que ya megano podemos quedarnos parados, aunque Iemia y Toni ultratienen razón. Vamos a simplemente esperar dos o tres días a ver qué estéis bien y no os pase nada. Y Rua, el refugio extra megano es solo para esto en concreto porque no sé ni si con magia podemos parar algo así. Es por cualquier otra cosa que pueda pasar de la que tengamos que huir como dije antes. Pero sí, tienes razón, de momento somos un riesgo biológico y necesitamos magia como necesitamos el agua del pozo.

Hablaba y hablaba pero la situación lo superaba por mucho y podía notarse claramente en la preocupación en su voz y verse en su rostro.

-Planes... cuidado... El edificio de sus cestas, megase puede entrar, megasabemos ir y nos megapodríamos refugiar allí, incluso puede que supersubir y mirar los alrededores.... Y el templo, ultrasi logramos sacar magia de el... -Hablaba ya más para sí mismo casi. Lo único que quería era comer lo que sea que Qwara y Maila le echaran y tirarse a la cama a estar un rato o a solas o abrazado a Kiki.

Fleur se sentía molesta, por dos cosas en especial. La primera de ellas era una pequeña decepción grupal e incluso consigo misma. La habían educado con unos valores terribles pero por suerte tenía su credo, y su corazón le decía que le había fallado, le había fallado a Él. Debó insistir más pero como todos estaba aterrada por el miedo. Lo cual daba pie a su siguiente razonamiento. No tenía sentido, no sería justa si reprochase a alguien el no ponerse en peligro para buscar a otro grupo, ella era la primera que hasta esa mismo día no puso un pie fuera del torreón desde que llegaron a Sendar. Paseó la mirada por todos sus compañros de manera apesadumbrada, esperaba que nadie lo hubiera tomado como un ataque, no era esa su intención.
Sin embargo, la segunda cosa alimentó el enfado que le ponía las orejas hasta rojas y calientes. Una amalgama en realidad, que no fuera escuchada en su momento, que Nery´s repitiese exactamente lo mismo que ella en un gesto claramente egoísta debido a que ahora ellos estaban en mala situación... y … la posterior reacción que la francesa se encontró.

Enrojeció plenamente consciente de que dar su opinión quizás era extraño, pero quiso que se la tragase la tierra cuando Rua le revolvió el pelo. Sentirse felicitada o premiada no era lo que necesitaba en un instante en el que su paz interior bullía, se sintió algo ridícula, o como la tímida que levantaba la mano en medio de la clase por primera vez. Pero no fue capaz de verbalizarlo, los ojos de Fleur rodaron un instante hacia la chica aturdida, quizás por lo cargante que le resultaba estar en medio de una conversación... aquella sensación impidió que actuase con normalidad y posteriormente comenzó a sentir calor en la espalda y que le picaba la zona del cuello y la cara por no saber qué le había ocurrido. Se estaba poniendo nerviosa.

Las palabras de Nery´s en cambio sí pudo encajarlas, le dedicó una mirada a Maila y a los que tuviera más cerca repleta de confusión. >>¿Bienvenida?<< Pensó, parecía que no la tomaban en serio. Le hubiera gustado hablar de forma sarcástica debido a su enfado con la facilidad con la que lo hacía la sueca, algo como agradecerle al presidente de la comunidad que la invitara a la conversación. Pero no era ingeniosa, y lo más importante, sentirse absurda o como una cría tras dar su opinón le hizo perder el aplomo y la templanza con la que había hablado anteriormente. Permanecer en silencio o como segundo plano resultaba más cómodo.
—¿Bienvenida...? em —fue lo que único que pudo articular en un principio, luego retomó algo más la compostura con suavidad, mirar a la hawaiana de forma intermitente la ayudaba— yo... no sé, llevo aquí desde el principio —y volvió a enrojecer, escuchando con educación al frivy, coincidiendo en algunos puntos sí pero pensando que se equivocaba en unos cuantos. No creía que supiera de sobra como se sentía, ni siquiera ella lo sabía al cien por cien. Luego observó los nervios y el temblor del chico. Ella no necesitaba que él se explicara, pero parecía estar excusándose y no podía diferir más de su forma de pensar.
—Solo... creo que esto podríamos haberlo hecho antes —se mantuvo firme, ella sí admitiría haber sigo egoísta y actuar en base al miedo sin intentar maquillarlo— pero ya no importa, yo... creo que Iemai y Tony tienen razón, en fin... es lo que pienso —terminó, casi replegándose en sí misma.

La conversación entorno a la mesa era demasiado seria, por lo que la broma de Maila de hacía apenas unos instantes había quedado relegada a un segundo plano a pesar de lo mucho que le apetecía a la sudafricana reir para olvidar durante un rato los problemas, y mientras todos compartían sus distintos puntos de vista las dos humanas empezaron a servir la comida: tortilla rellena de verduras a la plancha y un cuenco de gachas de avena con fruta troceada.

La opinión de Fleur fue la más reseñable, pues su rostro reflejaba un enfado que no se adivinaba en su voz, y aunque la morena no tenía forma de saber qué era lo que le había molestado si que entendía su punto de vista. Ciertamente era egoísta ir a buscarles ahora que estaban en apuros, pues antes de todo aquello la mayoría de sendarios habían evitado el tema.
—Tal vez… —empezó, pero antes de que pudiera decir nada nuevo sobre el asunto presenció algo que la dejó un poco descolocada.

El gesto de Rua con Fleur le parecía un poco fuera de lugar, pues estaba muy claro que el enfado de la chica rubia era para con todos los presentes, y con ese contacto la sueca parecía no estar entendiéndolo. Además la francesa no era precisamente una niña pequeña a la que tratar de aquella forma, por lo que la escena era un poco subrealista, y la mirada de confusión que intercambió con Maila y percibió en otros compañeros dejaba claro que no era la única que pensaba así.

El “Bienvenida” de Nery’s sonó peor de lo que debería tras aquello, pues casi parecía condescendiente, y Qwara no pudo evitar poner los ojos en blanco. No era quién para decir nada al respecto, sin embargo, pero por suerte ella misma fue capaz de replicar por sí misma a pesar de que se la veía terriblemente incómoda.
—Yo estoy con Fleur en eso, quizás deberíamos haberlo hecho antes… —opinó, revolviendo su comida con aire distraido. Los demás apenas estaban tocando el plato y le entristecía, pero entendía sus razones—. Y con Iemai y Toni también, sería bueno esperar unos días para confirmar que estamos todos bien. —añadió, llevándose el tenedor a la boca.

Ulmara se había quedado sin cosas que decir. Lo único que hizo fue asentir tras Fleur, Toni o Iemai para dar a entender que estaba de acuerdo con ellos. Miraba a unos y a otros, escuchaba para asegurarse de que tenía en cuenta aquello que ella misma había había pasado por alto y así poder formar la imagen más amplia de qué era lo que se les venía por delante. Ella misma se sentía orgullosa de su escucha activa y sin prejuicios, pero hubo varios instantes en los que falló y nisiquiera se dio cuenta. Un "Yo le habría apartado la mano de un manotazo" cuando vio a Rua haciendole pat pat en la cabeza a Fleur, un "por los dioses, ¿por qué habla tanto?" mientras escuchaba a Nery's. Tuvo que apretar la boca para contener un bostezo. Tuvo que regañarse a sí misma porque perdía el hilo de lo que se decía.

El colmo fue el momento en el que el frivy cambió su registro de forma brusca, con movimientos nerviosos y el gesto descompuesto. Ulmara alzó ligeramente su unicejo emplumado. Le recordó a su padre, cuando se olvidaba de que ella era su hija y le hablaba de usted; le recordó a los lejanos que habían perdido toda conexión con su yo cercano; le recordó a un chiflado. En lugar de pensar en lo que le correspondía, se vio a sí misma pensando que Nery's podría estar como una chota y que eso podría ser un problema para todos. <<Ulmara, no te pierdas>> se recriminó. Nerys podría estar solamente asustado.  Solo lo tenía a él de ejemplo y podría ser que su en su plano no fuesen, en general, personas muy enteras.

Se llevó una mano al borde del pico, se apretó la piel y volvió al plano de "nos acaban de pinchar en el brazo".

—Yo también estoy con ellos —dijo, para que pareciese que había estado presente.

Maila asintió algo preocupada a la respuesta de Toni, ya eran dos veces que le veía así de alterado y se preguntaba si sería a causa de la situación como él decía o si habría algo más. Quizás relacionado con el pinchazo que tenían todos.

Las palabras de Fleur fueron contundentes y sobretodo sinceras. Maila se sorprendió de la firmeza de su mensaje y en la ausencia de la timidez con la que solía hacer gala la chica. Tenía razón, eso la hawaiana lo tenía más que claro. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza la idea de buscar a aquel grupo y ayudarles y tal y como decía la francesa nada los obligaba a abrirles la puerta o a apoyarlos. Aunque una parte de ella se sentía mal por no haberloo hecho otra parte más egoísta y enfocada a sus supervivencia también lo habría visto arriesgado. Aún así la hawaiana creía que tenían que ir en su búsqueda. <<Tienen que saber todo esto, se lo merecen...>> Pensó la chica con el ceño fruncido mientras hacía la comida con Qwara y miraba al grupo de vez en cuando.

En otras circunstacias se habría alegrado de aquel acto de la francesa pero el gesto de Rua la dejó confundida y algo enfadada. Sin embargo la gota que colmó el vaso fue el comenatario de Nery´s.  Fleur era  tímida, le costaba expresar lo que sentía o pensaba en público pero si algo sabía Maila es que la chica no era una cría. Para la hawaiana habían sido dos actos muy condescendientes en un momento en que se veía a leguas lo cabreada que estaba Fleur y en el que tenía que ser escuchada, no “premiada”. En ambos intercambió miradas de confusión y cabreo con algunos compañeros, en especial con Qwara.

A parte de eso Maila estaba de acuerdo en lo que se dijo, no sabía si les habían extraído la sangre o metido algo que pudiera causarles problemas a ellos o a otros. Aunque le doliera reconocerlo lo más prundente era esperar a ver qué ocurría.

-Bueno...creo que Fleur no es una niña como para “premiarla” cómo habéis hecho en un momento así... Pero en el resto estoy de acuerdo con lo que se ha dicho.- Comentó haciendo el gesto unos instantes de las comillas. Su mirada pasaba intermitentemente por el frivy, la sueca y la francesa. Ya la habían tratado con bastante condescendencia en su vida en la Tierra y le había cabreado mucho ver esa expresión de no saber qué hacer y estar confusa en el rostro de la rubia. La hawaiana no quería empezar ninguna discusión de todas formas, y sabía que Fleur habría preferido que se quedara callada así que por ella soltó mucho más cordial final:- Lo digo sin malos rollos...-

Cuando vio cómo su gesto hacia Fleur provoco una ronda de variadas miradas y reacciones al respecto, tan evidentes que hasta ella lo notó, Rua se contuvo de rodar los ojos, por el bien de no calentar su ya incipiente malestar y mal humor por el tan agradable despertar. Prefirió callarse las palabras que pugnaban por salir. Un “Si queréis decirme algo hacerlo, pero dejad de mirarme como si fuese un jodido bicho raro. Gracias” quedó relegado a solo un simple pensamiento.

Su gesto había sido extraño, lo sabía bien, pero la satisfacción de ver a Fleur, haciéndose notar pese a su timidez, le hacía valorar su esfuerzo. Porque imponerse la timidez era difícil. Especialmente en ese ambiente donde había tanta gente con carácter fuerte o de mierda. Lo que no entendió fue la 'bienvenida' de Nerys, ¿No estaba Fleur allí sentada desde el inicio? La propia rubia confirmo ese hecho al fin de cuentas.

Escucho las palabras del frivy, mientras daba vueltas a la comida preparada por Qwara, llevándose otro bocado a la boca, escuchando los temores dele este, sus elucubraciones confusas cuando pasaba a hablar de aquella extraña forma tan “pija”, confundiendola. <<¿Pero porque mierda hace eso?>> no entendía porque a veces le daba esos cambios repentinos en la forma de expresarse. Su última palabra ya parecía sin sentido para la sueca, casi como fuese pensamientos nerviosos dichos en voz alta. <<Parece andar perdiendo la cabeza>> Nerys parecía incluso más alterado que aquellos que habían sido secuestrados, que debía ser los primeros en estar jalándose de los pelos como minimo.

No dijo nada cuando este le respondió, sabía que discutir con él no tenía sentido, más cuando estaba claramente de los nervios. Para ella seguía siendo absurdo buscar otro refugio. Encontrar ese y que estuviera vacío, sin trampas, bien armado, con puente y un pozo, había sido un milagro. ¿Pero tener dos golpes de suerte seguida? No lo veia muy viable. <<Sin contar que necesitaríamos movernos muchísimo por la ciudad solo parar lograrlo y si ya es riesgoso ir por las cestas o mirar donde viven los del otro refugio, ya ni decir buscar otro sitio adecuado donde vivir que tenga lo que tiene este>> Dar con otro refugio, vacio ademas, le parecia improbable.

Al menos todos andaba llegando al acuerdo en algo, tanto en lo de las vigilas nocturnas como el buscar al otro grupo en cuanto pudieran. Suponía que no había mucho más que decir realmente, cuando Maila repentinamente habló. Rua frunció ligeramente el ceño por un instante, antes de relajar la expresión y decidirse a hablar con suavidad.

-Si el gesto ha dado a entender que la veo como una niña, no es el caso.– aseguró Rua sin desmentir eso pasando su mirada de Maila a Fleur- Pero con el carácter que hay aquí y con el genio de mierda que nos cargamos prácticamente el 80% de los presentes, me incluyo, decir las cosas claramente no es precisamente fácil, para nadie. No cuando ya se ha visto como las cosas se encienden rápido acá. Era un simple muestra de apoyo, pero sí, entiendo que pareciera estaba siendo condescendiente - dijo Rua con suavidad, no estaba molesta, al contrario, agradecía que alguien lo dijese en voz alta en realidad

- Aun así, agradezco que lo comentases Maila, en serio, prefiero que se hablen las cosas, aunque parezcan pequeñas - añadió con  antes de mirar al a francesa- Disculpame si mi gesto te incomodó Fleur, no pretendía que fuera así. Sin malos rollos tampoco por mi parte. – añadió sonriéndole en disculpa, no queria tener tampoco malos rollos a esas alturas si podia evitarlos. Tras eso miróal resto para no incomodarla más con la atencion recibida.

- Y sobre lo hablado, bueno creo que más o menos se aclaró lo que no toca ir haciendo ahora ¿no? - añaido suspirando cansada, realmente estaba agotada animicamente ya desde temprano- Deberíamos intentar comer lo que preparó Qwara. Creo que después de toda la mierda de hoy, ya solo nos faltaba que perdamos encima el apetito. Tenemos muchas que hacer en los próximos días -admitió mientras comía otro trozo de tortilla- Y gracias por la comida Qwara, que estoy hinchandome a dos carrillos y ni siquiera dije nada, me moria de hambre - añadio algo entretenida comiendo con gusto. Llenar el estomago siempre aliviaba buena parte de su estres y malestar.

Especialmente por que tenian muchas cosas por hacer, demasiadas, porque dudaba seriamente que fueran a encontrar así a la primera los chicos del otro refugio o alguna pista sobre podría dar con magia en ese lugar. Iba a tener que preguntarle un poco más al respecto a las cercanas, que eran las únicas con cierto conocimiento del tema.

Cuando Nerys empezó a hablar con un acento intermitente a Toni el corazón le iba a mil, pero después de que terminase ya no sabía si tenía un corazón o un dunun. Aparentemente se encontraba tranquilo, pero su corazón iba por libre, a ritmo de sakara.

Agradeció que le dieran la razón porque no tenía fuerzas para lidiar con todo aquello.

Cuando Rua intentó aclarar el gesto a Toni le dio algo de pereza la reacción que tuvieron todos. Toni resopló e intentó cambiar el tema.

- Estoy un poco acojonado con todo esto la verdad, aunque creo que no tanto como debería- habló sin ninguna intención, no iban a salir y eso le dio la tranquilidad suficiente para seguir haciéndolo- Me gustaría aprender algo más de los cristales, investigar sobre todo lo que está pasando. Cuanta más información tengamos sobre este  mundo y sobre lo que antes pasó aquí más sabremos que nos está pasando ¿no?

Levantó la mirada del plato y salió de sus pensamientos al escuchar a Fleur y posteriormente a Maila, captando las miradas.

-Oh, no no no, joder ultralo siento si pareció así. Simplemente hiperme alegra mucho que megadigas tan firme tu postura. -Volvió a mirar hacia el plato notablemente entristecido. Le confundía la tranquilidad que observaba en todos, cada uno de ellos podría estar muriendo y.... Ni siquiera quería pensar en ello.

-Mega... -Se cortó intentando volver a hablar sin acento. -Hay que decidir los turnos de guardias. -Finalizó sin más mientras pinchaba la comida y se forzaba a terminarse aquello. El apetito le desaparecía con todo aquello, pero el rico sabor le permitía seguir comiendo.

Iemai se sorprendió de que el mero hecho de que Fleur les soltase un pequeños reproche poniendo mala cara despertase también una reacción paternalista en Nery’s. No se le escaparon las miradas que se dieron entre varios de los presentes, pero ante la respuesta de la propia Fleur y la intervención de Maila, tanto Rua como Nery’s se disculparon. A Iemai le resultó un tanto absurda toda la situación, incluyendo la larga perorata de Nery’s, pero a decir verdad tenía la cabeza ocupada con cosas mucho más preocupantes, como eran conseguir salir vivos de la situación en la que estaban.

Su ansiedad no se había aplacado lo suficiente como para conseguir comer mientras hablaban de los turnos de vigilancia y trazaban planes para tratar de localizar a los del otro torreón. Poco a poco se forzó a ir dando algún bocado a la comida, pero tardó bastante en dejar de tener el estómago revuelto, y aún más en dejar de tener pensamientos intrusivos sobre lo sucedido.


A partir de aquel día, y tal como habían acordado, empezaron a hacer guardias nocturnas. A Iemai, además, empezó a aterrarle la noche. La visibilidad era limitada, incluso para una cercana, porque apenas había fuentes de luz en la calle. Si se dormía, tenía miedo de que pasase algo, y si estaba despierta, tenía miedo de ser quien lo viese venir.

Sin embargo no se podía negar a hacer guardias nocturnas. Además, veía mejor que la mayoría en la oscuridad, y tocar un silbato era de las pocas cosas que podía hacer con una mano. Las guardias se cambiaban en mitad de la noche para que solo dos personas alterasen su horario cada día, y a ella eso le daba igual, ya que de todos modos no salía nunca.

Durante los días que siguieron a aquel incidente el ambiente siguió enrarecido. El miedo campaba a sus anchas entre ellos, pero se fue haciendo evidente que aquel pinchazo no había dejado secuelas. Al menos no de forma evidente. Entre tanto, se dedicaron a trazar planes de exploración. Ahora que todos tenían claro que las trampas podían estar en cualquier lado tenían que pensar cómo avanzar por la ciudad. Por ejemplo, solo parecía seguro transitar sin comprobaciones previas por las calles principales, donde era evidente que se habían ido apartando escombros y se encontraban en uso. De hecho, estaban en más uso del que creían, porque además de ver a los jinetes de dragón empezaron a divisar a algunos ciudadanos por las calles en sus salidas.

Iemai seguía sin abandonar el torreón, pero su brazo empezaba a estar curado y pronto dejaría de tener excusa para quedarse. Todavía le faltaba rehabilitarlo, pero no solo podía empezar a usarlo, debía hacerlo. Durante aquellas semanas ya había tenido que hacer movimientos repetitivos para evitar el entumecimiento excesivo de los músculos.

Lo que sí trataba de hacer era ayudar a mapear el entorno del torreón. Se subía a la azotea y observaba los alrededores a medida que quienes exploraban traían información de lo que encontraban. Sentía que no servía de nada, y eso le frustraba muchísimo. Quería salir y verlo todo con sus propios ojos para poder ser más útil, pero también le aterraba abandonar el refugio por su propio pie.


Aquella noche a Iemai le tocó hacer guardia antes del amanecer. Jugueteaba con el silbato, tremendamente aburrida y muerta de sueño. Ya se había cansado de hacer ejercicios con su brazo malo, y le dolían bastante los músculos, aunque aquel dolor la ayudaba a mantenerse despierta.

Una cosa que no le gustaba demasiado era estar pendiente de la ventana. No quería asomarse, y si no lo hacía tampoco tenía un ángulo de visión demasiado amplio. Todo aquello solo era un placebo para que el resto lograsen dormir, porque desde luego no iban a espantar a entes mágicos con un silbato. Lo peor era que Iemai ya había creído ver algo en varias ocasiones por el rabillo del ojo, pero solo podían haber sido imaginaciones suyas, porque dentro del torreón no había nada.

Sin embargo, ese día fue diferente. El movimiento que se coló en su visión periférica ocurrió al otro lado de la ventana, y cuando se giró hacia esta todavía creyó ver ahí algo, una figura acechante que se fundió con el edificio de enfrente. Iemai incluso juraría haber escuchado un aleteo, y antes de darse cuenta estaba haciendo sonar el silbato de forma entrecortada. Sus pulmones parecían haberse encogido y no era capaz de hacer entrar en ellos el aire suficiente para producir un sonido intenso y prolongado.
—Hay… hay… ahí hay… algo… —trató de exclamar, apretando el silbato con tanta fuerza que se le quedaría marcado en la mano y señalando hacia la ventana.

Iemai le aseguró que no perderían el silbato y Pefka lo agradeció con un gesto de la cabeza en silencio. Después, todos se volcaron en el debate sobre su futuro. Él ya había opinado, así que escuchó con atención a los demás. Los argumentos y opiniones cruzaban la habitación y rebotaban en unos y se absorbían por otros. Era interesante ver el intercambio.

Estaban quienes opinaban a favor de buscar al otro grupo, como él, pero también tenía su oposición. Por ejemplo, se dijo que no merecía la pena, que no tenía sentido buscarles ahora tanto tiempo después de haberles dejado a su suerte cuando el dragón mató a su compañero, o que incluso esta misma bestia podía seguir por allí o que podían volver a caer en una trampa. Cuando Kiki y Ulmara dijeron eso último, el nombrado bajó la cabeza, avergonzado, por haber sugerido salir a la ciudad con tanta banalidad. Seguía pensando que debían salir, pero no podían descuidarse.

También hablaron quienes preferían quedarse a esperar qué sucedía con los pinchazos, por si veían algún efecto en sus cuerpos. Pefka entendía su preocupación, él mismo llevaba todo el rato palpándose el brazo temeroso de cualquier anomalía, pero también estaba seguro de que no podrían parar lo que les pasara. No tenían antídotos para nada ni sabían qué les había pasado, así que esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos le parecía como esperar a languidecer y morir. No obstante, no dijo nada, pues entendía la preocupación.

Y por último, se dijo de salir a buscar la energía superior, eso que ellos llamaban "magia". Ya habían hablado antes de magia que permitía atravesar paredes y quizás les habían secuestrado con eso. Por esto mismo necesitaban aprender y descubrir lo que fuera al respecto. Es más, salir a buscarla tenía sentido. La emisaria de las lunas le había dicho que él tenía potencial para ser un portento y usar la energía superior como ella, pero tenía sentido que si estaban allí para ponerse a prueba quizá debían salir ahí fuera y buscar la forma de obtenerla. Además, por lo que conocían de la ciudad, sabían que Rocavarancolia no daba nada. Tendrían que salir a cogerla, literalmente, pero sin perderle el respeto a la ciudad y a las lunas, por descontado.

Quería añadir su parte al respecto, pero hubo un pequeño malentendido entre Rua, Nery's y Fleur. No entendió los gestos de los dos primeros hacia la tercera cuando esta había hablado y aportado su opinión, pero el significado tomó forma cuando Maila y los demás lo comentaron. Al menos, se acabaron disculpando y todo volvió a su sitio. Menos mal, pensó el nombrado mientras suspiraba. Después, se limitó a hablar a favor de buscar la magia de la ciudad y les agradeció la comida que tan rica preparaban. Total, tenían la mayoría el mismo miedo, así que prefirió centrarse en lo positivo.

Más tarde, organizaron las guardias y acordaron subir armas a las habitaciones de arriba por si acaso. En el fondo, si el invasor tenía magia capaz de atravesar paredes de poco les servirían las armas, pero él prefería tener algo, un punto más de confianza, de creer que podrían defenderse. Necesitaba aferrarse a algo contra enemigos tan poderosos, por muy ridícula que fuera la idea.

Y en fin, pasaron los días y las noches. Seguían saliendo a por provisiones, pero también decidieron visitar el entorno del refugio y las calles más cercanas para asegurarse de cuáles parecían seguras y cuáles no, y de hecho descubrieron que había cierto tránsito. Más de una vez pudieron discernir figuras en calles y callejones, pero nunca alcanzaron a ver quiénes eran porque se perdían de su vista en cuanto cruzaban miradas. Eso sí, las veces que tuvieron suerte de estar más cerca pudieron confirmar que no eran los del otro grupo que habían conocido y como tampoco tenía sentido que esa gente huyera... ¿Quizá serían otro grupo de iniciados? ¿O gente que viviera allí, como quienes iban con los dragones en el cielo? A saber.

También, aprovechando las salidas, Qwara le sugirió hacer flautas de barro. El hijo de lunas se había quejado en alguna ocasión de no tener instrumentos decentes, pero no se había parado a pensar que pudieran hacer algo con tierra húmeda. Así que lo intentaron, pero no se quedaban enteras. Debían encontrar un barro mejor, decía la chica, así que no se rendirían. Aceptarían sugerencias, también, y así lo hizo saber al grupo, por si se les ocurría algo.

Él siguió con su rutina. Entrenamientos en los que estaban mejorando los demás, salidas a por cestas, salidas a explorar, bailes de vez en cuando al atardecer, hidratarse cuando le tocaba, cocinar cuando les apetecía la carne picante o cuando le enseñaran alguna receta, y tuvo que añadir el dormir con ellos en la habitación de arriba. Bueno, los bailes ya no tanto, porque le daba cierto temor pasar mucho tiempo en el patio. No se podía fiar de aquellos muros, y le acongojaba desaparecer sin que los demás se dieran cuenta hasta que fuera tarde.

También pasó unos días palpándose el brazo del pinchazo, por si acaso, pero no notó nada raro... Al menos, no los primeros días. Más adelante sí que empezó a notar la coraza más blanda en algunas partes de su cuerpo. ¿Quizá se habría pasado con la hidratación? ¿Quizá se estaba reblandeciendo por dormir en una cama? Quería hacer pruebas al respecto, y alguna noche le verían dormir en el suelo de la habitación por eso mismo. Si no volvía a la normalidad, lo comentaría con ellos. No quería ni pensar que pudiera ser el resultado del pinchazo, pero ese miedo estaba bien presente.

Las guardias no le costaron demasiado. El tiempo que llevaba en la ciudad había hecho mella en él, que había dormido a pierna suelta desde que dormía en el patio, pero ahora con el miedo aún en el cuerpo volvió a habituarse a dormir ligero y alerta, listo para su turno con su machete cerca. Acariciaba el silbato cuando oteaba las calles de la ciudad, como si pudiera acariciar así el lomo del kerlax. Deseaba que siguiera con vida, y ojalá pudiera haberle acompañado a aquel mundo. Sería todo mucho más fácil, pero quizá demasiado para la prueba. También deseaba no tener que hacerlo sonar, porque sería doloroso sin su montura cerca.

Quizá por eso se despertó como un resorte cuando escuchó el silbato. No se levantó con la velocidad que habría querido porque aún no se acostumbraba a los colchones, pero se fue hacia Iemai lo más deprisa que pudo. Miró hacia donde Iemai señalaba, temeroso, pero solo vio la oscuridad de la ciudad.
—No veo nada..., ¿pero cómo era? —preguntó, por si acaso.

A Fleur le extrañó que lo que ocurrió no lo hubiera hecho antes, Maila se apresuró a decir con precisión lo que ella misma pensaba y a la francesa (que no quería generar ningún problema) por poco no le dio un vuelvo al corazón. Le dirigió una mirada un poco más dura a su amiga a pesar del arreglo cordial con el que pretendió suavizar sus palabras. De verdad, apreciaba su gesto, tanto como que valorasen que su opinión fuese expresada sin tantos reparos, hasta ella misma estaba sorprendida todavía. Pero a pesar de las disculpas de ambos Fleur seguía pensando que actuaron con algo de condescendencia por mucho que lo justificaran, y si ella no se había quejado más al respecto la hawaiana también debió respetar su decisión.
—No... no os preocupéis, está todo bien —comentó mirándolos a los dos, no le gustaba estar en el centro de ningún roce y siendo sincera también se encontraba más tranquila al saber que al menos no pretendían herirla. Les dedicó una sonrisa leve pero sincera al tiempo que comenzaba a comer sin ganas, más por respesto a la dedicación de Qwara y Maila en las cocinas. Al menos habían sacado provecho de algo, nadie parecía herido o encontrarse mal y parecía que había un consenso general sobre los siguientes pasos que debían tomar. >>Tengamos fe<<



Los días continuaron y con ellos su propio avance en determinados ámbitos. El primero de ellos el uso del arco, comenzó a marcar mejor las posturas y el dolor de su espalda disminuía cada vez, aún estaba muy lejos de adquirir una habilidad decente e incluso seguía usando algún dedal de cuero o guante para no destrozarse los dedos. Pero en ocasiones tras tensar adecuadamente lograba que el proyectil tomase la dirección sobre la zona amplia a la que apuntaba. Se sentía algo orgullosa cada vez, y no solo por ello. Fleur participaba más activamente en las cuestiones de grupo, ya fuera dando su opinión de una manera más formada o ayudando en el mapeado que tenían previsto de las calles desde la azotea. Era como si por primera vez en mucho tiempo se estuviera relajando, e incluso destensándose, si tenía algún nudo en el pecho que la limitaba notaba como perdía su fuerza, y eso le permitiría intimar de otras maneras y con más personas. Se alegraba, se alegra tanto... .

Pero no todo era motivo de celebración, a la emoción la acompañaba un terror constante, Fleur se dijo que quizás el miedo fuera el impulsor del resto de emociones, el verdadero motor. Miedo a morir, miedo a perder a alguien, miedo a que no la quisieran, a estar sola. Tras comprobar que el pinchazo no provocó ningún efecto secundario en ellos pasó sus guardias nocturnas aterrada. ¿Podía estar segura de que de avistar un peligro... sería capaz de actuar y no quedarse completamente paralizada como una liebre?.
Rezó, muchísimo y aun más cuanto más se acercaba el día de salir a buscar al otro grupo, pues la labor de ver que calles podían ser seguras estaba por acabar.

Aquella última noche antes de que el sonido del silbato perforara su falsa seguridad Fleur había estado más intranquila que de costumbre, llegaba el momento de ir  a por aquellos chicos y en ese caso ella tendría que hacer acopio de todas sus fuerzas y salir al exterior, esta vez de manera consciente. Y la verdad es que no creía que ningún arco le fuera de ayuda allí fuera. Su sueño fue intermitente  y se desvelaba a ratos, por eso el aviso (uno que nunca esperaba realmente escuchar) no la pilló tan desprevenida como debería, pero sí el triple de fatigada y aturdida.
—Eh... —sus ojos ojerosos contemplaron a la cercana y luego hacia el lugar que señalaba, sabía que tenían armas a su alcance pero en aquel momento agarró sus sábanas blancas con impulso, como si pudieran defenderla mágicamente. >>¿¡De qué podría tratarse?!<<. Le entraron náuseas, en aquellas semanas también descubrió por boca de sus compañeros que la ciudad estaba más viva de lo que parecía. ¿Y si se trataba de uno de esos extraños que siempre parecían rehuirles? ¿O aquellos dragones que con frecuencia avistaban?— Iemai... ¿estás... estás segura? —preguntó tras Pefka, esperaba por Dios y con creciente temor que su peor pesadilla no se hiciera realidad — ¿dónde...? —desde una distancia muy lejana ella se deslizó entre los colchones para ajustar su ángulo y poder ver por la ventana, pero no reunía el valor de asomarse lo suficiente, así que de haber algo de todas formas ella solo alcanzaba a ver la oscuridad que asolaba la ciudad. Y sin embargo el hecho de que Ulmara y Iemai pudieran ver mejor de noche solo aumentaba su preocupación.

Los siguientes días fueron una rutina, que no había variado demasiado de los días anteriores. A excepcion de las guardias y la investigacion de zonas cercanas. Aun no daban con los chicos del otro grupo, caso normal cuando intentaban no alejarse demasiado, siendo prudentes especialmente ahora que a veces veían los dragones en el cielo, ella mismo llego a verlos, o cuando atisbaban cuando iba por las cestas lo que debían ser ciudadanos a la ciudad a lo lejos.

Nunca se acercaron a ellos, desde luego y agradeció que nadie pensase en hacerlo tampoco. Rua no podía confiar tan fácilmente en nadie mas allá de aquellos muros, no después de como algo o alguien los había sacado del torreón con magia. Esa que parecía aun estar tan lejos del alcance de todos ellos, pues seguían sin tener ni idea de dónde o como dar con ella. Más que paranoia le podía más la prudencia.

Incluso si los días pasaban sin demasiados cambios, siempre estaba ahí las dudas y seguridad de que no estaban 100% seguros ni siquiera detrás de esos muros. Rua no se dejaba vencer por el miedo, o lo intentaba al menos, aunque a veces costaba. ¿Cuánto llevaban en la ciudad? ¿Un mes? ¿Más de un mes? No estaba segura pero se le estaba haciendo eterno. ¿Qué estaría pensando su familia de su ausencia? ¿Qué creían que había pasado con ella? A veces aquellos pensamientos inundaban su mente cuando dormía o la veces que le tocaba vigilia nocturna. Era en aquellos momentos que dejaba de ser la Rua sonriente, descarada y arrogante, malhablado y maliciosa, que usualmente era vista durante todo el día y se permitía acurrucarse sobre si misma.

Fantaseando con que una mañana despertaría hundida en sus comodo colchón rodeada de sus cojines, con el aroma de las flores que poblaba cada una de las macetas de la casa, que al levantarse perezosamente le esperaría un chocolate caliente preparado por su mama Ebba, los llamados de mama Nora intentando despertar a Isak, cuyas sabanas se le pegaban toda y cada uno de los días.

Por supuesto, aquello nunca ocurría. Se había hecho a la idea ya tras ese tiempo que estaba lejos de volver a tener esos días de rutina, pero fantasear con una cierta normalidad, con su cotidianidad entre tanto incomodidad y ansiedad, le traía cierta paz.

~~~~~~

Aquella mañana su despertar fue uno de los más abruptos en algo de tiempo. Un pitido le hizo medio despabilarse despeinada y confusa. Pero fueron finalmente las voces asustadas y apresuradas las que sacaron totalmente a Rua del mundo de los sueños.

Con ojos muy abiertos y algo sobresaltada, se levantó, sintiendo como el estómago se le encogida. ¿Quién estaba de guardia ese día? <<Iemai>> Rua se acercó notando los nervios patentes en algunos, no tardando en dar con la cercana que aprecia haber visto algo en la ventana, que estaba siendo rodeada con preguntas de aquellos que ya habían despertado. Rua se mordió el labio inferior, escuchando las palabras de Kiki pidiendo que se unieran y bajaran.

Pero sus ojos estaban sobre Iemai que apretaba con fuerza el silbato de Pefka, su atencion mayorment epuesta en aquella ventana. Había visto algo, no había maldita forma que dudase que había visto algo. ¿Con todo lo que había ocurrido? Joder que no lo hacía. Pero también todos estaban poniéndose excesivamente nerviosos.

-Iemai, respira hondo…intenta tranquilizante, por favor ¿crees que pudiera ser un murciélago de esos de fuego? A veces pasan muy cerca de las ventanas, son escalofriantes.– dijo antes de posar su mano en su hombro sano intentando que la prestase un poco de atención a ella y no tanto a la ventana, parecia realmente alterada. Ella también sentía los nervios bajo la piel, pero estaba intentando por todos los medios que no cundiera el pánico incluso en ella. Eso nunca traía nada bueno. Hasta ella alguna noche medio se había sobresaltado al ver a una de esas cosas volando demasiado cerca de la ventana, así que no sería ella quien juzgaría a la cercana si se había alterado por algo así.

- Intentemos hacer lo que dice Kiki, así nos quitamos de dudas si os parece, ver que puede ser. Pero tomad las armas…solo por si acaso. - añadió tragando. Esperaba de verdad solo fuese un murciélago.

Los días pasaron entre salidas y guardias. Ulmara cada vez veía mejor de día, dentro de lo posible, y acabó por incorporarse a la mayoría de las excursiones: a por comida, para hacer perímetro, para conocer el sitio de la trampa… Salía siempre que podía, ya que a veces las guardias nocturnas la cansaban demasiado. Tenían de fondo la idea de buscar a los del otro grupo, pero no habría sido prudente arriesgarse tan rápido. Por suerte, no volvió a ocurrir nada en ni una sola noche, transcurría todo con normalidad relativa. La normalidad extraña de unos chavales secuestrados.

Ella no lo sabía, porque no se trataba de un cambio consciente, pero su paciencia se acortaba gotita a gotita. A veces se le olvidaba rezar a los dioses, o zapateaba esperando la comida; cuestionaba comportamientos en lugar de excusarlos por motivos interculturales o le daba por acelerar el paso en la calle porque le abrumaba refrenarse para mantener el ritmo de otros más lentos que ella. Pequeños detalles sin importancia, difíciles de captar para quienes no sabían lo que ocurría en Rocavarancolia.

Por suerte, las relaciones entre todos, aunque todavía algo enrarecidas, también mejoraban gotita a gotita. Ulmara los empezaba a conocer mejor, igual que ellos a la cercana. Se dieron charlas interesantes, pizzas compartidas y consejos de ida y vuelta durante los entrenamientos; cosas que, unidas, le hacían sentir un poco mejor con el encierro. Uno de los consejos se lo dio a Nery’s, para que no se plantara en la calle con un escudo y una alabarda,sugiriéndole pillar una de las lanzas más cortas, mucho más manejables para usar con escudo.


Ulmara no sabía si estaba soñando cuando sonó el silbato, se incorporó inmediatamente en la cama, aturdida, miró a todas partes, y reveló el cuchillo que escondía bajo la almohada. Iemai estaba de guardia, con el silbato de Pefka en la mano, y la otra señalando a la ventana. Parecía muerta de miedo y Ulmara no la culpaba. Por suerte, hubo gente más cercana a la ventana que se asomó.

Enarboló el cuchillo con ambas manos y apretó con fuerza los dedos para disimular un leve temblor incipiente. Estaba asustada, era innegable, y aún así le faltó tiempo para ofrecerse. Ser cercana favorecía los actos suicidas.

—Voy abajo —dijo con seriedad absoluta.

Agradeció en silencio que el frivy se le uniera con lanza y escudo (<<Y yo que me siento paranoica por guardar la daga bajo el cojín>>), y le dejó liderar la marcha, pues ella no tenía con lo que protegerse. Por su parte, ella encendió una vela para alumbrar el camino. No vieron nada por las escaleras, ni en la planta baja, ni en el patio. Ulmara era consciente de que sus ojos se adaptaban mejor a la oscuridad de la noche y prestó tanta atención como pudo, en vano.  Tampoco vio nada en el sótano.

—¿Vamos a la azotea? Por si acaso… —estaban en la planta baja cuando sugirió eso. La cercana ya se sentía algo más relajada y, de hecho, no pensó en el miedo que sentía el frivy a las alturas.

Ese día se acabó por ir a la cama sin entrenar, con una punzante sensación en el pecho y en el estomago recordándole que quizás no debería haber dejado de tomar las pastillas. Pero los días pasaron y todos estaban bien, confirmado por el anuncio de Kiki, aunque noto a Pefka algo preocupado con su... ¿piel? Debía preguntarle sobre aquello.

Una vez calmados planearon como explorar y se aventuraron poco a poco en las calles. Aquellas opresivas ruinas se volvían incluso más imponentes cuando iban sin rumbo fijo. Las enormes catedrales y los portentos derruidos que otrora debían haber sido una vista magnifica ahora le acosaban con la mirada de sus ventanales. Por ello algo tan simple como las paredes y el techo limitando el espacio se volvió un santuario incluso a sabiendas de que podía ser traspasado con facilidad. Por ello aquellos viajes a la costa a por comida se le hacían cada vez más agradables. El espacio abierto y la costa le permitían ignorar aunque fuera un poco la opresiva mirada de la ciudad y el camino ya les era muy conocido.

A veces cuando volvía de explorar simplemente se iba directamente a la cama o a los brazos de Kiki, buscando calma, buscando librarse del agobio. Estar con ella siempre le relajaba, aquella caótica personalidad le hacía sentir que todo iba bien, que no necesitaba preocuparse tanto.

Su otro gran problema era el tiempo vacio. Tras las dos primeras semanas de descanso el no tener nada que hacer, ni reuniones que atender, ni documentos que revisar, ni fiestas cada noche le dejaban un casi doloroso tiempo libre muerto. Era demasiado extraño, el simple hecho de poder sentarse y no tener que hacer nada era algo con lo que no había lidiado en años y ahora, sin internet ni tan siquiera libros, aquellas horas muertas se le aparecían sin remedio dejándole una sensación frustrante.

Empezó a interesarse aún más por la cocina, a preguntar sobre las armas y herramientas de la armería, a afinar su voz cantando... incluso a acostumbrarse a las alturas del ático, pero todos aquí leyendo sabéis a que se debe eso último. Por supuesto siguió bailando con Pefka e incluso le enseñaría de vuelta sus bailes si el krabelinense quería.

Pero en general... era feliz. Incluso con la opresión de las ruinas y las horas vacías. Por fin podía relajarse, podía charlar de cualquier cosa con sus nuevos compañeros incluso con los roces y la casi hiperactiva humana que se había hecho como quien no quiere la cosa un hueco tan grande en su vida le hacía sonreír al despertar cada mañana.

Por su puesto no esta "mañana". El silbato lo despertó y la confusión pasó a una mezcla angustiosa de miedo y urgencia obligándose a separarse de Kiki y tomar su escudo del lado de la cama y lanza pese al entumecimiento de acabar de despertar, arma que había sustituido a la alabarda aunque le gustase más, porque Ulmara le había dicho que no era inútil llevarla así a una mano con el escudo. Pero antes de que pudiera moverse mucho ella se acercó a él para ir pegados, cosa que le pareció lógica.

-¿Ultraestáis todos bien? -Preguntó para confirmar que no le hubiera pasado nada a nadie. Él estaba como siempre dormía, sin pantalones y con algo ligero en la parte superior pero con su lanza y escudo bien sujetos e imponentes, listos para lo que fuera.

Pero una vez vio que no le había pasado a nadie no dudó en acompañar a Ulmara.

-Hipervoy contigo. -Le respondió sin una pizca de duda pese al miedo.

-Supervamos a echar una primera ojeada. Megareparaos bien los demás con las armas que subimos aquí para seguirnos. Mi sable ultraestá a la derecha de nuestra cama. -Dijo refiriéndose a la cama donde dormían juntos él y la finlandesa. Y sin más bajó con Ulmara.

Avanzó en formación con la cercana, con sudor frio bajándole por la frente y el corazón bombeando lo más rápido que podía debido a la alerta. Pero nada. No encontraron nada.

-Si... superavisemoles primero para que bajen. Pero hiperasomemonos solo un poco ahí arriba. Ultrano hay techo ni muros que nos resguarde de las cosas que pueden volar ahí. -Se había acostumbrado lo suficiente a la azotea como para ni pensar en el borde con el miedo que sentía ahora mismo.

Maila agradeció que Rua y Nery´s entendieran su postura, y tras gesticular una sonrisa culpable al ver la expresión que Fleur le echaba decidió sentarse a comer con el resto. A pesar de todo lo que había pasado se mmoría de hambre, y comió vorazmente meintars escuchaba de fondo la conversación del grupo. Preguntándose si le habría molestado demasiado a la francesa su intervención. Aquella misma noche se se empezaron a hacer las guardias nocturnas, y una parte de la hawaiana durmió más tranquila tras ello.

El resto de los días los pasó como una cuenta atrás. Cada día era uno menos para buscar al otro grupo, y aunque eso la ponía nerviosa y asustada también anhelaba aquel encuentro. Necesitaba que fueran avisados al menos de lo ocurrido, y con ese objetivo en mente siguió entrenando con el machete. Poco a poco le resultaba más fácil de manejar, no pesaba mucho y cada vez se cansaba menos entrenando con él. Tampoco se le escapó los avances de Fleur tanto con el arco como con su timidez, para Maila era como si un interruptor se hubiera activado en su cabeza. <<Es el interruptor de la supervivencia>>. Pensaba la chica a menudo.

A la par mantuvo conversaciones con sus compañeros, para dar su opinión sobre temas importantes o simplemente para conversar. Si le hubieran dicho meses antes que iba a estar en otro mundo hablando con gente a su vez de otros planetas se habría partido el culo. Ahora no veía la gracia de aquel asunto, desde luego.

Por si fuera poco tenían que estar pendientes por si sentían algo extraño tras el pinchazo que tenían, y por el momento y exceptuando una ocasión en la que Fleur le tocó el hombro y creyó que tenía fiebre no había pasado nada raro. Los dían que salían a explorar o a por comida fueron tranquilos, a pesar de encontrarse con gente que desaparecían nada más verlos. Para Maila fue una sorpresa que no hicieran algo más violento como cargar contra ellos hasta matarlos o algo por el estilo, pero estaba claro que no se quejaba.

La noche en la que Iemai los despertó con el silbato la chica abrió los ojos sobresaltada, y tras casi caerse de la cama por intentar levantarse rápido cogió uno de los cuchillos que había en la habitación.

-¿P-pero qué...?- Dijo todavía algo atontada. -¿Qué has visto?- Preguntó alertada mientras se acercaba urgentemente a Fleur y le ponía una mano en el hombro. No le gustaba que tanto Ulmara como Nery´s hubieran bajado solos, pero en ese momento poco se podía hacer y aún estaba algo desorientada como para procesar la situación como era debido.

Maila se giró con recelo hacia la ventana con temor a lo que pudiera haber visto e imaginándose cientas de diferentes abominaciones en el exterior. Lo peor de aquella maldita ciudad es que nunca sabías que nuevo peligro podrías encontrarte.

-Si, tenemos que bajar.- Secundó la hawaiana.- Creo que tendríamos que estar todos juntos-. Comentó din dejar de mirar la ventana, con un deje de temblor y miedo en la voz.