Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Cuando juntaron el material que habían conseguido comenzaron a intentar elaborar las mochilas. Iemai poco pudo hacer, más que sujetar cosas con una mano cuando fuese necesario. El tiempo pasó rápido mientras trabajaban, y entonces Rua hizo notar que el resto tenían que estar a punto de volver.

Había pasado mucho más tiempo que la última vez. Podía ser preocupante, pero tal vez las bañeras habían ido a dejar la comida más lejos ese día. Iemai prefería pensar eso, pero lo cierto era que se había empezado a poner más y más nerviosa a medida que avanzaba el tiempo.

Fue un alivio enorme escuchar a Rua decir que los veía volver, y se apresuraron a bajar a las mazmorras para bajar el puente incluso antes de que ellos mismos lo pidiesen. Iemai esperó a que se abriera la puerta con alivio e incertidumbre. Estaban todos, y no venían heridos, aunque sí visiblemente cansados. El problema era que no traían apenas comida: solo habían conseguido dos cestas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó llanamente, con preocupación. Era evidente que algo había pasado, y el resto de preguntas podrían resultar demasiado violentas, como “¿por qué habéis tardado tanto?” o “¿por qué hay tan poca comida?”. No pretendía culparlos, al menos habían traído algo y no se irían a dormir con el estómago vacío.

El aire parecía pesarle más ahora que estaba alerta. Poco a poco empezaba a escuchar el latido de su corazón empujando más fuerte en su pecho, tan temeroso como él de lo que pudieran albergar las casas a su alrededor.

Sin embargo aquella cosa no salió de ninguna de ellas, el estruendo que provocó le heló la sangre y su tamaño hizo que las manos le temblaran. Veía a aquel pequeño destrozado pero no muerto en las mandíbulas de aquella cosa pero no podía hacer nada, estaba petrificado.

Apenas notó como la mano de Pefka se clavó en él ni como de fuerte había tirado con esta, simplemente le siguió por puro instinto. Corrió y corrió, hasta que se dio cuenta de que los demás habían parado detrás suya de puro cansancio y más por miedo a quedarse solo que por compañerismo paró él también. Maila estaba llorando y se dio cuenta de que él también. Al ir a secarse las lágrimas vio como aún sostenía el arco con fuerza en una mano y la flecha partida por la presión del agarre en la otra, la cual se deslizó al suelo al ser soltada.

Miedo, frustración, tristeza e ira se arremolinaban en él como intuía que le sucedía a los demás presentes. No pudo contenerse más y un puñetazo suyo restalló contra el muro ruinoso más cercano haciéndolo temblar. El débil y desgastado cuero de guante no aguantó el impacto dejando al descubierto su fina piel, la cual se rasgó en el golpe.


El grito de Pefka fueron las primeras palabras que se oyeron tras un largo silencio por la ciudad, Nery´s había guardado su puño en el bolsillo para no dejar un rastro de sangre y una mancha negra se extendía por el lateral de su pantalón como resultado.

Ante la pregunta de de Iemai simplemente la miró por un momento y al alzar la vista contempló el torreón, aquella cosa no tenía ni para empezar con los muros de una construcción así. Ni siquiera se atrevió a volver a mirar a su emplumada compañera, agachó la cabeza frustrado y avergonzado de sus propios actos y dejó que su pelo cubriera sus ojos para que nadie viera la irritación de estos al haber estado llorando.

Simplemente entró, y si nadie lo paraba iría a su cuarto a taparse, tomarse su medicación y cubrirse con las mantas.

Con pasos lentos y pesados llegó hasta lo que ahora era su cuarto, una instancia casi vacía con varios conjuntos que él había escogido doblados encima de un simple mueble. Quitándose su equipo y dejando la caja de medicinas a ún lado de la cama escuchó como algiuien entraba en la habitación tras de sí, pero no se giró a comprobar quien era y simplemente empezó a mover las mantas para echarse. Algo se revolvía en su interior, algo que quería salir y que él apretando la mandíbula no dejaba salir.

Escuchó a Kiki y se detuvo de mover las sabanas, notando por la cama como se había sentado en ella, pero sin atreverse a mirarla. Dejó que ella tomara su mano y lo que pudo ver fue una costra negra rodeando los nudillos que similar a la obsidiana reflejaba los rayos de luz que entraban al cuarto. Nery´s no decía nada, no replicaba a sus palabras pero cada vez temblaba más y aquello que contenía en su pecho cada vez se retorcía más con las palabras de la humana, queriendo salir.

Cuando ella acabó y él habló con la voz rota, con el tono de alguien que está a punto de romper a llorar. -Si, megasoy idiota. -Tuvo que cortarse a si mismo cerrando con fuerza la mandíbula para no dejar escapar el llanto presionaba por salir en su pecho. Torció su cabeza hacia ella y si esta vez miraba vería como la rojez que debería verse por la irritación era sustituida por líneas completamente negras en su esclerótica que lo hacían parecer una pieza de marfil hecha pedazos rodeando esos ojos de un azul tan claro que parecían brillar. -Es mi culpa. -Alzó el tono y parecía decirlo con mucha firmeza.Su otra mano se agarró con fuerza a la ropa de ella mientras se acercaba cada vez temblando más. -¿Porque siempre hipertiene que ser así? -Poco a poco el llanto en su pecho comenzaba a ganar y Nery´s comenzó a sollozar entrecortadamente mientras le caían las lágrimas. Podía ver los cuadros de su madre, escuchar la última la risa de su hermana y el último grito de su padre y finalmente sentir el temor del pequeño Veriel bajo su mano. -Ya no puedo más. -Por fin reventó y se echó a llorar en el hombro de aquella humana.

A Aramara le llegaron casi al instante dos mensajes muy diferentes. <<Por el fuego a tu espalda, que no quería llevar razón tan pronto>> fue el primero. Luego vino la contradicción, <<Me alegro de que haya sido él y no yo>>. Al fin y al cabo estaban al lado. Un giro mayor o menor y habrían sido ella o Toni (o la muchacha cuyo nombre no conseguía recordar por el susto). Si alguno de sus dioses había sabido de su curiosidad por el kelpie, ahora se la había saciado con creces con aquel lagarto volador que olía a caducidad.

Corrió con todas sus fuerzas, huyendo de la incertidumbre de no saber qué pasaría si el monstruo la devoraba. No había evidencias de que se pudiese saltar a la Lejanía desde Rocavarancolia. Ulmara no sabía si alguna magia vieja y polvorienta, o algún invento con el que no pudiera ni soñar, rebajase a los cercanos como ella a simples seres vivos capaces de morir. Cuando veía que se alejaba de los más lentos, aminoraba la marcha ligeramente para que la alcanzaran, pero también se planteaba la posibilidad de… Bueno, que Ulmara no quería comprobar si moriría o daría un paso. Bajo ningún concepto. Aunque eso significase sentirse como una mierda después por preferir que se murieran ellos. Miró de refilón a Pefka con cierta culpa, también a Toni, por motivos diferentes. Por suerte, las gafas de sol dificultaban una lectura de su expresión.

<<Seguro que ellos han pensado lo mismo>> se consoló, ya cansada, cuando vislumbró el torreón. Refrenó inconscientemente, a la vez que le invadía cierta seguridad. No habían vuelto a ver al monstruo, tal vez porque… Sí, tal vez porque se había quedado saciado con el niño gris. Observó al grupo entero, se permitió pensar entonces en la cantidad de energía que habían despilfarrado para conseguir tan solo una cesta o dos de comida. Tendrían que salir mañana otra vez. O pasado. Y rezar a todos los dioses, cercanos y extraplanares, para que nadie muriese de hambre con el paso del tiempo.

Una vez dentro del torreón se quitó las gafas de sol, las dejó colgando de su cuello, y se llevó el índice y el pulgar a los ojos para estrujarlos. Respiró hondo antes de hablar.

—Nos encontramos con otro grupo de niños secuestrados —hablaba con serenidad, pero era serenidad fingida—. Las cestas cayeron dentro de un edificio y ellos llegaron antes, pero estaban dispuestos a compartir la comida hasta que descendió sobre nosotros un lagarto enorme y maloliente. Uno de ellos… Sospecho que ha dado un paso más allá. O que se ha muerto. Posiblemente. No lo sé… —resopló. Se fijó en su cesta, no quería ni plantearse cuánta comida había perdido durante la carrera, ni cuánta se habría echado a perder por el movimiento—. Esto es lo que hay.

Depositó su cesta junto a la de Toni y se dejó caer sobre la silla más cercana. Se fijó en la sangre reseca del humano pero no dijo nada; volvió al confort de sus dioses momentáneamente.

<<Aramara, gracias por darme pies>>.

Ya ni siquiera pensaba. Enterrado en el hombro de Kiki lo único que podía hacer era llorar y llorar hasta quedarse sin fuerzas, recibiendo un abrazo más que querido por él. Sus palabras ayudaban a mantener de una pieza una mente que ya tenía demasiadas grietas, aunque solo pudo contestar a ellas con un movimiento de cabeza y un sonido que parecía significar un sí velado.

Se separó de aquel abrazo pero no de ella. Aún tembloroso sus manos se agarraban a su espalda como si tuviera miedo de que ella se fuera y cuando ella tendió sus manos hacia sus mejillas Nery´s ladeó la cabeza para presionarse contra aquellas manos, buscando el contacto que quisiera o no tanto echaba en falta y tantas veces le había ayudado para distraerse de sus propios problemas. Kiki consiguió lo que quería pues él clavó sus ojos en los de ella y pestañeando cuando le sopló quitó una de las manos para librarse de las lágrimas y no verla borrosa. Tras frotarse los ojos no solo se concentró en su voz si no que empezó a fijarse en ella. Los patrones que surcaban sus ojos grises, la forma en la que sus labios se moldeaban a aquella forma de hablar intrépida y caótica, su pelo negro que contrastaba completamente con aquella bien de un blanco imposible en su mundo...

"Si no pudieras mas no estarías aquí así que cálmate..."

«.....»

«Hiperes cierto, ¿cuántos años megahe aguantado ya día tras día en un infierno sin final? Pero ultraya estoy tan cerca... Ya superno falta casi nada para que cumpla mi promesa.»

«.....»

«..........»

«Ultrano puedo fallarle ahora.»

Aún temblaba como un gigantesco flan asustado pero las lágrimas poco a poco fueron dejando de caer. Miró hacia su derecha y extendió su mano herida haciendo que la costra negra volviera a reflejar la luz. Atrajo la caja hacia ellos y Kiki podría ver lo que parecían dibujos estilísticos que no eran otra cosa que el alfabeto frivy, el cual sobreponía estilo a funcionalidad y se había vuelto arte en si mismo.

Durante unos segundos miró pensativo a la caja, aún sin soltar la mano de la espalda de Kiki, pero tras ese rato posó la caja de nuevo en la cama.

-¿Megame llevas a limpiarla? -Su voz era débil y temblorosa.

Cuando se levantaran para ello Nery´s agarraría la parte de atras de la ropa de Kiki para que le guiara como si fuera un niño.

-Muchas gracias. De verdad. Muchísimas gracias Kiki. -Y se dejó guiar por ella.

La expresiones que tenían cuando los vio llegar con cierta prisa, agotados y cargando apenas dos cestas, fue mas que suficiente para que Rua bajara rápidamente y avisara de la llegada, cosa que igual fue secundada pronto por Pefka. Se adelantaron rápidamente a bajar el puente y abrirles la puerta, y apenas Rua vio la expresión de todos ellos, la sangre de Toni o la expresión de Nery's antes de salir rápidamente hacia el segundo piso seguido por Kiki, no dejaba lugar a dudas de que algo de nuevo había ocurrido.

Rua se mordió los labios casi haciéndose daño al morder también el piercing que allí había y los miro con expresión seria, pero también sintiendo la tensión en sus músculos. Estaban todos y no aprecian mayormente heridos salvo Toni y no aprecia grave. Pero por sus caras no pintaba nada bueno <<¿Otra vez se encontraron con el kelpie... el lagarto de la fuente u otra cosa?>> a esas alturas ya se esperaba cualquier cosa.

Finalmente fue Iemai la que pregunto y Ulmar ala que explico lo que había sucedido. Rua dirigió su mirada a ella, que había dejado sus gafas colgando de su cuello, en tensión. Había hablado de mas niños ¿otro grupo vivía cerca de allí? Había sido muchos en aquella fuente comparados a los que acabaron en aquella torre, aquel hecho no le sorprendía en lo mas mínimo. Ya habían llegado a esa misma conclusión tiempo antes, que seguramente habría mas grupos que con suerte habían conseguido refugio igual que ellos.

Pero las siguientes palabras de Ulmara, contando lo que había sucedido después de encontrárselos ya si le hizo hablar.

-¿Os ha atacado una especie de dragón o algo así?- pregunto sorprendida e incrédula por igual, porque lagarto descendiendo de cielo, solo significaba que debía tener alas y lo que mas se le asemejaba era un dragón.<<No jodas>> aquello solo podía ser el colmo, los atacaban desde el mar, ahora desde el cielo. Iban a de mal en peor. No había forma que fueran capaces de volver a semejante lugar...huir de algo que iba a pie, aun ¿pero de algo que volaba? El único que sabia manejar el jodido arco era Pefka y no parecía que les hubiera servido de mucho.

A juzgar por las miradas y expresiones del grupo...y la mención de lo que había ocurrido con aquel chico que Ulmara había mencionado, no hacia ninguna falta ahondar demasiado en como habían logrado escapar de esa cosa. <<Es una suerte que no fuese ninguno de ellos>>, era posiblemente azar, puro azar que la victima hubiese sido ese chico y no ninguno de ellos...no ella misma de haber salido. Rua sintió su piel erizarse y se paso las manos por sus brazos, incomoda y frustrada por igual. Una mezcla de temor y angustia y también cierta pena distante por como había acabado ese chico. Sobrevivir al ataque del lagarto en la fuente, huir por la ciudad, para acabar siendo asesinado por otro jodido lagarto cuando ibas por comida. No era alentador, ni tranquilizador ni hacia que sintiera especiales energías de volver a tener escaramuzar buscando comida dado lo dos últimos resultados.

Miro las cestas traídas, acercándose a ellas, para ver su contenido. No, no era mucho en realidad, no teniendo en cuenta cuantos eran, pero ni siquiera ella iba a reclamar aquello. Casi podía dar gracias que hubiera atinado en traer alguna, por mas frustrante que le pareciera la encases.

-¿Hay alguien herido aparte de Toni? - pregunto al grupo antes de mirarlo a el, ya que Kiki había subido donde Nery's- Intenta hacer gárgara para limpiarte, no se puede hacer mucho con heridas en la boca- dijo mirando al chico con atención, debía haberse mordido la lengua o algo así en la escapada, no era la primera vez que le ocurría.

Toni notaba la piedra fría en la espalda cuando se incorporó poco a poco del suelo. Rua se le había quedado mirando. Le escocía la boca, sabía que por alguna parte tenía una herida, o bien se había partido el labio o la encía.
Ulmara explicó lo que les había pasado.
- ¿Pero visteis que era un dragón? Yo solo he visto una masa negra volando. Cuando vi lo que le había hecho al otro chico salí por patas- Dijo Toni recuperando aun el aliento.
- Yo me comí el suelo, pasó justo por mi lado. No se si me empujó el coso con alas o alguien corriendo.
Toni hizo caso a Rua y fue al pozo para coger un poco de agua y limpiarse. Cuando vio su reflejo en el agua fue consciente que la sangre coagulada lo llenaba todo, desde la boca hasta el cuello. Parecía que había bebido sangre. Después de limpiarse descubrió que se le había partido el labio inferior.

Entró al torreón el último, después de comprobar por enésima vez que no les había seguido aquella criatura. Una vez en el interior, quiso ofrecerse para ir a subir el puente, pero en su lugar se desplomó en una silla. Joder, había pasado un miedo mayor que cuando les persiguió el kelpie. No tenía sus armas, no tenía a Karane cerca, no conocía lo más mínimo sobre la fauna de aquel lugar... ¿A quién quería engañar? Si la caza en Krabelin era arriesgada, en Rocavarancolia empezaba a parecerle peor. Ni siquiera estaba acostumbrado a correr o defenderse con tan poca ropa encima, pues ahora se sentía mucho más ligero y perdía el equilibrio de vez en cuando.

Guardó silencio cuando llegó la primera pregunta y dejó hablar a Ulmara. Envidió su serenidad, la verdad, pero sacudió la cabeza cuando la cercana habló del extraño sentido de la muerte que tenían. ¿Acaso importaba?
—El pobre chico ha acabado siendo la comida del reptil volador, por eso estamos vivos los demás. Todo lo otro importa poco ya —masculló sin mirar a nadie.

Lo peor ya no era el hecho de haberle abandonado a su suerte, sino que, para colmo, sus compañeros no podrían darle una despedida decente. El nombrado ni siquiera sabía si el espíritu del chico gris volvería a la naturaleza después de haber muerto así. Es más, ¿a qué naturaleza podía volver, si estaban atrapados en un mundo distinto? El único que de momento parecía creer en las diosas Kepryna y Levyna era Pefka, y si Ulmara creía en otras cosas, los demás también podrían. ¿Qué divinidades serían de verdad? ¿Habría varias en cada mundo?

En el cielo rocavarancolés no había otra cosa que negrura. La misma negrura a la que se precipitaba cada vez que pensaba en cosas así.

Las menciones a un supuesto dragón le sacaron de sus pensamientos. Se permitió reírse por lo alocado de sus comentarios.
—¡Las lunas no lo quieran! El único dragón que conozco es el de mi mundo, una bestia durmiente que yace atravesada en gran parte del territorio conocido. Vivíamos dentro, de hecho, así que no, no era un dragón.

Ya lo que les faltaba, vaya, bestias colosales como Bakaiar dándoles caza. Negó con la cabeza y volvió a sus pensamientos. No se había dado cuenta de que lo que había dicho era incluso peor que lo que preguntaban.

Estiró el brazo con la intención de no dejarla ir, pero no le hizo falta. Aquel extraño gesto lo confundió por un momento, pero se dejó llevar. «¿Quiere... llevarme a cuestas?» Estaba bastante seguro de que si dejaba caer su peso la pobre humana quedaría entre él y el suelo, sin embargo esto logró sacarle una sonrisa, sus pequeñas excentricidades siempre lo hacían. «Agh... ¿Como superpuedes ser tan inteligente y tan tonta a la vez?» Un pequeño impulso le sobrevino. Quería atraerla hacia él con el brazo que reposaba en ella y quedarse abrazados de nuevo un rato más, recostando sus penas en la calma de aquellos pálidos y frágiles brazos. «Tan solo un rato...» Su mano se movió ligeramente con la intención de realizar aquello, pero desistió. No quería molestarla, su mano necesitaba cuidados por haber hecho el idiota y además ella ya estaba abrazándole a su manera, cosa que le reconfortaba.

Saliendo por la puerta el pequeño golpe de una pequeña pelota tocó la espalda del frivy. Mirando atrás mientras se iba con Kiki pudo ver que aquella pelota ya había vuelto a su dueña. En su cama, Aery´s reposaba en el borde, balanceando sus piernas y dedicándole una gran sonrisa cálida a su hermano. Él sonrió de vuelta.

«Aún ultrano me he rendido.» Le dedicaba. «Tan solo megaespera y no te preocupes.» Ella asintió como respuesta al tiempo que él se alejó de la entrada perdiéndola de vista. Tuvo que morderse el labio para evitar echarse a llorar de nuevo mientras andaban pero por suerte Kiki le estaba hablando. -Un viaje místico... no, tan solo supertengo que... pues la verdad es que hiperno tengo ni idea. -Declaró. -Quizás ultracomer y echarme a dormir y a pensar. -En realidad seguía queriendo abrazarse a ella y no soltarse hasta dormirse, pero era una sensación demasiado extraña en él y otra vez más, no quería molestarla. No sabía hasta donde se extendía el recelo de los humanis por el sexo, o más concretamente hasta que punto recelaban del contacto físico. Un abrazo ahora pareció estar bien pero abrazarse a ella aquella noche ni siquiera era una posibilidad. Extraño, cuanto menos. ¿Quizás no era más que compasión por verle así? Seguramente, pero por alguna razón que no entendía aquella posibilidad le molestaba.

-Todo. -Respondió con firmeza y algo divertido. -Hiperte doy las gracias por todas y cada una de las cosis que megahas dicho y hecho. -Le sonrió aunque ella no se girase a verlo. -Toni como que superse comió el suelo en algún momento, por lo demás creo que ninguna otra cosa. -Le respondió, su tono era cansado pero mucho más calmado ya.

Bajó abrazado a ella de aquella manera tan extraña aunque disfrutándolo y se dejó caer en una silla mientras le curaba y vendaba. Estaba demasiado cansado, su cuerpo apenas le respondía ya y su mente divagaba hacia la última vez que se había sentido así, tirado en la camilla de un psiquiatra. Por suerte verla hacer le distraía, se quedó calmado observándola y apenas escuchó el grito de Pefka en la sala. Miró hacia el resto. Les había mostrado aquel lado tan patético que había mantenido oculto años a su mundo a base de una cara seria y una espalda recta y la verdad es que no se sentía muy cómodo mostrándose así aquí, pero se sentía aún con menos fuerzas para esforzarse en evitarlo. Todos estos años aguantando cansancio y desgaste y sin embargo aquello seguía derrumbándolo como el primer día. «Agh. Ultrano he mejorado ni un poco contra ello, menudo asco de la total.»

Reposó los brazos encima de la mesa central con el vendaje y la cabeza encima de estos mientras escuchaba a su alrededor. Estuvo a punto de decir algo sobre aquella cosa, pero la escena volvió a su mente y las fuerzas para hablar simplemente se desvanecieron.

Iemai observó marcharse al frivy, extrañada por su silencio y dándose cuenta de su herida. Él y Toni sí estaban sangrando, aunque ninguna de sus heridas parecía grave. Kiki se encargó de seguir a Nery’s, probablemente por el rol que había tomado de sanadora. Fuera lo que fuera que había pasado, debía de haber herido al frivy más allá de lo visible.

Ulmara tomó la palabra, desconcertándola con la revelación del contacto con otro grupo. No le sorprendía que el resto de cosechados de la plaza hubiesen formado otros grupos, pero lo primero que pensó es que habían tenido que disputarse la comida con ellos. Ulmara la sacó enseguida de su error, mencionando al monstruo que se plantó entre ellos. Un monstruo que, posiblemente, no buscaba las cestas, sino algo más. La cercana sintió que sus piernas perdían fuerza durante un momento. ¿Qué posibilidades tenían ante un monstruo de gran tamaño que aparecía de repente? «Podría haber sido uno de ellos… fue casualidad. Uno de ellos podría no haber vuelto hoy».

Iemai permaneció callada mientras los demás hablaban. Pensaba que lo único que podían hacer era evitar pisar aquella zona de la ciudad de nuevo, pero no hacían más que reducir sus posibilidades. Además, los monstruos podían moverse exactamente igual que ellos y salir de sus territorios habituales.

La cercana recuperó el hilo de la conversación cuando Pefka rió de forma inesperada. Debatían qué era exactamente lo que habían visto. «¿Qué más dará cómo se llame?» pensó.
—Dragón o no, lo importante es que no deberíais volver a su zona de caza. A lo mejor es inteligente y usa las cestas de cebo. O a lo mejor ni siquiera tiene una zona concreta de caza…
Su tono de voz se fue apagando a medida que terminaba la frase. Ni siquiera sabían qué era, mucho menos iban a saber cómo protegerse de él. Deseó, entonces, que sí hubiese alguien que supiese ponerle nombre a la criatura.

Kiki y Nery’s volvieron a bajar al cabo de un rato, e Iemai decidió que quienes no habían visto lo que había pasado, al menos, debían ponerse en marcha. Cogió una de las cestas con su mano buena y en la cocina empezó a sacar el contenido para ver qué podían hacer con lo que tenían. Tal vez lo ocurrido les hubiese quitado el apetito, pero el hambre era mala hasta para el estado de ánimo. Necesitarían comer si querían sentirse mejor.

Ulmara se sentó en una silla del salón mientras la conversación avanzaba, miró como absorta la pared y dejó que la tranquilidad del refugio la invadiera mientras los escuchaba a todos. Respiró hondo. Enterró los dedos entre su plumaje y buscó los cálamos con las yemas de los dedos.

—Iemai tiene razón —intervino por fin—. Dragón o no, es muy peligroso volver en esa dirección —<<Todas las direcciones son peligrosas>> se dijo sólo a sí misma, para no desmotivar al resto con algo que probablemente ya estarían pensando. Como ella—. Tal vez más adelante podamos plantar cara a un ser así, pero no será pronto.

Aquella idea le hacía cosquillas en la nuca, no por vengar al pobre niño gris cuyo nombre había vuelto a recordar, sino por la previsión de conquista y la sensación de victoria. La idea de volver a hablar con Aramara para presumir de un obstáculo salvado. Quizás también para que ella y su grupo se adueñaran de todas las provisiones dentro del territorio del pseudodragón, pues hoy no se sentía precisamente como la mejor cercana y compartir la comida podía ser peligroso.

—A todo esto, ¿cómo decís que es un dragón?

No quería cambiar de tema, sino abarcar la parte que menos culpable le haría sentir.

Tenían razón, daba igual cómo se llamasen las criaturas. Solo necesitaban saber si eran o no peligrosas. Sencillamente le había chocado tanto la mención a un "dragón" que no había podido evitar la risa. Sencillamente se había reído después de ver cómo mataban a uno de ellos.

Dejó que los demás hablaran y entonces asintió al escuchar a las cercanas. Nadie le había recrimina do su desliz anterior, así que tomó aire antes de hablar. No quería meter la pata. No diría nada todavía sobre la necesidad de volver al día siguiente a por cestas. Tenían todo el día por delante para recomponerse y volver a organizarse.
—Ya van dos ataques en una zona de cestas, así que seguramente lo usen de cebo como dices. Deberíamos ir a los acantilados, que está más cerca. Pero si estuviéramos mejor preparados, diría de cazar y olvidarnos de las cestas, o enfrentar a las bestias y defendernos, como dice Ulmara.

Después vino la pregunta de cómo era un dragón. El nombrado tenía poca idea, pues solo sabía que era una gran montaña en su mundo y ya lo había dicho, así que miró con curiosidad a los demás. Si conocían ese término, ¿habría algo relacionado con esas bestias en sus montañas?
—¿Cómo son los dragones en vuestros mundos? Hum... Tenemos cosas en común y otras no... Qué cosa más curiosa, ¿no? —planteó, pensativo.

Acto seguido recordó la última conversación sobre diferencias y lamentó haberlo mencionado, ya que cualquier mínimo dato era una explosión de curiosidad imposible. Como si de pronto le dijeran que el fuego era frío en sus mundos.

El cansancio lo carcomía y aún así no lograba acercarse al sueño lo más mínimo pues su mente seguía nadando en todos aquellos horrores. Alrededor suya se formaba esa conversación sobre la criatura que había matado al pequeño Veriel. Dragones, decían, a él no le sonaba de nada ese término así que para que esforzarse siquiera en entrar a la conversación.

Notó algo posarse en su cabeza pero ni se molestó en averiguar que era y simplemente disfrutó del calor que le estaba dando mientras seguía enfrascado en sus pensamientos, casi hasta lamentó que la misma persona se los pusiera en las piernas.

Alguien tomó su mano y entonces sospechó que todo aquello había sido cosa de Kiki levantando su mirada solo para confirmar que así era. Parecía algo enfadada con él y lo achacó a haberse destrozado los nudillos contra un muro de manera imprudente y estúpida. «¿Hipersi digo que superesperaba que el guantis aguantase megacolará?» Entonces ella estrello su mano contra los trapos y se fue al pozo. «Probablemente no.» Sonrió para sí mismo divertido mientras volvia a enterrar su cabeza en uno de sus brazos, dejando el otro libre para que ella siguiera con lo que tuviera que hacer. Y cuando volvió no fue agradable, no le hacía ascos a algo de dolor por las noches pero aquel era bastante diferente y nulamente placentero. Apretó la mandíbula en muchas ocasiones y zapateó el suelo por no soltar chilliditos de dolor.

-Si. -Respondió con voz ronca por lo bajo cuando ella le pregunto si le dolía en medio de aquel bestiario sobre dragones que empezaba a desglosar Kiki. Pero ignorándole por completo siguió con su vendaje. Por fin terminó y Nery´s suspiró aliviado volviendo a colocar sus brazos en cruz para reposar mientras miraba con interés ese gesto tan extraño que estaba haciendo, como si se levantara una falda o algo parecido. Lo siguiente que notó fue a la misma apoyandose completamente en él y dejando su cabeza en su brazo. Definitivamente no la entendía, a veces parecía que iba a salir corriendo de él si se acercaba a ella y ahora aprovechaba para tenerle de almohada sin importarle lo cerca que estuvieran. No le importaba tenerla así pero aquello comenzaba a ser bastante confuso.

Levantó levemente la cabeza procurando no moverse y molestar a la humana en su brazo y habló un poco. -Superno hay historias de dragonis en frivo, ya bastante megatenemos con los incendios como para tener a un reptil volador gigante escupe-fuego por ahí. -Aprovechó para echar un vistazo a todos los presentes, como se veían y como lo veían a él y con ello se dio cuenta de que Iemai ya estaba empezando a preparar comida.

La poca que habían traido.

Volvió a dejar caer la cabeza sobre sus brazos cansado y derrotado, disfrutando del calor que empezaba a surgir entre el contacto de Kiki y él. Movió la cabeza hacia ella y le espetó una pregunta sin más con un tono más bajo para que el resto no le escuharan. -Kiki, ¿superpuedo dormir contigo hoy? «¿Pero que estoy haciendo?» -Megahace mucho frio y... «Paraparapara hiperno es buena idea. La vas a superasustar de nuevo.» -La verdad es que megano sé si podré aguantar despertar otra vez solo en una cama vacía. «Bien, ahora sí que ultra la has cagado hasta el fondis del pozo petrolífero.» -Volvió a girar su cabeza al frente mirando a la mesa.