Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Fleur comprendió inmediatamente el error que había cometido al soltar respuesta tan escueta delante de kiki y pregunta tan abierta delante de Rua.
El primer instinto que tuvo fue pegar un pequeño respingo en la silla seguido de un gritito por la sorpresa de que la chica se hubiera acercado por la espalda. Luego, superada por lo surrealista de la situación, no pudo evitar reírse con más soltura por haberse asustado tan fácilmente. Aunque pensó detenidamente... >>¿Qué tienen todos con tocarme hoy?<<. Ya era la segunda vez que entraban sin avisar en su espacio personal aunque a lo mejor... simplemente no estaba acostumbrada al contacto físico.

Lo de Rua en cambio la dejó helada en el sitio, como si de pronto se hubiera convertido en un cubito de hielo. Parpadeó absolutamente perpleja aguantando la mirada de aquellos ojos rosados con los suyos, algo nerviosos. Miró a ambos lados, aquello acababa de ser una insinuación en su dirección y nadie parecía estar molesto. Aún así... >>Qué descarada<<. Pero no estaba molesta, únicamente algo confusa y contrariada. ¿Sería así siempre en su presencia? ¿Guiños y frases picantes? Por un momento casi prefirió que la sueca se encontrara siempre en el grupo de los exploradores de comida, pero relajó la postura con los hombros en un intento de no parecer una estatua. La francesa terminó por desviar la mirada al suelo y se pasó el pelo rubio por detrás de las orejas pensando algo ocurrente qué decir tras haberla llamado cielo. ¿Qué es lo que pretendía? ¿Estaba aburrida y le divertía chincharla?.
-¿Cómo que? ¿Hacerte las uñas?-salió de pronto de su boca con una voz tan clara que casi no pareció salir de su garganta. Después enmudeció y se llevó las manos a las rodillas adoptando una postura recatada al tiempo que se ponía tan roja como un tomate y su expresión transmitía “por favor, no me mates”. Aquello no había sido gracioso, aunque había pretendido que fuera un golpe de vuelta lo cierto es que se manejaba con bastante torpeza en las bromas. Esperó no sonar descortés e incluso ofensivo, porque no tenía nada en contra de sus uñas, es más, le resultaban preciosas aunque demasiado largas para su gusto. >>Pero qué boba, le vas a caer mal<<.

Iemai agregó un tema salvavidas, tras escuchar silenciosamente la conversación de la comida (ambas llevaban razón en lo que le decían y agradeció el positivismo de la cercana) no vio una mejor oportunidad para borrar los últimos minutos de su memoria.
-¡Sí! -dijo más animada de lo que pretendía por buscar una improvisación de mochila que sirviera y ocupar su mente en otras cosas- es de-cir... sí, claro- >>Y por esto siempre debes permanecer callada<<. Tragó saliva, iban a ser unos días muy largos.

No esperaba que Fleur fuese a responder nuevamente, por lo que sus suaves preguntas dichas mas directamente le sorprendieron un poco. Alzó ligeramente una ceja antes de corresponderle a las palabras con una sonrisa. ¿Esa era su forma de responder a su insinuación? ¡Que mona! Ni siquiera se ofendió por el matiz, claramente no provocador de las palabras, que la hacia ver como si fuera un estúpida preocupada únicamente por sus uñas. Prefirió verlo desde un punto de vista mas interesante y divertido, al cual podía sacarle mas jugo.

-Sí, por ejemplo. El cuidado de las uñas, su forma, que no pinchen, que estén limpias y cuidadas. Son tratamientos mas que necesarios para variadas situaciones- dijo sonriendo suavemente con fingida inocencia, mirándola entrecerrando ligeramente sus parpados, indolente y relajada, ante de cambiar un poco su voz añadiendo cierta curiosidad en ella.-Puedo ayudar a cuidar las tuyas también, querida Fleur. Ahora que estas dando por fin ciertos indicios de tenerlas, no puedes descuidarlas u olvidarte que las tienes- dijo traviesa pero con claridad, no refiriéndose a uñas reales con eso, sino a uñas puramente metafóricas, aunque posiblemente ella no captase la diferencia. A la pequeña rubia aun le faltaba ir sacando carácter poquito a poco, estaba segura. Al menos con aquella respuesta clara y sin titubeos había dado indicios de tenerlas, pero que no sabia usarlas. Algo era algo.

Vio como tras su repentino breve arranque, volvía a bajar la cabeza, tímida y completamente ruborizada, como si acabara, yo que se...de gritarle un sarta de insultos o algo parecido. Le resultaba interesante como parecía contenerse algo, se diera cuenta o no, por el contraste que hacia con ella misma, que era de las que nunca se callaba sus palabras.

Su atención fue tomada de nuevo por Iemai, que dio su propia opinión al respecto sobre el asunto de las raciones y Rua no apartó su mirada rosada de ella mientras hablaba, mientras se cruzaba ligeramente de piernas pensativa, concentrada. La escuchó, pero no le pareció factible olvidarse de aquello. Por mas que las cestas pasasen aparentemente cada dos días, Rua había visto lo que había allí afuera, asegurar que traerían comida  cada vez que saliera, era un pensamiento confiable y agradable, pero improbable. Al menos desde su perspectiva tras el desastre del primer día, donde si, habían traído comida, pero no había sido precisamente sencillo.

Por supuesto, tal vez adelantase acontecimientos cuando aquella solo era la segunda salida y no sabían aun los resultados. Pero Rua ya había sido testigo de una discusión soberanamente estúpida sobre el jabón el día anterior y si algo sabia que podía poner el ambiente tenso, eso era la comida, porque agua, por suerte, no les faltaba.

-Estoy de acuerdo si hablamos esto luego una vez todos vengan y una vez hayamos comido, pero me gustaría que no lo olvidáramos. También, me gustaría añadir una ultima cosa antes de dejar el tema- añadió a las palabras de Iemai, antes de continuar con lo ultimo que diría al respecto al menos en esa ocasión. Mas clara no podía dejar su postura.- Para mi, esto es una medida en caso de escases, para que todos sin excepción tengamos nuestra parte, mismas cantidades, salgas o no salgas. Porque los que salen necesitan energía para enfrentarse a esta mierda de ciudad y los que se quedan para no enfermarse. No hay sobrantes aquí, pero tampoco indispensables...-aseguró con seriedad dejando claro su punto observándolas. Tras unos segundos y habiendo dejado claro, volvió a sonreír, jugando con uno de sus largos mechones con su dedo, su postura y expresión pasando de ser seria a convertirse en una expresión casi gatuna y traviesa, quitando hierro al asunto cuando hablo de nuevo.

-Aunque yo me considere de ese segundo grupo, por supuesto. Aunque eso es por por pura percepción mía, no tiene que ser una opinión general, simplemente me quiero demasiado -respondió risueñamente en medio de una risa, sin ningún apuro de confirmar su confianza en si misma con total descaro, antes de continuar con la conversación con total naturalidad, siguiendo el cambio de tema dado por Iemai al volver al asunto de las mochilas.

-Y sobre eso, tal vez haya sacos en la armería, donde guardaban armas o cosas así, que podríamos reutilizar y remendar si están muy maltrechos. Eso si es que alguien milagrosamente trajo un kit de costura, porque dudo que aquí haya algo parecido. Habría que improvisar. - comenzó Rua dando por terminada la charla de la comida para otro momento y dudando de que alguien haya traído semejante enseres a ese lugar, especialmente si lo que habían traído cada cual era lo que llevaban encima en el momento de secuestro de los cojones- Y sino...pues, hay mucha ropa en los baúles, seguro se puede intentar hacer algún macuto con una camisa vieja o alguna sabana anudándola, sería cosa de mirar un poco y traer aquí lo que encontremos a ver que se puede hacer. - añadíó Rua encogiéndose de hombros antes las posibles opciones, pues fuera parte el tema de la comida ahora, llevarlas en cestas de verdad era un incordio muy poco practico, especialmente porque si o si ocupaban las manos

>>- Podríamos dividirnos, dos de nosotras ir a la armería a ver si hay sacos o algo que nos sirva; y las otras dos a los baúles, luego traemos aquí lo que encontremos y vemos como hacerlo. Por agilizar.- sugirió pues le parecía lo mas rápido y conveniente en realidad, eran bastantes manos y aunque Iemai estaba jodida del brazo no es como si eso le impidiera moverse.

Iemai se sorprendió por la autocorrección de Fleur, como si hubiese dicho algo mal por exclamar que estaba de acuerdo. No comentó nada al respecto porque Rua todavía no había acabado con el tema del racionamiento. Tal vez ella había notado su nerviosismo porque insistió en que se racionaría de forma justa, aunque ya era lo que se estaba diciendo desde el inicio. Trató, o eso suponía la cercana, de quitar hierro al asunto bromeando tras mencionar que nadie era indispensable, pero lo cierto era que aquella frase tampoco le había gustado mucho a Iemai. No porque no pudiese estar de acuerdo, sino porque estaba en el bando que salía perdiendo.

Tras aquello, se centraron finalmente en el tema de las mochilas.
—Había pensado justo en eso, en que podríamos improvisar algo anudando ropa —comentó entre las ideas de las demás—. No creo que haya aguja e hilo por el torreón, pero sí que se pueden hacer con hueso y ropa vieja si hace falta.

Iemai no se asustó cuando Kiki regresó con el cuchillo, al contrario de lo que parecía pensar la propia humana. Difícilmente alguien dando saltitos podría resultar amenazante, así que casi se rio al escuchar sus disculpas, y le hizo gestos con la mano para restarle importancia.
—Yo iré al sótano —anunció cuando Kiki tomó las escaleras—. No puedo ayudarla con lo del cuchillo, probablemente.

Fleur abrió los ojos con un poco de sorpresa, por fortuna Rua no se había molestado y la chica pensó que igual estaba juzgándola demasiado pronto, un acto que no era muy común en ella pero que no paraba de cometer desde que fue convencida por Akeyo. En su lugar la sueca se refirió a sus garras (por supuesto metafóricas) y que daba indicios de estar teniéndolas. Aquello era un indicador de que Rua debía haber reparado en su personalidad silenciosa, no habría llamado la atención de lo contrario y puede que fuera una idea extendida entre sus compañeros. ¿Estaba cómoda en su propio molde o simplemente había sido educada así?. Lo único que tenía claro era que no deseaba destacar. Cada vez que lo había hecho en Francia siendo ella misma había sido censurada, y la única manera que tenían los Camus de hacerse notar era humillando o bailando.
Pero estaba en otro mundo y no tenía por qué ser Fleur Camus. Podía ser simplemente Fleur.
Le dedicó una sonrisa pensativa y simplemente... asintió.

Tampoco le parecía bien el otro extremo, Rua estaba declarándose indispensable en público como quien habla de un color de cabello y remató la frase con su toque risueño característico. Sonrió con pudor. >>La humildad es el verdadero don indispensable<<. Cada vez asaltaban más frases de su tía Célestine en su cabeza, aunque pensó que tanto ella como algunas de las mujeres veteranas  que la acompañaban no entendían el sentido de todo lo que decían.

No se asustó con la escena de Kiki, aunque notó como una leve preocupación se desvanecía justo cuando giraba la punta del cuchillo en otra dirección. Se sumó al gesto de Iemai quitándole color al asunto y habló tras ella.
-Te acompaño- un cuchillo en sus manos no era buena idea, aportaría más en el sótano, pero se retuvo esperando que Rua estuviera conforme, si no lo estaba no tendría problema en improvisar un poco con Kiki.

Vio el gesto que le dirigió Fleur tras sus palabras metafóricas y Rua sonrió a medias divertida, no continuando con el tema pues ya estaba organizándose al fin con lo siguiente que tendrían entre manos. La opciones para ver como se las arreglan con las mochilas fueron bastante bien acogidas y escucho atentamente la explicación nerviosa de Kiki  a la que miro con un lento parpadeo de sorpresa cuando en medio de la explicación se acerco a ellas con un cuchillo en sus manos.

A Rua mas que asustarle la chica, ya se la veía clavándose el cuchillo ella sola por las prisas y los nervios o algo así. Y sería lo que les faltase. La única con unos mínimos conocimientos de curas, acabándose hiriéndose a si misma.

-Yo voy arriba entonces- dijo levantándose perezosamente de la mesa estirando un poco sus adoloridos músculos, viendo que Iemai decidió ir a la armería y Fleur se disponía hacerlo también y sinceramente a ella le daba lo mismo, aunque por preferencia si que prefería estar buscando entre las ropas d ellos baúles. No quería que por error alguna de las prendas que había seleccionado como propias en sus búsquedas d ellos días anteriores, acabasen por error en las manos nerviosa de Kiki como trapos para hacer bolsas para la comida- Vamos a mirar en baúles en general, así que si queréis que no toquemos algo que hayáis seleccionado como propio o algo así decidlo ahora, para mantenerlo fuera de las nerviosas manos apuñaladoras de Kiki- añadió antes de dirigirse alas escaleras esperando a ver que diría antes de poder subir para encontrarse con Kiki. Igual intentaría buscar en baúles que no tuvieran “dueño” por decirlo de alguna forma y claro no tocaría ropa que había visto puesta a los demás en algunos de esos días porque las considerarían como ropa útil y necesaria.

Con lo que costaba encontrar algo decente que ponerse mas valía cuidarlo un poco. Por ello Rua apenas le respondieran algo, subía para encontrarse con Kiki en la búsqueda de prendas  que pudieran usar para improvisar las mochilas.

Le sonrió brevemente a Fleur cuando escogió acompañarla a ella, un gesto que simplemente trataba de abrir un puente de comunicación entre ellas. Una vez estuvieron todas de acuerdo, Rua les preguntó si quería conservar alguna prenda, un gesto que era de agradecer, aunque ella no le había cogido cariño a nada en concreto.
—Confío en vuestro criterio —les dijo. Con que se limitasen a romper ropa muy vieja o que no le sirviese a nadie era suficiente.

Tomó las escaleras del sótano, usando la mano izquierda para apoyarse en las paredes. Había estado allí antes, pero solo se había quedado con lo que se veía a simple vista: había armas, armaduras y dos celdas. La luz apenas entraba por algunos agujeros enrejados en la parte superior de las paredes, por lo que era un lugar bastante lúgubre, pero no para sus ojos.
—¿Tú ves suficiente? —le preguntó a Fleur por deferencia.

Sin esperar respuesta ya se había acercado al arsenal de armas y pasaba la mano por ellas, notando las mellas del metal y el óxido. «Ayuda envenanada» pensó. Veía un patrón en todo lo que les habían prometido: había refugios, pero había que encontrarlos; les darían comida, pero la tiraban por un acantilado donde vivían monstruos; les proporcionaban armas, pero rudimentarias y estropeadas. Y aquello por no hablar de la magia.

—A lo mejor se puede aprovechar una coraza estropeada, o alguna de estas piezas —dijo señalando los arneses. Tenían tiras de cuero para ajustarse al cuerpo a las que podrían darle uso.

Tras la conformidad de Rua la francesa se dispuso a bajar con Iemai, a la cual le dedicó una leve sonrisa como respuesta a la suya. A Fleur le habría gustado vetar algunas prendas para lo que fuera que Kiki se trajera entre manos con ese chuchillo, principalmente aquellas con las que ya se sentía cómoda como algunos vestidos sueltos, jerseys o incluso una rebequita muy mona a la que le había echado el ojo de color rosa maquillaje. Pero tras girarse y que la cercana depositara su confianza en ambas humanas decidió seguir su ejemplo, seguramente usarían los trapos más viejos, aunque esperó que no usaran ropa de las tallas más pequeñas pues debido a su bajo peso y estatura solía vestirse con ropa que suponía que perteneció a niños en algún momento. Quizás dos años o tres menores que ella.

Una vez abajo realizó una mueca con la nariz, olía raro, o tal vez se debía a que solo había visitado aquel lugar una sola vez porque incluso cuando practicó con el arco Pefka ya lo tenía todo dispuesto. Reconoció algunas de las armas entre la poca luz que permitía un poco de visión pero apartó la mirada al no ser plato de buen gusto para ella. Servían para defenderse pero quién sabía qué otros usos se les había dado anteriormente.
En cambió quedó asombrada por las celdas aún siendo consciente de que le resultaba tenebroso, recordaba vagamente su existencia pero daban mayor impresión ahora. ¿Albergaron a personas alguna vez?. Se encontraba pasando los dedos por los barrotes cuando Iemai le habló, precisamente de algo de lo que se estaba percatando en ese instante.
-Pues lo cierto es que me cuesta un poco- confesó al tiempo que se limpiaba el dorso de la mano por la suciedad de las jaulas y acudía a su lado- ¿y tú? -le preguntó, a sabiendas de que su respuesta sería afirmativa, pues le parecía más correcto que expresar en voz alta que ya lo suponía. Para Fleur no pasó desapercibido el detalle de las gafas de sol de Rua en los ojos de Ulmara y había escuchado comentarios de soslayo, por lo que las cercanas debían tener alguna dificultad para recibir luz directa, tanto... como una chica albina. >>Todos somos imprescindibles<<. Repitió en su mente, algo más convencida. Si la luz del sol les molestaba... significaba que en la noche tendrían mayor visión ¿No?. Seres nocturnos.

Divagó entre algunas de las armas, comprobando que muchas más de las que se imaginaba se encontraban en un estado dudoso, por no hablar de piezas sueltas de las que desconocía por completo su uso.
-Sí- le dio la razón mientras rebuscaba entre corazas y armas punzantes con cautela y el repiqueteo del metal de fondo, sin saber muy bien lo que estaba haciendo reparó en un arnés en especial- ¿quizás este? -enseñó en alto como si estuviera escogiendo accesorios en una tienda de ropa, pero luego apreció realmente sus detalles- oh, no tiene buena pinta- algunas zonas del cuero estaban desgastadas y podía jurar que parecía como si un ratón hubiera estado royendo el material toda la noche- ...debe tener mucho tiempo.

Se había imaginado la respuesta de la humana a su pregunta, por eso no tardó en señalar la reserva de velas y el candil que había a su lado.
—Puedes encender algo si quieres. Supongo que ya te lo imaginas, pero a mí me pasa lo mismo que a Ulmara. Todos en la Cercanía somos nocturnos. Siempre que haya un poco de luz vamos a ver lo suficiente, aunque sin detalles.

Fleur se acercó a donde estaban las piezas de armadura y las estaba observando también. No sabía hasta qué punto podrían ser útiles, por lo que no podían estropearlas a lo loco.
—No solo tiene mucho tiempo, es vieja y está muy usada... todas, en general —respondió a su compañera—. Están llenas de golpes y rascazos… Mira esta —levantó una hombrera de cuero con tres surcos que parecían garras—. Ahí fuera hay muchos peligros que aún no conocemos.

Cualquiera que bajase a examinar la armería se daría cuenta, pero Iemai no tenía reparos en decirlo en voz alta, aun si creaba un ambiente deprimente. En el fondo, nadie iba a poder olvidar en ningún momento el tipo de situación en la que se encontraban.

La cercana se agachó al lado de un arcón y lo abrió, no esperando ver lo que había encontrado allí.
—¿Piedras preciosas? —exclamó sin poder creérselo. De hecho, era imposible que aquello fuese un tesoro, por lo que cogió una de las piedras de colores y se la llevó hasta una de las ventanas para poder examinarla—. No, claro que no… Es cristal. Un momento… —entrecerró los ojos y observó con más atención, pero ni la escasa luz ni su problema para enfocar de cerca ayudaban en absoluto. Se metió la piedra en el bolsillo y dijo—: Nada, arriba lo miro.

Fleur escuchó con atención sus sospechas confirmadas y asintió mostrando comprensión, así que era eso. En la Cercanía habitaban seres nocturnos... como sus compañeras.
-Buena idea- le concedió, cogiendo el candil y encendiendo una vela de manera cautelosa, después lo colocó a su lado, lo suficiente para que pudiera alumbrarle sin tirarlo al suelo en un descuido- como... ¿lo hacéis? -preguntó pasándose de curiosa, el descubrimiento de vida más allá de la Tierra era un tema que le fascinaba y que además siempre había esperado que ocurriera, se sentía realmente afortunada de ser una de las humanas que contemplara una forma de vida diferente a la suya. Hasta ahora no había tenido oportunidad de interesarse y seguía dándole vergüenza pero en aquel clima cómodo y solitario se sintió con fuerzas >>No podía ser de otra manera, Él no se limitaría a nuestro planeta. Aunque pueda que tengan otros dioses<<- es decir... ¿tenéis día? Ulmara mencionó algo de magia en vuestro mundo- sí, una revelación como aquella no sería olvidada por ella- ¿la usáis para ver mejor?- o incluso de noche, desconocía el nivel de tecnología de la Cercanía y la mente de la francesa imaginó grandes faroles de luz mágica que iluminaban una ciudad a oscuras de gente con pico. Imaginaba cierta belleza aunque desde su ignorancia. También asaltaba la duda de si Ulmara y Iemai se conocían de antes como ella y Maila pero se dijo que de ser así habría percibido algo, y aún así guardó silencio mientras contemplaba la plumas revueltas de color rojizo de Iemai con disimulo, ya había preguntado demasiado.

El rostro de Fleur se ensombreció cuando observó la hombrera surcada por unas grietas que recordaban a unas garras. La imagen mental de la fuente y el color rojo la invadió por un momento pero logró mantener la compostura limitándose a bajar la vista, aunque siendo muy consciente de que la seguridad del torreón era una falsa esperanza. >>Espero que estén todos bien ahí fuera. Por favor<<.
-Dios mío- fue lo único que murmuró.

Por suerte lo que vino a continuación la salvó de los pensamientos más fatídicos, Fleur que se encontraba de espaldas al arcón en ese momento se giró con suavidad y dejó un yelmo cobrizo tan pequeño que dudó sirviera para cubrir la cabeza de alguien. >>Quizás esté hecho para un ser mucho más pequeño<<.
-¿Piedras preciosas? -repitió como un loro con un tinte curioso que no eclipsaba un poco de emoción, aunque Iemai aclaró segundos después que no parecían tal cosa. Fleur escogió uno de ellos al azar y procedió a reiterar la acción, no muy segura de que su compañera viera del todo bien a la luz pero aparentando que lo hacía por indagar, aunque así era- vaya... -y lo sacudió a la luz, como si escondiesen algo ruidoso en su interior. El resultado fue... que efectivamente parecían cristales sin más, aunque en aquella ciudad dudaba que dejaran cualquier objeto al azar en uno de los refugios- ...Nada...- dijo tras la ausencia de sonido, se llevó el dedo a la boca en un gesto absorto- ¿para qué servirá?- preguntó para sí misma con timidez, tampoco quería darle más importancia a algo que podría serlo tanto como una piedra.

Las piedras también habían captado la atención de Fleur, pero Iemai no tenía respuesta a su pregunta.
—No lo sé, pero tienen que estar aquí para algo. Es raro, porque por lo demás solo tenemos cosas de primera necesidad.
Volvió a su lado, y recordó que la apertura del cofre la había distraído de la conversación anterior. No iba a volver a mencionar los peligros, ya que la humana no había tenido buena cara mientras hablaban de ello, pero sí debía responder a sus dudas acerca de los cercanos.
—Perdona por la interrupción, pero lo que decías antes… sí, se hace de día y de noche como aquí, pero es aún más oscuro. Siempre está nublado y casi siempre hay niebla. Por culpa de eso tenemos que llevar farolillos encima cuando salimos de las ciudades y pueblos. Y no, no son mágicos. No mucha gente puede hacer magia en el sitio del que vengo, pero los que pueden se encargan de que haya luces mágicas en las ciudades. Yo vivía en una con muchas. En los pueblos es diferente, tienen que usar el fuego.

Mientras explicaba había ido toqueteando diferentes piezas de armadura, y se había quedado en la mano con un protector para el pecho que tenía dos correas y que quizá pudiese servir para anudarle lo que estuviesen preparando Kiki y Rua.
—¿En tu mundo nadie usa magia? —preguntó de pronto.

Como cabía esperar Iemai tenía tanta idea como ella de lo que aquellos cristales hacían allí pero coincidió en que debían poseer una utilidad hasta ahora desconocida. El por qué los arrojaban a una ciudad prometiendo milagros y luego casi los abandonaban a su suerte era una cuestión mucho más relevante, y que desde luego tampoco tenía respuesta. Puede que muchas de las preguntas que se hicieran continuaran la misma estela.

Cuando volvió a su lado escuchó con interés lo que la cercana le explicó sobre su mundo, uno más oscuro de lo que pensaba. No es que perteneciera a ese grupo de personas que estaban conectadas a los días radiantes de verano y que su estado de ánimo dependiera de ello... pero tampoco podía concebir un mundo con días oscuros, más que Rocavarancolia... teniendo en cuenta que en ésta no se había dado un día soleado y caluroso todavía.
-¿De veras?-preguntó con sorpresa en la voz con la mención a la magia, la confirmación de Iemai tras los comentarios de Ulmara con hechizos menores la agradó, aunque no el hecho de que pocas personas pudieran realizarla- No todos pueden practicarla... ¿tú si?-preguntó indiscretamente, aunque se arrepintió en el momento por su intromisión. La mente de la francesa navegó entre distintas explicaciones de por qué aquel don solo se mostraría en pocas personas pero se trataba de algo que sencillamente escapa a su comprensión, esperaba que su compañera esclareciera el tema sin tener que preguntarle directamente.

Tardó un poco en responder a si en su mundo la gente usaba magia por no saber si su respuesta sería la adecuada o la más objetiva. Pero no faltaría a la verdad general.
-No- dijo al tiempo que se hacía con los materiales que en mejor estado servirían para las posterior tarea- no como tal... aunque depende del lugar en el que preguntes... . Hay muchos impostores que dicen ser capaz de hacerla o que se aplica a remedios curativos. Aunque a parte de tener leyendas antiguas en las que se relata su uso de vez en cuando ocurren anomalías a las que algunos denominamos como... milagros o algo así- y calló de pronto, al percatarse de que se desviaba- pero no usamos magia- aclaró finalmente.

Fleur pareció sorprendida de su explicación, y cuando le preguntó si podía practicarla se le escapó una risotada amarga.
—Para nada —respondió—. Es algo de las élites, para unos pocos. En el sitio de donde viene Ulmara les hacen pruebas a todos para ver si pueden hacer magia, aunque donde vivía yo… no. Pero dudo muchísimo que sea el caso.

Luego, cuando le hubo preguntado por su mundo, tuvo que esperar un poco para obtener respuesta. Debía de ser algo complejo cuando la humana dudaba antes de explicarse, así que atendió con interés.
—Es decir, se dan fenómenos mágicos a vuestro alrededor pero no sabéis cómo… canalizarla, o cómo se diga, para poder usarla como queráis. ¿Es eso? Debe de ser así en el mundo de todos los que no conocen la magia, lo único que cambia es que la gente haya descubierto cómo usarla o no… —Calló de pronto, y se quedó pensativa—. Lo que quiero decir es que la magia tiene que fluir por todos los planos, si no sería imposible, por ejemplo, haberlos traído hasta aquí.

Una vez arriba tras recibir cierta libertad de elección, Rua se encontró a Kiki sentada seleccionando la ropa y se acerco, viendo el cuchillo junto a ella con atención, buscando en otro baúl saco mas ropa en otra de las camas amontonándolas con el ceño ligeramente fruncido mientras escuchaba la suave voz de Kiki. Alguna de toda esas prendas la conocía de su búsqueda d ellos días anteriores así que le fue mayormente fácil apartar lo útil que alguien podría usar de lo que estaba mas hecho polvo.

-No sabemos cuanto jodido tiempo estaremos aquí, o si aquí nieva algodones de azúcar o vete tu a saber, así que si, apartar algo que abrigue va a ser necesario- dijo Rua con un leve chasqueo de lengua acariciando con manos expertas las telas a su paso con ojo critico, buscando no solo encontrar material que fuese adecuado para vestirse y con un mínimo de estilo, sino también ver que podría serles útil para lo que necesitaba. Escudriño con ojo critico un jersey  de un horroroso beige descolorido de manga larga, que aunque estaba libre de manchas sorpresa, como descubrió otra ropa si tenía, no era lo mas adecuado para se vestido ya que la tela había dado bastante de si y hacia de todo menos abrigar. Así que se lo lanzo a Kiki a su montón.

-Creo que ese podría servirnos para las bolsas, la tela es bastante buena a pesar de estar dada de si para abrigar, si sirve para lo que queremos hacer- dijo Rua como sugerencia mientras apartaba mas ropa, camisa, un vestido, un chaqueta, ropa interior, calcetines a un lado porque era cosas que si eran útiles y aun podían ser usadas- Oh, esto aun esta en buen estado...solo necesita un buen lavado- añadió arrugando la nariz apartando un sudadera negra, que era bastante abrigada y que lo único que tenia de maltrecha eran las mangas y que bien podría haber sido de hombre, a juzgar por el tamaño.  A ella de ponérsela probablemente le cubría hasta medio muslo, dada su altura. La echo al montón de ropa que podría serles útiles

Miró hacia Kiki cuando le mostró la camiseta, mirándola con suma atención, era de un tono mas oscuro que el jersey que le había echado antes. Mas marrón que beige en realidad.

-Es fea de narices y yo no me la pondría, pero  esta en buen estado y dado que no podemos ponernos muy tiquismiquis porque tampoco es como que abunden, déjala en esa montaña de usables para vestir- dijo señalando aquella que tenia sobre la cama contigua. Mientras sacaba unos pantalones que había frente a Kiki y los analizaba, estaba los pobres tan hecho polvo que no sabia como se sostenían aun las perneras, pero la tela era gruesa, aunque no reconocía el tipo de tela usada- Mmm esto para vestir no sirve así tal cual...pero parece bastante resistente ¿podría ser usado para las bolsas? Si usamos las perneras del pantalón y cortamos hasta la parte de arriba aun podría servir como pantalón corto y lo otro usarlo para lo que queremos hacer, porque la tela es bastante resistente y elástica- dijo estirándola cuanto pudo para mostrársela, tomando bastante en serio la labor de búsqueda y selección. Incluso dentro de la abominación de ropa que podría encontrarse tal vez podía hacer algunos arreglos para darles mas de un uso.

-Mi madre es diseñadora, le he visto hacer maravillas con dos trozos de tela y unos alfileres. Me he criado toda la vida entre ropa, así de otra cosa no pero sobre esta se bastante- añadió Rua con tranquilidad sabiendo de lo que hablaba al menos, entre que había sido modelo y que se había criado en el taller de su madre y había sido también su maniquí personal reconocía buena parte de las telas usadas o cual útiles podía serles aunque claro algunas le eran un tanto extraña posiblemente por ser ropa de otros mundos.

Incluso se había encontrado prendas prácticamente semitransparente y de látex en sus besuqueadas anteriores, bastante modernas mezcladas con cosas que parecían hechas de la mas delicada seda. Era curiosos como esos baúles y sus contenidos contaba tanto en realidad. <<Aunque no es como si lo que cuenten sea bueno. Es evidente todo esto pertenecía a mas gente y no eran todos del mismo mundo tampoco, ni el latex ni la seda son precisamente fáciles de trabajar. Todo esto me hace pensar en que ha pasado con todos lo dueños de estas prendas...>> pensó viendo entre el monto de ropa una sencilla blusa rosada con un mancha evidente en la zona de uno de los hombros que había sido limpiada a conciencia pero que seguía teniendo un imborrable mancha de un colo rojizo oscuro, reseco. Rua miro a Kiki.

-Intenta evitar también coger prendas que anden manchadas, no sabemos que tan buen olfato pueden tener lo que haya ahí afuera como para que las bolsas que hagamos atraigan con su olor- dijo sonando tal vez impersonal, pero ya poco se podía hacer por los reales dueños de toda aquella ropa, mas que intento no acabar siendo olisqueados por lo que habían dejado tras de si de ellos.

Fleur se percató de la risa amarga de Iemai y tensó un poco la boca pero sin que llegara a verla, de su explicación sacó en claro dos cosas, que no pertenecía a la élite (lo cual sin saber por qué le agradó) y que en realidad no se descartaba que su compañera no pudiera practicar la magia. A punto estuvo la francesa de comentarlo en voz alta pero tras sospesarlo guardó silencio, no conocía cómo llevaría aquel tema internamente y sabía por experiencia personal lo que molestaba que el entorno metiera las narices en sus asuntos.

Iemai realizó una sínstesis de su respuesta probablemente para entender mejor lo que había querido expresar, y en su opinión lo hizo con bastante acierto.
-Sí, supongo que es algo así- >>Fenómenos mágicos...<< ¿Podía llamar de esaa forma a la multiplicación de los peces? ¿O la transformación del agua en vino?. Lo cierto es que fuera lo que fuese ella no lo había visto con sus propios ojos, y aquel detalle rugía imperiosamente en su estómago- pero depende de a qué humano le preguntes- quiso aclarar, no quería formar una idea equivocada a Iemai y que al comentar la Tierra alguno de sus compañeros negara la magia en cualquiera de sus formas, lo cual sería la respuesta general- tenemos muchas... tendencias- pensó- sí, tendencias diferentes- enrojeció un poco, no era el momento para contar que había estado a medio camino de convertirse en una especie de sacerdotisa de su mundo. A menudo todos la habían mirado raro en Hawaii sobre todo al ser tan joven, como por ejemplo los amigos de Maila.

-La chica que nos trajo a mí y... a Maila- confesó notanto un picor creciente en las mejillas, no le apetecía explicar nada por muy obvio que fuera- parecía humana, se llamaba Akeyo, supongo que confirma lo que dices- Fleur volvió a seguir buscando cosas tras haberse quedado de manos cruzadas durante unos segundos al hablar- ¿Te suena? ¿O se te presentó otra persona?