Mesón “El jardín de sevli”

Sonrió cuando la bestia del crepúsculo habló de “afinidar” a los dragones, pero no quería romperle la ilusión. Sabía que no era posible, pues de hecho ella misma había hablado sobre las habilidades de su pequeño amigo en el cuartel y algún veterano le dijo que los dragones no estaban al mismo nivel que otros animales. Los que domaban para los ejércitos no llegaban a ser personas, pues al parecer habían existido dragones con esencia en alguna ocasión, pero sí tenían un nivel mental que los separaba de los demás animales. Esa información había impresionado mucho al gamusino y aumentado sus ya altísimas ganas de poder ser jinete de tan magníficas criaturas. Asintió con entusiasmo a Eara cuando dijo que si montaban en dragón debían hacerle caso, sintiéndose halagada por la confianza que parecía depositar en ella alguien tan responsable como la aurva.

Lo que le hizo directamente soltar una carcajada fue el “Nueva Caramba”. La libense le intentó corregir, pero la demonio mineral también se equivocaba y finalmente su aurva les dio la respuesta correcta, como esperaba.
—Bueno, pues ahora es Nueva Caramba —rio—. Y, por supuesto, Nime también será una soldado excelente. Si quieres ser Jinete a lo mejor para entonces yo ya puedo ser tu capitana —le hizo un saludo militar a la pequeña.

En el fondo le preocupaba un poco que Nime quisiese unirse al ejército siendo demasiado pequeña y esperaba que en realidad esperase algún que otro año más para hacerlo, pero no se sentía quién como para decirle nada al respecto. La apoyaría en cuanto tomase la decisión de entrar, aunque contaba con los más mayores para que la disuadiesen de hacerlo demasiado pronto.

A pesar de las charlas que habían tenido al respecto de lo que significaba ser aurva y edeel y que para ellos diferían mucho ya de lo que se creía en Sinhdro al respecto, no podía evitar sentirse igual de orgulloso como si le alabasen a él mismo cuando lo hacían con el brujo de la cera. Los comentarios positivos que estaban recibiendo las primeras delicias de su aurva solo hacían aumentar su buen humor.

>>¿Cuánto van a tardar las galletas? —preguntó balanceándose en la silla unos instantes con impaciencia—. A lo mejor sí que me como otro de estos…
A lo mejor quería decir que obviamente ya estaba alargando la mano para coger uno.

Eara llevaba toda la razón: si alguna vez veían a los dragones, había que hacer caso sí o sí a Adru si no querían salir quemados, así que el niño asintió con fuerza.

—Claro, la capitana sabrá qué tenemos que hacer en Nueva Querella —dijo, incluyendo en esa primera persona del plural a Eara y Ayne y siguiendo con la broma del nombre (aunque, si no les hubiera corregido Neil, habría creído a Nime a pies juntillas con su Nueva Queramba). La sinhadre del mesón era muy agradable, pero la bestia del crepúsculo seguía teniendo problemas para mirar a la cara a su compañero. Empezaba a darle curiosidad ver sus ojos (o la ausencia de ellos), pero le ponía nervioso no saber si él le miraba de vuelta con esas luces rojas, así que le esquivaba la "mirada" si giraba la cara hacia el daeliciano—. Nime, cuando seas generala yo quiero ser tu copiloto de dragón —le pidió.

Viendo que Adru se animaba con otra rebanada con ajo, la bestia del crepúsculo la imitó y comenzó a servirse otra. Mientras untaba, la libense le hizo una sugerencia señalando a Neil y a Eara de camino a la cocina y al niño se le iluminó la cara.

—¡Venga! ¿Cómo lo hacemos? —dijo únicamente para Nime—. ¿Se lo digo solo a ellos para que no nos riñan en la mesa? ¿O confundirá mucho a Eara?

No quería portarse mal, pero.... ¿Era portarse mal de verdad si conseguían que los dos sinhadres trabajaran mucho y aprendieran un montón de... cosas de cocina?

Ayne había escuchado con interés la respuesta de Neil, aunque quien realmente estaba interesada en el libro era Eara. Cuando tenía algo de tiempo libre le gustaba ir a hojear libros de recetas a la biblioteca, y había muchos, pero no tenía amuletos logománticos para comprender la gran mayoría.
—Interesante, seguro que a Eara le encantaría tomarlo prestado también —le respondió. La propia Eara se lo confirmaría unos momentos después en la cocina, cuando le ofreciese ir juntos a la biblioteca otro día.
—¡Claro! Si te viene bien en uno de mis días libres me lo dices y vamos. Yo también te puedo enseñar alguno de los que me han servido de inspiración, si quisieras —ofreció. Ambos podían ayudarse mutuamente en la enorme biblioteca.

Eara decidió quedarse con Neil por el momento, para asistirlo en cuanto a dónde se encontraban los utensilios mientras se familiarizaba con la cocina. En el comedor, Nime sonreía de oreja a oreja por el halago que le había hecho Adru.
—No sé si quiero ser jinete aún, prefiero pelear con los pies en la tierra como las guerreras libenses —explicó—. En Libo ya quería alistarme en el ejército porque las admiraba, ¿sabes?
»Así que siempre te queda ser copiloto de Adru, que además ya es capitana —añadió dirigiéndose a Eitne. En realidad nada le haría más ilusión que entrar juntos al ejército para vivir aventuras así todos los días, pero no veía a su amigo muy dispuesto a tomar aquel camino. Siempre les quedaba hacer trastadas cuando no estuvieran en el trabajo.

Cuando Ayne vio que Adru alargaba la mano hacia el pan con ajos confitados una vez más le hizo gracia, pero no quiso comentar nada. El gamusino era quien mejor sabría cuánto espacio tenía para catar todos los platos de Neil. En cambio, dijo:
—¿El siguiente plato son galletas? Las galletas de miel suelen estar buenísimas.
Entre tanto, Nime continuaba su conversación discreta con Eitne, aunque Ayne los miraba de vez en cuanto preguntándose por qué no compartían sus palabras con el resto de la mesa.
—No sé, las miradas de dar penita son tu especialidad. ¿Y si nos acercamos a la cocina a… pedir un pañuelo, por ejemplo? Y después los convences. Yo te ayudo.

En cuanto el papel apareció en el tablón de anuncios de Serpentaria Amira se había empezado a plantear ir a preguntar. No es que considerase trabajar una necesidad absoluta, pero el dinero podría venirle bien. Estaba visto que Kahlo se estaba pudiendo pagar el brazo pro su cuenta, pero desde aquello no dejaba de rondarle en la cabeza que tener unos ahorros era algo muy necesario. Además, después de todas las coñas que había hecho con sus amigas sobre tener que trabajar en hostelería para poder pagarse viajes y estudios más allá de la carrera aquel puesto de camarero (porque cocinar no se le daba especialmente bien, aunque se defendía) le traía una nostalgia de la Tierra que la hizo terminar por decidirse.

Encontrar el sitio fue fácil siguiendo las instrucciones y una vez fuera respiró hondo para calmar los nervios. ¿Cómo iban las entrevistas de trabajo en Rocavarancolia? ¿Cómo iban las entrevistas de trabajo, a secas? Nunca había hecho una, y no sabía si que la primera fuera en un sitio donde lo mismo tu empleador podía comérsete era lo ideal. A lo mejor era mejor que en la Tierra, quién sabe.

Abrió la puerta, y no esperaba encontrarse allí una especie de reunión. Sentía como que interrumpía algo, pero tampoco iba a mejorar la situación yéndose sin decir nada.
—Esto… Soy Amira, venía por lo del puesto de camarero.
Se relajó bastante una vez lo hubo dicho. Esperaba que alguno de los que estaban allí fuera el encargado, porque lo mismo no estaba allí y había quedado todavía peor.

Una vez la masa del pan estuvo lista, Neil la dejó reposando en un bol tapado con un paño para que levara, mientras terminaba las galletas.

-¡Oh, sí, sería maravilloso! -exclamó ante la sugerencia de Eara-. La biblioteca tiene muchísimos libros de cocina muy interesantes. Aunque están relegados a las estanterías más alejadas y peor cuidadas -dijo con un tono de lástima por las condiciones de los libros-. Supongo que la cocina no es el tema de mayor interés de la ciudad. La verdad, es que me gustaría poder comprar algunos de ellos, pero como no son muy demandados no he encontrado los que quiero en el mercado.

El brujo sabía que había hechizos que podían copiar un libro por completo si es que no lo encontraba a la venta en el mercado, pero la verdad es que había cierta belleza en consultar los libros en la propia biblioteca.

Gracias a la magia, la ayuda de Eara y la habilidad adquirida con los años, las galletas no tardaron en estar y Neil decidió sacarlas todavía humeantes a la mesa para no impacientar excesivamente a su edeel, a la que ya había oído preguntar al aire. Y el momento pareció ser idóneo, ya que coincidió su salida con la bandeja de galletas con la entrada en el mesón de una chica con plumas en las orejas.

-¡Hola! -le saludó después de que Eara y Ayne lo hicieran-. ¿Quieres probar una galleta? Son de miel y chocolate. Por favor, dame tu opinión sincera. Es la primera vez que las hago.

Los niños no paraban de inventarse nombres divertidos para Nueva Querenia, aunque la verdad es que Nueva Caramba era difícil de superar, en su opinión. Por cómo se comportaban, también tenía claro que estaban manteniendo una conversación entre ellos dos, de la cual no podía escuchar la parte de Eitne porque estaba usando su poder para hablarle solo a Nime, pero por el momento fingiría que no se había enterado. No sabía qué estaban tramando, pero desde luego no eran tan peligrosos como Guille.

—Oh, ya veo, ya veo —le respondió a la demonio mineral—. Hay una libense que entrena conmigo llamada Karime que es muy fuerte, seguramente las has visto en la Sede alguna vez. Ella me ayudó a decidirme a entrar en el ejército también. Tendrás que conformarte conmigo, Eitne —le dijo al pequeño con una risilla, saludándolo a lo militar después de que Nime volviese a emplear el apelativo de capitana.

A juzgar por las palabras de Nime, parecía que lo que se traían entre manos tenía que ver con hacer algo en la cocina: no creía que fuese nada malo en realidad y seguro que Eitne y la otra pareja sinhadre podría detenerlos en caso de que fuesen a hacer cualquier cosa que no debieran, así que no se preocupó.

Fue entonces cuando llegó otra persona, alguien desconocido. Creía que era una humana, parecía muy fuerte y tenía unas bonitas plumas rojas en la cabeza que no sabía si eran parte de su transformación o adornos. La chica no tardó en presentarse y decir por qué estaba allí. A pesar de que aquel era el negocio de Eara y Ayne, al gamusino le emocionó saber que estaba allí por el anuncio: eso quería decir que a lo mejor podría hacer otra amiga porque la vería con cierta frecuencia.

—¡Hola, yo soy Adru! —dijo después del brujo de la cera—. Neil no trabaja aquí pero también es un cocinero excelente —añadió señalando las galletas que le ofrecía a la humana con ambas manos y expresión triunfal—. Estamos tomando prestada la cocina para que prepare dulces así que llegas en el mejor momento posible —le dijo a Amira alzando un pulgar y sonriendo ampliamente.

—¡Qué aburrida! —le replicó el niño a Nime. Él no era muy fan del ejército en realidad y le daba miedo que sus amigas estuviesen allí, pero no entendía lo de decirle que no a montar en dragón, cuando parecía ser la mejor de las actividades que podían hacer. Cuando Adru dijo que tendría que conformarse con ella, le reprendió con la mirada y luego añadió—. Será un honor ser copiloto de la capitana. Y seguro que Karime también mola mucho…

Por un lado, la bestia del crepúsculo se obligó a sonreír a Ayne y asintió tras su intervención. <<Eitne, seguro que Ayne es buena gente aunque mire raro. Tú hablas raro, no seas tonto>> se dijo a sí mismo, y trató de sostenerle la mirada un poco más. Por otro lado, se había tomado lo de ser el mejor en dar pena como un cumplido y comenzaba a sentirse cómodo en el mesón como para hacer travesuras. Entonces vio que se acercaban Neil y Eara con las galletas y volvió a hablar, exclusivamente para Nime:

—¡Cuando se den la vuelta para volver a la cocina se lo digo! —Entonces llegó el plato humeante a la mesa y Eitne se sintió afinidado por Neil—. ¡Qué bien huelen! —dijo, ya para todos, mientras tanteaba la galleta más cercana. Se moría de ganas de llevársela a la boca, pero todavía quemaba, así que la hizo levitar, miró a Nime y le preguntó—. ¿Quieres la tuya?

En caso afirmativo haría flotar otra galleta para la demonio mineral y, fuera como fuese, acabaría girándose para observar quién acababa de llegar. Las plumas que tenía en las orejas llamaron inmediatamente su atención, pero solo la saludó con un gesto de mano. En ese momento se dio cuenta de que Eara y Ayne tendrían que dirigirse a charlar con la recién llegada y no podrían hacer la competición con Neil, pero se le ocurrió otra cosa.

El niño se llevó un pañuelo a la boca, fingiendo que se limpiaba para poder taparse.

—Buenos días, señora Amira. El puesto es suyo —su voz llegaría sin ningún tipo de dirección a los oídos de Amira y Nime exclusivamente.

Eara asintió, muy interesada en las palaras de Neil. La biblioteca tenía una organización caótica, aunque fuese a propósito, y lo de los libros de cocina era totalmente cierto.
—Tal vez tendremos que ir en busca de inspiración a otros mundos en algún momento —sugirió con una sonrisa. El idioma no era un problema con amuletos, y si la biblioteca o el mercado no proveían, siempre podían moverse ellos mismos para buscarlos.

Mientras se hacían las galletas, en el comedor continuaban las conversaciones. Nime saltó como un resorte ante la mención de Karime y empezó a dar palmaditas contra la mesa.
—¡La conozco, la conozco! —exclamó—. Me prometió que me entrenaría más adelante, que me enseñaría muchas cosas. Tengo muchas ganas, pero no quiero pedirle ayuda demasiado pronto para no decepcionarla.
Nime no solía hablar así de sí misma si la cosa no iba del orgullo al que siempre había aspirado, que era ser digna del ejército. Con todo, simplemente estaba siendo realista respecto a sus habilidades.

Ya empezaba a oler a galletas y los planes de Eitne y Nime iban viento en popa cuando pudieron escuchar que se abría la puerta. Nime había asentido al ofrecimiento de Eitne y esperaba con la boca abierta a que encestase la galleta entre sus dientes, pero perdió la oportunidad al girar la cabeza bruscamente para observar a la chica que acababa de entrar. Tenía una piel oscura muy bonita y plumas rojas en las orejas. No tenía ni idea de qué transformación tenía, pero la miró fijamente todo el rato sin contener la curiosidad.

Tanto Ayne como Eara se acercaron enseguida a la puerta a recibirla. La primera impresión de la chica era que inspiraba confianza, así que la saludaron con grandes sonrisas.
—Muy buenas, Amira, yo soy Ayne —se presentó, y dejó continuar a Eara, que ya venía a paso ligero desde la cocina.
—Y yo Eara, encantada de conocerte, Amira. Ambos somos dueños del local.
Neil y Adru también se presentaron, asegurándose de que la recién llegada no se sentía intimidada por la reunión que había encontrado de impreviso. Los niños, en cambio, solo miraban por el momento. Nime parecía revolverse con inquietud mientras se tapaba la boca.
—Aunque estemos en medio de una reunión personal no es mal momento para entrevistarte, así que no te preocupes por eso.
—Toma asiento si quieres. No queremos hacer esto de forma muy seria. Nosotros también estamos nerviosos, de hecho es nuestra primera entrevista —explicó Eara riendo.
Entonces se oyó una risotada amortiguada de Nime, que ninguno de los dos entendía a qué se debía. La niña ya no se podía aguantar más la risa desde la broma de Eitne.

Lo que menos esperaba eran sonrisas amables por doquier y que un chavalín le ofreciera galletas. Si todas las entrevistas de trabajo eran así, no le importaría repetir. Cogió una de las galletas que le ofrecía el chico con una sonrisa y le dio un mordisco.
—¡Están buenísimas! —le dijo. Era verdad, le habían quedado geniales, y los sabores combinaban a la perfección. No sabía de dónde había sacado la receta, pero no recordaba haber probado algo tan rico en muchos meses, por lo que aún le sabía mejor.

» Encantada —saludó a Ayne y Eara mientras se sentaba.  
La chica de pelo violeta, que se presentó como Adru (y que presentó al peliazul como Neil) también era todo amabilidad y sonrisas, lo que hacía que Amira se sintiera menos como una intrusa y más como una invitada a aquella reunión que había interrumpido.

También ayudaba que los propios dueños afirmasen que era la primera entrevista, por lo que estaban igualados en ese aspecto, aunque la voz de las campanitas que no sabía de dónde la hizo fruncir el ceño.
— Vale, ¿quién es el que me ha llamado señora? —miró a los dos niños que quedaban, aquella con las gemas brillantes y al que tenía los colores tan vivos como Luci. «¿También será daeliciano?»
En realidad la broma no le había sentado mal, ni puesto más nerviosa de lo que ya estaba, pero por donde no iba a pasar era que la tratasen de señora.

Neil sonrió complacido ante los halagos de Adru y de Amira, y dejó las galletas en la mesa para que todos pudieran coger las que quisieran con libertad, feliz de que la receta hubiera sido un éxito.

-¿Y a vosotros qué os ha parecido? -preguntó mirando a Eitne y Nime, sin querer interrumpir la conversación entre Ayne, Eara y Amira.

Aunque ellos estaban haciendo uso de la cocina por el día, al final le habían invadido el local y no iba a ser el sinhadre el que se interpusiera o fuera una molestia para la entrevista de trabajo, por lo que, una vez se aseguró de que todos estaban satisfechos con las galletas, se dispuso a volver a entrar en la cocina para seguir con el siguiente dulce, cuando Amira preguntó algo extraño.

-¿Eh? -murmuró confuso Neil antes de escuchar la risa mal disimulada de Nime y deducir que había sido una broma de las que hacía Eitne con su nuevo poder para dirigir la voz-. Eitne, sé amable -reprendió suavemente y sin poder disimular su propia diversión por las payasadas de esos dos mientras finalmente volvía a la cocina.

Había una tarta de manzanas y miel esperándolo para ser hecha.

Le sonrió a Eitne cuando le dijo que sería un honor ser su copiloto.
—Estupendo, cadete Eitne. Estoy seguro de que harás un excelente trabajo. Ah, así que la conoces —se dirigió a Nime a continuación—. No la vas a decepcionar: eres una demonio poderosa.

La chica nueva parecía encantada con las galletas de Neil, cosa que le enorgullecía. Y, por supuesto, no podía estar más que de acuerdo con los halagos una vez pudo probarlas finalmente. Había oído los cascabeles de Eitne, pero pensaba que seguía hablando con Nime de lo que fuera que estuviesen planeando, hasta que Amira hizo una pregunta que claramente solo podía tener una respuesta. Neil ya reprendió al daeliciano, pero el gamusino se dio cuenta de que probablemente ellos y Nime eran los únicos presentes que conocían del poder de la bestia del crepúsculo.
—¡Ah, Eitne puede hablarle a las personas que elija con sus poderes y los demás no podemos oír! Solo te estaba gastando una broma —explicó mirando hacia Amira mientras frotaba, con mucha suavidad para no hacerle daño, su puño contra la cabeza del niño y le sonreía con jocosidad.

Eitne le hizo a Adru un saludo militar (o algo que se parecía a un saludo militar en su cabeza) y exclamó “¡A sus órdenes!”. Luego se le escapó un “oooooh” musical cuando Nime reveló que entrenaría con Ka, justo antes de meterse media galleta en la boca con cierta avidez.

—Mime, mo la vaz a decepcionar —le dijo a la libense mientras masticaba—. Cuamto antez le pidaz ayuda antez te convertiráz em uma zolzado fuerte como Adru. —Después tragó y volvió a llenarse los carrillos con la otra media galleta, girándose hacia Neil con los pulgares alzados—. ¡ZUPER RICAZ, MEIL!

Por otro lado, su broma le rebotó enseguida. Primero a Nime se le escapó la risa y se la contagió al niño, que echó sin querer cachitos de galleta por la boca. Por otro, mientras limpiaba lo que acababa de ensuciar, se dio cuenta de que no solo la broma no había sido muy discreta, sino que la recién llegada se había enfadado.

—¡Oh, oh…! —exclamó preocupado, olvidándose de impedir que nadie le oyera, y luego se deshizo en disculpas—. Perdón, era solo una broma —le dijo primero a Neil, que le había pedido que fuera amable—. Perdón, Amira. Sé que no eres una señora solo quería gastarte una broma lo siento mucho —le dijo después a la valkyria, con una sonrisa nerviosa tras ser pillado y casi sin parar para respirar. Cuando escuchó la explicación de Adru se le escapó una sonrisilla de orgullo, pero luego añadió torpemente: —. ¿Quieres una galleta de Neil? —Era una ofrenda de paz con la esperanza de que Amira no se enfadara mucho con él. Por suerte (y él lo sabía) su aura diurna ayudaba.

Nime había sonreído de oreja a oreja estirándose en la silla al escuchar los halagos de sus amigos. Pero, por mucho que le gustase aquel acto de confianza, sabía que no tenía ni de lejos la habilidad de Karime. Ni tampoco la de Adru, que había empezado a entrenar mucho más tarde que la primera. Antes de pedirle ayuda a la licántropa, entrenaría con Adru, cuando este tuviera tiempo libre.

La llegada de la chica de piel oscura y la broma de Eitne la distrajeron de probar las galletas con las que Eitne ya se había llenado los carrillos, así que mientras le reñían –por una vez no estaba incluida, y se le hacía hasta raro– hizo lo propio, cerrando los ojos de felicidad. Le haría gestos a Neil para responder a su pregunta previa sin interrumpir la conversación que estaba teniendo lugar.

Entre tanto los sinhadres comprendieron por fin lo que acababa de ocurrir, especialmente gracias a la explicación de Adru. Por un momento se preocuparon de que la chica se hubiera enfadado de verdad, pero parecía que solo se había tratado de una broma infantil e inofensiva.
—Lo sentimos mucho, Amira, son cosas de niños —dijo también Eara con una sonrisa de disculpa.
—Si lo prefieres podemos hablar en un lugar más tranquilo —agregó el anima, por si la chica se había llevado una mala impresión. Al estar ocupados atendiendo a Amira no vio necesario regañar al niño, algo que además ya habían hecho sus amigos.
—Si queréis nos vamos nosotros a jugar fuera mientras habláis —propuso Nime, y luego matizó—: Mientras no está el siguiente plato.
»He traído los fifas para jugar —añadió para Eitne, sacándose varios discos iridiscentes y llenos de rayajos del bolsillo. Lo que los niños llamaban fifas no eran sino frisbees improvisados con unos CDs descartados que, según les había dicho Kin al regalárselos, se llamaban así. Era una pena que su brillo hipnótico casi se hubiera perdido por completo.

Todos empezaron a dar explicaciones de que había sido el niño multicolor usando sus poderes. Le recordaban un poco a los de Adam, en el sentido de que parecía mentalismo, pero no sabía hasta que punto eran tan parecidos: al fin y al cabo sólo conocía las transformaciones de sus amigos y unas pocas más que había leído de pasada, y no sabía cuál era la de Eitne.

Las disculpas del niño la hicieron sonreír. La verdad es que era una monada, ¿cómo iba a enfadarse con él?
—No pasa nada, pero es que lo de señora está feo —se rio, aceptando la ofrenda de paz: no se negaría a otra de esas galletas tan ricas.

Eara y Ayne, por otro lado, se ofrecieron a hacer la entrevista en otro sitio, pero la valkyria negó suavemente con la cabeza. Realmente le daba igual donde hacerla, pero sobre todo no quería que el pobre niño se llevase una regañina por una broma tonta.
—Oh, no hace falta. Ha sido la sorpresa más que nada, no estoy acostumbrada a oír voces que no sé de dónde salen —Adam al menos transmitía sus pensamientos a su cabeza, y aunque había sido raro la primera vez al menos sabía de dónde salían.

La niña mineral sacó lo que parecían unos CDs llenos de rayones a los que llamó fifas, cosa que le arrancó una sonrisa sincera a Amira. «Qué recuerdos». Aunque se había planteado volver a casa, nunca se había planteado traer tecnología, viendo que su móvil había muerto al traerlo.

Neil no perdió tiempo en meter la masa del pan al horno y procedió con la tarta de manzana y miel. El brujo sabía que quizás se estaba excediendo con los platos con sabores similares por culpa de la miel, pero la verdad es que no esperaba que se terminaran todos, solo que los probaran, le dieran su veredicto y que cada uno, si quería, se llevara el que más le gustara para él. O que Eara y Ayne se los quedaran en el mesón, si les parecía bien. "Supongo que eso puede ahorrarle algo de trabajo a Eara".

Además de la tarta, el aurva también tenía pensado hacer bizcocho de mandarinas, miel y lavanda y terminar la degustación con un helado de miel y nueces, por lo que comenzó a preparar los próximos ingredientes una vez la tarta estuvo también en el horno.

Desde la cocina, podía escuchar las voces que venían del comedor y Neil sonrió por lo animados que se escuchaban todos, pero no tuvo prisa en sacar el próximo plato. Puesto que el helado iba a ser muy rápido de hacer y el bizcocho tampoco le llevaría mucho tiempo, Neil se esperó a que tanto el pan como la tarta estuvieran terminados antes de sacar las dos bandejas.

Por suerte la chica no parecía ofendida realmente y Adru se rio suavemente.
—No se llama “señores” a las personas jóvenes, Eitne —le dijo sin emplear tono de reproche alguno. Había oído los cascabeles que indicaban que el daeliciano estaba usando su poder, por lo que era probable que se hubiese disculpado ya de todas formas. Aunque a la edeel en particular aquella “ofensa” le daba bastante igual, sabía que había personas a las que no les gustaba nada—. Aunque a mí me puedes llamar “señor” si quieres. Suena bien —añadió divertida—. Aunque Capitana o Capitán Gamusino siguen siendo muy superiores.

Al mencionar Eara y Ayne que podían realizar la entrevista en otro sitio y sugerir Nime salir a jugar con aquellos discos de colores brillantes que al parecer se llamaban “fifas”, el gamusino dudó unos instantes pero se levantó de la silla también.
—¿Aceptáis a un señor un poco más mayor para jugar a los “fifas”? —les preguntó a los pequeños jocosamente—. ¡Avisa cuando podamos probar lo siguiente, Neil! —alzó un poco la voz antes de acompañar a la demonio mineral y la bestia del crepúsculo al exterior. Quería dejar tranquilos a los dueños del restaurante y a Amira, pero no perderse ninguno de los dulces de Neil.

Eitne se sorprendió de que la palabra señor fuera fea, justo era la parte educada de la broma, al menos tal y como él lo había pensado en su momento, pero entre la propia Amira y la aclaración de Adru, el niño entendió un poco mejor qué era lo que estaba pasando: a los mayores no les gustaba ser taaaaan mayores. Había conocido gente así ya en su pueblo, aunque sobre todo eran ancianos... <<¡Menos mal que no ha pasado nada peor!>>, pensó mientras suspiraba.

—Pues Señor Capitán Gamusino, Adru. ¡Así lo tienes todo! —decidió, con una carcajada. La aparición de los "fifas" le hizo girarse a Nime con expresión de felicidad y asintió con fuerza, tanto a su idea como a la petición de Adru—. Claro, sobre todo si es el mejor señor.

Antes de salir, se giró brevemente y mandó sendas "¡Suerte!" a Neil y a la recién llegada Amira, a uno para que se le dieran bien sus postres y a la otra por su entrevista.

—¡No se vale tirarla muy fuerte! Que si no no llego nunca a los "fifas" —pidió a Adru y Nime como pequeña norma. Si no la respetaban no pasaba nada, por que planeaba ayudarse de magia.

Acto seguido se retiró de ellas para tomar espacio.