Mesón “El jardín de sevli”

Ayne sintió auténtica curiosidad por cómo eran las entrevistas de trabajo en la Tierra, pero tal vez era un tema para hablar en otro momento, y no durante una. Quizá se veían poco profesionales al lado de un comerciante de la Tierra, y aunque eso podía producirle cierta inseguridad, estaba claro que era una apreciación positiva para Amira.
—No hay ninguna razón para sentir presión. No sé a qué estás acostumbrada, pero ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué esto no sea para ti y terminemos rescindiendo el contrato? Sería incómodo, pero nada más. —Ayne no era tan expresivo como Eara, por lo que su intento de dar ánimos podía aparentar más frío, pero era genuino. El anima ya sabía que quería darle una oportunidad a aquella chica, y le devolvió la breve sonrisa cuando aceptó quedarse un rato más.
»Te digo donde están las cosas mientras sirvo las bebidas —le dijo, aún con una media sonrisa en la cara. Las explicaciones fueron breves, pero bastaba con abrir las alacenas para apreciar todo el contenido. La cámara frigorífica y el almacén de debajo de las escaleras también eran interesantes, así que se los mostró también, y cuando tuvo todas las bebidas en la bandeja se la ofreció para que la llevara a la mesa.
»Hoy no hace falta que seas elegante —bromeó.


Entre tanto Eara radiaba ilusión por lo que había dicho Neil, y las palabras de Adru se le subieron a la cabeza. No porque creyera que fuesen los mejores cocineros sinhadres, sino porque ya podía visualizar un futuro donde estuviese totalmente confortable con su compañero de cocina, uno cuya colaboración sería, además, muy beneficiosa para el mesón.
—¿De… de veras? —Casi no se lo creía—. ¡Eso sería magnífico! ¡Claro que sí! Nadie es más perfecto que tú para ayudarme con la cocina. Luces… —La sinhadre estaba anonadada porque había tenido la respuesta delante desde el principio y no la había visto. Pero era lógico, Neil no estaba disponible, y encima tenía las abejas y más cosas de las que preocuparse; no se le había pasado por la cabeza que fuese a dejar tan pronto su primer trabajo. Y lo sentía de veras por Jack, pero era una oportunidad que no quería dejar escapar—. Si de verdad es algo que quieres hacer, incluso podemos ayudarte a buscar un sustituto  —sugirió—. Espero no estar presionándote. Por supuesto, lo que tú desees hacer es lo más importante.

Amira sintió una punzada de nostalgia con las palabras del anima. El “qué es lo peor que puede pasar” le recordaba a todas las veces que su madre le había dicho lo mismo cuando estaba nerviosa por cualquier cosa, y en cierta manera ayudaba a calmar los nervios. Tenía razón, al fin y al cabo. Lo peor que podía pasar era que acabasen por no contratarla, y eso conllevaba…no poder comprarse cosas por gusto, porque en Rocavarancolia tenía techo y comida asegurado.

Atendió a las explicaciones de la cocina con interés. Estaba bien saber dónde estaban las cosas, y parecía estar todo muy bien ordenado. No había tenido nunca la oportunidad de entrar a ninguna cocina en un restaurante terrestre, pero era tal y como se imaginaba las de su propio mundo, así que tampoco había demasiadas sorpresas.

Sonrió de manera sincera ante la pequeña broma, ya sin apenas nervios. La pequeña charla le había venido bien para calmarse. Cogió la bandeja y la llevó hasta la mesa, con tranquilidad.

Neil sonrió animado por las palabras de Adru, pero fue la emoción de Eara lo que hizo que le brillaran los ojos.

-Vaya, yo… ¡Me encantaría! ¡Realmente me encantaría! -exclamó emocionado pensando en las posibilidades-. Sería genial si pudiérais ayudarme a encontrar un sustituto. Realmente Jack y Erika se han portado muy bien conmigo y no quiero dejarles abandonados, pero la idea de trabajar cocinando contigo… -. Cuanto más hablaba, más emocionado se veía el brujo-. ¿Crees que podría encargarme de los postres? Me encanta hacer postres. ¡Y así podría darle salida a toda la miel! Y en otro tipo de comidas también, por supuesto. ¡Ay, tengo tantas ideas! -exclamó entusiasmado mirando alrededor y luego a Eara directamente, cuando se dio cuenta de que quizás se estaba pasando un poco-. Qui-quiero decir si a vosotros os parece bien, por supuesto. Lo siento, lo siento. Es vuestro restaurante yo solo… lo siento.

A partir de ese momento, Eitne esbozó la mejor de sus sonrisas y de vez en cuando ponía el oído a la conversación principal de la mesa, para asentir en momentos que él consideraba oportunos. Parecía que a Neil le acababa de salir trabajo sorpresa y que la valkyria también había logrado lo que se había propuesto al entrar en el mesón, así que la sonrisa era sincera, por ellos, pero también era sincera porque le apetecía la travesura que estaban fraguando Nime y él.

—Pues no lo había pensado... —dijo en exclusiva para la libense—. ¿Y si nos colamos por un portal? O podemos ir a algún sitio divertido... ¿A la playa? ¿Ganiminides para buscar habitaciones nuevas? ¡Oh! ¿A la casa en la que siempre nieva? Oí que una vez salió un super pingüino... ¿A ti qué te apetece?

Como estaba pendiente de tantas cosas, al final lo que el daeliciano pensaba que sería una mentirijilla se convirtió en realidad: estaba comiendo la tarta muy lentamente. Y estaba para chuparse los dedos, eso también era cierto.

Si no fuera porque tenía las manos ocupadas con los cubiertos para comer tarta, el gamusino hubiese aplaudido en ese momento con mucho entusiasmo, viendo como la idea de Neil trabajando en el mesón se hacía realidad.
—¡Preguntaremos a nuestros amigos que aún no trabajan! —le aseguró a su aurva—. Seguro que encontramos a alguien en poco tiempo. Y si se lo recomiendas tú no creo que a Jack y Erika les moleste. No puedo esperar para venir a comer aquí aún más a menudo —añadió contagiándose todavía más con el entusiasmo del propio brujo de la cera.

No sabía de qué estarían hablando Nime y Eitne, pero estaba claro por el sonido de cascabeles que hacían que alguna de sus orejas se alzase de pronto al percibirlo que la bestia del crepúsculo estaba usando sus poderes para hablar con la libense en privado. Esperaba que no estuviesen pensando en hacer ninguna trastada que conllevara malas consecuencias.

Le distrajo la llegada de Amira, que traía bebidas en una bandeja y sonrió a la humana cuando le puso delante un refresco con muy buena pinta.
—¡Gracias! Yo creo que sabe servir muy bien —le guiñó un ojo y luego se giró hacia Ayne, como queriendo decir que daba su aprobación al servicio de la posible nueva camarera. La sutileza no era realmente el punto fuerte de la sinhadre.

Ayne observó a Amira cargar la bandeja siendo cuidadosa y la observó volver a la mesa con una media sonrisa, pero emitiendo un suspiro. Esperaba que a partir de aquel punto todo fuese bien, y la siguió para volver a su silla. No había estado pendiente de la conversación, pero había escuchado la voz de Eara siendo efusiva desde la cocina, por lo que intentó ponerse en contexto cuando llegó a la mesa.

—Ellos lo entenderán, estoy segura —le decía a Neil, apoyando las palabras de Adru—. ¡No te disculpes, por favor! Podrás hacer postres, experimentos, lo que quieras… Investigaremos juntos qué es lo que más le interesa a los clientes y… Ay, cómo me alegro de tener ayuda con los postres, la repostería no se me da tan bien. Seguro que podemos aprender un montón el uno del otro.

Eara se giró hacia el anima como un resorte al oír sus pasos. Este se sorprendió por toda la ilusión que podía ver en ellos, algo que, antes de ir a Rocavarancolia, no había atisbado ni una vez en ellos. Aunque aquellos pensamientos siempre le causaban una oleada de dolor por muchas razones, el interés por saber qué pasaba lo mantuvo atado a la realidad.
—¡Ayne! ¡Es perfecto! ¡Neil dice que querría ser cocinero aquí!
—¿De verdad, Neil? ¡Eso es fantástico! —Le sonrió al brujo, dándose cuenta, igual que Eara antes, de lo idóneo que era para el puesto. Ahora entendía por qué había oído algo sobre Jack y Erika antes.

Amira había repartido las bebidas entre tanto y, al escuchar el comentario de Adru, Ayne le devolvió la mirada cómplice.
—Parece que, sin contarlo, la reunión de hoy nos ha solucionado el problema de personal —comentó divertido, volviéndose hacia a Amira. Eara los miró a uno y luego a la otra, esbozando una gran sonrisa a la valkyria. No había estado presente en la charla en la cocina, pero se fiaba del instinto del anima.


Nime estaba más o menos atenta a las palabras de los mayores. Para disimular su conversación con Eitne de vez en cuando jaleaba con alegría por la decisión de Neil, ya que le gustaba que le hiciese feliz cambiar de trabajo, y apoyaba a Adru en sus comentarios, pero también cuchicheaba cuando nadie le prestaba atención.
—¡Me gusta, me gusta! Son buenas ideas. —Se quedó pensativa un momento, no teniendo claro cuál era la mejor de todas—. Kankri ya no tiene gracia porque nos pillan, pero seguro que no pasa nada si vamos a otro mundo despoblado de esos… le podemos preguntar al guardia del portal. También tendrán playas, además. Podemos también… um… um… Es que la ciudad es un poco peligrosa. ¡Pero! ¡Ah! Podemos ir a cazar o algo a algún mundo para después vender en el mercado y tener algo de dinero para comprarnos cosas chulas. ¿Qué te parece?

Ayne le había dicho que no hacía falta poner la típica cara de atención al cliente, pero Amira llevó la bandeja sonriendo de todas maneras. Estaba mucho más cómoda, y si aquello salía bien (cosa que esperaba) tendría algo de dinero para poder comprarse cosas (especialmente una silla para su pegaso) y poder pagarle a dama Enigma por su trabajo. Le era indiferente que les hubiera dicho que no hacía falta si no conseguía nada; las horas de trabajo las hacía igual, y se merecía cobrar aunque no hubiera resultados.

Repartió las bebidas y le devolvió el guiño a Adru como agradecimiento al cumplido y a la ayuda para que Ayne y Eara decidieran contratarla. Parecía que Neil iba a trabajar también allí, y viendo lo bien que le habían quedado todos aquellos platos estaba segura de que era perfecto como cocinero. A lo mejor ella podía aprovechar y aprender algo. Le dedicó una sonrisa amplia, feliz por el chico.
—¡Qué bien, Neil! Con lo bien que cocinas te va genial el puesto.

Neil se iluminó con la alegría y los ánimos de todos, encantado por el recibimiento de sus recién estrenados nuevos jefes.

-Amira, parece que vamos a ser compañeros de trabajo -le contestó con una amplia sonrisa, feliz también de que su nueva conocida hubiera conseguido el puesto.

Mientras su imaginación volaba por todos los postres que haría, recordó con un respingo que todavía tenía un bizcocho en el horno y un plato más que probar. En su entusiasmo, había olvidado el motivo principal por el que tanto Adru, Eitne y Nime, como él estaban ahí.

-¡Ay, el bizcocho! -exclamó esperando que no hubiera pasado demasiado tiempo-. Todavía me quedan dos platos para servir y creo que uno es perfecto para celebrar este momento.

Rápidamente el aurva volvió a entrar en la cocina y se sintió muy aliviado cuando, al sacar el bizcocho de mandarina, miel y lavanda del horno, comprobó que tenía un bonito color tostado y que nada de él se había quemado.

Movido por el entusiasmo y con una amplia sonrisa, el brujo volvió a aparecer por la puerta de la cocina con un humeante bizcocho levitando a su izquierda y una gran tarrina de helado casero de plátano y miel levitando a su derecha.

-¿Alguien más tiene hambre? -preguntó sin dejar de sonreir-. El bizcocho todavía quema un poco, pero el helado está muy fresquito.

Eitne solo prestó atención a medias, pero si no había entendido mal, parecía que Neil había encontrado otro trabajo.

—¡Felicidades, Neil! —canturreó para parecer integrado, como si su boca moviéndose sin emitir sonido no fuera un canteo.

La realidad era que el interés de Nime había disparado también el suyo y ahora Eitne solo tenía neuronas para su próxima aventura. Bueno, y para seguir comiendo, que todavía no había llegado el día en que Neil hiciera un postre malo.

—Pero, Nime, ¡no podemos matar animales! —dijo casi indignado. ¿Cómo iban a matar animales si los afinidaba? No se le cruzaba por la cabeza cada vez que se comía un filete de pollo a la plancha, o salchichas, o pastel de carne...—. ¿Vale cazar pero sin matar? Podemos vender mascotas, eso sí... Si vamos de día seguro que los guardias nos dicen lo que queramos, sí. Buscamos al que parezca más majo y le caeré genial —se rio, aunque en el fondo estaba hablando de manipular a alguien—. Otra opción es que nos quedemos los animales —se le ocurrió—. Oye, ¿en tu mundo no había super gatos o algo así? Si nos llevamos uno no lo echarán de menos... ¿O los tenéis contados?

La mención de tarta y helado lo sacó brevemente de sus tramas y dijo:

—¿Puedo querer tarta y helado a la vez?

Seguía sin saber en qué andaban Eitne y Nime, pero oía los cascabeles y a la libense susurrar con la suficiente frecuencia como para preguntarse si deberían preocuparse. Esperaba que solo estuviesen manteniendo alguna charla entre ellos que no querían que “los mayores” se enterasen y no estuviesen planeando nada peligroso o problemático.

Cuando llegaron las alabanzas a Neil, a las que sumó incluso Amira, y el que Eara contase a Ayne con tanto entusiasmo que Neil trabajaría allí simplemente su atención se volcó por completo en su aurva, a quien dio un abrazo quizás con un poco más de fuerza de la que pretendía. Lo alejó de sí con una sonrisa culpable y sacudiendo con suavidad su ropa como intentando “recomponerlo”, pero por suerte no había sido con tanta fuerza como para que fuese más que un poco incómodo para el brujo de la cera.

Y parecía que la chica humana también había pasado la entrevista, cosa que no le sorprendió en absoluto porque, a su juicio lo había hecho muy bien y, sobre todo, parecía muy simpática.
—¡Felicidades a ti también, Amira! —le dijo alzando uno de los vasos que ella misma le había servido—. Este es uno de los mejores sitios donde puedes trabajar, encima ahora va a estar Neil también —se rio sin poder evitar vender bien a su aurva, incluso si con la presencia de la otra pareja sinahdre ya era suficiente para calificarlo como tal.

Aplaudiría de forma literal que Neil quisiese celebrarlo con más dulces. Su estómago empezaba a notarse algo pesado, pero ni aunque el motivo fuese otro no pensaba dejar de probar lo que fuese a traer el brujo de la cera. Ya se le hacía la boca agua al contemplar las bandejas que trajo su aurva, tentándole pasar por alto su advertencia, pero conteniéndose: podía comer el helado primero de todas formas.
—¡Claro, Eitne, pero ten cuidado que Neil ha dicho que el bizcocho está muy caliente! —le respondió al daeliciano—. ¿Igual si se enfría con magia un poquito primero?
Miró a su alrededor: en realidad estaba deseando que cualquiera de los que podía hacer magia enfriasen el bizcocho hasta que se pudiese comer ya. Fuese Eitne, Ayne o el propio Neil. Aunque probablemente fuese mejor que lo hiciese su propio aurva, ya que tenía que saber mejor que nadie cuándo parar.

Los sinhadres estaban encantados de haber solucionado sus problemas y además de forma tan satisfactoria. No conocían a Amira tanto como a Neil, pero el puesto de camarero no requería tantos conocimientos como el de cocinero y la chica daría la talla cuando se le explicase cómo trabajaban allí.

—Ya que está todo decidido creo que podemos dejarnos de entrevistas por hoy —comentó el anima. Era su forma de decirle a Amira que se relajase y disfrutase de la comida. A lo mejor no estaba muy cómoda todavía entre ellos, pero el hecho de que se fuese a quedar hacía que le mereciese la pena empezar a conocerlos mejor.
—Eso es. Y también hablamos después de cuando empezar. —Eara volvió a sonreírle a Amira, que sería la primera en incorporarse por su situación laboral. Lo de Neil probablemente les llevaría un poco más de tiempo para no fastidiar a Jack, pero valía la pena esperar. Solo con tener un camarero más, Ayne ya podría echarle la mano más a menudo en la cocina.

Neil trajo dos postres más que podrían hacerle la boca agua a cualquiera. Los sinhadres volvieron a halagar las habilidades de Neil, mientras Nime miraba la comida haciéndose la misma pregunta que Eitne. No, en realidad le parecía una tontería preguntárselo siquiera, la respuesta era evidente. Miró a Adru, que buscaba ayuda entre los que podían hacer magia para enfriar el bizcocho, y dijo:
—¡No hace falta! Vamos a ver, es lógico. —Alargó la mano para servirse un trozo de bizcocho y, después, arrastró una cuchara sopera por el helado para hacer una bola que puso sobre este. Los chorretones de helado derretido enseguida empaparon el bizcocho—. ¡Ya está! Perfecto. Y fresquito —puntualizó con orgullo por su gran idea.

No pudo responderle a Eitne enseguida porque la llegada de los postres les había cogido en mitad de la conversación, pero cuando dejasen de prestarles atención la continuaría entre susurros.
—Vale, tacha lo de cazar —empezó. Había sonado muy bien pero Eitne le recordó que para cazar había que matar animales, cosa que parecía diferente si lo hacían otros. Prefería que la carne apareciese en casa como en las alacenas de la sede—. Y espero que no hayas dicho en serio lo de los gatos —ironizó—. Creo que no va a haber mucha gente que quiera comprar mascotas, o sea… son gratis. Podemos intentarlo pero… ¿a lo mejor es mejor buscar cosas de valor? Podemos… ¡podemos hacernos cazatesoros en otros mundos! ¿A que suena genial?
Sonaba tan bien como pretender ser astronauta sin preparación alguna, pero que fuera un poco más realista lo hacía una posibilidad sólida a ojos de Nime.

Aunque acababa de conocer a Neil, Amira estaba encantada de que fueran a ser compañeros. Parecía ser muy agradable, y siempre estaba bien que el ambiente laboral fuera cómodo.
—Ay, ¡gracias! — respondió a la felicitación de Adru. No sabía qué relación tenía exactamente con Neil, pero parecían muy unidos, así que entendía perfectamente el hacer hincapié en él.

Este había ido a por bizcocho y helado, y aunque la francesa había probado ya sus otros platos, no le faltaba hambre como para negarse a un trozo de bizcocho con helado. De hecho, como había sugerido Eitne y había demostrado Nime, la valkyria pretendía comerlo junto, para que el helado enfriase el bizcocho aún caliente.

Aunque aún quedaba por concretar cuándo empezaría a trabajar, sus futuros jefes le habían dicho que ya hablarían de ello más tarde, por lo que procedió a relajarse y a disfrutar de la comida con sus nuevos conocidos.

Neil mantuvo el sonrojo halagado por la felicitación de Eitne y las alabanzas de Adru, quien le dio un gran abrazo que dolió un poco, pero que realmente no le importó. Los abrazos de su edeel, incluso en los que no medía su fuerza, siempre le calentaban el corazón.

-Oh, claro, ningún problema. Ahora mismo yo... -comenzó a contestar al gamusino con la mano a medio camino de lanzar el hechizo correspondiente para templar el bizcocho, pero Nime y su magnífica idea le adelantó-. O también podemos mezclarlo como Nime -añadió riendo al ver a la demonio mineral mientras le servía a Eitne una gran porción de bizcocho y helado juntos en el mismo plato-. A la vez o por separado, como tú quieras -le contestó finalmente al daeliciano mientras le ponía el plato delante.

Aunque todavía quedaba por ver cómo solucionaría lo de la plantación, todo parecía haber salido tan bien y rodado el día de hoy que Neil no podía evitar sentirse extremadamente feliz y satisfecho y, simplemente, se dedicó a disfrutar de catar su nueva receta de bizcocho, el cual, aunque estaba mal que él mismo lo dijera, estaba francamente rico.

La bestia del crepúsculo asintió a Adru para dejar claro que tendría cuidado de no quemarse y se le iluminaron los ojillos cuando Neil le sirvió las dos cosas juntas, al niño le encantaba el contraste de temperaturas y no tardó ni medio segundo en hundir la cuchara en el postre, seguido de un "¡Gracias, gracias, gracias!" cantarín para los dos sinhadres.

Mientras daba buena cuenta del postre, sin embargo, continuó tramando junto a Nime.

—Claro que es en serio —dijo en exclusiva para ella, sin pillar la ironía—, pero para quedarnos uno nosotros, no para venderlos... —añadió, esperando no haber dicho nada ofensivo para la libense. Por suerte, la idea de Nime era mejor que la de vender mascotas y al niño se le pasó la preocupación rapidísimo—. ¡Es genial! ¡Y si volvemos con un montón de oros y joyas nadie se podrá enfadar con nosotros! ¿En qué mundo habrá más? ¿Varmania?

Quedaba mucho por maquinar, pero entre tarta y helado, Eitne sentía que tendrían una buena aventura por delante.

Rio suavemente cuando Nime mezcló el bizcocho con el helado. Iba a explicarse cuando Neil dijo que podían hacer justamente eso.
—Es que no sabía si el cocinero daba su aprobación a mezclar los sabores, pero ahora que tenemos la confirmación… —no tardó en imitar a la libense y a todos los que estaban haciendo lo mismo y colocó su porción de helado sobre el bizcocho.
No tardaría en tener algunas manchas del mismo en la cara al intentar esparcirlo torpemente.

Ayne había dado por concluida la entrevista, por lo que Amira pudo sentarse a comer con ellos también. Sonrió tanto a Eitne como a la chica humana cuando recibió los agradecimientos y volvió a alabar por chorrocienta vez la habilidad de Neil para los dulces mientras degustaba el delicioso último postre del día.
—¿Qué estarán tramando esos dos? —Le preguntaría jocosamente en algún momento en susurros a su aurva.
Los cascabeles del daeliciano no dejaban de sonar, pero claramente solo estaba hablando para Nime, quien le respondía con el mismo secretismo que estaba empleando elle en ese momento con el brujo de la cera.

Hasta que se fueran charlaría sobre todo con la otra pareja sinhadre, Neil y Amira, preguntándole cosas cómo dónde vivía, cuánto tiempo llevaba en la ciudad o cuál era su transformación, devolviéndole, por supuesto, la misma información respecto a sí misme. Nunca desperdiciaría la oportunidad de declarar con mucho orgullo que era un gamusino siempre que esta se presentase.

Los sinhadres dejaron fluir la conversación, dejando a los niños tranquilos con sus secretos, fuesen cuales fuesen. Como Adru, querían conocer a Amira, así que se interesaron por su vida en la ciudad sin presionar, a la vez que también hablaron de sí mismos, como estaban haciendo todos. Las últimas recetas de Neil estaban buenísimas y, aparte de felicitar al cocinero también se habló de cómo cambiaría el menú de postres con la presencia de Neil más adelante.

Nime no perdía el tiempo planificando con Eitne entre tanto.
—Podemos quedarnos con mascotas siempre que queramos —dijo, olvidando que era una mentira como un piano solo porque ya tenían varias—. ¡Exacto, el oro y las joyas es lo que da dinero! Y también podemos quedarnos con algo de oro. ¡Siempre quise joyas de oro! —Eso le recordó exactamente cuál debía ser el mundo más rico—. ¡Ya sé! No es Varmania, tiene que ser Libo. Los nobles y los andróginos siempre van cubiertos de oro. Y seguro que nos reciben con regalos y honores por ser de Rocavarancolia. ¿Crees que Mánia nos dejaría ir?

De aquella manera seguirían inventando posibilidades hasta que terminasen incorporándose a la conversación de los mayores. Era mejor seguir hablando en el refugio por la noche, porque seguro que si ahora acababan oyéndoles les dirían que no podían hacer ni la mitad de lo que querían.

Cuando se despidieron al anochecer, los sinhadres quedaron para hablar con Amira y Neil de nuevo en los días próximos, y Nime quedó de volver a probar el menú un día que el restaurante estuviese abierto. Que ella en particular no tenía dinero no se le pasó por la cabeza.

Tras felicitar a Neil por lo riquísimo que estaba tanto el bizcocho como el helado, la conversación se centró en cosas más cotidianas, si es que en Rocavarancolia había algo cotidiano. No tenía problemas en decirles que era nueva en la ciudad, que se había transformado en valkyria (y que tenía un pegaso) y que vivía en la torre Serpentaria por el momento. Realmente no tenía nada que ocultarles, aunque evitaría decir cosas sobre los desaparecidos porque no era cuestión de arruinar el momento con aquella incógnita. Se interesó también por lo que contaban los demás, y quiso recordar sus transformaciones para buscarlas después, especialmente la de Adru, pues el nombre le había sonado gracioso.

El tiempo pasó volando con lo agradable de la conversación, y cuando Amira quiso darse cuenta ya estaba anocheciendo. Tras quedar con sus nuevos jefes para volver a verse algo más adelante, se despidió del resto.