Kankri

El silencio de Eitne fue casi una traición para Nime, que se juró que le devolvería la jugada en cuanto tuviese ocasión. Lo siguiente que supo fue que Milo venía a embestirla y trató de huir, pero el otro irrense le cortó el paso, dirigiéndole una sonrisa maliciosa.
—¡No! ¡Aparta!
Mientras Milo sujetaba a la niña, Kin le puso el flotador como si fuese una atadura –una muy poco eficiente, pero merecida–, y se echó a reír inevitablemente al ver el espectáculo que estaban dando también Rox y Eitne un poco más allá.

Nime también acabó riendo al ver la pequeña venganza de Rox, pero cuando lograse zafarse de Milo se encaramaría al flotador con curiosidad, para ver cómo de eficientes eran aquellos artilugios de plástico, llevándose algún barquito de cera por delante en el proceso.
—Ahora no te lo pienso devolver —le dijo a Kin sacando la lengua y empezando a patalear para alejarse metida dentro de la rosquilla—. Ni siquiera me podéis seguir a donde no dais pie —chinchó a ambos irrenses.
—¿Estás segura? —le respondió Kin—. ¿De verdad no podemos? —preguntó entonces a Milo, con un tono que dejaba claro que haría trampa si era necesario.

En aquel momento se escucharon los chapoteos de Rena convertida en oso, y tanto el irrense como Nime se giraron a ver qué pasaba. Resultaba divertido ver a aquella bestia imponente en la que se podía convertir chapotear en el agua mientras perseguía a Rox maldiciendo.
—¡Tú puedes, Rena! —la animó la niña desde su posición más alejada, levantando un brazo.
Kin estaba empezando a pasárselo realmente bien observando a aquel grupo.

Obel esbozó una ancha sonrisa por las palabras de Tay, ya verían si repetía eso cuando lo dejase en tierra.

-Puedes volar conmigo cuando quieras - dijo en su oído.- Sólo tienes que pedirlo.

>>No cierres los ojos.

Y plegó las alas dejando que la gravedad reclamase su cuerpo. Tay seguía siendo ingrávido pero, al tenerlo abrazado el gárgola, caía a la vez que él. No aleteó para ganar impulso, no en la primera caía libre del lémur, y cerró las alas alrededor de su cuerpo para que el aire no molestase tanto.

Continuó cayendo hasta estar a pocos metros del agua, momento en que Obel abrió las alas de golpe remontando el aire y alzándose. Descendió hasta que Tay pudo tocar el agua con las manos si quería. Hizo varios giros y finalmente hundió un ala en el agua levantando el líquido de forma brusca al pasar.

Volvió a ganar altura riendo con ganas. Aquella era la mejor sensación del mundo. Su mente volvió a Sox, deseando que éste aprendiese a volar pronto para tener un compañero de vuelo.

-¿Qué te ha parecido? - preguntó al oído del lémur para hacerse oír por encima del viento.

Pelusa agradeció a Milo porque le ayudara con la crema, viendo como el susodicho no tardaba en quitarse su camiseta para ir lanzarse al agua con el resto que testaba creando un caos digno de nombrar.  La niña saludo a todos con una mano, al ver que se hacían consciente de su presencia y tuvo que sonreír ligeramente al escuchar el medio grito medio ataque de risa que estaba sufriendo Eitne. << Son un desastre andante >> pensó la niña divertida, ante lo caótico que podían ser.

Ella no pensaba seguirles hacia el agua, incluso si tenía la impermeabilidad en las alas, no sabía nadar y con su altura el agua le llegaba por la cintura y casi pecho cuando a Milo por ejemplo le llegaban por las rodillas. No era algo muy fiable meterse cuando ni siquiera iba a poder estar cerca del resto. Y esos manguitos flotadores…no le convencían, quería tener sus pies bien en la tierra, no acabar mar adentro. Había escuchado algo de tiburones al llegar y aunque solo sabía de ellos por Rox, no le apetecía demasiado acabar siendo aperitivo de uno.

<< Ya me acercare a la orilla más tarde, cuando haya menos riesgo que estos críos no acaben arrastrándome con ellos para nadar >> pensó la niña, viendo como jugaba todos en el agua como si fueran críos, incluyendo los que ya ni lo eran. L aniña suspiro sintiéndose como siempre demasiado mayor en comparación a sus amigos para ciertas cosas, pero decidido no pensar mucho en ello y en que no sabía cómo jugar de forma alegre e infantil como ellos y comenzó a rebuscar en la bolsa que había traído consigo. << Estoy segura que lo metí…cuando planeamos esto creí que sería buena idea, Dama Isis suele usar mucho ese aparto suyo que hace imágenes de las cosas, como esas que guardan Rena o Milo en sus brazos >> gracias a eso sabia un poco mejor lo que era una cámara, asique había buscado una en el mercado en secreto con los ahorros que había podido hacer tras ayudar con la parte del pago de la pierna de Eitne.

Cuando lo encontró finalmente, una ligera curva en sus labios surgió. Había usado un par de veces para ver como funcionaba esos botones y por donde salía la imagen y como cambiar el rollo de dentro que le permitía hacer fotos. Le había costado caro, al menos apra su presupuesto, especialmente lo segundo, los rollos de fotos, pero había conseguido hacerse con alguno que guardaba cuidadosamente en su bolso. Estaba segura el gasto valdría la pena y que sería algo que al resto le gustaría. Pelusa no había querido contar nada, queriendo que fuese una sorpresa.

Ya con la pequeña cámara instantánea en las manos, que era de un oscuro, preparada para hacer fotos, volvió su mirada hacia el caos de la playa, parpadeando aturdida cuando vio a Rena convertida en osos persiguiendo a Rox por mitad del agua. << ¿Qué ha pasado mientras andaba distraída? >> pensó la niña confundida, notando como sobre la cabeza de sus amigos, había una sombra, levanto la vista intentando que el sol no le molestase demasiado bajo la Pamela que había vuelto a ponerse tras echarse la crema, notando allá arriba Tayron subido sobre Obel que ya sabía volar incluso cargar a alguien consigo.

L aniña puso un ligero mohín de envidia, porque ella aun no había logrado llegar a tanto, su ala era un poco difíciles de manejar. <<Pronto podre>> pensó convencida, mientras se levantaba de la toalla que había tomado como suya y se acercaba a la orilla tras quitarse las sandalias, apenas dejando que sus pies rozasen un poco el agua, que estaba fresquita. Miro hacia sus pies, notándolos hundirse ligeramente bajo la arena húmeda. Era una sensación peculiar, que no había sido capaz de vivir en rocavarancolia, cuyas playas estaba lejos de tener arena así.

Un cangrejo paso no muy lejos de donde sus pies se hundían, sorprendiéndola, cuando el animalejo levanto sus pinzas, moviéndose graciosamente de izquierda a derecha, como viendo hacia donde ir para esquivarla. L aniña rodo los ojos, pero pensativo, tomo su cámara, haciéndole una foto al cangrejo en posición defensiva, ante de verlo salir huyendo. La niña tomo la foto que salió un poco después moviéndola como sabia debía hacer comprobó que tal había salido.

<< No está mal >> dijo guardándosela en la bolsita de mano que llevaba apra guardar la camara y las fotos que hacia y enfocando ahora  ala pequeña cámara hacia donde sus amigos se encontraban liándola, queriendo plasmas cada instante que pudiera. Aunque fuera algo un momento torpe, una persecución como la de Rena y Rox, Adru siendo Adru correteando por aquí y allá la cual era especialmente dificil de captar sin volverse un borron, los barquitos de cera Neil navegando entre la gente, Nime animando a Rena emocionada.

Le gustaria poder acercarse mas y hacer fotos mas de cerca, pero corria el riesgo de mojarse la camara asique se mantenia alli con el agua por la pantorrillas, moviendose por la orilla intentando captar lo que pudiera.

No sabía que tal salían hasta que la foto era impresa, pero a la niña le daba una extraña ilusión cuando cada foto instantánea salía y podía ver plasmada en ella algún instante que sus amigos estuviera viviendo, a veces captando algún que otra risa o momento infraganti y casi ridiculo.

<< Tengo algunos rollos asi que más tarde podremos hacer fotos más precisas…cuando se den cuenta >> añadió sintiéndose animada y como si hiciera una travesura como las que sus amigos se hacian unos a otros, pero desde luna prudente distancia para no acabar empapada hasta el alma.

Neil estaba poniendo todo su esfuerzo en aprender a nadar adecuadamente, fascinado cuando comprobó que si se tumbaba un poco en agua el movimiento de sus pies le impulsaba en la dirección que quisiera. El brujo, encantando con el descubrimiento, comenzó a poner en práctica la nueva técnica y comenzó a nadar en círculos al rededor de Adru, aunque todavía de forma muy lenta y sin usar sus brazos y manos.

-¡Mira, Adru! ¡Estoy nadando! -exclamó entusiasmado mientras los barquitos de cera que se encontraban cerca de ellos comenzaban a nadar en círculos también.

El aurva reía a carcajadas por las riñas graciosas que estaban teniendo Milo con Nime y Rox con Eitne cuando el gran oso que era Rena pasó a su lado salpicándole agua a su sombrero de paja y directamente a su boca, haciéndole jadear del susto y luego toser con desagrado por el mal sabor del agua salada "No necesitaba comprobarlo por mi mismo, me creía por completo las palabras de los demás" pensó arrugando la cara por el sabor, aunque no tardó en volver a reir al ver por qué Rena se había transformado.

-¡Corre, Rox, corre! -animó el sinhadre con alegría balanceándose en el agua gracias a sus manguitos.

La mayoría de accidentados barquitos, como el que Nime se había llevado por delante, naufragaron dramáticamente al ser derribados, pero aquellos que habían sido hundidos por la carrera de la usántropa resurgirían de las profundidades convertidos en miniaturas a escala de la propia Rena y la seguirían imitando sus movimientos con las garras en alto como un pequeño batallón de ositos furiosos bajo las ordenes de su capitana.

Su primera reacción a las palabras de Obel para que no cerrara los ojos fue, efectivamente, cerrarlos de golpe. Pero consiguió abrirlos de nuevo en el instante en que la gárgola plegó las alas a su alrededor y descendieron en caída libre, sin ningún aleteo que corrigiera la dirección de la gravedad.  El hechizo de levitación no impidió que sintiera el hormigueo en la barriga al caer gracias a que su amigo lo tenía bien agarrado. Ni que, a pesar del susto por la sorpresa se sintiera más vivo que nunca.
—¡Hijo de puta! —gritó por encima del viento, y estalló en verdaderas risas cuando el nublino remontó el vuelo, no dejándole caer finalmente. Aquello era mejor que cualquier cosa practicada en la tierra.

—¿Qué me ha parecido? —preguntó con las manos mojadas tras haber tocado la superficie del agua cuando la cercanía se lo permitió, luego le echó unas cuantas gotitas a su amigo para que se refrescara allá arriba— si te digo que lo hagas cuatrocientas veces más... ¿te respondo? —Obel podría notar como su cola con el manguito se agitaba a su espalda sin darse cuenta, era lo único que demostraba toda su energía, además de que tenía el corazón a mil por hora— tenlo claro... Obel, puede que la Luna no me haya bendecido con alas ni el poder para transformarme en un animal guapo de cojones, pero si existe alguna magia para volar y poder alcanzarte... ¡deberías temerme!.

Siguió con la mirada el arco que trazaban Obel y Tay en el cielo casi hasta perderse de vista. Un grito de saludo cerca de él le distrajo y le hizo volver la cabeza de nuevo en la dirección del portal. Alguien rezagado acababa de llegar y lo primero que le llamó la atención fue que también tenía alas: sin embargo se quedó en la orilla en lugar de hacer uso de ellas, de modo que Sox no pudo fijarse bien.

El mismo chaval que había avisado a gritos de la llegada le habló y distrajo su atención.
—Lo estoy intentando —admitió con una media sonrisa antes de presentarse por el nombre. Achacarle más sería generoso de momento.

Muchas transformaciones le resultaban todavía algo nebuloso, más aún porque Sox se había dedicado principalmente a indagar sobre los que eran de su calaña, pero aunque el nombre no le dijese nada sí pudo conectarlo enseguida con algo.
—¿Eras tú quien estaba corriendo por encima del agua cuando llegamos? —lo había visto de lejos, pero el pelo morado le había llamado la atención y por eso se acordaba de quién lo había hecho—. ¿Cómo lo haces?

Se apartó a toda prisa del camino de la masa de pelo en la que se había convertido la irrense y no llegó a obtener respuesta inmediata a la pregunta. La había visto transformarse y la había oído hablar en aquella forma, pero aún su pulso tardó en volver a normalizarse.

Miró a su alrededor, en la dirección de la voz campanilleante a la que parecían haberle hecho una ahogadilla o algo así. No, cosquillas. En otro punto del agua la niña de aristas brillantes estaba armando algo diferente. Tanto ruido risueño a la vez resultaba desorientante tras todos aquellos meses en Rocavarancolia, pero al mismo tiempo Sox sintió que sus ánimos se elevaban acordes al ambiente.

Se fijó en lo que estaban haciendo otros e intentó, contra todos sus instintos, conformarse con flotar boca arriba.
“Mucho mejor”, pensó, a pesar de que todavía tenía el cuello tieso por recelo a que se le hundiera la cabeza. Ocupaba más espacio así, pero bajo el agua las alas ya no le estorbaban. Probó a patalear, pero no le duró mucho. Volvió a incorporarse, alarmado, creyendo que Obel y Tay se estaban cayendo a plomo, para luego resoplar al ver lo que realmente estaban haciendo.
—¡Eso ya es fardar! —hizo bocina con las manos para que les llegara.

Adru sonrió con orgullo cuando el que se presentó como Sox le preguntó si había sido él quien corría por el agua. Abrió la boca para responderle, pero justo en ese momento pasó Rena osa corriendo cerca y se echó a reír de buena gana viendo como se dirigía hacia Rox. Si no fuera porque estaba hablando con Sox se hubiese unido a los gritos de ánimo de Nime: no tenía nada en contra del cambiante, pero es que la licántropo imponía demasiado en aquella forma.

—¡Sí, era yo quién corría por el agua! —Le respondió finalmente al chico— Es una de las cosas que más me gusta hacer, pero en la ciudad el mar es un poco… peligroso. Y está muy sucio. ¡Lo puedo hacer porque soy un gamusino! Correr muy rápido y saltar muy alto son mis habilidades especiales… Bueno, y las remanencias.

Miró de reojo a Sox unos instantes antes de volver a intentar chapotear un poco. Desconocía por completo la transformación de aquel chico, pero sabía que había gente que no quería hablar de ello por diversos motivos y él no lo había mencionado por sí mismo, así que se mordió la lengua.

Neil distrajo su atención entonces, primero exclamando acerca de sus progresos natatorios y luego porque uno de sus adorables barquitos de cera navegó a su alrededor.
—¡Te sale muy bien, Neil! —le dijo en respuesta—. Tengo que intentarlo con más ganas o me vas a dejar muy atrás.

Por desgracia no podía hacer mucho más que repetir lo que ya les había dicho el cambiante antes o fijarse un poco más en su aurva, porque Rox estaba bastante ocupado en ese momento siendo todavía perseguido por una osa de tres metros. En la distancia, sus orejas captaron un tenue sonido extraño que le hizo mirar hacia la arena y vio a Pelusa con una cosa rara entre las manos. Tenía ganas de preguntarle qué era, pero se encontraba demasiado lejos y quería seguir aprendiendo a nadar… Si es que las clases volvían a retomarse.
>>¡Rena, deja a Rox, porfa, que si no nos quedamos sin profe! —Exclamó haciendo bocina con las manos y echándose a reír.

Contra todo pronóstico y a pesar de su baja velocidad Milo atrapó a Nime aprovechando que estaba distraída, esbozando una sonrisa divertida que se ensanchó aún más cuando la libense empezó a revolverse intentando escapar.
—¡Te dije que iba a pillarte! —exclamó riendo mientras Kin le pasaba su flotador por la cabeza a modo de atadura improvisada, afianzando los pies en la arena para no caerse debido a la desmesurada fuerza de la pequeña.

En la distancia Rox se había echado encima de Eitne para vengarse por la afrenta a su ayudante y el daeliciano no paraba de reír debido a las cosquillas, completamente seguro entre los brazos del cambiante a pesar de no parar de retorcerse.
—¡Tu eres la siguiente, enana! —amenazó a la demonio mineral cuando esta se alejó con el equipo del raigaurum, burlándose de ellos en la distancia por no ser capaz de alcanzarla—. Seguro que podemos improvisar algo, tu sigueme el juego. —le respondió al rubio mientras intercambiaban una sonrisa traviesa, fingiendo que flotaba tranquilamente mientras daba una orden mental con firmeza.

Playa adentro Cobrecito se agitó en las inmediaciones de Pelusa, perdiendo altura poco a poco mientras gran parte de su masa se licuaba y empezaba a deslizarse por la arena en dirección al agua. Para la mona del queso sería como si un puñado de serpientes metálicas se alejaran de ella brillando bajo el sol, perdiéndose segundos después bajo el oleaje.
—¿Preparado? —le preguntó el moreno a su compatriota en voz baja, avisándole con un gesto para que su dominio no le cogiera por sorpresa mientras empezaba a orbitar entorno a sus pies.

Impulsado por las órdenes del brujo el metal se entrelazó suavemente bajo el agua hasta formar un par de paipos que se desplegaron al alcance de sus manos, esperando a que ambos irrenses se agarraran para empezar a moverse.
—¡Vamos, vamos! —espoleó el hacker, apartando ambas tablas del trayecto de la ursántropa con una carcajada y aprovechando su rebufo para lanzarse disparados hacia Nime. El cobre no flotaba, pero se mantenía sumergido a poca profundidad gracias al control del brujo, y en el peor de los casos sería su salvavidas si alguno de los dos se veía en un apuro.

Rox sabía que iba a picar a Rena, pero no que iba a picarla ASÍ. El rubio se había detenido lo justo para ver como su amiga se transformaba en la mole de pelo con dientes y garras que era entre risas nerviosas que venían a declarar lo jodido que estaba. No iba a quedarse a ver como cargaba contra él.

—¡No era literal! ¡¡Era broma!! —gritó mientras le daba la espalda para huir nadando.

Suerte que le llevaba unas brazadas de ventaja, sino la ursátropa le habría pillado en un suspiro. Escuchó gritos de ánimo opacados por el chapoteo, reparando vagamente en que el de Nime iba para Rena. La traición le provocó una carcajada y casi tragar agua. Entre eso y la marea tirando de él hacia atrás, a la osa le iba costar más cazar un salmón con la boca que cogerle a él. Entonces tomó aire y se sumergió. Buceando no era un blanco directo, además, contaba con un truco bajo la manga -más concretamente bajo el bañador-. Todavía dándole a los pies el cambiante se levantó el ruedo del pantalón, revelando y activando la runa de vestir que llevaba en la cara externa del muslo. Pronto sus piernas dejaron de estar ahí, cambiando de ombligo para abajo toda su anatomía por una cola de tiburón blanca sin apenas detalles. Ya se los daría cuando no tuviera un oso en las aletas.

Desde que supo de la excursión Rox había estado practicado ese cambio a consciencia para hacerlo todo lo rápido posible. El problema real venía a la hora de nadar. Pegó un coletazo fuera del agua como pez atrapado en una red viendo como demonios se movía ahora con eso. Encima se estaba quedando sin oxígeno.

—¡Pollas! —exclamó al sacar la cabeza, aún agitando la cola y mandando agua por todos lados. Se supone que iba a preparar eso con calma para darles un repullo luego, y resulta que el repullo iba a ser ese: dar la impresión de que se lo estaban comiendo.

Por suerte, las cosquillas se acabaron pronto y Eitne tuvo tiempo de ver cómo Rena crecía y se convertía en la osa que era, empapada y moviéndose a toda velocidad hacia Rox. Hace meses se habría asustado de una imagen así, pero ahora la osa gigantesca era una amiga y el niño simplemente agitó brazos y piernas (con mucho arte pero con poca técnica) y se movió de su camino para que pudiera atrapar a su presa. Los manguitos le hacían creer que llevaba el tema de nadar mucho mejor de lo que realmente ocurría, así que se tumbó bocarriba y se limitó a ver el espectáculo.

Rox desapareció debajo del agua con una habilidad que Eitne solo podía envidiar y, casi al mismo tiempo, veía a Panda Gris cayendo de mentira, pero de verdad. Se asustó un poco hasta que lo vio seguro, y se asustó otro poco al descubrir que, de repente, del agua salía la cola de un tiburón. Por suerte, el tiburón se reveló como Rox y al niño le dio un ataque de risa tan grande cuando lo oyó maldecir que volvió a tragar agua.

—¡Rena! ¡Salva a Tiburrox! —gritó con preocupación fingida, mientras tosía y se reía a la vez.

Estaba tan metido en aquella persecución que no notaba los golpecitos suaves que le daban los peces en los tobillos.

Rena reía mientras trotaba hacia Rox. Asustar a la gente en su forma animal, incluso cuando era de coña (especialmente cuando era de coña en realidad), era una de sus partes favoritas de su transformación. En una ojeada hacia atrás para guiñarle un ojo a Nime por sus ánimos vio los pequeños osos de cera de Neil que la seguía y eso solo la hizo reír más fuerte.

-¡Teme a mi ejército! ¡Vamos a por tí!

Ese momento de distracción fue suficiente para perder a Rox de vista, y lo siguiente que vio fue una cola de tiburón saliendo del agua. Frenó de mala manera, chapoteando con torpeza para recular y alejarse de lo que sea que estaba saliendo del agua, hasta que vio la cabeza de Rox.

-¡Desgraciado, casi me da un infarto! -se quejó, a pesar de que ella había sido la primera en meterle miedo al cambiante. El relativo fracaso de la transformación le había permitido alcanzarlo y ya le estaba tendiendo el brazo mecánico para que se agarrase. -Vas a tener que practicar los tiempos -comentó con una media sonrisa.

Obedeciendo la petición de Eitne, Rena aupó a Rox y lo sacó del agua cargándolo al estilo nupcial para llevarlo con el resto.

-¡Está salvado! -le dijo al daeliciano mientras volvía poco a poco a su forma irrense -Y no te preocupes, Adru, ahora lo devuelvo y seguimos con la clase.

Sin embargo los demás no parecían estar muy dispuestos a seguir tampoco. Vio a Tayron y a Obel descender con algo de envidia. Podría pedirle a Milo que les hiciese volar, pero no se fiaba un pelo de él y le daba cosa pedírselo a Neil. Y hablando de Milo, él y Kin pasaron a toda velocidad sobre unas… ¿tablas? << ¿Pero qué cojones?>>

-¡Nada más rápido, Nime!

Obel se rió con ganas por la respuesta del lémur. Notaba como su cola se retorcía debajo de él y le hacía cosquillas pero no perdió la concentración.  Aumentó la velocidad y viró hacia donde estaba el resto.

-¿Temerte? - respondió entre risas.- Me muero de ganas de que alguien más pueda volar como yo para hacer alguna carrera. Por favor, si existe esa magia apréndela rápido.

Realizó un loop por encima de donde estaban nadando sus amigos y no se le escapó el oso gigante persiguiendo a Rox. Como el resto se reía Obel supuso que debía ser Rena en su otra forma.

-¿Fardar? En absoluto, cuando puedas compartir conmigo el cielo verás que tengo razón - le respondió a Sox con una carcajada. Luego giró hacia donde escapaba Nima del veterano y el brujo, los sobrepasó sin esfuerzo y puso a la altura de la demonio.- ¿Te echo una garra, Nime? - preguntó divertido.

Nime estaba más que entretenida observando, encaramada al flotador, la guerra entre Rena y Rox un poco más allá, riéndose con la transformación del cambiante y el resultado de la persecución. Precisamente por eso no notó que los dos irrenses de los que había huido nadando tramaban algo entre susurros y, ahora, habían empezado a ir hacia ella a una velocidad que no era normal en dos personas que no sabían nadar.

La demonio mineral se agarró al flotador y empezó a patalear con todas sus fuerzas, alejándose cada vez más de la orilla. Su orgullo no le permitía ser alcanzada una segunda vez, y por eso cuando Obel, que había estado volando por los alrededores con Tayron, se acercó a ella y le ofreció ayuda, la niña no dejó de patalear mientras le respondía.
—¡Puedo sola!
Los ánimos de Rena apenas habían alcanzado sus oídos con el chapoteo del agua.

A sus espaldas, Kin disfrutaba del viaje gratis que les había proporcionado Milo con aquellos artilugios improvisados. Definitivamente ir a aquella velocidad sobre el agua era mucho más divertido que flotar dejándose llevar por las olas, aunque aquello no tuviese mérito alguno.
—¡Tramposos! —les gritó Nime girándose para mirarlos.
—Ah, ¿pero había alguna norma? —la vaciló el raigaurum, sin obtener respuesta.

Para cuando la alcanzaron, Kin alargó un brazo, agarrando uno de los pies de Nime, que chilló y pataleó hasta que lo obligó a soltarla. El irrense casi se cayó de la tabla de Milo, y eso precisamente le dio una idea de cómo detener a la niña.
—¿No quieres probar las tablas de cobre? Son más rápidas que esa birria de flotador.
Antes de que Kin pudiese mirar con complicidad a Milo, la niña se había girado, sin dejar de patalear, y los miraba con suspicacia.
—Solo pienso parar si admitís primero que he ganado la carrera.

Rox se agarró al brazo de Rena jadeando y tosiendo, agotado por la carrera y la fuerza perdida con los coletazos. Esta vez le había tocado tragar agua a él, y como extra se le había metido una buena cantidad por la nariz. Si tenía que sacar algo bueno del intento fallido es que al menos se había ganado un mote nuevo.

—El infarto... me lo iba a dar a mi... mamona —se apartó el agua de la cara con una mano. El ascenso le pilló por sorpresa mientras hacía el ademán de coger un osito de cera que lanzarle. Se sujetó a Rena la desesperada tan pronto estuvo fuera del agua, no hallando equilibrio sin piernas—. ¡O-oye! ¡Que sé nadar! —silencio—. Bueno...

Soltó un bufido al dudar de dichas afirmaciones, bufido que le hizo sentir de nuevo el paso del agua salada por su nariz con una mueca de dolor. Sabía que lo mejor para escurrir el bulto de la humillación era unirse al chiste, asi que sacudió la cabeza y rápidamente le rodeó el cuello a su amiga (o bueno, donde llegasen sus brazos mientras era cargado por un oso enorme) como si de amantes se tratasen. Antes de que su hocico animal desapareciese por completo le tocó la nariz como si fuera un botón.

—Oh, mi princesa de peluda armadura —dijo en tono dramático, moviendo la cola en un suave vaivén aprovechando que colgaba—. Si me das un beso de amor verdadero dejaré de ser un pez.
Estaba poniéndole morritos a la peliverde cuando Kin y Milo pasaron tras Nime a toda velocidad, seguidos de Obel cargado con Tayron como si fuera una gaviota con su almuerzo.
—¡EH! ¡ESO ES ILEGAL! —gritó, usando ambas manos de altavoz.
El cambiante se conformaba con que sus amigos no se ahogasen llegados a este punto.

Neil rió dando vueltas en el agua y jadeó sorprendido al ver la cola de tiburón emerger del agua, pero en seguida se tranquilizó cuando vio que era Rox. La mitad de los pequeños oseznos de cera que habían estado siguiendo a Rena, se dieron la vuelta y huyeron despavoridos cuando el cambiente se transformó escondiéndose detrás del brujo. La otra mitad, imitaron gruñidos y levantaron las garras intentando intimidar al chico-pez y proteger a la osa mayor, pero en seguida tuvieron que huir con sus hermanos ante el intento de Rox de atraparlos para tirárselos a Rena.

Por otro lado, los barquitos que se habían undido anteriormente, emergieron entonces todos juntos formando un gran pez que nadó velozmente hasta donde estaba Nime, poniéndose a su par.

-¡Los peces de cera son mejor que las tablas de cobre! -gritó en su dirección, como contestación a la sugerencia de Kin y sacándole la lengua juguetonamente a Milo.

Cuando se fijó en los ositos de cera que seguía a Rena se echó a reír aún más fuerte y levantó el pulgar hacia Neil mientras se sujetaba la barriga con la otra mano, que ya le empezaba a doler. Nadie parecía querer tener piedad por sus músculos abdominales, porque Eitne diciendo “Tiburrox” y la posterior actuación del cambiante mientras era cargado por la osa hicieron que encadenase todavía más carcajadas y no era capaz de parar.
—¡Rox es El Principoso! —comentó cuando la risa se lo permitió.

Para más inri los otros dos irrenses también estaban haciendo el tonto con tablas de cobre y chinchando a Nime, al lado de quien pasaron entonces Obel y Tayron. No se había estado fijando mucho en ellos dos, concentrado como estaba en aprender a nadar y en las múltiples escenas que tenían lugar en el agua, pero parecía que se divertían también.

Como Neil se unió a aquella especie de disputa por ver qué era mejor para nadar, el gamusino saltó desde su posición en el flotador para dar con los pies en el agua y echar a correr sobre su superficie otra vez y alcanzar al grupo que formaban Nime, Milo y Kin, junto al pez de cera de su aurva. Cuando quiso frenar se cayó al agua irremediablemente, salpicando a todo aquel que tuviese cerca y emergió moviendo las manos y los pies como les había enseñado antes Rox. No había contado con que abandonar su flotador iba a ser una gran desventaja.
—¡Venga, haced un…! —se sumergió de pronto sin poder evitarlo. Sacó la cabeza del agua como pudo y escupió la que se le había metido en la boca con cara de desagrado. A continuación compuso una mueca tonta de nuevo—. ¡Un concurso! De peces y barcos de cera contra peces y barcos de cobre. ¡O lo que se os ocurra!

—¡Dalo por hecho! —le diría a la gárgola mientras le cargaba como un saco de patatas por encima de todos. Ya tenía tarea para cuando volviera de Kankri, lo primero encontrar un hechizo que le permitiera nadar, y lo segundo otro con el que fuera capaz de respirar debajo del agua o aguantar la respiración más tiempo.

—Oh, míralos Obel, les corroe la envidia —le contestaría para que Sox le escuchara y también al ver la escena de Rox y Rena— se creen... ¡mejores amantes que nosotros! —luego estalló en risas por la pequeña batalla campal que parecía desarrollarse abajo, su primer error había sido considerar que las clases serían aburridas cuando en realidad se lo estaban pasando en grande allá abajo— pensándolo bien... ¿por qué no bajamos?, la acción está ahí amigo —aún se encontraba sorprendido por la cola de tiburón del australiano pero sobretodo por las dimensiones de la irrense, se lo pensaría dos veces si alguna vez quería meterse con ella—y me estoy secando un poco también —admitiría, contemplando por último con una sonrisa a Adru tragando agua y a Pelusa haciendo fotos como si nadie la estuviera viendo, si establecían contacto visual realizaría un gesto tonto como si la estuviera fotografiando a ella a modo de saludo.