La Boutique de dama Isis

La mención a Milo hizo que su corazón diera un saltito. Estaba deseando que llegase de una vez, aunque eso no impediría que lo pasase bien mientras tanto. Rox le dedicó una mirada de total inocencia a Pelusa antes de reírse al ser llamado por lo que era. Ya había chupado bastante cámara -de forma un poco literal-, era el turno de sus compañeros. Entre todos insistieron para que Arcan no se escurriese, y el cambiante añadiría presión de grupo rodeándole un hombro con el brazo. Con la diferencia de altura era un poco usarlo de reposabrazos, aunque no lo diría en voz alta.

—Parece que no te libras tan fácil de nosotros, ¿eh? ¡Venga, que tú también te lo has currado, al tour chaval! —dijo dándole unas palmaditas. Al ver como Rena se echaba a Pelusa encima se rio, miró a Arcan y se pegó un poco más a él para susurrarle de forma muy audible—. Si te cargo así no puedes huir. ¿Quieres?

Dejó de chinchar al rapiña para caminar, dejándole lucirse si así quería con Adru. La verdad es que con el acabado de los muebles lo merecía.

—Abrígate Pelusa, que ahí arriba refresca. ¿Qué, subimos? —se giró al hablarles, andando unos segundos de espaldas antes de, como bien había dicho, subir. No sabía si podrían probarse ropa en la inauguración, pero estaba deseando saber que opinaban de algunos de sus conjuntos favoritos. Imaginarse a sus amigos a la moda le ponía muy contento.

-¡Cierto! Deberíamos celebrar que estamos todos aquí.- Secundó a la sinhadre- Aunque me pasa un poco como a Irianna, no sé mucho de bebidas.- Comentó mientras miraba las copas que llevaban otros invitados.

El licántropo rio ante la ocurrencia del dullahan, sintiéndose orgulloso de que notara los cambios. Lo cierto es que había puesto muchos esfuerzos en sus entrenamientos, no solo porque lo veía algo vital para la supervivencia en la ciudad sino también por gusto propio. Era algo que ya le había gustado incluso de antes de ir a Rocavarancolia.

-Algo de bueno tenía que tener ser una bola de pelo, ¿no?- Bromeó entre risas mientras componía una mueca de orgullo y se llevaba una mano al pecho. Cuando Jace mencionó que no hacían falta algunas presencias fue evidente que iba a por Roaxen y el licántropo sonrió.- Si, además esto está bastante lleno ya-. Comentó risueño .  Había olvidado lo divertido que podía llegar a ser el dullahan y lo  que era  estar con caras amigas.

Sin embargo una parte de él no pudo evitar preguntarse dónde estaría el cizaña en aquellos momentos. Y en qué oscuros caminos se habría internado. <<A lo mejor está muerto... ¡Oh, ojalá esté muerto!>> Pensó mientras cogía insistente otro trozo de comida.

-Está todo genial, Dama Isis.- Le felicitó a la veela, algo cohibido porque como siempre estaba la frivy deslumbrante.-¿Hay ropa de deporte? Porque entonces me tienes comprado.- El licántropo compuso una sonrisa con las preguntas de Kimbra, y aunque era algo perturbador el maquillaje sanguinoliento que llevaba lo cierto es que siempre le habían hecho gracia las preguntas que la krabelinense hacía.

-Por supuesto, solo necesitas mandarme un mensaje y cuadramos horarios - le sonrió el médico.- Por supuesto, ya te he robado bastante tiempo.

Enredo se paseó un poco por la tienda admirando la ropa y el lugar en general. Cogió una copa de una bandeja que pasó por allí y bebió un sorbo. Estaba bueno, una pena que Irdil se lo perdiera. Suspiró recordando la cara del chico cuando le propuso socializar con más gente que no fueran solo Dédalo y él mismo. Iba a tener que llevarlo a la tienda cuando hubiera menos gente ya que el tema de la ropa era algo que le encantaba.

Terminó llegando a la zona de catering en su andar y cogió distraído un canapé de la mesa. Dio un mordisco y abrió desmesuradamente los ojos cuando el sabor le explotó en la boca. Estaba muy muy bueno.

-Disculpad - preguntó en general a la gente cercana a la mesa.- ¿Alguno sabe quién se ha ocupado del catering?


Por su parte Zarpa entró a la tienda con paso calmado. Olfateó los mil y un aromas que había en la tienda y se acercó a sus conocidos.

"Hola gente preciosa" dijo en la mente de todos sus amigos. Cambió de forma poniéndose ropa en el proceso y terminó como siempre, con su cola y sus orejas. "Isis, este lugar está increíble" comentó con una sonrisa dirigida a la mujer.

Dama Isis rasgó el papel de regalo con sus uñas perfectas, impaciente por ver el contenido.

-¡Sami, es maravilloso! -exclamó. En Frivo se había hecho muchas sesiones de fotos, pero nunca le habían hecho un retrato. Rodeó a la evaki con un brazo y le dejó un sonoro beso en la mejilla -¡Muchísimas gracias! Ay, tengo que pensar dónde colgarlo.

Su dormitorio de Serpentaria estaba bien, había podido decorarlo a su gusto, pero se le estaba quedando pequeño. Echaba de menos tener su propia casa, pero si el negocio iba bien tal vez ese podría ser su próximo proyecto. Ya tenía los contactos adecuados.

-Un brindis me parece una idea estupenda -le respondió a Irianna -La bebida que elegí es vino blanco, uno muy suave, pero si no quieres tomar alcohol hay nectar de frutas también. Son las copas del anillo dorado -explicó.

Le dio las gracias a Kimbra por su felicitación y le hizo un cumplido por su atuendo. No se podía decir que la rakshasa vistiera ‘’bien’’ pero dama Isis había notado el cambio en el esfuerzo por su vestimenta desde que la conoció por primera vez y era algo que apreciaba y quería incentivar.

-Pues brindar es… un gesto que se hace durante una celebración para expresar alegría o agradecimiento por cosas buenas -explicó -Es muy sencillo, primero una persona alza la copa y dice la razón por la que quiere brindar, luego los demás la alzan también y todos dicen: ¡Salud! Y beben de la copa. -Y para hacer una demostración, la veela alzó su propia copa y, después de pasear la mirada sobre sus amigos reunidos dijo: -¡Por los buenos amigos, los grandes proyectos y los frutos del trabajo duro! ¡Salud!

Apuró la copa de un trago. No quedaba mucho y quería tener las manos libres. Zarpa se unió a ellos también y aunque a Isis le dio un pequeño infarto el verla entrar en su forma animal la saludó con la misma efusividad y cariño que al resto y le agradeció sus cumplidos.

-Casi todos los diseños son míos -le respondió a Ruth -He traído bastante ropa frivy, prendas básicas y demás, y pienso traer de otros mundos en el futuro - dijo, luego se dirigió a Devoss -La ropa deportiva está en la planta de arriba. Sé que es algo necesario en la ciudad , la ropa que encuentro aquí es muy incómoda y no transpira bien. ¿Y los sujetadores? ¡Una pesadilla! -bufó. -Así que me he asegurado de estar bien pertrechada. También hay calzado. Esas deportivas -señaló unas deportivas rojas con alas doradas que estaban en uno de los expositores principales -Son una de las piezas estrella de la colección. Mi modelo se llevó unas y está encantado, puedo regalaros un par si me prometeis hacerme publicidad -dijo guiñándoles un ojo.

Le habría encantado quedarse para seguir charlando con sus amigos pero tenía que atender al resto de invitados. Tuvo tiempo de presentarle a Enredo a Eara y Ayne y luego se marchó unos instantes al almacén para dejar el cuadro a buen recaudo antes de volver a la fiesta.

El rapiña recibió las quejas con una encogida de hombros de "es mi trabajo" pero en cuanto Rox lo rodeó no pudo evitar sentir debilidad y soltar una risita, tan solo un poquito histriónica, mientras lo rodeaba de vuelta y apoyaba su cabeza en el cambiante como unos mimos.

-Está bien, está bien. Por la Luna y los dioses oscuros no hay quien pueda con vosotros... -Dijó claramente divertido y fingiendo queja.

Metió la mano en el bolsillo y saco la mayoría de las tarjetas que llevaba dejándose unas para sí por si le hablaba alguien interesado y les lanzó un pequeño sortilegio. Miró cual era su sitio entre todo aquel caos y un taco de tarjetas negras y doradas fue lanzado por encima de todos los invitados y colocado perfectamente y sin daños donde se supone que deberían estar.

Se giró a todos y con una sonrisa dijo. -Bueno, problema resuelto. Y si y no Adru. He ayudado a todos pero el verdadero diseñador es Maher. A mi aún me queda mucho por aprender, refinar y descubrir.

-Bueno, ¡guíanos Pelusa! -Bromeó finalmente conteniendo la risa por el último comentario de la Spriggan.

Eitne había llegado a la vez que todos excepto Rox y Pelusa, que obviamente ya estaban dentro, preparándolo todo, y aunque saludó con mucho ímpetu, en realidad se sintió muy pequeñito en un espacio tan limitado, pero a la vez tan lleno de gente. ¡Y tanta ropa bonita! ¡Y hologramas de Rox! La bestia del crepúsculo tuvo que vestirse porque la inauguración empezaba antes del anochecer y decidió ponerse unos pantalones cortos de vestir de color azul marino, una camisa blanca y una pajarita negra con piñas que se había encontrado en un baul. Iba calzado con unos zapatos de calle negros, con velcro porque no tenía ganas de atarse los cordones. Había sentido que iba guapo hasta que entró a la boutique y se sintió poca cosa en comparación a muchos de los invitados.

Eitne no se despegó de Nime en ningún momento y de vez en cuando le señalaba con (poca) discreción a una u otra persona que le parecía destacable, ya fuera por la ropa o porque exhibiera un aspecto monstruoso nuevo para él. Mientras tanto, decidió que lo mejor para matar los nervios era comer. Como había mucha gente alrededor de la mesa, el niño hacía levitar la comida para traer hacia sí una tapa para él y otra para la demonio mineral, intentando probar de todo lo que había en los platos. Alguna que otra pieza no llegó entera, pero siempre les llegaba lo suficiente como para dar bocado.

—¿Cóbo que bequeñitos? —le preguntó a Pelusa con indignación fingida y la boca llena.

Luego puso atención al brindis y a conversaciones ajenas y habló únicamente para la libense.

—¡Ala! ¿Lo has oído? Dice que le regala cosas por hacer publicidad —le comentó ilusionado—. ¿Tú sabes cómo se hacen las publicidades?

Cuando vio que llovieron las tarjetas del rapiña también cogió una y se la guardó. Ya conocía a Arcan pero eran bonitas y quería tener una de recuerdo. O para hacer aviones pequeñitos cuando se aburriera.

Era muy agradable estar en compañía de la gente de su cosecha en la inauguración. El ambiente era agradable, a pesar de que aquello cada vez estaba más lleno de gente. Isis había sacado un momento para acercarse al grupo, y recibió un regalo precioso por parte de Samika, que ambos sinhadres admiraron por lo bien hecho que estaba.

El brindis se hizo tras la breve explicación de Isis. Los sinhadres recuperaron sus copas y las alzaron con una gran sonrisa, pensando en todo lo que les deparaba el futuro, tanto a sus amigos como a ellos mismos. Sabían que se podían esperar grandes cosas de todos los integrantes de aquel grupo.

Mientras Isis explicaba cosas acerca de su tienda, Eara y Ayne notaron que algunas bandejas estaban medio vacías y se excusaron un momento para reponer comida. Cuando regresaron, el médico de luna alta estaba preguntando quién se había encargado del catering, y Eara sonrió al reconocerlo.
—¡Hola, Enredo! Espero que te esté gustando el menú.
—Vamos a abrir un restaurante cerca de los jardines de la memoria muy pronto. Creo que la decoración te gustará —bromeó Ayne mientras miraba de reojo a Eara. Las enredaderas habían sido cosa suya.


Nime había llegado en cierto modo cohibida. Sabía que tenían que portarse bien, porque aquel negocio era de una veterana y, la verdad, no le gustaría hacer enfadar a la jefa de Rox y Pelusa. No era habitual en ella que fuese tan considerada, pero que aquel lugar estuviese lleno de veteranos ayudaba bastante.

Como nadie le había dicho que comer estuviese mal, se había ido directa a por los pastelitos salados y paquetitos de comida de las bandejas, y aunque había tardado solo cinco minutos en mancharse la camisa que se había puesto, al menos estaba tranquila. Comentando sin tapujos con Eitne las transformaciones nuevas que veía, pero tranquila. En un momento dado tuvieron a su lado a un tipo en llamas que parecía tan entregado a meterse canapés en la boca como ellos mismos.

Los mayores parecía que se iban a poner en marcha para ver toda la tienda cuando Rena cogió a Pelusa en brazos, y Nime le sacó la lengua por su comentario. En realidad le daba envidia porque a ella también le gustaría que Rena la llevase en alto. Eitne la distrajo con su pregunta, sobre una conversación que la libense solamente había escuchado a medias.
—Claro. Tienes que decirle a la gente que vayas conociendo que vengan a esta tienda. Cuando veas a alguien por la calle se lo dices, pero… supongo que tenemos que decírselo primero para que nos dé los regalos cuando venga gente de nuestra parte. ¿Deberíamos preguntar?
Nime miró a sus compañeros y miró a Isis. Suponía que no era el momento, porque estaban a punto de empezar el tour por la tienda, y Nime quería verla. De momento no tenía dinero, pero algún día se compraría un montón de ropa bonita.

Irianna

La idrina estaba contenta por dos motivos: uno era el simple hecho de estar reunida con casi todos sus amigos; el otro, que aquella reunión tan multitudinaria no le provocase dolor de cabeza y ganas de salir corriendo de allí. Le hacía apreciar de verdad el gran cambio que se había producido en su interior para poder llegar a aquel día y estar en una reunión social agradable sin sufrir.

Sonrió y asintió a Kimbra cuando le hizo un halago a dama Isis para asegurarle que lo había hecho bien, y le dijo a la veela que no hacía falta que le trajese otra bebida para el brindis.
—Me quiero empezar a acostumbrar a las bebidas alcohólicas. ¡Salud! —chocó su copa primero contra la de la frivy y luego de todos los amigos que pudo.
Se llevó el líquido a los labios y bebió un sorbo pequeño. El sabor no terminaba de agradarle del todo, probablemente por la costumbre, pero no era fuerte tal y como había dicho dama Isis.

Saludó a Varsai cuando llegó y a Enredo cuando se acercó a la mesa a preguntar por la comida. Se alegraba enormemente de que hubiese tanta gente degustando la comida de la pareja sinhadre y tuviesen la ocasión de publicitar su futuro restaurante. Buscó a la hija de lunas con la mirada en ese momento y le preguntó si quería que saliesen un rato fuera, al ver que dama Isis se había alejado para recibir a otros invitados.
—Kimbra y yo vamos a tomar el aire unos minutos, pero enseguida volvemos —dijo cuando la demonio rakshasa aceptó su propuesta—. ¿Alguien más se viene?
Ella misma quería tomar un poco el aire, sobre todo porque había bastante gente y hacía calor.

-Perdona, perdona -le dijo a Pelusa entre risas -Eh, no está tan alto. Y vas a tener que acostumbrarte para cuando aprendas a volar.

Fue a las escaleras de caracol y dejó a la spriggan sobre el escalón que quedaba a su altura para que fuera en cabeza. Subir con ella por una escalera tan estrecha podría ser un problema. Recibió a Arcan con un pequeño aplauso al ver que dejaba las tarjetas y no iban a tener que noquearlo para llevárselo y enfiló las escaleras al piso superior.

Fue un pequeño alivio ver la planta vacía. También había carteles holográficos pero la decoración era menos recargada y no estaba el barullo de voces de la multitud. La ropa de los percheros se notaba más casual. Rena no tardó en empezar a cotillear.

-Creo que aquí están las cosas que entran en nuestro presupuesto -comentó. Sacó una sudadera negra con capucha que le habría gustado de no ser porque era demasiado corta y se le verían la mitad de los pezones de no llevar camiseta debajo. -Oye, ¿cuándo habéis cogido esa comida?

No se había percatado de que Eitne y Nime subían comiendo y no sabía si advertirles de que se lavasen las manos antes de tocar nada o pedirles que compartieran.

Jace rio con sorna a la respuesta de Ruth. Roaxen se la sudaba, pero siempre era un buen punto del que rajar. Omitió ningún chiste sobre furros en asteroides, pero solo porque estuvo más ocupado pasando desapercibido entre sus colegas -todo lo que buenamente podía- al ver el regalo de Samika. Esta vez no era una gamba para la mesa. Se sentía un poco desastre como novio.

Ya estaban casi todos los del grupo, a tiempo para el brindis. Cogió una copa (de las que tenían alcohol, claro) y la alzó igual que los demás.
«¡Salud!»
Vertió el contenido despacio sobre su humo para que le diera tiempo a deshacer el líquido sin echárselo por encima. A su paladar, destruido por alcoholes fuertes y cutres, el vino blanco sabía un poco a chichinabo.

Kimbra e Irianna dijeron de salir fuera. Le vendría bien salir un rato, sobre todo porque cada vez había más gente rodeando la mesa. Además, Isis estaría ocupada como para quedarse a atenderlos.
«Me apunto» respondió. «Voy a salir un rato fuera, reina. Ahora volvemos» dijo en privado a la frivy.

Jace abrió paso entre la gente aprovechando su estatura y estiró los brazos al completo en cuanto estuvieron fuera.

«Dioooos, que alivio macho. Me he desacostumbrado a las marabuntas y a los sitios finos. Bueh, en verdad a eso nunca he estado acostumbrado» la caja de cigarrillos en su bolsillo pesaba, tentadora. Por uno no pasaría nada, suponía, y siempre podía rogarle un hechizo de limpieza a Irianna luego o hacerlo él mismo con discreción. Por las implicaciones prefería que no le vieran. «Aún no me creo que haya sacado todo esto en tan poco tiempo» añadió mientras encendía el cigarro, echando un vistazo al edificio de atrás. «Joder, ¿de dónde sacan la fuerza para empezar un negocio? Yo me habría acojonado nada más ver la lista de cosas que hay que hacer»

SAMIKA

La evaki sonrió felizmente ante la efusiva respuesta de Dama Isis a su regalo.

-Para Isis siempre lo mejor- añadió felizmente, antes tomar una copa también con agrado, escuchando que tenía alcohol, no le importuno demasiado, uniéndose con placer al brindis. Ella no acostumbraba tampoco al alcohol, a decir verdad, pero de algunas salidas a la taberna había pillado el gusto, solo un poco, aunque seguía prefiniendo alcohol que fuera dulzón.

Pronto no solo Zarpa se unió a ellos, que ya un nutrido grupo prácticamente colapsando un lado de la mesa de comidas y un poca a ella también con el movimiento, las voces y el ruido. Su amiga tuvo que irse a seguir dándole la bienvenida a los invitados, no sin antes presentarle al brujo que le había ayudado con las enredaderas de la fachada.

-Un placer, yo soy Samika – dijo sonriendo hacia el brujo como bienvenida, presentados suavemente, por un momento, notando como Eara y Ayne iniciaban una conversación con él. Las palabras de Irianna indicando que saldrían, le sentaron como si fueran un llamado angelical o algo así. Y disculpándose con el brujo, Zarpa y el resto de sus amigos que se quedaban adentro, Samika se dispuso también a salir. Suspiro profundamente cuando afuera el airecillo le golpeo el rostro y el sonido de voces, movimiento y ruidos menguo un poco al ya no estar en el centro de todo el ajetreo que había en el interior de la boutique. Sus oídos y su cabeza agradecieron el descanso, porque aun podía oír bastante bien lo que ocurría dentro de la boutique, sus oídos eran muy sensibles al fin de cuentas, pero al menos era mejor que tener una cacofonía de voces constantes taladrándole su ya agotados oidos.

-  Uff, no os imagináis como me habéis salvado sugiriendo salir a tomar el aire. Aunque no lo apareciera me estaba empezando a saturar de tantas voces aquí y allá- suspiro suavemente la Samika con una ligera sonrisa un poco cansada. Disfrutaba estar con sus amigos y aun mas haber escuchado prácticamente la felicidad de su amiga y el animo en Eara y Ayne que estaban recibiendo múltiples halagos por su comida. Pero un pequeño respiro no le venía nada mal.

Cerca de ella, Jace encendió un cigarrillo, y su voz no tardo en oírse en su cabeza. Era una sensación confusa, saber que fumaba, sin boca, y sin cara para empezar, desde el humo que salía de su cabeza al tiempo que les hablaba. No podía dejar de considerar la cosa un poco surrealista, incluso si se había medio acostumbrado ya a lo raro.

-Yo me estresaría solo pensar en organizarlo todo y probablemente solo de pensar en papeles, acabaría enloqueciéndome... si ni siquiera puedo leer una tonta nota. Como estar mirando un montón de pedidos que hacer o que pedir…tanto Isis como Eara y Aye tienen mi absoluto respeto en estos momentos - dijo ella encogiéndose de hombros con humor, ya había comentado en un encuentro anterior sobre que pensaba hacer algo al respecto con esa dificultad tuya para poder leer al menos, pero aún no había tenido oportunidad ya que era bastante caro. Por suerte ya le quedaba poco para ello.

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PELUSA

La pequeña no se sintió intimidada ni por Nime cuando le saco la lengua ni por Eitne. Ella era más alta que ellos y se sentía poderosa, al menos por unos instantes, ya que eso no duro demasiado. Pronto cuando salieron del gentío y Arcan volvió a unírseles en un segundo, Rena la dejo en las escaleras para que pudiera subir a la segunda planta y poder mostrarles todo en lo que habían trabajado hasta ahora, con profundo orgullo y satisfacción.

-Dama Isis insistía en que se hiciera ropa de variadas tallas, así como para diferentes clases de cuerpos, ya sabéis, tener alas o colas como poco, es una pesadez- dijo la niña que sabía eso por experiencia propia- También en el caos de los licántropos puede se run dolor…aun me acuerdo de todas las veces que tuve que arreglarte la ropa, Rena- dijo la niña con humor porque la ursantropo al inicio era un caos con cambios repentinos que destrozaban todas sus prendas.

Las palabras de la peliverde cuando estaba viendo aquella sudadera sobre los pequeños, hizo que Pelusa volviera sus ojos hacia Nime y Eitne, parpadeando confundida al notar que ciertamente tenían comida. ¿Cuándo la habían cogido exactamente? Pero dejo pasar aquella incógnita ante un suerte de alarma de otro tipo.

- No toquéis nada sin limpiaros las manos antes…y compartid un poco, apenas logre comer temprano por los nervios de todos esto- añadió Pelusa acercados un poco a ellos, pues su estómago que había estado nerviosos toda la mañana por la inauguración y no le había dejado probar bocado, ahora clamaba por esa comida que no había podido saborear desde bien temprano, sin ninguna clase de pudor.

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DÉDALO

Supo que Enredo se había adelantado para dirigirse primero hacia la inauguración de la boutique donde ambos habían sido invitados, cuando llego a casa de un viaje que tuvo que hacer puntualmente a Libo y el cual le había llevado algo más de tiempo del que esperaba inicialmente.

Tras dejar lo que había traído de libo en el almacén, con el fin ya de organizarlo más tarde, había subido a darse un baño y vestirse con algo adecuado para la inauguración de la boutique, donde no solo estarían algunos productos propios, sino que sería un lugar donde pudiera conseguir por fin ropa decente tomara la forma que tomara, que siempre era algo de agradecer.

Una vez estuvo vestido con una camisa de azul oscuro abierta, de mangas hasta los codos y con algunos diseños de flores en dorados sobre la tela, y unos sencillos pantalones de un rojo oscuro de vestir que se ajustaba con una sencilla tela como cinturón, volvió a bajar al sótano, donde tomo entre las cosas que había traído de libo una pequeña cajita, guardándosela en su inseparable bolsa sin fondo. No se recogió el pelo en esta ocasión dejándolo caer suelto por su espalda solo se recuperó su color blanco habitual, eliminando el negro con el que había ido a Libo.

No le tomo demasiado tiempo llegando a pie y cuando lo hizo se encontró con que ya parecía haber algunas personas cerca de la entrada, a saber, si esperando para entrar o tomándose un descanso del probable ajetreo que habría dentro.

No conocía de primera mano, a ninguno de los presentes, más que de vistas o de haber escuchado de ellos, ya que Enredo si se movía un poco más que él entre la gente de la ciudad.

-Disculpad la interrupción...- dijo llenando la atención del pequeño grupo en la entrada, que no dejaba de ser llamativo, teniendo en cuenta que había un dullahan entre ellos, una hija de luna que debía ser una rakshasha, una ¿evaki? No tenía muy claro si se estaba confundiendo de trasformación aunque teniendo en cuenta que se había intentado poner un poco al día, no lo creía y por ultimo una chica idrina que no tenía cambio alguno, asique bien podría ser una bruja. Solía ser lo más común al menos

Miro hacia el interior de la boutique notandola concurrida, era la primera vez que asitir a la apertura de una tienda asi que no tenía claro si el numero de gente era poco o mucho, en realidad. A el desde luego le parecian bastantes. Enredo deberia estar por ahi dentro probablemente, aunque no lo habia visto desde la entrada.

-Parece que Dama Isis tuvo bastante exito. ¿Se puede estar dentro sin mucho agobio o aun no entrasteis? Mi nombre es Dédalo, por cierto, encantado. –añadio con una sonrisa tranquila.

Sekk:

Rasqa y Sekk se dirigían hacia la nueva boutique de Isis a buen paso, pues llegaban tarde a la inauguración oficial del negocio, pero a pesar de las prisas no les faltaba el aliento para charlar de nada y de todo en particular. Ya había pasado algo de tiempo desde que el berserker se mudara a la Sede, por lo que no había muchas novedades sobre las que hablar, salvo quizás el nuevo corte de pelo del intara.
—Me gusta llevar el pelo largo, pero hay que reconocer que para entrenar y todo es mucho más cómodo llevarlo corto… —comentaba, pasándose la mano por la nuca en un gesto inconsciente.

Había contactado con un goliat especializado en genemagia para que solucionara su problema capilar, pero en vez de restaurar sus terminaciones nerviosas había optado por transformarlo en un cabello más similar al humano, pues nunca había aprendido a mover esa parte de su cuerpo y no creía ser capaz de aprender a aquellas alturas.
—Me ha costado bastante, pero es dinero bien invertido si puedo hacer esto sin sangrar por todas partes. —le comentó al parqio con una media sonrisa, señalándose la cabeza mientras a lo lejos ya se adivinaba su objetivo.

El ulterano redujo ligeramente el paso al avistar a gente en el exterior, sin muchas ganas de tropezar con desconocidos, pero cuando reconoció a la chimenea que era Jace volvió a acelerar para alcanzarlos cuanto antes.
—¡Hey! —saludó a sus amigos, alzando la voz y la mano para llamar su atención. El rubio llevaba unos vaqueros skinny algo desgastados, unos botines de cuero oscuros y una chaqueta algo holgada bajo la que se adivinaba una camisa grisácea.

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Milo:

Varios pasos más atrás y bastante distraído avanzaba Milo, dándole vueltas aún al último proyecto que le había encargado Archi: el mismo que le había retenido hasta el momento debido a su urgencia. Al igual que el intara llevaba unos pantalones bastante desgastados, pero el irrense completaba su atuendo con unas adidas y una cazadora que parecían sacadas de alguna serie ochentera humana.
—Por la izquierda. —avisó a la pareja de veteranos en el último momento, esquivándoles ágilmente con su monopatín de cobre justo antes de que se reunieran con sus amigos.

Lo cierto era que los conocía a casi todos de vista, pero no parecía apropiado interrumpir, así que se limitó a saludar con una mano de pasada y se dirigió a la puerta del local de Dama Isis.
—Vamos a ver… —murmuró para sí, levantando la tabla de metal con un pie en cuanto llegó a la entrada para que segundos después recuperara su forma de esfera habitual—. Seguro que llego super tarde. —masculló, empujando el picaporte con cara de circunstancias.

La boutique estaba bastante concurrida y por suerte su llegada pasó desapercibida, lo que le permitió echar un buen vistazo a la estancia sin que nadie se fijara demasiado en él. No había rastro de sus amigos, lo que no le extrañó teniendo en cuenta la cantidad de plantas que tenía aquel sitio, pero necesitaba encontrarlos y lo único que se le ocurrió fue recurrir a su dominio.
—¿Dónde estás? Ya he llegado… —susurró, buscando con su mente la pieza de cobre que le había regalado a Rox hacía tan solo unos días y tirando de ella con suavidad.

Enredo reconoció a los sinhadres y les sonrió.

-Eara, Ayne. ¿Ésto es cosa vuestra? - la pregunta era retórica ya que Isis se lo había confirmado al "presentárselos".- He de decir que sí que me gusta. El sabor es muy claro y la textura está perfecta, mis felicidades - les dijo con una sonrisa. Su sonrisa se ensanchó al escuchar lo del restaurante.

>>Algunos rumores me habían llegado, a decir verdad - contestó.- Ciertamente me alegra ver que la ciudad prospera poco a poco con nuevos negocios. No hace mucho le di una copia de mi libro de recetas a un joven sinhadre como vosotros, Neil creo recordar que se llama. Da gusto probar comida como ésta fuera de mi propia casa. Estoy deseando vuestra apertura para tener una excusa de salir a comer fuera de casa.


Varsai cogió una copa de vino y se giró al resto. Se excusó cuando algunos dijeron de salir afuera. Ella acababa de llegar y no habría quedado bien que saliese de forma automática. Se acercó a Devoss y Ruth que tampoco parecía que fueran a salir.

"¿Me acompañáis a ver ropa?" les preguntó mentalmente con ganas de ver algo más de la tienda. Luego sonrió pícaramente a Devoss y Ruth. "Podríamos salir a cazar un día juntos. Tú y yo cazamos y Ruth y Rasqa nos cocinan la comida" sugirió sonriente.

Kimbra

Kimbra sintió una mezcla entre cohibición y orgullo cuando Irianna asintió hacia ella confirmando que su felicitación a dama Isis había sido adecuada y cuando la misma Isis le hizo un cumplido sobre su vestimenta. Aunque no eran sentimientos con los que estuviera muy familiarizada, sobre todo el primero, la demonio dedujo que se trataba de una reacción apropiada ante un reconocimiento de un acto realizado de forma correcta por alguien a quien se le consideraba experto o conocedor de dicho acto. Isis como modista que era suponía una referencia en lo referente a la vestimenta por lo que su cumplido al respecto tenía de forma objetiva un mayor valor. Al igual que Irianna como el paradigma de las convenciones sociales en lo que a Kimbra respectaba.

La demonio comprendió lo suficientemente bien la explicación sobre el brindis como para pensar que el brindis realizado por dama Isis no solo era el más adecuado para la situación, sino que también sería el que ella haría por defecto, ya que consideraba aquellas tres cosas como los pilares de su vida actual. Aunque, eso sí, la bebida alcohólica con la que se suponía había que hacer el brindis no le pareció tan adecuada, al menos para ella, ya que le pareció demasiado dulce.

Cuando Irianna le sugirió salir al exterior, Kimbra aceptó sin problema, ya que la cantidad de personas que había en el local le hacían sentir algo incómoda y prefería una pequeña reunión con sus amigos sin que esto supusiera una ofensa contra dama Isis.

Al final, Samika y Jace también se unieron a su salida, ya que parecía que la evaki había tenido unos problemas similares a los suyos, aunque de otra naturaleza, y Jace parecía querer fumar, acto que por muchas veces que el dullahan se lo había explicado, nunca llegaba a comprender.

La krabelinense dejó que fueran sus amigos quienes contestaran al desconocido que se había acercado a ellos presentándose como Dédalo, pensando que sería lo más adecuado ya que solían dar una imagen más amable que la que daba ella por regla general. Aunque sí que le devolvió el gesto a Sekk y Rasqa cuando lo vio acercarse, más acostumbrada cada día que pasaba a ese tipo de interacción cercana con sus amigos.


Wednesday

Al final, el grupo, en su camino a la mesa de aperitivos, se cruzó con varios conocidos y, tras intercambiar las típicas cortesías y algo más de conversación de real interés, Virgo se percató de que dama Isis se había separado de sus amigos y parecía estar momentáneamente libre, por lo que no perdió el tiempo en informar a su jefa.

-Seguid vuestro camino hacia la comida sin nosotras. Vamos a aprovechar que la anfitriona está libre. Cuanto antes terminemos con esto, antes podemos volver a casa -les dijo rápidamente antes de dirigirse hacia la susodicha con Virgo tras ella.

Para su suerte, aunque dama Isis había estado recibiendo felicitaciones de los asistentes, nadie había entablado ninguna conversación con ella en lo que tardaron en llegar a su lado y la británica no tardó en saludarla y felicitarla mostrando lo que ella llamaba su máscara corporativa.

-Felicitaciones por la boutique, dama Isis. el local ha quedado precioso y la colección expuesta es muy interesante -halagó la vouivre-. Permíteme presentarte a Virgo, mi asistente -dijo señalándola y ella respondió con una inclinación de cabeza hacia la frivy en muestra de respeto-. Ambas tenemos una propuesta que hacerte. Como posiblemente ya sabrás, yo también voy a inaugurar próximamente mi negocio y por lo que hemos visto aquí podrías ser lo que estamos buscando para la parte más "textil" del proyecto.

Ruth contempló de maneras discreta el regalo de Samika a la frivy y esperó impaciente a descubrir su contenido. No era algo que le hubiera hecho especialmente ilusión a ella, pero en realidad el retrato era bonito y hacía honor a la anfitriona de la ceremonia, por otra parte era un detalle a tener en cuenta, tenía que aprender a valorar más esas cosas y dejar de ser un desastre social en muchos aspectos, no haber tenido amigos nunca se le hacía cuesta arriba en ocasiones como esa.

—¡Salud!— brindaría la demonio de fuego con una sonrisa negra cruzando todo su rostro, cuando las copas chocaron levemente las mechas de su fuego y la cola se intensificaron como para darle más emoción. Luego escucharía con atención a Dama Isis mientras daba un gran sorbo con una mueca extraña por encontrar la bebida alcohólica más agradable de lo esperado—pues me gustan mucho— admitiría, impresionada porque pensara implementar ropa de otros mundos, ella solía vestir aún demasiado terrestre pero quizá debiera soltarse un poco y aprovechar el intercambio cultural que a menudo, solía tener con sus amigos o compañeros de la Sede. También estuvo atenta a la conversación con el holandés a su lado, aunque Devoss era sin duda el que más encajaba con la ropa deportiva y cómoda la verdad es que ella también se sentía bastante identificada con ese estilo. Asintió efusiva sintiéndose muy identificada con lo incómodos que eran los sujetadores en la ciudad.

Al final el grupo se dividió ya que algunos querían tomar el aire, Ruth decidió quedarse pues acababa de llegar y sentía que le faltaban algunas cosas por ver. Le habría gustado continuar charlando con Dama Isis por la curiosidad que le despertaba un negocio así y porque despegar la mirada de ella era muy difícil pero tendría cosas que hacer así que la israelita se despediría con una sonrisa con pudor por el ofrecimiento de la frivy con las deportivas. Si luego descubría que iba en serio las rechazaría amablemente, no por su diseño si no porque no se sentía bien aceptándolas.
—¡Claro! vamos —respondería a la invitación de Varsai, luego alzó las cejas en dirección a la licántropa— creo que eso es algo más propio de Rasqa —pero sonrió, estaba bien, había pillado la broma.

A paso lento miraría los escaparates con interés, en Madrid les escaseaba el dinero y aunque era más indiferente a cómo vestía que otras personas prefirió no meterse en centros comerciales para evitar ver cosas bonitas que no podía comprar. Así que todo eso la asombraba, sobretodo porque a diferencia de su pasado veía prendas a su alcance a pesar de no tener dinero, al fin y al cabo si aún no tenía un trabajo es porque de momento no lo estaba buscando.

Adrune

Había asentido a Arcan como si comprendiera perfectamente, pero no tenía ni idea de quién era Maher y tampoco sabía cuánto era falsa modestia y cuánto verdad. Luego fue el turno de Pelusa de explicar un poco sobre su trabajo, lo cual esta vez sí entendió perfectamente. Tenía que ser difícil diseñar y coser ropa para tantas personas diferentes, pero Adru sabía que la mona del queso era muy mañosa y seguro que no tenía problemas en realidad.
—¡Es todo muy bonito! Los muebles, la ropa… ¡El modelo también, claro! —añadió no queriendo discriminar el trabajo de Rox—. Quiero decir… es un buen modelo, no bonito. Eso suena raro, creo —dijo adoptando una pose pensativa.

No dijo nada más, pero se sumió de pronto en sus pensamientos. Si una persona era “bonita” se le llamaba “guapa” pero Adru no sabía cuál era el uso correcto de aquella palabra. Para ella todos sus amigos eran guapos, desde luego, no importando los cambios que hubiese provocado la Luna. Incluso Sinceridad con todos aquellos ojos, porque para el sinhadre la guapura venía desde dentro y salía fuera. Pero sabía que la gente usaba el término de otro modo. Cuando alguien le gustaba de forma romántica o incluso para tener sexo con esa persona y el gamusino no comprendía aquella forma de “calificar” a la gente. Tampoco lo había pensado demasiado, pero sabía que todo el mundo lo hacía y que consideraban más guapos a unos y a otros, pero ella no entendía cómo funcionaba eso. Si alguien le observaba casi podría ver salir humo de su cabeza, en cuyo rostro mostraba una expresión de concentración con el ceño ligeramente fruncido y sostenía un brazo bajo la barbilla.

Estaba tan distraída en sus pensamientos que chocó con un maniquí justo después de que la spriggan les dijese que no tocasen nada con las manos sucias. Por suerte no las tenía, pero se apresuró a evitar que el maniquí cayese y le pidió a Neil que emplease un hechizo de limpieza por si acaso.
—¡Perdón! —dijo mirando hacia todas partes con expresión de culpabilidad.


Irianna

Sonrió a la evaki cuando esta afirmó necesitar aquel descanso. Sabía del problema que conllevaba para alguien con un oído tan fino estar rodeada de tantas voces.

—La verdad es que yo tampoco —respondió al comentario de Jace con una leve risa—. ¿Por qué te gusta tanto fumar? Huele… mal —preguntó con curiosidad a continuación al verlo encender uno de sus cigarrillos.
A pesar de que estaba más familiarizada con el concepto que la hija de lunas, a la nebulomante también le costaba entender aquel acto. Sabía que había un componente de adicción que sin duda era poderoso, pero también que existían formas para curarse de aquella adicción que eran mucho más efectivas gracias a la magia.

>>La verdad a mí me parece admirable lo que han conseguido tanto Isis como Eara y Ayne en tan poco tiempo. Yo no necesito preocuparme de proveedores, pedidos ni realmente llevar las cuentas al detalle y ya me tiro de los pelos a veces pensando en todo lo que podría salir mal —opinó tras Samika, por el comentario del dullahan sobre los negocios—. Pero también tengo muchas ganas de empezar. Mudarme, tener mi propio espacio y hacer algo que de verdad me gusta… Aunque requiriese más esfuerzo seguro que no renunciaría a ello. Ayuda que sea mucho más fácil conseguir los medios en Rocavarancolia que en nuestros respectivos mundos, por lo general.

Un desconocido que acababa de llegar interrumpió momentáneamente su conversación, preguntándoles por el interior del local.
—Encantada, yo soy Ir… Dama Enigma —se corrigió respondiendo al tal Dédalo. Era la primera vez que daba su nombre “de negocios” a alguien, pero de algún modo le pareció adecuado—. Hemos salido a tomar un poco el aire, pero diría que se puede estar. Además hemos salido nosotros así que hay más espacio. —Una voz conocida desvió su atención entonces y vio la enorme figura de Sekk, seguida por la más pequeña de Rasqa—. El equipo humo no es nada puntual. Bueno, salvo Jace —se dio cuenta enseguida de que el dullahan encajaba mucho mejor en aquella descripción que el berserker y el moloch—. Diles algo a tus secuaces de humo —bromeó.


Noel

—Bueno, yo intentaré guardaros algo, pero no puedo prometer contener a todo el mundo —le dijo a Wen con jocosidad antes de que Virgo y ella se adelantasen para hablar con la dueña de la boutique.

El draco, acompañado del resto de sus amigos, se acercó entonces a los aperitivos que sin duda le habían estado llamando desde que pusieron un pie dentro del local. Se cruzó con Kimbra e Irianna que iban en dirección contraria y les saludó de forma simple, ya que estaban ocupadas rodeadas de sus amigos y a continuación puso toda su atención en la mesa.

—¿Qué hay, Enredo? —saludó al brujo que se encontraba muy cerca de por dónde habían comenzado a atacar el buffet, hablando con dos sinhadres—. Vosotros sois amigos de Kimbra e Irianna, ¿verdad? Bueno, y supongo que también de dama Isis. Entonces, ¿la comida gratis ha sido cosa vuestra? —preguntó mientras se llevaba otra tartaleta a la boca.
Sabía que sí, porque había oído un trozo de la conversación que la pareja mantenía con el brujo de las enredaderas, pero había gente que no se tomaba bien que a veces no pudiese evitar escuchar conversaciones privadas porque llegaban a su oído con demasiada claridad.

Jace

«Ya ves» dijo tras Samika con complicidad, asintiendo con el torso -porque con la cabeza no podía- al añadido de Irianna. Por esas cosas había elegido unirse al ejército: ni se rallaba ni tenía que hacer papeleos, era un mandado como otro cualquiera.

La bruja hizo un comentario cuando ya estaba dándole una calada al cigarro, encogiéndose de hombros de forma indiferente. Echó el humo, ese que no era suyo, en dirección contraria a las chicas, bien alto.
«Me relaja» dijo simplemente. Otra calada. «Uno se acostumbra al olor, y no es como si esto fuera a matarme ahora.»
Confiaba en que su regeneración como dullahan tuviese un seguro contra el cáncer de pulmón.

Un chico de un pelo blanco tan largo como un personaje de videojuegos se acercó a ellos y Jace por inercia se apartó de la puerta, creyendo que solo les pediría paso. En realidad parecía querer hablar.
«Sí, se puede entrar. Cerbero» se acordó de presentarse con su nuevo nombre solo porque Irianna usó el suyo. De los allí presentes de momento solo Samika lo habría oído. Ya lo explicaría luego, cuando la llegada de Rasqa y Sekk no robase toda su atención. El dullahan perdió su aura de intimidación y su mínimo saber estar al darle una patada indolora en el culo al berserker, sin molestarse en sacar la otra mano del bolsillo.

«¡Capullos, yo pensando que no íbais a venir ya!» les dijo, tan basto como siempre. Se rio tras el comentario de Irianna, cuadrando los hombros como un buitre para aparentar estar más serio, como un jefe mafioso o algo del estilo. «¡¿Cuáles son vuestras excusas, a ver?!»


Rox

Rox miró a Arcan con una ceja alzada y media sonrisa cuando repartió las tarjetas, una expresión que venía a decir "¿te has quedado a gusto?". El rapiña no se había escapado y había podido hacer lo que pretendía, al final todos ganaban.
—Soy bonito, no te cortes —respondió a Adru guiñándole un ojo antes de echarse a reir. En ese momento no se percataría de su confusión.

La planta de arriba era para ellos, los primeros en llegar. El cambiante se conocía bien las prendas, había pasado mucho tiempo ahí y un casi la mitad de su armario se abastecía de esa sección en concreto, pero si había alguien que merecía lucirse por la ropa era Pelusa. Estiró los brazos ahí donde estaban las sudaderas, las chaquetas deportivas y las cazadoras con logos de equipos inventados a la espalda, como si quisiera darle un abrazo a un viejo amigo al que estaba deseando presentar.
—¡Tú lo has dicho, bueno, bonito y barato! —exclamó tras Rena. Luego se dio la vuelta para fijarse en los críos por su aviso—. Parece que tenemos unos topillos, ¿eh?

Entonces Adru se dio de bruces con el maniquí, haciéndole poner los ojos como platos y apresurarse en ir en su ayuda. El gamusino ya lo tenía controlado, así que suspiró de alivio al ver que quedaba solo en un susto.
—Vuelve a tierra, Capi, no queremos liarla en la inauguración —rió algo apurado, aunque en su tono había a medias un aviso real—. ¿Estás bien?

Entonces notó un tirón en el cuello hacia abajo. El cambiante se llevó una mano extrañado al colgante escondido bajo su camiseta, un anillo de cobre que sostuvo bajo la tela para evitar que siguiese moviéndose.
—¡Ah, un segundo chicos! ¡Ya vengo!
Y sin dilación salió escaleras abajo. De camino saludó a Zarpa y los chicos que le acompañaban de buen humor (además, tenía que lucirse como dependiente) frenándose para que pudieran subir ellos primero y de paso, buscar la mata de pelo negro de Milo desde ese ángulo entre la multitud. Al dar con él siguió su trayecto con una sonrisa todavía más amplia.

—Lento —dijo cuando le tuvo a tiro, cerrando el puño para que lo chocase. Quedaba claro que no era un reclamo—. Estás guapísimo —continuó en voz baja antes de seguir con normalidad, en su característico tono burlón—. ¡Me pregunto de quién has aprendido!
Había bastante gente a su alrededor, entre ellos algunos conocidos o su jefa, así que se movió con disimulo -mirando antes de un lado a otro como si fuera a cruzar la carretera- a la hora de besarle, algo fugaz. No se cortó tanto al pasarle el pulgar por la mejilla con cariño, deteniéndose en sus algo notables ojeras.

—¿Seguro que no te explotan? —bromeó. Después le cogió una mano para guiarle—. ¡Venga! ¡Los demás están ya arriba!