La Boutique de dama Isis

Asintió ante la explicación de Dédalo sobre en qué consistía su negocio.
—Parecen muchas cosas diferentes, pero supongo que ser un proveedor en una ciudad tan pequeña como Rocavarancolia exige un catálogo amplio.
No pudo evitar emitir un bufido cuando el cambiante habló de remodelar una nueva casa.
>>Con nosotros no cuentes para eso: ya no ofrecemos servicios de carpintería —se rio recordando que cuando todavía no se podían permitir rechazar según qué ofertas habían sido contratados por Krono Rádem para eso mismo—. Por suerte ahora un brujo nublino tiene un negocio de carpintería y no creo que a nadie se le ocurra volver a contratarnos para eso.

Gael le recomendó al cambiante hablar con Wen cuando terminase su charla actual con la pareja sinhadre, la cual escuchaba de refilón de tanto en cuanto y sonreía para sus adentros siendo testigo de la eficiencia de la vouivre haciendo negocios. Estaba convencido de que aquella chica podría formar un imperio económico en la ciudad si se lo propusiese, aunque no creía que entrase en sus planes teniendo en cuenta lo estresada que había estado en los últimos meses.

—Son aguas termales —respondió a la pregunta de Dédalo—. Con una gran variedad de efectos sensoriales de todo tipo, por eso creo que le pueden interesar tus perfumes y puede que alguna otra cosa de tu catálogo para la decoración.

Por desgracia, el tema de las publicidades acabó siendo un callejón sin salida. No había manera ni con unos ni con otros de conseguir que les regalaran nada, por lo que no le quedó más remedio que dejar caer un “perdón” angelical y encogerse de hombros junto a Nime, que llevaba toda la razón del mundo. <<¿Cuánto se tardará en ser sus amigos?>> se preguntó el niño, curioso. Por suerte, Milo logró que abortara cualquier nuevo plan que pudiera urdir con unas palabras mágicas.

—¡Ala! ¡Guay! ¿Qué te quieres comprar tú? —el niño empezaba a entender que el dinero valía un esfuerzo y que todo lo que estaban gastándose en él lo perdían para sí mismos. De ahí que hiciera hincapié en lo que quisiera el brujo. Todavía se le escapaban muchas cosas (como el tema de por qué estaba tan mal pedir cosas gratis), pero empezaba a germinar en él la idea de que tenía que devolverles algo, cuando él fuera mayor. O quién sabe.

El niño se distrajo escuchándolos hablar sobre transformaciones, curioso ante las de los presentes. Se quedó un rato absorto en el licántropo tigre sin saber muy bien por qué y no opinó nada sobre la veela. Su primer instinto habría sido decir que él también tenía un aura, pero sabía que era un dato que funcionaba mejor cuando era sorpresa, cómo ahora.

—¡Es verdad! —apostilló tras la demonio mineral—. Nime alza piedras como si fueran de juguete.


Rasqa sonrió ante los comentarios cruzados entre Jace y Sekk y dio una pequeña aportación, con mucho cuidado de que no se le cayera el cigarrillo de las fauces:

—Si hay un humo del que debo huír es el tuyo, Sekk. No quiero morir joven —se rió.

La idea caló bien en el grupo y muchos de ellos se apuntaron a pasar en busca del accesorio perfecto para Amarok, al menos una vez acabaran los cigarrillos. Por desgracia, el de Rasqa se consumió rápido. Cuando solo quedó el filtro, el parqio estiró el cuello hacia arriba, miró al cielo y lo escupió como si se tratase de un numerito ensayado de circo.

—Te tomo la palabra con lo del porro —dijo divertido, sin saber muy bien lo que era. Debía de ser un cigarro enorme. Pensó también que, ya que no hacía nada con su dinero, tal vez pudiera comprarle cigarros al dullahan en alguna ocasión. Había escuchado que en la casa de Gar se fumaba mucho, podía ser un buen lugar para comprarlo.

Cuando Jace se acabó su cigarro, pidió a Irianna limpiar el olor. Por costumbre, Rasqa ya ni siquiera puso cara de pena. Era normal que pasara aquello. Se limitó a agitar la cola emocionado ante la compra que querían hacer y encabezó impoluto la entrada al local. El moloch se sintió un poco apabullado por la cantidad ingente de ropa que había y su dificultad para procesarla de la misma manera que lo hacían sus amigos. Entendía que las necesidades de ellos eran distintas a las suyas, pero le costaba entender el interés por tantos colores, estilos y tipos de ropa que coexistían en un lugar tan “pequeño”. Así, trató de buscar a Twix, lo cual fue increíblemente fácil. Bastó con barrer la sala hasta que sus ojos se posaron en la persona más bella y luego agitó la cabeza con disgusto evidente, para zafarse del influjo de la veela.

—¡Hey, Twix! —saludó a voces, sin ningún tipo de preocupación por guardar unos modales ni por interrumpir la charla de la frivy con el chico tuerto (que Rasqa sabía que le sonaba de algo)—. ¿Nos ayudas? Quiero comprarle algo a Amarok —anunció. Tampoco pensó que aquello se pudiese interpretar como una broma de mal gusto en este instante concreto.

Sekk puso los ojos en blanco cuando Jace le lanzó un par de pullas a la cara, tratando de ignorarle para no entrar al trapo, pero cuando le dijo que se montara su propia equipo no pudo evitar el impulso de darle un leve empujón.
—No pensaba que fueras tan traicionero con tus amigos. —le acusó con una mueca, dirigiendo su atención hacia Kimbra cuando la demonio rakshasa le explicó sus intenciones con su literalidad habitual.

Cuando la krabeliense mencionó la pajarita de Rasqa una pequeña sonrisa asomó bajo la barba del intara, pues la imagen mental de Amarok con un lazo al cuello le hacía gracia, pero cuando la morena le ofreció acompañarles y dar alguna sugerencia su expresión se tornó más pensativa. «Qué le sentaría bien a un lobo-erizo gigante?» se preguntó, reflexionando seriamente sobre ello mientras soltaba una risita sardónica tras el comentario del moloch.
—¿Un pañuelo bien grande quizás? —sugirió después de que el dullahan propusiera un collar de pinchos, encogiéndose de hombros bajo la chaqueta.

La idea general era entrar a la boutique, cosa que al berserker no le parecía mal porque aún no la había visto por dentro, y tras la conveniente ayuda de Irianna para con los fumadores el grupo se dirigió a la puerta.
—Vaya… —murmuró para sí una vez dentro, no muy seguro de hacia dónde mirar primero. Aquel despliegue de buen gusto y pulcritud no se veía mucho en aquella ciudad, pues por lo general la ruina estaba a la orden del día, y sumar uno más a la escasa lista de lugares bonitos era toda una experiencia.

Que el parqio irrumpiera como un tornado, sin embargo, rompió un poco la ilusión y el berserker contuvo la risa a duras penas.
—Hola. —saludó en silencio* desde la distancia cuando la veela miró en su dirección, esbozando una sonrisa avergonzada ante el cante que estaba dando su compañero.

*Solo moviendo los labios, vaya.

Dama Diurna les tendió entonces una hoja que, si bien no podían leer en detalle en ese momento, les sería útil para entender mejor el encargo una vez terminase aquel evento. Al igual que Isis, estaba claro que ponía mucho cuidado en todo lo que concernía a su negocio, y eso hacía que trabajar con ella resultase interesante. Ver a otras personas darlo todo era inspirador para los sinhadres también.

—Estupendo, si nos decís un día de la semana podríamos pasarnos a hablar con vosotras en cualquier momento. Mientras tanto le echaremos un vistazo a esto para discutir las posibilidades durante el encuentro —comenzó Ayne, tomando la hoja entre sus manos.
—Por el tiempo no os preocupéis, con tanta antelación tenemos de sobra para pensar el menú y llevarlo a cabo sin agobios. Podréis darle tantas vueltas como queráis a lo que os gustaría que se sirviese… siempre que entre dentro de nuestras posibilidades, claro. No hace falta decir que nos esforzaremos en aprender cosas nuevas si es necesario, pero si no os satisface el resultado no os sintáis presionadas para contratarnos.
Eara no sabía muy bien cómo discutir negocios, pero aquel era para una amiga y, de nuevo, lo último que querría sería decepcionarla. Por otra parte, estaba deseando poder leer la hoja que les había tendido Virgo para saber la clase de reto que sería. Tras el éxito de su primer trabajo casi estaba deseando aprender más cosas nuevas, ponerse nuevas metas y, en general, convertirse en una mejor cocinera poco a poco.

Samika

La evaki no sabía que pensar sobre eso de los muebles en vez de facilitarte la existencia te la complicasen, aunque tal vez su valoración era un poco subjetiva, teniendo en cuenta que cualquier cambio en su entorno se volvió un poco dolor de muelas.  Aunque escuchar sobre el armario claustrofóbico le hizo reírse, eso sonaba bastante más interesante que la mesita de noche que se movía sola para golpearte siempre en los dedos y hacerte tropezar.

La mención de los diablillos por parte de Vivia le recordó a los pequeños eres que llevaba y traían el té las veces que había ido al burdel. ¿harian trastadas tambien entonces? No estaba segura de cuanto control tendría realmente Cain sobre sus actos y no era algo que fuese a preguntar, el tema de los dominios se le escapaban.

- Es una muy buena zona a la que mudarse, este lugar se está volviendo otros de los centros de la ciudad aparte del mercado- asintió la evaki, que ya se conocía bastante bien la ciudad y donde el flujo de reconducciones más claro se centraba solo en pequeñas zonas, estando todo lo demás casi tan ruinosos como al principio de llegar allí. La ciudad parecía divirdirse por una línea invisible entre la zona para los transformados y la zona para los cosechados, que alguna vez terminaban coincidiendo en sus andanzas de todas formas.

Cerca de ellos, el buscarle algo a Amarok parecia estar volviendo el protagonista de la conversación y le aprecia bastante interesante. El pensar en Kimbra poniéndole a todas sus mascotas algún artículo de la tienda le aprecia bastante curioso.

- Buscarle algo a Amarok suena interesante, ¿te gusta algún color en especial o que de alguna imagen especifica? – preguntó interesada a la krabeliense mientras decidían finalmente adentrarse en la tienda, tras que el olor a tabaco uno que probablemente no agradaría mucho a Twix que se impregnase en sus diseños, fuese evaporado del lugar- Aunque ponerle un collar de pincho como dice Jace no suena tan mal, se vería aún más intimidante de lo que ya parece, si esa es la imagen que quieres dar de Amarok, es lo más adecuado- admitió aunque notaba aun cierta tensión con el dullahan con el cual aún no se había disculpado y que tenía claramente presente, intentaba no enrarecer aún más cosas. Tendría que encontrar el momento para disculparse, que parecía que sería lo más difícil de conseguir siendo que estaban mayormente en grupo.

No tardaron en adentrarse al lugar acompañados de Vivia que se unió a la búsqueda de algo para Amarok. La exclamación repentina de Rasqa saludando a Isis la descoloco, aun así, notando que la veela se encontraba cierta distancia y el parquio había tenido menos mil de tacto al saludar. La evaki no pudo evitar sonreír por la acción de este.

-Por curiosidad ¿quieres también buscarle algo también a Ratatouille? Si te apetece tambien podriamos ayudarte y asi aprovechamos - pregunto la evaki mirando en dirección a la krabeliense, mientras pensaba que podría venirle bien a Amarok entre todos los artículos que poseía su amiga en la tienda.  Aunque en su mente un collar de pinchos o algún pañuelo de algún color, como también había sugerido Sekk, era lo que más le encajaba para este.

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Dédalo

La explicación de Noel a grandes rasgos del negocio en el que estaban trajando Dama Diurna atrajo su atención. Las termas le eran conocidas, aunque claramente no había llegado a entrar a unas, le aprecia algo bastante curiosos. Aunque lo de diferentes propiedades sensoriales fue en definitivo lo que más le curiosidad le atrajo.

-Eso es bastante novedoso, solo conocía de algo parecido en la ciudad por en el burdel- sabía que había termas en el burdel, ya que las había visto el poco tiempo que estuvo asintiendo a este años atrás. ¿La idea de Dam Diurna era hacer algo similar, pero a mayor escala? - Imagino que ya tiene el local pensado y el sitito donde va a poner ¿no es así? - pregunto curiosos, aunque no esperaba que le diera realmente mucho detalle, observando como Dama Diurna y su acompañante parecía empezar a terminar de hablar con los dos sinhadres que presidían la mesa. Demasiados negocios abiertos o por abrir quedaban una nueva vista de la ciudad y que solo atraía a Dédalo a entrar en todos ellos.

Así que hablar de ello con la bruja llamaba bastante su atención, no sabría si llegaría a tener negocios con ella realmente o si le interesaría para empezar, pero el tener la posibilidad ahí no era algo que fuera a desperdiciar. Por ello cuando noto que Dama Diurna y su acompañante, Virgo, pues con todo se había terminado quedando con el nombre, parecían estar terminando su charla con los sinhadres, cuyas últimas partes de la conversación alcanzo a escuchar. Al parecer aquella fiesta inaugurando la boutique se había vuelto el mejor lugar para concretar negocios de muchos de los presentes.

No tenía mucha confianza con la bruja, por no decir ninguna, no recordaba que hubieran hablado expresamente en el pasado. Así que se le hacía un poco inusual interceptarla para hablar así de buenas a primeras, lo cual era un tanto irónico si tenía en cuenta en lo que trabajaba.

- La boutique se ha vuelto como un lugar de reuniones para negociar, aunque no soy quien para juzgar, me incluyo - rio Dédalo  porque era lo que había hecho y pretendía seguir haciendo, mientras disfrutaba de la comida servida por los sinhadres y de la ropa, la cual estaba seguro, algo se llevaría consigo al final del día. Eso si no sin antes olvidarse de saludar a dama Isis en cuanto pudiera.

Wen dejó que fuera Virgo quien se encargara de concretar una fecha con Ayne y luego se dedicó a hablar de otros temas menos serios con los sinhadres como sus conocidos en común o el evento en el que se encontraban, mientras Virgo seguía probando la comida y observando su disposición en la mesa.

-Bueno, no os distraemos más -concluyó Wen cuando recordó que antes de preguntarles sobre su nuevo negocio habían estado a punto de traer más comida para servirla-. Tendremos mucho tiempo para ello cuando nos veamos y no quiero que dejéis desatendida la comida por nuestra culpa.

Tras despedirse de los sinhadres, Wen con un asentimiento de cabeza y Virgo con una inclinación parecida a la que le había hecho a dama Isis, ambas se reunieron de nuevo con el resto de su grupo que seguía hablando con el cambiante.

-Como se suele decir, dos pájaros de un tiro -comentó cuando estuvo al lado de Noel, no queriendo añadir nada más ya que sus amigos sabrían que se refería a que había venido a la fiesta con la intención de cerrar un negocio y había terminado cerrando dos-. Tengo entendido que ya habéis arrasado con la comida, ¿queréis mirar alguna prenda ahora?

La pregunta podía sonar desde fuera como el inicio de una conversación casual familiar, pero en realidad era la sutil forma que escogió la vouivre para decirles a sus amigos que por ella podían irse ya de vuelta al Cuchitril, ya que consideró que decirlo directamente podía sonar maleducado para el cambiante y la británica todavía tenía su modo negocios activado consecuencia de sus dos últimos tratos.

Irianna

Asintió a Samika y sonrió a Vivia ante su ofrecimiento y a la confirmación de que decidiese acompañarles dentro.
—Oh, el buffet es cosa de nuestros amigos Eara y Ayne que van a abrir un restaurante. ¡Te va a encantar su comida!

Antes de entrar Jace le pidió ayuda para deshacerse del olor a tabaco que, con razón, tanto molestaba a dama Isis.
—Aún no he abierto la agencia y ya me están pidiendo que elimine pruebas del delito —rio antes de lanzar un hechizo para eliminar el mal olor sobre el dullahan y el moloch—. Estoy segura de que podéis encontrar alternativas para fumar que atufen menos en la ciudad. Yo lo consideraría.

Regresaron de nuevo al interior y Sekkeh comentó acerca de qué podrían adquirir para Ámarok. La lacustre se dirigió a él gesticulando con aprobación.
—Apoyo eso: un pañuelo probablemente sea la mejor elección.
El parqio se encargó de llamar la atención de la veela poco después, por lo que de todas formas primero deberían escuchar la opinión de la experta.

Gael sonrió cuando escuchó la aclaración de Noel y no intervino mientras este explicaba las termas a Dédalo. El cambiante parecía interesado en la idea, lo cual no era ni de extrañar. Una novedad así en una ciudad como aquella era muy llamativa.
—No sabes hasta qué punto lo tiene pensado —respondió el fuego fatuo, divertido—. Dama Diurna es muy meticulosa, y la fecha de apertura ya no está muy lejos. No tardarás en oír hablar del edificio o verlo tú mismo.

El siguiente comentario de Dédalo le sacó una breve risotada a Gael.
—Hasta a nosotros nos ha surgido algún trabajo —admitió. No pretendía dar más detalles por confidencialidad, pero no se había podido resistir a decirlo.

Cuando Wen terminó de hablar con los sinhadres y volvió al grupo, Gael respondió a su sugerencia.
—Que sea un vistazo rápido, hoy no es el mejor día para venir de compras.
Por su parte, una vez hubiese podido saludar a la anfitriona como era mandado, preferiría volverse a casa.

—Ya están las reformas en marcha, de hecho —respondió al cambiante—. No van a  estar muy lejos de aquí: esta zona de la ciudad parece que se está convirtiendo cada vez más en el barrio comercial. Y luego estamos nosotros.

Wen y Virgo terminaron de hablar con los sinhadres en ese mismo momento y la vouivre regresó junto a ellos con expresión satisfecha.
—Por supuesto, ¿qué clase de personas seríamos si no? —comentó divertido a su suposición—. Estoy de acuerdo con Gael. Pero antes de eso… —señaló entonces al cambiante—. Dédalo nos estaba explicando acerca de su nuevo negocio. Es proveedor y creo que podría interesarte hacer tratos con él.

A Vivia se le iluminaron los ojos.

-¿Un restaurante? ¡Nunca he ido a un restaurante dentro de la ciudad! -dijo, ilusionada. El único restaurante propiamente dicho de la ciudad era la Casa de los Dulces y por suerte nunca había tenido que pisarlo. En cuanto vio de lejos el talante de los sinhadres y la presentación sencilla de la mesa de buffet su ilusión aumentó.

Dama Isis se sobresaltó por el grito de Rasqa. Se giró hacia el grupo con los brazos en jarras, como si fuera a reñirles, y el ceño fruncido. Cuando le preguntaron por algo para Ámarok alzó una ceja.

-¿Para Ámarok?

Sabía que el moloch no tenía ninguna intención de insultarla, pero ¿por qué de todas las cosas que podía comprar tenía que ser algo para una mascota? Suspiró y se acercó al grupo, disculpándose antes con Cain, que lejos de ofenderse parecía divertido con la escena.

-¿Qué tenías pensado? No sé si tendré algo que le valga. -Tenía varios complementos y prendas adaptadas a transformaciones grandes, pero no sabía si las tallas coincidirían con las medidas del lobo. Tampoco sabía si quería que alguno de sus clientes grandes se viese en la situación de que la montura de alguien le ha copiado la corbata. -Pero salvo que le quieras hacer un suéter podría hacerle algo a medida fácilmente. Algo como un collar o así no tiene patronaje, puedo hacerlo en diez minutos. Solo tendrías que elegir la tela.

Kimbra sopesó todas las sugerencias de sus amigos con la debida consideración.

-No creo que un collar de pinchos sea adecuado. Lo considero demasiado rígido y puede resultarle incómodo. Pienso que el pañuelo sería más adecuado, quizás de una tela resistente, pero flexible -reflexionó sobre lo que sería más cómodo para su kerlax-. No creo que a Ratatouille le agrade la idea, pero puedo tantear su reacción al nuevo complemento de Ámarok para saber si le gustaría tener uno en el futuro. Ascuas, por otro lado, seguramente preferiría algo con lo que poder jugar más que algo con lo que adornarse -contestó Kimbra a la pregunta de Samika, pensando que sí iba a incluir a Rata en su consideración también debía hacerlo con Ascuas.

La demonio frunció el ceño ante el grito de Rasqa, confusa sobre si aquello se consideraba educado o no dentro de las normas sociales estándar que había ido aprendiendo con el tiempo. Ella no tenía tendencia a subir el volumen de su voz por encima del tono medio, pero había visto la reacción de otras personas a comportamientos similares y nunca acababa de conocer en qué contexto estaba bien aceptado y en cuál no.

-Habíamos considerado un pañuelo, nada complicado -comenzó a explicar, no queriendo poner más trabajo sobre los hombros de Isis con su petición, consciente de que tendría mucho trabajo en los días sucesivos a la inauguración-. No conozco muchos tipos de tejidos más allá de la lana de feerik y el cuero, por lo que esperaba que pudieras asesorarme sobre el más adecuado para un pañuelo resistente y flexible. Respecto al color, me inclino más por los poco llamativos, tonos oscuros o mates. ¿Qué color crees que combinaría mejor con su pelaje?

Ruth contempló con alivio a los niños, pareciera que su intención al sacar el tema era distraerlos de la anterior negativa pero lo cierto es que fue un golpe de suerte. En cualquier caso los chicos no parecían demasiado disgustados.
—¡Suena muy bien! —le diría a la demonio mineral algo incómoda pues no solía mostrarse tan animada— yo tengo afinidad por el fuego —y acto seguido prendió todo su cabello en llamas, mostró una sonrisa amable, a ellos quería caerles bien, no tenían esa mirada llena de oscuridad que poseía mucha gente en la ciudad— al principio me costó mucho pillarle el truco, Devoss se llevó un par de quemaduras el pobre —luego se giró hacia Adru y asintió, pero sin entrar en las diferencias que tenía con Ariven.

Ruth se lo estaba pasando bien y se alegraba que la condición de su amigo como licántropo tigre les agradara. Descubrió que no era tan torpe desenvolviéndose con la gente y ahora sabía que de volver a verlos por la Sede podía hablar con aquel grupo sin reparos.
—Bueno —diría una vez Devoss explicara de qué conocían a Dama Isis y tras no comentar nada respecto a las sensaciones extrañas que causaba en todos los presentes. Ella tampoco era la excepción pero asumía que tendría algo que ver con sus dones tras la Luna— quizás deberíamos seguir mirando otras cosas, que no se nos quede nada por ver —la israelita se despediría antes de mirar a Rox por última vez— está todo muy bien, de verdad, ¡encantada! —esgrimió de manera general.

«Es que nadie hace el trabajo mejor que tú. Hay que aprovechar que somos compinches de la detective» añadió con tono inocente para alabar a Irianna. Ante su consejo soltó una carcajada. «Ah, ríndete, me gusta el olor. Perro viejo no aprende trucos nuevos.»

El collar de pinchos no cuajó y le dio un poco de pena, pues estaba convencido de que Ámarok se vería extra intimidante con uno. De ahí pasó a imaginarse a Ares con accesorios, preguntándose asímismo si podría anillarle la pata o tunearlo con collares y pañuelos. Conociéndole, fuera lo que fuese lo destrozaría con el pico tan pronto lo tuviese puesto.

Jace no podía llevarse la mano a la cara y aún así hizo el ademán cuando Rasqa llamó a Isis a voces. No era la mejor manera de avisarla, y tampoco lo mejor que decirle. Esperaba que no se tomase a malas los gritos de su colega, ni lo de vestir a un perro gigante con su ropa fina. Joder, visto así sí que era mala idea. Cuando se acercó a ellos estuvo a puntito de esconderse entre la gente, como si no tuviera nada que ver con el asunto, pero por suerte la frivy les siguió el rollo. De todas formas ya podía imaginarse lo que la veela estaría pensando en esos momentos, cosa que le sacó una risa instigada por las indicaciones de Kimbra.

«Yoooo voy a aprovechar para ver ropa, que me hacen falta unos pantalones nuevos» dijo para nadie en específico, señalando con el pulgar por encima de su hombro las prendas detrás suya. No mentía en lo de necesitar otros pantalones, pero ahora solo necesitaba marcarse una bomba de humo.

-¿En serio?- Reiría el holandés ante la coincidencia con Rena, para luego imitarla y transformar su brazo en una garra. -Eso estaría guay, gracias, y siempre viene bien buscar otras formas de hacer ejercicio.- Le agradeció a la ursántropa.

-Si, éramos de la misma cosecha, aunque de distintos torreones.- Le respondió a Rox y a Pelusa mientras recordaba aquellos momentos. No había sido fácil para ninguno y el holandés podía notar sobre todo en sus más cercanos cómo la ciudad los había cambiado. A pesar de lo mucho que había odiado Rocavarancolia en su criba ahora no lo tenía tan claro. ¿Odiaba lo que les hacía el reino a los cosechados? Si. Pero aquella crueldad no se encontraba por suerte en todos los habitantes. Y aquel grupo de transformados eran una prueba de ello.

El licántropo tigre ladearía la cabeza cuando escuchó a Arcan decir que desgraciadamente era un rapiña. No conocía de qué se trataba su transformación ni por qué era una desgracia para él, pero tampoco quiso preguntarle delante de todos. De todas formas la mención de su nombre por parte de Ruth lo sacó de sus pensamientos.

-¡Ya te digo, cabrona! Me llevé un susto increíble.- Diría el licántropo antes de despedirse junto con su amiga. -Ha molado tener una charla con vosotros y está todo genial. ¡Os habéis ganado un cliente!- Dijo mientras se despedía con ellos llevándose la mano a la cabeza rollo militar y seguía a la demonio.

Rió cuando Devoss transformó su brazo igual que ella. Nunca había visto un tigre salvo en ilustraciones en libros de la biblioteca. Ojalá pudiera verlo en algún entrenamiento en la Sede << Ya coincidiremos>>

-¡Buah, eso mola mucho! -dijo al ver a Ruth prender su pelo. Luego añadió con una sonrisa ladeada -No me extraña que eligieses la Sede.

Pelusa le mostró dónde estaban las chaquetas por las que había preguntado. Expuestas solo había negras o rojas pero al parecer podía preguntar por más colores. Se probó dos modelos en negro, aunque al final no compró ninguno. Quería esperar a una compra más grande de ropa, así además podía mirar con tranquilidad todo lo que tenían sin que estuviese el local lleno.

-Yo no sé si me hizo dudar de mis exualidad pero jamás me había sentido así delante de una tía, mucho menos una con tetas alienígenas. Sin ofender -se apresuró a añadir mirando a Ruth y Zarpa.

Los chicos veteranos se despidieron y dejaron al grupo solo. Pudieron terminar de ver la planta y, ya que supusieron que se habría despejado el puesto de comida, bajar a saludar a los amigos de Adru y Neil. Desde el punto de vista de Rena fue un día de diez. Sus amigos estaban ilusionados, habían comido cosas ricas, visto ropa bonita, y descubierto nuevas caras de la ciudad, de esas que no daban miedo.

Por supuesto, Rasqa no tenía ni idea de todo lo que había hecho mal en tan pocos segundos. Si alguien le hubiese llamado la atención habría pedido disculpas o lo habría intentado encauzar todo comprándose algo que no usaría nunca, para compensar, pero no era el caso. Así, se quedó contento con cómo había abordado el tema y con el esfuerzo que hizo para no quemar nada. Como el objeto era para Kimbra, permaneció en silencio y dejó que la demonio y la veela intercambiaran los detalles pertinentes. Sin embargo, cuando Kimbra pidió opinión sí que intentó ayudar.

—El negro queda siempre bien —dijo Rasqa, haciéndose el entendido. Se lo había escuchado a alguien, no sabía a quién, y realmente creía que le iba bien a Ámarok. Luego, añadió—. Lo pago yo, ¿vale?

Necesitaba gastar su dinero, no sabía qué hacer con tanto. A todo esto…

—O bueno, no. Que no he traído —se rio.

Sekk:

Por suerte para todos Isis no pareció tomarse demasiado a mal la intervención de Rasqa, y aunque había dejado a un posible cliente con una conversación a medias no dudó en acercarse a hablar con ellos sobre la petición del moloch. Fue Kimbra la encargada de explicarle los detalles, sin embargo, pues a fin de cuentas era la interesada, y como al final se había decantado por un pañuelo le preguntó a la veela sobre distintos tipos de tejidos y colores.
—Pues yo de esos que ha dicho solo conozco el cuero… —le comentó al dullahan en voz baja con una media sonrisa, apreciando enseguida las verdaderas intenciones que había tras su comentario sobre necesitar unos pantalones nuevos.

Con el tema del complemento de Ámarok encauzado al intara le apetecía explorar un poco el local, pues aún no había tenido oportunidad de hacerlo, y como no tenía mucho más que aportar a aquel debate aprovechó la salida de Jace para alejarse él también.
—Gris, negro y blanco… sencillo pero elegante —coincidió con Rasqa justo antes de excusarse—. Yo acompaño al descabezado, que quiero echarle un vistazo a los bañadores antes de ir a Idris. Nos vemos ahora enseguida, ¿de acuerdo? —se despidió, empujando al americano hacia la zona de pantalones con firmeza.

En cuanto se alejaron un poco se puso a su par, esquivando a la gente con cuidado mientras se dirigían hacia la sección que les interesaba. No podía evitar mirar hacia todas partes, pues había cosas que llamaban su atención en todas direcciones, pero a pesar de todo no bajó el ritmo.
—Deberías ser más disimulado, menuda bomba de humor te has marcado ahí atrás. —comentó de pasada con una mueca divertida.

Milo:

Milo sopesó la pregunta de Eitne unos instantes, algo inseguro sobre su respuesta, pero tras meditarlo brevemente no le costó decidirse por una cosa y así se lo hizo saber al daeliciano y a la libense.
—La verdad es que me llevaría varias cosas, pero tras oír a Rena creo que me apetece una chaqueta —les comentó, rascándose el mentón pensativo—. Sin embargo a mi el cuero no me queda muy allá… ¿qué pensáis de una algo más deportiva? Como esta que llevo, pero más colorida, con parches en los codos o un dibujo en la espalda… —se explayó, dando buena cuenta de otro canapé mientras tanto.

El comentario del cambiante le devolvió a la realidad enseguida, pues seguían hablando de Isis y de su apreciación sobre las reacciones que causaban, y cuando el cambiante comentó lo de la sexualidad el irrense no pudo evitar reír por lo bajo.
—No se si dudar es la palabra adecuada, pero desde luego que no deja indiferente. —replicó, soltando un bufido divertido tras la apreciación de Rena sobre las tetas alienígenas.

A pesar de que hasta el momento habían sido afortunados en lo que a veteranos se refería siempre era agradable encontrar caras amigables entre los suyos, más aún si además resultaban ser vecinos, y por eso el irrense se despidió de ellos con una sonrisa cuando llegó el momento.
—Nos vemos por la Sede. —les dijo, devolviéndole el gesto militar a Devoss con más entusiasmo que maña mientras se alejaban.

Después de aquello continuaron con la visita y fue a grandes rasgos una gran tarde, pues todo era genial y la ilusión de Rox por su nuevo trabajo era contagiosa para el irrense. El cambiante estaba orgulloso de lo que hacía, algo que se podía ver con claridad en sus ojos, y para Milo no había nada mejor que aquello.