Torreón Letargo (Archivo VII)

Recuerdo del primer mensaje :

La sinhadre permaneció pensativa cuando varios hicieron notar que la comida solo sabía mal a veces, recordando que ella misma también lo podía corroborar.
—¡Es cierto! Qué extraño… Que hechizo más raro.
Estaba de acuerdo con Milo en que prefería pensar que fuese cosa de magia y no de alguna porquería como la que había sugerido Rox. Además, en ese caso la comida tendría mal aspecto, ¿no?
>>¡Por supuesto que no! —añadió inmediatamente cuando el irrense le dijo a Neil que no era culpa suya, olvidándose de comentar su anterior pensamiento—. Tú eres el mejor cocinero que conozco: es imposible que sea cosa tuya.

Guille, como de costumbre, continuó arrancándole varias risotadas y, poco después, la apreciación de Eitne desmentida inmediatamente por la propia mona del queso le hizo reír aún más. Aunque para ella resultaba todavía más claro que si también las ramitas estaban malas tenía que ser cosa de magia. El daeliciano le respondió a su pregunta entonces y en un principio Adru compuso una expresión levemente alarmada. Tenía un "¡eso sería horrible!" en la punta de la lengua, pero por una vez recordó que no era la mejor idea soltar el primer pensamiento que le había venido a la cabeza. Lo último que necesitaba el niño era entrar en pánico.
—N-no… ¡No te alarmes, Eitne! —Su vacilzación y gestos exagerados posiblemente resultasen menos convincentes de lo que pretendía—. Además no parece que sean muy buenos lanzando maldiciones porque la comida sabe bien a veces —añadió con una risilla.

No siguió pensando en la inquietante posibilidad que el daeliciano había planteado porque volvió a fijarse en el muñeco de Guille. Zob lo había reconocido como un animal de su mundo… Tenía que pertenecer a un nublino.
—¿Se habrán dejado olvidado ese muñeco aquí el grupo de Ellie y Lulú? —se le ocurrió de pronto, aunque olvidando de tener en cuenta que había pasado una cantidad de tiempo considerable desde aquel encuentro como para que fuese probable.

El resto de aquel día Nime estuvo muy pendiente del trasero de Neil. Aunque no le dijese nada a él al respecto, lo vigilada seguido para ver si se notaba de nuevo o no. Y aunque al principio no estaba claro, hacia el final del día ya era evidente que había vuelto a salir. «Subió despacito como los bizcochos» pensaba la niña, fascinada por lo que acababan de presenciar. Conocer la magia había convertido cosas como aquellas en situaciones menos anómalas, pero no dejaba de ser absurdo. Como mínimo, Nime seguía pensando que aquello tenía que ser cosa de los cambios que mencionó Zob, porque nadie había hechizado a Neil, que supiesen.

Lo mal que lo estaba pasando Neil también dio a Nime mucho en qué pensar. Aquello era lo habitual para la mayoría, a pesar de que últimamente se hubiesen calmado las cosas. Llevaba tiempo dándole vueltas a qué se podría hacer para que todo fuese más como al principio, cuando todavía jugaban por el torreón. Quería organizar algún tipo de sorpresa divertida, y dado que no era el cumpleaños de nadie —que supiese—, solo se le ocurría gastar algún tipo de broma. Ese día decidió hablarlo con la persona que juzgó idónea para planificar la sorpresa. Además, después de lo que le había pasado a Neil seguro que también quería ayudarlo a divertirse.

Aquella misma noche, mientras se recogía tras cenar, Nime se las arregló para encontrarse con Adru a solas en el patio. Gesticuló para que no hablase muy alto.
—¡Adru! —murmuró—. Necesito tu ayuda. Tengo un plan… bueno, no exactamente. Quiero gastarles una broma a todos para que se animen, y necesito tu ayuda porque eres siempre la primera en despertarte. ¿Qué me dices? ¿Porfa? —pidió poniendo ojitos.

Tal y como estaba segura de que ocurriría, el culo de Neil fue volviendo a la normalidad a lo largo del día. Adru le devolvió al chico una expresión confusa cuando habló de desinflarse, porque tampoco sabía que a nadie pudiera pasarle algo así, pero decidió no continuar con el tema.
—Mamá seguro que sabría explicar qué te pasó… —No, aquel tampoco era un buen hilo de conversación del que tirar, se dio cuenta en cuanto empezó a hablar—. ¡Pero mañana ya estarás bien del todo, seguro!

Tras la cena, que seguía sabiendo un poco rara como había sido costumbre desde hacía unas semanas, Adru notó a Nime sola en el patio y salió con la intención de preguntarle qué hacía. No hizo falta, pues la niña le habló directamente de forma confidencial, ante lo que la edeel actuó instintivamente mirando con desconfianza hacia todas partes por si había alguien escuchándolas a escondidas, antes de incluso saber de qué quería hablarle la libense. No hubiera hecho falta que Nime le pusiese ojitos para darle la respuesta que buscaba.
—¡Claro! —Dijo en un tono de voz mucho más alto de lo que se suponía que debía. Se llevó una mano a la boca de inmediato—. Quiero decir… claro —repitió en susurros—. Pero va ser una broma graciosa, ¿verdad? —Añadió dándose cuenta de inmediato de que dependiendo de lo que pudiera tener la libense en mente a lo mejor no era lo más apropiado para aquella situación.

Nime sonrió ante su aprobación entusiasta, y no necesitó ni pedirle de nuevo que bajase la voz porque Adru se dio cuenta enseguida de que podrían oírlas. Teniendo a alguien más en el equipo ya se sentía un poco más cerca de sus planes; lo que no tenía tan claro era, precisamente, si iba a ser capaz de animarlos.
—¡Claro! Aunque… igual necesito ayuda. Es que entre mis hermanos nos gustaba gastarnos bromas. Bueno, sobre todo a mí y a Sisek… a Ivel, aunque yo a ambos. Una vez echamos las botas de Ivel por la ventana antes de que se despertase, y ahora sé que no estuvo muy bien. Se enfadó bastante, porque acabaron pisadas por un carro. —Sonrió ante el recuerdo, a pesar de notarse que tenía algunos remordimientos—. No quiero que se enfade nadie, y no sé qué podemos hacer exactamente. ¿Pero sabes? A veces funcionaba, porque aunque Ivel se enfadase con nosotros, por lo menos dejaba de poner cara triste.

Adru rio ante el pequeño relato de Nime.
—No, nada de tirar cosas por la ventana, pero tienes razón: seguro que si lo planeamos bien podremos conseguir que se animen un poco—. La sinhadre se puso firme, compuso una expresión determinada y alzó los puños a cada lado de su cuerpo—. Bien, la capitana y la cadete Nime tienen una misión que cumplir. El primer paso es llevar a cabo los planes…
Tras pensarlo y descartar ideas durante un breve periodo de tiempo, finalmente dieron con algo que las satisfizo a ambas. Pondrían en marcha los preparativos del plan aquella misma noche, aunque la mayor parte la llevarían a cabo de madrugada, antes de que se despertase nadie.
>>Creo que ahora aún no hay nadie en el cuarto. Voy a darme prisa para buscar “eso” —le dijo con una sonrisa pícara a su cómplice antes de darse la vuelta para volver dentro.

A la mañana siguiente, la sinhadre se despertó de forma normal muy temprano, como de costumbre y tuvo más cuidado que nunca para salir de la cama. Fue a despertar a Nime tratando de hacer el menor ruido posible y conteniendo más de una risa. Condujo a la libense a la planta baja, donde harían menos ruido, y de todas formas todo lo necesario para iniciar el plan estaba allí. Inclusive lo que la edeel había ocultado bajo un sillón antes de irse a dormir y que sacó para mostrárselo a Nime: un lápiz que usaba tinta y algunas hojas que había “tomado prestadas sin preguntar” a Hiss la noche anterior.
—Neil reconocería mi letra enseguida: es mejor que te encargues tú de escribir —le dijo a la libense ofreciéndole los utensilios de escritura.

Nime disfrutó de barajar ideas con Adru. No solo era la persona idónea por despertarse siempre temprano, también estaba segura de que iba a aportar buenas ideas, y así fue. Mientras Adru subió arriba, Nime se quedó pensando en más detalles. Si lo dejaban todo pensando esa noche antes de irse a dormir, serían más rápidas preparándolo al día siguiente.

A Nime le costó dormirse con las ganas, y aunque fue una lástima que la despertasen cuando por fin estaba durmiendo algo, ese día no remoloneó lo más mínimo.
—Te acompaño a las letrinas —murmuró, esperando que Adru entendiese sus intenciones. Intentaba disimular por si había alguien despierto en la habitación.

Abajo tuvieron que andar con mucho cuidado en torno a Eitne. En caso de que se despertase, simplemente podían meterlo en el ajo, pero Nime prefería que se enterase el menor número de gente posible. Cuando tocó escribir, aceptó el utensilio que le tendía Adru, casi ilusionada.
—¡Me encargo! Creo que nadie me ha visto la letra.

A pesar de que tenía en alta estima su habilidad, lo cierto era que no había aprendido a escribir hacía tanto. Aunque optó por escribir todo en mayúsculas, su letra era torpona, en parte por no haber usado un lápiz en mucho tiempo. Y aunque era legible, la cantidad de faltas de ortografía debió de alarmar a Adru, que la hizo reescribir la primera nota y vigiló las siguientes. Nime no sentía que la ortografía sirviese para nada, pero razonó ante la idea de que las faltas podían delatar que había sido cosa de uno de los más pequeños.

Cuando todos los papeles estuvieron listos se los repartieron, Nime apenas conteniendo una risilla. Cogieron todas las cestas que contenían cubiertos y dejaron la primera nota sobre el mesado, donde volverían a poner las cestas vacías tras haberlo escondido todo. La nota decía “LOS DUENDES HAN ESCONDIDO LOS CUBIERTOS PARA QUE NO PODAIS DESAYUNAR. SI QUEREIS ENCONTRAR LAS CUCHARAS OS VAIS A TENER QUE ESTIRAR”.

Adru puso una expresión difícil de descifrar cuando vio la nota original de Nime y tuvo que decirle que la reescribiese corrigiendo algunas faltas. Normalmente a la sinhadre tampoco le hubiese preocupado la ortografía, pero en aquel caso aquello daba una pista demasiado grande y no les convenía. Se dividieron para colocar los cubiertos y los papeles donde habían pensado de antemano una vez la libense, con su supervisión, escribió el resto de notas.
—Bien, creo que ya está… Vamos de nuevo al cuarto para que tú te metas en la cama otra vez y yo me vista para hacer como que me puse a entrenar como todos los días. Voy a despertarlo a él primero.

Conteniendo las risas las dos niñas subieron evitando hacer ruido. Adru se cambió de ropa apresuradamente en el baño y luego bajó a las mazmorras en busca de un carcaj y flechas. Esperó unos minutos, practicando el tiro efectivamente, y después volvió dentro para acercarse al daeliciano y darle unos toquecitos.
—¡Despierta, Eitne! ¡Tienes que ver algo que acabo de encontrar…!
Una vez el niño estuviese desperezado lo conduciría hasta la mesa para mostrarle la nota.

Eitne llevaba dormido desde hacía unas horas, gracias a sus monólogos nocturnos, y roncaba levemente cuando le fueron a buscar. La almohada tenía un pequeño charquito de babas que empezó a notar a la vez que escuchaba a Adru llamándole.

—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué pasa?

Se incorporó de un salto en cuando comprendió la urgencia con la que le hablaban y se secó la boca con la manga de la camiseta que usaba de pijama. Aun con las legañas en los ojos, el daeliciano cogió sus muletas y siguió a Adru hasta la cocina. No tardó en ver las notas y, de haber tenido las manos libres, se habría tapado la cara con ellas. ¡Qué horror!

—¡Oh, no! ¡Nos han robado, Adru! —avanzó con un par de saltos y comprobó que, efectivamente, no quedaban cubiertos en las cestas. Miró con preocupación a Adru. Solo eran cubiertos, pero el daeliciano no tenía muy claro qué podían hacerles los duendes (o qué más les podían robar)—. Por el demiurgo, ¿qué hacemos? ¿Despertamos a los demás? ¿Crées que serán peligrosos esos duendes? ¡Ay, ay, ay...!

Había mucha alarma en su voz, más que miedo. Comparado con el ataque de un lagarto con lengua de sierra, aquel no era más que un mal doméstico. Y aun así no podía evitar preocuparse. Por lo menos, su miel seguía en su sitio y parecía que no se habían llevado nada más.

Tardó varios segundos en darse cuenta de algo.

—¿Qué quieren decir con que nos estiremos?

Adru esbozó una sonrisa que corrigió enseguida por una expresión determinada y adoptando su postura “combativa”.
—¡Eso parece! —Respondió cuando Eitne constató que les habían robado—. Todavía es pronto para saber si son peligrosos o no, pero no te preocupes: mantente cerca de mí y yo te protejo si aparece un duende malvado.
El niño no parecía excesivamente asustado, pero prefirió comenzar a tranquilizarlo desde el principio ya que el objetivo era que se lo pasasen bien con aquello.
>>Esa es una buena pregunta —dijo entonces cuando el daeliciano volvió a poner su atención en la nota y adoptó su típica pose pensativa—. Es una pista, está claro, pero yo no soy muy buena con estas cosas, a Neil se dan mejor. Y seguro que Rox, Pelusa o Milo también sabrán qué hacer. Creo que sí deberíamos despertarlos ya. ¿Vamos?

Ofreció la nota a Eitne para que la llevase en una mano, y su propia mano para sujetarle la otra y que subieran a su ritmo hasta el dormitorio. Para dar más efecto a su engaño, ella se encargó de despertar primero a su aurva y pidió a Eitne que despertara a alguno de los mayores. La sinhadre comenzó a hablar una vez todos habían comenzado a desperezarse, incluida una Nime fingiendo que acababa de despertarse por primera vez.
—Chicos: Eitne y yo hemos encontrado algo un poco extraño. ¿Verdad? —Miró hacia el pequeño con el ceño fruncido y asintió indicándole que les mostrase la nota.

Los sueños volvieron una noche más a él, los brazos y manos mecidos por el viento continuaban lentamente su labor de fingir ser flores, y Guille cada vez le producía más curiosidad, aunque continuaba mirando desde lejos. ¿De quién eran esos brazos? ¿Que hacían ahí? No pudo evitar recordar las palabras de su invitada fantasma ¿No estaba solo en el sueño? ¿Alguien se lo querría enseñar? ¿En sus sueños había un huésped?

Pronto su sueño como de costumbre termino y amaneció en su cama del torreón enredado entre las sabanas. ¿Debería contar lo de mis sueños? Empezó a pensar mientras se levantaba de un brinco librándose de sus ataduras. Pronto mientras iba bajando las escaleras se dio cuenta que la cocina estaba mas animada que de costumbre.

-Buenaaaas ¿Qué pasa? – y gracias a las miradas de Adru y Eitne pudo ver que estaba pasando- ¿Unos duendes nos han escondido los cubiertos? ¡¡Que guayyyy!! Habrá que buscarlos- dijo completamente encantado, como si que entrasen duendes a robarles cosas fuera una celebración.

-Mmmm Estirar? Mmmm… ya lo tengo- dijo mientras empezaba a subirse a una silla y después encima de la mesa- quizás se refieran a mirarlo desde arriba? - y se puso a mirar en todas direcciones desde la mesa.

Encima de la alacena pudo ver las cucharas envueltas envueltas en un trapo.

-Estan ahi!- dijo mientras señalaba- he encontrado las cucharas! Esos duendes no me venceran muajajajajajajjaj -dijo orgulloso y divirtiéndose.

Normalmente era madrugadora, por eso apenas escucho voces, Pam despertó incluso antes de que empezaran a sacudirla, alarmándose un poco cuando escucho palabras extrañas de Adru y Eitne <<¿Ahora que, por la suerte..¿¡ahora que!? >> pensó exasperada ¿Es que no iba a tener nunca una mañana tranquila sin ruidos en las puertas, visitas inesperadas de mujeres que atraviesan paredes, dibujos en las paredes psicóticos que intentan abducir niños al mal, ni..¿duendes?. << ¿Pero que pasa con este sitio atrayendo a todo bicho viviente y no viviente? >> pensó Pam bajando ala cocina siguiendo al resto, con el ceño fruncido y cruzada de brazos, viendo como analizaban la nota que les habian dejado.

¿Miedo? No, no tenia miedo de unos duendes,f uese lo que fuesen, que robaban cubiertos. Lo unico que pensaba es que visto todas las visitas que tenían en ese torreón a horas intempestivas de la mañana, iba a empezar a echar gente, y no tan gente, a escobazos.

Con un profundo suspiro, Pma se encamino a la mesa donde Guille había encontrado los cubiertos, alcanzándola con algo de esfuerzo viendo que no era todo, sino solo las cucharas y que junto  estos había otras de esas notas. Un leve tic apareció en su ojo <<¿Que...?>>

-Hay otra nota aquí- dijo volviendo junto al resto leyendo la nota en voz alta y que decía así:

"AHORA YA PODEIS SORBER SOPA, PERO NO ES LO UNICO QUE QUERREIS LLEVAROS A LA BOCA. SI BUSCAIS LOS CUCHILLOS DE LA CUBERTERIA TAL VEZ PODAIS ENCONTRARLOS ENTRE LOS DE SU FAMILIA"

Pam alzo nunca ceja al leerlo, pues al respuesta resultaba bastante evidente a sus ojos y miro a sus compañeros, especialmente a los mas pequeños que lucían casi fascinados con la búsqueda << ¿Porque parecen estar entre sorprendidos y a la vez entretenidos? Lo están tomando como un juego>> penso Pam mirándolo con intriga.

-¿Estos duendes creen que soy tonta o que? - pregunto con un refunfuño porque le dieran semejante adivinanza tan simple a sus ojos- Es evidente donde escondieron los cuchillos – dijo viendo a los pequeños sin darle la respuesta- 'los encontraras entre los de su familia'...Solo hay un sitio donde encontraras cosas filosas parte de la cocina. Tienen que estar allí por narices - sentencio Pam y finalmente miro a los mas pequeños, que era ridículamente todos mas altos que ella y pese a que para ella la situación carecía de sentido alguno o de diversión, no quiso quitarles ese momento de extraña búsqueda que los niños veían como juego

-¡Mocosos...todos a la armería! -añadió apuntando hacia la escalerilla que daba a esta como si fuese alguna especie de general. <<En serio que no tiene ningún sentido, pero si ellos se divierten supongo que no se nos han colado duendes malos...o lo que sea >> pensó esperando que todos se pusieran en camino al sitio indicado.

Guille se prepara para bajar, y de un brinco bajo de la mesa. Y se acerco a Pam que ya estaba recogiendo las cucharas, y leyó en alto la nueva pista para conseguir los cuchillos.

Guillermo puso el ceño fruncido y se quedo pensando.

"La familia de lo cuchillos, debe sen lo platos, que son familia de los OVNIS, que tienen aliens en su interior, que salen de la nave en el campo"

-En el patio!!- dijo en alto, pero al Pam ya estaba diciendo donde estarian con mas acierto que Guille- a la armeria,siiii Pam!!!! -dijo mientra hacia el saludo militar, y salio justo detrás de ella, mientras reia y corria como un ninja.

Eitne no fue consciente de cuantísimo se alegró de ver las cucharas. Tenía una sonrisa tonta que iba de oreja a oreja y buscaba en todas partes con los ojos abiertos, como si esperara cruzar su mirada con alguno de esos duendes que les habían robado. ¿Cómo serían? ¿Grandes, pequeños? ¿Verdes, amarillos, rosas, azules, morados...? ¿Cuántos dedos tendrían? ¿Y cuántos ojos? ¿Tendrían cola como Drusar? Lo desconocido no le resultaba tan atrayente desde que conoció al Huésped y ahora había cierto miedo de fondo a que los duendes fueran malvados. Aun así, Eitne tenía la esperanza de que fueran monos y amables.

El siguiente mensaje les habló de los cuchillos: estaban con sus hermanos. ¿Quienes eran los hermanos de los cuchillos? ¿Los tenedores? No, no podía ser eso. Tal vez... ¡Las espadas! Pam se adelantó a él, resolviendo el misterio, pero el daeliciano se quedó con el buen sabor de boca de haberlo descubierto por sí mismo.

Ayudado de sus muletas, Eitne puso rumbo a la armería. Una vez abajo, soltó una carcajada nerviosa y abrió uno de los baules más cercanos a él. No había pasado mucho tiempo en la armería, así que no supo hasta que levantó la tapa que tan solo contenía cristales. Inmediatamente, hizo un mohín y resopló, pero la sonrisa volvió enseguida a su rostro.

—Aquí no hay nada —informó—. ¿Vosotros habéis encontrado algo? ¡Ojalá veamos algún duende!

Se inclinó levemente, apoyado en sus muletas, con la esperanza de toparse con alguno que se intentara esconder. En ese instante, y solo en ese instante, Eitne se imaginaba a los duendes como topitos de colores.

Adru dedicó a Nime una sonrisa de complicidad cuando nadie miraba, o al menos eso creía, antes de seguir a Guille escaleras abajo. El pequeño había acertado de pleno y Pelusa no tardó en dar con la segunda nota, y en resolverla. Aunque la edeel se llevó una mano a la boca aguantándose una risilla, porque sabía que no les sería tan fácil encontrar los cuchillos en la armería. Dio rienda suelta a sus ganas al escuchar las tonterías de Guille, pretendiendo que se reía únicamente por ese motivo.
Transcurrieron unos instantes en los que el grupo buscó por la armería sin encontrar los cuchillos. La edeel empezaba a temer que creyesen que habían interpretado mal la pista y fuesen a buscar a otro sitio, aunque en realidad no había transcurrido tanto tiempo y tan solo su impaciencia pensaba por ella, como de costumbre.
—Hum… Yo tampoco estoy encontrando nada —dijo mientras miraba en el interior de un carcaj tras haber vaciado las flechas que contenía. Comenzó a caminar todavía con el utensilio en la mano, fingiendo que trataba de examinarlo a fondo guiñando un ojo… Para tropezar “accidentalmente” con uno de los escudos tirados en el suelo—. ¡Ouch! —exclamó a través del estruendo que hizo el metal restallando contra el suelo—. ¡Anda! Mirad: aquí hay un cuchillo… Pero solo uno. ¿Estarán los demás por aquí?
Considerando que aquello era pista suficiente, la sinhadre se limitó a recoger las flechas que había tirado y guardar el carcaj que había utilizado como “coartada” mientras esperaba a que reaccionase cualquiera de los que no eran cómplices de la broma.

Nime se volvió a la cama aguantándose las risas como podía por la travesura que acababan de llevar a cabo. Aunque difícilmente era una travesura cuando habían dejado notas con pistas, cosa para la que ella nunca habría tenido suficiente delicadeza.

La espera se le hizo eterna a pesar de que Eitne y Adru no tardaron tanto en subir a despertarlos a todos. Nime esperaba que todo el mundo se quedase muy sorprendido, pero al final las únicas reacciones en las que se fijó fueron las de los más jóvenes. Nime se levantó de un salto y les imitó.
—¿Duendes? ¿Cómo que duendes? ¿Y por qué nos esconden los cubiertos? —dijo, mientras se ponía los zapatos a toda prisa. Tenía los pies helados de haber recorrido el torreón descalza para no hacer ruido. A veces se preguntaba por qué a los sinhadres eso no parecía importarles demasiado.

Le entristeció que Guille diese con la clave para encontrar las cucharas tan rápido, pero no dejó que se notase, y puso cara de sorpresa en su lugar.
—¡Pero si estaban justo al lado! Los duendes son un poco tontos —dijo, y miró a Adru fugazmente, conteniendo la risa.

Pam también fue muy rápida interpretando la siguiente pista, y se plantaron en la armería. La niña esperaba que tardasen más en esa ocasión, por lo que se entretuvo revisando recovecos que sabía que no tenían nada. Y sí parecía que iban a tardar en dar con ellos, hasta que Adru decidió —o lo hizo sin querer, no lo tenía claro— tropezar con uno de los escudos. Nime la miró con reproche, pero no podía dejar que viesen sus miradas de complicidad, por lo que fue muy breve.

No le quedó otra que acercarse a los escudos para rebuscar. Ella no se había encargado de aquella zona, así que al mover el siguiente escudo ya encontró la nota junto a otro de los cuchillos. No importaba demasiado. Si la encontraba ella, al menos disimulaba un poco.
—Aquí dice…”ahora que podéis cortar queso ya falta menos para el almuerzo, pero si aún queréis los tenedores tendréis que buscarlos donde haya flores”. ¡Qué obvio! ¿No? —preguntó mirándolos a todos intermitentemente—. Pero a ver si encontramos todos los cuchillos primero.

El grito emocionado de Guille le hizo alzar una ceja negando con la cabeza mientras iban a la armería, que solo era una pista esencial de donde estaba, ahora quedaba rebuscar entre cosas filosas, cosa que a Pam no la convencía demasiado por lo que se mantuvo un poco lejos de las armas mas pesadas.

Se acerco a Eitne cuando lo vio abrir un baúl con un monto de cristales en su interior que llamaron su atención por un momento << ¿Para que narices guarda alguien docenas de cristales en la armería?>> se pregunto  extrañada por lo rara que era la gente mientras tomaba uno en su mano con cuidado, intentando buscarle que tenia de especial. Pero nada solo era un cristal sin mas. Ell repentino estruendo de Adru al tirar cosas, la hizo sobresaltarse del susto, ya temiendo que alguien se hubiese hecho daño con alguna de las armas y dado que llevaba el cristal en la mano, termino cortándose.

-¡Auch!- Se quejo dejándose caer el cristal manchada de sangre al suelo por la sorpresa, llevando el dedo herido a la boca instintivamente- A ver si tenemos mas cuidado -reclamó Pam viendo que al menos aunque se había ganando una cortaba bastante larga en el pulgar, al menos había descubierto que si que se encontraban los cuchillos en la armería.

Suspirando, Pam negó con la cabeza volviendo a buscar el cristal ensagrentado para devolverlo con lo otros y no dejarlo por el suelo donde alguien mas pudiese herirse Y lo encontró no muy lejos de sus pies, junto a la caja de cristales y no muy lejos de Eitne, manchado de sangre...y brillando. miro hacia Eitne para ver si se había dado cuenta mostrandole su desconcierto  <<¿Brillaba así antes?>> parpadeo confundida y con sorpresa, yendo  agarrarlo de nuevo pero esta no con la mano desnuda sino que lo envolvió con cuidado en un pequeño pañuelo que llevaba en el bolsillo. <<Mm, tal vez...>> iba a decir algo al respecto a los niños, pero justamente en ese momento escuchó a Nime mencionar que acababa de encontrar la siguiente pista, que no ponía en duda donde se encontraban los tenedores.

<< Luego lo comentare, tal vez ni sea realmente importante >> pensó Pam guardando el cristal envuelto en el pañuelo en el delantal.

-Eitne luego lo mencionamos, que sino interrumpiremos el juego- le dijo al niño, antes de que llamase la atención del resto,porque seguro se centrarían en el dichosos cristal,que tal vez nada importante tenia y al final no encotnrarian ni los cuchillos faltantes ni los tenedores.

Guillermo siguió a los demás y busco entre las armas y debajo de los escudos para poder encontrar más cuchillos. Y al escuchar la siguiente pista pensó que quizás estaría en el patio. Entre las risas y la ausencia de tensión se olvidó de donde estaba, de lo que había pasado, nadie estaba asustado, volvió otra vez al patio del colegio, donde jugaba al escondite con sus amigos.

- ¿Te has hecho una pupa? ¿Estás bien? - dijo Guille moviendo su vista a donde se encontraba Pam que acababa de quejarse.
Al ver que Pam seguía buscando no se preocupó más y siguió buscando.

- ¿Quizás este en patio o algun sitio con flores o en el tejado? ¿Encontráis algún otro cuchillo? - Dijo mientras seguía buscando e intentaba no hacerse daño con nada.

Eitne no podía buscar mucho más debido las muletas, así que dejó que el resto se encargaran de encontrar los cuchillos. Estaba pendiente de ellos cuando vio que Pam se cortó y se llevó las manos a la boca. Estuvo a nada de preguntarle si se había hecho daño, pero el leve fulgor del cristal le robó la lengua. «¡Magia!». ¿Habían tenido algo poderoso todo este tiempo y no se habían enterado? Esbozó una sonrisa y abrió la boca, esta vez intentando hablar, pero Pam le interrumpió. Asintió a lo que le dijó y guardó silencio, ahora doblemente emocionado. Al final los duendes les habían hecho un favor.

Mientras tanto, Nime había encontrado la siguiente nota y Eitne aplaudió con cuidado de no caerse.

—Flores, flores... El patio podría ser, sí... —repitió tras Guille, no muy convencido. Si Adru había estado en el patio entrenando, tal vez estaban muy bien escondidos y por eso no los había visto. Sin embargo, se le ocurrió otra teoría que podía tener sentido, al menos para él—. ¡También pueden estar en mi baúl! —dijo—. Donde guardo mi peto de flores.