Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
Página 1 de 83. • 1, 2, 3 ... 42 ... 83
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 11:51 pm
La idea de Pam aunque no funciono del todo si les dio cierto margen a sus compañeros y distrajo a algunas de aquellas ratas. Suficiente tiempo para que cogieran alguna cesta y salieran escopeteados. Pam no se quedo atrás, guardándose el cuchillo, al ver a aquellos bichejos corrían a por ellos. <<¿¿Son idiotas?? ¿¡Tenéis las piernas de adorno!? ¡Usadlas, coño!>> pensó Pam exasperada al ver como alguno de los pequeños tenia que ser llevado en volandas o casi a rastras.
Aun así la niña no se paro a esperar, si querían suicidarse quedándose quieto allá ellos, echando a correr y pese a su menor tamaño, no tuvo problemas alguno en adelantar a la mayoría de los mono del queso gigantones. La suerte estuvo de parte del grupo cuando las ratas dejaron de perseguirles y pudieron recobrar el aliento, mas perdidos que nunca. Ya tenían la comida pero ya no tenia la guía de la bañera voladora, así que estaba otra vez dejados a la suerte. Con alimento pero sin refugio <<No quiero pasar la noche fuera en esta mierda de sitio>> se dijo Pam recuperando el aliento y viendo que alrededor nuevamente solo había mas y mas edificios maltrechos. Uno de ellos capto su atención, algo mas lejos, destacando por su altura y no fue a la única.
Tardaron un poco en llegar, encontrando el primer signo de vida vegetal desde que llegaron, encaramados a cada uno de los muros que rodeaba aquel enorme edificio de piedra. Pam miro´por igual con curiosidad y sospecha a aquellas plantas. <<¿Se podrán comer sin acabar echando espuma por la boca?>> fue el primer pensamiento que le vino a la mente, tenía hambre y no había visto aun el contenido de las cestas.
<<Claro que si...que alguien entre primero. Si grita, es que es mejor no entrar.>> pensó Pam sarcástica ante las palabras de Hyung, no era muy diferente al propio pensamiento de la niña de que otros se arriesgaran antes que ella, pero al menos no era tan obvia. Ella si colaboraba aunque fuera, como con la idea de los huesos. Pero Hyung solo le daba la imagen de ser un cobarde y si era así significaba que no se podía confiar en el para la supervivencia, al menos esa era la primera impresión de la mona del queso. <<Eres un cero gigante y peludo>> pensó no dirigiéndole otro segundo de su vital atención al humano, mirando al resto.
-Hay que apartar las enredaderas primero para entrar y la puerta parece pesada -comento la niña observando las plantas. Estaban altas, sabia que ese tipo de plantas crecían rápido, porque le había tocado podarlas mas una vez por trepar en la parte exterior de la casa de su dueño. Estaban lo suficientemente crecidas sobre la puerta- Si hay algo ahí dentro tiene que saber como mínimo trepar o volar, por que esa puerta lleva tiempo sin abrirse. - argumento la niña viendo a los mas altos y luego al grupo que había estado con ella tirando huesos y rocas- Espero que os quede munición, por si acaso -finalizo, pues realmente no sabia si habría mas cosas como aquellas ratas espinosas allí dentro.
Dicho eso la niña saco de nuevo su preciado cuchillo esperando que alguien abriera la puerta; ya que ella ni queriendo, que tampoco era como si quisiera, podría con su fuerza. Aun así prefería tener este a mano por si tenia que usarlo rápido.
Aun así la niña no se paro a esperar, si querían suicidarse quedándose quieto allá ellos, echando a correr y pese a su menor tamaño, no tuvo problemas alguno en adelantar a la mayoría de los mono del queso gigantones. La suerte estuvo de parte del grupo cuando las ratas dejaron de perseguirles y pudieron recobrar el aliento, mas perdidos que nunca. Ya tenían la comida pero ya no tenia la guía de la bañera voladora, así que estaba otra vez dejados a la suerte. Con alimento pero sin refugio <<No quiero pasar la noche fuera en esta mierda de sitio>> se dijo Pam recuperando el aliento y viendo que alrededor nuevamente solo había mas y mas edificios maltrechos. Uno de ellos capto su atención, algo mas lejos, destacando por su altura y no fue a la única.
Tardaron un poco en llegar, encontrando el primer signo de vida vegetal desde que llegaron, encaramados a cada uno de los muros que rodeaba aquel enorme edificio de piedra. Pam miro´por igual con curiosidad y sospecha a aquellas plantas. <<¿Se podrán comer sin acabar echando espuma por la boca?>> fue el primer pensamiento que le vino a la mente, tenía hambre y no había visto aun el contenido de las cestas.
<<Claro que si...que alguien entre primero. Si grita, es que es mejor no entrar.>> pensó Pam sarcástica ante las palabras de Hyung, no era muy diferente al propio pensamiento de la niña de que otros se arriesgaran antes que ella, pero al menos no era tan obvia. Ella si colaboraba aunque fuera, como con la idea de los huesos. Pero Hyung solo le daba la imagen de ser un cobarde y si era así significaba que no se podía confiar en el para la supervivencia, al menos esa era la primera impresión de la mona del queso. <<Eres un cero gigante y peludo>> pensó no dirigiéndole otro segundo de su vital atención al humano, mirando al resto.
-Hay que apartar las enredaderas primero para entrar y la puerta parece pesada -comento la niña observando las plantas. Estaban altas, sabia que ese tipo de plantas crecían rápido, porque le había tocado podarlas mas una vez por trepar en la parte exterior de la casa de su dueño. Estaban lo suficientemente crecidas sobre la puerta- Si hay algo ahí dentro tiene que saber como mínimo trepar o volar, por que esa puerta lleva tiempo sin abrirse. - argumento la niña viendo a los mas altos y luego al grupo que había estado con ella tirando huesos y rocas- Espero que os quede munición, por si acaso -finalizo, pues realmente no sabia si habría mas cosas como aquellas ratas espinosas allí dentro.
Dicho eso la niña saco de nuevo su preciado cuchillo esperando que alguien abriera la puerta; ya que ella ni queriendo, que tampoco era como si quisiera, podría con su fuerza. Aun así prefería tener este a mano por si tenia que usarlo rápido.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
23/11/15, 05:16 pm
Había ignorado la protesta de Nime en parte porque aquella era su misión y en parte porque su atención se centró en el grupo de avanzadilla debido a que al parecer aquellas ratas puercoespín no eran ratas puercoespín normales. La hibridación no había sorprendido a la edeel más allá de “qué bichos tan molones”, pero el hecho de que pudiesen disparar sus pinchos era algo completamente insólito ya que no conocía ningún animal que pudiera hacer algo parecido.
—No serían buenas mascotas —concluyó hacia nadie en particular—. ¡O a lo mejor sí! Si amaestramos una podría ser nuestra guardiana…
La sinhadre cambió de idea tan rápido como lo hizo a continuación de contenido en sus exclamaciones, pues pasó a animar efusivamente a los tres mayores que tenían la misión de hacerse con la comida mientras blandía su palo para disuadir a cualquier rata a acercarse a sus cadetes.
La idea de la niña diminuta le pareció acertad, cosa que le hizo saber con un “¡buena idea, cadete!” y rápidamente se agachó a recoger un puñado de piedras y huesos para comenzar a lanzarlos uno a uno lo más lejos que pudo. La primera vez lanzó una piedra demasiado lejos como para atraer la atención de las ratas, por lo que comenzó a intentar recalcular sus lanzamientos entrecerrando un ojo con resultados variables. Solo dejó de intentar encontrar la distancia idónea cuando la avanzadilla por fin se hizo con la comida y ante los constantes avisos de que echasen a correr, dejó caer el resto de piedras y huesos que le quedaban en las manos y sujetó a Neil de un brazo antes de apretar el paso. A su aurva no se le daba bien correr y además, conociéndole, era capaz de quedarse paralizado tan solo por unas ratas puercoespín.
Pasó al lado del edeel sin hocico que llevaba una de las cestas de provisiones y habría aplaudido de no ser porque tenía que arrastrar a Neil al escuchar sus palabras, quedándose con el término “rataspín”.
—Yo sí nos doy la nota máxima: hemos conseguido la comida y nadie ha resultado herido. Esa era nuestra misión y la hemos cumplido. ¡Ahora tenemos que encontrar la siguiente prueba! —Afirmó con entusiasmo recordando lo que había dicho Nime junto a la fuente.
“La siguiente prueba” parecía ser abrir la puerta de aquel gran edificio completamente cubierto de plantas trepadoras que les llamó la atención desde la distancia. Al llegar al puente Adru todavía sujetaba a Neil mientras observaba fascinada a su alrededor, pero el resonar de sus pasos sobre la madera fue suficiente para provocar que acelerase y lo atravesase a toda prisa, ansiosa por llegar al otro lado. Frenó en seco junto al chico del estómago revuelto y la niña diminuta mientras estos examinaban la puerta, dubitativos.
—¿Munición? No, no podía llevarme a Neil y los proyectiles al mismo tiempo —le explicó a la niña cuando esta sugirió que podrían necesitar algo para defenderse—. ¡No pasa nada! Yo abriré la puerta si tenéis miedo —afirmó con tanto entusiasmo como siempre mientras sus manos buscaban algún pomo o asidero—. Espero que no esté echada la llave porque nunca me han dejado aprender a utilizar ganzúas —comentó mientras se apoyaba en la puerta con ambos brazos, acercando mucho el rostro a la madera—. ¡Yo no quería usar ese conocimiento para robar nada! Es que imaginaos qué pasa si nos encontramos un cofre del tes… ¡Uah!
El siguiente sonido que se escuchó fue el de la edeel cayendo a plomo al suelo. O, mejor dicho, no se oyó porque fue amortiguado por el estruendo de una bisagra que necesitaba ser engrasada. La puerta se encontraba ligeramente entreabierta y había bastado que se apoyase cerca del centro para que cediese. Su completa distracción y su torpeza natural eran puntos en su contra y la gravedad los había aprovechado, aunque la chica había conseguido amortiguar la caída con sus brazos. Adrune se levantó rápidamente, ignorando las magulladuras que se había hecho al dar con la dura piedra y se apresuró a asomar la cabeza por el hueco que había conseguido.
—Veo… ¡Un ejército de rataespines! —Esperó unos segundos para ver si sacaba alguna reacción de los presentes antes de dejar escapar una risilla y continuar—. Es broma, veo sillones y una cocina. ¡Hay una cocina, Neil! —Se giró hacia su aurva con una gran sonrisa. Estaba segura de que eso lo animaría a entrar.
—No serían buenas mascotas —concluyó hacia nadie en particular—. ¡O a lo mejor sí! Si amaestramos una podría ser nuestra guardiana…
La sinhadre cambió de idea tan rápido como lo hizo a continuación de contenido en sus exclamaciones, pues pasó a animar efusivamente a los tres mayores que tenían la misión de hacerse con la comida mientras blandía su palo para disuadir a cualquier rata a acercarse a sus cadetes.
La idea de la niña diminuta le pareció acertad, cosa que le hizo saber con un “¡buena idea, cadete!” y rápidamente se agachó a recoger un puñado de piedras y huesos para comenzar a lanzarlos uno a uno lo más lejos que pudo. La primera vez lanzó una piedra demasiado lejos como para atraer la atención de las ratas, por lo que comenzó a intentar recalcular sus lanzamientos entrecerrando un ojo con resultados variables. Solo dejó de intentar encontrar la distancia idónea cuando la avanzadilla por fin se hizo con la comida y ante los constantes avisos de que echasen a correr, dejó caer el resto de piedras y huesos que le quedaban en las manos y sujetó a Neil de un brazo antes de apretar el paso. A su aurva no se le daba bien correr y además, conociéndole, era capaz de quedarse paralizado tan solo por unas ratas puercoespín.
Pasó al lado del edeel sin hocico que llevaba una de las cestas de provisiones y habría aplaudido de no ser porque tenía que arrastrar a Neil al escuchar sus palabras, quedándose con el término “rataspín”.
—Yo sí nos doy la nota máxima: hemos conseguido la comida y nadie ha resultado herido. Esa era nuestra misión y la hemos cumplido. ¡Ahora tenemos que encontrar la siguiente prueba! —Afirmó con entusiasmo recordando lo que había dicho Nime junto a la fuente.
“La siguiente prueba” parecía ser abrir la puerta de aquel gran edificio completamente cubierto de plantas trepadoras que les llamó la atención desde la distancia. Al llegar al puente Adru todavía sujetaba a Neil mientras observaba fascinada a su alrededor, pero el resonar de sus pasos sobre la madera fue suficiente para provocar que acelerase y lo atravesase a toda prisa, ansiosa por llegar al otro lado. Frenó en seco junto al chico del estómago revuelto y la niña diminuta mientras estos examinaban la puerta, dubitativos.
—¿Munición? No, no podía llevarme a Neil y los proyectiles al mismo tiempo —le explicó a la niña cuando esta sugirió que podrían necesitar algo para defenderse—. ¡No pasa nada! Yo abriré la puerta si tenéis miedo —afirmó con tanto entusiasmo como siempre mientras sus manos buscaban algún pomo o asidero—. Espero que no esté echada la llave porque nunca me han dejado aprender a utilizar ganzúas —comentó mientras se apoyaba en la puerta con ambos brazos, acercando mucho el rostro a la madera—. ¡Yo no quería usar ese conocimiento para robar nada! Es que imaginaos qué pasa si nos encontramos un cofre del tes… ¡Uah!
El siguiente sonido que se escuchó fue el de la edeel cayendo a plomo al suelo. O, mejor dicho, no se oyó porque fue amortiguado por el estruendo de una bisagra que necesitaba ser engrasada. La puerta se encontraba ligeramente entreabierta y había bastado que se apoyase cerca del centro para que cediese. Su completa distracción y su torpeza natural eran puntos en su contra y la gravedad los había aprovechado, aunque la chica había conseguido amortiguar la caída con sus brazos. Adrune se levantó rápidamente, ignorando las magulladuras que se había hecho al dar con la dura piedra y se apresuró a asomar la cabeza por el hueco que había conseguido.
—Veo… ¡Un ejército de rataespines! —Esperó unos segundos para ver si sacaba alguna reacción de los presentes antes de dejar escapar una risilla y continuar—. Es broma, veo sillones y una cocina. ¡Hay una cocina, Neil! —Se giró hacia su aurva con una gran sonrisa. Estaba segura de que eso lo animaría a entrar.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
23/11/15, 08:14 pm
Parecía que los dioses puñeteros de Rocavarancolia miraban para otro lado, pues fueron capaces de escapar de las ratas pinchudas. Rena no soltó su escudo improvisado hasta que todos sus compañeros hubieron echado a correr, y en cuanto lo hizo se unió a la carrera. No alcanzó la cabecera del grupo, no era rápida, pero recogió a Nime por el camino para que no se quedara atrás, echándosela al hombro como si de un saco de patatas se tratase.
Se detuvieron en cuanto estuvieron seguros de que las bestias no los seguían, y se pusieron de acuerdo para ir en una dirección concreta, en lugar de simplemente alejarse lo más posible del peligro. Rena aprovechó para recuperar el aliento, y dejar a Nime en el suelo. No estaba acostumbrada a ese tipo de ejercicio físico.
Divisaron una torre de piedra de aspecto dejado, cubierta de plantas, pero que parecía ser el único edificio entero de la zona. No necesitaron correr, solo antaron rápido, atentos a cualquier posible amenaza, y en cuanto llegaron al borde del foso que lo rodeaba, a la cría pelimorada le faltó tiempo para abalanzarse contra la puerta. Rena fue la segunda en entrar, dándole una colleja suave por la broma de mal gusto. Entrecerró los ojos para inspeccionar el lugar. Estaba hecho un asco, lleno de polvo y telarañas, pero parecía seguro. Usó la pantalla de su brazo para iluminar la estancia y dió con otro portón, que al abrir descubrió que llevaba a un patio, también hecho un asco.
-Parece seguro.- dijo alzando la voz lo suficiente para que la oyeran los demás.
Se detuvieron en cuanto estuvieron seguros de que las bestias no los seguían, y se pusieron de acuerdo para ir en una dirección concreta, en lugar de simplemente alejarse lo más posible del peligro. Rena aprovechó para recuperar el aliento, y dejar a Nime en el suelo. No estaba acostumbrada a ese tipo de ejercicio físico.
Divisaron una torre de piedra de aspecto dejado, cubierta de plantas, pero que parecía ser el único edificio entero de la zona. No necesitaron correr, solo antaron rápido, atentos a cualquier posible amenaza, y en cuanto llegaron al borde del foso que lo rodeaba, a la cría pelimorada le faltó tiempo para abalanzarse contra la puerta. Rena fue la segunda en entrar, dándole una colleja suave por la broma de mal gusto. Entrecerró los ojos para inspeccionar el lugar. Estaba hecho un asco, lleno de polvo y telarañas, pero parecía seguro. Usó la pantalla de su brazo para iluminar la estancia y dió con otro portón, que al abrir descubrió que llevaba a un patio, también hecho un asco.
-Parece seguro.- dijo alzando la voz lo suficiente para que la oyeran los demás.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
25/11/15, 05:52 pm
Eitne viajó a espaldas de Ain totalmente ausente del mundo que le rodeaba y no fue capaz de dar las gracias hasta que no sintió que este le devolvía al suelo del que lo había robado. No era consciente de cuanto había pasado ni cuanto se habían movido, apenas había prestado atención a la ruta que cogían y para él era todo un borrón de ruinas y edificios viejos y feos. Aquel lugar era terrorífico, era lo único que tenía claro. Y fue por eso que al plantar los pies de nuevo en tierra, Eitne soltó un pequeño grito.
Volvió a la realidad y miró a todas partes y a ninguna. Quería llorar de nuevo, pero tenía los ojos escocidos y secos y su angustia no podía transmutar al estado líquido. Consiguió volver a andar, lentamente, y se dedicó exclusivamente a mirar el suelo y a asegurarse de viajar siempre en el centro de las calles, para no ser un cebo fácil para cualquier bicho que pudiera tener su madriguera en aquellas casas. Eitne no era un niño de pesadillas y estaba seguro de que ni en sus peores sueños se había encontrado en una tesitura tan horrible: solo, completamente alejado de su familia, de su abuela bruja; atrapado en una ciudad que bien podía ser un puzle armado con jirones de pesadillas y con otras personas igual de abandonadas que él.
Cuando logró ver el torreón que se alzaba ante ellos, le cambió la mirada. Las enredaderas eran bonitas, aunque de un color verde extraño para las plantas, y le daban algo de vida y colorido a la piedra feuzca de la que estaba todo hecho en aquel lugar. En el momento que la puerta se abrió y Adru cayó al suelo, Eitne emitió un segundo gritillo y miró asustado al umbral de la puerta. Su broma en aquel momento casi provocó que al muchacho se le saliera el corazón del pecho, pero de alguna forma supo recomponerse.
Eitne acabó entrando con una timidez que abarcaba en él más allá del apartado psicológico. El interior estaba tan oscuro, incluso a la luz del dia, que el daeliciano no atinaba a ver nada y el miedo acudía de nuevo a él. Siguió a Rena por instinto, pues era la mayor, y dar con el patio le supuso un alivio. El niño contempló durante unos segundos la estatua que se alzaba en mitad y sintió un escalofrío. Eitne sentía pena por el ser que era representado de aquella forma tan horrible.
El niño desvió su atención y dio lugar con la única cosa muerta que el muchacho era capaz de ver sin alterarse: un huerto echado a perder. El niño se acercó y acercó una mano con sumo cuidado a las plantas marchitas, tratando de alzarlas con un dedo.
—P-Pobres... —dijo en voz baja, audible solo para quienes se encontraran cerca.
Sin embargo, había algo bueno tras aquellas plantas muertas: alguien debía haber vivido antes allí, lo cual indicaba que el lugar era un buen refugio. O al menos a esa fue la conclusión a la que Eitne logró llegar.
Volvió a la realidad y miró a todas partes y a ninguna. Quería llorar de nuevo, pero tenía los ojos escocidos y secos y su angustia no podía transmutar al estado líquido. Consiguió volver a andar, lentamente, y se dedicó exclusivamente a mirar el suelo y a asegurarse de viajar siempre en el centro de las calles, para no ser un cebo fácil para cualquier bicho que pudiera tener su madriguera en aquellas casas. Eitne no era un niño de pesadillas y estaba seguro de que ni en sus peores sueños se había encontrado en una tesitura tan horrible: solo, completamente alejado de su familia, de su abuela bruja; atrapado en una ciudad que bien podía ser un puzle armado con jirones de pesadillas y con otras personas igual de abandonadas que él.
Cuando logró ver el torreón que se alzaba ante ellos, le cambió la mirada. Las enredaderas eran bonitas, aunque de un color verde extraño para las plantas, y le daban algo de vida y colorido a la piedra feuzca de la que estaba todo hecho en aquel lugar. En el momento que la puerta se abrió y Adru cayó al suelo, Eitne emitió un segundo gritillo y miró asustado al umbral de la puerta. Su broma en aquel momento casi provocó que al muchacho se le saliera el corazón del pecho, pero de alguna forma supo recomponerse.
Eitne acabó entrando con una timidez que abarcaba en él más allá del apartado psicológico. El interior estaba tan oscuro, incluso a la luz del dia, que el daeliciano no atinaba a ver nada y el miedo acudía de nuevo a él. Siguió a Rena por instinto, pues era la mayor, y dar con el patio le supuso un alivio. El niño contempló durante unos segundos la estatua que se alzaba en mitad y sintió un escalofrío. Eitne sentía pena por el ser que era representado de aquella forma tan horrible.
El niño desvió su atención y dio lugar con la única cosa muerta que el muchacho era capaz de ver sin alterarse: un huerto echado a perder. El niño se acercó y acercó una mano con sumo cuidado a las plantas marchitas, tratando de alzarlas con un dedo.
—P-Pobres... —dijo en voz baja, audible solo para quienes se encontraran cerca.
Sin embargo, había algo bueno tras aquellas plantas muertas: alguien debía haber vivido antes allí, lo cual indicaba que el lugar era un buen refugio. O al menos a esa fue la conclusión a la que Eitne logró llegar.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
25/11/15, 07:46 pm
Milo corrió en todo momento en la retaguardia, frenando sus pasos si era necesario para mantenerse en la última posición. De esta manera se aseguró de que nadie se quedaba atrás, animando a los más lentos a apretar el paso si les veía aminorar demasiado. El maldición de Nime le hizo reír a pesar de que estaban huyendo de un montón de ratas-puercoespín, por lo que le tomó unos minutos recuperar el aliento cuando quedó claro que ya no les perseguían: entre la carrera y la risa había estado a punto de quedarse sin aire.
—No creo que la próxima vez tengamos tanta suerte —murmuró para sí, cuidándose de compartir aquel pensamiento tan negativo con el resto. Ya buscarían alguna solución más adelante—. Tal vez sea uno de los refugios que mencionó aquel “simpático” vejete. —comentó cuando avistaron el torreón cubierto de enredaderas, enfatizando las comillas con un gesto de sus manos mientras volvían a ponerse en marcha, sonriendo ante la asignación de puntuaciones improvisada por Rox y Adru.
Aquellas plantas trepadoras eran la primera nota de color que encontraban en la ciudad, lo que resultaba bastante prometedor, pero no podían confiarse antes de tiempo. La edificación estaba rodeada por un foso y un muro, lo que enfatizaba la sensación de seguridad que transmitía el lugar, pero cabía la posibilidad de que ya habitara alguien o algo en su interior. La sinhadre se ofreció a abrir la puerta demostrando más iniciativa que el coreano mayor, hecho que molestó al norteño ligeramente. La cobardía de Hyung empezaba a ser descarada, y dicha actitud acabaría suponiendo un peligro para alguno de los más pequeños.
—Ten cuida… —trató de advertirle a la edeel cuando esta se apoyó sobre la madera, pero ya era demasiado tarde y, con un sonoro chirrido, el portón cedió. La muchacha cayó hacia adelante, pero solo se magulló ligeramente y ni siquiera pareció notarlo—. ¿Estás bien? —le preguntó a pesar de todo, tratando de contener la risa mientras la niña bromeaba con lo que les esperaba en el interior del edificio.
Rena fue la primera en franquear la entrada, informándoles segundos después de que el lugar parecía seguro. Milo entró tras Eitne, entrecerrando los ojos para habituarse a la penumbra de la estancia, y echó un vistazo al salón con atención, acercándose luego a la cocina para dejar las cestas.
—Parece un buen refugio, pero necesita una limpieza a conciencia —comentó, pasando un dedo por la encimera y dejándo un surco sobre la capa de polvo que la alfombraba—. ¿Alguien me ayuda a buscar algo con lo que empezar? Unas escobas o algo así… —comentó, sin dirigirse a nadie en particular—. Deberíamos empezar adecentando esta zona para que alguien se ponga con la comida.
—No creo que la próxima vez tengamos tanta suerte —murmuró para sí, cuidándose de compartir aquel pensamiento tan negativo con el resto. Ya buscarían alguna solución más adelante—. Tal vez sea uno de los refugios que mencionó aquel “simpático” vejete. —comentó cuando avistaron el torreón cubierto de enredaderas, enfatizando las comillas con un gesto de sus manos mientras volvían a ponerse en marcha, sonriendo ante la asignación de puntuaciones improvisada por Rox y Adru.
Aquellas plantas trepadoras eran la primera nota de color que encontraban en la ciudad, lo que resultaba bastante prometedor, pero no podían confiarse antes de tiempo. La edificación estaba rodeada por un foso y un muro, lo que enfatizaba la sensación de seguridad que transmitía el lugar, pero cabía la posibilidad de que ya habitara alguien o algo en su interior. La sinhadre se ofreció a abrir la puerta demostrando más iniciativa que el coreano mayor, hecho que molestó al norteño ligeramente. La cobardía de Hyung empezaba a ser descarada, y dicha actitud acabaría suponiendo un peligro para alguno de los más pequeños.
—Ten cuida… —trató de advertirle a la edeel cuando esta se apoyó sobre la madera, pero ya era demasiado tarde y, con un sonoro chirrido, el portón cedió. La muchacha cayó hacia adelante, pero solo se magulló ligeramente y ni siquiera pareció notarlo—. ¿Estás bien? —le preguntó a pesar de todo, tratando de contener la risa mientras la niña bromeaba con lo que les esperaba en el interior del edificio.
Rena fue la primera en franquear la entrada, informándoles segundos después de que el lugar parecía seguro. Milo entró tras Eitne, entrecerrando los ojos para habituarse a la penumbra de la estancia, y echó un vistazo al salón con atención, acercándose luego a la cocina para dejar las cestas.
—Parece un buen refugio, pero necesita una limpieza a conciencia —comentó, pasando un dedo por la encimera y dejándo un surco sobre la capa de polvo que la alfombraba—. ¿Alguien me ayuda a buscar algo con lo que empezar? Unas escobas o algo así… —comentó, sin dirigirse a nadie en particular—. Deberíamos empezar adecentando esta zona para que alguien se ponga con la comida.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
25/11/15, 11:43 pm
Los primeros momentos de su carrera fueron un caos. Tras ver que los que no habían ido a por las cestas corrían más rápido que ella y que incluso los que venían con cestas podían pasarle por delante, trató de dar lo mejor de sí para no rezagarse, muy dispuesta a no ser menos que los demás. Escuchaba los golpes de las espinas que volaban en su dirección, y vio cómo se acercaba Ain con Eitne en brazos. ¿Se había rezagado aún más que ella? Durante el caos, la niña apenas había sido capaz de mirar más que por sí misma.
Entonces sintió con alguien la levantaba y soltó un grito de sorpresa. Reconoció la espalda de Rena en cuanto esta la estabilizó sobre su hombro, y durante varios segundos se quedó paralizada.
—¿Por qué me subes? ¡Puedo yo! ¡Puedo yo sola! —pataleó. Era consciente de que el peso extra podía retrasar a la irrense, además de la vergüenza que le daba que la cargasen de aquella manera.
Sin embargo no consiguió nada, y cuando se consideraron fuera de peligro regresó al suelo. Miró con los labios fruncidos a Rena, pero estaba demasiado ocupada tomando aliento como para verla, y la libense terminó por no decir nada. Puede que no protestase más, pero tampoco le daría las gracias. A fin de cuentas ahora, como Eitne, parecía un poco menos digna de estar en Rocavarancolia.
Siguiendo a los demás divisó por fin la torre con enredaderas. El muro estaba en buen estado, al menos, pero del edificio era difícil hablar por culpa de la vegetación que lo cubría. A pesar de ella, en principio no parecía derruido. Se quedó a cierta distancia mientras otros trataban de entrar, siendo la sinhadre la primera. Se sobresaltó al verla caer, pero logró hacer sonreír a Nime de nuevo, ya que ni siquiera parecía haberse hecho daño a juzgar por sus ganas de bromear. La niña no la creyó ni desde el principio, porque no habiendo calado aún a la sinhadre, pensba que de estar en su lugar habría reculado y cerrado la puerta a toda velocidad si hubiese rataespines al otro lado.
Nime se apresuró a entrar detrás de los primeros en atravesar el portón. El torreón, por dentro, estaba sorprendentemente bien equipado y en buen estado. Aquel sitio era perfecto para refugiarse por el momento, y parecía llevar sin ser habitado algún tiempo «pero así si vuelven los dueños, como en los cuentos, podemos defendernos diciendo que estaba abandonado cuando llegamos». Había telarañas y polvo, pero esa era la única pega. La niña exploró la planta baja en muy poco tiempo, correteando de un lado para otro. Primero miró la cocina, luego los sofás –tirándose en uno para probarlo y levantando un poco de polvo en el proceso–, y se asomó al hueco de las escaleras, pero desde allí se desvió al patio directamente. Lo primero que atrajo su mirada fue la estatua, tal vez representativa de alguna leyenda de la ciudad, pero luego vio las letrinas y se fue a curiosearlas. El huerto marchito no llamó especialmente su atención, pero tampoco se le pasó por alto. Mirándolo estaba Eitne, y eso la hizo acercarse a él, con las manos entrelazadas detrás de la espalda.
—¿Crees que aquí vivió antes alguna persona de Rocavarancolia? ¿Volverá? ¿Te imaginas que fuese alguien como la mujer de las escamas? —rio. En realidad a ella le hacía ilusión, todo menos que regresase a echarlos a patadas—. Pero algunos creen que es donde nos podemos quedar.
Nime se agachó y empezó a tirar de una planta marchita. Las raíces salieron acompañadas de unos racimos de tubérculos del tamaño de avellanas. La niña soltó una exclamación de sorpresa y cogió uno en la mano para juguetear con él. Eran duros pero cedían al clavarles las uñas.
Entonces sintió con alguien la levantaba y soltó un grito de sorpresa. Reconoció la espalda de Rena en cuanto esta la estabilizó sobre su hombro, y durante varios segundos se quedó paralizada.
—¿Por qué me subes? ¡Puedo yo! ¡Puedo yo sola! —pataleó. Era consciente de que el peso extra podía retrasar a la irrense, además de la vergüenza que le daba que la cargasen de aquella manera.
Sin embargo no consiguió nada, y cuando se consideraron fuera de peligro regresó al suelo. Miró con los labios fruncidos a Rena, pero estaba demasiado ocupada tomando aliento como para verla, y la libense terminó por no decir nada. Puede que no protestase más, pero tampoco le daría las gracias. A fin de cuentas ahora, como Eitne, parecía un poco menos digna de estar en Rocavarancolia.
Siguiendo a los demás divisó por fin la torre con enredaderas. El muro estaba en buen estado, al menos, pero del edificio era difícil hablar por culpa de la vegetación que lo cubría. A pesar de ella, en principio no parecía derruido. Se quedó a cierta distancia mientras otros trataban de entrar, siendo la sinhadre la primera. Se sobresaltó al verla caer, pero logró hacer sonreír a Nime de nuevo, ya que ni siquiera parecía haberse hecho daño a juzgar por sus ganas de bromear. La niña no la creyó ni desde el principio, porque no habiendo calado aún a la sinhadre, pensba que de estar en su lugar habría reculado y cerrado la puerta a toda velocidad si hubiese rataespines al otro lado.
Nime se apresuró a entrar detrás de los primeros en atravesar el portón. El torreón, por dentro, estaba sorprendentemente bien equipado y en buen estado. Aquel sitio era perfecto para refugiarse por el momento, y parecía llevar sin ser habitado algún tiempo «pero así si vuelven los dueños, como en los cuentos, podemos defendernos diciendo que estaba abandonado cuando llegamos». Había telarañas y polvo, pero esa era la única pega. La niña exploró la planta baja en muy poco tiempo, correteando de un lado para otro. Primero miró la cocina, luego los sofás –tirándose en uno para probarlo y levantando un poco de polvo en el proceso–, y se asomó al hueco de las escaleras, pero desde allí se desvió al patio directamente. Lo primero que atrajo su mirada fue la estatua, tal vez representativa de alguna leyenda de la ciudad, pero luego vio las letrinas y se fue a curiosearlas. El huerto marchito no llamó especialmente su atención, pero tampoco se le pasó por alto. Mirándolo estaba Eitne, y eso la hizo acercarse a él, con las manos entrelazadas detrás de la espalda.
—¿Crees que aquí vivió antes alguna persona de Rocavarancolia? ¿Volverá? ¿Te imaginas que fuese alguien como la mujer de las escamas? —rio. En realidad a ella le hacía ilusión, todo menos que regresase a echarlos a patadas—. Pero algunos creen que es donde nos podemos quedar.
Nime se agachó y empezó a tirar de una planta marchita. Las raíces salieron acompañadas de unos racimos de tubérculos del tamaño de avellanas. La niña soltó una exclamación de sorpresa y cogió uno en la mano para juguetear con él. Eran duros pero cedían al clavarles las uñas.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/11/15, 01:55 am
En la Tierra no habría pisado aquel torreón por gusto ni de broma. ¿Una noche de Halloween temática? Puede, pero en su sano juicio, ni de broma.
Sin embargo, después de compararlo con el resto de edificios, la carrera contra los rataspines y haber visto un espantapájaros cantar a lomos de una bañera voladora, aquel sitio cubierto de enredaderas era el lugar más precioso que podían encontrar.
Aún tenía el corazón acelerado, razón por la que no se ofreció voluntaria para entrar primero. Entendía el miedo de Hyung a pasar, pero visto que Adru y Nime tendían a adelantarse a los acontecimientos, no era el mejor comportamiento a tener en cuenta. Si los mayores no se interponían, las dos más pequeñas terminarían haciendo de escudo "humano", y a Rox no le gustaba la idea de que algo así sucediese.
Como si el destino fuera a confirmar sus terrores, esta vez no fue la morena quien cayó al suelo, sino la pecosa de pelo lila, teniendo que contenerse la coreana en remangarse y darle una colleja por la broma que le siguió a la caída. Rena debió pensar lo mismo y se le adelantó en acciones, susurrándole Rox un "gracias" con una sonrisa llena de picardía por el golpecito que le dio.
Siguió al grupo, viendo poco más de lo que la luz de la pantalla de la irrense iluminaba del lugar, soltando un corto y flojo grito alarmado al haber estado a punto de pisar un escarabajo que correteó bajo sus pies. No por asco, sino por haber estado a punto de matarlo. Se agachó para recogerlo, dejando las cestas en lo que parecía la encimera de la cocina, y aprovechando el descubrimiento de un patio interior, soltar al bichito fuera.
—La gente que vive en esta ciudad tiene MUY mal gusto... —se acercó despacio a la estatua, sin despegar los ojos de esta. Corea del Sur estaba lleno de arte moderno, pero una ninfa empalada de esa forma ya se pasaba de castaño oscuro. El frío de fuera y el no querer pasar más tiempo observando la escultura le hizo prestar atención a la voz de Milo, entrando de nuevo para atender mejor. La polvareda que Nime iba levantando según corría de un lado a otro le hizo toser y apartarse el polvo de la cara con una mano, entrecerrando los ojos de forma cómica para que no le entrase en ellos—. Hah, sin duda. Un asmático aquí se lo tiene que pasar de lujo, ¿uh? Voy a buscar lo que sea.
A pesar de estar oscuro y polvoriento, el lugar le recordaba al ático que tenían en su casa de Australia, por lo que el miedo que pudiera sentir se fue desvaneciendo por añoranza a medida que aumentaba el olor a polvo. Además, dudaba que otro ser inteligente hubiera pisado ese sitio en mucho tiempo. Se asomó a las escaleras, tanto las que subían como las que bajaban, optando por la segunda opción e ir al sótano.
—Si yo fuera una escoba... me escondería debajo.
La primera planta estaba oscura, pero el sótano estaba al nivel de un agujero negro. Tanteó a duras penas con las manos por delante, caminando despacio, hasta que sus ojos se acostumbraron a la falta de luz. No era un sótano donde guardar cachivaches, sino más bien un sótano donde guardar prisioneros. Rox se apresuró en continuar buscando, ni molestándose en hacer la broma de meterse en una celda para comprobar si era de verdad o no. Poco más al fondo tampoco estaba el cuarto de la limpieza, pero sí algo más apasionante: una armería.
Una risa entre nerviosa y emocionada inundó el lugar, alzando con cuidado las manos para recoger una de las armas que se encontraba bien encajada en su sitio para mirarla mejor. Camuflada entre los mangos de las armas más largas, irónicamente, había también una escoba. Quizás alguien pensó en la limpieza como algo tan peligroso como la muerte.
Ya tendrían tiempo de inspeccionar bien todas las cosas de las que disponían en otro momento, y a ser posible con más luz. Subió a toda prisa sujetando ambas cosas con cuidado, la escoba y el arma, con la ilusión de un niño al que le han regalado un objeto punzante y letal semi-nuevo. ¿Desde cuando se le había pegado el entusiasmo de las dos enanas?
Escondió el arma a sus espaldas de forma penosa, asomando primero la cabeza por las escaleras.
—¡He encontrado una escoba!—su sonrisa se hizo más amplia, colocando una cimitarra igual de polvorienta que todo en el torreón por delante suya, acercándose al irrense—. ¡Mira que escoba más chula!
Otra risa tonta se le escapó, sintiéndose estúpida por llevar un objeto tan peligroso a un sitio repleto de críos, por fin dejando ver la escoba real y dejando la espada, igual que las cestas, en la encimera.
—Abajo hay un montón de armas...—cogió el palo de la escoba con ambas manos, sin ser capaz de quitarse la sonrisa de la cara mientras empezaba a barrer el suelo—. Y también unas mazmorras. Pero están vacías, así que creo que sí que estamos seguros aquí. Me muero por ver que hay arriba.
Sin embargo, después de compararlo con el resto de edificios, la carrera contra los rataspines y haber visto un espantapájaros cantar a lomos de una bañera voladora, aquel sitio cubierto de enredaderas era el lugar más precioso que podían encontrar.
Aún tenía el corazón acelerado, razón por la que no se ofreció voluntaria para entrar primero. Entendía el miedo de Hyung a pasar, pero visto que Adru y Nime tendían a adelantarse a los acontecimientos, no era el mejor comportamiento a tener en cuenta. Si los mayores no se interponían, las dos más pequeñas terminarían haciendo de escudo "humano", y a Rox no le gustaba la idea de que algo así sucediese.
Como si el destino fuera a confirmar sus terrores, esta vez no fue la morena quien cayó al suelo, sino la pecosa de pelo lila, teniendo que contenerse la coreana en remangarse y darle una colleja por la broma que le siguió a la caída. Rena debió pensar lo mismo y se le adelantó en acciones, susurrándole Rox un "gracias" con una sonrisa llena de picardía por el golpecito que le dio.
Siguió al grupo, viendo poco más de lo que la luz de la pantalla de la irrense iluminaba del lugar, soltando un corto y flojo grito alarmado al haber estado a punto de pisar un escarabajo que correteó bajo sus pies. No por asco, sino por haber estado a punto de matarlo. Se agachó para recogerlo, dejando las cestas en lo que parecía la encimera de la cocina, y aprovechando el descubrimiento de un patio interior, soltar al bichito fuera.
—La gente que vive en esta ciudad tiene MUY mal gusto... —se acercó despacio a la estatua, sin despegar los ojos de esta. Corea del Sur estaba lleno de arte moderno, pero una ninfa empalada de esa forma ya se pasaba de castaño oscuro. El frío de fuera y el no querer pasar más tiempo observando la escultura le hizo prestar atención a la voz de Milo, entrando de nuevo para atender mejor. La polvareda que Nime iba levantando según corría de un lado a otro le hizo toser y apartarse el polvo de la cara con una mano, entrecerrando los ojos de forma cómica para que no le entrase en ellos—. Hah, sin duda. Un asmático aquí se lo tiene que pasar de lujo, ¿uh? Voy a buscar lo que sea.
A pesar de estar oscuro y polvoriento, el lugar le recordaba al ático que tenían en su casa de Australia, por lo que el miedo que pudiera sentir se fue desvaneciendo por añoranza a medida que aumentaba el olor a polvo. Además, dudaba que otro ser inteligente hubiera pisado ese sitio en mucho tiempo. Se asomó a las escaleras, tanto las que subían como las que bajaban, optando por la segunda opción e ir al sótano.
—Si yo fuera una escoba... me escondería debajo.
La primera planta estaba oscura, pero el sótano estaba al nivel de un agujero negro. Tanteó a duras penas con las manos por delante, caminando despacio, hasta que sus ojos se acostumbraron a la falta de luz. No era un sótano donde guardar cachivaches, sino más bien un sótano donde guardar prisioneros. Rox se apresuró en continuar buscando, ni molestándose en hacer la broma de meterse en una celda para comprobar si era de verdad o no. Poco más al fondo tampoco estaba el cuarto de la limpieza, pero sí algo más apasionante: una armería.
Una risa entre nerviosa y emocionada inundó el lugar, alzando con cuidado las manos para recoger una de las armas que se encontraba bien encajada en su sitio para mirarla mejor. Camuflada entre los mangos de las armas más largas, irónicamente, había también una escoba. Quizás alguien pensó en la limpieza como algo tan peligroso como la muerte.
Ya tendrían tiempo de inspeccionar bien todas las cosas de las que disponían en otro momento, y a ser posible con más luz. Subió a toda prisa sujetando ambas cosas con cuidado, la escoba y el arma, con la ilusión de un niño al que le han regalado un objeto punzante y letal semi-nuevo. ¿Desde cuando se le había pegado el entusiasmo de las dos enanas?
Escondió el arma a sus espaldas de forma penosa, asomando primero la cabeza por las escaleras.
—¡He encontrado una escoba!—su sonrisa se hizo más amplia, colocando una cimitarra igual de polvorienta que todo en el torreón por delante suya, acercándose al irrense—. ¡Mira que escoba más chula!
Otra risa tonta se le escapó, sintiéndose estúpida por llevar un objeto tan peligroso a un sitio repleto de críos, por fin dejando ver la escoba real y dejando la espada, igual que las cestas, en la encimera.
—Abajo hay un montón de armas...—cogió el palo de la escoba con ambas manos, sin ser capaz de quitarse la sonrisa de la cara mientras empezaba a barrer el suelo—. Y también unas mazmorras. Pero están vacías, así que creo que sí que estamos seguros aquí. Me muero por ver que hay arriba.
- ♪♫♬:
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/11/15, 07:31 am
La ciudad empezó a moverse a medida que Zob corría más y más. Todos habían echado a correr alejándose lo más que podían de las bestias. Ninguno salió herido, nadie tropezó. Quizá si eran los elegidos y alguien, o algo, velaba por ellos. Los edificios ruinosos pasaban a los lados mientras ellos seguían su camino. No tenía tiempo para admirarlos, aunque bien poco había ya que admirar en ellos, pero la ruina y decadencia le traían un sabor amargo. El polvo que levantaban se le antojaba añejo y depresivo, y aun asi, allí estaban maldiciendo y cargando a sus compañeros. Hubiese sonreído si no le faltara el aire. Cuando se detuvieron solo atino a inclinarse sobre si y respirar agitadamente, antes de voltear hacia atrás. Habían huido, y con la respiración aun entrecortada, pudo ver a los demás. Adru y varios “patilargas” aun conservaban una buena dosis de animos y fueron los primeros en acercarse a aquel edificio.
El edificio era una cosa totalmente aparte. Cubierto de vegetación, era difícil compararlo con el promedio de cosas que habían visto hasta ahora. Entró en medio de los demás, esperando que no estuviese habitado, o que al menos quien viviera allí no tuviese espinas. El interior, a diferencia de la primera impresión, si concordaba con el resto de la ciudad. A pesar de todo parecía habitable y posiblemente fuese algún tipo de refugio. Mientras los demás revisaban alrededor siguió los pasos de Eitne hasta el huerto, tenía intención de animarle un poco, pero Nime se le adelanto. Se sentó apoyándose a los pies de la estatua, estaba cansado y la emoción habia dejado un vacio que se estaba llenado de in incipiente pánico.
-Extraño las lunas - dijo mirando al cielo de Rocavarancolia. La brisa fresca le habia traido un poco de nostalgia. Después de todo, nada será igual de aquí en adelante.El edificio era una cosa totalmente aparte. Cubierto de vegetación, era difícil compararlo con el promedio de cosas que habían visto hasta ahora. Entró en medio de los demás, esperando que no estuviese habitado, o que al menos quien viviera allí no tuviese espinas. El interior, a diferencia de la primera impresión, si concordaba con el resto de la ciudad. A pesar de todo parecía habitable y posiblemente fuese algún tipo de refugio. Mientras los demás revisaban alrededor siguió los pasos de Eitne hasta el huerto, tenía intención de animarle un poco, pero Nime se le adelanto. Se sentó apoyándose a los pies de la estatua, estaba cansado y la emoción habia dejado un vacio que se estaba llenado de in incipiente pánico.
Se levanto y trato de llamar la atención de Nime y Eitne en medio del polvo que se levantaba.
- Deberiamos entrar y tratar de buscar algo con que cocinar - les dijo, no seria bueno quedarse con hambre después de haber sufrido tanto por las lenguas de bebes - mañana comenzaremos el mejor huerto de Rocavarancolia - añadió sonriéndoles. En verdad le gustaría trabajar en un huerto.
Se encamino hacia el interior del torreón pensando como Milo en la comida, y en que un poco de fuego hasta les serviría de proteción ,cuando Rox hablo de las armas. Había llegado a sentirse un tanto seguro en el torreón, junto a todos, pero sabía que deberían buscar más comida eventualmente. Intranquilo por todo lo que pasaba, solo atino a sentarse en medio de la sala del torreón. Mientras estuvieran todos, el ayudaría en todo lo que pudiera, desde buscar fuego hasta lanzar algo mas mortal que huesos y piedra.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Manasard
Ficha de cosechado
Nombre: Ain
Especie: Humano
Habilidades: Nociones de Lucha, Planificación, Rapidez Mental
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/11/15, 05:17 pm
El edificio era distinto a todos los que habíamos visto, en especial por las enredaderas, lo único vivo que parecía que no quería vernos muerto. A la hora de entrar Hyung demostró lo que ya llevaba tiempo haciendo. Esperaba que al menos fuese consciente de ello, había que intentar que todos cogiesen más confianza. En ese momento la pelimorada se dio de bruces contra el suelo. <<Y más sensatez>>
Entré despacio mirando a todos lados. El sitio no era pequeño ni tampoco muy acogedor pero parecía seguro, que ya era más que el resto de la ciudad. Todo estaba cubierto de polvo, necesitaba una buena limpieza al menos para no rebozarnos en mugre. Salí al patio donde estaban Eitne y Nime, ya parecía menos asustado el pequeño. Fijé mi atención en la estatua del centro del patio <<Curiosa imagen, aunque un poco de mal gusto>> no tenía mucha idea de arte pero sabía que eso no era muy normal encontrar estatuas así en la Tierra.
Volví dentro del edificio, vi como la coreana bajaba por unas escaleras en busca de una escoba para limpiar el sitio. Me puse a dar vueltas sin saber muy bien que hacer. Me hubiese tumbado en un sofá de no ser por lo sucio que estaba. En vez de eso me acerqué a lo que parecía la cocina, interesado por el contenido de las cestas. Examine un poco por encima y cogí una manzana. La lance al aire y la volví a dejaren la cesta. –Por lo menos la comida parece fresca-
Cuando Rox volvió de lo que era el sótano vino con una escoba y una cimitarra y con la noticia de que había más armas abajo al menos teníamos algo con lo que defendernos. Dicho esto se puso a barrer. Vi que con una sola escoba no iba a ser demasiado útil que ayudase a barrer, y tampoco tenía mucha idea de cocinar apenas sabía hacer unos fideos fritos. Visto que no iba ser de mucha utilidad en ese momento decidí hacer algo que se me daba bien: explorar. Subí las escaleras hasta la primera planta y fui entrando en las habitaciones, más sillas y mesas. En una de ellas había unos baúles descaradamente fáciles de encontrar. En mi mente pasaron imágenes de tesoros, armaduras y dinero, pero por otro lado pensé en un cofre devorándome por completo y no me hacía mucha gracia repetir la misma historia.
Me acerqué al que más cerca tenía en caso de que fuese un monstruo solo tenía que correr lo más rápido que pudiese, pero como se dice “si uno no entra en la guarida del tigre…” con eso en mente abrí lo abrí de un tirón y mi decepción fue mayor que si hubiese sido un monstruo. –mantas, ¿en serio? Al menos no pasaremos frio…- Seguí explorando la primera planta y no encontré nada interesante. Así que decidí seguir subiendo a ver si tenía más suerte en mi búsqueda del tesoro.
La segunda planta siguió la tónica de la primera, nada interesante salvo unas habitaciones ruinosas que debían de ser dormitorios sin embargo la tercera planta sí que le llamo la atención me acerqué al muñeco de paja que había. Tenía pinta de ser de entrenamiento. También le eché un largo vistazo a las armaduras. Cogí una espada del suelo, era más pesada que la que usaban sus antiguos compañeros de entrenamiento para hacer las formas. Esta debía de servir para cortar más que para exhibirse. Sin soltar la espada baje a la planta baja para poner en común mi “gran y fructuosa” exploración.
-Arriba hay unas mantas, lo que parecen unos dormitorios y más armas- dije esto último dejando la espada cerca de la cimitarra –tampoco he encontrado mucho más.-
Entré despacio mirando a todos lados. El sitio no era pequeño ni tampoco muy acogedor pero parecía seguro, que ya era más que el resto de la ciudad. Todo estaba cubierto de polvo, necesitaba una buena limpieza al menos para no rebozarnos en mugre. Salí al patio donde estaban Eitne y Nime, ya parecía menos asustado el pequeño. Fijé mi atención en la estatua del centro del patio <<Curiosa imagen, aunque un poco de mal gusto>> no tenía mucha idea de arte pero sabía que eso no era muy normal encontrar estatuas así en la Tierra.
Volví dentro del edificio, vi como la coreana bajaba por unas escaleras en busca de una escoba para limpiar el sitio. Me puse a dar vueltas sin saber muy bien que hacer. Me hubiese tumbado en un sofá de no ser por lo sucio que estaba. En vez de eso me acerqué a lo que parecía la cocina, interesado por el contenido de las cestas. Examine un poco por encima y cogí una manzana. La lance al aire y la volví a dejaren la cesta. –Por lo menos la comida parece fresca-
Cuando Rox volvió de lo que era el sótano vino con una escoba y una cimitarra y con la noticia de que había más armas abajo al menos teníamos algo con lo que defendernos. Dicho esto se puso a barrer. Vi que con una sola escoba no iba a ser demasiado útil que ayudase a barrer, y tampoco tenía mucha idea de cocinar apenas sabía hacer unos fideos fritos. Visto que no iba ser de mucha utilidad en ese momento decidí hacer algo que se me daba bien: explorar. Subí las escaleras hasta la primera planta y fui entrando en las habitaciones, más sillas y mesas. En una de ellas había unos baúles descaradamente fáciles de encontrar. En mi mente pasaron imágenes de tesoros, armaduras y dinero, pero por otro lado pensé en un cofre devorándome por completo y no me hacía mucha gracia repetir la misma historia.
Me acerqué al que más cerca tenía en caso de que fuese un monstruo solo tenía que correr lo más rápido que pudiese, pero como se dice “si uno no entra en la guarida del tigre…” con eso en mente abrí lo abrí de un tirón y mi decepción fue mayor que si hubiese sido un monstruo. –mantas, ¿en serio? Al menos no pasaremos frio…- Seguí explorando la primera planta y no encontré nada interesante. Así que decidí seguir subiendo a ver si tenía más suerte en mi búsqueda del tesoro.
La segunda planta siguió la tónica de la primera, nada interesante salvo unas habitaciones ruinosas que debían de ser dormitorios sin embargo la tercera planta sí que le llamo la atención me acerqué al muñeco de paja que había. Tenía pinta de ser de entrenamiento. También le eché un largo vistazo a las armaduras. Cogí una espada del suelo, era más pesada que la que usaban sus antiguos compañeros de entrenamiento para hacer las formas. Esta debía de servir para cortar más que para exhibirse. Sin soltar la espada baje a la planta baja para poner en común mi “gran y fructuosa” exploración.
-Arriba hay unas mantas, lo que parecen unos dormitorios y más armas- dije esto último dejando la espada cerca de la cimitarra –tampoco he encontrado mucho más.-
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/11/15, 09:16 pm
Para su suerte, no murió devorado por aquellas bestias, pero si se vio arrastrado por Adru haciéndole correr más rápido, tropezando constantemente y terminando con los pulmones ardiendo por el sobreesfuerzo. Si podía evitar correr tanto por el resto de su vida, Neil podría considerarse un aurva afortunado. El sinhadre se dejó arrastrar por su edeel hasta que esta le soltó, momento en el cual pudo pararse a recuperar el aliento. Al alzar la vista se topó con el edificio cubierto de enredaderas y sintiéndose algo molesto con el pensamiento, la imagen le gustó. Él no quería realmente que le gustara, Neil solo quería irse, volver a su casa, donde tres padres, una rica comida y un pastel le esperaban a Adru y a él, pero su edeel no parecía tan interesada en ello.
Neil jadeó asustado al ver a Adrune caer al suelo y luego soltó un chillido aterrorizado por culpa de su broma.
- ¡Dru!- exclamó reprobatoriamente cuando la edeel descubrió la broma.
A Neil no le agradaba demasiado la idea de entrar en aquel lugar, pero tenía hambre y Adrune había dicho que había una cocina. “Quizás pueda cocinar algo antes de echarnos a dormir. No son horas precisamente para estar despierto” pensó mientras entraba por la puerta, pero al instante se percató de las condiciones del lugar y una mota de polvo entró en su nariz haciéndole estornudar.
Oyó a varias personas del grupo explorar las distintas estancias del torreón y hablar de buscar escobas o algo para limpiar, por lo que él se dirigió a la cocina, ya que por el momento veía más urgente el limpiar esa zona para poder preparar aunque fuera un almuerzo. Si todos habían sido traídos a aquel lugar como ellos, posiblemente llevaran horas sin nada que comer.
Encontró varios utensilios, todos ellos sucios como ya se esperaba, además de trapos y cubiertos. Contento por el descubrimiento, salió al exterior por la puerta que habían usado otros en busca del pozo. A su entender, tenía que haber como mínimo uno no muy lejos y esperaba que fuera más cerca que lejos. No tardó en encontrarlo, más contento de lo que le gustaría reconocer. La perspectiva de poder ponerse a cocinar próximamente siempre le alegraba. Poniéndose de puntillas se asomó un poco por el borde y en seguida se dio la vuelta.
- ¡Druuuu!- gritó hacia el interior del torreón-. ¿¡Puedes venir a sacarme agua del pozooooo!?- preguntó, consciente de que él sería incapaz de sacar el cubo lleno de agua de aquel pozo.
Mientras esperaba a que su edeel apareciera, observó el patio. No era precisamente lo mejor que había visto, pero en una esquina había un intento de huerto y quizás, si alguien sabía trabajarlo, podría producir verduras frescas. Neil, aunque había ayudado algunas veces en el huerto, solo había sido para recolecciones, por lo que no tenía ni idea de plantar y cuidar una hortaliza.
- Voy a limpiar los cacharros y cocinar algo- les informó con una sonrisa amable a aquellos compañeros que se encontraban en el patio-. Posiblemente todos llevemos algo de tiempo sin comer y, aunque no son horas de estar despierto, no nos vendrá mal echarnos a dormir con algo en el estómago-. El sinhadre calló durante unos segundos pensando en las posibles diferencias en la alimentación-. No estoy seguro de si teneis alguna preferencia con la comida… y tampoco estoy seguro de si lo que hay en las cestas servirá, todavía no las he mirado. Bueno, siempre podemos experimentar- terminó ampliando su sonrisa.
Neil jadeó asustado al ver a Adrune caer al suelo y luego soltó un chillido aterrorizado por culpa de su broma.
- ¡Dru!- exclamó reprobatoriamente cuando la edeel descubrió la broma.
A Neil no le agradaba demasiado la idea de entrar en aquel lugar, pero tenía hambre y Adrune había dicho que había una cocina. “Quizás pueda cocinar algo antes de echarnos a dormir. No son horas precisamente para estar despierto” pensó mientras entraba por la puerta, pero al instante se percató de las condiciones del lugar y una mota de polvo entró en su nariz haciéndole estornudar.
Oyó a varias personas del grupo explorar las distintas estancias del torreón y hablar de buscar escobas o algo para limpiar, por lo que él se dirigió a la cocina, ya que por el momento veía más urgente el limpiar esa zona para poder preparar aunque fuera un almuerzo. Si todos habían sido traídos a aquel lugar como ellos, posiblemente llevaran horas sin nada que comer.
Encontró varios utensilios, todos ellos sucios como ya se esperaba, además de trapos y cubiertos. Contento por el descubrimiento, salió al exterior por la puerta que habían usado otros en busca del pozo. A su entender, tenía que haber como mínimo uno no muy lejos y esperaba que fuera más cerca que lejos. No tardó en encontrarlo, más contento de lo que le gustaría reconocer. La perspectiva de poder ponerse a cocinar próximamente siempre le alegraba. Poniéndose de puntillas se asomó un poco por el borde y en seguida se dio la vuelta.
- ¡Druuuu!- gritó hacia el interior del torreón-. ¿¡Puedes venir a sacarme agua del pozooooo!?- preguntó, consciente de que él sería incapaz de sacar el cubo lleno de agua de aquel pozo.
Mientras esperaba a que su edeel apareciera, observó el patio. No era precisamente lo mejor que había visto, pero en una esquina había un intento de huerto y quizás, si alguien sabía trabajarlo, podría producir verduras frescas. Neil, aunque había ayudado algunas veces en el huerto, solo había sido para recolecciones, por lo que no tenía ni idea de plantar y cuidar una hortaliza.
- Voy a limpiar los cacharros y cocinar algo- les informó con una sonrisa amable a aquellos compañeros que se encontraban en el patio-. Posiblemente todos llevemos algo de tiempo sin comer y, aunque no son horas de estar despierto, no nos vendrá mal echarnos a dormir con algo en el estómago-. El sinhadre calló durante unos segundos pensando en las posibles diferencias en la alimentación-. No estoy seguro de si teneis alguna preferencia con la comida… y tampoco estoy seguro de si lo que hay en las cestas servirá, todavía no las he mirado. Bueno, siempre podemos experimentar- terminó ampliando su sonrisa.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/11/15, 10:08 pm
Al final fue Adru al encargada en abrir la puerta y Rena la primera en asegurarse que no existía nada mas peligroso que telarañas y polvo allí dentro. Sabiendo eso Pam se guardo con cuidado el cuchillo adentrándose en edificio y sintiendo que le picaba todo el cuerpo solo con ver la cantidad de suciedad acumulada.
<<Esta asqueroso ¿hace cuanto no vive nadie aquí?>> pensó Pam que casi andaba de puntillas asqueada por la suciedad del suelo. Incluso las piedras de las calles estaban mas limpias que ese lugar y ya era decir mucho. Pam estornudo cuando Nime levanto la nube de polvo al tirarse en el sofá, pues justamente pasaba junto a este.
Recorrió la primera planta ojeando con curiosidad tanto la estatua del patio como el huerto y el pozo, pues aunque raquítico el primero y sin saber si era potable el agua del segundo, era mejor que nada. En otras circunstancias la niña se habría puesto inmediatamente a limpiar junto a Milo y Rox, o buscando adecentar la cocina para cocinar, pero dado que el resto se encontraba adelantándose a se tomo su tiempo para explorar.
Bajo al sótano primero, fascinada ante la cantidad de armas allí presentes que hacia de su cuchillo una ridiculez.<<Al menos tenemos aquí con lo que defendernos. También agua, techo y comida...aunque tengamos que luchar por la última>> pensó la niña objetivamente antes de tener intención de dirigirse a la planta superiores justo cuando Ain bajaba con una espada, similar ala que Rox había subido del sótano un poco antes.
-Hay que lavar esas mantas antes de poder darles uso, así que debemos aprovechar las horas de sol-dijo Pam desde el primer escalón mirando al grupo que podía verse limpiando por el salón y la cocina- Si alguien me saca un par de cubos de agua y me ayuda a bajarlas, puedo ir lavándolas -pidió la niña, consciente que no podría sacar agua con su fuerza y estatura, a cualquiera que estuviera desocupado antes de subir a los pisos de arriba y empezar a recolectar las mantas en mejor estado. Entre tanto mataba los bichos que encontraba en estas al sacudirlas y tras conseguir un montoncito las bajo hasta el patio donde la voz del acompañante de Adru llamo su atención.
Miro a este atentamente mientras dejaba la ropa en el suelo para empezar a sacudirla, aturdida por sus palabras sobre la hora. <<¿Que no son horas de estar despierto? ¿Pero que tan flojo se puede ser como para seguir durmiendo a esta hora? >> pensó la mona del queso confundida ante eso y dudando de las dotes culinarias del niño con ese horario tan raro y poco practico.
El lo que a ella se refería podía cocinarse algo mas tarde, la mona del queso estaba acostumbrada a valerse por si misma en ese tipo de tareas y le era extraño el que alguien cocinara para ella cuando solía ser al contrario. No es como si el colaborar diligentemente con el resto fuese a conseguir que se volviese simpática y social, le convenía esta en un grupo visto los peligros de esa ciudad, pero no significaba que confiara en ellos.
Simplemente eran de utilidad, al menos parte de ellos.
<<Esta asqueroso ¿hace cuanto no vive nadie aquí?>> pensó Pam que casi andaba de puntillas asqueada por la suciedad del suelo. Incluso las piedras de las calles estaban mas limpias que ese lugar y ya era decir mucho. Pam estornudo cuando Nime levanto la nube de polvo al tirarse en el sofá, pues justamente pasaba junto a este.
Recorrió la primera planta ojeando con curiosidad tanto la estatua del patio como el huerto y el pozo, pues aunque raquítico el primero y sin saber si era potable el agua del segundo, era mejor que nada. En otras circunstancias la niña se habría puesto inmediatamente a limpiar junto a Milo y Rox, o buscando adecentar la cocina para cocinar, pero dado que el resto se encontraba adelantándose a se tomo su tiempo para explorar.
Bajo al sótano primero, fascinada ante la cantidad de armas allí presentes que hacia de su cuchillo una ridiculez.<<Al menos tenemos aquí con lo que defendernos. También agua, techo y comida...aunque tengamos que luchar por la última>> pensó la niña objetivamente antes de tener intención de dirigirse a la planta superiores justo cuando Ain bajaba con una espada, similar ala que Rox había subido del sótano un poco antes.
-Hay que lavar esas mantas antes de poder darles uso, así que debemos aprovechar las horas de sol-dijo Pam desde el primer escalón mirando al grupo que podía verse limpiando por el salón y la cocina- Si alguien me saca un par de cubos de agua y me ayuda a bajarlas, puedo ir lavándolas -pidió la niña, consciente que no podría sacar agua con su fuerza y estatura, a cualquiera que estuviera desocupado antes de subir a los pisos de arriba y empezar a recolectar las mantas en mejor estado. Entre tanto mataba los bichos que encontraba en estas al sacudirlas y tras conseguir un montoncito las bajo hasta el patio donde la voz del acompañante de Adru llamo su atención.
Miro a este atentamente mientras dejaba la ropa en el suelo para empezar a sacudirla, aturdida por sus palabras sobre la hora. <<¿Que no son horas de estar despierto? ¿Pero que tan flojo se puede ser como para seguir durmiendo a esta hora? >> pensó la mona del queso confundida ante eso y dudando de las dotes culinarias del niño con ese horario tan raro y poco practico.
El lo que a ella se refería podía cocinarse algo mas tarde, la mona del queso estaba acostumbrada a valerse por si misma en ese tipo de tareas y le era extraño el que alguien cocinara para ella cuando solía ser al contrario. No es como si el colaborar diligentemente con el resto fuese a conseguir que se volviese simpática y social, le convenía esta en un grupo visto los peligros de esa ciudad, pero no significaba que confiara en ellos.
Simplemente eran de utilidad, al menos parte de ellos.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
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