Torreón Letargo (Archivo VII)

Recuerdo del primer mensaje :

La sinhadre permaneció pensativa cuando varios hicieron notar que la comida solo sabía mal a veces, recordando que ella misma también lo podía corroborar.
—¡Es cierto! Qué extraño… Que hechizo más raro.
Estaba de acuerdo con Milo en que prefería pensar que fuese cosa de magia y no de alguna porquería como la que había sugerido Rox. Además, en ese caso la comida tendría mal aspecto, ¿no?
>>¡Por supuesto que no! —añadió inmediatamente cuando el irrense le dijo a Neil que no era culpa suya, olvidándose de comentar su anterior pensamiento—. Tú eres el mejor cocinero que conozco: es imposible que sea cosa tuya.

Guille, como de costumbre, continuó arrancándole varias risotadas y, poco después, la apreciación de Eitne desmentida inmediatamente por la propia mona del queso le hizo reír aún más. Aunque para ella resultaba todavía más claro que si también las ramitas estaban malas tenía que ser cosa de magia. El daeliciano le respondió a su pregunta entonces y en un principio Adru compuso una expresión levemente alarmada. Tenía un "¡eso sería horrible!" en la punta de la lengua, pero por una vez recordó que no era la mejor idea soltar el primer pensamiento que le había venido a la cabeza. Lo último que necesitaba el niño era entrar en pánico.
—N-no… ¡No te alarmes, Eitne! —Su vacilzación y gestos exagerados posiblemente resultasen menos convincentes de lo que pretendía—. Además no parece que sean muy buenos lanzando maldiciones porque la comida sabe bien a veces —añadió con una risilla.

No siguió pensando en la inquietante posibilidad que el daeliciano había planteado porque volvió a fijarse en el muñeco de Guille. Zob lo había reconocido como un animal de su mundo… Tenía que pertenecer a un nublino.
—¿Se habrán dejado olvidado ese muñeco aquí el grupo de Ellie y Lulú? —se le ocurrió de pronto, aunque olvidando de tener en cuenta que había pasado una cantidad de tiempo considerable desde aquel encuentro como para que fuese probable.

Aceptaron que fueran a visitarlos y eso le basto a Pam, no dijo nada del trato que estaban dándole a la chica ni de las miradas que les lanzaban. Pam tenia suficiente pensando en sus propios compañeros como para preocuparse sinceramente pero los de otro grupo. Era egoísta, pero cierto.

Tras la marcha, la tranquilidad en el torreón no duro mucho mas porque un grito de Neil alerto a todos que no tardaron en ir a averiguar que ocurría, con la tensión en el cuerpo de que de nuevo algo se les había colado en el lugar. Lo que Pam vio hizo que por primera en toda su estancia en el torreón y en buena parte de su vida, la dejase totalmente descolocada mirando con asombro visible el culo hundido, osea literalmente hundido, de Neil.

La visión tan surrealista y tan poco seria en origen de la situación provoco que el inicio de una risa quisiera salir de sus labios, cosa que Pam contuvo a tiempo cubriéndose la boca con un fuerte palmetazo que bien pudo escucharse. << Por la suerte, no te rías...esto es serio...>> no  era tan infantil como para reírse de algo tan idiota, pero era algo inevitable, por lo que pronto las lagrimas llegaron a sus ojos mientras intentaba contener la risa. Ahogada tuvo que mirar a otro lado para recomponerse y respirar hondo, limpiándose las lagrimas no derramadas mientras intentaba serenarse de aquel estúpido arrebato.

Cuando lo consiguió tras algunos minutos intento pensar seriamente en lo que estaba pasando, tan carente de sentido, intentando que su cerebro no le viera el punto cómico al asunto con bastante esfuerzo. Se acercó de nuevo a Neil, viendo sin pudor alguno su trasero abollado de forma analítica.

-¿Te duele tenerlo así, Neil? -pregunto Pam no pasando desapercibida para ella la teoría de Nime y los murmullos quedos de Zobriel al que miro de reojo no pudiendo evitar analizar su comportamiento dado todo lo que sabían ya << ¿Le ha pasado tras caerse? ¿Que tan frágil puede volverse alguien como abollarse por una caída?...No, es imposible que eso ocurra, el cuerpo no se hunde sin mas. Estamos llenos de carne, músculos y huesos que evitan eso>>pensó Pam viéndolo fijamente.

-Quiero probar algo Neil, se que estas asustado, es normal, pero es necesario. Extiende el brazo- pedido la niña acercándose un poco a este esperando que hiciera lo que le pedía.

Al principio, Eitne compartía el miedo del propio Neil y se le podía ver perfectamente asustado. Sin embargo, al creer que el abollamiento era algo meramente estético, acabó por contagiarse del ataque de risa de Guille, igual que Nime, y esbozó una sonrisa culpable. Se tapó la boca cuando se dio cuenta y fue así como respondió a Adru.

—No conozco una magia así... —el terror con el que hablaba Neil sobre desaparecer volvió a pesar más que la risa y el niño torció el gesto. ¿Y si Neil se quedaba así para siempre? —¿Y si Neil está siendo alunado? —dijo en voz alta, inventándose una palabra para algo a lo que no sabía cómo llamar.

La edeel nunca había oído hablar de nadie a quien se le hundiese el culo de aquella forma y menos por una simple caída como la que describía Neil. Ella se estaba cayendo todo el rato, de culo incluido, y nunca le había ocurrido nada más grave que un moratón.
Adru torció el gesto ante la evidente incomodidad de su aurva. Era cierto que a ella misma se le había pasado por la cabeza hacer algún chiste debido a la situación surrealista, pero si Neil lo estaba pasando mal de verdad no pensaba añadir más sal a la  herida.
—Vamos, Guille, a Neil no le apetece bromear ahora mismo, no seas malo —le reprendió levemente con una expresión que trataba de imitar a su madre cuando le llamaba la atención por algo no demasiado importante.

La teoría de Nime le pareció posible durante un instante y asintió antes de buscar de nuevo los ojos de Neil para ver qué tenía que decir al respecto, pero al no conocer Eitne algo como eso se volvió más improbable. O al menos eso creía la sinhadre, que consideraba al daeliciano el mayor conocedor de magia del torreón. De todas formas todavía cabía la posibilidad de que la libense tuviese razón: la magia de Rocavarancolia no parecía ser exactamente igual que la daeliciana, o tal vez Eitne desconociese un hechizo para hacer algo tan malo y ridículo como era hundir el culo a alguien. Zobriel y Pelusa también se habían acercado durante aquel tiempo, tan desconcertados como el resto.

Fuese como fuese y mientras la mona del queso pedía examinar el brazo de su aurva, el daeliciano planteó otra posibilidad.
—¿Quieres decir que es un cambio que está sufriendo Neil? —Miró hacia el nublino en esa ocasión, pensativa—. ¿Es posible que Neil se convierta en algo súper blandito, como la gelatina? O algo parecido a poder ser tan elástico que podría atravesar sitios muy estrechos… Cosas así. ¿La Luna puede hacer eso?
La edeel no sabía cómo explicar lo que tenía en mente, pero esperaba que al menos Zob hubiese comprendido a qué se refería.

Vio como Neil aceptó su pedido extendiendo su brazo hacia ella cosa que Pam agradeció, no perdiendo en ningún momento su atención de las teorías que el resto decía. La de Adru sobretodo llamo su atención porque se acercaba bastante a lo que ella misma quería comprobar.

No le había pedido a Neil ver su brazo simplemente por querer verlo,no, quería hacer una comprobación de que eso de que su trasero se hundiera no era simplemente algo localizado sin mas, o en todo caso si era posible que ocurriese en el resto de su cuerpo y con que nivel de golpe podía ocurrirle.

-Neil, voy a darte un golpecito en el brazo, no te asustes, debemos comprobar si eso que paso en tu trasero puede ocurrirte en otras zonas, porque si es así habrá que cuidar mucho que no te golpees con nada- dijo Pam dándole un golpecito con dos dedos no muy fuerte pero tan poco excesivamente flojo en la zona mas blandita de su brazo antes de que pudiera negarse. Esperando comprobar si algo ocurría o por el contrario se necesitaba un golpe mas fuerte para que ocurriera ese efecto de hundirse.

Tras el primer susto y viendo que sus compañeros parecían poco alarmados con el suceso, las lágrimas de Neil cesaron, pero no por ello dejó de estar preocupado; su culo seguía hundido, al fin y al cabo.

- Me dolió cuando me caí, pero ahora ya no me duele solo... está así- le respondió a Pam mientras se restregaba la cara con el brazo para limpiarse las lágrimas.

Confiando en el criterio de la mona del queso, Neil extendió su brazo hacia ella, sabiendo que intentaba ayudarlo y jugar con su desgracia como había sido la intención de Guille. El aurva no se iba a enfadar por ello, pero estaba todavía lo suficientemente asustado y confuso por lo que le estaba pasando como para ponerse a jugar con ello.

Las palabras de Adru le hicieron soltar un respingo y no pudo evitar imaginarse así mismo como una talla en manos de una gran Luna Roja con mano siendo moldeado. La Luna Roja iba a hacer con él lo que él hacía con sus esculturas, ¡pero no era justo! ¡él hacía cosas bonitas, hundir el culo a alguien no era algo bonito!

Todavía atacado por aquella nueva revelación sintió como Pam le golpeaba levemente el brazo con dos dedos y, con asombro, pudo ver como una leve marca de los dedos de la mona del queso quedaba en su brazo.

- ¡Ah!- gritó sorprendido.

Puesto que su teoría fue refutada, Nime se rascó el mentón, pensativa. Lo que decía Eitne tenía sentido, después de todo. Debía de tratarse de eso.
—¿Y si ya viene la Luna esa?

Aunque corrió a asomarse a las troneras, el amanecer era como el de cualquier otro día; tal vez sería pronto, no ese día, y Neil se iba a convertir en limo, o algo de consistencia parecida. Asimilar aquello le quitó las ganas de reír que pudiese tener. Ella no quería hundirse como Neil, y Pam acababa de demostrar que no era algo que le pasase solo en el culo.
—Entonces… se… ¿se queda así para siempre? —preguntó, con cierto temor—. ¿No te va a volver a salir el culo?

En ese instante la niña se preguntó si no se iban a volver blanditos todos para que la Luna les diese una nueva forma, y probó a hundirse el dedo en un brazo, sin ningún resultado anómalo.

Cuando Adru le reprendió paró de reírse y con eso se dio cuenta que Neil estaba muy asustado, aunque no podía evitar soltar una risita contenida cada vez que alguien decía culo.

-Perdón… A lo mejor no es para siempre, a lo mejor si te das un baño caliente se te pasa, o con magia de curar - dijo intentando buscar una solución.

A Eitne también se le cortó la risa cuando Pam demostró que su sugerencia podía ser real.

—A lo mejor... —dijo tras Nime y Guille—. A lo mejor si le apretamos alrededor del hueco, por los bordes, logramos que se desaboye un poco. A mi abuela le servía cuando algunos de sus tiestos se metían para dentro.

Dirigió una mirada preocupada a Neil.

—Seguro que no es nada —le mintió, igual que los adultos le habían mentido a él en casa, cuando se hacía daño o pasaba algo malo. Por desgracia, Eitne mentía mal y se notó en su voz que aquello empezaba a darle miedo.

La respuesta de Zobriel no aclaró demasiado, pero la sugerencia de preguntarles a Erevelin y Ellie fue bien acogida por la edeel.
—Es verdad, podemos preguntarles si a ellos les pasan cosas así de raras cuando vayamos a intercambiar los hechizos nuevos. Lulú también parecía saber bastante de magia, como Eitne.

Miró a Neil alarmada cuando Nime planteó la posibilidad de que pudiera quedársele así para siempre, sabiendo que no era eso lo que su aurva necesitaba oír. Asintió tras el daeliciano, no obstante, aunque ella sí creía de verdad lo que decía.
—Claro que no: seguro que volverá a la normalidad pronto. Si te pasa en todo el cuerpo seguro que sí que tiene que ver la Luna Roja esa… —añadió pensativa tras la prueba que hizo Pelusa con el brazo del chico.
No quería avergonzar aún más a Neil, por lo que no mencionó nada acerca de las sugerencias de Guille y Eitne, pero más tarde le ofrecería a su aurva que se diesen un baño y ella intentase probar algo como lo que había sugerido el daeliciano para ver si era capaz de recolocar sus nalgas.

Neil se alarmó cuando Nime dijo que quizás iba a quedarse así para siempre y se alarmó aún más cuando Eitne sugirió presionar los laterales de su culo para ver si conseguían que volviera a salir. Neil tenía bastante claro que su culo se había ido y que no se iba a solucionar presionando en otro lado porque eso solo conseguiría que desaparecieran más partes de él. Por otro lado, la idea de preguntar al otro grupo de cosechados le tranquilizó un poco. Quizás ellas se habían enfrentado a algo así o tenían algún hechizo que revirtiera eso que le estaba pasando.

Neil asintió agradecido a Adru por sus palabras. No le agradaba mucho la idea de que la luna le estuviera haciendo eso, pero la idea de que probablemente volviera a la normalidad pronto si que le permitía respirar más tranquilo, aunque no confiaba mucho en que aquello ocurriera.

Aquel día pasó para el aurva bastante lento, ya que no quiso moverse mucho ni hacer ningún movimiento brusco por si acaso, yendo con mucha precaución y lentamente en todo momento. Además, no quiso acercarse mucho a ninguno de sus compañeros, temeroso de que le abollaran más o pegarles lo que le estaba ocurriendo. Para su sorpresa, aquella noche pudo comprobar que, si bien su culo todavía no había vuelto del todo, si parte de él se había hinchado de nuevo. Con duda miró a Adru.

- A lo mejor solo... me desinflé.

El resto de aquel día Nime estuvo muy pendiente del trasero de Neil. Aunque no le dijese nada a él al respecto, lo vigilada seguido para ver si se notaba de nuevo o no. Y aunque al principio no estaba claro, hacia el final del día ya era evidente que había vuelto a salir. «Subió despacito como los bizcochos» pensaba la niña, fascinada por lo que acababan de presenciar. Conocer la magia había convertido cosas como aquellas en situaciones menos anómalas, pero no dejaba de ser absurdo. Como mínimo, Nime seguía pensando que aquello tenía que ser cosa de los cambios que mencionó Zob, porque nadie había hechizado a Neil, que supiesen.

Lo mal que lo estaba pasando Neil también dio a Nime mucho en qué pensar. Aquello era lo habitual para la mayoría, a pesar de que últimamente se hubiesen calmado las cosas. Llevaba tiempo dándole vueltas a qué se podría hacer para que todo fuese más como al principio, cuando todavía jugaban por el torreón. Quería organizar algún tipo de sorpresa divertida, y dado que no era el cumpleaños de nadie —que supiese—, solo se le ocurría gastar algún tipo de broma. Ese día decidió hablarlo con la persona que juzgó idónea para planificar la sorpresa. Además, después de lo que le había pasado a Neil seguro que también quería ayudarlo a divertirse.

Aquella misma noche, mientras se recogía tras cenar, Nime se las arregló para encontrarse con Adru a solas en el patio. Gesticuló para que no hablase muy alto.
—¡Adru! —murmuró—. Necesito tu ayuda. Tengo un plan… bueno, no exactamente. Quiero gastarles una broma a todos para que se animen, y necesito tu ayuda porque eres siempre la primera en despertarte. ¿Qué me dices? ¿Porfa? —pidió poniendo ojitos.

Tal y como estaba segura de que ocurriría, el culo de Neil fue volviendo a la normalidad a lo largo del día. Adru le devolvió al chico una expresión confusa cuando habló de desinflarse, porque tampoco sabía que a nadie pudiera pasarle algo así, pero decidió no continuar con el tema.
—Mamá seguro que sabría explicar qué te pasó… —No, aquel tampoco era un buen hilo de conversación del que tirar, se dio cuenta en cuanto empezó a hablar—. ¡Pero mañana ya estarás bien del todo, seguro!

Tras la cena, que seguía sabiendo un poco rara como había sido costumbre desde hacía unas semanas, Adru notó a Nime sola en el patio y salió con la intención de preguntarle qué hacía. No hizo falta, pues la niña le habló directamente de forma confidencial, ante lo que la edeel actuó instintivamente mirando con desconfianza hacia todas partes por si había alguien escuchándolas a escondidas, antes de incluso saber de qué quería hablarle la libense. No hubiera hecho falta que Nime le pusiese ojitos para darle la respuesta que buscaba.
—¡Claro! —Dijo en un tono de voz mucho más alto de lo que se suponía que debía. Se llevó una mano a la boca de inmediato—. Quiero decir… claro —repitió en susurros—. Pero va ser una broma graciosa, ¿verdad? —Añadió dándose cuenta de inmediato de que dependiendo de lo que pudiera tener la libense en mente a lo mejor no era lo más apropiado para aquella situación.

Nime sonrió ante su aprobación entusiasta, y no necesitó ni pedirle de nuevo que bajase la voz porque Adru se dio cuenta enseguida de que podrían oírlas. Teniendo a alguien más en el equipo ya se sentía un poco más cerca de sus planes; lo que no tenía tan claro era, precisamente, si iba a ser capaz de animarlos.
—¡Claro! Aunque… igual necesito ayuda. Es que entre mis hermanos nos gustaba gastarnos bromas. Bueno, sobre todo a mí y a Sisek… a Ivel, aunque yo a ambos. Una vez echamos las botas de Ivel por la ventana antes de que se despertase, y ahora sé que no estuvo muy bien. Se enfadó bastante, porque acabaron pisadas por un carro. —Sonrió ante el recuerdo, a pesar de notarse que tenía algunos remordimientos—. No quiero que se enfade nadie, y no sé qué podemos hacer exactamente. ¿Pero sabes? A veces funcionaba, porque aunque Ivel se enfadase con nosotros, por lo menos dejaba de poner cara triste.

Adru rio ante el pequeño relato de Nime.
—No, nada de tirar cosas por la ventana, pero tienes razón: seguro que si lo planeamos bien podremos conseguir que se animen un poco—. La sinhadre se puso firme, compuso una expresión determinada y alzó los puños a cada lado de su cuerpo—. Bien, la capitana y la cadete Nime tienen una misión que cumplir. El primer paso es llevar a cabo los planes…
Tras pensarlo y descartar ideas durante un breve periodo de tiempo, finalmente dieron con algo que las satisfizo a ambas. Pondrían en marcha los preparativos del plan aquella misma noche, aunque la mayor parte la llevarían a cabo de madrugada, antes de que se despertase nadie.
>>Creo que ahora aún no hay nadie en el cuarto. Voy a darme prisa para buscar “eso” —le dijo con una sonrisa pícara a su cómplice antes de darse la vuelta para volver dentro.

A la mañana siguiente, la sinhadre se despertó de forma normal muy temprano, como de costumbre y tuvo más cuidado que nunca para salir de la cama. Fue a despertar a Nime tratando de hacer el menor ruido posible y conteniendo más de una risa. Condujo a la libense a la planta baja, donde harían menos ruido, y de todas formas todo lo necesario para iniciar el plan estaba allí. Inclusive lo que la edeel había ocultado bajo un sillón antes de irse a dormir y que sacó para mostrárselo a Nime: un lápiz que usaba tinta y algunas hojas que había “tomado prestadas sin preguntar” a Hiss la noche anterior.
—Neil reconocería mi letra enseguida: es mejor que te encargues tú de escribir —le dijo a la libense ofreciéndole los utensilios de escritura.

Nime disfrutó de barajar ideas con Adru. No solo era la persona idónea por despertarse siempre temprano, también estaba segura de que iba a aportar buenas ideas, y así fue. Mientras Adru subió arriba, Nime se quedó pensando en más detalles. Si lo dejaban todo pensando esa noche antes de irse a dormir, serían más rápidas preparándolo al día siguiente.

A Nime le costó dormirse con las ganas, y aunque fue una lástima que la despertasen cuando por fin estaba durmiendo algo, ese día no remoloneó lo más mínimo.
—Te acompaño a las letrinas —murmuró, esperando que Adru entendiese sus intenciones. Intentaba disimular por si había alguien despierto en la habitación.

Abajo tuvieron que andar con mucho cuidado en torno a Eitne. En caso de que se despertase, simplemente podían meterlo en el ajo, pero Nime prefería que se enterase el menor número de gente posible. Cuando tocó escribir, aceptó el utensilio que le tendía Adru, casi ilusionada.
—¡Me encargo! Creo que nadie me ha visto la letra.

A pesar de que tenía en alta estima su habilidad, lo cierto era que no había aprendido a escribir hacía tanto. Aunque optó por escribir todo en mayúsculas, su letra era torpona, en parte por no haber usado un lápiz en mucho tiempo. Y aunque era legible, la cantidad de faltas de ortografía debió de alarmar a Adru, que la hizo reescribir la primera nota y vigiló las siguientes. Nime no sentía que la ortografía sirviese para nada, pero razonó ante la idea de que las faltas podían delatar que había sido cosa de uno de los más pequeños.

Cuando todos los papeles estuvieron listos se los repartieron, Nime apenas conteniendo una risilla. Cogieron todas las cestas que contenían cubiertos y dejaron la primera nota sobre el mesado, donde volverían a poner las cestas vacías tras haberlo escondido todo. La nota decía “LOS DUENDES HAN ESCONDIDO LOS CUBIERTOS PARA QUE NO PODAIS DESAYUNAR. SI QUEREIS ENCONTRAR LAS CUCHARAS OS VAIS A TENER QUE ESTIRAR”.