Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/08/16, 02:33 am
A Rox le seguía resultando increíble que ese puñado de, -cada vez menos- desconocidos (fuesen pequeños, extraterrestres o no), se mostrasen tan preocupados por ellos. Agradecía los cuidados y los ánimos de sus compañeros con sonrisas cada vez más débiles, según el cansancio se apoderaba de él. Aún con el calor y las pocas ganas de arroparse obedeció los comandos de Pam, y rechistó menos de lo que hubiera querido cuando Milo se ofreció a cuidarles durante la noche en lugar de dormir. La infusión le alivió y ayudó a conciliar el sueño, así como sirvió de apoyo a su estómago entonces vacío. A pesar de las conversaciones lejanas que se daban en el salón, el ruido de dejar cada cosa en su lugar o los cambios de agua de los pañuelos, el coreano logró dormir de forma relativamente profunda a ratos. Cada media hora se sorprendía a sí mismo con los ojos abiertos, aunque procuraba cerrarlos en cuanto su organismo se lo permitía para obligarse a dormir.
El primer grito apenas le hizo removerse en su sitio, siendo más bien una reverberación lejana que no terminó de despertarle. Fue el segundo el que, sumado al movimiento de Milo en el sillón contiguo, consiguió que el coreano volviese en sí. En lo que el irrense se puso en pie y Rox se despejó un poco sin dar demasiadas señales de estar despierto, se apartó el pañuelo y las sábanas con la intención de subir a las habitaciones, guardando distancias con el primero. No iba a quedarse en el sofá esperando noticias, sobre todo tras haber oído aquello. Por culpa de la oscuridad, el mareo tras ponerse en pie deprisa y subir las escaleras a paso lento, tardó lo suyo en alcanzar a los demás. Para cuando lo hizo a penas escuchó por encima las palabras de Adru y Eitne, hilando pobremente la información desde la entrada. El tono urgente del daeliciano fue lo que le ayudó a atar cabos con más fluidez, aunque seguía sin entender como algo había llegado hasta una planta alta y había desaparecido como si nada. De todas formas, la idea de una cara en la ventana bastó para ponerle más que nervioso. Tocó la puerta para llamar la atención, apoyándose en el marco de esta al hablar.
—Mañana cuando haya luz podemos dar una vuelta al torreón y nos aseguramos de que no hay nada, ¿os parece? —se cruzó de brazos y, una vez su vista se hubo acostumbrado a la iluminación escasa, sonrió con falsa calma a los que parecían más asustados—. Pero hagámosle caso a Eitne, por si las moscas es mejor que no nos paseemos mucho esta noche.
Miró al otro coreano con una sonrisa algo apenada, agachando la cabeza levemente antes de seguir hablando.
—Abajo corre un poco más de aire. Creo que también quedó algo de infusión... —no iba a impedir que saliera, pero era mejor tener precaución. Se rascó la nuca y bostezó, apartándose del sitio.— Tratad de dormir un poco, ¡que el sol no va a tardar en salir!
Sabía que era inútil, pero pocas cosas podía hacer en su condición para calmarles que no hubieran hecho ya otros. A pie de las escaleras ya dispuesto a bajar, otro mareo brusco le hizo aferrarse a la pared. Después de todo la fiebre había disminuido, pero seguía estando ahí, y era consciente que se había confiado demasiado. No pudo sino esperar a que pasase antes de pisar el primer escalón sin miedo de bajar el resto rodando.
El primer grito apenas le hizo removerse en su sitio, siendo más bien una reverberación lejana que no terminó de despertarle. Fue el segundo el que, sumado al movimiento de Milo en el sillón contiguo, consiguió que el coreano volviese en sí. En lo que el irrense se puso en pie y Rox se despejó un poco sin dar demasiadas señales de estar despierto, se apartó el pañuelo y las sábanas con la intención de subir a las habitaciones, guardando distancias con el primero. No iba a quedarse en el sofá esperando noticias, sobre todo tras haber oído aquello. Por culpa de la oscuridad, el mareo tras ponerse en pie deprisa y subir las escaleras a paso lento, tardó lo suyo en alcanzar a los demás. Para cuando lo hizo a penas escuchó por encima las palabras de Adru y Eitne, hilando pobremente la información desde la entrada. El tono urgente del daeliciano fue lo que le ayudó a atar cabos con más fluidez, aunque seguía sin entender como algo había llegado hasta una planta alta y había desaparecido como si nada. De todas formas, la idea de una cara en la ventana bastó para ponerle más que nervioso. Tocó la puerta para llamar la atención, apoyándose en el marco de esta al hablar.
—Mañana cuando haya luz podemos dar una vuelta al torreón y nos aseguramos de que no hay nada, ¿os parece? —se cruzó de brazos y, una vez su vista se hubo acostumbrado a la iluminación escasa, sonrió con falsa calma a los que parecían más asustados—. Pero hagámosle caso a Eitne, por si las moscas es mejor que no nos paseemos mucho esta noche.
Miró al otro coreano con una sonrisa algo apenada, agachando la cabeza levemente antes de seguir hablando.
—Abajo corre un poco más de aire. Creo que también quedó algo de infusión... —no iba a impedir que saliera, pero era mejor tener precaución. Se rascó la nuca y bostezó, apartándose del sitio.— Tratad de dormir un poco, ¡que el sol no va a tardar en salir!
Sabía que era inútil, pero pocas cosas podía hacer en su condición para calmarles que no hubieran hecho ya otros. A pie de las escaleras ya dispuesto a bajar, otro mareo brusco le hizo aferrarse a la pared. Después de todo la fiebre había disminuido, pero seguía estando ahí, y era consciente que se había confiado demasiado. No pudo sino esperar a que pasase antes de pisar el primer escalón sin miedo de bajar el resto rodando.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/08/16, 05:40 am
No había obtenido una respuesta, pero la excitación y el temor que parecía reinar en el otro cuarto, le decía lo suficiente a Zobriel para saber que no tendría un “merecido descanso”. <<Supongo que es algo digno de este sitio>> pensó con una media sonrisa cansada. Podía imaginar la lluvia de argumentos y regaños que su abuela le hubiera dicho si se quejaba en voz alta y ella lograse oírlo. “Debes ganarte el honor de estar en la Altísima Ciudad cada día pequeño ingrato” o “No oses enfrentarte a los designios de los Dioses, si alguien los vigilaba debe ser por algo”. Para ser sinceros, esta última frase tenía un poco del mismo Zob, un poco de sus temores y anhelos. Quizá hubiese hecho algo bien aquella mañana al escapar de la casa...o quizá era un pecado haber entrado allí.
Se sacudió esos pensamientos mientras se olvidaba del dolor de su pie, no pudo escuchar lo que decían dentro de la otra habitación y no quería sumarse a todos así por así. Su complejo de bulto seguía presente, por lo que solo atino a regresar y coger una ligera manta con la que había estado durmiendo. Supuso que ya había despertado a alguien más pero prefirió no llamar más la atención y salió del cuarto justo para ver a Rox hablarle al otro humano. Cuando Rox se tambaleo fue hacia el despacio pero decidido y le hecho la manta sobre los hombros antes de que diera el siguiente paso de bajada.
- Tomate tu tiempo para bajar, pero que sea antes que Pam se recupere y decida castigar a su paciente por no reposar en cama. – le dijo con una sonrisa. No había muchas cosas que pudiera decir para animar el ambiente, pero quizá aquella frase hiciera q su compañero se sintiera mejor.
Se dirigió escaleras abajo. No pensaba salir puesto que sentía más miedo del que le hubiese gustado admitir y eso que no había visto ni escuchado las descripciones completas de sus compañeros. Además sabía que hacer guardia sería inútil contra lo que sea que los demás hayan visto. Pero dormir ya no sería posible para el nublino, decidió que trataría de dormitar por allí abajo y ayudar en lo que pudiera. Ya se tomaría la tarde siguiente para dormir lo necesario << Eso espero >> pensó.
Se sacudió esos pensamientos mientras se olvidaba del dolor de su pie, no pudo escuchar lo que decían dentro de la otra habitación y no quería sumarse a todos así por así. Su complejo de bulto seguía presente, por lo que solo atino a regresar y coger una ligera manta con la que había estado durmiendo. Supuso que ya había despertado a alguien más pero prefirió no llamar más la atención y salió del cuarto justo para ver a Rox hablarle al otro humano. Cuando Rox se tambaleo fue hacia el despacio pero decidido y le hecho la manta sobre los hombros antes de que diera el siguiente paso de bajada.
- Tomate tu tiempo para bajar, pero que sea antes que Pam se recupere y decida castigar a su paciente por no reposar en cama. – le dijo con una sonrisa. No había muchas cosas que pudiera decir para animar el ambiente, pero quizá aquella frase hiciera q su compañero se sintiera mejor.
Se dirigió escaleras abajo. No pensaba salir puesto que sentía más miedo del que le hubiese gustado admitir y eso que no había visto ni escuchado las descripciones completas de sus compañeros. Además sabía que hacer guardia sería inútil contra lo que sea que los demás hayan visto. Pero dormir ya no sería posible para el nublino, decidió que trataría de dormitar por allí abajo y ayudar en lo que pudiera. Ya se tomaría la tarde siguiente para dormir lo necesario << Eso espero >> pensó.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
09/08/16, 10:53 pm
Hyung parecía estar agobiado y tenía ganas de salir al patio, una idea bastante estúpida si consideraban seriamente lo que les habían contado los pequeños, pero afortunadamente Eitne y Rox, que también se había unido al grupo, trataron de hacerle razonar. Como había dicho el medioaustraliano en el salón corría un poco mas el aire y podría despejarse un poco con la ayuda de la infusión de Pam, pero debía controlarse para evitar ponerse en peligro a si mismo o a los demás.
—Siempre puedes asomarte a alguna ventana, pero no es buena idea arriesgarse a salir —le comentó en voz lo suficientemente baja como para que no le escucharan los enanos y se pusieran más nerviosos—. Faltan pocas horas para el amanecer, es cierto, y si no dormís lo suficiente mañana no habrá quien os levante —añadió para los demás, asegurando todas las ventanas antes de acercarse a la puerta—. Si necesitáis cualquier cosa yo estaré despierto abajo y puedo subir en un instante, ¿de acuerdo? Descansad tranquilos. —se despidió en la entrada, siguiendo a su febril compañero hacia las escaleras a tiempo para ver como se mareaba y aparecía Zobriel para abrigarlo con una manta.
El nublino le dijo que se tomara con calma el descenso antes de seguir su camino hacia el salón, pero en opinión del irrense ya llevaba demasiado tiempo bamboleándose por ahí descalzo. Debía de guardar reposo y evitar enfriarse los pies o tardaría más tiempo en recuperarse.
—Te echo una mano —le dijo, pasándose su brazo por encima de los hombros y cargando con su peso hacia las escaleras—. ¿Como te encuentras? —le preguntó mientras descendían—. La fiebre parece haber disminuido... —murmuró cuando alcanzaban el salón, bajando la voz para no perturbar el sueño de Rena y ayudándole a tenderse en el sofá en el que había estado descansando hasta el momento—. ¿Necesitas algo? —inquirió una vez estuvo acostado y bien abrigado.
Milo se sentaría en un sillón libre una vez hubiera atendido la petición de Rox de haberla, y pasaría el resto de la noche sumido en sus pensamientos. Le inquietaban sobremanera los sucesos recientes, pues no dudaba de la existencia del monstruo a pesar de que el relato de los pequeños sonaban a pesadilla, y confirmar que estaban mucho menos protegidos de lo que creían en aquel refugio aparentemente seguro resultaba perturbador. Si se le daba vueltas a este hecho no era nada extraño, sin embargo, pues solo una pared de piedra y un foso les separaba de todos los peligros que había en aquella ciudad, pero pensar en esas cosas no ayudaba y el norteño acabó apartándolas de su mente. Necesitaba dormir.
—Siempre puedes asomarte a alguna ventana, pero no es buena idea arriesgarse a salir —le comentó en voz lo suficientemente baja como para que no le escucharan los enanos y se pusieran más nerviosos—. Faltan pocas horas para el amanecer, es cierto, y si no dormís lo suficiente mañana no habrá quien os levante —añadió para los demás, asegurando todas las ventanas antes de acercarse a la puerta—. Si necesitáis cualquier cosa yo estaré despierto abajo y puedo subir en un instante, ¿de acuerdo? Descansad tranquilos. —se despidió en la entrada, siguiendo a su febril compañero hacia las escaleras a tiempo para ver como se mareaba y aparecía Zobriel para abrigarlo con una manta.
El nublino le dijo que se tomara con calma el descenso antes de seguir su camino hacia el salón, pero en opinión del irrense ya llevaba demasiado tiempo bamboleándose por ahí descalzo. Debía de guardar reposo y evitar enfriarse los pies o tardaría más tiempo en recuperarse.
—Te echo una mano —le dijo, pasándose su brazo por encima de los hombros y cargando con su peso hacia las escaleras—. ¿Como te encuentras? —le preguntó mientras descendían—. La fiebre parece haber disminuido... —murmuró cuando alcanzaban el salón, bajando la voz para no perturbar el sueño de Rena y ayudándole a tenderse en el sofá en el que había estado descansando hasta el momento—. ¿Necesitas algo? —inquirió una vez estuvo acostado y bien abrigado.
Milo se sentaría en un sillón libre una vez hubiera atendido la petición de Rox de haberla, y pasaría el resto de la noche sumido en sus pensamientos. Le inquietaban sobremanera los sucesos recientes, pues no dudaba de la existencia del monstruo a pesar de que el relato de los pequeños sonaban a pesadilla, y confirmar que estaban mucho menos protegidos de lo que creían en aquel refugio aparentemente seguro resultaba perturbador. Si se le daba vueltas a este hecho no era nada extraño, sin embargo, pues solo una pared de piedra y un foso les separaba de todos los peligros que había en aquella ciudad, pero pensar en esas cosas no ayudaba y el norteño acabó apartándolas de su mente. Necesitaba dormir.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/08/16, 08:24 pm
Neil solo podía centrarse en echar la bronca a Adru por descuidada y repasar todo lo que le había enseñado Nora y los sacerdotes sobre quemaduras y cómo curarlas. No era precisamente algo que se le dara bien (en realidad, nada que no fuera cocina y escultura se le daba bien), pero puso mucho empeño en intentar que las quemaduras no se pusieran peor y sanaran antes, aunque con una paciente como Adru la cosa se complicaba. Cuando terminó, se dispuso a servir la comida no sin antes obligar a su edeel a estarse quieta bajo amenaza de cucharazo en la cabeza mientras él disponía la mesa y toda la comida que había preparado. Recibió los halagos con una sonrisa y se preocupó en todo momento de que todos estuvieran bien alimentados y que no faltara de nada. Aunque no participó activamente en las historias y bailes, sí que los disfrutó enormemente sentado al lado de su edeel controlando que esta no se hiciera daño de nuevo mientras tallaba en el trozo de madera un gato sentado para regalarle a la cumpleañera.
Neil había estado bastante cansado a la hora de echarse a dormir, por lo que apenas pudo tocar la almohada antes de caer dormido en un apacible sueño que fue roto por el grito de Eitne.
- ¿Eitne? ¿Estás bien?- preguntó algo alarmado por el susto.
En cuanto Eitne y Pam dijeron lo que habían visto la mente de Neil comenzó a crear sus propias imágenes del monstruo. “¡Ha estado mirándonos a través de la ventana! ¡Está aquí y viene a por nosotros!” La respiración de Neil comenzó a acelerarse de un momento a otro volviéndose errática. Mientras todos a su alrededor parecían intentar tranquilizarse los unos a los otros, Neil comenzó a hiperventilar.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/08/16, 11:57 pm
Agradeció en silencio que Eitne también hablara, confirmando sus palabras. Quedo claro que nadie mas lo había visto y que como Adru imprudentemente aseguro al acercarse a la ventana, ya se había marchado.
El cuarto no tardo en llenarse, su grito o posiblemente mas el de Eitne, habiendo despertado a todos que poco a poco fueron enterando delo ocurrido. Pam no les escucho mucho, sus ojos puestos en aquella ventana como si temiera el momento de ver un ojo asomándose por ella. Con un temblor se acurruco aun mas bajo las sabanas justo cuando la voz de Rox, alguien que ni siquiera debía estar allí pues debía estar descansando, llegó a sus oídos.
Quiso reclamarle, con su habitual tono sin emociones que fuera acostarse, pero no pudo, estaba aun nerviosa y el tener tanta gente allí pendientes de lo que ocurrido la tranquilizaba un poco. << Sea lo que sea esa cosa, solo nos miraba, no hizo nada ¿porque? >> era algo que no comprendía del todo.
Silenciosamente agradeció que Milo cerrara las ventanas, no quería mas sorpresas, aunque dudaba mucho fuese a poder dormir.
Poco a poco el cuarto se vació y Pam, gateo por la cama, hasta agarrar el libro que rato antes había dejado caer, para abrazarse a el. << Mañana buscareis fuera, así que tranquilízate, nada mas pasara esta noche...>> se recordó la mona del queso buscando calmarse respirando profundamente se abrazo aun mas al libro. No era miedosa, ni siquiera había tenido miedo de Mala Racha cuando era mas pequeña, pero aquel no era su hogar, sino un sitio peligroso.
Al día siguiente y por primera vez en su estancia, Pam no se quedo dormida hasta que llego el amanecer, sueño que duro hasta bien entrada la hora de almorzar. Allí fue que se entero que lo demás había revisado alrededor del torreón en busca de la criatura que Eitne y ella habían visto, al parecer sin resultado alguno. Aquello le alivio un poco, pues no deseaba llevarse otro susto como el de la noche anterior.
También noto que tanto Rox como Rena habían mejorado en la noche, algo positivo para variar. Pam no olvido del todo a la criatura pero la relego a otro espacio de su mente, pensar en ella le ponía nerviosa, tenia otra cosa en la que preocuparse, como era el terminar de curar sus pies o revisar de nueva cuenta aquellos papeles que Adru había traído consigo.
Un nuevo vistazo del libro tras la hora del almuerzo, hizo que perdiera poco a poco el interés y que su atención volviera a aquella hoja suelta que había caído cuando la casa casi los aplasto. Incapaz de moverse mucho, ni de salir por ese día con el dolor en sus pies, se enfrasco en descubrir el contenido de aquella hoja donde solo algunas palabras y letras resultaban comprensibles.
Aquello mas que el libro de cuentos llamo la atención de la mona del queso. Era como un enigma, un acertijo que ansiaba descubrir, tal vez fuera inútil, pero no podría asegurar nada hasta comprobarlo. Por ese motivo, durante lo siguiente días y quitando aparte la ayuda que prestaba haciendo el almuerzo o limpiando, se enfrascaba todas las tardes en aquella hoja sentada en el sofá, carboncillo en una mano y hojas sueltas, ya pintarrajeadas, en otra.
No fue la única en interesarse por aquella hoja y su contenido, Adru e incluso Eitne, pero si fue una de las únicas en persistir en descifrarlo. Las palabras sueltas que si eran legibles por el poder del agua de la fuente, le daban un especie de idea vaga de su contenido; y también una pauta para intentar traducir el resto de palabras que ya no comprendía, por el momento. A pesar de todo y con tan pocos datos si algo tenía claro Pam es que iba a necesita mucho té, paciencia y tiempo.
Poco a poco algo empezó a salir de sus horas usadas en descifrar aquella hoja, pero seguía sin obtener esa tirada de suerte que le permitiera dar con el punto clave para terminar de descifrar su total contenido. Pero Pam no se desesperaba, mas temprano que tarde solucionaría aquello, como que su nombre real era Pelusa.
Aquella tarde ya días después de que iniciara con aquella tarea, tras estar alternando los últimos días entre intentar fabricarse unos intentos de zapatos y descifrar aquel enigma, la hora de cenar llegó antes de lo esperado y Pam, resignada a que ese día no podía seguir, subió al cuarto para dejar los apuntes y aquella hoja a buen recaudo bajo su almohada para bajar a prepararse la cena y comer junto al resto. Buscando sacar un poco su mente de las letras extrañas y el vocabulario, intento centrarse en la conversación que mantenían sus compañeros << Un descanso, tal vez despejando mi mente con otra cosa un rato mi cerebro se relaje y consiga dar mas tarde con eso que me falta para terminar de descifrar ese condenado papel >> pensó Pam, pendiente de la conversaciones en la mesa.
No hablo mucho tan solo comió y escucho, pero fue suficiente para dejar aparcado por esa noche aquella hoja que tomaba parte de su tiempo. Tras ayudar a fregar, subió de nuevo al cuarto resistiendo la tentación de coger una vela y seguir con su labor. Frunciendo un poco el ceño, golpeo la almohada ligeramente, con frustración.
-Casi había conseguido olvidarme de ti por hoy ...-murmuro, culpando de algún modo a esa tonta hoja cubierta por su almohada, por robarle su atención.
El cuarto no tardo en llenarse, su grito o posiblemente mas el de Eitne, habiendo despertado a todos que poco a poco fueron enterando delo ocurrido. Pam no les escucho mucho, sus ojos puestos en aquella ventana como si temiera el momento de ver un ojo asomándose por ella. Con un temblor se acurruco aun mas bajo las sabanas justo cuando la voz de Rox, alguien que ni siquiera debía estar allí pues debía estar descansando, llegó a sus oídos.
Quiso reclamarle, con su habitual tono sin emociones que fuera acostarse, pero no pudo, estaba aun nerviosa y el tener tanta gente allí pendientes de lo que ocurrido la tranquilizaba un poco. << Sea lo que sea esa cosa, solo nos miraba, no hizo nada ¿porque? >> era algo que no comprendía del todo.
Silenciosamente agradeció que Milo cerrara las ventanas, no quería mas sorpresas, aunque dudaba mucho fuese a poder dormir.
Poco a poco el cuarto se vació y Pam, gateo por la cama, hasta agarrar el libro que rato antes había dejado caer, para abrazarse a el. << Mañana buscareis fuera, así que tranquilízate, nada mas pasara esta noche...>> se recordó la mona del queso buscando calmarse respirando profundamente se abrazo aun mas al libro. No era miedosa, ni siquiera había tenido miedo de Mala Racha cuando era mas pequeña, pero aquel no era su hogar, sino un sitio peligroso.
Al día siguiente y por primera vez en su estancia, Pam no se quedo dormida hasta que llego el amanecer, sueño que duro hasta bien entrada la hora de almorzar. Allí fue que se entero que lo demás había revisado alrededor del torreón en busca de la criatura que Eitne y ella habían visto, al parecer sin resultado alguno. Aquello le alivio un poco, pues no deseaba llevarse otro susto como el de la noche anterior.
También noto que tanto Rox como Rena habían mejorado en la noche, algo positivo para variar. Pam no olvido del todo a la criatura pero la relego a otro espacio de su mente, pensar en ella le ponía nerviosa, tenia otra cosa en la que preocuparse, como era el terminar de curar sus pies o revisar de nueva cuenta aquellos papeles que Adru había traído consigo.
Un nuevo vistazo del libro tras la hora del almuerzo, hizo que perdiera poco a poco el interés y que su atención volviera a aquella hoja suelta que había caído cuando la casa casi los aplasto. Incapaz de moverse mucho, ni de salir por ese día con el dolor en sus pies, se enfrasco en descubrir el contenido de aquella hoja donde solo algunas palabras y letras resultaban comprensibles.
Aquello mas que el libro de cuentos llamo la atención de la mona del queso. Era como un enigma, un acertijo que ansiaba descubrir, tal vez fuera inútil, pero no podría asegurar nada hasta comprobarlo. Por ese motivo, durante lo siguiente días y quitando aparte la ayuda que prestaba haciendo el almuerzo o limpiando, se enfrascaba todas las tardes en aquella hoja sentada en el sofá, carboncillo en una mano y hojas sueltas, ya pintarrajeadas, en otra.
No fue la única en interesarse por aquella hoja y su contenido, Adru e incluso Eitne, pero si fue una de las únicas en persistir en descifrarlo. Las palabras sueltas que si eran legibles por el poder del agua de la fuente, le daban un especie de idea vaga de su contenido; y también una pauta para intentar traducir el resto de palabras que ya no comprendía, por el momento. A pesar de todo y con tan pocos datos si algo tenía claro Pam es que iba a necesita mucho té, paciencia y tiempo.
Poco a poco algo empezó a salir de sus horas usadas en descifrar aquella hoja, pero seguía sin obtener esa tirada de suerte que le permitiera dar con el punto clave para terminar de descifrar su total contenido. Pero Pam no se desesperaba, mas temprano que tarde solucionaría aquello, como que su nombre real era Pelusa.
Aquella tarde ya días después de que iniciara con aquella tarea, tras estar alternando los últimos días entre intentar fabricarse unos intentos de zapatos y descifrar aquel enigma, la hora de cenar llegó antes de lo esperado y Pam, resignada a que ese día no podía seguir, subió al cuarto para dejar los apuntes y aquella hoja a buen recaudo bajo su almohada para bajar a prepararse la cena y comer junto al resto. Buscando sacar un poco su mente de las letras extrañas y el vocabulario, intento centrarse en la conversación que mantenían sus compañeros << Un descanso, tal vez despejando mi mente con otra cosa un rato mi cerebro se relaje y consiga dar mas tarde con eso que me falta para terminar de descifrar ese condenado papel >> pensó Pam, pendiente de la conversaciones en la mesa.
No hablo mucho tan solo comió y escucho, pero fue suficiente para dejar aparcado por esa noche aquella hoja que tomaba parte de su tiempo. Tras ayudar a fregar, subió de nuevo al cuarto resistiendo la tentación de coger una vela y seguir con su labor. Frunciendo un poco el ceño, golpeo la almohada ligeramente, con frustración.
-Casi había conseguido olvidarme de ti por hoy ...-murmuro, culpando de algún modo a esa tonta hoja cubierta por su almohada, por robarle su atención.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/08/16, 10:42 pm
A nadie parecía haberle convencido su teoría y la edeel se decepcionó ante la idea de que no existiera la criatura que había descrito. Pero en el fondo le daba igual el aspecto de la criatura: no les había hecho nada y por tanto eso no demostraba que fuese malvada tuviese la apariencia que tuviese. Otras ideas cruzaron su mente, no obstante, como la posibilidad de que fuese un espía de los encapuchados, pero viendo a los pequeños tan asustados tuvo el suficiente sentido común como para no mencionarlo en voz alta. Ella misma se encargaría de intentar averiguar si los estaban espiando.
—Vale, vale —le respondió a Milo hinchando los mofletes y cruzándose de brazos cuando el irrense la empujó hacia la cama y le advirtió acerca de sus heridas.
Al cabo de un rato el dormitorio empezó a llenarse cada vez más y cuando Hyung preguntó si alguien le acompañaría a tomar el aire, la sinhadre alzó la mirada a punto de ofrecerse, olvidando por completo lo que Milo le acababa de decir. Pero cuando se topó con el irrense volvió a cruzarse de brazos y miró hacia otro lado, sin llegar a decir nada. La idea de Rox le hizo alzar la cabeza de nuevo con los ojos iluminados.
—¡Yo me apunto! —se apresuró a decir alzando una mano para después desplomarse sobre la cama debido al movimiento brusco.
Su cabeza cayó cerca de donde se encontraba Neil tratando de confortar a Eitne y observó a su aurva y al daeliciano desde su particular prespectiva. Por mucho que estuviese preocupado por el niño, su aurva también se encontraba afectado por lo ocurrido y en cuanto empezó a hiperventilar, la edeel tiró de él para que volviese a tumbarse a su lado.
>>No pasa nada, si de verdad era una criatura maligna la ahuyentaremos. Para algo hemos estado practicando con las armas, ¿no? Ya sé, traeré mi arco a la habitación por si vuelve a aparecer.
Después de que convencieran a la sinhadre una vez más de que no se moviese de la cama por aquel día, aceptó que llevaría el arma a partir de la siguiente noche y, una vez volvió a repetirles a Neil y Eitne que no iba a pasar nada, volvió a quedarse dormida.
Adrune se tomó muy en serio su trabajo como Capitana y acompañó a Rox y a todos los que se apuntasen a comprobar que la criatura que habían visto Pelusa y Eitne no se encontraba por los alrededores. Las quemaduras en sus pies, no obstante, le hicieron darse cuenta de que para poder caminar más libremente y sin ayuda lo mejor sería utilizar zapatos y ponerles algo blandito en su interior. Nunca había usado zapatos en su vida, así que pidió ayuda a los mayores al respecto. Con su consejo, finalmente eligió unas zapatillas de felpa para andar por el torreón, y unas botas ligeras rellenas de vendas para cuando salía del torreón. Aunque la edeel no fue muy lejos aquellos días debido a que acabó aceptando, después de que se lo repitiesen varias veces, que cuanto menos forzase sus pies antes sanarían.
Le emocionó descubrir que había palabras legibles en su pergamino después de todo, y durante los primeros días rondó a Pelusa cuando la mona del queso se sentaba a intentar descifrar aquello, pero pronto dejó de hacerlo al ver que era una tarea ardua y aburrida, aunque se interesaba por los avances y le preguntaba de vez en cuando. Por suerte para ella, sus quemaduras no eran demasiado graves y pronto pudo volver a reanudar normalmente sus entrenamientos, poniendo énfasis en el arco en aquellos días debido a lo que había dicho que haría (e hizo): llevarlo todas las noches para el cuarto por si era necesario. En conjunto con esto, la edeel se auto-asignó la tarea de vigilar las ventanas por la noche, cuando ella todavía no tenía ningún sueño, y empezó a subir a la azotea con frecuencia para evitar hacer ruido en el cuarto mientras el resto dormía, siempre con su arco preparado por si aparecía algún otro espía de los encapuchados. No vio nada más que los ratones voladores en llamas en todo aquel tiempo.
Aquella noche la sinhadre ya se encontraba completamente recuperada y ya había dejado de usar calzado de nuevo. Las zapatillas le habían resultado muy molestas el tiempo que había tenido que llevarlas y cuando le confirmaron que sus quemaduras ya habían desaparecido, lo primero que hizo fue despojarse del calzado de un par de patadas y echar a correr por el patio, deteniéndose justo a tiempo al lado del huerto antes de pisarlo. Ahora que había transcurrido un tiempo y el incidente con la criatura en la ventana ya no estaba reciente y, en general todo el mundo se encontraba mejor, la edeel anunció que aquella noche les leería por fin un cuento. Al principio creían que el libro de cuentos era completamente ilegible, pero finalmente Pelusa había dado con una parte que se encontraba en el idioma de la fuente.
La edeel se sentó en su cama con las piernas cruzadas y había colocado un farol que se encontró en uno de los muebles de la planta baja con una vela encendida dentro. Instó a todo aquel que había querido apuntarse a escuchar su cuento a sentarse por el cuarto, aunque a Neil, Nime y Eitne los había llevado de la mano para que se sentasen a su alrededor. Con una expresión de solemnidad procedió a abrir el libro y empezó a pasar las páginas hasta encontrar el cuento legible. Extendió el tomo en su regazo primero, aunque lo alzó enseguida: no quería que nadie más pudiese leer lo que ponía para evitar que, si añadía detalles propios, alguien lo supiese.
—¿Estáis listos para escuchar el cuento de “Los valientes cosechados”? —preguntó a su audiencia—. Esos podríamos ser nosotros perfectamente —añadió con una gran sonrisa.
—Vale, vale —le respondió a Milo hinchando los mofletes y cruzándose de brazos cuando el irrense la empujó hacia la cama y le advirtió acerca de sus heridas.
Al cabo de un rato el dormitorio empezó a llenarse cada vez más y cuando Hyung preguntó si alguien le acompañaría a tomar el aire, la sinhadre alzó la mirada a punto de ofrecerse, olvidando por completo lo que Milo le acababa de decir. Pero cuando se topó con el irrense volvió a cruzarse de brazos y miró hacia otro lado, sin llegar a decir nada. La idea de Rox le hizo alzar la cabeza de nuevo con los ojos iluminados.
—¡Yo me apunto! —se apresuró a decir alzando una mano para después desplomarse sobre la cama debido al movimiento brusco.
Su cabeza cayó cerca de donde se encontraba Neil tratando de confortar a Eitne y observó a su aurva y al daeliciano desde su particular prespectiva. Por mucho que estuviese preocupado por el niño, su aurva también se encontraba afectado por lo ocurrido y en cuanto empezó a hiperventilar, la edeel tiró de él para que volviese a tumbarse a su lado.
>>No pasa nada, si de verdad era una criatura maligna la ahuyentaremos. Para algo hemos estado practicando con las armas, ¿no? Ya sé, traeré mi arco a la habitación por si vuelve a aparecer.
Después de que convencieran a la sinhadre una vez más de que no se moviese de la cama por aquel día, aceptó que llevaría el arma a partir de la siguiente noche y, una vez volvió a repetirles a Neil y Eitne que no iba a pasar nada, volvió a quedarse dormida.
Adrune se tomó muy en serio su trabajo como Capitana y acompañó a Rox y a todos los que se apuntasen a comprobar que la criatura que habían visto Pelusa y Eitne no se encontraba por los alrededores. Las quemaduras en sus pies, no obstante, le hicieron darse cuenta de que para poder caminar más libremente y sin ayuda lo mejor sería utilizar zapatos y ponerles algo blandito en su interior. Nunca había usado zapatos en su vida, así que pidió ayuda a los mayores al respecto. Con su consejo, finalmente eligió unas zapatillas de felpa para andar por el torreón, y unas botas ligeras rellenas de vendas para cuando salía del torreón. Aunque la edeel no fue muy lejos aquellos días debido a que acabó aceptando, después de que se lo repitiesen varias veces, que cuanto menos forzase sus pies antes sanarían.
Le emocionó descubrir que había palabras legibles en su pergamino después de todo, y durante los primeros días rondó a Pelusa cuando la mona del queso se sentaba a intentar descifrar aquello, pero pronto dejó de hacerlo al ver que era una tarea ardua y aburrida, aunque se interesaba por los avances y le preguntaba de vez en cuando. Por suerte para ella, sus quemaduras no eran demasiado graves y pronto pudo volver a reanudar normalmente sus entrenamientos, poniendo énfasis en el arco en aquellos días debido a lo que había dicho que haría (e hizo): llevarlo todas las noches para el cuarto por si era necesario. En conjunto con esto, la edeel se auto-asignó la tarea de vigilar las ventanas por la noche, cuando ella todavía no tenía ningún sueño, y empezó a subir a la azotea con frecuencia para evitar hacer ruido en el cuarto mientras el resto dormía, siempre con su arco preparado por si aparecía algún otro espía de los encapuchados. No vio nada más que los ratones voladores en llamas en todo aquel tiempo.
Aquella noche la sinhadre ya se encontraba completamente recuperada y ya había dejado de usar calzado de nuevo. Las zapatillas le habían resultado muy molestas el tiempo que había tenido que llevarlas y cuando le confirmaron que sus quemaduras ya habían desaparecido, lo primero que hizo fue despojarse del calzado de un par de patadas y echar a correr por el patio, deteniéndose justo a tiempo al lado del huerto antes de pisarlo. Ahora que había transcurrido un tiempo y el incidente con la criatura en la ventana ya no estaba reciente y, en general todo el mundo se encontraba mejor, la edeel anunció que aquella noche les leería por fin un cuento. Al principio creían que el libro de cuentos era completamente ilegible, pero finalmente Pelusa había dado con una parte que se encontraba en el idioma de la fuente.
La edeel se sentó en su cama con las piernas cruzadas y había colocado un farol que se encontró en uno de los muebles de la planta baja con una vela encendida dentro. Instó a todo aquel que había querido apuntarse a escuchar su cuento a sentarse por el cuarto, aunque a Neil, Nime y Eitne los había llevado de la mano para que se sentasen a su alrededor. Con una expresión de solemnidad procedió a abrir el libro y empezó a pasar las páginas hasta encontrar el cuento legible. Extendió el tomo en su regazo primero, aunque lo alzó enseguida: no quería que nadie más pudiese leer lo que ponía para evitar que, si añadía detalles propios, alguien lo supiese.
—¿Estáis listos para escuchar el cuento de “Los valientes cosechados”? —preguntó a su audiencia—. Esos podríamos ser nosotros perfectamente —añadió con una gran sonrisa.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
12/08/16, 05:42 pm
No se podía decir que los intentos –intencionales o no– de los demás por calmar las cosas funcionasen en Nime. No obstante ayudaron a la niña a reprimir las ganas de saltar de su cama y acurrucarse junto a alguien mayor y más fuerte, sin importar ni mucho de quién se tratase. Logró quedarse en su cama, aunque tapándose hasta la coronilla, y tembló prácticamente toda la noche. Quería creer que no había nada, que algo había pasado que se la jugase a la imaginación de ambos, pero era incapaz de acallar aquel miedo.
Esa noche durmió poco, o nada. Recuperó el sueño al día siguiente, de día, como si la luz del sol fuese un sinónimo de seguridad solo porque podían comprobar de un vistazo que no había nada sospechoso cerca. Tampoco fue la única noche que durmió mal. Aunque no quería admitirlo, las siguientes noches conciliar el sueño fue como un lujo para ella, y uno que se pagaba caro debido a la serie de malos sueños que no pudo sacudirse de encima. La estancia en Rocavarancolia hacía ya verdadera mella en ella, pero lo único que se notaría es que se empezaba a tomar las cosas un poco más en serio.
Por suerte para ella, no volvió a haber más incidentes, y el paso de los días ayudó a que lo peor quedase atrás poco a poco. La niña no perdía de hablar con sus compañeros, aunque especialmente con aquellos que respondían bien a sus conversaciones. La gente positiva era la que más le ayudaba a sobrellevar el miedo, así que, consciente o inconscientemente, tendía a orbitar a su alrededor.
A Nime también le intrigaban los escritos que se habían conseguido aquel día, pero asumió desde el principio que ella poco o nada podía ayudar y decidió que prefería esperar a los resultados que obtuviesen los demás distrayéndose o jugando. Aquellos escritos le recordaban que debería estar yendo al colegio y, en lugar de aprender, casi estaba olvidando. No era de las que mejor leía de la clase, ni a la que mejor se le daban los números tampoco, pero quizá era por eso que no le importaba demasiado estar librándose de sus profes. La nostalgia por su familia, por supuesto, era harina de otro costal.
La noche que Adru ofreció la lectura del cuento, Nime se mostró entusiasmada. Tenía la sensación de no haber oído un cuento en eones, y aquel iba a ser uno nuevo. El saber que no procedía de su mundo lo hacía todo un poco más enigmático. Se acomodó cerca de Adru y se echó una manta llena de agujeros por encima. Había ido todo el día muy ligera de ropa y, al caer la noche, le había calado un poco el frío.
No paró de hablar hasta que Adru leyó en voz alta el título. Lo que a ella pareció sacarle una sonrisa dejó a la niña preguntándose si el cuento iba realmente de otro grupo de elegidos. Y, si así era, ¿reconocerían cosas en el relato, o simplemente era pura invención? No se dio exactamente cuenta, pero lo que habría necesitado oír era un título que no le recordase dónde estaba. Un título que sugiriese una historia ajena a ella en la que perderse y olvidarse de su situación actual.
—¿Cómo empieza, cómo empieza? —apremió, sin embargo. Nime podía ser muy desquiciante durante una sesión de lectura, entre interrupciones, comentarios y apremios. Era algo que la familia de la pequeña aún no había logrado hacer calar en su cabecita.
Esa noche durmió poco, o nada. Recuperó el sueño al día siguiente, de día, como si la luz del sol fuese un sinónimo de seguridad solo porque podían comprobar de un vistazo que no había nada sospechoso cerca. Tampoco fue la única noche que durmió mal. Aunque no quería admitirlo, las siguientes noches conciliar el sueño fue como un lujo para ella, y uno que se pagaba caro debido a la serie de malos sueños que no pudo sacudirse de encima. La estancia en Rocavarancolia hacía ya verdadera mella en ella, pero lo único que se notaría es que se empezaba a tomar las cosas un poco más en serio.
Por suerte para ella, no volvió a haber más incidentes, y el paso de los días ayudó a que lo peor quedase atrás poco a poco. La niña no perdía de hablar con sus compañeros, aunque especialmente con aquellos que respondían bien a sus conversaciones. La gente positiva era la que más le ayudaba a sobrellevar el miedo, así que, consciente o inconscientemente, tendía a orbitar a su alrededor.
A Nime también le intrigaban los escritos que se habían conseguido aquel día, pero asumió desde el principio que ella poco o nada podía ayudar y decidió que prefería esperar a los resultados que obtuviesen los demás distrayéndose o jugando. Aquellos escritos le recordaban que debería estar yendo al colegio y, en lugar de aprender, casi estaba olvidando. No era de las que mejor leía de la clase, ni a la que mejor se le daban los números tampoco, pero quizá era por eso que no le importaba demasiado estar librándose de sus profes. La nostalgia por su familia, por supuesto, era harina de otro costal.
La noche que Adru ofreció la lectura del cuento, Nime se mostró entusiasmada. Tenía la sensación de no haber oído un cuento en eones, y aquel iba a ser uno nuevo. El saber que no procedía de su mundo lo hacía todo un poco más enigmático. Se acomodó cerca de Adru y se echó una manta llena de agujeros por encima. Había ido todo el día muy ligera de ropa y, al caer la noche, le había calado un poco el frío.
No paró de hablar hasta que Adru leyó en voz alta el título. Lo que a ella pareció sacarle una sonrisa dejó a la niña preguntándose si el cuento iba realmente de otro grupo de elegidos. Y, si así era, ¿reconocerían cosas en el relato, o simplemente era pura invención? No se dio exactamente cuenta, pero lo que habría necesitado oír era un título que no le recordase dónde estaba. Un título que sugiriese una historia ajena a ella en la que perderse y olvidarse de su situación actual.
—¿Cómo empieza, cómo empieza? —apremió, sin embargo. Nime podía ser muy desquiciante durante una sesión de lectura, entre interrupciones, comentarios y apremios. Era algo que la familia de la pequeña aún no había logrado hacer calar en su cabecita.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
12/08/16, 07:49 pm
Al día siguiente la fiebre se había ido por completo, aún así Rena no estaba contenta. Había ocurrido algo en el torreón y ella había estado todo el tiempo durmiendo como una ceporra, no se había enterado de absolutamente nada. Tenía un vago recuerdo de haberse despertado, pero no sabía si había sido algo real o solo un sueño, aunque todo apuntaba a que había ocurrido. Se disculpó a sus compañeros por su estúpido descuido. Estuvo todo el día intentando disimular su mal humor, sin mucho éxito, Rena no era la clase de persona a la que se le diese bien ocultar sus sentimientos.
Parecía que había calado bien la ''visita'' del bicho, fuera lo que fuera, pues algunos críos estaban tuvieron problemas para dormir los días siguientes. Rena intentaba entretenerlos cuando podía, haciendo chistes horribles o jugando con ellos cuando no estaba entrenando, por supuesto se unió a la ''investigación'' en busca del monstruo y a todas las expediciones que hicieran falta. Su entrenamiento se había intensificado un poco, viendo que su resistencia física iba mejorando, y le había cogido cariño a su lanza. Pelusa dijo poder descifrar el pergamino que se habían traído de la incursión, cosa que ilusionó a la mayoría del grupo. Rena había prometido mantener a los enanos lejos para que no molestasen, pero al final se vio convertida en uno de ellos al pasarse de vez en cuando a curiosear. ¿Y si tenía algo que ver con la magia? No podía esperar a saber lo que decía. También habían descubierto que una parte del libro que habían encontrado podía leerse, y que parecía un libro de cuentos. Adru se había ofrecido rápidamente a contárselo a los pequeños, por lo que esa noche estaban todos reunidos a su alrededor. Rena se quedó cerca, apoyada en una pared. No era muy fan de los cuentos, su madre tampoco lo había sido demasiado, pero le picaba la curiosidad por saber qué clase de historias contaban los habitantes de aquella ciudad a sus críos.
Parecía que había calado bien la ''visita'' del bicho, fuera lo que fuera, pues algunos críos estaban tuvieron problemas para dormir los días siguientes. Rena intentaba entretenerlos cuando podía, haciendo chistes horribles o jugando con ellos cuando no estaba entrenando, por supuesto se unió a la ''investigación'' en busca del monstruo y a todas las expediciones que hicieran falta. Su entrenamiento se había intensificado un poco, viendo que su resistencia física iba mejorando, y le había cogido cariño a su lanza. Pelusa dijo poder descifrar el pergamino que se habían traído de la incursión, cosa que ilusionó a la mayoría del grupo. Rena había prometido mantener a los enanos lejos para que no molestasen, pero al final se vio convertida en uno de ellos al pasarse de vez en cuando a curiosear. ¿Y si tenía algo que ver con la magia? No podía esperar a saber lo que decía. También habían descubierto que una parte del libro que habían encontrado podía leerse, y que parecía un libro de cuentos. Adru se había ofrecido rápidamente a contárselo a los pequeños, por lo que esa noche estaban todos reunidos a su alrededor. Rena se quedó cerca, apoyada en una pared. No era muy fan de los cuentos, su madre tampoco lo había sido demasiado, pero le picaba la curiosidad por saber qué clase de historias contaban los habitantes de aquella ciudad a sus críos.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
12/08/16, 11:53 pm
La visión de aquella criatura supuso un antes y un después para el daeliciano. El chiquillo había pasado los primeros días intentando ignorar la existencia de la ciudad y sus mil males para afrontar aquel secuestro y posterior abandono. Sin embargo, a partir de ahí a Eitne no le quedó más remedio que optar por la vía del reconocimiento y la aceptación, tanto como sus nueve años le permitían. La noche que ocurrió, al ver cómo Adru se preocupaba por Neil, el daeliciano sintió dos cosas: por un lado envidia de que ambos hubieran llegado con un apoyo de casa y, por otro lado, sintió que sobraba en la cama que ocupaba.
Aquella noche, el daeliciano se arropó hasta arriba y, como tantos, no durmió. De haber sido más valiente, al día siguiente les habría pedido mudarse a otra cama a Adru y a Neil, pero tenía tanto miedo que era incapaz de renunciar a ese hueco entre los sinhadres. Sabía que estorbaba, o creía saberlo, pero era incapaz de darles a ambos el espacio que creía que necesitaban.
Los días pasaron y, poco a poco, la normalidad volvió, pero era una normalidad ligeramente distinta. Eitne seguía charlando con todos, seguía preocupándose por sus compañeros y trataba de que ninguno de ellos se sintiera demasiado solo. Entablar conversación, para él, era algo muy sencillo. Un reflejo automático. Había muchas cosas que quería saber y otras tantas que quería contar. A veces, simplemente, quería hablar de nada. El motivo le era indiferente. Eitne quería ser de ayuda y no tenía nada más que ofrecer.
El daeliciano se esforzaba tanto como podía dentro de Letargo: fregaba vajillas, limpiaba suelos, regaba plantas y guardaba basura que tal vez, algún día pudiera usarse para decorar la torre. Y todo esto, al ritmo del pop coreano que le había enseñado Rox y por el cual no había dejado de interesarse. Eitne sentía mucha curiosidad por las crías de las ratapincho, pero salir le aterraba tanto o más que antes, a pesar de que nadie vio nada al día siguiente. Pam y él sabían lo que era y, tal vez fueran imaginaciones del muchacho, pero sentía una conexión especial con la mona del queso en ese sentido. El resto podían creerles o no, pero ellos dos habían mirado al terror a la cara.
Hablando de la mona, Eitne había mostrado mucha curiosidad cuando descubrió que Pam estaba intentando resolver el acertijo de uno de los pergaminos que habían traído el día del accidente. El daeliciano incluso trató de ayudarla en un primer momento, pero la falta de recompensa inmediata, en aquellas condiciones, supusieron su abandono temprano. Eitne pasó a un segundo plano en aquella actividad y todo lo que hacía era animarla, traerle bebida o cualquier cosa que necesitara y darle compañía.
La anomalía en la nueva normalidad no se fue en ningún momento: el comportamiento de Eitne era practicamente el mismo, pero ahora no era capaz de salir al patio sin mirar antes al cielo, ni dormir sin asegurarse de que nadie les miraba desde las ventanas. A veces no lograba conciliar el sueño incluso cuando lo hacía. La terraza era para el daeliciano el peor lugar de toda la casa y se veía incapaz de subir sin compañía. Poco a poco estos miedos, esta necesidad de asegurar la zona con la vista y de saberse a salvo, se vieron asimilados en su día a día.
Un día más, Eitne se dedicó al torreón tanto como pudo y llegó a la hora de cenar cansado de no trabajar mucho. Sin embargo, la mención de un cuento resucitó parte de sus energías. El daeliciano siguió a Adru hasta la cama (aunque no hubiera querido, la sinhadre habría tirado de él) y se sentó frente a ella. A pesar de la ilusión por aquella historia, el titulo ya dejó al muchacho con una sensación agridulce: él no era nada como eso. <¿¿Por qué los protagonistas de los cuentos nunca tienen miedo?>> se preguntó.
Aquella noche, el daeliciano se arropó hasta arriba y, como tantos, no durmió. De haber sido más valiente, al día siguiente les habría pedido mudarse a otra cama a Adru y a Neil, pero tenía tanto miedo que era incapaz de renunciar a ese hueco entre los sinhadres. Sabía que estorbaba, o creía saberlo, pero era incapaz de darles a ambos el espacio que creía que necesitaban.
Los días pasaron y, poco a poco, la normalidad volvió, pero era una normalidad ligeramente distinta. Eitne seguía charlando con todos, seguía preocupándose por sus compañeros y trataba de que ninguno de ellos se sintiera demasiado solo. Entablar conversación, para él, era algo muy sencillo. Un reflejo automático. Había muchas cosas que quería saber y otras tantas que quería contar. A veces, simplemente, quería hablar de nada. El motivo le era indiferente. Eitne quería ser de ayuda y no tenía nada más que ofrecer.
El daeliciano se esforzaba tanto como podía dentro de Letargo: fregaba vajillas, limpiaba suelos, regaba plantas y guardaba basura que tal vez, algún día pudiera usarse para decorar la torre. Y todo esto, al ritmo del pop coreano que le había enseñado Rox y por el cual no había dejado de interesarse. Eitne sentía mucha curiosidad por las crías de las ratapincho, pero salir le aterraba tanto o más que antes, a pesar de que nadie vio nada al día siguiente. Pam y él sabían lo que era y, tal vez fueran imaginaciones del muchacho, pero sentía una conexión especial con la mona del queso en ese sentido. El resto podían creerles o no, pero ellos dos habían mirado al terror a la cara.
Hablando de la mona, Eitne había mostrado mucha curiosidad cuando descubrió que Pam estaba intentando resolver el acertijo de uno de los pergaminos que habían traído el día del accidente. El daeliciano incluso trató de ayudarla en un primer momento, pero la falta de recompensa inmediata, en aquellas condiciones, supusieron su abandono temprano. Eitne pasó a un segundo plano en aquella actividad y todo lo que hacía era animarla, traerle bebida o cualquier cosa que necesitara y darle compañía.
La anomalía en la nueva normalidad no se fue en ningún momento: el comportamiento de Eitne era practicamente el mismo, pero ahora no era capaz de salir al patio sin mirar antes al cielo, ni dormir sin asegurarse de que nadie les miraba desde las ventanas. A veces no lograba conciliar el sueño incluso cuando lo hacía. La terraza era para el daeliciano el peor lugar de toda la casa y se veía incapaz de subir sin compañía. Poco a poco estos miedos, esta necesidad de asegurar la zona con la vista y de saberse a salvo, se vieron asimilados en su día a día.
Un día más, Eitne se dedicó al torreón tanto como pudo y llegó a la hora de cenar cansado de no trabajar mucho. Sin embargo, la mención de un cuento resucitó parte de sus energías. El daeliciano siguió a Adru hasta la cama (aunque no hubiera querido, la sinhadre habría tirado de él) y se sentó frente a ella. A pesar de la ilusión por aquella historia, el titulo ya dejó al muchacho con una sensación agridulce: él no era nada como eso. <¿¿Por qué los protagonistas de los cuentos nunca tienen miedo?>> se preguntó.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
13/08/16, 11:17 pm
El mareo le impidió reaccionar de forma rápida, por lo que le tomó un buen momento darse cuenta de la manta que Zobriel le acababa de echar encima. Sujetándose la cabeza con una mano y la otra en la pared, logró voltearse para mirarle al rostro y sonreirle.
—Muchas gracias, Zob... —agarró la manta para asegurarse de que no se le caía, riendo suavemente con él. Es cierto que de haber estado en mejores condiciones, fijo que la mona del queso ya le habría gritado algo—. Espero que mañana no se me caiga el pelo si se acuerda de que me levanté.
Se ajustó la manta mejor antes de bajar el primer escalón, haciendo acopio de voluntad para no mostrarse tan mareado como realmente estaba. De cualquier manera, no pudo ir demasiado lejos. Antes de que le diera tiempo a decir "no hace falta", Milo le estaba ayudando a bajar las escaleras.
—Esta situación me suena. —soltó una carcajada débil mientras se sujetaba bien—. Gracias, solo... solo ha sido un bajón. Me siento bastante mejor, seguro que para mañana estaré bien del todo, no te preocupes. —resopló de alivio en lo que llegaron al sofá, deseando poder dormir sin interrupciones en lo que quedaba de noche—. Tú deberías de dormir también, Milo. A este paso no vas a pegar ojo.
Cerró los ojos una vez se hubo ajustado la manta y el paño de agua, tapándose hasta la nariz y acurrucándose hasta quedar bien encajado en el sitio. Aunque ahora hubiera más gente despierta en la planta baja, el coreano sabía que se quedaría dormido de igual forma.
—Necesito que descanses.—abrió un ojo para mirar al irrense a penas unos segundos, comentando tras eso en voz baja y en tono de broma: — Ya os debo demasiados favores a todos, ¡no puedo endeudarme más!
No tardaría nada en caer rendido. Lo que quedaba de noche pasó sin ningún altercado más, y efectivamente, en lo que el sol salió su fiebre y la de Rena habían desaparecido. A pesar de su mejora, el coreano se abstuvo de desayunar tanta cantidad como su cuerpo le pedía; seguía con el recuerdo de atiborrarse demasiado presente. Tal como había dicho, ayudó a buscar a la supuesta criatura y asegurar una relativa paz en el torreón, haciendo lo mejor que podía de payaso cuando el ambiente decaía.
Por mucho que se mostrase todo lo positivo posible, no había forma de que se acostumbrase a su nuevo hogar, y con el paso de los días Rocavarancolia le afectaba de forma cada vez más brusca. Rox estaba más que familiarizado con la añoranza a Australia, pero, ¿echar de menos Corea del Sur o a sus padres? ¿De verdad había llegado hasta ese punto?
Su táctica de entretener a los demás le funcionaba como catarsis: se obligaba a sí mismo a creerse la mentira de que todo estaba perfectamente, dejaba de pensar en lo malo y, con suerte, conseguía como recompensa risas, algún juego tonto con los más jóvenes o conversaciones entretenidas. En el fondo sabía que los demás pretendían exactamente lo mismo, y ser consciente de ello le hacía sentirse menos solo.
Sus charlas con Hyung se volvieron más rutinarias, y aunque no era capaz de asegurarlo, creía ver cierta evolución en su compatriota. Seguía notándole asustado, pero verle alguna sonrisa no era tan difícil como los primeros días. Tenía la corazonada de que no había forma de que fuera como la gran mayoría de chicos de su clase, lo cual le aliviaba sobremanera.
En lo demás, poca cosa cambió: seguía encontrándose con Milo por las mañanas y en la terraza durante la noche. Al ser el único que conocía lo de su género, se podía permitir algo más de sinceridad y desahogo con él, así como también le servía de consejero para cuando llegase el momento de hablar de su género delante del resto. Además, ser de distintos mundos daba la ventaja de que los temas de los que hablar no se acababan nunca.
Los entrenamientos los tomó con algo más de seriedad, esforzándose en su trabajo de maestro y aprendiz por mucho que siguiera viéndose torpe con la cimitarra. Aprovechó que Rena usaba lanzas para darle una oportunidad a la alabarda, sabiendo lo útil que podía resultar atacar con más distancia entre cuerpo y cuerpo. Por supuesto, no solo se entrenaba en armas y artes marciales: la petición de Eitne de aprender a bailar K-Pop era la mayor de sus catarsis y de sus mejores momentos de paz, por mucho que estallase en carcajadas avergonzadas y algo de pánico cuando alguien les pillaba bailando. Así mismo, le acompañaba cuando se lo pedía a inspeccionar la terraza.
Al igual que la mayoría, Rox cotilleaba de vez en cuando el progreso de Pam descifrando el pergamino. Su ayuda, eso sí, duró menos de 10 minutos, al no encontrar paciencia suficiente para aquella tarea. En lo restante no paró, ayudando en el torreón y saliendo a por cestas o alimentar rataspines siempre que fuera necesario. Dentro de lo positivo de la experiencia, Rox ya podía considerar a sus compañeros no solo como eso, sino como amigos.
Tal como si siguiera siendo una renacuaja, aquella noche Rox se puso en primera fila para escuchar el cuento que Adru quería leerles. Se sentó a lo indio en su cama, abrazando la almohada mientras miraba expectante a la sinhadre. Sabiendo que era un cuento de Rocavarancolia no podía evitar sentir cierto nerviosismo.
—Muchas gracias, Zob... —agarró la manta para asegurarse de que no se le caía, riendo suavemente con él. Es cierto que de haber estado en mejores condiciones, fijo que la mona del queso ya le habría gritado algo—. Espero que mañana no se me caiga el pelo si se acuerda de que me levanté.
Se ajustó la manta mejor antes de bajar el primer escalón, haciendo acopio de voluntad para no mostrarse tan mareado como realmente estaba. De cualquier manera, no pudo ir demasiado lejos. Antes de que le diera tiempo a decir "no hace falta", Milo le estaba ayudando a bajar las escaleras.
—Esta situación me suena. —soltó una carcajada débil mientras se sujetaba bien—. Gracias, solo... solo ha sido un bajón. Me siento bastante mejor, seguro que para mañana estaré bien del todo, no te preocupes. —resopló de alivio en lo que llegaron al sofá, deseando poder dormir sin interrupciones en lo que quedaba de noche—. Tú deberías de dormir también, Milo. A este paso no vas a pegar ojo.
Cerró los ojos una vez se hubo ajustado la manta y el paño de agua, tapándose hasta la nariz y acurrucándose hasta quedar bien encajado en el sitio. Aunque ahora hubiera más gente despierta en la planta baja, el coreano sabía que se quedaría dormido de igual forma.
—Necesito que descanses.—abrió un ojo para mirar al irrense a penas unos segundos, comentando tras eso en voz baja y en tono de broma: — Ya os debo demasiados favores a todos, ¡no puedo endeudarme más!
No tardaría nada en caer rendido. Lo que quedaba de noche pasó sin ningún altercado más, y efectivamente, en lo que el sol salió su fiebre y la de Rena habían desaparecido. A pesar de su mejora, el coreano se abstuvo de desayunar tanta cantidad como su cuerpo le pedía; seguía con el recuerdo de atiborrarse demasiado presente. Tal como había dicho, ayudó a buscar a la supuesta criatura y asegurar una relativa paz en el torreón, haciendo lo mejor que podía de payaso cuando el ambiente decaía.
Por mucho que se mostrase todo lo positivo posible, no había forma de que se acostumbrase a su nuevo hogar, y con el paso de los días Rocavarancolia le afectaba de forma cada vez más brusca. Rox estaba más que familiarizado con la añoranza a Australia, pero, ¿echar de menos Corea del Sur o a sus padres? ¿De verdad había llegado hasta ese punto?
Su táctica de entretener a los demás le funcionaba como catarsis: se obligaba a sí mismo a creerse la mentira de que todo estaba perfectamente, dejaba de pensar en lo malo y, con suerte, conseguía como recompensa risas, algún juego tonto con los más jóvenes o conversaciones entretenidas. En el fondo sabía que los demás pretendían exactamente lo mismo, y ser consciente de ello le hacía sentirse menos solo.
Sus charlas con Hyung se volvieron más rutinarias, y aunque no era capaz de asegurarlo, creía ver cierta evolución en su compatriota. Seguía notándole asustado, pero verle alguna sonrisa no era tan difícil como los primeros días. Tenía la corazonada de que no había forma de que fuera como la gran mayoría de chicos de su clase, lo cual le aliviaba sobremanera.
En lo demás, poca cosa cambió: seguía encontrándose con Milo por las mañanas y en la terraza durante la noche. Al ser el único que conocía lo de su género, se podía permitir algo más de sinceridad y desahogo con él, así como también le servía de consejero para cuando llegase el momento de hablar de su género delante del resto. Además, ser de distintos mundos daba la ventaja de que los temas de los que hablar no se acababan nunca.
Los entrenamientos los tomó con algo más de seriedad, esforzándose en su trabajo de maestro y aprendiz por mucho que siguiera viéndose torpe con la cimitarra. Aprovechó que Rena usaba lanzas para darle una oportunidad a la alabarda, sabiendo lo útil que podía resultar atacar con más distancia entre cuerpo y cuerpo. Por supuesto, no solo se entrenaba en armas y artes marciales: la petición de Eitne de aprender a bailar K-Pop era la mayor de sus catarsis y de sus mejores momentos de paz, por mucho que estallase en carcajadas avergonzadas y algo de pánico cuando alguien les pillaba bailando. Así mismo, le acompañaba cuando se lo pedía a inspeccionar la terraza.
Al igual que la mayoría, Rox cotilleaba de vez en cuando el progreso de Pam descifrando el pergamino. Su ayuda, eso sí, duró menos de 10 minutos, al no encontrar paciencia suficiente para aquella tarea. En lo restante no paró, ayudando en el torreón y saliendo a por cestas o alimentar rataspines siempre que fuera necesario. Dentro de lo positivo de la experiencia, Rox ya podía considerar a sus compañeros no solo como eso, sino como amigos.
Tal como si siguiera siendo una renacuaja, aquella noche Rox se puso en primera fila para escuchar el cuento que Adru quería leerles. Se sentó a lo indio en su cama, abrazando la almohada mientras miraba expectante a la sinhadre. Sabiendo que era un cuento de Rocavarancolia no podía evitar sentir cierto nerviosismo.
- ♪♫♬:
- Manasard
Ficha de cosechado
Nombre: Ain
Especie: Humano
Habilidades: Nociones de Lucha, Planificación, Rapidez Mental
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
14/08/16, 12:06 pm
Para Ain los últimos días habían sido una constante de soledad, desde el primer incidente tras la salida se había vuelto bastante asocial, como si no estuviese en el torreón. Comía, dormía, pero siempre intentaba estar alejado del resto. Siempre se había considerado alguien valiente pero tras la salida se había empezado a replantear todo.
Quizás tras la noche en la que Eitne y Pam vieron ese rostro por la ventana algo cambió. Desde que volvieron de la ciudad casi todos maltrechos Ain estuvo reconcomiéndose por dentro, él también tendría que haber ido, podría haber ayudado e igual todos hubiesen salido mejor parados. Pero tras el grito de la mona del queso y del Daeliciano y el revuelo que se montó después se dio cuenta de que debía cambiar el chip.
Los días siguientes dejo de lado su soledad, y empezó de nuevo a hablar más a menudo, como solía ser pero con un cambio en su actitud. Al contrario que al principio Ain empezó a ayudar en casi todo lo que podía, se sentía en esa obligación.
Siguió entrenando en el patio como había hecho, manejando la lanza y el escudo, pero también probando con la espada, no quería que por soltar la lanza se quedase sin armas. También mostró interés en el pergamino que estaba intentando descifrar Pam y haciendo un esfuerzo por intentar hacerlo se dio cuenta de que solo le incordiaría por lo que sin perder la curiosidad dejo el tema del pergamino a expensas de que lo descifrarán, el hecho de que pudiese de ser algo de magia era algo que le atraía demasiado pues siempre había soñado con convertirse en su propio personaje.
Ain volvió a salir varias veces a por la comida, parecía que de momento no había problemas en aquella tarea, que ya se había vuelto costumbre. Por las noches, salvo excepciones en las que recordaba sus días en la tierra solía caer rendido, algo que agradecía, puesto que hacía tiempo que no dormía tantas noches así.
Cuando Adru llamo a todos para por fin contar el cuento, el Medio-Americano sentía bastante curiosidad, se quedó cerca, sentado en una cama, esperando a que la edeel empezase. Un cuento de aquella ciudad que hablaba de los cosechados, una pequeña emoción recorría la mente de Ain y la curiosidad podía con él.
Quizás tras la noche en la que Eitne y Pam vieron ese rostro por la ventana algo cambió. Desde que volvieron de la ciudad casi todos maltrechos Ain estuvo reconcomiéndose por dentro, él también tendría que haber ido, podría haber ayudado e igual todos hubiesen salido mejor parados. Pero tras el grito de la mona del queso y del Daeliciano y el revuelo que se montó después se dio cuenta de que debía cambiar el chip.
Los días siguientes dejo de lado su soledad, y empezó de nuevo a hablar más a menudo, como solía ser pero con un cambio en su actitud. Al contrario que al principio Ain empezó a ayudar en casi todo lo que podía, se sentía en esa obligación.
Siguió entrenando en el patio como había hecho, manejando la lanza y el escudo, pero también probando con la espada, no quería que por soltar la lanza se quedase sin armas. También mostró interés en el pergamino que estaba intentando descifrar Pam y haciendo un esfuerzo por intentar hacerlo se dio cuenta de que solo le incordiaría por lo que sin perder la curiosidad dejo el tema del pergamino a expensas de que lo descifrarán, el hecho de que pudiese de ser algo de magia era algo que le atraía demasiado pues siempre había soñado con convertirse en su propio personaje.
Ain volvió a salir varias veces a por la comida, parecía que de momento no había problemas en aquella tarea, que ya se había vuelto costumbre. Por las noches, salvo excepciones en las que recordaba sus días en la tierra solía caer rendido, algo que agradecía, puesto que hacía tiempo que no dormía tantas noches así.
Cuando Adru llamo a todos para por fin contar el cuento, el Medio-Americano sentía bastante curiosidad, se quedó cerca, sentado en una cama, esperando a que la edeel empezase. Un cuento de aquella ciudad que hablaba de los cosechados, una pequeña emoción recorría la mente de Ain y la curiosidad podía con él.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
15/08/16, 09:22 pm
La presión de grupo por evitar su salida no mejoraba su estado de ánimo. Pero finalmente, aceptó la proposición de Rox y Milo y sin decir palabra, se apresuró en bajar. Esa noche la paso en vela con ciertos temblores y asegurandose cada cierto tiempo de la compañía de los otros. Se avergonzaba pues en parte le había gustado la preocupación que los demás habían demostrado; y ahora estaba entre los que de verdad se encontraban mal <<soy un enfermo más. Mentalmente>>. Varias veces pensó que iba a vomitar, pero no tenía valor para ir al baño. No consiguió pegar ojo hasta la mañana siguiente después de la comida.
Todas las noches de los días siguientes se quedaba pegado a la puerta del patio, que ahora mantenía cerrada. Pasaban horas hasta que se dormía. Luego se despertaba tarde pero como no salía tampoco le importaba. Aunque volvía a no quedarse en el dormitorio siguio marcando los dias en la pared. De vez en cuando miraba a los otros entrenar, y en la armería, cuando estaba vacia, tonteaba un rato con su cuchillo oxidado.
Las charlas con Eitne no pararon. Le caía cada vez mejor. Era raro porque, en parte, le recordaba a su hermano pequeño, por tamaño, y no en comportamiento, donde eran como la noche y el día. Él nunca había querido a ese enano, si acaso, le desquiciaba y siempre le apartaba de la pequeña Rose <<era envidia de mi relación con Hye>> pero en cierto modo, también a Baek le echaba en falta. Por otro lado también aumentó su grado de relación con Rox, con el que hablaba a menudo. Compartían conversaciones superficiales y divertidas, pero cada vez notaba más lo poco que el otro coreano hablaba de sí mismo. También había empezado a hablar de vez en cuando con Milo; todavía le incomodaba su aspecto y al principio ni le miraba directamente al hablarle, esperando que él no se lo tomara a mal.
La última noche se quedó un poco alejado pero con el oido atento al cuento que Adru iba a leer. Disimulando su emoción al respecto.
Todas las noches de los días siguientes se quedaba pegado a la puerta del patio, que ahora mantenía cerrada. Pasaban horas hasta que se dormía. Luego se despertaba tarde pero como no salía tampoco le importaba. Aunque volvía a no quedarse en el dormitorio siguio marcando los dias en la pared. De vez en cuando miraba a los otros entrenar, y en la armería, cuando estaba vacia, tonteaba un rato con su cuchillo oxidado.
Las charlas con Eitne no pararon. Le caía cada vez mejor. Era raro porque, en parte, le recordaba a su hermano pequeño, por tamaño, y no en comportamiento, donde eran como la noche y el día. Él nunca había querido a ese enano, si acaso, le desquiciaba y siempre le apartaba de la pequeña Rose <<era envidia de mi relación con Hye>> pero en cierto modo, también a Baek le echaba en falta. Por otro lado también aumentó su grado de relación con Rox, con el que hablaba a menudo. Compartían conversaciones superficiales y divertidas, pero cada vez notaba más lo poco que el otro coreano hablaba de sí mismo. También había empezado a hablar de vez en cuando con Milo; todavía le incomodaba su aspecto y al principio ni le miraba directamente al hablarle, esperando que él no se lo tomara a mal.
La última noche se quedó un poco alejado pero con el oido atento al cuento que Adru iba a leer. Disimulando su emoción al respecto.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
16/08/16, 07:13 pm
Gracias a las palabras de su edeel logró regular su respiración, pero aún se sentía algo inquieto. A pesar de eso, se volvió a recostar e intentó dormir, aunque no le fue nada fácil, ya que pasó gran parte de la noche levantando la cabeza de la almohada para comprobar que no hubiera nadie mirando por la ventana.
Tras aquella noche, Neil no puedo evitar estar más inquieto y susceptible a los sustos. Se cubría más que antes, ya fuera por el frio como por la necesidad de protección. Además, saltaba asustado ante el mínimo ruido y evitaba salir al exterior siempre que podía.
Su rutina, por otro lado, se había dividido entre cocinar, echar de menos los dulces, pasar frio y pedirle a sus compañeros descripciones de animales de sus mundos para tallarlos en madera. El aurva intentaba mantenerse permanentemente ocupado para no pensar demasiado en donde estaba y en Sinhdro. Aun así también sacó tiempo en atender las quemaduras de su edeel y controlar que o se hiciera más heridas.
Aquella noche Adru le arrastró junto con Eitne y Nime a las camas para escuchar uno de los cuentos que había en el libro que habían conseguido en la accidentada salida. Dudando de cómo terminaría aquello se sentó al lado de Eitne con una manta sobre sus hombros y le ofreció hueco bajo la manta al daeliciano.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/08/16, 07:25 am
La mañana llego y las cosas en el torreón regresaron un poco a la normalidad relativa. Viendo que Rena y Rox ya estaban mejor y el temor de la noche había pasado, el instinto de Zob lo empujaba a dormir, o a hibernar, lo que el clima decidiera. Después de picar menudamente los restos que había separado en la noche anterior los hecho al jardín y removió un poco la tierra. Se apresuró a dejar la cocina limpia para no tener problemas con los chefs y se encamino a la habitación balbuceando algo parecido a <<mlbhevoyadormigh>> antes de caer en su lecho.
En los días siguientes tuvo que utilizar toda su fuerza de voluntad, y prácticamente se obligó a no molestar a Pam en la traducción. No era que no le interesase, al contrario, esperaba que aquel escrito le revelara más cosas de la ciudad donde estaban. Y por eso mismo no quería ni interrumpir, ni enterarse nada a medias. Se dedicó más a fondo a practicar con el arco, y las veces que salio a buscar la comida con sus compañeros, lo tomo con un poco más de calma, solo un poco.
Aquella noche cuando la gran capitana Adrunelia se preparaba para narrarles el cuento que había prometido, le sorprendió como aun en aquel lugar bastaba eso para que todos se animaran un poco más y se acercó silencioso. Se mantuvo algo distanciado, adoctrinado por las reglas de prioridad de su abuela, pero también atento mientras jugueteaba con su mechón de cabello.
En los días siguientes tuvo que utilizar toda su fuerza de voluntad, y prácticamente se obligó a no molestar a Pam en la traducción. No era que no le interesase, al contrario, esperaba que aquel escrito le revelara más cosas de la ciudad donde estaban. Y por eso mismo no quería ni interrumpir, ni enterarse nada a medias. Se dedicó más a fondo a practicar con el arco, y las veces que salio a buscar la comida con sus compañeros, lo tomo con un poco más de calma, solo un poco.
Aquella noche cuando la gran capitana Adrunelia se preparaba para narrarles el cuento que había prometido, le sorprendió como aun en aquel lugar bastaba eso para que todos se animaran un poco más y se acercó silencioso. Se mantuvo algo distanciado, adoctrinado por las reglas de prioridad de su abuela, pero también atento mientras jugueteaba con su mechón de cabello.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/08/16, 11:48 pm
Milo, a pesar de lo que le había pedido el humano, amaneció despierto en el sillón en el que se había sentado para pasar la noche. No había pegado ojo y acusaba la falta de sueño, pero en cuanto despuntó el sol se dirigió hacia la cocina para prepararles algo de desayuno a los dos enfermos y a los más madrugadores. Cuando Rena y Rox despertaron recibió la buena noticia de que la fiebre había desaparecido y suspiró aliviado, no muy seguro de lo que podrían haber hecho de persistir aquel síntoma. Ahora tenían una preocupación menos, pero aún debían cumplir lo que había dicho el medio australiano y salir a comprobar si había alguna señal de la criatura que habían visto Pelusa y Eitne. Cuando se organizó la pequeña batida el norteño se unió al grupo de voluntarios, pero a pesar de los esfuerzos de todos no encontraron nada y regresaron al torreón sin novedades. Esto debería, tal vez, haber calmado los temores de los letarguinos, pero en realidad solo los avivó y, desde ese momento, un manto de inquietud se extendió sobre todos los habitantes del torreón.
Los días pasaban a pesar de la intranquilidad general, sin embargo, y cada uno se sobreponía a la situación como podía. Milo, imperturbable, no perdía su sonrisa en ningún momento y trataba de animar a sus compañeros siempre que se le presentaba la ocasión, demostrando un positivismo que en el fondo estaba lejos de sentir. Prefería verle el lado bueno a las cosas, sin embargo, e intentaba que los demás lo hicieran para que no se derrumbaron, usando todo lo que tenía en su mano con ese objetivo en mente. Hablaba con sus compañeros de temas triviales o sobre cosas de sus mundos, jugaba con los mas pequeños a lo que se les ocurría, se interesaba por los quehaceres diarios de los demás y, en general, hacía el payaso siempre que podía. Por las noches, además, se aseguraba de cerrar todas las ventanas antes de irse a la cama y, siempre que podía, intentaba ser el último en dormirse. No era mucho, pero poco más podía hacer dadas las circunstancias, y a con eso en mente enfrentaba el día a día.
Su rutina, a pesar de todo, cambió poco: entrenaba todas las mañanas por su cuenta poco después del amanecer, se daba un baño con agua fría para terminar de despertarse y, después de un desayuno abundante, se incorporaba a la vida del torreón con una sonrisa en la cara. Se apuntaba a las salidas siempre que se organizaban, ayudaba en las tareas de limpieza y, cuando tenía un rato libre, trasteaba en su ordenador tratando de recordar donde guardaba una u otra cosa. La relación con sus compañeros siguió mejorando poco a poco a raíz de las conversaciones que mantenía con ellos y mediante la convivencia. Cada uno era peculiar a su manera y con el tiempo el irrense les iba calando más y más. Le encantaba hacer a reír a Nime siempre que revoloteaba cerca, por ejemplo, y con Adru mantenía un tira y afloja continuo para que no la liara demasiado. Neil era un gran cocinero y el norteño alababa su talento culinario siempre que tenía ocasión. De Ain y Drake poco se había sabido últimamente, pero Hyung empezaba a salir de su cascarón e incluso intercambiaba unas cuantas frases con él de vez en cuando. Eitne era un buen chico y siempre estaba dispuesto a echar una mano en el torreón, al igual que Zobriel, pero al irrense le preocupaba que el pequeño daeliciano aún no hubiera puesto un pie en la calle desde su llegada a la ciudad. Pam se dedicaba a su trabajo de traducción con esmero y el hacker seguía sus progresos con atención, pero había preferido no ayudar (o molestar más bien) alegando que lo suyo era la programación. A Rena quería conocerla mejor, pero por alguna razón que se le escapaba aún no había mantenido una conversación profunda con su compatriota, y aquello era algo que el norteño intentaría solucionar lo antes posible. Rox era, posiblemente, la persona con la que más confianza tenía, pues al ser el único que estaba al tanto de su secreto se había convertido en una suerte de confidente para él y al irrense no le costaba demasiado demostrar positivismo cuando hablaban de cualquier cosa.
Milo intentaba no pensar demasiado en su mundo y en lo que podría estar haciendo allí por la causa antisistema si no hubiera sido cosechado, pero de vez en cuando empezaba a comerse la cabeza. Cuando esto sucedía trataba de convencerse de que lo que había averiguado en aquella ciudad les abriría los ojos sobre el gobierno a sus borregos compatriotas, pero solo eran intentos patéticos de justificar sus decisiones egoístas: era cierto que la cosechadora no le había dejado otra opción al centrar la atención pública sobre su persona, ¿pero que irrense no desea conocer Rocavarancolia si se le presenta la oportunidad? Milo se consideraba una persona realista, el tipo de persona que no tiene tiempo para soñar con magia, y siempre había creído y defendido que había cosas mucho mas importantes que una ciudad de leyenda; ahora, a pesar de como habían resultado las cosas, no estaba tan seguro de dichas afirmaciones, y su propia hipocresía le atormentaba cuando le daba vueltas al asunto.
El día que Adru anunció que iba a contarles una historia Milo se acomodó en una silla, cruzando las piernas estiradas y entrelazando los dedos detrás de la cabeza con actitud perezosa. La curiosidad brillaba en sus ojos, sin embargo, y la sinhadre tenía toda su atención cuando empezó el cuento.
—Esto promete... —murmuró para sí, disfrutando la brisa nocturna que entraba por la ventana abierta junto a la que se había sentado.
Los días pasaban a pesar de la intranquilidad general, sin embargo, y cada uno se sobreponía a la situación como podía. Milo, imperturbable, no perdía su sonrisa en ningún momento y trataba de animar a sus compañeros siempre que se le presentaba la ocasión, demostrando un positivismo que en el fondo estaba lejos de sentir. Prefería verle el lado bueno a las cosas, sin embargo, e intentaba que los demás lo hicieran para que no se derrumbaron, usando todo lo que tenía en su mano con ese objetivo en mente. Hablaba con sus compañeros de temas triviales o sobre cosas de sus mundos, jugaba con los mas pequeños a lo que se les ocurría, se interesaba por los quehaceres diarios de los demás y, en general, hacía el payaso siempre que podía. Por las noches, además, se aseguraba de cerrar todas las ventanas antes de irse a la cama y, siempre que podía, intentaba ser el último en dormirse. No era mucho, pero poco más podía hacer dadas las circunstancias, y a con eso en mente enfrentaba el día a día.
Su rutina, a pesar de todo, cambió poco: entrenaba todas las mañanas por su cuenta poco después del amanecer, se daba un baño con agua fría para terminar de despertarse y, después de un desayuno abundante, se incorporaba a la vida del torreón con una sonrisa en la cara. Se apuntaba a las salidas siempre que se organizaban, ayudaba en las tareas de limpieza y, cuando tenía un rato libre, trasteaba en su ordenador tratando de recordar donde guardaba una u otra cosa. La relación con sus compañeros siguió mejorando poco a poco a raíz de las conversaciones que mantenía con ellos y mediante la convivencia. Cada uno era peculiar a su manera y con el tiempo el irrense les iba calando más y más. Le encantaba hacer a reír a Nime siempre que revoloteaba cerca, por ejemplo, y con Adru mantenía un tira y afloja continuo para que no la liara demasiado. Neil era un gran cocinero y el norteño alababa su talento culinario siempre que tenía ocasión. De Ain y Drake poco se había sabido últimamente, pero Hyung empezaba a salir de su cascarón e incluso intercambiaba unas cuantas frases con él de vez en cuando. Eitne era un buen chico y siempre estaba dispuesto a echar una mano en el torreón, al igual que Zobriel, pero al irrense le preocupaba que el pequeño daeliciano aún no hubiera puesto un pie en la calle desde su llegada a la ciudad. Pam se dedicaba a su trabajo de traducción con esmero y el hacker seguía sus progresos con atención, pero había preferido no ayudar (o molestar más bien) alegando que lo suyo era la programación. A Rena quería conocerla mejor, pero por alguna razón que se le escapaba aún no había mantenido una conversación profunda con su compatriota, y aquello era algo que el norteño intentaría solucionar lo antes posible. Rox era, posiblemente, la persona con la que más confianza tenía, pues al ser el único que estaba al tanto de su secreto se había convertido en una suerte de confidente para él y al irrense no le costaba demasiado demostrar positivismo cuando hablaban de cualquier cosa.
Milo intentaba no pensar demasiado en su mundo y en lo que podría estar haciendo allí por la causa antisistema si no hubiera sido cosechado, pero de vez en cuando empezaba a comerse la cabeza. Cuando esto sucedía trataba de convencerse de que lo que había averiguado en aquella ciudad les abriría los ojos sobre el gobierno a sus borregos compatriotas, pero solo eran intentos patéticos de justificar sus decisiones egoístas: era cierto que la cosechadora no le había dejado otra opción al centrar la atención pública sobre su persona, ¿pero que irrense no desea conocer Rocavarancolia si se le presenta la oportunidad? Milo se consideraba una persona realista, el tipo de persona que no tiene tiempo para soñar con magia, y siempre había creído y defendido que había cosas mucho mas importantes que una ciudad de leyenda; ahora, a pesar de como habían resultado las cosas, no estaba tan seguro de dichas afirmaciones, y su propia hipocresía le atormentaba cuando le daba vueltas al asunto.
El día que Adru anunció que iba a contarles una historia Milo se acomodó en una silla, cruzando las piernas estiradas y entrelazando los dedos detrás de la cabeza con actitud perezosa. La curiosidad brillaba en sus ojos, sin embargo, y la sinhadre tenía toda su atención cuando empezó el cuento.
—Esto promete... —murmuró para sí, disfrutando la brisa nocturna que entraba por la ventana abierta junto a la que se había sentado.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
18/08/16, 06:29 pm
Adrune sonrió complacida con su audiencia, que estaba compuesta por prácticamente todos los habitantes del torreón, y también ante la impaciencia de Nime.
—Empieza así: en los tiempos de mayor esplendor los cosechados se contaban por varias decenas y era difícil que un grupo de niños en particular destacase sobre los demás. Nuestros pequeños protagonistas, no obstante, lo lograron con mérito propio y esta es su historia —la sinhadre hizo una pausa dramática en la que se aclaró la garganta antes de continuar leyendo—. El torreón Margalar lo habían ocupado…
La edeel les relató las aventuras de un grupo de cosechados procedentes de distintos mundos sin especificar. El cuento se centró primero en cómo salieron airosos de varias situaciones peligrosas, como encuentros con bestias sedientas de sangre y una trampa mágica que habían activado después de defender sus provisiones ferozmente de los colaespinas (“¡eh, ese debe ser el verdadero nombre de los rataespines!), de la cual surgió una enorme planta carnívora.
>>Midrael, el más joven del grupo, pidió ayuda a sus compañeros al sentir como las fauces del vegetal se cerraban entorno a sus pequeñas piernas —la sinhadre hacía aspavientos con las manos y ponía caras acorde con lo que estaba leyendo. Sorprendentemente no había necesitado añadir detalles a la historia pues no era el tipo de cuento que se esperaba. Aun así ella estaba disfrutando de la lectura—. Pero no tuvo miedo en ningún momento, pues ya sabía que, tal y como sucedió a continuación, Larina repelería a la bestia con una bola de fuego certeramente conjurada hacia la mandíbula de la planta carnívora. Los cosechados, con Midrael de vuelta entre ellos, celebraron su victoria una vez más: ¡nada podría detenerlos!
Adrune hizo otra pausa tras alzar un brazo al exclamar la última frase, metida en su papel de narradora entusiasta.
—¡Tenemos que aprender a lanzar bolas de fuego! —dijo por todo comentario respecto a lo que acababa de leer. Las situaciones peligrosas y los monstruos que aparecían en el cuento no le habían perturbado en absoluto, ya que para ella solo se trataba de un cuento y, aunque ya habían visto cosas peligrosas en la ciudad, únicamente los colaespinas coincidían con lo que aparecía allí escrito. Y ni siquiera eran tan terribles. De hecho, aquel grupo de “valientes cosechados” le producía envidia porque parecían disponer de muchos hechizos y de armas que ellos no tenían.
—Empieza así: en los tiempos de mayor esplendor los cosechados se contaban por varias decenas y era difícil que un grupo de niños en particular destacase sobre los demás. Nuestros pequeños protagonistas, no obstante, lo lograron con mérito propio y esta es su historia —la sinhadre hizo una pausa dramática en la que se aclaró la garganta antes de continuar leyendo—. El torreón Margalar lo habían ocupado…
La edeel les relató las aventuras de un grupo de cosechados procedentes de distintos mundos sin especificar. El cuento se centró primero en cómo salieron airosos de varias situaciones peligrosas, como encuentros con bestias sedientas de sangre y una trampa mágica que habían activado después de defender sus provisiones ferozmente de los colaespinas (“¡eh, ese debe ser el verdadero nombre de los rataespines!), de la cual surgió una enorme planta carnívora.
>>Midrael, el más joven del grupo, pidió ayuda a sus compañeros al sentir como las fauces del vegetal se cerraban entorno a sus pequeñas piernas —la sinhadre hacía aspavientos con las manos y ponía caras acorde con lo que estaba leyendo. Sorprendentemente no había necesitado añadir detalles a la historia pues no era el tipo de cuento que se esperaba. Aun así ella estaba disfrutando de la lectura—. Pero no tuvo miedo en ningún momento, pues ya sabía que, tal y como sucedió a continuación, Larina repelería a la bestia con una bola de fuego certeramente conjurada hacia la mandíbula de la planta carnívora. Los cosechados, con Midrael de vuelta entre ellos, celebraron su victoria una vez más: ¡nada podría detenerlos!
Adrune hizo otra pausa tras alzar un brazo al exclamar la última frase, metida en su papel de narradora entusiasta.
—¡Tenemos que aprender a lanzar bolas de fuego! —dijo por todo comentario respecto a lo que acababa de leer. Las situaciones peligrosas y los monstruos que aparecían en el cuento no le habían perturbado en absoluto, ya que para ella solo se trataba de un cuento y, aunque ya habían visto cosas peligrosas en la ciudad, únicamente los colaespinas coincidían con lo que aparecía allí escrito. Y ni siquiera eran tan terribles. De hecho, aquel grupo de “valientes cosechados” le producía envidia porque parecían disponer de muchos hechizos y de armas que ellos no tenían.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
18/08/16, 09:31 pm
El cuento era un poco violento y no algo para contar a unos críos, pero Rena por alguna razon había esperado algo peor. Pudiero sacar algunos datos en claro: primero, al parecer las ''cosechas'' se habían reducido en número por alguna razón, y al parecer con ellas se habían ido los buenos materiales, pues muchoas de las cosas que se mencionaban en el cuento noestaban a su alcance.
-¡No es justo, yo quiero bolas de fuego también!- se quejó Rena.
Aparte de la magia, las armas del cuento también eran mejores. Podría ser que al ser un cuento habían querido decorarlo un poco, o podría tener que ver con el aspecto ruinoso y sucio de la ciudad. En algún momento de su historia esos edificios debieron estar enteros, era lógico. Rena se preguntaba qué había llevado a Rocavarancolia a tener el aspecto que tenía ahora. También se preguntaba si acabarían encontrándose con alguno de los monstruos o trampas que eran mencionados en el cuento. Si era así, y viendo la diferencia de recursos que tenían con respecto a los protagonistas, estaban bien jodidos.
-¡No es justo, yo quiero bolas de fuego también!- se quejó Rena.
Aparte de la magia, las armas del cuento también eran mejores. Podría ser que al ser un cuento habían querido decorarlo un poco, o podría tener que ver con el aspecto ruinoso y sucio de la ciudad. En algún momento de su historia esos edificios debieron estar enteros, era lógico. Rena se preguntaba qué había llevado a Rocavarancolia a tener el aspecto que tenía ahora. También se preguntaba si acabarían encontrándose con alguno de los monstruos o trampas que eran mencionados en el cuento. Si era así, y viendo la diferencia de recursos que tenían con respecto a los protagonistas, estaban bien jodidos.
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