El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

—Es una determinación —replicó con seriedad al principio aunque inmediatamente después esbozó una sonrisa—. Lo que sí prometo es no volver a guardarme las cosas durante tanto tiempo… No quiero que se repita algo como lo de ayer. —Frunció ligeramente el ceño y sacudió la cabeza ligeramente. Permaneció pensativo unos instantes tras la pregunta del fuego fatuo, sin estar muy seguro de si tenía que decir algo más o no. Finalmente su cabeza dio con algo que creyó necesario aclarar—. Solamente una cosa. Seguiré bromeando con… bueno, ya sabéis —hizo una pausa, inseguro sobre cómo explicarse—. Con lo maravilloso que soy y esas cosas —dijo finalmente en tono sarcástico. Nada mejor que un ejemplo práctico—. Pero no le deis importancia y tomáoslo como eso, como una broma. Yo necesito que sea así.
Al final se había vuelto a poner serio, pero se levantó para coger algo de comer en la cocina pues su estómago parecía permitirle ingerir alimentos por fin y, cuando volvió, lo hizo con su expresión habitual.

Wen abrazó al draco para que este supiera que contaba con todo su apoyo. No tardaron mucho en vestirse y bajar al salón, donde encontraron al resto de habitantes del Cuchitril desayunando. La vouivre comenzó a buscar en la alacena un par de tazas con las que prepararse su té y el café de Noel, moviéndose con tranquilidad y naturalidad intentando transmitírselo al draco, mirándolo de vez en cuando para darle seguridad y apoyo.

Como ya suponía la británica, sus amigos le restaron importancia al comportamiento de Noel y le disculparon y tranquilizaron. Wen se encontraba poniendo un platito con una magdalena sobre la taza de té cuando vio a Toima hacerle señas para hablar en privado. Aunque la situación e resultaba bastante extraña, la británica le siguió lejos de la sala. La vouivre escuchó curiosa y atenta lo que el argos tenía que decirle y, a medida que iba hablando, le iba invadiendo una ternura que nunca le había trasmitido el ulterano. Wen sabía que Toima le tenía mucho cariño a Noel, pero aquel acto le mostraba una dulzura que nunca hubiera pensado que tenía.

Wen cogió la cajita de hojas entre confusa y enternecida, y finalmente decidió dedicarle una sonrisa al argos.

- Nia tenía razón.- comenzó.- Lo que le pasó a Noel no tiene cura con medicamentos. Noel tiene algunos conflictos mentales que debe reflexionar y resolver, pero ciertamente tu regalo le puede resultar de gran ayuda.- le tranquilizó.- Aunque creo que tendrías que ser tu quien se lo diera personalmente.- añadió devolviéndole la cajita.- Noel sabe que te preocupas por él, pero nunca está de menos que se lo demuestres de vez en cuando.

Toima

Escuchó la respuesta de la británica, cabizbajo y recuperó la cajita de latón. Algo confuso logró contestarle.
-¿Tú crees?-No estaba del todo seguro de si Noel estaba al tanto, tampoco se habia parado a considerar mucho si alguien del grupo se preocupaba por él, por muchas veces que se lo dijesen. Normalmente el paranoico y pesimista era él.
-Yo... No se si le iba a molestar con esto...-admitió, cabizbajo.-Por eso pensé que se lo dieras tú. Eres más importante para él.-consiguió decir.

Wen no pudo evitar mirar al ulterano con ternura. Nunca había parecido tanto un niño como en aquel momento.

- No digas eso, Toima. - le reprendió, aunque mantenía el mismo tono que durante toda la conversación.-  No os lo decís mucho, pero tanto el uno como el otro os apreciáis muchísimo. Creo que deberíais decíroslo más amenudo. Este puede ser un buen momento para empezar. - dijo, para luego empujarle de nuevo a la sala donde todos se encontraban.

No dijo nada de la afirmación de Toima, pues aunque ella no podía hablar por el draco, para ella la relación que tenía con Noel sí que implicaba que era más importante para ella que el resto de sus amigos. Aun así, eso no implicaba sus amistades fueran inferiores.

Una vez estuvieron en la sala, Wen se sentó junto a Noel y destapó su té. Mientras la vouivre desmenuzaba su magdalena calentita por el vapor de la infusión, animó con la mirada y con un gesto de cabeza a que el argos le diera su regalo al draco.

Toima

El ulterano mostró una sonrisa incómoda a la británica cuando esta le empujó al ruedo. Sin embargo, optó por jugarlo bien y que saliera como saliese.
-N-Noel... Verás... Le he conseguido sacar esto a la bruja.-dijo, pasandole la cajita de latón.-Aunque me ha dicho que dijera que dijese que no ha sido ella la que me lo dió y tal... Pensé que podria ayudarte... si sigues con... con lo tuyo...-dijo casi en un susurro.-Es para agua de hojas caliente.-aclaró, más animado al creer por fin saber que carajos eran esas hojas.

-Yo... Tenia algo tambien...-dijo entonces, nervioso, con la mirada y el gesto sombrio.-Para lo mio. Lo de... eso.-se hundió de hombros.- Por suerte ahora ya no lo necesito y... Me funcionaba. Y... Y pense que lo tuyo tambien... Ya sabes... Tendria algo parecido para tratarlo... O... No se.-terminó tan aparatosamente como habia empezado.

Callado como siempre, Giz se dedicó a escuchar cómo avanzaba la conversación. Le alegraba ver a Noel así de calmado tras lo de ayer y no tuvo mucho que añadir a lo que ya se habia dicho. Salvo por esto:

—Siempre que sea así, adelante con las bromas —Giz probabemente habría sido el primero en reñirle si no hubiera comentado esto ahora mismo y se lo hubiera encontrado a los dos días haciendo coñas sobre sí mismo. Ahora ya sabía que no era necesario.

Ante la vuelta de Toima y Wen y tras la intervención del primero, el goliat no pudo sino mirar con suspicacia la caja que le ofrecía el argos al draco. "Yo no me fiaría ahora mismo de un remedio de Nia" estuvo a punto de decir, logrando callarse casi en el último momento. Lo de Tania le había provocado cierto escepticismo.

No mucho después de empezar a desayunar volvieron Wen y Toima al salón y Noel le dirigió una breve mirada interrogante a la vouivre cuando esta se sentó a su lado. No obstante, no hizo falta más pues el argos empezó a hablar inmediatamente tras darle una cajita a la que dio vueltas en sus manos. Escuchó lo que le decía con el ceño ligeramente fruncido, debido a que al principio ni siquiera sabía si le estaba entendiendo correctamente. Se distrajo unos segundos en procesar la parte de “agua de hojas caliente”, pero lo que añadió el ulterano a continuación, en tono mucho más sombrío que antes, le hizo volver a prestarle atención. Le dedicó una mirada seria unos instantes antes de darle finalmente una palmada en el hombro y esbozar una sonrisa.
—Sé que lo has hecho con buena intención. —Alzó la vista con aire pensativo ante la sensación de déjà vu que le produjo la frase en conjunto con los recuerdos que había desenterrado el ulterano. Aunque no era una sensación, sino algo que había sucedido realmente—. Pero no pienso tomar nada que provenga de la botica de Nia sin que ella misma me explique claramente qué efectos tiene. —Dejó en ese momento la caja sobre la mesa. El draco estaba bastante seguro de que Toima ni siquiera sabía qué era lo que le estaba dando. Presuponía que alguna clase de relajante, pero quizás era demasiado presuponer teniendo en cuenta que la náyade vendía toda clase de productos alquímicos con efectos bastante… peculiares—. Iré a preguntarle qué clase de droga bizarra te ha colado y si no me convence la respuesta haré que te devuelva el dinero —añadió medio en broma medio en serio en tono ligeramente sarcástico.
A menos que realmente fuese algo totalmente inofensivo, en cuyo caso se lo tomaría por no hacerle el feo a Toima, lo más probable sería que se lo devolviese a la ulterana de todas formas.

Toima

El ulterano esbozó una mueca involuntaria al oir lo que Noel decia. Sin embargo no le duró mucho y se subió al carromato a la hora de hablar de Nia.
-Si, tienes razón. A saber que mierda es esto en verdad.-dijo mirando de reojo a Tania que estaba presente, pero en silencio. Se ganó una mirada de reproche de la nublina que deliberadamente ignoró.
Se quedó un momento pensativo. Aquello le habia nublado el juicio. Hubiera sido mucho mejor ir a habla con el draco de primeras que depender de otros. Luego Noel dijo de ir a la botica a preguntarle que era exactamente esas hojas. Toima se quedó perplejo hacia la mención del dinero.-S-Si... Que ya tiene mucho...-secundó a Noel.

En verdad habia sido tan plasta que la náyade le habia dado la droga gratis.

-Entonces, ¿cuando vamos?

Sigue en la Botica de la náyade.

Como Nia no parecía muy dispuesta a dar detalles sobre nada sin que la sometieran primero a un interrogatorio, Noel se encogió de hombros y decidió dejar de jugar al poli malo, porque era el único que podía ser a pesar de no estar siendo desagradable con la ulterana, y no intentó tirarle más de la lengua.

Así pues no tardaron en volver al cuchitril y en la puerta del mismo, el draco se despidió de Wen después de que la vouivre le hiciese prometer que iría a verla esa misma noche. Aunque a su entender, no hacía falta alguna aquella promesa pues pensaba ir de cualquier forma.

No mucho después de entrar en casa, Noel decidió no postergar la conversación que había convenido que tendría con Toima, aunque sin demaisadas ganas. Dudaba que fuese a sacar algo en claro de aquel intento por hacerle entender algo al ulterano y comenzó a mentalizarse para hacer acopio de paciencia mientras se dirigía hacia donde se encontraba el argos. Lo encontró llevando a cabo mantenimiento sobre algunas de sus armas y otros utensilios de mismo propósito. Vio redudante hacerle notar su presencia allí, pues su visión privilegiada hacía obvio el hecho. Se apoyó de brazos cruzados en la pared más cercana a la posición del ulterano y meditó unos segundos antes de empezar a hablar.

—A ver, Toima —comenzó con cierta vacilación mientras se pasaba una garra distraídamente por la barba—. Al parecer no tienes muy claro qué es lo que... Lo que me pasó anoche y no me gustaría que te quedases con una idea errónea. No estoy enfermo ni quiero tomar ninguna clase de droga o medicina. Simplemente... No estoy en un buen momento. —Dejó escapar una leve exhalación, con cansancio, mientras buscaba las palabras adecuadas para explicarse—. Siempre me he sentido... inferior —desvió la mirada y se rascó la cabeza con nerviosismo al pronunciar la última palabra. No se sentía muy cómodo teniendo que volver a hablar de aquello—. Y creo que he tratado de compensarlo de una forma totalmente equivocada... Guardándome todo lo que se me pasaba por la cabeza para mí mismo porque no quería molestar a nadie con... Con mis problemas irrelevantes. —Se mantuvo en silencio unos instantes, mordiéndose el labio inferior distraídamente—. Con el paso del tiempo empeoré, debido a varias cosas y... bueno, el resultado es lo de anoche. Espero que te haya quedado más o menos claro, no sé si sabré explicarlo de otro modo. <<O si seré capaz, siquiera>>.
Volvió a rascarse la nuca tras dirigirle una mirada a Toima esperando su respuesta.

Toima

El enorme ulterano se encontraba recostado en un sillón de la sala de estar. Enfrente suya, su colección de cuchillos y armas afiladas de diversas clases, formas, tamaños y materiales. Y una por una, las iba afilando, con el cuidado y cariño que solo una figura paternal podria tener, pero con la eficiencia y velocidad que solo un asesino experimentado podria demostrar.

La presencia de Noel no pasó desapercibida. No por mucho tiempo ya que pronto notó como queria referirse a él. Fue entonces cuando dejó la manutención aparte y se giró para encararle, algo nervioso y preocupado de que quisiera hablar con él.

Y le escuchó entonces. Se le vio vacilante en más de una ocasion, quisiendo comentar sobre la marcha lo que decia el sueco, pero acababa callandose y haciendo un genuino esfuerzo por acordarse de que era, mientras además prestaba atención a las palabras del draco e intentaba entenderlas. Una tarea que se mostró nada facil para el watahré.
Una vez el draco se detuvo, el ulterano abrió la boca, pero no dijo nada, pensativo. Intentaba recordar con mucho esfuerzo que habia sido lo primero que habia querido decirle al chico con su monólogo. Tardó un rato.

-No eres inferior.-le dijo serio.-Si lo fueras esta ciudad no te lo habria perdonado.-le recordó.-Has pasado por lo mismo que los demás e incluso peor con... las chungueces esas de tu transformación. Te mereces estar donde estás como el que más.-dijo, resoplando por la nariz, algo ofendido que su amigo pensase así de si mismo.
Entonces su cara se compuso en una mueca de esfuerzo, como intentando recorar que más queria decirle. Al poco rato volvio la idea.
-Pero si no estás enfermo mejor. Es una mierda tener un cable suelto, te lo digo por experiencia.-dijo bufando.-Con saber eso, me tranquilizas. Lo único que me queda por saber es... B-Bueno... Si puedo hacer algo. Aunque no sea sonsacandole pastillas a la bruja, quisiera sentir que puedo hacer algo para ayudar. Se suele hacer eso, ¿no? Ayudarse los unos a los otros cuando lo necesitan, digo...-

Los silencios prolongados tras cada intervención parecían ser la tónica de aquella conversación, pues el draco también se sumió en uno después de haber escuchado lo que Toima tenía que decir.
—Es posible que tengas razón, con lo de que he pasado por lo mismo que el resto —le concedió manteniendo una expresión pesativa.

>>Un cable suelto... —Se llevó una mano a las sienes y esgrimió entonces una sonrisa sarcástica con la mirada fija en el suelo—. No soy la persona más cuerda con la que te hayas cruzado, precisamente. Aunque creo que eso no dice mucho para los estándares de esta ciudad de todas formas. Tampoco creo que sea algo que pueda evitar. Es como si estuviese loco para no volverme loco, si es que eso tiene algún sentido. —Contuvo una risa en un bufido pero, inmediatamente después, recuperó la seriedad—. Ya hacéis por mí más de lo que puedo pedir, no te preocupes por eso— le aseguró mientras se despegaba de la pared y alzaba la vista del suelo para volver a dirigirla hacia el argos—. Aunque tal vez sí que puedas hacer otra cosa —le sostuvo la mirada, pensativo una vez más, durante varios segundos—. Ese cable suelto del que hablábamos. Si alguna vez llegase a... a perder el control... ¿Crees que me puedes prometer que te encargarías de que no haga nada de lo que me arrepienta después? De detenerme, o incluso si fuese necesario, ya sabes... —Dejó la cuestión en el aire. No estaba seguro del impacto que podría tener referirse directamente a una petición de esa índole y no quería sonar más sombrío de lo que pretendía.
No estaba muy seguro de como se iba a tomar el ulterano aquella petición, pero por algún motivo el draco sentía que Toima era la persona adecuada a quién pedírselo.

Toima

-Lo que sea.-fue su respuesta inicial cuando el draco dijo que si que podria hacer otra cosa. Sin embargo, lo que siguió, le dejó algo impactado. Parpadeó en confusión un par de veces antes de lograr volver en si, suspirando y con el gesto hosco. Rebuscó en su cinto y dió con una petaca. Desenroscó la tapa y bebió de esta un par de segundos en los que mantuvo el silencio.
-Si alguna vez llegases a perder el control, si llegases a hacer algo peligroso: Te partiria los brazos, te partiria las piernas y traeria de vuelta. Fuera como fuese.-sentenció frunciendo las cejas y cruzandose de brazos.-Y creo que no soy el único que piensa asi.-frunció los labios y dejó los ojos vagar un rato.-¿Quién sabe? Hasta podria ser divertido por una vez no ser yo a quien traen de vueltas al cuchitril en volandas.-se permitió bromear.

Pero sin embargo, la implicación de que él mismo tuviese que acabar con la vida el draco llegado al caso se le antojaba complicada. Él sin duda no desearia hacerlo llegado el momento. Poco podia optar el albino a elección, pero sin duda la realización de tal situación le sentó como un golpe de agua fria. Y aun así, el sentir la confianza del draco en aquello no le confortó en absoluto. Era la vida de un amigo suyo. No iba a abandonarla tan fácilmente.

Mantuvo una expresión seria todavía con la mirada fija en Toima durante largos segundos después de escuchar su respuesta. Hasta que esbozó una media sonrisa. En realidad no le había cogido de sorpresa en absoluto.
—Suponía que dirías algo así. Sé que ha sido... Repentino y que no es una perspectiva agradable. Pero es una posibilidad que no puedo obviar y necesito tener alguna clase de seguro... Algo que aligere, por poco que sea, el peso de la incertidumbre. Porque más de una vez he tenido miedo —confesó volviendo a adquirir una expresión seria, casi sombría en aquella ocasión y apartando la mirada del argos—. Ese es el motivo por el que te lo estoy pidiendo —concluyó volviendo a alzar la vista. Una nueva sonrisa se abrió paso en su rostro—. Pero con lo que me has dicho creo que puedo darme por satisfecho.
El draco dirigió entonces sus pasos hacia las escaleras, pero se detendría en el caso de que el ulterano volviese a decir algo.

Toima

El ulterano asintió levemente con las palabras del draco. No parecia querer añadir nada más y, aunque intentaba ocultarlo, la petición de su amigo le habia dejado algo amargo, por decir poco. Con otro movimiento de cabeza se despidió de él, mientras los ojos intentaban penetrar en el psique del mismo, otra vez más, sin efecto alguno. No era capaz- No entendia el porque podria llegar a pensar. ¿Qué le faltaba en este mundo a Noel? ¿Por qué desearia algo tan siniestro? Desde que empezó su vida en la ciudad habia tenido una total libertad de la que nunca habia disfrutado antes. Podia elegir muchas cosas y, para él, la más importante era que personas podia matar y cuales no.
Nunca se habia planteado tener que pensar en matar a un amigo.

Por ello, cuando el draco se perdió en la lejania, el watahré tensó la mandíbula y se mordió el labio, resoplando con ira. Se sintió estúpido. Y aquello no tenia solución alguna.

Al día siguiente, temprano por la tarde, Gael se dirigió con bastante prisa al mercado, con su cartera y una breve nota con lo que quería. Necesitaba hacer una modificación de última hora en una quimera en la que notó que algunas partes no se encontraban tan firmemente unidas como pensaba. Estaba falto de materiales debido a que había tirado de lo que le quedaba sin ir a comprar desde antes de empezar el torneo, por no perder el tiempo en ello. No tenía en mente tardar mucho. Pidió lo que necesitaba a su proveedor habitual y volvía ya al cuchitril con todo guardado en un pequeño zurrón.

―Hey, amigo, ¿quieres echar un vistazo?
Gael iba a pasar de largo del dueño de la voz sin prestarle atención, pero al mirar de reojo vio que el comerciante tan solo tenía cajas vacías y sucias, a excepción de una.
―¿A qué? ―preguntó escéptico, dirigiéndole una mirada casi burlona. «¿Y para qué?». Lo único que tenía era un animalillo orondo y peludo. Cuando levantó el hocico vio que era un suido muy joven.
―Escucha primero. He estado investigando por Ordesta desde que se abrió el portal y, voy a ser honesto, estoy tratando de sacarle lucro a lo que he encontrado. Esta maravilla de animales solo se dan en una zona, que yo haya visto, y la he descubierto yo mismo. No tienes ni idea de lo rica que está esta carne…
―Véndemelo cuando dé para comer seis personas, ¿vale? ―dijo a modo de despedida, haciendo un movimiento de desdén con la mano y comenzando a marcharse. Ni le sonaba la cara de aquel comerciante, probablemente no era un vendedor ni esporádico. Por otro lado, no tenía sentido pagar cuando ya conseguían carne por sus propios medios. Algo repetitiva y siempre con ese fuerte sabor característico de los animales criados en lo salvaje, pero carne al fin y al cabo.
―Creía que a los tipos como tú siempre os sobraba carroña. Este animal come de todo, son como basureros vivos. Crecen rápido y mucho, no dan trabajo y tienen la carne más suave que he probado en años.
―No voy a preguntarte el precio ―respondió con voz cansada. Aunque había cometido el error de pararse en vez de seguir avanzando.
―Ah, pero te lo voy a decir de todos modos ―repuso el tipo con una sonrisa.


―Os presento a Tocino. ―Veinte minutos después, eso es lo que el fuego fatuo diría al entrar por la puerta del cuchitril. Lo seguía un cerdito peludo que levitaba moviendo las patas con miedo detrás de él―. Antes de que me matéis, no tiene por qué quedarse en el patio, si estorba adecentaré el mini patio del taller. ―La seguridad con que mostraba su adquisición era su forma de negarse a sí mismo que lo había cogido de forma impulsiva y se arrepentía. Sabía que una vez escuchaba demasiado tiempo a un comerciante le costaba horrores decir que no. El animal le había empezado a hacer gracia, y lo habían pintado tan bien y tenía un precio tan bajo para lo que terminaría siendo en kilos de carne que había terminado por llevárselo. Una experiencia nueva, a fin de cuentas huerto ya tenían―. Le he puesto Tocino para no olvidar que es para lo que es ―admitió riendo―. Basta con que se coma todo lo que me sobra y las partes no comestibles de las plantas del huerto y dentro de pocos meses tendremos como setenta kilos de carne sin sabor a bravío.
Gael lo había visto con tanto optimismo que ni siquiera se le pasaba por la cabeza que aquella estimación pudiera ser una mentira descarada. El lechón era enano, pero tampoco le habían dicho cuánto tenía de vida.

Cuando Gael llegó con el animal, Giz se encontraba enfrascado en el estudio de uno de los grimorios por si encontraba algo útil para las semifinales. Como solía pasar cuando un animal desconocido entraba dentro de su campo de percepción, el genemago que el goliat llevaba dentro salía a la luz. Giz dejó el grimorio sobre la mesa y se acercó a la puerta, agachándose para examinar de cerca al animalillo.

―Así que Tocino, ¿eh? ―lo saludó, acariciándole el lomo. En su laboratorio tenía genes de una gran multitud de especies, pero ninguno que perteneciera a aquella rama―. Puedo robarle un par de pelos, ¿no? ―le preguntó a Gael antes de levantarse.  

La respuesta fue la esperable y Giz se agenció un par de muestras con intenciones de futuro poco claras. Al goliat le pasaban por la cabeza ideas que sabía inútiles de sobra, como crear un cerdo que se envolviera en llamas pero sin piel ignífuga, para que se cocinara solo. Imaginaba que lo más útil que podía hacer con un animal así sería tratar con algún carnicero, lo cual no era mala idea, si tenía como referente el dinero que sacaba ya con el pub y la casa de los dulces.

―Nos vamos a poner las botas cuando crezca ―añadió al tiempo que se levantaba del suelo―. ¿Sabes de dónde es?

Toima

El ulterano observaba la escena de brazos cruzados, viendo a la bola de pelo diminuta que habia traida Gael. Cuando les confió su plan, el albino chasqueó la lengua y hubiera rodado sus ojos de tenerlos en la cara.
-Me parece un malgasto de comida y recursos.-dijo siendo directo.-¿Para que vamos a alimentar a una bola de pelo para luego comernosla? ¿No seria mejor buscarnos un bicho un poco más grande?-preguntó, ligeramente consternado, pues a todos les habia parecido una idea lógica y para el ulterano aquello tenia de todo menos eso.