El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Giz asintió sin acabar de estar convencido. Entendía que Noel se estaría sintiendo igual y probablemente habría acabado estallando en otro momento, pero le asustaba que se hubiera tomado a mal que hubiera sido el goliat quien había encendido la mecha. Se quedó cruzado de brazos, sentado en elaire gracias a la levitación, y escuchó con atención a Gael y a Wen.

—¿Y nosotros qué hacemos? —preguntó—. ¿Cómo se supone que lo tenemos que ayudar?

En el desierto no había conocido a nadie que compartiera tal fragilidad de autoestima y sus conocimientos sobre cómo ayudar en estas situaciones era limitadísimo. No había más que ver lo cerca que había estado de acercarse a Noel en la escalera para entender lo poco que sabía.

Escuchar a Wen decir aquello volvió a dejarlo penstivo. Precisamente al respecto de lo que había preguntado Giz. No veía una solución sencilla a aquello, prácticamente solo estaba en la mano del draco darse cuenta, porque ellos no podían hacer mucho más, se lo habían dicho, no había más que abrir los ojos para verificar lo que decían, y solo les quedaba esperar y ser comprensivos.
―No lo sé… de verdad. Esto es demasiado… ―Trató de dejar de balbucear cuando quiso explicarse―. Va a haber que hablar las cosas con calma. ―Miró a Wen―. Será mejor que no tratemos de hablar todos con él de sopetón, ¿verdad? Si mañana consigues que esté más receptivo podemos intentarlo más tarde, y… En fin, nos queda intentar comprenderle lo mejor que podamos. Estoy seguro de que ya sabe que no vamos a rechazarle por las cosas que cree que hace mal, ni por esto… ni por nada de lo que diga. Me gustaría poder convencerle para que hable sin reparos cada vez que tenga dudas, o… cualquier cosa.

- No lo sé, de verdad que no lo sé.- murmuró respondiendo a Giz.- Esta situación me frustra mucho.- luego se quedó mirando a Gael mientras hablaba y seguidamente resopló cansada.- Intentaré… intentaré allanar el terreno. Quizás descansado y por la mañana se encuentre más tranquilo y receptivo. Luego en el desayuno… intentemos no agobiarle, ¿vale? Quizás nunca seamos capaces de quitarle esas inseguridades, pero espero que podamos mitigarlas.- luego resopló de nuevo y se revolvió el pelo.- Buenas noches, chicos. Descansad.- les deseó para luego darse la vuelta y volver a la habitación del draco.

No tardó mucho en desnudarse y vestirse con una camiseta de Noel que, evidentemente, le quedaba como un vestido. La vouivre adoptó la misma postura que antes, poniendo su regazo de almohada para el sueco. Noel dormía profundamente. Mientras la británica acariciaba las plumas de su cabeza y lo observaba respirar relajadamente, deseaba que sus sueños estuvieran siendo placenteros o, como mínimo, reparadores. Wen, agotada, cayó dormida mientras seguía acariciando la cabeza del draco, quedando echada a lo ancho de la cama, posición en la que, por la mañana, Noel la encontraría dormida.

Gracias a los hechizos de sueño y a las atenciones de la vouivre Noel había dormido tan profunda como tranquilamente. Cuando se despertó no recordaba sus sueños, pero no había soñado nada desagradable. Se despertó más tarde de lo habitual, pero no muy avanzada la mañana y, lo primero que vio al abrir los ojos fue a ella.

Wen se encontraba en una posición que no parecía precisamente muy cómoda y, antes de que pudiera pensar en nada más, apartó la cabeza  y se incorporó para tener movilidad en los brazos y colocarla correctamente en la cama, a su lado. No pudo evitar que se despertase, no obstante.

Mientras la vouivre se despertaba, al draco le sobrevivieron los recuerdos de la noche anterior de sopetón. Recreó en su cabeza en orden inverso lo que había sucedido: lo primero que vio fue a la británica tratando de tranquilizarle, a él con un ataque de ansiedad, lo último que le habían dicho y sus respuestas y pensamientos al respecto…

El sueco suspiró quedamente y se pasó las manos por la cara mientras intentaba, con poco éxito, ordenar sus pensamientos acerca de lo sucedido. Solo podía pensar en la muestra de debilidad de la que había hecho gala y de lo mal que había tenido que hacer sentir a todos con lo que había dicho y cómo todo aquello había decantado en una actuación terriblemente patética por su parte. Anoche no era capaz de razonar, pero ahora que tenía la mente más despejada se sentía terriblemente avergonzado y culpable.

—Lo siento —le dijo de pronto a Wen con la mirada perdida en algún punto de la colcha, la cual sujetaba firmemente con ambas garras, tanto que la estaba empezando a desgarrar—. Creo que he tocado fondo —suspiró—. ¿Cómo voy a verles a la cara después de esto? —preguntó más bien para sí mismo.

Wen sintió que la movían entre el sueño y la vigilia. Parpadeó somnolienta mientras el draco la colocaba de forma cómoda en la cama. Se desperezó y se quedó mirando a Noel mientras este hablaba. Se sentó de rodillas en la cama y suavemente cogió las garras del sueco para que soltara la sabana. Luego las colocó juntas sobre su regazo y soltó una para acariciarle la cara.

- No debes sentir nada.- comenzó con voz suave.- Están preocupados por ti. Todos lo estamos.- dijo incluyéndose.- Sabes que entiendo lo que te pasa y también sabes que no comparto esa idea de ti mismo que tienes. Entiéndenos tú a nosotros. No te ves con objetividad, pero nosotros sí. No vamos a dejar que nos intentes convencer de algo que no es verdad.- le explicó lo mejor que pudo. Aquel era uno de esos momentos en los que deseaba que sus dotes comunicativas fueran mejores. No sabía cómo expresar lo mucho que necesitaba que entendiera que estaba equivocado respecto a su visión de él mismo.- Solo queremos hacerte comprender. Quizás tú no quieras hacerlo, pero déjanos intentarlo. No nos puedes juzgar por quererte.

Noel siguió con la mirada las manos de Wen cuando le cogió las suyas y las colocó en su regazo. Cerró los ojos durante unos segundos cuando la vouivre empezó a hablar mientras le acariciaba el rostro.
—Yo… sé que ayer no razonaba —comenzó a explicarse—. No puedo evitar pensar algunas de las cosas que dije pero… Sé que… sé que he exagerado. Sé que a veces me pongo extremadamente negativo. Pero ayer... Me sentía muy mal. Llevaba mucho tiempo acumulando todo eso… Bueno, no creo que a ti necesite explicarte nada precisamente —añadió con una leve sonrisa cansada para después abrazarla—. Creo que ahora comprendo algunas cosas de las que antes no me había dado cuenta. Supongo que... Debería hablar con ellos. Y cuanto antes mejor —dijo con decisión mientras apartaba con suavidad a Wen para poder levantarse de la cama. No tardó en recoger su ropa y activar la runa de anclaje de ropas—. Me tragaré la vergüenza ajena que siento al recordarme a mí mismo anoche, porque creo que debería empezar por ahí, y… hablaré con ellos.

No mucho después, ambos bajaron al salón donde ya vio desayunando a varios en la barra. Se acercó tratando de mantener una expresión neutral y se sentó en el primer taburete vacío. No tenía demasiadas ganas de desayunar por el momento.
—Buenos días —dijo rascándose ligeramente la cabeza. Antes de continuar hablando miró una vez más a Wen en busca de apoyo y también en busca de hacer algo más de tiempo. No tenía claro cómo empezar—. Veréis… Siento… Siento lo de anoche. No tenía la cabeza en muy buen estado y… No, eso no es excusa. Me comporté como un imbécil. Sé que os hice sentir mal, estoy seguro de ello. —En ese momento miró a Giz. Lo conocía de sobra y sabía que seguramente se había sentido culpable por haber preguntado—. Llevaba mucho tiempo con todo eso en la cabeza. Y aunque no puedo verlo todo del mismo modo que vosotros, sé que he reaccionado de una forma muy desmedida y… Lo siento…

Le costó un poco dormir esa noche. O, mejor dicho, poco es exagerar, porque al cabo de un rato de estar en vela por culpa de la centrifugadora que era su cabeza, se decantó por dormirse de forma rápida y drástica con un hechizo. Se despertó físicamente reparado de los esfuerzos del día anterior, pero enseguida todo lo de la noche anterior volvió a su cabeza e hizo que el desayuno no fuese precisamente una juerga. Estaban en la barra, comiendo sin mantener ninguna conversación en particular, cuando bajaron Wen y Noel. Este, aunque cortado, parecía repuesto. Le había llegado a preocupar que el sueño no arreglara nada, pero se alegró de que no fuera así. Como siempre, trató de poner la sonrisa por delante.
―No te comas tanto el tarro y cuenta con nosotros siempre que lo necesites a partir de ahora. Somos un equipo, ¿no? No el equipo A, pero sí el C, de Cuchitril. ―Soltó una risilla por la estupidez que acababa de decir y deslizó por la barra una bandeja llena de magdalenas hacia los recién llegados. Después volvió a ponerse serio―. Lo que estamos es preocupados, Noel. A este paso no necesitas enemigos, te haces más daño tú solo.

Toima

El ulterano asentia en completo silencio a lo dicho por los demás. Él por su parte, estaba genuinamente consternado por el tema, ya que ni habia sido consciente de ello, ni lo comprendia. No sabia porque motivo Noel pensaba así de si mismo y todavia entendia menos porque, despues de los resultados del torneo, donde tienes que combatir limpiamente, seguia pensando de él mismo así. Poco podia hacer el watahré por el draco.
En un momento neutro, le hizo una señal a Wen para hablar con ella en privado. Una vez le pilló el gesto, el ulterano la condujo lejos de la sala, donde ni siquiera el draco pudiera escucharles y se giró a Wen, hablando algo incomodo, entre susurros.
-Noel no está bien.-empezó diciendo, nerviosamente.-Ayer... Le pasó algo... No entendi muy bien, por mucho que pregunte a los demás... Quizás porque yo no soy de los "liter ratos" esos, pero no soy capaz de entender lo que le pasó exactamente.-se rascó la sien, admitiendolo de primeras.-Fui a ver a la bruja, por si tenia algo para curarle las tripas. Dije que no importaba el sabor... Pero me preguntó sobre lo que habia pasado y dijo que eso no tenia cura con medicina y me intentó echar.-bufó entonces, mostrando su indignación.-A la bruja se la notaba con prisa, que me lo olí yo a un kilo-metro.-dijo entonces, dandose toques en la nariz.-Total, me puse pesado con ella y consegui salir no con una cura, sino con algo que quizás impida que le vuelva pasar lo de ayer... que se... ya sabes... Que se ponga chungo... de sus cosas...-intentó explicar como mejor podia. Entonces extrajo una pequeña cajita de laton. Abrió la tapita y se lo mostró a Wen. Dentro habia unas hojas amarillentas secas.-Hay que ponerlo con agua caliente. Es de esas bebidas... Agua de hojas caliente... o como se llamen: Estan asquerosas, pero ¿que maldita medicina no lo esta?-se permitió bromear un poco, todavia bastante nervioso.-Le ayudaran si se pone cerca de estar asi, como ayer, asi de mal. Esto puede impedirlo.-dijo y cerró la cajita, ofreciendosela a la britanica.

-Me dijo tambien que no os dijera que lo consegui de ella. Pero sinceramente me importa una mierda lo que quiera. Cogi la cajita esta y salí echando humo de ese tugurio.-tosió, aclarandose la voz.-Si eso cuelaselo a Noel como algo relajante o... No se... Quizás tampoco sea tan buena idea despues de todo. Joder... No se que hacer para ayudar...-acabó por admitir.

Giz se encontraba sentado sobre la barra cuando bajó Noel. Comiendo un par o dos de cereales con desgana. No tenía mucha hambre (normal por un lado, ayer se había atiborrado nada más llegar del torneo), pero el ánimo también influía de alguna manera en que comiera tan poco. Se giró y le dio los buenos días antes de que el draco comenzara a disculparse. <<Vaya...>>. Habían hecho bien en llamar a Wen, desde luego. Cuando Noel le miró, tras decir que les había hecho sentir mal, Giz negó con la cabeza y sonrió levemente, para quitarle importancia.

―Lo que importa es que estés mejor y, como dice Gael, que no hagas bola de estas cosas en el futuro ―se animó a comentar―. No son tan punteros como los tuyos, pero tienes nuestros oídos a disposición.

Cuando Toima tiró de Wen y la apartó, Giz les dirigió una mirada curiosa. Miedo le daba, lo que pasara ahora mismo por la mente del argos.

Todavía se sentía avergonzado por lo sucedido la noche anterior y le costaba alzar la vista de la barra mientras los demás hablaban. Escuchó primero a Adara  y después a Gael, en silencio. Cavilaba sobre lo último que había dicho el fuego fatuo, meditaba cómo explicarse. No se le escapó el gesto de Toima a Wen y frunció ligeramente el ceño con suspicacia, sin poderse imaginar qué iba a decirle el argos a la vouivre, pero no le dio mucha más importancia por el momento. Por último habló Giz y el draco esbozó una sonrisa ante el comentario sobre los oídos. Finalmente, los miró directamente por primera vez aquella mañana.

—Me he dado cuenta de que si he llegado a este punto es por haber evitado hablarlo con nadie en todo momento. Antes lo hacía, antes… Yo sé que siempre estáis dispuestos a escucharme, al igual que sabéis que yo siempre estaré dispuesto a escucharos a vosotros —aseguró mirando alternativamente a unos y otros, especialmente a Gael ya que en el pasado había sido a quién más veces había recurrido para expresar alguna de sus dudas—. Pero… Me obsesioné. Me empecé a sentir cada vez más como una molestia. —Compuso una muestra de desagrado y continuó—. Me autoconvencí de que lo mínimo que podía hacer era no molestaros con mis problemas… Tampoco es que me guste hablar de ello, en realidad —aclaró dejando escapar una exhalación con cansancio—. Pero al no hacerlo solo ha ido a peor. Tan solo disponía de mi propia opinión, dando vueltas en mi cabeza y empeorando cada vez más. Para ser justos, debo decir que Wen intentó ayudarme. En más de una ocasión. —Lanzó una mirada al lugar por el que acababa de desaparecer la vouivre siguiendo a Toima, como inseguro sobre si continuar—. Pero aunque no me derrumbé antes precisamente gracias a eso, me cuesta demasiado reconocer su opinión como objetiva. Porque… bueno… Todavía no sé qué ha visto en mí y eso… —Volvió a fijar la mirada en la barra y se revolvió las plumas de la cabeza, incómodo—. Da igual —articuló dejando escapar una leve risa nerviosa—. Co-como iba diciendo… Trataré de no volver a llegar a este punto. Ahora entiendo algunas de las cosas que me dijisteis anoche. No me identifico en muchas de ellas, pero creo que… En algún momento dejé de saber qué era lo que se esperaba de mí y lo cambié por mi propia concepción de mí mismo casi sin darme cuenta. Ahora estoy un poco confuso a ese respecto, porque hay ciertas cosas que… dijisteis que no… No encajan. Pero no importa, no es necesario que lo hagan. Tan solo tengo que volver a ser como antes. Como cuando tenía claro qué era lo que se esperaba de mí y siempre actuaba en consecuencia y sin cuestionármelo después. Creo que eso… Puedo hacerlo.

A pesar del mal trago por el que había pasado la noche anterior, después de hablar se sintió liberado de una carga demasiado pesada que llevaba demasiado tiempo arrastrando y que cada día lo aplastaba más y más. Al menos de buena parte de esta, porque el draco sabía que eso no era todo, todavía había heridas abiertas que no se podían cerrar manteniendo una simple conversación. Pero en aquel momento se sintió más seguro que nunca de que tenía que terminar con la que sin duda había sido su principal fuente de problemas, uno de los principales detonantes de su caída en picado hacia la más absoluta negatividad. Mientras no eliminase aquello que obstruía la posibilidad de seguir el consejo que le había dado la ángel negro, mientras se tuviese que conformar con sentarse y esperar, no podría liberarse por completo de aquella sensación, aquella rabia que poco a poco lo había ido consumiendo. Y a Noel poco le importaba lo que tuviera que hacer para conseguirlo.

Aunque escuchó atentamente no sabía muy bien que decir. Simplemente, cuando Noel terminó de hablar, esbozó una sonrisa y terminó por darle una palmada en el hombro.
―Espero que eso sea una promesa. ―Porque de verdad quería que las cosas volvieran a ser como antes. No se había equivocado cuando vaticinó, tras conocer a los de Gar, que las cosas irían más allá de la preocupación, y aquello le había inquietado más que el hecho de que lograran mejorar su defensa.
―Quizá este sea un buen momento para... si ayer quedó algo sin decir, antes de que el tema quede aparcado. ―Se dirigió a Noel específicamente―. ¿O está bien así?

—Es una determinación —replicó con seriedad al principio aunque inmediatamente después esbozó una sonrisa—. Lo que sí prometo es no volver a guardarme las cosas durante tanto tiempo… No quiero que se repita algo como lo de ayer. —Frunció ligeramente el ceño y sacudió la cabeza ligeramente. Permaneció pensativo unos instantes tras la pregunta del fuego fatuo, sin estar muy seguro de si tenía que decir algo más o no. Finalmente su cabeza dio con algo que creyó necesario aclarar—. Solamente una cosa. Seguiré bromeando con… bueno, ya sabéis —hizo una pausa, inseguro sobre cómo explicarse—. Con lo maravilloso que soy y esas cosas —dijo finalmente en tono sarcástico. Nada mejor que un ejemplo práctico—. Pero no le deis importancia y tomáoslo como eso, como una broma. Yo necesito que sea así.
Al final se había vuelto a poner serio, pero se levantó para coger algo de comer en la cocina pues su estómago parecía permitirle ingerir alimentos por fin y, cuando volvió, lo hizo con su expresión habitual.

Wen abrazó al draco para que este supiera que contaba con todo su apoyo. No tardaron mucho en vestirse y bajar al salón, donde encontraron al resto de habitantes del Cuchitril desayunando. La vouivre comenzó a buscar en la alacena un par de tazas con las que prepararse su té y el café de Noel, moviéndose con tranquilidad y naturalidad intentando transmitírselo al draco, mirándolo de vez en cuando para darle seguridad y apoyo.

Como ya suponía la británica, sus amigos le restaron importancia al comportamiento de Noel y le disculparon y tranquilizaron. Wen se encontraba poniendo un platito con una magdalena sobre la taza de té cuando vio a Toima hacerle señas para hablar en privado. Aunque la situación e resultaba bastante extraña, la británica le siguió lejos de la sala. La vouivre escuchó curiosa y atenta lo que el argos tenía que decirle y, a medida que iba hablando, le iba invadiendo una ternura que nunca le había trasmitido el ulterano. Wen sabía que Toima le tenía mucho cariño a Noel, pero aquel acto le mostraba una dulzura que nunca hubiera pensado que tenía.

Wen cogió la cajita de hojas entre confusa y enternecida, y finalmente decidió dedicarle una sonrisa al argos.

- Nia tenía razón.- comenzó.- Lo que le pasó a Noel no tiene cura con medicamentos. Noel tiene algunos conflictos mentales que debe reflexionar y resolver, pero ciertamente tu regalo le puede resultar de gran ayuda.- le tranquilizó.- Aunque creo que tendrías que ser tu quien se lo diera personalmente.- añadió devolviéndole la cajita.- Noel sabe que te preocupas por él, pero nunca está de menos que se lo demuestres de vez en cuando.

Toima

Escuchó la respuesta de la británica, cabizbajo y recuperó la cajita de latón. Algo confuso logró contestarle.
-¿Tú crees?-No estaba del todo seguro de si Noel estaba al tanto, tampoco se habia parado a considerar mucho si alguien del grupo se preocupaba por él, por muchas veces que se lo dijesen. Normalmente el paranoico y pesimista era él.
-Yo... No se si le iba a molestar con esto...-admitió, cabizbajo.-Por eso pensé que se lo dieras tú. Eres más importante para él.-consiguió decir.

Wen no pudo evitar mirar al ulterano con ternura. Nunca había parecido tanto un niño como en aquel momento.

- No digas eso, Toima. - le reprendió, aunque mantenía el mismo tono que durante toda la conversación.-  No os lo decís mucho, pero tanto el uno como el otro os apreciáis muchísimo. Creo que deberíais decíroslo más amenudo. Este puede ser un buen momento para empezar. - dijo, para luego empujarle de nuevo a la sala donde todos se encontraban.

No dijo nada de la afirmación de Toima, pues aunque ella no podía hablar por el draco, para ella la relación que tenía con Noel sí que implicaba que era más importante para ella que el resto de sus amigos. Aun así, eso no implicaba sus amistades fueran inferiores.

Una vez estuvieron en la sala, Wen se sentó junto a Noel y destapó su té. Mientras la vouivre desmenuzaba su magdalena calentita por el vapor de la infusión, animó con la mirada y con un gesto de cabeza a que el argos le diera su regalo al draco.

Toima

El ulterano mostró una sonrisa incómoda a la británica cuando esta le empujó al ruedo. Sin embargo, optó por jugarlo bien y que saliera como saliese.
-N-Noel... Verás... Le he conseguido sacar esto a la bruja.-dijo, pasandole la cajita de latón.-Aunque me ha dicho que dijera que dijese que no ha sido ella la que me lo dió y tal... Pensé que podria ayudarte... si sigues con... con lo tuyo...-dijo casi en un susurro.-Es para agua de hojas caliente.-aclaró, más animado al creer por fin saber que carajos eran esas hojas.

-Yo... Tenia algo tambien...-dijo entonces, nervioso, con la mirada y el gesto sombrio.-Para lo mio. Lo de... eso.-se hundió de hombros.- Por suerte ahora ya no lo necesito y... Me funcionaba. Y... Y pense que lo tuyo tambien... Ya sabes... Tendria algo parecido para tratarlo... O... No se.-terminó tan aparatosamente como habia empezado.