Clínica Luna Roja

El cambiante observo la taza que Enredo coloco frente a el con aire semi ausente, rodeándolo con sus manos que seguían mantenido aquella forma hilada, sin huesos, sin piel. El té estaba caliente porque así el humo lo indicaba, peor esto no se  transmitía a su cuerpo. Podría estar quemándose las manos y no saberlo.

Eran vagos pensamientos que circulaban por su mente entre tantos otros, algunos mas banales y sin sentido y otros mas preocupantes, sin orden ni concierto. No levantó la vista del té antes las palabras de Enredo, tampoco bebió, temía realmente que se le cayese con su sentido del tacto medio anulado como estaba. Respiro hondo, captando el suave y dulce aroma del té que logro calmar por un instante sus sentidos. ”Algo mas”. Demasiadas cosas, algunas de las que ni siquiera era consciente aun, pero que se encontraban ahí, bajo todas aquellas capaz que lo mantenían en aquel estado sin control sobre el mismo.

-No se...supongo que si...son muchas cosas...es demasiado ridículo, no.. tal vez solo estoy exagerando – respondió de forma ligeramente errática y nerviosa, porque conocía el parte el porque se sentía así, pero pensaba que decirlo en voz alta sonaría ridículo e inútil. ¿Como abrirse a alguien? ¿Como expresaba uno lo que le agobiaba y dañaba cuando llevaba tanto escondiéndolo todo, al punto que no sabía ni como digerirlo? ¿Como decías que no sabias exactamente quien o como eras realmente? Era de locos y no quería ser tratado como uno. Como un cambiante que había perdido la cabeza. Alguien como Yip.

Se mordió de nuevo el labio inferior de forma consciente, intentando no acabar sometido de nuevo ante la ansiedad, se forzó a levantar la taza de te, viendo tambalearse esta entre sus manos, por no tener claro si estaba sujetándolo muy flojo o muy fuerte. Fuese como fuese consiguió llevarla a su labios y bebió. Y casi, por un estúpido instante, sintió ganas de llorar cuando sintió el calor del liquido y dulce sabor sobre su lengua.

Aquello era tan ridículo, sobrecogerse de pronto por tan poco. Pero era como una pista o un pequeño indicio, de que no había perdido el total control de su cuerpo. Por leve que fuera.

-Enredo- dijo llamando tras un largo minuto de silencio, antes de bajar de nuevo de forma algo mas firme la taza a su lugar, sin dejar de rodeara con ambas manos, buscando poner en orden sus ideas- Va a sonar estúpido y loco pero...¿sabes quien soy? ¿como soy realmente?- pregunto sin saber como expresar como se sentía y lo que inundaba todos sus pensamientos, todos su cuerpo en general- Porque yo no lo se...me olvide...no se cuanto de lo que veis, es mi yo real...y cuanto es algo creado solo para encajar con el resto para no quedarme atrás, para que sigáis reconociéndome por ser...por ser yo, sea quien sea. Para ser parte de algo – murmuro con un voz cada vez mas suave y rota, como si a pesar de que su dueño no era capaz de controlarla esta se viera influenciada de todas formas por sus emociones. No esperaba que le respondiera ni que le diera una solución, pues sabía no la tenía, simplemente quería soltarlo, de alguna forma incluso si parecía carente de sentido

-RR murió, el portal ya no existe... y yo me estoy volviendo loco...- murmuro mostrando una leve sonrisa desganada, sarcástica y sin ánimos, asumiendo en voz alta lo que no era capaz de asumir en sus pensamientos. Por una vez sonriendo realmente por como se sentía y no con una careta para encajar.

Enredo esperó pacientemente, estaba claro que había más. Mucho más de lo que él pensaba. Aprovechó el tiempo que le dio su amigo para mentalizarse de que aquello iba a ser más complicado de lo que inicialmente creyó que sería.

Y efectivamente el cambiante dejó caer la bomba. Crisis de identidad, aquello no era tan raro en alguien con aquella transformación. Además la locura solía acompañarlo. Como médico Enredo podía saber aquello de forma teórica pero nunca lo había visto en persona.

Con un suspiro el brujo se levantó de la silla y se acercó a su amigo, se arrodilló a su lado para que no tuviese que alzar la mirada y puso una mano sobre las suyas.

-Yo no sé quién eres para ti, Dédalo. Sé quién eres para mí. Eres mi amigo, mi compañero de casa y si me apuras un poco te diría que eres familia - le dijo con voz solemne.- Apenas te conocí antes de la Luna, pero da igual que forma tomes, siempre serás mi amigo.

-Si quieres una recomendación quizá deberías pensar en cómo te sientes mejor siendo tú, sin pensar si encajarás con los demás o no. Y espero que sepas que sea lo que sea ésta siempre será tu casa - expresó a su amigo.- No te estás volviendo loco. Y por si remota casualidad eso llegara a pasar tienes un amigo médico que puede ayudarte con eso - comentó esbozando una ligera sonrisa.

-Lo de RR es una lástima, lo de tu mundo es vergonzoso. Pero en vez de pensar en lo que ya no tienes deberías centrarte en lo que aún te queda - le dijo.- Yo te ayudaré como pueda y en lo que pueda, sólo tienes que pedirme ayuda. A mí o a cualquiera de tus amigos.

Escucho los pasos de Enredo al levantarse de la silla, mas no levanto apenas la vista cuando este se le acerco, medio arrodillándose frente a el para que sus ojos se encontrasen. Aquel gesto le incomodo un poco y no son supo realmente porque.¿Tal vez por se sentía enormemente frágil en ese momento? No era que tuviese miedo de Enredo. No era eso, era mas bien algo mas visceral, pues sus malas mañas seguían presentes.

Ver la preocupación en la mirada ajena, pues Enredo era trasparente en ese sentido, le hizo sentir desgraciado. Siempre había antepuesto las emociones ajenas a las propias, con la ilusa creencia que si el resto estaba bien, el también lo estaría, dejando tras el como se sintiera realmente, relegándolo a ese agujero oscuro que ahora estaba tragando. Y aun ahora, en el limite y roto, seguía incomodandole profundamente el provocar preocupación a otros por algo que solo era culpa suya.

Lo demás no deberían sufrir por su incapacidad, ni arreglar sus problemas. No podía evitar los pensamientos negativos que inundaba su mente, instándole a cree que contra mas molestia fuera antes Enredo y cualquiera que se le acercara, se terminarían cansando de el. Sabia, aun así..muy en fondo, que eso no era algo racional ¿pero como evitabas tener esa clase de oscuras palabras inundando cada rincón de tu mente como un virus?

Las suaves y solmenes palabras de Enredo y la visión de su mano sobre la suya, fueron los que le volvieron al presente, de ese oscuro lugar en su mente, que por segundos se lo había tragado. Dédalo, le devolvió una mirada desigual a Enredo, no queriendo escuchar solo con sus oídos, sino también con su mirada. Intentando de un modo desesperado desmentir las palabras negativas de su mente.

Las palabras de Enredo estaban cargada de un sinceridad sobrecogedora, carente de matices extraños que pudieran hacer a su pensamientos de su veracidad. Amigos, compañeros, ¿familia? Esa simple palabra inundo por un momento su mente, mientras los ojos de Dédalo brillaron con cuestionamiento y dudas. Hacia tiempo que había dejado atrás...algunas de las concepciones de ese termino entre lo suyos, pero aun así escuchar eso, incluyéndolo a el, era aun así sobrecogedor de un forma casi ansiosa. Era formar parte de algo.

-¿Familia, eh? Es extraño...hace tiempo habría sentido asco por verme involucrado en algo así- susurro Dédalo con un tono ta pausado e inmerso que casi parecía esta en dos lados al mismo tiempo, en su recuerdos y al mismo tiempo en el presente-Verme ahora...tan dependiente de todos ustedes, de lo que opinéis de mi...de vuestro aprecio. No me reconozco- admitió Dédalo negando suavemente con la cabeza.¿Cuando se había vuelto así? ¿Cuando había dejado de pensar en si mismo por poner siempre a los demás por delante? ¿Cuando había dejado de poder vivir con una cierta independencia...a volverse prácticamente alguien necesitado de que supieran que existía? No lo sabia, no sabia porque había cambiado...o si en el fondo siempre fue así.

Las palabras de Enredo hacían mella, para bien o para mal, pero lo hacían, llenaban su mente de preguntas que aun no sabia responder, pero que tenían un fin. Preguntas que intentaban buscar un camino para encontrarse a el mismo.

-No, no lo se...como quiero ser, hay demasiadas cosas que no me gustan de mi mismo....que casi ni se cuales si me gustan. O si hay algo tan siquiera...-murmuro con duda, ¿como quería ser? No tenia ni idea, sabia que cosas malas tenia, pero eran tantas que resultaba difícil nombrarlas todas. No quería ser como todo lo malo que existía en el, era lo único que tenia claro. Eso y que no quería perderse, le causaba tanto o mas terror que el quedarse solo.

Dédalo aun escuchando las palabras de Enredo, le devolvió de nuevo la mirada posando su otra mano sobre la de Enredo. No era capaz de sentir su tanto, mas si por un momento pudo notar el calor de esta en su palma. Sus sentidos seguían funcionando mal...pero ahí estaban intentando luchar contra el mismo por mostrar su existencia.

-Me quedáis vosotros....y este maltrecho cuerpo y esta enferma mente. - dijo Dédalo con cierta sinceridad llena de apatía. Había tantas cosas mal en el...tantas y tan profundas. No solo era lo de RR, lo de F.O.N.E.R.A eran muchas arraigadas y sepultadas, que había provocado raíces que necesitaba sacar de algún modo.

No sabia como hacerlo, no tenia ni idea de si habría solución siquiera, solo sabia claro una cosa. No podría hacerlo allí, en la ciudad. No con las pesadillas que cada noche, como un bestia hambrienta robaban un poco mas de su energía, de sus ganas de luchar contra lo que sentía y de su cordura.

-Estoy enfermo Enredo....soy consciente de ello...lo estoy desde hace tanto, que no puedo recordarlo-Miro sus manos insensibles que luchaban por trasmitirle el calor de la manos del brujo, tercas, tozudas, como el siempre lo había sido con todo. Hasta para ocultarse de cara a los demás y eso le había pasado factura. Estaba al borde. Lo de RR solo había sido el ultimo golpe que faltaba para destruir la frágil mascara llena de grietas- Pensaba....que sonriendo....riendo, bromeando, a pesar de no sentirme así...no os preocuparía  y encajaría, y si me centraba en mi trabajo, todo pasaría solo. Termine creyendomelo tanto....que me olvide lo que había debajo de lo que mostraba...- Susurro, inclinando su cuerpo contra el de Enredo posando su frente sobre la del brujo, sonrió con tristeza, tan profunda y sincera como nunca se había preocupado por dejarlo salir

- No se...quien soy....ni como deseo ser...y me asusta descubrirlo- admitió con un temblor incontrolable de su cuerpo- Pero enloqueceré...si sigo así....lo se...puedo sentirlo, mi mente siento devorada por mi propios pensamientos...da miedo, realmente da mucho miedo- admitió con voz temblorosa, apretó lo dientes, apretó sus manos y abrió lentamente los ojos para posarlos sobre de Enredo con una mezcla de terror y certeza- Aquí...no me curare...esta ciudad, me esta envenenando aun mas. Tendré...-trago saliva con dificultad, porque toda la situación estaba acabando con sus nervios pese a que por el momento los mantenía bajo control- Tendré que irme un tiempo.

-Todos dependemos de otras personas fe vez en cuando. Todos nos apoyamos en otros cuando las cosas nos van mal. Ya sea en amigos o en familia - le dijo al cambiante con tranquilidad.

Enredo no se movió del lado de su amigo mientras hablaba, el contacto físico podía ser beneficioso para el ánimo de Dédalo.

-¿Y por qué no empiezas por lo más pequeño? Por ejemplo qué cosas te gustan comer, o beber, o cosas que te entretengan en momentos de aburrimiento. De esas cosas pequeñas puedes avanzar a las más grandes - propuso el brujo.

- No tienes que complacernos a los demás para que te aceptemos. Cuando algo te haga gracia ríe, cuando algo te siente mal, dilo. Si necesitas llorar, llora. Y si alguna vez me necesitas sabes que me tienes aquí para lo que sea.

- No, no puedes quedarte. Cógete unas vacaciones en otro mundo - afirmó a sus palabras.- Y cuando puedas volver, vuelve. Esta casa seguirá aquí esperando por ti

Ese momento fue el elegido por Sombra para frotarse contra las piernas del cambiante.

-Creo que Sombra opina igual, y estoy seguro de que Wyck también querría que tío Dédalo volviera.

Revelarle esas cosas, su sentir, su confusión real a alguien le era realmente difícil, sentía que con cada palabra que dijera ponía mas peso sobre los hombros de Enredo. Pero de igual forma sentía que si seguía callandoselo se envenenaría y seria incapaz de salir de ese agujero negro que parecía devorar su cordura y emociones lentamente.

Aun así la voz de Enredo tranquilizadora, reconfortante y cercana lo mantenía ese ese punto critico de estabilidad donde lo miedos y nervios seguían latentes, pero aun bajo control. El suficiente para sentirse un poco mas estable, un poco mas racional sobre lo que tenía que hacer, sobre lo que necesitaba hacer, incluso sino sabía muy bien como lograrlo.

Enredo intentaba ayudarle, darle pistas mezcladas con consejos y Dédalo no dudó en tomarlas. ¿Como nunca había caído en eso? Nunca se ha preocupado por lo que le gustaba o disgustaba, nunca se había dado el tiempo de ahondar en sus gustos o en lo que le desagradaba. Conocía bien sus fobias, pero no hacía lo mismo con lo que le gustaba. Si alguien le preguntaba cual era su comida favorita, o que le gustaba hacer en su tiempo libre, algo tan sencillo, seguramente no tendría respuestas. Resultaba realmente triste darse cuenta de cuan superficial era su personalidad, carente de matices y profundidad, como si hubiese sido creada por un niño apenas nacido que poco conocía de su entorno. Un mascara realmente frágil, apunto de quebrarse y que había mantenido por puro miedo de ahondar mas en lo que había bajo esta.

Lamentaba la muerte de RR, pero aun mas lamentaba lo que se había llevado con el al morir. Y se sentía egoísta por ello, de alguna forma. Un largo suspiro cansado e incomodo salio de su boca, mirando con sus ojos desiguales a Enredo.

-Cosas que me gustan...a mi también gustaría saberlo- aseguró. Empezar por cosas pequeñas, no sonaba tan difícil de conseguir, incluso si le parecía un proceso lento...no tenia nada que perder, ya su cordura estaba en un punto de quiebre. Sonrió ante las palabras de Enredo, una apenas sonrisa desganada. Lo ponía tan fácil, llorar cuando necesitas llorar y reír cuando necesitas reír, expresar tus emociones, deseos y miedos sin temor a no gustar a otros por ello. ¿Como hacia eso? Su primer contacto con una realidad diferente donde podrías expresarte como desearas, fue al llegar a la ciudad, antes de eso, cualquier muestra de emoción, de deseo, de sentirse diferente al resto o de pensar diferente, debía mantenerlo escondido bajo capas y capas de mascaras para no llamar la atención.

Porque no podía hablar libremente con otros en F.ON.E.R.A de todo lo que quisiera sin que por ello lo juzgaran debido a la casta a la que pertenencia, porque su única compañía real fue un maldito robot carente de sentimientos. Y esa forma de vivir durante sus años en F.O.N.E.R.A se había mantenido en el durante toda su cosecha, durante todo su tiempo de cambiante porque era lo habían inculcado. Daba igual cuanto tiempo llevase en la ciudad, intentar esconderlo no le había funcionado. ¿Quien le decía entonces que no había sido falso siempre? No solo tras transformarse, sino mucho antes de eso. Pensar que nunca realmente había sabido como era realmente resultaba aterrador.

Eran muchas cosas, realmente tantas cosas que tenia guardadas y nunca dijo o simplemente no sabia que existían que se sentía oprimido. ¿Podría, como decía Enredo llegar a ser alguien normal que simplemente se expresaba sin acabar en una crisis? Realmente le gustaría saberlo.

-Mi cabeza va a estallar...pero creo que entiendo lo que me quieres decir y se...que aquí no voy a lograr encontrarlo, no con esas pesadillas que parecen querer devorarme- susurro Dédalo mientras se alejaba un poco de Enredo y posaba su mirada en Sombra, al que no había notando restregrarse contra el si Enredo no lo hubiera mencionado-Antes....de pisar esta ciudad, no sabía lo que era tener un lazo real con alguien, fuese cual fuese el tipo...saber que realmente pude hacer uno tan fuerte como el de la amistad aun sin saber como, me resulta sorprendente de alguna modo- aseguro Dédalo levantando un poco la vista al verle, aun sintiendo la desazón en su cuerpo haciéndole compañía a incomodidad, aun así parecía haberse calmado por el momento, incluso si aun no podía recuperar el control de su cuerpo-No necesitas hacer nada Enredo...solo gracias por estar aquí y escucharme, sin mas, es suficiente...-aceptó realmente sintiéndolo, realmente podía decir en ese momento que la emoción que sentía, que esa congoja que sentía en boca del estomago era real y genuino, no una mascara ni un intento de congraciarse, ni un forma de calmarlo. Realmente sentía de forma genuina agradecimiento real por su compañía y por que el brujo lo apreciara.

Seguía teniendo las emociones de un niño que no había sido capaz realmente de construirlas, de formarlas y acostumbrarse a ellas, y habiéndola mantenido siempre bajo llaves, ver como se iba a exponiendo de pronto, de golpe, junto con todos ese pensamientos que inundaba su mente lo habían colapsado de mas de una forma. Tendría que aprender a no esconder sus emociones y pensamientos...sino reconocerlas como propias, sin temor...solo así, esperaba a averiguar quien era realmente el mismo.

-Me asegurare de volver...-añadió Dédalo, lentamente alzando el frágil cuerpo de Sombra con cuidado para ponerlo en su regazo, acariciándolo y sonriendo ligeramente con un suerte de emoción al sentir la suavidad de su pelaje contra sus dedos. Claramente, sin dudas- Así que tu y Wyck...cuidad de Enredo y de mi cuarto en mi ausencia ¿de acuerdo? -pidió acariciado la cabeza del animal, como si este realmente le fuese a comprender, escuchándolo ronronear suavemente contra el, sin tenerlo ningún miedo pese a su extraña apariencia.

Más, cuando vio que el suave pelaje oscuro de Sombra empezaba a mancharse un liquido blanquecino fue que se percato de sus heridas de nuevo. Aquellas que aun cubrían sus manos y piernas, casi invisible en su cuerpo hilachado al ser su sangre del mismo color que el resto de su cuerpo, y que al no sentir dolor en su totalidad durante ese tiempo, había olvidado por completo. Miro su mano, viendo alguno pequeños cristales incrustados en sus nudillos. Por suerte Sombra no se había herido al cogerlo.

>>-Me estoy desangrando muy lentamente y no me estoy dando ni cuenta- comento con una ligera risa mezcla de sorpresa y temor por como el descuido total del control de su cuerpo podía llevarlo incluso a eso. Mas respiro hondo buscando no alterarse de nuevo, pues las heridas no era siquiera demasiado profunda ni peligrosas, era simplemente la impresión de haberse apenas percatado de aquello ahora, tras haberse herido a si mismo hacia un buen rato.

Con cuidado bajo de nuevo a Sombra al suelo, donde también vio el rastro de sangre apenas notorio que bajaba de las heridas y cortes, algo mas profundos de sus piernas, al haberse clavado los cristales del suelo cuando rompió su espejo. Saber que era su sangre pero no sentir el dolor era una sensación extraña.

-Antes de irme...voy a tener que hacer algo con esto- dijo señalando a si mismo como si el simplemente mirarlo ya dijera claramente el problema. No podría salir a la ciudad sin camuflaje. O bueno, sin un apariencia. Ni ir a ningún mundo sin ella tampoco, eso y el curarse, claro estaba. Sabía mas o menos lo que quería hacer, pero para ello necesitaba verse un mínimo presentable- Enredo, voy a subir a curarme y volver a ser visible, ya sabes....no entrare en mi habitación....no creo que pueda ahora mismo sin alterarme por el desastre que cause, usare el baño del pasillo, así que... ¿te importaría traerme algo de ropa de mi habitación mientras tanto? - le pidió DL mirándolo por un largo instante mientras se levantaba del asiento. Necesitaba darse un baño, curarse, pensar con calma y así recuperar el control de su cuerpo de nuevo antes de salir de allí hacia su próximo objetivo.

Necesitaba irse de la ciudad, pero sabía que no podía irse a lo loco sin un mínimo de preparación. Especialmente cuando su intención era ir a un mundo mas bien civilizado y que de serie tenía relación con la ciudad.

-Yo tampoco tenía un lazo real con nadie más que un gato hasta que llegué - Le reconoció al cambiante.- Pero me alegro mucho de haberlo hecho.

- Es lo mejor, no sé qué es, pero algo está pasando en la ciudad. Demasiada gente ha venido a verme por problemas para dormir - comentó a su amigo. Luego puso los ojos en blanco.- Por favor, sabes perfectamente que en cuanto te vayas esa bola de pelo negro se va a adueñar de tu cama.

Asintió a las palabras de Dédalo sobre lo de cogerle ropa de su habitación, pero antes de dejarle marchar curó sus manos y limpió su sangre.

-Date una buena ducha, seguro que después te sentirás mejor - le dijo antes de subir.

Pasó primero por su propia habitación y cogió a Wyck en brazos que dormía en su hamaca. Lo despertó acunándolo y pronto tuvo al panda rojo exigiendo mimos. Con una sonrisa distraída el brujo le rascó la cabeza y entró en la habitación de su amigo. Contempló el destrozo con tranquilidad y se puso manos a la obra. Reparó el espejo, limpió la sangre, abrió las cortinas y la ventana para que se ventilase. Luego abrió el armario de su amigo y seleccionó algo de ropa.

Picó suavemente a la puerta una vez el grifo estuvo corriendo y cuando el cambiante le respondió entró en el baño.

-Te dejo la ropa aquí encima - dijo.- Tómate el tiempo que necesites.

Luego salió y se puso a revisar unos libros de magia con Wyck en el regazo.

Tener tal certeza de que no era el único que estaba sufriendo aquellos malos sueños no le era muy tranquilizador, no en ese lugar al menos, no cuando las veces que había estado en otro mundos no había sido asolado por estos. Por el contrario, era poner un pie en la ciudad y dormir en ella, para que solo con eso sus sueños se volviera intranquilos. Algo pasaba, era mas que evidente, 'el qué' ya era otra cuestión y el cambiante no tenía cabeza para pensar en ello en esos momentos.

Observó como el brujo curó sus heridas, cosa que le agradeció silenciosamente, antes de finalmente subir hacia el baño de invitados que contaba con su propia bañera, donde se encargo de llenar esta en silencio. Una vez llena regulo su temperatura con magia, antes de adentrarse en ella tal cual estaba, dejando que el agua caliente hiciera que sus incómodos y tensos hilo se aligeraran. No perdió su forma humanoide, ni la estructura física que lo mantenía en pie bajo aquella capa sin apariencia clara.

Un golpe en la puerta le alerto de sus pensamientos y volvió sus ojos desiguales hacia al figura de Enredo que se adentro para dejar su ropa en cuanto le dió permiso.

-Gracias, Enredo- le sonrió con una mueca que sin rasgos resultaba indefinible. Lo vio marcharse dejándolo a solas con sus pensamientos. Tenía muchas cosas en que pensar y al mismo tiempo quería dejar de hacerlo, se sentía agotado física y mentalmente, pero teniendo eso en cuenta sabia que debía tener prioridades sobre sus siguientes pasos a seguir, mas que nunca. Al menos tenia claro cual seria el lugar mas cómodo para quedarse, así como sabia también con quien tendría que hablar en cuanto pudiera recuperar una aspecto mas presentable. <<Solo estoy pensando en irme y en hablar con ella para que me de algunos consejos para quedarme en Libo, y aun ni hable con Shizel....supongo que viendo como me fui del pub, ya se habrá imaginado de sobra que hay algo realmente malo conmigo >> siendo honestos no se había parado a pensar en Shizel ni en como se tomaría su marcha. Su cabeza estaba demasiado saturada como para ser capaz de pensar en alguien mas aparte de en si mismo, su condición tan poco estable en aquellos momentos no daba para mas.

Solo ahora que intentaba recuperar su forma y que había logrado calmarse un poco, fue que la imagen del idrino llegó a su mente. No tenía idea de como reaccionaría, solo sabía que fuese como fuese el tendría que irse y que de algún modo tendría que decírselo ya fuese en persona o por mensaje sino lograba verlo antes de partir, pues a lo sumo pensaba irse a la mañana siguiente si era posible. No sabía que haría Shizel con aquella información ni como se la tomaría, pero fuese como fuese su decisión de irse no cambiaría.

Lo necesitaba, era una cuestión vital, un escape para mantener la cordura. Su calma actual era solo temporal, no sabia cuanto tardaría en volver a ser consumido por la ansiedad y no quería que eso volviera ocurrirle en la ciudad donde las pesadillas solo aumentarían su desasosiego. ¿Estaba siendo egoísta por no tener en cuenta la opinión de Shizel en su decisión? Posiblemente, pero no podía permitirse en esos momentos anteponer la opinión que tuviera Shiz al respecto, a sus propias necesidades.

Un profundo suspiro salio de su boca cuando sintió como nuevamente empezaba a ser comido por la ansiedad y el cúmulo de pensamientos empezaba a acumularse, sobrepasándolo. No quería ser una molestia para nadie, ni incomodarlo,  pero tampoco tenía idea de que se hacía en esas situaciones cuando tenias una pareja, menos cuando apenas si había convivido como una realmente con el idrino.

<<No, no puedo pensar en eso ahora...centrate, joder, tu prioridad es salir de aquí y descubrir quien eres y como eres, nada mas que eso. Poco a poco, como dijo Enredo >> no podía pararse a pensar en eso en esos momentos, era absurdo intentar pensar en algo así cuando no podía ni consigo mismo. Cuando solo tenia peguntaras para todo, muchas dudas y ninguna respuesta.

Cerró los ojos intentando vaciar su mente de todo, de cualquier pensamiento sobre el idrino, sobre su angustia de que ocurriría con el, del estrés que empezaba nuevamente apoderarse de el, absolutamente de todo y tan solo intento centrarse en si mismo.

Lentamente y de forma consciente fue hundiéndose en las aguas cálidas de la bañera, sus ojos cerrados, su respiración tan lenta que casi no parecía respirar bajo el agua, unicamente rodeado por ella.No escuchaba nada, no olía nada. Aquella le era una sensación extraña pero a la vez conocida, sumergido en liquido, sin ser capaz de ver ni oír, no era muy diferente a como había estado antes de por fin nacer como tal un día cualquiera en su antiguo mundo.

El no era ya ese antiguo foner, ciertamente, pero la apariencia que le dieron era la que le era mas conocida, con la que mas tiempo vivió, la mas cercana. Y se ancló a eso, a ese recuerdo para lentamente dejar que sus hilos calmados y relajados por la calidez del agua se enroscaran, se tensaran y tomaran color y forma, creando y modificando cada parte de su cuerpo de dentro afuera. Fue un proceso rápido.

Cuando DL salió del agua ya casi sin aire en sus pulmones, su antigua forma indefinida había recuperado una imagen conocida. Piiel blanca que acompañaba a unos ojos dorados y un largo cabello del mismo color que sus ojos que se pegaba a su rostro, hombros y espalda.

Observo sus manos, que lucían como debería hacerlo, como piel real. Palpó su rostro, su pelo y el resto de su cuerpo, queriendo asegurarse de que todo estuviera correctamente y viendo que así era, suspiró profundamente con real alivio de haberlo logrado. Se sentía aprensivo e incomodo, como si esa apariencia que apenas se reflejaba en el agua inquieta de la bañera no fuese la suya. Pero una imagen base, unos rasgos bien conocidos y que había visto por años eran muchos mas fáciles de recrear que algo nuevo.

-Volver siempre a lo que mas conoces es lo mejor- murmuró mientras terminaba de bañarse. No se movió de allí hasta que el agua se enfrió por completo, solo entonces salió y se seco con magia, cogiendo la ropa que Enredo le había traído, pura ropa sinhadre, y se vistió con ella. Ignorando el espejo que existía en el baño con incomodidad aprensiva, salió de allí sin sujetarse el pelo que caía liso sobre sus hombros hasta casi su cintura.

Tras eso fue a darse encuentro con Enredo que leía un libro con Wyck encima suya, sonrió ligeramente al verlo.

-Voy a salir a hablar con Mania, espero que esté en casa...si todo sale bien, probablemente me iré mañana – le informó, pues no veía factible extender demasiado el tiempo, incluso si ahora aprecia estable, se sentía realmente en un frágil cuerda floja que no sabia cuando se rompería y el andaba haciendo malabares sobre ella. No le apetecía en lo mas mínimo que cuando aquello pasara, pues estaba seguro que lo haría tarde o temprano, el se encontrara aun en la ciudad. Le dijo de no preocuparse demasiado antes de finalmente salir de allí con algo de prisa. Tal vez estaba siendo precipitado, pero creía realmente que no aguantaría una noche mas en aquel lugar sin perder la poca estabilidad que había logrado mantener hasta aquel momento.

Sigue enIncisos preparativos para libo

Enredo llegó a casa tambaleante con Irdil preocupado por él. No hacía ni media hora que había pasado la crisis y el brujo no estaba en su mejor momento.

Se apoyó contra el marco de la puerta de la casa y alzó una mano para comprobar las defensas. Las habían destrozado y las únicas que se conservaban en su lugar eran las enredaderas invisibles. Con un suspiro entró dentro y pronto oyó ruido proveniente del piso de arriba.

Subió lo más rápido que pudo y se encontró a Wyck con la cabeza metida en el tarro de las galletas. Parecía que se había quedado atascado y no podía sacarla. Con una sonrisa Enredo cogió al panda rojo en brazos y lo examinó por si tenía alguna herida. Apenas un par de arañazos. Se los curó con un hechizo básico y cogió su báculo. Activó una runa de intagibilidad y tocó el tarro que cayó reclamado por la gravedad, antes de que se hundiera en el suelo el brujo retiró el hechizo y el recipiente cayó con un golpe sordo sobre el suelo de tierra de la habitación.

Dejó al panda sobre su hamaca y recogió el tarro, lo cerró y lo guardó a buen recaudo.

Mientras hacía todo aquello los ojos del idrino no se apartaban de su figura. Irdil estaba empezando a rayar en la histeria, nunca había visto al brujo tan apagado, tan débil. Parecía que hubiera pasado una semana sin comer nada, sin dormir. Irdil notó algo en sus piernas y bajó la mirada para encontrarse los ojos amarillentos de sombra. El gato parecía estar bien, no se le veían heridas.

-Enredo, ¿puedo ayudarte en algo? - preguntó el joven con un tinte de preocupación en la voz.

-Te agradecería si me trajeses una taza de té - le respondió sentándose en la hamaca sin soltar el báculo.

El idrino se apresuró escaleras abajo pero para cuando volvió con una humeante tetera, dos tazas y unas pastas encontró al brujo profundamente dormido con el bastón cruzándole el pecho. Dejó la bandeja sobre el escritorio y observó al brujo dormir un pequeño rato, luego se le ocurrió que él debería hacer lo mismo pero no quería dormir sólo.

Por su mente pasó fugaz el recostarse también en la hamaca y su piel se tiñó con un leve rubor. Ciertamente la hamaca era lo bastante grande para los dos pero aquello habría sido una clara agresión contra la intimidad de jefe. Así que fue a su habitación cogió un par de mantas y su almohada y volvió a la habitación del brujo. Extendió las mantas sobre el suelo y puso también la almohada. No tardó en dormirse a los pies de la hamaca y ciertamente hacía mucho que no dormía tan bien.


Sigue en la bahía para el desfile.

(Viene de aquí Preparativos para Libo)

No tardó en llegar a la clínica, dirigiéndose directamente a su habitación por los colgantes traductores. Una vez frente a la puerta de su cuarto se quedó parado, recordando el ataque sufrido no hacia muchas horas antes. La sensación de que sus manos su piel, en aquel momento un cúmulo de hilos, no sentía nada. La falta de aire dentro de aquellas cuatro paredes. La confusión.

Se estremeció involuntariamente cuando sus manos tocaron el pomo de la puerta, una suerte de alivio invadiéndole al notar su frío contacto, frenando lentamente la repentina ansiedad que amenazaba con adueñarse otra vez de el. No era capaz de ver su habitación como un refugio en esos momentos. Estaba siendo demasiado hipersensible, lo sabia perfectamente, pero realmente era como si tuviera todos sus nervios de punta, dispuestos a reaccionar al mínimo sobresalto, a la mínima palabra, pensamiento perjudicial  o acción, propia o ajena, como una mecanismo de defensa del que no tenia control.

Intento no pensar en ello y ser rápido, e igual a  como agria de intentar sumergirse en agua sin respirar, abrió la puerta de su cuarto, encostrarse con no había rastro de sangre ni cristales rotos. Seguramente cosa de Enredo. Fue directamente a la mesita junto a su cámara sacando de uno de los cajones los colgantes traductores para colocarse el del idioma de Libo en el cuello, hecho de tan forma que no llamase la atención libense. Se guardó el hecho por Enredo tiempo atrás en el bolso sin fondo, junto con el resto inútiles en ese momento y salio de la habitación vitando mirarse en el espejo.

Una vez fuera dejo escapar todo el aire de sus pulmones, sin darse cuenta que había estado manteniendo el aire todo el tiempo dentro de la habitación. Se apoyo y en la puerta cerrada de su cuarto, frustrado consigo mismo y su estado tan deplorable.¿Como podía ser tan débil en ánimos y psicologicamente? Nunca había aprendido como lidiar con esas cosas.

Pasado las manos por el ahora largo cabello negro, bajo hacia el sótano con intención de revisar su mercancía y entre ellas buscar la ropa libense que sabía que tenía por algún lado, junto con ropa típicas de otros mundos. Necesitaba cambiarse adecuadamente para pasar desapercibido allí como un libense mas.

Dama Isis estaba aprendiendo bastante sobre sus propios límites en lo referente al trabajo. Había concluído en que no le daba el tiempo ni las energías para muchas tareas, especialmente si quería abrir antes de la siguiente cosecha. En el mercado le pasaron el soplo de un comerciante que traía mercancías de muchos mundos vinculados y no tardó en ponerse en contacto con él y pactar una cita. El tal Dédalo (que resultaba ser el tercer cambiante de la ciudad) compartía vivienda con un doctor y era en su clínica donde tenía el almacén. La veela tenía bastante curiosidad pues no sabía cómo podía ser una clínica en una ciudad como Rocavarancolia.

Llegó a la hora punta y llamó a la puerta que le había indicado Dédalo en su nota. Llevaba un vestido vaporoso blanco que más parecía una camisa escotada, ceñido a la cintura con un cinturón de cuero negro con hebilla metálica de marca frivy. Llevaba una sandalias de tacón de aguja, un bolso de piel y una finísima cadena de oro adornándole el escote. Ese día su pelo era azul marino largo hasta media espalda y ondulado, peinado hacia un lado para dejar a la vista unos pendientes de aro. Su manicura, como siempre, era impecable, y estaba decorada con pequeños brillantes.

Aún tenia mucho que hace rpara pdoer abrir su tienda, pero la cosa se estaba encaminado hacia la dirección deseada desde que habia vuelto a la ciudad y habia podido de nuevo enfrascarse un poco en su negocio y su nombre volvía a escucharse por el rubro. Gracia a eso tenía ya una cita concertada con Dama Isis que, si no estaba mal informado, pensaba abrir una boutique en la ciudad.

Apenas escuchó la puerta, Dédalo que se encontraba en esos momentos verificando la lista de mercancía que poseía mientras esperaba a la hora, subió hasta la primera planta dirigiéndose directamente a la entrada, que estaba separada de la sala de espera. Ya había avisado a Enredo de que tenía una cita a esa hora, para que no se alarmase pensando que se trataba de alguien que venía para ser tratado en la clínica.

El cambiante no se demoró demasiado en abrir, sonriendo en dirección a la impresionante mujer que se presentaba ante él. Decir que por un instante se quedó un embelesado sería mentira.

- Ehm..¿Dama Isis, verdad? Encantado de concoerte - dijo extendiendole la mano para que la estrechara, sonriendole cordialmente- Yo soy Dédalo, por favor, adelante, pasa– le dio la bienvenida tras lograr sacudirse el leve aturdimiento, haciéndose a un lado para que pudiera entrar y cerrar silenciosamente tras ella- Disculpa la tardanza en abrir, estaba revisando mi mercancía – indico el cambiante, con una sonrisa, admirando la elegante y a la vez casual vestimenta de la frivy. Se notaba a leguas que era una mujer con clase.

Por otr lado en el cambiante, era notorio el estilo sinhadre tanto en su vestimenta como en su peinado. Una camisa blanca de manga larga con bordados en el cuello en V y en las mangas de un un tono aguamarina y un rosado claro. Un pañuelo cruzaba su pecho desde su hombro izquierda hasta su cadera derecha de un rosa más oscuro con borlas del mismo tono aguamarina, sujetado por un cinturón de tela, que caía hacia adelante, sobre un pantalón de un azul oscuro. El atuendo lo terminaba una bota. Su cabello, dejaba expues la parte izquierda de su cara y con ello el tatuaje, con pequeñas trenzas saliendo de sus sienes y perdiéndose en un semirecogido.

-Sígueme por favor, te mostrare mi almacén, es por aqui- añadió sonriendo mientras daba un par de pasos hacia una puerta hacia la derecha, abriéndola para indicarle que le siguiera- Toda la primera planta es la clínica de mi amigo Enredo. Nuestra casa está en el segundo piso y mi almacén y oficina se encuentran en el sótano. - explicó a Dama Isis lo que probablemente estaba preguntándose

Dama Isis le quitó hierro al asunto asegurándole a su anfitrión que no había esperado casi nada. Le dedicó una mirada de aprobación y cierta curiosidad, pues pudo reconocer el estilo sinhadre al instante. Pero tenía orejas. ¿Se las habría puesto después de la Luna aprovechando su propia transformación o simplemente era aficionado a la cultura sinhadre? A la veela no le pareció pertinente preguntar así que se quedó con la duda.

-Vaya, teneis el espacio bien aprovechado -comentó con una sonrisa.

No pudo cotillear nada de la clínica, estaba claro que el edificio estaba reformado para mantener la privacidad de ambos negocios así como la de sus habitantes. Dédalo la condujo por una escalera a un sótano.

-Dividir el espacio fue lo mas dificil de lograr. No queriamos que nuestros invitados tuvieran que encontrarse con los pacientes de la clinica. Por ello hay zonas de la casa que solo personas con nuestro permiso expreso pueden cruzar, como la cocina, el sotano o la segunda planta.- añadio el cambiante con una sonrisa, guiandola hacia la escaleras al sotano que la frivy pudo pasar si problemas, dejando claro con eso que tenia el permiso del cambiante para ello.

Se podría pensar que el sótano de la casa, estaría escasamente iluminado, recordando tal vez a unas posibles mazmorras, pero aquello estaba lejos de la realidad.

Apenas entrasen al sótano y abierta su puerta, lo primero que veía sería una pared donde una serie de macetas a diferentes niveles dejaban ver sus amplias hojas como si fuera enredaderas . Entre las hojas pequeñas flores blancas que permitían una leve luz iluminarían toda la pared, como si fuera pequeñas luciernagas. Luces colgantes iluminaban el lugar, metidas en linternas de cristal traslucido y faroles, dando un ambiente cálido y relajado al sotano, que estaba bastante lejos de parecer uno. Lo siguieron que se verían serían unas mamparas de mimbre y madera que darían privacidad al salón, del que solo se avistarían algunos cojines y telas, y una amplia alfombra de diferentes tonos de azul azules, verdes y grises. El resto del salón estaría cubierto por aquellas mamparas y un muro.

En aire habia un suave aroma floral  probablemente a causa de las macetas y plantas que podian verse por el lugar. No era un aroma cargado, ni tenia ningun olor especifico, pero si que hacia que el aire se sintiera mucho mas limpio y menos viciado.

Dédalo sonrió, girándose para mirar hacia Dama Isis.

-Tengo un catálogo de los productos que poseo en mi oficina y algunas muestras preparadas. Puedo enseñarte luego lo que tengo en el almacenaje. -ofreció Dédalo indicando que le siguiera con un leve gesto de su mano por un pasillo, hacia una puerta oscura al fondo pasando el salón, nna vez alli abrió la puerta dejando visiblemente su despacho. Una estantería inmensa a espalda de un cómodo sillón, donde había una había cantidad de libros bastante decentes, así como algunas pequeñas piezas de joyería y artesanales de variados mundos.

El despacho no estaba especialmente lleno de cosas, Dédalo era bastante sobrio en cuanto a su espacio de trabajo. El sillon del cambiante dos comodos sillones para las visitas y el escritorio. Lo que más llamaba la atención era una ventana hechizada para poder permitir ver el exterior, que en ese momento daba la imagen de un cielo claro y calmado, dando asi una sensacio de espacio y no de clautrofobia, y un amplio aparador de madera. Al igual que en el resto del sotano, los faroles colgantes iluminaban el lugar.

-Por favor, toma asiento- ofreció uno de los cómodos asientos frente al escritorio- Te traeré lo prometido- indico Dédalo con suavidad antes de acercarse al aparador que abrió con magia. De este saco una amplia libreta con recortes de imágenes y dibujos catalogados e n una lista de los productos que poseía actualmente. Lo dejo en la mesa cuidadosamente frente a Dama Isis antes de volver al parador y sacar una caja de madera y un cofre tallado que colocó también en el escritorio. Con cuidado abrió primero la caja de madera, dejando ver una serie de compartimentos. Una veintena de pequeñas botellitas de perfume de muestras, etiquetadas con el mundo del que provenían.

-Estos son muestras de perfumes, telas y algunas joyas provenientes de Sihndro, Idris, Libo y Daelicia, son con los que más trabajo actualmente -explicó con calma, sin apresurarse mientras le dejaba tomarse su tiempo- Igualmente, de no poseerlo ahora mismo en el catálogo, traerlo no es mayor problema. -añadió Dédalo con una expresión calmada, sonriendo ligeramente, mientras habría el cofre. Este poseía varios compartimentos escalonados de diferentes tamaños. Una vez abierto frente a Dama Isis podría verse retazos de telas perfectamente cortadas en tiradas que no estropeaban los acabados, con diferentes patrones y texturas, así como algunas pequeñas joyas engastadas en pulseras y finos collares.

Dama Isis no tenía mucha experiencia con sótanos, ya que en Frivowaldany eran más dados a construir hacia arriba que hacia abajo, pero no se esperaba que la estancia resultase tan acogedora. Curioseó con disimulo la decoración, tratando de identificar las influencias del estilo. Le gustó el toque de las plantas de interior, debía preguntarle qué planta era aquella y dónde conseguirla.

Siguió al cambiante hasta su despacho, bastante más sobrio pero igualmente cuidado y tomó asiento como le había pedido. Los libros de las estanterías no tenían para ella mayor interés, sin embargo sus ojos se clavaron inmediatamente en el catálogo y las dos cajas que Dédalo le presentó.

-Por el momento no quiero hacerle un pedido demasiado grande, todavía no he abierto y no sé qué me irá pidiendo la clientela -respondió, y tomando el catálogo en primer lugar añadió: -Con permiso.

Sacó su móvil del bolso y con mucho cuidado fue pasando las hojas del catálogo y tomando fotos de los artículos que le interesaban.

-Espero que no le moleste que me tome mi tiempo.

Enredo oyó el timbre que resonó por toda la casa pero lo ignoró. Su amigo le había dicho que iba a tener una cliente esa tarde. Se levantó de su hamaca hecha de enredaderas, momento que Wyck aprovechó para apoderarse de ella. Se acercó a la puerta de Irdil y picó suavemente, a aquellas horas el idrino solía dormir una siesta.

-Irdil, voy a preparar algo de té, ¿quieres una taza? - preguntó cuando abrió un poco la puerta. Un gruñido le respondió afirmativamente.- Te lo dejo en la cocina - otro gruñido de respuesta.

Enredo sonrió abiertamente, cerró la puerta y fue escaleras abajo. Preparó una gran tetera y dejó una humeante taza en la mesa de la cocina con unas pastas para el idrino. Irdil tenía un despertar difícil y se ponía de muy mal humor si lo despertaban de malas maneras, por suerte Enredo ya había comenzado a ver cómo tratarlo y una taza de té solía despejarlo bien.

Puso en una bandeja tres tazas, la tetera y un plato con pastas caseras, hizo levitar la bandeja y bajó al sótano. Para el brujo las reglas de cortesía eran importantes, y ofrecerle algo a un invitado prácticamente sagrado. Picó a la puerta del despacho de su amigo y cuando le dieron el visto bueno entró.

-Hola - saludó a los presentes. Dejó la bandeja sobre la mesa y miró por primera vez a la invitada de Dédalo. Enredo inspiró de golpe y se quedó medio embobado mirando para la mujer. Era preciosa más allá de las palabras, el brujo dudaba que nunca ninguna oración llegase a los pies a la belleza de la frivy, y estaba seguro de que ningún pintor a todo lo largo del tiempo y el espacio pudiera hacer una obra que captase todos los matices de aquella mujer. Ella sí merecía el término "dama". Rápidamente una entrada de uno de sus libros lleno su mente, Veela. Se obligó a apartar la mirada a algún lugar de la mesa.- ¿Puedo ofrecerle algo de beber, dama Isis? ¿Té, café? ¿O quizás algo más dulce como zumo de frutas o chocolate?

Observó no sin algo curiosidad como sacaba un móvil tras tomar el catalogo, no podía evitar mirarla, era preciosa, sus gestos y expresiones los de un autentica dama tal como decía su nombre. Le era un poco aturdido aquella sensación.

- No se preocupe, puede tomarse el tiempo que necesite–no tenía prisa y sabía que estas cosas llevaban su tiempo, especialmente si en este caso era algo de importancia para la apertura de su tienda.

Un golpe en su puerta logró que apartase por fin la vista de la mujer e imaginando que se trataría de Enredo, Irdil no le tenía aun suficiente confianza como para bajar a buscarle, le dio el pase, viéndolo entrar con aquella bandeja.

Vio a su amigo observar a la mujer con casi la expresión admirativa que el había tenido un segundo antes. Bueno al menos ya no era el único.

-Gracias -en más de un sentido se lo agradecía, porque le había sacado momentáneamente de dejar de mirar a Dama Isis como un idiota, especialmente cuando la mujer estaba toda concentrada en el catálogo- Dama Isis, el es mi amigo y compañero de casa, Enredo, es el doctor que lleva la clinica- lo presentó con una sonrisa tranquila, ya que no lo habia hehco hasta el momento.

A esas alturas dama Isis estaba más que acostumbrada a que la gente se le quedase mirando. No le molestaba, sabía que era inevitable aún cuando tenía su aura bajo mínimos, y tampoco tenía problemas en realizar ninguna tarea bajo la atenta mirada de alguien. Se concentró en las fotos de los productos y el pasar de las páginas, tanto que el suave golpe en la puerta la sobresaltó un poco. La veela había entendido que su cita era solo con Dédalo. Lo primero que pensó cuando vio a aquel hombre altísimo con la bandeja era que quizás se tratase de un sirviente, hasta que el cambiante lo presentó como su compañero doctor.

-Oh, es un placer -dijo con una sonrisa cortés -No quisiera ser una molestia pero un té sería ideal. Nunca había conocido a ningún doctor.

No era verdad, había conocido a la cirujana plástica de su jefa, pero ella era de esos doctores de los que nunca se habla.