- Rocavarancolia Rol
Clínica de Vesalio
29/08/24, 03:16 pm
Pequeña casa de dos plantas hecha casi en su totalidad de ladrillos de piedra grisacea, sus detalles en las fachadas y cornisas dan un aspecto meticuloso y elaborado. El tejado está hecho de ladrillos de un color ligeramente más claro y algo desgastados por el paso del tiempo. Las pequeñas ventanas, escasas en número, están elaboradas de madera de ébano con un patrón de rombo en el cristal. En los alrededores de la casa no hay demasiado detalle ni patios ni decoración, quitando una puerta hecha de la misma madera. Con diversos detalles tallados, es una entrada sin cerradura y solamente se puede entrar con una llave rúnica en posesión de Vesalio. Una placa se encuentra al lado derecho de la puerta, hecha de bronce y en donde hay escrito en relieve: “Doctor Vesalio. Medicina, cirugía y alquimia”.
- Interior:
- En la planta baja las paredes del interior son más lisas que en el exterior, con algunos candelabros en la pared y numerosas velas que iluminan la estancia de aspecto lúgubre en un primer vistazo. El suelo es de lisa y encerada madera en un patrón de rombo bastante elaborado. La mayoría de los muebles en el interior son de la misma oscura madera de ébano.
A la izquierda se puede ver un ancho escritorio de madera con un porte sólido pero elegante, plagado de papeles apilados con meticuloso orden y diversos materiales de escritura. Una silla para el doctor y dos para atender a consultas se encuentran detrás y ante el mueble respectivamente, elaboradas pero sencillas a su manera y de aspecto cómodo. Detrás del escritorio, en las paredes circundantes, diversas estanterías se encuentran adornadas con libros, más papeles apilados, botellas sueltas, adornos, artefactos, todo ordenado con sumo cuidado.
En el lado derecho una mesa de operaciones protagoniza la zona siendo de aspecto metálico pero bastante elaborada posibilitando inclinarla y manejarla sin problema. A su lado, diversas mesillas metálicas con ruedas portan varios instrumentos de medicina previamente ordenados y bien colocados. Cerca se dispone de un fregadero impoluto de cerámica y una silla para los pacientes, más simple que las del lado izquierdo de la habitación. En sus paredes hay refinados armarios con cristales en cuyo interior hay una variada selección de frascos que contienen ungüentos, líquidos, materiales, pomadas, pociones y tratamientos alquímicos ordenados.
Al fondo de la sala hay un pequeño pasillo con dos puertas a la izquierda y unas escaleras a su derecha. Las puertas llevan primero al baño y luego al dormitorio del doctor. Ambas salas son simples y prácticas en su función. El baño tiene una pequeña bañera y un inodoro a su disposición. Lo único que se echa en falta es un espejo. El dormitorio es bastante diminuto, con solo una cama acolchada y una pequeña mesita de noche.
El piso superior, de menor tamaño, está prácticamente rodeado de estanterías pareciendo una diminuta biblioteca plagada de libros con contenido principalmente de estudio anatómico, botánica, alquimia y un sinfín de información médica relacionada con enfermedades y aflicciones. En la única pared sin estantes, la que conecta con la escalera, hay una pequeña mesa y un sillón de aspecto mullido y cómodo. Una lámpara de aceite se encuentra colgada de un gancho de metal incrustado en la pared.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Clínica de Vesalio
27/10/24, 12:42 pm
Aquel día un candelabro solitario posado en un escritorio iluminó el rostro de un varmano ocupado, enfrascado en unos apuntes sobre la anestesia alquímica que tomó a pluma y tinta en un libro en blanco. La pulsante luz iluminó sus malvas, llenos de brillos aguados y enfermizos pues tampoco era algo que él, un chaneque irónicamene entregado a la medicina, pudiese controlar. La punta metálica de la pluma rasgaba el papel con suavidad, era la segunda vez que la usaba aquella semana ya que se esmeró en escribir una carta para ese par de recién llegados. Lo típico, problemas de alguien recién “bendecido” por la Luna Roja, problemas con los que él se pudo identificar en parte, agitando levemente sus alas con una amarga nostalgia.
Recordó haber solicitado cordialmente a Fleur y a Adam una variedad de musgo que requería por el momento, albergando propiedades anestésicas leves por absorber restos de picadura de Morfeo que aun se sigue procesando sin descanso. Una casualidad útil y de la que quería aprovecharse pero sus existencias se agotaron. Tampoco tuvo la certeza de si aquellos novicios quisieran ir a una clínica de un autoproclamado doctor, no sería la primera vez.
Vesalio resopló, pensando en aquel último escenario mientras seguía a lo suyo. Alzó la vista, una consulta vacía se mostró ante sus ojos, bastante limpia y ordenada cosa que internamente le trasmitía paz. Las ventanas cerradas dejaron entrar pequeñas láminas de tenue luz, un descuido del doctor por no cerrarlas al completo pero que le dejaron entretener la vista cansada por un buen rato. Tomar nota de su progreso personal no era su hobby favorito, aunque necesario a veces se tornaba aburrido y, bueno…
Necesitaba hacer algo más práctico, pensando con curiosidad en aquel cisne malherido que trató.
Recordó haber solicitado cordialmente a Fleur y a Adam una variedad de musgo que requería por el momento, albergando propiedades anestésicas leves por absorber restos de picadura de Morfeo que aun se sigue procesando sin descanso. Una casualidad útil y de la que quería aprovecharse pero sus existencias se agotaron. Tampoco tuvo la certeza de si aquellos novicios quisieran ir a una clínica de un autoproclamado doctor, no sería la primera vez.
Vesalio resopló, pensando en aquel último escenario mientras seguía a lo suyo. Alzó la vista, una consulta vacía se mostró ante sus ojos, bastante limpia y ordenada cosa que internamente le trasmitía paz. Las ventanas cerradas dejaron entrar pequeñas láminas de tenue luz, un descuido del doctor por no cerrarlas al completo pero que le dejaron entretener la vista cansada por un buen rato. Tomar nota de su progreso personal no era su hobby favorito, aunque necesario a veces se tornaba aburrido y, bueno…
Necesitaba hacer algo más práctico, pensando con curiosidad en aquel cisne malherido que trató.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Clínica de Vesalio
30/10/24, 08:55 pm
Una ave proyectaba su sombra alada sobre el tejado de la casa. Su vuelo rodeó su objetivo hasta dos veces antes de descender sin premura con el batir de sus alas como única compañía entre las callejuelas. Cuando sus patitas estuvieron a punto de rozar el terreno la realidad se alteró en un segundo y dio paso a una joven de piel clara y ojos cristalinos.
“Doctor Vesalio. Medicina, cirugía y alquimia”.
Fleur resopló frente al edificio de dos plantas. El pie derecho golpeaba el suelo con un nerviosismo notable, pero no carente de ritmo. Puede que en su fuero interno continuara siendo una bailarina, una joven promesa muy organizada que no fallaba en lo meticuloso de su existir. El cabello rubio se encontraba entrelazado en un moño perfecto y estirado, su blusa de escote redondo le daba un toque suave y formal por su color cremoso, un tono que combinaba muy bien con las plumas blancas que adornaban su cabeza. Su presencia se encontraba allí, clavada como una estaca fría y de mármol que está a la espera de algo.
Puede que solo necesitara sentir llegar un tren de valentía a su estación.
—¿Perdone, hay alguien? —no sabía si debía llamar a la puerta, pues tampoco se fiaba de que poseyera un conjuro de defensa como salvaguarda. Se limitaría a hacerse oír sin más y si la situación se estiraba lo suficiente se marcharía para volver otro día. Mentiría si dijera que aquel tipo no la ponía nerviosa, además de traerle recuerdos muy cercanos a su propia muerte. Pero le debía la vida, de no ser por sus inyecciones la joven cisne habría fallecido por causa de sus múltiples lesiones a costa de un mal vuelo. Necesitaba devolverle el favor para sentirse en paz consigo misma—. ¿Doctor? Soy Fleur, traigo lo que me pidió —Rocavarancolia le había enseñado a no ser tan pomposa cuando se trataba de algo que requería pragmatismo. Además, estaba enfadada porque esperaba que Adam la hubiera acompañado hasta la parte sur de la ciudad. Su ausencia la obligó a tener que buscar aquel musgo especial en las proximidades del fumadero abandonado. Un lugar que no le daba muy buena espina.
Al menos las cosas ahora eran distintas. Se notaba alguien diferente, mucho más resuelta. A causa de mucho esfuerzo logró aprender a volar sin convertirse en un amasijo de plumas. Su alteración de las emociones se afilaba cada vez más y más como una navaja pulida. Podía decirse que una nueva Siwani estaba eclosionando del huevo. Solo debía centrarse y hacer gala de su propia naturaleza para apartar la rabia y la frustración de sí misma.
—Respira... estás a salvo... —sus pulmones se llenaron de aire, no hacía tanto que corría de aquí para allá persiguiendo cestas y escapando de monstruos. Las travesías y los caminos seguían siendo los mismos, igual de angostos y peligrosos. La diferencia la marcaba ella, si se encontrara al lagarto mágico que le aplastó las costillas contra una pared en su etapa como cosechada estaba segura de que ahora podría reducirlo a un montón de motas de polvo—. Sobreviviste, viste la Luna Roja —sus manos jugueteaban con un frasquito de cristal, dentro se podía ver una superficie verde y brillante que se adhería a las paredes de su envase.
La joya de la corona. O más bien, justo lo que Vesalio necesitaba.
“Doctor Vesalio. Medicina, cirugía y alquimia”.
Fleur resopló frente al edificio de dos plantas. El pie derecho golpeaba el suelo con un nerviosismo notable, pero no carente de ritmo. Puede que en su fuero interno continuara siendo una bailarina, una joven promesa muy organizada que no fallaba en lo meticuloso de su existir. El cabello rubio se encontraba entrelazado en un moño perfecto y estirado, su blusa de escote redondo le daba un toque suave y formal por su color cremoso, un tono que combinaba muy bien con las plumas blancas que adornaban su cabeza. Su presencia se encontraba allí, clavada como una estaca fría y de mármol que está a la espera de algo.
Puede que solo necesitara sentir llegar un tren de valentía a su estación.
—¿Perdone, hay alguien? —no sabía si debía llamar a la puerta, pues tampoco se fiaba de que poseyera un conjuro de defensa como salvaguarda. Se limitaría a hacerse oír sin más y si la situación se estiraba lo suficiente se marcharía para volver otro día. Mentiría si dijera que aquel tipo no la ponía nerviosa, además de traerle recuerdos muy cercanos a su propia muerte. Pero le debía la vida, de no ser por sus inyecciones la joven cisne habría fallecido por causa de sus múltiples lesiones a costa de un mal vuelo. Necesitaba devolverle el favor para sentirse en paz consigo misma—. ¿Doctor? Soy Fleur, traigo lo que me pidió —Rocavarancolia le había enseñado a no ser tan pomposa cuando se trataba de algo que requería pragmatismo. Además, estaba enfadada porque esperaba que Adam la hubiera acompañado hasta la parte sur de la ciudad. Su ausencia la obligó a tener que buscar aquel musgo especial en las proximidades del fumadero abandonado. Un lugar que no le daba muy buena espina.
Al menos las cosas ahora eran distintas. Se notaba alguien diferente, mucho más resuelta. A causa de mucho esfuerzo logró aprender a volar sin convertirse en un amasijo de plumas. Su alteración de las emociones se afilaba cada vez más y más como una navaja pulida. Podía decirse que una nueva Siwani estaba eclosionando del huevo. Solo debía centrarse y hacer gala de su propia naturaleza para apartar la rabia y la frustración de sí misma.
—Respira... estás a salvo... —sus pulmones se llenaron de aire, no hacía tanto que corría de aquí para allá persiguiendo cestas y escapando de monstruos. Las travesías y los caminos seguían siendo los mismos, igual de angostos y peligrosos. La diferencia la marcaba ella, si se encontrara al lagarto mágico que le aplastó las costillas contra una pared en su etapa como cosechada estaba segura de que ahora podría reducirlo a un montón de motas de polvo—. Sobreviviste, viste la Luna Roja —sus manos jugueteaban con un frasquito de cristal, dentro se podía ver una superficie verde y brillante que se adhería a las paredes de su envase.
La joya de la corona. O más bien, justo lo que Vesalio necesitaba.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Clínica de Vesalio
15/11/24, 11:19 am
Veía la tinta dibujarse, tomar forma en la letra trazada en una hoja que invadía la concentración del doctor, una suerte de burbuja que comenzó a sentirse cómoda, evasiva de lo que le rodeaba pues la soledad lo llevó acompañando desde hace ya varios ciclos lunares. Años atrás lo pudo considerar como un veneno, una enfermedad que lo acompañaría durante toda una vida. Sin embargo, la rutina y costumbre lo llevaron a asumirlo e incluso sentirse bien con ello, en dosis constantes un veneno lo hizo mejorar, esforzarse más y desligarse de lastres que lo ataban constantemente.
Esa soledad, no obstante, fue interrumpida por una voz ajena a la de sus propios pensamientos. Era la de una chica, aquel cisne que ayudó desinteresadamente. No pudo evitar manchar de más el papel al vacilar en la escritura y mirar a la puerta, con las cejas arqueadas y las orejas algo gachas que, quitando que siempre estuviesen así, fue un poco de más al tener la sensación agridulce e interna de lidiar con gente.
Eso jamás se le quitaría por mucho que lo intentase, por muchos pacientes que viniesen. Vesalio se incorporó de su escritorio, dejando todo ordenado mientras fue a uno de los cajones de la consulta.
—Buenas tardes Fleur, dame un segundo —dijo haciéndose escuchar detrás de su puerta, aprovechando que estuvo cerca al colocarse unos guantes estériles de color negro y una mascarilla preventiva del mismo color que cubría parte de su rostro. Se habituó a tener esa precaución preparada en caso de tener visita pues su naturaleza era incontrolable y contagiosa si no tomaba las medidas necesarias, eso y aderezado con una obsesión compulsiva por la limpieza.
Se recolocó el cuello de la camisa, verificando si su conjunto actual de camisa y pantalones de tonos sepias fuese adecuado para una visita. Sin dar demasiadas vueltas a su apariencia se acercó a la puerta, abriéndola con el pomo interior y dejando entrar la luz natural del exterior hacia su consulta algo invadida por la penumbra fuera del alcance de las velas. Vesalio miró a los azules de Fleur, reconociendo su rostro. Pestañas negras, una corona de plumas... Todo era un doloroso contraste a su propio rostro enfermizo y no pudo evitar pensar en la suerte de algunos en la ciudad bajo el influjo del brillo rojo, en donde sus violetas sentían algo de pesar por breves instantes.
—Veo que has traído lo que te solicite. Por favor, pasa —dejando esos pensamientos a un lado extendió una mano hacia el interior, esperando a que la recién llegada entrase a su morada mientras observaba la botella con ojos curiosos, verificando que era lo que pidió. Una vez la chica de la corona de plumas entrase, el varmano le solicitaría tomar la botella, examinándola más de cerca—. Este musgo con propiedades mágicas me sirve, has traído incluso más de lo que esperaba. Gracias —un agradecimiento sincero fue a Fleur de su parte, alzando las cejas para dejar la muestra en su escritorio.
Carraspeó un poco, tamborileando un poco con los dedos y girándose a la cisne.
—¿Y que hay del otro chico? ¿Hoy no te acompaña ese tal Adam? —arrastró un poco la voz al mencionar al otro gigantón. Algo le tranquilizaba el tener fuera de la ecuación al novicio que confiaba mucho en la magia. Aunque dócil y agradecido, no pareció tener muy buena cara con las verdades que le dijo acerca de la medicina pues se le antojó incluso cargada de veneno, no fue un libro cerrado precisamente.
No le interesaban tipos tan cobardes con un poco de sangre, encima aspirando a las artes de la curación y con un potencial mágico mal aprovechado.
Esa soledad, no obstante, fue interrumpida por una voz ajena a la de sus propios pensamientos. Era la de una chica, aquel cisne que ayudó desinteresadamente. No pudo evitar manchar de más el papel al vacilar en la escritura y mirar a la puerta, con las cejas arqueadas y las orejas algo gachas que, quitando que siempre estuviesen así, fue un poco de más al tener la sensación agridulce e interna de lidiar con gente.
Eso jamás se le quitaría por mucho que lo intentase, por muchos pacientes que viniesen. Vesalio se incorporó de su escritorio, dejando todo ordenado mientras fue a uno de los cajones de la consulta.
—Buenas tardes Fleur, dame un segundo —dijo haciéndose escuchar detrás de su puerta, aprovechando que estuvo cerca al colocarse unos guantes estériles de color negro y una mascarilla preventiva del mismo color que cubría parte de su rostro. Se habituó a tener esa precaución preparada en caso de tener visita pues su naturaleza era incontrolable y contagiosa si no tomaba las medidas necesarias, eso y aderezado con una obsesión compulsiva por la limpieza.
Se recolocó el cuello de la camisa, verificando si su conjunto actual de camisa y pantalones de tonos sepias fuese adecuado para una visita. Sin dar demasiadas vueltas a su apariencia se acercó a la puerta, abriéndola con el pomo interior y dejando entrar la luz natural del exterior hacia su consulta algo invadida por la penumbra fuera del alcance de las velas. Vesalio miró a los azules de Fleur, reconociendo su rostro. Pestañas negras, una corona de plumas... Todo era un doloroso contraste a su propio rostro enfermizo y no pudo evitar pensar en la suerte de algunos en la ciudad bajo el influjo del brillo rojo, en donde sus violetas sentían algo de pesar por breves instantes.
—Veo que has traído lo que te solicite. Por favor, pasa —dejando esos pensamientos a un lado extendió una mano hacia el interior, esperando a que la recién llegada entrase a su morada mientras observaba la botella con ojos curiosos, verificando que era lo que pidió. Una vez la chica de la corona de plumas entrase, el varmano le solicitaría tomar la botella, examinándola más de cerca—. Este musgo con propiedades mágicas me sirve, has traído incluso más de lo que esperaba. Gracias —un agradecimiento sincero fue a Fleur de su parte, alzando las cejas para dejar la muestra en su escritorio.
Carraspeó un poco, tamborileando un poco con los dedos y girándose a la cisne.
—¿Y que hay del otro chico? ¿Hoy no te acompaña ese tal Adam? —arrastró un poco la voz al mencionar al otro gigantón. Algo le tranquilizaba el tener fuera de la ecuación al novicio que confiaba mucho en la magia. Aunque dócil y agradecido, no pareció tener muy buena cara con las verdades que le dijo acerca de la medicina pues se le antojó incluso cargada de veneno, no fue un libro cerrado precisamente.
No le interesaban tipos tan cobardes con un poco de sangre, encima aspirando a las artes de la curación y con un potencial mágico mal aprovechado.
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