Clínica Luna Roja

El brujo siguió comiendo haciendo pequeñas paradas para contestar a DL.

-Sí, como cosechadora de Irraria tiene conocimientos de ese mundo que yo no tengo. Y no sólo eso, también sabe más de metales que cualquier persona en esta ciudad - dijo convencido de lo que estaba diciendo.

-No me recuerdes lo de Sombra, parece que sea más gato tuyo que mío, aunque poco a poco ya se me va a cercando - era cierto, el animal estaba superando poco a poco su aversión hacia el brujo.- Lo sé, lo sé - y lo sabía, pero el brujo simplemente no podía decir que no cuando alguien venía suplicando por la vida de otra persona o una persona se debatía entre la vida y la muerte, ya bastante era que se obligaba a cobrar un precio por sus servicios que si por él fuera habrían sido gratuitos. Por desgracia dar algo gratis en aquella era sinónimo de competidores cabreados y queriendo tu cabeza en una pica.

-Estoy barajando varias opciones, no lo tengo claro todavía. Lo decidiré sobre la marcha supongo - tenía en la cabeza varias ideas y formas pero sabía que tenía que ser algo grande.

- Si quieres que tu gato te quiera, tendrás que librarte de la incomodidad de dormir en una hamaca -respondió señalando la cama de enredaderas, pues si el dichosos felino se iba a su cuarto era porque el si tenia una cama real- Aunque posiblemente ni así...le gusto a los animales por algún motivo - comento divertido y encogiéndose de hombros. Levantándose de la silla donde se había sentado para ya marcharse y aprovechar las horas que quedaban y entrenar un poco en sótano, pues ya era muy tarde para ir a la Sede para hacerlo, como hacía habitualmente cuando no trabajaba.

-Ah si, yo voy a ir a ordesta mañana por un encargo ¿aprovecho y te traigo materiales de allí como siempre? Te los puedo dejar en el laboratorio -preguntó DL observandolo desde la puerta, siendo habitual que fuese el quien le proveyera al brujo de algunos de las sustancias que necesitaba para sus pociones, dado que este no solía salir de la clínica.Y sino, por lo general le traía variante de enredaderas, que en mundos como ordesta era un chiste la cantidad de especies existentes.

DL se marcharía tras la respuesta del brujo, informandolo que Wyck se encontraba en su cuarto y que el estaría en el sótano, si lo necesitaba para algo.

El brujo frunció el ceño con las palabras de DL.

-Mi hamaca no tiene nada de incómoda - respondió mientras terminaba de comer.- Hummm, sí, me vendrían bien algunos materiales, déjalos donde puedas y ya lo organizaré a mi vuelta.

El italiano despidió al cambiante y terminó de comer con más tranquilidad. Se levantó y salió de su habitación con la bandeja en la mano, abrió la puerta de la habitación de DL y el panda rojo salió escopeteado subiéndose por la ropa a la cabeza del brujo.

Bajó a la cocina y limpió los platos que había usado, lo hizo a mano. No tenía pensado volver a utilizar la magia hasta el día siguiente dando margen suficiente para que no le pasase factura. Sacó un tarro con galletas y le dio una a Wyck, esperó a su amiga distraído con lo que podría decirle. Yttria aún no había estado nunca en la clínica y el brujo tenía ganas de enseñársela.

Enredo esperó por la bruja en el descansillo de su casa con Wyck sobre el hombro y llenándolo de migas de galleta, aquello no era algo que al brujo le molestase ya que podía quitarlas muy fácilmente. El panda cuando terminó se subió a su cabeza y se tumbó, cosa que hizo que el italiano se preguntase qué haría el animal cuando creciese y ya no pudiese llevarlo allí.

Distraído y con una sonrisa esperó por su amiga hasta que oyó que llamaban a la puerta. Al oír los golpes Wyck se despertó y como siempre se puso hiperactivo, saltó al suelo y se aproximó a la puerta impaciente por que el chico la abriese.

Enredo le dio el gusto y abrió la puerta sonriendo hacia su amiga que se encontraba al otro lado. Wyck por su parte le tiró de los pantalones a la bruja, el humano sabía que lo que en realidad quería era subirse a ella pero era algo que sólo hacía con DL y su propio dueño.

-Hola Yttria, ¿qué tal todo? - le preguntó mientras le indicaba que entrase.- ¿Te han dado algún problema los ojos desde la operación? - inquirió curioso. Miró al panda rojo que estaba llamando la atención de la chica.- Quiere que lo cojas en brazos - le dijo sabiendo que a la chica le gustaban los animales.

-Bien, me va bien - respondió.- Pero es cansado y el principal motivo por el que te he pedido que vinieras.

-Bah, no te preocupes por eso - le dijo restándole importancia al hecho con un gesto cuando la bruja le dio las gracias.- Me alegro que te vaya bien, si te surge cualquier problema ya sabes que puedes venir cuando lo necesites.

El brujo se rió cuando la chica cogió en brazos al animal. Wyck por su parte acercó la cabeza a la cara de la humana y frotó su suave pelaje contra ella.

-No se cansa no, puede estar así por horas, es un mimoso - comentó rascando al animal detrás de las orejas.

-No es un tema para hablar aquí de pie - le hizo un gesto hacia la puerta que daba al pasillo.- Vamos a la cocina y te lo comento mientras tomamos un té - dijo para luego añadir.- O lo que tú quieras claro.

Le indicó que le acompañase y cruzó las dos puertas.

-Siéntete como en tu casa - le dijo mientras ponía agua a hervir.- Te he pedido que vinieras por que necesito pedirte un favor y recurrir a tu conocimiento de los metales.

*A parte de los posts anteriores*

El brujo llegó a la casa y Wyck se tiró encima suyo casi al entrar por la puerta, no es que el panda quisiera recibir al brujo, lo que quería era una galleta. Enredo le rascó las orejas al animal y miró la rama con gesto pensativo. "Voy a tener que hacer malabares para que pase por la puerta." al pensar eso automáticamente se reprendió a sí mismo. Volvió intangible la rama y la hizo pasar por el muro en dirección a su habitación donde la dejó recostada contra una pared.

Preparó algo de comer y partió un trozo de queso para el panda. Fue un visto y no visto, un segundo antes había queso al siguiente ya no.

-Voy a tener que empezar a cuidar tu alimentación o te vas a poner bolita - le dijo con una sonrisa cogiéndolo en brazos.

Subió a la habitación y aún con Wyck en brazos se tiró en la hamaca, se durmió al instante. El panda se soltó de sus brazos y se acurrucó cerca de sus pies donde también se durmió.

A pesar de que el brujo había vuelto a casa aún no iba a reabrir la clínica, todavía necesitaba preparar cosas. Durante un par de días jugueteó con la madera dándole forma gracias a la magia, cuando estuvo contento con ella dejó aparcada la madera para empezar con el metal. Moldeó lo de la caja y juntó una buena cantidad que suponía sería suficiente. Grabó runas en la madera para que no se rompiese fácilmente y, después de infundirlas con magia, recubrió el bastón con el metal.

El resultado era un báculo de color negro con dos cuernos en el extremo y un engarce en el medio en el que no había nada.

-Bueno, ahora sólo necesito que alguien lo vuelva mágico y le de la capacidad de absorber energía como un amuleto - el brujo había oído de alguien que seguramente podría hacerlo y no perdía nada por comprobarlo.

Sigue en el Faro (o más bien sus cercanías).

Enredo se encontraba sentado en la mesa de la cocina jugando con Wyck. Le hacía cosquillas al panda que se revolvía y lo arañaba suavemente con sus zarpas. El brujo miró hacia una esquina de la habitación y observó el báculo que reposaba allí.

Unos días después de dejarle el objeto a la mujer de la tienda regresó y pagó por el trabajo hecho. Desde entonces se había dedicado a llenar el bastón de runas de todo tipo, para hacerlo más resistente ancló hechizos de protección a su alrededor y había decidido que pondría entre los dos huecos. El resto del tiempo se había dedicado a cargarlo que básicamente consistía en no dejar el báculo ni a sol ni a sombra.

Un mordisco en un dedo lo regresó al presente, bajó la mirada y miró ceñudo al panda.

-Eso duele - le riñó dándole un suave golpe en su nariz. Wyck se frotó la nariz y rodó por la mesa pidiendo más mimos.- Vale vale, pero nada de morder - le dijo no pudiendo evitar una sonrisa y volviendo a hacerle cosquillas.

Esta vez miró hacia la encimera donde reposaba una tarta de frutas con una cubierta de glaseado. Ahora que por fin DL se quedaba unos días Enredo había decidido que sería buena idea visitar a los vecinos para tener alguna relacion social fuera de sus clientes. Como no le parecía bien presentarse sin invitación y por la cara había hecho una tarta y había avisado con unos días de antelación mediante una carta que había dejado cuidadosamente en la puerta de la libense. La mujer que iban a visitar era importante en la ciudad, no en vano era la embajadora de Libo.

-A ver si tío DL se da prisa que todavía llegaremos tarde - le dijo al panda que lo miró con curiosidad.- Pero tú no te vienes. No sé si a la dueña de la casa le gustan los animales y tú eres un trasto así que te quedas. Igual otro día te llevo.

Realmente había estado pensando en ello mientras trabajaba con Heiss, pues aunque era cómodo trabajar para ella no se veía haciendo eso para siempre. Le gustaría ir a mas mundos vinculados, conseguir diferentes productos y tratar con mucha mas gente, algo que seguro le ayudaría a perder ciertas reservas que aun poseía sobre sus transformación y a desinhibirse mas con ella, sin contar tener un negocio propio. Lo hablo con Heiss y dado que pese a su carácter la guerrera tenÍa algunos contactos en el mercado fue enterándose de aquellas productos que mas difíciles resultaban de conseguir o cuya venta resultaba escasa debido a las condiciones de algunos de los mundos o porque a los comparadores no les interesaba que cualquiera se enterase..

Fue un proceso algo lento pues al inicio solo podía podía empezar a comerciar con aquellos mundos con los que tenia talismán traductor, sin contar a Nubla, sin contar aquello que el mismo buscaba por su propio pie fuera de los núcleos urbanos. Hacerse un hueco en el comercio de rocavarancolia individualmente no era tarea fácil, por eso intento conseguir aquellas cosas que no solían venderse fácilmente en el mercado, ya fuese por que no valía la pena el esfuerzo a ser algo solo comprado por cierta gente o por las dificultades técnicas que suponía no tener transformaciones aptas para ello o sin magia suficiente. Lo mas difícil fue sin dudar conseguir clientela, por lo que sin impedimentos de Heiss, ya que le prometió convertirse en su proveedor de materiales para sus artículos y le conseguiría un sustituto cuando el ya no estuviera, esta le permitió empezar a darse a conocer a través de su tienda.

Allí conocía posibles clientes potenciales con los que luego trataba en privado en otra parte. Igualmente no le hacia competencia por lo que el conseguía era mayormente cosas sin manufacturas, cierto tipos de animales, minerales o plantas especificas para brebajes o pociones, generalmente difíciles de obtener en el mercado normal. Era mas bien artículos de lujo o raros, pues pronto descubrí que a veces también le pedían cosas aun mas especificas que rallaba prácticamente el trafico de órganos de especies de otros mundos o incluso, en alguna ocasión, cadáveres.

Dédalo no se quejaba, mientras no le pidiera nada que pudiera hacer incumplir las leyes de cada mundo al que le pedían ir, cumplía. Por ello empezó a pasar mas tiempo fuera de la ciudad que en ella, buscando lo que le pedían o simplemente obteniendo artículos curiosos y útiles que iba almacenando a buen recaudo en el sótano de su casa y que usaba como su centro de entrenamiento y almacén mientras se hacia un hueco en el comercio de la ciudad.

Lo único que si lamentaba de sus viajes, es que el tiempo que si estaba en la ciudad, debía seguir trabando con Heiss, poniendo al día conseguir buscando clientes, por lo que cuando tenia un respeto era casi milagroso. Si a eso le incluía que debido a su propio nuevos objetivos y al propio trabajado e Shizel cuando se veían ambos estaba agotados, no había conseguido avanzar gran cosa entre ellos desde aquella fiesta en el pub. Aquello le agobiaba realmente, pero no es como si hubiera terminado su relación, realmente es como si le hubieran dado un pause a cualquier inicio hasta que ambos estuvieran mas o menos colocados o siguiendo lo que quería hacer. Y aunque aquello le aprecia un autentica mierda, no iba a durar para siempre, sin contar que el si de el skrymir lo tenia ya...solo esperaba que tras tanto tiempo sin apenas relacionarse adecuadamente no hubiese mandando al demonio todo su esfuerzo.

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Llevaba ya algunos días en la ciudad, tras haber vuelto de un viaje desde ulterania, posiblemente uno de los mundos que mas dolores de cabeza llegaban a provocarle. Aun no había conseguido entrar en la ciudad principalmente por el idioma, pero había tenido suerte y lo que había pedido, plantas del Continente del Viento, le había permitido mantenerse fuera de la vista de los ulteranos Terra del lugar.

Tras entregar lo que había pedido, había hecho algunos recados par Heiss, mucho era que la guerrera no lo hubiera mandado al demonio ya, por lo que cada vez que volvía intentaba compensarle.

Enredo ya le había dicho que esa tarde visitarían a los vecinos, ya que entre una cosa y otra ninguno había podido desde que se mudaron, por lo que tras terminar el ultimo encargo con Heiss volvió a la casa.

-Perdona- se disculpo asomándose a la cocina viéndolo allí sentado frente a la tarta- Déja que me de una ducha rápida y volverme una persona decente. No me tardo - aseguro saliendo hacia su habitación para ducharse, para luego sacar ropa de su armario y vestirse, costumbre que por fin había cogido en sus viajes. Seguía transformando su ropa a veces pero ahora su armario por fin empezaba  tomar color con prendas de diferentes mundos.

Tal y como quería con el tiempo y el trato con gente no transformada, había empezado a perder cierta incomodidades cuando cambiaba de forma, cada vez costándole menos mantener formas únicamente masculinas e iba mas por una cierta ambigüedad, sin contar formas directamente fueras de la habitual forma humanoide. Se miro al espejo de su cuarto, se había puesto unos pantalones blancos y una camiseta gris con alguno detalles de filigrana de un verde claro, ambos holgados simulando el estilo sinhadre. Su pelo largo por debajo de los hombros y de un verde oscuro, oscureciéndose aun mas en las puntas, lo llevaba semirecogido en una cola alta dejándolo a medias suelto sobre sus hombros, el flequillo ligeramente largo a cada lado de su rostro. Sus ojos permanecían siendo dorados con pupilas de gato y algo rasgados, enmarcado levemente en negro. Satisfecho con el resultado, finalmente salio del cuarto, pues salvo los ojos y algún que otra característica, solía usar ese aspecto en la ciudad.

Bajo primero al almacén del sótano, totalmente arreglando para meter las cosas que traia de los diferentes mundo bien resguardadas, para coger una cajita de madera oscurecida con una hiervas de té, provenientes de ulterania, el último mundo que había ido a visitar. Guardándose esta en su inseparable bolsa sin fondo, salió hacia la cocina para dar finalmente encuentro a Enredo.

-¿Nos vamos? -pregunto asomándose a la cocina, sonriendo viéndolo ya casi desesperado.

Sigue en Luna Alta (Casa de Mania)

Enredo se encontraba en su laboratorio, llevaba días sin dormir bien y, cuando conseguía dormid, tenía unas pesadillas monstruosas. Por eso estaba intentando emular una poción que salía en uno de sus libros de alquimia. Se suponía que bien hecha permitía al cuerpo descansar al dormir sin necesidad de soñar y, sinceramente, el brujo esperaba que funcionase.

El negocio iba viento en popa, siempre había alguien que se hacía daño en la ciudad y el brujo empezaba a ganarse algo de renombre, y hasta tenía cierta clientela fija. Llevaba un par de días tranquilos y por eso había decidido ahondar en sus experimentos.

Salió al jardín a por una planta que le hacía falta. No es que el jardín fuese muy grande pero sí era exuberante, había muchas plantas que servían para la alquimia y pociones curativas que el mismo brujo cultivaba. Aparte también varias enredaderas que daban frutas cuando al humano le apetecían, era un dominio muy útil para eso.

Un movimiento en un matorral cercano le llamó la atención y vio salir a Sombra de debajo de unos arbustos. Enredo sonrió y cortó el tallo de una planta cercana, necesitaba el jugo procedente del mismo.

Hacía un buen día pero eso no era anormal en la ciudad. Lo que el brujo no podía suponer era cómo se iba a torcer, dando lugar a uno de los días más oscuros en su vida.

Enredo estaba a punto de terminar la poción, sólo le faltaba unas hojas de una planta del jardín y salió a por ellas. Las estaba recogiendo cuando oyó los golpes contra la puerta delantera y por si no los hubiera oído una alarma mental saltó en su cabeza.

Apagando la alarma entró en la casa por su laboratorio, extendió una mano y su báculo acudió obediente a él. Pasó por la sala de operaciones, su despacho, la sala de espera y finalmente llegó al descansillo donde estaba la puerta principal. Abrió la puerta y se encontró cara a cara con un trasgo que traía a alguien al hombro.

El brujo hizo pasar al trasgo a la sala de espera y sin perder el tiempo le preguntó:

-¿Qué ha pasado? Cuanto más puedas decirme de su situación mejor podré ayudarle - apuntó con el báculo al cuerpo del varmano y apretó una runa del mismo disparando un hechizo de levitación.- Rápido, no podemos perder más tiempo.

Enredo observó por encima las heridas del varmano mientras anotaba mentalmente lo que le iba diciendo el trasgo. Su último comentario hizo que el brujo le dirigiera una mirada helada.

-Haré lo que pueda por él - respondió con frialdad.- Primero intentaré salvarle la vida, ya discutiremos el precio cuando su vida no corra peligro. Espera aquí - le dijo mientras transportaba el cuerpo por la puerta a su despacho y posteriormente al quirófano cerrando las puertas tras de si.

Depositó el cuerpo del muchacho en la cama metálica del centro de la habitación. Le tomó las constantes, eran muy bajas, apenas había latido. Sin perder el tiempo lanzó un hechizo de impulso débil sobre su corazón para que éste siguiese latiendo.

Retiró la ropa sin miramientos y limpió el cuerpo con magia para poder observarlo mejor. El resultado era un desastre, el chico estaba lleno de cicatrices que Enredo juzgó eran mordeduras de trasgo. Las implicaciones de aquello volaron inmediatamente a la mente del brujo, tenía claro lo que había pasado.

Sacó sus gafas y las activó para poder ver el interior del chico, lo que vio lo llenó de rabia. Las piezas encajaron en su mente como si de un puzzle se tratasen. El trasgo se había estado divirtiendo con el okae, había dejado que las heridas se infectaran y cuando las curó no hizo nada con la infección, se había limitado a cerrarlas para evitar que siguieran sangrando.

-Joder - gritó Enredo golpeando con un puño la mesa de metal. La sala insonorizada capturó todo el sonido. El brujo respiraba de forma agitada a la vez que temblaba ligeramente, aquello era una auténtica salvajada y, en el estado en que estaba el chico, Enredo no podía hacer nada por él.

-La infección está demasiado extendida, tendría que retirar demasiado tejido dañado, tu cuerpo está demasiado débil, no sobrevivirías a la operación - dijo en voz alta más para sí mismo que para el muchacho. Lo único que conseguiría si intentaba curar al chico era prolongar su sufrimiento.

Una débil tos lo sacó de sus pensamientos y le hizo girar el cuello, sus ojos se encontraron con los del varmano que lo miraba con una mezcla de súplica y puro terror.

-Má... mátame - consiguió pronunciar.- P...or fav... - le sobrevino un nuevo ataque de tos que lo dejó resollando.- Los otros... sálvalos... - dijo cuando por fin recuperó el aliento. Volvió a desmayarse

Enredo no sabía lo que quería decir el chico pero durante sus últimos momentos de vida el brujo estuvo a su lado. Tenía los ojos llenos de lágrimas de impotencia y rabia, no entendía como alguien podía hacerle aquello a otra persona. Era una atrocidad, no tenía otro nombre para aquello.

Cuando por fin se serenó se limpió las lágrimas y salió de la sala apoyado en el báculo.

-Lo lamento, ha muerto - le dijo al trasgo en la sala de espera.- Estaba demasiado avanzado, unos días atrás habría conseguido salvarlo. Me temo que no he podido hacer nada por él - Enredo se disculpaba más por convencionalismo social que porque realmente creyera que el trasgo sentía pena por el okae.

Enredo esbozó una sonrisa irónica, estaba claro que había sido un ingénuo al pensar que el trasgo podría preocuparse mínimamente por el varmano. <<Comida, no es más que eso. Maldita bestia>>.

Enredo lo miró con un odio mal disimulado y se interpuso en su camino.

-¿A dónde crees que vas? - inquirió poniendo entre los dos su báculo apoyado en el suelo.- Estoy de acuerdo con la falta de pago pero yo no te he permitido entrar en mi casa. Ésto es lo más lejos que irás, trasgo - prácticamente escupió esa última palabra.