Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Nia

Y entonces siguieron hacia Serpentaria. Nia le contó cosas sobre la Torre Serpentaria, como el hecho de que la protegia una contraseña, o el que los muebles estuvieran animados, o que tenia un cuarto oculto en la última planta en el que se guardaban múltiples objetos mágicos, asi como libros. Esto lo decia, con intenciones de que la eligiera antes que la sede, porque a su vista, cuantos más fuesen, más felices serian. De camino a la torre, Nia extrajo de detrás de su espalda lo que parecia un cayado de hueso, con múltiples glifos y runas grabadas. Lo dejaba sonar contra el suelo en una especie de ritmo, como con una canción, que más tarde comenzó a tararear la susodicha canción y finalmente llegaron a Serpentaria. Respiró profundamente antes de pronunciar la contraseña en la puerta y abrirla.
-Y hemos llegado...-dijo al fin, mirando la fachada. Sabia lo que le esperaba dentro de la torre. Habia vuelto a hacerlo, a irse sin avisar a nadie, pero esperaba a que no la hubiesen echado mucho de menos, con el tiempo que estuvo de vuelta, se sintio un poco apartada del grupo asi que pensaba que no les importaria mucho si volvia a desaparecer. Se giró a Nasher y sonrio nerviosamente.
Cruzó la puerta, esperando a que Nasher le siguiera. Escuchó ruidos en la cocina y se acercó a ella. El ambiente que se encontró fue despreocupado y alegre. Los chicos habian comido ya y estaban reposando cómodamente. Nia entró con una mezcla de expectación y verguenza y miró a los presentes. Dos de la cosecha de Nasher estaban ahí.
-H-hola... Perdon por no decir que me habia vuelto a ir...-dijo sin mirar a nadie a los ojos.-He traido a alguien que no se si recordareis. Se llama Nasher para los que no lo sepan y ya ha aprendido a controlar su color.-dijo, apartandose para que vieran al chico arseniano.
Se llevó la mano a la nuca y una risilla nerviosa se asomó en su garganta, hasta que de pronto saltó en el sitio, señalando al pequeño gato negro y blanco que habia.
-¡AH!-exclamó, señalandolo.-¡UN LOBO!-dijo con gran sorpresa, como si los demás no lo vieran.

Giz acababa de volver de las clases con Miloslava algo decepcionado. Lo primero que había aprendido era que los genes debían cambiarse directamente en el cigoto, celula cuya existencia había pasado desapercibida por los conocimientos de Giz hasta esta mañana. Esto no habría sido un problema y se habría quedado simplemente en una información valiosa si no fuera porque los pequeños felinos que había traído de la Tierra eran imposibles de modificar a estas alturas. De todas formas le quedaba el consuelo de que habían tenido una mejor acogida de lo esperado. Cuando llegó con ellos a Rocavarancolia, imaginaba que sus amigos se molestarían por traer tantas bocas que alimentar al torreón, pero todo lo contrario: los gatos fueron recibidos con los brazos abiertos, tanto que incluso Noel y Adara se hicieron cargo de alguno de ellos. En general, el torreón parecía contento con los pequeños felinos, salvo quizá Tsusu, que tenía que huír constantemente de Odín, o Gael, que no podía tocarlos aunque quisiera. Sin embargo, esto último era algo pasajero. Giz tenía pensado encontrar la manera de solucionarlo cuando avanzara con la genemagia.

Tras subir comida a la cabra y al resto de gatos, se juntó con Noel y Gael en la cocina para comer y hacer recuento de sus apuestas. Apenas le había dado tiempo a acordarse de ellas con tantas cosas como tenía en la cabeza, pero ahora con las cuentas tan próximas, estaba incluso nervioso por los resultados. Suspiró aliviado al saber que no había perdido y el castigo de Noel le pareció bastante divertido, tanto que incluso faltaría a las clases de genemagia por verlo en directo. << Nos echarán de la Taberna de nuevo... >>. Sonrió divertido.

En pocos minutos, la puerta del torreón se abrió un par de veces. La primera vez entró Matt, el terrestre que se había convertido en un pequeño desierto independiente con la salida de la luna. Giz lo saludó distraídamente y dejó que Tsusu lo acaparara. La segunda vez entraron dos personas. Nasher, el asreniano que lucía, y para sorpresa de Giz, Nia. Durante todo el tiempo que la náyade había estado en paradero desconocido, él imaginó que estaría bien. Ya había desaparecido una primera vez durante todo un año y había sido capaz de volver, no había de qué preocuparse. Sin embargo, el resto no parecían pensar igual y habían acabado yendo todos a buscarla. << Solo dos meses >> se dijo pensando en que esta vez había tardado bastante menos en volver a hacerse visible.

Los saludó a ambos lo más amablemente que pudo, tratando de relajar el ambiente para lo que podría venir después, y de nuevo se ausentó en sus pensamientos, calibrando qué cosas podría hacer con un par de clases más.

Nasher pronunció algo inseguro la contraseña que le había dado Nia y la siguió al interior de la torre. No tuvo mucho tiempo para examinar la decoración, porque Matt y Tsu habían entrado en su campo de visión.

-¡¡Maaatt!! ¡¡Tsusu!!- gritó abrazándolos a ambos y parpadeando con luces de colores de pura felicidad- ¿Os acordais de mi? No he cambiado mucho en realidad... Bueno, estoy un poco más alto...

Comprobó su estatura usando a Matt como referencia y aun espachurrando a un desafortunado Tsusu saludó al resto con una sonrisa.

-Hola. Encontré a vuestra amiga en Gamides y ella me trajo hasta aquí- explicó- He estado desde la Luna Roja allí entrenando, y la verdad es que he mejorado bastante, aunque está feo que yo lo diga- mientras hablaba iba caminando por la habitación y cambiando el color de su piel para imitar el de la persona que tuviese más cerca- Oh, este me gusta- dijo al llegar a la altura de Gael. Acabó quedándose completamente azul, con una especie de ilusión de llamas a la altura del estómago.

Le gustaba aquel sitio, y la gente era rara, pero de la parte interesante de la rareza. Tampoco se le había pasado que Nia había estado todo el camino intentando convencerle para quedarse << Pero hasta que no vea la Sede no tomaré una decisión..>>

No habíamos tenido tiempo de responder a las preguntas de Matt tras su reencuentro con Tsusu cuando de pronto oigo unas voces en la entrada. ¿Más gente? Según se acercaban a la cocina pude reconocer muy claramente a una de ellas: Nia.
Me asombré cuando la vi aparecer por la puerta con Nasher. Pero más me asombré al ver que Nia no parecía pensar que desaparecer dos meses sin avisar fuese algo serio.
-¡Nia! -exclamé medio perplejo -¿Se puede saber...? -dejé la frase a medias cuando Nia gritó algo acerca de un lobo.
El "lobo" se trataba en realidad de Odín, quien por supuesto se había acercado a curiosear a los que habían llegado nuevos. Estaba ocupado intentando atrapar alguno de los granos de arena de Matt y yo intentando que dejase de hacerlo cuando cambió su atención a Nia. Ella se asustó visiblemente, así que me acerqué para cogerlo. En cuanto alargué el brazo me soltó un zarpazo, creando un nuevo arañazo junto al resto de decenas de ellos.
-¡Ay, hijo de...! -aparté el brazo de golpe-. Eres un gatito muy maligno, ¿lo sabías? -acto seguido me dirigí a Nia, mientras Odín ya se desinteresaba por ella y se plantó delante de Nasher contemplando con atención sus cambios de color-. Es un gato, Nia, no un lobo. ¿Nunca habías visto uno? Tranquila, no son peligrosos... -me llevé la mano a la nuca recordando que yo mismo estaba cubierto de sus arañazos-. Bueno, quizás salvo conmigo, pero no pasa nada, en el fondo me quiere -dije sonriendo para después cambiar mi tono a uno mucho mas serio-. Pero ya hablaremos de Odín en otro momento... ¿¿Se puede saber dónde diablos estabas?? ¡Te hemos buscado durante más de una semana! ¿Tanto cuesta avisar? Hay que ver, entre tú y Azura nos habéis dado estos dos meses... -comenté con cara de disgusto.

Gael seguramente se encargaría de seguir reprimiéndola, así que lo dejé en sus manos y me acerqué a Nasher, a quien con tanto jaleo aún no había tenido tiempo de saludar.
-Nasher, ¡hola! Cuanto tiempo... Tsusu y Wen también estaban muy preocupados por ti -lo saludé con una sonrisa mientras Odín seguía mirándolo fijamente con el rabo moviéndose de un lado a otro-. Este es Odín, no te hará nada, pero creo que tus colores le llaman la atención... A veces persigue a Tsusu por todo el torreón -le conté riéndome-. Y bueno, Matt, Nasher: Wen y Kaethe están en el burdel, están bien. Wen se entrena con nosotros a diario. La maestra y yo le hemos enseñado a volar; a Tsusu también. Si queréis podemos ir a hacerles una visita.

En poco tiempo la torre se había llenado de nuevo. Sonreí contento de volver a ver a los desparecidos.

Mientras tenía lugar el emotivo encuentro entre Matt y Tsusu, que nos había hecho olvidar lo de las apuestas rápidamente, más visitas inesperadas llegaron a Serpentaria. Nia, acompañada de Nasher, entró en la cocina y sin mirarnos a ninguno a la cara pidió disculpas por desaparecer de nuevo. Anonadado, no acerté a decir nada, aunque Noel sí, porque tuvo que explicarle que su gato no era ningún lobo. Mientras tanto, Nasher seguía hablando con los demás y presentándose. Le sonreí cuando se acercó a mí para hacer un truco muy bonito con el color azul y le di la bienvenida.

Cuando los ánimos por el reencuentro se calmaron un poco Noel explicó a los recién llegados dónde vivían ahora sus compañeros. No estaba escuchando con mucha atención, observaba a Nia que todavía parecía cohibida. Me pregunto, igual que me pregunté cuando desapareció y en los días siguientes, en qué estaba pensando. Ahora ya sé que no debe preocuparme que vaya por ahí sola, pero teniendo en cuenta la ciudad en la que vivimos desaparecer de repente no es buena idea si aprecias a tus compañeros. Suspiro casi imperceptiblemente y me acerco a ella mientras Noel termina de hablar, poniéndome a su lado.
-¿Vas a seguir haciendo siempre lo mismo? -le pregunto sin alzar apenas la voz-. Creía haberte dicho ya que los que no sabemos donde estás nos preocupamos por ti. Encima vuelves con esa cara de arrepentimiento -digo girándome para mirarla- así que supongo que no sirve de nada decírtelo -suspiro de nuevo y me cruzo de brazos y piernas levitando a su misma altura-. ¿Qué te pasa? Si quieres hablarlo, hoy o cuando sea, no olvides que tienes amigos aquí mismo.
No sé si me entenderá, pero no me refiero solo a lo que pasó ahora. Desde que desapareció por primera vez y volvió no parece la misma persona, y me pregunto qué tiene que estar pasando por esa cabeza suya.

Mientras estábamos en la pequeña reunión en la cocina la puerta de la torre vuelve a abrirse. Me giro a ver quien era y veo entrar a la pequeña náyade que vi en el río y una sonrisa efusiva se dibuja en mi cara al descubrir que quien le acompaña no es otro sino que Nasher. "Ostias, has creído.". Digo mientras le veo abalanzarse a mi brillando para darme un abrazo.

-¡Cuidado que un apretón de esos más y me deshaces!- Digo bromeando y mirándolo de arriba abajo analizandole viendo lo poco a cambiado."En realidad el sigue exactamente igual. No ha cambiado nada sigue siendo igual de bueeno" Pienso mientras le escucho hablar conmigo. -Bueno creo que eres el único que no ha mudado de piel. Creo que eres el que menos ha cambiado capuyo.- "Y mira que el lagarto eres tu desgraciado." Digo sonriendole.

Nasher comienza a hablar con los allí reunidos y una sonrisa picara se me dibuja en la cara al ver la seguridad con la que habla y se mueve."Vaya vaya vaya... parece ser que si que has cambiado un poco querido mio." De pronto la náyade sale corriendo gritando por un gato que ella le veía pinta de lobo.

El gato estuvo desde que llegué a la torre intentando cazar las esferitas de arena que iba soltando de mi cuerpo. Era gracioso verle intentar cazarlas por lo que no me molestaba, me entretenía bastante intentar que no consiguiera cogerlas. "Ya tengo entretenimiento en la torre. Pero como se le ocurra utilizarme de baño lo entierro." Una imagen mía hundiendo al gato en el desierto y poniendo escusas malas a Noel para que no pensase más en el gato no pude reprimir soltar una carcajada suave.

Noel saluda a Nasher y me explica que Wedn y Kaethe están en el burdel por lo que me alivia muchísimo saber que estamos todos bien. Noel me ofrece su compañía para ir a verles. Su ofrecimiento me hace sentirme a gusto casi como si les conociese de toda la vida. Me hace recordar los primeros tiempos en los que pasé en la ciudad. "Pero este golpe no nos mataremos entre nosotros... al menos eso espero." Desvío de mi cabeza los malos pensamientos y me acerco a Noel sonriendo. Gael se acerca a la náyade y comienza a echarle la bronca. "Bah... Esto no va conmigo. Tengo que dejar los libros en alguna lado.. comienzan a pesar después de un rato teniendo que sujetarlas." Desvío la mirada hacia Noel de nuevo y comienzo a hablarle de manera algo avergonzada.

-Me encantaría ir a verles pero... ¿ Podría dejar estos libros en algún lado porfa? Es que esto pesa lo suyo la verdad.- Digo señalando los libros tirados en el suelo.

Parecía que había bronca, bronca para Nia. Nasher inntentó pasar desapercibido y molestar lo menos posible, por lo que centró su atención en Matt. Su tacto era extraño, y a pesar de que sabía que su compentario no había sido más que una broma, temió de verdad que fuese a desmoronarse en sus brazos. Tenía mucha curiosidad sobre sus poderes, sobre los poderes de ambos, sobre los poderes de todos. Quería saber exactamente qué podía hacer cada cual, cómo había sido su cambio, y su interés se mezclaba además con sus ganas de exhibirse y demostrar lo que él podía hacer. Había aprendido bastantes trucos en su soledad, principalmente por pura supervivencia, sobretodo el tema de las feromonas. << Dudo que ninguno sepa lo que es tener una horda de colaespinas en celo persiguiéndoles...>> Según lo que les decían, Kaethe y Wen estaban a salvo, en un sitio llamado burdel << ¿No dijo Nia que se llamaba burdeos?>> Daba igual, el caso es que estaban ambas bien. Había podido leer algo sobre la transformación de Kaethe por sí mismo, pero la de Wen fue más complicada.

El animal que había causado tanto revuelo estaba ahora a sus pies, jugando con trozos de Matt. Era peludito y de orejas puntiagudas. Nasher se agachó para verlo más cerca, y al notar el interés del animal por sus luces, creó un punto rojo luminoso y lo hizo moverse a lo largo de su brazo.

-Mirad, es como un pequeño Lief- dijo riendo mientras miraba al gatito perseguir el punto rojo.- ¡Hey!

El gato le había mordido para coger el punto, pero por suerte Nasher tenía una piel bastante dura. Logró acariciarlo un par de veces a la vez que jugaba con él.

Nia

Su llegada atrajo más atención de la que le hubiera gustado. Noel le explicó que aquello no era un lobo, sino un gato, animal que Nia desconocia. Sacudiendo la cabeza hacia los lados, muy convencida, insistio en la peligrosidad del animal.
-¡Pero luego estos crecen y les salen zarpas y dientes largos!-dijo señalando al minino. No sirvio de nada intentar cambiar de tema, Noel fue el primero en regañarla. La mirada de la niña calló en picadao al suelo mientras permanecia en silencio y era regañada.
-Lo siento...-murmuró al una vez Noel hubo acabado, fue a buscar con la mirada a Gael, pero antes se acercó él a ella, bastante preocupado y molesto por la nueva y repentina desaparición de la ulterana.
-Gael...yo...-dijo, en casi un susurro pero su mirada volvio a caer al suelo.-He estado ocupada...-dijo en un principio, pero le parecio que no era suficiente contarle solo eso.-Era algo de vital importancia, algo realmente bueno y en lo que estuve trabajando estos tres años...-tragó saliva.-...Hace dos meses el consejo me prohibio llevarlo acabo y... no se... perdí la cabeza.-lentamente, reunió coraje para mirar al fuego fatuo a los ojos.-Y...-volvio a suspirar, pero esta vez con cansancio.-...Ya da igual todo, he decidido tomarme un descanso. He viajado.-dijo, antes de callarse ya definitivamente, pensando en lo estúpida que era con todo lo que estaba pasando. Reprimio una lágrima que su yo más joven pronto habria dejado escapar e intentó fundirse en el ambiente, cosa que no se le daba para nada bien. Al menos, la nuevos se habian instalado bien en la torre y eran felices con su nueva vida. Ella, por su parte, no sabia que iba a hacer. Tenia historias que contar, conocimientos que aportar, gente a la que ayudar, pero nada de eso parecia servir. Las diferencias entre la gente de la ciudad y ella eran bastante grandes, como ya lo habia sido antes de que fuera cosechada.
Miro al gato mientras dejaba la mente en blanco. Era muy mono y tenia ganas de acariciarle la cabecita pero estaba convencida que creceria al tamaño de un león o mayor incluso y por ello le daba un respeto en el cual la distancia era su mejor regalo.

Capté la conversación que Gael mantenía con Nia en voz baja con bastante claridad por lo que pude saber que el fuego fatuo ya se había encargado de rematar la bronca. Nia parecía muy desanimada por algo, tal vez deberíamos hablar con ella más tarde. Sin embargo, de momento debía centrar la atención en nuestros nuevos huéspedes. Me entretuve viendo como Odín perseguía un punto rojo que Nasher había creado en su piel y lo desplazaba. Hasta que Odín mordió el punto. Le pedí disculpas a Nasher y regañé al gato, aunque lo único que conseguí fue otro arañazo en la cara al agacharme para cogerlo. Matt preguntó si podía dejar los libros que llevaba en algún sitio.
-Claro, Matt, ven conmigo... Espera, ¿te vas a quedar a vivir con nosotros al final?
Ante su respuesta afirmativa, la cual recibimos con alegría, lo conduje al primer piso.
-Elige cualquiera de las habitaciones vacías, la que más te guste. Por cierto, ojo con los muebles: algunos cobran vida -le expliqué riendo-. Yo tengo un armario claustrofóbico que nunca quiere cerrar una de sus puertas.

Volví a la cocina con los demás mientras Matt se instalaba y esperamos a que volviese. Mientras tanto Odín había decidido que ya me había arañado suficiente por el momento y se dedicaba a frotarse contra mis piernas mientras yo lo acariciaba distraídamente.

Noel me ofrece quedarme en Serpentaria a vivir por lo que acepto de inmediato. Me alegra muchísimo que me hayan propuesto quedarme. Ademas estando Tsusu en la torre también no me sentiré tan extraño. Noel me ha dejado en la planta primera para elegir cuarto. Abro la primera habitación pero no me convence por lo que continuo mirando hasta encontrar una habitación sencillita ni muy grande ni muy pequeña. Perfecta para mi. Acostumbrado a dormir al raso en el desierto con tener cuatro paredes ya para mi sería un palacio.

"Mi nueva casa." Pienso mientras suelto los libros en la mesa de mi habitación y aparto la silla sentandome en ella. La silla tiembla al sentarme lo que hace que me levanta de golpe. -¿Pero que mierda?- Me quedo mirando a la silla. -Matt.. estas enfermo mental profundo tío.- Digo mientras me siento en la cama.

Hacia mucho tiempo que no me sentaba en una cama. Esta cama es más cómoda que la que había en Maciel. Me fijo en el mobiliario de la habitación que consta de una cama mullida, una mesa, una silla y un baúl. -Mmm podría acostumbrarme a esto.- Me acuesto en la cama y me quedo mirando al techo sonriendo. -Mi nueva casa.- De pronto la imagen de Wedn y Kaethe me asalta la cabeza. Un pequeño traqueteo de madera me sobresalta por lo que de un salto me incorporo y me fijo de donde probiene el sonido. -¿Enserio?- Digo mirando incrédulo a la silla que comienza a moverse hacia mi.

Me levanto de la cama y me acerco a la silla -¿Hola?- La silla se detiene de golpe y sale a correr metiéndose debajo de la mesa. -¡Aiii que cosa mas graciosa!.- Sonrío y le saludo con la mano. -Holaaa no tengas mieeedo no voy a hacerte daaño.- Digo como si hablase con uno de los gatos de abajo.

La silla sale poco a poco de debajo de la mesa y se acerca hacia mi con prudencia. "Es como un perrino. Esto de la magia cada vez me sorprende mas." Acerco la mano hasta la silla andante y la acaricio. -¿Lo ves? No voy a hacerte daaaño.- La silla traquetea un poco y vuelve a su sitio. "Mmmm... muy interesante."

Bajo a la cocina donde se encuentran todos y me apoyo en el marco de la puerta mientras hago que una pequeña bola de arena revolotee sobre Odín captando su atención y haciéndole salir a correr persiguiéndola. -Bueno señores... ya estoy medio instalado. Hay una silla algo extraña en mi cuarto. Me he sentado encima y luego se ha movido. - Digo en un tono de curiosidad pero de pronto noto como el gato ha conseguido atrapar la esfera y la he espachurrado contra el suelo. Vuelvo a formar la esfera y hago que continúe corriendo por la habitación delante del gato. No puedo reprimir soltar una carcajada suave al ver como el gato vuelve a atraparla y se sorprende al ver como la arena se deshace en la zarpa y vuelve a recomponerse para seguir corriendo.

-Bueno señores... ¿Nos vamos de excursión?- La bola de arena se deshace y las partículas de arena vuelven a mi cuerpo. -Yo ya estoy listo-

Al escuchar las excusas de la náyade termino sonriendo. Enfadarse no sirve de nada y me preocupa un poco todo lo que ha dicho.
-Tonta -le digo cariñosamente- ¿de verdad tenías que guardarte eso para ti? La próxima vez cuenta con nosotros, ¿vale? Podemos ayudarte de muchas maneras, aunque no lo parezca... Espero que nos cuentes qué es lo que planeabas cuando haya un poco menos de ajetreo... y también lo que has visto y hecho en tus viajes.

Después, mientras Matt subió arriba y los demás esperábamos nos pusimos a observar los gatitos que andaban por la planta baja y a jugar con ellos. Nia parece desconfiar todavía y eso me hace gracia, pero los demás juegan con ellos y parecen encantados. A mí solo me queda mirar sus caras peluditas e imaginar lo suaves que son. En un rato, Matt se nos une de nuevo, ya listo para partir hacia el burdel. Me hacía ilusión ir por allí de nuevo, pues hacía mucho tiempo que no veía a algunas de las personas de allí. Aunque ahora Elliot ya no estaba allí podría saludar a Cain y los demás. Al salir por la puerta éramos una gran tropa, la torre quedó casi vacía.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Nasher finalmente había decidido quedarse en la Sede así que el resto volvimos a Serpentaria porque ya era casi la hora de cenar. Cenamos todos juntos charlando principalmente sobre las conversaciones en el burdel y la sede. Justo después de cenar Odín apareció por la cocina y descubrió los tentáculos de Nia. Inmediatamente se puso a intentar atraparlos. Como Nia todavía seguía pensando que era un lobo y estaba asustada cogí al gatito. Lo que me ganó un nuevo arañazo. Por suerte la regeneración natural de mi transformación ya había empezado a hacer efecto en los arañazos más antiguos, o ya no tendría brazo suficiente para tantos.

Inmediatamente después de cenar Nia subió a su habitación. Intercambié una significativa mirada con Gael.
-Giz y Tsusu, ¿podéis encargaros vosotros de enseñarle la torre a nuestro nuevo inquilino arenoso? Nosotros creo que debemos hablar con nuestra medusa escapista.
Odín se había vuelto a interesar por los granos de arena de Matt así que dejé que se fuera con ellos mientras Gael y yo subíamos a la habitación de Nia.

Llamamos a la puerta y cuando salió le dijimos que queríamos hablar con ella.
-Veamos, Nia... Estamos algo preocupados por tu comportamiento. Nos gustaría que nos contases que te ocurre. No tienes que guardártelo todo para ti siempre -le sonreí animándola a que empezase a hablar.

Nia

Finalmente volvieron a Serpentaria, con un nuevo habitante de esta. No habló con él de camino, ni le conocia apenas, pero le daba igual. Su mente estaba ocupada en otras cosas. Comenzó a desempacar una caja de cartón improvisada que contenia lo que parecian unas algas negras. Las puso en un bote con agua ligeramente amarillenta y echó una especie de polvos a esta cosa que hizo que una ligera tonalidad verde se pudiera apreciar. Suspiró, continuando con su trabajo. Esta vez sacó una maceta que llenó de tierra húmeda, casi lodo e introdujo tres semillas dentro, del tamaño de una bola de pimienta cada una. Entonces llamaron a su puerta. Tras limpiarse las manos (y sobretodo uñas) abrio la puerta para ver a Noel y a Gael en el umbral de esta, requeriendo su presencia. Nia sabia que querian, pero no sabia que iba a decirles exactamente. Entraron al cuarto y Nia, tras intentar adecentar un poco el cuarto, se mantuvo suspendida en el aire, toqueteando nerviosamente las puntas de su vestido. Se mordio el labio, sin saber por donde empezar.
-Yo...Esto... A ver... ¿cómo lo explico?-comenzó algo nerviosa, gesticulando exageradamente y de pronto dandoles la espalda, muerta de verguenza por su indecisión y nerviosismo. Suspiró.
>> Es ahora o nunca.
-Mi madre era biologa.-soltó de pronto, echando la vista al pasado.-Se esforzaba cada día por observar la naturaleza y todos sus seres para poder encontrar soluciones a diferentes cosas del mundo. Medicinas sobre todo... Yo siempre quise hacer eso mismo, ayudar a mucha gente... Pero mi destino era otro mucho más diferente. Iba a tener un trabajo de oficina en alguna empresa aburrida de la ciudad.-se abrazó a su parte inferior, mientras levitaba en circulos, lentamente.-Todo cambio al llegar a la ciudad. Hice amigos, descubri lo que significa la amistad, sufrí perdidas terribles para las cuales no estaba preparada, pero ¿quién lo está? Y encontre amor y crueldad a iguales...-echó la cabeza para atrás.-Yo intenté cambiar esto último. Intentaba hacer de esta ciudad un lugar mejor para todo el mundo...-parpadeó lentamente.-¿Sabeis la cantidad de cosechados inocentes que mueren cada año en esta ciudad? ¿Podeis imaginar los números? Esta ciudad masacra a generaciónes jóvenes de planetas remotos... O al menos es mi punto de vista. Claro que la ciudad tiene sus puntos buenos...-dijo, llendose del punto que pretendia explicar. De prontó sacudio la cabeza.-El caso, segui el camino de mi madre y durante todo un año me aislé de todo contacto, la ciudad me oprimia, tan seca, polvorienta y cruel y me mudé al océano, quizás no de la manera que deberia haberlo hecho, pero lo hice y lo hecho, hecho está.-se aclaró la voz antes de continuar hablando.-Y ahí estudié la cantidad de plantas y animales que viven en las aguas y son unos cuantos... Escribi cada dia un informe completo, recogi muestras, experimenté con ellas y finalmente, mi esfuerzo de un año dio resultado.-dijo mientras se acercó a un aparador seco y extrajo una caja casi tan grande como ella y abrio la tapa. En ella habia multitud de frasquitos y botiquines de diferentes colores y texturas.
-Más de cincuenta remedios contra venenos, enfermedades y dolencias, embotelladas y producidas en suficiente cuantia para todos, cosechados y ciudadanos, monstruos y animales... Pero el consejo cree que la cosecha no debe funcionar así, y hace dos meses, rechazaron todo el trabajo, todo aquello por lo que estuve trabajando durante casi tres años... Tres años tirados al garete, en el que me distancié de todo el mundo... Me odio a mi misma por haber sido tan estúpida.-dijo cerrando la tapa-Es solo un sueño tonto. La ciudad seguirá viviendo de la sangre de niños y niñas inocentes mientras los peces gordos disfrutan de su poder con tirania.-añadio con odio mientras guardaba la caja de nuevo, con un retintineo de los frasquitos. Dandoles la espalda, se agarró las faldas de su vestido con fuerza, tanto que la seda se estiró fuertemente.-Y bueno, todo eso es lo que me preocupa. No creo que podais considerarme como una amiga ahora. Entenderé si quereis que me vaya, total, ya siento que os he perdido por un sueño estúpido.-dijo finalmente, conteniendo las lágrimas.

Escuchamos lo que Nia nos tenía que contar en silencio, sin interrumpirla. Miro intermitentemente al suelo y a ella, pensando en qué decirte cuando terminase. Ahora entendía mejor lo que había hecho y por qué, aunque seguía pensando que no tendría por qué haber sido así, apartada y sin decir nada a nadie. Pero tal y como estaba de ánimo no me veo capaz de reprocharle nada. Solo cuando tras explicarlo todo dice creer habernos perdido intervengo sin poder evitarlo.
-En primer lugar, no creo que hayas perdido a tus amigos... nosotros estamos aquí ahora mismo, ¿no? y juraría que todos te lo han dejado claro por la forma que han tenido de recibirte. No deberías pensar eso después de ver todo lo que has visto. En segundo lugar, no creo que tu sueño sea estúpido. Mira todo lo que has hecho, lo que has aprendido, ¿crees que eso no sirvió para nada? En esta ciudad vive mucha más gente que cosechados, y si lo que planeabas salió mal ya no hay nada que hacer, pero puedes hacer muchas otras cosas. -Miro a Noel en busca de apoyo y añado todavía algo más-. Vale, equivocarse o que algo salga mal son cosas que joden, pero Nia, la vida sigue, ¿de qué sirve lamentarse? Ahora tenemos entre nosotros a una alquimista de primera.
Le sonrío y me acerco un poco. Le hubiera revuelto el pelo si pudiera, pero en lugar de eso amplié mi sonrisa.
-Y para recuperar el tiempo perdido con todos tus compañeros nada como la fiesta de la taberna dentro de dos noches, ¿vendrás, no?

Atiendo a la historia de Nia en silencio sin interrumpirla. No sabía casi nada de lo que cuenta ya que desde que llegué yo a Serpentaria ella había estado fuera o medio encerrada en sí misma. Cuando termina frunzo ligeramente el ceño al oírla decir que no la consideraríamos como una amiga. Espero a que Gael hable primero ya que es quien mejor la conoce y sólo intervengo cuando me mira significativamente.
-Haz caso a Gael, haznos el favor. ¿Cómo puedes decir que ya no querremos ser tus amigos? Hay que ver que tontaína puedes llegar a ser -digo con una sonrisa-. En fin, en general ya lo ha dicho todo él, pero reafirmo que no deberías considerar lo que has hecho inútil. El consejo y la ciudad son así: crueles. Y no creo que nos quede más remedio que aceptarlo. Pero piensa en lo útil que será todo eso para nosotros, todos tus amigos; e incluso para los habitantes de la ciudad si piensas más a lo grande. No entiendo como puedes decir que todo es inútil, ¡ya les gustaría a muchos tener la mitad de conocimientos que tú sobre alquimia!
Al terminar mi discurso le doy unas suaves palmaditas a Nia en la cabeza con una sonrisa.

Nia

Nia iba a contestar al momento a Gael, pero simplemente no podia. Las palabras del fuego fatuo le golpearon tan fuertemente que simplemente se quedó en el sitio, escuchando a lo que iba diciendo. Cerró los ojos, mientras Noel pasaba tambien a regañarla para por último decir unas palabras amables y palmearle la cabeza, cosa que hizo a Nia suspirar. Se llevó las manos a la cadera y fruncio el ceño.
-¡Si, si! ¡Todo eso ya lo se! Pero el sentir que hay gente que mi ayuda les serviria muchisimo más, que se salvarian muchas vidas... Tampoco habia pensado hacer algo más que ayudar a gente necesitada con esto... ¿Qué otra cosa podia hacer?-dijo Nia encogiendose de hombros, pero sintiendose mejor, ahora que habia podido hablar con ellos y habia oido de ellos las palabras. Se apoyó en la mesa, con un vial de un líquido rojizo jugueteando entre los dedos mientras miraba a los dos chicos, con nuevas ideas cruzando su mente.

El grupo había vuelto por fin de su visita al Burdel y Serpentaria y la sensación global que reinaba entre todos era extraña, a falta de un calificativo mejor según Giz. Desde que salieron, el asreniano no hizo mucho ni en el burdel ni en la sede. Salvo saludar y escuchar o perderse conversaciones accidentalmente y poco más.

Cuando llegaron, Gael y Noel parecían querer hablar con Nia, que no parecía demasiado mejor después de su repentina llegada y el paseo, así que Giz accedió de buena gana a enseñar la torre a Matt, acompañado de Tsusu. Le enseñaron primero las habitaciones de la planta baja, como la cocina y las salas de estar con chimenea y luego subieron a la planta de las habitaciones particulares.

-En las habitaciones de este pasillo dormimos todos-fue señalándole las habitaciones de Noel, Gael, Tsusu, Dama Puente y el resto de habitantes del Torreón y puso especial interés en tres habitaciones-. En esta-señaló la puerta de su propio dormitorio-, puedes entrar cuando quieras, es la mía, pero ten cuidado porque últimamente parece un microcosmos y en concreto hay una cabra con muy malas pulgas.

>>Esa de ahí es de Nia y visto que eres de arena y pareces un brujo, no te recomiendo que entres. Es una habitación muy… acuática. No sé, lo mismo el barro no te supone un problema, pero por sí las moscas-se encogió de hombros.

>>Y esa…-señaló a la última que le quedaba-. En particular a esa sí que no deberías acercarte. Es la habitación de Azura, aunque últimamente más bien parece una jaula cerrada a presión desde el interior. Es muy suya, ella-no quería contar demasiado sobre la situación de Azura, no le correspondía a él esa tarea.

Luego subieron todos a la parte superior gracias a un par de hechizos de levitación e intangibilidad y le enseñaron la biblioteca de Serpentaria.

-No es tan grande como la biblioteca general, aunque no tiene unas normas tan estrictas tampoco. De todas formas te recomiendo que no saques demasiados libros de golpe y que no los alejes demasiado de la torre ni los descuides, por si acaso.

Cuando acabó la explicación, se quedó de pie parado, sin saber qué más podría añadir o si se habría dejado alguna cosa. << Ahora deberías interesarte por él. Sé educado, Giz >> se dijo a sí mismo, recordando algún detalle suelto de los libros de modales humanos.

-¿Alguna duda? ¿Tienes hambre? ¿Te apetece algo?-soltó las preguntas en una retahíla que sonó bastante más despreocupada de lo que debería.