Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Estoy frenético, más calmado quizá, pero hacía tiempo que no luchaba con tanto frenesí, que no bebía con tanta ansia y con tanta adrenalina disparada por mi cuerpo. Solo espero que no se me note, por algo estoy rígido y de brazos cruzados desde que les he dicho lo que pensaba. El ulterano piensa más o menos como yo, es algo. Luego se suceden varios intercambios de palabras entre los demás, pero me entero de poco. Estoy deseando salir corriendo, llegar a casa y bañarme con agua a punto de congelación, para calmarme de una maldita vez.

Los demás siguen hablando y hablando... <<< Diablos... Ni que se hubiera muerto alguno o les hubiera arrancado un brazo de cuajo aquella cosa... >>> Pero no es sólo lo de bajar solos a los subterráneos, tiene que haber algo más que no alcanzo a entender y que no sé... <<< ¡Vete ya! Aún falta para el amanecer, pero tienes una responsabilidad: Elunin sigue en la Sede, también estaba preocupado y cuanto más tarde en llegar, peor... >>>

Aníbal acaba despidiéndose y pone rumbo a la Sede. Yo miro al grupo y, tras inspirar hondo varias veces de manera imperceptible, digo sonriendo:
-Nos veremos en el próximo entrenamiento. Tengo un nublino al que recoger y alimentar, así que me marcho. Que durmáis bien.

Y acto seguido, sin esperar respuesta, me giro sobre mí mismo y echo a correr hacia la otra torre, a velocidad vertiginosa, sobrepasando a Aníbal sin que apenas sea capaz de verme...

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Miré con expresión vacía a Giz mientras me ofrecía una mano para salir de los subterráneos. Acepté su ayuda sin decir nada. Giz parecía preocupado por mí y no enfadado, pero fui incapaz de hablar con él. Tenía miedo a decir nada. Miedo al rechazo por parte de aquellos a los que quería. Y sobre todo miedo de mí mismo.

Llegué a Serpentaria acompañado por Giz sin prestar atención a nada de lo que me rodeaba, siguiéndolo a él como si fuera un autómata programado para caminar. Me detuve frente a los demás, evitando mirarlos. Escuché como primero Aníbal y a continuación Jack y el señor káiser nos explicaban su punto de vista. Aníbal fue el más duro, pero por otra parte nos dio un abrazo a cada uno a pesar de todo... y rectificó sus palabras tras escuchar a Jack. No sabía que pensar de todo lo que habían dicho, en ese momento no sabía nada. Pero cuando Jack se acercó a acariciarme la cabeza lo recordé... Recordé su rostro de satisfacción mientras bebía la sangre de sus enemigos y los cortaba con su espada una y otra vez... Igual que yo. Pero estaba claro que a él no le afectaba en lo más mínimo este hecho. Ni tampoco a los demás. Era una conclusión a la que era fácil llegar. Pero aún así... Había sido una experiencia muy desagradable. Había disfrutado haciéndoles daño. La voz de Gael me sacó de mis pensamientos. Le habló a Adara, expresando en voz alta mi propia preocupación. Eso me distrajo de mis funestas cavilaciones y levanté la cabeza. Adara nos habló por fin. Me sentí inmensamente aliviado al escuchar sus palabras. Ninguno nos guardaba rencor. Y todos nos tenían un gran afecto. A Adara se le escaparon algunas lágrimas y nuevamente sentí mis propios ojos humedecidos. Me permití un amago de sonrisa mientras nos despedíamos de ellos. Sentía que debería haber dicho algo, hecho algo, mostrar alguna emoción. Pero no me sentía con ganas de hacer nada...

Cuando todos se fueron, me dirigí a mi habitación evitando mirar a mis compañeros.
-Yo... estoy muy cansado -dije mirando al suelo-. Estaré en mi habitación...
Me metí en mi cuarto sin esperar ninguna respuesta. Aún me daba miedo lo que pensarían de mí. Especialmente Alicia y Giz. Los conocía mejor que a ningún otro y sabía como eran... Me senté en la cama, sin desvestirme, con los codos sobre las rodillas. Observé el armario, con la puerta derecha siempre abierta. ¿Cómo iba a ser capaz de dormir? No podía quitarme el asunto de la cabeza. Me daba miedo el momento en que tuviera que enfrentarme a Giz y a Alicia... De pronto escucho unos golpes. Alguien llama la puerta de la habitación. El corazón me latía muy deprisa cuando me levanté a abrirla. Era Alicia. Me quedé inmóvil delante de la puerta sin saber que decir.
-¿Qui... quieres pasar? -dije por fin.
Le ofrecí sentarse en la única silla que había en la habitación y yo me sentí en la cama. Entonces empezó a hablarme. Me habló acerca de Pyro y de lo que sentía. Yo conocía los problemas que acarreaba su transformación, había leído sobre ello y lo había podido comprobar viviendo con Alicia. O mejor dicho con Azura. Escuché atentamente todo lo que me explicó. Y entendí por qué me estaba contando todo aquello. En el fondo lo que le sucedía a ella con su "hermana" era lo mismo que me había sucedido hoy a mí. Al principio no me sentía capaz de mirar a Alicia a la cara, pero según avanzaba la conversación mi apatía fue remitiendo. Me di cuenta de que podía sentirme identificado con todo lo que ella decía, era diferente pero igual al mismo tiempo. Gran parte de mi miedo desapareció. Alicia no me rechazaba, sino que me comprendía.
-Tienes razón, Alicia... Tienes toda la razón -le dije mirándola a los ojos directamente por primera vez desde que habíamos salido de los subterráneos-. Yo... te agradezco mucho que hayas venido a hablar conmigo, Me siento mucho mejor -le sonreí débilmente-. Pero... ahora estoy preocupado por lo que has dicho. No me gustaría ver como Pyro y tú os matáis la una a la otra. Entiendo que es inevitable vuestro odio... Sería un hipócrita si te lo recriminase después de lo que ha sucedido hoy -dije incómodo.
Pero el odio visceral que Azura sentía por Pyro no se podía calmar por unas cuantas palabras, lo sabía muy bien. No supe qué más decirle al respecto, especialmente cuando me contó lo de la moneda y la nota. Había visto a Alicia con esa moneda desde que éramos cosechados. Esa moneda la había llevado a venir a vivir conmigo y Giz a Letargo a pesar de que en aquel momento no era capaz ni de hablarme. Sin embargo ahora estaba allí, hablando tan abiertamente conmigo y sin avergonzarse. No pude evitar rememorar aquel recuerdo cuando se echó a llorar. Torpemente la abracé.
-No llores... seguro que tiene que haber alguna solución -dije con inseguridad.
No sabía muy bien que decirle. El problema de Alicia era, en cierto modo, más complicado que el mío. Finalmente le sugerí que se fuese a dormir. Le deesé buenas noches y, cuando cerró la puerta, me quedé pensando en todo lo que me había dicho. Con la conciencia un poco más tranquila, me desvestí y me puse la ropa que usaba normalmente para dormir. Tenía la suerte de contar con amigos como Alicia, pensé mientas me metía en cama. Finalmente, con este pensamiento y lo agotado que estaba pude dormirme.

Aguanto todos y cada uno de los discursos en silencio, sin rechistar ni una sola vez ni quejarme, incluso cuando bien pudiera haberse merecido la queja. Abrazo si me abrazan y asiento cuando creo que la ocasión lo requiere. Pero no acabo de estar de acuerdo con ellos. Hemos estado trabajando dos meses como esclavos, hemos mejorado en muchos aspectos y no puedo evitar sentirme infravalorado con comentarios como el de Anibal, aunque luego intente arreglarlo. Vale que en los subterráneos las cosas se nos han complicado, pero en ningún momento nos habría pasado nada. Teníamos magia suficiente para escapar si las cosas se ponían más feas de lo que nosotros pudieramos lograr. Sé que no soy un anciano experimentado, pero ellos tampoco son mucho mayores que nosotros como para dárselas de sabiondos redomados. << Ellos han corrido un riesgo mayor bajando a buscarnos que el que ya corríamos nosotros contra la mole podrida o cualquier otro animal >>.

Ofuscado como estoy e incapaz de quitarme el cabreo de encima, acabo subiendo a la biblioteca en un par de hechizos, dejando al resto abajo. Ojeo libros durante una cantidad de tiempo indeterminada, incapaz de dormir. De vez en cuando vuelvo a darle vueltas a lo que ha pasado hoy, pero sigo sin ver el problema. Una vez han reposado las ideas, le encuentro cierto sentido a su preocupación. Entiendo que tengan miedo por lo que nos pueda pasar, pero no acabo de comprender por qué no tienen confianza en nosotros. << No habría pasado nada >>, me repito por infinitésima vez desde que estoy en la biblioteca.

De que aguardo a darme cuenta, los rayos de sol entran perezosos por los ventanales de la biblioteca. Ha amanecido antes de que me diera tiempo a asimilar que era de noche. << Demasiado rápido >>. Lo que menos me apetece ahora es bajar abajo a desayunar. Sé que debería hablar con Noel, al que había visto muy afectado, imagino que por su repentino cambio de actitud frente a los mediohombres, pero ahora solo lo empeoraría.

Al final acabo dirigiéndome directamente a la cocina para pescar algo de comer sin toparme con nadie, a ser posible. No me apetece hablar, por raro que parezca. Antes, cuando vivía en Asrena, lo normal era que no me apeteciera hablar con nadie y me agradaba el silencio, me sentía en él como pez en el agua. Ahora, sin embargo, se podría decir que me ahoga. << Aún así... >>. Una vez estoy en la habitación, rebusco entre los cajones y acabo de coger un pedazo de queso.

Al final Adara consigue hacerme sentir mejor con sus palabras. Me alegra mucho saber que no está enfadada. Entiendo que hayan pasado miedo, pero espero que también aprendan a confiar un poco más en nosotros. Solo espero que de ahora en adelante no nos subestimemos los unos a los otros, sencillamente. Los demás se despiden y se van a la sede prometiendo más entrenamientos para mañana como es habitual, y nosotros entramos en la torre. Poseo el vlakai dispuesto a llevarlo a la habitación donde guardo los demás, pero me detengo un momento al oír a Noel diciendo que se va a quedar es su habitación un tanto decaído. Azura ya iba de camino por las escaleras, y Giz, por su parte, se va a la planta superior. De pronto me encuentro solo en la torre, de nuevo solo y con mis cadáveres. Pero decido que no es el mejor momento para hablar con ellos, mañana tal vez, aunque espero que se despierten más animados.

Espero un rato mientras muevo el ala rota del vlakai... no, no rota, parece más bien dislocada. Cuando ya no oigo ningún sonido, subo a la habitación donde están los demás cadáveres y salgo del murciélago para tratar de poner de nuevo los huesos en su sitio. Con cuidado muevo el hueso alrededor de la articulación hasta que vuelve a su sitio con un leve chasquido. Entonces reviso si tiene alguna herida de la refriega y encuentro un par de rascazos que vale la pena coser con hilo antes de conservarlo. Preparo todo como hice hace ya dos meses con el dragón y lo hechizo con lo mejor que tengo. Las prácticas con ratones han servido bastante para desechar muchos procedimientos, pero todavía necesito más tiempo para comprobar si pueden ser realmente duraderos con eso los cadáveres.

Cuando mis tripas rugen me doy cuenta de lo realmente tarde que es y cuantísimo tiempo hace que no pruebo bocado. Después de que haya quedado atrás el agobio vivido en los subterráneos mi estómago reclama comida urgentemente. Y también estoy agotado, empiezo a ver borroso incluso. Simplemente creía encontrarme mejor porque se había recuperado parte de mi poder mágico por fin. Sin embargo, justo cuando iba a salir a por algo de comer antes de irme a dormir, escucho una puerta abrirse y cerrarse. Los demás están despiertos todavía. Pero para no molestar ahora con mis idas y venidas me hago intangible y bajo a la cocina. Por el camino me parecce oír voces al pasar por la habitación de Noel, pero no identifico quién habla. Por un momento pienso que no pueden dormir y me siento excluído porque nadi ha hablado conmigo, pero trato de apartar esos pensamientos. En primer lugar es una tontería, yo no estaba por ahí hace un momento. Tampoco sé quién habla y, además, a mí me conocen desde hace menos tiempo. Me doy cuenta de que antes, cuando me quedé solo en la entrada de Serpentaria fue cuando me sentí un poco abandonado, pero le estoy dando vueltas de más. El cansancio me juega una mala pasada y lo mejor que puedo hacer es cenar algo e irme para cama a aprovechar las pocas horas que quedan antes del amanecer.


A la mañana siguiente me siento pesado, reaccio a levantarme cuando el sol ya me está dando de lleno en los ojos. Pero hago un esfuerzo y salgo al pasillo frotándome los párpados con saña, tratando de despertar. Al bajar a la cocina me encuentro a Giz allí. Su expresión hace que se me quede el saludo en mitad de la garganta, pero él tampoco dice nada. Me acerco a la repisa y me sirvo un vaso de leche. El silencio no me gusta, no me gusta nada. Pero todo lo que se me ocurre decir me parece poco apropiado.
-¿Hago tortitas? -pregunto entonces con mi voz de recién levantado. Me sueno estúpido hasta a mí mismo, sobre todo teniendo en cuenta cómo sabían las últimas que intenté hacer, pero aun así cojo la sartén de hierro dispuesto a hacer algunas-. Me preocupa Noel. Bueno... -lo miro de reojo-, me preocupáis todos. Quiero decir... es que estáis así...
Me callo. Iba a decir cambiados, pero tampoco es eso. No esperaba que siguiesen todavía pensando en lo de ayer. Y entiendo lo de Noel, ¿pero y ellos? ¿Es por lo que dijeron los de la sede, por Noel, por los subterráneos, por todo? Espero que al menos se vaya pronto este ambiente frío. Esto ya parece de nuevo la Serpentaria en la que vivía hasta hace dos meses.

Me desperté por la mañana con el cuerpo agarrotado. Dormí por bastantes horas pero tenía la sensación de no haber descansado en absoluto. Las heridas que tenía por todo el cuerpo me escocían. Moratones y cortes en diversas partes de mi cuerpo producidos por las pedradas que recibí de los hombres bestia... Los hombres bestia. Sacudí la cabeza intentando apartar el pensamiento pero no funcionó como otras veces. Era un recuerdo demasiado vívido que no me había abandonado ni siquiera en sueños. La pesadilla... Había sido horrible. Mucho más que la última pesadilla que recordaba, aquel día hace más de dos meses. Cada una de las acciones que había llevado a cabo el día anterior con los hombres bestia se habían repetido en sueños: me había reído de una forma espeluznante, había hecho gritar de miedo y de dolor... Sólo que no había hombres bestia en mis sueños. En su lugar estaba mis amigos. Pude ver con una perturbadora claridad las caras de Gael, Giz, Alicia, Adara, Jack, el señor káiser... creo que incluso estaban los sirvientes nublinos de estos dos últimos. Todos ellos inmóviles mientras yo les hacía sufrir. Y disfrutaba con ello. Un escalofrío me recorrió toda la espalda al rememorar la pesadilla. Me senté en la cama y me llevé las manos a la cara. No podía seguir así eternamente. Traté de recordar la conversación que había tenido con Alicia por la noche para calmarme un poco.

Temblando, me obligué a levantarme de la cama y realicé la runa para vestirme. Me sentía reacio a salir de mi habitación, pero me encontraba tan débil que creía que de un momento a otro me iba a caer redondo. No es que hubiera comido mucho el día anterior y después de todo lo que tuvimos que soportar allá abajo... Me apoyé unos segundos en la puerta y, finalmente, me decidí a abrirla.

Cuando me acerqué a la cocina escuché sus voces. Allí estaban los tres, desayunando. Me quedé paralizado unos instantes antes de ser capaz de abrir la puerta y entrar. Pude escuchar los retazos de conversación. Gael estaba preocupado... y Alicia les estaba contando algo que ya me había contado a mí esta noche. El asunto del nublino... No acaba de verlo bien, pero entendí los motivos que me explicó Alicia. Yo no era quien para recriminárselo precisamente. No pude notar, además, que Giz no había dicho una sola palabra. Tampoco ayer vino a mi cuarto como había hecho Alicia. ¿Estaría él enfadado, asustado o sentiría repulsión por mí? Ayer no me lo pareció pero quizás ahora haya tenido tiempo a reflexionar... ¿Y qué pensaría Gael? Sacudi la cabeza. Estaba emparanoiándome demasiado de nuevo. Tenía que entrar en aquella cocina de una vez. Necesitaba comer y necesitaba hablar con ellos. Hice acopio de valor y entré en la cocina.

-Hola... -saludé sin mucho convencimiento.
Me senté mientras miraba a Giz de reojo. Parecía... alicaído. Se me hizo un nudo en el estómago al verle así. Ni siquiera me saludó. Mis temores crecieron. Busqué a Gael y a Alicia con la mirada.
-Yo... -empecé dubitativo-. Lo siento -alcancé a decir. Se me hizo un nudo en la garganta-. Creo que... os estoy preocupando a todos, sea por el motivo que sea...
No sabía como expresar mis temores. O más bien no me atrevía.
-A... Alicia y yo hemos hablado esta noche -la miré con expresión de cupabilidad, no estaba seguro de que ella le pareciese bien que lo contase-. Hemos hablado acerca del cambio que conlleva convertirse en esto. Gracias a ella comprendí algunas cosas pero... todavía estoy... asustado. Por lo que hice ayer -dirigí mi mirada hacia el suelo, incapaz de mirar directamente a nadie a los ojos-. Temo... temo haber cambiado de esa forma. Y temo que ese cambio afecte a todos los aspectos de mi vida. Pero también me sentí yo mismo mientras... ya sabéis. Y eso me asusta. Me asusta pensar que pueda convertirme un ser repugnante y sádico como el que visteis ayer.
Finalmente me atreví a expresar en voz alta lo que verdaderamente intentaba decir. Me levanté de la silla al decirlo, hecho un amasijo de nervios. Con la respiración agitada y contemplando a mis amigos uno a uno, volví a sentarme.

Poco a poco van llegando todos. Gael propone hacer tortitas y Alicia se muestra conforme con la idea. Sinceramente, no sé si he llegado a asentir o no, pero solo con el pedazo de queso, mi estómago ha tenido suficiente de momento. El fuego fatuo me comenta que está preocupado por Noel, y por todos. Y Alicia responde algo parecido a lo que habría dicho yo, salvo que yo sigo dándole vueltas y no estoy tan perfectamente. Cuando Azura comenta lo de ir a Nubla no puedo evitar torcer el gesto. << Otro esclavo más >>.

Noel llega en ese momento, juraría que entre nervioso y alicaído, pero apenas alzo la vista. Quiero hablar con él desde ayer, pues creo saber el por qué de su estado de ánimo. Pero ahora mismo no creo que consiguiera animarle en absoluto. En un arranque de valentía nos cuenta sus miedos. Hasta cierto punto los comparto, pero ¿qué podemos hacer? Nadie nos ha dado a elegir.

-Esto es lo que somos, Noel-comento sin levantar la cabeza. La gola se abre y, como si se hubiese abierto algún grifo de repente, manan las palabras-. Somos monstruos y muy pocas historias que hayamos oído hablan bien de ellos. Que sí, que tenemos sentimientos, pero también necesidades egoístas, sádicas o repulsivas...-levanto la cabeza y echo un vistazo general a todos. Soy consciente de que no estoy eligiendo las palabras con mucho tacto-. Tan reprochables todas como inevitables. Pero esto es lo que nos tocaba ser. Ni buenos, ni malos: monstruos-la gola se cierra, y como si me hubieran desnudado de repente, cierro la boca y salgo apresurado de la cocina primero, de Serpentaria después.

(Sigue en... :pensando-en-dónde: )

Azura llega justo a tiempo para unirse al desayuno, y para mi alivio viene con una actitud muy diferente de la de Giz. Le sonrío cuando se muestra más tranquila y responde a lo de la preocupación. También confío en que se les acabe pasando a todos. Después de una pausa, Azura contó que estaba planeando conseguir un esclavo en Nubla. Me quedo pensativo al oirlo. Es muy considerado por su parte informarnos antes de hacerlo, ¿se estará asegurando de que no lo desaprueba nadie? Por mi parte no voy a mala cara ni nada parecido, es su decisión. Tampoco veo sufriendo a los nublinos de Jack y el Kaiser, y ella no va a tratar peor a la persona que traiga. Por lo que sé de los nublinos, realmente idolatran a la gente de Rocavarancolia. Giz no dice nada, pero yo asiento en silencio mientras prepararo la masa de las tortitas.

Mientras pensaba en si añadir algo más o no, Noel entra en la cocina y empieza a hablar sobre lo de ayer. Sí que está distinto, no es el Noel siempre sonriente que conocemos... y Giz está igual. Pero al final abre la boca tras la explicación de Noel, y no tiene ningún problema con este pero... sí está en un mal momento. Tal vez hasta ahora aún no había aceptado del todo los cambios de la Luna, o no se había dado cuenta de la magnitud que tienen... O simplemente nada de eso, pero sé que se le acabará pasando, está más malhumorado que otra cosa. Al terminar de hablar, Giz se va sin decir nada, dejando tras él un silencio incómodo. Me acerco a Noel con cautela.
-Giz tiene razón. Pero, ¿sabes? Monstruo o no, tú eres Noel. No podría darme ni pizca de miedo mi amigo Noel -le digo con una sonrisa medio burlona-. Es eso mismo, ahora tenemos que ser egoístas, pensar en nosotros mismos y en la gente que nos rodea, nada más. ¿Que tenemos dos caras? Puede, pero no llevamos encima un contador de humanidad, a ver quién es el más íntegro de todos. -Hago un gesto de desprecio con la mano-. No tienes que preocuparte de las nuevas... um... facetas de ti mismo. Tú eres tú y decides tu camino, aunque suene a obviedad. -Dudo unos instantes-. No sé qué nos espera, pero si algo tengo claro es que tú no vas a hacer daño a tus amigos. Ni en mil años.
Le doy una palmada rápida a Noel justo donde la armadura de cuero le cubre la espalda y le sonrío ampliamente, esperando volver a ver una sonrisa igual en su cara.
-A propósito, olvidé hablaros de una cosa que vimos en los subterráneos. ¿Recordáis esa sensación cerca de aquella cosa con parásitos en la cara? -arrugo la nariz al recordarlo-. No los había visto antes cara a cara pero estoy seguro de que eran rémoras de Almaviva. Sorben la esencia mágica si te pillan, te dejan seco para siempre. -Suspiro-. Imaginad lo que sería perder la magia de un golpe. Es algo demasiado valioso. Sería como morir. Debería decírselo a Giz también -digo mirando la puerta-, ¿adónde habrá ido?

Las palabras de Giz me suenan frías, poco propias de él. Lo que dice lejos de tranquilizarme, me pone en tensión. Su actitud parecía diferente a ayer, incluso, cuando me ayudó a salir de los subterráneos... ¿Habría cavilado durante la noche y habría cambiado de opinión? Lo que había dicho no contradecía mis miedos. Me quedé tieso en el sitio, observando con la mirada vacía como salía de la cocina. Sentía que era mi culpa que Giz estuviese así. Estuve a punto de salir tras él cuando Gael comienza a hablarme. Sus palabras me tranquilizan mucho más que las de Giz, y agradezco sus sonrisas. Creo que necesitaba que alguien me dijera algo así.
-Gracias, Gael... -sonrío un poco-. Espero que tengas razón... -dije pensando en el sueño que tuve esa noche-. Mi yo dormido no opina lo mismo que tú, al parecer.
Les resumí a Gael y a Alicia la pesadilla.
-Especialmente es por eso... por lo que mi estado de ánimo está por debajo del nivel del suelo -supsiré-. He comprendido que no hay nada que hacer respecto a mi... sadismo a la hora de conseguir magia. Pero no soportaría... no soportaría cambiar radicalmente mi personalidad.
Entonces sucedió lo que no había llegado a suceder la noche anterior. Varias lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
-Creo que soy idiota -dije con una sonrisa triste-. No sé ni como me siento... Os estoy preocupando tontamente...
Me limpié las lágrimas con el antebrazo y me levanté de la silla. Sin previo aviso, abracé a Alicia.
-Me gustaría abrazar también a Gael, pero podría acabar como pollo a la brasa -bromeé por primera vez desde que salí de los subterráneos.
-Y a Giz... También me gustaría abrazar a Giz -añadí con cierta tristeza.

Justo cuando voy a salir, escucho de lejos a Noel hablando y me freno en seco a oír, sin llegar a salir. Me llevo una mano a la frente mientras el queso y los remordimientos se me revuelven en el estómago cuando acaba. << Me he pasado >>. Sabía que no había tenido mucho tacto ahí dentro, pero no esperaba que hubiese sido tan poco. << No debería haber hablado >> me recrimino << Callado estaba más guapo >>.

Desando el camino hasta la cocina, pero me quedo durante unos minutos clavado frente a la puerta cerrada, dudando entre si entrar o no. Estiro la mano hacia el pomo, pero reculo. << Vamos a ver, Giz nunca había sido orgulloso >> me digo << Y hasta donde sé, sigo siendo Giz >>. El pomo se gira esta vez y la puerta se abre. Y yo ahí.

-Eh...-definitivamente no nací para dar discursos-. ¿Sigue en pie lo del abrazo?-pregunto a Noel, tratando de sonreír tanto como me lo permite mi estado de ánimo actual. No espero respuesta, pues podría decir que la sé. Me acerco a él y lo abrazo de forma algo aparatosa por las alas-. Lo de antes, no me expliqué como...- << para o lo vuelves a estropear >>-. Lo siento, Noel-en el fondo, yo también necesitaba el abrazo.

Entonces la puerta de la cocina volvió a abrirse. No me lo esperaba y me quedé con cara de asombro mirando hacia el umbral de la puerta, donde estaba Giz. Sin darme tiempo a responder a su pregunta se acerca y me abraza. Sonrío ampliamente por primera vez en varias horas. Levanto a Giz en el aire del entusiasmo.
-Qué poco pesas -digo divertido tras dejarlo en el suelo de nuevo-. Gracias... gracias a los tres -les sonrío a todos-.
Me senté nuevamente en la mesa para desayunar copiosamente. Mi estado de ánimo muy mejorado. Tenía unos amigos que no los merecía.

Después de desayunar salimos para ir a los entrenamientos... Nuevamente me sentí preocupado. Aún faltaba enfrentarme de nuevo a nuestros maestros...

Sigue en la Bahía de los Naufragios.

Llegamos a la torre comentando el último evento sucedido en la taberna: el nombre del ulterano. Creo que nos centramos en ese tema para evitar el resto de sucesos desagradables de la noche.
-No puedo esperar a ver su reacción mañana en los entrenamientos -comento sonriendo mientras entramos en Serpentaria.
Nos callamos de pronto al fijarnos en la entrada. No pareciera que hubiese forma de evitar el tema después de todo. Hay algunas cosas tiradas por el suelo, algunas destrozadas. Los tres sabíamos perfectamente a qué se debía el estropicio.
-Parece que todavía seguía muy enfadada... -comenté con desánimo.
Poco después me despido de Giz y Gael y entro en mi habitación. Me desvisto y saco del armario el pantalón que utilizaba como única prenda para dormir. Sin la ayuda de la runa para vestirse era lo más sencillo. Por inercia cierro la puerta del armario aunque ya estaba bastante acostumbrado a verla siempre abierta.

Mientras me meto en cama no puedo evitar pensar en lo sucedido. El día había tenido sus altibajos. Había empezado abrazándolos a todos tras un disgusto, pero luego vinieron las discursiones. Azura... ¿estaría bien? Sabía que estaba en su habitación. Gracias a mi nuevo oído había podido distinguir su respiración al pasar cerca de su puerta. << Bueno, no tiene sentido darle vueltas a eso ahora, supongo >>, pienso suspirando, << mañana será otro día >>. Escucho entonces como la puerta del armario se cierra con un suave golpe.
-Vaya, esta vez has tardado más, vas mejorando -digo en susurros mientras los ojos se me cierran.

La mañana siguiente me desperté a la hora acostumbrada para ir a los entrenamientos. Me sentía bastante cansado por haber trasnochado, pero ya nos habíamos tomado demasiados descansos seguidos últimamente. Salí de la habitación medio adormilado, de hecho ni siquiera recordé vestirme primero como solía hacer, y me dirigí a la cocina. Todavía no había nadie. Entre bostezos empecé a preparar unas tostadas de desayuno para todos mientras canturreaba por lo bajo alguna de las canciones de metal que habíamos escuchado en la taberna para mantenerme despierto. Los demás no tardarían en lenvtarse, seguramente.

Por más que hubieramos querido evitar hablar de ello centrándonos en el nombre del Kaiser, el enfado de Alicia nos acaba recibiendo casi en la misma puerta. El suelo estaba cubierto de objetos desparramados y pedazos de aquellos que habían tenido menos suerte al encontrarse con el suelo. Suspiro al verlo y echo una mirada hacia las escaleras para subir a las habitaciones.

-No es fácil para ella-comento en voz alta, aunque sea algo que todos saben. Para nadie es fácil, pero lo de Alicia es enrevesadamente complicado. << Tener de repente una hermana gemela y odiarse mutuamente a muerte... >> No debe de ser fácil controlar las ganas de atacarse o pensar que te pueden dañar en cualquier momento, aunque en realidad no fuera a pasar y no se tratase más que de una paranoia. << Pero no es imposible tampoco >> O al menos eso quiero creer. Echo de nuevo un vistazo al suelo-. Ya me encargo yo de esto-después de lo de la taberna no me importa recoger unas cuantas cosas más que menos.

Coloco las cosas que se han salvado de la rotura en su sitio, improvisando en algun caso que no estoy seguro del lugar, y luego reuno los fragmentos de mayor tamaño. Las que se habían hecho pedazos pequeños me llevarían más tiempo y, sinceramente, tampoco quería pasarme toda la noche rearmando adornos. Después de unir un par de ellos, guardé el resto de trozos en uno de los muebles más cercanos. << Ya acabaré otro día >> De momento al menos dejo la entrada en orden. Tras eso, subo a mi habitación y no tardo en dormirme, agotado por todo lo que ha pasado hoy y la cantidad de hechizos que he invertido en reparar descargas de ira ajenas.


El sol me despierta como siempre y decido bajar a la cocina a desayunar. Por el camino paro frente a la puerta de Alicia, debería hablar con ella. << Pero no ahora >> me digo. << Mejor cuando estemos todos >> y cuando estuviera seguro de que no la iría a despertar, que no contribuiría al buen humor. En la cocina me encuentro a Noel, lo saludo con un gesto perezoso de mano y me fijo en las tostadas que se está haciendo, cuyo olor venía abriéndome el apetito desde el pasillo.

-Buenos días-digo más alegremente mientras me improviso un bocadillo con pan y queso-. ¿Se sabe algo de Al...-me corrijo sobre la marcha- Azura?- aunque no soy de expresar mucho mis sentimientos o exteriorizarlos de forma efusiva, me preocupa que no se encuentre bien todavía.

Después de conseguir evitar pensar en cosas malas durante un buen rato, al llegar a Serpentaria es inevitable recordar la pelea de las Alicias y lo que pasó después con Azura. Al menos ahora sabemos que vino directa a la torre, porque me preocupaba bastante que llegáramos y ella aún estuviera dando vueltas a saber por donde y sola. Al ver las cosas rotas por el suelo la conversación cesa y Noel y Giz hacen comentarios a los que asiento cabizbajo. Giz se ofrece para arreglar el estropicio, pero entonces recuerdo lo de la taberna y que no llegué a echarle una mano por no darme cuenta de que había buscado él solo las astillas.
-Espera, que te ayudo, que en la taberna al final no ayudé nada.
Intenté arreglar algunas cosas durante un rato, pero Giz me llevaba ventaja. Supuse que a él se le darían muy bien los puzles, porque a mí no es que me gustasen demasiado... Muy tediosos.
-Creo que mañana tendré la cabeza un poco más despejada para buscar donde va cada pieza... Me iré a dormir también. No tardes mucho, que hay que madrugar para el entrenamiento. -Alzo una mano como despedida mientras me dirijo a las escaleras, pero me vuelvo hacia Giz aún una vez más, y al verlo tan abstraído reconstruyendo las cosas rotas le sonrío y le digo una última cosa-. No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana.

A la mañana siguiente me desperezo cuando sale el sol, cansado todavía, pero dispuesto a ir al entrenamiento con tantas ganas como siempre. Mientras voy hacia la cocina me pregunto si Azura se habrá levantado ya y qué tal estará hoy de ánimo y humor. Ver que Giz al final dejó todo recogido anoche me lo recuerda. En la cocina escucho una voz, pero al entrar veo que solamente son Noel y Giz, que precisamente estaba preguntando por ella.
-Buenos días. La puerta de su habitación seguía cerrada cuando pasé por allí... -comento. Seguramente aún no se haya levantado, pero no ha de tardar en hacerlo.
El olor a pan tostado me distrae entonces y me acerco hacia las alacenas para hacerme también el desayuno.

Alicia se despertó y caminó por el pasillo en dirección a la cocina, hasta que escuchó ruidos que provenían de ella y aminoró el paso, insegura. Tras unos segundos de duda, entró decidida a hacer como si nada hubiera pasado.
- Buenos días. ¿algo rico para desayunar?
Se sentó, todavía determinada a actuar normal.
- Hoy quiero ir a Nubla. Podéis venir si queréis, pero primero tengo que preguntarle a Jack por donde llegar, ¿o tenéis alguna idea vosotros?

Alicia entra en la habitación y no menciona en ningún momento lo que pasó ayer. << ¿Quiere evitarlo? >> Por una parte lo entiendo, así que me guardo la pregunta que le iba a hacer sobre qué tal estaba y le sonrío, devolviéndole el saludo. Sin decir una palabra, señalo las tostadas, el pan y el queso que nos estamos comiendo que, si bien no son una delicia, se comen bien. A veces hecho de menos comer bichos, como hacía antes de llegar a la ciudad, o incluso mientras estuve en el torreón Letargo, pero me estoy malacostumbrando.

Luego nos habla de Nubla. Dice que quiere ir y más o menos puedo recordar sus intenciones. No estoy de acuerdo en eso de tener esclavos (o ayudantes, o como sea), pero soy consciente de que mi opinión podría levantar ampollas y, aunque estoy en contra, tampoco voy a obligarla a abandonar su idea. Cada uno es libre.

-A mí me gustaría ir, aunque sea solo para ver cómo es ese mundo vinculado, que jamás he salido de la ciudad desde que llegamos y me pica la curiosidad- lo único que sé de mundos vinculados lo he leído o me lo han contado, ahora toca verlo con mis propios ojos. Al menos uno de tantos planetas.