Torre Serpentaria

Xalkoth:

Xalk acababa de entrar en Serpentaria y se movía con cara de malas intenciones. Originalmente planeaba llegar sin avisar y sin que nadie le viera demasiado, pero no fue hasta que estuvo delante de la entrada que se dio cuenta de un pequeño detalle sin importancia: no recordaba la contraseña para entrar.
Había tenido que llamar a la puerta y que le dejara pasar… alguien, sus recuerdos de la persona que le abrió ya se habían desvanecido a pesar de que tan solo había pasado la tremenda cantidad de… ¿diez segundos? Si, más o menos eso fue lo que pasó. En cualquier caso, no tardó en localizar a su objetivo: el enderth.
Desde el día que lo conoció el clinger se había emocionado muchísimo, no solo porque le encantaran las aves, sino porque los enderth son una rareza y no había visto a ninguno desde que era un crío. Necesitaba una pluma de aquel individuo en su colección, y se la pidió, pero el ave se había negado educadamente, por lo que había decidido recurrir a otros métodos.


Kirés:

Por su parte el enderth estaba bajando a las zonas comunes para pillar algo de comer. Estaba distraído intentando memorizar un par de hechizos que estaba estudiando en la biblioteca, y en parte por eso no prestó atención a lo que pasaba a su alrededor, ni en el bicho de casi metro y medio que empezó a acercarse por detrás de puntillas, al menos no hasta que notó un par de dedos agarrando una de las plumas de su brazo.
Se detuvo en seco y de un solo movimiento rápido y brusco giró la cabeza hacia Xalkoth, que todavía le agarraba la pluma del brazo con cara claramente culpable. Le fulminó con la mirada. El siempre era extremadamente cuidadoso con todas y cada una de sus plumas, las cuidaba y las mantenía impecables una a una. Podría decirse que eran su posesión más preciada, o incluso que le eran sagradas si no fuera porque no creía en ningún tipo de religión.
En cualquier caso el significado de su mirada estaba claro: O soltaba la pluma inmediatamente o sufriría las consecuencias.


Xalkoth:

El insecto por su parte estaba dividiendo sus resultados entre el éxito y el fracaso, pues si bien era cierto que le habían pillado, aún tenía sujeta la pluma que quería, solamente tenía que dar un tirón y sería suya.
No tardó en tomar una decisión: sin cambiar de postura saludó al enderth con la mano y, al mismo tiempo, arrancó la pluma de un tirón.



Valek:

Simplemente estaba cerca de Serpentaria por casualidad, subido a un tejado para seguir un  rastro de sangre, cuando escuché un estruendo que procedía de la torre, casi como una explosión. Alcé una ceja y miré hacia el lugar, preguntándome qué podría haber pasado mientras conjuraba un hechizo de niebla mágica para averiguarlo. No tardé en averiguar lo que había pasado, y sonreí instintivamente al ver quién se había comido aquello.
En las zonas comunes Xalkoth, el clinger que disfrutaba haciéndome la vida imposible, se encontraba literalmente incrustado en una pared. Como si alguien lo hubiera estampado ahí con un martillo gigante. A su lado había un ave humanoide que miraba para otro lado mientras se sacudía dignamente algo de polvo que había caído sobre sus plumas. Todo apuntaba a que era el responsable de aquello y no sabía el por qué, pero solo por haber hecho eso hacía que me cayera bien.

La idrina también había bajado a la cocina para comer. Pensaba hacerse algo rápido y después regresar a su cuarto con la intención de prepararse para acompañar a Kimbra a buscar a cierta persona, con la esperanza de tener suerte esa vez. Se encontraba algo nerviosa incluso, como de costumbre, pero la sorpresa de encontrarse de pronto con un altercado cerca de la cocina de la Torre le hizo poner su atención en ello. Kirés parecía muy enfadado con aquel clinger del que sabía que vivía en la Sede y poco más. Un hilillo de niebla comenzó a emanar de ella, pues instintivamente recurría a su dominio si intuía un peligro. No creía que fuese a servirle de mucho en una situación como aquella, pero saber que en cualquier momento podía desplegarlo a su alrededor la tranquilizaba un poco. Con precaución, se acercó al enderth mientras no quitaba ojo de la figura insectoide incrustada en la pared.
—¿Qué… qué ha ocurrido? —Dirigió una expresión tan perpleja como inquisitiva hacia el paladín.

Saria se encontraba tranquilamente tejiendo en el hall de Serpentaria y vio pasar a Xalkoth como quien ve cruzar a una mala racha viva. La ordesa dio un salto de forma intuitiva y se parapetó tras el sofá, asomando únicamente con orejas y ojos. Xalk no había entrado solo, había entrado con unos porcentajes de infortunio extremadamente altos, tanto que habían asustado a la mala sombra. Saria Omen no tuvo tiempo de saludar de lejos, pero no parecía que el bicho la hubiera visto a ella.

En cuanto se aseguró de que la mala racha iba pegada a él y no infestaba el lugar por el que había cruzado, la mala sombra lo siguió con curiosidad, siempre desde una distancia prudente. Lo que ocurrió no la pilló por sorpresa, en absoluto. Los numeros habían predicho una desgracia y una desgracia tenía que acabar ocurriendo. Lo que le sorprendió fue el tipo de accidente. Desde luego el insecto no había cambiado nada desde que lo vio por última vez. La mala sombra tapó con la mano una carcajada antes de acercarse a Irianna para responderle.

—Lo inevitable, cariño. Ha ocurrido lo inevitable —Saria logró contener la risa y, entonces, alzó la voz con la esperanza de que el clinger la escuchara. Los numeros habían descendido ligeramente, pero para Omen estaba claro: el bicho atraía la mala suerte solo con su presencia—. Ey, Xalk, ¿necesitas ayuda?

Hablaba desde la misma distancia prudencial que había estado manteniendo y no planeaba cruzar la línea imaginaria que le separaba del peligro. No de primeras, al menos, y no sin protección extra.

Xalkoth:

–Ah, pues… yo estoy bien, asi que creo que no –respondió alegremente a la mala sombra, como si ese tipo de cosas fueran su día a día, que lo eran. Justo después intentó desincrustarse de la pared. Lo intentó una primera vez, pero no logró moverse. –¿Um? –Probó otra vez, con el mismo resultado.
“Hmmmm... Ups.”

Kirés:

No se dio cuenta de la gravedad de lo que acababa de hacer hasta que Irianna apareció preguntando al respecto. Miró al clinger, luego a sus manos y luego de vuelta a la idrina y la mala sombra para después desviar la mirada hacia un punto vacío con culpabilidad. –Pues...
–¡Ey! –La llamada del insecto le distrajo y se giró hacia él. –Al final sí que parece que voy a necesitar ayuda. ¿Podría alguien tirar de mi? No logro despegarme de la pared. Esto de robar al enderth ha acabado siendo más complicado de lo que pensaba.


El ave resistió la tentación de arrancarlo de ahí con magia y estamparlo de cara contra la pared de enfrente

Las repentinas carcajadas la sobresaltaron, pero enseguida vio que se trataba de la ordesa que había aparecido un día en la Torre. No había hablado mucho con ella, pero recordaba al menos su nombre de cuando se habían presentado.
—¿A qué te refieres con… “lo inevitable”?
Se sentía más confusa por momentos. Especialmente cuando el clinger afirmó que se encontraba bien, en un tono que no parecía indicar que estuviese empleando el sarcasmo. Desde luego, resultaba evidente que no conocía de nada al insecto. Se fijó en la reacción de Kirés entonces, y detectó la culpabilidad que lo embargaba.

Cuando parecía que iba a explicarse, el clinger solicitó ayuda para salir del encajonamiento al que aparentemente le había confinado Kirés. El cual no parecía muy dispuesto a atender dicha petición, por lo que, tras dudar un poco, se acercó ella misma a la pared e hizo amago de tender un brazo hacia el clinger… Hasta que se dio cuenta de qué forma tenían sus extremidades.
—Te sacaré con un hechizo de levitación —cambió de idea a medio camino: no quería acabar accidentalmente sin un brazo en mitad de un altercado que no le atañía.
Dicho y hecho, utilizó el sortilegio sobre el inesperado visitante y tiró de él hasta que consiguió desencajarlo de la pared y posarlo en el suelo, deshaciendo inmediatamente el hechizo.
>>Espera, ¿has dicho “robar”? —Inquirió de pronto, al procesar y comenzar a comprender entonces lo que estaba ocurriendo, demasiado perpleja anteriormente como para prestar atención a aquella afirmación. Se giró de nuevo hacia el enderth—. ¿Eso es una forma de hablar o…?
Aunque, a juzgar por la actitud del ave, no parecía que así fuera.

Twixy's había estado cosiendo junto a Saria, pero se había ausentado un momento para ir a buscar una tela concreta a su dormitorio en un arranque de inspiración. Bajó corriendo en cuanto oyó el estruendo, tela en mano, y al no encontrar a su amiga donde la había dejado buscó el origen del barullo, asustada.

-¿Ha pasado algo? ¿Estáis todos bien? -preguntó con preocupación.

Todos parecían estar perfectamente, salvo el bicho asqueroso que alguien había estampado contra una pared. Irianna estaba ayudándolo a despegarse. Al principio a Twixy's ni siquiera se le ocurrió que pudiese ser otro transformado, luego se inclinó sobre Saria y preguntó muy bajito:

-¿Quien es esa cosa?

Saria dejó que Irianna ayudara a Xalkoth a salir y saludó a Twyx, que acababa de llegar. Aprovechó sus preguntas para responder a ambas, soltando una risotada sonora al escuchar la forma de la frivy de referirse a Xalk.

—Esa cosa es Xalkoth, un clinger, habitantes de un mundo vinculado —le explicó en el mismo tono bajo, antes de alzar la voz para que Irianna la escuchara también—. La fatalidad viaja con él a donde quiera que vaya, por eso decía que ocurrió lo inevitable. Fue mi compa de cosecha, ¿a que sí, Xalk? —le preguntó directamente a él. Dudaba que estuviese pendiente, rara vez lo estaba, pero bueno, así quedaría más claro de qué pie cogeaba el bicho—. Tengo la teoría que tiene la mentalidad de un niño, pero un niño muy, muy raro. Y eso ya nos dio muchos quebraderos de cabeza en su momento —Lara conjuró protecciones sobre sí misma, para evitar que la plaga le contagiase lo que quisiera que emitiera, y se acercó a su excompañero—. ¿Algún hueso roto? ¿Contracturas? ¿Está todo bien? —le preguntó. No podía creerse que se hubiera quedado incrustado en la pared sin hacerse nada. Tras una pequeña pausa, añadió—. ¿Se puede saber qué narices has hecho?

No había tanto reproche en su voz como cuando compartían criba, ahora Saria tenía mucha más curiosidad y muchos menos hijos de los que preocuparse. Por quien sí temía, aunque no quisiera reconocerlo, era por su viejo amigo Xalk.

Xalkoth:

–¿Forma de hablar? Pues no. –respondió de forma breve a la chica idrina. Luego miró al resto de los que habían llegado, y se quedó mirando un rato a la chica que había llegado la última, ya que era muy llamativa, y al final miró a Lara cuando esta habló de él. –Si, así es. Mi mundo es Dryfus, por si ayuda saber el nombre. –

Kirés:

El enderth por su parte estaba aprovechando que había dejado de ser el centro de atención para intentar quitarse de la cabeza su reciente pérdida de control y empezó a entonar un cántico de orden que fue enlazando con otro de fundición de materiales sólidos y que remataría luego con uno de moldear materia inorgánica de ser necesario, y comenzó a reparar el agujero con forma de plaga que había en la pared.

Xalkoth:

–Estoy bien. –añadió tras escuchar la siguiente pregunta de la mala sombra y mirarse de arriba abajo. –Me dolió un poco el golpe, pero no he sufrido daño alguno. –Luego empezó a quitarse algún que otro cascote que se le había quedado pegado. – ¿Que qué he hecho? pues… quería robarle a Kirés, pero me descubrió. Ahí probablemente debería haber parado y retirarme, pero decidí que no tendría otra oportunidad y terminé de robarle en su cara. Imagino que no le hizo mucha gracia y me estampó contra la pared. Nada serio vamos. – por último se dirigió a Irianna. –Oh cierto, casi se me olvida: !Gracias por la ayuda!

Twixy’s llegó poco después e Irianna negó con la cabeza ante su pregunta.
—Estamos bien… Bueno, quizás a excepción de… el clinger —respondió algo titubeante mientras dirigía su mirada hacia el presunto ladrón.
La actitud despreocupada del insecto no daba pie a pensar que se hubiera hecho daño, de hecho su cuerpo parecía recubierto de una coraza dura ahora que se fijaba mejor. Su boca se torció en una sonrisa algo incrédula al escuchar la breve conversación por lo bajini entre la veela y la mala sombra, pero no hizo ningún comentario al respecto. Al menos ahora sabía el nombre de aquel insecto y que Saria Omen lo conocía bastante bien. De hecho la mala sombra no parecía estar preocupada ni extrañada en absoluto por la situación y, aunque algunas de las cosas que explicó acerca de Xalkoth respondían al por qué de su particular comportamiento, la idrina no podía evitar sentirse cada vez más confusa al respecto de aquel embrollo.

El clinger había confirmado que no era una forma de hablar, y de hecho había descrito su “plan de robo”, que al parecer, a pesar de que el enderth lo empotró en la pared tras descubrir sus intenciones, había tenido éxito. Lo cual además no perturbaba a su antigua compañera, la ordesa, quien tenía una actitud claramente divertida ante semejante cuadro. Para más inri, Kirés parecía sentirse culpable e irritado a partes iguales. ¿Estaría malinterpretando algo en su lenguaje corporal? Creía haber aprendido a leer bastante bien a los enderth tras haber convivido con Ziack, pero…
—Eh… No hay de qué… —replicó con aire ausente al agradecimiento del clinger—. Pero… ¡Oye! ¿No deberías devolverle a Kirés lo que sea que le hayas robado?
Observó de reojo como el Paladín empezaba a reconstruir la pared, con cierta inseguridad en su mirada. Empezaba a pensar que el “robo” no había sido nada importante y por eso el enderth se sentía culpable y nadie parecía darle importancia a aquello… Pero si no era importante… ¿Por qué había reaccionado de forma tan violenta? Aquello comenzaba a recordarle al argumento de alguna novela policiaca absurda.

-Oh...

Pues sí que era un transformado. El mundo resultaba ser el mismo que el de Kirés, por lo que Twix fijó su mirada en el paladín, tratando de descifrar su expresión. Claro que en cuanto vino la explicación del clinger volvió a desviar su atención, con el ceño fruncido.

-¡Oye!- << ¡Y encima lo dice como si nada!>> pensó indignada.

Para la frivy estampar a alguien contra una pared cuando había intentado robarte en tu cara estaba totalmente justificado. Además no mostraba un ápice de arrepentimiento. Las alarmas de Twix saltaron y el clinger entró automáticamente en su lista negra. Había molestado a alguien de su grupo. Se acercó a Kirés.

-¿Estás bien? ¿Quieres que el bicho se vaya?- preguntó en tono suave.

Xalkoth:

–¿Devolv…?– En ese momento recordó que la gente allí podía ponerse en su contra y obligarle a que tuviera que devolver la pluma al enderth. Sería mejor que entrara en acción ya. 
–¡Retirada!– Acto seguido salió disparado escaleras arriba, buscó la primera ventana que encontró y se tiró por ella para inmediatamente al zar el vuelo antes de pegársela contra el suelo. –A los que he visto hoy por primera vez: ¡Encantado de conoceros! ¡Adiosss!– Se escuchó su voz apagándose mientras se alejaba hacia el horizonte. No quedaba claro a dónde iba, y los que le conocían probablemente serían conscientes de que el propio xalk tampoco lo sabía.

Kirés:

Tras contemplar la disparatada huida del clinger, el enderth alzó una garra con el objetivo de disuadir a cualquiera que estuviera planeando ir detrás del insecto.
–Dejadle marchar.– dijo con calma.
Distraerse reparando la pared, unido a los disparates del clinger le habían permitido recuperar la compostura y su control mental, rápidamente bloqueando cualquier emoción negativa y volviendo a su estado de serenidad habitual. –El… robo, no ha sido nada que tenga ninguna importancia, de hecho no debería haberle estampado contra la pared por algo tan nimio pero… perdí el control. Mis disculpas si os he preocupado.

Saria contempló lo que ocurría con expresión de asombro y no opuso resistencia a la huída del bicho. Xalk era de aquella manera, pero rara vez causaba daños serios. Asistir a la reconstrucción de la pared (y escuchar la declaración del que acababa de empotrar contra ella a su excompañero) la dejó pensativa y acabó llegando a una conclusión: no se fiaba de Kirés, parecía verdaderamente peligroso. No dejó que aquel pensamiento calara externamente, pero no tardó en preguntar:

—Y, ¿qué es lo que te ha robado exactamente? —su voz era todo curiosidad—. Xalk está como una chota... —sonrió y se pasó los dedos entre el pelo de su cabeza.

Kirés:

Aunque se había tranquilizado bastante, la pregunta de la mujer con marsupio le hizo volver a sentirse avergonzado e incómodo. Era consciente de que su reacción al problema había sido ridícula, y contestar implicaba ponerse en evidencia delante de todo el mundo.
–Una pluma –respondió desviando la mirada. –Sé lo que estáis pensando y… tenéis razón. En vuestro lugar pensaría lo mismo.
Intentó acelerar lo de reparar el muro. En estos momentos lo que más quería kirés era irse de ahí, de las miradas que lo juzgaban. Quería irse a algún lugar con menos gente y más tranquilo donde pudiera meditar un rato para estabilizar su mente. Probablemente la biblioteca de la propia torre serviría.

Twix iba a poner las manos sobre los hombros de Kirés pero se reprimió, y en su lugar se cruzó de brazos.

-No digas eso pichón, te tocó sin consentimiento y es normal que reaccionases por impulso.

Le dejó espacio al paladín, mirando al resto de reojo con ligera preocupación. Cogió una silla y se sentó con los brazos sobre el respaldo.

-No le des más vueltas.- le advirtió. A estas alturas sabía como su compañero se comía la cabeza.

Saria Omen sonrió a la respuesta de Kirés, pero por dentro el paladín había hecho saltar la alarma y la mala sombra tendría bastante cuidado en el futuro de no compartir demasiado tiempo con él. La respuesta de Twix la decepcionó un poco, pero le sirvió para disipar cualquier duda sobre sí misma.

—Twix tiene razón, no le des más vueltas. Además ya dije, Xalk iba cargado de un mal fario impresionante cuando pasó. Si no hubiera sido Kirés, algún otro lo habría acabado empotrando contra otra pared —mintió. Claramente el porcentaje que le acompañaba iba directamente ligado a las intenciones del bicho y Kirés era la clave de aquel número desproporcionado, pero no necesitaban saberlo—. Ya que estamos aquí, ¿os apetecen unas palomitas?

Si lograba contar con la privacidad suficiente a la salida de Kirés, ataría al paladín un ligero mal de ojo a sus pies. Tal vez no se caería, pero no le venía mal tropezarse consigo mismo.

Antes de que pudiera reaccionar, Xalkoth realizó una huida que parecía sacada de alguna tira cómica, dejando a la lacustre con cara de circunstancias, aunque contagiada por la diversión de Saria Omen. En realidad había sido una situación bastante graciosa, pero la preocupación por Kirés suponía una barrera para tomársela simplemente como tal. Cuando por fin se resolvió el misterio, la idrina no sabía muy bien qué decir. Estaba claro que para el paladín se trataba de algo importante, además ella sí coincidía con Twixy’s completamente en que tenía derecho a no querer que alguien le arrancase algo que pertenecía a su propio cuerpo, ni que le tocasen… Ella lo comprendía perfectamente. Pero también consideraba que la reacción había sido desproporcionada y que si quería darle un escarmiento al clinger podría haber empleado un método menos… brutal. Al menos el “ladrón” parecía tener una coraza muy dura y se le veía en perfectas condiciones cuando emprendió la huida.
—Ten un poco más de cuidado la próxima vez, aunque entiendo que ir por ahí diciendo que no te gusta que te arranquen las plumas suena muy obvio… A los demás tampoco nos gusta que nos arranquen el pelo por las buenas. —Optó por ser todo lo conciliadora posible. Hizo un gesto de negación educada ante el ofrecimiento de la ordesa—. Gracias, pero tengo que ir a un sitio y creo que ya voy algo tarde. Nos vemos.
Kimbra sin duda estaría esperando por ella en su cuarto tal y como habían acordado, debía darse prisa.

Sigue en el Cuchitril.

Alice

(En el presente)

La bruja cada vez tenía un mejor manejo con la magia y con sus onyces. Más hechizos a su disposición y también tenía más y más onyces tanto a su alrededor como fuera de la torre, ocupando casas cercanas. Había conseguido que no molestasen a los habitantes de la torre ni cuando iban y venían, pero no podía controlar a las que salieran de su área de influencia. De vez en cuando, dada la naturaleza de la ciudad, se encontraba y se hacía con más sombras. Siempre venían contando en tono jocoso qué les había llamado la atención. Por ejemplo, las más nuevas le habían contado entre risas lo que le había pasado a un grupo de cosechados. No le importó qué destino habrían corrido, no preguntó si habían sobrevivido. En su lugar, el suceso le recordó otro agujero inmundo al que habían ido a parar sus compañeros de cosecha y ella misma. Parecía como si hiciera una eternidad, pero tampoco hacía tanto. ¿En qué momento se había olvidado del juramento que se hizo de destruir aquel sitio? ¿Cuándo había olvidado lo que les pasó allí abajo y cómo perdieron a gente en esa y otras trampas? Ya no lo recordaba. Ni siquiera lo recordaba ya como lo que fue. Fue fácil recordar lo que le hizo sentir, como quien recuerda haber tenido una sensación importante, pero ya no la sentía como tal. Solo curiosidad...

Pero días después, un deseo que volvía a crepitar en su interior: quería destruirlo, borrarlo para poder olvidar. Lo había odiado y seguía odiándolo como si fuera una costumbre. Pero no era del todo así, no era ese el motivo real. Pensaba que había dejado atrás el terror que pasó allí abajo, que se había endurecido, pero no, tan solo había enterrado el recuerdo en algún profundo rincón de su ser. Ahora que lo había recordado... ¿Por qué no recordar también su juramento, sus intenciones, sus miedos, las pérdidas, el sufrimiento? Quería destruirlo. Primero tendría que localizarlo. ¿Seguiría todo como lo dejaron? ¿Habría caído alguien más? Enviaría un grupo de onyces. Sabía que estaba en algún lugar de los subterráneos bajo los Jardines, así que empezarían a buscar por allí. Y ya que estaban, intentarían hacer un mapa de los túneles: las onyces irían en fila y esta tomaría la forma del recorrido que hicieran. Formas que posteriormente la bruja pasaría a papel. Quizá podría vender copias o incluso encontrar otro tipo de secretos ahí abajo.

Como esta tarea exigía mucho tiempo y onyces (algunas se extraviaban o desaparecían sin dejar rastro), tardaron en dar con el circo de los horrores, pero al fin lo encontraron.

Los entrenamientos con Kin, Dhelian y Skarog estaban siendo muy útiles. Aprendían hechizos nuevos, conseguían identificarlos mientras eran conjurados así como qué hacer o conjurar para contrarrestarlos... Añadiendo, además, la ayuda de sus criaturas. Dhelian podía valerse de sus estirges y dotarlas de complementos con runas o hechizos mientras que la bruja hacía lo suyo con sus onyces. Era más difícil por lo inconsistentes que eran en comparación, pero se podía remediar cuando se unían en formas compactas. Ya ni recordaba sus dudas de recién transformada sobre su utilidad.

¿Lo hablaría con ellos? Con Kin seguramente no, no quería que se arriesgara. No era un picnic en el campo precisamente, aquí la hierba te sacaría los ojos. Su amigo Dhelian seguramente se apuntaría o incluso el helión, o Sura y Marsi, pero... Lo cierto era que quería ir sola, enfrentarse a algo por su cuenta, pero también quería sobrevivir. Por el momento se calló. El brugho podía sospechar algo con tanto ir y venir de onyces o ella misma, pero Alice respondería con evasivas o verdades a medias. Ahora que sabía dónde estaba, las onyces podrían hacer incursiones, tentativas, pruebas en el circo y los túneles mientras ella mejoraba en los entrenamientos. No le apetecía mucho sumergirse en los túneles de la ciudad, mucho menos a ciegas, por lo que pretendía tener muy, muy claro qué podía haber allí abajo antes de ir. No se confiaría. Skarog ya les había hablado en alguna ocasión de los peligros que había allí abajo y ella misma había entrado alguna vez, sin profundizar demasiado, y lo había visto con sus propios ojos multiplicados por cien o más ojillos de todos los tamaños.

(Continuará)